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El periodista es un cazador. Su labor implica largas horas al acecho; sus jornadas no tienen horario: pueden prolongarse PE emo enn oem ter Tae i | CeCe ne Le re neue reo te Se sce ae electrdnicos, Ia cultura de la imagen y las “ciencias de la comuanicacién’, Federico Campbell reivindica en este libro el carieter formative de la educacién literaria en los estudiantes de periodismo, y la escritura como una de las formas mis eficaces de 0} eee ne ert) Esta obra expone las facetas mis variadas del quchacer er ee rae asi caballeresca ONC ence) Federico Campbell (Tijuana, 1941) es autor de novelas Aer nes a eerste aoe ree Ce ee ee ae a Ree Caron enn Semen rents ISBN: i ] fs ALFAGUARA le Sey i] 2 3 Py PA & c & i Ue tre Tetts oo Periodismo escrito Federico Campbell piece! SS) Meee Federico Campbell Periodismo escrito ‘Se Serle Circular PERIODISMO ESCRITO D.R. © Federico Campbell, 2002 De esta edicign: D.R. © Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguata, SA. de C.V., 2002 ‘Av. Universidad 767, Col. del Valle México, 03100, D-F Teléfono 5420 7530 vwwwllaguara com.mx + Discribuidoray Editor Aguilar, Ale, Taurus, Alagus, SA Calle 80 Naim 10-23, Suntafé de Bogoed, Colombia + Sancilana SA. “Trrelaguna 60-28043, Made, Expat. + Sanulina SA. ‘A. San Felipe 731, Lima, Pe + Bait Sanailane SA. ‘Av. Rémulo Gallegos Edi Zia Yer piso, Boieta Nc. 1071, Caracas, Venema + EalvorialSanilana Ine 220. Box 5462 Hato Rey, 00919, San Juan, Puerto Rica. + Suncilina Publishing ine. 2043 NW, R2 th Avenue 33122, Miami, FL EUA. + Ediciones Santillana S.A. (ROU) ‘Const 1889, 11800, Montevideo Uraguy. + Aguila, Ales, Taurus Alfguara, SA. Beale 3860, 1437, Buenos Aves, Argension + Aguilar Chilena de Ediciones Leda. ‘De Anibal Avials 1444, Providenca, Sango de Chile + Suncilia de Coma Ric, SA 1 Urns, 100 mus. Oeste de Migeacisn y Berane, San Jot Cort Ric, Primer dic: epiembre de 2002, ‘Mas sale Federico Campbell ym obra en: ‘rm piginadeautorcom ISBN: 968-19-0946-8, DRO Diseho de cubiera Eduardo Téllee Impreo n México. Todos deh raed. En pblin no pode rpc nen ede ‘tril one tani por oan de penn rine ng "ip nigin meas mecca, fqn. dene, magn, rasp or A Federico Campbell Petia indice Introducci6n . Géneros periodisticos .............-. Nota informativa o noticia .. La entrevista La entrevista escrita..... . La fidelidad al encrevistado . . Entrevistador entrevistado . . Teeronica’, sce sys ss hss eee El reportaje en la practica El ensayo-reportaje ..... ne El articulo de fondo....... Lacolumna La resefia. . El editorial El “nuevo periodismo” ......... A sangre fia . Viajar solo... me Periodismo heterodoxo - 2 AT 21 31 45 51 ne 65 . 69 7 . 85 o1 99 103 109 119 123 133 NE Ensefianza del periodismo. = 139 Periodismo de investigacién . elon Hacer el vacio . 163 La verdad periodistica.. . - 185 Bl juez y el periodista . . pe 189 Caballeros andantes.....0...0200000008 193 -197 203 Cuando un dfa pasa, deja de existir. : Qué queda de 1? Nada mds que una historia. ++ 215 Si las historias no fueran contadas 0 los 227 Libros no fueran escritos, el hombre vivirta como los animales: sin pasado ni futuro, El peligro de la frecuentaci6n . Un periédico imaginari Contra el periodismo. . . Garcia Marquez, periodista Post scriptum triste -231 hie prieante cha, El gusano y la mariposa. = 235 La ensefianza de Sciascia 0.2.0.2. .02 245 Sa eee El libro reportaje. e252. - 263 El monstruo medidtico.........-- aeaiaeaa La frontera del lenguaje. Biblioteca minima Ca aa wee). Introduccién Un libro de periodismo, que se pretende auxiliar de la ensefianza y el autoaprendizaje, esté obli- gado a cubrir las nociones mas elementales del oficio (las concernientes a los géneros periodisci- cos clisicos, por ejemplo) pero al mismo tiempo puede también proponerse como una apuesta en. favor de la buena escritura y el gusto por el idio- ma y, ademés, como una reflexién sobre los me- dios actuales de comunicacién y el papel que tienen en nuestra percepcién del mundo. El periodista es un cazador, alguien que esta- blece conexiones: relaciona hechos ¢ ideas, es- coge datos con rigor y criterio, comprueba las fuentes, interpreta el acontecimiento y organiza por escrito lo mejor que puede su texto para dis- frute del lector. Algo semejante, pero segiin otras, reglas, hace el escritor, que es un agriculeor y vi- ve en un ritmo mental més lento que el del pe- riodista siempre acelerado por la presién de los, hechos y el tiempo. La crénica y el reportaje —a diferencia de la pura invencién literaria— tienen como references, mas inmediatos los hechos y los testimonios veri- ficables. Por mucha fantasia que pudiera traslu- cirse en la percepcién del periodista y en las 1B Federico Campbell, versiones de los entrevistados, la norma es que el redactor se limite en lo posible a los datos y no se valga de la convencién de la mentira, propia de la literaeura, Otra cosa es la imaginacién periodisti- ca, que tiene su propia normatividad: la pasién por el acontecimiento, la sensibilidad y el respeto ance cualquier ser humano, la capacidad de des- cubrir en las sociedades historias de interés colec- tivo, las ideas para realizar reportajes. Esa seria la invenci6n del periodismo, que tiene sus propias leyes: pregunear, inquirir, ir al fondo de las cosas, sentir el pulso del momento. El periodismo tiene su propio estatuto legal y estético: no necesita de la respetabilidad de la literatura. Aunque de 1967, la entrevista con Alex Haley sigue teniendo vigencia y comparece ante el posible lector como una instancia en la que, mientras se exhibe el desarrollo escrito de una interlocucién periodistica, también se viaja por el universo de realizaciones y frustraciones que conoce el periodista en su trato con la pagina en blanco o con el poder. Del “nuevo periodismo” se da cuenta aqué por el papel histérico —el viraje estilistico— que tuvo en los afios 60 y porque ilustra ejemplarmente la disyuntiva entre perio- dismo y literatura. En el capitulo sobre deontologia periodistica, en lo que se quiere pensar es en un sistema de convic- ciones personales y deberes sin los cuales la labor del periodista no tiene raz6n de ser: un pacto no escrito enere los periodistas y el resto de los ciuda- lanos, porque el periodismo es un derecho civil. En el tramo reservado a la ensefianza del perio- dlismo se quiere reivindicar la educacién literaria 14 Periodismo escrito como una de las més imaginativas y afortunadas opciones para organizar el pensamiento por es- crito, pues no en otra cosa consiste el mester de periodista. La idea es que el periodismo es una profesin en sf misma cuyo curriculum multi- disciplinario puede enriquecerse con materias procedentes —es decir, convergentes— de la historia, la semiética, la filosoffa polftica, la so- ciologia, la economia; el derecho civil, consticu- cional, penal, internacional y administrativo; no menos qu: del aprendizaje de idiomas, la com- posicién | teraria y el estudio de la narrativa (la novela de. siglo x1x, por ejemplo, y la novela moderna « partir de James Joyce, Marcel Proust, y Juan Rulfo). Tal vez no resulte pueril proponer al periodista la escritura de libros como tarea paralela a la de su fugaz quehacer cotidiano. La concentracién en un libro le permitira conocer el placer de la escri- cura; accuar como su propio jefe, con mayor li- bertad, pues tendré para realizarlo todo el tiempo que necesite, y podré conseguir mayor densidad y profundidad en los temas que trate. En una época en que hay una tendencia a la ba- ja en los raedios de comunicacién impresos —a tal grado que muchos periédicos, por su escaso tiraje, empiezan a dejar de ser masivos—, resulta ineludible la reflexién sobre los medios audiovi- suales que se interponen en nuestra percepcién del munco y de nuestra época y que afectan, nuestra interpretacién de los acontecimientos. “Las imAgenes son mucho més aptas —dice Fer- nando Savater— para comunicar acciones 0 des- 15 Federico Campbell bordamientos pasionales que razonamientos. La televisi6n oftece formas seductoras como la ex- presividad no verbal, los gozos y las sombras del Cuerpo a cuerpo, la catarata visual y rftmica del vi- deoclip, pero el periodismo escrito tiene el prop6- sito de civilizar, contrapone a la sensacién el eed y a la imagen subyugadora el sen- tido.” 16 lL lll Géneros periodisticos Las diferentes formas de expresién periodistica suelen catalogarse en géneros no slo por razones de orden didéctico (para ensefiar y aprender algo son titiles las clasificaciones) sino porque cada una de esas formas necesita de un lenguaje espe- cifico, Sucede en el periodismo como en Ia litera~ tura: cada uno de los géneros licerarios (novela, cuento, ensayo, poesfa, teatro) requiere de un lenguaje particular. La eleccién del género de- pende del tema, de la circunstancia, de lo qu quiere decir el periodista y del efecto comunica- tivo que pretende producir. En los diversos manuales de redaccién periodis- tica cada autor propone una clasificacién distinca de los géneros periodisticos, pero esencialmence coinciden en cinco: 1. Nota informativa 0 noticia. 2. Entrevista. 3. Crénica. 4. Reportaje. 5. Arciculo (resefia, editorial, columna, articulo de fondo). A lo largo de su historia, el periodismo 0 lo que muy al principio era una simple relaci6n de los 7 Federico Campbell hechos expuesta en sentido cronolégico y del modo mas natural posible —como hacfan los cronistas de Indias o los autores de cartas de re- lacién, Crise6bal Col6n y Hernan Cortés entre ellos— ha ido actualizando sus modos de expre- sién y encontrando formas nuevas. Un cambio muy significativo fue la irrupcién de las agencias noticiosas y la industrializacién de la prensa en el siglo xix. Por razones de tiempo y de econom{a el servi- cio del celégrafo eléctrico podia interrumpirse en los primeros minutos y no reanudarse y, por otra parte, su costo aumentaba a mayor abundancia de palabras, Los redactores de las agencias inventaron enconces la estructura de la nota informativa: el lead 0 entrada y la pirdmide invertida que impo- nia una jerarquizacin de los datos en forma decre- ciente, es decir, de mas a menos, de mayor a menor importancia en el orden progresivo en que se iba dando la informacién. Asi, se fue estableciendo un estilo telegrifico de maxima economia verbal im- puesto por la concrecién de la clave Morse. Esta evolucién del lenguaje periodistico pronto se hizo costumbre en los lectores. Fue cediéndose poco a poco a un estilo més impersonal y, en lo po- sible, objetivo, Los redactores de las agencias distri- buidoras de noticias (la estadounidense Associated Press es de 1844 y la briednica Reuters de 1857) fueron imponiendo un cédigo, una convencién 0 una verdad periodistica: la relacién més justa posi- ble entre el hecho o lo dicho y lo escrito. Se estable- ci6 asf el primer género periodistico: la noticia. Hacia finales del siglo x1x y principios del xx, el lenguaje periodistico y la relacién diaria entre 18 Periodismo escrito periodistas y lectores van discerniendo los géne- ros: la entrevista, el reportaje, la crénica, el artf- culo de fondo, el editorial y la resefia que, aunque anos menos objetivos y mas interpretaci- vos que otros, se distinguen cada vez més de la forma literaria y tienen como fin principal trans- mitir informacién, Los lectores tienen acceso al cédigo periodistico e identifican muy bien cada uno de .os géneros, tal y como el espectador se fue habituando al lenguaje cinematografico. Sin erabargo, escribe Juan Gargurevich, la pa- sién notteamericana por la objetividad, la exac- titud, alcanza su climax en los afios 40, para iniciar clespués, en plena Segunda Guerra Mun- dial, una lenta transformacién hacia formas mas imaginscivas del periodismo, es decir, técnicas de redactar que aportan un mayor contexto so- cial, politico e hist6rico a los lectores. Los didtrios empiezn a asimilar la influencia del periodismo lamadc interpretativo que desarrollan revistas como Time y Newsweek En las tltimas décadas del siglo xx, hacia 1967 por ejemplo, cuando Truman Capote blica A sangre fria (una novela “sin ficcién”), empieza a sentitse cierta incomodidad en los pe- riodistas norteamericanos como ‘Tom Wolfe que estaban hartos de las convenciones de la objetivi- dad y la imparcialidad tradicionales y, a partic de entonce%, los llamados géneros pasaron a fundir- se y a ccnfundirse. BI profesor peruano Juan Gargurevich admite que una de las caracteristicas de este oficio ha si- do precisamente la negativa persistence a ser en- casillado en f6rmulas inamovibles y que la tinica 19 Federico Campbell regla fija del periodismo es que no hay reglas fi- jas. Siguiendo la pauta de los artistas plasticos que primero aprenden las reglas para después violarlas de una manera original y creativa, el pe- riodista de los afios 70 opta frecuentemente por el “nuevo periodismo” en el que se desvanecen Jas diferencias entre los géneros. Las entrevistas entran en el reportaje y el reportaje se integra li- bremente en una crénica que asimila todos los recursos de la narrativa literaria: la desctipcién, los didlogos, la nota de ambiente, el retrato de personajes. No importan los géneros, dice el nove- lista E.L. Doctorow, lo tinico que hay es nacrativa. Pero por mucho que retornen al periodismo diario antiguos géneros como la crénica, despre- ciados por muchos afios, siguen siendo bisicos pam el estudio del periodismo como oficio aque- las técnicas que surgieron a fines del siglo XIX y que se difundieron explosivamente. 20 Nota informativa o noticia Entre los géneros periodisticos quizés éste es el que menos permite.el protagonismo del repor- tero, que debe hacerse a un lado y procurar la mayor fidelidad a lo que dice el entrevistado. Normalmente se escribe en cercera persona, en tiempo pasado o en presente, de manera sucinta y clara, utilizando las palabras de la tribu (las més sencillas y comunes a toda la gente), sin opi- niones ni adjetivos del redactor, y respondiendo a las cinco preguntas de la cradici6n ariscotélica quién, qué, dénde, con ayuda de quiénes, por qué, de qué modo y cuando. Aristételes (284- 322 a. C,) llamé “t6pica” a este método expositi- vo de la inventio retérica porque para recordar algo basta recordar el lugar que ocupa. Los ele~ mentos de la argumentacién son lugares o /opoi Helena Beristéin escribe que “en la antigiiedad existen lugares comunes a los tres géneros del discurso oratorio, y lugares propios de cada géne- ro. En general, los lugares constituyen categorias de argumentaci6n, relacionadas no s6lo con la re- t6rica sino también, y sobre todo, con la Logica” Una noticia es una informacién de interés pi- blico 0 colectivo, inédita y de actualidad abso- luta. En su manual Normas bdsicas, la agencia 21 Federico Campbell espafiola BFE asienta que informacién es “todo aquello que, por su novedad, interés e importan- cia, sea noticiable y metezca, en consecuencia, set emirido a través de las Iineas de la Agencia”. Sin embargo, la noticia es algo que todos los dias debe ser evaluado por el periodista como digno de ser publicado. ;Qué es noticia? Esta pregunta se la hacen cotidianamente los profe- sionales de la informacién, Toda la formacién y toda la prictica y coda la experiencia de un perio- dista estén encaminadas a afinar su sentido de lo que es noticia. “Es imposible definir con exactitud lo que es una noticia, porque la tarea més delicada de la pro- fesi6n periodistica consiste precisamente en eso: en definir, dia a dia, lo que es noticia y lo que no es”, esctiben Carlo de Martino y Fabio Bonifacci en su Dizionario pratico di giornalismo. La definicién de noticia no es estatica sino dindmica, no es una sin- tesis inceleccual sino una actividad cotidiana. Cuando estos autores italianos afirman que tuna noticia es un hecho poco usual, en realidad reproducen el criterio de la escuela norteameri- cana de que lo “noticiable” es todo aquello que sale de lo normal o es disfuncional en el sistema. Un perro que muerde a un hombre no es noticia, pero un hombre que muerde a un perro sf es no- Cicia, La idea es que como un periédico no puede publicar todo lo que sucede, el criterio ha de ser Jo extraordinario o lo excepcional de un hecho. En la redaccién de la noticia es recomendable, en principio, seguir la estructura més elemental de la frase en castellano, es decir: sujeto, verbo y predicado, pero este orden puede alterarse si en 22 Periodismo escrito el desarrollo de la nota se vuelve muy repetitive y si asi ln requiere la creatividad del redactor. Una informaci6n, segtin EE, “debe estar redacta- da de manera precisa, correcta, concisa, clara, imparcial, atractiva, pulcra y sencilla”. Si bien una noticia se presenta en el periddico con un titular 0 una encabezado, antes o después de un sunario o una secundaria explicativa, el cuerpo propio de la nota se compone de una en- trada, un desarrollo y un remate. La entrada o /ead'es un resumen en el que se destaca I> mas sobresaliente e interesante de la noticia. Hn el desarrollo de 1a nota se van inclu- yendo en orden decreciente de importancia todos sus elementos y antecedentes hasta completar la informac.6n y sin presuponer que el lector ya es- té enterado de algunos datos (en el periodismo la cantidad es riqueza y es calidad: entre més irifor- maciones se revelen mis rica seré la nota). El re- mate anuncia al lector el final de la noticia, la conclusién que con un buen recurso de estilo puede aludir a Ia entrada de la nota, resumir con otras pals bras su sentido y conseguir una circula~ ridad que: cierre y amarre toda la exposici6n. De preierencia con frases cortas, y siempre aten- diendo a los imperativos de precisi6n, correccién, claridad ¢ imparcialidad, la nota informativa 0 no- ticia se ccnstruye en sentido inverso al de la trage- dia clésica aristorélica (la que el estagirita propone en su Pedic). No prosigue la secuencia plantea- miento-desarrollo-desenlace. Al contrario: empie~ za por el dlesenlace, con una frase concisa (entrada) que resurne lo esencial de la informacién, y luego procede al planteamiento y al desarrollo. 23 Federico Campbell El cuerpo de la noticia se desenvuelve segtin la formula tradicional de la pirdmide invertida (que més bien es un tridngulo equilétero de ca- beza) impuesta por los redactores de las primeras agencias noticiosas en el siglo x1x. El redactot va, escribiendo de mas a menos, en orden de impor- tancia desvanecente, para el caso de que en cada periddico se necesite cortar por razones de espa- cio. La subordinacién al orden cronolégico es inadecuada y confusa para una narracién perio- distica, La esericta secuencia temporal s6lo es ad- misible en la cronologia de un suceso. Sin embargo, Alex Grijelmo siente que la pirdmide invertida ya no es imprescindible en nuestro tiempo de computadoras. Antes del sistema de la pirdmide invertida, las, notas se redactaban en sentido cronolégico: en su- cesién temporal sin destacar al principio el rasgo sobresaliente del hecho. Los redaccores de las agen- cias, por la inseguridad técnica de las transmisio- nes y por economfa de tiempo, fueron imponiendo poco a poco la estructura de la noca informativa. Se establecié la norma de anunciar de entrada el tema del despacho, por si se interrumpia la comunica- cién alimbrica, para después enviarla completa. El siguiente es un ejemplo de la forma conven- cional en que se redacta una nota informativa de agencia noticiosa: UNA VETERINARIA CASTRO ATRES JOVENES QUE LA VIOLARON BELGRADO, 22 de mayo (AFP). Una joven ve- terinaria yugoslava consiguié castrar como ani- 24 OO lll Periodismo escrito males a tres individuos que la habfan violado, se~ giin el semanario Politik Ilustree. ‘Aunque sefialé no poder garantizar la veraci~ dad de la venganza, el periédico dijo que es una historia de la que se habla mucho en la regién de Backa, cerca de Belgrado. Segtin esas versiones, la victima, veterinaria de profesi6n, transports un dia a tres j6venes que es- peraban un medio de locomocién en una carretera. Los individuos la violaron uno tras otro. Ella, en vez de gritar, dio la impresién de que estaba encantada y, para probarlo, invité a sus agresores a tomar una copa en su casa Una vez Hegados, les sirvié una bebida donde habia diluido un poderoso somnifero. Cuando los tres violadores quedaron profunda- mente dormidos, la veterinaria sacé instrumentos que normalmente emplea para tracar animales y, sin prisa, les extirpé todas sus posibilidades fisicas de tener otras aventuras galantes. En su cuento “El Aleph” Jorge Luis Borges hace esta observacién elocuente: “Lo que vieron mis ojos fue simultdneo: lo que transcribiré, sucesi vo, porque el lenguaje lo es.” Borges nos recuerda que pensamos, hablamos y escribimos sucesivamente, porque estamos inser- tos en una temporalidad y porque el lenguaje y la escricura son progresivos. Esto no quiere decir que toda redaccién deba ser cronolégica, mucho menos la periodistica. Se sabe que la memoria, el proceso de recordar, no siempre obedece al orden cronolégico. Lo mismo sucede con la narracién cinematogréfica. 25 Federico Campbell La composicién de la nota informativa, pues, ciene sus reglas, y una de ellas, la principal, es que se invierte el orden de sus componentes y el final de la pequefia historia es su princi En la novela de aventuras y en el cuento clisico infantil el climax se sitéa al final. S6lo en el dlti- mo momento el Lobo se come a Caperucita, Esa es la conclusién del relato. Si en el cuento poli- ciaco tradicional (el que tiene como sustento un enigma) la identidad del asesino se reserva para el Gltimo parrafo, en la nora periodfstica ha de empezarse por revelar su nombre y todos sus da- tos cuanto antes, en las primeras Iineas. Asf, al informar sobre un partido de beisbol, ances de referir los pormenores del juego, el cronista debe empezar por establecer cudl equipo gané y cual perdié. La novela Pedro Péramo, de Juan Rulfo, conclu- ye con el asesinato del cacique por uno de sus hi- jos. Sélo en la Gleima pagina ocurre la muerte del personaje: “Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montén de piedras.” Una nota periodistica sobre el mismo hecho rezaria de la siguiente manera: COMALA, 3 de mayo (ar). El cacique mexica- no Pedro Péramo fue asesinado hoy por uno de sus hijos, Abundio Martinez, quien ya se en- chentra preso. Pedro Paéramo descansaba a la entrada de su hacienda de la Media Luna cuando Martinez, uno de los numerosos hijos que tuvo con diversas mujeres de la regién, lo atacé a cuchilladas. 26 Periodismo escrito Damiaria Cisneros, cocinera del hombre fuerte de la locslidad, dijo que Abundio Marcfnez se habia presentado por la mafiana en la Media Lu- na para pedir a don Pedro una ayuda y que éste se la habia negado. Desesperado, Abundio Mar- tfnez necesitaba dinero para encerrar a su esposa que acabuba de fallecer, Al caer la tarde, y en completo estado de ebriedad, el hijo del cacique volvié a lc. hacienda para matar a su padre. A través de las respuestas a las preguntas qué, quién, chm, cudndo, dénde y por qué, se quiere esta- blecer el hecho, el sujeto, la forma, el momento, el lugar, y la causa alrededor de un aconteci- miento noticioso. Sin embargo, como se dice en el E/ Pafs. Libro de estilo, “el primer pérrafo no debe contener ne- cesariame ate (aunque ef es conyeniente) las clasi- cas respuestas a las preguntas qué, quién, cémo, dénde, cuando y por qué. Estas seis respuestas pueden es:ar desgranadas a lo largo de la informa- cién, lo cual requeriré dos 0, quiz4, tres parrafos, pero siempre segtin la mayor o menor importancia que cada vna de ellas tenga en cada caso” DESPIAD'ADO ATAQUE DE ABEJAS AFRICANAS EN TIXTLANCINGO Rafael Rivera, corresponsal. COYUCA/. DE BENITEZ, Gro., 25 de junio. ‘Cuando depositaban flores en el pante6n de la lo- calidad de Tixtlancingo, perteneciente a este mu- nicipio, c aco personas fueron atacadas por un enjambre de abejas afticanas que permanecfan 27 lt” Federico Campbell ocultas en una de las criptas, informs el comisario municipal, Ignacio Celestino Villanueva. Sefialé que las personas lesionadas seriamente por los maltiples piquetes son: Francisca Lozano, Jestis Martinez, Maribel y Maricruz Robledo, asi ‘como Maricarmen Lépez. Los primeros fueron internados en clinicas particulares de esta pobla- cidn y la iltima en Acapulco, ya que su estado es grave. De acuerdo con Ia versién del comisario muni- cipal, las personas mencionadas se encontraban en el cementerio de Tixtlancingo depositando flores en la tumba de un familiar fallecido, cuan- do de pronto vieron que hacia ellos se abalanzaba, una mancha negra que salfa de otra cripta, sien- do atacadas despiadadamente por las abejas, y de nojhaber sido por la intervencién de unos veci- nos, la situacién hubiera llegado a mayores, pues ellos las hicieron huir prendiendo antorchas. El comisario dijo que a pesar de que el repre- sentante de la SARH en la regién, Humberto Eva~ risto Martinez, fue avisado de estos hechos, no ha tomado cartas en el asunto, asf como tampoco de otros casos de animales de campo, como caballos, vyacas, cerdos y chivos que han muerto victimas de picaduras de abejas africanas. Indicé que se ha pedido gasolina a fin de in- cendiar el lugar donde se encuentra el enjambre de abejas en el pantedn de la localidad, pero que tampoco le han dado ninguna respuesta favo- rable, Mencioné que existen més enjambres de esta abeja en las comunidades de Platanito, Platanillo y Agua Zarca, 28 Periodismo escrito Por tiltimo, mencioné que las trampas que ha puesto la secretaria del ramo para el concrol de la abeja africana no sirven para nada, ya que los en- jambres en vez de disminuir, aumentan cada dfa y existe el riesgo de que cobren mis victimas y de que disminuya la produccién de miel, debido a que las personas que se dedican a esta actividad tienen temor de seguir desarrolldndola por el pe- ligro que representa la abeja africana, Cada parrafo que se afiade a una nota informativa puede ser el tiltimo que lee el lector. La estructu- ra de la noticia estd calculada para que el lector suspenda la lectura de la informacién antes de que el escrito concluya. Con sélo leer la entrada y los primeros pérrafos, el lector debe quedar sufi- cientemente informado de lo que sucedié. Si el despacho de una agencia de noticias, o la nota de un reportero redactor, no cabe en el es- pacio que tiene disponible el periédico, debe cortarse por el final, de abajo hacia arriba, pres- cindiendo de los tiltimos parrafos 29 La entrevista Hay mucaas clases de entrevistas pero no todas son periodisticas: la conversacién entre un médico y su paciente, las preguntas que hace un desective a di- versas pessonas durante su investigacién, el inter- cambio de datos e impresiones entre un jefe de personal y’ el aspirante a una plaza, el didlogo que se establece entre los alumanos y su maestro en la clase, la povocacién a la inteligencia que mediante la mayéutica Sécrates hacia a sus discfpulos. | Lo especifico y distintivo de la entrevista perio- distica es su finalidad: el encrevistador entrevista, al entrevistado con el propésito de recabar infor- macién y publicarla en una revista o un periédi co. Por exo la primera regla del juego es que el entrevistador se identifique: dé su nombre, diga a cudl medio informativo pertenece y establezca qué tema es el que quiere tratar con el entrevista- do. Sélo asf, de entrada, se tiende una relacién se- ria, profesional, leal, con el entrevistado. La entnivista es un didlogo entre un periodista y un suje:o, transcrito en forma de preguntas y respuestas 0 en bloques descriptivos con frases entrecomilladas. En todas sus indagaciones, cuan- do sale er: busca de la informacién, el reportero hace entr=vistas: toma notas, graba, recoge de- 31 Federico Campbell claraciones. Pero no siempre, sobre todo si se tra- ta de una noticia, presenta su texto en forma de preguntas y respuestas. Este formato lo reserva, para un trabajo de redaccién de mayor desplie~ gue en el que importa la personalidad y la signi- ficaci6n social del entrevistado. La idea de mostrar por escrito cémo se fueron eslabonando las preguntas y las respuestas pretende hacer ver ante el lector cémo es el entrevistado, qué piensa y COmo razona lo que piensa; es decir, el periodis- ta trata de hacer un recrato, un profile —como se dice en la jerga norteamericana, especialmente en la revista The New Yorker— del entrevistado, a quien por sus palabras se le conocerd. En su manual de redaccién, la agencia espaiio- 1a nr considera dos tipos de entrevistas: \ Las que tienen un formato de preguntas y res- puestas y aquellas otras en las que las ideas, la personalidad, las obras, la biograffa y las circuns- tancias actuales del entrevistado constituyen parte importante de la informacién.Tanto en el primero como en el segundo caso, después de los tres primeros pérrafos, deben incluirse un resu- men de las declaraciones mas importantes y al- gunos datos sobre el entrevistado. En El Pais. Libro de estilo se reconocen tres mo- dos de hacer entrevistas: la entrevista de decla- raciones, la entrevista-perfil y una mezcla de ambas. Las declaraciones obtenidas mediante el didlo g0 con un personaje no siempre han de adquirir Ia forma de entrevista. La presentacién con pre- guntas y respuestas debe reservarse para las entrevistas extensas y a fondo. En los demés su- 32 a LS Periodismo escrito puestos, su presentacién serd la de un reportaje 0, si tiene interés como informacién de actualidad, la de una noticia, en ambos casos con sus cortes- pondientes entrecomillados, como recomiendan los editores de E/ Pafs. Para lo que se denomina ‘entrevista-perfil”, el mismo libro de estilo esta- blece que este tipo de entrevista “admice una ma yor liberead formal, al no ser necesaria la f6rmula pregunta-respuesta, En este caso se pueden in- cluir comentarios y descripciones, asf como inter- calar datos biograficos del personaje abordado”” Lo que no hay que perder de vista es que el en- trevistador irrumpe con sus preguntas en el flujo mental del encrevistado, quien expresa sus ideas y hace declaraciones que de otra manera no hu- biera hecho. ¥ es que la entrevista es una interlo- cucién, el encuentro de dos inteligencias: una relacién humana en la cual cada uno llega con su personalidad y su bagaje culcural, de la que surge un texto distinto al que elaboraria una persona en la intimidad de su escritura. Por eso es fre- cuente que el lector se interrogue: zquién es el verdadero autor de la entrevista? La interview (como se le empez6 a amar en Nueva York hacia 1836) responde a una auroria doble: la del entrevistado y la del entrevistador. ‘Ambos son activos y pasivos alternativamente, aunque sea el entrevistador el que conduzca la conversaci6n con preguntas dirigidas que inten- tan mantener al entrevistado dentro de un cierto campo temécico. Ambos son autores de la entre- vista, a pesar de que para fines del derecho de au- tor sea el periodista el titular de ese derecho (copyright). En el periodismo francés se tiene la 33 Federico Campbell costumbre de no firmar las enerevistas, como concediendo que el entrevistador no es duefio ni autor al cien por ciento de su cexto. Sdlo al final de la entrevista se asienta la frase propos recueillis par, que precede al nombre del periodista. (Lite- ralmente propos significa dichos y recueillis reco- gidos.) El erabajo del entrevistador consiste en hacer hablar a la gente, Todo el mundo tiene algo que decir y, con algunas excepciones, desea que al- guien venga y se lo pregunte. Pocas personas son capaces de guardar un secreto. Pero el periodista nunca debe olvidar que es un intermediario, un representante del lector y no un protagonista: es un espectador, no un actor. Tiene que saber escu- char y no hablar, salvo en el momento de hacer una acotacién o solicitar una aclaracién. Debe trabajar con la imparcialidad de una mente abier- ta, sin prejuicios, es decir: sin juicios preconcebi. dos. Las mejores entrevistas suelen ser aquellas en las que el periodisea desaparece, no se nora, no le roba cémara al entrevistado. En eso consiste su buena educacién, su elegancia, su respeto por el lector y el entrevistado. Sin embargo, un enerevistador no es un taqui- mecanégrafo que toma al dictado todo lo que le dice el personaje entrevistado. Sus preguntas pue- den ser criticas y plantear objeciones. No puede ser complaciente ni renunciar a su dignidad de re- portero que realiza un trabajo profesional y de in- terés ptiblico, Parte del hecho de que la gente, en una sociedad democritica, tiene derecho a saber todo lo concerniente a la vida piblica. No puede ponerse al servicio, pasivamente, de su interlocu- 34 Periodismo escrito tor. Ha de: hacer preguntas breves, clans, preci~ sas, sobre el cema convenido con el entrevistado, pero al mismo tiempo debe cener el instinco, 1a intuici6n, el tacto, para dejar hablar al entrevis~ tado, pare. no interrumpirlo si ésce entra en una digresién cada vez més apartada del tema, porque muy frecuentemente en las digresiones se tocan aspectos que el entrevistador no habfa previsto en su cuesticnario y que pueden ser de gran interés periodistizo o reveladores. El enerevistado, por su parte, suele ser alguien con autotidad en cierto campo profesional: un cientifico, un historiador, un militar, un artista, un policf, un médico, un politico, un técnico del que se requiere su conocimiento especializa- do, pero también puede ser alguien que ha sido testigo de un acontecimiento, un ciudadano co- mtin y ccrriente, La condicién es que alguien tenga autoridad 0 conocimiento sobre un tema 0 un hecho. Hay tres fases en la realizaci6n de una entrevis- ta: la preparacién, el encuentro y la redaccién. Desde el momento en que se gesta la idea perio~ distica y se piensa en un posible encrevistado, el entrevista:lor empieza a indagar en un diccionario biogréficc, entre amistades 0 colegas de profesién cudl es el cardcter del entrevistado y qué ha hecho de notable en el terreno de su especialidad. Entre el instance en que solicita la entrevista identifi- candose a sf mismo —dando el nombre de! medio en el que trabaja y planteando de manera inequi- voca el tema que desea tratar y la hora convenida con el ent:evistado— el entrevistador puede tener poco o mucho tiempo para prepararse. 35 Federico Campbell Como en el reportaje, en Ia entrevista también se tiene una hipétesis periodistica previa, Antes de emprender su indagacién, el periodista parte de una idea anterior, un indicio, un rumor, una infor- macién (la materia prima del periodismo) o de una noticia que la lectura de los periddicos le sugiere como no investigada suficientemente. Por ejem- plo: hay indicios por algtin comentario casual de alguien o por una nota informativa breve de que en el Valle del Yaqui, en Sonora, hay un problema de salud y de contaminacién debido a la cantidad de productos quimicos (plaguicidas, por ejemplo) que se han vertido en las tierras agricolas durante cuarenta afios. :Realmente se trata de un asunto grave? {Se regiscran enfermedades, por ejemplo, ‘en los pilotos fumigadores? ¢Es cierto que a cierta, edad tienen hijos deformes? El trabajo del perio dista consiste en investigar esa hip6tesis. El direc- tor 0 el jefe de informacién da la orden al reportero y le indica que entreviste al ingeniero agrénomo Fulano de Tal, una autoridad en la materia, y a un médico especializado en salud publica. No hay que olvidar que las entrevistas suelen ser fundamentalmente de dos clases: informativa y de semblanza. En la primera se trata de bordar alrededor de un tema, el de la contaminacién en el Valle del Yaqui, por ejemplo y en ese caso lo que importa es la informacién. En la segunda clase de enrevisca, lo que cuenta es la personali- dad del sujeto entrevistado, su modo de ser, su visién del mundo, sus opiniones, porque él en sf mismo es noticia.- 2Qué hace el periodista si no sabe nada acerca del personaje que va a entrevistar ni sobre el te- 36 Periodismo escrito ma? Cuil es su primer paso? Sélo tiene el nom- bre del ingeniero agrénomo, sabe su teléfono y +l lugar en que trabaja. Por lo pronto, empieza a _gestionar la cita. Debe identificarse, dar el nom- bre de la publicacién a la que pertenece y definir el tema que desea tratar en la entrevista. Si su fu- turo interlocutor esta de acuerdo, si accede a ha- blar sobre el tema convenido para que la entrevista se publique en el medio informativo del reportero, ambos se ponen de acuerdo y fijan una hora para el dia siguiente o después. Mientras canto, atin en la fase de preparacién, el periodista indaga si el nombre de su entrevis- tado aparece en algtin diccionario biogréfico 0 profesional, si ha publicado libros, si ha dado conferencias. (El diccionario Milenios de México, de Humberto Musacchio; editorial Raya en el Agua, México, 1999, es una obra de consulca muy titil en estos casos.) La secretaria, los amigos, los colegas de profe- si6n, los familiares, pueden suministrar daros im- portantes sobre el entrevistado: cémo es, cuales son sus gustos, cémo es su caricter, dénde ha viv do, especialmente si el enfoque de Ia entrevista va aset de semblanza. Pero la fuente més til y pric~ tica son los recortes de periddicos: todo periodisca leva su archivo personal, suele leer los periddicos con una tijera en la mano y seguirle la pista a cie! tos asuntos que (lo sabe muy bien, puesto que tie- ne el hébito de leer varios periédicos todos los dfas) van a tener actualidad tarde o temprano. Tanto si va a hacer una entrevista informativa como una de semblanza, el periodista tiene que documentarse sobre el tema y sobre su entrevi 37 Federico Campbell tado. Una vez que cuenta con un mifnimo de in- formacién, es conveniente que elabore por escti- to un cuestionario o bien enumere una serie de temas que habré de seguir en el curso de la con- versaci6n porque él, el reportero, es el conductor de la enerevista. Es necesario llegar al momento de la entrevista con un minimo de conocimiento del entrevista- do y de su tema. Bl entrevistador no tiene que sa- berlo todo, pero sf evidenciar (por un minimo de cortesfa) que esté encerado en términos generales de la materia que se va a tratar. De lo contrario, si exhibe de entrada su ignorancia, corre el riesgo de que el entrevistado desconffe de él y de su ca- pacidad para cranscribir y comunicar lo que se estd diciendo en la entrevista. Huelga decir que hay que ser puntual y respe- cuoso, coreés y tolerance. Al iniciarse el encuen- tro, el entrevistador habré de mostrarse cordial e ir al grano para no dar la sensaci6n de que esta desperdiciando el tiempo del entrevistado. Debe saber preguntar y escuchar, pero no dar la impre- sidn de que es demasiado pasivo: un entrevistador no es un mero transcriptor; es alguien entrenado profesionalmente para valorar y jerarquizar la in- formacién en el momento de componer el texto. Si bien concede la palabra al entrevistado y lo de- ja hablar, ha de tener el criterio suficiente para interrumpirlo s6lo cuando sea necesario, para so- licitarle alguna precisién o preguntarle por qué dice lo que esta diciendo. Sin embargo, también debe tener la sensibilidad y la inteligencia para no intertumpir al entrevistado cuando éste incu- ra en una digresién o aparentemente se salga del 38 Periodismo escrito tema: muchas veces en las digresiones se tocan aspectos 10 previstos que pueden aportar mayor riqueza a la informacién. Si la digresidn es in- trascendente, hay que situar de nuevo al encre- vistado 2n la linea cemética que se estaba siguiendo en la entrevista, ‘No es recomendable que el entrevistador se enfrasque en una discusién personal con el entre- vistado. Ciertamente podré objetarlo o renderle preguntes criticas, incluso embarazosas (si es inevitable: no hay preguntas indiscretas, s6lo hay respuestas indiscretas) o pedirle una aclara- cidn, pero no tiene por qué imponerle su punto de vista porque él, el entrevistador, no es el pro- tagonista. De lo que si debe asegurarse es de que cada une de sus preguntas contenga un argu- mento, For eso es necesario que llegue lo mejor preparad> al momento de la entrevista, tantd co- ‘mo para -ambiar las preguntas si las circunstan- cias del coloquio lo ameritan. @Se debe usar grabadora (0 magnetofin, como le dicen en Espafia) 0 tomar notas en una libreta? Ha habido la creencia en los tiltimos afios de que la grabadora inhibe al entrevistado o pertur- ba la espontaneidad de la conversacién. Por eso es muy fiecuente que los estudiantes de periodis- mo se pr2gunten si deben grabar o tomar notas. La verdad es que todo esta en relaci6n con el caso particular y las necesidades del periodista: en Ciertas ozasiones, como cuando se hace una en- trevista cn un idioma distinto al del entrevista- dot, es indispensable el uso de la grabadora para registrar las palabras que uno no conoce y poder asf buscerlas en el diccionario en la tiltima fase 39 Federico Campbell de transcripcién y redaccién. Que se inhiba o no el entrevistado con la grabadora depende de cada individuo entrevistado. La experiencia de los til- timos afios nos dice que la gran mayoria de los entrevistados no objeta el uso de la gabadora, sobre todo en estos tiempos en que los aparatos electrénicos abundan a nuestro alrededor y se ven con naturalidad. En todo caso, si uno quiere utilizar la grabadora porque le gusta, porque se siente mas cémodo y més seguro con ella, porque no tiene una buena taquigrafia personal y sus no- tas de pronto se parecen mis al érabe que al cas- tellano, lo que se debe hacer es simplemente colocarla y encenderla frente al entrevistado sin pedirle permiso y sin mencionarla: no hay por qué adelantarse a lo que piensa o siente el entre- vistado. En dltima instancia, utilizar la grabadora es cuestién de gusto y de habito. Muchos periodis- tas, tal vez la mayorfa, no la usan: prefieren to- mar notas porque sienten que valerse de ella es trabajar doble y desperdiciar tiempo. Y, en efec- to, transcribir Ifnea por linea una grabacién es volver a recorrer segundo a segundo (que a la ostre suman horas) el mismo camino y emplear demasiado tiempo cn una labor mecauica. Cuando ve uno a un periodista extranjero que Uega al pafs para hacer un reportaje o unas entre- vistas suele Hamarle la atencién que, en la mayo- rfa de los casos, saca su libreta de apuntes. Asimismo en las conferencias de prensa formales cuando no son a la carrera en la calle o en algin aeropuerto la mayor parte de los cortesponsales toman notas. 40 Periodlismo escrito Como el trabajo del periodista consiste en sin- tetizar y parafrasear o citar entre comillas frases © parrafos breves, en simplificar sin craicionar el sentido de las declaraciones, el comar notas obli- gaa estar més alerta y a poner mas arencién en lo que esta diciendo el entrevistado porque de he- cho, en el momento mismo de la entrevista, el reportero ya esta escribiendo mentalmente, es decir, ya se encuentra en la prictica de compri- mir, ya se involucra en el proceso de redactar de la manera més sucinta posible. Por el contrario, si el reportero se atiene a la grabadora, es posible que su capacidad de concentracién, atencién y retencién disminuya. Estas reflexiones valen sobre todo en el caso de la entrevista de declaraciones. Si de lo que se tra- ta es de captar el estilo, la personalidad verbal de un escritor, por ejemplo, que habla mejor de lo que uno escribe; si lo que importa es transcribir con toda precision los matices que el entrevi do da a sus razonamientos en torno a un te licado, entonces no hay por qué renunciar al uso de la grabadora. Al contrario; hay que saber aprovechar todos los recursos de la tecnologia. De igual manera es pertinence utilizar la gra- badora en enerevistas con implicaciones legales complejas, como cuando un médico emice una opinién de perito o un reo en la cdrcel argumenca su inocencia. En ese caso la literalidad de la frase entrecomillada debe tener el apoyo, la prueba, de una grabacién, para evicar reclamaciones 0 acusa~ ciones de infidelidad o de difamacién. Por tanto no puede aseverarse tajantemente que en las entrevistas s6lo se debe grabar 0 sélo Al Federico Campbell se debe tomar noras. Hay ejemplos para todos los _gustos. Uno se puede encontrar con tantos repor- teros que usan grabadora como con tantos otros que prefieren tomar notas. ‘Yo, en lo personal, siempre he tenido la impre- sién de que cuando grabo, transcribo; y de que cuando tomo notas, escribo. Me siento menos pasivo cuando apunto lo que me dicen que cuan- do pongo una grabadora frente al entrevistado. Si resulta que mis notas son legibles, entonces ‘me siento més creativo y contento porque realizo una escritura procurando ser fiel al sentido de las. declaraciones. En el otro supuesto, en el caso de registrar todo lo dicho en una cinta magnetof6- nica, me siento un mero transcriptor pasivo y servil, abrumado por un trabajo monétono ¢ in- soportablemente mecénico y por tanto estéril. ‘Me vivo haciendo una labor que muy bien podria llevar a cabo un taquimecanégrafo: privo de todo placer a la composicién por escrito, al menos en esa primera etapa de transcripcién. Gabriel Garcia Marquez, periodista de toda la vida, explica mejor que nadie estas vicisicudes del oficio: “Un buen entrevistador, a mi modo de ver, debe set capaz de sostener con su entrevistado una conversacién fluida, y de reproducir luego la esencia de ella a partir de unas notas muy breves. El resultado no serd literal, por supuesto, pero creo que seri mas fiel, y sobre todo més humano, como lo fue durance tantos afios de buen perio- dismo antes de ese invento luciferino que lleva el nombre abominable de magnetofén. Ahora en 42 Periodismo escrito cambio, uno tiene la impresién de que el encre~ vistador no esté oyendo lo que se dice, ni le im- porta, porque cree que la grabadora lo oye todo. Y se equivoca: no oye los latidos del coraz6n, que €s lo que rads vale en una entrevista.” En una en:revista que se le hizo en abril de 1979, en la revista francesa Lire, Roland Barthes escuch de Pierre Boncenne la siguiente pregunta: “Este instrumento que esté entre los dos, la grabadora, intimida, incluso inquieta mucho a los incelectuales. :¥ a usted? —Es verdad que la grabadora me molesta un poco —respondié el autor de El grado cero de la es- critura y Mitologfas— pero, segtin lo dice esa ex- presién extrafia, me hago cargo. La grabadora no deja hacer tachaduras. En la escritura, y eso es lo maravilloso, los medios de tachar son inmediatos. Y en el habla existe un cédigo gracias al cual se puede tack ar lo que se acaba de decir: ‘no, no qui se decir es’, etcétera. Con la grabadora, hay una rentabilidid tan grande de la cinta que uno tiene dificultades para corregirse y se vuelve mis ar gado habler.” 43 La entrevista escrita La fase culminante de la entrevista es la composi- ci6n por escrito. En esta etapa final el reportero decide el orden de las secuencias: la apertura, el cuerpo del texto, el remate. Luego del trabajo de transcripcién, a partir de notas o de una grabaci6n, el entrevistador tiene que jerarquizar los datos y decidir el lugar que habrén de ocupar a lo largo de la entrevista, De- be asimismo elegir un fragmento de apertura: al- gunas de las Iineas mas dramiticas 0 mas valiosas desde el punto de vista de la novedad periodisti- ca con el objeto de atrapar la atencién del lector. Trétese de una entrevista de semblanza o de una de declaraciones, el redactor puede para sear al ir resumiendo, guardando la mayor fideli- dad a lo dicho por el entrevistado o bien citar entre comillas las frases mas significativas. Puede no respetar la literalidad de las respuestas, pero tiene que ser fiel al sentido de las aseveraciones y al estilo de hablar del entrevistado. Si es necesario. precisar algunas ideas o ratificar o rectificar la grafia de algunos nombres, debe comunicarse de nuevo con la persona que entrevist6 Corresponde, pues, al criterio literario del pe- riodista ir ordenado los diferentes tramos del 45 Federico Campbell cexto, alternando parrafos descriptivos 0 infor- mativos con pasajes en que la entrevista aparece dialogada, En castellano los didlogos de las nove- las y las entrevistas se indican por medio de guiones (—) y no, como en inglés, con comillas. De una combinacién equilibrada de descripcio- nes y diflogos dependera en buena parte la ame- nidad de la encrevista. Juan Gargurevich recomienda hacer ejercicios de descripciones del fisico del entrevistado y de su modo de expresién, asf como del ambiente en que se desarrolla la entrevista. Por ejemplo, el entrevistado puede ser alto, bajo, gordo, flaco. Hay que fijarse en su rostro, su mirada, sus p6- mulos, sus mejillas, y eratar de percibir su estado de dnimo: melancélico, retrafdo, extrovertido, locuaz, alegre, critico, solemne, informal. Tam- bién su modo de vestir puede reflejar parte de su cardcter y de su estilo de vida, su clase social, su gusto. Todos estos elementos y muchos otros permiten realizar un retrato escrito del persona- je, si de lo que se trata es de reflejar su personali- dad ante los lectores. Un ejemplo notable de lo que pueden Hegar a ser las descripciones se encuentra en los textos del novelista espafiol Juan Marsé recogidos en Se- fforas y seflores. Marsé describe, dedicando una cuartilla a cada uno, a Marlon Brando, Augusto Pinochet, Laura Antonelli, Felipe Gonzalez, Jane Fonda y otras celebridades. Por supuesto, la mejor forma de familiarizarse con el arte de la entrevista es leer a los grandes entrevistadores y entrevistadoras que ha habido en la historia del periodismo, como Oriana Falla- 46 Periodismo escrito ci (Entrevistas con la historia) 0 Blena Poniacowska (Todo México). En cuar to a las entrevistas espectficamente lice- rarias, el | bro mas notable sigue siendo E/ oficio de escritor. Es una recopilaci6n de las entrevistas con escritores que a lo largo de su existencia, desde la primavera de 1953, ha publicado The Paris Re- view. El oficie de escritor es una seleccién de los pri- meros dos voltimenes editados por The Viking Press, de Nueva York, bajo el titulo de Writers at work. En sus paginas se dan cita figuras consa- gradas ccmo E.M. Forster, William Faulkner, Alberto Moravia, Ernest Hemingway, Truman Capote, Aldous Huxley, Henry Miller, Ezra Pound y otros. La edicién mexicana y la traduc- ci6n estuvieron a cargo del novelista puertorri quefio José Luis Gonzélez. 1 El tema comin de todas las entrevistas es el proceso de la creaci6n literaria. La primera de ellas, con el novelista inglés E.M. Forster, sirvié de mo- delo, por su excelencia y su estructura, a todas las posteriores. Dos j6venes escritores norteamerica- nos (trabejaban en pareja, como los policfas, dice José Luis Gonzélez) se encargaban de conducit la entreviste, presentando a veces a los hombres de letras las preguntas con anticipaci6n, Como Jos autores de las entrevistas no-dispo- nian en un principio de méquinas.grabadoras, 0 no les gustaban, ambos anotaban a toda yeloci- dad las respuestas a sus preguntas y después con- frontabar las dos versiones. “Mas tarde, cuando fue posible utilizar una grabadora, el crabajo se simplificd: las entrevistas se desarrollaban en dos 47 Federico Campbell © tres sesiones, al cabo de las cuales los redactores mecanografiaban el material, lo reducian a la ex- tensién deseada, lo organizaban en orden légico y se lo enviaban al entrevistado para su aproba- ci6n. En ocasiones éste se comaba un interés es- pecial en el texto y lo enriquecfa con nuevas preguntas de su propia cosecha”, escribe en la presentacién José Luis Gonzilez. El craductor y compilador no quiere concluir su prélogo sin hacer antes este reconocimiento: Es de justicia reconocer en los autores de las en- treviseas una vircud extraordinaria: haber sabido resistir la tentaci6n de exhibir su propio ingenio y subiduria y de deleitarse escuchando su propia voz. Utilfsima leccién que deberfan aprovechar muchos de quienes entre nosotros cultivan, a ve~ ces con mejores intenciones que resultados, el ameno pero dificil arte de la entrevista.” Un punto de vista interesante es el del encrevista- do. ¢Qué pensaba, por ejemplo, un escritor como Roland Barthes de las entrevistas que le hacfan? Pocas veces como en ésta la entrevista que a Bare- hes hizo Pierre Boncenne en Lire, en abril de 1979, y que se reproduce en E/ grano de la voz, se ha tenido la oportunidad de escuchar cudl ha sido la experiencia de un entrevistado como tal. ‘—Me gustarfa comenzar esta entrevista pre- guntindole justamente: zpara usted, qué es una entrevista? —La entrevista —contest6 Roland Barches— €s una prictica bastante compleja de juzgar, ya 48 Periodismo escrito que no de analizar. De manera general, las encre~ vistas son bastante penosas para mi y en algén momento quise renunciar a elas. Incluso me hs bfa fijado una especie de ultima entrevista. Pero después me di cuenta de que se trataba de una actitud excesiva; la entrevista forma parte, para decirlo de manera impertinente, de un juego so- cial que no podemos eludit 0, para decirlo de manera més seria, de una solidaridad de trabajo intelectual, entre los escritores por una parte y los medios de comunicacién por la otra. Bxisten engranajes que hay que aceptar: si se escribe es para ser publicado, y si se publica hay que acep- tar lo que la sociedad le solicita a los libros y lo que hace con ellos. En consecuencia hay que prestarse a la entrevista, tratando a veces de fre- nar la demanda. —¢Por qué las entrevistas le son penosas? —ta raz6n fundamental reside en las ideas que tengo sobre la relaci6n entre el habla y la escritu- ra, Amo la escritura. El habla me gusta sélo en un marco muy particular, el que fabrico yo mis- mo, por ejemplo en un seminario 0 en un curso, Me fastidio siempre cuando el habla viene de al- guna manera a redoblar la escritura, porque en. tonces tengo una impresién de inutilidad, lo que quise decir no podia decitlo mejor que escribien- do, y tepetirlo hablando tiende a disminuirlo. 49 La fidelidad al entrevistado Existe un problema de orden ético y profesional pe- riodistico e1 la relaci6n que se establece entre el en- trevistado y el encrevistador. ¢A qué o quién hay que guarda: fidelidad: a la verdad o al entrevistado? Este dilema se planteé en el caso del periodista Joe McGinnis y el médico militar Jeffrey Mac- Donald cuando éste tltimo demandé por la via judicial a su entrevistador, a principios de 1989. ‘Autor de un libro que en la primera parte de la década de los 70 le acarreé cierta celebridad, Cé- ‘mo se vende a un presidente, en el que resefia critica ¢ ir6nicamente la campafia presidencial de Ri- chard Nixon, Joe McGinniss publicé en 1988 Fatal vision, un libro reportaje con una larga en- trevista al médico militar Jeffrey MacDonald, que habia sido consignado y sentenciado por ma- tar a su esposa y sus dos hijas. En su demanda, el médico arguy6 que el perio- dista lo habja traicionado, que mientras lo entre- vistaba le nabfa dado la impresién de que estaba de su lado. que lo habia inducido a abrir su cora- z6n y-contarle toda su verdad, pero que cuando McGinniss publicé su libro, el médico se habia dado cuenta de que el entrevistador lo hacia apa- recer como culpable, como un asesino psic6ti 1 Federico Campbell, El juzgado de Los Angeles en que se ventil6 el caso parecia de pronto la sala de un examen pro- fesional de periodismo en alguna universidad, pues varios de los testigos de cargo y de descar- 0, entre ellos el ensayista William Buckley y el autor de novelas policiacas Joseph Wambaugh, discurrfan sobre lo que es tina entrevista y cudl suele ser la actitud profesional de un entrevista dor. El punto de vista de estos autores era que tuna praccica muy comtin en el trabajo periodisti- Co es que se da una especie de acuerdo tacito en- tre el entrevistador y el enerevistado a fin de que la entrevista fluya sin cropiezos, incluso cuando el periodista no esta de acuerdo con las opiniones de su entrevistado. No se puede estar interrum- piendo y replicando constantemente al sujeto de Ja enerevista, decfan los cestigos, porque enfras- carse en una discusién podria poner en peligro la realizaci6n misma de la entrevista, Si el reporte- fo, con un gesto de las cejas o alguna palabra de enlace, da la impresién de que coincide con todo lo que afirma el entrevistado y de que lo aprueba, debe entenderse que lo escucha y lo transcribe bien, y no que esté de acuerdo con él, Interpretar otra Cosa es un malentendido del entrevistado y no im- plica ninguna responsabilidad para el entrevista~ dor. La entrevista es un encuentro entre adultos que saben muy bien a qué estén jugando o cudles son las reglas del juego. McGinnis se defendi6 argumentando que su Ginica fidelidad era hacia el lector y a la verdad, no al entrevistado. De todas manefas, el juez dio la raz6n al médico asesino y el escritor periodista tuvo que compensarlo con una considerable can- 52 Periodismo escrito idad de dinero producto de las regalias del li- Re (Gin realidad et juicio se pudo haber prose guido en instancias superiores, pero el perio ne y sus abogados decidieron negociar de una vez con la parte demandante.) El juez juzg6 que el entrevistado habfa sido engafiado y obligado s incriminarse a si mismo, lo cual est probibido por la Enmienda Quinta de la Constitucién de Unidos. . ees can Ia periodista Janet Malcolm relacé todos los pormenores del juicio en dos encregas de Ia revista The New Yorker, el 13 y el 20 de marzo de 1989, suscie6 una reaccién de malestar en el medio petiodistico norteamericano porque aseverd. qu “todo periodismo es moralmente indefendible”. El periodisea, escribi6 Janet Malcolm, “es un especie de confidence que se vale de la vanidad, In ignorancia o Ia soledad de las personas, para conseguir su confianza y después craicionar temordimiento alguno”. wvLa opinién de la reportera cay6 como bomba en los medios profesionales de la prensa y en la escuelas de periodismo, a tal grado que la Coluni- bia, Journalism Review, la revista de periodismo de la Universidad de Columbia, hizo una encuesta en su ntimero de julio-agosto de 1989 entre pe- tiodistas, directores de periédicos o de noticia- rios de televisién, columnistas y escricores. La mayor parte de los interrogados respondis que la generalizacién que implicaba el pérrafo d Janet Malcolm era injusta, pero que contenia al- go de verdad. ‘También es comin a casi todos ellos Ia conviccién de que el vexto, en tltima instan- cia, pertenece al periodista y es su obra. 53 Federico Campbell “Yo senti que mi obligacién respecto a Jeffrey MacDonald terminaba en el momento en que descubri que me habfa estado mintiendo tratan- do de manipularme, de utilizarme para que yo contara una historia falsa”, dijo Joe McGinnis en la misma encuesta de la Universidad de Co- lumbia. 54 Entrevistador entrevistado ‘Alex Haley se dio a conocer en la década de los 60 sobre todo como periodista entrevistador. La mayor paste de sus trabajos aparecieron en Har- per’s, The Atlantic Monthly, Cosmopolitan, pero las colaborac ones que més determinaron su presti- gio fueron sus entrevistas en Playboy. Allf apare- cieron sus largas conversaciones con Martin Luther King, George Lincoln Rockwell (el jefe del Parti¢o Nazi norteamericano), Phyllis Diller, Sammy Davis Junior y, entre muchas otras, la del Iider politico de los Musulmanes Negros, Malcolm X. Esta entrevista, realizada a fondo y durante varios meses, se publicé mas tarde y de manera ms extensa en forma de libro: Autobi grafta de Malcolm X, en la que Haley figura como coautor. Por esta obra Alex Haley recibié en 1965 el premio Anisfield Wolf, que cada ao otorga la Saturday Review. En el raomento en que yo lo entrevisté, en la sede de The World Press Institute, en Saint Paul, Minnesoxa, hacia finales de 1966, Alex Haley se encontraba trabajando en el libro que definirfa su fama: Roots (Rafces). Ya para entonces habia avanzade considerablemente en la investigacion sobre la historia de su familia cuyos miembros 35 Federico Campbell habjan sido teafdos de Africa como esclavos en 1766. Unos meses después de nuestra entrevista Haley visit6 el pueblo africano de donde proce~ dian sus antepasados mas remotos y con esa ex- periencia concluy6 su importante libro sobre el origen de los negros norteamericanos. —Cuil es su idea de la entrevista? —Para mi es una situacién en la que el perio dista se presenta como apoderado del ptiblico y trata de interpretar el tema y la persona entrevis- tada para los lectores, Su actitud debe ser honra- da y hasta cierto punto inocente. —Siempre utiliza grabadora? No. Prefiero comenzar tomando notas, por- que la gente suele cohibirse ante la grabadora. En sa forma empiezo a darme cuenta de cémo reac- ciona el entrevistado. Malcolm X fue uno de esos casos. Estuve entrevisténdolo durante un afio, cuando juntos escribimos su autobiografia, y lo Ginico que me permitié fue traer una mquina de escribir para ofr su dictado. Con una grabadora magnetofénica la cosa hubiera sido més répida y hubiera aprovechado los giros coloquiales. —¢Qué tanto tiempo emplea conversando con el entrevistado? —Depende del individuo y de su capacidad para extrovertirse. Primero se establece una espe- cie de empatia que uno debe controlar a medida que platica con el sujeto. Con Cassius Clay estu- ve cuatro dias, con otros me he tardado hasta dos semanas, —é¢Prepara usted antes sus preguntas y si asi es, se las muestra de antemano al entrevistado? 56 = tt—~—~— Periodismo escrito —No. Nunca le muestro las preguntas. En rea~ lidad lo que pasa es que no preparo una lista de preguntas sino de temas; de ahf, y de la conversa- ci6n, surgen espontdneamente las preguntas. Claro que debo controlar estas preguntas con el fin de mantener al sujeto en cierta drea. Es decir, no me preocupo tanto por ciertas preguntas es- pecificas como por el tema que se esta tratando, Si de pronto el entrevistado se sale del tema, no Jo interrumpo sino que escribo todo lo que dice y més tarde corto los pérrafos con tijeras para reu- nirlos en la fase correspondiente de la entrevista. —En otras palabras, usted empieza por hablar de cualquier cosa simplemente para romper el hielo y motivar la conversaci6n hacia el tema que le interesa. —Exacto. Por cierto que tengo la impresién de que empleo la mayor parte del tiempo condi- cionando al sujeto. Podria mencionar, entre mu- chos otros casos, el incidente que tuve con Miles Davis. Miles Davis tiene fama de no hablar con la prensa, pero yo tenfa que hacerlo hablar a co- mo diera lugar, pues me habfan encargado una entrevista. Al principio se neg6. Cuando me en- teré de que es un deportista entusiasta y que asis- tia diariamente a un gimnasio de Harlem (parece que es muy buen boxeador) fui a una tienda y me compré el equipo necesario para entrar al gimna- sio. Me inscribé y pagué unas cuotas, de esa ma- nera, Miles no podia correrme de all. Cuando Miles entré yo estaba tirando guante y haciendo sombra, Parece que esto le cayé muy bien y se puso a ensefiarme cémo pegarle correctamente al costal. Me invit6 a subir al ring y nos propina- 7 Federico Campbell mos tres agitados rounds. Después de esto pasa- mos a la regadera y, como sucede generalmente cuando uno esti en la regadera, las formalidades salieron sobrando. En esta forma iniciamos nues- tra amistad y asf comenzé6 la entrevista. —zUsted escribe y publica todo lo que dice el entrevistado? ¢Le muestra la entrevista antes de enviarla a la imprenta? —No. No escribo todo lo que él dice, porque en realidad se puede escribir mejor lo que habla una persona. Salvando algunos giros coloquiales que en cierca forma retratan al sujeto, ordeno el material y craco de transmitir la idea que el en- trevistado quiere comunicar. Algunas veces in- cluyo las frases literalmente, cuando es necesario hacer resalear algdn dato o una afirmacién muy personal. En cuanto a la segunda parce de su pre- gunta: sf, el entrevistado siempre ve las pruebas de galera antes de que se publique la entrevista. —,Cusles han sido las entrevistas més intere- santes que usted ha hecho? —Yo dirfa que la que me resule6 més divertida fue la que hice al nazi George Lincoln Rockwell. Se dice que una de mis mejores fue con el doctor Martin Luther King. Hice otra con Sammy Da- vis Jr. (el cantante) para Playboy. En Londres dos mas: una a Jimmy Brown (el futbolista) y otra a Julie Christie Julie Christie). —En qué piensa cuando el entrevistado esta hablando? —Eso es muy importante. Cuando se es buen entrevistador (como me gustaria pensar que lo soy ahora), uno se da cuenta de que los gestos de la gente son a veces mucho ms elocuentes que 38 Periodismo escrito sus palabras. Observo las manos, temblorosas 0 quietas o sudadas, y trato de adivinar lo que la persona esti sintiendo, si est nerviosa, tensa, y si est consciente de eso o no. Lo que se puede hacer al int2near entrevistar a un hombre casado no ¢s if a ver a su esposa, sino a su secretaria; ella sabe mucho mds acerca de él. La mejor manera de aproximarse a un individuo es sorprenderlo en una sicuacién dada, como en una fiesta, y ver c6- mo reacciona ante las preguntas; hay que yer también la cara que pone su pareja, pues lo que 41 piensa se refleja en la cara de ella, o viceversa. —cTrata usted de despertar un sentimiento de amistad en la persona que entrevista? —Si, claro, en todos sentidos, y me da muy buenos rest ltados. No recuerdo a nadie que haya entrevistado que ahora no sea mi amigo, con la excepci6n natural del nazi Rockwell y salvo el doctor Martin Luther King, que era una persona muy ocupada. La entrevista en Playboy produjo el libro de Malcolm X y terminamos siendo muy buenos amigos. —Cuando el entrevistado no resulta tan inte- resante como usted esperaba, ¢trata de destruirlo en alguna forma, de ponerlo en evidencia? —Hay un caso, el del comandante nazi Lin- coln Rockwell. No quiero decir que lo destrui, aunque tampoco le hice mucho favor. £1 mismo mostr6 el cobre, La mejor manera de presentarlo fue poner eatre comillas lo que me dijo. Le solté la rienda y se puso a decir todas esas cosas de las que estaba muy orgulloso. No hubo necesidad de describirlo. El lector se dio cuenta perfecta- mente. 59 Federico Campbell —2En alguna forma trata usted de hacer co- mentarios, de deslizar sus propias opiniones en- tre pregunta y respuesta? —Nunca. Creo que es parte de la honradez del entrevistador. Es decir, uno se queda afuera, co- mo buen oyente. Uno es como un cirujano y el entrevistado se coloca como pacience en la mesa de operaciones. El trabajo consiste en hacerle una buena operacién. —¢Prefiere hacer preguntas cortas 0 largas? —Trato de hacerlas cortas. —+Y trata de obtener una respuesta determi- nada, intenta dirigir la mente del entrevistado? ‘Sf, en cierta forma. Es necesario porque uno quiere conocer la visin que la persona tiene de ciertas cosas. Entonces se le guia; digo, no es co- mo en cualquier conversaci6n. Le lanzo pregun- tas dirigidas. Si quiero que alguien me hable de su profesién, le pregunto sobre el campo en que se mueve y no sobre lo que él hace. $i se trata de un arquitecto, por ejemplo, no le pregunto qué hace sino, digamos, qué piensa de tal concepto de Frank Lloyd Wright, y lo dejo hablar. Creo que al preguntarle sobre otra persona, él no se siente directamente aludido y asf puede exterio- rizarse. —¢Bxisten algunos limites en la revista Play- boy en lo que concierne a la libertad de expresi6n en las entrevistas? —No. A mf me parece que si Playboy se ha discinguido por la calidad de sus entrevistas es porque hasta cierto punto son cdndidas, dentro de los limites de Ia decencia, las buenas costum- bres, etcétera. Si alguien emplea malas palabras 60 Periodismo escrito no necesariamente las transcribo, simplemence porque es vulgar, de mal gusto, pero si dejo las primeras letras de la palabra y as{ no se pierde el tono ni el sabor del estilo. Es decir, hay que de- jarle saber al lector lo que el tipo esta diciendo y cémo lo esta diciendo. — Hasta qué punto se documenta usted sobre la persona que va a entrevistar? Por ejemplo, ahora que va a ver a Julie Christie, ¢qué tanto sa~ be de ella? —Tengo una ayudante que se dedica a hacer la investigaci6n. Cuando se me encomienda una entrevista, mi ayudante me proporciona la infor- macién basica, algunos datos biogréficos, y me hace varios comentarios. Yo prefiero no saber de- masiado sobre el entrevistado en ciernes. Prefiero sacarle partido a mi ignorancia y lanzarle pre- guntas ingenuas. O sea, voy a él como cualquier Tector, que muchas veces no sabe nada acerca del entrevistado. —Cudntas veces escribe la entrevista ances de publicarla? , —Al principio tenfa que escribirla tres o cua tro veces. Ahora sélo una. — Busca usted algunos datos personales entre la gente relacionada con el entrevistado, 0 sea, sobre los temas que se pueden cocar y los que no hay que sugerir? 7 Brees el eipo de cosas que se pueden conseguir de las secretarias. Por eso yo platico mucho con ellas, las invito a cenar, a tomar una copa. Ellas pueden decirme lo que a sus jefes les gusta que les pregun- ten y, ademés, cuando preguntérselo, cuiindo se siente de mal humor 0 cudndo esté de buenas. 61 Federico Campbell —2¥ la secretaria sabe que usted va a entrevis- tar a su jefe? —Bueno, esto no lo pondrfa en la grabadora, pero yo dirfa que uso todos los medios posibles. El hecho es que las secretarias siempre saben que uno va a hacer una entrevista, porque con ellas se hacen los arreglos preliminares. Su jefe es famo- so, ella es su secretaria, se muere por decir lo que sabe, pero generalmente nadie se lo pregunta. Les mando flores. Una vez le mandé flores a una secretaria todos los dias de la semana. Y el resul- tado fue una de mis mejores entrevistas (con su jefe). — Cuil es su “técnica” al hacer entrevistas? —No siempre uso la misma. Depende del en- trevistado. Pero por lo general utilizo grabadora. Si uno es conocido como buen periodista, el en- trevistado se siente desafiado. Cuando se entera de que va a ser entrevistado puede permitir que se grabe lo que dice, pero después exige oftlo va- rias veces. Yo envio la cinta a una secretaria para que la transcriba. Una vez reunido el material, como las tijeras y empiezo a cortar. Muchas veces corto s6lo un parrafo 6 un renglén, muchas veces una pagina entera y lo que saco lo voy poniendo en cajas de zapatos. Luego vuelvo a las cajas, veo de nuevo el material y lo pongo en el suelo (que es donde realmente se confecciona la entrevista), después monto las piezas, como hace el monta- jisca en las peliculas, y las redacto a maquina. —Cémo cree usted que se hace un periodista oun escritor? —Lo que a mf me parece esencial es la disci- plina, y esto quiere decir paciencia en muchos 62 Periodismo escrito sentidos. Sentarse a escribir durante afios, que- mar cuartillas, y aprender a fracasar, pero no de- masiado. Lo importante es ponerse a trabajar y no tanto platicarle a los amigos que se est traba- jando en tal 0 cual libro. Hay que aprender a ser rechazado por los editores ¢ insistit. Mucha gen- te habla del talento, pero yo creo que es secunda- rio. La disciplina, la disciplina es la gran cosa. Saint Paul, Minnesota, 1966 63 Se trata de una relacién de hechos, detalles, am- bientes, organizados en orden cronol6gico. Es la narraci6n de un acontecimiento de interés colecti- yo en la que el cronisca se puede permitir comen- tarios y acotaciones y ejercer su estilo personal Si bien la crénica responde a todas las interro~ gantes de la nota informativa qué, quién, dinde, cudndo, cbmoy por qué a fin de cubrie para el lector todo el espectro de la informacién bisica, su ca- racteristica como género periodistico es que el cronista pone el énfasis en el cmo sucedieron las cosas. De ahi la parodia de crénica periodistica que Gabriel Garcia Marquez hace en su nove Crimica de una muerte anunciada: desde las prime- ras palabras (“El dia en que lo iban a ) el lector ya sabe que el personaje murié; sin em- bargo, de lo que trata la novela es acerca de cémo fe asesinado Santiago Nasar. En términos generales, todo el periédico es crénica y todos los periodistas son cronistas que se dividen el trabajo de hacer las crénicas diari la parlamentaria, la cultural, la deporti¥a, la ju- dicial, la politica. Estas crénicas contienen la ma- teria prima del periodismo: la informacién, la noticia, la nota informativa, pero la intencién del 65 Federico Campbell cronista consiste en ir més alla de los hechos: desctibir el ambiente en que se producen, un contexto, y elaborar a lo largo del relato una in- cerpretacién. Para los redactores de El Pais. Libro de estilo, “el estilo de la cr6nica esté a medio ca~ mino entre la noticia, la opinion y el reportaje”. La crénica se distingue del reportaje en que no media en ella una investigacién documental ni testimonial, aunque sf recoge el cronista para dar color y verosimilitud frases pertinentes de quienes tengan un valor de testigos. “Un buen periodista iene que saber ver una cosa con claridad y descri- birla con sencillez. Relatar lo sucedido y dar al lector la impresién de que él mismo lo ha visto constituye una buena cr6nica”, dice Archur Bris- bane. El reportaje suele ser més impersonal, més objetivo, y en su redaccién el reportero se desva- ece, no tiene una presencia como en la cr6nica, ‘A la hora de escribir una crénica, suele haber una emocién, dice Alma Guillermoprieto. “En la noticia el periodista esta contestando preguntas al lector, mientras que en la crénica el periodista esta generando informacién que jamés se le hu- biera ocurrido al lector.” Del estilo del periodista dependeri si escribe en tercera 0 en primera per- sona, aunque siempre es més célida y verosfmil la narraci6n en primera persona porque le da al texto cierta intimidad, mayor verosimilitud y, sobre todo, porque asf el cronista cumple un pa- pel de testigo. El cronista orienta al piblico lector, como cuando en sus descripciones y recuentos sobre el terremoto de 1985 en la ciudad de México Car- los Monsivais introduce la reflexién politica. Ea 66 Periodismo escrito A ustedes les consta, trata de discernir las diferen- cias entre crinica y reportaje. Se adhiere a la idea de que en la crénica se practica una reconstruc ci6n literaria de sucesos o figuras, un género pe- riodistico dende el empefio formal domina sobre urgencias informativas y versiones directas. Pero como en cie-tos casos la er6nica y el reportaje se confunden, Monsivais establece el siguiente ma- tiz cuando explica el cricerio de la selecci6n anto- légica que es su libro: “Debf asumir la no muy clara ni segura lejanfa entre objetividad y subje- tividad, lo que traduje a premisas técnicas: el re- portaje, por ejemplo, requerido de un tono objetivo, desecha por conveniencia la individua- lidad de sus rutores: asi, Los ejércitos de la noche, de Norman Mailer, no podrfa ser, técnicamente, un reporteje. Ea la crénica, el juego literario halla ventajoso usar la primera persona o narrar acon tecimientos como vistos y vividos desde la inte- rioridad ajera. Idealmente, en la cr6nica priva la recreaci6n ce atmésferas y personajes sobre la transmisién de noticias y denuncias.” Tal vez el género periodistico mas cercano a la liceracura sea la cr6nica 0, en otras palabras; tal vez la cr6nica see el més liverario de los géneros perio- disticos porque el cronista se explaya en su propio estilo; es también la forma de expresi6n periodis- tica mas identificable con lo que en Estados Uni- dos se dio en Hamar “nuevo periodismo”, que no era sino una especie libérrima de crénica en la que e] narrador asumfa un papel protagénico. 67 El reportaje en la practica ¢Qué es un reportaje? Es una indagacién ‘A diferencia de la crénica, cuyo énfasis esta en el cémo y en Ja descripcién de una acmésfera, el reportaje es una investigaci6n sustentada en da- tos provenientes de la realidad, de uno o varios declarantes que se identifican civilmente (es de- cir, que dan su nombre) o de documentos. El género periodistico que combina la infor- macién con las descripciones y las interpretacio- nes de estilo literario es, para los redactores de Pats, Libro de estilo, el reportaje. Para Maximo Simpson el reportaje es una narra- cin informativa en la cual la anécdota, la not la crénica, la entrevista o la biografia estén interre- lacionadas con los factores estructurales, lo que permite explicar y conferir significaci6n a situacio- nes y acontecimientos; constituye, por ello, la in vestigaci6n de un tema de interés social en el que, con estructura y estilo periodistico, se proporcio- nan antecedentes, comparaciones y consecuencias, sobre la base de una hipétesis de trabajo y de un marco de referencia te6rico previamente estableci- do. (Revista mexicana de ciencias politicas y sociales, ntim. 86. Reportaje, objetividad y critica social. EL presence como historia. UNAM; México, 1977.) 6 Federico Campbell Segtin el escritor argentino, el reportaje se dis- tingue por las siguientes caracteristicas: 1. Representa una investigacién. 2. Proporciona antecedentes, comparaciones y consecuencias. 3. Se refiere a una situacién general de carécter social, aunque parta de un hecho particular, 4, Incluye andlisis ¢ interpretaciones. 5. Establece conclusiones. Reportaje viene del francés reportage, es decir: del verbo reporter (llevar, trasladar). El galicismo “re- portar” es incorrecto e inaceptable en castellano cuando se utiliza en vez de informar. En sentido estricto reportar significa proporcionar una cosa a alguien, beneficio o satisfaccién, como cuando se dice: “Esta novela ha reportado a Elmer Men- doza gran reconocimiento y muchas regalfas". En castellano, pues, reportar quiere decir conse- guir u obtener, pero no informar, que sf es lo que significa el verbo reportare en latin. En todo caso la acepcién més simple de repor- taje es que se trata de una informacién periodis- tica escrita luego de que el reportero ha hecho una encuesta o una investigaci6n, ya sea porque fue testigo ocular de los hechos o porque hizo en- trevistas 0 recogi6 dacos en documentos, por ejem- plo, sobre los mismos. Segtin la concepcién del periodista venezolano Eleazar Diaz Rangel, el reportaje es el género pe- riodistico mas completo y ms complejo: el més completo porque comprende, aunque no necesa- riamente, a todos los demas géneros del periodis- 70 Peri mo informativo. En el reportaje hay noticia. Na- ce de una noticia para desarrollarla, profundizar- la y analizarla; puede emplear la resefia y la entrevista, y necesariamente tendra que utilizar todas las formas del lenguaje: la narracién, la descripcién, el diflogo y la exposicién concep- cual, todas > algunas de ellas. EI reportaje es un gran fresco donde las pince- ladas son palabras y el reportero es capaz de pro- yectar, desde las paginas en blanco y negro, el calidoscopi> multicolor que es toda la sociedad. Toda la fyrmacién y toda la experiencia de un reportero tienen como objetivo prepararlo para ejercer de li, manera mas sugestiva y clara posible su capacided de sintesis. Su trabajo consiste en volver simple lo complejo. De un océano de in- formacione:, el reportero habré de elegir las mas significativas, los datos que mejor argumenteh su hipétesis de trabajo y le den un sentido a su historia. Los datos provienen de documentos, archivos, libros, personas que se identifican y dan su nom- bre para responsabilizarse de sus declaraciones. Un periodista profesional vive permanentemente informado: ie lee todos los periédicos por la mafia~ na y también los que aparecen por la tarde. Vive inmerso en la informacién: empapado en el flujo cotidiano y constante de todos los medias incluso los audiovisuales que transmiten noticias las 24 horas del dia. Pero no sélo lee la prensa y escucha los noticiercs para estar al dia sino para ver cémo y con qué criterio se ha manejado la informacién en medios dist ntos al suyo. Por otra parce, es asimis~ n Federico Campbell mo un gran lector de libros: novelas, ensayos, tex- tos de historia, cr6nicas, biografias, porque tiene que estar ampliando su experiencia literaria y enri- queciendo su propio estilo personal. La vida de un especialista de la informacion, pues, tiene su propia dindmica, De todo se nutre: de los murmullos, de lo que dice una persona en la calle, de las reacciones de los ciudadanos. Asi, el periodista, que es un lector y un escritor, a ca~ da momento toma el pulso a la sociedad. A veces el fragmento de una noticia le llega por teléfono. En ciertas ocasiones no falta un ciudadano que por conciencia civil le ponga en las manos un do- cumento que podria servir de fundamento para la denuncia de un problema de interés colectivo. As{, cuando su director o su jefe de informacién Je dan una orden de trabajo cuando le encargan un reportaje, lo natural es que el reportero no se sienta sorprendido. Como vive todos los dias ex- puesto al flujo informativo y ademés intercam- bia opiniones con otros colegas y con la gente en general, suele saber de inmediato en qué campo cae el tema que le han encomendado. Antes de lanzarse a la investigacién de campo propiamente dicha (entrevistas con el mayor ni- mero posible de personas, especialistas, testigos, visita de lugares, investigacién de archivos, cote~ jo de documentos), el reportero debe documen- tarse lo mejor que pueda en libros, colecciones de revistas y de periédicos. Una vez en el teatro de los acontecimientos, el reportero pregunta, hace hablar a la gente, realiza todas las entrevistas posibles y necesatias. Entre mas amplio sea el espectro de sus entrevistados, 72 Periodismo escrito sus diversos —y a veces contradictorios— puntos de vista, mayor riqueza tendré su reportaje. En el reportaje la cantidad (de datos valiosos, pertinen- tes) es calidad. Al recibir una orden de trabajo, el reportero se hace de una hip6tesis previa que habra de corro- borar o cambiar en el lugar de los hechos. EI punto de partida puede ser una noticia que ante los ojos de un buen director resulta insufi- ciente o incompleta. Por ejemplo: una informa- cién de rutina, a través de un boletin de prensa, de la Procuraduria General de Justicia de la Reptibli- ca, en la que se da cuenta de un decomiso extraor- dinario de droga en Chihuahua, puede servir ‘como idea para un reportaje. Fue precisamente ése el caso del periodista Rodrigo Vera cuando hacia finales de 1990 salié rumbo a Chihuahua para ir més alla de la noticia, para indagar mas a fondo cual habja sido el impacto de la espectacular ac- ci6n policiaca en la comunidad rural donde su puestamente se llevé a cabo. La hipétesis del reportero era que a unos 300 kilémetros al sur de la ciudad de Chihuahua se habia decomisado el mayor cargamento de cocai- na en la historia del pais y que algtin efecto, o al- guna impresi6n, debfa haber causado encre los habitantes de la regién. Esa seria su nota, ésa se- rfa la historia que tendrfa que contar: la reaccién de los ciudadanos ante el acontecimiento. Sin embargo, preguntando y hablando con la gente empez6 a establecer que en el lugar al que hacia referencia la informacién de la Procuraduria no habfa habido ningtin decomiso ni ningiin tiroteo ni habian aterrizado aviones. 73 Federico Campbell ¢Qué fue exactamente lo que allf sucedi6? Esa era justamente la pregunta en la que habria de abundar el reportero en el momento de redactar porque, una vez en el escenario de los hechos, el misterio se volvi6 el tema fundamental y més in- teresante de su trabajo. No es que hubiera tenido que cambiar su hipétesis porque finalmente da- “a a conocer la reaccién de la comunidad ante el fenémeno del narcotrafico en la zona, pero como suele suceder cuando se parte de una informacién vaga e incompleta, la verdad es que en su trabajo de campo se encontré con una realidad mucho mas compleja que la prevista: un mundo de enigmas y relaciones de poder que le permitié también exponer problemas vinculados con los derechos humanos y con la forma en que los re- presentantes del Estado se comportan en su trato con los ciudadanos. Pero gde qué iba a escribir Rodrigo Vera si na- die sabia nada de nada? ¢Cémo organizar en un texto ese cimulo de informaciones definidas en Jo fundamental por el misterio? De regreso a la redaccién de su revista, dias después, y ante la pantalla de su computadora, el reportero se concentré en la composici6n por es- crito que desde su viaje de retorno venia ya orga- nizando mentalmente: partia de algo que su experiencia de periodista, su instinto profesio- nal, le hacia considerar como lo mas significativo desde el punto de vista periodistico. ;Qué era lo noticioso? ;Cudl era su nota? ¢Qué era lo més dramitico de su reportaje? El misterio. El enig- ma, La coneradiccién entre los informes oficiales referidos a lugares y hechos y la versién de los 74 Periodismo escrito habitantes de esos mismos lugares, testigos no de algo que sucedié sino de algo que no acontecié. En esa incertidumbre y en esos enigmas estaba la riqueza del r=portaje que Rodrigo Vera cuvo que ‘componer como una crénica, un reportaje narrat vo, descriptivo, demostrativo y de investigacién. Su trabajo como escritor consistié no en interpre~ tar los hechos sino en mostrarlos segtin se lo ha~ bfan expuesto sus entrevistados y apelando a la inteligencia dlel lector que habrfa de sacar sus pro- pias conclusiones y hacerse su propia composicién de lugar sobre las relaciones entre crimen y poder. ‘Poco a poc>, como quien erige una barda de la- drillos, el reportero fue ensamblando los diversos fragmentos ce informacién hasta lograr un efecto de conjunto conmovedor, preocupante y grave, manteniendo una objetividad estilistica: un len- guaje sencillo, preciso y claro, sin adjetivos innece-! sarios, Seguremente no fue recogiendo sus datos en el orden en que los presenté por escrito, ni en la misma secuenicia cronolégica en que se dieron, pero precisamente en eso consiste dar estructura aun re- portaje: en el ordenamiento que a cada paso va de- cidiendo el rdactor, en la eleccin del lugar justo en que coloca un dato. De un nimero indetermina- do y copioso de datos escoge uno para su primera frase de aper:ura: aquella informacién que le per- mitird plancear el tema y registrar el sentir de uno 0 varios de los actores sociales. Asimismo, de esa di- versidad de datos seleccionaré uno 0 dos que le ha- briin de facilicar el cierre circular de su texto con un remate o una sugerencia de conclusién. Para deserapefiarse con esta eficacia por escri- to, es necesario que el reportero se vaya educando 15 Federico Campbell en su oficio de escritor, aprovechando en lo posi- ble su experiencia literaria y su imaginacién. Ya lo decfa Gabriel Garcia Marquez en una entrevis- ta que en agosto de 1991 le hicieran en The New York Times: “Me interesan todos los géneros na~ trativos: contar historias. Yo creo que el perio- dismo implica imaginaci6n y que es un género licerario. No se puede ser un buen periodista sin imaginacién,” 76 El ensayo-reportaje El “ensayo-reportaje” es una denominacién perso- nal: la que Fernando Benitez (nacido en México, D.E en 1911) daa sus crénicas y reportajes perio- disticos. Con esta expresi6n, el autor de Les primeras mexicanos, La ruta de Hernan Cortés, Los demonios en el convento, Los indios de México, entre ottos libros, in- dica muy claramente que sus textos son una com- posicién escrita que participa tanto de la reflexién propia del ensayo literario como de las descripcio- nes y las entrevistas caracteristicas del periodismo. Ea las primeras lineas de Los huicholes (como Il de Los indios de México), el que fuera director de El Nacional y de suplementos culturales como México en la Cultura, La Cultura en México, La Jornada Semanal, apunta que en cierto momento ‘de su vida, cerca ya de los 50 aftos, decidié salir de la capital para conocer su pais. “La ciudad de México es la cabeza de la monar- quia y por lo tanto priva en ella un ambiente cor- tesano. Aqui esté el palacio del rey en turno, aqui trabajan los ministros y los jerarcas, aqui viven los banqueros, los industriales, la alta burguesia, los intelectuales y naturalmente casi todas las conversaciones de esta gente se refieren a la poli- 77 Federico Campbell ica, a la sucesi6n del crono y a los menores cam- bios del gabinete. El intelectual de la meseta es un cortesano nato. En los cafés y en las reuniones hace circular una enorme cantidad de bromas sangrientas, de cabalas, de predicciones y de ané- lisis can sutiles como falsos y regocijantes. "Yo he pertenecido al ambiente del establish- ment y confieso que me gustaba mucho practicar ese tipo de gimnasia intelectual, pero a medida que envejecia me iba produciendo, como cual- quier tipo de gimnasia, un aburrimiento inven- cible. Las teorfas sobre los problemas politicos, sobre el campo, sobre la educaci6n superior, se clevaban siempre con el humo de los cigarrillos en forma de brillances globos que se fundfan en el espacio y un dia traté de conocer por mi mis- mo una realidad que, bien cocinada, me habia servido de alimento durante décadas de orgias y banquetes canibalescos.” Un largo viaje a Yucatan sirvié a Fernando Benitez de revulsivo. “Lo que sucedia guardaba tan escasa relacién con nuestras largas platicas cortesanas, que mi libro sobre Yucatan merecié la censura de dos técnicos pertenecientes a la direccién de la edi- corial y a mis habiuales tertulias de la mafiana.” El historiador y periodista decidié seguir ex- plorando el pais y asi fue internandose en las co- munidades de los tarahumaras, los tepehuanes, los mixtecos, los mazatecos, hasta llegar a com- poner su obra fundamental: Las indios de México. —Fernando, la entrevista suele ser un género pe- riodistico muy ambiguo, es una especie de ensa- 78 Periodismo escrito yo vicario, retrata s6lo una parte del entrevistado, y la da por el todo. Norman Mailer decia que él se sencia con derecho a cobrar las entrevistas que se le hacfan porque al fin y al cabo é1 era el que hablaba. ¢T¢. qué crees que es la entrevista? —Es una parte del reportaje; todo lo que sabe el periodista lo sabe a través de las palabras. Para mi, todo el periodismo es una literatura escrita bajo presién, a la carrera. El periodista no tiene tiempo de afinar su escritura; debe obrar en el momento m smo porque mafiana para él ya es de- masiado tarde. Esto es un inconvenience, desde luego, pero esté compensado por la ventaja de po- der trabajar sobre materiales en caliente, de poder trasmitir al lector la vida de los acontecimientos. En la fugacicad de este género radica su excelencia. —ZTe refizres a la noticia? —Sr, porc ue la entrevista informativa es igual, en estructura a la noticia. El trabajo del entrevis- tador consiste en valorar y jerarquizar su mate- rial principiando con una sintesis explosive. En México el arte de la entrevista no se ha desa- rrollado porque a los politicos y a los hombres importantes les gusta disfrazarse de esfinges. Re- cuerdo una inécdota del general Cardenas. Asis- tfa a un baile de provincia y una muchacha le pidié que bailara con ella. Cuando bailaban, la muchacha le pregunt6: “General, 2por qué se ve usted can bien?” “Mire usted, sefiorita —le con- test Cardenas— yo no fumo, no tomo alcohol, monto a calvallo, nado, y sobre todo me callo; porque com usted sabe, las enfermedades entran por la boca” El arte del periodista en México consiste, pus, en arrancar la careta al personaje y 79 Federico Campbell hacer que revele lo que la gente quiere saber. ‘Muchas veces una negativa en un pais tan elusive puede entenderse como una afirmacién. —¢Ha habido algunos cambios importantes en la prensa mexicana de los tiltimos afios? —En principio, los peridicos en México han sido creados para defender determinado tipo de intereses. Hubo un momento en que no eta posi- ble encontrar en ellos la menor critica. Yo me formé en la redacci6n de E/ Nacional. Era el aio 1936, Aunque E/ Nacional fue fandado por Calles, Cérdenas le dio una gran importancia porque pen~ saba que a la prensa s6lo podia combatirsele con la prensa, El periédico fue creado para defender Jos intereses de los campesinos y los obreros, para defender a la Revolucién y explicarle al pais en qué consistfan las finalidades de su politica. Re- cuerdo que todas las noches Megaban a la reda cién para leer los cables el embajador de Espafia, Marcelino Domingo, y Julio Alvarez del Vayo. CArdenas habia consagrado el derecho de asilo y en la pagina editorial que yo dirigfa, colaboraban Anibal Ponce, de Argentina; Juan Marinello y Nicolds Guillén, de Cuba; y, més tarde, cuando Ja guerra espaiiola se perdié, la mayoria de los grandes escritores exiliados. Fue un tiempo inol- vidable, de grandes tensiones y esperanzas. Cér- denas no repartfa tierras estériles; centré su politica agratia expropiando los lacifundios que eran la base de la economfa nacional; Yucatén, La Laguna, El Yaqui, Los Mochis, Lombardia, Nue- va Italia, que hasta entonces se habfan considera- do incocables. La tercera parte de su gobierno la pas hablando con los obreros, los campesinos y 80 Periodismo escrito los indios. Muchos le criticaban que perdia su tiempo, y pocos se dieron cuenta de la significa- cién moral de su politica; aquéllos habian sido tos humillados y los ofendides, los servos 0 el peo naje, y por primera vez. tenfan una conciencia de sus derechos y de su dignidad, Habfan dejado de ser monstruos para convertirse en hombres. De todas maneras, los periédicos atacaron la re- forma agraria, la expropiacién petrolera, la forma- cién de grandes sindicatos, la politica indigenista ‘A medida que la burguesia fue reconquistando po- siciones, apoyada en los gobiernos sucesivos, la prensa reaccionaria cobré su antigua relevancia. Ya no fue més E/ Nacional el érgano del gobierno, sino uno de los periédicos mas reaccionarios. No por un azar perdf més tarde la direcci6n del periédico. Mi salida coincidié con el auge del alemanismo, es de- cir; de la concrarrevolucién. En tales condiciones no tuve mis remedio que hacer periodismo culru- ral. Traté de rescatar una parte minima del espacio concedido a los crimenes y a los irrisorios fastos de 1a burguesia mexicana 0 a las noticias de una admi~ nistracién burocratizada para la culeura. —Fundaste entonces México en la Cultura. —St; pero después de mas de diez afios, nues- ros conflictow con la emprese de Novedadet fueron interminables y culminaron con la Revoluci6n Cubana, Pensaban que la culcura consistfa en re- sefiar con la necesaria banalidad lo que ocurria, en hacer recensionés inocuas de libros, teatro miisica. Todo lo que hacfamos merecia una amena- za. Si condendbamos la fibrica de churros llamada cine, protestaba la industria. Si nos ocupabamos de la censura previa en el ceatro, protestaba el a Federico Campbell Departamento Central. Si comentabamos un li- bro revolucionario, se entendia como una provo- caci6n deliberada. Nuestro sistemftico rechazo de los mediocres nos gané el honroso titulo de La Mafia, que todavia ostentamos. En realidad, ain giin periédico estaba preparado ni cultural ni técnicamente para realizar una convincente difu- sin culcural de alto nivel. La ceftica es una parte de la cultura y su ausencia sigue siendo el tal6n de Aquiles de la cultura mexicana. —Sin embargo, si ha habido cierto periodismo eritico por parce de la prensa convencional. —Si. El Espectador significé una apertura criti- ca en 1960, pero no alcanz6 trascendencia por- que ese género de revistas tiene muy escaso tiraje y s6lo llega a grupos muy reducidos. Lo que debe hacerse es asaltar los grandes bastiones de los pe- riddicos diarios y dar la pelea dentro de ellos. Ef Dia quiso seguir las huellas de E/ Nacional, pero los tiempos habian cambiado y ciertamente L6- pez Mateos y Diaz Ordaz no eran un Calles ni muchisimo menos un Cardenas. E/ Dia mantuvo cierta objetividad hasta que llegé el 2 de octu- bre. La matanza le arrancé su mascara y dividié a los intelectuales. Ahora, por lo menos ya sabfa- mos a qué atenernos. Nosotros dijimos en Sien- pre! lo que teniamos que decir, y me parece que no hay ninguna publicacién que se nos pueda ni remotamente comparar en el anilisis y en la cri- ica de estos sucesos que también habrfan de modi- ficar la fisonomfa del pais. Nunca se ha extinguido Jn disidencia, pero no es lo mismo valerse de un li- bro o de una revista que de un gran periddico. Sin duda, todo lo que ha dicho Daniel Cosfo Villegas 82 Periodismo escrito ya lo habfan dicho con mucha anterioridad Car- los Fuentes, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Monsivais, vero el éxito de Cosio se ha debido fundamentalmente a que Excélsior tuvo el valor de publicar sus crfticas quebrantando el monoli- tismo de la yran prensa. Julio Scherer Garcia ha roto por lo tnenos dos tabis: hizo que la prensa diaria recobrara su vocacién critica y demostré que esta critica no afectaba en lo fundamental la economfa de: los diarios alimentada por los co- merciantes » controlada en buena parte por las agencias publicitarias norteamericanas que ope- ran en México. Es curioso observar la diferencia que hay ent-e.un auténtico periodismo como el de él y el del resto de los periédicos manejados por sus duef os que no son, desgraciadamente pa- ta ellos, ana fabetos sino semianalfabetos; no son periodistas sino criminales 0 bribones. ) — Hay censura? —En realidad la censura es indirecta. Los due- fos de periédicos se censuran a si mismos porque no son periodistas, sino negociantes, aunque se les demuestre que pueden ganar més dinero di- ciendo la verdad que incurriendo en la mentira. —¢Por qué no empezaste t por publicar en la prensa tus reportajes crfticos? De ahi derivaste a la novela? —Ningan periédico quiso publicarlos. Incluso dos miembros de la junta de gobierno del Fondo de Cultura Econémica objetaron la publicacién de Ki, el drana de un pueblo y de wna planta, porque mencionaba los nombres de los gobernadores que se habfan er riquecido haciendo grandes negocios con el henequén, Aforcunadamente la mayoria de 83 Federico Campbell los miembros y el director del Fondo, Arnaldo Orfila Reynal, me apoyaron y el libro pudo salir en 1953. Fue ése mi primer intento de realizar un ensayo-reportaje, Entrevisté a no menos de cien gentes, desde los gobernadores y el arzobispo has- ta el tiltimo cortador de pencas. Me sentia bien escribiendo sobre Yucatan, porque era la posibili- dad de denunciar una injusticia y también por un deseo de aventura, pues Yucatiin es una tierra sin tierras, sin rfos y sin montafias, donde un pufiado de bribones condenan sin remisién a medio mi- Ml6n de indios mayas. Ki... suscité una violenta polémica y fue bautizado como el libro del afio, Pero yo no estaba satisfecho. Alentaba la esperan. 2a de que ese estudio pudiera modificar algo la si- tuacién en Yucatén, pero los politicos no lo fomaron en cuenta. Entonces me invadié una \gran desesperanza. Habfa escrito otro reportaje sobre la situacién de los indios tarahumaras en el extremo norte y preferf guardarlo en un cajén mientras intentaba la novela. Si bien se ve, mis dos tinicas novelas no son otra cosa que dos exten. Sos reportajes. Uno sobre la muerte de Carranza y otro sobre la rebelién de un pueblo de Michoacén contra su cacique. Estos dos libros, E/ rey viejo y El agua envenenada, en realidad nunca se han dejado de reeditar y han sido objeto de numerosas traduc- ciones, pero este éxito no me hizo perder el senti- do de la proporcién. Mas o menos su publicacién coincidié con el auge de la literatura latinoameri- cana y comprendf que siempre serfa yo un nove- lista de segunda clase, porque en el fondo no soy otra cosa que un reportero. A partir de entonces me dediqué a escribir sobre los indios de México. 84 OO ————————— lll El articulo de fondo Aunque en México suele confundirse con la co- lumna, porque también aparece en un lugar fijo con cierta periodicidad (diariamente, dos o eres veces a la semana, semanalmente) y signado con tuna firma reconocida, el arciculo de fondo, como su rombre lo indica, trata de ir més allé de la in- formacién noticiosa encuadréndola en un con- texto mas amplio para procedet a su andlisis. Es cierto que el articulista de fondo también puede escoger cualquier tema de su incerés y no necesariamente uno de actualidad, y que el co- Jumnisea hace lo propio, pera lo eradicional en la historia del periodismo ha sido que en el articulo se trace un cusdro de mayor profundidad sobre e! iento en cuesti6n. . "Doda dectse quel diferencia ene elastic lo de opinién, de fondo o de comentario, y la = lumna es muy suc pero se distinguen en primer lugar por el estilo (mucho més personal y hetero doxo en la columna) y en segundo porque la co- lumna se identifica tipogrificamente con una cabeza que le sitve de titulo permanence, Una definicién escolar, Ia del Diccionario de la informacién, la comunicacién y el periodismo, de José Martinez de Sousa, caractériza al articulo como 85 Federico Campbell un texto unitatio, de regular extensién, consa- grado a una informacién, una explicacién o un comentario, en el que el autor sostiene determi- nadas opiniones, desarrolla una idea 0 comenta un acontecimiento. La columna tiene caracterfsticas propias, de forma y contenido, que la singularizan e identifi- can, escribié Manuel Buendia en Ejercicio perio- déstico al citar una conferencia que dio el 29 de agosto de 1977. “Bs el género periodistico que més claramente puede diferenciarse de codos los demis: sus ca~ racteristicas externas, visuales, son facilmente apreciables: lugar fijo, tfeulo, periodicidad, fir- ma, formato, etcétera. ¥ en cuanto a la oportuni- dad que ofrece para el desarrollo de un estilo que puede llegar hasta la subjetividad mas plena, me parece que sobrepasa las posibilidades de los otros géneros.” Para Manuel Buendia, por mucho que se parezca a la columna en cuanto a su libertad temética, su enfoque y la utilizacin del lenguaje, “la verdad es que el articulo de fondo es monotemitico y esta sujeco a una estructura que no da mucho de si”. El articulo de comentario, de opinién o de fon- do, requiere de un estilo distinto al de la columna y al de la crénica; suele mantenerse en los lfmites dle lo convencional y lo impersonal, mientras que la columna es més libre en su expresi6n escrita. En algunos periédicos del mundo, no menos que en los mexicanos, se acostumbra que todos los articulos de opinién lleven un pie de autor, 86 Periodismo escrito una nota al pie de la pagina en la que se informa Ia filiaci6n >olftica del autor, por muy conocido que sea éste, y ademas del cargo, el eftulo, Ia ocu~ pacién prin-ipal, su oficio, su relaci6n con el te~ ma abordado. La idea es no engafiar al lector haciéndole creer que el autor del articulo es un periodista frofesional que hace un comentario. El artfculs de opinién viene después de los he- chos que aparecen en las primeras informaciones redactadas zon objetividad e imparcialidad. En el articulo ¢1 criterio es més laxo y cabe la subje- tividad del autor, que debera resumir los hechos y otros datos brevemente porque su texto debe ser autosuficiente; no puede dar por descontado que el lectcr ya esta encerado de la informacién que se comenta, Un error grave es polemizar con, las declaraciones de alguien sin especificar qué fue lo que se dijo exactamente, advierte el italia+ no Piero O:tone ent! buon giornale, y afiade: “El juicio debe quedar expresado de manera clara y si resulta confiuso, ambiguo, ambivalence, es mejor no escribir nada, En el art{culo de fondo hay que tener el valor de arriesgar las propias opiniones.” Si el periddico es un vehiculo para la circula~ ci6n de las ideas, el articulo de fondo se suma al debate cotidiano que se da en una cierta comuni- dad como extensién de la plaza paiblica o el par- lamento. El artfculo no es un alegato judicial, aunque se le parece. Es una argumentacién a la manera del ensayo literario o de la invenci6n clasica cicero- niana. Se parte de una premisa y se va bordando en torno a ella hasta volver suficientemente per- suasivo el etrgumento. “El articulista debe desa- 87 Federico Campbell rrollar el arte de la persuasién y proyectarlo en su escrito”, decfa Manuel Buendia. “No puede espe- rar del lector que crea lo que él dice slo porque es considerado una voz autorizada; al contrario, debe argumentar su posicién respecto de la noticia que se comenta”, agregaba, También estaba conven- cido Buendfa de que la presentacién del argu- mento tiene que basarse en hechos objetivos y que “la inteligencia debe prevalecer sobre la emocién y expresar asf el significado real del he- cho”. Enjuiciamiento, explicacién, calificacién, Ia argumentacién del articulo sigue el procedi- miento de armar una tesis y llegar a una sfntesis. Tesis sin pruebas, el articulo argumentativo no esté obligado a las demostraciones propias de la gecometrfa euclidiana, Basta que se atenga a las partes de la ret6rica y a la atgumentacién, En ningtin otro género como en el articulo de fondo se antoja mas evidente la semejanza entre el petiodista y el historiador. Los grandes histo- riadores son los que saben identificar en un cier- to periodo a los personajes significativos, los acontecimientos que cuentan, los estados de éni- mo prevalecientes, y logran establecer las rela~ ciones justas entre unos y otros para ofrecer un escenario coherente que permita al lector revivir hechos remotos del pasado como si hubiera suce- dido ayer. “Al periodista se le puede comparar con el historiador, s6lo que su tarea consiste en ofrecer un cuadro coherente de las situaciones ac- tuales”, dice Piero Ottone. Tal vez la convivencia del historiador con documentos y hechos del pasa- do, y su anilisis de los mismos, es lo que le facilita el comentario hicido “cargado de antecedentes 88, Periodismo escrito . aude iempre trae a cuento” sobre las noticias sEtualidad. Pignsese en la evidencia de que au chos de los aciculistas més notables del periodis- mexicano han sido historiadore: profesién: Daniel Cosio Villegas, Lorenzo Meyer, por ejemplo, Ryszard Kapuscinski, también, es- tudié historia en la Universidad de Varsovia. 89 Lacolumna A diferencia del articulo de fondo, que suele ser monotemético y convencional en su estilo, la co- lumna leve implicita la personalidad literaria de su autor (recuérdense los casos de Jorge Ibargiien- goitia y Gaoriel Garcfa Marquez). La columna es una reflexiSn: un razonamiento, y de todos los géneros periodisticos es el que més se parece, toda, proporcién guardada, al ensayo literario que si- gue la tradicién de Michel de Montaigne (1533+ 1592) y de Francis Bacon (1561-1626). A Manuel Buendfa le gustaba la teorfa de que la columna surge en la historia del periodismo cuando, ha:ia 1872 y en los afios subsiguientes, los lectores de Chicago y Nueva York empiezan a aburrirse con el cono impersonal de los periédi- cos y exigen textos de caricter mas personal y humano. “Los periédicos iban bien, sf, pero se habfan vue.to demasiado impersonales. Aunque parezca incongruencia, la verdad es que a medida que avanza a el perfeccionamiento técnico, fue- ron perdierido la calidez humana que habfan te- nido en sus artesanales principios”, dejé escrito Buendia en su Ejercicio periodistico. Lo que distingue a la columna es que aparece en un luga: fijo del periddico o la revista, dife a1 Federico Campbell renciada de las otras secciones por ci to; siempre va firmada por alguien de rcoreclo restigio —generalmente un profesional del pe tiodismo— y se publica con determinada perio- dicidad: todos los dfas, una o dos o tres veces a la semana. Tiene ademas una cabeza 0 un titulo que la identifica, como por ejemplo: “Red Priva” Plaza Publica”, “Indicadot Politico”, “Frentes Politicos”, “Invencarios”, “Conjecuras”, “Carta ae Copileo » “Mascara Negra”, “Matcador”, ins fig as”, “Periscopio”, “La Hora del escle un principio, la columna empezé a Fecer en un recuadro, un apareado que sugecta exclusividad y confidencialtaod wea oe ge Fiddico en la que el lector empez6 a reconocer ea \fono facimo de autor, un lugar privilegiado o una zona de oleranciaestilistica ero no todo es formal: en la columna i también la calidad de las revelaciones, los datos Auevos, las primicias informativas, que el perio- dista va a acopiar mediante sus investigaciones, Una de las peculiaridades de “Red Privada”, la columna de Manuel Buendfa que hasta 1984 dis. tribufa en mas de treinea periddicos del pafs, era que no se limitaba a una opinién. En el trabajo de Buendfa —que le costé la vida— habfa une indagacién y una documentacién rigurosa, Se ha dicho que en el periodismo mexicano ha prevalecido la opinién por encima de la informa. ci6n, que se han hecho periédicos y revistas mds con articulos de comentario y editoriales que con reportajes (José Pagés Llergo lleg6 a tener un gran éxito en los afios 50 y 60 con una revista de 92 Periodismo escrito columnas, Siempre!), y que se ha descuidado la idea de que un periddico es mis influyente por Jos hechos que investiga y publica, no por sus opiniones. Sin embargo, la columna de Manuel Buendfa tenia la particularidad de informar més que opinar. No eran simples comentarios sus es- critos: eran revelaciones. Y los hechos cuentan infinitamente mis que las opiniones; 0, como so- Ma decir F.D. Roosevelt: los lectores se ven mas influenciados por las noticias que por los comen- tarios. Aunque Manuel Buendia concedfa un gran valor al estilo, que segtin él en la columna se podfa llevar a la subjetividad més plena, la verdad es que su trabajo periodistico era més valioso por su informacién, o su contenido, que por su forma. Era, antes que un estilista, un reportero. Un columnista de esta estirpe obtiene su infor- macién de muchas fuentes, pero sobre todo de sus miiltiples relaciones personales y de su archivo. “$i todo oficio tiene sus pequefios secretos, el del columnista no es la excepci6n. E] mas intere- sante de esos secretos se llama archivo. Para todo reportero es importante poseerlo, pero un colum- nista simplemente estaria perdido sin su archivo”, dijo en una conferencia Manuel Buendé ‘Como un periodista es ance todo un organiza- dor de la informacién, resulta que su archivo personal no comporta ningtin misterio ni se abulta con documentos de extraordinaria confi- dencialidad: se compone sobre todo de recorces de periédicos. Al paso del tiempo los temas se van integrando y enriqueciendo solos; basta ir pescando las novedades que de cuando en cuando van apareciendo en la prensa. Muchas personas se 93 Federico Campbell asombran ante las revelaciones de un periodista y se preguntan cémo y dénde consigue su informa- cién. Pero, como alguien decfa, todo esti en los periédicos: basta saberlos leer. Una informacién de aspecto nuevo, comentaba Buendia, de pronto se forma sola en el archivo, cuando varias piezas aparentemente inconexas se unen y producen al- go de especial interés, Aforcunadamente para quienes deseen apreciar en un solo conjunto de columnas lo que es el es- tilo de un articulista, y lo que va siendo su obra periodistica a lo largo del tiempo, existen los Ila- mados “libros de articulos”, tan socorridos por editores y autores en los tiltimos afios. Antafio la costumbre més comtin era pensar y escribir un libro ex professo, es decir, como tal, como libro. Pero ahora, por las presiones del tiempo, cada vez es mayor el ntimero de escritores que hacen recopilaciones de sus articulos publicados en la prensa, de sus notas y sus conferencias. Lo hizo Octavio Paz y lo hizo Umberto Eco. Lo hicieron Roland Barthes y Leonardo Sciascia, Algunos compiladores lo han hecho con los escritos de Jo- sé Alvarado, Gabriel Garcia Marquez y Jorge Ibargiiengoitia. Esto no es bueno ni malo en sf mismo. Lo que importa es que el libro resulte ameno, inteligence, interesante, provocador, y que tenga cierta fuerza expositiva cuando no un estilo disfrucable, En Mitologéas, Roland Barthes reunié columnas que habfa publicado en la prensa francesa entre 1954 y 1956 “al calor de Ia actualidad”. En ellas intentaba hacer una lectura de ciertos mitos de la vida cotidiana entre los franceses. Un articulo de 94 Periodismo escrito prensa, una vorograffa de un semanario, una peli cula, un espectéculo, una exposicién, servian de pretexto a Berthes para arriesgar una critica ideolé- gica al lenguaje de la llamada cultura de masas y un desmonteje semiolégico de ese lenguaje. ‘Mis 0 meos en la misma escuela de Barthes, pero ya entrados los afios 70, Umberto Eco em- pez6 a publicar sus columnas en un semanario italiano, L’Espresso, con un estilo directo y narra~ tivo, no desprovisto de humor ni de sétira. Eco ha venido desarrollando este “pensamiento co- yuntural” fijando su curiosa atencién en los he- chos de actnalidad, ha pretendido realizar una semiologfa de la vida cotidiana, una aproxima- ci6n al universo de los discursos periodisticos 0 polfticos, a los fenémenos de la moda y las cos- tumbres. Una importante recopilacién de sus ar- ticulos se encuentra en La estrategia de la ilusiin. \ En diarios, semanarios, revistas mensuales, el autor de E/ itombre de la rosa y de Baudolino ha da- do a conoce: sus comentarios sobre lo cotidiano, en caliente, bajo el impacto de una emocién o el estimulo de un acontecimiento esperando que sean leidos », si valen la pena, recordados. Eco afirma que en un articulo de periédico los hechos se utilizan para dar origen a hipétesis, pe- ro no con la intencién de transformar la hipétesis en leyes. Siraplemente se dejan a la valoracién de os interlocitores que son los lectores. Si antafio este juego se jugaba en privado, se confiaba a cartas personales o a las paginas de un diario in~ timo, ahora sucede que los periédicos “son el diario fncimo del intelectual y le permiten escri- bir cartas privadas muy ptiblicas”. 95 Federico Campbell Para Eco, escribir su columna en las revistas es una forma de Participacién polftica. Considera su deber invitar a los lectores a que adopten una sospecha permanente respecto de los discursos cotidianos y esta convencido de que escribir es hacer polftica. “Desde los sofistas, desde Sécra- tes, desde Platén, el intelectual hace politica con su discurso.” Eco cree hacer politica no sélo cuan- do habla de las Brigadas Rojas sino también cuando habla de los museos de cera, Ademés, lo que le inceresa como columnista es poner en jue- 80 una idea que, ral vez, mas adelante, desarro- Hard en un libro, Le fascinan ls rencciones de sus lccores, las civersas ecturss que cada quien hace 'En el discurso periodfstico Ia responsabilidad €s menos grande que en el discurso cientifico Porque es posible atreverse a emitir hipétesis Provisionales. ‘También es hacer politica correr el tiesgo del juicio inmediato, de la apuesta coti- diana y de hablar cuando se siente el deber moral de hacerlo, y no cuando se tiene la certeza (0 la esperanza) tedrica de hacerlo bien”, escribe en La estrategia de la ilusin, Visiones mexicanas, del neoleonés José Als cg 1-1974) reine las mejores ae anes virtuoso de la prosa periodistica. Colaborador de Siempre!, Excélsior, El Dia, Pepe Alvarado se mani- fest6 como comentarista politico desde su més temprana juventud, cuando en 1929 participé en las luchas estudiantiles Por la autonomia universi- Ee vio eas Aen en aventuras li- as como la fundacién ris Barandal, Taller, Romance, Letras oe y Tiena 96 Periodismo escrito Nueva, La mayor parte de su obra quedé dispersa en periédicos y revistas en los que colaboraba dos © tres veces a la semana en columnas tituladas Apuntes al vuelo, Intenciones y crénicas, Laberinto, Mé- ‘xico de dia y de noche. “Defendié sus ideas y sus afec- tos con su oficio de escritor y con su calidad de periodista. Se propuso escribir pensando, en lugar de escribir odiando o lisonjeando. De alli su obse~ sivo cuidado de la palabra, su affin de exactitud se- miol6gica: sus indagaciones en el idioma, que lo Mevaron a admirar el donaire de la precisién y el equilibrio en Alfonso Reyes; el estilo como forma de pensar, en Jorge Luis Borges; la esclarecedora netracién en el genio de la lengua, en Andrés Bello y Rufino José Cuervo. Pocos escritores nues- tros han sentido y amado tanto las ricas posi- bilidades del castellano como José Alvarado, explorador de sus sorpresas con deleite”, escribié en su memoria Hugo Latorre Cabal. ‘Nacido en Guanajuato en 1928 y muerto en Madrid en 1983, Jorge Ibargiiengoitia se dedicé fandamentalmente a la novela y al teatro (Los re- Ldmpagos de agosto, Las muertas, Dos orimenes, Clo- tilde en su casa. Ante varias esfinges), pero destacé también como columnista en la Revista de la Uni- versidad de México, Excélsior, Vuelta y en el suple- mento La cultura en México de la revista Siempre! Thargiiengoitia publicé mas de 700 articulos en Excélsior entre enero de 1969 y julio de 1976, los martes y los viernes, en las paginas editoriales de ese diario. Sus columnas tenfan el sello de su personalidad literaria, eran muy amenas y diver- tidas, gracias a un sentido del humor muy pecu- liar y a su fina, elegance ironia 97 Federico Campbell Guillermo Sheridan estuvo al cuidado de las recopilaciones que han aparecido bajo los citulos Ausopsias rdpidas, Instrucciones para vivir en México y La casa de usted y otros viajes. “Son dos mil cuar- tillas que trazan un doble mapa: uno, sentimen- tal € ir6nico, de lo que significa vivir en México (es decir: de lo que significa padecer la ciudad y a provincia, viajarlas, comer, beber, votar, recor- dar, amar y aborrecer); otro, el que se desprende de la mirada singularisima, auténoma y escépti- ca del hombre que ve al pais y que se ve a sf mis- mo mientras lo hace. Si algunos de los sucesos que, en la década de 1970, incitaron a Ibargiien- goitia pueden considerarse caducos, no cardare- mos en reconocer que la manera de convertirlos en literatura les agrega un valor més que pro- pio”, escribe Sheridan. Los viajes, Coyoacén (su barrio en la ciudad de México), el hombre asediado por el crecimiento y el absurdo urbanos, la impertinencia de algu- os espacios arquitecténicos, el oficio de escribir, se encuentran entre los temas mas recurrentes de los desenfadados ensayos periodisticos de Jorge Ibargiiengoitia. “Yo entregaba mi columna los lunes a la una de la tarde. Al salir de Excélsior lo que més me gustaba era constatar que mientras los demés empezaban su semana de trabajo yo ya habia ter- minado la mia”, escribié, 98 La resefia Se trata de un comentario breve e informativo, una narraci¢n muy sucinta, que da cuenta de un acontecimiento cultural: un libro recientemente publicado, el estreno de una puesta en escena, un concierto m sical, una funcién de danza, una ex- posicin de pintura o escultura, una nueva peli- cula, un especticulo. La resefia aparece en un lugar fijo —y diferen- ciado tipogrdficamente— en los diarios o las re-) vistas. Por lo general es un texto muy bien escrito, breve, agil, inteligente, que se le enco- mienda a un escritor externo y que suele ser al- guien que se mueve como pez en el agua en su medio. Cuando la resefia es crftica comporta en todos los casos un juicio de valor, pero si no aventura un juicio, entonces se queda en cr6nica: una me- ra relacién cle lo acontecido, escrita en lo posible con gracia. Sin embargo, la mayor parte de las veces la resefia implica una critica implicita 0 ex- plicita que parte de una informaci6n noticiosa en la que el auitor argumenta por qué esté bien 0 mal una obra. No basta que lo enuncie: tiene que decir por qé opina en uno 0 en otro sentido y apoyar su a'gumentacién dando elementos para 99 Federico Campbell ser persuasivo y para que el lector se forme una idea. Una muestra de ignorancia, de falta de edu- caci6n y de respeto al lector, es escribir en un to- no como el siguiente: “Esto es asi simplemente por que yo lo digo”. (Desplantes de ese jaez son los que definen al autoritarismo intelectual y al cientifico.) A la critica de libros suele llamérsele también “recensi6n” que quiere decir “valoracién”. Para Roland Barthes, la ceftica literatia es “una activi- dad de desciframiento del texto”. Esta decodifi- cacién puede ser de todos los colores ideoldgicos que se quiera o elija el autor de la critica: puede ser marxista, neokantiana, positivista légica, psi- coanalitica, estruccuralista, antitotalitaria, empi ricocriticista, impresionista, existencialista, en los estilos mas diversos y segtin “adhesiones ideol6gicas” diferentes, incluida la ideologia de la anti-ideologia que consiste en descalificar cualquier argumento porque es “ideolégico”. De lo que se trata es de que el critico produzca un tex- to que tenga fuerza, inteligencia, provocacién, desplante irdnico. “El objetivo es siempre el mis. mo: intentar aprehender un sentido verdadero del texto, a fin de descubrir su estructura, su secreto, su esencia”, segiin decia Barthes en una entrevista en L’Express el 31 de mayo de 1970. En principio, éstas serfan las reglas del juego. Sin embargo, en el comentario de un libro cuenta muy frecuentemente la simpatia personal del criti- Co por el autor. En ciertos medios, la critica litera- ria es polftica literaria. El resefiista no puede sustraerse a los afectos: no tiene que actuar como un juez y resulta natural que por motivaciones de 100 Periodismo escrito amistad o de afinidad estética ponga més aten- ci6n a los escritores que son sus amigos que a los que no lo son. En lo paises de cultura anglosajona resulta de muy mal gusto comentar el libro del director de una publicacién en la publicacién misma. Algu- nos periédicos vetan la critica de un libro a quien conozca personalmente a su autor. No se acepta tampoco que escriba sobre un escritor que haya comentado antes un libro del critic ni que man- tenga relaciones personales con alguien citado en su texto. 101 El editorial En una seccién especial del periddico o de la revista se presenta el editorial, es decir: el punto de vista de la casa. En los diarios mexicanos el editorial suzle aparecer en pagina par, al lado i quierdo de las dos paginas desplegadas, o empe- zar en primera plana con un pase a interiores. El editorial se refiere siempre a un asunto de interés ptiblico y de actualidad periodistica. Se redacta en un tono impersonal: con un tono “ob jetivo” y si bien se citan todos los componentes del tema aralizado, a fin de ponderar ante la in- teligencia clel lector todos los factores en juego, ¢s tradicionalmente valido que la direccién del periédico tome partido. En la seczi6n editorial se suelen tratar varios asuntos, tres 0 cuatro, como es tfpico del diario Excélsior. Ea El Universal y La Jornada general- mente el tema es uno solo. En el editorial no se trata de beneficiar ni de perjudicar a nadie. Mas que condenar o cele- brar, el tex:o del editorial pretende ser persua- sivo: expcne un argumento con_ palabras sencillas, frases cortas, y no demasiadas oracio- nes subordinadas. Aspira a decir lo maximo con el menor nimero de palabras. Trata de atrapar 103 Federico Campbell al lector desde la primera frase gancho y mante- her su atencién. Como es evidente, el editorial no leva firma. Es an6nimo, pero es un valor entendido que la autoria del texto corresponde a los responsables del periédico: director y propietarios. Los encargados de escribir los editoriales son miembros de la redacci6n del periédico 0 colabo- radores externos que dominan una u otra materia: politica, economia, relaciones internacionales, de- rechos humanos, leyes electorales, derecho laboral, salud publica, finanzas. Tanto dentro como hacia afuera del periédico se guardan con la mayor di: crecién los nombres de quienes elaboran los edito- riales. En el editorial, escribe Manuel Buendia, el re- dactor tiene fundamentalmente tres clases de li- mitaciones: “Una, la politica del periddico, que lo obliga a asumir una posicién y a conservar el tono que le ha sido marcado; otra obvia limitan- te es el tema que se le fij6; y la cercera consiste en la extensién del escrito impuesta por el formato de las paginas edicoriales.” Es cierto que el editorial pertenece al Ambito de Jas opiniones y no al de los hechos o Ia infor- maci6n. Los hechos, ciertamente, cuentan mu- cho més que las opiniones y los periédicos suelen ser mds poderosos e influyentes en la medida en que descubren hechos y los publican, no cuando expresan opiniones. Sin embargo, hay un espacio en todo periédico reservado a la discusién de las ideas: el editorial en primer término. Alli es donde se expresa el pensamiento de la direccién del petiddico y sus propietarios. 104 Periodismo escrito Si el diario es un vehiculo para la circulacién de las ideas, es 16gico que los lectores esperen del editorial una proposici6n inteligente y critica respecto al problema politico, econémico y social del momento: un razonamiento plausible en fa- vor de los intereses de la sociedad, no de un gru- po de particulares. Esto es un ideal y asi se entiende desde el punto de vista te6rico y estric- tamente profesional periodistico: e! tratamiento de los temas no se hace en funcién de la defensa de una clase o una ideologia sino en atencién al establecimiento de la verdad y del bien comin. Lo que importaba es la materia, no el anélisis de personalidades. Para el periodista italiano Piero Ottone, en su libro I! buon giornale, “el periodismo tradicional refleja la concepcién au- toritaria, segtin la cual el que manda (el jefe de la policfa, el procurador, el funcionario piiblico, el profesor de escuela) siempre tiene raz6n. El pe- tiodismo moderno por el contrario refleja la con- cepcién democritica, segtin la cual todos somos iguales, o al menos todos cenemos los mismos de- rechos; también los ciudadanos comunes y co- trientes, los obreros, los estudiantes, pueden tener raz6n” Estas ideas corresponden a la practica de perio- distas celosos de su oficio, directores y editores que trabajan con independencia de todos los po- deres actuantes en la sociedad. Sin embargo, en la vida de todos los dfas las cosas no siempre coinciden con el ideal periodistico: la mayor par- te de los periédicos mexicanos obran en virtud 105 Federico Campbell de sus intereses econémicos y de sus creencias ideolégicas. El lector tiene que aprender a desci- frar los mensajes, a discernir de qué lado de la ver- dad se coloca un determinado medio en su expresién editorial. ¥ la forma més légica de iden- tificar esos intereses es atender no tanto al régimen de propiedad —empresa comercial, sociedad ané- nima o de capical variable, asociacién civil, coope- rativa— que define la personalidad juridica del periddico 0 la revista sino a sus propietarios idenci- ficables que los controlan: quiénes son, cémo se Haman, a qué grupos politicos o financieros per- tenecen, cudl es su relacién —directa 0 indirec- ta—con el Estado. En México, donde los medios no estan en manos de periodistas sino de hombres de negocios o estan financiados y directamente controlados por “oficinas de comunicacién social” gubernamentales, muchos periédicos —miem- bros oficiosos del complejo propagandistico gu- bernamental— suelen seguir una Ifnea editorial apologética de las politicas del gobierno federal 0 de los estados. Muy pocos se atreven a disentir de la “verdad oficial” porque pondrian en peligro sus intereses y sus lucrativas relaciones de poder. “No es posible ponderar correctamente la poli- tica editorial de un periédico a menos que se se- pa quién es su duefio. ¢Los propierarios del periddico, como grupo 0 como individuos, tie- hen otros intereses materiales en la comunidad? Si asf es, el peligro mas probable es que ya no sean objetivos cuando se afecten esos intereses. {Estan al servicio de ciertas facciones politicas 0 grupos de poder financiero 0 comercial? ;Se preocupan sinceramente por el bienestar publi- 106 Periodismo escrito co?”, escrike y se pregunta Dwight Emerson Mitchell en su libro Journalism and life. Por todo ello el lector tiene que discriminar entre una re- vista y otra, entre un periédico y otro: identificar su grado de dependencia o independencia tam- bién por el atimero de paginas de “publicidad” gubernamerital que intercalan en sus ediciones. Por su intenci6n, el editorial puede ser enun- ciativo, explicativo, combativo, critico, apologé- tico o admonitorio, segtin la clasificacién del boliviano Ratil Rivadeneira Prada (Periodismo), y siempre estard referido a un hecho reciente de importancia colectiva. 107 El “nuevo periodismo” De estirpe neoyorkina, el llamado “nuevo perio- dismo” empezé a practicarse a mediados de los afios 60 en la revista Esquire y el suplemento New York del desaparecido diario The New York Herald Tribune. Vatios de los colaboradores de New York —que sobrevivirfa como publicacin indepen- diente ditigida por Clay Felker al finiquitarse el periédico— descrefan de los convencionalismos propios de la gran prensa norteamericana y proce- dieron a romper las reglas de la “objetividad”, la “imparcialidad” y la suposicién de que el perio- disea “no piensa” ni debe externar juicios de va~ lor o adjetivos innecesarios. Tom Wolfe, te6rico y practicance de E/ nuevo periodismo confiesa que por primera vez oy6 ha- blar del Nuevo Periodismo hacia 1966, pero no desconoce que ya en la década de los 50 se estaba fraguando desde las péginas de True y The New Yorker, justamente cuando “la novela lanzaba sus iltimas lamaradas como sancta sanctorum", es de- cir, cuando la novela languidecia como género y se encontraba en un callején sin salida, Carlos Monsivais admite que el nuevo perio dismo desea aprovecharse de la llamada “crisis de lanovela” y 109 Federico Campbell jeclara abolidas las fronteras convencionales en- tre reportaje y cr6nica y participa de beneficios, prejuicios y técnicas de historia, antropologia so- cial, sociologia, psicologfa, novela, politica, ade- més de referencias extraidas de la mitologfa cinematogrdfica o de la culcura televisiva o del cardlogo de los grandes almacenes o de las haza- fias de la sociedad de consumo y el show busines: Ese fenémeno desinhibido, que quiere fundir la novela y el reportaje en un solo género, que no se abstiene de interpretar ni de recrear, “reacciona contra el trabajo de los reporteros tradicionales (pasivo, grisiceo, informe) y desea impregnar de apremio estilistico (estético) las fortalezas habi- cuales donde se empobrece, se burocratiza o se de- grada el lenguaje. Interpretar, para el Nuevo Periodismo, es en lo primordial cuesti6n de for- a", enuncia Carlos Monsivdis, antes de concluir: lay que negar el dictum de Oscar Wilde: el pe- riodismo es lo que no se puede leer y literatura lo que no se lee”. Lo que los “nuevos petiodistas” se proponen es ocupar el sitio privilegiado de los autores de no- velas mediante el realismo provocador, irreveren- te y agresivo de sus textos y una clara voluntad de estilo. El reportero no desaparece, como en la nora informativa convencional que cubre el es- pectro qué-quién-dénde-cudndo-cémo y por qué, sino todo lo contrario: se involucra como protagonista en la historia que reportea y redacta sin desdefar ninguno de los recursos —didlogos, descripciones, monélogo interior, reflexiones en- sayisticas, caracterizaciones de los personajes, 110 Periodismo escrito punto de vista narrativo, manejo del tiempo— de que dispone un novelista en su arsenal lite- rario. La semejaiiza entre la novela realista del siglo xix y el reportaje ha hecho a muchos criticos preguntarse si no eran ya “nuevos periodista: Daniel Defor, Stephen Crane y Mark Twain, Bal- zac y Zola, Diario del afto de la peste, de Daniel Defoe; Vida on el Mississippi, de Mark Twain; La jungla, de Upton Sinclair; 0 entre nosotros E/ ‘dguila y la se-piente, de Martin Luis Guzmén, 2no combinaban ya el relato literario y el reportaje que realizaban para documentarse? En efecto, estos libros son antecedentes del “nuevo periodismo” —tanto 0 menos que Hiroshi- ma, de John Hersey, que aparecié integro en un ntimero de The New Yorker en 1946— pero lo que sucedié en los 60 fue que los nuevos periodistas promovieror una rebelién radical contra las cos- cumbrés y las f6rmulas tradicionales del quehacer periodistico y, sobre todo, asumieron una actitud més participativa y osada. Lo que distingue al nuevo periocismo es su manera de encarar los he- chos y sus personajes: el papel activo que juega el periodista er. la historia, su compromiso con una idea politica —como dice Carlos Monsivais— y su “identificuci6n con uno de los lados del asunto para dedicarse a interpretar desde alli”. El estilo como juicio moral y politico, la impli- cacién de que el tema refleja a la sociedad en su conjunto, la intencién de penetrar en las mentes de asesinos, morociclistas, géngsters y politicos, constituyen >ara Monsivis las caracteristicas del nuevo periodismo. Federico Campbell Pero sobre todo en dos formas difiere el nuevo periodismo del reportaje convencional: en la re- laci6n del reportero con la gente y los acontec mientos, puesto que al describirlos refleja nuevos valores y actitudes, y en la transformacién radi- cal de la noticia mediante el uso de mecanismos novelisticos como el punto de vista, la manipula- cidn del tiempo hacia atrds o adelante, y el retra- to escrito. Uno de los libros en que mejor se profundiza en esta diferencia es Realidad y ficcién. El nuevo pe- riodismo y la novela de no ficcién, de John Hollo- well. El profesor de 1a Universidad de Arizona observa que el nuevo periodista va mas alla de la versién oficial de las cosas y suele ser “franca- mente critico de los poderosos intereses que con- trolan la difusi6n de las noticias”. No se resigna a los boletines de prensa del poder ni guarda de- ferencia alguna hacia los funcionarios piiblicos. Le arrebata la iniciativa a los “directores de co- municacién social” o jefes de relaciones pblicas ¥ no se limita a cranscribir sus declaraciones. To- do Jo contrario: “Iucha por revelar la historia oculta tras los hechos superficiales”. “La creciente tendencia hacia el reportaje a fondo en el periodismo de revista y de periédico ha conducido a una mayor libertad para los escti- tores en términos de forma y estilo”, escribe Hollo- well. Lo propio y distintivo del nuevo petiodismo €s su lenguaje, su estilo, su diversidad de puntos de vista, sus caracterizaciones a través del habla de sus personajes o tomando en cuenta sus mo- dos de vida y sus formas de pensar. Si busca un estilo literario comparable al de la ficci6n es para 112 Periodismo escrito dar una mayor dimensién psicolégica, social, ideolégica, a los personajes reales que aparecen detrés de la noticia, Su afin es liberar al reporcaje de las formulas anquilosadas impuestas por la re~ daccién de las agencias. El periodista no es una méquina. No es una grabadora. No es una caqui~ mecanégrafa. No es una procesadora electrénica de palabras. Es un escritor. No se intimida ance la inconmovible estructura elemental de los pé- rrafos compuestos por hechos y citas entrecomilla~ das: intenta, mejor, reconstruir una experiencia y hacerla sentir al lector. Aspira a conmoverlo. Urili~ za las herramientas de la narrativa para dar un cuadro, un contexto vivo, y procede de escena en ‘escena —como los novelistas o los narradores ci- nematogrificos— en vez de pergefar un resumen de los sucesos y las acciones o una cronologia asép~ tica. Por ello, en lugar de citas y parifrasis, regis tra completos los didlogos a fin de identificar en lo posible los procesos mentales que ocurren detriis de los discursos. Y cuando se trata de caracterizar a los personajes se vale de todo: los m{nimos detalles. de su status, sus vestidos, sus casas, sus mueble: sus maneras de mesa, sus gustos, sus modos de co- mer, sus desplantes, sus propiedades materiales, en fin, de todos los factores “por medio de los cuales la gente experimenta su posicién en el mundo”. , Quien de alguna manera percibié esta riqueza de posibilidades fue Truman Capote. Después de convivir durante cinco afios con los autores de un oscuro asesinato en un poblado de Kansas, publi- c6 en 1966 A sangre fria. El novelista negé que su obra perteneciera al periodismo y afirmé que 13 Se, | Federico Campbell habia inventado un nuevo género literario: “la novela de no ficcién”. A pesar de ello, dice Tom Wolfe, el éxito de A sangre fria dio al nuevo pe- riodismo un impulso arrollador. Tanto que muy pronto Norman Mailer se puso a escribir Los ¢jé~ citos de la noche en. 1968, en el que cuenta, inclu yéndose como personaje y refiriéndose a sf mismo en tercera persona, los pormenores de una gigantesca manifestacién contra la guerra de Vietnam. “Hacia 1969 no existfa en el mundo li- cerario nadie que se atreviera a desechar Hlana- mente al nuevo periodismo como un género literario menor”, recuerda Tom Wolfe. Y es ésa precisamente la circunstancia que par- ticulariza al nuevo periodismo como un fenéme- no de raigambre tipicamente norteamericana: la guerra de Vietnam. Por ello mismo cuentan en- tre sus reporteros mds acuciosos e implacables aquellos que se propusieron y consiguieron des- cribir —desde el campo de batalla— la guerra concreta, su cotidianidad y su fascinacién de- mencial, concrapuesta a las estimaciones estadis- ticas y las lineas de politica internacional racionalizadas desde Washington. Utilizando a discrecién las técnicas del Nuevo Periodismo, el inglés Nicholas Tomalin y los norteamericanos Michael Herr (autor de Despachos de guerra y co- guionisea de la pelicula Apocalypse Now) y John. Sack escribieron sobre la guerra como muy pocos novelistas lo habjan hecho en el pasado, cierca~ mente con una pasién y un punto de vista distin tos en muchos sentidos a los asumidos por Tolstoi, Stendhal, Victor Hugo, Erich Marfa Re- marque o Stephen Crane, quienes, como todo el 14 Periodismo escrito mundo sabe, describieron grandes batallas mili- tares. Es cierto que hacia 1966 Nicholas ‘Tomalin ya era un periodista consistente y de prestigio pero no fue sino hasta que rompié con las maneras tradicionales de organizar un reportaje que con- movié a los lectores ingleses de The Sunday Times. Al relatar cémo el general James F. Hollings- worth (a quien acompafié en su helicéptero) se condujo en su misién de exterminio y “mat6 mas vietnamitas que todas las tropas bajo su mando”, ‘Tomalin despliega una narraci6n con la distancia y la objetividad estilfsticas de un cuento o un fragmento debian escribir muy bien. “Era esen- cial que las descripciones fueran brillantes; era esencial el buen escribir. La mejor preparacién de un periodis:a era la humanistica y la literaria; gunos de los mejores periodistas eran novelistas, que pronto cedfan a la centacién de escribir no- 19 Federico Campbell velas, cuentos, comedias, segtin una tradicién que va de Dickens a Hemingway, de Guelfo Civinini a Borgese, de Buzzati a Montanelli”, escribe el periodista italiano Piero Ortone en su libro I/ buon giornale. Tanto la ensefianza como el aprendizaje del pe- tiodismo han sido objeto de varios criterios en diferentes épocas y paises. Por una parte, se ha creido que el oficio propio del periodismo con- siste en una forma de hacer las cosas, en una téc- nica para recoger, organizar, evaluar y presentar la informacién, y que basta una educacién gene- ral o especializada (en filosofia, derecho, historia, liceratura, sociologia, economia) para salir a la calle y hacer las preguntas de rigor: qué, quién, cémo, cudndo, dénde, y por qué. Por otra, en paises donde se ha desarrollado el periodismo moderno (en Estados Unidos especialmente) se ha pensado desde hace muchas décadas que el pe- riodismo debe set en sf mismo una carrera uni- versitaria con todas las exigencias académicas que tienen otros campos del saber. Sea cual sea el criterio prevaleciente, lo cierto es que las redac- ciones de los periédicos en todo el mundo estén lenas de reporteros que vienen tanto de una uni- versidad 0 una escuela, es deci, periodistas titu- lados, como de reporteros que se formaron —y con estudios inconclusos generalmente— en otras carreras, por lo regular vinculadas a las humani- dades (aunque no necesariamente), o bien de ma- nera autodidacta. Ciertamente el’ que alguien Iegue a ser un buen reportero es en gran medida una cuestién de talento, instinto, sentido de la oportunidad, 140 Periodismo escrito amor al oficio, y no tanto la aplicacién de una técnica o una receta que se aprende en la escuela, pero en los tiltimos tiempos ha sido tal la eclosién, de las especialidades periodisticas (en economia, fi- nanzas, relaciones internacionales, medicina, cien~ cia, salud publica, fisica, educaci6n, gastronomfa, vida parlamentaria, partidos politicos, administra- cién judicial, estadistica, literatura, arquitectura, antropologia, artes, sistemas politicos, industria quimica y militar, ecologia, deporte, computa- én) y la competencia, que hoy mas que nunca, no s6lo se juzga indispensable una formacién metodolégica universitaria sino ademas una es- pecializacién en alguna de las areas de la socie- dad en que se genera informacién. Mas que relegar la carrera de periodismo a un nivel secundario en las escuelas carreras de co- municacién, como suele ser el caso en las univer- sidades mexicanas, habrfa que sacarla de la lista de materias que se Hevan en “técnicas y ciencias de la comunicacién” y hacer del periodismo un: carrera tan completa y seria como las ingenierfas, a carrera de economia, la de medicina, la de his~ toria o la de ciencias quimicas. En sf mismo el periodismo merece un plan de estudios propio y una mayor profundizacién que le permita eras- cender el nivel superficial de las generalidades: | ensefianza y el aprendizaje de una “técnica” lim! tada a cubrir las preguntas clésicas qué, quién, cémo, dénde, cudndo, por qué. “Especialista en generalidades”, el estudiante seguiré saliendo inerme de la escuela si no amplia sus conoc mientos en espafiol, idiomas extranjeros, litera- cura (el conocimiento de la novela del siglo xix 141 Federico Campbell especialmente: Balzac, Dickens, Stendhal, Zola), historia, adminiscracién ptiblica, derecho, se- miética, relaciones internacionales, filosoffa po- licica (e historia de las ideas polfticas), técnicas de investigacién documental e informatica, mé- codos de sondeos socioldgicos y encuestas, econo- mia y finanzas. Incluso en las universidades norteamericanas donde se estudia periodismo ha habido un senti- miento de insatisfaccién respecto a la carrera. En. The Reporters's Handbook (compilador: Steve Wein- berg), el libro de la organizacién Investigative Reporters and Editors (IRE), John Ullmann y Jan Colbert razonan que en los medios universitarios es frecuente escuchar que el periodismo no es una profesién. ¢Por qué? Porque no tiene un co- digo ético ni de conducta muy definido en lo que respecta a la recoleccién de la informacién ni pa- rdmetros establecidos para evaluar y establecer sus niveles profesionales o académicos. Porque tampoco se ha Ilegado a un consenso para decer- minar qué nivel y qué tipo de conocimientos se requieren para emprender la carrera ni qué rango de estudios hay que completar para salir a la calle y ejercer la profesién. El periodismo, dicen los autores, no es como las otras profesiones, como la de derecho o la de inge- nierfa, por ejemplo, En esas carreras el estudiante adquiere una gran cantidad de conocimientos y, comparativamente, poca técnica, y sale a ejercer. En una escuela de periodismo tipica o tradicional, el estudiante aprende mucha técnica y poco acerca de cémo funcionan las cosas en la sociedad: el go- bierno, las insticuciones, la cdmara de diputados, 142 Periodismo escrito los procesos electorales, la bolsa. Por ello, no es ra- ro que el es:udiante de periodismo siempre ande tomando cursos en otras carreras, a veces tres cur- sos por cads, uno de los que Hleva en la suya. ¢Por qué? Porque se siente inseguro y mal preparado. Porque sab: que no est calando el fondo de las cosas y se exté quedando en la superficie, El estu- diante de prriodismo efpico nunca ha tomado una clase de ciencias politicas que le ayude a entender cémo funciona la politica en su comunidad, cémo se adminis:ra un gobierno, por qué se hace una convocatoria para contracar los servicios de los constructors 0 los proveedores. Nunca ha llevado un curso de economia que le explique qué es la moneda o una devaluacién, o qué es ¢l ingreso per capita 0 el producto nacional bruto o la balanza de pagos o la inflacién. En cierto modo se le da a entender al estudiante que basta saber hacer pre ‘guntas; se le: dice que no tiene por qué ser un espe- cialista y que lo que tiene que aprender es cémo redactar una noticia segtin el esquema de la pird- mide inverrida. Pero al entrar en accién, al empe- zat a trabajur en un periédico, de pronto sabe muy bien cémo redactar una nota pero no cémo hacer una investigacién periodistica, cémo conseguir la informaci62 ni con qué métodos o argucias, fun- damentalmente porque no sabe cémo funcionan las cosas en la sociedad y el gobierno ni sabe como plantear las preguntas pertinentes para obtener las respuestas realmente importantes y de valor pe- riodistico. Tealia es uno de esos paises donde no se ha consi- derado necesario tener escuclas de periodismo. 143 Federico Campbell Las universidades ofrecen carreras hermanas 0 que pasan por las vecindades del periodismo —como las de sociologfa, semiética, historia, literatura— pero nunca se les ha ocurrido que en sf mismo el oficio de informar pueda tener la dignidad de un estudio como el de la neurofisiologia, por decir algo. Porque se razona que el periodismo es una técnica, como la mecanografia o la taquigrafia 0 una especie de programa procesador de palabras, es decir, un lenguaje como cualquier otro: un ve- hiculo. El razonamiento, o la “racionalizacién” (para usar un término psicoanalitico) es que uno no se pone a estudiar cinco afios de mecanografia © a hacer una carrera de taquigtafia, pues son modos de hacer, técnicas, que se pueden adquirir en cosa de un afio. Son saberes que se adquieren jal margen de las carreras “serias” 0 significativas. Uno no se pone a estudiar cinco afios de inglés exclusivamente (a no ser que se interese en la li- teratura inglesa y en la novela victoriana 0 en las tragedias historicas de Shakespeare) sino que es- tudia arquitectura y paralelamente inglés o ale- min (los idiomas como lenguajes, es decir, como vehiculos). Asi, en esta légica de la seriedad aca~ démica a la italiana, uno se pone a estudiar una carrera “seria”, como economia, historia, derecho, medicina general, odontologia, biologia, matemé- ticas, y luego, paralelamente, se coma un curso de periodismo, puesto que es slo una técnica, un savoir-faire, un know-how, un saber para organizar la informacién proveniente de cada campo. Estu- dio medicina, luego tomo un curso de periodis- mo, y me puedo dedicar a escribir en una revista médica 0 en la secci6n de salud publica de un 144 Periodismo escrito diario, Estudio ciencias biolégicas, 0 economia, adquiero las técnicas del periodismo como quien aprende uno 0 dos programas de computadora, y entro al periodismo cientifico 0 econémico. Es un lenguaje nada més. Uno no se mete cinco afios para aprender el sistema operativo de Ma- chintosh o el programa procesador de palabras Microsoft Word 2000. No. Con ese criterio se desdefia en Italia la cartera de periodismo. El ra- zonamiento no es malo. Hay algo de raz6n en to- do esto. Véase cémo no son tan serias las carreras de “comunicaciones” en las universidades, donde los j6venes estudian cine, publicidad, television, radio (a los salones les llaman pomposamente “laboratorios” de radio o de televisién); hay de- masiadas academias de comunicacién y salta a la vista que los estudios en esos centros, ¢ incluso en las universidades, no tienen Ia seriedad ni la posibilidad de profundizacién de un plan de es- tudios como el que se organiza en una facultad de ciencias quimicas 0 ingenierfa o filosofia 0 economia, Un estudiante de historia suele tener més sentido de la narracién que uno de periodis- mo. O uno de letras: luego luego se ve sti conoci- miento y préctica de la sintaxis. Por eso hay quien sigue coincidiendo con el criterio italiano Vale més que alguien que quiere ser periodista estudie letras espafiolas o historia (quién sabe por qué de la carrera de historia salen muy buenos periodistas, cal vez por el manejo de la informa- cidn del pasado y el oficio de investigar en archi- vos, de valorar y redactar la informacién por escrito; los historiadores son reporteros del pasa- do, y suelen ser estupendos editorialistas). El di- 145 Federico Campbell rector de un semanario de México dice que él prefiere estudiantes que vengan de otras carreras, no de la de periodismo. Entre uno que no haya terminado ciencias politicas 0 economfa y uno que venga titulado de la carrera de “ciencias de la comunicacién”, se inclina por el primero. Ha sido tipico de Italia, pues, la falta de escuelas de periodismo. Durante décadas, a lo largo de to- do el siglo xx, por ejemplo, se ha proclamado la inutilidad de la escolaridad periodistica y se le ha concedido un valor muy importance al papel for- mativo de la préctica en la redaccién de un dia- rio. No sigue siendo exclusivamente asi, pero ése es el criterio predominance. Después de dieciocho meses, el practicante de- be presentar en Roma un examen de “idoneidad profesional” —algo asf como un examen de opo- sicién— a fin de obtener el titulo legal de perio dista y la consiguiente inscripcién en el registro de profesiones. En el fondo es un ascenso, un punto de Ilegada més que de partida. Una opcién diferente a esta arraigada costum- bre es inscribirse en una escuela particular como eL.rG (Istituto per la Formazione al Giornalis- mo) 0 conseguir una beca que puede continuarse con un contrato de aprendiz en un periédico, Pa- ra inscribirse en el registro de aprendices o prac ticantes (que tiene un valor legal) hay que ser mayor de 18 afios de edad y tener un diploma de escolaridad previa que en todo caso puede susti- cuirse con un examen de culcura general. A pesar de que sigue siendo la prictica més ex- cendida, a principios de los afios 80 esta situa~ 146 Periodismo escrito cién ha cambiado en parte. Se han abierto peque~ fias escuelas dle periodismo y se han ofrecido be- cas. Un papel fundamental en este proceso ha tenido el IFG de Milén que desde el afio de su na~ cimiento, 1977, ha formado por lo menos a 1,500 periodistas que han ingresado con éxito al mercado de trabajo. Sus exiimenes de oposicién son del todo “informales” y no tienen nada que ver con los concursos piiblicos. El 1G nacié de una iniciativa del Ordine dei Giornalisti di Lom- bardia y es la nica escuela que en Italia permite Megara ser periodista sin tener que pasar por el periodo de aprendizaje en un periédico. Sus alumnos se inscriben en el registro de practican- tes al principio del curso, y al concluirlo pueden presentarse «il examen de “idoneidad profesio- nal”. El curso dura dos afios y pueden tomarlo estudiantes raenores de 26 afios de edad, pero la seleccién es rauy rigurosa porque el Instituto tie- ne mucha demanda. Cada bienio acepta a 45 es- tudiantes. Eseruccurado sobre bases teéricas y practicas, el curso comprende asimismo una es- tancia de tres meses en un periédico o una revis- ta. Casi todcs los egresados del 1G encuentran trabajo de in-nediato. Aparte de este Istituto per la Formazione al Giornalismo existen numerosas escuelas que no exigen el exanen profesional al rerminar el curso y que suelen tener un caracter més bien teérico. Por ejemplo. la Escuela Superior de Comunica- ciones Sociales, cuyo curso de posgrado corre a cargo de la Universidad Cat6lica de Milén; la Es- cuela Superior de Periodismo de la Universidad 147 Federico Campbell de Estudios de Urbino; la Escuela de Especializa- cién en Periodismo y Comunicaciones de Masa (dentro de la Luis, Libera Universita Internazio- nale degli Studi Sociali, en Roma). Existen otros cursos, de muy buen nivel algunos, organizados por instituciones locales, regionales y municipales, o entidades privadas. Un Consejo Nacional fija por una parte los criterios y las condi- ciones para determinar si la asistencia a esas escue- las tiene valor legal y por otra permite a los estudiantes el acceso a los concursos para llegar a ser periodista profesional, ahorrindose el “aprendi- zaje” de 18 meses que normalmente es obligatorio. No se desdefia en Italia, por supuesto, la via autodidacta. Para quien no pueda o no quiera asistit a la escuela siempre existe la posibilidad \ del concurso puiblico, con la previa estancia de 18 meses en un medio. La primera sugerencia que se le hace a quien estudia por su cuenta es no leer sino estudiar los periédicos, analizar cémo se deciden los titulares, la cabeza principal, las se- cundarias, los balazos, o bien conseguir una “sca~ letta” (una gufa, una escalerilla) sobre la que se ha formado una pagina y comparar el tratamien- to de una misma noticia por diferentes periédi- cos. Otra prictica formativa consistiria en imitar el estilo de los mejores periodistas, reescribir un articulo en la mitad de Iineas del original o bien alargarlo con noticias sacadas de otros articulos. Entre otras escuelas y centros de estudios, exis- te en Francia el Centre de Formation et de Perfec- tionnement des Journalistes CFPJ, con domicilio en la rue de Louvre, en Paris, en el barrio de la prensa. Se fundé en 1946, para la formacién de 148 Periodismo escrito j6venes en el oficio de periodista. Con estudian- tes y pasantes franceses y extranjeros, est orga- nizado en tres grandes departamentos: * El Centre de Formation de Journalistes Cry que asegura la formacién preliminar. Mas de 1500 j6venes hombres y mujeres han hecho allf sus es- tudios: muchos ocupan puestos importantes en los periédicos, en la radio y la televisi6n. * De la formacién continua se encarga a el Cen- tre de Perfectionnement et des Cadres de la Presse cry creado en 1969, donde periodistas y cécnicos de empresas de prensa pueden asistir a cursos de per- feccionamiento en su oficio y ponerse al corriente de técnicas nuevas. Cerca de 2 500 pasantes siguen Jos cursos de actualizaci6n en el cP cada afio. * El Centre d’Information sur les Medias CIM que organiza estadias para el personal de empre- sas industriales y comerciales, administraciones, asociaciones, sindicatos, que desean familiarizar- se con la prensa y aprender a comunicarse mejor, Cada afio se inscriben mis de 2,500 personas en las estancias y cursos del CIM. Para realizar sus labores el CFP} esta equipado con tres estudios de radio, dos estudios de celevi- sién en color, una sala de redaccién telemacica dos salas de microinformética y de un sistema re- daccional informatizado. i Centre de Formation et de Perfectionnement des Journalistes: 33, rue du Louvre, 75002 Paris. Una de las escuelas mas originales de los tileimos tiempos ha empezado a ser la Fundacién para un 149 Federico Campbell Nuevo Periodismo Iberoamericano que tiene su sede en Cartagena de Indias, Colombia, creada bajo la iniciativa de Gabriel Garcfa Marquez. En ella han coordinado talleres, con no més de doce periodistas jévenes y con experiencia, Alma Gui- lermoprieto, Ryszard Kapuscinski, Alex Grijel- mo, y el propio Garcfa Marquez. Su direccién: Calle San Juan de Dios No. 3-121 Cartagena de Indias Colombia www.fnpi.org 150 Periodismo de investigacion Todo periodismo debe ser investigative por definicién. GasriEL GARCIA MARQUEZ Ciercamente el trabajo de los reporteros de The Washington Fost, Bob Woodward y Carl Berns- tein, coincide para la mayoria de los lectores con lo que se ent ende por “periodismo de investiga- ci6n”. Es una imagen roméntica y heroica: dos jévenes sabuesos de la prensa norteamericana si- guen las huellas del escéndalo de Watergate y luego de su cletectivesca indagacién provocan en 1974 la renuncia del presidente Richard Nixon. A partir de entonces entre las nuevas generacio- nes de estudiantes de periodismo se acrecienta la ilusién por este tipo de “especialidad” periodisei- ca que en rigor no tiene por qué ser una rama de la profesi6n sino el periodismo mismo, bien he- cho, de manera responsable y acuciosa. En un sentido muy estricto hablar de “perio- dismo de investigacién” significa incurrir en un pleonasmo. Se supone que todo periodismo es de investigaci6r.. Sin embargo, en la practica de to- dos los dias 0 todas las semanas no se tiene el 151 Federico Campbell tiempo suficiente para ir a fondo en la investiga- cidn de un tema. Por ello se entiende, en sentido laxo, que el periodismo de investigacién es aquel que comporta la minuciosa y por lo general di tada revisi6n de un archivo, el andlisis de docu- mentos, el seguimiento y cotejo de ciertos datos, yal final un trabajo de redaccién en el que el pe- riodista sabe jerarquizar y organizar por escrito su material dentro de un contexto justo y signifi- cativo. Por eso el periodista investigador mas que a un detective se parece a un historiador. _La organizacién estadounidense mx (Investiga- tive Reporters and Editors), fundada en 1975, que tiene su sede en la Universidad de Missouri Y que agrupa a mas de 3,000 periodistas, ha lle- gado a la siguiente definicién: "El periodismo de investigacién “es el reporea- je, conseguido mediante el trabajo de un repor- teto y por su propia iniciativa, de asuntos de importancia que algunas personas u organizacio- nes desean mantener en secreto. Los tres elemen- tos fundamentales son: que la investigacién sea el trabajo de un reportero, no un informe o una investigacién elaborados por otra persona; que el tema del reportaje sea de suficiente importancia ¢ interés para el lector o el espectador; y el hecho de que otros cengan la intencién de ocultar al publico la informacién que se busca”. Asi, los fa- mosos Papeles del Pent4gono, que sobre la gue- tra de Vietnam y contra la voluntad del gobierno dio a conocer The New York Times, no serian pe- tiodismo de investigacién porque fueron desliza~ dos a la prensa y no eran producto del trabajo de un reportero. 152 Periodismo escrito ‘Al menos tres de los mas importantes libros sobre la materia, Investigative and in-Depth Repor- ting, de Judith Bolch y Kay Miller, The Reporter's Handbook, de Steve Weinberg, John Ullman y Jan Colbert y The Journalism of Outrage, de David L. Protess et al. dedican sus paginas mas a cémo conseguir la informacién que a cémo escribirla. En las escuelas de periodismo la ensefianza suele centrarse en cursos de redaccién y no tanto en c6- mo localizar las fuentes y la documentaci6n in- dispensables para apoyar un reportaje. Los tres libros coinciden en que los periodistas no salen muy bien preparados de las universidades: se gradvian enterados de todo pero de nada a fondo: no se les ensefia cémo funciona, por ejemplo, el sistema de la administracién de la justicia y tienen por tanto que tomar cursos especiales de derecho 0 de economia si van a dedicarse a cues- tiones financieras o bursétiles. En las carreras de derecho o de ingenieria el estudiante adquiere una gran cantidad de conocimientos y compara~ tivamente poca técnica y luego se lanza a la priic~ tica, mientras que en una tipica escuela de periodismo el estudiante aprende mucha técnica y muy poco acerca de cémo funcionan las cosas, las insticuciones, en la sociedad. “Una de las ra- zones por las que al diarismo se le reprocha su superficialidad es que las cualidades que tienen en comiin los periodistas investigadores —a ca- pacidad de localizar, entender y en tiltima ins- tancia utilizar un gran ntimero de documentos y estadisticas a fin de abonar bien una hipétesis— no son del dominio de todos los periodistas. Esas cualidades pueden y deben ser aprendidas por ro- 193 Federico Campbell dos los reporteros”, escribe John Ullman, uno de los autores de The Reporter's Handbook. El objetivo de este manual —referido, por su- puesto, al contexto estadounidense— es orientar al periodista en el manejo de la informacién esta- ral: la que se encuentra en los archivos oficiales de las diferentes dependencias de la administra- cin pablica municipal, estatal o federal, Dirfase enconces que en este sentido una investigacién periodistica digna de tal nombre sélo seria posi- ble en un pafs organizado en su estadistica y sus registros documentales, es decir, en un Estado de derecho. Porque el principal punto de referencia —el acuerdo comin de los ciudadanos, el con- rato social— es la ley. Las experiencias de los reportajes de investiga cién que informan The Reporter's Handbook provie~ nen de los periodistas miembros de Investigative Reporters and Editors (IRE), y en sus paginas reve~ Jan cémo fueron consiguiendo su informacién en los diferentes campos (tribunales, Suprema Corte, vivienda, Departamento del Trabajo, sindicatos, Departamento de Estado, salud piiblica, reglamen- cos, esatutos, eccétera) y c6mo supieron utilizar las leyes del derecho a la informacién (Freedom of Information Act) para conseguir del gobierno los documentos que necesitaban. Desde 1975, iE ha venido organizando reu- niones anuales en las que los periodistas investi- gadores de 18 paises parcicipan en conferencias y mesas redondas ¢ intercambian sus experiencias. Bl congreso de int que se celebr6 en Chicago del 6 al 9 de junio de 1991 conté con la asistencia de iniis de 600 periodistas, en su gran mayoria de 154 Periodismo escrito Estados Unicos, y trataron temas relacionados con el narcotréfico, el hampa en los sindicatos, el cri- men organizido, la corrupcién policiaca, la viola cién a las leyes y los reglamentos ecolégicos, y sobre la posibiilidad de que en los diferentes paises los periodistas colaboren con sus colegas de codo el mundo. La columnista de E/ Espectador de Bogoti, Marfa Jimens. Duzén (que perdié a una hermana y a. cinco comrafieros periodistas asesinados por los narcotrafican:es) diserté sobre cémo debe compor- tarse en Colombia el enviado especial de un diario extranjero; scbre la conveniencia, por ejemplo, de identificarse como periodista en cualquier circuns- tancia, en las ciudades y en el campo. El peruano Gustavo Gorriti, experto en el tema de Sendero Luminoso, aconsej6 a sus colegas que se prepararan muy bien antes de ingresar en Perd para hacer un reportaje sobre la insurgencia, que buscaran rela~ cionarse con jeriodistas nacionales, que definieran de manera clara su intencién profesional al encon- trarse en zoras peligrosas, que no se detuvieran mas de dos cias en cada lugar, etcétera. Michael Opperskalski, director de la revista alemana Top Se- aret, conté céino su equipo de trabajo, en colabora- cién con sus pares de Namibia, penetré los servicios de propaganda e inteligencia milicar de Sudafrica a fin de conocer y publicar las acciones de “juego sucio” preparadas contra las fuerzas del swaPo. En otras mesas redondas y conferencias los periodistas investigadores discutieron acerca de las relaciones con los editores cuando se trata de con- tratar un libro y sobre la utilidad de las compu- tadoras y las redes de computacién con acceso a archivos pare la investigacion periodistica. 155 Federico Campbell Uno de los servicios més importantes que otorga IRE —desde su sede en la Universidad de Missouri: 100 Neff Hall, Columbia, Mo. 65211; Estados Unidos; teléfono (314) 882-2042— es el de sus bancos de informacién electrénicos; también permite consultar su “morgue” de da- tos, su hemeroteca y su biblioteca, y comprar sus Publicaciones periddicas, como Top Investigations from 1985 & 1986, The Investigative Journalist's Morgue (indices de articulos, reportajes, series, de los archivos de RE), Top 100 Investigations, en las que se indican las fuentes, los documentos, las dificultades, los seguimientos, los resultados, el punto de partida, de los 5,300 reportajes de in- vestigacién compilados. Si Investigative and in-Depth Reporting, de Ju- dith Bolch y Kay Miller, fue uno de los primeros libros de periodismo que centra su interés en c6- mo conseguir la informacién més que en cémo redactar un reportaje o un articulo. The Journa~ lism of Outrage, de David L. Protess, Fay Lomax Cook, Jack C. Doppelt, James S. Ettema, Marga- ret T. Gordon, Donna R. Leff y Peter Miller, de la Northwestern University de Chicago, es fun- damentalmente un estudio acerca de los efectos que en la sociedad y el gobierno han tenido los seis reportajes de investigacién analizados por Jos autores. Muichas veces un reportaje 0 una de- nuncia resulean como rayas trazadas en el agua, no se materializan en una accién de la sociedad civil 0 del gobierno, 0 no se vuelven una legiti- ma causa politica; en el libro The Journalism of Outrage, la idea es justamente seguir la pista a ca- da uno de los seis reportajes de investigacién y 156 Periodismo escrito discernir qué cambios se produjeron en la socie- dad, en las legislaciones, y en las politicas adminis- trativas, a consecuencia directa de su publicacién. Y esos seis reportajes, efectivamente, llegaron & transformar las cosas que estaban mal. En The Journalism of Outrage se hace también la historia del periodismo de investigacién en Esta- dos Unidos, desde las denuncias de Banjamin Harris en su Publick Ocurrences, que publicaba en Boston hacia 1690, hasta la denuncia de la masa cre de 109 vietnamitas en la aldea de My Lai es- crita por Seymour Hersh y distribuida por Dispatch News Service en 1969, y las investiga- ciones sobre el caso de Watergate de los reporte- t0s de The Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, en 1972. : En la parte introductoria de su libro, los inves- tigadores de la Universidad Northwestern ras- trean el origen de esa tradicién del periodismo norteamericano que consiste en denunciar los males de la sociedad y del gobierno, la corrup- cién, la malversacién de fondos puiblicos, el pe- culado, los fraudes electorales, los abusos de poder, la concesién de favores a particulares en perjuicio del bien pablico (del interés general), la concentracién de privilegios, el monopolio in- dustrial 0 comercial, los excesos de fuerza policia- cos, el maltrato a los trabajadores, las condiciones de insalubridad en las fabricas, es decir, todo aquello que ilegitima o ilegalmente vaya en con- tra de la sociedad en su conjunto. Si el periodista investigador se siente un refor- mista (no un revolucionario necesariamente) es porque desde los primeros gérmenes de 1a socie- 157 Federico Campbell dad norteamericana, en los afios de las que fueran las trece colonias, empieza a establecerse el con- senso de que si la cosa ptiblica es piblica, luego entonces la gente tiene derecho a saber lo que es del orden pablico, no lo que concierne a las vidas privadas. Esa es la teorfa de la responsabilidad social de la prensa, que se refuerza en el siglo XIX cuando se producen ciertos cambios en la socie- dad estadounidense y en los propietarios de los periédicos. Como no habia ni hay ahora un esta~ turo de la prensa —porque se entiende que una sociedad es mas democrética en la medida en que algunas de sus actividades colectivas no se regla- menten— entonces empez6 a sentirse el acuerdo comiin, en la pricctica, de que la prensa tiene una responsabilidad hacia la sociedad y el propésito de iluserar al ptiblico con la informacién y la ver- dad en funcién de ciertos valores de moral civil: el respeto de los derechos de los demas, la obser- vancia de la legalidad comin a todos los ciuda~ danos. El periodismo contempordneo se encomienda al principio del “derecho de la gente a saber”, se~ giin muchos cédigos de ética profesional (aunque no sean de obediencia obligatoria ni uniformes, debido a la naturaleza heterogénea y competitiva de los periédicos norteamericanos) y a la conven- ci6n no escrita de que la labor de la prensa es un servicio ptiblico. La conviccién de que mejor se sirve a la sociedad en la medida en que més se di- semine la mayor cancidad posible de informa- cién es uno de los principios, por ejemplo, del reglamento ético que rige en The Washington Post. El Cédigo de ética de la Sociedad de Perio- 158 Periodismo escrito distas Profesionales, la mayor en su género en los Estados Unidos, establece por su parte y desde 1926 que “el derecho del ptiblico a saber es la misi6n més importante de los medios masivos. Se distribuyen las noticias y se ilusera a la opi- nién publica para servir mejor al bienestar gene- ral”. Esta tradicién es, pues, la que da sentido al trabajo de Ics periodistas investigadores. Al ex- poner los casos de abusos y de injusticias, el pe- riodista investigador consigue uno de los mas nobles fines del periodismo contemporineo: ac- tivar la conciencia de los ciudadanos en favor del bien comtin. El periodismo asi entendido no es sino una de as miiltiples opciones que tiene el ejercicio de la democracia y una reafirmacin de que la difusién de la informacién ha de practi- carse bajo el espiritu de los derechos civiles. Las profundas raices hist6ricas del periodismo de investiga-i6n anteceden en Estados Unidos incluso a la publicacién de los primeros periédi- cos en 1704, en la época colonial. Hacia finales del siglo xix los grandes propietarios de perié cos —Joseph Pulitzer, William Randolph Hearst, Adolph S. Ochs, E.W. Scripps, Joseph Medill— revitalizaron la actividad periodistica, no se inhi- bieron para clemostrar y denunciar los despojos del poder, y sus periédicos dieron a conocer los reportajes de investigaci6n mds importantes de las dos tiltimas décadas del siglo. Las revistas de circulacién nacional se metie~ ron con la éli:e de la industria y los negocios. En 1902 la mensual McClure publicé una denuncia de la Standard Oil Company e hizo la historia del ascenso d+ John D. Rockefeller al mundo de 159 Federico Campbell la riqueza y el poder documentando cémo la Standard, a través de intimidaciones y amenazas, hizo quebrar a las pequefias compafifas petroleras de Cleveland. En 1905 Casmpolitan denuncié las pricticas deshonestas de la International Harvester Company. Pero tal vez la denuncia de la industria més lefda durante este periodo fue un reportaje de irivestigacién de Upton Sinclair, quien se pas6 siete semanas como trabajador “clandestino” en los ras- tros de Chicago en 1904 para denunciar las inhu- ‘manas ¢ insalubres condiciones bajo las que tenfan que trabajar los carniceros. Sinclair publicé pri- ‘mero una serie de sus hallazgos en una revista so- cialista, Appeal To Reason, y luego los teedit6 en su famoso libro La jungla. La construccién del reportaje se realiza al final, cuando el repottero ya tiene todos —o los sufi- cientes— datos a la mano. El propésito del pe- tiodista es armar una argumentacién, darle un sentido y un contexto a su informacién. Su tra- bajo aspira a establecer cierta verdad periodistica —no una verdad cientifica organizada conforme al método cientifico, ni una verdad jurfdica co- mo procuran hacer los abogados defensores o 1os jueces en un proceso judicial— a través de los da- tos, las declaraciones, los documentos, la persua- sién sostenida en un discurso légico y sugerente. El redactor apela a la inteligencia del lector y para ello le proporciona todos los datos comprobados de que dispone a fin de que cada quien llegue a sus conclusions. Este sistema de escritura argumental, que en la tradici6n literaria tiene sus orfgenes, entre otros, 160 Periodismo escrito en los ensayos de Montaigne y de Voltaire, puede estudiarse en libros como E/ caso Moro, En tierra de infieles, Autos relativos a la muerte de Raymond Roussel, La desaparicién de Majorana, El teatro de la memoria, de Leonardo Sciascia; en Asesinato, de Vicente Lefiero; en Charras, de Hernén Lara Za- vala; en E/ Karina, de German Castro Gaycedo; en Operacién Masacre, de Rodolfo Walsh; en E/ profesor y la prostituta, de Linda Wolfe; en Cabeza de turco, de Giincer Wallraff, en El periodista y ol asesino, de Janet Malcolm; en Todos los hombres det Presidente, de Bob Woodward y Carl Bernstein. 161 Si un cédigo deontolégico es un pacto entre los periodistas y los lectores, y no con sus jefes ni con los poderes piiblicos o privados, lo primero que debe est-blecer de manera clara e inequivoca es quignes son los propietarios de su empresa y qué intereses representan estos accionistas. A partir de este primer enunciado, cada grupo de profesioncles podré comprometerse a guardar ciertas reglas de comportamiento para preservar ! y ejercer el clerecho a la informaci6n, a la libre expresién y @ la critica sobre cuestiones de inte- rés colective —no privado— que suponen el “derecho a saber” de todos los ciudadanos desde hace siglos. Hista tradicién, resultado del queha- cer hist6rico social y universalmente aceptada, se sustenta en la idea de que la democracia, como ha escrito Norberto Bobbio, es “el gobierno del poder piiblico en puiblico”. ‘Cuando los lectores reprochan ciertos excesos € injusticias a Ja labor periodistica, el tema vuelve a exponerse a la reflexién. Es un asunto de discu- sién permanente, y esté muy bien que lo sea, pe- ro por ello mismo es pertinente recordar cémo se han ido construyendo estas reglas del juego y por qué —como si merecieran un estatuto especial, 163 Federico Campbell como si la ley no fuera igual para todos— los pe- riodistas han tenido que cumplir con su misién de informar imponiéndose limites a sf mismos de manera esponténea. Con todo, aparte de la mala educacién republi- cana de los funcionarios que ven como ilegitima la actividad periodfstica, va y vuelve la sospecha social de que las demandas conera los periodistas no prosperan. Pero éste es un problema mis de los jueces que de los periodistas, puesto que el Cédigo Penal es para todos y en el émbito judi- cial es donde ha de dirimirse si se ha incurrido en acusaciones sin pruebas, en insinuaciones calum- niosas, o en incrusiones en la vida privada. Si los profesionales de los medios no se han es- perado a que el Poder Legislative norme su ma nera de trabajar ha sido porque a lo largo del tiempo se ha legitimado una tradicién de estirpe norteamericana segiin la cual un minimo de re- glamentacién resulta la manera més creativa de resolver el dilema entre la libertad de expresiOn y el derecho de cada ciudadano en lo individual. Es de paises civilizados no reglamentar todas las actividades. No se reglamenta la libertad de cétedra, por ejemplo, ni el ejercicio libre de mu- chos terapeutas. En Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos, Japén, no se deriva de la ley ge- neral cémo deben actuar los periodistas, pero tampoco se les margina de la legislacién cri- minal. En México no se exige ni siquiera el certificado de primaria para ejercer de periodista, como sf se supervisa el trabajo de los neurocirujanos o de los dentistas. El del periodismo es un oficio libre, 164 Petiodismo escrito como el de carpintero, y tiene sus riesgos. Son los tiesgos de la democracia participativa. ‘Al encomendarse a un cédigo deontolégico y autodisciplinario, la mayorfa de los periodistas del mundo coinciden en que hay que tomar en cuenta todos los puntos de vista respecto de un conflicto, en que hay que subsanar cuanto antes y sin tapujos los errores cometidos, en que no hay que beneficiar ni perjudicar a nadie, en que no se debe confundir el papel de periodista con el de un policfa, en que no se debe hacer el vacio (salvo que se advierta, como hace E/ Pafs, que por principio le hace el vacfo al box) a ningén personaje ni a ninguna institucién porque han tenido problemas para cubrir una noticia. Tam- poco se admite utilizar la libertad de prensa para asuntos en los que se tiene interés personal. La vocacién del periodista es indagar la verdad de los hechos en toda su longitud de guerra, con todo su oficio, su imaginacién y su ética. El pe riodista no es un juez ni tiene por qué acopiar pruebas para establecer la “verdad técnica”. Su trabajo consiste, incluso, en dar cuenta de las fantasfas populares aunque el poder las considere “conspiracionistas”’ El periodismo en todo caso, y cuando mucho, es un juzgado no de tltima sino de primera ins- tancia donde tienen valor los hechos, es decir, no es inapelable. En el periodismo casi todo se vale, menos la mala fe. Al conjunto de convenciones morales y deberes que regulan —por convicci6n personal: in foro 165 Federico Campbell interno, y no por obligatoriedad legal— el ejerci- cio profesional del periodista puede Lamarsele deoncologia periodistica. En la primera parte del cérmino, deontologia, se encuentra la caiz deontos, genitivo de deon, que significa deber, A lo largo de los dos tiltimos siglos en que se ha practicado el periodismo —primero de una forma rudimentaria, luego de manera industrial desde mediados del siglo x1x—, se ha venido es- tableciendo en la practica un cédigo no escrito, reflejo de incipientes pero elementals ideas de- mocraticas que tuvieron su origen canto en The Bill of Rights (1689) como en la Revolucién francesa y la Declaracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) que estatuia co- mo valores la libertad, la propiedad, la seguri- dad, la resistencia a la opresién; reconocia la libertad de la prensa y el principio de que nadie puede ser molestado por sus opiniones. Ese c6digo no escrito, paralelo al quehacer hist6rico social, se vino configurando ademés por una variedad de ideas surgidas directamente de la experiencia: el respeto a los demas y el reconocimiento de que na- die —a través de la informacién impresa 0 por cualquier otro medio— tiene derecho a hacer da- fio a otros. Estas ideas, combinadas con una serie de creencias personales que abonan el criterio ético de cada quien, han venido acompafiando los cé- nones del oficio periodistico que se ejerce también en funcién del “derecho de la gente a saber”, ideal de una traclicién republicana que asume la res pu- Hlica (no la vidla privada) como algo accesible a to- dos los ciueladanos. 166 Periodismo escrito Por otra parte, si bien es cierto que la étici jie a las convicciones particulares y a la concien- cia de cada individuo, también‘es un hecho que en cada periédico u organizacién periodistica se suele tener an reglamenco de comportamiento ético interno, un enunciado de las “reglas del juego” a las que deben atenerse todos los respon- sables de dirundir profesionalmente la informa- ci6n, Estos cdnones, preceptos 0 normas, varfan de un medic a otro, pero comparten en lo funda- mental ciertos valores, como la imparcialidad y la objetividad, el respeto a la vida privada y la obligacién de dar oportunidad a cada quien de exponer su punto de vista respecto a asuntos con- trovertibles que les afecten. La deontologia del periodista es, por otro lado —segiin Carlo de Martino y Fabio Bonifacci, au- tores de Dizionario pratico di giornalismo— muy compleja por la amplitud de su casuistica y la necesidad muchas veces de s6lo poder juzgar caso por caso. En Italia existen algunas leyes que vin- culan al per.odista a comportamientos muy pre- cisos (las que tienen que ver con los delitos de imprenta, por ejemplo), algunas costumbres (co- mo la no publicacién de los nombres de los me- nores de edad o de las mujeres violadas o de los muertos por sida) y una serie de normas de serie dad profesional tendientes a conseguir el maximo de objetividad y de imparcialidad posible. Entre estas leyes, De Martino y Bonifacci sefialan: 1. Dar noticia de todos los hechos importan- tes, sin otro criterio de seleccién que su interés periodistico 167 Federico Campbell 2. Separar las noticias de los comentarios, pre- sentando estos viltimos de manera muy clara e identificable. 3. Tomar en cuenta siempre el punto de vista de todas las partes involucradas. 4, Separar la parte periodistica de la publicita- tia, sin crear figuras hibridas 0 poco reconoci- bles. 5. Citar las propias fuentes, sobre todo si se trata de fuentes activas y si no es necesario valer- se del secreto profesional. 6. Reproducir exactamente las declaraciones tomadas en las entrevistas, de ser posible graba- das para evitar los desmentidos. 7.. Citar los datos de forma completa y mis re- presentativa de los diversos significados que puede tener una estadistica o un sondeo. 8. Utilizar de manera objetiva tftulos y foto ‘graffas. 9. Usar un estilo sobrio y seco, sin retérica y sin adjetivos calificativos o innecesarios. Estas normas, derivadas en buena parte de la tra- dicién anglosajona, avalan un modelo de perio- dismo que trata de ser el espejo més fiel de la realidad, centrado en el respeto a los hechos y destinado a lograr la mayor objetividad y la mé- xima imparcialidad. Este modelo, dicen los au- tores italianos, ha tenido el mérito de sustituir Jas antiguas “hojas de opinién”, hechas para pro- pagar las ideas de quienes las imprimfan, y de cumplir una funci6n civil que concibe al perio- dismo como una especie de “perro guardién” de Ja sociedad. “Se trata de una concepcién que deja 168 Periodismo escrito flancos abiercos a varias objeciones, tanto priicti- cas como te6ricas, pero que sigue siendo el mejor punto de referencia para una prensa que se opone a subordinarse a verdades preestablecidas 0 a po- nerse automdticamente al servicio del mas fuer- te", dicen De Martino y Bonifacci.. En todas estas consideraciones es obvio que también va implicita la norma moral de hacer bien el propio trabajo, tanto como debe hacerlo un zapatero, un sastre, un carpintero, un médico, un electricista. Un articulo tiene que ser como una camisa bien cortada. Un reportaje bien puede ser como el mejor guiso realizado por la mano del mejor cocinero. En el estupendo Manual de redago e estilo del periédico brasilefio 0 Globo, Luiz Garcia incluye un capitulo sobre “cuestiones éticas” y apunta que el periodista, como reportero 0 como editor, selecciona los elementos de la informacién que pasan por sus manos y les da un paso distinco a cada uno, lo cual representa el ejercicio de un considerable poder, es decir, decidir cémo un determinado aspecto de la realidad debe ser pre- sentado a la opinién ptiblica. Pues bien, dice Garcia: “La primera cuesti6n ética que se le pre- senta al periodista es aprender a no abusar de ese pode Al presentar como “norma de estilo” un enuncia- do, la agencia espafiola EFE establece en sus tér- minos una regla de comportamiento period{stico elemental: “Una informacién debe considerarse incomplera si no recoge las diversas posiciones existentes acerca de un conflicto 0 no refleja los 169 Federico Campbell, cestimonios de las distintas partes concernidas ‘Cuando sea imposible obtener la po- sici6n de alguna de las partes afectadas, hay que hacerlo constar claramente, bien refiriendo que la parte en cuesti6n se neg6 a exponer su punto de vista o a responder a determinada acusacién, bien comunicando que BFE intenté sin éxito con- seguir su reacci6n.” Sin utilizar la palabra “ética”, la agencia BFE incluye en su manual de normas basicas un “avance para un cédigo profesional”: 1, Los periodistas de BFE, en el desempeiio de su labor, no buscarén ni aceptarén ventajas per- sonales ni servir a otros intereses que los estricta- mente informativos. 2. Considerarén una falta profesional grave pla- giar, difamar, calumniar 0 acusar sin pruebas. Salvo sentencia firme de los tribunales, siempre dejarén un margen para la presuncién de inocencia. 3, Los periodistas de la Agencia tienen el deber inexcusable y permanente de adquirir los conoci- mientos precisos para informar con exactitud y competencia 4, Rechazar las recomendaciones, consignas 0 directrices que, promovidas por cualesquiera grupos de presién politica, confesional, econé- mica o social, pretendan orientar, influir 0 alterar las informaciones. 5. Rehusar cualquier atencién o regalo cuyo valor supere las habiruales normas de cortesia, porque aceptarlo podrfa condicionar su labor 0 inducir esa impresién en los abonados de EFE. 170 Periodismo escrito 6. Su actividad periodistica en la Agencia serd incompatible con la realizacién de cualquier ta rea publicitaria o de relaciones piblicas, 7. Los periodistas de EFE renunciardn al desem- pefio de trabajo alguno en empresas o institucio- nes relacionadas con las tareas informativas que tengan asignadas. Una de las iormas que se sigue en The Washing- ton Post, en su estatuto de Standards and Ethics, redactado y aprobado poco después de las reve- laciones del caso Watergate en 1973, es que “el periédico tiene como propésito la busqueda res- ponsable y justa de la verdad sin ningtin cemor de cualquier interés especial, y sin favorecer a nadie”. Hacia finales de los afios 80, The Washington Post redefini6, y volvié més estrictas, algunas de! sus normas internas. Por ejemplo: 1. Todos los periodistas y miembros de la re- dacci6n tienen la obligacién de comunicar a la direccién del periédico sus intereses financieros. 2. Ningiin redactor 0 reportero aceptard rega- los de ninguna fuente ni viajes gratuitos. 3. El periédico s6lo acepta que sus redactores y reporteros tiabajen en exclusiva, Las conexiones laborales con el gobierno se encuentran entre las més objetables. 4. El perisdico debe evitar cualquier acto de arrogancia y debe enfrentarse al piblico de forma educada y sincera. 5. Cualquier cosa (relaciones de negocios, inte- reses financicros, parentescos) que ponga en peli- 71 Federico Campbell gro la objetividad de la informacién debe comu- nicarse al jefe. 6. En la busqueda de la verdad, el periddico debe estar preparado para hacer sacrificios que afecten su fortuna material si ello es necesario para el bien pubblico. Obras normas suelen ser comunes a muchos me- dios y consticuyen una ética que preserva el buen desempefio de sus quehaceres. Por ejemplo, la idea de que se hace periodismo sin beneficiar ni perju- dicar a nadie, s6lo para informar —con fundamen- to en declaraciones de personas idencificadas y en documentos— sobre asuntos de interés colectivo. En algunos periddicos y revistas se considera ina- ceptable que el reportero participe a la vez y de manera activa en causas partidistas de tipo polfti- co, ideolégico, comunitario o religioso, o bien que utilice el espacio de su periédico para dirimir cues- tiones personales. Se cree asimismo que el periédi- co o la revista deben pagar todos los gastos del reportero: aviones, comidas, hoteles, transportes terrestres y aéreos; es decir, ningtin reportero debe aceptar que alguien le pague sus gastos porque eso puede poner en peligro su objetividad, su libertad y su distancia respecto de los hechos. Se discute también en la préctica si el periodista debe identi- ficarse como tal al estar haciendo una investiga- cién, si puede mentir, robar o violar cualquier ley a fin de conseguir la informaci6n. Por lo general es- tas conductas se descartan como correctas aducien- do que el fin no justifica los medios. Y, en fin, se pondera cuando y en qué condiciones hay conflicto de intereses entre el trabajo del periodista y otros 172 Periodismo escrito compromisos suyos de orden laboral y remunera- dos. El diario E/ Pafs, que se edita en Madrid, in- corpora en su Libro de estilo las que serian las responsabilidades profesionales de sus redactores, reporteros, comentaristas y directivos. Bjemplos: * Los redactores del periédico no deben hacer ef vacio a un personaje o a una institucién slo por- que hayan tenido problemas para cubrir deter- minada noticia. El derecho a la informacién es sobre todo del lector, no del periodista. ** Bl periddico ha de ser el primero en subsanar los errores cometidos en sus péginas y hacerlo lo més répidamente posible y sin tapujos. * El periodista transmite a los lectores noticias comprobadas, y se abstiene de incluir en ellas sus opiniones personales. * Hay que evitar el recurso de disimular como fuentes informativas (“segiin los observadores juicio de analistas politicos”) aquellas que sélo aportan opiniones. + Es inmoral apropiarse de noticias de parerni- dad ajena. ‘ Esta terminancemente prohibido reproducir ilustraciones de enciclopedias, revistas, etcétera, sin, autorizacién previa de sus propietarios o agentes * En los casos conflictivos hay que escuchar 0 acudir siempre a las dos partes en litigio. % Esté rerminancemente prohibido firmar una noticia en un lugar en el que no se encuentra el au- tor, ni siquiera en el caso de los enviados especiales qué elaboren una informaci6n llegados de un viaje + Nunca los intereses publicitarios motivarén la publicaci6n de un articulo o de un suplemento. 173 Federico Campbell * La Redacci6n de E/ Pafs considera el secreto profesional como un derecho y un deber ético de los periodistas. La proteccién de las fuentes in- formativas constituye una garantia del derecho de los lectores a recibir una informacién libre, y una salvaguarda del trabajo profesional. Ningtin redactor ni colaborador podra ser obligado a re- velar sus fuentes. En Francia no existe ningtin texto legal o con- cractual que fije los usos y los deberes aplicables a los practicantes del periodismo, segiin se lee en La presse Grite 1990/1991 (Ediciones del Centre de Formation et de Perfectionnement des Journa. listes; 33, rue du Louvre, 75002 Paris, 1991). El Sinico estacuto existence, adoptado por el conjunto de organizaciones profesionales de periodistas, s6lo compromete a estas organizaciones. Esta carta daca de 1919, fecha en la que fue definida por el Sindicato Nacional de Periodistas france- ses poco tiempo después de su fundacién. Mas reciencemente, los representantes de las federa~ ciones de periodistas de la Comunidad europea, de Suiza y Austria, reunidos en Munich en 1971, signaron una “Declaracién de derechos y deberes de los periodistas”, mejor conocida como “Carta de Munich Los dos siguientes textos corresponden a la carta de los periodistas franceses y al preambulo de la Carta de Munich: Carta de Deberes Profesionales de los Periodistas Franceses Un periodista digno de tal nombre: 174 Periodismo escrito * asume la responsabilidad de todos sus es- critos; * considera que la calumnia, las acusaciones sin pruebas, la alteracién de documentos, la de- formacién de los hechos, la mentira, son las faltas profesionales mds graves; * s6lo reconoce la jurisdiccién de sus pares, so- beranos en inateria de honor profesional; * s6lo acepta misiones compatibles con la dig- nidad profesional; * se prohibe a sf mismo invocar algiin titulo 0 una personalidad imaginaria, utilizar medios desleales para obtener informacién o sorprender Ia buena fe cle cualquier persona; * no acep'a dinero de ningiin servicio piiblico ni de una ernpresa privada, donde su calidad de periodista, sus influencias, sus relaciones, sean susceptibles de ser explotadas; * no firma con su nombre articulos de especie comercial o financiera; * no plagia; * cita sierapre a sus colegas cuando reproduce un texto ajeno; * no solic.ta la plaza de trabajo de sus colegas ni promueve su remoci6n ofreciéndose para tra- bajar en condiciones inferiores; * mantiene el secreto profesional; * no utiliza la libertad de prensa para asuntos en los que tiene interés personal; * reivindica la libertad de publicar honesta- mente sus informaciones; * consider: normas elementales el escrépulo y la preocupacién por la justicia; * no confunde su papel con el de un policfa. 175 \ Federico Campbell Predmbulo de la Carta de Munich: El derecho a la informacién, a la libre expresi6n y ala critica, es una de las libertades fundamen- tales de todo ser humano. De este derecho del piiblico a conocer los he- chos y las opiniones procede el conjunto de debe~ res y derechos de los periodistas. La responsabilidad de los periodistas ante el pi- blico esta por encima de cualquier otra responsa- bilidad, en particular la que lo relaciona con sus patrones y con los poderes puiblicos. La misién de informar necesariamente com- porta limites que los periodistas se imponen a sf mismos de manera esponténea. Es ése el objeto de la declaracién de los deberes aquf formulados. Pero estos deberes no pueden ser efectivamente respetados en el ejercicio de la profesin de perio- dista si no se cumplen las condiciones concretas de independencia y dignidad profesionales. E18 de julio de 1993 el Consiglio Nazionale Or- dine dei Giornalisti y la Federazione Nazionale della Stampa Italiana dieron a conocer en Roma una “Carta de los deberes de los periodistas”, motivadas estas dos organizaciones sobre todo por las criticas que los profesionales de la prensa estaban recibiendo de los polfticos acusados de corrupci6n. Se trata de un pacto entre periodistas y ciuda- danos, de un cédigo deontolégico autodiscipli- nario, cuyo propésito es ofrecer una respuesta a 176 Periodismo escrito la necesidad de dar una mayor exactitud a la in- formaci6n reafirmando al mismo tiempo la auto- nomia de la profesién. La Carta se refiere a la dignidad de las personas, la presuncién de inocencia, la veracidad de las fuentes, la transparencia del mensaje publicitario, la proteccién de los menores y de las personas in- capacitadas. Establece asimismo el documento algunas incompatibilidades con la practica del oficio: “El periodista deberd rechazar pagos, reem- bolsos de sus gastos, dédivas, concesiones de entes privados y publicos que puedan condicionar su trabajo, su autonomfa y su credibilidad.” EI trabajo del periodista se inspira en los prin cipios de la libertad de informacién y de opi- nién, sancionados por la Constituci6n italiana, “La relacién de confianza entre los érganos de informacién y los ciudadanos es la base de todo periodista. Para promover y hacer més firme esa relaci6n los periodistas italianos suscriben la si~ guiente Carta de Deberes.” Principios: “El periodista debe respetar, cultivar y defender el derecho a la informacién de todos los ciudadanos; por esto investiga y difunde coda noticia o infor- macién que considere de interés public, respetan- do la verdad y con la mayor exactitud posible. “El periodista investiga y difunde las noticias de interés ptiblico a pesar de los obstaculos que se puedan interponer a su trabajo y hace todo el es- fuerzo necesario para garantizar al ciudadano el conocimiento y el control de los actos puiblicos. 177 Federico Campbell “La responsabilidad del periodista hacia los ciudadanos prevalece siempre en las confronta- ciones con cualesquiera otras. El periodista no puede nunca subordinarla a intereses de otros y particularmente a los del editor, el gobierno u otros organismos del Estado. "EL periodista tiene el deber fundamental de respetar a la persona su dignidad y su derecho a la privacidad y nunca discrimina a nadie por su raza, religi6n, sexo, condiciones fisicas 0 menta- les, 0 sus opiniones politicas. “El periodista corrige oportuna y exactamente sus errores o las inexactitudes, de conformidad con el deber de rectificacién establecido en la ley, y favorece la posibilidad de réplica. "EI periodista respeta siempre y como sea el derecho a la presuncién de inocencia: “El periodista debe observar el secreto profe- sional, cuando asf lo requiera el cardcter confi- dencial de sus fuentes. En cualquier otro caso el periodista debe dar la maxima transparencia a las fuentes {...].” Uno de los cédigos mas estrictos de Europa, has- ta ahora, es el de la prensa britanica. A ratz de la muerte accidental de la princesa Diana en 1998, en rorno a la cual se cuestioné el papel de los fo- tografos de asalto, los periodistas ingleses se han preocupado por reglamentar la informacién re- ferente a la intimidad y al honor, la protecci6n a la infancia, la discriminacién, las grabaciones clandestinas y el pago a informantes o testigos judiciales. La Gnica excepcidn a estas normas de aplicacién voluntaria es el “interés pablico” 178 Periodismo escrito Queda prohibido el uso de teleobjetivos sin per- miso y queca desterrada la persecuci6n a persona alguna por parte de reporteros y forégrafos. Este cédiggo que a si mismos se imponen direc- tores, redaccores, reporteros y fotégrafos, se ces grana de la siguiente manera: Precisién: >eri6dicos y revistas deben evitar pu- blicar noticias y fotograffas inexactas 0 distorsio~ nadas, Si ello ocurre tiene que disculparse. Derecho a la réplica: Debe otorgarse a ciudada- nos y organizaciones cuando lo soliciten de forma razonable. Intimidad: Todo el mundo tiene derecho a pre- servar la intimidad de su hogar, familia, salud y correspondencia. Cuando ésta es vulnerada, debe ofrecerse una explicacién plausible. Por lugar privado se entiende cualquier area o propiedad, ptiblica o frivada, donde pueda esperarse una! cierta intimidad. Usar cdmaras con teleobjetivos queda descartado sin el consentimiento del pro- tagonista. Hay que asegurarse de que los repor- tajes o las fotos adquiridos de otros medios cumplan co estos requisitos. Niffos: Los menores de 16 afios seran dejados en paz durant: su escolarizacién. No podran ser abordados sin el beneplacito de sus padres o de sus cutores, No se imprimirén sus nombres si aparecen como victimas o testigos. En todas las informaciones de esta clase se evitard utilizar el término “incesto” por si algtn nifio pudiera Ile- gar a ser nombrado. Hospitales Los periodistas o los forografos que deseen penstrar en un centro médico tendrén que identificarse y obtener el permiso de la ci- 179

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