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El respeto a los símbolos patrios.

Donde quedo la patria de nuestros héroes nacionales, esa que narraba con efusión lirica

López Velarde en la suave patria, aquella por la que tantos han derramado su sangre.

El día de hoy, doy gracias a Dios por permitirme estar frente a tantas personas que

comparten aquellos principios filosóficos de antaño, cuyo origen se remonta a los valores

inculcados en el seno de la familia tradicional, siendo el respeto y el sentido de amor a la

patria pilares fundamentales del comportamiento social.

El respeto, sin duda un valor cristiano de gran importancia, el cual se define para la RAE

como: “veneración, acatamiento que se hace a alguien”; por otra parte, los símbolos patrios

de nuestra bella y hermosa nación se conforman por el escudo, la bandera y el himno

nacional, cuya historia nace paralelamente con la independencia, creando una identidad

única bajo los ideales de religión, independencia y unión, una unión que permitió sentir por

primera vez pertenencia, hermandad y arraigo.

Es bien sabido, que para poder amar es necesario conocer, y para poder respetar, también.

El amor y el respeto se gana, y aquí les pregunto, ¿no se han ganado ya con tanta sangre

ese respeto nuestros pendones patrios?, no hay nada que pensar, la respuesta es sí, esta

claramente marcado en nuestra historia nacional, pero, así como es de sencillo para

nosotros saberlo, así de sencillo es para la sociedad moderna olvidarlo.

La sociedad moderna se encuentra masificada por el consumismo y el hedonismo, envuelta

en una serie de crisis cuyo origen es incierto para la mayoría de individuos, es una
sociedad informal, llena de falsas espiritualidades, desarraigada con una fuerte crisis

existencial.

Una vez puesto esto sobre la mesa, no podemos culpar a la misma sociedad por la

carencia de valores, que se preocupan por sobrevivir en un mundo creado como un

mecanismo de autodestrucción espiritual.

Lo que si es necesario, es el hacer, pues la acción sirve de ejemplo y el ejemplo arrastra;

no existe vergüenza alguna en cantar a todo pulmón nuestro himno nacional, en mantener

la posición correcta durante los honores, no solo en la escuela, en cualquier parte del

mundo donde nos encontremos, eso es amor a la patria, un sentimiento que corre por

nuestra sangre y eriza cada bello del cuerpo, un amor que enorgullece desde nuestros

padres hasta al propio Iturbide, por eso no hay duda alguna en el valor de Escutia, pues

recibió su bautizo con sangre teniendo el águila nacional como testigo y el abrazo de la

bandera como refugio.

Es deber de cada uno de nosotros el recordar nuestras raíces, aquellas que conforman la

historia de nuestra orgullosa nación, venerar nuestros símbolos patrios, no con ostentosas

palabras banales pronunciadas en un festejo patriotero, la mejor manera es a través de

nuestras acciones, actuando cada día como verdaderos hijos de la patria, trabajando juntos

por un futuro mejor, y así, el día de mañana, nuestros hijos, al igual que nosotros se sientan

orgullosos de servir a su nación, ganado así un lugar el cielo como tantos héroes lo han

hecho ya. A los aquí presentes, si realmente eres mexicano te invito a gritar un ¡viva! por

nuestros símbolos patrios, ¡viva la bandera, nuestro escudo y nuestro himno nacional!

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