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Neuroeconomía, Economía Conductual, Economía de la Felicidad y

Freakonomics

¿Cuáles fueron las teorías más raras o insólitas que alguna vez
escuchó o leyó?

A la palabra insólita no la veo apropiada, en lo que respecta a


rara sí estoy más de acuerdo, pero es porque (las que voy a
mencionar) son teorías poco difundidas, en comparación con la
teoría tradicional. Igualmente, no incluyo aquí a las teorías poco
serias, sino a teorías serias pero poco difundidas.

A continuación voy a hacer una breve descripción de cuatro que a


mí, como economista profesional, me han llamado la atención:

 La Neuroeconomía
 La Economía Conductual
 La Economía de la Felicidad
 La Freakonomics
Neuroeconomía

¿Cuántas veces hemos ido a una tienda comercial o a algún


shopping center a comprar una prenda de vestir que
necesitábamos imperiosamente y hemos vuelto a casa con media
docena más que fuimos “viendo por el camino”? Y qué decir de
los súper / hipermercados cuando vamos por un determinado
pedido y regresamos con unas cuantas “cositas de más”, en
especial a principios de mes, cuando recién cobramos. O para
seguir con el caso de los hombres, cuántos productos hemos
comprado tan sólo porque una “vendedora bonita” nos lo ofreció y
nos convenció con su sonrisa, sin siquiera darnos la oportunidad
de comparar otras marcas, otras casas de comercio, en fin…
otras alternativas.

A todos nos ocurre de vez en cuando el hecho de comprar más


de lo que realmente necesitamos, y eso que vivimos en un país
subdesarrollado como Argentina, ni que hablar entonces de los
países desarrollados, donde crónicamente se consume más de lo
que se necesita, en especial en EE.UU.

Pero sucede que estas “fragilidades” humanas (o sea el


alejamiento de la plena racionalidad al momento de tomar
decisiones económicas) son absolutamente impredecibles y,
hasta el momento, poco tenidas en cuenta a la hora de analizar y
modelizar los procesos económicos. De esta tarea se está
empezando a encargar la Neuroeconomía.

La Neuroeconomía es una moderna rama de la economía,


surgida de la aplicación en ciencias sociales (en este caso la
ciencia económica) de los últimos avances médicos en el campo
de las neurociencias.

También se suele sostener que la Neuroeconomía es la


combinación de la Neurociencia, la Economía y la Psicología para
estudiar el proceso de elección de los individuos. Es decir, el
análisis del cerebro cuando los individuos evalúan decisiones y
categorizan los riesgos y las recompensas y además de la
interacción entre ellos.

Y si consideramos la usual separación de la Economía en


Macroeconomía (para grandes agregados) y Microeconomía
(para los individuos y los sectores específicos), la Neuroeconomía
está mucho más cerca de la segunda, ya que se centra en las
elecciones personales y en los cambios mentales-cerebrales que
subyacen a dichas elecciones.

Y si bien se complementan, no hay que confundir Neuroeconomía


con Neuromanagement, Neuromarketing y otras ramas similares,
más relacionadas estas últimas con la Ciencia de la
Administración que con la Teoría Microeconómica.

Ilustro, a continuación, algunas ideas fuerza de las neurociencias


aplicadas a la toma de decisiones:

“Según los científicos, las zonas del cerebro de la racionalidad no


pueden funcionar aisladas de las zonas de regulación biológica-
emocional. Los dos sistemas se comunican y afectan la conducta
en forma conjunta, y consecuentemente, el comportamiento de
las personas”.

“Más aún, el sistema emocional (la zona más antigua del cerebro)
es la primera fuerza que actúa sobre los procesos mentales, por
lo tanto determina el rumbo de las decisiones”.

“Los últimos avances de las neurociencias han demostrado que la


toma de decisiones de consumo no es un proceso racional. Es
decir, los clientes no examinan conscientemente los atributos de
un producto o servicio para adquirirlo”.

“En la mayoría de los casos, el proceso de selección es


relativamente automático y deriva de hábitos y otras fuerzas
metaconscientes, entre las cuales gravitan la propia historia, la
personalidad, las características neurofisiológicas y el contexto
físico y social que nos rodea”.

“La fragancia de un perfume, por ejemplo, puede evocar distintas


sensaciones. Si el cliente la asocia con experiencias dolorosas o
con una persona con la que no simpatiza, es muy probable que
no lo compre, aún cuando la relación precio-calidad-marca sea
razonable”.

En síntesis, la Neuroeconomía busca introducir en el análisis


económico las variables emocionales que los seres humanos
ponemos en juego al tomar una decisión económica, que junto
con las variables racionales (las únicas hoy tenidas en cuenta por
la teoría tradicional) terminan definiendo el rumbo final de cada
decisión económica tomada.
Economía Conductual

Esta corriente viene siendo el renacimiento de la psicología dentro


de la economía, también conocida como “behavioral economics”,
que se difunde y generaliza con el otorgamiento del Premio Nobel
de Economía del año 2002 a Kahneman y Vernon Smith. ¿Por
qué “renacimiento” de la psicología? Porque cuando nace la
economía más o menos científica, con Adam Smith allá por el
siglo XVIII, aquellos cuasi-economistas intentaban adaptar el
análisis económico a la verddera psicología humana, que siglos
después se perdió, cuando nuestra ciencia adoptó definitivamente
la premisa del “homo economicus”, ultramaximizador, que no es
real, pero sí útil y sencillo para armar los modelos económicos
que rigen nuestra disciplina hasta hoy.

Kahneman y Vernon Smith definen dos tipos de procesos


cognitivos: el Sistema 1, al que llaman intuición y el Sistema 2,
razonamiento:

“The operations of System 1 are fast, automatic, effortless,


associative, and often emotionally charged; they are also
governed by habit, and are therefore difficult to control or modify.
The operations of System 2 are slower, serial, effortful, and
deliberatively controlled: they are also relatively flexible and
potentially rule-governed” …Utility cannot be divorced from
emotion, and emotions are triggered by changes. A theory of
choice that complete ignores feelings such as pain of losses and
the regret of mistakes is not only descriptively unrealistic, it also
leads to prescriptions that do not maximize the utility of outcomes
as they are actually experienced…

Fuente: Kahneman, D. (2003). “Maps of Bounded Rationality:


Psychology for Behavioral Economics.”

El método que utilizan los economistas y psicólogos que trabajan


en la línea precitada es principalmente el experimento activo, es
decir el que se realiza sobre un grupo de personas elegidas, a las
que se les somete a preguntas relativas al tema en estudio, es
repetible y puede ser analizado estadísticamente, aunque
también se utilizan los otros métodos que emplea la economía en
general.

Sin embargo lo que distingue a esta corriente es la utilización de


conocimientos que provienen de la psicología para analizar el
comportamiento económico.

Un libro señero sobre el tema, “Behavioral Economics: Past,


Present and Future”, de Camerer y Loewenstein (2004) resumen
los principales hallazgos de esta corriente.

La gran mayoría de los aportes conceptuales de la Economía


Conductual parten de críticas al paradigma económico neoclásico
(es el vigente actualmente en nuestra ciencia), ya que éste se
basa, en cuanto a sus supuestos sobre los agentes, en tres
atributos, por lo menos, altamente discutibles:

1. Racionalidad ilimitada;
2. Voluntad ilimitada;
3. Egoísmo ilimitado.

Con relación al atributo de racionalidad ilimitada, y haciendo un


poco de historia, se tiene que, ya en 1955, Herbert Simon
criticaba los modelos económicos que adoptaban el supuesto de
agentes con ilimitadas capacidades para el procesamiento de
información, lo que lo llevó a acuñar el término racionalidad
restringida para describir una visión más realista de la capacidad
humana de procesamiento de información.

De acuerdo con esta visión, los seres humanos enfrentan


restricciones de capacidad mental y de tiempo y, por lo tanto, no
siempre serán capaces de resolver problemas complejos de
manera óptima.

Consecuentemente, una estrategia “racional” frente a estas


restricciones puede ser la adopción de reglas prácticas que
permitan a las personas economizar en el uso del tiempo o de sus
facultades mentales.
Pero, así como esta estrategia racional puede facilitar las
decisiones complejas, también puede conducir a errores
sistemáticos, vale decir, repetidos, como lo muestran Kahneman y
Tversky, en “Judgement under Uncertainty: Heuristics and Biases.

Las desviaciones del supuesto de racionalidad pueden producirse


respecto de los juicios -basados en las creencias- de los agentes,
lo que conduce a situaciones de exceso de confianza, anclaje,
extrapolación y juicios sobre la probabilidad de eventos futuros
basados en información limitada pero disponible.

También pueden producirse respecto de las opciones de los


agentes, descritas por la teoría de prospectos de Kahneman y
Tversky. Dos conceptos importantes en esta teoría son los de
“aversión a las pérdidas” y “contabilidad mental”.

El concepto de “aversión a las pérdidas” sugiere que las personas


son más sensibles a las disminuciones en su bienestar que a
incrementos en éste, o en otras palabras, se ha verificado
empíricamente que, en muchos casos, la disminución de utilidad
asociada con una pérdida es mayor al incremento de utilidad
asociado con una ganancia equivalente.

Por su parte, el concepto de “contabilidad mental” acuñado por


Thaler, se refiere a situaciones en las que los agentes, frente a
eventos repetitivos de resultado incierto, los tratan como
resultados independientes y adoptan una estrategia para cada
uno de ellos, en lugar de considerarlos como un único pool de
eventos y adoptar una estrategia general.

Un ejemplo de contabilidad mental es el comportamiento de los


taxistas en la ciudad de Nueva York.

Al igual que en muchos otros países, numerosos taxistas


neoyorquinos pagan un alquiler fijo por el uso de un taxi, y
conservan el resto de los ingresos que obtengan. En esta
situación, la estrategia “racional” de optimización sería trabajar
más durante los días de alta demanda (días con mal tiempo, o
días en los que se produce un gran evento en la ciudad) y algo
menos durante los días de baja demanda.

Sin embargo, si los conductores evaluaran cada día de manera


independiente, y compararan los ingresos del día con un estándar
pre-establecido, podrían terminar trabajando más horas,
precisamente en los días de baja demanda, algo bastante poco
racional desde la teoría neoclásica, pero que es precisamente el
hallazgo empírico más usual.

Con relación al segundo atributo, el de voluntad ilimitada, existen


numerosos ejemplos de situaciones en las que se puede afirmar
que los agentes efectivamente conocen lo que es mejor para
ellos, pero no optan de manera acorde por problemas de
autocontrol.

Estas desviaciones ocurren en el caso de las adicciones, pero


también en casos usualmente menos severos, como los malos
hábitos alimenticios, el sedentarismo o la simple procrastinación
(dejar para mañana lo que se puede hacer hoy), algo que
usualmente nos pasa a la mayoría de las personas.

Finalmente, el atributo del egoísmo ilimitado también es rebatible


y, felizmente, pueden encontrarse innumerables ejemplos de
comportamiento altruista, incluyendo el relativo éxito de muchas
colectas nacionales y los voluntariados en organizaciones
benéficas.

Indudablemente queda bastante claro, luego de todos estos


ejemplos, que los conductualistas razonan y teorizan siguiendo
una línea argumental bastante en sintonía con la Neuroeconomía,
aunque con la diferencia de que fundamentan sus modelos en la
psicología, y no en las neurociencias, a diferencia de la
Neuroeconomía, que tiene fundamentos más sólidos de ciencias
duras.

Pero los aportes conductuales vienen creciendo, y con cierto


grado de aceptación (dos premios nóbel), lo que no es poca cosa
dentro de una ciencia como la económica, donde la hipótesis de
hiper-racionalidad es fuerte y está altamente arraigada entre sus
científicos. 

Ahora bien, en un futuro cercano, creemos que la Economía


Conductual y la Neuroeconomía deberían tender a confluir, es
decir, las hipótesis de trabajo conductuales seguramente deberán
ir teniendo más fundamentos en neurociencias, de lo contrario
probablemente irán perdiendo sustento.
Economía de la Felicidad

Esta especie de teoría, arranca a partir del paper


“Macroeconomics of Happiness”, escrito por Rafael Di Tella
(Harvard Business School), Robert McCulloch (LSE) y Andrew
Oswald (Univ of Warwick) en septiembre de 2001.

Basándose en los resultados de encuestas anuales que se llevan


a cabo en Europa y USA desde mediados de la década del 70,
los autores pretenden calcular el efecto que tienen las
fluctuaciones macroeconómicas en la felicidad de las personas.
Dichas encuestas, que por cierto eran objeto (o instrumento) de
estudio de los psicólogos mucho antes que de los economistas,
consistían en preguntas del tipo “¿Diría Ud. que es muy feliz,
bastante feliz o no muy feliz?” y “¿Está Ud. muy satisfecho,
bastante satisfecho o no muy satisfecho con la vida que lleva?”.

Además de estas preguntas, se extraían otros datos de los


encuestados, como estado civil, cantidad de hijos, sexo, edad,
etc. La verdad es que los resultados de las regresiones me
parecieron muy interesantes y muy divertidos a la vez. Por
ejemplo, en una de las encuestas (llevada a cabo en 12 países
europeos), los resultados indicaban que los individuos que tienen
3 o más hijos son aproximadamente “tres veces” menos felices
que los que tienen uno solo! (cabe aclarar que, además, TODOS
los coeficientes que acompañan a las variables “cantidad de hijos”
tenían signo negativo!). Los hombres son menos felices que las
mujeres, y la felicidad tiene, con respecto a la edad, una forma de
U (es decir, la variable “edad al cuadrado” tiene coeficiente
positivo, y significativo).

Más allá de estos resultados casi “anecdóticos”, hay otros que


son más interesantes en lo que respecta a la validez de estas
encuestas. Si bien las encuestas se realizaron en 12 países de
Europa y USA, los resultados son muy similares “entre las dos
costas del Atlántico”, como dicen los autores. Y todavía mejor,
también entre los países europeos las características
estadísticamente asociadas a la felicidad de las personas son las
mismas y tienen pesos muy similares.

En cuanto a las características más directamente relacionada con


la economía, el estudio demuestra que los desempleados son
personas menos felices que los empleados, y que cuanto más
alto sea el income quartile (nivel de ingreso) en el que uno se
encuentra, más feliz se es. Esto apoyaría la teoría tradicional
acerca de las formas funcionales de utilidad (principalmente, su
característica de “monótonamente crecientes”), debido a que la
ecuación estimada de felicidad del paper es creciente en el
ingreso. Esto se podría tomar como que uno es más feliz cuanto
mejor esté en relación a los demás, es decir, se trataría más de
una cuestión de “precios relativos”. Sin embargo, los autores
también estudian el efecto que el PBI per cápita produce sobre el
bienestar de las personas.

Nuevamente, de manera consistente con lo que sostuvo siempre


la teoría económica tradicional (y que este paper es el primero en
su tipo en “confirmar”!), esta variable macroeconómica está
positiva y significativamente correlacionada con los niveles de
felicidad de los individuos. Los autores pretenden ir un poco más
allá y también estudian los efectos de los cambios en esta
variable.

El resultado es que también el crecimiento en el PBI per cápita


está positiva y significativamente correlacionado con la felicidad
individual. A medida que se aumentan los lags en los “delta-PBI”,
se ve que éstos van perdiendo fuerza. La conjetura es que los
individuos se van acostumbrando a los crecimientos en los niveles
del PBI per cápita, gradualmente.

Uno de los principales objetivos del paper es encontrar una


manera de medir y calcular el costo que para los individuos
implica una recesión. El hallazgo es que, para los países
estudiados, una persona promedio (empleada o desempleada),
para mantener constante su nivel de bienestar, ante un aumento
en un 1.5% de la tasa de desempleo, su ingreso debe aumentar
un 3%. Es decir, dado que este es el individuo promedio, el
desempleo afecta a la felicidad y satisfacción no solo de la
persona que de hecho pierde el trabajo, sino también de las
personas que no lo pierden. Esto se podría interpretar,
argumentan los autores, como el efecto de un “miedo”, de los
empleados, a perder su puesto.

Con respecto a la inflación, en promedio y para dejar inmutado el


nivel de bienestar, un individuo debe recibir 70 dólares
americanos de 1985 por cada punto porcentual de aumento de
inflación.

El trabajo finaliza apuntando a las omisiones de la economía


tradicional acerca de los importantes costos psicológicos que una
recesión provoca sobre las personas.
Freakonomics

Esta sí que es una pseudo-teoría, y bastante más rara que las


anteriores.

No tengo una gran información sobre ella, pero voy a dar un


ejemplo de un estudio concreto en la materia. Se trata de como se
usa la econometría para investigar problemas que a priori no son
económicos.

Ejemplo: Se discrimina a los trabajadores negros en


Norteamérica? Para investigar esto hacen la siguiente prueba:
eligen un aviso de trabajo en el diario y mandan 100 currículums,
que fabrican de tal manera que todos reflejen igual nivel de
educación y capacidad relevante para el puesto. La única
diferencia: los nombres. El 50% tiene nombres directamente
asociados con personas de raza negra, el restante 50% llevan
nombres que corresponden en general a personas blancas.
Repiten este test muchas veces, y que encuentran? La tasa de
convocatoria para entrevistas es de 11.9% en el caso de los
currículums con nombres “blancos” y 7.8% para los CVs “negros”.
Después alteran los currículums, cambiando los años de
experiencia laboral, y hacen otra vez las pruebas. Conclusión:
para obtener el mismo nivel de convocatorias, los CVs “negros”
tiene que tener 8 años de experiencia laboral más que los CVs
“blancos”.

Esta discriminación es algo que muchos sospechan que ocurre,


pero pocas veces he visto analizada de una manera tan rigurosa y
cuantitativa (el análisis es más complejo, en la descripción está
simplificado para que se entienda fácil)

¿Tienen buen fundamento, están bien aplicadas o diseñadas?

La Neuroeconomía y la Economía Conductual están muy bien


fundamentadas, pero van a tener que batallar mucho para lograr
torcer el brazo del mainstream economics (teoría tradicional) en
algunos aspectos teóricos, pero les tengo fe.

En lo que respecta a la Economía de la Felicidad y la


Freakonomics, no las veo como teorías, sino como simples
variantes del análisis económico, muy interesantes y creativas,
pero que sólo giran en torno del análisis de algunos temas, es
decir, un campo teórico sumamente acotado.

Seguramente de las dos últimas se escribirán algunos papers


más y no mucho más, sin embargo las dos primeras son mucho
más abarcativas y probablemente tengan mucha más vida por
delante. Eso sí, las cuatro son científicamente serias.

¿A qué momentos históricos corresponden?


Las cuatro son recientes, tienen entre una y dos décadas de vida;
la más antigua es la Economía Conductual, que ya ha dado dos
premios nobel.

¿Pueden tomarse como referencia efectiva para el análisis


económico o no? ¿Por qué?

En general ya está respondida, pero puedo acotar que todas son


útiles y ayudan a refinar la teoría económica tradicional, ultra-
maximizadora y que supone a los seres humanos hiper-
racionales, cosa muy alejada de la realidad.

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