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En el libro de los Hechos Lucas nos narra que como resultado del primer discurso de
Pedro, el cual fue energizado por el poder del Espíritu Santo (1:8), la iglesia de Cristo en
Jerusalén creció de una manera exponencial, pues a los ciento veinte discípulos que ya
había, otros tres mil recibieron la palabra, se bautizaron en el nombre de Jesucristo y se
agregaron al número de ellos. (v. 41).
El verso 47 lo resume con estas palabras: “Y el Señor añadía cada día al número de ellos
los que iban siendo salvos”. Más adelante, en Hechos 4:4 leemos que el número de los
discípulos seguía creciendo, de manera que en Jerusalén había ya unos cinco mil
hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. ¡Asombroso! De un modesto grupo de
ciento veinte, pasamos a una mega iglesia de aproximadamente diez mil personas. ¡Qué
bendición! Ese es el resultado de la obra del Espíritu Santo a través de un evangelio
fielmente predicado. Pero el crecimiento numérico de la iglesia, a pesar de ser una gran
bendición cuando resulta de la predicación fiel del evangelio, tiene sus retos.
En Hechos 6:1 leemos que, en vista de que el número de los discípulos seguía
multiplicándose, el grupo de los judíos helenos dentro de la iglesia sintió que sus viudas
estaban siendo desatendidas en la distribución diaria. Esto hizo que la murmuración
creciera y el avance de la iglesia se frenara, al menos de manera temporal. ¿Cuál fue el
remedio? En lugar de los líderes comenzar a asumir funciones que no les correspondían
porque descuidarían la oración y la ministración de la palabra, o en lugar de sugerir una
segmentación o división del grupo, se creó una estructura de tareas en la que hombres
fieles pudieran cubrir estas áreas, de tal manera que nadie tuviese necesidad. La idea fue
presentada a la iglesia y pareció bien. El resultado de esto no fue sólo que se acabó la
murmuración, sino que también “la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos
se multiplicaba en gran manera en Jerusalén” (v. 7).
¿Cuál es la enseñanza? La iglesia es como una vid, y para que esta crezca, no sólo se
requieren viñadores, sino también un enrejado o estructura en el que la vid pueda crecer.
Dicho de otra forma, aunque los líderes no servimos a las estructuras sino a la gente, es
necesario pensar en estructuras planificadas de trabajo, a veces de largo plazo. Por esa
razón, nos ha parecido bien en colaboración con la Iglesia Bautista Faith, compartir este
taller titulado Planificación Estratégica para la Vida de la Iglesia.
1
Planificación Estratégica
I. El ___________________________
I. Las ___________________________________
Notas Adicionales
A. Que Dios ha ___________________ su iglesia para que sea un tipo
particular de faro en su comunidad/mundo
II. El _____________________________
J. Asigne _____________________________.