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Ángel Peralbo (coordinador)

Elena Escribano, Tatiana Fernández,


Gloria Tudurí, Óscar Pérez
y Jorge Reyes

¿Qué hago con mi vida?


De la revolución de los 20 años
al dilema de los 30

Prólogo de
María Jesús Álava Reyes

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Índice

Agradecimientos ............................................................ 15

Prólogo. ¡Qué difícil y qué apasionante es ser joven!,


por María Jesús Álava Reyes ..................................... 19

Capítulo 1. ¿QUÉ VOY A HACER CON MI FUTURO?


(Óscar Pérez Cabrero) ............................................ 23
el miedo a la incertidumbre .............................. 24
El caso de Pablo. Cuando se avecinan cambios ....... 26
El caso de Elena. Mirar al futuro y no ver
alternativas ......................................................... 28
el manejo de las expectativas ............................. 31
El caso de Pilar. Cuando asoma la impaciencia ..... 35
El caso de Javi. Apuntar más alto de lo necesario .... 38
aprender a caerse, aprender a levantarse ......... 41
Revisando el concepto de fracaso ........................ 42
El caso de Carlota. Cuando el fracaso termina
siendo una bendición ........................................... 43
El caso de José. Cuando el fracaso forja nuestro
carácter ............................................................... 45

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la toma de decisiones con respecto al futuro 49
Evitar decisiones difíciles .................................... 50
Cómo tomar decisiones ...................................... 51
El caso de Natalia. Cuando los deseos entran
en conflicto con los valores .................................... 52
El caso de Carlos. Cuando se demora el momento
de independizarse ................................................ 55
emigrar a otro país .............................................. 59
El caso de Sandra. Sentirse un extraño al volver
a casa .................................................................. 61

Capítulo 2. ORGANIZAR Y GESTIONAR


LAS RESPONSABILIDADES DE ESTUDIO O DE TRABAJO
(Tatiana Fernández Marcos) .................................. 65
motivación y planificación ................................ 65
El caso de Alba. Descubrir lo que te define ............ 68
Pasar a la acción: empezar con motivación ......... 70
Limita las distracciones ...................................... 80
Planifica tu mes para el examen .......................... 81
El caso de Lucía. Los logros son sueños que nunca
diste por perdidos ................................................. 82
gestión del tiempo y elecciones del día a día .. 88
Tomar decisiones ................................................ 88
El caso de Rodrigo. Trabajo, ocio y descanso:
hacer malabares .................................................. 91
el cambio a la vida adulta. de estudiar
a trabajar ............................................................. 96
Hacerse mayor ................................................... 96
Afrontar el primer trabajo o un trabajo nuevo .... 100
Lidiar con los nuevos jefes .................................. 101
Lidiar con los nuevos compañeros ...................... 101
No me gusta mi trabajo ...................................... 102
El caso de Álvaro. Aceptar lo que no depende de ti
y ser paciente ....................................................... 104

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Terminar los estudios y no tener trabajo ............. 106
Buscar empleo .................................................... 108
El caso de Jorge. Mejorar las habilidades sociales .... 111

Capítulo 3. LOS BUENOS HÁBITOS Y LA DIFICULTAD


DE LA CONSTANCIA
(Gloria Tudurí Zickermann) .................................. 115
los hábitos adquiridos ....................................... 115
El caso de Patricia. Cuando el cambio hacia una
vida más saludable se hace fundamental ................ 117
los malos hábitos y la dificultad
de un adecuado equilibrio ................................. 123
El caso de Mario. Cuando el Pac-Man se lo va
tragando todo ...................................................... 126
El móvil ............................................................. 129
Las drogas .......................................................... 131
El caso de Laura. Cuando la diversión depende
del alcohol ........................................................... 133
la presión sobre nuestra imagen corporal ....... 139
El caso de Estefanía. Cuando la imagen lo es todo .. 141
la trampa del perfeccionismo ............................ 145
El caso de Irene, Clara y Mateo. Cuando intentar
hacer las cosas con excelencia se convierte
en pesadilla ......................................................... 146
sentirse bien con uno mismo .............................. 152
El caso de Raquel. El camaleón que cambia
su coloración ........................................................ 154

Capítulo 4. EMOCIONES: LAS LÁGRIMAS SON


TAN IMPORTANTES COMO LAS RISAS
(Elena Escribano Fernández) ................................. 159
las emociones básicas .......................................... 159
casos prácticos .................................................... 167
El caso de Carolina. Remando contracorriente ....... 167

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El caso de Adrián. Los hombres sí lloran ................ 172
El caso de Juan con miedo. Un intenso miedo
al futuro ............................................................. 175
El caso de Sara. Fracasar para lograr el éxito .......... 178
El caso de Luis. La vergüenza no mata .................. 184
las pasiones .......................................................... 190
El caso de Julia y Marta. Celos entre hermanas ...... 192
El caso de Isabel. No puedo soportar a mi mejor
amiga ................................................................. 195

Capítulo 5. LAS RELACIONES INTERPERSONALES


(Ángel Peralbo Fernández) .................................... 203
cómo mantener las amistades ............................ 205
El caso de Lidia. Cuando en las relaciones sociales
pasas de pensar e interpretar a actuar y participar .. 206
Claves para mantener vivas las relaciones
con amigos ......................................................... 209
Un gran inconveniente: malas experiencias que
llevan al miedo al rechazo y, este, a la inseguridad
personal ............................................................. 210
Vence el miedo y muéstrate seguro ..................... 211
la asertividad ...................................................... 212
Cómo ser asertivos ............................................. 215
Cuando quieras conseguir algo ........................... 216
Cuando te critiquen ........................................... 217
El caso de Nico. No existe razón aparente para que
le molesten las críticas .......................................... 218
Si estás de acuerdo con ella, acepta la crítica ....... 219
Si no estás de acuerdo con la crítica, hazlo saber . 221
Cómo hacer críticas constructivas ...................... 223
Cuida las formas ................................................ 224
Evita generalizaciones ......................................... 224
Evita personalizaciones ....................................... 225
No critiques lo que el otro sienta ........................ 225

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decir no a pesar de la culpa ............................... 226
Di no y deja de sentirte culpable ........................ 228
Miedo a que se enfaden ...................................... 228
Miedo al rechazo ................................................ 229
La expresión de emociones ................................. 230
las relaciones en el trabajo ............................... 232
El caso de Cris. Cuando el escenario real ni se
parece a lo que habías proyectado .......................... 233
Lo más natural: «hacer piña» .............................. 235
Claves ................................................................ 236
Ante los trepas .................................................... 238
las relaciones familiares .................................... 240
No consigo ser asertiva con mi madre ................ 242
Primero: los estilos acostumbrados ..................... 242
Segundo: las emociones básicas que lo
acompañan ........................................................ 243
Rompe los esquemas .......................................... 243
Crea tu propio estilo .......................................... 244
Escucha activamente .......................................... 244
Imposible hablar con mi padre ........................... 246
El caso de Lucas. Cuando entendió que la mentira era
un mal escudero y un pésimo compañero de viaje ... 247

Capítulo 6. LA VIDA EN PAREJA


(Jorge Reyes García) ............................................... 251
la búsqueda de pareja: ¿necesito pareja? ........... 251
Autoconocimiento. Paso previo para una buena
relación de pareja ............................................... 253
El caso de Inés. Encontrarse a sí misma para poder
ser feliz en pareja ................................................. 256
la dependencia emocional .................................. 258
¿Cómo sé si vivo una relación sana,
no dependiente? ................................................. 261
Pasos para salir de una relación de dependencia .. 262

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cómo cuidar y mantener la relación ................ 262
El caso de Ana. Aprender a elegir y aprender
a querer .............................................................. 264
Cuidar la comunicación en la pareja .................... 267
las decisiones críticas ......................................... 270
¿Qué tipo de relación queremos formar? ............. 270
¿Qué hacemos con la familia y con los amigos? ... 275
Vivir juntos: ¿es el momento? .............................. 277
cómo superar una ruptura .................................. 278
El caso de Iñaki. El reconocimiento de la lucha
estéril y el reencuentro con uno mismo .................... 279
Pasos para gestionar una ruptura sentimental ...... 282

Bibliografía ................................................................... 287

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Prólogo

¡QUÉ DIFÍCIL
Y QUÉ APASIONANTE ES SER JOVEN!
Claves para superar el laberinto de tus emociones

S i hay una etapa querida, anhelada, añorada y temida es la


juventud, ese periodo único que puede marcar nuestra vida.
La juventud no tiene fronteras. Hay personas eternamente
jóvenes y otras que se saltaron esta etapa. Para situarnos, diremos
que este libro está dirigido especialmente a los jóvenes de diecio-
cho a treinta y cinco o cuarenta años.
Ser joven puede parecer maravilloso; de hecho, las personas
que superaron ya esas edades pueden rememorar una y otra vez
aquellas vivencias; pero hoy día, no nos engañemos, ser joven no
significa forzosamente sentirte feliz.
Los estudios que periódicamente realizamos a través de nues-
tro Departamento de I+D, y la gran experiencia que acumulamos
cada año con el trabajo psicológico de cientos y cientos de jóve-
nes, nos señalan que esta etapa es la de mayor demanda de ayuda
psicológica y que los jóvenes son los que más llaman a nuestro
centro de psicología pidiendo orientación.
Recientemente, la crisis de la Covid-19 de nuevo ha puesto de
manifiesto estos hechos. Según las conclusiones de una investiga-
ción internacional codirigida por la Universidad de Málaga (UMA)
y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), las personas

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más vulnerables al confinamiento y a la situación generada por la
pandemia de la Covid-19 son los jóvenes (mayo de 2020).
El equipo de psicólogos y psicólogas de nuestro centro que
más atiende y trabaja con los jóvenes ha hecho un gran esfuerzo
para intentar identificar el laberinto de emociones que viven y
dar respuesta a sus principales interrogantes.
Sus vivencias, miedos e incertidumbres abarcan áreas muy
diversas. Se hacen preguntas como «qué voy a hacer con mi fu-
turo, dónde quedarán mis sueños, cómo puedo saber lo que de
verdad me conviene; cómo superar mis miedos; cómo gestionar
mi tiempo; cómo salir de la apatía y conseguir la motivación que
necesito; cómo identifico mis emociones, cómo alcanzo la ale-
gría y abandono la tristeza; cómo afronto y supero mi rabia, mi
desesperanza; cómo lidio con el vacío que siento, con la ver-
güenza que me invade; cómo ser capaz de decir NO sin sentirme
mal; cómo conservo y reconozco a mis auténticos amigos; cómo
me convierto en la persona segura que tanto deseo; cómo afron-
to las relaciones en el trabajo, con la familia; cómo supero la
culpa y logro que no me hundan las críticas; cómo encuentro
la pareja perfecta, cómo cuido mis relaciones, cómo afronto las
rupturas; cómo aprendo a conocerme, a valorarme y a cuidarme;
cómo consigo no caer en dependencias o adicciones; cómo
afronto mi futuro en los estudios, en el trabajo; cómo consigo
emanciparme, cómo huyo de la comodidad actual y me aventu-
ro en lo desconocido; cómo desarrollo recursos para mi vida;
cómo saco partido a mi mente y disfruto de mis emociones». En
definitiva, «cómo aprendo a vivir y cómo logro hallar la paz que
tanto busco».
Tengo que felicitar efusivamente a los psicólogos y psicólogas
del equipo que han hecho este gran trabajo; que han conseguido
alcanzar la profundidad que el tema requiere, y que lo han hecho
con un lenguaje muy accesible, cercano, útil y práctico.
Muchísimos jóvenes, y no tan jóvenes, se sentirán identifica-
dos con los numerosos casos que ilustran este libro; sentirán como

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propios sus vivencias, sus miedos, sus aprendizajes, sus dudas, sus
desconsuelos, sus esperanzas, sus ilusiones, sus alegrías y sus penas.
Este es un libro que a nadie dejará indiferente. Según vayas
sumergiéndote en su lectura, algunas temáticas te resultarán tan
familiares como inquietantes; otras te llevarán a mundos y reali-
dades que sospechabas, pero que no esperabas encontrar.
Como muy bien expresa Ángel Peralbo, director del Área de
Jóvenes y Adolescentes de nuestro equipo, y auténtico líder del
proyecto, este libro te ayudará a conseguir tu mejor versión, a
despertar recursos que tenías dentro, a superar tus miedos y du-
das; te permitirá avanzar, proyectarte hacia el futuro, aprender de
tu presente, relacionarte con éxito y establecer relaciones íntimas
con seguridad; te permitirá comprender emociones que quizá te
desbordaban o de las que ni siquiera eras consciente. En defini-
tiva, te proporcionará las claves que te permitirán conquistar el
presente y avanzar en ese gran futuro que mereces.
Pero este libro también será de gran ayuda para tantos y tan-
tos padres que se sienten perdidos, que nos llaman preguntándo-
nos qué pueden hacer por sus hijos, cómo deben actuar, cómo
les podemos ayudar en ese laberinto en que parecen encontrarse
perdidos sus hijos.
Me siento muy feliz de poder prologar un libro que viene a
llenar un gran vacío, que dará respuesta a muchos interrogantes,
que aportará luz a vivencias que hoy están sumidas en la oscuri-
dad. Un libro valiente, como valientes son sus autores, que se han
atrevido a exponer una realidad que cada día viven y sufren más
jóvenes; una realidad que golpea a muchas familias, que trunca
innumerables sueños y que merece ser abordada con todos los
recursos, con toda la experiencia, con toda la profesionalidad,
sensibilidad y rigor que nuestro gran equipo posee.
Gracias de corazón, Ángel, Elena, Gloria, Jorge, Óscar y Ta-
tiana. ¡Enhorabuena! ¡Qué gran trabajo! ¡Qué gran reto!

María Jesús Álava Reyes

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Capítulo 1

¿QUÉ VOY A HACER CON MI FUTURO?

ÓSCAR PÉREZ CABRERO

No puedes cambiar el viento, pero sí ajustar tus velas.


PROVERBIO CHINO

E l futuro ha sido una preocupación para el ser humano des-


de la noche de los tiempos. Hace miles de años los druidas tra-
taban de adivinarlo en esferas de berilo, y a lo largo y ancho de
la historia han estado presentes esta y otras formas de videncia.
Desde la bola de cristal, mucho se han sofisticado nuestras he-
rramientas para predecir el futuro, apoyadas en la ciencia y las
matemáticas, pero ni por esas lo hemos logrado. Sabemos la ho-
ra exacta a la que se producirá un eclipse dentro de más de diez
años, pero se nos escapa aún lo más elemental para saber si po-
dremos verlo: el comportamiento de los bancos nubosos en ese
momento.
Si el comportamiento de las nubes resulta aún impredecible
a largo plazo, imagina lo que podemos decir del nuestro. El
maestro de la ciencia ficción Isaac Asimov, en su novela de 1983
Los robots del amanecer, deslizó una reflexión que podríamos
resumir con las siguientes preguntas: ¿podrían las leyes de la
conducta humana indicarnos cómo va a desarrollarse el futuro?,
¿serían más vinculantes en la medida en que no fuésemos cons-
cientes de las mismas?, ¿serán de naturaleza estadística, de modo
que solo puedan expresarse con precisión tratando grandes

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muestras? Especular acerca de semejantes cuestiones resulta fas-
cinante, pero desgraciadamente poco útil para nuestros propó-
sitos cotidianos. El futuro, para bien o para mal, va a seguir
siendo una incógnita. El futuro, mal que nos pese, nos va a se-
guir enfrentando a eso que tantos quebraderos de cabeza nos
provoca: la incertidumbre.

El miedo a la incertidumbre

¿Alguna vez te has resistido a cambiar algo por miedo a lo des-


conocido? Son incalculables las veces en que nuestras decisiones
están condicionadas por la incertidumbre. El máximo exponen-
te lo encontramos en el refranero español, en aquello de «más
vale malo conocido que bueno por conocer». Pocos refranes
han suscitado tanta controversia, pues semejante proclama invi-
ta a un conformismo que puede llegar a ser nocivo. Tenemos,
además, malas noticias para los conformistas: tarde o temprano,
llega un momento en el que las cosas conocidas se terminan,
hayan sido buenas, malas o regulares. Piensa en los grandes
hitos de tu vida. ¿Qué los ha marcado? Los cambios. Cada cosa
que merece la pena contar de nuestra trayectoria tiene que ver
con algo nuevo que en algún momento sucedió: estudié en tal
sitio, me dediqué a tal oficio, me mudé a compartir piso, cono-
cí a mi pareja… De los cambios vitales es precisamente de lo
que vamos a hablar.
Imagina que estás en el pasado, en el primer curso de educa-
ción primaria. Puede que lo más lejano que te preocupase enton-
ces fuera que llegase ya el fin de semana, o las próximas vacacio-
nes. A medida que van pasando los cursos y vas madurando, tu
capacidad de anticiparte al futuro se va incrementando, y de re-
pente te encuentras a ti mismo preocupándote por el impacto
que tus deberes o la nota de un examen tendrán en las califica-
ciones a final de curso. De repente te ves deseando terminar los

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estudios, o enfrentándote a la decisión de estudiar una carrera
universitaria. Sea cual sea el final del recorrido, lo que sí has te-
nido en todo momento es un mapa. Un guion que establecía que
después de primero iba segundo y, después de este, tercero, y así
sucesivamente. Un guion que establecía que para poder pasar de
curso necesitabas lograr unos mínimos, y de no hacerlo simple-
mente repetirías curso. Eso es certidumbre. Una certidumbre
que, tarde o temprano, termina.
Resulta imposible hablar de incertidumbre esquivando el
tema de la Covid-19, el ejemplo más extremo de nuestros
tiempos. En el momento de escribir estas líneas el mundo atra-
viesa lo que se ha dado en llamar la crisis del coronavirus. De
un día para otro, y sin previo aviso, hemos visto cómo nuestras
vidas se ponían en pausa. Hemos visto cómo nuestras preocu-
paciones cotidianas quedaban eclipsadas por la pérdida masiva
de tantas vidas. Y también hemos comprobado que el futuro
abría una infinidad de interrogantes para los que nadie tenía
respuesta.
Como no tengo una bola de cristal, desconozco qué percep-
ción tendremos exactamente de todo esto cuando se publique
este libro, pero una cosa sí tengo clara: quien lo haya vivido en-
tenderá perfectamente lo que es la incertidumbre. Tampoco me
atrevo a vaticinar hasta qué punto esta pandemia cambiará nues-
tra manera de entender el mundo, pero da la impresión de que
va a condicionar para siempre a una generación entera. Desde la
clínica psicológica estamos acostumbrados a ver cómo los acon-
tecimientos extraordinarios, experimentados en carne propia,
moldean en gran medida hasta la misma filosofía de vida del
sujeto. Y este, sin duda, es uno de ellos. En las siguientes páginas
abordaremos casos inevitablemente previos a esta crisis, pero te
sorprenderá descubrir cómo los mecanismos para afrontar el fu-
turo que se observan en ellos te recordarán cosas que habrás es-
cuchado en mitad de la epidemia.

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El caso de Pablo.
Cuando se avecinan cambios

Pablo llegó a nuestra consulta con las velas de su decimoctavo


cumpleaños recién sopladas. Estudiaba segundo de bachillerato
y nada en su vida aparentaba ser problemático: convivía con sus
padres y sus hermanos, con los que mantenía una buena relación.
Cumplía con sus responsabilidades, tenía una vida social satisfac-
toria y aun así reservaba tiempo para sus aficiones. En los estu-
dios marchaba razonablemente bien, aunque empezó a rendir
por debajo de lo que acostumbraba. Lo que al principio se atri-
buía a un bache propio de un curso tan difícil se convirtió en una
preocupación para sus padres cuando empezaron a notar a Pablo
distinto, más apático e irascible.
El propio Pablo no sabía por qué estaba así, intentaba expli-
cárselo por la presión de un curso tan decisivo, pero aquello se
desarbolaba en cuanto se comparaba con otros compañeros, o
con su hermano mayor cuando estuvo en su curso. A medida que
le fui conociendo, y en vista de que ninguna de las áreas evalua-
das parecía ser el centro del problema, descubrí en Pablo una
gran laguna: su futuro. En la primera entrevista, él lo había des-
pachado con un «eso no me preocupa», pero pronto noté cómo
respondía con evasivas cuando le planteaba cuestiones más con-
cretas al respecto.
En consulta no solo se evalúa el contenido de la información
que se comparte con el psicólogo: el cómo se da esta y la que
sospechamos que se omite son a menudo elementos más revela-
dores. Lo que Pablo estaba haciendo, evitar y escapar de ciertos
temas cuyo denominador común es su futuro, nos lleva a plan-
tearnos la hipótesis de que sentía temor a los cambios que se
avecinaban en su vida, y la manera que estaba teniendo de ma-
nejar ese temor era mirando para otro lado. El problema es que
esa estrategia tan humana a menudo solo logra paliar el malestar
a corto plazo, y en el largo no hace más que empeorar las cosas:

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Pablo estaba escapando de lo inevitable, y por el camino se le
consumían las ganas y se apoderaban de él los nervios.

Según una encuesta publicada en 2019 por la Pew Research Center,*


el 95% de los adolescentes consideraban prioritario en su futuro tener
una profesión que les gustase, muy por encima de ganar mucho dine-
ro (51%) o tener hijos (39%). Un dato que no sorprende en absoluto a
los que escuchamos a diario el testimonio de numerosos jóvenes en
consulta, y que en el caso de Pablo pronto se replicaría.

Los primeros pasos para ayudar a Pablo trataron de expo-


nerlo, precisamente, a pensar en su futuro. Plantearse a qué le
gustaría dedicarse, si pretendía seguir estudiando el curso que
viene o dónde se veía a corto y largo plazo. Poco a poco se fue
poniendo de manifiesto que a Pablo le aterraba la idea de fraca-
sar, de elegir mal sus opciones o no cumplir con las expectativas
de sus padres. A partir de ahí pudimos empezar a enfocar el
trabajo en unas preocupaciones que, hasta entonces, no se había
reconocido ni a sí mismo. Al cabo de un tiempo, el propio Pablo
admitía haber estado malinterpretando demasiadas cosas: «Tras
seguir tu consejo de hablar con mis padres, me di cuenta de que
cuando ellos me presionaban para estudiar era porque estaba
empeorando mis resultados y temían que se me cerrasen puertas,
no porque deseasen que estudiase una carrera en concreto. Me
vino muy bien esa conversación con ellos, me quité un peso de
encima».
La tendencia a pintarse el futuro de negro no es patrimonio
exclusivo del final de la adolescencia, momento en el que se en-
contraba Pablo. A continuación, te presento a Elena:

* J. M. Horowitz y N. Graf, Most US Teens see Anxiety and Depression as


a Major Problem Among their Peers, Pew Research Center, 2019.

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El caso de Elena.
Mirar al futuro y no ver alternativas

Cuando me entrevisté con Elena por primera vez, bromeaba con


que el motivo de su consulta era «la crisis de los treinta». El balan-
ce de lo que había conseguido a su edad y lo que le habría gustado
le generaba una gran frustración, y cuando lo hablaba con su
familia o amistades no lograba sentirse comprendida. A menudo
la animaban a fijarse en lo positivo: Elena trabajaba en el negocio
de su familia, donde tampoco le habían regalado nada. Empezó
desde abajo y a base de esfuerzo y compromiso fue adquiriendo
responsabilidades, hasta convertirse en una pieza clave para la
buena marcha de la empresa. A Elena, como decían, «le iba bien»,
y por eso sentía que estaba privada del derecho a quejarse. Pero
vaya si tenía motivos: para empezar, nunca le había entusiasmado
el negocio familiar. Empezó en él cuando era prácticamente una
adolescente, y pronto se aficionó a las ventajas de ganar dinero.
En un momento dado, la afición pasó a ser una necesidad, pues
decidió irse a vivir con su pareja, y a partir de ahí entró en una
dinámica que la ligaba a la empresa de sus padres. Elena, más que
ligada, se sentía atrapada en ella, pues no concebía un futuro fuera
de la misma, y le angustiaba la falta de alternativas.
Existe una sensación, ampliamente compartida por la gente
a medida que avanza en edad, que podría describirse como un
cuello de botella. Cada decisión, cada año invertido en tal o cual
cosa, va llenando el recipiente, de tal modo que si en algún mo-
mento queremos cambiar el rumbo, volcándolo para sacar lo que
hay dentro, nos encontramos con que se forma un tapón. Afor-
tunadamente, esto no va más allá de ser una metáfora, pero las
metáforas a veces las carga el diablo: las metáforas son útiles para
simplificar aspectos de la realidad que resultan difíciles de expli-
car, cosa que hacen a costa de limitarla, por lo que no conviene
dejarse llevar demasiado por ellas. Si te sientes bloqueado por las
circunstancias, te interesa ser crítico con tu manera de enfocarlas.

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Elena no estaba desencantada solo con el oficio en sí, sino
con lo que suponía trabajar con su familia. Aunque estaba can-
sada de decirlo, el negocio monopolizaba las conversaciones, lo
que hacía imposible que desconectase del trabajo. Eso mejoró
cuando se fue a vivir con su pareja, Rafael Luis, pero se perpe-
tuaba a diario a través del teléfono. Fue precisamente él quien
la había animado a venir a consulta, y quien ya le había desli-
zado una idea que ni se planteaba, la de cambiar de trabajo:
«Rafa cree que me llevaría mejor con mis padres y mis herma-
nos si no trabajase con ellos», decía. Elena ni era conflictiva, ni
estaba desprovista de herramientas para manejar situaciones
problemáticas, pero sí había llegado a un punto de desgaste
debido a las dificultades derivadas de mezclar los roles familia-
res y laborales.

Por más que nos resistamos a asumirlos, algunos cambios son inevi-
tables. Y también hay otros que, aunque sean duros, resultan nece-
sarios.

Sin estudios superiores y sin experiencia en ningún trabajo


fuera de la empresa familiar, Elena se veía sin opciones en el
mercado laboral. Tras una década en el mismo sitio y con la tra-
yectoria que había tenido, la idea de empezar desde cero se le
atragantaba. Todo eran pegas. O, más bien, todo lo que veía eran
pegas, por lo que comenzamos a trabajar en eso. Cambiar su
manera de leer la situación fue el catalizador necesario para cata-
pultar a Elena a los cambios que estaban por venir. Para empezar,
la función que más le gustaba de cuantas asumía no requería de
estudios superiores, y sí de destrezas que no son compartidas por
todo el mundo: era la función comercial. Explorando sus com-
petencias, dimos con otra capacidad que ni mencionaba y que,
sin embargo, le abría muchas puertas: su nivel de inglés era muy
bueno. Elena, a los dieciocho años, había emigrado dos años a

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Irlanda para ganarse la vida como au pair aprendiendo el idioma,
y en España lo seguía utilizando con ciertos clientes y proveedo-
res. Precisamente estas interacciones constantes con profesionales
le habían permitido hacerse con una red de contactos en la que
gozaba de buena reputación. Y no ya con una red de contactos,
sino con un conocimiento de diversos sectores ajenos al suyo, el
del empaquetado de productos. Elena, después de tanto tiempo,
había aprendido mucho del funcionamiento de empresas de dis-
tintos ámbitos: sus puntos fuertes, sus carencias, sus demandas…
Donde ella veía un muro, lo que había era multitud de puertas
cuyas llaves estaban en el manojo de su bolsillo.

A medida que fuimos explorando opciones, la ilusión de Ele-


na por cambiar la hizo más permeable a renunciar a ciertos pri-
vilegios que tenía entonces. Al principio no aceptaba la posibili-
dad de trabajar subordinada a otras personas cuando ya se había
acostumbrado a un rol de liderazgo, pero de nuevo le hice ver su
tendencia a fijarse en una sola cara de la moneda: privarse de un
rol de responsabilidad tenía sus ventajas, como la de poder ajus-
tar más su nivel de implicación con el trabajo, por no hablar de
los dolores de cabeza que se iba a ahorrar.
Para terminar de convencer a Elena, se llevó a cabo una estra-
tegia basada en la técnica de moldeado del comportamiento, y que
comenzó por proponerle formar a una persona para que realizara
sus funciones. Le pareció muy buena idea, porque era un paso
intermedio necesario en caso de emanciparse de la empresa fami-
liar, y por lo pronto le servía para tener un sustituto en caso de
enfermar. Cuando Guillermo, su aplicado discípulo, empezó a
funcionar, Elena probó a delegar responsabilidades en él, y a par-
tir de ahí se le abrieron los cielos: «No solo me he asegurado un
relevo de garantías con Guillermo, sino que además me he dado
cuenta de lo bien que se vive sin estar pendiente de ciertas cosas,
¡ya ni me acordaba de lo que era esto!». Es decir, se le propuso
primero algo a lo que sí estaba dispuesta, y a partir de ahí las

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sucesivas ventajas que experimentó fueron moldeando sus pasos
hacia el cambio.
Como habrás podido intuir, el trabajo con Elena no consis-
tió en llevarla de la mano a ningún sitio ni persuadirla para tomar
decisiones con las que no estuviese conforme. El rol del psicólo-
go se limita a presentar las posibles consecuencias de tomar uno
u otro rumbo, cosa que se infiere a partir de lo evaluado en la
persona, pero es esta la que libremente decide. Lo que sí hubo
que cambiar en Elena fue su tendencia a anticipar escenarios
desastrosos.

A MODO DE RESUMEN

} Cuando se avecinen cambios en tu vida, mirar para otro lado no


servirá para impedir lo inevitable: afróntalo, estudia tus opciones
y cuenta con que los temores del principio se irán disipando a
medida que avances.
} Hay ciertos cambios que no van a venir solos, sino en la medida
en que tú des el paso. Cuando sientas que necesitas abordar uno,
revisa qué es exactamente lo que te impide tomar la iniciativa.
} Si es el miedo lo que te inhibe a la hora de cambiar cosas en tu
vida, examina bien tus temores, pues podrían no estar tan justifi-
cados como piensas.

El manejo de las expectativas

Podríamos definir las expectativas como la idea que nos forma-


mos con respecto a algo que aún no ha sucedido. Que luego
estas se ajusten o no a la realidad va a condicionar en gran medi-
da nuestra satisfacción posterior, por lo que conviene ser cautos
con ellas. Te propongo un ejemplo de lo más trivial: vas a ver
una película de la que te han hablado maravillas. Al terminar,

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resulta que no te ha entusiasmado mucho y eso te genera decep-
ción. ¿Por qué? Probablemente, por las expectativas tan altas que
habías depositado en ella. Nunca sabrás con qué cara habrías
salido del cine si simplemente la hubieses escogido al azar, sin
esperar gran cosa. Afortunadamente, también hay ejemplos en
la dirección inversa: esa típica película que ves al final del día,
sin más pretensiones que despejar la cabeza antes de acostarte, y
resulta que te entretiene muchísimo. Ten en cuenta que si cam-
biásemos al protagonista de cada ejemplo, ambos podrían ser
perfectamente válidos con la misma película: la cuestión no es
tanto la película en sí, sino la combinación de la película con lo
que esperamos de ella.
Aunque no hemos mencionado aún la palabra estrella de
este capítulo, habrás intuido ya con qué tienen una relación di-
recta las expectativas: con el futuro. Como el futuro va más allá
de la película que voy a ver a continuación, y se alarga indefini-
damente, podemos complicarnos mucho la vida si no tenemos
bien ajustada nuestra capacidad de generar expectativas. No se
trata de plantearse expectativas muy positivas, aunque tampoco
de todo lo contrario. Si nos pasamos de optimistas caemos en la
ingenuidad y la decepción posterior, pero el pesimismo no es el
remedio, pues su consejo puede cortarnos las alas donde no debe.
En mitad de esta falsa dicotomía está la clave: se trata de ser rea-
listas, ni más ni menos.
Ahora bien, ¿cómo saber si son realistas tus expectativas? Pa-
ra empezar, resulta de gran utilidad fijarse en otros modelos, en
personas que han conseguido aquello que te propones, e investi-
gar cómo han hecho para lograrlo. Te darás cuenta de que en la
mayoría de los casos hay que tener presentes dos dimensiones: el
nivel de ambición de las metas propuestas y el tiempo que lleva
alcanzarlas. Por el camino, las dosis de esfuerzo, las frustraciones,
la superación de estas y, por supuesto, el margen que siempre
queda al azar. El siguiente gráfico no pretende ser un modelo
universal, sino una mera simplificación de la realidad. Con él se

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intenta ilustrar la correspondencia que hay habitualmente entre
la ambición de las metas y el tiempo que requiere cumplirlas.

Metas «altas»

«Normalidad»

Metas «bajas»
Consecución: A corto plazo A largo plazo

Tal como refleja la imagen, a corto plazo las metas a las que
se puede aspirar generalmente van a ser las menos ambiciosas, los
pequeños pasos. Sin embargo, no por ello hay que renunciar a
cotas más altas: con tiempo y constancia también pueden ser
asequibles. Supongamos, por ejemplo, que el objetivo es inde-
pendizarse económicamente y hacerlo ganándose la vida con una
profesión vocacional. Hay toda una serie de pasos intermedios:
acceder a la formación necesaria, superarla, adquirir experiencia,
encontrar un trabajo, conseguir una cierta solvencia… Todo esto
lleva necesariamente su tiempo. No obstante, conviene ir reco-
nociéndose cada uno de esos logros que se consiguen en el corto
plazo en pos de motivarse (sobre este tema hablaremos largo y
tendido en el capítulo 2 «Organizar y gestionar las responsabili-
dades de estudio o de trabajo»).
Hablábamos anteriormente de la utilidad que tiene fijarse en
otros modelos para calibrar el realismo de nuestras expectativas.
Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de hacer estas compara-
ciones son las circunstancias que rodean a cada cual. Si perdemos
esto de vista, fácilmente haremos buena la sentencia que dice que
«las comparaciones son odiosas». Teniendo en cuenta que los
modelos en los que nos vamos a fijar para esbozar un proyecto
vital generalmente van a tener una edad superior a la nuestra,

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