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El presidente entrante de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH) agradece a los socios que votaron por él y a todos los que participaron en el exitoso XVII Congreso de la AIH. Agradece especialmente a Patrizia Botta por insistir en que aceptara el cargo, y a Carlos Alvar por su amistad y por continuar la gloriosa tradición de su padre. Se siente poco digno para el cargo pero recibe aliento de su maestra fallecida Lore Terracini, quien hubiera sido una excelente presidenta y cuya lección y
El presidente entrante de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH) agradece a los socios que votaron por él y a todos los que participaron en el exitoso XVII Congreso de la AIH. Agradece especialmente a Patrizia Botta por insistir en que aceptara el cargo, y a Carlos Alvar por su amistad y por continuar la gloriosa tradición de su padre. Se siente poco digno para el cargo pero recibe aliento de su maestra fallecida Lore Terracini, quien hubiera sido una excelente presidenta y cuya lección y
El presidente entrante de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH) agradece a los socios que votaron por él y a todos los que participaron en el exitoso XVII Congreso de la AIH. Agradece especialmente a Patrizia Botta por insistir en que aceptara el cargo, y a Carlos Alvar por su amistad y por continuar la gloriosa tradición de su padre. Se siente poco digno para el cargo pero recibe aliento de su maestra fallecida Lore Terracini, quien hubiera sido una excelente presidenta y cuya lección y
Aldo RUFFINATTO Università di Torino aldo.ruffinatto@live.it
Estimados colegas, queridos amigos:
Antes de nada deseo manifestar mi agradecimiento a los socios que con sus votos qui- sieron apoyar (tal vez con exceso de confianza) mi candidatura como Presidente de la AIH. Al mismo tiempo, quiero extender mi gratitud a todos los socios que, más allá de la contingencia del voto, participaron en la organización y desarrollo feliz de este XVII Congreso de nuestra Asociación. Y a este respecto no puedo dejar de mencionar a Patrizia Botta. Fue ella quien, con- trastando con mi natural resistencia, insistió para que aceptara este cargo; le debo a Pa- trizia el haber yo tomado la determinación de salir del nido en que criaba mi soledad científica para conectar directamente con el mundo maravilloso de los hispanistas de to- do el mundo reunidos en congreso. Por otro lado, le debo un agradecimiento especial a Carlos Alvar, amigo entrañable y hombre que sabe conjugar perfectamente el quehacer científico con las relaciones socia- les y diplomáticas en el surco de una gloriosa tradición que se remonta a su inolvidable padre, maestro de los maestros, don Manuel Alvar. «Domine non sum dignus», es lo que se me ocurre decir en esta circunstancia, cuan- do me corresponde a mí la tarea de responsabilizarme en tanto Presidente de la AIH. Pe- ro, alientos y consuelos en abundancia me llegan desde un punto lejano, en el tiempo y en el espacio, un punto que ya no pertenece a esta tierra. Me refiero a Lore Terracini. Hace algún tiempo ella hubiera desarrollado, con una capacidad muy superior a la mía, el papel de Presidenta de la AIH si no hubiese intervenido una terrible enfermedad aca- bando con su inteligencia, sus ansias de comunicación, su sabiduría inmensa, su incom- parable cultura y, en fin, con su vida. Pero nada pudo con la lección magistral que ella supo transmitir a sus discípulos, colegas y amigos. Y yo, en este momento, siento que ella está aquí, a mi lado, mirándome con su son- risa, al mismo tiempo amable e irónica, pero siempre cautivadora. Lore me anima a que yo emprenda este camino con el mismo entusiasmo con que lo hubiera enfrentado ella y con la misma pasión con que ella lo hubiera llevado a cabo. Es éste y no otro mi compromiso actual e intentaré desarrollarlo de la mejor manera posible, pero contando sobre todo con la comprensión y ayuda de todos Vds. Muchísimas gracias