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Francisco Elías de Tejada

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Francisco Elías de Tejada

Información personal

Nacimiento 6 de abril de 1917 
Madrid (España) 

Fallecimient 18 de febrero de 1978   (60 años)


o Madrid (España) 

Nacionalida
Española
d

Religión Iglesia católica 

Información profesional

Ocupación Filósofo, historiador, escritor, abogado, jurista, catedr
ático de universidad y político 

 Universidad Complutense de Madrid


Empleador
 Universidad de Salamanca 

Estudiantes
Enrique Tierno Galván y Vicente Marrero Suárez 
doctorales

Miembro de Sección de Filosofía y Ciencias Sociales del Instituto


de Estudios Catalanes (desde 1974) 

Distinciones  Cruz de Honor de la Orden de San


Raimundo de Peñafort (1966) 

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Francisco Elías de Tejada y Spínola (Madrid, 6 de abril de 1917-Íd., 18 de


febrero de 1978) fue un filósofo, publicista y jurista español, catedrático
de Filosofía del Derecho en varias universidades y autor de textos sobre
filosofía e historia del derecho, así como sobre las ideas y ciencias políticas.
Fue representante del tradicionalismo hispano y del iusnaturalismo europeo.

Índice
 1Biografía
o 1.1Carrera académica
o 1.2Depuración
o 1.3Otras actividades y méritos
 2Obras
 3Notas y referencias
 4Bibliografía
 5Enlaces externos

Biografía[editar]
Era hijo de José María Elías de Tejada y de la Cueva y de Encarnación Spínola
y Gómez. Contrajo matrimonio con Gabriella Percopo Callet. 1
Reunió durante su vida una biblioteca personal de extraordinaria magnitud, que
obra hoy en virtud de donación en la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas.1
Carrera académica[editar]
Su primer encargo docente fue el de Profesor Ayudante de Derecho Político en
la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, con nombramiento y toma
de posesión del día 1 de octubre de 1935, sirviendo un curso ordinario y dos
intensivos.1
En la Universidad de Sevilla explicó dos cursos de conferencias organizados
por el Ministerio de Educación Nacional, impartiendo uno de ellos desde el 23
de octubre de 1937 sobre “El pensamiento jurídico-político español en nuestros
clásicos de los siglos XVI y XVII”.12
Pasada la Guerra Civil se adscribió a la materia en la que quedaría encuadrada
toda su posterior carrera universitaria, la Filosofía del Derecho. Fue nombrado
Profesor Ayudante de esta asignatura en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Madrid el 15 de noviembre de 1940, y tomó posesión ese
mismo día.1
Se presentó a las oposiciones celebradas en el otoño de 1940 para las
cátedras de Filosofía del Derecho de Sevilla y Oviedo que ganaron,
respectivamente, Enrique Gómez Arboleya y Ramón Pérez Blesa, obteniendo
Elías de Tejada dos votos.1
Participó en las oposiciones a cátedras de Derecho Político que tuvieron lugar
en 1941-42 con eco considerable y que obtuvieron Ignacio María de Lojendio e
Irure y Luis Sánchez Agesta, en el transcurso de las cuales confesó su
vocación por esa disciplina (Sebastián Martín, “Funciones del jurista”, 179-
183).1
Su primera cátedra de Filosofía del Derecho la obtuvo en la Universidad de
Murcia. La oposición, turno de auxiliares, fue convocada por Orden de 28 de
marzo de 19413 y Elías de Tejada solicitó tomar parte en ella mediante
instancia de 9 de mayo. Ganada la plaza, fue nombrado catedrático el 12 de
agosto4 y tomó posesión el 25 de ese mismo mes en Madrid, donde pudo
hacerlo en virtud de autorización del Ministerio a petición del interesado. 1
Un solo curso pasó en su universidad de acceso. El 16 de marzo de 1942 5 fue
nombrado catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de
Salamanca en virtud de concurso previo de traslado, al que concurrió como
único aspirante. Cesó en Murcia el 14 de abril y tomó posesión en Salamanca
al día siguiente, pero siguió adscrito a la Universidad de Murcia hasta la
finalización de los exámenes.1
La mayor parte de su carrera universitaria transcurrió como catedrático
de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, a la
que se trasladó mediante permuta con Joaquín Ruiz Giménez Cortés. Se le
nombró el 21 de mayo de 19516 cesó en Salamanca el 10 de junio y tomó
posesión de la plaza sevillana el 11 del mismo mes; en ella permaneció más de
veinticinco años, hasta su cese el 3 de octubre de 1977. Ruiz Giménez, por
cierto, fue nombrado Ministro de Educación Nacional muy poco después, en
julio de ese mismo año.1
Elías de Tejada desempeñó su cátedra sevillana en concepto de acumulada
desde el mismo curso 1951-52, y en concepto de “acumulada por extensión”
según la denominación que consta desde el curso 1953-54; desde el curso
académico 1959-60, “en concepto de extensión”, obteniendo los años
siguientes sucesivas prórrogas. En 1964 (Orden de 14 de octubre) fue incluido
en el régimen de dedicación exclusiva.1
Aparte de las numerosas ausencias breves para participar en congresos, dar
conferencias o visitar bibliotecas, su larga dedicación docente a la Universidad
de Sevilla se interrumpió dos veces por su pase a la situación de excedencia
activa.1
El primer período de alejamiento transcurrió de 1956 a 1960. Francisco Elías
de Tejada pidió autorización, que le fue concedida por el Ministerio el 20 de
agosto de 1956, para trasladarse a Nápoles durante el curso que iba a
comenzar con el fin de realizar estudios sobre la historia del pensamiento
político napolitano bajo dominación española. Una vez allí, solicitó permiso
para continuar durante tres cursos más; puesto que las disposiciones vigentes
no contemplaban esa posibilidad, el Ministerio interpretó que tal ausencia
habría de considerarse excedencia activa, “único cauce legal para conceder un
permiso de tan larga duración”, y de acuerdo con lo preceptuado en la ley de
15 de julio de 1952 inició el correspondiente expediente requiriendo en primer
lugar a la Universidad los informes pertinentes. La Facultad de Derecho decidió
por unanimidad en Junta celebrada el 25 de marzo de 1957 no evacuarlo
favorable, en razón de no haber intervenido en la decisión sobre el permiso del
que gozaba Elías de Tejada y por ser la situación de excedencia activa distinta
de la que solicitaba el interesado; la Junta de Gobierno de la Universidad, sin
embargo, acordó el 2 de abril, también por unanimidad, no poner inconveniente
alguno ni a la concesión del permiso que se solicitaba ni a la de la excedencia
activa. El negociado que instruía el expediente en el Ministerio propuso el 16 de
abril que la solicitud pasase a informe del Consejo Nacional de Educación para
la posible concesión de una excedencia por diez años con reserva de cátedra
durante dos, previa valoración y pronunciamiento del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, en concreto del Instituto Nacional de Estudios
Jurídicos. El 5 de julio, la Comisión permanente del CSIC, oída la Junta del
Patronato “Raimundo Lulio” del mismo Consejo, informó favorablemente la
solicitud. Por su parte, la Comisión permanente del Consejo Nacional de
Educación emitió dictamen el 30 de septiembre, también positivo habida cuenta
de que las que pretendía continuar Elías de Tejada eran “investigaciones
científicas de gran calidad, por cuanto tienden a poner de relieve la
permanencia de los valores españoles en el reino de Nápoles”. Tras su
aprobación en Consejo de Ministros, el Ministerio resolvió el 14 de diciembre de
19577 conceder a Elías de Tejada la excedencia activa por un máximo de 10
años, con reserva de cátedra durante dos.1
Casi exactamente dos años después, el 12 de enero de 1960, el rector de la
Universidad de Sevilla informó al Ministerio que el catedrático de Filosofía del
Derecho se había reintegrado ese día a su cátedra, dando por terminada su
situación de excedencia activa.1
Tan sólo unos días más tarde, Elías de Tejada presentó solicitud para obtener
de nuevo la excedencia activa durante diez años con reserva de cátedra
durante dos. La tramitación transcurrió por parecidos cauces: informe de la
Junta de la Facultad de Derecho el 28 de enero, favorable esta vez con el único
voto en contra de Manuel Giménez Fernández, que incidía en la merma
docente que supondría para el centro la larga ausencia del catedrático; informe
favorable de la Junta de Gobierno de la Universidad el 3 de febrero; actitud
reticente de la Dirección General de Enseñanza Universitaria comunicando al
rector de la hispalense el 2 de marzo que los plazos de reserva estaban
agotados con la anterior concesión, y que sólo cabía la excedencia sin reserva
si el interesado se reafirmaba en su solicitud; nueva instancia del interesado de
19 de abril, reiterando su petición en los mismos términos en los que ya lo
hiciera (excedencia más reserva), y señalando como momento inicial de la
excedencia pedida el primero de octubre de 1961; informe favorable del
Consejo ejecutivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas el 31 de
mayo, a la vista del informe positivo del Instituto Nacional de Estudios
Jurídicos; dictamen favorable de la Comisión permanente del Consejo Nacional
de Educación el 15 de octubre, en razón de los motivos “científicos y
patrióticos” alegados por el solicitante; nuevo dictamen del Consejo Nacional
de Educación el 28 de enero de 1961, en el que consideraba que aunque la
legislación vigente parecía permitir sólo la reserva de cátedra durante dos
años, tal limitación había de referirse a cada excedencia solicitada, por lo que
procedía la concesión de la excedencia activa con nueva reserva por dos años.
Tras el preceptivo pase por el Consejo de Ministros, la concesión se otorgó
finalmente por Orden de 17 de marzo de 1961,8 surtiendo efectos desde el
primero de octubre siguiente. Francisco Elías de Tejada se reintegró a su plaza
y a sus tareas docentes el 14 de septiembre de 1963. 1
No fue la Universidad hispalense su último destino. Desde principios de los
años setenta procuró activamente trasladarse a Madrid. En 1971 solicitó tomar
parte en el concurso para proveer la primera cátedra de Filosofía del Derecho
en la Universidad Complutense, pero renunció mediante escrito de 22 de marzo
de ese año. Tres años después firmó el concurso-oposición convocado por
Orden de 17 de julio de 19749 para proveer la plaza de Profesor Agregado de
Historia del Pensamiento Político Español de la Facultad de Ciencias Políticas
y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid; presentaban a Elías de
Tejada, pues era trámite preceptivo, José Antonio Maravall Casesnoves,
catedrático de la misma materia en la misma Facultad, y Francisco Puy Muñoz,
titular de la cátedra de Filosofía del Derecho en la Universidad de Santiago de
Compostela. No quedan en su expediente noticias de la tramitación
subsiguiente de este concurso.1
Más trascendente, aunque fallido, fue un intento inmediatamente posterior. Por
Orden de 18 de noviembre de 1975 se convocó concurso de traslado para la
provisión de la cátedra de Derecho Natural y Filosofía del Derecho de
la Universidad Autónoma de Madrid, al que concurrieron Francisco Elías de
Tejada (solicitud de fecha 18 de diciembre siguiente) y Elías Díaz García,
catedrático en la Universidad de Valencia. La Comisión especial para resolver
el concurso fue designada por Orden de 11 de agosto de 1976. 10 El 6 de
noviembre de ese año Elías de Tejada dirigió un escrito al presidente de esta
Comisión, Juan Antonio Carrillo Salcedo, notificándole que con la misma fecha
enviaba al Ministerio los justificantes de los méritos que alegaba, requisito cuyo
cumplimiento no tenía por qué interferir en las recusaciones que había elevado
al Ministro el 25 de agosto anterior y en las que se ratificaba. El escrito de
recusación alcanzaba a todos los componentes de la Comisión, cuyos cuatro
miembros restantes eran José Corts Grau, Francisco Murillo Ferrol, Gonzalo
Rodríguez Mourullo y José Delgado Pinto. El argumento principal del recusante
era la incapacidad que apreciaba en los comisionados para valorar las obras
con las que se presentaba al concurso, pues en ellas se utilizaban lenguas
cuya ignorancia daba por supuesta en los miembros de la Comisión: en el caso
de su presidente, por haber tenido que valorar sus capacidades cuando lo tuvo
como alumno y, en el caso de los vocales, por no constarle en ellos poliglotía
tan acentuada como la requerida; las lenguas eran, según relación del propio
recusante, “accadio, agni, akikuyu, árabe, ashanti, baoulé,
beté, checo, chino, croata, danés, finlandés, gouro, griego
moderno, hebreo, holandés, islandés, japonés, malayo, noruego, polaco, ruma
no, ruso, sánscrito, senoufo, sueco, swahili, vasco, vietnamita y zulú”. Las
recusaciones no produjeron el efecto pretendido, y por Orden de 7 de marzo de
1977 y de conformidad con la propuesta de la Comisión se nombró para ocupar
la plaza a Elías Díaz. Francisco Elías de Tejada dirigió al Ministerio el 2 de
mayo de 1977 un escrito solicitando información sobre la resolución del
concurso; la respuesta tiene fecha del día 31 del mismo mes, y en ella se
notificaba al interesado que la Orden de nombramiento no se había publicado
en el BOE sino en el Boletín Oficial del Ministerio, como era regular en estos
casos. Elías de Tejada recurrió la resolución del concurso e inició un
procedimiento contencioso administrativo que aún estaba en curso en la
Audiencia Nacional cuando falleció en febrero de 1978. Según la
documentación que se conserva en su expediente, el 30 de noviembre de 1977
la Audiencia Nacional, a instancia de la parte recurrente (el escrito del
procurador es de 25 de noviembre) y puesto que lo estimaba pertinente para la
prosecución del procedimiento, se dirigió al Ministerio pidiendo tres cosas: en
primer lugar, la maleta que Elías de Tejada depositó en su momento con sus
obras para que fuesen examinadas por la Comisión; en segundo lugar, los
materiales de igual índole que hubiera entregado Elías Díaz; por último, la
minuta de la Orden de nombramiento del nuevo catedrático de la Autónoma de
Madrid. El servicio de recursos del Ministerio respondió al requerimiento de
la Audiencia Nacional enviando la Orden de nombramiento y la maleta de Elías
de Tejada, pero no los trabajos y publicaciones de Elías Díaz porque “no
presentó ninguno”. Elías de Tejada argüía que la Comisión, ya que no había
tenido en cuenta el criterio de la antigüedad (él era catedrático desde 1942 y
Elías Díaz desde 1974), y dado que la docencia no se evaluaba, sólo podía
haber decidido juzgando la obra de los concursantes; la Comisión había
señalado que conocía suficientemente la de ambos, ante lo que el recurrente
reiteraba lo ya aducido en su escrito de recusación. 1
Francisco Elías de Tejada consiguió, de todos modos, cátedra en Madrid. Por
Orden Ministerial de 27 de abril de 1976 11 se convocó concurso de traslado
para cubrir la segunda cátedra de Derecho Natural y Filosofía del Derecho de
la Universidad Complutense, al que concurrió mediante instancia datada en
Sevilla el 3 de junio siguiente. El 2 de agosto de 1977 obtuvo su nombramiento,
que el Ministerio ordenó de acuerdo con la propuesta elevada por la Comisión
especial designada al efecto por Orden de 19 de mayo anterior. 12 Tomó
posesión el 4 de octubre de 1977, habiendo cesado el día anterior en la
Universidad de Sevilla, pero su temprana muerte impidió que pudiera completar
el primer curso en su nueva cátedra.1
Depuración[editar]
El 2 de julio de 1940 Francisco Elías de Tejada firmó en Berlín la instancia en la
que solicitaba se iniciase su proceso de depuración, lo que le resultaba
necesario con vistas a opositar a cátedras. Se encontraba en Alemania
cursando estudios pensionado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, e hizo
llegar la instancia a su destino por conducto de su padre. Iba adjunta la
preceptiva declaración jurada sobre los extremos que determinaba la normativa
vigente, esto es, la ley de 10 de febrero de 1939 y la Orden de 18 de marzo
siguiente.1
La instancia y la declaración jurada fueron remitidas el 12 de julio por el Jefe de
la Oficina técnica de depuración al Juez instructor que tenía a su cargo la
depuración del personal docente de la Universidad de Madrid. Pocos días
después llegaba a poder del Juez, por conducto del consulado de España en la
capital del Reich, la ratificación del interesado, firmada también en Berlín el 16
de julio.1
De lo expuesto en su declaración jurada por el Profesor Ayudante en la
Facultad de Derecho de la Universidad Central y Alférez Asimilado de
Ingenieros del Ejército Francisco Elías de Tejada y Spínola, y de lo que se
deduce de la correspondiente documentación justificativa aportada, resulta lo
siguiente.1
El 18 de julio de 1936 se encontraba en Fráncfort del Meno (Alemania), donde
se había matriculado en los cursos de verano para extranjeros a los que había
de asistir desde el 6 de julio hasta el 15 de agosto. Volvió a España pasando la
frontera por Danchanivea (sic), en el Pirineo navarro, y se unió a las tropas
franquistas en Calera de la Sierra (Cáceres) ya en agosto de 1936, siguiendo
con ellas hasta la Ciudad Universitaria. El 3 de septiembre se incorporó como
artillero voluntario agregado al grupo de columnas del general Varela, en el que
se le recibió como falangista que ya era, y en el que permaneció hasta el 4 de
diciembre. Del 21 de diciembre es una carta de Queipo de Llano en la que
agradece a Francisco Elías de Tejada “el donativo con destino a los hospitales
de sangre de Madrid, digno de imitar por todos los pudientes para que las
penalidades de la guerra sean más fáciles de sobrellevar a nuestros bravos
soldaditos”. El 12 de febrero de 1937 presentó instancia para comenzar el
curso de alférez de infantería en la Escuela de Preparación de Alféreces
Provisionales de Sevilla, pero hubo de abandonarlo por enfermedad. El 16 de
abril de 1937 la Auditoría de la Segunda División, con sede en Sevilla, le
habilitó para el desempeño de funciones jurídico-militares en su jurisdicción,
que aún continuaba cumpliendo en julio a pesar de haber intentado en mayo
tomar parte en el concurso para alféreces de aviación en Salamanca. El 25 de
agosto del mismo año, previa solicitud, le fue concedido el grado de Alférez
asimilado de Ingenieros con destino en el Parque de Automovilismo del Ejército
Sur, donde estuvo hasta finalizar la guerra. Prestó servicios en otros Ministerios
y en el de Educación Nacional desde abril de 1939 hasta licenciarse el 18 de
enero de 1940. En junio de 1940 partió hacia Berlín en viaje de estudios
pensionado por el Ministerio de Asuntos Exteriores.1
Declaraba también no haber percibido sueldos ni haberes, haber pertenecido a
la Asociación de Estudiantes Católicos y a las Juventudes Tradicionalistas y
formar parte del Servicio Español del Profesorado de Falange. Corroboraron
estos extremos Amadeo Tortajada Ferrándiz, del Cuerpo de Archiveros y
Bibliotecarios de Madrid, Rafael Márquez de Prado y Cerezo, abogado y alférez
de Regulares de complemento, y Joaquín Drake Alvear, teniente provisional de
infantería, que databan estas filiaciones “con anterioridad al
Glorioso Movimiento Nacional”.1
El 30 de julio de 1940 el Juez instructor para la depuración del personal
docente de la Universidad de Madrid resolvió proponer su readmisión sin
imposición de sanción, ya que de la información testifical practicada no se
deducía oposición del interesado “al Glorioso Movimiento Nacional” y que la
documentación aportada expresaba su adhesión a “Régimen nacional
sindicalista”.1
El 3 de agosto de 1940 el Ministerio de Educación Nacional resolvió, previo
informe de la Dirección General de Enseñanzas Superior y Media evacuado el
mismo día por el Negociado correspondiente, ajustarse a la propuesta
formulada por el Juez instructor y, por tanto, reintegrarle en los derechos que
pudieran corresponderle, sin imposición de sanción. 1
Otras actividades y méritos[editar]
A salvo de su nombramiento en 1969 como consejero honorario del Consejo
Nacional de Educación, su vida académica transcurrió sin que prestara apenas
atención a las labores administrativas en el ámbito universitario; los cargos
académicos de gestión, según afirmó, “quitan tiempo para estudiar a personas
que, como yo, son de trabajo lento”. 113
No obstante, prestó atención y tiempo considerables a defender sus criterios
frente a decisiones institucionales y administrativas que consideró injustas o
erradas, presentando en número apreciable recursos minuciosamente
fundados y reclamaciones, peticiones o solicitudes profusamente
argumentadas, tanto ante autoridades universitarias como ante instancias
ministeriales. Incluso las aparentemente más banales son ilustrativas de su
carácter e ideas: el 9 de octubre de 1974, en escrito dirigido al Decano de la
Facultad de Derecho de Sevilla, informaba que le había sido imposible dar su
primera clase del curso por causa de “la actitud de un grupo de perturbadores,
a lo que parece alumnos de los cursos superiores de esta Facultad, los cuales,
armados de trompetas y cencerros, intentaban repetir el bochornoso
espectáculo ya habido en otras disciplinas y que parece va a ser costumbre
vergonzosa en esta Facultad”; ante ello, solicitaba que el Decano o el Rector lo
acompañasen al aula para que pudieran “comprobar la intolerable anarquía”
reinante, que se requiriese “la presencia de la fuerza pública a fin de detener en
el acto a los alborotadores”, que se abriera información conveniente a la
averiguación de los causantes del desorden y que éstos fuesen sancionados
como correspondiese.1
Hay otros ejemplos de índole estrictamente institucional también dignos de
mención: así, su petición desde Sevilla al Decano de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Madrid (30 de septiembre de 1970) para que se le remitiesen
“certificaciones autorizadas” del acta de una Junta de Facultad en la que según
sus noticias se habían hecho manifestaciones contra su honor a propósito de la
felicitación a los nuevos profesores agregados triunfantes en las oposiciones a
plazas de Filosofía del Derecho de la Facultad madrileña celebradas en el mes
de junio anterior; su recurso contra un acuerdo de la Junta de Gobierno de la
Universidad de Sevilla dictando normas sobre la elección del rector en julio de
1971; su recurso contra el acuerdo de la Junta de Facultad de Derecho de
Sevilla en el que se proponía a José Martínez Gijón como representante de la
Facultad en el tribunal llamado a juzgar el concurso-oposición convocado por
Orden de 15 de enero de 197314 para proveer la plaza de Profesor Agregado
de Historia del Derecho en la Universidad de Sevilla. 1
De más alcance, en fin, fueron los recursos que presentó en relación con el
desarrollo de concursos y oposiciones, ámbito en el que han de citarse los que
tuvieron por objeto las actuaciones y resoluciones correspondientes a las
oposiciones a cátedras de Filosofía del Derecho de las Universidades de
Oviedo y Zaragoza; en escrito de 28 de enero de 1975, dirigido al Ministro de
Educación, solicitó que se anulasen los ejercicios y se diera parte al ministerio
fiscal de la conducta del secretario del tribunal. 1
Y es que Francisco Elías de Tejada intervino muy activamente en la
conformación de su disciplina prestando atención a oposiciones y concursos,
participando en tribunales y formando discípulos; en sus últimos años dirigió las
tesis doctorales de Vicente Marrero Suárez sobre La fundamentación filosófica
de una filosofía jurídico-social en la obra del P. Ramírez (1970), de Manuel
Porras y del Corral sobre las Ideas políticas y sociales en Pedro A. de
Alarcón (1971), de Pablo Badillo O’Farrell sobre La filosofía política de James
Harrington (1972), y de Ramón Soriano Díaz sobre El pensamiento jurídico
de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán (1976).1
En cualquier caso, cabe decir que su primera preocupación como profesor
universitario fue la composición de una muy extensa obra escrita cuya
preparación (viajes de estudios) y difusión (congresos y conferencias) convirtió
su expediente administrativo en un rosario de peticiones y resoluciones
continuas de permisos para desplazarse a lugares muy diversos: junto a los
más frecuentes destinos europeos
(repetidamente Italia, Portugal, Alemania y Francia, y
también Inglaterra, Holanda y Austria) e iberoamericanos
(Brasil, Chile y Argentina, sobre todo), hubo otros poco habituales (Islandia,
Polonia, Turquía, Egipto, Marruecos) y hasta decididamente exóticos para lo
que cabría esperar en sus circunstancias
(Sudán, Kenia, India, Tailandia, Japón, Corea, Formosa).1
Contribuyó también, más limitadamente, a la difusión de libros ajenos
escribiendo prólogos y traducciones. En este último terreno destacan sus
versiones al castellano de obras de Felice Battaglia y Christopher Dawson.1
Obtuvo reconocimientos por su obra: fue miembro del Institut d’Estudis
Catalans, perteneció a la Academia Brasileira de Ciéncias Sociáis e Políticas y
la Universidad Nacional de Buenos Aires le confirió el grado de Doctor honoris
causa (2 de octubre de 1975). En vida suya se escribieron cuatro tesis
doctorales sobre su obra, siendo la más relevante, a juicio del propio Elías de
Tejada, la de Rudolf Steineke, Die Rechts- und Staatsphilosophie des
Francisco Elias de Tejada. Ein Beitrag zum spanischen Traditionalismus, Bonn,
H. Bouvier, 1970.1
Desde muy joven militó activamente en el tradicionalismo carlista, al que fue fiel
toda su vida. Este ideario estuvo en la base de empresas personales como la
de la revista Reconquista, las Ediciones Montejurra, el Centro de Estudios
Históricos y Políticos “General Zumalacárregui” o los Congresos de Estudios
Tradicionalistas de 1964 y 1968.1
De sus afinidades y divergencias en relación con el régimen franquista y con
las ideas que lo sustentaban dejó testimonio escrito, a veces en exposiciones
breves y de circunstancias que no por su carácter menor carecen de interés.
Dos de ellos, redactados en momentos muy diversos, merecen destacarse por
significativos, pues evocan diferentes sucesos y actitudes de su trayectoria
política.1
El primero es una alegación que dirigió al rector de la Universidad de Sevilla el
11 de junio de 1954, a propósito de un incidente ocurrido el 5 de marzo anterior
en el coloquio que siguió a la última de una serie de tres conferencias sobre
Hegel que ofreció en el Colegio Mayor Guadaira y acerca del cual se instruía
expediente informativo. Al parecer, uno de los asistentes había preguntado por
la posible inspiración en el filósofo alemán de las corrientes de pensamiento
que habían conformado el régimen vigente, y el conferenciante en su respuesta
había negado que hubiese “influencia hegeliana en la Falange, a pesar del
contenido del punto 25 del programa nacional sindicalista”. Hubo denuncia, y
Elías de Tejada tuvo que dar explicaciones sobre su postura en el escrito
referido. En él negaba rotundamente que hubiera atacado el espíritu del 18 de
Julio; aclaraba que, muy por el contrario, lo que había combatido era “la noción
democristiana de la democracia, casualmente con los mismos argumentos
manejados el día 4 de los propios mes y año en el teatro Calderón de
Valladolid por el ministro Secretario del Partido don Raimundo Fernández
Cuesta”. Aducía que la denuncia, “calumniosa y mendaz”, se inscribía en una
campaña “de posible inspiración masónica” instigada por la “Anti-España”,
desvelada ya por varios obispos en diversas publicaciones diocesanas, que
citaba. Para significar su alejamiento de tan “canallesca campaña”, dirigida,
esta sí, a destruir el espíritu del 18 de Julio, recorría los hitos más significativos
de su “limpia trayectoria ideológica, jamás manchada”: recordaba, entre otras
cosas, que “desde 1932, contando apenas quince años, milité en una de las
dos organizaciones inspiradoras del Movimiento Nacional, la Comunión
Tradicionalista, tomando parte activa en todas las luchas estudiantiles contra la
Anti-España”, que “el 18 de julio de 1936, cumpliendo órdenes de mi Rey,
abandoné la ciudad alemana de Frankfurt-am-Main, en cuya Universidad
estudiaba, para incorporarme ocho días después, el 26 de julio, como
voluntario al Ejército Nacional”, que “la horda roja asesinó veintitrés parientes
próximos” y que otros muy cercanos “escaparon a la vesania marxista” por muy
poco a través de la Embajada de México, y que “con mis bienes contribuí
constantemente a la causa nacional, hondamente sentida”. 1
El segundo escrito es de 17 de noviembre de 1975. En él se dirigía al Decano
de Derecho de Sevilla con el ruego de que lo añadiese al acta de una sesión de
Junta de Facultad de junio anterior, pues en relación con algunas
intervenciones que en ella se habían hecho deseaba manifestar “que ha sido
siempre y será siempre norma personal mía la de mantener alejada a la política
de la vida universitaria”. Como prueba de ello, señalaba que:
“jamás apelé a las autoridades académicas ni acudí a las Juntas de Facultad cuando el gobernador
civil de Murcia don Elías Querejeta Inchausti me hizo detener en abril de 1942 por oponerme fuera
del ámbito universitario a suscripciones en pro de la llamada División Azul; ni cuando el 1 de abril de
1944, como respuesta a manifestaciones mías en el Club de la Universidad de Oxford fui sacado de
mi casa por falangistas engañosamente presentados como policías y recibí tal paliza que fui
abandonado con pérdida del conocimiento en el Parque del Retiro de Madrid; ni cuando en 1954 mi
siempre no obstante querido amigo, entonces furibundo fascista y hoy democratísimo activista, el
profesor Dr. D. Joaquín Ruiz Giménez, en su condición de Ministro de Educación Nacional, formóme
expediente por lo dicho en una conferencia mía en el Ateneo de Valencia; ni cuando, por mis
actitudes extracadémicas, los entonces archifascistas y hoy democratísimos profesores doctores
don Antonio Tovar y don Gustavo Bueno enzarzaban a manifestaciones públicas y a la agresión
personal –felizmente por azar no consumada- contra mí a los alumnos del SEU de la Universidad de
Salamanca, tildándome de enemigo de la Falange; ni cuando en 1959 el señor Gobernador Civil de
Huelva me impuso multa de treinta mil pesetas de las de entonces por frases en una conferencia en
esa ciudad que él consideraba hostiles al régimen político imperante, ni cuando en 1972 fui
procesado por sostener que “autoridad que se aparta de la ley no merece consideración de
autoridad”, en procesamiento que revestía todas las apariencias de represalia por mi querella contra
el entonces Presidente del Gobierno Excelentísimo Señor Don Luis Carrero Blanco. Lidié en los
tribunales y soporté la adversidad hija de mi independencia sin traer jamás esas cuestiones a las
palestras académicas; en tanto prurito en la rigidez de mi postura que fui el único catedrático que en
claustro universitario se opuso en Salamanca a la concesión del doctorado “honoris causa” a S.E. el
Jefe del Estado, pese a los sinsabores que semejante actitud supuso para mí. Espero que los
compañeros de Junta me hagan la justicia de respetar mi convicciones y me reconozcan no soy la
veleta al uso de los Laínes, Olleros, Maravalls, Ridruejos, Fragas, Arangurens y demás egregias
personalidades cuyas mudanzas todos conocemos. Si a alguien puedo parecerme es al
insobornable y grande viejo amigo el profesor don Enrique Tierno Galván”.1

El 11 de octubre de 1976 presentó al Decano de la Facultad de Derecho su


iniciativa para que se confiriera el doctorado honoris causa por la Universidad
de Sevilla a Claudio Sánchez-Albornoz y a Salvador de Madariaga, “cuyos
méritos de radical españolía y cuyos estudios en defensa del pensamiento
jurídico español les hacen sobradamente acreedores a este título, en notorio
contraste con otras actitudes de altas autoridades del Estado humillando la
dignidad española delante de los separatistas de la llamada Independencia
americana”.115
Elías de Tejada militó en la Comunión Tradicionalista leal a Javier de Borbón
Parma. Después de un enfrentamiento con el príncipe Carlos Hugo,16 el 16 de
julio de 1962 se apartó de la disciplina de la Comunión Tradicionalista por carta
a José María Valiente, Jefe Delegado de esta organización política.17 En 1963
publicó en el boletín ¡Volveré!, que editaba el sector carloctavista de Jesús de
Cora y Lira, un artículo donde calificaba como desigual el matrimonio de Javier
de Borbón Parma con Magadalena de Borbón-Busset, considerando que por
tanto su descendencia estaba excluida de la sucesión del Trono español. 18
También en 1963 participó en la fundación del Centro de Estudios Históricos y
Políticos General Zumalacárregui, con el que, como presidente, desarrolló
numerosas actividades culturales y congresos sobre la historia y la doctrina
política tradicionalista.19 Según el testimonio de José Arturo Márquez de Prado,
a finales de los años 60 se situó al lado de Sixto Enrique.16
Tras la disolución del régimen franquista, se acercó a Blas Piñar y en mayo de
1977 presentó su candidatura al Senado por Sevilla en las filas de la Alianza
Nacional 18 de Julio, retirándola no obstante a finales del mismo mes después
de comprobar que la alianza afirmaba ser fiel al pensamiento de Franco, a
quien Elías de Tejada consideraba el peor enemigo del carlismo junto con el
general Maroto.20 El mismo año Elías de Tejada fue uno de los promotores del
partido político Comunión Católico Monárquica (1977), en el que desempeñó
un liderazgo intelectual.21 Se trataba de un grupo político diferenciado tanto
del Partido Carlista de Carlos Hugo como de la Comunión
Tradicionalista de Sixto Enrique.22
Elías de Tejada llegó a ser descrito como un «inquisidor católico
tradicionalista». Gonzalo Fernández de la Mora afirmaría de él: «así me
imagino la catolicidad de los capitanes y letrados del Imperio». 23 Por lo que
respecta a sus afinidades dinásticas, José Miguel Orts, histórico dirigente de
la Comunión Tradicionalista Carlista en Valencia, manifestó que «el profesor
don Francisco Elías de Tejada (...) igual simpatizaba con los Braganza que
elaboraba para la señora Carmen Polo de Franco un alegato sobre los
presuntos derechos de su entonces nieto político Don Alfonso de Borbón y
Dampierre».24
Actualmente mantiene viva su memoria una fundación que lleva su nombre y
que él proyectó en vida.1

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