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Un cuento sobre Michael Jordan

El pequeño Michael perdía siempre contra su hermano Larry cuando jugaban en


el patio de su casa. Michael siempre enfrentaba sus partidos con una sonrisa en
su rostro.
- Siempre gano nuestros enfrentamientos – dijo su hermano Larry.

El pequeño Michael Jordan sufría en cada una de sus derrotas, pero le apasionaba
el desafío. Era como si cada punzada de frustración lo fortaleciera. Aceptaba lo
que tenia delante y lo respetaba para luego enfrentarlo hasta superarlo.

- Aunque te enojes por perder cuando jugamos, siempre debes seguir


jugando hasta ganar – le decía su hermano.

Ingresó en la High School en su adolescencia siendo el quaterback de un equipo


de fútbol americano así que su llegada definitiva al básquetbol fue una casualidad
pues su estatura era de 6 pies.

- Mamá realmente quiero ser más alto – le decía Michael a su madre Dolaine
día tras día.

Una mañana Michael llegó a los pasillos de la High School y observó que se
realizarían unas pruebas para el equipo de básquet.
Comenzaron las pruebas unos días después. Se notaba a distancia que ese
muchacho sabía manejar el balón, pero su tiro era apenas bueno. Su esfuerzo fue
supremo pero su desventaja seguía siendo su estatura.
Dos semanas después se harían públicos los resultados con una hoja pegada a la
pared del gimnasio. El joven Michael fue envuelto en un manojo de nervios junto
a su mejor amigo para leer la decisión final.
Mientras su amigo Leroy gritaba de felicidad al verse en la lista, Michael miraba la
lista una y otra vez, pero no encontró allí su nombre.
El joven Michael se mantuvo en el limbo durante las clases de ese día. Cuando
escuchó la campana de salida se esfumó. Al llegar a su casa se encerró en su
habitación y lloró como nunca.
Cuando su madre llegó del trabajo supo en los ojos de su hijo que algo malo había
sucedido.

- Mamá el coach me ha dejado fuera del equipo – dijo Michael mientras


volvía a llorar.
Su madre lo tomó en sus brazos y lloraron juntos. Luego conversaron y fue
cuando Michael Jordan supo que una de las grandes barreras cuando se busca un
objetivo es la frustración.
A partir de ese momento Michael comenzó a trabajar en él cómo nunca, subió de
estatura y las cosas buenas empezaron a suceder.
Justo antes de la graduación, la Universidad lo reclutó con una beca completa y
fue elegido jugador del año.
- Probablemente fue bueno lo que sucedió en aquel entonces porque lo que
me hizo sentir en la decepción fue lo que me fortaleció – dijo Michael
Jordan.

Años después se encontraba un público presente en el estadio y el resto del


mundo frente al televisor observando como ese chico que comenzó frustrado
llegaba a los campeonatos alcanzando el éxito y la fama en los más prestigiosos
equipos profesionales.

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