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Is 42, 1-4.

6-7; Salmo 28; Hch 10, 34-38; Mt3, 13-17


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El misterio del Bautismo


La historia de los hombres, amasada con
injusticias y violencias y, a la vez, con cariño y
respeto, encontró entre los suyos al único capaz
de rehacerla: “Esto dice el Señor: Mirad a mi
siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien
prefiero” (Is). Jesucristo, sin voces, promoverá
el bien y la justicia desde dentro de la humanidad,
como uno más, sin buscar privilegios ni
excepciones: “Déjalo ahora. Está bien que
cumplamos así todo lo que Dios quiere” (Mt),
le dice a Juan Bautista en el Jordán. El misterio de la vida humana engrandecido por
el misterio de la vida divina porque Dios es vida.
Es el misterio del Bautismo: Dios quiere salvarnos bajando hasta el fondo de la
muerte para que el hombre, incluso el que cayó tan bajo que ya no ve el cielo,
encuentre la mano generosa y tendida de Dios para volver a la luz en la que fue
creado. Nuestra existencia es un deseo de vida que busca una plenitud, una salvación.
Y esta salvación nos la brinda el bautismo.
Todo el misterio de Cristo en el mundo se puede resumir en la palabra “bautismo”,
que significa “inmersión”: el Hijo de Dios, que comparte desde la eternidad la
plenitud de vida con el Padre y el Espíritu Santo se “sumergió” en nuestra debilidad
de pecadores para hacernos partícipes de su misma plenitud de vida: se encarnó, nació
y creció como nosotros y, ya adulto, dio a conocer su misión mesiánica en un acto
público con un “bautismo de conversión” en el río Jordán a manos de Juan como
voluntad del Padre, que lo reveló como el que venía a bautizar a la humanidad en el
Espíritu Santo para darle la vida eterna, que resucita y sana al ser humano: somos
bautizados en la muerte de Cristo para tener su misma vida de resucitado.
Este es el misterio que nos envuelve: la fe y la vida eterna es el gran don del
bautismo, que nos llena del amor de Dios y de sus dones. Añadamos, como María y
José, nuestra adhesión libre y consciente para madurar como hijos de la Iglesia, la
familia de Dios.

Parroquia de San Gregorio Ostiense y Ntra. Sra. de Barbaño

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