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CLASIFICACIÓN DE LOS ACUÍFEROS.

Según su textura:

Porosos: Sus aguas se encuentran embebidas dentro de una esponja, siendo esta poseedora de
poros intercomunicados entre ellos. La textura de tal esponja, insinúa la presencia de
permeabilidad debido sus propiedades de transmisión interna de agua, en comparación con el
almacenamiento simple.

Fisurales: Sus aguas se ubican sobre fisuras o diaclasas, debiéndose a estas características físicas
su nombre, las cuáles se comunican internamente. En estos acuíferos, la porosidad es
secundaria como consecuencia de procesos de fracturación y meteorización de rocas
impermeables.

Según su comportamiento termodinámico:

Acuitardos: Son formaciones geológicas, las cuáles almacenan aguas subterráneas, pero ceden
con dificultad.

Acuícludos: Son buenos almacenadores de agua, pero no son buenas transmisores en cantidades
significativas como tampoco permiten su circulación.

Acuífugos: Son aquellas unidades geológicas, las cuáles ni almacenan ni transmiten.

Según su comportamiento hidráulico:

Acuífero libre: Es aquel tipo de acuífero, que tiene contacto directo con la zona del suelo,
careciendo de capas sellantes como en los confinados. En este acuífero, la presión del nivel
superior es similar a la atmosférica, ocasionando el aumento de la profundidad y el espesor
saturado de manera simultánea.

Acuífero confinado: Se denominan confinados debido a que se encuentran cercados por dos
capas impermeables, siendo sometidos a una presión atmosférica distinta.

El agua de lluvia es recibida, única y exclusivamente por una zona constituida por materiales
permeables, suscitándose una recarga alóctona debido a que la zona donde se produce, esta
alejada del punto de medición.

Tal proceso de alimentación puede producirse de manera directa o indirecta, según la


procedencia del agua, destacando que si es agua de lluvia, la cuál entra en contacto directo con
afloramientos de agua subterránea, o de precipitaciones, la cuál deberá traspasar las capas del
subsuelo para convertirse en parte de las reservas hídricas de estas formaciones.

Acuífero semi-confinado: Se define como el tipo de acuífero, el cuál es cubierto por un estrato
del suelo, que poseedor de menor permeabilidad que el acuífero mismo, pero sin llegar a ser
impermeable.

Acuíferos costeros: Son aquellos que presentan 2 tipos de densidades de agua distintas, siendo
las masas de agua dulce, las que poseen menor densidad en comparación con el agua salada del
mar u océano.
Tal caracterización de densidad, puede interpretarse como la imposición en volumen del agua
dulce a la salada, pugnando esta última por ingresar tierra adentro, siendo impedido por el
acuífero de agua dulce, el cuál es recargado por fuentes hidrológicas de la superficie continental.

Los acuíferos costeros se alimentan de las precipitaciones como también del flujo de superficial
o subterráneo de otras cuencas. Su salinidad es atribuida a la presencia de sedimentos marinos,
los cuáles son lavados en zonas externas e internas de los acuíferos.
RECARGA DE ACUÍFEROS
La renovación del agua del subsuelo se suscita a través de procesos activos de recarga de la
superficie. El ritmo de la recarga de los acuíferos es sumamente lento, si se compara con el de
otros depósitos hidrográficos tales como lagos u otros cursos de agua. La incidencia de este
fenómeno es muy larga, ocurriendo en algunos casos interrupción de este proceso debido a la
impermeabilidad de las formaciones geológicas superiores como por circunstancias climáticas
sobrevenidas de aridez.

El agua procedente de los fenómenos climatológicos de precipitación como la lluvia o nieve,


contribuye al proceso natural de recarga y renovación del agua de los acuíferos, debido a que
posee diversos destinos cuando llega a la superficie, siendo repartida en 3 fracciones dentro del
ciclo del agua. La primera fracción va dirigida hacia la escorrentía, donde se deslizará sobre la
superficie del terreno, en forma de arroyo difuso y posteriormente en agua encauzada, dando
lugar a la formación de arroyos y ríos. La segunda fracción, es evaporada desde las capas
superficiales del suelo como también puede pasar a la atmósfera con la transpiración de los
organismos, específicamente a las plantas como evapotranspiración. Finalmente, la tercera y
última parte, se infiltra en la superficie terrestre y se convierte en agua subterránea.

En ocasiones excepcionales se ha logrado aplicar una recarga artificial a los acuíferos. No


obstante, este método de gestión hídrica no es generalizado ni siempre es posible su ejecución,
considerando que se debe tener conocimientos bastos y amplios sobre las condiciones
hidrogeológicas de la zona donde se ubican los acuíferos que serán sometidos a este
procedimiento. Asimismo, se requiere del volumen necesario de agua para tal propósito, la cuál
puede ser procedente de diversos lugares desde ríos hasta plantas de desaladoras.

La introducción de estas aguas en los acuíferos, se ejecuta mediante un amplio abanico de


dispositivos diseñados para tal fin, los cuáles van desde zanjas hasta sondeos de inyección. Esta
actividad por lo general, se desarrolla en época de lluvias o invierno, cuando hay excedentes
hídricos. Sin embargo, durante las demás épocas del año, existen dispositivos de forma
permanente, siempre y cuando la disponibilidad del agua sea continua.

El agua que se almacena en los acuíferos bajo esta modalidad, posee una calidad superior y es
empleada para diferentes usos como sembradíos y abastecimiento colectivo.

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