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1. ¿Cómo entró el pecado al mundo?

Cuando Dios creó al hombre, lo puso en el jardín del Edén y le


encargó que lo cultivara y lo cuidara. Sin embargo, le dio una orden
muy clara: Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del
conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente
morirás.
(Génesis 2:16b-17)

El hombre podía comer de todos los árboles del jardín del Edén
menos uno: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Y fue
precisamente de esa prohibición que se valió la serpiente (el diablo)
para tentar al hombre y a la mujer. Encontramos el relato en Génesis
3:1-5.

La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor
había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que
no comieran de ningún árbol del jardín?
—Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en
cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No
coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”.
Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe
muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser
como Dios, conocedores del bien y del mal.
(Génesis 3:1-5)

Aquí vemos claramente la forma en la que el diablo ha obrado desde


el principio en su intento por engañar a los seres humanos. Primero,
habló a solas con Eva. Esperó un momento en el que Adán no estaba
presente y aprovechó un momento de aparente vulnerabilidad. Luego
vemos que actuó con astucia, con conocimiento, creó dudas y apeló al
deseo de poder y de grandeza.

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