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En “El marica”, Abelardo le escribe una carta a Cesar, un viejo amigo de la

infancia. Al principio se puede sentir el estado de culpa y vergüenza que siente


este personaje pero no se nos presenta el por qué, el cuál es el motivo para que
se sienta de esa manera.

Los hechos están narrados desde el punto de vista de Abelardo tal como sintió y
experimentó lo que pasaba y a través de sus palabras nos mostró como él en su
adolescencia lidiaba (o mejor dicho, evitaba lidiar) con los prejuicios que le
otorgaba la gente. Digo “evitaba lidiar” porque se exponía a situaciones que no
eran propias de él, o que él no hubiese hecho por su cuenta si otros no lo
obligaban con tal de que no lo juzgasen. Un ejemplo de esto es cuando con un
grupo de amigos fueron a lo de una prostituta para mostrar que eran “hombres”. Él
quería ser aceptado, y para lograrlo tomó medidas que le costaron una amistad
muy valiosa. Porque no lo quería hacer solo por él, sino también por Cesar, quizá
porque creía que de esa manera también lo podía proteger. Fue por eso que
decidió llevarlo sin decirle a dónde iban y hacerlo entrar al cuarto: quería que
ambos den esa imagen de haberse convertido en hombres porque probablemente
pensaba que debido a su orientación sexual no lo eran.

Una de las frases que más me impactó fue “… dijo con voz de flauta, adiós, los
novios, a vos se te puso la cara como fuego y yo me di vuelta puteándolo y
le pegué tan tremendo sopapo, de revés, en los dientes, que me lastimé la
mano.”, porque creo que captura lo que le provocaba que lo vean como
homosexual.

A lo que quiero llegar con esto es que Abelardo tenía miedo. Temor a lo que sus
amigos pudiesen pensar de él por su orientación sexual. Quizá hasta temor por no
comprender lo que le está pasando, no entender todavía quién verdaderamente
es. Para librarse de sus amigos quería dar una imagen, quería hacer entender que
él sí “era hombre”, por eso entró al cuarto donde estaba la prostituta. Aunque la
verdad es que luego le confiesa a Cesar que, como él aquella noche, tampoco
“pudo”.

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