Está en la página 1de 51

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.

Es una traducción hecha por fans y para fans.


Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.

No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes


sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.

2
ÍNDICE
SINÓPSIS .......................... 4
CAPÍTULO 1 ........................ 7
CAPÍTULO 2 ...................... 11
CAPÍTULO 3 ........................ 15
CAPÍTULO 4........................ 20
CAPÍTULO 5 ....................... 23
CAPÍTULO 6 ....................... 26
CAPÍTULO 7........................ 30
CAPÍTULO 8 ....................... 35
CAPÍTULO 9 ....................... 39
CAPÍTULO 10 ...................... 41
CAPÍTULO 11........................ 44
EPÍLOGO ............................ 46
PRÓXIMO LIBRO ................. 48
SOBRE LA AUTORA ............. 49
CRÉDITOS .......................... 50

3
SINÓPSIS
Mi hijo es un hombre bueno.
Sé lo que piensas de él, porque sé lo que ha hecho, pero tienes que
entender que no es su culpa.
Fue algo así como un misántropo en su juventud y eso se puede atribuir
a su padre.
Por favor, entiende que asumiré la parte que me corresponde en la
destrucción de su alma, pero es muy difícil resistirse a un chico tan dulce.
Siempre me ha amado másque a nada y me aproveché de eso.
Hasta que no sientas lo que sentíen sus brazos, no me juzgues con
demasiada dureza.
No odies a mi hijo por los pecados de su madre.
Traicioné su confianza.
Lo convertí en el hombre en el que se ha convertido.
Que Dios me ayude.
Esta es mi confesión.

Inferno #0.5

4
PRÓLOGO
D
ios mío, ¿qué he hecho?
¿Qué ha sido de mí que en mi necesidad de sentir el tacto
de otro, he mirado a mi propio hijo? ¿Por qué está tan dispuesto a
amarme de formas que no debería y por qué estoy tan ansiosa por permitirlo?
No soy una mujer enferma, pero siento como si una enfermedad se
apoderara de mí, haciéndome desearlo de una manera que nunca lo había
hecho con su padre. Está tan dispuesto a aprender, tan interesado en hacer
feliz a su madre, y es como una droga. Una pastilla que no debería tragar, un
tónico que nunca debería cruzar mis labios y una ambrosía que solo estaba
destinada a los dioses.
Y sin embargo, está aquí.
En mi propia casa, bajo mi techo, esperándome en las noches cuando
más lo necesito y ya no puedo controlar mi hambre. Me entrego a la euforia
de sus gemidos y la forma en que se sienten sus manos cuando exploran mi
cuerpo.
No soy digna de esta dicha y no soy inmune al hecho de que lo que
estamos haciendo está prohibido, pero nos amamos, incluso de una manera
que una madre y un hijo nunca deberían, y eso tiene que significar algo. El
universo puede ver en lo que nos hemos convertido, y sin embargo no nos ha
matado, y hasta que eso suceda, haré todo lo posible para saborear cada gota
que nunca se suponía que probara.
Mientras me siento en el borde de mi cama, viendo la puesta de sol
en otro día que nunca debería haber sido, me pregunto si Luke entiende
esto como yo. Que nunca deberíamos haber estado juntos y que no estamos
destinados a vivir así.
Me pregunto si le importa, pero conozco al chico. Lo conocí antes de
que viniera a este mundo, cuando todavía estaba creciendo dentro de mí.
Entonces sentí su descontento por la humanidad y puedo verlo en sus ojos
cuando observa a la gente desde la ventana de su dormitorio caminar por la
calle.
No se preocupa por nadie excepto por mí. Ni por su padre, sus hermanos
o cualquier extraño que pase por su línea de visión. Solo espero que algún

5
día su amor crezca, florezca y se convierta en algo que debería, y que pueda
aprender a amar a una extraña y darle su corazón como lo hizo conmigo.
Es mío hasta que llegue ese momento, y aunque sé en mi corazón que
está mal, lo mantendré cerca cuando necesite sentir la suave caricia del amor
verdadero.

6
UNO
U
na lágrima rueda por mi mejilla mientras sostengo el velo de mi
viejo hábito en mis manos. Parece que fui monja hace toda una
vida, y aunque ahora tengo una vida buena, hay días en que me
encuentro anhelando de nuevo la simplicidad de la pobreza y la castidad.
El hombre que cambió mi vida vino a mí para recibir orientación una
noche a raíz de una discusión terrible con su entonces esposa. No era mi lugar
ser su líder espiritual esa noche, pero el padre Moore ya había ido a la rectoría
por la noche y estaba tan angustiado que no tuve en mi corazón rechazarlo.
Escuché su confesión y lo absolví todo lo que pude. Nos hicimos
amigos después de eso. Sabía que no tenía la autoridad para perdonarlo, pero
mi disposición a tratar de aliviar la angustia en su alma fue suficiente para
convertirlo en un visitante frecuente de la iglesia después de horas.
La última vez que vino a mí como alguien que buscaba consejo, trajo
a su esposa con él en un último esfuerzo para reparar la poca esperanza que
quedaba en el matrimonio.
Me senté en la capilla iluminada tenuemente y los escuché durante
horas, preguntándome cómo es que dejé que esta farsa continuara tanto
tiempo como lo había hecho. Si el Padre Moore alguna vez se enteraba de lo
que había estado haciendo: el consejo de los rotos, me habría excomulgado de
la Iglesia.
Pero nunca tuvo la oportunidad.
El hombre regresó dos noches después de que su esposa lo dejó, después
de que les fallara, y sentí el aguijón de la vergüenza cuando me lo reveló. Me
prometió que era lo mejor y me aseguró que mi amistad era valorada.
No fue hasta un mes después de esa visita que lo volví a ver. Asistió
a los servicios un domingo por la mañana, luego, cuando la congregación se
estaba retirando, me pidió que lo acompañara a almorzar. Intenté declinar
desesperadamente porque había algo en la forma en que me hacía sentir, pero
se las arregló para convencerme de que sólo era una comida compartida entre
dos amigos.
El padre Moore me dio permiso e instrucciones estrictas sobre cómo
manejarme por el día en compañía de un hombre que no era ordenado, e hice

7
lo que me dijo.
Intenté mucho recordar mis enseñanzas, las instrucciones de mi párroco
e incluso los votos que hice, pero cuando me sonrió y puso su mano encima
de la mía para enfriar mis nervios, la mujer dentro de mí salió a la superficie y
perdí de vista en quién me había convertido.
Todo lo que se necesitó fue un toque tan simple para hacerme inútil.
Ese día no pasó nada entre nosotros, pero cuando regresé al convento,
me arrodillé y le rogué perdón porque me había perdido en el momento
de sentir su piel contra la mía. Lloré para dormir esa noche y no asistí a los
servicios al día siguiente.
No pensé que fuera lo suficientemente digna como para mostrar mi
cara en un lugar tan sagrado, y sin embargo, cuando volvió a llamar siete
días después de nuestro primer almuerzo, salí del convento sin dejar que mis
hermanas o el padre Moore supieran a dónde iba.
Sucedió de esa manera cada siete días durante dos meses hasta que
finalmente se rompió y me confesó.
Me dijo que pensaba en mí de maneras que no debería, que quería saber
lo que era sentir mis manos en su cuerpo, y cómo anhelaba el suave calor de
mis labios contra los suyos.
Cuando le dije que era algo que nunca podría ser, me miró con los ojos
destrozados, pero accedió a llevarme a casa.
No sabía que se refería a su casa y no al convento.
Agarro la tela más fuerte en mi mano, lanzando el material mientras los
recuerdos continúan inundando de nuevo a mí. Otra lágrima cae y al limpiarla
airadamente, dejo que mis pensamientos continúen donde iban.
Se detuvo frente a una casa de estilo rancho de dos pisos y apagó su auto.
Al principio, mantuvo sus manos en el volante antes de finalmente correr una
mano hacia atrás a través de su cabello y darme una mirada esperanzadora.
—Sólo una vez, nadie tendrá que saberlo —me había rogado—. Me has
hecho sentir mucho más como un hombre que esa perra y sólo quiero pagar
el favor.
—Rezaré contigo, pero nada más —había respondido, mi voz tembló
con las posibilidades de lo que podría suceder detrás de las puertas de su casa.
Suspiro y dejo caer el hábito de mis manos al cerrar los ojos. Es muy
difícil recordarlo todo, pero es aún más difícil intentar suprimirlo.

8
Me puse de rodillas y él a mi lado, y oramos, pero eso sólo duró tanto
tiempo antes de que sintiera sus manos en mi cuerpo.
—No te forzaré —me había susurrado al oído—, pero al menos puedo
tocarte.
Mi cuerpo se sintió como si se incendiara cuando se movió detrás de mí
y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Sentí que estaba ardiendo en el
calor de su pasión cuando sus labios rozaron mi cuello, pero cuando usó sus
manos para comenzar a levantar el dobladillo de mi vestido, sentí mi deseo
como mujer cada vez más fuerte que mis votos de castidad.
—Sólo una pequeña probada —dijo, su respiración caliente contra mi
cuello.
Incliné la cabeza contra él mientras levantaba el dobladillo aún más alto,
exponiendo mis muslos y piernas temblorosas. Una pequeña risita escapó de
algún lugar profundo de él y al levantarse y quitarme el velo de la cabeza, supe
que me perdería ante la Iglesia para siempre.
No lo detuve.
Quería su toque, la sensación de su cuerpo fuerte presionado contra
el mío a medida que nuestros cuerpos se movían en sudor y placer. Quería
saber lo que se sentía por sólo una vez en mi vida estar en los brazos de un
hombre que tenía tanta necesidad de mí como mujer y no como alguien para
ayudarlos a través de una crisis espiritual.
Y Dios mío, lo descubrí.
Fue tan gentil conmigo. La forma en que apretó sus labios tan suavemente
sobre partes de mi cuerpo que nunca había expuesto. La presión lenta que
sentí cuando empujó por primera y última vez, usando la sangre de mi virtud
en su polla gloriosa como si hubiera estado marcada por los ojos invisibles.
Esa noche me enseñó cómo moverme encima de él, cómo complacerlo
cómo tenía que ser, cómo entender que lo que estábamos haciendo era un
acto natural, y no un pecado.
Y cuando terminamos, me llevó de vuelta al convento, prometiéndome
que siempre sería nuestro secreto, y nadie se enteraría.
Había tenido razón en su mayor parte. Nadie se enteró, al menos, no
hasta que empecé a mostrarlo. Lo que no sabía era que en esa única noche que
pasamos juntos en los brazos del otro, se había plantado una semilla.
Cuando esa semilla había crecido hasta un punto en el que ya no era
posible que la ocultara más, confesé al padre Moore y puse mi hábito a sus

9
pies antes de dejar a Santo Tomás y nunca volver atrás.
A veces, me pregunto cómo está estos días. Si lo que compartimos
esa noche fue suficiente para ayudarlo a sentirse como el hombre que tan
desesperadamente quería ser nuevamente y si se preguntaba por mí.
Si lo hace, nunca lo sabré porque hasta hace poco, nunca hice un
esfuerzo por encontrarlo otra vez. Lo había empujado al fondo de mi mente y
me contenté con mantenerlo enterrado allí hasta que me preguntaron por él.
—¿Mamá?
Me doy la vuelta y miro por encima del hombro, limpiando las lágrimas
sobrantes, y sonrío al joven de pie en la puerta de mi habitación, observándome
con curiosidad.
—Hola —le digo, a medida que me pongo de pie.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Sí, sólo algunos malos recuerdos volvieron a surgir, es todo —le
contesto alegremente, sentada en el borde de mi cama—. ¿Qué pasa?
Se parece tanto a él.
Alto, cabello oscuro, barba incipiente en su cara juvenil, y ojos que
pueden ver tan lejos dentro de ti, que te preguntas qué tipo de vacío es en el
que está mirando.
—Nada —dice finalmente, entrecerrando los ojos ligeramente—. Pensé
que te había oído llorar, así que quería asegurarme de que estuvieras bien.
—Estoy bien, cariño. Gracias por comprobarme.
Asiente, una sonrisa pequeña extendiéndose por su rostro mientras
corre una mano a través de su cabello y mira alrededor de la habitación una
vez, antes de volverse y salir.
Se parece tanto a su padre que algún día me consumirá.

10
DOS
C
uando finalmente encuentro las fuerzas para salir una vez más
de mi habitación, me sorprende gratamente descubrir que Luke
ya ha preparado la cena. Está sentado en la sala con la televisión
apagada, comiendo tranquilamente sus alitas de pollo a la barbacoa y rodajas
de papa.
Tan pronto como siente que lo observo desde la puerta, toma su
servilleta para limpiarse la boca, antes de mirarme con una sonrisa.
—Pensé que tendrías hambre, así que nos preparé algo simple.
—Gracias—digo en voz baja. Su sonrisa se extiende por su rostro y casi
puedo jurar que lo vi inflar el pecho con orgullo. La menor cantidad de elogios
y Luke siente que ha hecho algo grande. Es un chico increíble y dejo que se
sienta como el joven maravilloso que es porque es digno de elogiar.
Se merece mucho más de lo que puedo darle, pero parece contento de
quedarse dentro de estas paredes conmigo en lugar de salir a hacer amigos.
Me preparo un plato, agarro un tenedor y un par de servilletas antes de
regresar a la sala.
—¿Te importa si me uno a ti? —pregunto a Luke que asiente sin mirar
en mi dirección. Si bien sé que no tengo que pedirle permiso para hacer nada
en mi propia casa, me gusta tratarlo como a un igual.
—Hoy se ve bien afuera—comienzo a conversar una vez que me he
sentado—.¿Quieres ir a caminar más tarde?
—No.
—Cariño, tienes que aprender a dar caminatas de vez en cuando. Salir,
respirar aire fresco, ¿tal vez hacer amigos?
Resopla.
—La única amiga que necesito está sentada frente a mí. Si quiero aire
fresco, puedo abrir una ventana y no tiene sentido caminar a ningún lado
cuando todo lleva al mismo lugar.
—¿Y qué lugar es ese?—pregunto, apuñalando una rodaja de papa con

11
mi tenedor.
—Casa.
Consigo mostrarle una sonrisa tensa, no es que él me esté mirando
siquiera, antes de meter la papa en mi boca y empezar a masticar
pensativamente. Tiene que haber una manera de sacarlo de esta casa; no
quiero que se convierta en un ermitaño.
—¿Y si voy contigo? Puedo permitirme estirar un poco las piernas—
ofrezco alegremente.
Luke levanta sus ojos lentamente de su plato y mira a los míos
profundamente. La mirada que me dame dice que piensa que es un truco de
algún tipo, pero no tengo trucos para sacarlo de estas puertas.
—Hablo en serio—respondo con una risa ligera—, podemos salir y ver
el mundo. Solo una vez, prometo que si no te gusta, no te obligaré a hacerlo
otra vez.
Aparta sus ojos de mí y estira el cuello para mirar por la ventana de la
sala antes de que finalmente suspire y baje los ojos de nuevo a su plato.
—Bien. Pero solo si vienes conmigo.
—¡Entonces, está arreglado! Una vez que hayamos terminado de cenar,
me iré a refrescar y podemos dar un pequeño paseo nocturno.
Asiente a medida que comienza a picar su pollo con el tenedor y no
puedo evitar preguntarme lo que está pasando dentro de su cabeza. Luke
parece estar realmente preocupado estos días, pero es ferozmente reservado
y no comparte mucho conmigo, sin importar lo mucho que intente hacer que
me cuente cosas.
Terminamos nuestra cena en silencio, con algunas miradas furtivas y
sonrisas pequeñas el uno al otro. No me importa el silencio en su mayor parte,
era algo a lo que me había acostumbrado en el convento, pero como ya no soy
parte de la Iglesia, anhelo la conversación y el ruido, algo que a mi hijo no le
gusta.
Me pregunto si eso es algo que sacó de su padre, porque sé en mi alma
que esos rasgos no provienen de mí.
Una vez que terminamos y nos hemos sentado por un momento, Luke
recoge su plato y el mío y desaparece en la cocina. Cuando escucho que abre
el fregadero, suspiro y camino de regreso a mi habitación para encontrar algo
cómodo de llevar. Si esta es la única vez que puedo sacarlo de estas puertas,
entonces voy a hacer que camine tanto tiempo y tan lejos como pueda.

12
Me decido por unos pantalones de chándal negros sueltos, una camiseta
sin mangas de color carmesí y un par de zapatos deportivos nuevos que he
guardado en el fondo de mi armario. Los guardé específicamente para esta
ocasión y espero que mis pies no se ampollen demasiado pronto en nuestra
caminata.
Me acerco a mi tocador y encuentro un listón, luego enrollo mi largo
cabello rubio en una coleta suelta y me miro en el espejo antes de apagar la
luz y salir.
—¿Estás listo, cariño?—llamo mientras camino por el pasillo.
—Sí—llega la respuesta triste. Encuentro a mi hijo de pie en el otro
extremo del pasillo junto a la puerta principal, con los brazos cruzados sobre
el pecho y una expresión de tristeza en el rostro—.Terminemos con esto—
dice, abriendo la puerta y haciéndose a un lado para dejarme pasar.
Es una noche encantadora y fresca en Sandpoint, y casi de inmediato me
arrepiento de haberme puesto una camiseta sin mangas, pero sé que si entro
a cambiarme, Luke dirá que ya salimos y que nuestro viaje ha terminado, así
que me muerdo el labio inferior a medida que entrelazo mi brazo con el suyo
y empiezo a alejarlo de nuestra casa.
—¿Quieres ir al Byway? —pregunto alegremente—. Estoy segura de
que si nos quedamos allí el tiempo suficiente, podríamos ver la aurora boreal.
Se encoge de hombros pero no rechaza mi idea. Desafortunadamente,
como no quiero presionarlo demasiado en este momento, dejo el tema y
continúo caminando con él en silencio.
Después de unos veinte minutos llegamos al centro de la ciudad y me
acerco a uno de los mapas del centro de bienvenida para ver adónde podemos
ir a continuación.
—¿Puedo preguntarte algo?
Salto. Su presencia, aunque fuerte, a menudo es olvidable debido a su
necesidad abrumadorade silencio.
Me rio nerviosamente mientras intento ocultar el hecho de que olvidé
que mi propio hijo estaba conmigo, y asiento.
—¿Cuál es una buena edad para tener hijos?
—¿Qué? —pregunto confundida. Luke solo tiene quince años, así que
eso no es algo que esperaría que se estuviera preguntando tan pronto en su
vida.

13
—Bueno, ¿cuántos años tenías cuando me tuviste? —pregunta,
moviéndose sobre sus pies.
—Tenía unos veinte años —respondo, levantando una ceja—. ¿Por qué?
Se mete las manos en los bolsillos y aparta la mirada.
—¿Y cuántos años tenía?
Arrugo mi nariz en confusión. No entiendo qué tipo de información
está buscando y es muy bueno cuando se trata de dar vuelta al tema, a veces
demasiado bueno para mi gusto.
—¿Quién? —pregunto, arqueando una ceja con curiosidad.
—Mi papá.
—Oh. Um, treinta y cinco, creo.
Él asiente y toma una respiración profunda antes de caminar hacia mí
y mirar el mapa.
—¿A dónde vamos ahora, Magellan? —pregunta, con una sonrisa
pequeña en su rostro.
—Adonde sea que queramos ir. ¿Ves algo que se vea bien? —respondo,
apoyando mi cabeza en su hombro. Luke es un chico alto, muy parecido a su
padre, y me sobrepasó cuando cumplió doce años. La pubertad lo estiró el
resto del camino y me sorprende que aún no haya terminado de crecer.
Me rodea con un brazo mientras se inclina hacia el mapa y recorre con
el dedo la lista de lugares más cercanos a donde estamos parados.
—Nah. Todo esto parece un poco aburrido. Aunque podemos ir a la
playa. El sol casi se ha ido, por lo que no debería haber demasiada gente allí.
—Suena bien para mí —respondo suavemente, mientras me alejo de
él y entrelazamos nuestros brazos nuevamente. Luke parece estar un poco
menos preocupado por estar afuera, y dejaré que me lleve a donde quiera ir
ahora mismo si eso lo hace feliz.
Solo quiero que mi hijo sepa que es amado; quiero que lo sienta tanto
como él siente la desolación obvia de tener solo uno de sus padres y no saber
mucho sobre el otro. Esta no es la primera vez que me pregunta por su padre,
y aunque su pregunta me tomó por sorpresa, tengo la sensación de que tiene
algún tipo de relevancia personal para él.
Quizás algún día me diga qué es.

14
TRES
E
n el paseo cerca de la playa hay algunos bares pequeños, algunos
al aire libre y múltiples caminos conduciendo a la arena. Luke
parece un poco abrumado porque esperaba una especie de pueblo
fantasma, y ​​para ser honesto, yo también.
Nos instalamos en una de las mesas más pequeñas con asientos al
aire libre porque parece ser el menos poblado de todos los edificios que nos
rodean. Como no tengo mucha hambre, pido un tazón pequeño de helado y
él pide un sándwich. Nuestra mesera se mueve rápidamente y parece estar
completamente agotada por la cantidad de gente esta noche, lo que me hace
sonreír.
No puede ser mucho mayor que Luke, tal vez dos o tres años, y parece
responsable. Me pregunto si mi hijo estaría interesado en conseguir un trabajo
en un lugar como este, pero la forma en que está picando su sándwich me dice
lo contrario.
También me pregunto si se da cuenta de que nuestra joven mesera mira
en su dirección. Está mayormente agotada por la multitud, pero puedo decir
que parte de su nerviosismo proviene de su presencia. Lo sé porque así es
como actuaría si su padre viniera a visitarme.
—Es bonita, ¿no?—pregunto una vez que ella está de nuevo fuera del
alcance del oído.
—¿Qué?—Vuelve los ojos hacia mí cuando finalmente le da un mordisco
a su sándwich.
—La chica que nos atiende, tontito—respondo con una risa antes de
lamer mi cuchara y sumergirla de nuevo en el cuenco.
Luke se encoge de hombros mientras se inclina hacia atrás en su silla.
—No lo sé. Aún no la he visto.
Niego con la cabeza y me llevo otra cucharada de helado a la boca. El
mundo podría derrumbarse sobre su cabeza y aún estaría atrapado en algún
lugar de sus propios pensamientos sin siquiera darse cuenta de la destrucción
a su alrededor.

15
—Aunque, he visto a ese tipo de allí que sigue mirándote—agrega en
voz baja.
Ahora es mi turno de poner los ojos en blanco internamente. Cuando
era niña y le dije por primera vez a mi madre que quería unirme al convento,
ella me dijo que era demasiado bonita para desperdiciar mi vida de rodillas
alabando a cualquiera excepto a un hombre que me devolviera el favor. No
estaba siendo cruel, solo quería que me asegurara de que supiera que era igual
a cualquiera que caminara por la faz de la Tierra y quería que supiera mi valor.
Quería nietos y como mi hermano tuvo cáncer cuando era adolescente, los
tratamientos de radiación lo dejaron estéril. Dependía de mí cumplir su sueño
y me pregunto si ahora estaría orgullosa de mí, incluso si la forma en que
utilicé para convertirme en madre fuera completamente poco convencional.
—Echa un vistazo—dice, asintiendo casi imperceptiblemente en
dirección a mi admirador.
Suspiro y me recuesto. Me acerco y me aprieto la coleta, mirando hacia
donde Luke señaló y casi me caigo de la silla.
—Tenemos que irnos—le digo una vez que recupero la orientación.
Luke asiente a medida que cruza los brazos sobre la mesa.
—Sí, pensé que me parecía familiar.
Me pongo de pie rápidamente, casi derribando la silla, y alcanzo la
muñeca de mi hijo.
—Tenemos que irnos. Ahora.
—Aún no he terminado con mi sándwich—dice, soltándose de
mi agarre—. Y tal vez quiera echarle un vistazo a la camarera ahora que
mencionaste lo bonita que es.
Quiero irme y dejarlo, pero no sé si podrá encontrar el camino a casa.
No quiero abandonarlo aquí porque acabo de ver un viejo fantasma, pero
tampoco quiero enfrentar mi pasado en este momento.
—Regresaremos mañana por la noche. Vamos —digo, poniendo mis
manos en mis caderas.
Luke me mira y una sonrisa extraña se dibuja en sus labios.
—Te ves tan adorable cuando estás enojada. Intento no reírme, pero
a veces me pregunto si serías capaz de obligarme a hacer lo que quieres que
haga.
—Por favor—susurro—. Nos llevaremos el maldito sándwich, pero

16
quiero pagar esta cuenta e irme antes…
—¿Antes…?—pregunta, mirando de nuevo endirección a mi fantasma—.
Oh, aquí viene.
Estoy horrorizada, desearía que la Tierra se abriera y me tragara por
completo, pero sé que no es así como funcionan las cosas. Un deseo no es más
que un sentimiento de esperanza que rara vez viaja a donde debería.
—Hola, Taylee—dice mi fantasma en un tono helado.
Salté, sin darme cuenta de lo cerca que ya se había acercado, antes de
girarme para mirarlo, con una enorme sonrisa forzada en mi rostro.
—¡Padre Moore! Han pasado años desde que te vi —exclamo. Me aclaro
la garganta para eliminar el repentino tono de falsete que ha adquirido y me
vuelvo a sentar en mi silla—. ¿Te gustaría unirte a nosotros?
Mira por debajo de su nariz a Luke, quien ahora está sentado en su silla,
con los brazos cruzados sobre el pecho, mirándolo peligrosamente.
El padre Moore sostiene la mirada de Luke con una mirada uniforme
antes de negar con la cabeza lentamente.
—No, gracias. Solo pensé en venir y saludar ya que ha pasado tanto
tiempo—explica con una sonrisa tensa.
Empiezo a retorcerme las manos nerviosamente mientras el padre
Moore me mira de arriba abajo con una desaprobación que no he visto desde
la primera vez que le hablé del padre de Luke.
El chirrido fuerte de una silla me devuelve al momento y cuando mi hijo
deja caer un brazo alrededor de mi hombro y me acerca de manera protectora
a él, dejo escapar un suspiro pequeño de alivio.
—Mamá, ¿este es el cura? ¿El de tu antigua iglesia?—pregunta con tono
pícaro.
—Lo es. Luke, este es el padre Moore. Padre Moore, este es mi hijo, Luke.
El padre Moore extiende una mano hacia mi hijo, quien niega con la
cabeza y lo despide.
—No hay necesidad de fingir que nos agradamos, señor—dice Luke
de manera uniforme—. En realidad, le agradecería mucho si se alejara de mi
madre y tal vez metiera esa nariz en el trasero de su Dios donde pertenece.
—Luke—siseo, dándole un manotazo en la pierna. Me sonríe, aprieta su
agarre y vuelve su atención al sacerdote conmocionado. Estoy segura de que

17
ha escuchado bastantes cosas en su día, pero no creo que nadie haya sido tan
duro durante su primera conversación con él.
—Debí haber sabido que cualquier cosa que saliera de tu útero estaría
tan podrida como el hombre que la puso allí—dice el padre Moore, antes de
girar sobre sus talones y alejarse de nosotros.
—Vamos, estoy aburrido de este lugar—dice Luke, regresando a su
plato y tomando un último bocado de su sándwich antes de dirigirse a la caja
registradora.

***

—¿Cómo lo reconociste? Me refiero, ¿al sacerdote?—pregunto a Luke


en nuestro camino de regreso a casa.
—De las fotos en esa caja en el fondo de tu armario—responde,
rascándose la barbilla.
—Espera un minuto—digo, deteniéndolo—. ¿Qué estás haciendo
husmeando en mi habitación?
Estoy enojada de que haya admitido que es un fisgón, pero no lo
suficiente como para castigarlo por eso. Solo es un niño curioso y siempre lo
ha sido, aunque aparentemente ahora tendré que establecer algunas reglas
para él.
Luke se encoge de hombros y me mira.
—A veces, cuando te vas, te extraño y entro en tu habitación porque
huele mucho a ti. Tomo una siesta en tu cama o simplemente miro a mi
alrededor y veo si tal vez puedo averiguar cómo eras antes de tenerme. Sé
que suena raro, y lamento haberme metido en tu mierda, mamá, pero me hace
sentir mejor hasta que finalmente llegas a casa.
Me sorprende su explicación. Nunca supe que tuviera una pizca de
dulzura en su cuerpo durante los quince años que ha caminado en este maldito
planeta, pero siempre se las arregla para decir las cosas más dulces cuando
se trata de mí. Es casi como si supiera que necesito las palabras amables para
seguir adelante día tras día.
—No vayas más a mi habitación sin mi permiso, ¿de acuerdo?—le digo,
pasando mi brazo por el suyo.
—Claro—responde, sacando su brazo de mi agarre y envolviéndolo

18
alrededor de mi hombro—. Sabes, no le temo a muchas cosas en este mundo,
pero creo que lo único que me haría daño es no tenerte cerca. Sé que no lo
digo mucho, pero te amo, mamá.
—Oh, cariño—suspiro—. Yo también te amo. Siempre has sido el hijo
perfecto, a tu manera, y sé que estaremos bien. Sin importar lo que pase entre
nosotros, estaremos bien.
El resto del camino a casa es en silencio, y no parece molestarlo más
que a mí. Luke hará a alguna mujer realmente feliz algún día y solo puedo
esperar que ella lo trate como se merece.

19
CUATRO
N
o me di cuenta de que había dejado la ventana de la habitación
abierta, y mi habitación está más fría que el clima afuera. Me rodeo
con los brazos y, con un escalofrío, camino hacia ese lado de la
habitación y la bajo hasta que solo entra una brisa pequeña.
Se me escapa un suspiro profundo cuando giro y veo mi armario. Me
pregunto qué es lo que en realidad estaba buscando Luke allí, pero no me
sorprendería si hubiera sido algún tipo de recuerdo de su padre perfectamente
guardado.
Me entristece pensar que no tengo nada que pueda darle que sea una
muestra del hombre, porque parece interesarse cada vez más a medida que
pasan los días, incluso si no me pregunta por él, cosas como hurgar en mi
habitación me lo dicen.
Decido no pensar en eso ahora mismo, aunque hago una nota mental
para intentar ver si de alguna manera tal vez puedo encontrarlo mañana en
línea.
Un hijo debería conocer a su padre y solo espero que ambos sientan lo
mismo.
Mañana haré lo correcto. Sin importar lo que tenga que hacer, pero Luke
sabrá quién es su padre y tal vez pueda convencerlos de que se reúnan.
Me quito la blusa por encima de la cabeza y la tiro al suelo, poco después
me quito el pantalón de chándal. Tengo la misma sensación que siempre me
invade cuando pienso en su padre y está noche no tengo la voluntad de luchar
contra el impulso.
Me acerco al lugar donde dejé antes mi velo y, por primera vez en unos
meses, me lo pongo en mi cabeza, empujando mi cabello debajo de la telafina.
Me acerco al espejo y me miro.
Una mujer aun perdida en las esperanzas de los sueños de una joven
que se hicieron añicos cuando rompí mis votos sagrados. Pero lo único que me
hará sentir mejor ya está al frente de mis pensamientos.
Me giro hacia un lado y miro mi cuerpo. Delgada, bajita; me muestra,

20
como siempre he sido. Mamá me dijo una vez, que, si tuviera piernas largas,
fácilmente podría haber sido una modelo, pero mientras giro mi cuerpo hacia
el espejo y veo mis fríos ojos azules, me repito que he hecho lo correcto con
mi vida.
Hice lo que quería hacer: me uní a un convento, hice mi mejor esfuerzo y
algún plan prediseñado decidió que, en cambio, estaba destinada a ser madre.
Tengo un hijo hermoso y cariñoso que me ama y nunca me abandonaría como
lo hizo su padre, y no podría pedir nada más.
Dejo que mis ojos vaguen por mi reflejo mientras me estiro, desabrocho
mi sujetador y me lo quito. Incluso a mi edad, mis senos siguen siendo firmes
y llenos, lo que me hace sonreír. Es una cosa menos sobre envejecer de la que
no tendré que preocuparme ahora.
Mis ojos me miran de forma acusadora a medida que me revuelco en
el orgullo de mi cuerpo y tengo que apartar la mirada. El orgullo es uno de
los pecados contra los que el padre Moore siempre predicó con vehemencia,
y en los momentos de tranquilidad en los que pretendo ser una monja casta,
siempre consigo caer de cabeza en esa maldita emoción.
No importa.
Ahora mismo se trata de mí. Se trata de cómo me siento y de lo que
quiero hacer para recordar al hombre que me dio el regalo precioso que
probablemente esté apoyado en la ventana de su habitación viendo cómo la
luna pasa lentamente por el cielo nocturno.
Me obligo a enfrentar mi propia mirada acusadora mientras bajo una
mano y abro el cajón superior de mi tocador. En el interior, escondida en una
bolsa de fieltro negro, se encuentra una de las únicas cosas que realmente
tiene significado para mí desde mis días en la iglesia. Miro hacia abajo mientras
saco la bolsa y le doy un tirón al cordón, revelando un rosario en su interior.
Saco el collar y dejo caer la bolsa en el cajón, cerrándolo lentamente
a medida que me doy la vuelta y camino de regreso a mi cama. Este fue el
rosario que el padre Moore me dio cuando hice mis votos y tan solo el hecho
de sostenerlo hace que las cosas parezcan tan simples como solían ser. Extraño
esos días en su mayor parte, pero no cambiaría a mi hijo si esa fuera la única
opción que me dieran, y sé que lo es.
Me acuesto en mi cama y dejo el rosario en la almohada a mi lado. Por
lo que he hecho, ya sé que mi alma está condenada por toda la eternidad, pero
por lo que estoy a punto de hacer, le doy la bienvenida al Infierno.
Cerrando los ojos, pienso en ese momento, hace tantos años, cuando
estuve en sus brazos. Pienso en cómo sus manos acariciaron suavemente mi

21
piel, cómo alcanzó con hambre mis bragas, apartándolas, y cómo comenzó a
frotarme.
Respiro temblorosamente mientras mis manos hacen lo mismo. De
vez en cuando me dejo tragar por el recuerdo e interpreto lo que pasó entre
nosotros porque es una de las pocas cosas que me hacen sentir viva.
Mi cuerpo se estremece cuando empiezo a rodear suavemente la punta
de mi dedo alrededor de mi botón por encima de mi ropa interior y arqueo mi
espalda ligeramente fuera de la cama. Recuerdo la forma en que sus dedos se
movieron, y muevo los míos de la misma manera, provocando un charco de
deseo contra mis bragas de algodón.
Aunque sus dedos tocaron mi piel, aunque se movieron con
determinación y habilidad, nunca he sido capaz de encontrar la voluntad de
tocarme como él lo hizo, así que siempre me dejo las bragas puestas.
Sin embargo, la sensaciónes equivalente a lo que sentí cuando hizo
círculos con su dedo cada vez más rápido, besando mi cuello desnudo y
susurrando lo que quería hacerme. Cómo quería probarme por completo y
lamer los jugos antes de meterme su polla.
Ahora respiro entre cortadamente a medida que continúo frotándome.
Lo único que deseo es volver a experimentar las manos de un hombre en mi
cuerpo, pero hasta que ese momento suceda, tendré que conformarme con las
mías.
Aprieto uno de mis senos con fuerza entre mis manos mientras el calor
de mi dedo comienza a producir la liberación eufórica que he estado buscando.
Mi montículo está hinchado, y el calor de mi núcleo se está convirtiendo
en algo casi insoportable. Justo cuando creo que no puedo aguantar más, mi
cuerpo se pone rígido y puedo sentir que el orgasmo se apodera de mí. Me
muerdo el labio con todas mis fuerzas para no gritar ni hacer ruido.
Y cuando termina, cuando por fin ha terminado, y vuelvo a abrir los
ojos para mirar mi rosario y pedir un perdón silencioso, veo la figura que se
esconde detrás de la puerta entreabierta.
Aparentemente, Luke lo vio todo.

22
CINCO
D
espués de limpiarme, prendo la luz en el baño y me quedo en la
puerta por un momento. No estoy del todo segura si esto es algo
de lo que está dispuesto a hablar, pero sé que hay que hacerlo.
Honestamente, no estoy muy preocupada por cuál será su reacción, estoy más
avergonzada que cualquier otra cosa.
Respiro hondo y decido hablar con él. No sé qué decir, pero estoy segura
de que las palabras igual vendrán cuando las necesite.
Caminando por el pasillo, me detengo cuando alcanzo su puerta y
golpeo suavemente.
—¿Cariño? —llamo—. ¿Puedo entrar?
Oigo algún crujido por dentro, y me dice que le dé un minuto antes de
finalmente abrir la puerta y mirarme con curiosidad.
—¿Qué pasa?
—¿Puedo hablar contigo un segundo? —pregunto, retorciéndome las
manos. Luke suspira y cruza los brazos sobre su pecho. Me está mirando
críticamente porque sabe de lo que quiero hablar, pero finalmente gruñe,
asiente y se hace a un lado.
Entro en la habitación tenuemente iluminada y me siento en la esquina
de su cama mientras permanece junto a la puerta. Está buscando una salida
fácil en caso de que esto se vuelva demasiado incómodo para una conversación
que se tenga, y no lo culpo. Creo que habría muerto si hubiera atrapado a mi
madre tocándose.
—¿Estás bien? —le pregunto en voz baja.
—Estupendo. ¿Eso es todo? —responde.
—Sabes que no —contesto con un poco de fuerza detrás de mi tono—
. Quiero asegurarme de que estás bien con lo que viste. Quiero decir, no
exactamente con eso, pero que estés bien. Aquí arriba —digo, tocando el
costado de micabeza.
—Mamá, no es como si antes no hubiera visto porno. También me
masturbo de vez en cuando, simplemente no me visto y hago un espectáculo—
responde con un suspiro fuerte.

23
Curiosamente, creo que esta charla me está poniendo mucho más
incómoda de lo que él lo está.
—Bueno, está bien —digo poniéndome de pie—. Sólo quería ver cómo
estabas y siento que tuvieras que ver eso.
Se encoge de hombros e inclina la cabeza hacia un lado.
—No me molestó. ¿Es raro?
Levanto una ceja mientras me detengo frente a él.
—Sí, un poco.
—Entonces, supongo que soy diferente.
—Nos vemos mañana. Buenas noches, cariño —le digo inclinándome
para besarlo en la mejilla, pero gira la cara y lleva la mirada hacia la alfombra.
—Que tengas buenas noches, Taylee.

***

Anoche dormí como una mierda. Creo que lo que más me molestó fue
que Luke me llamó por mi nombre cuando salí de su habitación en lugar de
por mi título y eso es algo que tendré que corregir cuando se una a mí esta
mañana en la cocina.
Normalmente le gusta dormir hasta tarde y como es fin de semana
y no un día entre semana, lo permitiré. Aunque, mañana por la mañana,
volveremos a nuestro trabajo escolar y recordará que soy el adulto en esta
casa, sin importar cómo crea que puede hablar conmigo.
Enciendo la máquina de café y pongo una taza en el compartimiento
apropiado y espero a que suceda la magia. No seré muy amable con él hasta
que haya tomado un poco de cafeína en mi sistema y no me gusta ser cruel con
Luke cuando es algo que está fuera de su control.
Esperar mi café es cosa mía: el llamarme por mi nombre es su mierda,
que pronto se solucionará.
Los segundos se convierten en minutos y los minutos se convierten en
horas antes de que finalmente entre en la cocina. Su cabello es un desastre, sus
ojos todavía muestran signos de sueño, pero sonríe cuando me ve, y asiento
en reconocimiento.

24
—Buenos días —dice, mientras se acerca a mí y me besa la mejilla.
—Buenos días —contesto secamente. Le doy la espalda para poder
alcanzar su taza favorita en el armario. Es simple: verde oscuro, su color
favorito y tiene un pequeño adoquín, bien diseñado en el medio de ambos
lados.
—Gracias —dice con un gran bostezo una vez que he puesto su taza
delante de él. Tomo el asiento frente a él y junto mis manos en la cima de la isla
y espero a que tome unos sorbos.
—¿Luke?
—¿Sí? —pregunta, chupando sus labios.
—No puedes llamarme Taylee. Mi nombre, para ti, es mamá. ¿Entendido?
—le pregunto en voz baja.
Sus ojos se detienen en el líquido de color caramelo en la taza y se ríe.
—Claro que sí.
—Hablo en serio. Tú eres el hijo y yo la madre, y sin importar lo que
hayas visto, tienes que recordarlo —insisto con firmeza.
—Entendido —dice, exhalando y mirándome con diversión bailando en
sus ojos aún cansados—. ¿Algo más? ¿Mamá?
Me vuelvo a sentar en mi silla y lo miro fijamente. Parece escuchar lo
que digo, pero no creo que se lo tome demasiado en serio.
—No eres demasiado mayor para recibir azotes. No me importa que
seas más grande que yo, te doblaré sobre mis rodillas si tengo que sacarte algo
de respeto —le advierto.
Una sonrisa pequeña curva los bordes de sus labios, pero cuando mis
ojos se vuelven severos, se desvanece tan rápido como apareció.
Me pongo en pie y me dispongo a limpiar la encimera y apagar la
cafetera cuando Luke habla.
—Sólo tengo una pregunta para ti —dice conversando.
—¿Qué? —pregunto mucho más alto de lo que pretendía. Me aclaro la
garganta y le dirijo una mirada tímida a la que la sonrisa comienza a aparecer
de nuevo.
—¿Te vas a vestir antes de azotarme?

25
SEIS
E
nvié a Luke a su habitación por el resto del día, pero aun así no
pareció suficiente distancia entre nosotros, así que decidí salir a
caminar.
Quizás esto evitará que quiera estrangularlo, pienso mientras camino de
regreso hacia la playa.
No estoy buscando hacer nada en particular, solo quiero dejar de
pensar en lo desafiante que se ha vuelto de repente. Los niños buenos no son
desafiantes; escuchan a su madre y hacen lo que se les dice, pero él siente que
porque me atrapó en un momento de debilidad, de placer propio, ya no tiene
que verme como su madre.
Mierda; lo golpearé antes de que me trate de manera diferente de como lo
hacía cuando todavía era una especie de ídolo mojigato a sus ojos.
Decido volver al restaurante al que habíamos ido la noche anterior. Si
puedo encontrar a nuestra mesera, tal vez pueda convencerla de que salga
con él. Con suerte, eso le hará sentir algo de sentido común, pero conociendo
a Luke, este es un caballo muerto incluso antes de que lo hayan derrotado.
Subo por la pequeña pasarela de madera y espero pacientemente junto
a la cabina delantera a que alguien se fije en mí. La anfitriona es la misma de
anoche y sonríe alegremente cuando me ve.
—¿Solo uno? —pregunta alegremente.
—Uno es más que suficiente en este momento —respondo con una
sonrisa. Asiente en mi dirección y me dice que la siga, sentándome en una
mesa en medio del restaurante. Una vez que ha dejado el menú frente a mí, se
aleja después de decirme que mi mesera estará conmigo pronto.
Me decido por una Coca-Cola y tal vez una ensalada pequeña, ya que
no tengo mucha hambre en este momento. Suspiro profundamente mientras
me recuesto en mi silla y miro alrededor del lugar. Solo hay otras dos familias
aquí y solo yo.
Me hace sentir como una mierda ver a padres e hijos felices. Siempre
me pregunto cuán diferente podría haber resultado si su padre hubiera

26
aparecido de vez en cuando para intentar establecer un vínculo masculino. En
cambio, está atrapado conmigo, una puta que no puede apartar las manos de
sí y que aparentemente se olvida de cerrar su maldita puerta cuando siente la
necesidad.
Desearía tener a alguien en mi vida que pudiera hacerse cargo de mis
impulsos a medida que surgen, pero sobre todo, desearía tener a alguien en mi
vida que pudiera ser una figura paterna para Luke. Se lo merece, sin importar
lo enojada que me puso anoche, es un chico bueno y sé que aunque no quería
mostrarlo, lo que vio lo molestó.
La mesera no es el misma que la noche anterior. Tampoco es tan bonita
como ella, pero creo que todavía veré si quiere conocer a mi chico cuando
termine y tal vez dejar de pensar en las cosas.
Le sonrío mientras deja mi bebida y ensalada, negando con la cabeza
cuando me pregunta si necesito algo más en este momento. Saco la pajita del
envoltorio de papel y la meto en la bebida carbonatada antes de tomar mi
tenedor y apuñalar algunas hojas de lechuga, algunas rodajas de tomate y
tiras de queso.
—No puedo creerlo.
Casi me ahogo con la comida.
No sabía que alguien se me había acercado y el sonido repentino de
alguien parado tan cerca me sobresalta. Con una carcajada, alcanzo mi
servilleta para secarme el rostro antes de mirar a la persona que casi me
asustó y luego sentir que se me seca la boca.
—Oh Dios mío. Eres tú —dice, tomando aire.
Mi labio inferior comienza a temblar levemente y tengo que apartar los
ojos de él.
—¿Cómo has estado? —pregunta con incredulidad a medida que saca
la silla a mi lado y se sienta.
Es casi como si me estuviera mirando en un espejo de mi hijo. Es
cierto que los años son mucho más altos en esta reflexión, pero se parecen lo
suficiente para asegurar a cualquiera quién es su padre.
—Hola —respondo en voz baja, dejando caer la servilleta junto a mi
plato. Una oleada de náuseas se apodera de mí, seguida de culpa. Si no hubiera
castigado a mi hijo, estaría aquí conmigo y finalmente conocería al hombre
que le dio la mitad de su vida.
Vaca egoísta.

27
Los bordes de sus ojos se arrugan amablemente cuando finalmente me
sonríe.
—Creo que ya pasamos los “hola”, ¿no?
Me aclaro la garganta y vuelvo a mirar alrededor del establecimiento.¿Él
también está aquí con su familia? ¿O es simplemente otro padre ausente como
yo intentando escapar de una sensación inminente de fatalidad?
—¿Estás solo? —le pregunto, mi voz se quebró levemente.
—Sí. La esposa y los niños están en casa —dice, pasándose la mano por
el cabello.
Como Luke.
—Felicidades —respondo con amargura, poniendo los ojos en blanco y
recogiendo de nuevo mi tenedor.
—Yo… nunca dejé de pensar en ti, ¿sabes? —dice suavemente.
Lo miro y levanto una ceja.
—Probablemente deberías haber pasado tu tiempo pensando en el hijo
que dejaste atrás. Discúlpame. Simplemente perdí el apetito.
Me pongo de pie y empujo mi silla hacia adentro, pero antes de que
tenga la oportunidad de alejarme, me agarra de la muñeca y tira de mí hacia
la mesa.
—Siéntate, Taylee. Hablemos. Quiero saber de él. Siempre me he sentido
tan jodidamente mal por no ir nunca a visitarlo. ¿Háblame de él? ¿Por favor?
La pura mirada de desesperanza en sus ojos me golpea en mi centro
y me siento flaquear. Debería marcharme, tal vez volver corriendo a casa y
buscar a Luke. Puede que todavía esté aquí cuando regresemos, pero ¿y si no
lo está?
Con un suspiro profundo, saco la silla y me vuelvo a sentar.
—Se ve exactamente como tú. También es alto, muy callado y reservado.
No tiene mucho que decir, incluso cuando intentas tener una conversación
con él. Suelen ser frases cortas o respuestas de una palabra.
Trenton se ríe, sus ojos muestran signos de lágrimas que amenazan con
derramarse cuando suelta mi brazo.
—Definitivamente no sacó eso de mí.
—Seguro.

28
Cruzo los brazos sobre mi pecho y le doy mi mirada más desafiante
dándome cuenta en este momento de que tal vez Luke se parece más a mí de
lo que había notado.
Trenton alcanza una servilleta y comienza a rasgar nerviosamente los
pedazos de las esquinas.
—Um… ¿está…eh… aquí?
—No.
—Mierda —dice tirando la servilleta rota con un suspiro—. Me hubiera
encantado conocerlo, ¿sabes?
—Prefiero no molestarlo —respondo, sacando la barbilla.
Trenton vuelve a suspirar y aparta la mirada por un momento.
—¿Quizás podamos cenar esta noche? ¿Nosotros tres?
—Quizás. Escucha, tengo que irme —digo poniéndome nuevamente de
pie. Esta vez saldré de aquí sin importar lo que tenga que decir.
—Bien. Entonces volveré aquí más tarde. ¿Digamos alrededor de las
ocho? —pregunta, mirándome a los ojos con tanta esperanza que casi podría
jurar que está a punto de estallar.
—Hablaré con él y veré qué quiere hacer —prometo en voz baja.
Trenton asiente a medida que se pone de pie, la sonrisa todavía en
surostro, y usa un nudillo para limpiarse una lágrima perdida.
—Si no los veo más tarde, yo…maldita sea, Taylee. Fue bueno verte otra
vez —dice mientras niega con la cabeza pensativamente.
Junto mis manos frente a mí y miro mis pies. Si lo que dice es cierto, si
realmente pensó en mí todos estos años, ¿entonces por qué diablos se casó de
nuevo? ¿Por qué no nos buscó?
Pero la joven en mí que se enamoró del alto, moreno, misterioso,
semidesconocido está comenzando a salir a la superficie nuevamente. Me
inclino y le doy un beso rápido en la mejilla antes de darme la vuelta y salir
corriendo del restaurante.
Y no dejo de correr hasta que vuelvo a casa.

29
SIETE
—Y
a era hora de que llegaras a casa.
Levanto una ceja hacia Luke, que está acostado en el
sillón de la sala. Intento recuperar el aliento de mi carrera y
hago todo lo posible para no soltar lo que acaba de pasar, pero sinceramente
estoy más decepcionada con él por no estar en su habitación, donde lo envié
antes.
—¿Qué haces aquí fuera? —digo bruscamente.
Luke se ríe a medida que levanta sus piernas largas del sillón, se sienta
y se pasa una mano por el cabello.
Igual que Trenton.
—Me aburrí en mi habitación y salí para ver si querías ver algo de
televisión y no estabas. Eso es lo que estoy haciendo aquí fuera.
Suspiro y me froto la cara con cansancio. No quiero discutir con él ahora.
Demonios, ni siquiera quiero decirle con quién me acabo de encontrar, pero
no sería justo dejar la elección fuera de sus manos.
—Pareces destrozada, mamá —comenta con un tono curioso—.
¿Quieres el sillón? Me puedo pasar al sofá.
Mientras se pone en pie, niego con la cabeza y me acerco para ocupar
el lugar vacío a su lado. Luke mantiene su mirada curiosa sobre mí porque se
da cuenta de que hay algo que tengo que decirle y, una vez que le haya dicho
lo que tengo que decir, o bien se reirá y se marchará como hace con las cosas
normales, o se irá a su habitación y dará un portazo.
Siempre es una de las dos cosas con él. Luke odia las conversaciones
serias casi tanto como yo odio tenerlas con él, sin embargo, esto es importante.
Para los dos.
—He vuelto a la cafetería —empiezo lentamente.

30
—Mamá, no estoy interesado en esa mesera, así que realmente espero
que no hayas intentado algo estúpido —dice, negando vehementemente con
la cabeza.
—Me encontré con tu padre —suelto en voz baja.
Luke parpadea rápidamente un par de veces antes de apartar lentamente
su mirada de mí, y se aleja más en el sofá, intentando poner un poco más de
distancia entre nosotros.
—Cariño, quiere conocerte esta noche —digo, acercándome a él.
Luke se pone en pie y resopla. Se acerca a la ventana de la sala y aparta
las persianas, contemplando el sol del mediodía. No puedo saber lo que está
pensando, pero puedo sentir su ira. Irradia como una descarga nuclear y, de
forma extraña, siento que yo también me enfado por él.
—No tenemos que ir. No me puse de acuerdo. Le dije que hablaría
contigo y me dijo que esperaría a que apareciéramos. Por mí, que se pudra allí
—digo poniéndome en pie y caminando hacia él. Le pongo las manos en los
hombros, apoyo mi mejilla en su espalda y suspiro. No voy a obligar a mi hijo
a hacer nada que no quiera, porque ese no es el tipo de madre que soy.
—Quiero ir —dice finalmente.
—¿Estás seguro, Luke? Me parece bien que pasemos la noche en casa
—le aseguro.
Se aparta de mí y se gira para mirarme.
—Está bien, mamá. Quiero conocerlo al menos una vez.
Hay algo en sus ojos que me dice que lo más probable es que deba
mandarlo a su habitación, pero no puedo negarle esta oportunidad.
—De acuerdo —respondo—. Dijo que estaría allí a las ocho, así que
podemos llegar antes o después… lo que te resulte más cómodo.
—Entonces, supongo que debería ir a relajarme a mi habitación un rato
antes de que sea la hora de irnos —dice con una mirada distante—. Gracias
por no ocultarme esto. Sé que podrías haberlo hecho y no te habría odiado por
ello, pero ahora ya no tendré que preguntármelo.

***

31
Alrededor de las siete y media, Luke sale de su habitación. Lleva el
cabello bien peinado, una camiseta negra nueva y unos pantalones de vestir.
Lleva sus mejores zapatos e incluso huele ligeramente a loción postafeitado,
aunque su cara no muestra signos de haberse afeitado recientemente.
Creo que está intentando impresionar a su padre, pero en cierto modo
yo también. Llevo un vestido de verano azul y amarillo, sandalias de cuña de
color beige y el cabello recogido en una trenza suelta.
—Bueno, rayos, mamá —dice con una sonrisa socarrona y un
movimiento de cabeza—. Estás muy hermosa.
—Gracias, cariño. Estás excepcionalmente apuesto esta noche —le
respondo, tomando su brazo ahora extendido. Ahora estoy justo por debajo
de su barbilla con la altura extra añadida y me doy cuenta de que le divierte.
Se mete la mano en el bolsillo y asiente. Oigo el tintineo de las llaves de
la casa, así que sé que se está asegurando de que podamos volver a entrar.
Aquí no pasa nada, pienso nerviosa mientras salimos.
Caminamos en silencio hasta el centro de la ciudad, y Luke me agarra
con fuerza del brazo cuando empieza a ver la cafetería. Está temblando
ligeramente, y no puedo decir si está nervioso por sí mismo o por mí. Nada
parece molestarle, pero la sola perspectiva de saber que su padre podría estar
esperándonos parece haber despertado algo en él.
—Iré primero —ofrece en voz baja mientras me empuja suavemente
detrás de él en nuestro camino hacia el pasillo. Después de todos estos años,
sigue intentando protegerme para que no me vuelvan a hacer daño.
Una vez dentro, Luke pone una mano en el mostrador y espera a que la
camarera termine su llamada telefónica.
—¿Mesa para dos? —pregunta, sin apenas mirarnos.
—No. Estamos aquí para encontrarnos con… mm —su voz se interrumpe
mientras vuelve su mirada hacia mí y yo me adelanto sin perder el ritmo.
—Trenton Miller.
Asiente mientras mira la pequeña pizarra de borrado en seco que está
sobre el pedestal y luego marca una casilla con un bolígrafo rojo.
—Su compañero ya está aquí. Síganme.
Esperamos pacientemente mientras ella coge dos menús y nos dirige
hacia una de las cabinas del fondo de la cafetería. Lo veo nervioso sentado en
su silla, con las manos agarrando con fuerza su bebida y mirando la hora en

32
su reloj.
Luke se detiene cerca de la mesa y se vuelve hacia mí, bloqueándome la
vista de Trenton mientras me agarra con fuerza de los brazos.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto, mamá? No podría importarme
menos, pero tengo la sensación de que esto te ayuda más a ti que a mí —dice,
buscándome en los ojos.
—Oh, cariño. Lo hago por ti, no por mí. Trenton ya no significa nada para
mí. Sólo quería darte esta oportunidad para que no te preguntaras siempre,
¿sabes? —respondo mientras me acerco y le pongo suavemente una mano en
un lado de la cara.
Luke respira profundamente y asiente. Se agacha y me toma la mano
libre antes de darse la vuelta y guiarme por el resto del camino hasta la cabina.
Trenton ya está de pie y la camarera está a su lado, esperando a que nos
sentemos. Cuanto más nos acercamos, más se ensanchan sus ojos, sin dejar
de mirar a su hijo. Cuando por fin llegamos hasta él, le tiende la mano a Luke,
que la mira fijamente durante un momento antes de meterme en el reservado
y sentarse.
—Señor Miller. —Lo saluda con una inclinación de cabeza.
Trenton se muerde el labio inferior con nerviosismo antes de mirarme
y dedicarme una sonrisa forzada.
—Estás muy hermosa esta noche, Taylee —me felicita en tono amable.
—Gracias —respondo, lanzando una mirada nerviosa a Luke. Él siente
mis ojos en él y se echa hacia atrás en su asiento, dándome un rápido giro de
ojos antes de volver su atención al menú.
—¿Qué comiste antes cuando estuviste aquí? —me pregunta
conversando.
—Ensalada —decimos Trenton y yo juntos.
Luke lo mira y se ríe, negando con la cabeza.
—Gracias por contestar, mamá.
Me inclino bajo la mesa y le doy un pellizco firme en el muslo. Es mi
movimiento de «deja esta mierda» cuando estoy en una posición en la que no
puedo reprenderle verbalmente.
—Um, ¿qué estás pensando en pedir, um…? —Ahora le toca a Trenton
fallar en el nombre de su propia sangre, pero mi hijo no parece molestarse por

33
ello.
—Aún no lo sé, señor Miller —contesta con insistencia—. Sigo mirando.
—No tienes que llamarme así. Puedes llamarme Trenton, si quieres.
Luke pone los ojos en blanco ante su menú antes de responder.
—Claro que sí.

34
OCHO
L
a cena es tranquila en su mayor parte. Luke parece haberse vuelto
completamente ajeno al hecho de que su padre está en la mesa
con nosotros y he estado gastando mis pocas palabras habladas
intentando iniciar una conversación entre ellos.
Para cuando llega el momento de elegir un postre, ya he superado por
completo cómo se están comportando, así que hago lo único que se me ocurre.
—Cariño, cuando vuelva, ¿puedes pedirme una rebanada de pastel de
limón? Vuelvo enseguida —le digo a Luke.
—¿Adónde vas?—pregunta, agarrando mi muñeca y mirándome con
ojos serios.
—Solo voy al baño—respondo con una risa ligera mientras libero mi
brazo de su agarre.
Gruñe cuando empiezo a alejarme. Miro a Trenton a los ojos antes de
irme, y articulo habla con él antes de que desaparezca de vista.
Camino a través de un pequeño laberinto de sillas y mesas hasta que
finalmente veo un letrero para los baños y cuando entro, dejo escapar un
profundo suspiro. Realmente no tengo que ir al baño, pero es lo único que se
me ocurre que los obligaría a comunicarse.
Dirigiéndome al fregadero, coloco una mano a cada lado de la cerámica
fría y me miro en el espejo. Por alguna razón, mis ojos están rojos y medio
abiertos, pero no le presto atención a mi reflejo.
Siempre ha sido una especie de mentirosa cuando se trata de mi
verdadero yo. Sé cómo se ve realmente Taylee Greene y no es la mujer en el
espejo.
Decido no mirarla más porque está empezando a burlarse de mí con su
sonrisa maliciosa y sus ojos oscurecidos. Algo se está gestando en su mente y
tengo miedo de lo que me obligará a hacer si mantengo su mirada fija por más
tiempo.
Abro el grifo y me echo un poco de agua fría en la cara para intentar
eliminar algo del rojo de mis ojos. Busco a ciegas el dispensador de toallas de

35
papel y arranco un trozo para secarme la cara, lo hago una bola y lo arrojo al
cubo de la basura mientras salgo del baño.
Me he ido el tiempo suficiente para darles algo de tiempo para al
menos presentarse el uno al otro, creo, y espero que mi pequeño truco haya
funcionado.
Cuando me acerco nuevamente a la cabina y los veo acurrucados en
una conversación profunda, una pequeña sonrisa victoriosa se extiende por
mi rostro.
Parece que funcionó.
Al momento en que Luke me ve, tose con fuerza y luego se recuesta
en su asiento. Me vuelvo a sentar a su lado y él me sonríe, desliza un brazo
protector alrededor de mis hombros y apoyo mi cabeza contra él.
—Siento que haya tardado tanto—le digo. Se encoge de hombros y me
da un apretón.
La mesera regresa con nuestros postres y tomo mi tenedor para
escarbar en mi pastel cuando me doy cuenta de que Trenton me está mirando
ahora con ojos serios. Parece que está debatiendo sobre decir algo y levanto
una ceja.
—¿Estás bien?—pregunto, el tenedor flotando frente a mi boca.
Echa un vistazo a Luke, quien le da un rápido masaje en la espalda y
luego asiente.
—Sí. Estoy bien —dice finalmente, aclarándose la garganta y mirando
su pequeño tazón de helado.
—¿Vainilla?—pregunto con una sonrisa.
—Los viejos hábitos tardan en morir—responde en voz baja, clavando
su cuchara. Luke parece haber tomado a su padre en el departamento de
helados, pero puedo ver algunos trozos de chocolate en sus bolas.
—¿Quieres un poco?—pregunta, cuando se da cuenta de que estoy
inspeccionando su plato.
—No, gracias, cariño—respondo antes de que finalmente me ponga un
trozo de pastel en la boca. Suspiro felizmente y me recuesto—. Esto es tan
bueno. Toma; pruébalo —digo cortando otro trozo pequeño y ofreciéndolo a
mi hijo.
Él sonríe, se inclina hacia adelante y toma la pieza que le ofrecí, luego
asiente en agradecimiento.

36
—Sí, tal vez deberíamos pedir otra rebanada para llevar a casa.
—¡Suena bien para mí!—respondo alegremente. Corto otro trozo de mi
pastel cuando de repente me doy cuenta de que Trenton me está mirando de
nuevo.
—¿Qué ocurre?—pregunto, alzando otra vez una ceja hacia él.
Se aclara la garganta y empuja su helado con su cuchara, echando otra
mirada a Luke, antes de mirarme con esa maldita expresión seria que tenía
cuando me senté.
—¿Cómo estás estos días, Taylee?¿Cómo te está yendo de verdad?—
pregunta en voz baja.
—Bien—respondo uniformemente—. ¿Por qué? ¿Te han dicho algo
diferente? —pregunto, volviéndome en mi asiento para mirar a mi hijo que
está empujando su helado en su tazón.
Como su papá.
—¿A qué te dedicas?—pregunta Trenton, inclinándose hacia adelante—.
Por ejemplo, ¿cómo pueden pagar sus facturas y el lugar en el que viven?
—No tengo trabajo. Recibo ayuda —contesto, mis ojos aún fijos en mi
hijo, que está haciendo todo lo posible por no encontrar mi mirada severa—. Y
como puedo quedarme en casa, también mantengo a Luke en casa. Le enseño
de un plan de estudios certificado por la junta escolar. ¿Te dijo eso?
—Lo mencionó—responde Trenton de manera uniforme con un
asentimiento—. ¿Qué más hacen ustedes dos?
—Eso no es de tu maldita incumbencia—siseo, golpeando la mesa con
la mano. La gente en los reservados y las mesas a nuestro alrededor se voltean
para mirarnos a los tres y Luke se ríe.
—Déjala en paz, Trenton—dice en voz baja.
—¿Qué mentiras le has estado diciendo?—le grito enojada, dándole un
empujón.
—¡No le he dicho nada!—dice Luke, levantando las manos para
defenderse.
—Taylee, mantén tus manos fuera de ese chico o que Dios me ayude,
nunca lo volverás a ver—advierte Trenton, inclinándose sobre la mesa y
alejándome de Luke.
—¿Está todo bien aquí?

37
Me vuelvo a sentar y miro hacia arriba para ver a nuestra mesera junto
con un hombre de mediana edad que lleva una etiqueta de “gerente” clavada
en su camisa, mirándonos con atención.
—Mi culpa. Totalmente. Estamos bien —ofrece Luke con una sonrisa.
—Muy bien—dice con un asentimiento curioso, antes de que se den la
vuelta y se vayan. Puedo ver dónde se han posicionado al final de la barra para
que puedan vigilarnos y asegurarse de que no levante una mano hacia mi hijo
nuevamente y me enoje.
—Bueno, esta fue una gran puta idea—le digo con sarcasmo, empujando
mi plato.
—Estás haciendo pucheros—señala Luke en voz baja.
—Creo que aparentemente has dicho suficiente esta noche, ¿no?—
respondo en voz baja.
Trenton se aclara la garganta ruidosamente antes de sacar su billetera
y dejar caer un billete de cien dólares sobre la mesa.
—Nos estamos viendo. De todos modos, probablemente debería ir
antes de que mi esposa comience a preguntarse dónde estoy. Recuerda lo que
te dije, hijo —dice, mirando a Luke, quien asiente con nerviosismo.
Y así, Trenton Miller vuelve a salir de mi vida cuando más lo necesito.

38
NUEVE
P
ara cuando regresamos a casa, el silencio entre nosotros es tan
ensordecedor que puedo notar que Luke está completamente
incómodo con mi comportamiento. Sin embargo, se ha provocado
esto a sí mismo al contarle cosas a su padre que no tenía por qué decirle. Y
aunque no estoy del todo segura de cuál fue el alcance de su conversación,
tengo toda la intención de averiguarlo antes de que tenga la oportunidad de ir
a encerrarse a su habitación.
En cuanto entramos a la casa, cierro la puerta detrás de mí, luego
empujo a Luke contra ella.
—¿Qué le dijiste? —grito enojada.
—¡Nada, mamá! ¡Lo juro! ¡No le dije nada! —responde, levantando las
manos para protegerse.
—¡Mentiroso! —grito, golpeando su brazo izquierdo—. Después de
todo lo que he hecho por ti, ¿así es cómo me tratas? ¿Prefieres vivir con él y
su familia? ¡Porque eres más que bienvenido de salir de mi casa si no puedes
apreciarme como merezco ser!
Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas y en lugar de ver al
joven confiado al que estoy acostumbrada, me encuentro con un niño asustado
para el que no tengo tiempo.
Levanto la mano, lo agarro por la nuca y lo empujo hacia el pasillo.
—Puedes ir a tu habitación y puedes quedarte allí hasta que seas lo
suficientemente hombre para decirme qué tonterías le arrojaste a ese pedazo
de mierda, ¿me entiendes? No quiero volver a ver tu rostro hasta que estés
listo para dar un paso al frente y reconocer tus malditas palabras —le grito.
El tenor de mi voz me asusta porque el tono no es del todo mío y la
expresión de terror abyecto en su rostro me dice que sabe lo que pasará
pronto si no desaparece de vista.
Luke se pone de pie y se precipita por el pasillo hacia su habitación.
Cierra de un portazo, y segundos después puedo escuchar el sonido
inconfundible de muebles moviéndose. Me tiene tanto miedo cuando estoy

39
así que tiende a atrincherarse durante uno o dos días hasta que está seguro de
que he superado la rabia que se ha apoderado de mí. Incluso entonces, es muy
cuidadoso de asomarse demasiado lejos de su habitación sin permiso porque
es probable que le grite de manera errática.
Me dejo caer al suelo y pongo la cara entre mis manos. No me gusta ser
así con él, me ama incondicionalmente y solo lo alejaré con mis estados de
ánimo, pero me niego a envenenarme para mejorar las cosas y parece que le
va bien con ello.
Al menos, tan bien como puede irle.
Cuanto más tiempo pasa que estoy sola en el frío suelo, más desesperada
me siento. Quiero que mi hijo me abrace y me diga que todo estará bien, pero
ya he hecho suficiente daño a nuestra relación por la noche, lo que significa
que tendré que lidiar con la sensación de vacío.
Me pongo de pie y camino silenciosamente por el pasillo, mis brazos
me rodean con fuerza cuando me detengo frente a su puerta. Pongo mi oído
contra la madera y suspiro. No puedo oír nada en el interior, ni los suspiros
jadeantes de esfuerzo, ni los gemidos suaves de miedo. No escucho nada que
me diga que lo más probable es que haya salido por la ventana, como suele
hacer a veces, y me haya dejado sola otra vez.
—Lo siento —susurro suavemente a medida que me alejo de la puerta
y me doy la vuelta para caminar hacia mi habitación.
Una vez dentro, me desplomo en la cama, acerco las rodillas a mi pecho
y empiezo a sollozar en silencio. Nunca tuve la intención de lastimar a mi
chico, física o emocionalmente, pero a veces las cosas se vuelven demasiado
para mí y este monstruo sale de mí, azotando lo único que puede alcanzar.
Siempre tengo miedo de que crezca y me odie por las cosas que suceden
detrás de estas paredes, y nunca lo culparía por eso.
Le he hecho cosas atroces a mi hijo y nada parece alejarlo de mí excepto
cuando le digo palabras amargas.
Ahí es cuando se esconde.
Ahí es cuando me muestra que todavía es un niño y no el hombre con el
que a menudo lo confundo.
Espero que cuando llegue el momento de que me deje, no me odie
demasiado por todo el dolor que le he causado.

40
DIEZ
C
uando despierto la mañana siguiente, me duele la cabeza. Tanto
así, que la pequeña franja de luz solar asomando a través de las
persianas me hace hacer una mueca y encogerme debajo de la
manta, pero el material no se mueve porque no solo es mi brazo el que lo
aplasta.
—¿Qué? —Me quejo a nadie en particular.
—Vuelve a dormir, mamá —responde la voz cansada, atrayéndome con
fuerza contra él.
Obviamente es Luke, lo que me sorprende considerando cómo dejé
anoche nuestra relación colgando de un hilo.
No tengo el corazón para discutir con él, para decirle que no debería
estar tan apretado contra mí, en cambio, cierro los ojos una vez más y espero
que se canse de tener que mimarme pronto.
Después de que pasa otra media hora y puedo decir que se ha quedado
dormido, respiro profundamente y hago todo lo posible para escapar de sus
brazos sin despertarlo. Cuando me pongo de pie y doy la vuelta para mirarlo,
paso las manos por mis brazos y mi cuerpo tiembla.
Nunca pensé que sería capaz de hacer algo tan hermoso como mi hijo y,
sin embargo, aquí está.
No es de extrañar que tenga que complacerme de vez en cuando.
Y no es de extrañar que me deje hacerlo.
Siempre me ha dicho desde que podía hablar que yo era la mamá más
hermosa del mundo y su toque lo demuestra una y otra vez.
Le doy la espalda y trato de salir de la habitación lo más silenciosamente
que puedo cuando una almohada cae de lleno en mi espalda. Jadeo, asustada,
cuando doy la vuelta para enfrentar a mi hijo que está sentado sobre sus codos
y me sonríe con una expresión cansada bailando en sus ojos.
—Lo siento. No quise despertarte —le digo suavemente, empujando un
mechón de cabello detrás de mi oreja.

41
Se ve tan jodidamente inocente cuando está acostado en mi cama y es
en estos momentos cuando más desesperadamente quiero tocarlo.
Muerdo mi labio inferior y doy un paso más cerca de la cama, cuando
Luke levanta las cejas hacia mí. Él sabe lo que quiero, pero ¿estará dispuesto a
dármelo de nuevo tan pronto?
—¿Me amas? —le pregunto en un tono lo suficientemente suave como
para saber que endurecerá su polla. Es un pequeño truco que uso cuando
quiero amarlo con algo más que mi toque.
—Aw, mamá. Sabes que si —responde, recostándose contra las
almohadas y cruzando los brazos sobre su pecho.
—Entonces muéstrame —digo simplemente.
Luke se pasa una mano por la cara mientras dirige sus ojos hacia la
ventana del dormitorio. No sería la primera vez que intenta saltar, pero será la
última, si considera oportuno volver a desafiarme.
—Ohh —digo, poniendo mis manos a los lados de mi cabeza.
—¿Estás bien? —pregunta con curiosidad. Tengo que esconder la
sonrisa que se desliza por mis labios cuando escucho crujir la cama. Si bien es
cierto que sufro de dolores de cabeza que me vuelven inútil de vez en cuando,
este no es uno de esos momentos.
Solo quiero sentir otra vez su polla dentro de mí, y la única forma de
hacerlo será tomándolo con la guardia baja.
Luke se acerca y me toma por los antebrazos, apartando mis manos de
mi rostro e inclinándose para mirarme a los ojos.
—¿Mamá? —pregunta tímidamente.
Cuando ve la sonrisa tortuosa en mi rostro, da un paso atrás, pero yo
soy más rápida. Me apresuro hacia adelante y lo empujo sobre su espalda,
nuestros cuerpos rebotan en la cama mientras me siento a horcajadas sobre
él y sonrío.
—Muéstrale a mamá cuánto la amas, pequeño —le susurro a medida
que me agacho y saco mi camiseta por la cabeza.
Luke me empuja, pero lo acerco más. Soy mucho más fuerte que él
cuando se trata de momentos como este, aunque no lo parezca.
Él sabe que no podrá resistirse a mí una vez que deslice mi mano en su
bóxer, pero este dulce chico, está constantemente dividido entre complacer
a su madre y salvar su propia alma del monstruo en el que me he convertido.

42
—¿Mamá, por favor? —suplica, empujándome de nuevo—. Ya no quiero
hacer esto.
Enarco una ceja y dejo caer las manos a los costados. Debería saber que
es mejor no negarme lo que más quiero de él, y sabe que el desafío no es algo
que yo maneje bien.
Muéstrale que siempre te necesitará.
Abofeteo su cara tan fuerte como puedo, el sonido resuena en las paredes
de mi habitación y él da un paso atrás en estado de shock. Estoy librando una
guerra dentro de mi cabeza en este momento para ser Taylee, la madre y no la
hermana Taylee, la puta que dejó que su padre me follara como el alma inútil
en la que me había convertido.
Pero es inútil.
No cuando veo sus hombros caer y la determinación ahora brillando en
sus ojos. Sabe que tiene que amarme porque nadie más lo hará.
Tampoco lo amarán, no como yo.
Nunca como yo.
Solo tengo que ser amable con él y llevarlo de vuelta a la cama en lugar
de derribarlo como un animal rabioso enfermo y él hará lo que yo quiera.
Siempre lo hace, porque es un buen chico.

43
ONCE
D
ejo escapar un gemido cuando Luke empuja profundamente dentro
de mí. Tiene problemas al principio, pero después de algunas
bofetadas en la cara, una severa reprimenda y una advertencia de
que nunca volvería a chuparle la polla, finalmente lo hace.
Solo he tenido a dos hombres dentro de mí de esta manera, el otro es
su padre, pero esta polla es mucho más que eso. Puedo sentir su amor por mí
mientras se agacha y tira de mi cabello, arqueando mi cuerpo hacia el suyo.
Me siento como una mujer real por sentir como si fuera la primera vez cuando
siento su aliento caliente contra mi cuello. La forma en que estira la mano y
me aprieta la garganta, como si supiera que necesito ser castigada por lo que
estamos haciendo, solo fortalece mi determinación por nuestros momentos
juntos.
—Más—le ordeno con los dientes apretados mientras continúa
follándome. Está empujando dentro de mí con convicción, follándome más
fuerte que nunca, su mano apretándose un poco más cuando dejo escapar un
jadeo de éxtasis.
Luke deja escapar un gemido fuerte y puedo sentir que se viene
dentro de mí, pero él sabe que no debe detenerse hasta que yo también haya
terminado. Antes le habría cortado las pelotas con un cuchillo por pensar que
estaba bien terminar y dejar que me las arreglara sola.
Luke descansa su cabeza contra mi espalda por un momento antes de
salir de mí, golpeando su polla contra mi trasero, luego me da la vuelta.
Una sonrisa deliciosa se extiende por su rostro a medida que se inclina y
muerde suavemente uno de mis pezones mientras se desliza de nuevo dentro
de mí.
La forma en que nuestra carne suena cuando él embiste su polla en mí
es suficiente para poner celoso a cualquiera, pero él es mío, todo mío y nadie
más lo tendrá.
—¿Estás lista? —pregunta, inclinándose para besar mi cuello.
Asiento y levanto mis manos, agarrando sus hombros con fuerza.

44
Luke asiente, la sonrisa aún está en su rostro cuando inclina su cuerpo
contra el mío, envolviendo nuevamente una mano alrededor de mi garganta.
Mi chico estan bueno conmigo y me ama. Eso me hace sentir muy
orgullosa de nuestra relación.
Nadie nunca lo entenderá y eso es algo que en verdad no me interesa
explicar.
—Espera —digo de repente, intentando apartar sus manos de mi
cuello—. Luke… espera.
—No más esperas, mamá—susurra, retrocediendo y dándome una
mirada peligrosa.
—¡Detente!—grito, arrepintiéndome inmediatamente de mi reacción.
Me arden los pulmones.
Es difícil tomar aire y las estrellas explotan ante mis ojos, pero mi hijo
sigue presionando. Saca su polla de mí y usa su otra mano, envolviéndola
alrededor de la carne de mi garganta que la otra mano no cubrió y me empuja
profundamente en la cama.
Conozco esa mirada en sus ojos.
La he visto en el espejo muchas, muchas veces.
Sabía que nunca podría salvar a Luke porque solo quería amarlo.
¿Y ahora?
Ha encontrado una forma de salvarse solo.

45
EPÍLOGO
H
an pasado algunos años desde que mamá murió y mientras hojeo su
Biblia en busca de respuestas, tengo que concentrarme en la tarea
que tengo entre manos. Nunca estuvo bien de la cabeza después de
que Trenton se la follara por primera vez y supongo que la única forma en que
podía mantener la poca cordura que le quedaba era amarme de la manera en
que él la amo.
Las primeras veces no fue gran cosa para mí, pero cuando se convirtió
más en una demanda que en un momento amoroso entre una madre y su hijo,
comencé a sentir que me estaban usando.
Suspiro con irritación a medida que escaneo página tras página, libro
tras libro, buscando algo que pueda decirme que hice lo correcto.
Nada de las palabras que han pasado de hombre a hombre por miles
de años del hombre que vive en las nubes, sino pistas que sé que mamá debe
haber dejado en estas escrituras sin sentido.
Vamos, maldita sea.
Sigo. No por las cosas que me hizo, porque sé que solo me enseñó a
amar; a amar de verdad.
Incluso en los días y noches en los que intenté luchar contra ella, sabía
que era la única forma en que ella podía convencerme de que su amor era lo
más puro que podía ofrecerme.
Y yo no le ofrecí nada a cambio.
Nada de lo que hice fue útil para la mujer que me dio la vida y eso me
atormentará hasta el día en que muera.
Creo que pasó tanto tiempo en ese maldito restaurante porque esperaba
que algún día volviera a ver a Trenton, e incluso al padre Moore, pero nunca
entenderé lo que habría ganado con esas reuniones “casuales” aparte de
sumergirse más en su autodesprecio.
Cuando Taylee fue al baño, él me preguntó si había algo que pudiera
hacer para ayudar, para alejarme de ella, pero yo… no pude. No podía dejarla
sola en un mundo que obviamente olvidó entender.
¿Merecía ese final? No lo sé, y trato de no pensar en eso, pero parece
que no puedo sentirme orgulloso de mí por detenerla antes de que fuera
demasiado tarde.

46
Me dijo que algo estaba creciendo dentro de ella, pero estaba tan
jodidamente paranoica que podría haber significado cualquier cosa, y
honestamente no quería ver qué era.
Veo al cielo azul brillante por un momento y veo una nube perezosamente
a la deriva preguntándome si finalmente está feliz con su gran hombre en
el cielo, antes de volver a mirar la Biblia en mis manos, listo para cerrarla y
rendirme.
Y ahí es cuando lo veo.
Cuando estoy listo para rendirme y tirar el libro a la basura cerca de su
tumba, finalmente puedo verlo.
Es la inconfundible letra de mamá en el libro de Apocalipsis. Casi como
si supiera que la estaría buscando para seguir guiándome después de su
muerte.
Respiro hondo y sonrío mientras paso la yema de mis dedos sobre sus
últimas palabras. Las que se quedarán conmigo por el resto de mi vida y las
vidas de aquellos que elija crear y amar de la misma manera que ella lo hizo
conmigo.
Puedes ser definido por esto, o puedes dejar que te destruya.

47
PRÓXIMO LIBRO
No he caído en días.
Eso puede no parecer mucho, pero
Dios mío, es un gran logro. Levantarme y
arrodillarme repetidamente mientras él
realiza sus rituales es agotador y estoy
bastante segura de que las ampollas en la
parte inferior de mis pies están listas para
estallar.
Mis rodillas. Están magulladas,
cubiertas de sangre seca y cortes; pero
no caeré. No puedo derrumbarme; eso
significa que él gana de nuevo y yo consigo
ser encerrada en la mazmorra.
Estar en la oscuridad nunca me
asustó, estar a solas era algo que solía
apreciar hasta que él me llevó.
Ahora solo quiero encontrar la luz.
Quiero encontrar el lugar cálido del que
él tanto me habla; el lugar donde dice que
todo este dolor tendrá sentido.
No voy a derrumbarme otra vez.
No puedo.
No antes de encontrar mi paz en la luz. Tengo que hacerlo pronto porque
no estoy segura cuánto más puedo soportar.
Miserere mei sunt1.

Inferno #1

1 Al español “Ten piedad de mí”.

48
SOBRE LA AUTORA
Exitosa Autora Indie. Adicta a Alicia
en el País de las Maravillas. Obsesionada
con el Terror. Envenenada con Arsénico.
Yolanda Olson es una autora
ganadora de premios y muy exitosa
internacionalmente. Nacida y crecida
en Bridgeport, CT donde reside en la
actualidad, generalmente pasa su tiempo
mirando su canal favorito: Investigation
Discovery. Ocasionalmente, se toma un
descanso para escribir libros y poner a
prueba los límites de su mente. También
es una ávida fanática de las películas de
horror, le gusta incorporar elementos
oscuros en la mayoría de sus libros.
Puedes mantenerte en contacto
con ella a través de Facebook, Twitter e
Instagram.
h t t p s : / / w w w. fa c e b o o k . c o m /
yolandasendlesswords/
h t t p s : / / t w i t t e r. c o m /
SymphonyYolanda
https://www.instagram.com/
ihateyolandaolson/

49
Créditos
Moderación
Knife

Traducción
Brendy García
Carib
*CaRiTo*
Flochi
Jane
Knife
Walezuca Segundo
Winter
Ximena Vergara

Corrección, recopilación y revisión


LizC

Diseño
Nessielle

50
51

También podría gustarte