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La Construccion de Identidades en La Sociedad Actual
La Construccion de Identidades en La Sociedad Actual
La construcción de identidades
en la sociedad actual: un desafío
para la educación y para la democracia
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Francisco RODRÍGUEZ LESTEGÁS
balización (Thual, 1995), lo que significa comunidades con respecto al conjunto del
la reivindicación de identidades Estado; en el caso de los modelos estata-
particularistas por parte de diversos gru- les centralizados, las demarcaciones ad-
pos nacionales, étnicos o culturales, jus- ministrativas interiores tienden a
tamente cuando nos vemos inmersos en configurarse siguiendo un modelo centrí-
un proceso de globalización que tiende a peto que garantice el control del centro
la homogeneización cultural y a la uni- sobre la periferia.
formidad en lo que respecta a modos de
vida y valores compartidos (Bárcena, El territorio es, por consiguiente, un
1997; Kymlicka, 1995; Martiniello, 1997). elemento destacado en la construcción de
Y en nuestro país, que no ha resultado la identidad y, de manera más o menos
ajeno a esas modificaciones, el antes he- sutil, siempre está presente en los dis-
gemónico nacionalismo español se ve aho- cursos nacionalistas de cualquier signo
ra doblemente cuestionado: por abajo, a que se proponen despertar o estimular la
causa de la emergencia de nuevos refe- conciencia nacional (Nogué, 1991). La
rentes infranacionales, y por arriba, en identificación entre pueblos y territorios
virtud del proceso de configuración de un está tan ampliamente aceptada que da-
espacio supranacional y de impulso de mos por supuesto que los polacos viven
una identidad europea (Audigier, 1997; en Polonia, los escoceses en Escocia, los
López Facal, 2001; Marín, 2002; Valls, tibetanos en el Tíbet, y así sucesivamen-
2001; Valls y López, 2002). te. No debe sorprendernos, pues, que la
expresión suprema de la tendencia a de-
2. Lo que hemos venido haciendo: finir las sociedades en términos político-
construir una identidad nacional- territoriales haya cristalizado en el
Estado moderno, una unidad político-geo-
estatal gráfica basada conceptualmente en el
Ciudadanía, identidad y nacionalidad
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ración de una conciencia nacional alre- seen una considerable capacidad de asi-
dedor de la idea de que todos los españo- milación e integración de los aportes ex-
les forman una sola nación y un único ternos, vertebrando ordenadamente cada
Estado. nuevo elemento incorporado (Fontana,
1994; Jáuregui, 2000). En suma, el ex-
3. Lo que se nos pide que haga- traordinario desarrollo de las civilizacio-
mos: construir una identidad nes aquí asentadas durante una larga
historia común se ha visto plasmado en
europea una intensa humanización del espacio y
Parafraseando la sentencia que se en formas peculiares de organización del
atribuye a Massimo d’Azeglio tras la uni- mismo, de manera que son los factores
ficación del reino de Italia, diríamos hoy históricos y culturales los que ejercieron
que, una vez hecha Europa, toca ahora un peso evidente en la justificación de
hacer los europeos. Y aquí ya nos encon- ciertas realidades actuales.
tramos con un problema inicial: ante la
ausencia de una demarcación geográfica Ahora bien, al hablar de cultura eu-
bien definida, la identidad europea, la ropea nos estamos refiriendo realmente
europeidad, se sustenta más en un patri- a una enorme pluralidad de culturas,
monio cultural común y en ciertos valo- cada una de ellas dotada de sus códigos
res compartidos que en la territorialidad. peculiares y de su propia identidad. Le-
Pero si nos preguntamos qué es lo que jos de representar un modelo al que se
tenemos en común los europeos y qué es debe aspirar, el multiculturalismo es,
lo que nos diferencia de los no-europeos, simplemente, un hecho social (Garreta,
no es fácil hallar respuestas plenamente 2003). Europa se nos presenta, pues, no
satisfactorias (Smith, 1992): las diferen- exactamente unida en la diversidad
cias entre europeos son tan grandes como —como reza el lema oficial—, sino más
respecto a los no-europeos en lo que se bien como una familia de culturas (Smith,
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y la aparición de nuevas formas de xeno- ción de un proyecto europeo que, por sus
fobia, racismo y chovinismo cultural? pretensiones homogeneizadoras, es visto
(Shore, 1993). como una amenaza para las culturas e
identidades nacionales todavía profunda-
Y no sólo eso, sino que esta política mente arraigadas entre ciertos sectores
cultural excluye de la europeidad, defini- de la población de los países comunita-
da en un restrictivo marco monocultural, rios europeos (Martiniello, 1997). No ol-
a toda la población inmigrante asentada videmos que, tras muchos años de
en Europa y proveniente de países cuya absoluta preeminencia de las identida-
fe predominante es la islámica, justamen- des nacionales, los europeos siguen valo-
te cuando la integración de los grupos rando extraordinariamente las singula-
étnicos no europeos es uno de los proble- ridades de sus respectivos pueblos. El es-
mas esenciales que, según señala Llobera tado-nación sigue siendo la forma domi-
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nante de división político-territorial y pa- no es algo dado de una vez para siempre.
rece poco probable que esta situación Más bien la identidad es un proceso en
vaya a modificarse sustancialmente en formación que se construye y reconstru-
un futuro próximo; más aún, los impul- ye en el curso de vida de los individuos y
sos identitarios en nuestro continente, in- grupos, y ello a través de diferentes
cluso los de carácter más minoritario, son facetas, roles y circunstancias» (Melucci,
tan activos que permiten hablar de un 2001, 115).
movimiento de re-nacionalización de Eu-
ropa (García de Cortázar, 2005; Knight, La tradicional identificación entre ciu-
1982; Thual, 1995). dadanía y estado-nación, a pesar de las
nada despreciables resistencias a las que
Entonces, ¿cabe la posibilidad de cons- ya nos hemos referido, parece haber en-
truir una identidad europea potente sin trado definitivamente en crisis (Zapata,
erosionar al mismo tiempo los viejos na- 2001). Desde postulados postmodernistas
cionalismos estatales?, se pregunta Shore se prefiere enfatizar la multiplicidad de
(1993). O dicho de otro modo: si desde la identidades propia de las sociedades con-
estructura política de los estados se pro- temporáneas: lejos de una consideración
cura que las identidades nacionales se de la identidad como algo monolítico o
mantengan firmemente enraizadas, petrificado, los individuos actúan ahora
¿cómo generar una identidad colectiva ca- como agentes activos de construcción de
paz de promover un fuerte grado de iden- identidades y pertenencias, desplazándo-
tificación entre los ciudadanos europeos? se de una a otra, minimizándola o exage-
(Smith, 1992). La respuesta tiene que ver rándola incluso, según las circunstancias
con un principio fundamental de nuestra lo requieran (Bárcena, 1997; Garreta,
convivencia democrática: el respeto a las 2003).
diferencias nacionales y regionales, fruto
Esto significa que las personas se
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cognitiva como emotiva— no sólo para tenencia a una comunidad política desde
comprender y apreciar la diversidad cul- un enfoque inclusivo; reconocer las difi-
tural, sino también para posibilitar la co- cultades para la adquisición de ese senti-
municación, la cooperación y el miento de pertenencia cuando la mayoría
enriquecimiento mutuo (Kymlicka, 2001; no acepta la inclusión de la minoría o
Rodrigo, 1999; Sáez, 2006). A este res- cuando ésta no dispone de los recursos
pecto y desde una perspectiva liberal, necesarios para participar activamente en
Bauböck (1999) se muestra partidario de la comunidad, y trabajar operativamente
que las minorías puedan exigir recursos el sentimiento de pertenencia a comuni-
públicos para que sus miembros estén en dades políticas cada vez más amplias sin
condiciones de preservar y desarrollar sus prescindir de las escalas más próximas.
propias herencias culturales, que deben
ser incluidas en una cultura pública com- En todo caso, la historia nos enseña
partida. Este principio supone evitar el que sólo sobre la aceptación de la
conocimiento superficial de las culturas multiculturalidad, y nunca sobre el
que no va más allá de los rasgos exóticos uniformismo impuesto unilateralmente
y puramente anecdóticos de las mismas; de forma hegemónica, se podrá construir
también hay que eliminar las falsas imá- una Europa unida con vocación de per-
genes y los estereotipos negativos que manencia. Por consiguiente, la verdade-
cada cultura produce acerca de las de- ra clave de este enfoque se sitúa en
más, e iniciar el proceso de interacción enfatizar la toma en consideración de la
intercultural desde una posición de igual- doble dimensión de la multietnicidad y
dad que posibilite un acercamiento la pluriculturalidad a la hora de definir
empático: ser capaces de superar la vi- la identidad europea. Es preciso deter-
sión etnocéntrica y partir de los referen- minar «cuáles son los intereses que pue-
tes culturales ajenos para identificarse den ser comunes a los autóctonos
europeos y a los inmigrantes para permi-
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desafío entraña una mayor dificultad que nocimiento y el respeto debido a su es-
si se acometiera en un contexto cultural fuerzo en la comunidad» (Reitz, 2007, 46).
más homogéneo, pero, a cambio, permiti-
ría configurar una identidad europea En efecto, nadie debe ser privado de
«abierta, compatible con las identidades sus derechos sociales y políticos por ra-
de origen y otras fuentes de identifica- zones derivadas de su identidad étnica o
ción (a escala local, regional, nacional…) cultural, pero el reconocimiento de tales
tanto si se trata de inmigrantes como de derechos a los residentes extranjeros,
nacionales de los distintos estados miem- como punto de partida para la creación
bros y de sus respectivas regiones» (Solé de vínculos de pertenencia, con ser una
y Parella, 2003, 179). Una identidad ba- condición necesaria, no es suficiente. Es
sada en la inclusión y la equidad, y refe- preciso, además, eliminar las desigual-
rida a una comunidad de iguales, menos dades estructurales ligadas a la condi-
rígida y segmentada socialmente que la ción étnica y cultural, tanto en lo que se
actual, que aporta beneficios a la vez que refiere a la posición en el mercado labo-
comporta obligaciones. ral como en el acceso a los servicios del
Estado (sanidad, educación, vivienda…),
Por otro lado, Kymlicka (2001) apun- de manera que los inmigrantes se sien-
ta que la gente acepta la pertenencia a tan partícipes del desarrollo económico y
una misma comunidad de destino cuan- social que ellos mismos contribuyen a ge-
do asume algún tipo de responsabilida- nerar, sin verse en la necesidad de acep-
des con respecto a sus convecinos y tar incondicionalmente una situación que
cuando tiene la oportunidad de respon- pase por la asimilación cultural o la re-
der colectivamente a los retos a que se nuncia a sus identidades de origen (Solé
enfrenta esa comunidad. En la misma di- y Parella, 2003).
rección, Zapata (2001) insiste en la im-
portancia de la participación política en «El eje central de cualquier avance ha-
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los valores de la nuestra, todas las cultu- evidencian la arbitrariedad de las fron-
ras tienen manifestaciones sumamente teras políticas y han originado una cre-
valiosas. ciente presencia de inmigrantes
residentes de forma más o menos perma-
7. Conclusión nente en los países comunitarios. De este
Al margen de las fronteras cada vez modo, sociedades relativamente homogé-
más difusas y porosas del estado-nación, neas han ido adquiriendo un carácter
la multiplicación de centros autónomos multiétnico, multilingüe y multicultural,
de decisión, junto a la interdependencia hasta el punto de que el mundo actual
planetaria y la emergencia de fuerzas po- aparece definido por espacios sociales
líticas y económicas transnacionales, son multiculturales, es decir, por la «coexis-
las tendencias, aparentemente contra- tencia en el mismo espacio social y geo-
puestas, que definen el mundo actual gráfico de individuos pertenecientes a
(Melucci, 2001). Así, en el escenario eu- culturas diversas que las practican en
ropeo pugnan dos fuerzas político-terri- esos espacios» (Lamo de Espinosa, 1995,
toriales divergentes: por un lado, la 54). En este contexto, sumamente propi-
eclosión de grupos regionales o naciona- cio a la emergencia de identidades confu-
les de dimensión subestatal que desean sas, cuando no contradictorias, «¿cómo es
recuperar su particular identidad y ad- posible la ciudadanía, noción tradicional-
quirir la mayor capacidad de autogo- mente concebida en términos homogé-
bierno posible —cuando no la plena neos, en nuestra sociedad política actual,
soberanía tras el reconocimiento del especialmente propensa a la fragmenta-
derecho a la autodeterminación— que les ción y al pluralismo?» (Zapata, 2001, 211).
permita regir sus propios destinos, y por Sabemos que la noción formal de ciuda-
otro, la tendencia hacia una integración danía siempre se ha referido a la identi-
de carácter supranacional en la que se ficación del ciudadano como miembro de
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la sociedad receptora. Ante una discrimi- que, además de respetar la cultura del
nación tan difícilmente sostenible, el ace- otro, pivota sobre la aceptación y acogida
lerado incremento de sociedades de su persona.
multiétnicas en Europa ha impulsado el
debate en torno a una ciudadanía de ca- Dirección del autor: Francisco Rodríguez Lestegás, Es-
cuela Universitaria de Formación de Profesorado, Avda.
rácter supranacional, que Bauböck (1994) de Ramón Ferreiro, s/n, 27002 Lugo. E-mail:
y Soysal (1994) prefieren denominar lestegas@lugo.usc.es
transnacional y postnacional, respectiva-
mente, y que cuestiona seriamente la con- Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
lo: 15.X.2007
sideración del Estado nacional como
fuente principal o única de identidad. Por
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mente reproductora de una visión 13-47.
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