Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
En los epígrafes que se desarrollan a continuación se analizan las diferentes situaciones que pueden
producirse en la explotación normal de una conducción, independientemente del material en que se
diseñe, no incluyendo otro tipo de problemáticas específicas de materiales metálicos como la corrosión,
para lo que también se habrán de incorporar las protecciones pasivas o activas que sean necesarias.
Tampoco se incluye otro tipo de elementos como rejas, cazapiedras o filtros destinados más bien a
“tratar” el liquido a transportar, para proteger algunos elementos que puedan incluirse en la red como
bombas o sistemas de goteo.
Así, cuando se hace referencia a elementos de protección, éstos han de relacionarse con el fenómeno del
que se pretende proteger, analizándose una serie de situaciones que, incluso en el funcionamiento normal
de una conducción, pueden producirse en las conducciones:
- Cavitación
- Bolsas de aire
- Depresiones
- Sobrepresiones
- Flujos inversos
- Dilataciones, vibraciones y movimientos.
- Averías
Para cada uno de estos grandes capítulos se analizan sucintamente los fenómenos y se abordan los
diferentes sistemas que se pueden disponer, ya que frecuentemente tanto los problemas como las
soluciones se presentan de forma combinada. P.ej. en el golpe de ariete se producen tanto depresiones
como presiones, que pueden reducirse utilizando diversos elementos combinados. De este modo se
agrupan los elementos en diferentes tipologías:
- Ventosas.
- Tanques unidireccionales.
- Chimeneas de equilibrio.
- Calderines.
- Volantes de inercia
- Válvulas de cierre programado
- Válvulas de alivio y válvulas reguladoras de presión
- By-pass
- Válvulas de retención
- Juntas de dilatación y compensación
- Válvulas de corte
Cavitación
La cavitación en conducciones se produce generalmente cuando el agua pasa a gran velocidad por una
obstáculo, produciendo una descompresión del fluido y alcanzándose la presión de vapor del líquido, de
tal forma que las moléculas que lo componen cambian inmediatamente a estado de vapor, formándose
burbujas.
La presión de vapor del agua de la temperatura de ebullición están relacionadas entre si, así en la costa el
agua hierve a 100º y en una cota más alta el agua hervirá a menos temperatura, ya la presión atmosférica
es menor, es decir la presión de vaporización y temperatura del agua depende una de otra. A una
temperatura de 20 ºC la presión de vaporización es 17,5 mm Hg, así cuando la presión atmosférica baja
de 17,5 mmHg el agua a20º hierve.
Ésta presión puede descender de forma localizada al aumentar la velocidad del agua al pasar a través de
los accesorios o válvulas de una conducción, en los que se produce una la reducción de la sección. Del
mismo modo la presión se convierte en energía cinética, un aumento de ésta se traduce en una
disminución de la presión, con la consiguiente formación de burbujas de vapor.
La cavitación se forma normalmente a partir de "núcleos de cavitación”, que son diminutas burbujas de
gases adheridas a materiales sólidos presentes en los líquidos, burbujas retenidas en fisuras en los
conductos de transporte del mismo, o gases disueltos en el líquido.
Cuando las condiciones de flujo vuelven a normalizarse y la sección recobra su presión normal, las
burbujas implosionan, regresando al estado líquido repentinamente, y causan ondas de presión que viajan
en el líquido que pueden disiparse en la corriente o pueden chocar con una superficie. Si las burbujas de
vapor se encuentran cerca o en contacto con una pared sólida cuando implosionan se producen presiones
localizadas muy altas, ocasionando picaduras sobre la superficie sólida.
Además, si la zona donde chocan las ondas de presión es la misma repetidas veces, el material se debilita
y se erosiona, provocando además de un daño en la superficie la formación de una zona de mayor pérdida
de presión que se convierte en un foco de formación de burbujas de vapor.
La cavitación puede afectar a impulsiones (en la aspiración y en la descarga), a válvulas (que en los
momentos de apertura o cierre sufren importantes sobrevelocidades, y otros elementos propios de la
conducción como cambios de diámetro, codos, etc...
Para dar solución a este problema no se trata tanto de la colocación de un elemento específico, sino más
bien de un correcto diseño de la instalación y la conducción de manera que se eliminen las turbulencias en
las conducciones, evitando cambios bruscos en el diámetro de las tuberías, reduciendo la velocidad de
circulación y eliminando los gases que haya disueltos en el agua, para lo que se han de instalar ventosas y
purgadores que eliminen el aire que se libere.
Bolsas de Aire
A efectos prácticos puede considerarse el agua casi como incompresible, en tanto que el aire sí es
claramente compresible. Por ello cuando en una conducción se forman bolsas de aire, la presión del agua
que no se comprime (o lo hace en mucha menor medida) se transfiere de manera localizada al aire, que
puede causar desperfectos en la conducción.
Además de roturas, el aire puede causar errores en los elementos de medida y la disminución de la
sección de la tubería, con el consiguiente incremento en el gasto energético y la posibilidad de
sobrevelocidades que den lugar a cavitaciones, o la disminución del caudal circulante.
Esta presencia de aire ha de considerarse en las diferentes fases de uso de la conducción: durante en
llenado, en funcionamiento, y en el vaciado.
Antes del llenado la conducción está vacía, es decir llena de aire, por lo que el agua al entrar ha de
desplazar todo el aire, de manera que no queden bolsas atrapadas en los puntos altos.
En el funcionamiento normal el aire puede entrar desde el exterior, bien por algún elemento como
ventosas o a través de los bombeos (en los que un deficiente diseño o funcionamiento puede crear vórtices
que introduzcan aire en el sistema), bien por averías.
Igualmente puede producirse entrada de aire disuelta en el agua, que por cambios en la condiciones de
presión y/o temperatura (un ascenso de temperatura o un descenso de presión reducirán el aire disuelto en
el agua), se liberen dentro de la conducción provocando incidentes (como ejemplo a 20ºC y presión
atmosférica, el contenido de aire disuelto en el agua es de 20 litros por cada m3 de agua y con un caudal
de 100 m3 /h, un cambio de temperatura de 15ºC a 30ºC producirá 500 litros de aire por hora).
Durante el vaciado el problema es el inverso, el espacio que deja el agua al salir ha de ser ocupado por
aire, si esto no se produce se provocaría un vacío que originaría depresiones y succiones y la conducción
que puede dar lugar a aplastamientos.
Para evacuar las bolsas de aire han de disponerse ventosas o purgadores en aquellos puntos en los que
éstas puedan formarse o acumularse, generalmente (aunque no únicamente) los puntos altos del perfil de
la condución.
Depresiones
Las depresiones en las conducciones son uno de los problemas que más directamente pueden
comprometer la seguridad de la tubería ya que estas normalmente se han timbrado para resistir las
presiones internas, e incluso gozan de un cómodo coeficiente de seguridad, produciéndose fallos bastante
localizados en el caso de excesos de presión. Sin embargo las depresiones surgen de una manera más
imprevista (por un mal diseño o una mala explotación), por lo que la conducción no se haya en
condiciones de soportar esta solicitación, que afecta además a un tramo mayor.
En primer lugar ha de considerarse la posibilidad de aparición de depresiones en las operaciones de
vaciado de una conducción, en las que, de manera inversa al llenado, el espacio que inicialmente ocupa el
agua queda libre al salir ésta y ha de ser ocupado por aire, creándose el vacío en caso de que el aire no
pueda entrar a suficiente velocidad, con el consiguiente riesgo de aplastamiento de la conducción.
Sin embargo el aire no es el único elemento a tener en cuenta en la aparición de depresiones, el fenómeno
del golpe de ariete, que se produce cuando el agua que se desplaza por una conducción es obligada a
detenerse bruscamente, provoca un ciclo de sobrepresiones y depresiones que pueden dar lugar a colapso
de la conducción en el caso de que no sean compensadas.
Para afrontar esta problemática, además de las ventosas que se usan para evitar la formación de bolsas de
aire, y que también pueden permitir la entrada de ésta, se utilizan dispositivos como chimeneas de
equilibrio, calderines hidroneumáticos o tanques unidireccionales.
Sobrepresiones
Las sobrepresiones en una conducción se han de referir obviamente a presiones superiores a las previstas
en un funcionamiento normal, para el que se realiza el timbrado de la tubería, siendo posible que se
supere este nivel de manera accidental (p.ej. en el caso de fallo de válvulas de protección) o prevista (p.ej.
en el caso de que en algún tramo se considere más económico el reducir el timbraje, aún aceptando que en
algunas situaciones será necesario reducir la presión (con el consiguiente gasto improductivo de energía
y/o caudal).
Sin embargo la causa más frecuente de sobrepresiones en la red es el golpe de ariete, que se produce
cuando la masa de agua que se desplaza por la conducción es detenida bruscamente por un cierre rápido
de una válvula. A pesar de la naturaleza líquida del fluido, al estar confinado por la tubería, el efecto es
similar al choque un tren en movimiento con una pared.
Cuando el “tren de fluido” choca con esta pared se producen dos efectos: uno de “rebote” del agua y otro
de deformación, que el agua (incompresible a efectos prácticos) traslada al material de la conducción en
función de la elasticidad de éste.
Describiendo el fenómeno de un modo simplificado, el
efecto rebote hace que el “tren” comience a circular en
dirección opuesta (deformando igualmente la
conducción), con lo que el espacio que anteriormente
ocupaba quedará vacío (si no hay ningún mecanismo
que evite esta depresión) y por lo tanto el “tren de
fluido” se frenará y volverá sobre sus pasos “atraído”
por este vacío, para volver a rebotar y dar lugar a un
ciclo de sobrepresiones y depresiones que irán
disminuyendo (si la conducción las soporta y no hay
roturas o aplastamientos) en función de la longitud del
tramo, el diámetro, el material y la velocidad del agua.
Este fenómeno de parada brusca del “tren de fluido” se
puede producir también por una parada brusca en un
bombeo, en este caso la inercia hace que siga
circulando el agua que ya ha sido impulsada, pero
detrás de ésta no sigue alimentándose más caudal, por
lo que el espacio que deja el agua circulante habrá de
ser ocupado (bien por aire, que después habrá de ser
expulsado, bien por agua procedente de alguna otra
fuente) o se producirá el vacío.
En cualquier caso cuando el agua impulsada consuma
la energía de que la ha impulsado, la menor presión en
la “cola del tren de fluido”, la hará regresar y se
producirá una sobrepresión, produciéndose de nuevo el
fenómeno de idas y venidas de la onda de presión-
depresión en la conducción (si se encuentra con una
válvula de retención) o se producirá el giro inverso del
grupo de bombeo e incluso el vaciado de la red y
depósitos.
En la modelización del fenómeno se pueden tener en cuenta la elasticidad del material de la conducción y
del fluido, la configuración del sistema (bombeos, depósitos, etc..), la disposición de los diferentes
elementos de protección, e incluso fenómenos más complicados como resonancias, amplificaciones,
derivaciones, etc...
Con carácter general, y aunque la utilización de potentes programas informáticos simplifican los cálculos
(aunque una mayor precisión también requerirá un mayor número de datos y variables para alimentar el
programa), la variable práctica a considerar para el golpe de ariete es la velocidad de cierre de la válvula,
que en el caso de ser suficientemente lento evitaría este fenómeno, o el equivalente de la velocidad de
parada en un bombeo, que también podría preverse suficientemente lento para no dar lugar al golpe de
ariete.
Como esta posibilidad de cierre lento de válvulas (que se podría prever con una válvula de cierre
programado) o parada suave de bombeos (con la incorporación de volantes de inercia) no siempre es
posible, y en cualquier caso ha de preverse la posibilidad de una situación accidental.
Los mecanismos empleados para actuar frente a las sobrepresiones (y depresiones) que genera el golpe de
ariete son fundamentalmente chimeneas de equilibrio, calderines hidroneumáticos y válvulas de alivio,
además de incorporar en los sistemas válvulas de retención que limiten los efectos del retroceso de la
onda de presiones-depresiones, pero que no solo no evitan el golpe de ariete sino que pueden complicar
sus efectos si no son adecuadamente diseñadas.
Flujos inversos y vaciados
En el funcionamiento de la red, cuando aparecen fenómenos como el golpe de ariete o deja de impulsar
un grupo de bombeo, el efecto de la onda de rebote o simplemente la gravedad hará que la dirección de
circulación se invierta con lo que el caudal puede escapar de la conducción (con la problemática que el
vaciado representa) e incluso en esta salida pueda provocar un giro inverso de grupos de bombeo.
Estos flujos inversos pueden producirse también en muchas configuraciones en las que el agua ha de
circular en un sentido determinado pero en las que las condiciones variables de funcionamiento podrían
hacer que el sentido se invirtiese o que incluso penetrase en la red un fluido no deseado (un ejemplo obvio
es el vertido al mar de un emisario a través del cual, cuando no esté en funcionamiento, podría penetrar el
agua de mar).
Por todo ello se disponen en las redes válvulas de retención que eviten este flujo inverso y protejan los
elementos electromecánicos, siendo elementos imprescindibles, pero que a su vez, al cerrarse
bruscamente, pueden dar lugar o amplificar otros efectos como el golpe de ariete o vibraciones y ruidos
en la conducción.
Averías
Cualquiera de los efectos anteriormente descritos, si no se ha estudiado previamente y se ha dispuesto el
correspondiente elemento de protección, puede dar lugar a una avería, que en algunas situaciones puede
ser especialmente grave y comprometer seriamente la instalación.
Además puede haber acciones externas, como el paso de tráfico pesado no previsto, una obra que dañe la
conducción, movimientos del terreno, una mala ejecución, etc… que motiven averías puntuales, que
pueden ser de fácil solución, pero que podrían comprometer el servicio de toda la red y que requiriesen el
vaciado completo de esta,
El vaciado de toda una red representa una interrupción del servicio que se alargará a medida que sea
mayor el volumen a desaguar y posteriormente reponer, que puede ser muchísimo mayor que el necesario
para la reparación propiamente dicha, y que además introduce nuevas posibilidades de averías en el
proceso de vaciado y de posterior llenado, habiéndose de considerar además otros aspectos como la
posible necesidad de desinfección, la limpieza en el caso de entrada de barro, etc…
Por todo ello se ha de “compartimentar” la red para reducir los efectos inducidos por una posible avería,
considerándose por tanto las válvulas de corte como un elemento de protección, además de la función que
puedan tener dentro de la explotación.
Elementos de protección
Ventosas
Como se ha descrito en la relación de fenómenos que pueden afectar a las conducciones, la presencia de
bolsas de aire es uno de los que más gravemente pueden comprometer la vida de la conducción. Para
afrontar este problema uno de los elementos más comunes en los sistemas de conducciones son las
ventosas.
Estos elementos tienen como misión el permitir la entrada y salida de aire, de manera controlada, de
modo que no se produzcan ni depresiones por vacío ni bolsas de aire ocluidas que puedan provocar
reventones. Así las funciones principales que han de llevar a cabo son:
- Expulsar aire en grandes volúmenes durante el llenado de agua de la conducción
- Permitir la entrada de aire en grandes volúmenes durante el vaciado de la conducción para evitar
depresiones.
- Expulsar el aire residual que se ha quedado atrapado después del llenado o que se ha desprendido del
agua durante la explotación normal de la conducción.
El funcionamiento básico de una ventosa se basa en un cuerpo cerrado y conectado a la tubería, en el que
se aloja un mecanismo de obturación, consistente en un flotador cilíndrico o esférico, que obstruye o
libera –en función de si ha de dejar salir o entrar aire- el orificio que conecta con la conducción. En
función de que puedan realizar una o varias de estas operaciones, las ventosas pueden clasificarse en:
- Purgadores automáticos
- Ventosas bifuncionales
- Ventosas trifuncionales
Purgadores Automáticos
Ventosas Bifuncionales
Este tipo de ventosas permiten la salida de grandes cantidades de aire durante el llenado de la tubería, y
además permite la entrada de aire en el vaciado (previsto o accidental) atmosférica evitando el
aplastamiento de la tubería.
Para permitir esto tienen un orificio de grandes dimensiones, de 25 a 400 milímetros de diámetro, por lo
que ha de comprobarse la presión a la que el agua será capaz de mover el flotador y cerrar el orificio, ya
que sus dimensiones podrían evacuar importantes cantidades de agua.
Igualmente ha de cuidarse el diseño ya que presiones excesivas o un inadecuado mantenimiento pueden
dar lugar a enclavamientos del flotador, que quedaría encajado sin bajar cuando el agua salga, sin permitir
la entrada el aire.
La variedad de diseños de ventosas existente en el mercado es muy grande pero pueden agruparse en no-
cinéticas y cinéticas:
- Las ventosas no cinéticas generalmente tienen un flotador esférico y hueco, que debido a su baja
densidad puede movilizarse con la corriente de aire que sale de la conducción, dando lugar a un
“cierre dinámico”. Es necesario que este flotador hueco sea suficientemente resistente para no
deformarse, y que el material de sellado alrededor del orificio sobre el que el flotador se acopla no
sea demasiado blando o inestable para que el flotador no quede “pegado” y pueda separarse en el
vaciado.
- Las ventosas cinéticas únicamente cierran una vez el agua entra en contacto con el flotador debido a
la configuración interna del cuerpo y las características del flotador, que debe cumplir las condiciones
de equilibrio de fuerzas en la expulsión del aire. Si el flotador no sube suficientemente rápido cuando
llega el agua, pueden producirse fugas apreciables ya que el orificio es grande, y si el cierre es muy
rápido (por la velocidad del agua) pueden producirse fenómenos transitorios.
Ventosas Trifuncionales
Las ventosas trifuncionales son una combinación de las dos anteriores, combinando un purgador y una
ventosa bifuncional. Así pueden expulsar pequeñas o grandes cantidades de aire durante el
funcionamiento normal y el llenado de la instalación, al mismo tiempo son capaces de admitir grandes
cantidades de aire en el vaciado de la conducción.
Se pueden fabricar en un solo cuerpo (el flotador grande y el purgador se alojados en un mismo cuerpo) o
menos frecuentemente se pueden ubicar los dos flotadores en cuerpos separados, (ventosas de doble
cuerpo).
Otras tipologías
Además de las tipologías anteriores que son las más frecuentes, existen diseños específicos para otras
situaciones que requieren otro tipo de prestaciones:
La descripción de las tipologías, ubicación y cálculo de ventosas está recogida en el manual M51 de la
AWWA, 2001, “Air release, air/vacuum, and combination air valves”, en el que se señalan los siguientes
puntos en los que ha de contemplarse la instalación de ventosas:
- Puntos elevados para expulsar aire mientras la instalación se está llenando y durante el
funcionamiento normal de la instalación, así como admitir aire durante el vaciado.
- Cuando se producen descensos bruscos de pendientes crecientes.
- Cuando se producen aumentos bruscos en una pendiente descendente
- En intervalos de 400 m y 800 m de tramos largos de tuberías descendentes o ascendentes.
- Al principio y al final de tramos horizontales y en en intervalos de 400 m a 800 m.
- En la descarga de una bomba, para la admisión y expulsión de aire en la tubería de impulsión
- Aguas arriba de una válvula de retención en instalaciones con bombas sumergidas, pozos profundos
y bombas verticales.
- En el punto más elevado de un sifón para la expulsión de aire, aunque debe ir equipada con un
dispositivo de comprobación de vacío que impida la admisión de aire en la tubería.
- Junto a las válvulas principales de la instalación para facilitar el vaciado de la tubería.
Para el diseño no ha de confundirse el diámetro nominal de la conducción o el collarín que une la ventosa
a ésta con el diámetro del orificio, verdadero parámetro de diseño y que en manual de la AWWA se
calcula a partir de las fórmulas y tablas que proporciona, aunque siempre ha de realizarse la
comprobación con las fórmulas, gráficos y diagramas del fabricantes de la ventosa real elegida.
Es importante señalar que, al contrario que en otros elementos de la conducción en los que un
sobredimensionamiento puede proporcionar una sobreseguridad (p.ej. en el timbraje de una tubería), en
las ventosas el dimensionamiento ha de ser el óptimo para cada situación (por ejemplo para evitar que el
agua no sea capaz de movilizar el flotador por ser demasiado grande al haberse sobredimensionado).
Tanques unidireccionales
En el apartado anterior se ha descrito como las ventosas son capaces de solventar la problemática de
depresiones y bolsas de aire mediante el efecto, aislado o combinado, de expulsar o introducir aire en la
conducción.
Sin embargo en fenómenos en los que la depresión se produce por un golpe de ariete, la introducción de
aire en la conducción únicamente complicaría el problema, por lo que se han desarrollado diversos
sistemas que son capaces de compensar esta presión negativa.
En el caso de los tanques unidireccionales, un deposito conectado a la conducción y equipado con una
válvula de retención para evitar que el agua del sistema entre en el tanque, suministra el caudal cuando se
produce la depresión, es decir, cuando la presión en el interior de la tubería es menor que la altura del
agua en el tanque sobre el eje de la conducción en ese punto.
Este tipo de sistema se usa en perfiles muy irregulares, con puntos altos en puntos intermedios del
trazado, en los que otros sistemas como chimeneas de equilibrio resultarían excesivamente altas, siendo
necesario que dispongan de una sección del orden de 16 veces superior al diámetro de la tubería, pero no
requiriendo alturas excesivas ni cortar la línea piezométrica.
Estos depósitos reducen la onda de depresiones aguas abajo, permitiendo que se transmita únicamente una
amplitud igual a la diferencia entre la cota piezométrica y la del nivel del agua en el tanque, produciendo
además una onda aguas arriba de amplitud igual a la diferencia restante, siempre que el depósito cuente
con una fuente de caudal para no vaciarse.
Estos tanques reducen por tanto la onda de depresión, aunque no totalmente por lo que han de preverse
elementos adicionales como válvulas de retención y ventosas o incluso otros tanques unidireccionales.
Por otra parte, aunque se trata de un elemento de diseño muy flexible en altura y forma, requiere un
mantenimiento periódico (de la válvula de retención y del punto de suministro de caudal para reponer el
caudal aportado), por lo que habrá de realizarse un estudio comparativo económico frente a otros
dispositivos.
Chimeneas de Equilibrio
Las chimeneas de equilibrio son uno de los métodos más antiguos, simples y robustos empleados para
compensar los efectos del golpe de ariete consistente, como su explícito nombre indica, en un depósito en
forma de chimenea (porque ha de cortar la línea piezométrica) que es capaz de proporcionar caudal en las
depresiones y (al contrario que el tanque unidireccional) es capaz de absorber la onda de presiones,
actuando como un amortiguador o un muelle en el “choque del tren” que se produce en el golpe de ariete.
Dado que han de cortar la línea piezométrica son más apropiadas para perfiles con poca pendiente o que
dispongan de un punto elevado en el perfil en el que poder instalarla (aunque en este caso el tramo
protegido por la chimenea se reduce), y ha de disponer de una sección suficientemente grande respecto a
la tubería (del orden de 16 veces mayor) para evitar que las ondas de presión y depresión incidan
significativamente sobre su nivel.
Los calderines son uno de los dispositivos más utilizados en el control del golpe de ariete, especialmente
en conducciones de perfil complicado y en las instalaciones de bombeo en las que puede producirse el
fenómeno transitorio por un fallo eléctrico, colocándose en derivación aguas abajo de la válvula de
retención de la bomba.
El caudal de entrada y salida del agua en el calderín se controla mediante válvulas y estrangulamientos
aunque la salida debe realizarse libremente para compensar las depresiones (por lo que la tubería de salida
es similar a la conducción principal donde se sitúa), y la entrada ha de controlarse con pérdidas
localizadas para evitar que las presiones en el calderín suban en exceso.
Este estrangulamiento se realiza con toberas, válvulas o con válvulas de retención agujereadas (de manera
que la salida es libre y la entrada se realiza únicamente a través del orificio.
Los calderines puede disponer de una vejiga interna en la que, a modo de bolsa, el aire comprimido queda
separada del agua, de manera que no existe contacto entre ambas y no existe disolución que reste
volumen al aire (que debe ser repuesto con un compresor en los calderines sin vejiga lo que complica el
mantenimiento de la instalación).
Por el contrario la vejiga, además de suponer un mayor coste, representa un elemento de menor
resistencia, especialmente en aguas que puedan incorporar elementos agresivos química o físicamente,
como el caso de aguas residuales o de aguas procedentes de ríos en los que algún elemento sólido no
retenido puede dañarla.
Igualmente se puede optar por depósitos verticales u horizontales, en función de la economía, la
disponibilidad de espacio o incluso criterios estéticos, resultando en el caso de los calderines sin vejiga
horizontales una mayor superficie de contacto aire-agua en la que se incrementará la disolución del aire
en el líquido, con la consiguiente necesidad adicional del uso de compresor para mantener la presión y la
incorporación a la red de aire disuelto (que si ésta el de longitud apreciable puede liberarse y causar
cavitación).
EL dimensionamiento del calderín se realiza con ábacos y tablas, elaboradas a partir del método de
Parkmanian u otras modelizaciones del fenómeno, y se determina el tamaño a partir de las ondas de
depresión (mayor reducción cuanto mayor es tamaño), considerando además las pérdidas de carga en la
entrada y salida de agua en el calderín.
Con un adecuado dimensionamiento las ondas de depresión se controlan casi totalmente, con un elemento
bastante independiente y sin exigencias de cota, aunque al no suprimirla por completo puede requerir
dispositivos adicionales (como ventosas, tanques unidireccionales o calderines más pequeños).
El coste de instalación es competitivo, resultando además una ventaja la relativa certidumbre de su precio
al no requerir prácticamente obra civil cuyos condicionantes (geotecnia, ejecución, etc...) podrían influir.
Por el contrario el mantenimiento se complica, aun en el caso de calderines con vejiga, ya que de un
modo más o menos frecuente requerirán una inspección y la utilización de un compresor, desventaja que
se ve reducida si la instalación se realiza junto a una estación de bombeo en la que ya hay suministro
eléctrico y una necesidad inherente de mantenimiento.
Volantes de inercia
Para reducir la incidencia del fenómeno de golpe de ariete en una impulsión, otra opción consiste en
intentar evitar la parada brusca de la bomba cuando se produzca un fallo eléctrico.
Para ello se introduce una mayor masa en el eje (un volante de inercia), que hace disminuir la velocidad
de giro más lentamente, reduciendo gradualmente el caudal impulsado y minorando las ondas de presión.
Sin embargo este incremento en el tiempo de parada alarga igualmente el tiempo del transitorio, y supone
un sobrecoste considerable para el grupo de bombeo y la instalación (caseta) por lo que no suele utilizarse
en bombas de gran tamaño, ni es frecuente su empleo en bombas de eje vertical al complicarse la sujeción
del volante (que incorporaría un nuevo peso en la dirección del eje con el consiguiente desgaste de los
rodamientos).
Esto puede lograrse mediante dispositivos muy económicos dotados de un muelle tarado, o sofisticar el
diseño mediante pilotajes o regulación, para evitar el clapeteo de la válvula en los pulsos de descarga y
los fenómenos transitorios que a su vez inducen estos cierres, pudiendo combinarse más de una válvula.
Para aumentar la eficacia de estas válvulas de alivio, se pueden diseñar para que su apertura se produzca,
no únicamente cuando aumenta la presión, sino cuando se produce la depresión inicial, de modo que
cuando retorna la onda de presión, ésta esté totalmente abierta para aliviar las sobrepresiones.
Estas válvulas reguladoras de presión (también denominadas antiariete o anticipadoras de onda),
consisten en una válvula motorizada, con una ley de apertura/cierre diseñada para que se genere la
mínima presión en el transitorio, conectada mediante un by-pass para descargar el líquido.
Las válvulas anticipadoras de onda combinan la maniobra de apertura a la presión inferior que se
consigne, con una temporización de la maniobra de cierre al final del transitorio para evitar el vaciado de
la conducción, y con posibilidad de funcionar como una válvula de alivio evitando sobrepresiones
mediante una apertura tarada.
En ambos casos es preciso cuidar el diseño de la válvula, analizar el sistema y fijar correctamente los
parámetros de presiones y tiempos, para evitar que esta sucesión de aperturas y cierres (en ocasiones con
cierres diferidos programados) puedan a su vez provocar nuevos fenómenos transitorios.
By-pass
Al igual que en el caso de las válvulas anticipadoras de onda, hay otras configuraciones en las que un by-
pass puede ser de utilidad para el sistema.
Así en las impulsiones con presión en la aspiración, un by-pass dotado de una válvula de retención, para
que solo funcione en un sentido, puede aportar caudal al sistema en caso de parada repentina del bombeo,
del mismo modo que un tanque unidireccional.
Esta presión en la aspiración puede proceder bien de un embalse o depósito, o bien de la propia presión de
la conducción, en reimpulsiones o bombas booster, para evitar que la válvula de retención del rebombeo
funcione como un obstáculo en medio de la conducción (aunque su misión es evitar el giro inverso del
motor) y provoque que se produzcan dos trenes de ondas separados que producen numerosas averías y
roturas.
Así en general las válvulas de retención en tramos intermedios de una conducción, aunque pueden
disponerse by-pass de diámetros más reducidos que permitan el paso de la onda de retorno a través de la
válvula, pero con su amplitud atenuada por la pérdida de carga
Válvulas de retención
A lo largo del desarrollo de la mayor parte de los sistemas de protección analizados anteriormente
aparecen como parte del esquema de funcionamiento las válvulas de retención.
Estas válvulas funcionan de manera que sólo permiten el flujo de agua en un sentido, por lo que también
se denominan válvulas antirretorno, y no son propiamente un dispositivo antiariete ya que introduce
perturbaciones, en lugar de reducirlas.
Aún así su labor es fundamental para la protección de los diferentes elementos de una conducción – como
grupos de bombeo, vaciado de la red o reflujos de otros líquidos (aguas residuales marinas, etc...) –
siendo imprescindible una correcta selección y ubicación que puede atenuar las perturbaciones creadas en
su funcionamiento.
Estas perturbaciones se originan porque la onda de retorno en un fenómeno transitorio va a rebotar contra
la válvula de retención, que solo permite el paso en un sentido, pero el cierre de la válvula no es
instantáneo, lo que da lugar a que un cierto flujo pueda superarla y circular en sentido inverso, de manera
que la válvula cuando se cierre completamente, tendrá una sobrepresión aguas abajo y una depresión
aguas arriba al detenerse el flujo inverso ya que se ha cortado su alimentación.
Estos fenómenos pueden dar lugar que la válvula se abra y cierre rápidamente, con el consiguiente
clapeteo y vibraciones, En casos de cierre incontrolado de la válvula se produce el llamado “check valve
slam”, o clapetazo, que provoca importantes picos de presión en la conducción.
Es por tanto fundamental la correcta elección de la válvula más apropiada de entre la gran variedad
existente. En general habrán de seleccionarse de manera preferente válvulas con:
- Baja inercia de las partes móviles
- Recorrido corto en válvulas deslizantes o relación distancia-ángulo pequeña en las basculantes.
- Resorte de apoyo al cierre de la válvula
Las válvulas de retención que aquí se analizan son las utilizadas para la protección frente al golpe de
ariete, aunque pueden establecerse otro tipo de clasificaciones (en función de la presión de trabajo; de la
calidad del agua; o de la colocación horizontal o vertical):
Clapeta colgada simple: es la utilizada más frecuentemente y dispone de un
disco o clapeta que se levanta con el paso del agua alrededor de 90º. Suele
provocar un cierre brusco con un fuerte golpe de la clapeta, por lo que no es
recomendable para velocidades altas (superiores a 1m/s) ni presiones elevadas
(superiores a 2 ó 3 atmósferas).
A estas válvulas puede incorporárseles un contrapeso, no para acelerar el cierre
(que ya es bastante brusco), sino para asegurar la hermeticidad y regular el
tiempo de cierre.
Además del contrapeso se puede añadir un amortiguador para reducir el
clavetazo y permitir mayores solicitaciones de velocidad y presión.
Este tipo de configuración también se comercializa con un diseño tipo wafer (o
loncha) más estrecho para poderlo intercalar en instalaciones con limitaciones de
espacio, resultando más económica y manejable.
De bola, con un esquema similar al de una ventosa pero colocada al revés, por lo que son de aplicación
alguna de las consideraciones sobre la deformabilidad del flotador y los materiales, ya que ofrece una
máxima sección de paso al quedar retirada la bola, por lo que suele usarse en aguas residuales, aunque no
son habituales en grandes diámetros (máximo 200 mm).
De pie, especificamente ubicada en la parte más baja de las aspiraciones de bombeos, para evitar que la
columna de agua bajo el grupo de impusión se descebe. Usualmente se usan del tipo de eje centrado
aunque se pueden usar otros tipos.
De fin de línea, En el final de tuberías de vertido. Evitan entrada fluidos (mar, residuales), olores o
animales Varias tipologías (manga, clapeta)
Juntas de dilatación y compensación
Como se ha señalado en la descripción del fenómeno, en una conducción pueden producirse movimientos
diferenciales, por dilatación o inducidos, que comprometan su funcionamiento.
Las dilataciones más significativas se producirán en tramos de tubería no enterrados, sometidos
directamente a las variaciones de temperatura.
Para absorber la dilatación, que se produce en el sentido longitudinal, se ha de dejar un cierto grado de
libertad de movimiento, siendo necesario cuantificar esta dilatación o contracción máxima y que puede
asumirse, en el caso de no ser excesiva la longitud, o compensarse bien en cada una de las juntas, con la
holgura que estas proporcionan, o bien en un solo punto (en conducciones soldadas que forman una sola
pieza).
Existen diseños comerciales para juntas compensadoras de dilatación, con una sección en acordeón que al
plegarse y extenderse absorbe los movimientos, así como diseños de instalación como liras
(especialmente en pequeños diámetros) en las que se concentra la deformación sin afectar
longitudinalmente a la tubería.
En cualquiera de los casos la conducción ha de estar anclada pero permitiendo la dilatación longitudinal,
por ejemplo con piezas de caucho o teflón entre la brida o collarín de sujeción y la conducción..
En el caso de que los movimientos puedan provenir de otra fuente como vibraciones de equipos,
movimientos diferenciales de bloques rígidos contiguos, etc.. se han de disponer elementos lo
suficientemente flexibles para recoger reducir estas variaciones a un nivel admisible (que en alguna de las
direcciones puede ser mas estricto).
Dentro de las tipologías se pueden diferenciar las juntas metálicas, similares a las de dilatación, pero que
pueden incorporar varios fuelles separados para aumentar la flexibilidad, o guías longitudinales para
permitir el movimiento solo en esta dirección.
Además existen diseños en los que los fuelles metálicos se sustituyen por anillos flexibles de material
elastomérico, reforzados con lonas y anillos de alambre de acero, siendo más económicas y ligeras que las
metálicas aunque no alcanzan las presiones y diámetros de éstas.
1R VHSXHGHP RVW
UDUO
DLP DJ HQ HQ 1R VHSXHGH 1R VHSXHGHP RVW UDUO
D
HVW
HP RP HQW
R PRVWUDUO
DLP DJ HQ LP DJHQ HQ HVW
HP RP HQWR
HQ HVW
H
PRPHQW R
Válvulas de corte
Las válvulas de corte pueden disponerse en una conducción tanto para acotar los efectos de una posible
avería, como para facilitar las reparaciones, o simplemente como parte de una explotación normal en el
que deseen cortar o dirigir el flujo de caudal hacia diferentes ramales.
En el caso de control de averías lo usual es la disposición de válvulas de corte en el comienzo de los
ramales dentro de una red ramificada, de manera que se pueda afrontar una reparación en este ramal sin
necesidad de vaciar toda la red.
Por último, en otros elementos como las ventosas, han de preverse válvulas de
corte para poder aislarlas de la tubería sin necesidad de vaciar ésta, para realizar
reparaciones o tareas de mantenimiento.
Al igual que en el resto de elementos las válvulas de corte pueden clasificarse en función de muchas
variantes (materiales, presiones, calidad del agua), pero atendiendo a su tipología puede establecerse la
siguiente clasificación:
- Compuerta: Válvulas sencillas y robustas, consisten en una tajadera circular o rectangular, situada
en el interior de un cuerpo, dentro del cual se desliza para cerrar el paso de agua o abrir
completamente la sección (una de sus ventajas), alojándose en la parte superior del cuerpo.
Estas válvulas han de utilizarse normalmente completamente cerradas o abiertas, no siendo
recomnedable emplear posiciones intermedias para regular, que pueden ocasionar vibraciones y
cavitación.
Las principales diferencias que hay entre distintas válvulas de compuerta son las derivadas de los
materiales de construcción (que habrán de adaptarse al uso y la agresividad del entorno y el fluido,
así como las presiones a soportar), y específicamente del asiento sobre el que la tajadera se asienta
cuando cierra, que puede ser de diferentes materiales elastoméricos o de metal, dependiendo de cada
fabricante las formas que puede adoptar.
Igualmente han de revisarse cuidadosamente las especificaciones de calidad de las partes móviles y
empaquetaduras, ya que al tratarse de válvulas bastante económicas pueden existir “diferencias
ocultas” en estos elementos para abaratar el coste.
Para diámetros importantes la necesidad de alojar la tajadera en el cuerpo cuando la válvula está
abierta supone que ha de disponerse de un espacio libre del doble del diámetro de la tubería, lo que
puede convertirse en un inconveniente.
La operación de apertura y cierre de estas válvulas puede realizarse con un volante manual o
incorporar motorizaciones y desmultiplicadores para facilitar la tarea, especialmente en los diámetros
mayores.
- Mariposa: consisten en una lenteja alojada en el interior de un cuerpo en forma de anillo, que gira
alrededor de un eje para abrir o cerrar el paso del fluido, pero que en posición abierta queda dentro
del flujo (por lo que se buscan formas hidrodinámicas), tratándose igualmente de una válvula de
apertura y cierre y no de regulación.
La variedad de diseños de este tipo de válvulas es mayor que en las de compuerta ya que a los
diferentes materiales (acero, fundición, inoxidable, esmaltados, etc…) en que pueden construirse
tanto el cuerpo, como la lenteja y el asiento, se unen otras variables como la posición del eje, en la
que se pueden distinguir:
o Válvulas mariposa de eje centrado, en las que el eje de giro atraviesa total parcialmente la
línea medida de la lenteja. Este tipo de válvulas que pueden abrirse bidireccionalmente,
tiene la ventaja de permitir una forma más hidrodinámica y tener más protegido el eje de
sedimentaciones y corrosiones, reduciendo el mantenimiento que en el caso de requerir
actuar requiere el desmontaje de la válvula.
Por el contrario el punto de giro en el que el eje se conecta al cuerpo roza siempre que se
produce una apertura o cierre produciendo un mayor desgaste y requiriendo una mayor
energía para su operación. Este asiento cubre todo el perfil de la válvula por lo que el paso
por la sección es más suave y sin resaltos que pueden deteriorarse o acumular sedimentos.
o Válvulas de de eje biexcéntrico, en las que el eje de giro además de no ubicarse en el
interior de la lenteja sino en el lateral, que además se sitúa desplazado de la línea media del
disco, quedando más expuesto a corrosiones y sedimentaciones que en las de eje centrado.
Esta disposición hace que el cierre siempre en la misma dirección (no bidireccional), pero
reduce en buena medida roce del asiento con la lenteja ya que rápidamente al abrirse ésta se
separa del cuerpo, limitándose a unos cuantos grados del cierre, con lo que se reduce la
energía necesaria para su operación y el desgaste de los elementos.
Sin embargo el asiento no cubre todo el cuerpo de la válvula sino que se realiza con bien
sobre un resalto o bien sobre una junta fijada en el disco, por el contrario para mantener la
válvula no es necesario desmontarla completamente, lo que es interesante para grandes
diámetros.
Además la biexcentricidad hace que las fuerzas hidrodinámicas colaboren en los procesos de
cierre, con lo que se mejora su estanquidad, y que permiten diseños para requerimientos
muy exigentes incorporando refuerzos a la lenteja.
En cuanto al materia de asiento o cierre, lo más frecuente es la utilización de algún tipo de
elastómero (en función de la agresividad del fluido) pudiendo realizarse un cierre metal-
metal para presiones o temperaturas muy elevadas.
En el caso de utilización de elastómeros, éste puede ubicarse en el cuerpo de la válvula, o
alojarse en el borde del disco con la ventaja de poder ser sustituido en válvulas de gran
tamaño sin necesidad de desmontarlas totalmente.
- Hidráulicas o de globo: como se ha descrito en el apartado de las válvulas de retención, las válvulas
hidráulicas, con una adecuada combinación de pilotos, son capaces de realizar una gran variedad de
funciones, entre las que obviamente se encuentra el corte de la conducción, pudiendo asociarse a
“inputs” o condiciones de contorno que permitan un cierre automático cuando las circunstancias lo
requieran, convirtiéndose por ejemplo en una válvula de sobrevelocidad que cuando detecte un flujo
repentino, que puede ser causado por una fuga o una avería, cierre automáticamente la conducción.
- De bola o de esfera, consiste en una esfera perforada situada en el interior de un cuerpo y que se
abre mediante el giro del eje permitiendo el paso del fluido cuando se alineaa la perforación con la
entrada y la salida de la válvula. Con la válvula cerrada, el agujero estará perpendicular a la entrada y
a la salida y el sellado es muy bueno ya que la bola contacta de forma circunferencial y uniforme el
asiento que suele ser de materiales blandos.
Por último recordar que para cualquiera de las situaciones y disposiciones descritas, siempre es necesario
tener en cuenta otros elementos auxiliares pero que pueden ser la diferencia entre una buena instalación y
una fuente inagotable de problemas, como pueden se los carretes de desmontaje, las bocas de hombre, los
sistemas de telecontrol y telemando, etc….