Está en la página 1de 34

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son


mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan
toda la vida: esos son los imprescindibles.”

Bertolt Brecht.

\========================.

PRÓLOGO:

Cuando tenía cinco años perdió a su madre en un accidente de tránsito. Provocado


por un conductor ebrio que se quedó dormido. Ella iba en la parte trasera del automóvil.
Solo sufrió varios rasguños y las dos piernas fracturadas. Fue un proceso duro y
agotador, pues se recuperó dos años después.

La soledad se convirtió en su mejor amiga. Desde aquel día se había quedado sin
familia. Su madre había muerto y su padre estaba también muerto en vida. Se había
sumergido en su trabajo. Él se dedicó a amasar una gran fortuna en el negocio petrolero.
Convirtiéndose en el blanco de mujeres de mala reputación.

Le conoció muchas novias que solo buscaban una cosa. Dinero y posición social,
todas estuvieron de paso. Pero solo una pudo llegar a él. Solo una fue la afortunada.
Gissel que lo había conocido en una cena benéfica y desde ese día se había pegado del
brazo de su padre como si fuese una garrapata. Ella tenía dos hijas Mariana y Amanda.
Eran igual que ella. Unas arpías y sobre todo malas personas.

Alessa no le prestaba atención a eso. Tampoco le importaba mucho. Siempre y


cuando su padre se mantuviera a su lado, él era su pilar y también su única familia.
Siempre sus hermanastras la metían en problemas y siempre era ella la que terminaba
siendo castigada. Aunque sabía en el fondo que su padre se enteraría de la verdad al
final. También estaba muy segura que él sabía muy bien con quien se había casado.

Pero su mala fortuna no quedó allí. Su padre había muerto también años más tardes
cuando de manera sorprendente le dio un infarto fulminante. A muy temprana edad
Alessa Sinclair quedó huérfana y heredera de un imperio petrolero.

=============================.

NOTA:

Muchísimas gracias por leerme, espero que disfruten de esta nueva historia, si les
gustó este capítulo no olviden apoyarme sus estrellita y sus comentario.

Pueden seguirme por mis redes sociales:

FB: angelicaplaza4

IG: angelica_plaza.s
CAPÍTULO 1.

Años después...

—Feliz cumpleaños —la voz de Karen, su mejor amiga retumbaba a través del
teléfono celular.

—No lo digas tan alto que te van a escuchar —le regañó.

—No me importa Alessa solo cumples veintiséis años una sola vez en la vida —le
dijo riendo.

—Tienes razón —afirmó.

—Entonces no tengo más nada que decirte, sólo que nos veremos en el club esta
noche.

No le dio tiempo a nada. Simplemente le colgó la llamada. Siguió con lo estaba


haciendo.

Se desempeñaba en la parte de informática de la empresa petrolera de su padre, pero


asignada al departamento de contabilidad. Así que sabía muy bien cómo se movía el
dinero. Hacía tres años que trabaja ahí con un perfil bajo. Tenía una lucha por los
derechos a la herencia de su padre desde que había salido de la adolescencia.

Estaba consciente de que Gissel por ser su esposa le correspondía un poco más del
dinero, pero estaba muy segura que le ella no había quedado excluida, como le hacía
creer. Cuando cumplió dieciocho años, tuvo que acudir con el abogado de su padre para
que le ayudara a pagar sus estudios ya que ella no quería hacerlo. La malvada era muy
astuta; una vez le dijo que lo que se hacía en la empresa no era para ella que se dedicara
a otra osa, como por ejemplo a ser una mujer de hogar.

Alessa no le hizo caso y se fue a la universidad. Cuando estaba a la mitad de sus


estudios tuvo su primera demanda legal en contra de Gissel para poder manejar su
fideicomiso a los veintiún años. Regresó con un titulo en Administración de Empresas y
hacía solo un año había terminado su maestría en Economía y Finanzas. El cual fue uno
de sus primeros triunfos sobre ella. Otro de ellos, fue cuando después de muchas
discusiones y amenazas de otra demanda realizó las gestiones para poder trabajar en la
empresa que era su patrimonio familiar.

Tuvo que hacer muchos cursos personalizados para poder adaptar su conocimiento
universitario con la informática. Estaba en su pequeña oficina cuando la puerta se abrió
de pronto.

—Veo que estás de muy buen humor —dijo la recién llegada.

—¿Qué se te ofrece Mariana?


—Vengo a decirte que mamá no quiere que aparezcas en la reunión de la junta
directiva mañana.

—¿Cuál es la razón?

—Viene una persona muy influyente del ramo petrolero.

—Te recuerdo que soy accionista de esta empresa.

Mariana se acercó con rabia y colocó las manos sobre su escritorio e inclinó la
cabeza hacia ella. —No. No eres nadie —le dijo con asco—. Eres solo basura. Un
incordio del cual aún no podemos deshacernos.

Alessa se levantó de la silla inmediatamente y se colocó nariz con nariz con ella. —
Soy Alessa Sinclair —dijo—, la única hija de Jonathan Sinclair. Algo que ni tu hermana,
tu madre y tú serán algún día —las últimas palabras utilizó un tono despectivo.

—Eres una idiota, Aless. Te juro que algún día acabaré contigo.

—Te hago una promesa también, Mariana. Todo lo que me han hecho ustedes tres, lo
pagarán muy caro.

El cuerpo de Mariana temblaba de rabia. —No queremos verte en esa reunión.

Alessa sonrió con suficiencia. —Es la empresa de mi familia y tengo el veintiocho


por ciento de las acciones. Así que estaré en esa reunión, quieran ustedes o no.

—Mi madre tiene la mayoría de las acciones, por tanto es de mi familia. —Dijo esto
último apretando los dientes.

—Claro que es la accionista mayoritaria —aseguró sarcástica—. Con todas las


artimañas que ella ha usado a lo largo de estos años para adueñarse de mi patrimonio.
De mi dinero. No lo dudo

Mariana recobró un poco la compostura y caminó hacia la puerta, se detuvo un


momento para decirle: —Te he dicho que no aparezcas en esa reunión. Más te vale
hacer caso.

—Lárgate de una vez de mi oficina.

—Tranquila hermanita —la burla era notoria en su voz—. Lo menos que quiero es
hacerte enfadar.

—Maldita víbora, fuera de aquí.

Mariana solo tuvo tiempo de salir y cerrar la puerta tras ella. Alessa le había lanzado
el porta-lápices y se había estrellado en la gruesa madera. Respiró profundamente para
calmarse para que las lágrimas que tenía oprimidas en el pecho no salieran. Caminó y
agarró de la pequeña repisa una botellita de agua y se tomó la mitad de un sorbo.

Aún la rabia invadía su cuerpo. Por poco había perdido la paciencia con Mariana. Lo
cierto es que quería cruzar su cara con dos buenas bofetadas. Era una estúpida. "La
empresa de su familia". Eso no era cierto. La empresa era de ella había sido herencia de
su madre. Su padre sólo se había encargado de hacer el trabajo arduo de hacerla
prosperar. Gissel pretendía quedarse con la herencia que le había dejado su madre sin
importar las consecuencias. ¡Por supuesto que iba a ir a esa reunión!

Un amigo muy cercano; un experto en informática le había enseñado como acceder a


cualquier tipo de ordenador. Así que iba a usar ese conocimiento para saber de qué se
trataba dicha reunión. Estaba molesta, al tener que utilizar algunos métodos no muy
legales para ponerse al tanto de lo que sucedía en su empresa. Mientras sus dedos
recorrían hábilmente el teclado del computador. Su mente repetía: "Papi. Ayúdame.
Dónde quieras que te encuentres".

Luego de hacer varios intentos por casi media hora. Lo logró, había podido entrar.
Un jadeó brotó desde su pecho cuando se dio cuenta de lo que ocurría. La empresa
estaba casi que en la quiebra. ¿Cómo? Se preguntaba una y otra vez. Sabía que Gissel
era una interesada, arribista incluso despiadada, pero todos esos años había luchado por
mantener la empresa a flote. Algo no cuadraba; además de los números.

Al parecer la única opción era una asociación con una empresa del medio oriente con
nada más y nada menos que con un treinta y cinco por ciento de las acciones. Era
mucho. La piel se le erizó. Eso significaba que la vieja bruja de su madrastra iba a
quedarse solo con el diecisiete por ciento de las acciones. Se reclinó en su asiento. La
cosa no pintaba para nada favorable. Estaba claro que debía de hacer algo y que ahora
más que nunca debía presentarse en esa reunión.

Su jornada laboral fue muy ajetreada. Entre su trabajo pendiente y todo lo que había
planificado para presentarlo al día siguiente. Es cierto cuando dicen: "el tiempo pasa
muy deprisa". Ese día lo había sido.

Llegó muy tarde a su apartamento. Fue a la cocina. Vio en la encimera una manzana.
Su estómago gruñó, fue cuando se dio cuenta de que casi no había comido en todo el
día. Dando un mordisco a la fruta se dirigió a su habitación. Se daría una ducha con
agua caliente para relajar toda la tensión que había tenido durante el día y luego se vería
con su amiga Karen.

Sabía Dios qué disparate se le había ocurrido para esa noche. Su cumpleaños número
veintiséis. Aún era joven, pero se sentía como de cincuenta con tantas cosas que habían
pasado en su vida que la hicieron madurar antes de tiempo.

No había día en que no mirara hacía y exclamara lo mucho que le hacía falta su
madre. Tampoco día en que dijese que extrañaba mucho a su padre. Tal vez su vida
fuese muy diferente. Suspiró y una lágrima rodó por su rostro. Eran muy pocas las
personas que sabían lo que había verdaderamente detrás de esa cara bonita que se había
puesto con los años severa.

Estaba adormecida cuando el sonido del timbre retumbó por todo los ciento ochenta
metros cuadrados de construcción de su apartamento. Ella sabía que solo una persona
podía ser tan escandalosa. Su amiga y su hermana. La única persona que había estado
para ella en los momentos más oscuros de su vida.

Con mucha somnolencia y cansancio se dispuso a abrir la puerta. Estaba segura que
si no se apuraba, muy pronto se iban a escucharse sus gritos preguntando si estaba
utilizando su dildo que no movía su trasero rápidamente.

—¿Por qué demonios no te has vestido aún? —preguntó su amiga atravesando el


umbral de la puerta como si fuese la dueña del lugar.

—Estaba un poco cansada y me recosté un poco —contestó sin ánimos

—Te conozco caramelito de sábila —su amiga se giró para verle a la cara—. Sé lo
que significa el día de hoy para ti. —le abrazó fuertemente. Karen siempre había estado
ahí para ella.

—Han pasado más de veinte años desde que nos conocemos y sigues llamándome de
esa forma —entornó los ojos.

—Al menos hice que cambiaras esa horrible cara que tenías.

—Se encogió de hombros—. Como te dije antes... es tú cumpleaños. Sólo se


cumplen veintiséis una sola vez en la vida.

—Voy a vestirme, entonces —alzó sus manos en rendición.

Karen tenía razón. Había vivido con mucha presión desde que su padre había muerto.
Abrió su armario y removió toda su ropa. Quería algo que le recordara que era joven
aún. Que era una chica como cualquiera de su edad. Durante mucho tiempo no le
importó su apariencia. Sus queridas hermanastras se habían encargado de que ella
desapareciera de toda la parte social de su familia. Estaba harta de eso.

El abogado y amigo incondicional de su padre. Además de ser su padrino, David


Morgan. Le había comentado que faltaba muy poco para completar todas las pruebas
para hacer la demanda final en contra de Gissel Smith por estafa y malversación de
fondos. Debían esperar un poco más para lograr que la sentencia fallara a su favor. Era
cierto, que por ser su esposa ella tendría mayor porcentaje en el dinero de su padre, pero
no la empresa y su patrimonio. La herencia era por parte de su madre.

Ahora estaba de muy buen humor, al recordar que ya faltaba muy poco para terminar
ese calvario y sacar de su vida definitivamente a Gissel y a las arpías de sus hijas.

Recordó con amargura el día que cumplió quince años.


Estaba feliz, ilusionada como cualquier otra chica de su edad. Ella había preparado
su fiesta con mucho esmero, pero no se celebró como ella quería. Mariana y Amanda
habían destruido todo para que no se hiciera la fiesta.

Gracias a Dios tenía a su amiga Karen. Cuando ella le llamó llorando. Ella resolvió
explicando a sus padres lo sucedido. Ellos permitieron que se celebrara en su casa. La
fiesta estuvo buena. Fue muy mencionada al lunes siguiente en la escuela.

Lo que provocó la ira de sus queridas hermanas y cuando llegó a casa ese día después
de clases se las encontró en su cuarto. Lo habían destrozado todo y cuando ella les
reclamó. Mariana por ser dos años mayor la sujetó fuertemente y le pidió a Amanda que
le cortase el cabello.

Esa tarde no pudo soportarlo más; llamó a su padrino y abogado de su padre y le


pidió ayuda. Desde entonces había comenzado a tomar clases de taekwondo y la lucha
sin descanso en contra de ellas.

Encontró lo que estaba buscando. Un vestido que la hiciera sobresalir entre las
personas. A fin de cuentas era la homenajeada. Su cumpleaños. Así que sin perder
mucho tiempo comenzó a vestirse.

Era un simple body negro cerrado en la parte delantera hasta el cuello. Sin mangas y
el escote en su espalda trazado con finas tiras del mismo color. La falda era simplemente
transparente. Así que podía verse perfectamente lo torneada de sus piernas, sus
voluptuosas caderas, su gran culo de infarto y su cintura pequeña combinado con unas
sandalias altas de finas tiras cruzadas. Se dejó el cabello rubio oscuro suelto a media
espalda que con el maquillaje resaltando sus ojos color chocolate eran todo un contraste.

—Woa Aless...—su amiga la miraba asombrada—. La verdad estás sexy, hermosa.

—¿Tú crees? —Le preguntó incrédula.

—Claro que sí —le pasó su bolso de mano—, estamos listas.

—Pediremos un Uber —se echó a reír cuando vio la cara de Karen—. Esta noche es
de pura diversión. —Se encogió de hombros.

—Me gusta esa actitud en ti.

Apagaron las luces de la habitación y salieron a celebrar el cumpleaños de Alessa.


Estaba muy decidida a que su vida diera un cambio. Lástima que no tenía el poder de la
premonición, así hubiese estado preparada para el cambio que se le venía a
continuación.

Se fueron en el taxi conversando muy de manera casual.

Karen le comentaba que Víctor, su novio desde el último año de la universidad por
fin le había pedido matrimonio. Pero que ahora ella estaba asustada. Alessa lee dijo que
si ya tenían dos años viviendo juntos, el papel firmado, solo era una formalidad. Un
mensaje de texto en su teléfono celular interrumpió su conversación.

"Disfruta tu noche de cumpleaños, mi niña".

Era un mensaje de su padrino y mentor David al cual ella desde que era una niña le
llamaba: "Tío".

"Gracias. Tío David".

"Disfruta tu noche, mi querida niña. Mañana nos espera un día muy ajetreado".

Horas antes, Alessa le había enviado toda la información y ya tenían trazado un plan
de como intervenir en la asociación con la empresa del medio oriente. Estaba claro que
era conveniente. Pero debía ser cuidadosa con eso. Gissel tenía casi el total de las
acciones. Así que ella tenía la última palabra.

"Lo sé".

"¿A qué hora es la reunión?".

"A las nueve y treinta de la mañana".

"Me parece bien. Pasaré por ti a las ocho para que desayunemos juntos y luego
iremos a la reunión. No puedes ir sola a enfrentarte a ellas. Para eso me tienes a mí. Soy
tu abogado además de tu padrino".

Sonrió David Morgan había cumplido al pie de la letra el juramento que había hecho
al bautizarla. Cumplir la función de su padre, en caso de que faltara.

"No te preocupes, Tío. Nos vemos mañana temprano".

Alessa suspiró era hora de salir de su cueva de ratón que era su zona de confort. Era
hora de arriesgarse. El momento de vivir. ¡Por Dios! Tenía veintiséis años ya y sus
experiencias sexuales habían sido un total y completo desastre al punto que había
renunciado a ellas cuando Karen le regalo un juego de tres consoladores.

Aún no sabía porque le había hecho caso a su amiga. No podía decirle que no desde
aquella fiesta de cumpleaños número quince, se había convertido en su organizadora de
fiestas personal. Cuando el taxi estacionó en frente del abarrotado club se cuestionó por
un momento si era una buena idea.

—Conozco esa mirada, caramelito —dijo su amiga jalando su brazo para mirarla a
los ojos —. Tienes cara de arrepentimiento Aless —negó con la cabeza—, no me dañes
la noche que he preparado para ti.
—De acuerdo —sonrió no podía dejar a un lado todo el esfuerzo que su mejor amiga
había hecho. Miró las instalaciones y un frío le recorrió su cuerpo al pensar lo que podía
encontrar en “Babylone”. Un club con ese nombre era algo a considerar.

Cuando llegaron a la puerta se dieron cuenta que había un gran número de personas
haciendo cola para entrar. Algunos las miraban con desaprobación. Se notaba que
muchos estaban ahí desde temprano. Lo que esas personas no sabían era que Karen se
tomaba su papel de organizadora muy en serio y había reservado hacía un mes y la tarde
anterior había ido al lugar a dejar una comisión a los porteros para que los dejara pasar
sin ningún tipo de contrariedad.

Ella se acercó a uno de ellos y le saludó; cuando vio a Alessa de arriba a abajo y
soltar un silbido le deseó feliz cumpleaños y una muy buena noche. Las dos chicas se
echaron a reír como tontas y se apresuraron a entrar. Al hacerlo tuvieron que parpadear
varias veces para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad del lugar. Sin embargo el
ambiente era espectacular.

La música era urbana. El local era inmenso, tenía las paredes de color negro, gris
plomo y azul las mesas eran modernas en acero y vidrio templado. Las sillas un toque
vintage con la elegancia de muebles modulares. Realmente todo era lujo y opulencia.
Quedaba sobrentendido que no entraba cualquiera. Lo que menos se esperaba era que
Karen hubiese reservado una mesa grande en el área VIP. Sentía todas las miradas en
ella. Por un momento dudó de haberse puesto ese vestido.

Giró la cabeza, pues tenía la sensación de que alguien la observaba y sentía que la
mirada le penetraba en la espina dorsal. La sensación se hizo más insoportable cuando
llegó Víctor con unos amigos a celebrar con ellas.

Entre ellos un compañero de trabajo de él. John Fierro.

Habían coincido un par de veces en alguna que otra celebración y compartían un muy
buen rato. Pero esta noche la miraba diferente. La miró de pies a cabeza y luego la tomó
de la cintura y la abrazó.

—¡Feliz cumpleaños Aless! —Le dio un beso en la comisura de los labios.

"¿Qué significa eso?". Pensó.

—Gracias por venir John.

—No podía perderme esto.

—Feliz cumpleaños, caramelito —esta vez fue Víctor quien la felicitó.

—Oh, gracias —dijo riendo por su apodo desde la universidad.

—Vamos a pedir algo —anunció Karen emocionada.


—Me parece una gran idea — agregó John sin dejar de mirar a Aless, lo que la hizo
sentir incómoda.

Más y más amigos fueron llegando hasta completar un grupo de veinte personas no
tenía idea que de verdad Karen había organizado una fiesta. Los amigos más allegados
de los tres estaban ahí. A pesar de que estaba pasando un rato agradable y diferente con
sus amigos más cercanos no llenaba el vacío que sentía. Le faltaba algo. Eran muchos
cumpleaños celebrados sin su familia.

Hubo un momento que el recuerdo de esa falta a pesar de los tantos años
transcurridos, aún hacía que su pecho doliera. El lugar comenzó a girar y el sonido en
sus oídos era muy lejano.

—¿Te pasa algo? —John se le acercó frunciendo el ceño.

Ella negó con la cabeza. —No te preocupes, no es nada —lo miró a los ojos para
hacerle saber que todo estaba bien—, voy un momento al baño.
Capítulo 2

La había estado observando desde que apareció su imagen

por casualidad en las cámaras de seguridad, Lo que estaba haciendo en ese

momento se llamaba acecho. Típico del cazador que era. Ella era preciosa.

Aquellas piernas torneadas, eran de infarto ya se las imaginaba alrededor de

sus caderas mientras le afincaba los talones en su trasero.

Tomó un sorbo de su trago. Tenía una semi-erección, no le

quedaba duda que se volvería un problema. ¿Qué lo causaba? Cada vez que veía

ondear la maldita falda transparente. Si ella le perteneciera no dejaría que

saliera así a la calle. No permitiría que otro hombre deseara lo que era total

y únicamente suyo. No podía dejar de mirarla. Menos, cuando el hombre alto y

rubio se le acercó. Los miró interactuar durante largo tiempo. Eran solo
amigos. Podía verlo, pero el hombre posesivo en él, no.

Sacudió su cabeza. Posesivo con una mujer de América. Eso

no podía ser, ni en un millón de años. Pero la rabia de ver al hombre detrás de

la pequeña mujer con intentos de conseguirla estaba nublando la mente.

—¿Yasir...? —la voz melosa de su acompañante esa noche

hizo que girara la cabeza.

—Estás ausente. No estás conmigo esta noche.

—Disculpa. No fue mi intención ser descortés.

Ella sonrió como si estuviese en un anuncio de crema

dental. —No te preocupes. Entiendo que estés un poco desorientado con el cambio

de horario y clima.

—Lo dices sabiendo que no es la primera vez que vengo a


América —dijo— ¿Recuerdas que estudiamos en la misma universidad?

—Claro que lo recuerdo —dijo ella con una sonrisa pícara—,

hacíamos mucho más que los trabajos de clases.

¿Cómo olvidarlo? La muy astuta se había hecho pasar por su

amiga incondicional para acercarse a él. Por un momento pensó que sentía algo

por ella. Pero cuando la vio con otro chico de dos semestres más avanzados que

él. Se dio cuenta el tipo de mujer que era. Una cualquiera. Aunque no usaba ese

calificativo para una mujer que lo hacía como sustento para mantener a su

familia. Si no a ese tipo de mujer que era sumamente interesada y que no le

basta con tener un solo hombre en su cama.

Ella se acercó más a él y comenzó a acariciar su amplio pecho. —Deberíamos


recordar

los buenos momentos juntos en la universidad.


Tal vez de no era mala idea desaprovechar su oferta. Era un hombre que nunca
desperdiciaba

una oportunidad. Además de que tenía una erección desde que había visto bailar a la

pequeña bruja que lo había hechizado con solo contonear sus caderas.

No estaba mal que su acompañante se encargara de eso. Miró

a su alrededor. La estaba buscando. ¿De nuevo? Bailando con aquel hombre que

estaba claro como un cristal que quería meterse entre sus piernas. Apretó los

dientes al imaginarlos en escena.

—¿No me has respondido? —Insistió su acompañante

acariciando el paquete que estaba dentro de sus pantalones.

—No deberías tentar a la bestia —dijo en tono de

advertencia.

—Vamos, Yasir —habló como una niña malcriada—. Desde que


nos vimos en Londres hace ya algunos meses no, nos hemos divertido.

—No todo siempre es diversión.

—Siento que soy solo un negocio para ti.

"Oh la chica no estaba muy lejos de la verdad", pensó. Ella

era solo eso. Un proyecto con grandes beneficios económicos. La tomó

fuertemente de la barbilla. La miró a los ojos que brillaban por el deseo.

—Eres más que eso —le aseguró y cubrió sus labios con los

de ella.

A pesar de todo tenía que reconocer que la mujer que

estaba en sus brazos en ese momento era una experta a la hora del sexo. Lo

sabía de primera mano. A veces las mujeres podían convertirse en armas tan

letales que podían acabar con un imperio. Para muestra un botón, Troya. Un país
que había caído por la lucha del amor de una mujer, Helena.

—Sabes que me gusta estar contigo —con su voz dulce

trataba de cautivarlo.

Yasir sabía qué otra cosa también. Su dinero. A pesar de

su opulencia, la extravagancia y la gran cantidad de dinero que poseía. Yasir

Arslan era un hombre solitario. Marcado por la tragedia de su familia. Las

personas que por tener dinero, fama y poder, querían un pedazo de él. Así como

la morena que se le estaba ofreciendo en ese preciso momento. Un carraspeo sonó

en ese momento.

—¿Yasir? —una voz grave y fuerte interrumpió el momento.

—Espérame un momento aquí —suavemente soltó a su acompañante.

Caminó hasta el recién llegado que era su asistente, mano


derecha, amigo, hermano y confidente, Camilo. Fueron hasta un pasillo en donde

se encontraba la oficina. Abrió la puerta y se colocó donde siempre, sentado

detrás de su escritorio.

—¿Qué sucede? —preguntó.

—Tengo la información que me pediste.

—Escucho —puso las manos sobre su pecho.

-—Estabas en lo correcto. Esa empresa está muy mal.

—¿Qué tanto? —estaba un poco intrigado.

—Desesperados por un socio capitalista.

—¿No entiendo? ¿Es una empresa familiar?

—Al parecer, sí. Lo es.

—¿Están dispuestos a perder un treinta y cinco por ciento de acciones?


—A mi también se me hace muy raro. —Su asistente miró hacía su acompañante.

—Sé lo que me quieres decir —palmeó su brazo—. No pienso dejar que pase de una
negociación.

—Debes de tener cuidado, Yasir. Algo me dice que esta gente oculta algo.

—Tomaré tu consejo —afirmó a su amigo mostrando los dientes—, pero primero me


divertiré un poco.

—Estás tentando mucho a tu suerte, amigo.

—Para eso estas tu ahí, hermano —sonrió—. Para salvar mi trasero.

Yasir miró los diferentes puntos de la cámara de seguridad. Buscando a la bruja que
lo tenía hipnotizado con su gracia y belleza.

—Está de cumpleaños —comentó Camilo.

—¿Cómo sabes a quién estoy buscando? —preguntó a su asistente incrédulo.

—Una mujer como esa no pasa desapercibida, nunca.

—¿Cómo sabes que está de cumpleaños?

—Su amiga vino la semana pasada para confirmarnos la reservación.


—Entiendo.

—No he sido tu amigo por años de gratis, Yasir.

—¿Qué quieres decir?

—Lo sabes perfectamente. —Se encogió de hombros —Lo obvio,

se cuando te atrae mucho una mujer.

—Nunca podré deshacerme de ti. ¿Cierto, hermano? —musitó con sorna.

—Ni en tus más remotos sueños.

—Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla —¿Tienen algo?

—Hasta ahí no llego, vas a tener que descubrirlo por ti mismo —dijo alzando las
manos en rendición.

Yasir soltó una gran carcajada —Envía a su mesa tres botellas del más fino
champagne que tengamos.

Camilo acarició el puente de su nariz. —¿En serio usarás ese viejo truco?
—Soy de la vieja escuela.

—Por qué no te creo.

Yasir suspiró y arreglo su traje de tres piezas de diseñador. —Regreso a divertirme


con la mujercita que pretende engatusarme.

—Ten cuidado —le señaló con el dedo—, no tengo duda de que

esa mujer es toda una profesional en el arte del engaño.

—Tomaré tu consejo al pie de la letra.

Le hizo una inclinación de cabeza y fue de nuevo a

reunirse con su acompañante. Cuando caminaba por el pasillo aceleró el paso.

Quería ver si podía ver de nuevo a la mujer que había llamado su atención esa

noche. Pero no tuvo resultados. Respiró profundo al entrar en el área VIP en

donde había estado minutos antes.

—Tardaste mucho.
Yasir ladeó la cabeza. —Cosas del oficio.

—No lo entiendo, aún —dijo ella confundida— ¿Por qué

tienes un club en esta ciudad? Eres inmensamente rico y además no vienes mucho

a América.

Sin perder tiempo él la tomó de la cintura. —Si vamos a

tener negocios juntos —besó la comisura de sus labios y vio como se estremecía

de anticipación—, vendré más a menudo. Ya sabes que necesito divertirme y no

puedo estar visitando clubes nocturnos —pasó la lengua por el lóbulo de su

oreja. —Tampoco se ajustan a lo que necesito. Por eso tengo el mío propio.

La mujer gimió. —Es una respuesta lógica —hizo el intento de besarle.

—Ya sabes, querida —acarició la nariz con el dedo índice —. Las reglas las pongo
yo.

—No es justo, Yasir.


Se preparó un trago, se quitó el saco; luego se sentó en

uno de los sillones grandes para doblarse las mangas de la camisa y extendió un

brazo por encima del respaldo y cruzó las piernas.

—¿Qué no es justo?

La mujer caminó hasta él y se dejó caer de rodillas a sus

pies y comenzó a acariciarlo. Debería ser un poco más fuerte. Un hombre no se

mide por la cantidad de sexo que tenga, si no por la responsabilidad que tenga

a la hora de hacerlo.

—Ya sabes lo que quiero —dijo relamiéndose los labios.

Yasir descruzó las piernas. —No —negó con la cabeza—. No

lo sé. ¿Por qué no me lo muestras?

Triunfante por haber creído que había ganado sonrió. —Claro


que te mostraré —esta vez comenzó a acariciar su paquete. Con mucha destreza y
habilidad le desabotonó su

pantalón. Colocó la cabeza encima de sus rodillas. —Te aseguro que lo vamos a

disfrutar más que antes, bebé.

No podía quitarle mérito. La mujer tenía conocimiento a la

hora de dar una mamada. Tenía apretados los dientes. No quería que ella supiera

que le estaba dando placer. Sentía como su miembro entraba y desaparecía en las

profundidades de su garganta. Tenía los puños apretados con los dedos blancos

por la presión en el respaldo de la silla.

Era cierto que estaba duro como una vara de hierro. ¿Por

qué no lo estaba disfrutando? ¿De verdad estaba pensando en eso? Su cuerpo

estaba ahí. Recibiendo placer y su mente analizando la situación.

La experta mujer acariciaba sus testículos con mucha


delicadeza. Los sonidos de succión aunado a sus gemidos podían volver loco a

cualquier hombre. No quería ser descortés, por eso le acarició la cabeza

indicando con esto que lo estaba haciendo bien. En realidad; lo estaba haciendo

más que bien, simplemente que al parecer él no estaba interesado.

Reclinó la cabeza al respaldo del sillón y miró al negro

del techo. Estaba deseando que terminara rápido. Lo cual no sucedería si no

ponía de su parte. Así que utilizó un recurso que jamás había hecho. Cerró los

ojos y pensó en la pequeña bruja que estaba en el local. Que de manera tan

inocente lo atraía como el canto de una sirena.

Quería sentir sus pequeñas manos sujetando su glande para

acercarlo hasta su boca y así sentir el calor a su alrededor. Fue entonces

cuando un fuerte gemido salió de su pecho.


—¡Oh si! —Exclamó Yasir.

Al parecer esa expresión hizo que la mujer que estaba

entre sus piernas se animara porque comenzó a succionar su miembro, más rápido

y más profundo, pero él se imaginaba a otra toda dispuesta a darle el placer

que necesitaba.

Cuando la chica pasó la lengua por sus delicados

testículos. Yasir no pudo controlar el impulso de jadear y arquear las caderas

para que le diera más.

—Ufff esto se siente muy bien.

Ahora quería más de ella. Quería que su esencia de hombre

corriera por toda su garganta. Le quemara y le marcara como suya. Volvió a imaginar

aquella mujer que lo miraba con aceptación y con eso sellaba su destino. Con
los ojos aún cerrados y la cabeza reclinada, extendió los brazos y encerró con

sus manos la cabeza de la mujer para inmovilizarla.

—Basta —fue firme al hablar, ahora sería él quien dictaría el ritmo. —Abre la boca
—ordenó.

Se empujó hasta lo más profundo de su garganta y sintió

como la mujer hizo una arqueada. Se obligó a retirarse un poco, para luego

comenzó a follar su boca en serio, con rápidas y largas estocadas. Yasir sabía

que no estaba comportándose como un caballero. Pero necesitaba la liberación.

Si no lo hacía no podría entonces deshacerse de esa mujer durante la noche.

—Tómalo todo —siguió follando su boca sin contemplación ninguna.

Estaba muy cerca de correrse. Su cuerpo estaba tenso.

Sentía una corriente eléctrica que subía por la espina dorsal. Su miembro

estaba hinchado y más duro. Los testículos ahora pesados. Arqueaba más sus
caderas masculinas para tener más la sensación. En ese justo momento fue cuando

en su malvada imaginación la pequeña bruja acarició con la punta de la lengua

su glande y se encontró con sus ojos. Eso fue todo lo que necesitó para

correrse duro y rápido en la boca de la mujer. Su corazón latía desbocado.

Cuando abrió los ojos, solo sintió decepción.

Vio como su acompañante se relamía los labios. Victoriosa. Si tan solo supiera que

ella no era la dueña de esa liberación. Ella colocó su cabeza de nuevo sobre

las rodillas masculinas.

—Estoy muy segura que lo has disfrutado tanto como yo.

—No estuvo mal, querida.

Al escuchar esas palabras la mujer se puso seria. — ¿Cómo es eso de que: "no

estuvo mal, querida"?


Se estiró en el sillón donde estaba y se guardó su miembro dentro de sus

pantalones y se acomodó un poco. —No me malinterpretes —trató de excusarse—,


estuvo

muy bien.

—Voy a pensar que es tu maldito español que siempre ha sido malo —.Se levantó del

piso, acomodó un poco su vestido.

—No te pongas así, querida —dijo extendiendo su mano buscando el trago que había

dejado en la mesa mientras que la mano libre hacia para que ella la tomara y

sentarla en su regazo.

—Sabes que estoy aquí para ti —trató de besar sus labios.

Al ver su intento él bebió su trago. Luego la miró a los ojos seriamente. —Eso me

consta —sonrió con arrogancia.

—Por eso me lo estoy jugando todo aquí, Yasir.


—También lo sé.

—Entonces. No me hagas recordártelo.

Ladeó su cabeza. —No entiendo por qué razón quieres arruinar el momento con una

discusión.

Lo miró entrecerrando los ojos. —Tal vez porque te di placer y no me has devuelto

el favor.

¡Listo! Ya podía deshacerse de ella. La quitó de su regazo y la colocó en el sofá. Se

levantó para mirarla fríamente a los ojos. —Yo no te pedí que me dieras una

mamada.

—Tampoco dijiste que no —lo miró indignada.

—Solo tomé lo que de buena gana me ofreciste.

Ella bufó ahora molesta. —Eres un cerdo.


—Somos adultos. Podemos darle a las cosas el nombre que verdaderamente tienen.

—Creo que ha sido un total y completo error recurrir a ti en el problema de mi


familia.

Yasir la miró con una ceja arqueada. —Sabes que me necesitas.

—Lo sé perfectamente. Lo que no estoy tan segura es que si

esta ayuda tuya me traerá algún tipo de problema al final.

—Sabes que soy la única opción que tienes. —La tomó de la

cintura y pegó su cuerpo al de ella.

Con resignación ella pego su frente junto a la de él. —Es

eso lo que me pasa —dijo bajito.

—¿Qué quieres decir?

—No quiero que seas una opción —lo miró seria—, quiero que

seas todo.
—Sabes que me estás pidiendo algo que no puedo darte.

—¿Ahora? —recriminó— ¿No puedes?

Ella había sido la culpable. Le fue había sido infiel con

su compañero de habitación. Sin embargo; él nunca lo mencionó. Lo único que

hizo fue terminar su relación con ella y a su compañero pedirle que abandonara

el apartamento en donde vivían. De eso habían pasado siete años. Ahora ella

pedía su ayuda como si nada. Suspiró cansinamente.

—La verdad es que no puedo, porque no quiero.

Ella emitió un jadeo y se tapó la boca. —¿Cómo puedes

decirme algo así? Siempre estuve para ti —se removió inquieta sus brazos—, incluso

cuando sin motivo alguno me dejaste.

—Te dejé sin un motivo. ¿Dices? —preguntó abriendo los


ojos de la incredulidad.

—Sí. Eso dije —lo estaba enfrentando—. Lo sabes muy bien.

—¿Entonces asumo que no sabes el motivo?

—No lo sé. Siempre me lo he preguntado.

—De verdad que eres descarada —resopló—, te deje porque te encontré follando con
mi

compañero de piso.

Ella abrió los ojos en plena confusión. Al parecer no recordaba ese episodio en su

vida. —Eso no fue lo que sucedió, Yasir.

—¿Ahora resulta que soy ciego? —Alzó los brazos en desesperación.

—No he dicho eso, solo mal interpretaste lo que viste.

—Realmente eres una cínica.

—No me faltes al respeto —negó con la cabeza.


—Decirte cínica es muy poco. Cuando yo sé lo que estabas haciendo —la señaló con
un dedo—,

porque te vi. —Apretó los dientes enfrentándola—. Estabas en su habitación,

encima de él follando.

—¿Cómo sabes que era yo? —preguntó ella fríamente.

—Tal vez será porque también conozco tu cuerpo y porque te vi en el reflejo del

espejo.

No le quedó remedio que aceptar la verdad. —Él fue un error.

—Ya no tiene importancia.

—Puedo ver que a pesar del tiempo aún te duele —se sintió gloriosa.

—Claro que me duele —la miró frunciendo el ceño—. Me dolió,

haber perdido un año de mi vida contigo.

—Solo estuvimos juntos esa vez, Yasir.


—Ahórrate las explicaciones —hizo gesto con la mano—, ya hace mucho de eso.

—No lo parece. Ya no confías en mí.

Estaba a punto de perder la calma. Era mejor que la

despachara y saliera de ahí en busca de aire. Maldita sea la sangre le hervía.

Caminó hasta el sofá en busca de su saco para tomarlo e irse del lugar.

—No puedo confiar en ti.

Ella se acercó anhelante. Colocó las manos en su pecho. —Dame

una oportunidad —suplicó—, déjame demostrarte entregándote la empresa de mi

familia que puedes confiar en mí —. Se puso de puntillas para rozar sus labios

y besarlo—. Así como yo confío plenamente en ti.

Se quedó inmóvil. Tal vez debería aprovechar. Era un buen

negocio lo que le ofrecía. —Gánate mi confianza —se soltó de sus brazos—. Tal
vez así podrás ganarte algún día mi respeto.

\=========================.

NOTA:

Muchísimas gracias por leerme, si les gustó este capítulo

no olviden apoyarme sus estrellita y sus comentario.

Pueden seguirme por mis redes sociales:

FB: angelicaplaza4

IG: angelica_plaza.s

También podría gustarte