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Bertolt Brecht.
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PRÓLOGO:
La soledad se convirtió en su mejor amiga. Desde aquel día se había quedado sin
familia. Su madre había muerto y su padre estaba también muerto en vida. Se había
sumergido en su trabajo. Él se dedicó a amasar una gran fortuna en el negocio petrolero.
Convirtiéndose en el blanco de mujeres de mala reputación.
Le conoció muchas novias que solo buscaban una cosa. Dinero y posición social,
todas estuvieron de paso. Pero solo una pudo llegar a él. Solo una fue la afortunada.
Gissel que lo había conocido en una cena benéfica y desde ese día se había pegado del
brazo de su padre como si fuese una garrapata. Ella tenía dos hijas Mariana y Amanda.
Eran igual que ella. Unas arpías y sobre todo malas personas.
Pero su mala fortuna no quedó allí. Su padre había muerto también años más tardes
cuando de manera sorprendente le dio un infarto fulminante. A muy temprana edad
Alessa Sinclair quedó huérfana y heredera de un imperio petrolero.
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NOTA:
Muchísimas gracias por leerme, espero que disfruten de esta nueva historia, si les
gustó este capítulo no olviden apoyarme sus estrellita y sus comentario.
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CAPÍTULO 1.
Años después...
—Feliz cumpleaños —la voz de Karen, su mejor amiga retumbaba a través del
teléfono celular.
—No me importa Alessa solo cumples veintiséis años una sola vez en la vida —le
dijo riendo.
—Entonces no tengo más nada que decirte, sólo que nos veremos en el club esta
noche.
Estaba consciente de que Gissel por ser su esposa le correspondía un poco más del
dinero, pero estaba muy segura que le ella no había quedado excluida, como le hacía
creer. Cuando cumplió dieciocho años, tuvo que acudir con el abogado de su padre para
que le ayudara a pagar sus estudios ya que ella no quería hacerlo. La malvada era muy
astuta; una vez le dijo que lo que se hacía en la empresa no era para ella que se dedicara
a otra osa, como por ejemplo a ser una mujer de hogar.
Tuvo que hacer muchos cursos personalizados para poder adaptar su conocimiento
universitario con la informática. Estaba en su pequeña oficina cuando la puerta se abrió
de pronto.
—¿Cuál es la razón?
Mariana se acercó con rabia y colocó las manos sobre su escritorio e inclinó la
cabeza hacia ella. —No. No eres nadie —le dijo con asco—. Eres solo basura. Un
incordio del cual aún no podemos deshacernos.
Alessa se levantó de la silla inmediatamente y se colocó nariz con nariz con ella. —
Soy Alessa Sinclair —dijo—, la única hija de Jonathan Sinclair. Algo que ni tu hermana,
tu madre y tú serán algún día —las últimas palabras utilizó un tono despectivo.
—Eres una idiota, Aless. Te juro que algún día acabaré contigo.
—Te hago una promesa también, Mariana. Todo lo que me han hecho ustedes tres, lo
pagarán muy caro.
—Mi madre tiene la mayoría de las acciones, por tanto es de mi familia. —Dijo esto
último apretando los dientes.
—Tranquila hermanita —la burla era notoria en su voz—. Lo menos que quiero es
hacerte enfadar.
Mariana solo tuvo tiempo de salir y cerrar la puerta tras ella. Alessa le había lanzado
el porta-lápices y se había estrellado en la gruesa madera. Respiró profundamente para
calmarse para que las lágrimas que tenía oprimidas en el pecho no salieran. Caminó y
agarró de la pequeña repisa una botellita de agua y se tomó la mitad de un sorbo.
Aún la rabia invadía su cuerpo. Por poco había perdido la paciencia con Mariana. Lo
cierto es que quería cruzar su cara con dos buenas bofetadas. Era una estúpida. "La
empresa de su familia". Eso no era cierto. La empresa era de ella había sido herencia de
su madre. Su padre sólo se había encargado de hacer el trabajo arduo de hacerla
prosperar. Gissel pretendía quedarse con la herencia que le había dejado su madre sin
importar las consecuencias. ¡Por supuesto que iba a ir a esa reunión!
Luego de hacer varios intentos por casi media hora. Lo logró, había podido entrar.
Un jadeó brotó desde su pecho cuando se dio cuenta de lo que ocurría. La empresa
estaba casi que en la quiebra. ¿Cómo? Se preguntaba una y otra vez. Sabía que Gissel
era una interesada, arribista incluso despiadada, pero todos esos años había luchado por
mantener la empresa a flote. Algo no cuadraba; además de los números.
Al parecer la única opción era una asociación con una empresa del medio oriente con
nada más y nada menos que con un treinta y cinco por ciento de las acciones. Era
mucho. La piel se le erizó. Eso significaba que la vieja bruja de su madrastra iba a
quedarse solo con el diecisiete por ciento de las acciones. Se reclinó en su asiento. La
cosa no pintaba para nada favorable. Estaba claro que debía de hacer algo y que ahora
más que nunca debía presentarse en esa reunión.
Su jornada laboral fue muy ajetreada. Entre su trabajo pendiente y todo lo que había
planificado para presentarlo al día siguiente. Es cierto cuando dicen: "el tiempo pasa
muy deprisa". Ese día lo había sido.
Llegó muy tarde a su apartamento. Fue a la cocina. Vio en la encimera una manzana.
Su estómago gruñó, fue cuando se dio cuenta de que casi no había comido en todo el
día. Dando un mordisco a la fruta se dirigió a su habitación. Se daría una ducha con
agua caliente para relajar toda la tensión que había tenido durante el día y luego se vería
con su amiga Karen.
Sabía Dios qué disparate se le había ocurrido para esa noche. Su cumpleaños número
veintiséis. Aún era joven, pero se sentía como de cincuenta con tantas cosas que habían
pasado en su vida que la hicieron madurar antes de tiempo.
No había día en que no mirara hacía y exclamara lo mucho que le hacía falta su
madre. Tampoco día en que dijese que extrañaba mucho a su padre. Tal vez su vida
fuese muy diferente. Suspiró y una lágrima rodó por su rostro. Eran muy pocas las
personas que sabían lo que había verdaderamente detrás de esa cara bonita que se había
puesto con los años severa.
Estaba adormecida cuando el sonido del timbre retumbó por todo los ciento ochenta
metros cuadrados de construcción de su apartamento. Ella sabía que solo una persona
podía ser tan escandalosa. Su amiga y su hermana. La única persona que había estado
para ella en los momentos más oscuros de su vida.
Con mucha somnolencia y cansancio se dispuso a abrir la puerta. Estaba segura que
si no se apuraba, muy pronto se iban a escucharse sus gritos preguntando si estaba
utilizando su dildo que no movía su trasero rápidamente.
—Te conozco caramelito de sábila —su amiga se giró para verle a la cara—. Sé lo
que significa el día de hoy para ti. —le abrazó fuertemente. Karen siempre había estado
ahí para ella.
—Han pasado más de veinte años desde que nos conocemos y sigues llamándome de
esa forma —entornó los ojos.
—Al menos hice que cambiaras esa horrible cara que tenías.
Karen tenía razón. Había vivido con mucha presión desde que su padre había muerto.
Abrió su armario y removió toda su ropa. Quería algo que le recordara que era joven
aún. Que era una chica como cualquiera de su edad. Durante mucho tiempo no le
importó su apariencia. Sus queridas hermanastras se habían encargado de que ella
desapareciera de toda la parte social de su familia. Estaba harta de eso.
Ahora estaba de muy buen humor, al recordar que ya faltaba muy poco para terminar
ese calvario y sacar de su vida definitivamente a Gissel y a las arpías de sus hijas.
Gracias a Dios tenía a su amiga Karen. Cuando ella le llamó llorando. Ella resolvió
explicando a sus padres lo sucedido. Ellos permitieron que se celebrara en su casa. La
fiesta estuvo buena. Fue muy mencionada al lunes siguiente en la escuela.
Lo que provocó la ira de sus queridas hermanas y cuando llegó a casa ese día después
de clases se las encontró en su cuarto. Lo habían destrozado todo y cuando ella les
reclamó. Mariana por ser dos años mayor la sujetó fuertemente y le pidió a Amanda que
le cortase el cabello.
Encontró lo que estaba buscando. Un vestido que la hiciera sobresalir entre las
personas. A fin de cuentas era la homenajeada. Su cumpleaños. Así que sin perder
mucho tiempo comenzó a vestirse.
Era un simple body negro cerrado en la parte delantera hasta el cuello. Sin mangas y
el escote en su espalda trazado con finas tiras del mismo color. La falda era simplemente
transparente. Así que podía verse perfectamente lo torneada de sus piernas, sus
voluptuosas caderas, su gran culo de infarto y su cintura pequeña combinado con unas
sandalias altas de finas tiras cruzadas. Se dejó el cabello rubio oscuro suelto a media
espalda que con el maquillaje resaltando sus ojos color chocolate eran todo un contraste.
—Pediremos un Uber —se echó a reír cuando vio la cara de Karen—. Esta noche es
de pura diversión. —Se encogió de hombros.
Karen le comentaba que Víctor, su novio desde el último año de la universidad por
fin le había pedido matrimonio. Pero que ahora ella estaba asustada. Alessa lee dijo que
si ya tenían dos años viviendo juntos, el papel firmado, solo era una formalidad. Un
mensaje de texto en su teléfono celular interrumpió su conversación.
Era un mensaje de su padrino y mentor David al cual ella desde que era una niña le
llamaba: "Tío".
"Disfruta tu noche, mi querida niña. Mañana nos espera un día muy ajetreado".
Horas antes, Alessa le había enviado toda la información y ya tenían trazado un plan
de como intervenir en la asociación con la empresa del medio oriente. Estaba claro que
era conveniente. Pero debía ser cuidadosa con eso. Gissel tenía casi el total de las
acciones. Así que ella tenía la última palabra.
"Lo sé".
"Me parece bien. Pasaré por ti a las ocho para que desayunemos juntos y luego
iremos a la reunión. No puedes ir sola a enfrentarte a ellas. Para eso me tienes a mí. Soy
tu abogado además de tu padrino".
Sonrió David Morgan había cumplido al pie de la letra el juramento que había hecho
al bautizarla. Cumplir la función de su padre, en caso de que faltara.
Alessa suspiró era hora de salir de su cueva de ratón que era su zona de confort. Era
hora de arriesgarse. El momento de vivir. ¡Por Dios! Tenía veintiséis años ya y sus
experiencias sexuales habían sido un total y completo desastre al punto que había
renunciado a ellas cuando Karen le regalo un juego de tres consoladores.
Aún no sabía porque le había hecho caso a su amiga. No podía decirle que no desde
aquella fiesta de cumpleaños número quince, se había convertido en su organizadora de
fiestas personal. Cuando el taxi estacionó en frente del abarrotado club se cuestionó por
un momento si era una buena idea.
—Conozco esa mirada, caramelito —dijo su amiga jalando su brazo para mirarla a
los ojos —. Tienes cara de arrepentimiento Aless —negó con la cabeza—, no me dañes
la noche que he preparado para ti.
—De acuerdo —sonrió no podía dejar a un lado todo el esfuerzo que su mejor amiga
había hecho. Miró las instalaciones y un frío le recorrió su cuerpo al pensar lo que podía
encontrar en “Babylone”. Un club con ese nombre era algo a considerar.
Cuando llegaron a la puerta se dieron cuenta que había un gran número de personas
haciendo cola para entrar. Algunos las miraban con desaprobación. Se notaba que
muchos estaban ahí desde temprano. Lo que esas personas no sabían era que Karen se
tomaba su papel de organizadora muy en serio y había reservado hacía un mes y la tarde
anterior había ido al lugar a dejar una comisión a los porteros para que los dejara pasar
sin ningún tipo de contrariedad.
Ella se acercó a uno de ellos y le saludó; cuando vio a Alessa de arriba a abajo y
soltar un silbido le deseó feliz cumpleaños y una muy buena noche. Las dos chicas se
echaron a reír como tontas y se apresuraron a entrar. Al hacerlo tuvieron que parpadear
varias veces para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad del lugar. Sin embargo el
ambiente era espectacular.
La música era urbana. El local era inmenso, tenía las paredes de color negro, gris
plomo y azul las mesas eran modernas en acero y vidrio templado. Las sillas un toque
vintage con la elegancia de muebles modulares. Realmente todo era lujo y opulencia.
Quedaba sobrentendido que no entraba cualquiera. Lo que menos se esperaba era que
Karen hubiese reservado una mesa grande en el área VIP. Sentía todas las miradas en
ella. Por un momento dudó de haberse puesto ese vestido.
Giró la cabeza, pues tenía la sensación de que alguien la observaba y sentía que la
mirada le penetraba en la espina dorsal. La sensación se hizo más insoportable cuando
llegó Víctor con unos amigos a celebrar con ellas.
Habían coincido un par de veces en alguna que otra celebración y compartían un muy
buen rato. Pero esta noche la miraba diferente. La miró de pies a cabeza y luego la tomó
de la cintura y la abrazó.
Más y más amigos fueron llegando hasta completar un grupo de veinte personas no
tenía idea que de verdad Karen había organizado una fiesta. Los amigos más allegados
de los tres estaban ahí. A pesar de que estaba pasando un rato agradable y diferente con
sus amigos más cercanos no llenaba el vacío que sentía. Le faltaba algo. Eran muchos
cumpleaños celebrados sin su familia.
Hubo un momento que el recuerdo de esa falta a pesar de los tantos años
transcurridos, aún hacía que su pecho doliera. El lugar comenzó a girar y el sonido en
sus oídos era muy lejano.
Ella negó con la cabeza. —No te preocupes, no es nada —lo miró a los ojos para
hacerle saber que todo estaba bien—, voy un momento al baño.
Capítulo 2
momento se llamaba acecho. Típico del cazador que era. Ella era preciosa.
quedaba duda que se volvería un problema. ¿Qué lo causaba? Cada vez que veía
saliera así a la calle. No permitiría que otro hombre deseara lo que era total
rubio se le acercó. Los miró interactuar durante largo tiempo. Eran solo
amigos. Podía verlo, pero el hombre posesivo en él, no.
dental. —No te preocupes. Entiendo que estés un poco desorientado con el cambio
de horario y clima.
amiga incondicional para acercarse a él. Por un momento pensó que sentía algo
por ella. Pero cuando la vio con otro chico de dos semestres más avanzados que
él. Se dio cuenta el tipo de mujer que era. Una cualquiera. Aunque no usaba ese
calificativo para una mujer que lo hacía como sustento para mantener a su
una oportunidad. Además de que tenía una erección desde que había visto bailar a la
pequeña bruja que lo había hechizado con solo contonear sus caderas.
a su alrededor. La estaba buscando. ¿De nuevo? Bailando con aquel hombre que
estaba claro como un cristal que quería meterse entre sus piernas. Apretó los
advertencia.
—Eres más que eso —le aseguró y cubrió sus labios con los
de ella.
estaba en sus brazos en ese momento era una experta a la hora del sexo. Lo
sabía de primera mano. A veces las mujeres podían convertirse en armas tan
letales que podían acabar con un imperio. Para muestra un botón, Troya. Un país
que había caído por la lucha del amor de una mujer, Helena.
trataba de cautivarlo.
personas que por tener dinero, fama y poder, querían un pedazo de él. Así como
en ese momento.
detrás de su escritorio.
—Sé lo que me quieres decir —palmeó su brazo—. No pienso dejar que pase de una
negociación.
—Debes de tener cuidado, Yasir. Algo me dice que esta gente oculta algo.
Yasir miró los diferentes puntos de la cámara de seguridad. Buscando a la bruja que
lo tenía hipnotizado con su gracia y belleza.
—Ese hombre que está con ella —señaló con el dedo a la pantalla —¿Tienen algo?
—Hasta ahí no llego, vas a tener que descubrirlo por ti mismo —dijo alzando las
manos en rendición.
Yasir soltó una gran carcajada —Envía a su mesa tres botellas del más fino
champagne que tengamos.
Camilo acarició el puente de su nariz. —¿En serio usarás ese viejo truco?
—Soy de la vieja escuela.
Quería ver si podía ver de nuevo a la mujer que había llamado su atención esa
—Tardaste mucho.
Yasir ladeó la cabeza. —Cosas del oficio.
tienes un club en esta ciudad? Eres inmensamente rico y además no vienes mucho
a América.
tener negocios juntos —besó la comisura de sus labios y vio como se estremecía
oreja. —Tampoco se ajustan a lo que necesito. Por eso tengo el mío propio.
—Ya sabes, querida —acarició la nariz con el dedo índice —. Las reglas las pongo
yo.
uno de los sillones grandes para doblarse las mangas de la camisa y extendió un
—¿Qué no es justo?
mide por la cantidad de sexo que tenga, si no por la responsabilidad que tenga
a la hora de hacerlo.
pantalón. Colocó la cabeza encima de sus rodillas. —Te aseguro que lo vamos a
hora de dar una mamada. Tenía apretados los dientes. No quería que ella supiera
que le estaba dando placer. Sentía como su miembro entraba y desaparecía en las
profundidades de su garganta. Tenía los puños apretados con los dedos blancos
Era cierto que estaba duro como una vara de hierro. ¿Por
indicando con esto que lo estaba haciendo bien. En realidad; lo estaba haciendo
ponía de su parte. Así que utilizó un recurso que jamás había hecho. Cerró los
ojos y pensó en la pequeña bruja que estaba en el local. Que de manera tan
entre sus piernas se animara porque comenzó a succionar su miembro, más rápido
que necesitaba.
corriera por toda su garganta. Le quemara y le marcara como suya. Volvió a imaginar
aquella mujer que lo miraba con aceptación y con eso sellaba su destino. Con
los ojos aún cerrados y la cabeza reclinada, extendió los brazos y encerró con
—Basta —fue firme al hablar, ahora sería él quien dictaría el ritmo. —Abre la boca
—ordenó.
como la mujer hizo una arqueada. Se obligó a retirarse un poco, para luego
comenzó a follar su boca en serio, con rápidas y largas estocadas. Yasir sabía
Sentía una corriente eléctrica que subía por la espina dorsal. Su miembro
estaba hinchado y más duro. Los testículos ahora pesados. Arqueaba más sus
caderas masculinas para tener más la sensación. En ese justo momento fue cuando
su glande y se encontró con sus ojos. Eso fue todo lo que necesitó para
Vio como su acompañante se relamía los labios. Victoriosa. Si tan solo supiera que
ella no era la dueña de esa liberación. Ella colocó su cabeza de nuevo sobre
Al escuchar esas palabras la mujer se puso seria. — ¿Cómo es eso de que: "no
muy bien.
—Voy a pensar que es tu maldito español que siempre ha sido malo —.Se levantó del
—No te pongas así, querida —dijo extendiendo su mano buscando el trago que había
dejado en la mesa mientras que la mano libre hacia para que ella la tomara y
sentarla en su regazo.
Al ver su intento él bebió su trago. Luego la miró a los ojos seriamente. —Eso me
Ladeó su cabeza. —No entiendo por qué razón quieres arruinar el momento con una
discusión.
Lo miró entrecerrando los ojos. —Tal vez porque te di placer y no me has devuelto
el favor.
levantó para mirarla fríamente a los ojos. —Yo no te pedí que me dieras una
mamada.
—No quiero que seas una opción —lo miró seria—, quiero que
seas todo.
—Sabes que me estás pidiendo algo que no puedo darte.
hizo fue terminar su relación con ella y a su compañero pedirle que abandonara
el apartamento en donde vivían. De eso habían pasado siete años. Ahora ella
decirme algo así? Siempre estuve para ti —se removió inquieta sus brazos—, incluso
—De verdad que eres descarada —resopló—, te deje porque te encontré follando con
mi
compañero de piso.
Ella abrió los ojos en plena confusión. Al parecer no recordaba ese episodio en su
encima de él follando.
—Tal vez será porque también conozco tu cuerpo y porque te vi en el reflejo del
espejo.
—Puedo ver que a pesar del tiempo aún te duele —se sintió gloriosa.
Caminó hasta el sofá en busca de su saco para tomarlo e irse del lugar.
familia que puedes confiar en mí —. Se puso de puntillas para rozar sus labios
negocio lo que le ofrecía. —Gánate mi confianza —se soltó de sus brazos—. Tal
vez así podrás ganarte algún día mi respeto.
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