Está en la página 1de 8

llena de golpes, cicatrices, muy herida, desnutrida, en un

estado crítico. Al traerla acá era obvio que sería difícil darle
seguimiento. Recuerdo que ya llevaba dos semanas sedada y
dije: «es suficiente».
Me ofrecí a hacerme cargo del caso, yo era joven y tenía todas
las ganas de sacar a quien fuera adelante, era solo una niña de
13 años ¿Cuánta más vida iba a perder estando dormida en ese
lugar?
¿Cómo iba a permitir que su segunda oportunidad de vivir se
volviera otro encierro? Pedí que le quitaran los sedantes, con
temor las enfermeras lo hicieron. La observaba por la
ventanilla, le sonreía, quería que se acostumbrara a ver mi
rostro antes de abrir la puerta. Le dibujaba paisajes y se los
pegaba al cristal, le ponía música y ella la amaba. Después de
varias semanas, tras esa barrera, ella me regaló la primera
sonrisa, allí supe que ya era momento. Decidí entrar a su
habitación, se asustó. Lucía más pequeña de lo que era, muy
frágil, se le resaltaban los huesos de la piel. Todos afuera
conspiraban pensando en tratamientos muy invasivos, pero
nadie pensó en que por diez años no tuvo la energía más
importante...

amor.

Y así comenzó todo...

107
108
151
Vi a Marck levantar una hoja debajo del almendro y volteó a
verme, cuando vi su intención de acercarse, retrocedí. «No
vengas»
Lauren me tomó de la mano —Vámonos, no puedes estar aquí
hoy.
—No pierdas clase por mí, regresa, anda.
—¡No! vámonos, al carajo con todos —dijo en voz alta.
Fuimos a su coche, comenzamos a dar vueltas por la ciudad.
—Llora, Danny, no te aguantes —me dijo.
—Quisiera, de verdad.
La ciudad estaba fría, con neblina. Hamlëin tenía esa clase de
filtro frío y azul, el cielo estaba nublado, y apenas y se apreciaba
que había montañas.

—¿Quieres ir a mi casa? podría cocinar algo para que te sientas


mejor y te des un baño, tengo un gato, cuando estoy mal lo
acaricio y es como si todo estuviera mejor.
—Claro, vamos.
Después de una hora en auto llegamos a su casa, vivía al otro
extremo de la ciudad, muy junto al mar, donde las olas chocan
y la tierra tiembla. Era una casa bonita, tenía cinco perros y un
gato que se encontraba sentado en el sillón, mirando fijamente
como si te descubriera el alma.
—Allí está el baño, aquí hay una toalla y ropa limpia, haré algo
de desayunar, listo.

La piel aún me ardía por el líquido, sentía como se descamaban


mis brazos. El agua caía sobre mí, estaba fría, me calmaba el
escozor, escuchaba risas de burla todavía.
Al salir del baño ya con ropa puesta, me senté a lado de su
barra.
—No me interesa saber nada de esa fotografía, no sé cómo fue
o porque estás así, solo sé que ahora no eres eso. Es una foto y
no te define como persona, todos se equivocan, hayas hecho lo
que hayas hecho, todos cometemos errores —dijo Lauren. Me
tomó de la mano con fuerza.
—No me equivoqué. No lo decidí.

152
341
342
343
Capítulo cuarenta y ocho

Dos dientes fuera, cuatro, diez. Jassel se había desmayado de


dolor y eso era mejor para mí, no gastaría anestesia en este
cerdo.
—Mmmm… ¿Qué más cirugías practicaré contigo? ¡Todas, sí,
todas! Mi buena amiga Lauren me dejó un libro, haremos
todas contigo, mañana te amputaré los dedos, igual ya ni los
necesitarás.

Limpié los dientes y los puse en un frasco con alcohol, iría


apreciando cada parte que le sustrajera. Me quité el delantal
y lavé mis manos y mi rostro, salí del quirófano. Subí
nuevamente a la bañera, me retiré la ropa y me sumergí, salía
humo, hervía. Cerré los ojos, podía ver aún la sangre
mezclarse con agua, miedo, sangre de miedo, el elixir de la
juventud decía Juliette.

—¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste? ¿Por qué, Dannia, por qué? Van
a descubrirnos, nos encerraran, tenemos que huir
¡Vámonos, vámonos!
—Detente estúpida, estoy haciendo la justicia que todos
piden —Dijo Dannia, enfurecida.
—No, no, no, esto no, Lauren aún no está muerta, ella puede
vivir.
—Morirá.
—¡No! ¡No morirá!
—No seas idiota, viste la sangre, demasiados litros, no llegó
a tiempo, ella va a morir sino es que ya…
—¡No lo digas! —grité —salí de la bañera, me sequé, me puse
una bata, no sabía a dónde ir, qué hacer, con quién hablar,
no podía controlarla, era más fuerte, todos tenían más
fuerza.
—Danny, detente.

344

También podría gustarte