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Capítulo 3

LAS EFEMÉRIDES EN LA SALA


3.1. Surgimiento de las efemérides en Argentina
La conformación del Estado Nacional para nuestro país se dio tras un prolongado proceso.
Podríamos configurar sus primeros pasos en los sucesos de 1810, tras las invasiones napoleónicas
en Europa, las colonias hispanoamericanas comienzan a transitar un camino de confusión y
conflicto derivado de la falta de legitimidad política de las nuevas autoridades españolas. La
declaración de la independencia de las distintas regiones de América se dieron de manera desigual,
en el caso de Argentina, seis años después de la formación de la Primera Junta de Gobierno, y ante
las presiones ejercidas por aquellos sectores que temían la recuperación por parte de España de lo
que en algún momento había sido el Virreinato del Río de la Plata. A pesar de lo que muchos creen,
estos dos acontecimientos son solo el inicio de la formación efectiva del Estado Nación.
La Constitución, de carácter federal recién verá la luz en 1853, pero esto tampoco marcará
el final del camino. Los conflictos internos que comenzaron a principio del siglo XIX, se
extenderán hasta principio del siglo XX. Las diferencias regionales, habían hecho difícil definir a
qué se le llamaba “nación argentina”, sin embargo los gobiernos posteriores a la unificación
definitiva del Estado, comenzaron a configurar una idea de nación que incluía a los inmigrantes
llegados, principalmente, desde Europa, pero que dejaba por fuera a las comunidades originarias,
que dadas las corrientes filosóficas-ideológicas, que marcaron el último periodo del siglo XIX, eran
seres pertenecientes a categorías inferiores a la civilización.
Lilia Ana Bertoni (1992) afirma, utilizando como fuente la edición del diario La Prensa del
25 de mayo de 1887, que fue ese año la primera vez que en una escuela se conmemoraba el
aniversario de la Primera Junta, dando inicio a un proceso de celebración, que transmitirá, desde la
escuela un discurso hegemónico sobre los hechos históricos que le dieron origen a nuestro Estado.
A partir de ese momento la escuela se convierte, según Bertoni en “uno de los principales ámbitos
de conservación selectiva de la tradición patria” (1992, p.2). Este proceso fue acompañado por la
creación de monumentos, estatuas, que consolidaban el discurso. Existía una clara necesidad de
que quienes vivían en nuestro país y quienes arribaran a él, conocieran una historia oficializada
desde el estafo que engrandecía a la patria y como consecuencia enorgullecía a sus ciudadanos.
Según Carmen Godino (2009) las primeras efemérides que se conmemoraron fueron tan
solo seis: 25 de Mayo, 20 de Junio, 9 de Julio, 17 de Agosto, 11 de Septiembre y 12 de Octubre.
Si tenemos en cuenta, como lo mencionamos anteriormente, lo enseñado en la escuela tiene un
carácter ideológico y una función política, es posible entender que las fechas mencionadas tienen
que ver con la conformación del Estado Nacional, pero al mismo tiempo reforzando la idea de que
esta nación es producto de la llegada de los europeos a nuestro continente, desde 1492.
El arribo de migrantes, a finales del siglo XIX, principalmente españoles e italianos, trajo
aparejado la necesidad de acompañar este proceso con educación y la creación de una nación que
permitiera acercar a los nuevos habitantes a la población argentina. La sanción de la Ley 1.420 que
establecía la responsabilidad del Estado en este ámbito, garantizó el acceso a la educación a los
hijos de los inmigrantes recién llegados. Es mediante la educación pública que comienza su
recorrido por la historia de nuestro país, mediada por la tradición de los grandes héroes en la
enseñanza de las Ciencias Sociales, y más específicamente de la Historia. Aquí comienza la
incursión de las efemérides dentro de nuestro sistema educativo, pero también fuera de él, a través
de las celebraciones patrias en ámbitos públicos.
Hasta mediados del siglo XX el trabajo con efemérides sirvió para la transmisión de valores
y la creación de un imaginario colectivo que viera a los próceres (los seleccionados por la Historia
Mitrista) como personajes que actuaban despojados de cualquier tipo de interés y que ocupaban un
lugar por sobre cualquiera de nosotros, lugar al que nunca podríamos acceder, porque ellos eran
“elegidos”. Los héroes de la independencia son mostrados como modelos a seguir, libres de
ideologías y con una dedicación exclusiva al bienestar de la patria. El objetivo de estas prácticas
estaba relacionado con el interés de generar y consolidar el sentimiento nacional (Granata; Barale,
2001).
José María Leyva (2009) plantea que esos intereses llevaron a obviar aquellos sucesos que
resultaron un fracaso para la formación del Estado. Es así que las derrotas militares, los intentos
fallidos para la sanción de la Constitución, las causas que generaron el pasaje de la Primera Junta,
a la Junta Grande, entre otros, no son tenidos en cuenta en pos de la construcción de una historia
ideal y mitológica. Aquí se plantea un doble conflicto. En primer lugar, el hecho de que la historia
sea narrada de manera lineal, teniendo en cuenta solo hechos puntuales (las efemérides) genera una
falta de comprensión del proceso histórico. Según el autor, la falsedad de la reconstrucción del
pasado para la construcción de una identidad nacional, elimina los conflictos, los cuales son los
nudos causales de los procesos. Si eliminamos estos conflictos, se elimina también la posibilidad
de entender por qué los sucesos ocurrieron de esa manera y no de otra. Pero al mismo tiempo la
falta de comprensión, genera ineludiblemente la necesidad de la memorización mecánica, lo que
deriva en un olvido a corto plazo. En el caso que eso ocurra, el principal objetivo de la
conmemoración de las efemérides no se concretaría.
En segundo término, el relato lineal y simplista al que se somete a los estudiantes mediante
el trabajo, de manera exclusiva, con efemérides, genera un sistemático desinterés por el estudio de
la Historia. Según Leyva, el interés se recuperaría si los docentes trabajaran justamente con la
profundización del contenido, poniendo en evidencia los conflictos, las divergencias y los
contrastes que forman parte del pasado. La linealidad vuelve evidente lo que va a suceder y eso
genera desinterés.
Así también, el autor menciona, que dichos recortes poseen una carga ideológica que
selecciona, en cada momento, hechos y personas que puedan reforzar los intereses que se
persiguen.
Bajo esta tradición didáctica se mostraban las efemérides como fechas inconexas, con
actores que no poseían ningún tipo de relación entre ellos y mucho menos con los distintos grupos
sociales existentes. Se muestra la construcción social de manera fragmentada, sin tener en cuenta
los entramados sociales que se producían y los modos en los que cada uno de ellos intervenía o no
en cuestiones relativas a la política, la economía y demás aspectos sociales. La enseñanza
memorística contribuía en la consolidación de este modelo que solo buscaba que todo aquel que
había pasado por el sistema educativo, tuviera registro de los hechos más relevantes de nuestro
país, según el modelo político imperante. Esto permite entender porque la comprensión de los
procesos, sus causas, sus relaciones no eran tenidas en cuenta. No importaba la comprensión, sino
a memorización y la repetición de los hechos enseñados.
Cabe hacer mención al rol de la Historia, como ciencia, en la construcción de las efemérides.
El carácter positivista adoptado, casi exclusivamente, por todas ciencias, marca el formato que
tendrá la enseñanza sobre la construcción del Estado en las escuelas. Es así que, como se mencionó
con anterioridad, los hechos “estudiados” carecen de conexión entre ellos, pero además de esto,
son presentados a los estudiantes de manera lineal a lo largo del ciclo lectivo, generando
confusiones con respecto a los periodos de tiempo en los que se desarrollaron. El 12 de octubre, en
sus orígenes denominado como Día de la Raza, conmemora la llegada de Cristobal Colón a nuestro
continente en 1492, sin embargo es trabajado, exclusivamente, en ese momento del año, después
de haber atravesado por el 25 de Mayo de 1810, el 9 de Julio de 1816, entre otras. Tal como se
presentaba en ese momento, y en algunos casos en la actualidad también, no es difícil de entender
que las y los niños ubicaran temporalmente la conquista de América, después del proceso de
independencia.
Otro rol importante lo juega la memoria. Cabe hacer la distinción entre memoria e historia
ya que, aunque lo pareciera, no son lo mismo. Tienen en común que ambas hacen referencia a
hechos y procesos del pasado, pero la primera tiene que ver con la reconstrucción personal de ese
pasado y en el caso de la segunda, esa reconstrucción excede los individual y hasta podríamos
afirmar que lo colectivo. En el caso de las efemérides debemos hablar de un caso particular de
memoria, la colectiva, son aquellos recuerdos y olvidos que se apoyan en rituales, restos materiales
e inmateriales tenidos en cuenta por una comunidad. Las efemérides son parte de la memoria
colectiva, las mismas sufren transformaciones consecuencia de los cambios sociales que se
producen a lo largo del tiempo.
Con el transcurso del tiempo, los objetivos que guiaron estos métodos de enseñanza y que
generaron el ingreso de las efemérides a la escuela, se transformaron. Los hijos de los inmigrantes
concluyeron su pasaje por el sistema educativo y los intereses políticos también cambiaron, sin
embargo las prácticas escolares relacionadas con los sucesos patrios se continúan manifestando de
la misma manera que lo hicieron a fines del siglo XIX. Los actos escolares se presentan como un
evento social en el que poco importa el por qué. En muchas ocasiones docentes y estudiantes se
concentran en la elaboración de los números artísticos y las glosas, sin detenerse a reflexionar sobre
los sucesos que se conmemoran y mucho menos en la existencia de relaciones entre los mismos.

3.2. Actos escolares y estereotipación de la Historia


De manera conjunta con el surgimiento de las efemérides, las escuelas comenzaron
a acompañar estas conmemoraciones con celebraciones y eventos, que trascendían los espacios de
las instituciones. Durante décadas, en ciudades y pueblos las “fiestas patrias” se efectuaban en
plazas, y espacios públicos en general, haciendo participe a la comunidad que, en muchos casos,
espacialmente los inmigrantes, aprendían sobre los hechos importantes de nuestro país junto con
los estudiantes.
El ritual, tal como lo expresa, María Itatí Rodriguez (2016), deja en evidencia el interés del
Estado en que fuera la escuela, una vez más, la encargada de la transmisión del relato histórico
oficial y de la construcción de la idea de nación entre los habitantes de nuestro país, especialmente
los nuevos. Dicha tradición se construyó a partir de la incorporación de rituales (bailes, canciones,
representaciones teatrales, entre otras) y elementos simbólicos que están presentes en cualquier
fiesta patria hasta el día de hoy como es el caso de la bandera.
Originalmente, con el surgimiento de las primeras leyes de educación en nuestro país, se
manifestó el carácter positivista y normalista de la educación, que manifestaba la contraposición
entre civilización y barbarie que debía ser zanjado. La incorporación de las efemérides fue una
estrategia más para lograr una sociedad homogénea, donde el discurso histórico fuera único y
engrandecedor, por los hombres y los hechos que permitieron la formación del Estado Nacional.
Ahora bien, los distintos procesos por los que ha atravesado Argentina desde estas primeras
ideas de nacionalización y construcción, podríamos decir, hasta forzosa de la tradición y de la
historia, generaron que aquellos saberes, rituales y métodos de enseñanza hayan cambiado. Por esta
razón las fiestas patrias y las efemérides son concebidas y aprendidas de maneras distintas a lo que
era a finales del siglo XIX.
Hisaguirre (2018) presenta en el libro Efemérides e Historia, un estudio realizado con
docentes, estudiantes y padres de Nivel Inicial y analizan la manera que cada uno de ellos perciben
los actos escolares. Los resultados arrojados de las entrevistas efectuadas en dicha investigación,
muestran que mientras las docentes afirman que los modos de abordaje de las efemérides tienen
más que ver con reconstrucciones de su propio recorrido como estudiantes, que de construcciones
logradas a partir de su formación docente. Hay un excesivo interés en lo referido a la decoración
del jardín, en los números artísticos y en la puesta en escena en general de las fiestas patrias.
En cuanto los estudiantes, se observa una falta de comprensión en los hechos históricos que
se relatan en la sala, lo que da cuenta de los errores cometidos al momento al momento de trabajar
en la sala. Si bien sabemos que existe una limitación en el aprendizaje de abstracciones, como lo
es el tiempo, reconocemos que se pueden establecer estrategias que permitan acercar a las y los
estudiantes a este tipo de concepciones, comenzando un camino de aprendizaje que se extenderá
en todo su recorrido escolar, por lo cual es importante que en esta primera instancia los nuevos
saberes incorporados sean pertinentes y verosímiles. Por último el resultado entre los padres
muestra diferencias de opinión que van desde la emoción y el orgullo, hasta el enojo por cuestiones
como el horario del acto o los materiales que se les solicitan a los niños.
A lo largo del tiempo se han construido estereotipos sobre las figuras que tuvieron un rol
importante en la historia argentina, así como también de aquellos que, según este relato, se
mantuvieron al margen. Los actos escolares están llenos de estos estereotipos. Solo teniendo en
cuenta el del 25 de Mayo podemos ver como se construyen personajes desde una perspectiva
infantilizada, fantasiosa e inclusive mentirosa. Damas antiguas que sirven de adorno a caballeros
que de manera unísona proclaman la independencia, negros esclavos vendiendo un sinfín de
productos felices y hasta participando del Cabildo Abierto y por supuesto la ausencia absoluta de
los pueblos originarios en cualquier representación que se haga.
No es un dato menor pensar como contribuyen este tipo de representaciones en la
construcción de saberes a futuro. Las comparaciones temporales son otro recurso muy usado como
estrategia de enseñanza sobre hechos del pasado. Se trabaja con ideas del tipo “antes existían
vendedores ambulantes y la gente andaba a caballo”. Ambas situaciones existen en la realidad
presente, por lo cual la comparación posee, al menos, limitaciones. A su vez, el trabajo con las
vestimentas que se utilizaban durante el periodo colonial, es muy común, también a modo
comparativo. Sin embargo no hay una indagación sobre qué otras cosas nos dicen esas vestimentas.
Existe una necesidad real de rever y reflexionar sobre las prácticas docentes y los aprendizajes
adquiridos por los niños y niñas a temprana edad.

3.3. Revisión sobre el significado y el trabajo de las efemérides en la sala


El término efemérides proviene del griego ephemeros, que hace referencia a una
conmemoración de un solo día, se relaciona directamente con lo efímero. Partiendo del significado
etimológico de la palabra, podríamos encontrarnos con el primer problema al momento de
trabajarlas en la sala. ¿De qué manera se establecen relaciones y procesos en hechos que son
considerados efímeros? ¿Qué significados pueden encontrar las niñas y los niños de entre 3 y 5
años en conmemoraciones que se realizan y se concretan en una única jornada?
Tal como lo establece el Diseño Curricular de la provincia de Córdoba, las efemérides son
un contenido más establecido para ser enseñado en el Nivel Inicial. Partiendo de la idea planteada
por Silvia Finocchio (1997) de que los niños, tienen la posibilidad de conocer y comprender hechos
que no sean cercanos espacial o temporalmente, ya que los medios de comunicación han permitidos
que los límites entre lo que está lejos y lo que está cerca se vuelvan más permeables y difusos, es
necesario replantear qué contenidos y cómo se puede trabajar con las efemérides.
En este punto es pertinente rescatar lo que plantea Leyva (2009), que establece ciertos
recaudos y muestra las limitaciones que pueden tener los medios de comunicación al momento de
construir nuevos saberes. Según el autor, los héroes de la Patria se encuentran en un momento de
crisis dada la competencia que le presentan los personajes construidos desde los medios de
comunicación. La masificación de la información ha generado que los niños, no solo encuentren
nuevos héroes a quienes admirar, fuera de las aulas, sino no que además de ello, contribuyó a
construir generaciones que cuestionan y ponen en duda la mayoría de los saberes que se les
imparten desde la escuela. Estas deberían ser otra de las razones que justifiquen la transformación
de la enseñanza de la Historia, no solo en el Nivel Inicial, sino de todo el sistema educativo en su
conjunto.
Además de la fragmentación de contenido que se produce por la utilización de estrategias
didácticas que imposibilitan la comprensión, se genera a su vez la consolidación de estereotipos
sociales. Así, la representación que se realiza comúnmente de los esclavos vendiendo productos en
la plaza, transmite la idea limitada que solo los negros se dedicaban al comercio, que esta actividad
era realizada por cuenta propia, que el comercio solo era ambulante, entre otras cosas. A la
fragmentación se suma la falta de una construcción real de los sucesos y la estereotipación de los
distintos sectores sociales.
Para poder superar esta situación diversos autores diseñan estrategias que permiten repensar
la enseñanza de la Historia en el Nivel Inicial, tal como está expresado en el Diseño Curricular
tanto a nivel nacional como a nivel provincial. Así Silvia Brugnoni (2016) plantea apelar a la
“memoria histórica” como parte del aprendizaje, mediante la cual reconstruir, a través del juego,
los relatos, que permite la construcción de nuevos conocimientos, y posicionamientos atendiendo
a la complejidad y la observación de los entramados sociales característicos de cada uno de las
etapas de la historia. Por otra parte, sugiere la posibilidad de desarrollar un proyecto anual que
contemple el trabajo con efemérides a lo largo de todo el ciclo lectivo, otorgándole un sentido
cronológico y articulado, de manera tal que no se fragmente el proceso histórico.
Bernardi y Grisovsky (2005) hacen mención a la importancia de realizar una revisión de las
estrategias didácticas y los contenidos a trabajar. Manifiestan que las efemérides deberían ser
trabajadas en los jardines de infantes de manera conjunta por toda la comunidad educativa, donde
cada uno de los actores realice intervenciones en distintos momentos del proceso. Sin embargo,
afirman que los docentes generan propuestas pedagógicas fuertemente ligadas a su historia como
alumnos, repitiendo estereotipos de trabajo que ya han resultan añejos para los niños que hoy en
día transitan el Nivel Inicial.
Las autoras plantean la posibilidad de resignificar este contenido a partir de la elaboración
de estrategias didácticas destinadas a la comprensión del pasado desde el hoy, mediante la
utilización de recursos tendientes a una mirada integral del pasado. Para ello sugieren trabajar a
partir de tres ejes: los sucesos que involucra la fecha, la vida cotidiana de ese periodo y los
personajes y grupos sociales intervinientes. El primer eje hace referencia a que los niños puedan
conocer cuáles fueron los sucesos ocurridos en cada una de las efemérides que se trabajan. En este
punto se hace hincapié en evitar las explicaciones simplistas y reduccionistas y toman como
ejemplo hacer referencia al 9 de Julio o el 20 de Junio como el “cumpleaños de la Patria” o el
“cumpleaños de la Bandera”.
El eje que hace referencia a la vida cotidiana es uno de los más trabajados en las salas, sin
embargo, como se mencionó anteriormente es indispensable tener en cuenta no caer en la
construcción de estereotipos, ni realizar comparaciones temporales que puedan confundir a los
estudiantes, como convocar a los abuelos para que cuenten a qué jugaban, en las jornadas de trabajo
del 25 de Mayo o mencionar actividades que se realizaban “antes”, cuando en la actualidad también
se efectúan. Por último, eje número tres, busca humanizar la figura de las personas que formaron
parte de los procesos que se están estudiando, así como también tener en cuenta a aquellos sectores
que fueron relegados en los relatos históricos oficiales.
Por otra parte, agregan la realización de actividades que permitan la profundización de los
contenidos como la visita a museos, la realización de entrevistas, la lectura de imágenes, entre
otras. Las autoras mantienen como objetivo final la realización del acto escolar, pero ahora como
la manera de presentación final del trabajo realizado de manera crítica, abarcativa y en pos de la
comprensión de los procesos históricos.
Se debe comprender que las efemérides deben ser tenidas en cuenta como un disparador
para el trabajo de contenidos establecidos por el Diseño Curricular y no solo como la realización
de actividades para la presentación de un acto ante los padres. Por lo antes mencionado podemos
observar que la construcción de actos escolares y muestras de trabajo solo llevan a la pérdida de
sentido de la fecha que se busca conmemorar, quitándole su importancia histórica, así como
también simplificando los sucesos, dado la representación lineal que se hace del relato. El
reduccionismo al que se someten los contenidos, terminan deformando la historia.
Todos los autores mencionados anteriormente plantean la necesidad de repensar las
efemérides para encontrar un objetivo que reemplace al que, en sus orígenes, tenían y que estaba
vinculado con la consolidación del carácter nacionalista entres los sujetos que forman parte de
nuestro país. Hoy ese objetivo ha sido relegado, y se entiende que es importante no solo conocer
sino comprender los procesos históricos, acercando a los niños los por qué, acotando el contenido
teniendo en cuenta su edad, pero sin infantilizarlos ni realizando relatos ficticios de nuestra realidad
pasada.

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