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LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y
SUS LABERINTOS
EN DEFENSA DE LA RACIONALIDAD
PARA LA CIENCIA DEL SIGLO XXI
IV LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
V
LA INVESTIGACIÓN
BIOMÉDICA Y SUS
LABERINTOS
EN DEFENSA DE LA RACIONALIDAD
PARA LA CIENCIA DEL SIGLO XXI
VI LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
«Esta obra ha sido publicada con una subvención de la Dirección General del Libro,
Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, para su préstamo público en Bibliote-
cas Públicas, de acuerdo con lo previsto en el artículo 37.2 de la Ley de Propiedad
Intelectual».
Las Figuras 1.2, 1.3, 1.4, 1.5, 1.7, 1.8, 1.9, 1.12, 1.14, 1.16, 1.17, 1.19, 2.2, 2.4, 2.5, 2.6, 2.7,
2.9, 4.3, 4.4, 4.9, 4.11, 4.14, 4.17, 4.19, 5.2, 5.4, 6.3, 6.4, 6.6 y 6.8 fueron confeccionadas por
el autor. Las Figuras 1.10, 1.11, 1.18, 1.20, 2.1, 2.3, 2.8, 2.10, 4.12, 4.15, 5.1 y 6.7 fueron
realizadas por el autor en colaboración con Alejandro Escobar Palmer. Las Figuras 1.15, 3.1,
3.2, 3.3, 4.1, 4.2, 4.5, 4.6, 4.7, 4.8, 4.10, 4.16, 4.18, 6.1, 6.2 y 6.5 corresponden a retratos o
portadas de libros tomadas de Internet. La Figura 5.3 se ha tomado de tomado de Schulz y
Grimes (2005) y la 4.13 de Schulz y Katime (2003). El autor de la Figura 1.6 es Anthony Flores
(tomada de PLoS Medicine) y la Figura 1.13 se incluye por gentileza de Mariano Ferreyra
(«Salvador», www.salvadorhumor.com.ar).
ISBN: 978-84-7978-896-4
Depósito Legal: M. 44.544-2008
VII
VIII LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
IX
IX
X LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
XI
Índice
XI
XII LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Prólogo
1
Silva Ayçaguer LC. Cultura estadística e investigación científica en el campo de la salud: una
mirada crítica. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, 1997.
XIX
XX LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
2
Feyman RP. The meaning of it all: thoughts of a citizen-scientist. Massachusetts: Perseus
Books , 1998.
3
«The intuitive mind is a sacred gift and the rational mind is a faithful servant. We have
created a society that honors the servant and has forgotten the gift».
4
Véase: http://www.edge.org/3rd_culture/taleb08 taleb08_index.html
XXII LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
5
Véase, por ejemplo: Frankfurt HG. On bullshit. Princeton: Princeton University Press
2005; y también: Frankfurt HG. On truth. New York: Alfred A. Knopf, 2006.
PRÓLOGO XXV
ÓSCAR J. MÚJICA, MD
PAHO/WHO
Washington DC.
Septiembre 2008
6
De todo laberinto, incluyendo los de la portada de este libro, obras de un querido
epidemiólogo y escultor gallego. Insatisfecho el yo-epidemiólogo con ese transitar continuo
y agobiante por los laberintos de la ciencia, el yo-escultor se dedica a trazarlos en sus
momentos de divagación fantástica y creadora: los recorre a ambos, con deseo y con temor,
pues sabe bien que le llevan al centro de sí mismo.
XXVI LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
XXVII
Introducción
XXVII
XXVIII LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
1
Incultura científica: una amenaza en la
sociedad contemporánea
La ciencia es siempre profunda y simple. Son
sólo las verdades a medias las que son
peligrosas.
BERNARD SHAW
1
Cabe por cierto intercalar que el mesianismo obcecado de algunos, especialmente en el
marco de la pseudociencia, suele invertir este proceso: escudarse en impactos proclamados de
alguna tecnología para conferir validez a los presuntos conocimientos científicos que estarían
avalándolas.
4 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
LA EPIDEMIA DE LA PRESCRIPCIÓN
Aunque en medios especializados es bien conocido que el número
de medicamentos realmente útiles para encarar los problemas de la
abrumadora mayoría de la población no pasa de varias decenas (OMS,
6 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
media que hace que nos preguntemos con quién estamos tratando
finalmente: ¿con el intachable Dr. Jekyll o con el torvo Mr. Hyde?
El engaño publicitario
Apostando a posteriori
2
Nombre proveniente de «Ezetimiba aNd simvastatin in Hypercholesterolemia
enhANces atherosClerosis rEgression».
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 37
Luego de los dos años que duró el estudio, el 41% de los pacientes
tratados con Zocor experimentaron una reducción del LDL (el coles-
terol «malo»), algo que ascendió al 58% entre los pacientes asignados
al Vytorin. La diferencia es estadísticamente significativa por amplio mar-
gen. Sin embargo, ésta no era la evaluación declarada como objetivo
del estudio: el «endpoint» explicitado era el grosor de la media intimal
de las paredes de las arterias carótida y femoral, y el secundario era la
frecuencia de «eventos cardíacos», tales como el infarto o la muerte.
Dicho de otro modo, el estudio se había diseñado para demostrar que
el Vytorin consigue mayor desaceleración en el crecimiento de la pla-
ca arterial que la simvastatina por sí sola.
Pero he aquí que los pacientes que tomaron Vytorin tuvieron un
mayor crecimiento de dicho grosor que los que solo recibieron Zocor,
en tanto que las tasas de eventos cardíacos fueron virtualmente idén-
ticas. Terrible noticia para los vendedores de la droga. ¡Vytorin causa
una caída significativa en los niveles de colesterol, pero las placas
arteriales se incrementan!
Vale la pena, de paso, detenerse en la connotación estadística del
hecho. Se pone de manifiesto claramente que significación estadística no
equivale a significación clínica: lo que realmente importa no es que el
organismo tenga menos colesterol sino que la gente tenga menos ries-
gos y muera menos. Una disminución estadísticamente significativa
en relación con cierta magnitud unidimensional no tiene por qué ser
compatible con una mejoría sustantiva en el estado de salud de un
sujeto cuyo organismo está sometido a la complejidad de la biología
humana, que difícilmente podrá reducirse a un número.
Es obvio que los ensayos clínicos controlados constituyen «nues-
tro medio más efectivo para evaluar la eficacia de una intervención»,
como recordaban los profesores P.J. Devereaux y Salim Yusuf en el
Journal of Internal Medicine. (Devereaux y Yusuf, 2003), pero atención,
es crucial establecer racionalmente qué ha de entenderse por «efica-
cia de la intervención»: nadie quiere oír algo como esto: «Mire, el
tratamiento fue efectivo, pero su padre ha muerto».
38 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
3
En el «Diccionario de los Ensayos Clínicos, incluido en el «CancerGuide» (véase http://
www.cancerguide.org/trials_glossary.html) figura la siguiente definición: El «endpoint» es
aquello «que un ensayo clínico intenta medir o hallar. En esencia, el objetivo del ensayo. Es
científicamente muy importante que los objetivos de los ensayos clínicos sean seleccionados y
claramente definidos de antemano».
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 39
"Los únicos que aún pueden defender a la industria son idiotas, arri-
bistas, políticos o abogados (algunos cumplen las cuatro condiciones).
Ninguna persona racional puede ver en la conducta de la industria
nada que se parezca a la integridad en materia científica. La debacle
del Vytorin ha salido a la luz porque no pudieron evitarlo. ¡Imagine
todos los ensayos que sí consiguen ser ocultados, distorsionados o
retroactivamente modificados sin que nadie se entere!"
"Merck & Co., Inc., Whitehouse Station, N.J., USA, que opera en mu-
chos países como MSD (Merck Sharp & Dohme), es una compañía
farmacéutica global, impulsada por la investigación, dedicada a velar
por el bien de los pacientes."
Un fraude letal
4
Así llamado por las siglas de «VIoxx Gastrointestinal Outcomes Research».
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 43
dores. Y aquí aparece el problema más grave: es bien conocido que los
editores de muchas revistas siguen diversas estrategias manipuladoras
para que sus trabajos no caigan en la categoría de «citables». Tal cir-
cunstancia que se ve agravada por el hecho de que Thomson Scientific
se niega a hacer público el proceso para determinar cuáles artículos son
o no citables. Esto ha llevado a PLoS Medicine Editors (2006) a concluir
que «la ciencia está en la actualidad valorada por un proceso que es en
sí mismo subjetivo, no científico y subrepticio». Así, lo que empezó por
ser un intermediario metodológico para medir indirectamente la cali-
dad de una revista, está terminando por convertirse en una meta que
distorsiona las decisiones en materia de publicación, hoy más en manos
de administradores de la ciencia que de los propios científicos.
Refiriéndose al caso de España, el director de la revista The Interna-
tional Journal of Developmental Biology, Juan Aréchaga, llamaba la
atención acerca de que los investigadores españoles son frecuente-
mente evaluados sobre la base de los factores bibliométricos de las
revistas en que publican, de los cuales el FI es sin duda el más nota-
ble, a los efectos de la concesión de complementos de productividad
y la aprobación de solicitudes financieras para proyectos de investiga-
ción. Siendo así, razona, no es de extrañar que sólo se planteen enviar
sus artículos a una revista nacional cuando éstos son de muy escasa
calidad o han sido rechazados reiteradamente por las revistas extran-
jeras de la especialidad, en lo que constituye «un círculo vicioso nefasto
para el progreso científico en España y, en particular, para sus publi-
caciones profesionales» (Aréchaga, 2005).
Quizás para que se produzca ese notable paso, haya que esperar.
Pero desde ya, como académico residente en un país en desarrollo,
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 57
Navegar y aportar
7
Ocasionalmente podría adoptarse alguna medida, tal como llevar el registro de la IP desde
la cual se hizo la conexión para evitar más de un voto desde dicha dirección; pero un usuario
puede usar más de una IP si dispone de esa posibilidad; además, se estableciera tal restricción,
diferentes personas estarían limitadas para expresar su opinión si dependen de una misma IP (a
veces un nodo completo responde a una dirección única).
68 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
8
Debe decirse que debajo de las cifras El País aclaraba: «Esta encuesta no es científica,
responde tan sólo a las respuestas voluntarias de los lectores que desean exponer su opinión»,
en tanto que El Mundo consignaba que era un «resultado provisional pendiente de revisión de
votos fraudulentos».
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 69
lógico puede no irritar a alguien que lea un documento que, sin estar
fechado, aluda a lo que pasó «ayer» o «este año»).
La interpretación de que los gestores de las cadenas no saben bien
lo que desean es una de las dos posibles. Pero hay otra: el autor perte-
nece al conjunto de los que quieren dinero a costa de nuestra energía,
nuestra ingenuidad, nuestras buenas intenciones y nuestro tiempo (el
que destinamos a estas cadenas).
Cuando se envía el mensaje reproducido a nuestros corresponsales
electrónicos habituales, estamos difundiendo por la red esa lista de
nombres y direcciones. Esta es una información potencialmente útil
para los mercaderes. Todos recibimos mensajes que no sabemos cómo
pueden haber llegado a nuestro buzón; no se trata de cadenas de este
tipo sino de informaciones comerciales u ofertas de cosas sorpren-
dentes (el llamado spam, que tantos quebraderos de cabeza da a los
administradores de red). Sospecho que han tomado nuestras direccio-
nes de mensajes que circulan con nuestros nombres por la vía
mencionada.
A mi juicio, tan pronto veamos los síntomas que anuncian que
estamos frente a una de estas expresiones, lo razonable es borrar el
mensaje y no enviarlo a nadie. Salvo alguna excepción, la única cade-
na que realmente tendría sentido desarrollar, en mi opinión, sería una
en que se comentara que todo esto de las cadenas es casi siempre una
trampa, con la cual, por otra parte, se puede quizás colapsar la red (o
introducir ruido en ella), así como una prueba irrefutable de la pre-
sencia ubicua de la mediocridad que nos ataca por todos lados, o bien
de intereses mercantiles, no menos agresivos. Para defendernos de
esa mediocridad y de esos intereses tenemos que estar atentos, pues
el embate es permanente, sostenido y se aprovecha tanto de nuestra
buena voluntad como de que vamos perdiendo la costumbre de re-
flexionar pausadamente los textos que tenemos delante.
Finalmente, cabe aclarar que hay cadenas que se orientan a denun-
ciar (o apoyar) causas políticas o de otra índole cuyos autores consideran
injustas (o justas). Ellas han sido generadas probablemente por perso-
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 75
nas que sí saben lo que quieren y eso que quieren no es dinero. Obvia-
mente, esto es otra cosa; cada cual puede decidir sumarse o no a ellas de
acuerdo con sus puntos de vista; hacerlo no necesariamente entraña
haber caído en una trampa como las comentadas.
Credulidad y superchería
Figura 1.16. Foto original del avión empleado y del autor del fotomontaje.
para cada uno de los 43 sujetos que han presidido ese país desde George
Washington hasta la fecha.
Profundicemos en esta idea. Consideremos primero una supuesta
conexión cósmica que ha circulado intensamente por Internet entre
los destinos de los presidentes Abraham Lincoln y John Fitzgerald
Kennedy. Se trata de la «prueba» de que estas personalidades estaban
milagrosamente conectadas, consistente en una serie de emparejamien-
tos de datos biográficos correspondientes a estos dos personajes. A
modo de ejemplo, elijo diez, pero el lector puede encontrar muchos
sitios en la red con sólo poner los nombres de ambos en cualquier
buscador. He aquí la lista:
"Cada uno de ustedes traerá mañana al aula una secuencia de 200 ceros
y unos escritos en un papel. Al llegar a su casa, cada alumno contará
cuántos tíos tiene; llamémosle T a dicho número. Si T es un número
par, el alumno lanzará una moneda 200 veces e irá registrando en un
papel los resultados (Caras y Escudos) según se vayan produciendo; tras
cada lanzamiento, anotará un 1 en caso de que salga cara y un 0 en caso
contrario. Si T es un número impar, el alumno inventará los resultados
que a su juicio «pudiera» haber obtenido si los 200 lanzamientos de
moneda se hubieran llevado a cabo. Al comienzo de la clase de mañana,
ustedes me entregarán sus respectivos papeles con sus nombres sin
decirme si las series fueron obtenidas con la moneda o inventadas. Tras
una rápida mirada de unos segundos a cada uno de los papeles, yo le
diré a cada cual si usó verdaderamente una moneda para configurar la
serie, o si ésta fue producto de la imaginación."
INCULTURA CIENTÍFICA: UNA AMENAZA EN LA SOCIEDAD... 89
Tabla 1.1. Vaticinios realizados por las empresas contratadas por grandes medios de
prensa españoles del número de escaños que alcanzarían el PP y el PSOE en las
elecciones generales de 1996.
Periódico PP PSOE
ABC 176 - 184 117 - 125
El país 170 - 178 118 - 128
El Mundo 170 - 179 113 - 123
La Vanguardia 160 - 170 135 - 145
El periódico 165 - 175 119 - 129
Resultados reales 156 141
Tabla 1.2. Porcentajes de votos vaticinados para el PP y el PSOE por las empresas
contratadas por los grandes periódicos españoles en las elecciones
generales de 1996.
Tabla 1.3. Resultados de las encuestas a pie de urna sobre el número de diputados
alcanzados por el PP y el PSOE en las elecciones generales de 1996.
Empresa PP PSOE
Tábula V 164 - 174 120 - 132
Demoscopía 160 - 171 125 - 135
Sigma 2 164 - 174 124 - 131
Resultados reales 156 141
Tabla 1.4 Resultados de las encuestas a pie de urna sobre el número de diputados
alcanzados por el PP y el PSOE en las elecciones generales de 2004.
Partidos
Medios de prensa (y empresas) PP PSOE
TVE/RNE (Ecoconsulting) 150/154 154/158
ANTENA 3/ONDA CERO (Sigma 2) 153/161 152/159
TELE 5 (Demoscopia) 169 141
PULSÓMETRO (Opina) 154/160 151/159
Resultados reales 148 164
ANEXO 1.1
PROCEDIMIENTO PARA COMPUTAR EL FACTOR DE IMPACTO QUE
CORRESPONDE A UNA REVISTA CIENTÍFICA EN UN AÑO DADO.
BIBLIOGRAFÍA
2
Imposturas y sinrazones en el
diálogo científico
A los académicos se les paga por ser lúcidos, no
por estar en lo cierto.
DONALD NORMAN
111
112 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
1
Cabe aclarar que con el término «postmodernismo» se designa a un amplio abanico de
movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, definidos en esencia por
su oposición al modernismo. En sociología sin embargo, casi todo el mundo sobreentiende que
el término alude al proceso que se explica en este capítulo. Siendo así, cuando a lo largo del
texto se emplea tal vocablo, ha de entenderse que me refiero a esta acepción, en buena medida
ajena a su origen relacionado con la arquitectura y con otras ramificaciones de la literatura y el
arte.
IMPOSTURAS Y SINRAZONES EN EL DIÁLOGO CIENTÍFICO 115
"Es necesario que este dos constituya el primer entero que aún no ha
nacido como número antes de que aparezca el dos. Y lo habéis hecho
posible, ya que el dos está ahí para dar existencia al primer uno, poner
el dos en lugar del uno y consiguientemente, en el lugar del dos veréis
aparecer el tres. Lo que tenemos aquí es algo a lo que puedo llamar
marca. Ya tenéis algo que está marcado o algo que no está marcado.
Con la primera marca tenemos el estatuto de la cosa. Exactamente
de este modo Frege explica la génesis del número; la clase que está
garantizada por ningún elemento es la primera clase; tenéis el uno en
el lugar del cero y luego es fácil comprender cómo el lugar del uno se
transforma en el segundo lugar, que deja sitio para el dos, tres y así
sucesivamente… Para nosotros, la cuestión del dos es la cuestión del
sujeto, y es aquí donde llegamos a un hecho de la experiencia psicoa-
nalítica, dado que el dos no completa el uno para hacer dos, sino que
debe repetir el uno para hacer posible la existencia del uno."
116 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Con ese ropaje se fueron ataviando a lo largo de los años los reyes
posmodernos.
El affaire Sokal
2
Adviértase que el propio título aludía a la descabellada posibilidad de que la gravedad
cuántica pudiera verse transformada por lo que tal vez constituya el ejercicio intelectual más
abstracto, menos material, que existe: la mera interpretación de un texto.
120 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
El rey desnudo
"Es así como el órgano eréctil viene a simbolizar el lugar del goce; no del
goce en sí mismo, ni siquiera en cuanto imagen, sino como parte que falta
de la imagen deseada: consecuentemente, es equivalente al significado
obtenido más arriba, del goce que restaura, a través del coeficiente de su
enunciado, a la función de carencia de significante: (-1)."
3
Los textos de la obra de Sokal y Brickmont que se citan corresponden a la versión en
castellano publicada por la Editorial Paidós. No puedo dejar de exaltar la excelsa traducción
que Joan Carles Guix realizó en 1999 de la versión en inglés, lo cual hace de la lectura algo
doblemente disfrutable.
IMPOSTURAS Y SINRAZONES EN EL DIÁLOGO CIENTÍFICO 127
"La parte faltante de la imagen deseada, aquello que va del pene fan-
tasmatisado a la madre, al niño en el lugar de falo que obtura la falta
del Otro, cobra en ello en tanto carencia-ausencia imaginarizada un
valor equivalente a la designación de imaginario para el campo más
ajustado de la lógica matemática."
4
Juro que es textual.
IMPOSTURAS Y SINRAZONES EN EL DIÁLOGO CIENTÍFICO 129
Según sus propulsores (véase, por ejemplo, Sosa, 2004), una pirá-
mide construida con cualquier material no ferromagnético, aluminio,
madera, cartón, etc., cuya base sea un cuadrado y cuya altura sea igual
al lado del cuadrado dividida por 2,57, tan pronto se coloque de ma-
nera que cualquier lado de la base se ubique perpendicularmente a la
dirección Sur-Norte, comienza a acumular energía en su interior.
Las propiedades y efectos atribuidos a esta energía han sido califica-
dos como asombrosos por algunos de sus promotores, quienes suelen
IMPOSTURAS Y SINRAZONES EN EL DIÁLOGO CIENTÍFICO 131
El lenguaje
"El estilo que anhela expresar la verdad se estima por su valor lógico:
su claridad es transparente, sus términos precisos, su estructura críti-
ca. Es el lenguaje de las ciencias… Más vale decir una palabra
transparente que murmurar mil enmarañadas. Nunca se construye-
ron templos con filigranas, ni se ganaron batallas con fuegos artificiales."
que debe responderse es: ¿en qué revistas de indiscutido prestigio han
sido publicados por cubanos o por extranjeros de cualquier lugar del
planeta los experimentos que demuestren la existencia de la susodi-
cha energía?
En este contexto, procede adicionar que las afirmaciones científicas
atendibles se consagran fundamentalmente en publicaciones realizadas
en revistas arbitradas, susceptibles de ser examinadas pausadamente, y
fundamentadas en experimentos reproducibles, nunca en difusas decla-
raciones verbales o testimonios personales, independientemente de cuán
espectaculares o enfáticas sean.
Hace ya veinte años, Hebe Vessuri, Directora del Departamento de
Estudio de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Cien-
tíficas, recordaba el conocido aforismo según el cual «la investigación
científica que no está publicada no existe» y agregaba (Vessuri, 1987):
Hace unos años opiné (Silva, 1997b) que prestar mecánica aten-
ción a toda propuesta terapéutica, por descabellada e infundada que
sea, no sería una regla de conducta racional, aunque sólo fuera por
mero afán de ahorrar recursos humanos y materiales. Agregué que, sin
embargo, en ciertas circunstancias, pudiera ser aconsejable valorar ri-
gurosamente y con estándares demarcatorios indiscutibles algunas de
ellas, especialmente cuando han alcanzado notoriedad o implanta-
ción social y cuando los procedimientos valorativos no resulten
onerosos. Señalé finalmente que, aunque no tuvieran más cimiento
que el testimonio reiterado de sus virtudes, ocasionalmente pudieran
contener elementos de verdad, lo cual pudiera justificar dicho esfuer-
zo valorativo.
Creo que en este caso, además de reclamar que se encauce el deba-
te llamado a cubrir las numerosas lagunas conceptuales y empíricas
que se han señalado sobre la existencia de la energía piramidal y sobre
152 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
"No creo que debiera existir polémica alguna entre físicos y médicos
sobre este tema. Al contrario, deberíamos aunar esfuerzos para lo-
grar demostrar de una vez y por todas, que este efecto o energía o
como quieran llamarlo es efectivo."
Tabla 2.1. Pautas básicas para el desarrollo adecuado del debate científico.
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IMPOSTURAS Y SINRAZONES EN EL DIÁLOGO CIENTÍFICO 161
3
El camino hacia
el nuevo conocimiento
Quien procura hallar métodos sin tener en
mente un problema bien definido estará
haciendo una búsqueda vana.
DAVID HILBERT
163
164 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
El entomólogo norteamericano Edward Wilson, profesor honora-
rio de la Universidad de Harvard, definía la ciencia como la empresa
sistematizada de reunir conocimientos sobre el mundo, así como de
organizarlos y sintetizarlos en leyes y teorías comprobables (Wilson,
1988). Si admitimos esta elegante y sencilla definición, entonces po-
dremos decir que la investigación científica, única forma racional de
obtener nuevos conocimientos, es la fuente nutricia de la ciencia.
El planteamiento de un problema de investigación supone necesa-
riamente, bien la formulación de preguntas claramente configuradas
sobre un dominio concreto, bien, si el alcance del problema y la ma-
durez del autor lo consienten, la formulación de hipótesis que
demanden del método científico para su evaluación rigurosa.
El método general de que se valen los profesionales de la ciencia
para plantearse problemas interesantes no siempre resulta de una com-
pleja elaboración intelectual para la que debe estarse particularmente
dotado; con frecuencia sólo demanda de cierta disposición crítica para
idear preguntas y adecuada cultura científica básica en la disciplina
del investigador.
En principio, tal formulación del problema entraña tres elementos
insoslayables:
Un periplo tortuoso
Tabla 3.1. Resultados del estudio de cohorte para valorar el efecto del hábito de
fumar de la embarazada sobre la aparición de hipoxia en el recién nacido.
Resultado
Total
Tratamiento Hipoxia No hipoxia
No fumaron 84 1.335 1.419
Fumaron 57 435 492
Total 141 1.770 1.911
El efecto placebo
Falsa objetividad
La metodología cualitativa
culpable se mueve o pendula para cada miembro del jurado, con más o
con menos irregularidad, entre 0 y 1. Pero siempre se trata de determi-
nar si finalmente está suficientemente cerca de 1 como para dar un
veredicto de culpabilidad: así se conducen jueces y miembros del jura-
do, aunque no operen con una cuantificación formal de la probabilidad.
La tendencia contemporánea se inclina sin embargo a incorporar
cómputos formales (véase Fenton y Neil, 2000) los cuales se realizan
típicamente a través del enfoque bayesiano (al que me referiré en el
apartado Los intervalos de confianza como sucedáneos, p. 418), aunque se
trata de ideas que aún padecen de un alto grado de incomprensión.
En un libro que recoge artículos de prensa escritos por el filósofo de
la ciencia Mario Bunge pueden hallarse ejemplos persuasivos de tal
dificultad (Bunge, 2003). Allí puede leerse:
"Una nueva escuela jurídica norteamericana, nacida hace tres décadas, dice
emplear el concepto de probabilidad para medir la credibilidad de litigan-
tes y testigos, así como la posibilidad de que un jurado tome una decisión
acertada. Pero la probabilidad propiamente dicha, o sea, la matemática, es
totalmente ajena a los pleitos, porque la probabilidad mide el azar, y los
pleitos, por accidentados que sean, no son aleatorios sino que, por el
contrario, están dirigidos (bien o mal). En el mejor de los casos, la juris-
prudencia probabilista da una apariencia científica a un argumento jurídico
ordinario. En el peor de los casos conduce al error judicial, porque las
probabilidades en cuestión son subjetivas y por lo tanto arbitrarias."
BIBLIOGRAFÍA
4
Los enemigos
de la ciencia
La pseudociencia tiende a interpretar todos los datos
de modo que sus tesis queden confirmadas ocurra lo
que ocurra. El pseudo científico, igual que el
pescador, exagera sus presas y oculta o disculpa todos
sus fracasos.
MARIO BUNGE
209
210 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
PSEUDOCIENCIA
Es imposible valorar una propuesta científica si no se cuenta con
un marco teórico potente que permita distinguir entre ciencia y pseu-
dociencia. Con frecuencia se escuchan debates en que intervienen
declaraciones del tipo «la práctica X sí es científica pero la Y no lo es,
en tanto que la teoría Z aún está en discusión». Muchas veces, lamen-
tablemente, se trata de palabras vacías de contenido, pues no dimanan
de un examen sistemático y correcto de X, Y y Z, sino de conviccio-
nes nacidas de la intuición, de la asimilación inercial e ingenua de lo
que dicen o hacen otros, o de una concepción errónea de los objetivos
y procedimientos de la ciencia.
Por lo tanto, lo primero que debe tenerse presente es que el propó-
sito central de la ciencia es el establecimiento de las leyes que rigen
LOS ENEMIGOS DE LA CIENCIA 211
UN DISLATE BÍBLICO
El relato que se expone a continuación es algo extenso. Cons-
tituye un curioso ejemplo en el que se integran el sensacionalismo,
la manipulación mediática, el ingenio, el mercantilismo y la esta-
dística para dar lugar a un producto intelectual aberrado que
encarna a la perfección el modus operandi de la pseudociencia.
Debido a esa «integralidad» y a pesar de ser una digresión, ya que
no está vinculado al ámbito sanitario, me ha parecido atractivo
insertar de manera pormenorizada algo que comenzó por ser un
mero acertijo matemático.
Acerca de un acertijo
Nace un bestseller
despuesseindicaaunprogramadecomputadoraquebusquenombrespalab
rasofrasesqueelusuarioproporcionaelordenadorempiezalabusquedapo
rlaprimeraletrayvaprobandotodaslasposibilidadesformandopalabrasconlaslet
rasqueaparecencuandosedansaltosdecaractereslabusquedaserepiteempez
andoporlasegundaletrayasisucesivamentehastalaultimaalencontrarunadetalespala
brasformadaporlauniondeletrasconlamnimaseparacionfijaposibleelordenadorreorg
anizaeltextodeformqueesapalabrasepuedaleerintegramenteyformaunamatrizdel
etracuyasfilastienencomolongitudelnumerodeletrasqueformanlapalabraclave
1
Para que la matriz sea rectangular, como exige el algoritmo, para formarla se han
quitado las últimas 27 letras de las que figuran en el recuadro. La matriz resultante es en
este caso cuadrada; tiene 529 letras (23 filas y 23 columnas).
224 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Netanyahu no es asesinado
«balas contra» los tripulantes, hecho que ocurriría el mes «3» del año
«3» de este siglo, secuestro que no se consumó debido a que, tras una
solicitud de ayuda «SOS», los rehenes se escaparon a «nado».
¿Traído por los pelos? Pues no, ese es exactamente el estilo de la
interpretación que Drosnin y sus seguidores aplican a las matrices.
Quedaba así empíricamente demostrada la falsedad de todo este
andamiaje. Sólo restaba esclarecer el enigma estadístico que había
planteado Statistical Science en 1994.
La refutación estadística
lumbre y adicionar todo lo que haga falta para que a la postre se con-
firme aquello que de antemano se quiere hacer creer.
Cabe comentar que, aunque ya con resonancias mediáticas mucho
más menguadas y dividendos monetarios mucho menos grandiosos,
Drosnin ha publicado imperturbable un segundo libro: Codes of the
Bible II, The Countdown, del cual se ha dicho que supera ampliamente
en estupidez al primero. Este libro está repleto de ideas delirantes
acerca del Armagedón que nos esperaba en el 2006 (de ahí lo del
countdown, la cuenta atrás). En él se destina una buena parte a la tras-
nochada búsqueda de ciertos «obeliscos» supuestamente dejados en
la Tierra en un pasado muy distante por unos sujetos poseedores de
una inteligencia superior, y otros despropósitos de idéntico tenor.
Pienso que es natural que mucha gente carezca de recursos para
demostrar la falsedad de las afirmaciones que cada tanto hacen los
iluminados, telepredicadores y mercaderes que pululan por doquier,
pero resulta conveniente entrenar nuestro instinto para la detección
de supercherías que, a grandes rasgos, casi siempre exhiben síntomas
bastante claros de serlo.
Figura 4.10.
Samuel Hahnemann (1755-1843).
LOS ENEMIGOS DE LA CIENCIA 243
Este proceso se repite varias veces para dar lugar a altísimas dilu-
ciones del componente activo. Así, una potencia D2 equivale a una
C1, una potencia C2 sería el resultado de diluir 100 veces una C1; una
potencia C6 significa que por cada molécula de la tintura madre hay
1.012 moléculas de agua. La afirmación homeopática es que las dilu-
ciones más altas actúan con más fuerza que las menores; de ahí que al
proceso de diluir el principio activo le llamen «potenciación».
Consideremos un ejemplo hipotético que coloca en perspectiva y
simplifica la explicación de lo que todo esto puede significar en térmi-
nos prácticos.
Es bien conocido que la cafeína estimula el sistema nervioso cen-
tral: aumenta el nivel de atención y favorece el estado de vigilia, aunque
también acelera el ritmo cardíaco. El consumo de altas dosis de este
alcaloide produce nerviosismo y ansiedad por ser un estimulante an-
tagonista de la adenosina, que sirve para modular el estado de vigilia
y sueño. Siendo así, según la teoría que hemos repasado, dosis alta-
mente diluidas de esta sustancia tendrían un efecto sedante.
Supongamos que elaboramos una tintura de café extremadamente
concentrada, que vertemos un mililitro de dicha tintura en un litro de
agua y que procedemos a agitar vigorosamente el líquido resultante:
ya tendríamos un sedante sumamente poderoso, puesto que habría-
mos elaborado una dilución extraordinariamente alta de un agente
que en dosis altas produce el efecto contrario. Si luego vertemos este
litro en un camión cisterna que contenga 30.000 litros de agua y con-
seguimos que el camión circule durante algunas horas por vías más o
menos accidentadas, los 30.001 litros habrán sido objeto de una enér-
gica sucusión y habremos producido, partiendo de un solo centímetro
cúbico de café, una cantidad 30 millones de veces mayor de remedio
homeopático contra la alteración nerviosa. Si tomamos un litro de los
30.001 que tiene el camión, lo dividimos en 50 partes y vertemos
cada una de ellas en respectivos camiones cisterna, entonces estaría-
mos consiguiendo un millón y medio de litros de un producto con
capacidad sedante mucho mayor que el de la primera experiencia, ya
LOS ENEMIGOS DE LA CIENCIA 247
que a menor dosis, afirman los homeópatas, mayor efecto. A esta al-
tura habríamos producido 1.500 millones de centímetros cúbicos del
poderoso fármaco a partir del mililitro original de tintura. Es decir,
tendríamos sedante para todos los ciudadanos de la tierra y habría que
ser muy cuidadoso, pues como el efecto sedativo crece en la medida
que aumenta la dilución, éste podría haber alcanzado cotas hipnóti-
cas o somníferas tan altas que pudieran dejar al consumidor del agua
en estado de profundo letargo.
Cuando repiten los insólitos puntos de vista de Hahnemann que nos
conducen a un despropósito de estas proporciones, a los homeópatas
no les importa que contradiga todas las leyes de la farmacocinética.
Puesto que una dilución muy alta, como por ejemplo una C6, ase-
gura que en el producto final ya no quede ni una molécula de la tintura
madre, la homeopatía afirma que el papel activo corre a cargo de «la
memoria del agua»: sus moléculas conservarían el recuerdo del pro-
ducto activo que una vez estuvo en su seno, y éste sería suficiente
para producir el efecto terapéutico.
El descubrimiento en el siglo XIX del físico italiano Amadeo Avogadro
que establece que la cantidad de masa presente en una molécula-gramo
de cualquier sustancia asciende a (6,02) x 1023 moléculas, permitió conocer
que cualquier principio activo, disuelto en agua a la usanza homeopática,
produce un resultado del cual ha desaparecido por completo ese principio
activo. Esto constituyó un duro golpe para quienes creían que este sistema
de ideas pudiera tener fundamento científico. La mencionada ley vino a
dar una estocada mortal a las bases de esta disciplina, ya que, si bien hasta
entonces ellas eran netamente especulativas y voluntaristas, aún no habían
sido teóricamente refutadas. Por eso la medicina y la farmacología basadas
en la ciencia constituida sostienen que los fármacos homeopáticos, al no
contener nada, no ejercen acción terapéutica alguna a excepción de un
ocasional efecto placebo.
Es interesante detenerse en el comentario que hace un teórico de
la homeopatía sobre este problema. En su libro Epistemología y Medici-
na escribe sin ruborizarse (Lasprilla, 1992):
248 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
El autor nos comunica sin más trámite que tal paciente «se cura».
¿Será que tenemos el deber de aceptar, a la manera en que debían
creerse los dogmas tolomeicos en el medioevo, que eso ocurre siem-
pre? Personalmente preferiría que citara experiencias replicables,
con enmascaramiento y asignación aleatoria, que permitieran com-
parar las tasas de recuperación en el grupo homeopáticamente
tratado con las de un grupo tratado con un placebo (simplemente
agua, por ejemplo).
LOS ENEMIGOS DE LA CIENCIA 249
2
No olvidar que la prevención es una noción ignorada tanto por la teoría como por la
praxis homeopática; esto se debe a que su esencia anquilosada no permite adaptarse a
cánones inexistentes en la época en que se inventó.
250 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
3
Posterior a esto; luego debido a esto.
252 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
"Cuando se nos pregunta con tanta insistencia, dónde están los datos
estadísticos que avalen las tuberculosis, los cánceres o las artritis cu-
rados por la homeopatía, ¿qué podemos responder? A no ser que
aclaremos solamente: esa pregunta y todas las que a ella se parezcan,
no tienen respuesta en homeopatía. Porque para ella no hay enfer-
medades sino enfermos y el nombre de ellos en cuanto tales o, si se
quiere, en un intento de contemporizar, el nombre de las enferme-
dades que padecen es el mismo del remedio que las cura. Así pues, se
dirá estadísticamente que de 100 pacientes Bryonia, 60 se curaron
con Bryonia y el resto no se curó porque recibió medicamentos dife-
rentes a Bryonia. El problema se le arma a los alópatas cuando se
enteran de que los susodichos enfermos Bryonia tenían, algunos artri-
tis; otros, neumonía; otro grupo, tifoidea; aquél otro, encefalitis, etc.
Por esta razón la estadística no nos sirve de nada a nosotros para
avalar nuestra práctica clínica."
"La homeopatía es algo más que una hipótesis: comprende una far-
macología, pero una farmacología nueva. Se debe tener confianza en
las altas dinamizaciones. La información de naturaleza electromagné-
tica puede ser transmitida por el agua y estas señales pueden ser
recibidas por las estructuras biológicas."
4
De ello dio cuenta Lancet en marzo de 1988.
262 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
"Se produce una batalla terrible pero, por fortuna para el culpable, el
organismo que lo emplea tiene interés ante todo en evitar un escánda-
lo público. Este fue, por tanto, rehabilitado en otra institución científica,
y allí ha proseguido con éxito moderado, consumando pequeños deli-
tos de género muy similar. ¿Cómo puede vivir consigo mismo semejante
hombre?... A mí no me parece pasmoso ni inexplicable; me parece una
felonía lisa y llana de la que se supone que los científicos no son menos
capaces que ningún otro tipo de profesional."
Un ejercicio básico
Hace unos años fui objeto de una consulta especializada que te-
nía la singularidad de no ser una inocente solicitud de colaboración
académica como estadístico. Era bastante delicada, ya que venía
acompañada de una sospecha de fraude y, justamente se me pregun-
taba si la estadística pudiera arrojar luz sobre la validez de tal
sospecha.
La situación en esencia era la siguiente: se realizó un examen a un
conjunto de 72 pretendientes para ocupar un puesto de trabajo; uno
de los «contendientes» alcanzó una nota llamativamente superior a la
del resto. El resumen estadístico de las 72 notas era el siguiente:
rra Mundial, Burt dejó «demostrado» que la herencia era crucial para
determinar la inteligencia, mientras que el ambiente tenía influencia
más bien marginal. Era una conclusión enteramente coherente con
las expectativas del entonces pujante movimiento eugenésico crea-
do por Francis Galton del cual era Burt activo militante. Para ello
hizo uso del coeficiente de correlación de Pearson (por cierto, otro
defensor de la eugenesia) y del coeficiente de inteligencia (IQ) crea-
do por Binet hacia 1920.
A poco de morir Burt, Leon Kamin, psicólogo de la Universidad de
Princeton, halló inquietantes irregularidades en los datos, las cuales
sugerían que algunos de ellos pudieran ser producto de un fraude.
Para ser más rigurosos, diríamos que lo que Kamin encontró fueron
inverosímiles regularidades. Concretamente, llamaba la atención la rei-
terada aparición de patrones tales como que el mismo coeficiente de
correlación se reportase en estudios realizados con sucesivas mues-
tras acumuladas de gemelos idénticos. La Tabla 4.1 muestra la
secuencia de parte de los hallazgos que Burt se atribuía.
Tabla 4.1. Coeficientes de correlación comunicados por Burt entre 1943 y 1966.
Dígito d 1 2 3 4 5 6 7 8 9
P(d) 0,301 0,176 0,125 0,097 0,079 0,067 0,058 0,051 0,046
1 2 3 4 5 6 7 8 9
0,112 0,111 0,112 0,111 0,111 0,111 0,110 0,111 0,111
Tal distribución, como era de esperar, nada tiene que ver con lo
que muestra la Tabla 4.2. Pero al tomar 10 mil conjuntos de 5 núme-
ros aleatorios de esa misma distribución y para cada quinteto obtener
el producto de sus integrantes, los 10 mil números resultantes se dis-
tribuyeron del modo siguiente:
1 2 3 4 5 6 7 8 9
0,300 0,175 0,126 0,094 0,077 0,067 0,061 0,054 0,046
LOS ENEMIGOS DE LA CIENCIA 283
1 2 3 4 5 6 7 8 9
0,301 0,177 0,125 0,096 0,080 0,067 0,057 0,053 0,045
La Ley de Benford fue apreciada durante años como una simple cu-
riosidad estadística, carente de una fundamentación matemática seria,
y difícilmente aplicable para la solución de problemas prácticos. Pero
actualmente está teóricamente respaldada y despierta mucho interés
por sus posibles aplicaciones (veánse Hill, 1999; Matthews, 1999).
La que más interesa ahora concierne a su posible empleo como medio
para ayudar a la detección de datos erróneos o fraudulentos. Por ejem-
plo, la distribución según el primer dígito de los números de una
declaración fiscal verdadera sería muy parecida a la que establece la
Ley de Benford, pero si esa declaración fuera fraudulenta (hecha con
datos inventados) la distribución se alejará de la que establece la teo-
ría, y daría serios motivos a potenciales auditores para pensar en un
fraude (datos inventados o «retocados»), como se pone de manifiesto
en Nigrini (2000).
La aplicación de la ley para la detección de fraudes científicos en
experimentos clínicos ha sido igualmente considerada (Brown, 2005;
Diekmann, 2005; Durtschi, Hillison y Pacini, 2004; Taylor, Mc Ente-
gart y Stillman, 2002). Personalmente, me encantaría aplicar este
análisis a los datos de las historias clínicas inventadas por el Sr. Jon
Sudboe (véase apartado Un ejercicio básico, p. 270). Por cierto, si tuviera
acceso a esos datos, podría valorarlos en línea (http://
www.checkyourdata.com/) o mediante uno de los softwares creados
al efecto, algunos de los cuales se pueden obtener gratuitamente de la
red.
LOS ENEMIGOS DE LA CIENCIA 285
ANEXO 4.1.
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290 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
5
Adocenamiento y ceremonias
metodológicas
Si comenzamos con certezas, terminaremos con
dudas; pero si comenzamos con dudas y somos
pacientes con ellas, terminaremos con certezas.
FRANCIS BACON
293
294 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
RITUALES EN EPIDEMIOLOGÍA
Por lo general, la investigación epidemiológica se emprende, bien
con el fin de describir una realidad o proceso de salud a nivel pobla-
cional —es decir, para caracterizar en relativamente pocos trazos
cómo es tal realidad— bien para explicar por qué dicha realidad es
como es, lo cual equivale en esencia a descubrir o corroborar los
mecanismos causales que la gobiernan. El cumplimento de la pri-
mera de estas encomiendas ha sido notable; pero el de la segunda se
ha visto beneficiado por un puñado de éxitos y ensombrecido por
recurrentes decepciones.
Hace unos años, señalé (Silva, 1997a) que ya resultaba imposible
desconocer los inquietantes síntomas de crisis que vivía la epidemio-
logía analítica observacional tal y como se ha venido practicando en
los últimos lustros. En un incisivo e influyente trabajo publicado por
la prestigiosa revista Science, Taubes (1995) daba cuenta de ello a tra-
vés de un discurso crítico vertebrado a partir de las propias
declaraciones, tomadas de aquí y allá, procedentes de figuras tan em-
blemáticas de la Epidemiología actual como Greenland, Sackett,
Rothman, Mc Mahon, Breslow, Feinstein y Peto, donde los propios
protagonistas iban aportando indicios de la desazón que prevalecía en
sus predios metodológicos.
Expresado resumidamente, el síntoma esencial de tal crisis era cla-
ro e indiscutible: los resultados alcanzados por esta disciplina en la
explicación de mecanismos causales han sido notoriamente modestos,
máxime si se toman en consideración el tiempo y los recursos emplea-
dos. Tras varias décadas de intensos y costosos estudios orientados a
esclarecer la etiología de las más importantes dolencias que aquejan
al mundo desarrollado, los dividendos son con frecuencia ficticios o
decepcionantes. Como veremos, una parte importante de la responsa-
bilidad de tales chascos ha sido el empleo superficial y acrítico de
recursos estadísticos y computacionales.
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 295
como tal. Sus fracasos relativos no nos habilitan para descartar la po-
sibilidad de que el enfoque epidemiológico y los recursos estadísticos
asociados a él puedan hacer contribuciones, muchas veces parciales,
a la explicación de los fenómenos, del mismo modo que sus éxitos
históricos no pueden validar la sublimación de sus posibilidades. Me-
nos aún si no se supera el acomodamiento metodológico que hoy se
observa.
A partir de esta realidad, el debate relevante gira en torno a cuáles
son los límites epistemológicos de una disciplina en la cual, como en
la Meteorología o la Demografía, generalmente no se puede acudir al
recurso experimental, y de la que podríamos quizás estar exigiendo
más de lo que puede aportar.
Por otra parte, están los elementos que, sin ser necesarios, son propi-
ciatorios del efecto. Se trata de los llamados factores de riesgo (FR) para
desarrollar una enfermedad1. Ellos son los que generan más confusión
porque, como es lógico, suelen venir acompañados de las causas y «se
parecen» a ellas, del mismo modo que las medidas paliativas para enca-
rar una dolencia (por ejemplo, analgésicas) se parecen a la curación. Se
trata de factores susceptibles de ser modificados que, sin ser causas propiamente,
pueden favorecer que el agente causal actúe. Ejemplos típicos de factores de
riesgo son: la práctica de no usar condón, circunstancia que favorece el
embarazo y las enfermedades de transmisión sexual, el consumo de
grasas saturadas a los efectos de padecer cardiopatías, o la obesidad
como condición que contribuye al surgimiento de dolencias vasculares.
Aunque, como se ha visto, se trata de categorías diferentes, a los
efectos de lo que sigue es irrelevante si hablamos de una causa o de un
factor de riesgo, ya que las exigencias metodológicas para la corrobora-
ción de uno u otro carácter en el marco observacional son básicamente
las mismas. Sin embargo, sí procede subrayar que cuando se trata de
estados que no pueden ser modificados mediante acciones o cambios
de conducta (tal es el caso de la edad, del grupo sanguíneo o del géne-
ro), no estamos ante un FR. Para dejar clara la distinción se les suele
llamar marcadores de riesgo.
Son bien conocidas las listas de condiciones o premisas que han de
cumplirse para tener derecho a considerar que cierta relación entre
dos variables es causal o que la presencia de un factor entraña efecti-
vamente riesgo a los efectos de enfermar. Aunque hay requisitos obvios,
tales como la plausibilidad biológica (premisa que exige que la hipótesis
de causalidad cuente con cierto respaldo teórico), aquellas verdadera-
1
Aunque por lo general el «efecto» de que hablamos es una enfermedad, no siempre es ese
caso. Pudiera tratarse de la realización de un intento suicida, de una complicación dentro de
un proceso morboso, de sufrir un accidente o de cualquier otro desenlace, adverso o no. No
obstante, en lo sucesivo aludiremos con frecuencia a «enfermedad», que es la situación más
frecuente en el marco de los factores de riesgo.
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 299
Asociación
Plegarias terapéuticas
2
El término «intercesor», empleado por los autores, se aplica a quién «intercede», en este
caso ovbiamente, ante un ser supranatural (Dios).
304 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
3
Incidentalmente, cabe señalar que este indicador exhibe rasgos ciertamente chocantes.
Obsérvese que un sujeto que muere sin más a poco de ingresar alcanzaría seis puntos, en tanto,
otro que sobrevive tras una taquicardia acompañada de anemia, pero seguida de un paro
cardíaco, llegaría a ocho puntos, de modo que pudieran tener complicaciones peores que el
fallecimiento.
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 305
4
Respetamos el título elegido por los autores para la tabla que recoge los resultados.
306 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
muy ajustada a ésta; pero cuando se supo que realmente no era esfé-
rica sino achatada en los polos, lo que se hizo fue perfeccionar un
conocimiento que, si bien era esencialmente correcto, pudo ser re-
presentado por un modelo más refinado y fidedigno. Así es como
avanza la ciencia, y los métodos fecundos son los que operan en esa
dirección. Si luego del descubrimiento de la redondez terráquea, cierto
método de análisis hubiera conducido a la conclusión de que la tie-
rra era cúbica, hoy pensaríamos que dicho procedimiento era peor
que imperfecto y lo tildaríamos no sólo de inservible sino también
de contraproducente (Silva, 1997b). Esto es en esencia extrapola-
ble a la situación que se presenta con las pruebas de significación estadística
(PSE) en este artículo, ya que en este caso lo único que avala sus
insólitas conclusiones es el resultado surgido de la aplicación de tal
recurso estadístico.
En este punto no puede menos que rememorarse la ya vieja adver-
tencia de Bakan (1966): «Cuando se llega al extremo en que los
procedimientos estadísticos pasan a suplir nuestros pensamientos en
lugar de estar en función de ellos, y somos conducidos así al reino del
absurdo, entonces es el momento de regresar al sentido común».
Algunos defensores de prácticas que carecen de toda explicación
racional o que están en franca oposición a leyes comprobadas de la
ciencia arguyen que «lo único importante es establecer si el método
funciona o no» (véase, por ejemplo, Carlston, 1995). Sobran razones
para impugnar un punto de vista tan miope (véase Sección 3.2.1), que
ofrece un magnífico salvoconducto, por lo demás, para la aplicación
acrítica de las PSE.
La aceptación de las terapias a partir, exclusivamente, de sus apa-
rentes éxitos clínicos vacía de contenido y respaldo al propio concepto
de lo que significa «funcionar». El experimento que nos ocupa ofrece
una excelente ilustración.
La estadística es un recurso metodológico más. Para que sea fruc-
tuoso debe operar en un marco conceptual sólido y a partir de un
diseño correcto. Del mismo modo que el procesador de un sistema
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 309
5
Garbage in, garbage out.
310 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
6
De paso, Leivobici también pone con ello en entredicho cierta tendencia de revistas no
médicas a ceder ante esnobismos infundamentados (o, más bien, infundamentables, debido a
su propia esencia absurda).
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 313
Epílogo sorprendente
se les dijo que podrían ser objeto o no de rezos, pero no se les informó
en cuál de los dos casos estaría. De ellos, 604 elegidos al azar recibieron
ese beneficio y 597 no. Un tercer grupo, integrado por los restantes 601,
fue destinatario de plegarias pero sin que se les comunicara que así
sería. Los rezos, a cargo de intercesores procedentes de congregaciones
cristianas de Massachusetts, Minnesota, y Missouri, quienes pedían que
la intervención fuera exitosa y sin complicaciones, comenzaron la no-
che previa a una operación y continuaron por dos semanas. La variable
de respuesta más importante fue el desarrollo o no de complicaciones
en los 30 primeros días del periodo postoperatorio. Aproximadamente
el 54% de todos los pacientes presentó este percance: 52% en el primer
grupo, 51% en el segundo, y 59% en el último. La diferencia entre el
grupo de los que fueron objeto de rezos sin saberlo y el de los que sí se
enteraron, como se ve, es notable (y la prueba estadística arrojó un
valor p=0,025). Un dato interesante es que, según New York Times, el
estudio costó dos millones y medio de dólares a la fundación religiosa
John Templeton Foundation, la cual financió el estudio con la expecta-
tiva de demostrar lo contrario de lo que se halló.
EXPLICACIÓN Y PREDICCIÓN
En este marco debe advertirse algo recurrentemente olvidado: «factor
de riesgo» y «factor predictivo» no son sinónimos: el hecho de que esté
actuando o no un factor de riesgo (y conocer el grado en que éste gravita)
puede ocasionalmente ser útil para la predicción, pero una variable puede
hacer importante aportación a los efectos de predecir, aunque en sí mis-
ma no sea un factor de riesgo ni tenga papel causal alguno.
Por ejemplo, la pérdida sostenida de peso puede tener valor predic-
tivo a los efectos de que un adolescente realice un intento suicida,
aunque la pérdida de peso no tenga —como es obvio— ninguna «res-
ponsabilidad» en el hecho. Y en esa calidad, puede tener interés a los
efectos de la prevención. Toda variable explicativa tiene valor predic-
tivo, pero lo que el ejemplo ilustra es que el recíproco es falso: un
factor puede servir para la predicción sin que eso lo convierta ni por
asomo en un agente causal.
El esquema de la ceremonia
de respuesta (para ello hay que corroborar que cumple las con-
diciones) e incluir como covariables del modelo sólo a los que
estén en ese caso;
c) valorar la magnitud de la asociación que se obtiene luego de
haber controlado simultáneamente todos los factores del punto
anterior;
d) valorar esta magnitud a la luz de lo que se obtuvo cuando se
hizo la estimación cruda (sin ajustar por los factores confuso-
res); si la asociación inicial no se modifica, el carácter de FR
intrínseco se consolida.
• Cuarto paso: Concluir que las variables influyentes son las que se
retienen tras aplicar una selección paso a paso.
Al depositar en este algoritmo la responsabilidad de decidir cuáles
son los FR, se pasan por alto al menos los siguientes conflictos:
7
Es obvio que si se inventara un jabón que borrara todo pigmento, ello no mejoraría las
perspectivas que pudiera tener un fumador de evitar el enfisema.
326 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
ser un mero reflejo de otras variables que no figuran pero que sí pu-
dieran tener influencia. Todo lo que importa en tal caso es construir
un instrumento eficiente para la predicción.
Pero si se quiere entender el mecanismo de producción del enfisema
(identificar factores causales o de riesgo), la maniobra descrita es como
mínimo inconducente, y el recurso de no comprometerse mediante el
expediente de calificar de «predictivas» a ciertas variables independientes
es meramente retórico, pues no se está avanzando absolutamente nada
en el conocimiento causal sino respondiendo a la pregunta equivocada.
Lo curioso es que, a la vez que muchos autores están advertidos
acerca de que no deben confundir asociación con causalidad en el
marco univariado, parecen olvidarlo cuando quedan encandilados por
los métodos multivariados, así como que no comprendan que, al apli-
car estos algoritmos mecánicamente, están incurriendo solapadamente
en el viejo sofisma. Variables que pudieran tener responsabilidad «di-
rectamente causal» pueden resultar eliminadas al ser suplidas por una
o más variables que no tengan influencia real alguna pero que se vin-
culen con ella. Y en la medida que el asunto se dirime en la caja negra
de la RPP, nada podemos hacer para conjurar esa contingencia.
Hace casi tres decenios, Guttman (1977) había advertido que «el
uso de la regresión paso a paso es en la actualidad una confesión de
ignorancia teórica sobre la estructura de la matriz de correlaciones».
Cuando la regresión múltiple se usa para describir los patrones de
causalidad según los cuales ciertas variables actúan sobre otra, la re-
gresión paso a paso equivale a cubrir esa ignorancia con un algoritmo
que piense por el investigador. No en balde el stepwise regression fue
rebautizado irónicamente por Leamer (1985) como unwise regression8.
Ocasionalmente, el ceremonial descrito ni siquiera se completa: se
construye un modelo «final» y todo se reduce a comunicarlo. En tales
8
Juego de palabras intraducible que aprovecha que el vocablo wise denota en inglés la
manera o el modo de hacer algo, pero también significa «sabio», de modo que unwise regression
vendría a ser algo así como regresión tonta, desatinada o irracional.
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 327
10
Incidentalmente, no deja de ser asombroso que tales inventores no se den por vencido ni
siquiera en pleno siglo XXI, y no sin éxito financiero y mediático, como denuncia Park (2001).
330 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
TAMAÑO DE MUESTRA
El problema
Falsas soluciones
Mi primer encontronazo
La primera vez que «choqué» contra las fichas técnicas fue en mayo
de 1993. El día 23 se produjo en Madrid un debate televisado entre
dos candidatos presidenciales: José María Aznar y Felipe González.
Tres días más tarde, el periódico español El País (1993) comunicó el
resultado de una encuesta realizada por la empresa DEMOSCOPIA
en la que se sondeaba la opinión popular prevaleciente al día siguien-
te de producido el mencionado debate.
La llamada «ficha técnica», contenida en el artículo de prensa, in-
cluía el texto que se reproduce textualmente a continuación:
11
Nótese que la suma de porcentajes dentro del Partido Socialista asciende absurdamente a
106%. No es una errata de este libro: así aparece en el informe de Demoscopia. Por otra parte,
al menos a mí me resulta imposible identificar en qué se diferencian la tercera y la cuarta
alternativas.
ADOCENAMIENTO Y CEREMONIAS METODOLÓGICAS 337
Clonando la estafa
Con el paso del tiempo, pude comprobar que un texto tan alejado de
la transparencia deseable para una comunicación que, aun siendo de
prensa, supuestamente tiene carácter científico, parece constituir una
cómoda horma general. Por ejemplo, cinco años después, y a raíz de las
elecciones primarias del PSOE, El País (1998) publicaba la siguiente
«ficha técnica» en el contexto de una de sus encuestas habituales:
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344 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
6
Valores p y pruebas de significación
estadística: fin de una era
La vida no es un block cuadriculado sino una
golondrina en movimiento.
JOAQUÍN SABINA
347
348 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Por otra parte, puesto que las rutinas asociadas a su aplicación son
fácilmente algoritmizables, miles de programas informáticos se han
ocupado de facilitar el mecánico empleo de las PSE, hoy enraizado en
casi cualquier esfera de la investigación sanitaria.
A pesar de ello, la inferencia estadística basada en tales pruebas no
entró al nuevo siglo de manera especialmente luminosa. Muy por el
contrario, las PSE han sido tan castigadas en el plano conceptual que
hoy son contados los especialistas que se empeñan en defenderlas
explícitamente. Senn (2001) dice textualmente «…es muy difícil ha-
llar a un estadístico que defienda a los valores p. Los bayesianos en
particular las hallan ridículas, pero incluso los frecuentistas modernos
no las tienen en muy alta estima».
Aunque dichas pruebas conserven una tenaz presencia inercial en
la literatura, la acumulación de observaciones críticas aparecidas des-
de su creación conforma hoy un voluminoso prontuario y cada día se
torna más difícil soslayar la necesidad de suplirlas por recursos más
racionales.
A lo largo de los últimos años se han venido verificando declara-
ciones tan tajantes como que «es difícil imaginar una manera menos
apropiada para traducir los datos en conclusiones» (Loftus, 1991), tan
cáusticas como «la utilidad de los valores p es completamente limita-
da y nosotros nos mantenemos reclamando eutanasia para tales
procedimientos» (Anderson y Burnham, 2002) o «Las PSE constitu-
yen con toda seguridad el más idiota proceder jamás institucionalizado
en el entrenamiento maquinal de los estudiantes de ciencia» (Rozebo-
om, 1997) y tan estridentes como la que elige Jeff Gill para iniciar un
muy reciente trabajo sobre el tema (Gill, 2004):
Antecedentes
Tras este breve repaso histórico2, cabe preguntarse ¿cuál de los dos
enfoques teóricos en pugna se aplica con más frecuencia en la prácti-
2
Incidentalmente, debe mencionarse que en este contexto histórico surge y se consolida
el influyente cuerpo teórico debido al filósofo Karl Popper. Algunos han querido ver en su
356 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
obra una suerte de inspiración para la lógica de las PSE en virtud de que Popper abogaba por
el «enfoque falsacionista» que considera el rechazo de las hipótesis como el único camino
válido para el avance de la ciencia empírica (véase Silva, 1997). Pero esto no es más que una
falacia sin fundamento; en realidad la influencia mutua entre Popper y los estadísticos fue
casi nula, como demuestra inequívocamente García (2003).
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 357
Definición de p
3
Se trata de la misma probabilidad de que, tras lanzar 10 veces una moneda «no trucada»,
se obtengan 10 caras y ningún escudo.
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 359
Obviamente, debe ser muy alta, quizás de 0.97 o más. Ahora, hagamos
la pregunta inversa ¿Cuál es la probabilidad de que una persona haya
sido ahorcada (A) dado que está muerta (M)?; esto es, ¿a cuánto as-
ciende P(A|M)? En este caso la probabilidad es sin lugar a dudas muy
baja, quizás de 0.01 o menos. Nadie probablemente cometería el error
de sustituir la primera estimación (0.97) por la segunda (0.01); es
decir, aceptar a 0.97 como la probabilidad de que una persona haya
sido ahorcada dado que esa persona está muerta. Aunque no parece
verosímil que se incurra en tal inversión, se trata exactamente del
tipo de error que se comete al interpretar el valor p en el contexto
de la PSE: estimaciones de P(A|M) se interpretan como si lo fueran de
P(M|A)."
Han pasado muchos años desde que se publicara este muy conoci-
do y citado texto de Cohen, y muchos más desde que el error se hubiese
empezado a señalar; pero éste no sólo sobrevive en los trabajos apli-
cados y habita en las cabezas de profesores y alumnos, sino que sigue
apareciendo nada menos que en trabajos especializados destinados a
esclarecer las cosas y hasta en artículos de importantes revistas médi-
cas concebidos con la única finalidad de, precisamente, ¡enseñar
inferencia estadística! Dos o tres ejemplos oportunos pueden ser sufi-
cientes para ilustrar en qué medida es así. Veamos.
En el contexto de un debate promovido por la revista Research in the
Schools, para pronunciarse precisamente acerca de la legitimidad de
los valores p, uno de los expertos invitados (Daniel, 1998) escribe
textualmente: «La significación estadística simplemente indica la pro-
babilidad de que la hipótesis nula sea verdadera en la población».
En la primera parte de una serie de artículos publicados en 2003
por la prestigiosa revista Radiology con el propósito declarado de «pro-
veer de una comprensión básica de los enfoques cuantitativos para el
análisis de datos radiológicos», Zou et al. (2003) circunscriben su pri-
mer trabajo a explicar las pruebas de significación. Desde luego, no
hacen la menor mención a la existencia de la controversia; pero lo que
interesa destacar ahora es que allí se recurre no sólo a las consabidas
recetas convencionales sino que se incurre en el error que nos ocupa,
por ejemplo, cuando escriben:
Número % de interrogados
% de interrogados
medio de que creen que p es la
con al menos un
respuestas probabilidad de que
error
erróneas H0 sea correcta
Instructores
en Metodología 80,0% 1,9 17,0%
(44)
Profesores de
Psicología (39) 89,7% 2,0 26,1%
"Es un hecho objetivo que casi nunca hay buenas razones para esperar
que la hipótesis nula sea verdadera. ¿Por qué razón la media de los
resultados de cierta prueba habría de ser exactamente igual al este
que al oeste del río Mississipi? ¿Por qué deberíamos esperar que un
coeficiente de correlación poblacional sea igual a 0,00? ¿Por qué espe-
rar que la razón mujeres/hombres sea exactamente 50:50 en una
comunidad dada? o ¿por qué dos drogas habrán de producir exacta-
mente el mismo efecto? Una mirada a cualquier conjunto de estadísticas
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 373
"Con mucha frecuencia se sabe incluso antes de recoger los datos que
las hipótesis de nulidad no rigen; en ese caso el rechazo o la acepta-
ción, simplemente es un reflejo del tamaño de la muestra y no hace,
por tanto, contribución alguna a la ciencia."
tendrá un número que esté tanto o más alejado de 2.500 caras como
lo está 2.650. Supongamos un caso extremo, tal como que la moneda
fuera casi perfecta y se tuviera ∆=0,5001; entonces, es fácil demos-
trar que para alcanzar, por ejemplo, una p tan pequeña como 0,0016,
bastaría lanzarla 250 millones de veces (n=250.000.000).
En el Anexo 6.3 se ofrece una ilustración práctica asociada a una
sencilla demostración matemática formal de que el valor de Ji-Cua-
drado se puede agrandar tanto como se desee (y por ende, hacer que
el valor p sea tan pequeño como se quiera) aumentando el tamaño
muestral. Aunque allí se ha elegido un ejemplo extremadamente sim-
ple y familiar para cualquier investigador, lo mismo ocurrirá, por
ejemplo, con el valor observado de una t de Student cuando se com-
paren dos medias. Los tamaños muestrales del estadístico se hallan en
este caso en el denominador del denominador, de modo que su valor
crece en la medida que lo hagan los tamaños de las muestras. De he-
cho, ese patrón será el de todo estadístico con que se trabaje.
Hecho este recorrido, procede que nos detengamos en las más im-
portantes impugnaciones de que son objeto las PSE4. Algunas dimanan
4
Resulta importante aclarar que en lo sucesivo, el término PSE alude específicamente
a las pruebas tal y como se emplean en la actualidad (pruebas de rechazo o método
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 375
• El trauma de la no significación
te, que «no hay suficiente evidencia muestral como para afirmar que
los dos tratamientos difieren entre sí». Pero en el fondo se rebela ante
la idea de desestimar totalmente el resultado. En rigor, tiene que des-
deñarlo para ser consecuente con las reglas del método que ha elegido,
pero íntimamente se insubordina ante la idea de actuar como si esa
diferencia del 21% estuviera diciendo lo mismo que una diferencia,
por ejemplo, de 2%. De modo que es posible que sugiriera agregar:
«pero obsérvese que la diferencia es notable; si hubiéramos trabajado
con una muestra mayor, muy posiblemente sí hubiéramos encontrado
significación».
Esto es enteramente comprensible. Schmidt (1996) advertía: «si la
hipótesis nula es cierta, según la posición de Fisher no se puede con-
cluir nada. Pero los investigadores se resisten a la idea de haber pasado
tanto trabajo con el estudio sólo para concluir que no pueden concluir
nada».
Pero en rigor resulta patética, pues lo peor de la afirmación «No se
ha encontrado significación, pero con una muestra mayor muy verosí-
milmente podríamos haberla hallado» es que siempre es verdadera. Es
tan ridícula y estéril como afirmar «No hemos podido demostrar que
estas dos hormigas son diferentes; pero probablemente, con una lupa
de mayor potencia, hubiéramos podido hallar suficientes indicios como
para afirmarlo».
Por otra parte, tiene tanta validez como otra afirmación que nunca
se hace cuando el resultado es coherente con lo que desean los investigadores: «sí
hubiéramos trabajado con una muestra menor, muy posiblemente no
hubiéramos encontrado significación» (Benavídes y Silva, 2000).
La práctica internacional está plagada de ejemplos. Sólo con la fi-
nalidad de testimoniar el estilo elegido cuando se acude a este recurso,
consideremos los siguientes ejemplos tomados al azar de la literatura
más reciente:
confianza sirvan para suplir a las PSE (véase apartado Los intervalos de
confianza como sucedáneos, p. 418), la que al final legitima la idea de que
la mejor manera de lidiar con el silencio de dios es la estadística baye-
siana (véase Introducción a la racionalidad bayesiana, p. 426).
Algunos defensores de los valores p, llegado el caso conceden (oca-
sionalmente, lo deslizan tímidamente) que «es aconsejable» calcular
intervalos de confianza como complemento de las PSE. Curiosa ti-
bieza: si las conclusiones se basan en el conocimiento que ellos dan
acerca de la magnitud de ∆, entonces ¿para qué se necesita la p?
Según recuerda Chatfield (1991), a los estadísticos les resulta muy
familiar un diálogo que discurre del modo siguiente:
Y así sucesivamente….
azar dos grupos de pacientes con esta dolencia. A todos se les dispen-
sará la atención pautada para estos casos; pero a la mitad de ellos,
determinados aleatoriamente, se le aplicará, además, el nuevo medi-
camento y a los restantes se le suministrará, en su lugar, un placebo.
Es una situación típica, y lo que se relata a continuación es la conduc-
ta canónica de cualquiera que haya pasado un curso básico de
bioestadística, o de quien consulte cualquier libro convencional sobre
el tema.
Se quiere demostrar que entre los efectos de los tratamientos hay
una diferencia estadísticamente significativa. Lo primero será fijar una
hipótesis nula; supongamos que ésta es Ho : P2 - P1 = 0 donde P1 es la
tasa de recuperación conseguida con el tratamiento convencional y P2
es la que corresponde al novedoso. Ahora toca establecer con clari-
dad qué PSE se realizará para cumplir su encomienda. En este caso
sencillo, nuestro bioestadístico usará la prueba convencional de Ji-
Cuadrado para la tabla de 2 x 2. Procederá entonces a determinar un
tamaño muestral suficientemente grande como para declarar signifi-
cativa una diferencia igual o mayor que cierta magnitud preestablecida.
Se trata de conseguir que, si no se hallara significación, no sea por
culpa de un tamaño muestral demasiado pequeño. Formalmente, el
procedimiento habitual exige:
"En la era en que el tránsito de los hallazgos clínicos que van desde
New England Journal of Medicine al Wall Street Journal se hace más
corto que nunca, es también mayor que nunca la necesidad de tener
en cuenta la advertencia de Fisher acerca de la naturaleza provisio-
nal del conocimiento empírico y sobre la necesidad de medir la
incertidumbre."
Tratamiento
Total
Aspirina Placebo
Mejoran a=8 c=5 a+c=13
No mejoran b=12 d=15 b+d=27
Total n1=20 n2=20 n=40
Tratamiento
Estudio Nº1 Total
Aspirina Placebo
Mejoran 9 5 14
No mejoran 11 15 26
Total 20 20 40
OR=2,45; p=0,18
Tratamiento
Estudio Nº2 Total
Aspirina Placebo
Mejoran 6 2 8
No mejoran 14 18 32
Total 20 20 40
OR=3,86; p=0,11
Tratamiento
Estudio Nº3 Total
Aspirina Placebo
Mejoran 7 3 10
No mejoran 13 17 30
Total 20 20 40
OR=3,05; p=0,14
394 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Pseudo objetividad
Significación No significación
Gran relevancia práctica Euforia Depresión
Sin relevancia práctica Irritación Satisfacción
Significación No significación
Gran relevancia práctica OK Demasiado pequeña
Sin relevancia práctica Demasiado grande OK
Maldad de ajuste
Grupos no balanceados
merezca una hipótesis a una decisión por entero ajena a los datos;
puede provocar de hecho que una comparación específica pueda ser
interpretada de forma diferente en dependencia de la cantidad de hi-
pótesis evaluadas.
Por ejemplo, con esa estrategia, la diferencia entre las tasas de re-
cuperación de una infección cuando se comparan dos tratamientos
antibacterianos podría ser interpretada como estadísticamente signi-
ficativa en dependencia de que también hayan sido o no valoradas
otras hipótesis asociadas a variables de respuesta tales como fallecer,
que disminuya la fiebre, estar inapetente, etc.
correlación lineal existe más allá del azar (basta que el susodicho r=0,7,
se haya obtenido con una muestra de tamaño mayor que 8).
Ahora bien, el problema en este caso es sobre todo conceptual. Por
ejemplo, en un estudio que se propone valorar la influencia de la hemo-
globina glicosilada sobre el control de la diabetes, Zabalegui et al. (1997)
escriben textualmente: «En los diabéticos tipo II hallamos una correla-
ción significativa entre los valores de HbA1 y colesterol (n = 1.089; r =
0,12; p < 0,05)». Sin embargo, los autores deberían ceñirse a comunicar
que: «El coeficiente de correlación obtenido es significativamente dife-
rente de cero» y no que «la correlación es significativa», lo cual es
radicalmente diferente. En este caso, el abuso de lenguaje es especial-
mente grave en virtud de la facilidad para conseguir que la hipótesis de
nulidad sea rechazada. Para que ello no ocurra, el valor r de tiene que
ser ínfimo, o el tamaño de muestra muy pequeño. En el ejemplo, ocurre
que el paupérrimo 0,12 encontrado resulta estadísticamente significati-
vo gracias al enorme tamaño muestral (n=1.089).
Pero aún no hemos llegado a lo más contraproducente. El proble-
ma es que casi siempre en este caso «la significación» es irrelevante.
Descubrir que la asociación (o la concordancia) no es nula, resulta
por lo general de todo punto inútil y casi siempre ridícula.
Imaginemos, por ejemplo, que la verdadera correlación entre las
mediciones correspondientes a un equipo convencional para medir la
tensión arterial y las de un nuevo modelo de manómetro fuera igual a
0,15. Supongamos que un investigador realiza 200 pares de medicio-
nes y obtiene un coeficiente de correlación empírico acorde con esa
realidad (o sea, de magnitud tan reducida como r=0,15). Para que esa
pésima correlación sea significativamente diferente de 0 basta que se
haya empleado un tamaño muestral superior a 180. De modo que si
el autor afirma que ha corroborado la existencia de una correlación sig-
nificativa entre los valores de ambos dispositivos, lo que ha
comprobado, en todo caso, es que existen razones para creer que tal
correlación no es nula. Sin embargo el mencionado giro está confi-
riendo una connotación cualitativa absolutamente infundamentada a
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 405
mente, de enorme entidad, por tanto: ¿cuál es, a la luz de esta reali-
dad, la situación actual en que se hallan las PSE?
¿Empate técnico?
aparecían pruebas de este tipo. Por ejemplo, British Heart Journal anun-
ció en un editorial de 1988 que se unía a la exhortación de British Medical
Journal, revista que, ya desde 1986, si bien permitía que se prescindiera
de las PSE, pedía a los autores que incluyeran intervalos de confianza
(IC), fuesen acompañados o no de pruebas de significación.
Tal postura pasó a ser compartida por revistas tan importantes como
American Journal of Public Health, The Lancet y Annals of Internal Medici-
ne y, en ese propio año 1988, fue adoptada por el llamado Grupo de
Vancouver, creado en 1979 para velar por la calidad y uniformidad de
los artículos científicos en cuyo apartado de requisitos técnicos dedi-
cado al empleo de la estadística se consignaba textualmente:
"Cuándo inicialmente publiqué este libro, aún pensaba que los valores
p tenían alguna utilidad para informar sobre muchos efectos. Por ejem-
plo, con 20 correlaciones en una tabla, aquellas marcadas con asteriscos
se destacaban de las demás. Actualmente, ya no estoy tan seguro acerca
de la utilidad de esos asteriscos. Los resultados no-significativos quizás
sean igualmente interesantes. Por ejemplo, si el tamaño de la muestra
es suficientemente grande, un resultado no-significativo significa que
el efecto puede ser trivial, algo tan importante como que el efecto
sea substancial… Así que endurezco mi actitud: no más valores p."
¿Cómo explicarse algo tan inverosímil como que, tres años más
tarde, el autor de esta cita, junto con el líder de la cruzada de décadas
atrás contra los valores p publiquen en una revista de máxima visibi-
lidad mundial un artículo donde las PSE son empleadas en su versión
más convencional? En una comunicación personal, el primer autor
me dio una respuesta desconcertante: que tal elección se debió en
buena medida a que «se hallaban bajo presión de tiempo por parte de
los editores». Curiosa explicación; resulta obvio que el cómputo de
intervalos de confianza y su comunicación en lugar (o además de)
valores p no lleva más que pocos minutos. Parecería verosímil que los
autores se hayan visto fuertemente presionados, hasta el punto de
actuar en esta ocasión en contradicción con su propia prédica, pero
no precisamente en términos de tiempo.
La realidad actual, entonces, parece susceptible de ser caracteriza-
da del modo siguiente. La comunidad de aquellos estadísticos e
investigadores conocedores del debate y que se preocupan por el de-
sarrollo metodológico de la disciplina se divide en tres sectores: un
crecido y creciente número de colegas que se pronuncian contra este
estado de cosas (aunque con diversos grados de beligerancia), un pe-
queñísimo grupo, en franco proceso de extinción, que aún defiende
418 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
lor medio de dicho índice para los individuos del grupo experi-
mental. El intervalo de confianza al 99% resultaba ser [0,76 – 0,80];
vale decir, se puede estar sumamente confiados en que la diferen-
cia es, a lo sumo, muy inferior a un solo punto de la escala con que
se mide el IDC. Consecuentemente, si la descabellada idea según
la cual los rezos anónimos pudieran tener un efecto sobre las com-
plicaciones fuera cierta, éste sería absolutamente insignificante
desde un punto de vista cualitativo, ya que no llegaría ni por aso-
mo a alcanzar un punto de aquella escala, algo que se produciría
por una complicación como tener un poco de fiebre.
Aunque la alternativa que nos ocupa tiene antecedentes diver-
sos, no fue hasta avanzada la década de los 80 del siglo XX, que
fue sustentada y defendida con vehemencia por diversos autores
entre los que se destacaron los connotados estadísticos británicos
Martin Gardner y Douglas Altman (véase Gardner y Altman, 1986)
y secundada posteriormente, como ya se comentó, por la mayoría
de los editores de revistas médicas. Estos autores sugieren que los
intervalos sean empleados como recurso expresivo básico. No sos-
tienen que los valores p deban ser necesariamente erradicados. Se
contemporiza con ellos, pero se deja claro que se pueden omitir
sin reparos. En la actualidad, esta insistente demanda ha dejado
algunos dividendos claros; por ejemplo, al informar valores de odds
ratios (OR), lo más común es que los autores comuniquen el inter-
valo correspondiente (con o sin valores p asociados). Callahan y
Reio (2006) señalan que por lo menos 23 journals de las ciencias
sociales insisten en que los autores han de comunicar los efectos,
la mayoría de los cuales sugieren que se haga a través de intervalos
de confianza.
Ha de consignarse, finalmente, que los intervalos incluyen toda la
información necesaria para aplicar la prueba de significación si se
deseara realizarla. Sin embargo, obviamente, ese sería el peor uso que
pudiera darse a dichos intervalos.
424 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Tabla 6.8. Intervalos de confianza (95%) para ∆ en función del tamaño muestral
bajo el supuesto de que no hay errores de muestreo.
El reverendo Bayes
5
No deja de ser cómica una delirante noticia de prensa (Villapadierna, 2006) en la que con
toda seriedad se daba cuenta de recientes descubrimientos acerca de la existencia de Dios
basados en el Teorema de Bayes.
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 429
6
Formalmente, se ha supuesto que π sigue una distribución Beta acorde a este supuesto.
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 433
Vale decir: los odds a posteriori de la hipótesis son iguales a los odds
a priori multiplicados por el factor de Bayes.
Para cerrar estas nociones introductorias, llamo la atención sobre
una singular propiedad asociada al Teorema de Bayes de notable conno-
tación práctica y epistemológica:
Supongamos que tenemos una información D1 que habremos de
usar para «actualizar» nuestra visión a priori sobre la probabilidad que
atribuimos a cierto parámetro π. La fórmula [6.3] se expresaría así:
8
Este «contexto» puede ser cierta comunidad concreta, o un subconjunto poblacional
definido por algunas restricciones (v.g. mujeres mayores de 60 años con sobrepeso).
444 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
p=P(D=do|Ho)
Bayes y la subjetividad
9
Nótese que, a diferencia de otras expresiones que tienen varias acepciones (como ocurre
por ejemplo con vocablos como «regresión», «significance», «variable», «parameter», etc.), el
término «bayesian» sólo puede aludir a algo relacionado con el célebre reverendo o su teoría.
452 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
10
Para acceder a una sencilla y expresiva introducción sobre WINBUGS, consúltese Fryback,
Stout y Rosenberg (2001).
VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 453
ANEXO 6.1.
RESUMEN ESQUEMÁTICO DE LAS PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN, PRUE-
BAS DE HIPÓTESIS Y DE LAS PRUEBAS PROPIAS DE LA CONCILIACIÓN
DE AMBAS.
ANEXO 6.2.
EJEMPLO QUE ILUSTRA EL EFECTO DE QUE OBSERVACIONES NO
REALIZADAS INTERVENGAN EN EL CÓMPUTO DE LOS VALORES P.
donde
458 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
11
Nótese que en este punto es irrelevante detenernos en las razones que el Sr. B tiene para
haberse trazado tan extraño diseño. En lo que hay que reparar es en la encrucijada conceptual
que por su conducto se pone de manifiesto y lo que importa ahora es que el diseño está bien
definido y, cualquiera sea el resultado, dicho analista va a computar el valor de p usando la
definición establecida.
460 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
12
Incluso en el mismo orden, aunque este es irrelevante.
462 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
como lo que es: una estimación de la frecuencia con que algo ocurre o
pudiera ocurrir si repitiéramos muchas veces cierto experimento u ob-
servación. La notable diferencia entre Pa y Pb es exclusivamente debi-
da a que los experimentadores tenían diferentes representaciones
mentales de cuáles podrían ser los resultados si el experimento fuera
repetido.
En términos resumidos, el problema consiste en que p no es una
medida de la evidencia asociada a una experiencia concreta que per-
mita enjuiciar la realidad que la produjo, y la embrollada situación se
disipa tan pronto reparamos en que lo que p describe es un comporta-
miento "a la larga", de modo que no es válida nuestra inclinación a
aquilatar por su conducto el significado "a la corta" del resultado ex-
perimental. Consecuentemente, tampoco lo es la práctica de rechazar
o no una hipótesis en dependencia de la magnitud de p.
464 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
ANEXO 6.3.
PRUEBA E ILUSTRACIÓN PRÁCTICA DE QUE EL VALOR DE P SE
PUEDE HACER TAN PEQUEÑA COMO SE QUIERA AUMENTANDO EL
TAMAÑO MUESTRAL.
Tabla 6.10. Resultados de un ECC para valorar mejoría según dos tratamientos para
quemados con un tamaño de muestra veces mayor.
ANEXO 6.4.
DERIVACIÓN DE LA REGLA DE BAYES.
Ahora bien, supongamos que A1, A2, A3,···, Ak son k sucesos mu-
tuamente excluyentes, uno de los cuales ha de ocurrir necesariamen-
te; entonces la conocida (e intuitiva) ley de la probabilidad total esta-
blece que
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VALORES p Y PRUEBAS DE SIGNIFICACIÓN ESTADÍSTICAS: FIN DE UNA ERA 475
7
Índice onomástico
Abelson RP, 406, 468 Astin JA, 302, 341,
Abramson JH, 376, 468 Astin PC, 402, 469
Ábrego E, 319, 344 Atiénzar E, 131, 158
Abril G, 453, 468 Ayllón JD, 282, 286
Adamenko AA, 147-148, 158 Bacchetti P, 333, 341
Adams M, 40, 102 Baena JM, 319, 341
Agüero RE, 383, 468 Bagiella E, 307, 346
Ahmed I, 314, 344 Bakan D, 308, 341, 372, 469
Airoldi EM, 454, 468 Baker R, 278, 285
Akhtar N, 270, 286 Baquedano FJ, 172, 206
Albert J, 376, 468 Barcat JA, 262, 286
Alegría A, 319, 341 Bar-Hillel M, 89, 102
Alemany E, 131, 158 Barnes DE, 22, 102
Al-Marzouki S, 270, 286 Barnett ML, 389, 469
Almeida N, 199, 206 Barnette JJ, 412, 476
Almenara J, 353, 366, 412, 426, 449, 468, Barroso I, 272, 290, 301, 322, 324, 345
478 Baudrillard J, 117, 158
Alonso JC, 332, 346 Bayarri MJ, 409, 469
Alper P, 40, 102 Beach ML, 372, 402, 469
Als-Nielsen B, 49, 102 Beaglehole R, 320, 341
Althusser L, 113, 123-124, 158 Beckman M, 452, 469
Altman DG, 415, 416, 423, 468, 472 Bellhouse DR, 349, 469
Álvarez J, 145, 158 Benavides A, 172, 208, 318, 345, 366,
Ameneiro J, 131, 134, 158 426, 454, 464, 469, 478
Anderson DR, 348, 419, 468, 470 Benet M, 145, 161
Angell M, 22-24, 102, 320 Benford F, 279-288
Angus JA, 421, 468 Bensen H, 314, 341
Arbuthnot J, 350, 468 Berger JO, 197, 206, 409, 450, 469
Aréchaga JM, 51, 52, 102 Berkson J, 372, 469
Arévalo JM, 172, 206 Berlin JA, 395, 473
Armstrong D, 20, 102 Bernal E, 9, 11, 108
Arribas C, 29, 101 Bernal J, 182, 206
Ashby D, 451, 468 Bero LA, 22, 49, 102, 104
481
482 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
Berry DA, 197, 206, 450, 452, 469 Carey B, 11, 102, 314, 341
Best LA, 351, 478 Carey RG, 279, 287
Best N, 278, 291 Carlston M, 251, 286, 308, 342
Bitnun A, 379, 470 Carver RP, 360, 470
Blech J, 28-31, 102 Cassels A, 24, 28, 107
Bloomfield HH, 13, 106 Castells M, 58, 59, 103
Bodenheimer T, 48, 102 Castro A, 131, 144, 162
Bogdan R, 200, 208 Cebrián JL, 69, 103
Bolsin S, 278, 286 Cereijido M, 2, 103
Bolton RJ, 270, 273, 286 Cervera J, 56, 103
Bombardier C, 42, 103 Cervera P, 9, 11, 108
Bonita R, 320, 341 Cevasco M, 32, 104
Boseley S, 22, 103 Chalmers I, 391, 470
Bradlow E, 269, 286 Chambers CD, 19, 104
Branagan MA, 17, 108 Charlton BG, 295, 342
Bratman S, 239, 286 Chatfield C, 385, 470
Breen L, 262, 286 Chia KS, 381, 470
Breggin GR, 8, 103 Cho MK, 49, 104
Breggin P, 8, 104 Chow SL, 356, 47
Breilh J, 285, 328, 341 Christensen R, 356, 470
Brickmont J, 126, 162 Clark ML, 411, 470
Broad W, 267, 286 Clarke M, 391, 470
Brown RJC, 284, 287 Cobo E, 428, 471
Browne M, 419, 470 Cockburn A, 422, 471
Brownlee S, 13, 106 Cohen J, 362-364, 380, 471
Bunce D, 379, 470 Cohen LS, 19-20, 103
Bunge M, 3, 103, 114, 126, 161, 203- Coleman JS, 388, 474
206, 211-212, 262, 287, 341 Coleman V, 41, 104
Burmeister LF, 17, 108 Collazo C, 216, 286
Burnham G, 421, 470 Collins HM, 113, 158
Burnham KP, 348, 419, 421, 468, 470 Colson M, 278, 286
Bustamante J, 64, 69, 103 Cook DJ, 395, 477
Bustos R, 173, 206 Cornu C, 253, 287
Buyse M, 270, 287 Coyle S, 49, 104
Byrd RC, 305, 341 Criado MA, 453, 471
Callahan JL, 423, 470 Cucherat M, 256, 287
Capanna P, 80, 103 Dadidoff F, 255, 287
Cárdenas S, 319, 344 Daniel LG, 363, 471
ÍNDICE ONOMÁSTICO 483
8
Índice de materias
Analfabetismo informático, 69 Cuotas de sexo y edad, 335, 338
Anumerismo, 91 Datos aberrantes, 196, 271-272
Asociación entre variables, 171, 299-301, Debate científico, 130-132, 149, 154-155
313-327, 402-405 Demoscopia, 99, 336
Bayes, Thomas, 427-429 Depresión, 8-9, 12, 15-16, 20, 31, 131,
Bayesian information criterion, 452 327, 397
Burt, Ciryl, 263, 273-278 Diferencia significativa, 176, 310, 400-401,
Bondad de ajuste, 398-400 431
Bonferroni, 401-402 Disease mongering, 27
Brainstorming, 199 Efecto
Bunge, Mario, 3, 114, 126, 203-204, 211- piramidal, 134, 138-139
212, 262 placebo, 78, 153, 179, 180, 247, 255
Causalidad, 174, 298-300, 318, 326-327, significativo, 383
453 Encuestas, 66-68, 92-100, 174, 199, 334,
Ciencia alternativa, 118 337-338
Ciencia y tecnología, 2-3 Endpoint, 37-39, 42
Código de la Biblia, 220-235 Energía piramidal, 129-130, 134-138, 143,
Coeficiente 147, 151, 153
de concordancia, 403-404 Enfoque bayesiano, 203, 391, 407-408,
de correlación, 274, 300, 321, 353, 429-439, 445, 448-452
372, 403-406 Ensayos clínicos, 9-12, 21-23, 36-38, 42,
Congruencia temporal, 299 46, 48, 144, 178, 181, 194, 254-256,
Control de variables, 321 268-270, 300-302, 312, 377, 384, 391-
Correo electrónico, 56, 59, 71 395, 401, 452
Criptomnesia, 262 Epidat, 387, 433, 452
Criterio Epistemología, 111, 129, 163, 247
de autoridad, 145-146, 149 Especificidad, 442-444
de información de Akaike, 419 Espiritismo, 80-81
Contract Research Organization, 48, 106 Estadística
Cuestionarios, 67, 167-168, 200, 327 bayesiana, 203, 255, 385, 391, 407-
Cultura científica, 2, 22, 56, 60, 65, 75, 409, 416, 419, 426-433, 437-439,
79, 100, 164 445, 448-454
489
490 LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA Y SUS LABERINTOS
frecuentista, 201, 205, 255, 348, 371, Historia de la estadística, 124, 142, 155,
419, 421, 429-433, 445, 449-452, 263, 350-355, 388, 414
462 Homeopatía, 178, 180, 239-257, 260-261
Estilometría, 453 Horóscopo, 76
Estructuralismo, 112-113 Industria farmacéutica, 6, 10, 20-29, 35,
Estudios 40-41, 47-48, 259-261
de casos y controles, 19, 301, 317, Inhibidores selectivos de la recaptación
327 de serotonina, 6, 8, 15, 29, 31
experimentales, 44 Internet, 50, 53, 55-60, 64-66, 67, 71-72,
repetidos, 267 81, 85, 91, 131, 142, 146, 147-148,
Ética, 69, 122, 129, 151, 153, 157, 262, 262-263, 317-318, 340, 389, 391, 449,
267, 352, 395 451-453
Exceso de mortalidad, 276 Intervalo
Experimentación, 78, 153, 297, 300, 395, de confianza, 34, 192, 311, 364, 385,
434 388, 411, 416-419, 424, 431-433
Explicación y predicción, 316, 324-326 de probabilidad, 433
Factor Investigación científica, 3, 47, 163, 164,
de Bayes, 435 169, 174, 211, 241, 314, 384, 445
de confusión, 299, 315 ISRS, 6-12, 17, 19-21, 31
de impacto, 51-52, 110, 254 Lacan, Jackes, 113, 115, 116, 123-127
de riesgo, 297-298, 316, 325 Ley
predictivo, 316 de Avogrado, 258
Falsabilidad, 141 de Benford, 278-284
Fichas técnicas, 334-339 de individualización, 245, 254
Fisher, Ronald, 151, 153, 276, 352-358, de los grandes números, 400, 425
365-370, 372, 378, 390, 445, 455 de similitud, 245
Fraude científico, 10-11, 13, 35, 38, 42- Lilly, 12, 17, 29, 31
44, 130, 133, 181, 210, 235, 259-276, Linux, 60, 64
284 Lógica del debate, 139, 143
Frecuentismo, 201, 205, 255, 348, 371, Marcador de riesgo, 298, 322
419, 421, 429-433, 445, 449-452, 462 Marco teórico, 164, 174, 210, 241, 330,
Fusión fría, 141-142, 148-149 391
Gardasil, 34 Medicamentos esenciales, 23, 107
Glaxo, 10-11, 17, 20 Medicina
Grupo de Vancouver, 411, 414 alopática, 244, 248
Hahnemann, Samuel, 242-243 alternativa, 237-239
Hierba de San Juan, 14-16 basada en la evidencia, 33, 178, 314
ÍNDICE DE MATERIAS 491
Pseudociencia, 3, 75, 91, 133, 165, 209- Thomson Scientific, 51, 52, 110
219, 235, 243, 413 Transposición de condicionantes, 360-
Redes bayesianas, 453 361
Regresión Valores p, 34, 315-316, 347-349, 354-366,
paso a paso, 318, 321-329 369-375, 383, 385, 389-395, 401-402,
logística, 301, 315, 327, 400 407-413, 417, 421-424, 443-456, 457-
Resultados y conclusiones, 174-177, 196, 459, 462-466
389-391 Valores predictivos de una prueba, 443
Rituales metodológicos, 293, 297, 301, Versomilitud, 300, 358, 362, 438
307, 316-318, 329-331, 333, 362, 375, Vioxx, 39, 42-45
413 Watson, James, 149-150
Selección algorítmica de modelos, 322- Wikipedia, 60-63
329 Winbugs, 452
Semmelweiss, Ignatz, 141, 190-191
Sensibilidad, 442-444
Sesgos 9, 21, 43, 49, 66, 171, 255, 269,
299-300, 303, 375, 409
Significación
cualitativa, 396
estadística, 37, 191, 193, 308, 347,
356, 363, 382-383, 396, 402, 406
Sokal, Alan, 114, 119-127, 139, 187
Spam, 74, 453
Stepwise regresion, 326
Suavizamiento de mapas, 454
Subjetividad, 183, 185-191, 195-200, 275,
331-332, 391, 395-96, 407, 430, 448,
450
Tamaño de muestra, 97, 196, 330-337,
372- 379, 385-391, 395, 397, 399-400,
403, 404, 409, 422-425, 466
Técnica de validación cruzada, 419
Tecnologías médicas emergentes, 177
Telekinesis, 148, 408-409
Telepatía, 310, 408
Teorema de Bayes, 205, 428, 430, 433,
435, 438, 440-444, 447
Teoría de los biorritmos, 213-218
ISBN: 978-84-7978-896·4
L7.