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HISTORIA DE LA MEDICINA PERUANA LOS MEDICOS PERUANOS EN LA GUERRA DEL PACIFICO* Jorge Arias Schreiber Pezet Al conmemorarse el centenario de la Guerra del Pacifico es un deber imperative del espiritu rendir calido homenaje a los médicos y estudiantes de ia medicina nacional que intervinieron en este conflicto. Deber de peruanos, porque aquellos galenos y jovenes fernandinos Supieron mitigar con sus esfuerzos y su saber cientifico el dolor de 13s heridas de los defensores de la patria. Deber de solidaridad gremial, que mos asiste como miembros de la noble profesion médica que hemos abrazado. Y deber corporativo, porque varios de fos fundadores de esta casa articiparon activamente en la guerra con Chile. Deberes todos elfos que se agrupan y compendian en los tres grandes pilares que dan nombre y sustento a nuestra institucion: fa Academia, la Medicina y el Peru, \Vano empefio seria resefiar en esta disertacién, el ingente aporte de los facultatives y alumnos de San Fer nando en esa guerra, verdaderamente intausta, que tanto gravité on la vide futura de la republica, Perioto eritico en {a historia de naestra patria que abarea desde el § de abril de 1879, en que Chile nos dectard fa guerra, hasta el 17 de enero de 1B81 con la ocupacion de Lima por las fuerzas vencedoras, pero que se prolonga incluso en fa campafa de {3 Brefia hasta e! 20 de octubre de 1883, en que fue firmaco 6) Tratedo de Paz en Ancon. Tel exp: merece cierta monte la extension de un libro que dje a la posterided el testimonio fidedigno de la patridtica labor cumplida por ta medicina nacional. Aqui solo podemos trazar un bosque) narrar algunos episodios, relievar determinados sucesos ¥ recordar a unos cuantos de los numerosos personajes que intervinieron, solicitando disculpas por las involuntarias omisiones.. EI mismo dia que Chile dectard ta guerra al Peri la Facultad de Medicina de San Fernando convocd a una sesién extraordinaria presidida por el sub decano el profesor Manuel Odrioz ola. En esa sesion memorable en los anales de la Facultad, se nombro una comision encargada de redactar lun proyecto de arganizacion de fas ambulancias civiles. Le comision quedo conformads por los doctores Julian Sar doval, Mariano Arosemena Quesada y José Casimiro Utloa, Pocos diss después presenté al gobierno un detallado informe sefalando tas bases para la organizacion de las “Ambulancias Civiles”. En este documento se indica eb personal y los materiales de tipo asistencia! que demanda cada unidad, sujetando su funcionamiento a los principios ‘onsignados en tas conferencias internacionales de Ginebra, En la sesion que se rememora los profesores de la Facultad acordaron ceder el integro de sus haberes men- suales para destinarlos a los gastos que demande la guerra. (1 Conforencia laid on ta Academia Nacional de Medicins. Sesion ‘de homensie y recuerdo. Lima 10 de mayo de 1979. lqualmente se resolvid poner a disposicion det gobierno los servicios facultatives de los maestros y alumnos, solicitando ‘que fuesen aceptados tan pronto como le requiriesen las actividades bélicas. Estos ecuerdos fueron elevades en un informe dirigido al director general del Ministerio de Ins- teuccion porque ia Facultad de Medicina dependia de ese amo de la administracién publica.” Siquionda et cjemplo del cuerpe docente de San Fernando un grupo de médicos, presididos por ef doctor José Mariano Macedo, resoivié igualmente contribuir con uno subvencion mensual, al mismo tiempo que ofrecia sus servicios profesionales. Asi lo acredita la nota que envio Macedo al presidente de la Junta Receptors de Donstivos el 18 de abril de 1879. La Sociedad de Medicina de Lima, la mas antigua de uestras institueiones médico—gremiales, se sumé también 2 {a patriotica actitud de San Fernando y del cuerpo médica nacional. En la sesién que celebré el 30 de abril, bajo la presidencia de Celso Bambaren, la Sociedad acordd remitir {a brevedad posible su aporte pecuniario a la Junta Receptora de Donativos. Esta resolucion fue emanads de la propuesta hecha por et doctor Ignacio Acufa, pionera de la obstetricia y de la ginacologia peruana y miembro funcador de la Academia Nacional de Medicina, En 1a misma sesi José Casimiro Ulloa propuso nombrar una comision de tres miembros para estudiar y analizar en los campamentos mnilitares tode to concemiente a lacirugia de querra, lo que fue aprobado por unanimidad de votos. La juventud fernandina acudlié presurosa y virilmente en defense de la patria amenazada por la ambicién chitena, ‘A mediados de 1879 eran treinta y tres fos alumnos de diferentes afos que estaban incorporados al personal sanitario de las ambulancias chiles, de los cuales siete ya habian, concluido sus estudios universitarios. Algunos de estos jévenes rindieron tributo a su fervor patridtico falle- ciendo en los campos de batalla. Juan Byron, uno de los estudiantes que particip® en la contienda, cita los nombres de sus compaferos muertos en la guerra en el discurso que pronuncié al instalarse fa Sociedad Unién Fernandina” en enero de 1884. He equi sus palabras: “Celis, Marini, Lengua, Poma, Villanueva, Montes, Mesa, tales ios nombres olvidados por’ muchos, pero que nosotros guardamos en el fondo de nuestros corazones como ejemplo para el futuro; existencias preciosas que el destino ciego arrebat6; marti ‘de ia ciencia, sacrificados en el lugar que el deber les habia sefiaiado”, Manuel Antonio Mufiiz, otro de los valientes fernan- dinos que combatio en la guerra, publicé al articulo titulado “Un recuerdo" en el primer némero de “Le Cronica Médica” el 31 de enera de 1884, No resistimos is tentacion de transeribir los siguientes parrafos que evocan la labor cumplida por los médicos y los estudiantes: “Morir luchando, embriagado por la gloria y con el ‘ardor rabioso del combatiente, morir asi vengando las desgracias de la Patria, os un sacrificio laudable y generoso. Pero morir al enjugar ta sange y et Hlanto del herido, al salvar,-una, muchas vidas, permaneciendo sereno entre el estampido “horrendo del cafion, morir entonces, es un seerificio doblemente heraico”. “EI soldado defiende ta causa de su Patria, de ta justicia; el médico, el estudiante de medicina, dofiende una ‘causa mas noble y pura y su sacrificio sublima su santo martirio”. “En fa dltima epopeya de nuestras. derrotas, de ‘nuestros martirios, aparecen nombres acreedores a la gra- titud de todos los buenos. Hay también nombres obscuros de martires abnegados aue rindieron su juvenit existencia, do a la causa de 1a Caridad y de fa Civilizacién”, "¥ 19 todas tas partes en que ha ondeado nuestro estandarte, alli_ ha habido algin representante de 1a Escuela de Me- dicina, ayer compafiero nuestro” Estas frases escritas con altura y con emecién por uno de los jovenes protagonistas de tos sucesos bélicos, consti- tuyen Un testimonio elocuente de ia honrosa y abnegada ‘actuacion de los médicos y estudiantes en la Guerra det Pacifico. El informe de la comision nombrade por {a Facultad de San Fernando fue eprobado por decreto supremo el 17 de abril de 1879, con la ribrica del Presidente de ta Republica generat Mariano Ignacio Prado y del Ministro de Justicia, Cult y Beneficencia doctor Mariano Felipe Paz Sotdan. Para los efectos de la organizacion de las ambulancias civiles se creé la Jurtts Central de Ambulancias Civiles de fa Cruz Roja. La tlamante institucion fue pre- sidids: por monsefior José Antonio Roca y Bolofia ¢ inte- grade por destacados médicos, como Manuel Odriozola, con ‘al cargo de vice—presidente, José Casimiro Ulloa, que actué de secretario y Martin Dulanto, como pro~secretario. La Junta Central fogré equipar y proveer el personat de cuatro ambulancias, cantando con el apoyo financiero de la municipalidad de Lima y de la colonia inglesa y con el ‘bolo. voluntario. de numerosos particulares. La primers semen, fe worl, Callan ru sur del el 3 de mayo de 1879, 6 decir, antes do un mes de {eclorade la guerra, Al llegar al puerto de Pisogua se taslado al lugar llamado “Alto de Molle”, en las inmediaciones de lauique donde permanecia el grutso del ejército del sur. Al ‘cabo de poco tiempo se present6 la ocasion de brindar su primer servicio, recogiendo y asistiendo a los heridos de la fragata “Independencia” que encall6 en Punta Gruesa el 21 de mayo de 1879. Las otras tres ambulancias se estable- ciieron luego en el teatro de las operaciones bélicas, ‘ambas plazas. Las ambulancias civiles de hace un siglo ‘mucho en su aspecto e instalaciones de las que ofrecen tas ‘modernas. Consistian en unos carruajes pesados que se ‘movillzaban lentamente por medio de acémilas y contaban ‘con un personal sanitario, instrumental médico y quirdrgico de_urgencia, botiquines con diversos mec ertrechos de campatia, E1 personal consistis en algunos médicos—ciruianos y farmacéuticos y regular nimero de racticantes y estudiantes de medicina v de farmacia, Estas ambulancias a pesar de su escaso niimero_prestaron servicios muy tiles en las batallas de Pisagua, San Francisco, Tarapacé, Tacna o Alto de la Alianza y Arica, no asi en la defensa de Lima como veremos tuego. Rlecogian a 10s heridos en el mismo campo de batalla, exponiéndose al fuego del enemigo y los trasladaban a’ las carpat de tos hospitales de sangre dondo les prodigaban las atenciones medicas 0 quirdrgicas que requerian. Cabe resaltar que esa estorzada labor se realiz6 con escasos recursos materiales, sobre todo despues de la batalla de Tacna donde las tropas chilenas, sin respetar fos con venios internacionales de la Cruz Roja, soquearon las carpas, destrozaran fos botiquines instrumentales y luego de Tepasar a los heridos s.llevaron consigo les camilla, medicinas, vendas, hilos de sutura y todo el mat disponible. En contraste ‘con estos hechos ‘ondalicos.e personal de nuesras ambulances etendio no s6lo a compettiotes heridos sino. también y con. igual esmero a los chilonos, Esta actitud demuestra con evidencia ta proverbial hidalguia de les peruanas y la nobleza de sus hombres de cioncia que jemas supieron diferenciar banderas ni_ recordar agravios en el ejercicio de su humanitaria tn la batalla del morro de Arica, donde sueumbieron con gloria los coroneles Francisco Bolognesi, José Joaquin Inclan, Alfonso Ugarte, Justo Arias y Araguez, Mariano Emilio Bustamante y otros heroicos defensores, hubo tam- bién numerosos heridos. Fataimente solo pudo intervenir en su auxilio la seecion volante de una de las ambulancias eiviles que permanecia en Arica y que result insuficiente para atender a todos ios heridos A. lat restantes ambulancias les fue imposible penetrar a la plaza por estar bloqueada por tas fuerzas chilenas, cuyes autoridades senegaron el permiso para ingresar antes del combate. Solo cuando ste concluya permitieron recoger 2 108 heridos ¢* se embarcaron rumbo al: Callso en los trensportes Loa" y “Lamer” bajo los cuidados del personal sanitari, Con anterioridad a este sangriento suceso, en enero de 1880 se trasladé de Arica al Callao a numerosos heridos de {as accignes de San Francisco y de Tarapaca en el vapor “Luxor” de nacionalidad alemana. En Lima fueron atendidos en los hospitales San Bartolomé, San Andrés, Dos de Mayo y en la Maison de Sante, esta ultima fundada y administrada por ta Sociedad Francesa de Beneficancia, EN ‘es época los citados nosocomios eran fos nicos que existian en la capital, aparte del hospital de Santa Ana destinado exclusivamente a la atencian de mujeres; Santo Toribio dedicado al cuidado de ios mendigos invalidus & inourables y el manicomio del Cercado para los enfermos mentales. En el hospital de San Bartolomé se llego 2 internar a novecientos hombres, entre heridos y enfermos, no obstante que su capacidad asistencial era menor de trescientos. Como es comprensible las salas de cirugia resultaron insuficientes para atender a tantos heridos, Es digno de destacar que en esta tarea los médicos recibieron la eficaz colaboracién de las hermanas de la caridad de San Vicente de Pail, de tas seftoras de la Sociedad de "La Gruz de la Sociedad Francesa de Beneficencia y otras instituciones humanitarias de Lima y el Caltao, . Concluidas 1as operaciones bélicas del sur las ambu- civiles fueron trasladadas a la capital. La Junta dela Cruz Roja establecié con’ sii personal y dotaciones un hospital civil en Chorrllos ue luego fue ‘suprimido y el hospital de sengre de Santa Soffa situado en las inmediaciones de Lima. Este tttimo quedé a cargo del cirujana.en jefe del ejércite doctor Jose Casimiro Ulloa, recibienido amplio apoyo de la Junta Central y de un modo particular de su presidente monsefior José Antonio Roca y Bolofia. El patriota y dinémico prolade gestiond y obtwo del _gobiemo que cecigra a la Junta Contra} ol transporte nacional “La Limefa”” a fin de conducir at Callao los hheridos peruanos.que permanecian aiin en el departamento de Tarapaci, ocupado por las fuerzas enomigas. Logro también que el jefe de la escuadra chilena contraimirante Galvarino Riveros otorgase fa autorizacion paral regreso a 4 patria de todos los heridos sin que mediase requisito algun, Si es clerto que en tas'acciones de armas desarrolladas cn el sur las ambulancias de la Cruz Roja Peruana prestaron valiosos y oportunos servicios, también es que en las batallas de San Juan y Miraflores, ocurridas el 13 y 15 de enero de 1881, brillaron por su ausencia. Este hecho que parece inconcsbible tiene una explicacion respaldada en documentos irrecusables, Relaternos brevements lo que sucedié, EI niimera de jefes, oficiales y soldados peruanos que fueron muertos, heridos 0 prisioneros en la campafia del sur ‘era considerabie y por consiguiente el ejército regular habia ‘quedado reducido a escasos etectivos. Se temia, con justfi cada raz6n, que los chilenos iban a desembarcar de un momento a otro en las proximidades de Lima para trabar tuna batalla decisiva y ocupar la capital de la repoblica, Estas ircunstancias determineron al gobierno dictatorial de Nico- E ola organizar el ejercito de la reserva, reclutando Ho a todos los civiles que estuvieran en aptitud de combatir. Ei reclutamiento civil incluy6 al personal de médicos, farmactuticos y estudiantes que sirvieron en fs ambu- lance det sur, os que se habian agrupado en la ambulance “Lims” orgenizada por iniciativa de! sefior José Ignacio Alvan, Toda 1a dotacién sanitaria paso a integrar los batallones de! cuerpo de artilleria del ejército de la reserva, contorme lo establecio el decreto respectivo. del 2 de octubre de 1880, publicado en vel diario oficial “El Peruano”. De nads sirvieron las objeciones que formularon monsefor Rota y Bolona y el sefor Emilio Henriod, comisario extraordinario encargado de vigitar las intereses de fa Cruz Roja en el Peri, Tal situacion condujo a ta renuncia de monseflor Roca en diciembre de 1880 y poco ‘después a la clausure de la Junta Central de Ja Cruz Roja. Como derivacion de estos hechos la ambulanci ima” quedo sin personal sanitario y sus equipos e instalaciones sirvieron de. bese para organizer les ambulenclas militares ‘que estuvieron presentes en las batalles de Chorritlos y San Juan. En estos iiltimos tugares asistieron a tos heridos Peruanos y chilenos, pero a fa derrota de nuestras armas siquid el saqueo de tas ambulancias, quedando totalmente despojadas de su material asistencisl. De ese modo se explica que ni las ambulancizs civiles ni tas militares pudieron brindar auxilio alguno.a tos innumerables heridos que cayeron en los reductos de Miraflores, donde to més selecto de Ia juventud limeRa ofrendé au vida en defense de los sagrados intereses de nuestra patra, En honor’a la verdad histories hay que reconocer que ‘en Ja guerra con Chile fa saniiad militar two grandes vacios Yy deficiencias. La falta de preparacién en ot Perii no soto fue de armamento, sina en todo orden de coses, incluyendo en el sanitaria, Nq existian los elementos ssistenciales nl en calidad ni en numero suficiente para una atencion adecuada de 10s heridos, Del mismo modo, era muy esc2so et personal ccompetenta en cicugia militar, porque no habia ensefanca fii adiestramionto, practico en esta materia conforme se hacia en otros paises. Todo ello se deja sentir con caracte- res draméticos en el curso de la guerra. La mayor parte de nuestros cirujanos no empleaba ain ef método de la antisapsia de Lister y en consecuencia {ay heridas se complicaban con septicemias, osteomielits, crisipela, tétanos, éntrax, abscesos y flemones ¥ otras {nfecciones. purulentas tocalizadas 0 generalizedas que.a veces conducian a la muerte. Las hemorragias de cierta onsideracion eran parcialmente detenidas con rudi- ‘mentarias torniquetes y muchos fallecieron desangredos. La ignorancia de la cirugia ortopédica se reflejabe en’ las ‘numerosas secuetos de invalidez de ios combatientes, Con anterioridad al conflicto, tos doctores Julia Sandoval y Joss Casimiro Ulloa habian reclamado con insistencia fa necesidad de reorganizar la sanidad del, Y de fa armada, dotarla de modemo instrumental médico y guirirgico y ensefiar cursos practicos de cirugia militar Pero nada © muy poco se hizo at respecto. Producida ta guerra hubo que organizar con premura y proveer de recursos a las. ambulancias civiles de la Cruz Roja a fin de suplir tas deficiencies ce Ia sanidad militar. La indiferencia y {a imprevision de las autoridades responsabies en asunto de {an vital importancia tuvo serias repercusiones en el conflic- to bélico. con nuestros vecines del sur, Pero pudo ser mas grave, ain de no mediar fa labor esforzada, valerosa y en ‘casiones heroica de nuestros médicos y estudiantes de medicina, recogiendo heridos en medio del fregor del ‘combate y salvando vidas de las garras de la muerte con los ‘modestos recursos que disponian. Extensa es la. relacion de los médicos, farmacéuticos, practicantes y alumnes de medicina y de farmacia que ‘rindaron su concurso asistencial en las ambulancias, en los hhospitales. de sangre o de campafia, en los cuerpos det ejército y de gendarmeria y en los barcos de le excuadra, Imposible es recordar a todos en esta disertacion forzose- mente limitada por razones de tiempo. Pero debemos sefialar, al menes, las principales contribuciones de algunos ‘miembros, del cuerpo miedico peruano que participaron en fa querra del Pacifico, En la campafia naval destacé el doctor SANTIAGO TAVARA. Su actuacion no sélo fue honrosa sino que merece calificarse de heroica, Médico y amigo de Miguel Grau se enrolé como cirujano del “Huascar”” en mayo de 1879, con el cargo de jefe del departamento de sonidad y el gredo de cirujano mayor. Participd en todos los combates, bloqueos y capturas de la campafia naval bajo las ordones do nuestro qlorioso almirante. EI comportamiento de Tavara ‘en Punta Angamos tuvo caracteres épicos, slentado sin duda or Ia ejemplar actitud de Miguel Grau, Elias Aguirre, Diego Ferré, Enrique Palacios, Melitén Carhajal, Pedro Garezon, José Melitén Rodriguez y en general de toda la tripulacion

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