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El crucifijo en lugares públicos:

un estímulo para vivir como hermanos

Para los cristianos el crucifijo es un signo del amor más grande que se ha
mostrado a la humanidad: Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, amó a
todos de una forma sacrificada al morir por la salvación de todos en una cruz.

Asumió tan horrenda muerte para perdonar nuestros pecados y todos los que
creen en Él pueden vivir una vida nueva, según sus enseñanzas: que se resumen
en amar a Dios y a los otros. Esto se traduce en vida fraterna y comunitaria.
Junto con ello, los creyentes ponemos nuestra esperanza en que vivir así, por
gracia de Dios, nos permitirá, luego de la muerte, participar de la eternidad.

Es un mensaje que se presenta al mundo como una oferta de amor, de


comunión y convivencia pacíficas. Que se puede vivir en el día a día,
permeando las costumbres de los pueblos, sus relaciones, la vida pública, su
historia, su cultura.

Una cruz en un lugar público puede ser motivación para penetrar en este
significado del Cristo crucificado que por amor nos salva y nos invita a una vida nueva,
donde la comunión y la paz no son sólo un sueño, sino un proyecto que se construye día a día
en el corazón de cada persona, de cada familia, en toda la Nación. Por eso, no ha de entenderse
como algo negativo, que ofenda a algunos, por ejemplo, de otras religiones, o personas ateas.
Al contrario, puede ser un estímulo para ser mejores ciudadanos, que en las diferencias
buscamos ser hermanos.

La cruz (o el crucifijo) ya hace parte de nuestra historia, de nuestra cultura. La implantación


de la cruz por Cristóbal Colón en La Vega, la devoción al Cristo de Bayaguana, el llevar un
rosario o un crucifijo sobre el pecho, habla de esta buena relación de los dominicanos con los
signos cristianos. Además, tanto nuestra bandera nacional como su escudo son dos símbolos
patrios que nos expresan un sentido profundo de la cruz en la identidad dominicana.

Y es que la bandera de nuestro país tiene en el centro una cruz blanca que representa la paz y
unión entre todos los dominicanos, la misma se extiende hacia las extremidades haciendo
cuatro rectángulos: dos color azul ultramar (representando al cielo que cubre la Patria, a Dios
que la protege y los ideales de progreso de los dominicanos) y dos color rojo bermellón (que
representa la sangre derramada por los patriotas para conseguir la independencia de la Nación).

El escudo dominicano (ratifica nuestra Constitución, art. 12), contiene en el cetro una Biblia
abierta y encima una cruz, al lado izquierdo un ramo de laurel y al lado derecho uno de palma,
significando la inmortalidad y la libertad, respectivamente.

Un signo cristiano como el crucifijo en espacios públicos es positivo para nuestra gente,
católicos y no católicos. Y convive sin problemas con la “libertad de conciencia y de cultos”,
el respeto al “orden público” y la promoción de “las buenas costumbres” que también
promueve nuestra Constitución dominicana (art. 45).

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