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La Luna es el único satélite natural de la Tierra y se encuentra a una distancia de 384.000 kilómetros. Mide aproximadamente un cuarto del tamaño de la Tierra y es el quinto satélite más grande del sistema solar. Debido a que el movimiento de la Luna está sincronizado con el de la Tierra, siempre vemos la misma cara mientras que la otra mira hacia el espacio, y la Luna muestra fases dependiendo de la sombra de la Tierra.
La Luna es el único satélite natural de la Tierra y se encuentra a una distancia de 384.000 kilómetros. Mide aproximadamente un cuarto del tamaño de la Tierra y es el quinto satélite más grande del sistema solar. Debido a que el movimiento de la Luna está sincronizado con el de la Tierra, siempre vemos la misma cara mientras que la otra mira hacia el espacio, y la Luna muestra fases dependiendo de la sombra de la Tierra.
La Luna es el único satélite natural de la Tierra y se encuentra a una distancia de 384.000 kilómetros. Mide aproximadamente un cuarto del tamaño de la Tierra y es el quinto satélite más grande del sistema solar. Debido a que el movimiento de la Luna está sincronizado con el de la Tierra, siempre vemos la misma cara mientras que la otra mira hacia el espacio, y la Luna muestra fases dependiendo de la sombra de la Tierra.
La Luna es el único satélite natural de la Tierra, lo cual significa que es un
cuerpo celeste en órbita alrededor de nuestro planeta. Se encuentra a una distancia de 384.000 kilómetros de la superficie terrestre. Cuenta con aproximadamente un cuarto del tamaño de la Tierra (alrededor de 3.476 kilómetros de diámetro ecuatorial) y es el quinto satélite más grande del sistema solar. Además, es el satélite más denso después de Ío, una de las lunas de Júpiter.
Como el movimiento de la Luna está sincronizado con el de la Tierra, desde
nuestro planeta siempre vemos de una misma cara de nuestro satélite, mientras que la otra –conocida como el “lado oscuro”– siempre mira hacia el espacio. Asimismo, la Luna cuenta con “fases”, instantes en los que se muestra más o menos entera a nuestros ojos, dependiendo del cono de sombra que la Tierra proyecte sobre ella en distintos momentos de su recorrido orbital. Por eso solo vemos una cara completa cuando hay luna llena.