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Terrassa Atenza.
Curs: 2018-2019.
En tercer lugar, decir que queda patente que la obra en cuanto al contenido
presenta una desproporción, en el sentido de que “no se trata sencillamente de relatar
equilibradamente una vida, sino de poner de relieve los logros particulares del general
Agrícola”, y en relación en este asunto, no se ha llegado a determinar con exactitud
sobre el tipo de género de la obrita, ya que Tácito entremezcla elementos de biografía,
de oratoria fúnebre y de historiografía, a lo que hay que añadir un virtuosismo del
autor durante todo su relato y que se traduce con una máxima o, sententia, a la
conclusión de cada capítulo, cosa que refleja su particular opinión sobre lo tratado en
los párrafos anteriores.
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Pasando a comentar la figura de Julio Agrícola, Tácito lo representa como el
personaje bueno de la obra en contraposición del malo, el tirano de Domiciano,
quedando meridianamente plasmado en las siguientes líneas “… que puede haber
grandes hombres incluso bajo malos Príncipes: la obsecuencia y la humildad, si no falta
espíritu de trabajo ni energía, alcanzan cotas de gloria más altas que quienes, por
caminos abruptos pero sin ningún beneficio público, ganaron celebridad muriendo para
conseguirla”.
Así pues, su suegro el general Julio “trató de servir con su vida a un bien
superior, el Estado romano, por encima del eventual gobierno de turno”. Siendo que las
principales virtudes de Agrícola son la moderación, el sentido del deber, el espíritu de
trabajo y el servicio público, las cuales quedan plasmadas con los monosílabos del
capítulo 42.4 “obsequium, modestia, industria, uigor”, unos valores que se consideran
como los propios de la nueva aristocracia de la Ciudad de la Loba. Haciendo referencia
al comentario de José Luís Conde, en la traducción de los valores anteriormente
citados, decir que no son conceptos fáciles de traducir, sin embargo, nos detalla su
explicación, para entender la figura de Agrícola.
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filosofía. Una virtud que claramente lo distingue de su Príncipe Domiciano, pero que
también lo hace con la figura de los estoicos, que buscan la ataraxia y la
imperturbabilidad, junto con la gloria y la fama, cosa que Agrícola a diferencia de los
estoicos nunca persiguió la fama ni el renombre.
Luego, parece ser que este sentido del equilibrio es la principal virtud de
nuestro protagonista principal. Como ejemplo el comentarista, nos la cita “como un
arma capaz de desarticular la irritabilidad de Domiciano”, o cuando era pretor y
organizó los juegos con un gasto moderado, incluso con la muerte prematura de su
hijo “Este revés no se lo tomó como muchos héroes, como un desafío, ni tampoco se
entregó a lamentos y llantos de mujer”. Y a continuación, en el mismo reglón del
capítulo 29.1 nos dice “Además, en el luto, la guerra era un consuelo”. Agrícola, nos
vuelve a demostrar su sentido de equilibrio en su quehacer diario, sabe compaginar el
dolor con en deber, no rehúye a su tarea de general a pesar del sufrir por la muerte de
su hijo, en un momento crucial de su vida, la batalla del monte Graupio.
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Sin embargo, creo que este general, un hombre “transparente” a todas luces,
“un hombre de estado”, no es más que una pieza del engranaje del Imperio Romano,
una herramienta utilizada para incrementar sus nuevas conquistas, aniquilando a todo
el que se ponga en contra, sin ningún tipo de miramiento, y los pocos que quedan
esclavizarlos.
Pienso, que el autor Cornelio Tácito, en los capítulos 30, 31 y 32 donde los
emplea íntegramente para describir la arenga de uno de los jefes de los británicos,
llamado Calgaco, momentos antes de la batalla crucial del monte Graupio, donde se
debate entre la venganza y la esclavitud, se esconden los verdaderos sentimientos de
autor Tácito. Innumerables expresiones nos dan a entender que los britanos son la
parte noble de esta obrita, al contrario del Imperio Romano encabezado por el tirano
Domiciano. Como muestra de las locuciones del jefe Calgaco, a destacar las siguientes:
“Aquí estáis reunidos todos, libres todavía, y ya no nos queda tierra donde escapar y ni
siquiera mar seguro…”, “Bandoleros planetarios… Al saqueo, el asesinato y el robo lo
llaman por falso nombre “ley y orden” y, después de arrasarlo todo, hablan de “paz.””,
“Cuando naces esclavo te venden de una vez por todas y, además, el amo te da de
comer: Britania compra su esclavitud todos los días y todos los días la alimenta.”, “La
amenaza y la represalia son frágiles garantes del afecto: hazlos desaparecer y, en
cuanto se pierda el miedo, empezará el Odio”, “Aquí hay jefe, hay ejército; allá,
impuestos y minas y los demás flagelos de la esclavitud: soportarlos para siempre o
vengarlos al instante, eso es lo que se juega en este campo de batalla. Al entrar ahora
en combate pensad en vuestros antepasados y en vuestros descendientes”.
Creo que no hacen falta comentarios, para entender que la arenga de Calgaco
es un sentimiento muy intenso del cual es partícipe nuestro autor. Una arenga extensa
a diferencia de la realizada por su suegro, de dos capítulos, mucho más fría y con un
sentido más miliciano, pensada desde el punto de la conquista del Imperio Romano y
del deber cumplido “Poned fin a las campañas, culminad medio siglo con un gran día,
demostradles a las autoridades que nunca se ha podido achacar al ejército ni pereza
para la guerra ni culpa de la resistencia.”
Finalmente, opino al igual que el comentarista Juan Luis Conde, que la obrita de
Cornelio Tácito, presenta tal ambigüedad y refleja tanta reticencia, que deja entrever
entre líneas lo que no está escrito, logrando así múltiples interpretaciones a los
lectores. Cito literalmente: “el libro es mucho más interesante que su protagonista, es
hermoso e incómodo, descarnadamente sincero y falso al mismo tiempo, un relato
manipulador, y será para siempre una apasionante fuente de incertidumbres,
suspicacias, interpretaciones disputadas, pasajes oscuros e incógnitas sin solución.”