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Nom i llinatges: Gabriel

Terrassa Atenza.
Curs: 2018-2019.

20216- HISTÒRIA ANTIGA


DE ROMA
Cornelio Tácito, Vida de Agrícola.
Cornelio Tácito, Vida de Agrícola.
Antes de empezar a analizar la obra de Cornelio Tácito, hay que hacer una serie
de consideraciones que, de una forma u otra, condicionan la narración de este
historiador, que a la vez también fue senador, cónsul y gobernador del Imperio
Romano, cuya vida discurre entre mediados del s.I d.C. hasta el año 120
aproximadamente.

La primera cuestión a tener en cuenta, es que el propio autor es el yerno del


protagonista principal de la obra, el general Julio Agrícola, cuya hija Julia fue la
cónyuge de Cornelio.

En segundo lugar, destacar que, tras la muerte de Agrícola, de la cual Tácito


junto con su mujer se encontraban ausentes, el autor no tuvo la oportunidad de
realizar la redacción de la laudatio en memoria de su suegro, cosa que probablemente
le afectó y como consecuencia de ello, surgiera la obrita que hoy comentamos.

En tercer lugar, decir que queda patente que la obra en cuanto al contenido
presenta una desproporción, en el sentido de que “no se trata sencillamente de relatar
equilibradamente una vida, sino de poner de relieve los logros particulares del general
Agrícola”, y en relación en este asunto, no se ha llegado a determinar con exactitud
sobre el tipo de género de la obrita, ya que Tácito entremezcla elementos de biografía,
de oratoria fúnebre y de historiografía, a lo que hay que añadir un virtuosismo del
autor durante todo su relato y que se traduce con una máxima o, sententia, a la
conclusión de cada capítulo, cosa que refleja su particular opinión sobre lo tratado en
los párrafos anteriores.

En cuarto lugar, y no menos importante, son “las motivaciones de naturaleza


política” que el autor tenía y que sin duda condicionaron su obrita. Presenta pues, una
versión particular de la tiranía del Imperio Romano, que presidia en aquellos tiempos
en manos de Domiciano, “un hombre capaz de condenar a muerte al autor de un
pasaje literario que consideraba ofensivo”, y que a su vez, es un personaje al cual el
autor acusa no de forma directa, pero sí que queda patente la posibilidad de que
Agrícola fuese asesinado por Domiciano, un emperador que mantenía una oposición
firme contra los miembros estoicos de su propio Imperio.

En cuanto al autor, decir que su forma de redactar ha marcado un estilo propio,


una especie de corriente del tacitismo, que se ha desarrollado a través de siglos. Se
trata de un modo de redactar donde se entremezclan aspectos de carácter estilista,
historiador, moralista y pensador político, llegando hasta nuestros días, a identificarse
con la idea de novela histórica actual.

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Pasando a comentar la figura de Julio Agrícola, Tácito lo representa como el
personaje bueno de la obra en contraposición del malo, el tirano de Domiciano,
quedando meridianamente plasmado en las siguientes líneas “… que puede haber
grandes hombres incluso bajo malos Príncipes: la obsecuencia y la humildad, si no falta
espíritu de trabajo ni energía, alcanzan cotas de gloria más altas que quienes, por
caminos abruptos pero sin ningún beneficio público, ganaron celebridad muriendo para
conseguirla”.

Así pues, su suegro el general Julio “trató de servir con su vida a un bien
superior, el Estado romano, por encima del eventual gobierno de turno”. Siendo que las
principales virtudes de Agrícola son la moderación, el sentido del deber, el espíritu de
trabajo y el servicio público, las cuales quedan plasmadas con los monosílabos del
capítulo 42.4 “obsequium, modestia, industria, uigor”, unos valores que se consideran
como los propios de la nueva aristocracia de la Ciudad de la Loba. Haciendo referencia
al comentario de José Luís Conde, en la traducción de los valores anteriormente
citados, decir que no son conceptos fáciles de traducir, sin embargo, nos detalla su
explicación, para entender la figura de Agrícola.

Industria vendría a ser la capacidad de trabajo que demostró durante toda su


vida nuestro general Julio, tanto en Britania como por los lugares y cargos que
desempeñó anteriormente.

Uigor, es decir vigor, se refiere al concepto de energía o vitalidad a la hora de


ejercer una tarea, sin embargo, en esta obrita hay de situarlo en un contexto
militarizado, ya que se trata de un general del Imperio Romano, donde hay que darle
un concepto de tipo castrense “un tipo de liderazgo emprendedor, activo y resulto con
que Tácito representa el gobierno de Agrícola en Britania”. Un general que se pone al
frente de sus hombres al iniciar la batalla, un general que sabe arengar a sus soldados
minutos antes de entrar en lucha.

En cuanto a las locuciones “obsequium ac modestiam”, ambas se repiten en el


transcurso de esta obrita y no de forma casual, que presentan una difícil traducción
donde la primera obsequim podría obtener tres significados, por una parte como
deferencia, amabilidad, condescendencia o sumisión, por otra parte sentido del deber
y finalmente según otros autores lo identifican con la pleitesía, vasallaje o servilismo,
haciendo referencia directa a la contraposición de valores de los dos principales
protagonistas, el general y su príncipe, “grandes hombres bajo malos Príncipes”.

Finalmente, modestiam, de fácil traducción, pero con un significado más


extenso y que a su vez hace distinguir a Agrícola del resto de protagonistas. Según el
comentarista Juan Luis Conde, la traducción más idónea sería “sentido de la medida” o
“la de evitar cuidadosamente los extremos”, es decir una búsqueda por el equilibrio de
las cosas, que según Conde tiene sus orígenes cuando Agrícola tenía afición por la

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filosofía. Una virtud que claramente lo distingue de su Príncipe Domiciano, pero que
también lo hace con la figura de los estoicos, que buscan la ataraxia y la
imperturbabilidad, junto con la gloria y la fama, cosa que Agrícola a diferencia de los
estoicos nunca persiguió la fama ni el renombre.

Luego, parece ser que este sentido del equilibrio es la principal virtud de
nuestro protagonista principal. Como ejemplo el comentarista, nos la cita “como un
arma capaz de desarticular la irritabilidad de Domiciano”, o cuando era pretor y
organizó los juegos con un gasto moderado, incluso con la muerte prematura de su
hijo “Este revés no se lo tomó como muchos héroes, como un desafío, ni tampoco se
entregó a lamentos y llantos de mujer”. Y a continuación, en el mismo reglón del
capítulo 29.1 nos dice “Además, en el luto, la guerra era un consuelo”. Agrícola, nos
vuelve a demostrar su sentido de equilibrio en su quehacer diario, sabe compaginar el
dolor con en deber, no rehúye a su tarea de general a pesar del sufrir por la muerte de
su hijo, en un momento crucial de su vida, la batalla del monte Graupio.

Lo que queda diáfanamente claro en esta obrita, es la diferencia entre el


Príncipe Domiciano y el general Agrícola. Dos tipos de carácter, que se reflejan
nuevamente en el capítulo 42.3 y que su lectura no tiene desperdicio “Propio de la
naturaleza humana es odiar a tu víctima, pero lo cierto es que incluso un carácter
como el de Domiciano, irascible en extremo y cuanto más huraño más inflexible,
conseguían aplacarlo la mesura y la prudencia de Agrícola, que no alentaba ni su fama
ni su ruina a base de rebeldía e inútiles alardes de independencia”.

Reflexión aparte, e interesante, es la que nos hace el comentarista, sobre el


suegro de Tácito y los otros protagonistas de la obrita, el Príncipe y los estoicos. Se
trata de que el Cornelio presenta una dualidad entre Agrícola y Domiciano, y llega a
incrementarla añadiendo a los estoicos, siendo que los dos últimos buscan la fama y la
gloria por medios diferentes, a diferencia de la del general Julio, de “quienes se
dejaron la vida o fueron condenados al exilio por defender su independencia de
pensamiento y su libertad de expresión”.

Desde mi punto de vista, la figura del general Agrícola, representaría en la


actualidad a “un hombre de estado”, un individuo instruido militarmente, con un
sentido del deber admirable, “Su compromiso con la guerra y la sumisión de los otros
es incuestionable. No pierde oportunidad y solo lamenta no poder continuar con la
tarea de conquista: no se contentaba con llevar victorioso a los confines de Britania y
pensaba en la posibilidad de pasar desde allí a Irlanda”, además, con unos claros
principios “Contaban algunos que era muy vehemente cuando se irritaba, si amable
con los buenos, antipático con los malvados. Sin embargo, no guardaba resentimiento
después de sus enfados, ni había por tanto que temer de su silencio: le parecía más
digna la ofensa pública que el odio encubierto”, son numerosos los ejemplos que
Cornelio Tácito hace de su suegro en toda su obra.

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Sin embargo, creo que este general, un hombre “transparente” a todas luces,
“un hombre de estado”, no es más que una pieza del engranaje del Imperio Romano,
una herramienta utilizada para incrementar sus nuevas conquistas, aniquilando a todo
el que se ponga en contra, sin ningún tipo de miramiento, y los pocos que quedan
esclavizarlos.

Pienso, que el autor Cornelio Tácito, en los capítulos 30, 31 y 32 donde los
emplea íntegramente para describir la arenga de uno de los jefes de los británicos,
llamado Calgaco, momentos antes de la batalla crucial del monte Graupio, donde se
debate entre la venganza y la esclavitud, se esconden los verdaderos sentimientos de
autor Tácito. Innumerables expresiones nos dan a entender que los britanos son la
parte noble de esta obrita, al contrario del Imperio Romano encabezado por el tirano
Domiciano. Como muestra de las locuciones del jefe Calgaco, a destacar las siguientes:
“Aquí estáis reunidos todos, libres todavía, y ya no nos queda tierra donde escapar y ni
siquiera mar seguro…”, “Bandoleros planetarios… Al saqueo, el asesinato y el robo lo
llaman por falso nombre “ley y orden” y, después de arrasarlo todo, hablan de “paz.””,
“Cuando naces esclavo te venden de una vez por todas y, además, el amo te da de
comer: Britania compra su esclavitud todos los días y todos los días la alimenta.”, “La
amenaza y la represalia son frágiles garantes del afecto: hazlos desaparecer y, en
cuanto se pierda el miedo, empezará el Odio”, “Aquí hay jefe, hay ejército; allá,
impuestos y minas y los demás flagelos de la esclavitud: soportarlos para siempre o
vengarlos al instante, eso es lo que se juega en este campo de batalla. Al entrar ahora
en combate pensad en vuestros antepasados y en vuestros descendientes”.

Creo que no hacen falta comentarios, para entender que la arenga de Calgaco
es un sentimiento muy intenso del cual es partícipe nuestro autor. Una arenga extensa
a diferencia de la realizada por su suegro, de dos capítulos, mucho más fría y con un
sentido más miliciano, pensada desde el punto de la conquista del Imperio Romano y
del deber cumplido “Poned fin a las campañas, culminad medio siglo con un gran día,
demostradles a las autoridades que nunca se ha podido achacar al ejército ni pereza
para la guerra ni culpa de la resistencia.”

Finalmente, opino al igual que el comentarista Juan Luis Conde, que la obrita de
Cornelio Tácito, presenta tal ambigüedad y refleja tanta reticencia, que deja entrever
entre líneas lo que no está escrito, logrando así múltiples interpretaciones a los
lectores. Cito literalmente: “el libro es mucho más interesante que su protagonista, es
hermoso e incómodo, descarnadamente sincero y falso al mismo tiempo, un relato
manipulador, y será para siempre una apasionante fuente de incertidumbres,
suspicacias, interpretaciones disputadas, pasajes oscuros e incógnitas sin solución.”

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