Y es que considerando que la orfebrería y la bisutería son algo así
como primas hermanas, hemos creído muy apropiado dedicar un post a adentrarnos en el mundo de la bisutería, que es una industria que cuenta con numerosos adeptos (más bien adeptas) en todo el mundo. La bisutería, que en el árbol genealógico del arte de tallar joyas es una descendiente de la orfebrería, se dedica al diseño, elaboración y producción de objetos que no son únicamente alhajas que lucir sino también adornos con que decorar pero con la gran diferencia de que no lo hace sirviéndose de metales preciosos y nobles sino de otro tipo de materiales y accesorios muy diversos. Estos materiales van desde ciertos metales, que pueden llevar un recubrimiento de un metal noble, a la madera pasando por la porcelana, la arcilla, la pasta de papel y el cartón aunque en algunos casos los objetos de bisutería pueden emplear materiales menos usuales pero no por ello menos originales como es el caso del fieltro, el macramé, la rafia, el esparto y otro tipo de tejidos o fibras textiles fácilmente ‘trabajables’ por un artesano. Pero, sin embargo, podría decirse que además de los materiales que siempre se han utilizado y de los que suelen utilizarse actualmente para confeccionar joyas cualquier otro tipo de material que hasta ahora no haya sido empleado para la producción ‘bisutera’ podría acabar haciéndolo en cuestión de tiempo y de tendencias. Además de la gran variedad de materiales que trabaja artesanalmente un especialista en bisutería, también es de obligada mención otro tipo de accesorios y abalorios que no pueden faltar en una pieza de este tipo gracias a los que el artesano consigue ornamentar la pieza hasta convertirla en una joya de bisutería. Estos accesorios, al igual que los materiales principales de que consta toda pieza, son muy variados y, de hecho, aunque tiempo atrás la pedrería de imitación o sintética fuera uno de los elementos clave y los componentes esenciales en toda joya de bisutería, hoy por hoy son muchos otros los que han ocupado un lugar muy importante en este arte. Los más habituales son los cabuchones de cristal o resina de distintas formas y colores; las fornituras florales, animales y de cualquier otra índole; los cueros, las pieles y las gamuzas; los cordones, hilos y lazos; las plumas, las cuentas, los ‘charms’, que son piezas colgantes que forman parte de una pieza mayor y a las que se le atribuyen el valor de amuletos o talismanes; las chafas, que son piezas utilizadas para terminar enfilados en sustitución de los clásicos y tradicionales nudos; y todo tipo de bases, entrepiezas o conectores, cadenas y cierres. De todos modos, cabe destacar que hay una diferencia entre la que denominan comúnmente ‘bisutería’ y la que recibe el nombre de ‘alta bisutería’, en la que se emplean aleaciones de metales preciosos en diversas proporciones en función del grado de dureza, color y punto de fusión que se quiera alcanzar. Como habréis podido comprobar, el mundo de la bisutería es infinitamente heterogéneo y mutable como consecuencia de la continua y constante aparición de nuevos materiales y ornamentos con los que poder crear unas piezas adaptadas a los tiempos, las modas y los gustos y preferencias de sus fieles seguidores y consumidores.