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Oliver Sacks es el autor de una serie de historietas puestas juntas en “El hombre

que confundio a su mujer con un sombrero” y desvelan con claridad las


profundidades del cerebro, dejando al descubierto, de forma fascinante, sus
misterios y funcionamiento, como si de un libro de ficción se tratara, a pesar de que
los casos narrados son reales.

Este neurólogo y escritor se ha convertido junto con Stephen Hawking, en uno de


los principales divulgadores del pensamiento científico entre el gran público

Oliver Sacks nació en Londres en 1933, era hijo de médicos y su madre fue una de
las primeras cirujanas de Reino Unido. Dos de sus hermanos siguieron la profesión
de sus padres, pero otro de los hijos padecía esquizofrenia que le influyó en su
carrera profesional.

Oliver y su madre estaban muy unidos hasta que ella se entero de que era
homosexual y con insultos, como "abominación", decide marcharse a San Francisco
(Estados Unidos), donde continuó su carrera, aunque el enfado de su madre y sus
palabras le acompañaron durante toda su vida, le condicionaron, le inhibieron y le
provocaron un gran sentimiento de culpa.

Sacks en una entrevista cuenta que "Estaba enfadado con mi madre, con la religión,
con Reino Unido y con la sociedad homofóbica", por lo que estuvo durante 35 años
sin mantener relaciones sexuales.

Sacks no solo se involucró con cada uno de sus pacientes, sino que se preocupó de
contar al mundo lo que él veía en ellos.

Oliver Wolf Sacks,fue un neurólogo y escritor británico,aficionado a


la química y divulgador de la ciencia, sobre todo de lo relativo a su
especialidad.​​
CAPÍTULO 11: ´´ La enfermedad de Cupido``

Este capítulo está dividida en dos historias la de la enfermedad de Cupido de


Natasha y el del hombre dibujante

El caso de la enfermedad de Cupido describe la historia de Natasha, una mujer de


noventa años que a partir de los ochenta y ocho años había tenido un gran cambio
que le hacía sentirse muy bien.
Pasó de ser seria y reservada a abierta, coqueta y con un gran sentido del humor
por lo que sus amigas empezaron a preocuparse.
Ella acudió a la consulta por voluntad propia auto diagnosticandose la "Enfermedad
de Cupido" pues estaba mala físicamente no emotivamente. Lo supo debido a que
ya la había experimentado tiempo atrás cuando con 20 años su labor en un burdel le
había llevado a contraer sífilis que era nombrado como la “Enfermedad de Cupido''
por las chicas del burdel.
Asique le contó a Sacks que ella fue tratada con ayuda de un hombre, que estaba
completamente enamorada de ella. Todo indicaba que la infección había sido
contenida, pero no erradicada ya que en aquellos años no se empleaba penicilina
aún, pues los tratamientos para la sífilis eran muy precarios.
El neurólogo pensó que el autodiagnóstico podría estar en lo cierto aunque le
parecía raro que se presentaran síntomas 70 años después, pero no era
descartable. Asique después de las pruebas clínicas se vieron las señales de
neurosífilis y esta era la responsable del cambio.
Sin embargo, ella hizo un pedido inusual:
no quería que la enfermedad de Cupido se agravará, pero tampoco quería
deshacerse de ella.
Esos cambios producidos por la enfermedad habían tenido consecuencias positivas
por lo que se sentía mejor que nunca. Por eso no se quería “curar del todo”.
De este modo, se le administró penicilina para acabar con las bacterias que
aparecían en su fluido espinal, pero no se le haría ningún tratamiento para los
efectos neurológicos.
En resumen, Ella no quería que la enfermedad fuera a peor pero tampoco quería
sentirse mal sin ella.

Luego Oliver Sacks explica otro caso. El de un hombre con una diagnóstico de
“manía” que se hallaba en la etapa agitada de la neurosífilis, por la cual había sido
internado. Tenía problemas para hablar, pero se comunicaba muy bien a través de
dibujos.
Asque Sacks pintó un cuadrado y le pidió que lo replicara, pero el hombre, en
cambio, pintó una caja llena de naranjas.
Días después repitió el ejercicio.
Aunque esta vez, el médico pintó una caja y el hombre partió de esa figura para
hacer una cometa y un niño llevándola.
Era claro que esa mente, perturbada de algún modo, también era vivaz y creativa.
Pero tras los medicamentos para controlar su manía al pedirle que dibujara apenas
hizo unas cuantas líneas.
Con menos frecuencia, la sífilis puede contagiarse a través del contacto directo con
una lesión activa, como al darse un beso o de la madre al bebé durante el embarazo
o el trabajo de parto.
La sífilis no se puede contagiar por usar el mismo inodoro, bañera, ropa o utensilios
para comer, o desde las perillas de las puertas, piscinas o jacuzzis.
Después de la infección inicial, la bacteria de la sífilis puede permanecer inactiva en
el cuerpo durante décadas antes de volverse activa de nuevo.La sífilis temprana se
puede curar, algunas veces con una sola inyección de penicilina.

Sin tratamiento, la sífilis puede dañar gravemente el corazón, el cerebro u otros


órganos, y puede poner en riesgo la vida.

Enfrentan un mayor riesgo de adquirir la si haces lo siguiente:


- Participar en relaciones sexuales sin protección
- Tener relaciones sexuales con múltiples parejas
- Eres un hombre que tiene sexo con hombres
- Estás infectado con el VIH, el virus que causa el SIDA

Casos como el de la enfermedad de Cupido de Natasha y el del hombre


dibujante, llevan a un cuestionamiento sobre lo normal y lo anormal. Se
conocen también casos de personas que, tras un ataque de epilepsia, quedan en un
estado de gran equilibrio mental y emocional. ¿Qué conviene hacer en estas
situaciones? Es una pregunta que no tiene una respuesta sencilla.
En Enero de 1985, Miguel O, había trabajado de peón agrícola en Puerto Rico y
aquejado de problemas en el habla. Cuando a un enfermo no se le suministra
L-Dopa al dibujar, por ejemplo un árbol, le dibujan sin hojas, ramas...Sin embargo,
cuando se recupera, adquiere vida.
lleva a una reflexión sobre los conceptos de normalidad y anormalidad, salud y
enfermedad, bienestar y malestar.

“No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”.


-Gabriel García Márquez-

La enfermedad de Cupido
Natasha se veía completamente lúcida. Dejando a un lado el humor y la
coquetería, no mostraba otros cambios.
De hecho, ¿podía considerarse que una mujer mayor, que de pronto “se portaba
como una jovencita”, estaba enferma? Ella misma definía su estado como fabuloso.
Así que, ¿por qué quería la consulta?

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