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PRACTICA 10
Perú
1. Acuerdo de Escazú
Muchos Estados de la región han adoptado medidas para hacer efectivo este
derecho mediante acciones administrativas y decisiones judiciales, pero los crecientes
problemas ambientales demuestran que aún falta mucho para hacer realidad la protección
del ambiente con un enfoque basado en los derechos. Una de las formas más importantes
en que las normas de derechos humanos contribuyen a salvaguardar un ambiente sano es
apoyando la formulación de políticas ambientales eficaces. En este sentido, los derechos
a la información, a la participación en la toma de decisiones y al acceso a recursos
efectivos son especialmente críticos. El ejercicio de estos derechos hace que las políticas
ambientales sean más transparentes, estén mejor informadas y responda mejor a los más
interesados.
La Visión de Lima, en esta etapa inicial del proceso, hizo explícito que los
derechos de acceso profundizan y fortalecen la democracia y contribuyen a una mejor
protección del ambiente y, por lo tanto, a la realización de los derechos humanos. La
Visión de Lima enfatizó además en que toda persona tiene derecho a un ambiente sano,
lo cual es esencial para el pleno desarrollo de los seres humanos y para el logro del
desarrollo sostenible.
Con relación al primer derecho que el Acuerdo de Escazú busca proteger, el del
acceso a la información, el Perú cuenta con normas referidas a la materia desde el 2002,
específicamente la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, Ley
n° 27806, vigente desde el 4 de agosto de 2002, que si bien no regula de manera específica
el ejercicio del derecho de acceso a la información ambiental, sí representa una ley marco
clave en tanto ordena un sistema efectivo de acceso a la información pública y considera
lo ambiental de manera implícita. Esta ley recoge expresamente el mandato constitucional
de que toda persona tiene derecho a solicitar y recibir información de cualquier entidad
pública y en ningún caso se exige expresión de causa para el ejercicio de este derecho.
Pese al esfuerzo que muchas autoridades han realizado para difundir información a través
de sus páginas web y han designado responsables funcionales para dichos efectos, aún se
puede identificar que existen autoridades públicas que responden fuera del plazo
establecido por la norma.
El segundo derecho regulado en el marco del Acuerdo de Escazú busca que una
adecuada participación de la población contribuya a mejorar la eficiencia de las
decisiones públicas y permita prevenir los conflictos ambientales que podrían surgir. Se
requiere evitar una participación restringida a lo formal, en donde se respetan las
disposiciones legales, pero que no implica una auténtica participación de la ciudadanía,
es decir, una participación sustantiva, instrumental, pero con valor en sí misma también.
3. Conclusiones
Como puede apreciarse, no son pocos los desafíos a los que nos enfrenta el nuevo
contexto de la pandemia en términos de democracia ambiental. Es más, la participación
pública enfocada como requisito y no como derecho fundamental e instrumental arrastra
una serie de brechas en su implementación desde antes de la crisis sanitaria y económica,
pero es evidente que la eficacia de esta se ve agudizada por los desafíos de dinamización
de la economía que, aunque no son escenarios antojadizos, sí demandan la plena
observancia de las garantías mínimas para no desnaturalizar el ejercicio de la
participación pública. Menos aún en un escenario donde la ciudadanía considera la
ratificación del Acuerdo de Escazú por parte del Congreso peruano como un paso
impostergable en la agenda pública nacional y regional.
4. Referencias