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Juan 15:1-8
I. La Vid verdadera.
a. No fue Israel ni el fruto de la Vid, sino El
b. Esto permite tener unidad por que El es la cabeza
Ser un sarmiento en la Vid significa que estamos unidos a Cristo y
tenemos su vida. Al permanecer en Él, su Vida fluye a través de
nosotros y da fruto. Es posible que el cristiano carnal produzca «obras»,
pero sólo el cristiano espiritual puede llevar fruto que permanece.
II. Mi Padre el labrador. Cada creyente tiene su tarea particular
que desarrollar: arar, sembrar, regar o cosechar; pero es Dios
quien da el crecimiento.
La vida que el pámpano recibe de su progenitor, la vid, es muy
valorada por el propietario de la viña, ya que sin ella no puede
haber cosecha.
La Biblia frecuentemente emplea la metáfora agrícola. Pablo
escribió a la iglesia de corintio: “Vosotros sois labranza [el
campo] de Dios” (I Cor. 3:6–9). En el campo de Dios (la iglesia)
hay sembradores, cultivadores y cosechadores, pero es Dios
en realidad quien da el crecimiento. Los obreros no deben
pelearse sobre su relativa importancia; Dios llama y coloca a
cada uno en el oficio divinamente determinado. Los
trabajadores son indispensables, pero el “labrador” divino da
vida y crecimiento a la vid (Jn. 15:1, 2).
El Padre es el labrador: