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Sentencia T-892A/06

ACCION DE TUTELA CONTRA CONSEJO SUPERIOR DE LA


JUDICATURA-Reconocimiento práctica de judicatura

ACCION DE TUTELA-Requisitos de procedibilidad

ACCION DE TUTELA-Carácter subsidiario

ACCION DE TUTELA-Instrumento que garantiza materialmente y con


prontitud el pleno disfrute de los derechos vulnerados o amenazados

ACCION DE TUTELA-Recursos que la hacen improcedente deben ser


idóneos para la defensa de derechos fundamentales

La Corte ha dicho de manera sistemática que, conforme a los artículos 2º y 86


de la Constitución y al numeral 1º del artículo 6º Decreto 2591 de 1991, el
análisis de la existencia de otros medios de defensa que desplacen a la acción
de tutela debe evaluarse en concreto. Si se tiene en cuenta que el objeto de
dicha acción es otorgarle una protección efectiva a los derechos
fundamentales, resulta indispensable concluir que el juez de tutela debe
evaluar en cada caso la idoneidad del otro medio de defensa para restablecer
los derechos fundamentales, de acuerdo con la forma como presuntamente
han sido vulnerados. Para evaluar la idoneidad del otro medio de defensa y
determinar si la acción de tutela es o no procedente, la Corte ha estimado
tener en cuenta dos elementos de análisis respecto del medio de defensa que
aparentemente prevalece sobre esta acción: a) El objeto del proceso judicial
que se considera que desplaza a la acción de tutela; b) El resultado previsible
de acudir al otro medio de defensa judicial respecto de la protección eficaz y
oportuna de los derechos fundamentales.

ACCION DE NULIDAD Y ACCION DE NULIDAD Y


RESTABLECIMIENTO DEL DERECHO-Determinación de
procedencia

ACCION DE TUTELA Y ACCION DE NULIDAD Y


RESTABLECIMIENTO DEL DERECHO-Diferencia de objeto

La diferencia entre los objetos de estas dos acciones no obsta para que en
algunas ocasiones la acción de nulidad prevalezca sobre la tutela. En ciertas
circunstancias, al preservar la legalidad de los actos administrativos y
restablecer los derechos de los asociados se pueden proteger efectiva y
oportunamente los derechos fundamentales de las personas. Sin embargo, en
otras situaciones ello no es posible. Por lo tanto, para determinar si la acción
de tutela procede en el caso concreto se deben tener en cuenta tanto el objeto
de la acción prevalente prima facie, como su resultado previsible, en relación
con la protección de los derechos fundamentales presuntamente vulnerados,
dentro del contexto del caso particular. En esa medida, si el juez observa que
en el caso concreto la preservación de la legalidad trae como resultado
también el restablecimiento pleno y oportuno de los derechos fundamentales
vulnerados, la tutela resulta improcedente. Por el contrario, si advierte que el
mecanismo de defensa judicial aparentemente prevalente no es idóneo para
restablecer los derechos fundamentales vulnerados de manera eficaz y
oportuna, la tutela resulta procedente.

ACCION DE NULIDAD Y RESTABLECIMIENTO DEL


DERECHO-Ineficacia para reconocimiento de práctica de judicatura

ACCION DE NULIDAD Y RESTABLECIMIENTO DEL


DERECHO-Casos en que es desplazada por la acción de tutela

En algunos de estos casos en que la tutela desplaza a la acción de nulidad y


restablecimiento del derecho, el factor de procedencia determinante es la
incidencia del tiempo sobre los derechos fundamentales. En tales eventos, ello
ocurre por cualquiera de las siguientes circunstancias: a) Porque la
prolongación del procedimiento contencioso afectaría
desproporcionadamente el ejercicio efectivo de los derechos fundamentales
presuntamente vulnerados o, b) porque para el momento en que el juez
contencioso adopte una decisión, el ejercicio pleno del derecho fundamental
vulnerado no puede restablecerse, y esta situación sólo puede ser resarcida
económicamente.

PRINCIPIO DE CONFIANZA LEGITIMA-Presupuestos

PREVALENCIA DEL DERECHO SUSTANCIAL-Desconocimiento


al exigir que práctica de judicatura fuese remunerada

CARRERA DE DERECHO-Práctica de judicatura/PRINCIPIO DE


CONFIANZA LEGITIMA-Vulneración por no reconocimiento práctica
de judicatura

La práctica de la judicatura ha sido entendida como el ejercicio de un cargo


en el cual se desempeñan funciones jurídicas, para efectos de acreditar los
requisitos de grado de los abogados, el principio de buena fe y confianza
legítima debe operar en este caso a favor del accionante, quien cumplió
inicialmente todos los requisitos académicos que su universidad le exigía, y
luego de un año de judicatura, en uno de los cargos previstos para ello, el
Estado no responde con el aval correspondiente y lo sorprende con una
decisión que trunca sus expectativas legítimas para graduarse. Es una clara
defraudación de la confianza legítima, como postulado que lidera una
protección para los particulares frente a cambios inesperados efectuados por
las autoridades públicas

DERECHO A LA EDUCACION-Importancia y necesidad de


otorgamiento del título

Referencia: expediente T-1420226

Acción de tutela instaurada por Darlinton


Javier Agualimpia Guerrero contra el H.
Consejo Superior de la Judicatura.

Magistrado Ponente:
Dr. ALVARO TAFUR GALVIS

Bogotá D. C., dos ( 2 ) de noviembre de dos mil seis (2006).

La Sala Octava de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los


magistrados, Clara Inés Vargas Hernández, Jaime Araujo Rentería y Álvaro
Tafur Galvis, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha
proferido la siguiente

SENTENCIA

En el proceso de revisión de los fallos adoptados por el Consejo Seccional de


la Judicatura de Cundinamarca- Sala Jurisdiccional Disciplinaria- y el H.
Consejo Superior de la Judicatura- Sala Jurisdiccional Disciplinaria- en la
acción de tutela instaurada por Darlinton Javier Agualimpia Guerrero contra
el H. Consejo Superior de la Judicatura.

I. ANTECEDENTES

1. Hechos

Darlinton Javier Agualimpia Guerrero instauró acción de tutela contra el H.


Consejo Superior de la Judicatura Sala Administrativa- Unidad de Registro
Nacional de Abogados y Auxiliares de la Justicia- por la supuesta vulneración
de sus derechos fundamentales a la educación, al trabajo, a escoger profesión
y oficio, al libre desarrollo de la personalidad y al principio constitucional de
buena fe.
Los hechos en los que se sustenta la demanda son los siguientes:

Darlinton Javier Agualimpia Guerrero fue nombrado por la administración


municipal de Istmina - Chocó - en el cargo de profesional universitario con
funciones jurídicas ad honorem, el dos (2) de enero de 2003 mediante
Resolución No. 004 Bis de 2003 y posesionado el mismo día. Trabajó al
servicio de dicha entidad hasta el 31 de diciembre de 2003, con el propósito de
que tal servicio le fuese reconocido como judicatura para optar por el título de
abogado.

Con ese fin y una vez terminado el año de servicio legal popular, presentó los
papeles para obtener el reconocimiento de su práctica laboral. El H. Consejo
Superior de la Judicatura, mediante Resolución 0342 de febrero 14 de 2006
negó el reconocimiento del tiempo servido al Municipio de Istmina, como
válido para optar por el título de abogado.

El accionante interpuso recurso de reposición para agotar la vía gubernativa, el


cual fue resuelto mediante la Resolución 0985 de marzo 6 de 2005,
confirmando el contenido de la Resolución 0342 .

A juicio del accionante, la corporación accionada “lo castiga” por haber


prestado a título gratuito un servicio remunerado y por ello le niega el aval de
su práctica. Señala que el Municipio de Istmina se encuentra inmerso en el
Acuerdo de Reestructuración de Pasivos y debido a la crisis administrativa y
financiera que atraviesa, su nombramiento en la Alcaldía se hizo sin
remuneración alguna.

El accionante relaciona sucintamente las normas a cuyo tenor él prestó un


servicio que el H. Consejo Superior de la Judicatura tendría que reconocer
como práctica válida para optar por el título de abogado. En especial, el
numeral cuarto del artículo 151 de la Ley 446 de 1998 que dispone : “haber
desarrollado labores jurídicas en entidades públicas del orden nacional,
departamental o municipal.” Por su parte, el artículo 23 del Decreto 3200 de
diciembre 21 de 1999 permite que los estudiantes de derecho que hayan
terminado materias puedan prestar sus servicios jurídicos en entidades
públicas, a fin de que éstas les sean reconocidas como servicio legal popular o
judicatura para optar por el título de abogado.

Sostuvo que el hecho de no recibir remuneración por parte de la Alcaldía de


Istmina, más que contravenir a la administración municipal, perjudicó su
propio peculio y el de su familia, quienes se vieron sometidos a muchas
dificultades para que él pudiera adelantar una práctica no remunerada. La
posición del H. Consejo Superior de la Judicatura vulnera el libre desarrollo
de su personalidad y el derecho al trabajo, en la medida en que impide el logro
de las metas propuestas y la esperanza de una mejor vida para las personas que
dependen de él.

Igualmente anota, que la decisión del H. Consejo Superior de la Judicatura


atenta contra el principio constitucional de la buena fe, porque quien hizo el
nombramiento estaba convencido de que era posible realizarlo en las
circunstancias citadas en la Resolución y no puede ser el estudiante quien
termine afectado por un posible error del que es ajeno.

En suma, solicita el amparo a sus derechos a la educación, trabajo, libre


desarrollo de la personalidad y buena fe, porque la actuación de la entidad
accionada le niega la posibilidad de culminar una etapa educativa que debe
terminar con el otorgamiento del título de abogado.

2. Pruebas allegadas al expediente

Con la demanda de tutela se allegaron las siguientes pruebas relevantes para la


decisión final.

- A folio 5 del expediente principal, copia de la Resolución de nombramiento


del señor DARLINTON JAVIER AGUALIMPIA en el cargo de profesional
universitario con funciones jurídicas de la Alcaldía de Istmina (Chocó).

- A folio 7, acta de posesión del señor Darlinton Agualimpia, en el cargo


mencionado.

- A folio 8, certificación de la Universidad Incca de Colombia donde consta


que el señor Darlinton Agualimpia aprobó el programa de derecho de esa
Universidad.

- A folio 9, certificado de tiempo de servicios prestados al Municipio de


Istmina y las funciones encomendadas.

- A folio 10, copia de la Resolución No. 0342 expedida por el H. Consejo


Superior de la Judicatura, “por medio de la cual se niega el reconocimiento de
una práctica jurídica”.

3. Intervención del H. Consejo Superior de la Judicatura

Mediante oficio No. 545 de mayo 25 de 2006, la Directora encargada de la


Unidad de Registro Nacional de Abogados y Auxiliares de la Justicia,
intervino en la presente tutela, oponiéndose a las pretensiones de la demanda.

En términos generales, el escrito reiteró en primer lugar, el contenido de la


Resolución 0342 expedida por el H. Consejo Superior de la Judicatura,
mediante la cual se consideró que la practica laboral realizada por el
accionante no era de aquellas que podía ser reconocida para optar por el título
de abogado. La Resolución en lo pertinente dispone:

... “La judicatura es una alternativa que el legislador brinda a los


egresados de realizar una práctica jurídica en un cargo adecuable
con las formalidades legales a cambio de la elaboración y
sustentación de la monografía o tesis de grado; que dicha práctica
se puede desarrollar en uno de los cargos que se enumeran en las
normas citadas en el epígrafe de la presente resolución.

“Que la Ley 552 de 1999 Art. 1 ° Derogó el Titulo Primero de la


Parte Quinta de la Ley 446 de 1998, relativa al servicio de Legal
Popular y el Art. 2° manifiesta que: ‘El estudiante que haya
terminado las materias del pensum académico, elegirá entre la
elaboración y sustentación de la monografía jurídica o la
realización de la práctica jurídica.’ En concordancia con el Decreto
1221 de 1990, artículo 21 numeral 3°. exige como uno de los
requisitos para la obtención del título de Abogado:

‘Haber elaborado monografía que sea aprobada, igual que el


examen de sustentación de la misma o haber desempeñado con
posterioridad a la terminación de estudios, durante un (1) año
continuo o discontinuo uno de los cargos previstos en las
disposiciones pertinentes; o haber prestado el servicio jurídico
voluntario regulado por el Decreto 1862 de 1989; o haber ejercido
durante dos (2) años la profesión en las condiciones señaladas en
el artículo 31 del Decreto 196 de 1971. ‘

“El Legislador se ha ocupado de crear una serie de cargos dentro


de la administración pública y de justicia, con el propósito de
descongestionar los mismos, contando para tal fin con la
colaboración que pueden prestar los futuros profesionales en los
diferentes despachos judiciales y otros organismos, que han sido
establecidos por ley, para que realicen una práctica real y no
teórica de lo aprendido durante el paso por la universidad; lo que
significa que son los únicos cargos sin remuneración, válidos para
acreditar la práctica jurídica.

“En lo referente a los cargos adecuables a la práctica jurídica en


calidad de Ad-Honorem son aquellos contemplados por el Decreto
1862 de 1989, como Auxiliares Judiciales en los despachos
judiciales, de la Ley 23 de 1991 el cargo de Auxiliar Ad-honorem
en el despacho del Defensor de Familia, la Ley 24 de 1992 que
reglamenta la prestación del servicio jurídico voluntario como
Defensor Público en la Defensoría del Pueblo, y la Ley 878 de
2004 que establece la prestación del servicio de Auxiliar Jurídico
Ad-Honorem en la Procuraduría General de la Nación y en el
Congreso de la República; cargos que se podrán desempeñar por
un tiempo no menor de nueve (9) meses, de tiempo completo de
manera exclusiva, desempeñando funciones de contenido jurídico.

“En el caso que nos ocupa, el egresado AGUALIMPIA


GUERRERO, fue vinculado en el carácter de Ad-Honorem para
laborar como abogado egresado con funciones jurídicas en la
Oficina Jurídica de la Alcaldía Municipal de Istmina, sin
remuneración alguna; así como lo manifiesta los documentos
aportados en los cuales se observa que la entidad territorial que lo
nombra no está llamada legalmente a realizar este tipo de vínculo,
toda vez que bajo tal condición, el servicio solo puede ser prestado
en un despacho como lo establecen las normas antes referidas, pues
el objetivo de crear estos cargos es en aras del
descongestionamiento de los despachos judiciales y otros
organismos designados por las normas las cuales son explícitas y
claras que no admiten por analogía otra entidad pública o cargo
diferente.

“A1 respecto, vale la pena recordar tal como lo manifiesta el


artículo 4° de nuestro ordenamiento civil que: ‘La ley es una
declaración de voluntad soberana manifestada en la forma
prevenida en la Constitución Nacional. El carácter general de la
ley es mandar, prohibir, permitir o castigar’. Por lo tanto, siendo
normas enunciadas claramente aplicables al caso que nos ocupa
ésta Unidad se atendrá a lo allí dispuesto y ordenado.

“Se concluye que tal vínculo no ofrece las condiciones de ley para
ser tenido en cuenta como válido para la finalidad que pretende el
solicitante, pues solo pueden los egresados designados
desempeñarse con tal propósito bajo la observancia de los
preceptos contemplados en el Decreto 3200 de 1979, numeral 1
literal g), el cual reza:

‘1. Hacer un año continuo o discontinuo de práctica o servicio


profesional, en uno de los cargos que se enumeran a continuación:

‘(…).

‘g). Empleado oficial con funciones jurídicas en entidades del


orden nacional, departamental o municipal.’
“En consecuencia, para acreditar la práctica jurídica bajo este
literal debe tener la calidad de empleado público con vinculación
legal y/o reglamentaria, ejercer un cargo debidamente establecido
en la planta de personal de la entidad donde se hayan previsto sus
emolumentos, durante un año posterior a la terminación y
aprobación de estudios con jornada laboral ordinaria y realización
de labores destinadas para el cargo las cuales deben ser jurídicas.

“No otra determinación puede tomarse ante la voluntad del


legislador, quien de manera clara, concreta y explícita señaló los
cargos Ad-Honorem mediante los cuales se puede acreditar la
práctica jurídica de manera exclusiva y excluyente, razón por la
cual no admite ninguna otra entidad en que se pueda realizar la
práctica jurídica de carácter ad-honorem.”

En segundo lugar, recordó que la Ley 446 de 1998 Parte V art. 151, citada en
la Resolución de nombramiento por el Alcalde de Istmina fue derogada por la
Ley 552 de 1999 y, en consecuencia, el ejercicio de la judicatura para el caso
en referencia debe supeditarse al régimen legal allí establecido. Se tiene
entonces, que el ejercicio de esa práctica bajo la modalidad Ad-Honorem esta
prevista única y exclusivamente en las siguientes disposiciones: Decreto 1862
de 1989, Auxiliar judicial Ad Honorem en los despachos judiciales; Ley 23 de
1991; Auxiliar Ad-honorem en el despacho del Defensor de Familia; Ley 24
de 1992, Defensor Público en la Defensoría del Pueblo y Ley 878 de 2004
Auxiliar Jurídico Ad-Honorem en la Procuraduría General de la Nación y en el
Congreso de la República. El cargo de Profesional Universitario Ad- Honorem
para el cual fue nombrado el accionante, en la Alcaldía Municipal de Istmina
no está amparado por ninguna norma legal que autorice el ejercicio de la
judicatura bajo esa modalidad.

II. SENTENCIAS OBJETO DE REVISIÓN

1. Sentencia de primera instancia

La sentencia de primera instancia proferida el 7 de junio de 2006 por el


Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca- Sala Jurisdiccional
Disciplinaria- concedió la tutela de los derechos invocados por el actor, bajo
las siguientes consideraciones:

- Para cumplir el requisito de la judicatura, lo relevante son las funciones y el


cargo y no las condiciones económicas en las que éste se ejerza.
- La entidad accionada asume una postura excesivamente formalista en este
caso, al aplicar e interpretar las normas y calificar los hechos, pues se limitó
simplemente a constatar que el acto administrativo de nombramiento se
sustentó en una norma derogada y que el cargo se ejecutó sin remuneración.
Ignorando así, que el nombramiento recayó en un cargo remunerado de la
planta de la administración municipal y que uno de sus fundamentos legales
estaba en una norma cuya vigencia no discuten las partes, cual es el artículo
23 del Decreto 3200 de 1979.

- Lo importante es este caso no era establecer si el actor prestó sus servicios


jurídicos en forma gratuita o remunerada, sino si ocupó un empleo oficial en
una entidad pública cumpliendo funciones jurídicas. Esto, por cuanto para
definir situaciones jurídicas, en nuestro orden jurídico prima el criterio
funcional o material.

- El hecho de que la autoridad municipal hubiese ignorado la derogatoria de


una norma de orden legal resulta irrelevante para definir el asunto, así “como
el que el actor – seguramente también por ignorancia- lo hubiese aceptado”.

- El accionante, a más de ocupar un cargo oficial, lo hizo gratuitamente, hecho


que de por sí sólo demuestra una actitud noble y solidaria de frente a una
situación financiera indiscutiblemente precaria que azota al Municipio de
Istmina. De manera, que sancionarlo por ello, negándole el reconocimiento del
cumplimiento del requisito legal para optar al título de abogado, concreta una
injusticia y un agravio inexplicable.

- El proceder de la entidad accionada, que consistió finalmente en una


interpretación y aplicación errónea de varias normas legales, incurrió en
flagrantes injusticias e inequidades, desconociendo groseramente valores
fundantes del Estado Social de Derecho.

2. Sentencia de segunda instancia

La Sala Disciplinaria del H. Consejo Superior de la Judicatura, revocó la


decisión adoptada en primera instancia, tras considerar (i) que no se advierte
ningún perjuicio irremediable en la situación que presenta el accionante, y (ii)
que la pretensión esbozada por el accionante tiene otra vía de defensa judicial.

En efecto, el fallo reitera el carácter subsidiario y residual de la acción de


tutela y en esa dirección sostiene que el accionante puede acudir a la justicia
contencioso administrativa para discutir la legalidad de los actos
administrativos adversos a sus intereses. La acción de tutela no se concibió
como un mecanismo apto para sustituir los demás medios de defensa judicial y
tampoco como una herramienta para modificar decisiones de la
administración. Igualmente señaló el fallo de segunda instancia que dentro del
expediente no se acota en concreto la dimensión del daño o afectación que
esté sufriendo el peticionario, frente a las quejas endilgadas a la entidad
accionada.

III. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia

Esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional es competente para conocer


de los fallos materia de revisión, de conformidad con los artículos 86 y 241 de
la Constitución Nacional y del Decreto 2591 de 1991 y demás disposiciones
pertinentes.

2. Problema jurídico

Debe la Corte analizar en el presente caso, si la negativa del H. Consejo


Superior de la Judicatura en reconocer las prácticas laborales que permiten
obtener el título de abogado al demandante, vulnera sus derechos a la
educación, libre desarrollo de la personalidad y buena fe. Para ello, será
menester (i) estudiar, el carácter residual de la acción de tutela en este caso,
que es además razón de la sentencia de segunda instancia para negar el
amparo propuesto; (ii) el principio de confianza legítima en las actuaciones de
la administración; (iii) el exceso ritual manifiesto y por ende la prevalencia de
lo sustancial sobre lo formal, de cara al contenido de la resolución que niega
la práctica laboral al accionante.

3. Requisitos para la procedencia de la acción de tutela

Según lo establece el artículo 86 de la Carta Política de 1991 y la


jurisprudencia reiterada de esta Corporación1, la acción de tutela es una
garantía y un mecanismo constitucional de protección directa, inmediata y
efectiva de los derechos fundamentales, cuando quiera que éstos resulten
vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad
pública o en determinados eventos de los particulares y no procede cuando
exista otro medio de defensa judicial, salvo que éste resulte ineficaz y se
configure un perjuicio irremediable, caso en el cual, la tutela se concede como
mecanismo transitorio, hasta tanto la autoridad correspondiente decida de
fondo sobre el asunto.2

No obstante, esta Corporación ha señalado con fundamento en la prevalencia


del derecho sustancial (art. 228 C.P.) y en la necesidad impuesta por la
Constitución Política, de dar efectividad a los derechos fundamentales (arts. 2,
1
Sentencia T-1214/00 Alvaro Tafur Galvis.
2
Sentencia T-615 de 2005 M.P. Alvaro Tafur Galvis.
5 y 86 C.P.), que en cada caso en particular, el juez de tutela debe evaluar la
eficacia del medio judicial que formalmente se muestra como alternativo, para
establecer si en realidad, consideradas las circunstancias del solicitante, se
está ante un instrumento que sirva a la finalidad específica de garantizar
materialmente y con prontitud el pleno disfrute de los derechos conculcados o
sujetos a amenaza3.

A este respecto, la Corte ha dicho de manera sistemática que, conforme a los


artículos 2º y 86 de la Constitución y al numeral 1º del artículo 6º Decreto
2591 de 1991, el análisis de la existencia de otros medios de defensa que
desplacen a la acción de tutela debe evaluarse en concreto.

Si se tiene en cuenta que el objeto de dicha acción es otorgarle una protección


efectiva a los derechos fundamentales, resulta indispensable concluir que el
juez de tutela debe evaluar en cada caso la idoneidad del otro medio de
defensa para restablecer los derechos fundamentales, de acuerdo con la forma
como presuntamente han sido vulnerados.

Para evaluar la idoneidad del otro medio de defensa y determinar si la acción


de tutela es o no procedente, la Corte ha estimado tener en cuenta dos
elementos de análisis respecto del medio de defensa que aparentemente
prevalece sobre esta acción:

a) El objeto del proceso judicial que se considera que desplaza a la acción


de tutela.

b) El resultado previsible de acudir al otro medio de defensa judicial


respecto de la protección eficaz y oportuna de los derechos
fundamentales.

En el presente caso el juez de tutela de segunda instancia deniega la


protección incoada, pues la considera improcedente porque existe otro medio
de defensa judicial: la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. El
objeto de esta acción, sin embargo, no es propiamente el de darle una
protección oportuna y eficaz a los derechos fundamentales, sino preservar la
legalidad de los actos administrativos y restablecer los derechos conculcados a
los administrados.

A pesar de lo anterior, la diferencia entre los objetos de estas dos acciones no


obsta para que en algunas ocasiones la acción de nulidad prevalezca sobre la
tutela. En ciertas circunstancias, al preservar la legalidad de los actos
administrativos y restablecer los derechos de los asociados se pueden proteger
efectiva y oportunamente los derechos fundamentales de las personas. Sin
embargo, en otras situaciones ello no es posible. Por lo tanto, para determinar
3
Cfr. Sentencia SU-086 de 1999 M.P.: Dr. José Gregorio Hernández Galindo
si la acción de tutela procede en el caso concreto se deben tener en cuenta
tanto el objeto de la acción prevalente prima facie, como su resultado
previsible, en relación con la protección de los derechos fundamentales
presuntamente vulnerados, dentro del contexto del caso particular.4

En esa medida, si el juez observa que en el caso concreto la preservación de la


legalidad trae como resultado también el restablecimiento pleno y oportuno de
los derechos fundamentales vulnerados, la tutela resulta improcedente.

Por el contrario, si advierte que el mecanismo de defensa judicial


aparentemente prevalente no es idóneo para restablecer los derechos
fundamentales vulnerados de manera eficaz y oportuna, la tutela resulta
procedente.

En algunos de estos casos en que la tutela desplaza a la acción de nulidad y


restablecimiento del derecho, el factor de procedencia determinante es la
incidencia del tiempo sobre los derechos fundamentales. En tales eventos, ello
ocurre por cualquiera de las siguientes circunstancias:5

a) Porque la prolongación del procedimiento contencioso afectaría


desproporcionadamente el ejercicio efectivo de los derechos
fundamentales presuntamente vulnerados o,

b) porque para el momento en que el juez contencioso adopte una


decisión, el ejercicio pleno del derecho fundamental vulnerado no puede
restablecerse, y esta situación sólo puede ser resarcida económicamente.

En particular para el caso que se estudia, la prolongación en el tiempo de un


obstáculo como el que se le ocasiona al accionante para obtener el título de
abogado, luego de haber cursado 5 años universitarios y haber prestado un año
de judicatura, puede tener repercusiones graves en relación con el derecho a la
educación, en tanto éste constituye presupuesto básico para el efectivo
ejercicio de otros derechos fundamentales tales como la igualdad en el ámbito
educativo, la escogencia de profesión u oficio y el libre desarrollo de la
personalidad.6

En virtud de lo anterior debe la Corte reiterar, que el juez constitucional no


puede denegar por improcedente la tutela por considerar en abstracto que
también procede la acción de nulidad y restablecimiento del derecho, sin tener
en cuenta los hechos del caso y el efecto que tendría la falta de protección
efectiva y oportuna sobre el ejercicio de los derechos fundamentales. Resulta
violatorio de los artículos 2º y 86 de la Constitución, y del artículo 8º del

4
Sentencia T-822 de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil .
5
Ibídem.
6
Sentencia T-807 de 2003, M. P. Jaime Córdoba Triviño.
Decreto 2591/91 denegar una acción de tutela por improcedente, debido a la
sola existencia formal de otro medio de defensa judicial, sin la debida
consideración de la situación fáctica concreta.

Por lo tanto, en el presente caso la acción de tutela resulta procedente, pues la


de nulidad y restablecimiento del derecho no permite proteger de manera
eficaz, rápida y oportuna los derechos presuntamente vulnerados.

Se recuerda que en casos anteriores de similares supuestos, la Corte ha tenido


oportunidad de señalar que “si se cuestionara la procedencia de la acción de
tutela en los casos objeto de revisión invocando la oportunidad que el
ordenamiento jurídico ofrece a los accionantes para solicitar la reparación
del daño causado por la Administración, es decir las acciones ante la
jurisdicción de lo contencioso administrativo, se respondería…, que los
accionantes no tienen a su alcance un medio judicial de defensa a través del
cual puedan acceder a sus pretensiones, esto es, el otorgamiento del título de
especialistas en los programas cursados. Por ende, la tutela sí se erige como
el instrumento legítimo a través del cual los actores podían invocar la
protección de sus derechos fundamentales” T-807 de 2003, M. P. Jaime
Córdoba Triviño.

En la sentencia T-494 de 2004, M. P. Rodrigo Escobar Gil, en donde se


demandaba igualmente una resolución del H. Consejo Superior de la
Judicatura que había negado a un estudiante las prácticas laborales para optar
por el título de abogado, la Corte señaló:

“En lo que guarda relación con la sentencia de instancia en lo


tocante a la oportunidad que el ordenamiento jurídico ofrece al
accionante para solicitar la reparación del daño causado, es
pertinente anotar que el accionante no cuenta con un medio
judicial de defensa efectivo para acceder a sus pretensiones, esto
es al reconocimiento de su práctica jurídica como presupuesto
para obtener el título de abogado.”

4. Principio de confianza legítima

La Corte Constitucional ha acudido al principio de la confianza legítima en


eventos en que el conflicto decidido por los jueces de instancia involucra
decisiones sorpresivas de la Administración, las que, en atención al postulado
de la buena fe, no fueron previstas por el ciudadano.
El principio de la confianza legítima en la Administración encuentra sustento
constitucional en la buena fe7 y se aplica como mecanismo de solución de
controversias entre el interés general que aquélla representa y el interés
particular del administrado, en eventos en que la Administración le crea
expectativas favorables pero luego, de manera súbita, lo sorprende con la
eliminación de dichas condiciones.

A tal principio, la jurisprudencia ha reconocido tres presupuestos para su


ocurrencia: i) la necesidad de preservar de manera perentoria el interés
público; ii) una desestabilización cierta, razonable y evidente en la relación
entre la administración y los administrados y iii) la necesidad de adoptar
medidas por un período transitorio que adecuen la actual situación a la
nueva realidad. 8

La Corte ha estimado así que la confianza que el particular deposita en la


seriedad y estabilidad de la actuación administrativa es digna de protección y
respeto, de tal suerte que se trata de un principio que “ no sólo es éticamente
deseable sino jurídicamente exigible”9.

En consideración a los principios de confianza legítima y buena fe, las


autoridades y los particulares deben entonces ser coherentes en sus
actuaciones, respetar los compromisos adquiridos en sus acuerdos y
convenios, y garantizar la estabilidad y durabilidad de las situaciones
generadas, de tal suerte que “así como la administración pública no puede
ejercer sus potestades defraudando la confianza debida a quienes con ella se
relacionan, tampoco el administrado puede actuar en contra de aquellas
exigencias éticas”10.

5. Exceso ritual manifiesto y prevalencia del derecho sustancial.

A la luz de la aplicación del artículo 228 constitucional y velando para que no


se incurra en un exceso ritual manifiesto11 que desconozca el derecho
7
El principio de buena fe está consagrado, en los siguientes términos, en el artículo 83
de la Cara Política: “Las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas
deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las
actuaciones que aquellos adelanten ante éstas”.
8
Cfr. Corte Constitucional. Sentencias T-961-01, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra
y T-660-02, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
9
Corte Constitucional. Sentencia T-660-02, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
10
Corte Constitucional. Sentencia T-295-99, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
11
El concepto de exceso ritual dentro del proceso se ha extendido a la apreciación
probatoria. En esta materia la Corte ha dicho: “aun cuando los jueces gozan de
libertad para valorar el material probatorio con sujeción a la sana crítica, no pueden
llegar al extremo de desconocer la justicia material, bajo la suposición de un exceso
ritual probatorio contrario a la prevalencia del derecho sustancial (art. 228 C.P). Por
ello, es su deber dar por probado un hecho o circunstancia cuando de dicho material
emerge clara y objetivamente su existencia.” Ver Sentencia T-974/03, Magistrado
sustancial, la Corte ha tenido la oportunidad de señalar que algunas exigencias
de tipo nominal-formal que realizan los operadores jurídicos, pueden llegar a
vulnerar derechos de rango superior. Claro ejemplo de lo anterior es la
Sentencia T-1123/02, 12en la cual la Corte conoció de una tutela interpuesta
por numerosos pensionados, en virtud de que en el proceso adelantado para el
cobro de sus mesadas el juez laboral, después de la remisión por falta de
competencia realizada por el juez civil, inadmitió la demanda, a la luz de lo
exigido en el artículo 65 del Código de Procedimiento Civil, puesto que la
apoderada de los pensionados no había dirigido los poderes conferidos al
juzgado laboral sino al civil. En virtud de los hechos señalados, se interpuso
una tutela contra las providencias judiciales mencionadas. Al conocer de ésta
la Corte señaló:

“- En el caso sujeto a análisis aparece claro, que lo relevante es


que los poderes conferidos a la apoderada de los demandantes, le
fueron otorgados por los actores (pensionados) para que instaurara
ante la justicia ordinaria la acción correspondiente con el fin de
que se declarara la responsabilidad subsidiaria de la sociedad
matriz controlante, para el caso la Federación Nacional de
Cafeteros, Fondo Nacional del Café con los pasivos de la entidad
de la sociedad controlada, o sea, la Compañía de Inversiones de la
Flota Mercante S.A, en liquidación obligatoria.

“- Que ello es lo sustancial o fundamental, sin que por lo tanto, se


considere que el hecho de dirigir los poderes al Juez Civil del
Circuito ‘Reparto’ sea necesario repetirlos para que sean
expresamente dirigidos al Juez Laboral, pues para el caso, el
encabezamiento del poder no le resta nada a la manifestación
expresa de la voluntad que implica el haber otorgado el poder para
un propósito definido como es lograr la efectividad en el pago de
sus pensiones y de esta manera se estima entonces, que la ausencia
de tal formalidad, no desvirtúa la esencia de la acción propuesta, ni
existe duda alguna sobre la pretensión de los demandantes,
entonces no hay razón para no haber admitido la demanda, pues
como bien lo señala la apoderada de la parte accionante, el
artículo 85 del Código de Procedimiento Civil y la Ley 446 de 1998
contemplan la remisión de la demanda al juez competente, sin
precisar que deban adecuarse los poderes otorgados para
incoarla.”

Ponente Rodrigo Escobar Gil


12
M. P. Álvaro Tafur Galvis
Por tales motivos, en esa ocasión se concedió la tutela al debido proceso, y la
Corte, previamente a las consideraciones particulares, refiriéndose al principio
de prevalencia del derecho sustancial sobre la forma, sostuvo:

“(...) el artículo 228 de la Constitución Política, ordena que en las


decisiones judiciales prevalecerá el derecho sustancial. Ello es así,
porque no se puede concebir un estado de derecho sin garantía
efectiva de los derechos de las personas. El respeto a la dignidad
humana y al trabajo consagradas en el ordenamiento Superior, le
dan un contenido material y no simplemente formal al estado de
derecho, el cual no puede mirarse exclusivamente bajo la óptica del
“exclusivo imperio de las leyes”.

“5.2 Así las cosas se estima que en el examen de cualquier acto


jurisdiccional, no debe ignorarse dar prevalencia el derecho
sustancial constituye el fin principal de la administración de
justicia (art. 228 CN). La validez de una decisión judicial de
carácter procesal debe necesariamente juzgarse a partir del
problema de fondo de derecho sustantivo a cuya resolución ella se
enderece.

“5.3 Lo anterior es válido en razón de que el estado social de


derecho, exige la protección y el respeto a la persona humana y en
tal medida no se puede mantener la vigencia y eficacia de actos
jurisdiccionales lesivos de los derechos y garantías de las personas
constitucionalmente establecidos. La propia concepción del Estado
de derecho no se agota en la proclamación formal de los derechos
de las personas sino que se configura a partir de su efectiva
realización.

“5.5 La autonomía que la Constitución Política le reconoce a las


autoridades encargadas de impartir justicia (arts. 228 y 230), debe
ser siempre armonizada y conciliada con las garantías
incorporadas en los artículos 13 y 53 del mismo ordenamiento que
le reconocen a todas las personas, en particular a los trabajadores,
los derechos a ‘recibir la misma protección y trato de las
autoridades’ y a ser favorecidos ‘en caso de duda en la
interpretación y aplicación de las fuentes formales del derecho’.

“5.6 En tal medida, se estima entonces, que una vez establecida la


norma jurídica que resulte aplicable al asunto materia de
controversia, surge para el funcionario judicial competente
responsable de su aplicación, la obligación constitucional de
interpretar la misma en el sentido que resulte más favorable al
trabajador y ante las posibles dudas que pueden surgir sobre el
sentido y alcance de una norma, y frente a las diversas
interpretaciones que de la misma se formulen, es deber del juez
elegir aquella que interprete en mejor medida los derechos
laborales.

“5.7 En este sentido debe recordarse, que la Constitución consagra


el respeto de los derechos fundamentales, lo cual implica que esta
protección debe prevalecer sobre normas procesales que de ser
aplicadas conducirían la negación de los mismos.

“5.8 Igualmente se estima, que a los jueces les corresponde


apreciar, interpretar y aplicar las leyes y demás normas, conforme
a los dictados de las reglas y principios consagrados en la
Constitución, buscando además que sus decisiones sean justas,
dado que ellas son uno de los instrumentos del Estado para
asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo
(CP art. 2), lo expresado está en armonía con lo dispuesto por el
artículo 228 de la Carta que expresa que. ‘...Las actuaciones serán
públicas y permanentes con las excepciones que establezca la ley y
en ellas prevalecerá el derecho sustancial....’.

“5.9 Por último debe tenerse en cuenta que el juez como autoridad
judicial responsable del proceso debe adelantar el mismo con
criterios de proporcionalidad y de razonabilidad, en relación con
los hechos y circunstancias, que le sirvan de causa.”

A la luz de este alcance dado al principio de prevalencia del derecho sustancial


sobre las formas, la Sala entrará a analizar el caso en concreto.

6. Caso concreto

El accionante considera que la Resolución No. 0342 de 14 de febrero de


2006 dictada por el H. Consejo Superior de la Judicatura viola sus derechos
a la educación, escogencia de profesión y oficio, libre desarrollo de la
personalidad y buena fe, al desconocerle la práctica jurídica que hizo en la
Alcaldía de Istmina. Por su parte, el H. Consejo Superior sostiene que el
actor sustenta sus pretensiones en una norma derogada y aduce que
solamente procede la judicatura en la modalidad ad- honorem en aquellos
cargos expresamente establecidos en el Decreto 1862 de 1989, y en las
Leyes 23 de 1991, 224 de 1992 y 878 de 2004. La sentencia de primera
instancia concede la tutela sobre la base de que existió un excesivo rigor de
la entidad accionada al evaluar las prácticas realizadas por el estudiante, y
la sentencia de segunda instancia revoca esa decisión luego de sostener que
existe otro mecanismo de defensa judicial.

Del anterior recuento fáctico, se derivan dos temas que deben abordarse:
(i) primero, el sustento normativo de la resolución de nombramiento del
accionante en la Alcaldía de Istmina y (ii) segundo, la modalidad del cargo
en la que fue nombrado el accionante.

1. En relación al primer cuestionamiento, considera la Sala lo siguiente: el


accionante fue nombrado por el Alcalde de Istmina en el cargo de
profesional universitario con funciones jurídicas, ad honorem, adscrito a la
Oficina Jurídica del Municipio de Istmina. El texto de la Resolución de
nombramiento es el siguiente:

RESOLUCIÓN No.004Bis DE 2003


(2 – Enero)
Por Medio de la cual se hace un Nombramiento Ad Honorem
Causa El Alcalde Municipal de Istmina en uso de sus facultades
constitucionales, legales y,

CONSIDERANDO

Que es facultad del señor Alcalde Municipal de Istmina, de


conformidad con las leyes existentes, vincular a la administración
municipal, profesionales universitarios que se necesiten para el
buen funcionamiento y desarrollo de la administración pública.

Que la Ley 446 de 1998, Parte Quinta Título Primero, Articulo 151,
señala las actividades dentro de las cuales puede ejercerse el
servicio legal popular para optar por el título de Abogado.

Que el numeral cuarto del artículo 151 Ibidem, señala “haber


desarrollado labores jurídicas en entidades públicas del orden
nacional, departamental o municipal.

Que el articulo 23 literal “g” del decreto 3200 de diciembre 21 de


1979, permite que los estudiantes de derecho que hayan terminado
materias puedan prestar sus servicios jurídicos en las entidades
públicas a fin de que le sean reconocidos como servicio legal
popular o judicatura para optar por el título de abogado.

Que el Municipio de Istmina se encuentra actualmente inmerso en


el acuerdo de reestructuración de pasivos dentro del marco de la
ley 550 de 1999, y no cuenta con recursos económicos y
presupuestales para sufragar los costos de personal, para apoyar
dicho proceso.

Que la Administración Municipal cuenta con una oficina de


depuración de acreencias, en cabeza de la asesora jurídica, la cual
para el buen desarrollo de dicho acuerdo requiere del apoyo de un
profesional universitario, que se encargue de las siguientes
funciones, entre otras:

1). Llevar el seguimiento de los procesos que se adelantan en


contra del municipio.

2). Revisar las solicitudes de pensión de los empleados y emitir


conceptos jurídicos de las mismas.

3). Elaborar los contratos de prestación de servicios y demás


contratos que la administración requiera.

4). Responder las solicitudes de la comunidad (derechos de


petición) y demás acciones referentes a su cargo.

5). Contestar las acciones de tutela que contra la administración


sean presentadas y llevar un archivo estadístico de las mismas.

6). Las demás funciones que en virtud del cargo y de su superior


inmediato sean requeridas.

Que en mérito de lo anteriormente expuesto

RESUELVE:

ARTICULO PRIMERO: Nombrar al señor DARLlNTON JAVIER


AGUALIMPIA GUERRERO, identificado con cedula de ciudadanía
numero 80.229.243 de Bogotá y carné de la Universidad INCCA
de Colombia numero 51867 en el cargo de Profesional
Universitario con funciones jurídicas, Ad Honorem Causa Adscrito
a la Oficina Jurídica del Municipio de Istmina.

ARTICULO SEGUNDO: Que las funciones realizadas por el


profesional universitario serán supervisadas por el Secretario
General y de Gobierno con funciones de Jefe de Personal o por el
Alcalde

ARTICULO TERCERO: La presente resolución rige a partir de la


fecha de su expedición. COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE”

Así, los fundamentos normativos de la Resolución de nombramiento son : el


numeral 4º del artículo 151 de la Ley 446 de 1998 y el Decreto 3200 de
1979, en su artículo 23, literal g).

Al decir del ente accionado, la primera disposición se encuentra derogada por


la Ley 552 de 1999, y no cabía su aplicación al caso del señor Darlinton
Agualimpia, constituyéndose tal circunstancia en uno de los motivos para
negar la práctica laboral realizada por el accionante en la Alcaldía de Istmina.

En efecto, los artículos 1º y 2º de la Ley 552 de 199913 señalan lo siguiente:

“Artículo 1º. Derógase el Título Primero de la Parte Quinta de la Ley 446 de


1998, relativa al Servicio Legal Popular. Artículo 2°. El estudiante que haya
terminado las materias del pensum académico (antes de la entrada en
vigencia de la presente ley)14, elegirá entre la elaboración y sustentación de la
monografía jurídica o 1a realización de la judicatura.”

A su vez, el numeral 4º del artículo 151 de la Ley 446 de 1998,15 disponía:

“De las actividades dentro de las cuales puede ejercerse el servicio


legal popular: Para cumplir con el servicio legal popular, el
egresado deberá desarrollar alguna de las siguientes actividades,
trabajando tiempo completo y con dedicación exclusiva:

“(…)

“4) Haber desarrollado labores jurídicas en entidades públicas del


orden nacional, departamental o municipal.”

Lo anterior significa, tal como lo expone la entidad accionada, que el Alcalde


de Istmina dijo sustentar la Resolución 004 Bis de 2003 en una norma
derogada; sin embargo, el asunto que ocupa a la Corte es saber si ello era
determinante y concluyente para negar la práctica jurídica reclamada por el

13
“Por la cual se deroga el Título I de la Parte Quinta de la Ley 446 de 1998.”
14
El aparte resaltado fue declarado inexequible por la Corte Constitucional mediante
sentencia C-1053 de 2001 M. P. Alvaro Tafur Galvis.
15
El Título Primero, de la Parte Quinta de la Ley 446 de 1998, correspondía a los
artículos 149 a 160 .
actor, máxime cuando el legislador, aún a través de la Ley 552 de 1999,
mantuvo la judicatura como opción de grado.

La Corte Constitucional en la sentencia C-1053 de 2001 16 efectivamente


recordó, que en la exposición de motivos que dio lugar a la expedición de la
Ley 552 de 1990, el senador Juan Martín Caicedo Ferrer, autor de la iniciativa,
puso de presente las razones que justificaban los artículos 1º y 2º del proyecto
tendientes a derogar el Título I de la parte quinta de la Ley 446 de 1998,
dejando en claro que los estudiantes de derecho “continúan contando con la
opción de realizar una monografía o adelantar la llamada judicatura. Con
ello se garantizará que aquellos que escojan la segunda alternativa sean
quienes tengan vocación definida de servicio a la comunidad a través del
ejercicio del derecho.”17

A juicio de la Corte, entonces, la mención que de la Ley 446 de 1998 se hace


en la Resolución de nombramiento del accionante en un cargo de la Alcaldía
de Istmina, en nada incide en el reconocimiento de la práctica realizada por
el estudiante Darlinton Agualimpia, teniendo en cuenta que el artículo 151
simplemente discriminaba los cargos en los cuales se podía ejercer el
denominado anteriormente servicio legal popular, listado que se encuentra
igualmente previsto en el Decreto 3200 de 1979, norma citada por el H.
Consejo Superior de la Judicatura para señalar los cargos en los que puede
ejercerse la judicatura.

Por este primer aspecto entonces, no tiene razón el H. Consejo Superior en


cimentar su negativa de reconocer la práctica laboral realizada por el
estudiante, en la norma invocada en la Resolución de nombramiento, cuando
ello en nada varía la obligación de acreditar el servicio prestado. El artículo
151 preveía las actividades que pueden desarrollarse para la práctica laboral
como requisito de grado, mientras que el art. 2 de la Ley 552 de 1990
establece simplemente los requisitos para obtener el grado de abogado, dentro
de los cuales se incluyó, como se dijo, la judicatura.

El otro fundamento de la Resolución 004 Bis de 2003 es el artículo 23, literal


g) del Decreto 3200 de 1979,18 norma que según lo sostuvo el propio Consejo
Superior de la Judicatura en la intervención que hiciera ante el juez de primera

16
M. P. Alvaro Tafur Galvis
17
Gaceta del Congreso 329, 24 de septiembre de 1999, páginas 10 y 11.
18
a) Juez, Fiscal, Notario, o Registrador de instrumentos en interinidad.
b)Relator del Consejo Superior de la Judicatura, de la Corte Suprema de Justicia o del
Consejo de Estado.
c) Auxiliar de Magistrado o Fiscal.
d) Secretario de Juzgado, de Fiscalía y de Procuraduría Delegada o de Distrito.
e) Oficial Mayor de Despacho Judicial, de Fiscalía , de Procuraduría Delegada, de Distrito
o Circuito y Auditor de Guerra.
f) Comisario o inspector de Policía o de Trabajo; Personero titular o delegado
instancia,19 señala las entidades en las que los aspirantes al título de abogado
pueden realizar la judicatura. Siendo así y vista la situación del accionante, la
Sala concluye que el joven Darlinton Agualimpia prestó sus servicios en un
cargo previsto para ello, de conformidad con las normas pertinentes
relacionadas por el H. Consejo Superior y, por ende, estaba esa entidad en
la obligación de certificar y reconocer el trabajo realizado en la Alcaldía de
Istmina como profesional universitario con funciones jurídicas, en tanto
ninguna otra exigencia suponen las normas que le eran aplicables al
estudiante.

2. El segundo tema a tratar, y que se erige en otra razón aducida por el ente
demandado para negar la práctica de la judicatura al accionante, estriba en que
para la entidad accionada el ejercicio de la judicatura para este caso concreto
debía supeditarse al régimen legal establecido para los cargos ad-honorem, en
tanto el Alcalde hizo el nombramiento del accionante como profesional
universitario en la modalidad ad- honorem.

A este respecto la Corte considera, que claramente la intención del Alcalde de


Istmina se concretó en manifestar que no podía atender salarialmente un
nuevo cargo porque la situación financiera del Municipio no se lo permitía, y
por ello, la práctica en un cargo remunerado, debía prestarse sin salario
alguno. Lejos estaba, como quiere hacerlo ver el ente accionado, en querer
convertir un cargo de la administración del Chocó en uno de los denominados
especialmente ad- honorem, y que son ampliamente conocidos por sus
especificidades en el tiempo y en las entidades que se prestan.20

Tal como lo manifestó el juez de primera instancia, lo realmente relevante en


este caso y que debió ser considerado por el ente accionado, es que el
estudiante ejerció su judicatura en un cargo de la administración municipal,
que no deja de ser remunerado por prestarse de manera gratuita y confió en
que su práctica sería reconocida para obtener el título de abogado. Pretender
que la sola nominación ad- honorem asimilaba el cargo a uno de los llamados
por la ley como tal, es caer en un excesivo ritual manifiesto que, como se vio,
es contrario al artículo 228 de la Constitución.

g) empleado oficial con funciones jurídicas en entidades públicas del orden nacional,
departamental o municipal .
h) Abogado o asesor jurídico de entidad bajo la vigilancia de las Superintendencias
Bancaria o de Sociedades.
i) Monitor de consultorio jurídico debidamente nombrado para jornada completa de
trabajo, con el carácter de asistente docente del Director del Consultorio en la
realización de las prácticas del plan de estudios.”
19
Folio 37 del expediente.
20
Decreto 1862 de 1989, Auxiliar judicial Ad Honorem en los despachos judiciales; Ley 23
de 1991; Auxiliar Ad-honorem en el despacho del Defensor de Familia; Ley 24 de 1992,
Defensor Público en la Defensoría del Pueblo y Ley 878 de 2004 Auxiliar Jurídico Ad-
Honorem en la Procuraduría General de la Nación y en el Congreso de la República.
Si la práctica de la judicatura ha sido entendida como el ejercicio de un cargo
en el cual se desempeñan funciones jurídicas, para efectos de acreditar los
requisitos de grado de los abogados, el principio de buena fe y confianza
legítima debe operar en este caso a favor del accionante, quien cumplió
inicialmente todos los requisitos académicos que su universidad le exigía,
y luego de un año de judicatura, en uno de los cargos previstos para ello,
el Estado no responde con el aval correspondiente y lo sorprende con una
decisión que trunca sus expectativas legítimas para graduarse. Es una clara
defraudación de la confianza legítima, como postulado que lidera una
protección para los particulares frente a cambios inesperados efectuados por
las autoridades públicas.21 Por ello, no puede ser el accionante quien padezca
los resultados de la contingencia administrativa y financiera que vive el ente
territorial y de la formulación equivocada de una norma derogada en la
Resolución que lo nombró.

El derecho a la educación es de carácter fundamental, inherente a la esencia


del hombre y a su dignidad humana, y está amparado por la Constitución y por
tratados internacionales. Por esta razón, la negativa del H. Consejo Superior
de la Judicatura en reconocerle la práctica jurídica al accionante e interrumpir
de esa manera el otorgamiento del título de abogado que le daría la
Universidad Incca de Colombia, vulnera sus derechos fundamentales
relacionados con la educación, en especial los de igualdad y libre desarrollo de
la personalidad.

Como lo tiene establecido la jurisprudencia constitucional, de acuerdo con el


artículo 24 de la Ley 30 de 1992, el título es el reconocimiento expreso de
carácter académico que una institución de educación superior otorga a una
persona natural luego de la culminación de un programa, por haber adquirido
un saber determinado. Así las cosas, “ el otorgamiento del título hace parte
del derecho fundamental a la educación, puesto que no será suficiente con
adquirir el saber determinado impartido por la institución de educación
superior si el educando no cuenta con el medio institucional para acreditarlo,
máxime cuando, se está sujeto a una relación legal y reglamentaria por su
vinculación con la administración pública, en la que el cumplimiento de
requisitos para el desempeño de los empleos públicos (C.P. art. 122) exige la
comprobación de su nivel de formación académica y constituye condición
ineludible para el ascenso o la promoción en el servicio, en atención a los
principios superiores de la igualdad y del mérito que orientan el régimen del
servidor público (CP art. 125).22

Por ello, si el accionante adquirió un conocimiento determinado en el


respectivo programa de derecho de la Universidad Incca de Colombia, y
21
Sentencia C-1049 de 2004 M. P. Clara Inés Vargas Hernández.
22
Sentencia T-807 de 2003 M. P. Jaime Córdoba Triviño.
luego ejerció la judicatura en uno de los cargos que el H. Consejo Superior
reconoce para ello, se imponía la acreditación de su práctica jurídica, la cual
hace parte de sus derechos a la educación, la igualdad y el libre desarrollo de
la personalidad. Como se analizó en este fallo, ninguna de las razones
esgrimidas por la entidad accionada excusan su negativa para certificar o
reconocer el mencionado tiempo de servicios a quien ha cumplido un año de
judicatura en un cargo destinado para ello, de conformidad con las normas
que el H. Consejo Superior de la Judicatura señala como pertinentes.

En razón de todo lo expuesto, se confirmará la sentencia dictada por el


Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca- Sala Jurisdiccional
Disciplinaria- en cuanto concedió la tutela de los derechos invocados por el
accionante.

IV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia en


nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE

Primero. REVOCAR la sentencia dictada por el H. Consejo Superior de la


Judicatura- Sala Jurisdiccional Disciplinaria- para en su lugar CONFIRMAR el
fallo proferido por el Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca-
Sala Jurisdiccional.

Segundo. ORDENAR al H. Consejo Superior de la Judicatura que en el


término de cuarenta y ocho (48) horas contadas a partir de la notificación de
esta sentencia, deje sin efecto las Resoluciones 0342 de 14 de febrero de 2006
y 0985 del 06 de marzo de 2006 y en consecuencia, dicte el acto administrativo
por medio del cual reconozca al accionante la práctica jurídica realizada entre
el dos (2) de enero de 2003 hasta el treinta y uno ( 31 ) de diciembre de 2003.

Tercero. Por Secretaría, líbrese la comunicación de que trata el artículo 36


del Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, cópiese, publíquese, comuníquese, e insértese en la Gaceta de


la Corte Constitucional y cúmplase.

ALVARO TAFUR GALVIS


Magistrado Ponente
CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ
Magistrada

JAIME ARAÚJO RENTERÍA


Magistrado

MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO


Secretaria General

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