En Bolivia, es débil la cultura de respeto por los derechos
del niño y las causas raíz de la violencia suelen ignorarse o justificarse. La vida cotidiana refleja la percepción de los niños como objetos – que son la propiedad de sus padres - y no como titulares de derechos humanos. La pobreza y los altos niveles de alcoholismo hacen que los niños vivan en entornos en los que son vulnerables y desprotegidos. Sólo se denuncia una fracción de los casos de violencia, abuso, abandono o explotación de niñas, niños y adolescentes, por lo que estos datos no reflejan la realidad violenta. Invertir en la protección de los jóvenes es, ante todo, un imperativo moral. Previene los daños psicológicos a largo plazo y al mismo tiempo garantiza que los niños, niñas y adolescentes estén seguros y desarrollen todo su potencial. Poner fin al maltrato y a la explotación que sufren los niños debería ser una prioridad. Cada uno de nosotros puede hacer una gran contribución identificando las conductas violentas y evitando siempre formar parte del ciclo de la violencia. SOLUCIONES La familia debe ser siempre el pilar fundamental de la vida de nuestros hijos. "El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión", señala en la Convención de los derechos del niño de Unicef.
Por ello añado algunas alternativas que he encontrado al
castigo como poner límites antes de que el niño se desmadre y ofrecer un trato, una negociación. Educar con castigos o con el típico azote puede tener graves consecuencias para nuestros hijos.
Estas alternativas son:
1. Dejar claros los límites
Lo más importante es que los niños tengan claros los límites. Tienen que saber qué pueden hacer y qué no en casa y en el colegio.
2. Ayudarles a conseguir sus metas
Los padres tenemos que dar a los niños herramientas para resolver sus problemas. Debemos intentar adelantarnos a sus frustraciones.
3. Educar en positivo y sin castigos
Los padres debemos cambiar la perspectiva y valorar los comportamientos positivos de nuestros hijos. Tenemos que cambiar el "chip" y centrarnos más en lo que nuestros hijos hacen bien.
4. Enséñales a pedir perdón
Nuestros hijos tienen que aprender que sus errores tienen consecuencias y tienen que pedir perdón. No basta con que lo sienta, sino que tiene que verbalizarlo, decírselo e incluso darle un beso en señal de desagravio. Tenemos que educar a nuestros hijos siempre en la no violencia y la resolución de conflictos. 5. El autocontrol de los padres Los padres también tenemos que aprender a controlarnos. Si la actitud de nuestro hijo nos ha llenado de ira, debemos calmarnos. Una buena idea es respirar y contar hasta 10. Por muy terrible que sea lo que han hecho, tenemos que poner freno a nuestro enfado antes de empezar a regañarles.