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respuesta ne. ugar, pero en rerior a estos 10 que, con la afia del poeta de Heraclito que la erup- fin del tirano amiento con- ro. Hay otra ando los efe- clito se negé, -masiado pro- pigraficas SéP » Hermodoro- cio en la Ley ral 34, 21), © ys, Heraclitus Je Hermodore ssios culpables ifios no culps” de una refor sen DiSBen® 1 re! irarse al set ater ifios; ¥ rtoL, Oat om malisimos, pu oe un cit entre Cada rasgo de su vida es MERACLITO gage ror TOOT MOUTH HHO" GUY nodeseseay \ ebea0e; $NO eS mejor hy éDe qué eF esto que usecuencia d 2 a de su actitud rica: la forma suprema de sobe: politic: erbia, firmemente conven do de una verdad sélo comprendida por él. A este « llega por una evolucién desmedida de su personalidad rayne te en un pathos sublime: su identificaci6n inconsciemte oor |, verdad. Es importante saber que ha llegado a existir este tipo de hombres tan dificil de imaginar. En sf, todo afin de saher esti siempre insatisfecho por su propia naturaleza; de ahi que su regio convencimiento y su regio sefiorto sean algo casi in- creible. Obsérvese la diferencia con que se veneraban a si mis- mos Pitégoras y Herdclito: el primero se tenfa por una encar- nacién de Apolo, comportindose con religiosa dignidad, como posteriormente haria Empédocles; la autoveneracion de Heréclito no tiene nada de religioso; fuera de él, contempla el absurdo, Ia ilusién, la ausencia de conocimiento.— Pero no hay ningdin puente que sirva de enlace con los demas hom- bres, ninguna compasién une a Heréclito con los demés. Es dificil imaginar el sentimiento de soledad que le imbuyé. Este, acaso, confirié a su estilo un mayor significado, estilo que él mismo comparaba con los ordculos y el lenguaje de la sibila. Plutarco, De Pythiae oraculis, 18, 404d: Svat ob td yavseidv or td ay Ackpoig obte Ayer obte KpimreL GAAX ompaiver [el seiior cuyo oraculo estd en Delfos, no dice ni oculta, sino que indica]. Plutarco, De Pythiae oraculis 6: Zipvdda 8 wawouevy Otdyatt Kad’ “HpdkAertov éyédaora Kal dxaAAumota Kai auipro- TH $Geyyoueun yrdiow erav euxvetrar vf dur4 bud tov Gedy (egin Heréclito, la sibila, con sus boca delirante, profiere Palabras ltigubres, sin adornos ni ungiientos, con su voz alcanza niles de afios por medio del dios}. Pues él, como Brieso, © Puncia a la claridad y al gusto artistico por su een es ‘ombres y por el sentimiento obstinado de su crema oe Embargo, en el éxtasis, habla como la pitia y la sibila, 54° 30 iciendo la verdad, No es el orgullo del conocimiento 8% Sino el de la captacién intuitiva de lo verdadero: en s¥ © ‘ardcter 71 Los FILOSOFOS PREPLATONICOS tico y lo extatico. Un hombre tan ¢ ser pensado rindiéndole cul. a entre hombres, él era imposible; pero con los nifios se Hevaba muy bien. No necesitaba a los hombres, ni siquiera para su conocimiento: pues todo lo que puede cuestionarse lo observaba como totopin [investigaci6n], en oposicion a la oopin [sabiduria] que emana de dentro. Aprender de otros significaba para él carecer de sabiduria, pues el sabio mantie- ne su mirada en el Adyog [logos] tinico unido a todo; a mismo manifestaba que su filosofar era una buisqueda y una investiga- cién de si mismo, al igual que se investiga un ordculo (Didge- nes Laercio IV, 5): éavtdv hn Si¢rjoaoBat Kat padeiy nave nap’ tavtob [Heraclito dice que lo ha estudiado y lo ha apren- dido todo por él mismo]; es decir, uCnodpny eyewordv [me he investigado a mi mismo]. Esta era la interpretacion mas sober- bia de la sentencia délfica: kal tav &v Aedpoig ypappatov Gcidratov conjunto es, en primer lugar, U nuevo itpic me después es xdpog [hartazgo], despues tanto, el mundo poe sural, de nuevo Purificacién, etc. Por 10 dentro de ella eg tt Wha sorprendente regularidad, per oeiste una diem [justicia] que consiste en und ale; ee

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