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Facultad de Humanidades y Arte
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AGRADECIMIENTOS
A Dios, porque de Él vienen todas las cosas; a mis padres Hipólito y María
enseñanzas; a las poetas Cecilia Vicuña y Soledad Fariña, y a la investigadora del folclor
Concepción, por el apoyo institucional. A mis alumnos, familiares, amigos y colegas que
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ÍNDICE
Introducción……………………………………………………………………………12
Capítulo 1
8. Conclusiones..……………………………………………………………………….144
Capítulo 2
5
4. Las Décimas de Violeta Parra y la cultura popular chilena……………...………….172
7.2.1.1. El silabario……………………………………………………………..318
6
7.2.1.4. La escritura autobiográfica…………………………………………….325
8.2. El cuerpo……………………………………………………………………….365
9. Conclusiones…………………………………………………………………...........372
Capítulo 3
en el agua………………………………………………………………417
7
3.2.3. La red espiritual de Ollantaytambo: agua, piedra y luz…………441
1980……………………………………………………………………………………467
delicia ……………….............................................................................512
luz”.…………………………………………………………………….519
12. Conclusiones……………………………………………………………………….597
8
Capítulo 4
Diálogo poético y crítico entre Gabriela Mistral, Violeta Parra, Cecilia Vicuña y
Soledad Fariña……………………………………………..…………………..….….605
Introducción……………………………………………………………………………606
Latinoamericana………………………………………………………..678
Mistral (1990)………………………………………………………….683
9
4.2. Acercamientos poéticos. Homenajes a Mistral en Donde comienza el aire
(2006)…………………………………………………………………………..694
Gabriela Mistral………………………………………………………..694
poético………………………………………………………………………….734
Fariña…………………………………………………………………………..754
Cecilia Vicuña…………………………………………………………………………767
7. Conclusiones………………………………………………………………………...790
Conclusiones Generales………………………………………………………………804
10
Anexos…………………………………………………………………………………821
4. “La Vicuña, animal andino”. (1979). Óleo sobre tela de Cecilia Vicuña…………..854
Referencias bibliográficas…………………………………………………………...856
Primaria………………………………………………………………………………..856
Secundaria……………………………………………………………………………..861
Teórica y Complementaria…………………………………………………………….876
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INTRODUCCIÓN
Mistral (Vicuña, 1889 - Nueva York, 1957), Violeta Parra (San Carlos, 1917 - Santiago,
1967), Soledad Fariña (Antofagasta, 1943) y Cecilia Vicuña (Santiago, 1948): Poema de
presencia de una poética1 de “arte global” o “artes integradas” en los cuatro textos.
de los textos. Esta visión del arte se sustenta en gran medida en la integración de las
1
En este trabajo se entiende el concepto de “poética” como la “concepción del arte” que se encuentra en
los poemarios escogidos, por lo que la definición de Paul Valéry aporta a la comprensión del empleo que
le he dado a esta noción:“El nombre de Poética nos parece que le cabe, entendiendo esa palabra según su
etimología, es decir, como nombre de todo aquello que se relaciona con la creación o con la composición
de obras de las cuales el lenguaje es al mismo tiempo la substancia y el medio, y no en el sentido
restringido de colección de reglas o de preceptos relativos a la poesía” (citado por Todorov, 1975, pp. 19-
20).
12
Subyace a esta visión global la valoración de diversas formas de expresión. Por
un lado, para estas autoras los trabajos domésticos como la jardinería, el tejido y la
cocina, constituyen también artes. Por otro lado, es parte de esta visión global la
artísticos, sin embargo, se produce una paradoja, en tanto estas expresiones se sujetan a
De modo muy general, puedo enunciar que las hablantes en las obras citadas
huertera por herencia materna y maestra del diaguita por propia iniciativa; en Décimas,
tierra la sujeto pinta “el primer libro” y graba en piedra los primeros intentos de
escritura.
A nivel intratextual, se realiza una lectura que permite comprender cómo estas
escritura y por extensión del arte; asimismo, he abordado la poetización de los espacios,
puesto que las cuatro autoras se caracterizan por poetizar mundos naturales, silenciosos,
si se comparan con el ruido de las ciudades; si estas aparecen en sus obras, como tales o
2
Dentro del grupo de las autoras, los casos de Parra y Vicuña merecen una mención aparte, pues además
de ser poetas, son artistas versátiles. Violeta Parra compone, pinta, esculpe, borda arpilleras, trabaja en
locería y cerámica; Cecilia Vicuña es artista visual y cineasta. No obstante, para el análisis de esta visión
global del arte nos ceñiremos a sus trabajos escritos, y la apreciación de otras expresiones artísticas podrá
funcionar en algunos casos como apoyo para complementar la exploración de los textos.
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Asimismo, es preciso señalar que Mistral suele referirse a su poesía como un “canto”.
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a partir de elementos representativos, adquieren connotaciones negativas, con excepción
Además, destacaré la configuración del cuerpo como uno de los ejes temáticos a
con el/la otro/a -relación con hijos/as y parejas, la sexualidad como dominación o goce-,
violencias.
humano con el entorno. En los textos estudiados, el cuerpo como materia puede, a su
implica hacer una distinción fundamental a partir de elementos biográficos que las
poetas han integrado a sus respectivas obras. Tanto Gabriela Mistral como Violeta Parra
tradición popular oral en sus textos, mediada por una intención poética4.
4
Así, Mistral en el apartado “Excusa de unas notas” de Tala, anota en la correspondiente a “Nocturno de
una derrota”: “No sólo en la escritura sino también en mi habla, dejo por complacencia mucha expresión
14
El caso de Fariña y Vicuña es diferente, pues ambas provienen de una tradición
viajes realizados a Perú por ambas poetas y la convivencia de algunos años de Cecilia
con sus propias vivencias, rasgo exacerbado en Violeta Parra, pues las Décimas
Parra son participantes activas de la tradición popular y hablantes de este lenguaje que
han recibido sin mediación. Por lo demás, el español que Fariña y Vicuña emplean está
arcaica, sin poner más condición al arcaísmo que la de que esté vivo y sea llano. Muchos, digo, y no todos
los arcaísmos que me acuden y que sacrifico en obsequio de la persona anti-arcaica que va a leer. En
América esta persona resulta ser siempre una capitalina. El campo americano -y en el campo yo me crié-
sigue hablando su lengua nueva veteada por ellos. La ciudad, lectora de libros doctos, cree que un tal
repertorio arranca en mí de los clásicos añejos, y la muy urbana se equivoca” (1981, p. 176). Por su parte,
la totalidad de la obra de Violeta Parra -temas y lenguaje- está impregnada de sus vivencias como
campesina pobre, mujer trabajadora en Santiago y recopiladora de folclor por apartados territorios. Como
consecuencia, ella escribe como habla. Víctor Casaus, en el prólogo a El libro mayor de Violeta Parra
(Isabel Parra, 1985), señala que ella fusionó “su propia vida -(…) rica en experiencias, conflictos y
relieves, desde los campos de Ñuble a los boliches de Santiago- con los valores culturales que investigaba,
y [con] la consiguiente superación temporal de esos valores en las canciones que entonces creó: la
fidelidad al folclore no se paga repitiéndolo; se muestra superándolo creadoramente” (p. 13).
5
Es necesario acotar que el español de Mistral se presenta en los textos igualmente depurado, pues la
autora se caracterizaba por corregir sus manuscritos incansablemente. En este punto de la reflexión nos
15
Gabriela Mistral y Violeta Parra comparten el carácter singular de su quehacer
artístico; las dos resultan únicas e irreductibles a las clasificaciones que agrupan a sus
Las poetas chilenas actuales han generado una relación enriquecedora con las
figuras y las obras de Mistral y Parra, por lo que considero a ambas como “escritoras
pilares” de la poesía escrita por mujeres en Chile, lo que ejemplificaré en esta tesis a
partir del vínculo de sus obras con las obras de Vicuña y Fariña.
Mistral, obra que obedece a un proyecto singular dentro del quehacer poético de su
autora. La crítica coincide en que sus inicios se remontan a la década de los veinte6.
Durante más de treinta años, Mistral trabajó en este texto paralelamente a sus otras obras
su país, que le permitiría alcanzar dos objetivos: situar a Chile frente a otras naciones y
situarse en: pertenecer por fin a su país, como Gabriela “trotamundos” y Lucila de
Montegrande.
verso, único texto que Violeta Parra elaboró para ser publicado como una obra literaria.
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A partir de la estructura de la décima espinel, la hablante construye una visión de mundo
afirmada en vivencias propias y ajenas, recrea el campo de la zona central de Chile y sus
diametralmente opuesta.
Wik’uña, de Cecilia Vicuña, viaje poético por el altiplano y su cosmogonía indígena, que
los tres primeros poemarios de Soledad Fariña: El primer libro (1985), Albricia (1988) y
gozoso y trascendencia del goce del lenguaje; estos aspectos metapoéticos se perciben a
partir de múltiples procedimientos, que permiten conectar su poesía con otros textos y
otras artes.
partir de un segundo corpus, compuesto de breves textos poéticos y críticos en los cuales
las poetas se refieren explícitamente a alguna de las otras escritoras estudiadas. En este
apartado se establece la red dialógica entre las cuatro poetas chilenas, lo que comprende
Violeta Parra.
17
Para desarrollar los análisis requeridos en el presente estudio, elaboré un marco
antropología.
popular; de este campo utilizo las ideas de Néstor García Canclini sobre los procesos de
Otra lógica en América Latina (1993) de Cristian Parker, y el ensayo El mito del arte y
el mito del pueblo. Cuestiones sobre arte popular (2008), de Ticio Escobar.
Cornejo Polar acuñado en Escribir en el aire (1994), y las reflexiones de Ángel Rama
indígenas poetizadas por Vicuña y Fariña en sus poemarios; de este campo, los
principales textos consultados son: el conjunto de artículos editados por Ana María
Cadogan, La literatura de los guaraníes (1965), y los ensayos de: Jorge Flores Ochoa,
(1996), Osvaldo Granda Paz, Mito y arte prehispánico en los Andes (1998), Andrés
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Gutiérrez, Dioses, símbolos y alimentación en los Andes (2002), Alfredo López Austin y
Luis Millones, Dioses del Norte, Dioses del Sur. Religión y cosmovisión en
Mesoamérica y los Andes (2010), César Paternosto, Piedra abstracta. La escultura inca:
Violeta Parra. Las transcripciones de las entrevistas se encuentran en los anexos a esta
tesis, en los que se incluyen además dos fotografías de óleos de Cecilia Vicuña,
7
El formato del trabajo corresponde a las normas de APA, de acuerdo a la edición de 2010 de Publication
Manual of the American Psychological Association (Washington, D.C.: American Psychological
Association). Con respecto a la ortografía, se sigue la última reforma ortográfica de la Real Academia
Española de la Lengua (2010), con excepción de las citas, en las que se ha conservado la ortografía
original.
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CAPÍTULO 1
8
Una selección de este capítulo forma parte de mi “Poema de Chile de Gabriela Mistral: geografía del
pensamiento latinoamericano” (2011b, pp. 67-79).
20
1. Semblanza de Gabriela Mistral
Godoy Alcayaga.
trece años escribe sus primeros versos, y a los catorce comienza a ejercer como maestra
En 1913 se contacta con Rubén Darío, quien publica uno de sus poemas, “El
ángel guardián”, y un cuento, “La defensa de la belleza”. Al año siguiente -1914- gana
Los Juegos Florales de Santiago, con “Los sonetos de la muerte”, los que firma con el
Pedro Aguirre Cerda la nombra directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas en
1918, ciudad en la que permanece unos años; en 1920 se traslada a Temuco, y un año
más tarde, a Santiago, ciudades en las que desempeña funciones pedagógicas. Invitada
por el Ministro de Educación de México, José Vasconcelos, viaja a ese país en 1922 para
colaborar con la reforma educacional. Este mismo año se publica en Nueva York su
con afán pedagógico por la poeta. En 1924 abandona México, dicta una serie de
21
conferencias en Estados Unidos y recorre Europa. Este año se publica en España su
Mistral regresa a Chile en 1925 por un corto periodo, y al año siguiente vuelve a
esta época suceden dos hechos relevantes: en 1928 adopta a su sobrino Juan Miguel
Godoy, y al año siguiente fallece su madre, lo que conlleva una profunda crisis espiritual
para la poeta. Además, en 1929 el gobierno chileno le quita su sueldo de maestra, lo que
en diversos países.
gestiona con la editorial la donación de los derechos de su tercer poemario, Tala (1938)
a los niños españoles. Este año viaja por Latinoamérica y vuelve a Chile, pero al año
Brasil, sin embargo, en este país ocurren dos situaciones que le causan hondo dolor: el
suicidio del escritor Stefan Sweig y su esposa (1942), quienes eran sus amigos
22
En 1945 es galardonada con el Premio Nobel de Literatura, y posteriormente
funciones consulares, pero, a partir del año 1949 su salud comienza a resentirse. En 1954
de enero de 1957. En muchos lugares del mundo se le rinden homenajes. En 1960, por
Algunos estudiosos que han trabajado en estas ediciones de recopilación y selección son
Alfonso Escudero, Roque Esteban Scarpa, Luis Vargas Saavedra, Alfonso Calderón y
23
2. Antecedentes críticos sobre la obra de Gabriela Mistral
establecer etapas en las transformaciones de los énfasis de la crítica, tal como lo hace
Mistral: Identidad y discurso” (2004). Por el valioso aporte de esta clasificación para
misma crítica (Omer Emeth, Raúl Silva Castro, Hernán Díaz Arrieta, Pedro Nolasco)
Esta perspectiva coexiste con otros trabajos alejados de la mitificación, de los cuales
acercamiento biográfico, pero también en los textos poéticos (Gastón Von Dem
Bussche), adquiriendo relieve el aspecto religioso; ecos de este enfoque serán más tarde
los trabajos de Jaime Concha y Dieter Oelker. A partir de 1977 se desarrolla una
24
conforman la llamada “nueva crítica mistraliana”, que rescata el tema del cuerpo (Jorge
se hace evidente el deseo de las escritoras de re-leer la obra literaria femenina chilena,
consecuencia, se editan Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral (1990),
añaden los estudios de Mauricio Ostria sobre el mestizaje, junto a los de Ivette Malverde
noventa, existe una gran riqueza teórica en los estudios mistralianos. Sólo por mencionar
algunos nombres, destacan los trabajos de Ana María Cuneo, Grínor Rojo, Adriana
decidido presentar una selección dentro de la que se refiere a Poema de Chile, y la que
Carrasco (1977) propone que existe una relación intertextual entre Poema de Chile y el
mito de Orfeo, que invierte la significación de este último, en tanto Orfeo se desplaza del
territorio de los vivos hacia el de los muertos para rescatar a su amada, mientras la
Mama Fantasma desciende a la tierra desde la muerte hasta la vida, para ayudar al
25
pequeño diaguita. Más tarde, en “Poema de Chile: Un texto pedagógico”, Carrasco
total o parcial (p. 121); sin embargo, lo más relevante para mi investigación es el análisis
del estudioso sobre la intención pedagógica en Poema de Chile, “una educación activa,
ni libresca ni rígida, sino en y para la vida” (p. 122), por lo que se citarán sus
conclusiones oportunamente.
Jaime Concha en Gabriela Mistral (1987) aborda, entre otros aspectos, los
razones económicas, pues los varones suelen emigrar hacia los centros mineros.
32), pues cita textos en los que la poeta se reconoce como campesina y en los que
construye una utopía de vida que aúna su vocación literaria y su predilección por el
Vengo de campesinos y soy uno de ellos. Mis grandes amores son la fe, la tierra y la
A pesar de este gran amor por la tierra, Concha identifica sentimientos de “miso-
26
Chile real, sino a un país mítico forjado por ella, en el que plasmará sus creencias sobre
folclor10, visible en “el humor campesino y con burlas socarronas tal como se reflejan,
por ejemplo, en las ‘Albricias’ (o ‘Jugarretas’) de Tala” (p. 33). El crítico subraya que
Mistral es “el único poeta campesino con que cuenta nuestra América y uno de los
Concha cree que en Poema de Chile Mistral configura una Patria que es Huerto y
que nace junto con la figura de la Madre; el centro espiritual del texto es para el
estudioso “el Tercer día de la Creación, cuando sobre la faz de la tierra asoma la plenitud
9
A propósito del indigenismo, es interesante la mención que hace Concha (1987) sobre la predilección de
Mistral por los pueblos indígenas: “Ciro Alegría (…) que la trató en California, nos informa de su
apasionado interés por el mundo quechua y de su deseo de vincularse con la herencia incaica” (Alegría,
Gabriela Mistral íntima. Lima, Universo, 1968, citado por Concha, p. 36).
10
En adelante, emplearé la grafía “folclor”, exceptuando las citas, en las que optaré por conservar con
exactitud la forma de escritura que utilizó el autor. En el presente capítulo y en el capítulo 2, referido a
Violeta Parra, es relevante este concepto, que comenzó a definirse en Inglaterra hacia mediados del siglo
XIX. En su origen, designaba el “conjunto de costumbres, mitos, supersticiones, leyendas, etc. que
constituyen el acervo tradicional de un pueblo, y también a la ciencia que lo estudia” (Farías, 1992, p. 25).
El término generó una división geográfica, cultural y social: una división de la sociedad global al agrupar
los hechos observados según dos series bien distintas: por un lado, ‘tradición’, espacio rural, oralidad,
‘creencias’ y modo irracional de pensamiento, etc.; por el otro, ‘modernismo’, espacio urbano, escritura y
escolaridad, ideologías y pensamiento racional, etcétera. En el plano de la percepción de las obras
artísticas y literarias, esa división se traduce especialmente por la oposición entre un arte ‘culto’, propio de
las clases dirigentes, y un arte ‘ingenuo’, propio del “pueblo” (Mouralis, 1978, p. 87). Actualmente, el
concepto de folclor ha superado la acepción inicial y sus connotaciones; y así, ha surgido por ejemplo, el
concepto “folklore-vida” de Dannemann (1998, p. 17), que se refiere al quehacer cotidiano de todos los
grupos humanos, pertenezcan o no al espacio rural, y estén o no enmarcados en espectáculos de música o
danza considerados “típicos”.
27
y la variedad de las especies vivientes” (p. 149), e insiste en que Poema de Chile
conforma “el revés del progreso” (p. 146), pues “la obra de la Mistral representa, en su
en particular acerca de Poema de Chile, serie que culmina en su libro El último viaje de
Pomaire).
naturaleza es un cuarto personaje, pues las criaturas y las cosas son calificados de
También identifica en el texto “el motivo insistente de la patria reducida” (p. 149) -el
28
interés por el tema de la patria -asociada al americanismo- y a ciertos rasgos del yo lírico
Daydí-Tolson afirma que tanto Neruda como Mistral abordan el tema de la patria
americana de dos formas: “las experiencias personales” -niñez vivida en contacto con la
naturaleza- y el “canto concebido en términos épicos” (p. 6). En el caso de Mistral, las
segundo, composiciones como “Dos Himnos” y Poema de Chile (p. 7). No obstante,
relevancia del término patria para la obra de Mistral; según él, ‘patria’ “resume
11
“(…) debiera ser motivo de exhaustivo y renovado análisis el interés que ambos poetas muestran por el
tema de la patria, nacional y continental, que sin ser una característica privativa de ellos dos constituye un
aspecto definitorio de sus obras. Ambos sintieron -por razones tal vez no muy diferentes- la necesidad de
cantar la geografía, fauna y flora, la gente, historia y mitos de su América. Esta coincidencia de intereses
se debe, en parte, a las influencias literarias e ideológicas de la época que los llevaron a desarrollar una
conciencia histórica y social del poeta que tomó en ellos la forma de un compromiso intelectual y literario:
su americanismo no responde a una moda pasajera, sino a una concepción bien fundada de su mundo y de
sí mismos (...) Herederos directos de un periodo de exaltación del yo lírico que había elevado la figura del
poeta a niveles de superioridad espiritual, moral y emotiva, tanto Gabriela Mistral como Pablo Neruda
adoptaron tal carácter de poeta superior en sus propias personas y plasmaron en su obra un “yo lírico” de
magnitudes excepcionales, el que se hace particularmente patente en poemas de inspiración americanista”
(Daydí-Tolson, 1982, pp. 5-6).
12
Es discutible el carácter épico que Daydí-Tolson le asigna a Poema de Chile. Si bien puede existir la
intención de entregar saberes comunitarios y configurar una Patria a partir del discurso, su tono es íntimo,
producto del carácter mayormente dialógico de los poemas.
29
una realidad trascendente” (p. 197). En este sentido, Poema de Chile no se refiere a la
Chile combina temas e intereses de toda la obra mistraliana, por ejemplo, “la convicción
religiosa de la eternidad del alma con la creencia popular de los espíritus en pena” (p.
17). Así, en la obra puede leerse el concepto cristiano de la vida como peregrinación (p.
21); desde esta perspectiva analiza la estructura de la obra, el motivo del viaje, el
memoria y los personajes. El estudioso plantea que Poema de Chile recibe influencia de
narraciones folclóricas.
Por construirse con elementos propios del mito, como un humano que regresa en una
condición sobrenatural e interactúa con los vivos, Poema de Chile posee una estructura
30
Desde la perspectiva de la crítica feminista contemporánea, Patricia Pinto (1989)
en “La mujer en Poema de Chile: entre el decir y el hacer de Gabriela” reflexiona sobre
la relación entre la historia de las mujeres y Gabriela Mistral. Pinto señala que la obra
diferentes rostros (…)” (p. 28). La hablante se define por su “raigambre campesina” y el
rol de “Mama” que nutre el espíritu del niño diaguita y así remite a la Pacha-Mama (p.
Chile, de Gabriela Mistral”, propone que “la relación entre la yo (la hablante) y el
cuerpo’ de la hablante” (p. 140). Reconoce en Poema de Chile “el privilegio de lo rural”,
percepción de este como la zona de trascendencia de sus creencias religiosas (p. 141).
31
Lidia Neghme (1990) ha dedicado dos artículos a la obra; el primero es “El
revolucionaria para su época, que la estudiosa compara a la del escritor José María
Arguedas.
fantástico aparece al lector [de Poema de Chile] como una poética subyacente al texto”
(p. 241), tesis que se afirma en la condición de fantasma de la hablante, que la estudiosa
se explica como uno de los indicios de intertextualidad con los Comentarios Reales del
Inca Garcilaso, texto que narra las creencias incas en el regreso a la vida después de la
Chile.
interés de Mistral por América. El reconocido estudioso mistraliano afirma que en Tala
casi sagrada” hacia los pueblos aborígenes, no obstante, esta vocación de Mistral por
América se extiende a través de su interés por el folclor y los problemas sociales del
continente, de ahí su deseo, por ejemplo, de que se implante la reforma agraria, que
32
Grínor Rojo (1997) en su ensayo Dirán que está en la gloria…(Mistral) realiza
dedica a la obra; para este crítico, el poemario puede ser leído como: una vuelta al
regazo materno (p. 57), un “proceso de culturización a su manera [de Mistral] del medio
natural (…) de carácter premoderno” (p. 303), una reconstrucción de lo que ella fue,
“para recordar, para reaprender lo que ella es” (p. 313), y una forma de volver a Chile
“como le enseñaron a hacerlo los sueños” (p. 318). Rojo atribuye la condición
inconclusa del texto a que Mistral “vive” en Poema de Chile, por eso no lo termina (p.
327). Algunas influencias que señala sobre el texto son el franciscanismo, el hinduismo
destaco tres trabajos que se vinculan con los objetivos de esta investigación. El primero
folclor son “formas de escapar al proyecto modernizador de la época” (p. 29), asimismo,
que la tradición popular “le permite una salida hacia el sin-sentido, al desvarío” (p. 41).
97-118), de Jaime Concha (1997), que postula la forma de la trenza y del tejido como
33
imágenes de la escritura de Mistral, en relación con el lenguaje utilizado y la estructura
13
de los poemas, por lo que Concha habla de formas “artesanales” . Estas imágenes
itinerario de una marginalidad gozosa” (pp. 171-182), quien propone que la obra es un
originada a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX (pp. 172-173). Desde esta
y la nación.
obra. Muñoz afirma que en Poema de Chile se produce una “casa neobarroca” que
Chile no es solo la descripción de un lugar geográfico y cultural (Chile), sino más bien el
elemento más” (p. 57). Muñoz considera Poema de Chile como un espacio más literario
13
En un trabajo anterior, llamado “Gabriela Mistral: ‘Mi corazón es un cincel profundo’”, Concha (1980)
reflexiona sobre la presencia de la plástica y de la escultura en la poesía de Mistral en Desolación, Tala y
Lagar, en los que percibe la “conciencia de la actividad poética como oficio de esculpir” (p. 94).
34
frente a la muerte (p. 57). A decir de la estudiosa, la hablante se conecta de manera
nómade con la tierra, y rehúye las casas porque estas territorializan y cortan los flujos (p.
63).
Mención especial merece el trabajo de Ana María Cuneo (1993), “La oralidad
concepto “oralidad residual” a los estudios de la obra de Mistral. Cuneo enuncia como
autora” (p. 6), y desde la teorización sobre la oralidad desarrollada por Walter Ong y
“que coexiste en culturas que tienen acceso a la escritura, pero que por diversas causas
pues ella así lo afirma: “Postulo para la poesía mistraliana una oralidad que llamaré
residual (…)” (p. 7), sin embargo, lo que pertenece a ella es solo la aplicación del
de oralidad” (p. 36), los que no se limitan a la literatura, sino que se pueden observar en
Valle de Elqui de comienzos del siglo XX, que correspondía al “español hablado en el
35
siglo XVI en España. Causa de ello es, sin lugar a dudas, el aislamiento geográfico y la
importancia que en sectores como estos tenían los relatos de la tradición folclórica
conservados oralmente” (p. 7). A esto se agregan las lecturas de los Salmos, así como las
canciones de la madre.
mistraliana a partir de la prosa y la poesía, por ello, este texto resulta relevante para el
belleza” (p. 86); con ello se refiere a la enseñanza y a la poesía, aspectos que también
análisis intra-textual sin descuidar el entorno histórico cultural que rodea la génesis y
producción del texto, así como los vínculos del poemario con la figura de la poeta, la
14
El trabajo posee una versión electrónica “‘¿Que será de Chile en el Cielo?’ Propuesta de lectura para
Poema de Chile de Gabriela Mistral” (Falabella, 2005), en “Gabriela Mistral”, sitio web “Retablo de la
literatura chilena”. SISIB, Universidad de Chile. Recuperado de http://www.gabrielamistral.uchile.cl/estud
iosframe.html. Asimismo, la estudiosa publicó un adelanto de su trabajo en el artículo “‘Desierto’:
Territorio, desplazamiento y nostalgia en Poema de Chile de Gabriela Mistral” (Falabella, 1997).
36
obra de Mistral en conjunto, la recepción crítica del texto, las diversas lecturas
propuestas y los momentos históricos en que ellas se generan. La estudiosa plantea que
las ediciones que existen de Poema de Chile albergan errores, ya que ella examinó los
da la propia hablante de Poema de Chile al acto de enunciación poética; asegura que este
canto sirve como una “resistencia al olvido” (p. 78) y que contiene “capacidad de
redención” (p. 81). Por su vínculo con la oralidad, el canto de Mistral hace “trascender la
(2008) en “Poema sin nombre, Poema sin Chile: Mistral en Poema de Chile”15 analiza la
permite renegar de los menoscabos sufridos, así como también recomponer su lugar en
Chile.
en ciertas temáticas o aspectos, como los espacios, los personajes de Poema de Chile o
15
Este artículo posee una versión posterior, titulada “El acto de nombrarse Mistral en Poema de Chile”
(noviembre de 2009). Revista Chilena de Literatura 75, pp. 157-170.
37
condición antimoderna o promoderna. Solo el ensayo de Cuneo (1998) plantea estos
elementos en función de establecer cómo se relacionan con la visión que del arte poseía
La crítica coincide en que el inicio de Poema de Chile se remonta a los años ‘20
o ‘30. Durante más de treinta años, Mistral trabajó en este texto paralelamente a sus
que enriquecía sus lecturas, indagaba sobre la historia natural de Chile y experimentaba
distintas vivencias. Falabella (1997) afirma: El “proceso de escritura abarca los treinta y
cinco años que van desde la partida de la Mistral en Chile en 1922 hasta su muerte en
Por su parte, Concha (1987) asegura: “La génesis de este poema debió ser
la Mistral llevaba a cabo a propósito de las cosas de su país y de otros lugares” (p. 137).
Quezada (1993) afirma que Poema de Chile “Vino gestándose y escribiéndose durante
toda la vida de Gabriela Mistral” (p. XLV), y Rojo (1997) cree que el proyecto alcanza
16
Existe una discrepancia con Doris Dana (1967), quien habla de “los últimos veinte años de su vida”, en
el prólogo “Al lector” de Poema de Chile (s.p.).
38
una significación y estructura definidas a fines de la década del treinta, en el contexto de
para este análisis; más bien, me interesa el aporte de los estudiosos a fin de establecer el
sentido que adquiere este proyecto de escritura dentro de la obra de Gabriela Mistral:
escritura a la nostalgia que Mistral sentía por su tierra, pero además al deseo de conocer
y desentrañar Chile en todos sus aspectos: “El frecuente recuerdo de su patria la movía a
escribir lo que evocaba (…) con un afán apasionado por penetrar el ser mismo de la
historia natural de Chile y de todos los problemas de su tierra” (s.p.). Falabella (1997)
imagen de Chile ante el resto del mundo -en especial, Europa y Norteamérica- que le
político con vivencias personales, desde su condición de poeta, le permite alcanzar dos
objetivos: situar a Chile frente a otras naciones y situarse en: pertenecer por fin a su
39
país, como Gabriela “trotamundos” y Lucila de Montegrande; habitante de la tierra, mas
no citadina17 .
Concha (1987) señala como origen del proyecto de Poema de Chile a Pedro
Prado, considerado un maestro por Mistral18: “En la base de toda esta construcción está
Pedro Prado, quien hacia 1915 desarrolla un proyecto de fuerte sentido nacional
Las palabras de Falabella (2005) confirman las de Concha, con relación al deseo
17
En páginas sucesivas, me detendré en la aversión por las ciudades y la predilección por el campo de la
hablante.
18
A modo de ejemplo, véanse las siguientes palabras de Mistral, a propósito de la calurosa recepción en
México de un libro de Prado: “la justicia total hecha al maestro de todos y que no todos confesamos”
(Mistral, 1979a, p. 89).
40
enlazados, el árbol típico, la montaña patrona y la bestia heráldica”
(s.p.)19.
naturales de Chile. Una de las personas que recibió información del proceso de escritura
fue la uruguaya Esther de Cáceres, a quien Mistral relata en una de sus cartas: “Sigo en
ese Poema de Chile, me falta solo el Mar. Pero es cosa dura. Apenas sabemos de Él y yo
más mínimo detalle para escribir este texto, que conforma la “sección” correspondiente a
Chile. En carta a Esther de Cáceres afirma: “La preocupación de ese poema casi
experiencia ha sido esta: que la poesía descriptiva no daña, no hace sufrir descansa (sic),
no llaga y vuelve una niña por el contacto con la pura realidad (/…/) ya que una, en ella
no se escarba las llagas. Querida, ensaya tú esto también” (Guerra y Zondek, 2005. p.
91)21.
19
La cita que Falabella incluye de Gabriela Mistral corresponde a Magisterio y Niño, Selección de Roque
Esteban Scarpa (1979b). Santiago: Andrés Bello, p. 136.
20
Las cursivas y mayúsculas corresponden al original.
21
Por su parte, Esther de Cáceres le responde, sintiéndose incapaz de realizar una empresa semejante:
“Dime de tu Canto a Chile. Yo amo tanto a mi país, no puedo aún decirlo” (Guerra y Zondek, 2005, p.
135). Las editoras acotan que la uruguaya se refiere a Poema de Chile.
41
A mi juicio, tanto el propósito de la obra póstuma de Mistral como el sentido
documental y poético que posee, se vinculan a las ideas de pensador cubano José Martí,
génesis de la idea sobre “el gran libro” propuesta por Mistral, que constituye el trasfondo
de Poema de Chile.
Martí plantea que los pueblos americanos no han podido gobernarse de manera
culturales. En ese contexto, apunta: “El premio de los certámenes no ha de ser para la
mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive” (Martí
1963, p. 18).
La idea de estudiar los elementos de cada país se entiende como una respuesta
político, económico, social, entre otros. El cubano rechaza esta práctica: “Ni el libro
europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano” (1963, p. 20).
Gabriela Mistral hace suya de una manera bastante singular la propuesta de José
Martí, pues Poema de Chile puede leerse como el estudio de los factores de su país de
La intensa preocupación de Mistral por el rigor de los datos que el texto requería
indica el valor documental que le asignaba al libro: “He acabado (/las/) (aquí) 40
22
En el artículo “Poema de Chile de Gabriela Mistral: geografía del pensamiento latinoamericano”
(2011b) desarrollo con mayor profundidad la comparación entre las ideas de Martí y la poetización de
Chile realizada por Mistral.
42
estrofas del Poema descriptivo de Chile. Pero me faltan bastantes rellenos porque no
tengo ciertos datos (…) Me ha entretenido escribir cosa extensa; me ha sacado un poco
de mi ser real, hecho de memoria.” (Guerra y Zondek, 2005, p. 84)23. Dar a conocer
Es entendible que la autora jamás haya publicado en vida Poema de Chile; nunca
pudo finalizarlo, pues siempre había un nombre, un origen, algún elemento que precisar.
Por otro lado, la idea de fusionar elementos autobiográficos con esta declaración de
principios ética y política, le permite distanciarse de la tristeza por la muerte de Yin Yin,
como atestiguan las cartas dirigidas a Esther de Cáceres24, pero al mismo tiempo
Mistral confidencia a la escritora uruguaya: “Yo quedé sin memoria alguna el día
de la muerte de Yin. -No la he recobrado sino para lo muy inmediato: alrededor de tres
23
Las editoras acotan que lo que Mistral llama en esta carta a Esther de Cáceres Poema descriptivo de
Chile, es precisamente Poema de Chile, editado en 1967. En relación con el extremo rigor que Mistral
aplicó en su obra, Doris Dana (1967) señala: “Y cada vez que algún chileno la visitó o en las cartas que
escribía a sus connacionales, solicitaba información de algún nombre, la descripción de un animalito o
planta (…)” (s.p.). Por ello, discrepo de Jaime Quezada, quien descarta la intención erudita del texto. Para
Quezada, Poema de Chile “No tiene ni pretende una erudición cabal de nombres, datos o fechas (…)
Prefiere muchas veces designar con nombre vernacular o indígena (…)” (1993, pp. XLV-XLVI). En mi
opinión, mezclar términos indígenas, campesinos e hispánicos obedece a la recreación del mestizaje que
identifica las patrias americanas.
24
Son numerosas las ocasiones en que Mistral habla del impacto que significó la muerte de Yin Yin con
su amiga uruguaya. Ver Guerra y Zondek, 2005, pp. 46-111.
43
intenta recobrar la memoria de su vida en la tierra y que lo único que retiene es su
infancia: “Yo me tengo lo perdido / y voy llevando mi infancia / como una flor preferida
consecuencia que su albacea Doris Dana junto a un grupo de estudiosos, elegidos por
eliminación de algunos textos, empresa nada fácil si se toma en cuenta que esta obra se
desarrolló por más de treinta años, en los que Mistral realizó varios borradores de los
textos.
siguientes: el examen de los manuscritos originales permitió concluir que las ediciones
compuesto por 37 poemas, cuyos títulos son transcritos por Falabella, junto con el tipo
De estos textos, algunos se editaron y otros fueron desestimados por los editores.
La estudiosa concluye que el texto publicado “no se sostiene por sí solo, ya que está
plagado de incongruencias (…) resulta ser una obra intervenida, producto de actos de
poder ajenos a la voluntad de la autora” (p. 55). Sin embargo, en el momento del
25
Las citas de Poema de Chile provienen de la edición de Pomaire (1967). En adelante, se citará el
nombre del poema, el número que le corresponde a los versos y la página. En el caso de citar los
manuscritos u otra edición, se indicará oportunamente.
44
análisis, Falabella sigue considerando poemas que no pertenecen a este corpus de 37,
pero que son paradigmáticos dentro del texto editado, como “Campesinos”, “Reparto de
Tierra” o “Flores”.
relacionado con la obra dificultan dilucidar con certeza si existe una lista realmente
sobre otros poemas incluidos en los manuscritos de Poema de Chile (2003, p. 48), sin
embargo, la lista que ella propone como definitiva contiene correcciones: la poeta tacha
el título del poema 12, “El mar”, y coloca a su lado “Revisarlo”; hay dos poemas
poema “Helechos” que cierra la lista, hay una indicación: “½”, que quizás se refiere a
que ¿faltaba la mitad?; y por último, al final de esta página se lee “Ayudar así / Hacerme
lista / de cosas que faltan” (pp. 301-302 de [cuaderno] [manuscrito] Versión 2 del
Poema de Chile). Esta anotación podría referirse a otros asuntos, pero dada su vaguedad,
una época en que era imposible acceder desde Chile a los manuscritos, es altamente
45
cuestionable su carácter de estructura definitiva, por el carácter de “obra en marcha” que
Por mi parte, puedo decir que al cotejar los nombres de los 37 poemas con la
edición de Pomaire, me encontré con que no fueron incluidos “Golondrinas del yodo”,
“Salto del Laja”. Los dos primeros no estaban terminados en el momento en que se
confeccionó la lista o la poeta dudaba de su lugar en el índice, pues los ubica al lado de
la lista; los dos últimos son incluidos en la edición de Editorial Universitaria (1997)
“Naturaleza”; los editores indican que Mistral anotó “dudosas” al lado del título y un
signo de interrogación al lado del verso 15. Jaime Quezada en su selección Poesía y
“Altos Hornos” se publica en Lagar II, sección “Oficios”, p. 113. Según los
editores de Lagar II, Mistral aprobó el texto; sin embargo, la métrica de este último
poema no corresponde al romance octosílabo, por lo que resulta difícil creer que la poeta
encuentra inconcluso en los manuscritos, con notas a los costados con lápiz carbón:
26
“Salvia Elquina” no corresponde al poema “Salvia”, número 10 en el listado de 34. “Salvia Elquina” es
el 9.a. Se ubica a la derecha, entre “Valle del Elqui” (número 9) y “Salvia”. Actualmente permanece en los
manuscritos. Los poemas 9 y 10 se distancian por 20 poemas en las ediciones publicadas. “Golondrinas
del yodo” es el 3.a., entre el número 3, “Desierto” y número 4, “Canción de cuna del Ciervo”.
46
“falta un dato”, “contar la obra de ellos” y una gran equis al lado derecho del poema
encuentra visiblemente alterada en la edición de 1967; pero, se debe tomar en cuenta que
elección de los archivos seguí los criterios de: vínculo con este proyecto de escritura,
pues entre los borradores hay muchos manuscritos escritos con lápiz carbón y casi
totalmente tachados.
versiones de los textos o los índices, pues son aspectos que escapan a los objetivos de
esta investigación. La revisión de los manuscritos que realicé tiene que ver con
“completar” la lectura del texto, pues después del trabajo de Falabella es imposible
aunque no todos los archivos corresponden a lo que se entiende por una libreta o
cuaderno, pues algunos son hojas sueltas que pertenecieron con anterioridad a algún
47
archivo. Once de estos documentos son versiones de algunos poemas27, dos
escritas), que contiene rimas “eo” para “Recado sobre Chile28 y el “cuaderno 54” (191
páginas escritas), que contiene artículos de flora y fauna chilenas, y está fechado en
junio de 1944 (Leblón, Brasil); los otros seis archivos contienen versiones del Poema de
Chile, pero ninguna de ellas está fechada, por lo que la numeración que he dispuesto
página. Los poemas aparecen ordenados de norte a sur; no se incluye “Desierto”, poema
incluyen “Cinco tiempos del huemul” y “Tacna”, cuyo nombre cambió después a
“Arica”, como señala Rojo (1997, p. 291). El “Tratado de Lima” que traspasó Tacna a
Perú data de 1929, lo que quizás constituye un indicio de la antigüedad del texto29.
Falabella (2003, p. 55) da cuenta en su estudio de que las tres estrofas finales del
poema “Hallazgo” no forman parte de este, lo que es notorio, pues la voz enunciante
27
[cuaderno] [manuscrito]: [Poesía, prosa y notas] 50 hojas, s.f.; [cuaderno 3] [manuscrito] 198 pp., 1949;
[cuaderno 4] [manuscrito] 112 pp., 1953; [cuaderno 7] [manuscrito] 63 pp., 1954.; [cuaderno 31]
[manuscrito] 267 pp. (escritas), 1941; [cuaderno 32] [manuscrito] 198 pp. (escritas), 1944; [cuaderno 33]
[manuscrito] 400 pp., 1948; [cuaderno 35] [manuscrito] 318 pp., s.f.; [cuaderno 89] [manuscrito] 44 pp.,
s.f.; [cuaderno 519] [manuscrito] 85 pp., [Poema de Chile] [manuscrito] 9 p., s.f.
28
En los manuscritos existen también otros documentos con rimas, seleccioné el “cuaderno 76” a modo de
ejemplo de los trabajos con las rimas del Poema de Chile.
29
Rojo (1997, p. 291) cita a Falabella (2003), quien piensa que este texto debió ser escrito antes de 1925.
48
cambia bruscamente, de la Mama Fantasma a un colectivo. Este fragmento aparece en
esta versión, sin titular, luego de “Piedra de la amistad”, mientras que “Hallazgo”
aparece en su estructura original de nueve estrofas. El rasgo “colectivo” de esta voz que
interpela a la Mama Fantasma recuerda una de las ideas que Mistral anota en los
Lagar y Poema de Chile; en este documento, “Altos Hornos” (p. 3) aparece en el índice
alfabético de Lagar, añadido a mano, en tanto que “Raíces”30 (p. 9) de Poema de Chile y
“Golondrinas del yodo” (p. 15) se ubican en la sección “Naturaleza” de Lagar; en los
incluyen; la falta de fechas dificulta saber el orden en que se realizaron los cambios.
como subtítulo “ya hechos”; estas son las secciones: agua, viento, flora, montañas,
metales, historia -sección en la que se incluye “A veces mama…”, poema que posee una
ciudades, caminos, reparto de tierra y gente (p. 12). Esto implica que Mistral barajó la
30
Existe otra versión de “Raíces” en Lagar II, pp. 82-83.
49
otros poemarios31, o quizás era un método para visualizar qué elementos ya estaban
sin las tachaduras, “pasada en limpio” y se titula “Orden del Poema de Chile”. Sin
embargo, al final de la hoja, anotados con lápiz carbón se encuentran los siguientes
mensajes, con letra de la poeta: “más pájaros” y “cerro del fraile”; además, al medio de
publicada por Pomaire, con la excepción de que el poema “Anochecer” tiene 6 copias;
en dos de ellas se llama “Noche” (pp. 45 y 48) y en cuatro se llama “Anochecer” (pp.
publicada.
transcripción igualmente provisoria, pues se sigue trabajando en los textos de los que
hay versiones paralelas; en la página 202 se escribe con lápiz carbón “Revisar el orden
31
Quezada (1997) ordenó los poemas de acuerdo a un orden temático en la publicación de Editorial
Universitaria, pero esta organización no corresponde a los índices temáticos de los manuscritos.
32
En este archivo se incluye también un índice de Poema de Chile con ciento siete poemas numerados y
dieciséis poemas escritos a mano a la derecha, que hacen un total de ciento veintitrés poemas (pp. 43-46).
Algunos textos de esta lista finalmente se publicaron en Lagar, como “La bailarina” o “Cajita de pasas”,
lo que significa que es un manuscrito anterior a 1954.
50
de las hojas”33. Contiene, entre otros aspectos: un índice temático con poemas “ya
hechos” en el que se añaden dos secciones nuevas, en relación con el manuscrito de 109
Destaco la presencia de los poemas inéditos “Canción del buen sueño” (p. 49) y
“Canción de cuna del huemul” (p. 50)34; también, se encuentran: fragmentos destinados
a intercalarse en poemas sin especificar en cuáles; la sección “Flora” (p. 309) proyectada
para Poema de Chile; otra versión de la segunda estrofa de “Mariposas” (p. 176) -poema
que lleva un epígrafe: “esas locas del color”-; notas para el poema; por último, aparece
5. [cuaderno 9] [manuscrito] (10 p.): Escrito a mano por la poeta; contiene temas, rimas
y notas para la obra; lo destaco porque se encuentra un índice para el texto, titulado
“Comienzo del Poema”, que se inicia con un poema desconocido, “La heroica tierra de
Chile”. En total, son 58 títulos, algunos de los cuales nunca se convirtieron en textos o
33
Las hojas tienen dos numeraciones distintas, por lo que las páginas a las que hago referencia
corresponden a la numeración que se ubica más cerca de la esquina superior derecha.
34
No corresponde a la “Canción de cuna del ciervo”, sino a su introducción, pues arriba de su título está
escrito con lápiz carbón “Introducción a la…”. Son dos estrofas que antecederían a la “Canción de cuna
del ciervo”, que se anuncia en esta hoja como “Canción”, y más abajo, escrito con lápiz carbón, se señala
“en la hoja siguiente”, donde se encuentra la “Canción de cuna del ciervo”.
51
6. [cuaderno] [manuscrito]: Poema de Chile (152 páginas escritas): Contiene un índice
notas de los editores; en el conjunto de textos aparece “Tacna” (pp. 10-11), “Cinco
tiempos del huemul” (pp. 25-27) (dividido con lápiz carbón en las cinco unidades) y el
poema “Anochecer” aún se denomina “Noche” (p. 39). Evidentemente, es una de las
listas que realizaron los editores, así como las versiones que he enumerado como 1 y 3.
ordenamiento del material; asimismo, algunas libretas o índices incluyen títulos que
jamás se convirtieron en textos, como “Balada de la menta”, que figura con la anotación
“no salió” al lado35 ([cuaderno] [manuscrito]: [Poesía], 109 hojas, pp. 43 y 45), de lo que
p. 79).
manuscritos se llama por su primer verso, “¿Qué año o qué día moriste…”, los errores
tipográficos señalados por Falabella, y las omisiones, también los archivos inducen a
pensar que en Poema de Chile no existen textos ni índices definitivos. Concuerdo con
35
En este manuscrito figura también el poema “Mujeres de Pescadores” con la nota “no salió”, lo que
interpreto como un poema que no se escribió, sin embargo, fue publicado en Almácigo, 2009, p. 124.
52
lo concibió como una continuidad abierta, a la que ella iba a poder
agregarle trozos nuevos cada vez que lo estimara necesario (…) uno se
pregunta si de veras quería terminarlo o si no era ése su tejido de
Penélope, una obra cuya secreta razón de ser radicaba ni más ni menos
que en su condición de inconclusa (p. 249).
Pienso, incluso, que las versiones extensas (89 o más poemas) resultan más
o reconstruidas en su memoria36.
parece absurdo prescindir del resto de los textos publicados o inéditos para un análisis de
notoriamente pertenecen al proyecto de “cantar” la tierra chilena que motiva el libro. Por
estas razones, trabajo con la edición de Pomaire, tomando en cuenta sus falencias, y
36
Rojo (1997) duda de las investigaciones eruditas de Mistral para Poema de Chile, pues de acuerdo a una
carta de la poeta a Matilde Ladrón de Guevara, la mayor parte de la obra se habría escrito con información
proveniente de su “mala memoria” (p. 336). Sin embargo, los fragmentos de las cartas a Esther de Cáceres
que he citado, y que no estaban publicados el año en que Rojo publicó su ensayo, permiten deducir que la
poeta realizó investigaciones para su libro, lo que no anula la posibilidad de que hayan elementos que
Mistral poetizó basándose en su memoria.
37
En un trabajo reciente, Falabella y Bernardita Domange (2010) dan cuenta de nuevas investigaciones en
relación con los manuscritos, y señalan que por lo menos existen cuatro grafías distintas en ellos y que las
hojas mecanografiadas de índices fueron copiadas por las secretarias, pero a veces también elaboradas por
ellas. En el artículo, Falabella transcribe una conversación entre Dana y Mistral, obtenida de una
grabación perteneciente al legado; en el diálogo se aprecia que Dana elaboraba índices que la poeta critica,
pues los consideraba hechos “a lo loco” y “sin sostén”, es decir, sin la transcripción de los poemas
53
4. Consideraciones generales sobre Poema de Chile
romance, “serie ilimitada de octosílabos, en los que solamente los pares tienen rima
asonante o parcial” (Quilis, 2008, p. 150). Esta forma es tradicional en las letras
españolas, y es una de las más apropiadas para contar historias, no solo grandes gestas,
pues según Menéndez Pidal (citado por Quilis, 2008), aparte de los romances épicos, en
la tradición oral existieron los romances llamados “noticiosos”, “que narran sucesos
episodios, pues la variedad geográfica de Chile así lo permite, al igual que la condición
aludidos en los índices. Mistral le espeta a Dana: “¿O vas a hacer un cuaderno de títulos? ¡Eso no se ha
visto nunca!” (Falabella y Domange, 2010, p. 50).
54
este modo, el viaje que el personaje emprende junto a una bandada de gansos constituye
Se debe agregar que la obra de Lagerlöf sucede a una serie de novelas infantiles
europeas que protagonizan niños “viajeros” y/o carentes de núcleo familiar, las que me
parece importante destacar, pues Nils no era huérfano ni abandonado, situaciones que sí
Copperfield (1849-1850) del inglés Charles Dickens -probablemente los modelos de las
que vinieron después-; de Heidi (1880), de la suiza Johanna Spyri; de Sin familia (1878),
del francés Héctor Malot -conocida en Latinoamérica por la adaptación televisiva Remi,
el niño de nadie (1977)-, y del cuento “Marco, de los Apeninos a los Andes”, del italiano
infantil, sin embargo, no incluyen elementos mágicos, sino que de manera realista narran
constituyen un aprendizaje para los personajes; en los casos de Heidi, Remi y Marco,
en el que se poetiza la historia de una mujer fallecida, que vuelve como fantasma a su
38
El duende lo empequeñece, transformándolo también en duende, por lo que queda a merced de los
animales, a los que Nils hostigaba; en esta condición, el muchacho puede dialogar con los animales, de tal
forma que conoce otra dimensión de la realidad. Nils recorre Suiza, montado en un ganso, y a la vez que
conoce su país, su carácter y conducta van mejorando.
39
En las novelas de Dickens la realidad es más descarnada que en las otras, en las que los niños van
encontrando personas generosas que los ayudan, por lo que el final feliz se concreta en la niñez, en la que
el núcleo familiar consigue ser restaurado, y no en la edad adulta como en las obras de Dickens.
55
país natal40, para proteger a un niño diaguita huérfano, al que quiere reinsertar en un
Chile.
(Neghme, 1992), y los animales, que causan asombro y regocijo en el niño. El carácter
mágico de la obra tiene que ver con la configuración lingüística que realiza la hablante-
mixtura del Edén bíblico, y de flora y fauna americana, que además se contempla desde
una doble óptica: la del re-conocimiento del espacio anhelado que se visita por última
muerte.
personajes; los primeros antecedentes críticos fijaban la cantidad en tres, por ejemplo
fundamenta que solo son dos: la Mama Fantasma y el niño, desdoblado en ciervo en
Para Rojo (1997), los tres personajes son uno solo -tal vez en alusión a la
Trinidad-, porque el mismo texto lo señala en la estrofa final del poema “Cordillera” (p.
335). Esta posición es la que me parece más coherente con el imaginario de la obra, pues
40
La crítica -Quezada (1993) y Rojo (1997), entre otros- ha señalado los antecedentes en la obra de
Mistral de la figura del fantasma. Para Rojo, este reiteración de las figuras fantasmales está ligada a lo
esotérico (pp. 264-272) y a la creencia de la autora en la comunicación con los muertos (p. 220).
56
si bien existen poemas que presentan una identificación inequívoca entre cervato y niño,
hablante.
El poema “Hallazgo” nos acerca a este “misterio” de “los tres en uno”, porque
poetiza el encuentro de los tres personajes; en el texto, la hablante declara que el niño
Dos aspectos son destacables: en primer lugar, que el niño haya “saltado”,
reconocimiento de un ser humano ¿Es que la hablante no quiere dar cuenta del rostro?
57
helecho…/ (¡Qué bueno es en soledades / que aparezca un Ángel-ciervo!)” (vv. 53-58, p.
9).
La imagen remite al cuento de hadas Hansel y Gretel, que también está signado
un ciervo, pero no con cualquiera, sino con uno cuya esencia es celeste, angelical, lo que
Asimismo, en el poema “Boldo”, la Mama pide al niño que sobe la “espalda” del
ciervo, a lo que el niño responde: “-Se llama lomo dijiste. / ¿Ves como estás
actualización del motivo del “llevar en mí”, presente en la obra anterior de Mistral, por
ejemplo en “La fuga” de Tala, en el que se poetiza el sueño con la madre muerta: “Pero
a veces no vas al lado mío: / te llevo en mí, en un peso angustioso / y amoroso a la vez
41
Rojo (1997) relaciona la condición de trascordada con “renegada” y otros términos que remiten
semánticamente a la no pertenencia, lectura que M. Sepúlveda (2008) comparte, agregando que la
hablante transforma esta condición, de un insulto a una condición positiva, “hija trascordada”, que
funciona como gentilicio de los valles transversales (p. 26). Me parece válida la interpretación, sin
embargo, pienso que el término “trascordada” tiene que ver, ante todo, con el despojo de memoria que la
autora experimenta luego de la muerte de su hijo adoptivo.
42
Leyendo el artículo de Javier Bello (2009) sobre la obra de Fariña, reparo en el poema “La medianoche”
de Tala, citado por el estudioso, en el que también está presente el motivo de “llevar en mí”: “Oigo / a mi
madre dormida / con dos alientos. / (Duermo yo en ella, / de cinco años.)” (Mistral, 2006, p. 127). La
poetización del dormir “en” la madre, se refuerza con los “dos alientos” con los que la madre duerme, el
de ella y el de su hija. Las dos figuras están fusionadas en el sueño, entendido como “dormir”.
58
“La fuga” poetiza un sueño de la hablante, así como también Poema de Chile
está constituido por la “materia del sueño”, como ya ha planteado la crítica: “no me
parece exagerado sostener que el sueño constituye lo mismo el acicate que la forma
personajes en uno, en tanto la fantasma lleva “en” ella a los otros dos. La atmósfera
“Hallazgo”: “(…) y unos céspedes tan tiernos / que no quisiera doblarlos / ni rematar
este sueño / de ir sin forma caminando / la dulce parcela, el reino (…)” (vv. 28-32, pp. 7-
a su Patria, y también declara que su figura es “materia de sueño”: “No me duele que no
de Chile con “Hallazgo” de Ternura: “Me encontré este niño / cuando al campo iba: /
buscando los pámpanos / topé su mejilla… / Y por eso temo, / al quedar dormida, / se
niño, que posee una estrecha conexión con el entorno (espigas-cuerpo, pámpanos-
59
mejilla), y manifiesta la ambigüedad sueño-realidad, pues la hablante teme que el niño
sea “materia de sueño”, una criatura “llevada en mí” -no tiene claro el momento y el
dormida, lo que difumina los límites entre la realidad y el sueño, debido a que ella vive
una esencia ambigua, en el caso del poema de Ternura, en cuanto a su forma -cuerpo o
ambigüedad no solo entre niño y ciervo, sino entre niño, ciervo, ángel y Yin Yin, una
criatura a ratos tan fantasmal como la Mama, que posee incluso carácter simbólico, en
tanto representa “algo más” -cualquiera de sus otros rostros, Yin Yin, ángel o ciervo-,
infancia.
memoria su niñez en Montegrande, como la pequeña Lucila que fue, mientras el diaguita
identifica la figura de la Madre con la Patria: “en el punto en que comienzan / Patria y
60
algunas interpretaciones. Por ejemplo, para Daydí-Tolson (1986), la equivalencia de
protectivo” (p. 198), que remite a la figura de Gea. Esta conceptualización de la tierra
como madre se relaciona con Mistral, en tanto es “próxima al animismo de los pueblos
andinos y no del todo ajena a ciertos aspectos del franciscanismo y de las doctrinas
espiritualistas” (p. 198). Así los seres que transitan por esta tierra-madre son como niños
en el regazo materno.
tanto con la patria celestial anhelada por la hablante como con la patria de la infancia,
para Mistral, su “verdadero país de origen” (p. 201). Aunque en la obra mistraliana
existen muchas patrias, solo una es eterna y después de la muerte se accede a ella.
hablante y de la mujer que esta fue, por tanto se produce una “con-fusión (…) mujer-
hablante descienda a un lugar (separado de ella, obviamente), pero que luego afirme:
“(…) la dulce parcela, el reino / que me tuvo sesenta años / y me habita como un eco”
(vv. 32-34, p. 8). Por tanto, ella misma es el “lugar” en el que la Patria se encuentra.
Mistral? ¿Una variante del “llevar a la propia madre”, como en “La Fuga”? Es posible,
pues a pesar de que en las cartas a Esther de Cáceres la poeta se refirió a su obra como
“poesía descriptiva”, el Chile del texto es el que se añora desde el exilio, que solo
61
adquiere un sentido pleno a la luz de los recuerdos de la hablante y de la autora,
literarios y ensayísticos nacionalistas, sino que, a la vez que Mistral da cuenta de su país,
también da a conocer su propio Chile, y junto con él, sus experiencias de chilena en el
“extranjera” en Chile (sus desencuentros con cierta gente y formas de vida). Por cierto
que también cuenta la ausencia de las ciudades, que la crítica ha apuntado (Concha,
1987; Rojo, 1997; Falabella, 2003), omisión que manifiesta la predilección por las
especies vegetales, los animales, y por las clases humildes, los indígenas y campesinos.
La figura que subsume tanto la Patria como al niño y al ciervo es, entonces, la
Mama, cuya construcción también resulta ambigua, debido a que se ubica entre lo
subsume a Gabriela, la autora de “locos versos”, que en un lejano pasado fue Lucila,
62
identidad de Lucila se conoce en los poemas referidos a la infancia y a los primeros
identidad de Gabriela se hace presente en los textos que remiten al oficio de la poesía, la
la Fantasma, mientras que este ser que se desplaza entre la tierra y el aire corresponde al
Desde luego que la Mama Fantasma es una creación ficticia referida a un futuro
inaugura esta sección de Ternura se titula también “La Cuenta-mundo”: “Niño pequeño,
comunicar el mundo a este niño, lo que se lleva a cabo en los poemas siguientes. A
“mundo” que se quiere contar, de los cuales “La luz”, “Mariposas”, “Animales”,
“Fruta”, “Montaña” y “Fuego” coinciden en los temas con algunos textos de Poema de
Chile, incluso en los títulos. De forma indirecta se relacionan con Poema de Chile los
63
poemas “El aire” y “El agua”. Asimismo, en Ternura también existe el antecedente de la
fusión poética de un niño con un animal en los poemas “Corderito” y “Apegado a mí”
(2006, pp. 56 y 57), de la sección “Canciones de cuna”, en los que el hijo de la hablante
(“Hallazgo”, v. 10, p. 7) que conserva resabios del primero, aquel que poseía en su
existencia terrena.
respecto al cuerpo; quizás las más evidentes sean una vejez prematura, presente por
fantasma, sino porque los recuerdos que retiene de su vida no contemplan una
El “segundo cuerpo” se poetiza de forma ambigua; por una parte, hay indicios
corporales concretos y por otra se poetiza la anulación del cuerpo, en tanto este sería
solo una “sombra”. En “Hallazgo” la hablante tiene “pies” que tocan “bajíos, cuestas,
mismo texto se enuncia que entrega “sombra de helecho” (v. 56, p. 8), y más adelante, ni
64
siquiera posee sombra: “aunque ya no lleve nombre / ni dé sombra caminando” (vv. 79-
80, p. 9).
En el poema “En tierras blancas de sed” se enuncia que, al igual que sus
compañeros, la hablante posee “garganta que arde / y los costados resecos” (vv. 54-55,
p. 15). Cuando hallan agua solo beben el ciervo y el niño, pese a que los tres
representan; los tres tienen miedo y se encuentran indefensos (p. 18). En el poema
los otros seres que “van en ella” y a los que se les poetiza una corporalidad un tanto más
ahora que tú me guías / o soy yo la que te llevo / ¡qué bien entender tú el alma / y yo
El texto añadido a “Hallazgo”44 enuncia que el hablante colectivo la percibe “con voz
rota y sin mirada” (v. 10, p. 10). En “Chillán” “(…) la que va en fantasma / voz no lleva
ni dineros” (vv. 54-55, p. 159), sin embargo, en “Flores” y en otros textos se poetiza que
44
Enumero los versos de este texto añadido desde el verso “¿Qué año o qué día moriste (…)”, porque en
rigor no pertenece a “Hallazgo”.
65
la hablante no solo habla sino que canta; la Fantasma no es perceptible para los demás,
de modo que puede “pasar” en libertad: “-Claro, tuviste en antojo / de volver así, en
fantasma / para que no te siguiesen / las gentes alborotadas, / pasas, pasas las ciudades, /
corriendo como azorada, / y cuando tienes diez cerros, / paras, ríes, dices, cantas”
por tanto, resulta inverosímil para la misma hablante: “(…) qué disparate no haber /
cuerpo y guardar su remedo! / ¡A qué me dejaron voz / si yo misma no la creo / y los dos
que me la oyen / me bizquean con recelo!” (“Selva austral”, vv. 117-120, p. 225).
contextualizan en una singular construcción temporal. Para Rubio (1989), el texto posee
Pienso que las diversas intenciones que la poeta tuvo al escribir Poema de Chile:
de los muertos queridos como la madre y Yin Yin, se relacionan con esta confluencia de
posee varios énfasis que reúnen las diferentes etapas de la vida de la escritora.
66
marchar, conversar, recordar, “quedarse” y dormir (siesta y en la noche). A propósito de
la marcha, también adquieren importancia los instantes para mirar, olfatear, gustar, tocar
y oír, pues este viaje por Chile constituye una experiencia sensorial con la vegetación y
la fauna.
el texto llama “estar, quedarse o permanecer”. La primera de estas instancias está regida
el viaje por Chile constituye un ensueño de la Mama; sin embargo, en este poema la
“que está doblado de paz, / mucha paz y mucho olvido, (…)” (“Hallazgo”, vv. 89-90, p.
10).
decir, por la memoria, sin dejar de lado que también el viaje configura utopías, como ha
observado la crítica (Falabella, 2003). Esta confusión de memoria presente (el viaje) y
67
de olvido futuro (la muerte) me parece significativa de analizar en relación con las
vigilia”, como en su acepción de dormir, pues, por una parte, el texto manifiesta una
continuidad entre sueño y vigilia, este estado “ensoñado” que se enuncia en “Hallazgo”,
pero, por otra parte, Poema de Chile posee reiteradas marcas textuales referidas a los
momentos en que los personajes duermen, ya sea en la noche, o en la tarde (siesta), que
se configuran como una antesala del sueño “final” y por tanto, del olvido.
En relación con el ensueño como estado permanente durante el viaje por Chile, el
poema “Despertar” entrega un bello ejemplo, pues la hablante comenta un sueño que
tuvo mientras dormía, el que retrata la visita que realiza a Chile: “Dormimos. Soñé la
Tierra / del Sur, soñé el Valle entero, / el pastal, la viña crespa, / y la gloria de los
huertos” (vv. 1-4, p. 61). Como puede apreciarse, la Mama repite durante el sueño las
actividades que realiza en el día, por tanto, el viaje por Chile se concibe como una
68
silencio y al habla, respectivamente: “Dormiremos esta noche / sueño de celestes dejos /
sobre la tierra que fue / mía, del indio y del ciervo, / recordando y olvidando / a turnos
de habla y silencio” (vv. 1-6, p. 17). Es importante señalar que una de las acepciones
definitivo45, y se relaciona con el género de “la canción de cuna”, que la Mama elabora
época moderna y la cultura de las ciudades la han dejado en el olvido, en tanto los
práctica por los beneficios de salud que conlleva, lo que, incluso, puede aumentar la
45
Rubio (2011b) comenta que en la época posterior a la muerte de Yin Yin, Mistral considera a los sueños
un estado que la conecta con la muerte (p. 159), y por lo tanto, con sus muertos, lo que en Poema de Chile
posee su correlato en las escenas de la siesta, como se verá en las siguientes páginas.
46
Entre los beneficios que reporta la siesta se incluyen la disminución de los riesgos cardiovasculares, la
liberación de las tensiones, el aumento en la capacidad de concentración y el refuerzo del estado de alerta.
Recientemente, la NASA declaró que veintiséis minutos de siesta son necesarios para aumentar la
productividad de sus trabajadores. Asimismo, los niños menores de cinco años requieren de la siesta para
desarrollarse adecuadamente en los aspectos físicos y neurológicos, y los ancianos para mejorar su calidad
de vida (Fundación Prohumana, 2011, s.p.).
69
La alabanza de la siesta en Poema de Chile es parte de la poetización de una
forma de vida contrapuesta a la vida moderna, es decir, una forma antiburguesa, que
Chile propone una vida equilibrada entre las tareas laborales y las de descanso, lo que
rechazando el trabajo infantil y los abusos laborales hacia los trabajadores. En este
sentido, dormir la siesta implica un descanso de la actividad del día, de la marcha, y del
calificativo que la hablante utiliza para hablar de su regreso a las tierras chilenas.
niño una rutina para dormir, como actualmente se recomienda a las madres: le canta
canciones de cuna o le habla de las especies vegetales que le proveerán sombra mientras
duerme. En “Flores”, la hablante hacer dormir la siesta al niño, deseando un lindo sueño
para él, lo que se motiva a partir de la canción de cuna: “Ahora te pongo a dormir / tu
siesta. Tiéndete y calla. / A lo mejor te dan lindo / sueño las tres agraciadas. / Estás
amurrado, sabes / duerme, duerme, te hago ‘nana’” (vv. 197-202, p. 96). La “nana”
mención de sus aromas en el texto, porque estos aromas inducen el sueño del niño tanto
como la canción.
70
Las hierbas y las flores son importantes en la siesta, ya que sus texturas y aromas
generan una dichosa experiencia; en “Salvia” la hablante lamenta no tener cuerpo para
manifestarse ante la planta, pero no por eso el encuentro con esta deja de ser feliz; el
salvia: “Esta siesta se la doy / y ellas me la dan sobrada. / Aunque les vuelvo sin bulto, /
mera señal, bizca fábula. / ¡Qué bien que estamos así / por el encuentro arrobadas! /
Sobran la ruta y las gentes / y el tiempo que antes volaba” (“Salvia”, vv. 29-36, p. 112).
Los árboles también son relevantes a la hora de la siesta, porque al cobijarse bajo
ellos los personajes obtienen “la gracia”47; en “Boldo”, el niño recuerda a la Mama:
“Dijiste que donde son / los árboles cosa santa / allí vamos a dormir / y a recogerles la
resplandor de la luz en el follaje y en los aromas que desprenden las hojas; la Mama
47
Concepto de raigambre bíblica que Mistral poetiza en Poema de Chile y en su obra poética anterior, así
como también reflexiona en algunas prosas sobre él. Cuneo (1998) desarrolla un análisis sobre “la gracia”
en la obra de Mistral; señala que en el poema “Nocturno de la derrota” de Tala, la gracia aparece en la
imagen del viento (p. 121); en “Flores”, de Poema de Chile, la hablante la define como una “cosa fina,
dulce y callada. Es un algo que está en la voz, en la marcha, en la mirada. Se la tiene sin saberlo. Pese a
ello, la hablante dice no haberla alcanzado nunca. Solo la ha visto de pasada. La descripción de la gracia
retrotrae al paso fugaz de ella en el poema ‘La Gracia’ y a lo inalcanzable de la ‘Flor del aire’ que es en
nota de la autora su aventura con la poesía. Ambos textos pertenecen al corpus de Tala” (Cuneo, 1998,
pp.147-148). Más adelante en su ensayo, Cuneo se hace cargo de la prosa mistraliana y publica un texto
inédito referido precisamente a “la gracia”, que comentaré en el apartado referido a las artes integradas.
71
La siesta bajo el árbol nos lleva al simbolismo de dormir en el regazo materno,
un dormir “en la madre”. Roberta Ann Quance (2000) señala que los sitios altos y los
bajos, anclados en la tierra, como cimas de montañas, fuentes, grutas y árboles son
mitología de las Madres” (p. 229)48. Los poemas “Boldo”, “El Maitén” y “Araucarias”
en un espacio cerrado. En “Boldo”, la Mama opone el placer de dormir bajo los árboles
al encierro de las casas: “¡Qué mal duermen los hombres / en su agujero de casas! / Se
materno, sino también a la protección familiar. Al pasar cerca del frondoso maitén, la
hablante decide dormir la siesta; debido a la amplia sombra que produce, la Mama
destaca su aporte: “y en la siesta vale más / que alerce y que piñonero” (vv. 11-12, p.
“-A ver si nos acostamos / y dormimos siesta mansa / si ella nos regala el sueño / de
48
En su estudio, Quance rastrea la imagen del árbol en la narrativa de Europa, Norteamérica y México,
señalando que las escritoras y algunos personajes femeninos “están obsesionadas por imágenes de árboles
fantasmagóricos” (2000, p. 123). No sé si Mistral estuvo “obsesionada” con los árboles, pero estos son
relevantes en todos sus poemarios y adquieren un simbolismo vinculado a lo sagrado. Al respecto, puede
verse el ensayo de Patricio Marchant, Sobre árboles y madres (1984).
72
Fantasma reconoce en la araucaria una gran madre, quien acuna a estos hijos en la siesta,
y espera de ella dulces y divinos sueños, pues recuérdese que Jacob sueña con una
densos y agradables aromas del bosque recuerdan, según la hablante, el segundo día de
la creación, no obstante, el Génesis indica que la creación de las hierbas y árboles fue el
tercer día. Gracias a la siesta, que aquí se configura como un “largo respiro”, los tres
viajeros se apropian de estos olores: “Huele el ulmo, huele el pino / y el humus huele tan
denso / como fue el segundo día / cuando el soplo y el fermento. / Por la merced de la
sueño: “cuélate de sueño adentro” (v. 62, p. 223); pero también la selva es “materia de
sueño” y posee un carácter lúdico: “Eres una y eres tantas / que te tomo y que te pierdo, /
mandas mofas de lejos…/ ¡Ay! No te mueves, que tienes / los pies cargados de sueño…”
(vv. 73-80, p. 223). La selva ríe y juega con ellos, como una figura materna.
naturaleza, como lo podemos leer en una de las estrofas finales de “Selva austral”, en la
que la Mama insta al ciervo a dormir: “mira que quiero dormirme / como el coipo en su
agujero / con el sueño duro de esta / luma donde me recuesto” (vv. 109-112, pp. 224-
225).
73
Tal como los viajeros, la naturaleza también duerme siesta, como es el caso de
las palmas, que fabrican la miel durmiendo la siesta: “Para agradecerle, sí, / la miel que
Aconcagua”, vv. 13-15, p. 79), y los helechos, vegetales en estrecha conexión con la
figura de la hablante; tal como ella, los helechos “no viven ni mueren” (“Helechos”, v.
19, p. 203) y viven un permanente sueño, cuyo silencio se transforma en “sueño de niños
o danzas / de unos enanos traviesos” (vv. 23-24, p. 203). La hablante también enuncia
que los helechos están “entredormidos / custodiando su secreto / y tal vez mi propio
sueño” (vv. 25-27, pp. 203-204), lo que demuestra su conexión con este elemento.
encuentra un poema inédito que me interesa destacar, a propósito del tema del sueño y la
Duérmete en ciervo
49
El texto está mecanografiado, pero contiene correcciones realizadas con lápiz carbón que integro a esta
transcripción, lo que se indicará oportunamente.
50
La palabra mecanografiada es “duerme”, y con lápiz se corrigió la última letra, quedando “duerma”.
51
Ver nota anterior.
52
El verso mecanografiado dice “morado de uvas y de higos”; con lápiz se tachó “y de”, reemplazándolo
por “e”, que permite mantener la métrica de ocho sílabas.
74
quedo, quedito…
Duérmete en árbol
quedo, quedito…
Duérmete en piedra
quedo, quedito… (p. 49).
con lápiz carbón la indicación “Completar” (al parecer, esta caligrafía es de Mistral), y
sus últimas dos estrofas están tachadas. La quinta estrofa tiene una anotación con lápiz
carbón a la izquierda, que dice: “se te vuelva”, lo que quizás corresponde al inicio de un
dos versos, que se va modificando parcialmente en relación con la “forma” del sueño. El
53
El verso mecanografiado dice “y duérmete nuestro río”, lo que fue tachado y reemplazado por “duerme
también tu río”, escrito a mano, que mantiene el verso como octosílabo. Cabe destacar que la escritura a
mano no es letra de Mistral.
54
Se corrige con lápiz carbón una errata, pues la palabra “pasaste” aparecía mecanografiada como
“pasate”.
55
Se cambió una vez más “duerme” por “duerma”.
56
El verso mecanografiado decía “en dos pliegues de mi vestido, (…)”; se suprime “dos”, lo que mantiene
la métrica octosílaba del verso.
75
verbo “dormir” aparece conjugado en los tres modos: en subjuntivo (primera y quinta
La primera estrofa corresponde a una imagen del atardecer en Valle de Elqui, que
se metaforiza como una fruta exprimida a partir del tono morado del atardecer, el que se
identifica con el color de las uvas y los higos. La tercera estrofa repasa la “hoja de ruta”
del día: Montaña, río, puentes, cuestas, espacios que remiten a las acciones de atravesar
y de subir de la hablante, del niño y del ciervo (en el contexto de Poema de Chile); llama
la atención que son espacios de tránsito, conectores entre un lugar y otro. Solo la
habitable.
“nueva ruta”, que lo conduce al sueño. Creo que esto tiene relación con que el dormir se
configura como un viaje alterno a la travesía que se realiza durante el día. En suma, en
los dos primeros versos de la primera estrofa se duerme el tiempo (día), en los dos
Entre los cuartetos se enuncia el ritornelo, que busca incitar el sueño del niño,
con las palabras “quedo” y su diminutivo tierno, “quedito”. Como señala la RAE, el
término “quedo” viene del latín quietus participio pasivo de quiescere, que significa
descansar, y remite a la hora de la noche para dormir, que en algunos pueblos se avisa
con toque de campanas; también se refiere a hablar en voz baja o con tiento, aparte de la
76
El ritornelo se estructura en torno al motivo del “llevar en mí”, de la obra
“dormir en ciervo”, el segundo “en árbol” y el tercero “en piedra”. La preposición “en”
piedra en tanto, no es tan mencionada como los otros dos términos, y puede remitir a
Chevalier (1995), que corresponde a su conexión estrecha con el alma (p. 827);
asimismo, los pueblos indígenas americanos, en especial el inca, creen que las piedras
pues señala su cercanía con el árbol, en especial, el árbol de la vida, por la cornamenta
del animal, que emula las ramas (1995, p. 287); también señala que simboliza en la
tradición cristiana al alma que busca la fuente divina donde saciar la sed, y que es un
animal que los escritores identifican con un instinto privilegiado para reconocer las
57
En el apartado sobre la arpillera de Violeta Parra, “Árbol de la vida”, del capítulo 4 abordo con mayor
profundidad el simbolismo del árbol, pero llego a la misma conclusión: el árbol remite a lo femenino
como sagrado-materno en Parra, lo que me permite señalar una convergencia de ambas escritoras en
relación con el tema. Las imágenes de los árboles como figuras tutelares pueden compararse con el sueño
de Mistral analizado por Rubio (2011b, p. 154), en el que la poeta ve a su hermana Emelina esperándola
bajo un árbol.
77
plantas medicinales (p. 289). Este último dato le entrega un nuevo sentido a aquellos
textos de Poema de Chile en los que el ciervo deambula olfateando matas y buscando
comida.
fusión con figuras tutelares que están interconectadas, y me parece que remiten a la
entrega sin reservas a la Madre con mayúscula, en tanto figura sagrada, “llevada en” la
seno al hijo-durmiente.
que se vincula con la antigua etimología indoeuropea de árbol, “según la cual ‘árbol’
según una interpretación junguiana, pues une dos mundos diferentes, representados en la
raíz y en la copa: “En su origen, según Jung, el Árbol encarna a la Gran Madre,
concebida como fuente originaria de la vida. No obstante, señala que puede llegar
también a simbolizar la muerte (…)” (Quance, 2000, p. 234). De esta manera, el vínculo
mujer-árbol se produciría en tanto ambas son figuraciones del “limen” por excelencia,
78
La figura de la Madre adquiere su fuerza mítica precisamente en la
medida en que se la ha situado fuera de los ciclos de la vida que se supone
gobierna, en un sitio aparte (que no es propiamente un sitio) desde donde,
se imagina, podrá presidir y regir la sucesión temporal a la que estamos
sujetos los mortales. Por eso decimos que la posición que se ha venido
asignando a la mujer en lo sagrado es liminar. En cuanto Madre, se halla
posicionada de manera que media entre el mundo de los vivos y el mundo
de los muertos, o que hace de puente entre el mundo natural y el
sobrenatural, lo que equivale a decir en realidad que no pertenece ni al
uno ni al otro porque está entre los dos en el umbral abierto en nuestra
consciencia por la muerte (Quance, 2000, p. 236).
La “Canción de cuna del ciervo” de Poema de Chile también poetiza este “buen
sueño” que se anhela para el ciervo-niño: “Duérmete con tus dos sangres / en cervato del
morir, / ser creado y ser disuelto. / Duerme tú, duerme hasta que / en cristiano
entre ciervo o niño? ¿al diaguita y a Yin Yin, aludido en el texto como un “Ciervo” con
En este texto también se insta a dormir al niño “en cervato”, y se asume el estado
intermedio entre la vida y la muerte que entraña el sueño: materialidad (“ser creado”) -
79
definitivo”, pues se “despertará en cristiano”58, pero, en una interpretación bíblica, este
despertar se puede entender como el momento en que los muertos se levantarán durante
alusión del texto a la muerte de Yin Yin en la tercera estrofa, que poetiza deseos de
tranquilidad y salud para el niño: “ni te halle la bestia hirsuta / que en la noche hirió a mi
dormir de Yin Yin: “No duermas como él dormía, / fiados alma y alientos” (vv. 27-28,
p. 26). La hierba trasunta en un blando lecho, con carácter angelical: “Blanda y morosa
La hierba se entremezcla con las astas del animal-niño, y la hablante destaca que
su imagen está limpia de sangre, es decir, el ciervo duerme, no se ha muerto: “con yerba
buena en las astas, / sin sangre sobre los belfos, / cribado de las estrellas, / ebrio de
58
En el manuscrito “Versión 2 de Poema de Chile” este verso presenta una corrección con lápiz carbón:
“en cristiano despertemos” cambia por “en cristianos despertemos” (p. 52.)
59
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá
del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor” (1º de Tesalonicenses 4:16-18).
60
A este fragmento se le suprimieron dos versos que figuran en el manuscrito “Versión 2 de Poema de
Chile”; entre el verso 37 y 38 actuales dice: “con dos fatigas que corren, / del cuello al rabillo trémulo” (p.
52). Ambos son versos octosílabos, y manifiestan la figura de la criatura que duerme en su faceta animal,
por la mención del “rabillo”.
80
La hablante emplea el verbo “pacer”, vinculado con los animales, para referirse
al sueño de la criatura, quien, fundido con los aromas naturales, comienza a dormir y a
soñar los mismos pastos en los que yace, los que comienzan a elevarse ¿Cómo un árbol?
cargado del sueño suyo, / del pedregal y del médano. / Ya está parado en su bien, / rico
la poesía mistraliana, que agrupa, por ejemplo, descuajar, desgranar, desasir, acciones
“separa” de la realidad y de la vida, como una rama de su árbol. Es probable que estos
muerte de Yin Yin. El sueño del niño contiene a los opuestos “pedregal” (dureza) y
“médano” (blandura) y consigue llegar a su “bien” (buen sueño), el que en este texto
Un poema en el que los significados con respecto al sueño están más ocultos es
“Fuego”. El niño y la Mama deben encender fuego para calentarse en la noche, antes de
imaginario del árbol que he estado comentando: “Ya vienen las ramas muertas / y vienen
/ juega al muerto y queda vivo. / ¡Ay! La hermosura caída del cielo…” (vv. 53-60, p.
177). Los puntos suspensivos se refieren a que el poema está inconcluso en el original,
81
pues la edición de 1967 corresponde al manuscrito “Versión 1 de Poema de Chile” que,
vivo. / ¡Ay! La hermosura caída / del cielo-de lejos64, ay el faisán vívido” (p. 142). Los
versos finales cumplen con la métrica octosílaba, siendo este uno de los errores de
este vaivén del fuego puede ser también un juego -una siesta normal- en la que parece
que el durmiente se murió, pero en realidad “queda” o “está” vivo, así como también el
61
Ambas palabras están mecanografiadas, una arriba, “alcanzar”, que prevaleció en la publicación de
1967.
62
Ambas palabras fueron mecanografiadas, arriba está “subir”.
63
La dos palabras están mecanografiadas, pero a diferencia de los casos anteriores, la palabra de arriba
“está” se perdió, conservándose “queda”.
64
La expresión “de lejos” aparece escrita con lápiz carbón; la caligrafía es en apariencia de Mistral, y
además hay una equis al lado de este verso.
65
Para Rubio (2011b) el imaginario del fuego en la obra poética de Mistral se vincula con el duelo: “En
cuanto al imaginario del fuego, debo decir que si bien es del todo notable su recurrencia en la poesía
mistraliana, cabe relacionarlo específicamente con la experiencia del duelo” (p. 161). La estudiosa cita al
respecto la sección “Luto” de Tala, y las cartas de la poeta, recopiladas por Luis Vargas Saavedra y Jaime
82
El niño experimenta miedo ante el fuego y la Mama lo tranquiliza a fin de que se
quede junto a la fogata, para comer castañas asadas y luego dormir, protegidos por
vuelves, / niño trabado de miedo / ¿con quién voy a caminar / la tierra, si es que yo
también? el diaguita y ¿quién otro? Creo que esta es una de las alusiones más soterradas
a Yin Yin en Poema de Chile, el primer niño que se “volvió”, y por lo tanto, no caminó
más con su madre. El verbo “volver” posee una connotación doble en los versos, pues
por miedo, el niño retornará a su lugar de origen (el diaguita al norte, Yin Yin a la
llamas del indito evoca el estado de Yin Yin que, según su madre, lo llevó a la muerte67.
En los versos finales de “Fuego”, el niño que marcha con la Mama pide alejarse
de las llamas y buscar alojamiento en algún pueblo, lo que la Fantasma rechaza, por su
condición: “-¡Ay, mama, a qué fue venir / así, parecida a un cuento! / Sigamos mejor,
Quezada. Como se desprende, el poema “Fuego” de Poema de Chile se inscribe en la misma línea de
significación.
66
Al revisar el manuscrito “Versión 2 de Poema de Chile” se comprueba que no hay mayor variación en
estos versos.
67
La carta que Mistral escribe para agradecer las condolencias recibidas luego de la muerte de Yin es
reveladora: “Mi Yin, mi ‘niñito’, ahora más ‘niñito’ que nunca, por la locura que me lo llevó, no se fue por
dolencia, Emita, se me mató” (Vargas Saavedra, 1985, p. 46). “Se me volvió” dirá en Poema de Chile la
hablante. Más adelante en su carta, la poeta relata una historia que le permite entender de alguna forma el
suicidio del hijo. Según ella, Yin Yin habría sido acosado en su colegio: “Ustedes me entienden que no
pienso en que una droga lo mató sino en que le trabajaron el cerebro hasta enloquecerlo” (p. 47).
83
quién quita / que encontremos otro pueblo. / -No repitamos la historia. / Duerme, aquí de
El niño pide buscar un nuevo pueblo, a lo que la Mama solicita “no repetir la
historia”; evidentemente, la pregunta que aquí cabe es: ¿cuál historia? Quizás sea la
Europa, pero, que sin embargo, condujo a Yin Yin a la muerte, y a Mistral al dolor. La
niño dormir en el campo, junto al fuego, mirando hacia el cielo, ¿será esta la forma de
siendo además, uno de los ejemplos de la transtemporalidad que rige en el texto, y que
algún lugar para ver, estar y recordar; es decir, permanecer constituye una experiencia
Elqui”:
84
Estemos así y duremos,
trocando mirada y gesto
en un repasar dichoso
el cordón de los recuerdos,
con edad y sin edad,
con nombre y sin nombre expreso,
casta de la cordillera,
apretado nudo ardiendo,
unas veces cantadora,
otras, quedada en silencio. (vv. 21-36, pp. 45-46)
Los personajes y la naturaleza del Valle conforman un nudo, a partir del que se
crea una unión atemporal, mientras el silencio genera los recuerdos; la tarea consiste en
“estar” y “durar” -lo que recuerda las prácticas de meditación budista de Mistral-, que
pero desde otra perspectiva son acciones contrarias a dormir, en tanto el sueño de la
del nudo de la “casta” cordillerana en el Valle consigue que “pasen” escenas y el propio
Valle, en pedazos o entero, “vario y uno y entero” (v. 46, p. 46). Luego de disfrutar esta
El río Bío Bío genera en los viajeros una experiencia similar: “Y así los tres le
“quedarse” se afirma en el fluir eterno del río, con sus idas y venidas: “Dale de beber tu
85
sorbo / al indio y le vas diciendo / el secreto de durar / así, quedándose y yéndose” (vv.
fluir de la vida y de la muerte (Chevalier, 1995, pp. 885-886), por lo que este encuentro
con el Bío Bío constituye una experiencia con lo numinoso a partir de la naturaleza.
crítica ha destacado los poemas “Reparto de tierra” y “Araucanos” como textos que
Por tanto, quiero reparar brevemente en otro texto en el que también se observa
un tiempo utópico, “Pascua”, que poetiza la única festividad que se nombra en Poema de
Chile. El hablante del texto no es la Mama, sino el niño: “Pascua en el Valle de Elqui / y
en los cielos fiestas, Mama. / ¿Cuándo va a amanecer, di, / la Tierra nuestra, cristiana, /
para echarnos a cantar / hombres y mujeres, Mama, / al filo del alborear / como gente
Egipto del pueblo hebreo y la preservación de la vida de sus primogénitos (Éxodo 12).
86
carácter espiritual, pues mientras se festeje la pascua en la tierra, en los cielos también se
celebrará, lo que recuerda las exclamaciones de los ángeles a propósito del nacimiento
de Jesús: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres!”(Lucas 2:14).
Por esto, me parece que la Pascua del texto se refiere a la Navidad, fiesta que en
el texto “cristianiza” la tierra y se relaciona con el alba, quizás por el nuevo comienzo
que implica la utopía de que hombres y mujeres canten juntos. El poema se inicia con la
pregunta por el cuándo: “¿Sabes tú, fantasma, sabes / cuando (sic) va a caer la Pascua,
(…)” (vv. 1-2, p. 55), y finaliza inquiriendo por el dónde: “¿Dónde va a ser el cantar
(…)” (v. 21, p. 55), cuestionamientos que quedan en suspenso, en tanto la Pascua es el
propuesta por la escritora, que la crítica ha reconocido (Cuneo, 1992, Falabella, 2003);
poesía lírica es la de un canto, pues compuso sus poemas con un “fuerte sustento fónico”
(p. 7).
87
En Poema de Chile es bastante explícita la identificación metapoética entre canto
la Mama dice al indito: “Tapa tus orejas hasta / que cruce mi Loco suelto, / pero déjalo
/ el grito rasgado, el llanto” (vv. 36-42, p. 32). El canto poético proviene entonces del
viento, ya sea norte o “mistral”; por tanto, cuando la hablante menciona el canto en el
Me llama la atención que la crítica haya asumido esta cita como el origen de toda
refiero al rumor del agua, pues el río Bío Bío se asemeja a una canción específica, que se
caracteriza por su ritmo monótono: “Poco lo tuve de viva; / ahora lo recupero / la eterna
68
Lila Zemborain (2002) señala que Elizabeth Horan relaciona la imagen de la herida con el origen del
canto poético en Desolación, pues la herida es una apertura hacia la inspiración poética en este libro en
particular (p. 91).
88
De este modo, en Poema de Chile se alude metapoéticamente al tema de la
nostalgia (saudade) asociado al viento, y la canción de cuna, relacionada con el fluir del
conduce a considerar que la obra puede leerse como la canción de cuna que Mistral
plasman en esta ensoñación llamada Poema de Chile y que preparan a la Fantasma -su
mar de su muerte, / como yo, loco y cantando” (vv. 79-83, p. 202). Los versos
muestran la identificación de esta con el río, el que desarrolla este canto “loco” antes de
ir a morir en el mar. Canto loco que “suena” como una canción de cuna, y que antecede
Concuerdo con Cuneo (1998) cuando señala que en Poema de Chile se poetizan
dos cantos, el simple cantar y el canto poético (p. 148), sin embargo, a diferencia de la
89
estudiosa, pienso que el viento no es la única fuente de este último, como se puede ver
en la relación del rumor del río con la canción de cuna. Asimismo, este “simple cantar”
o “el canto en loco suelto”, como se denomina en la obra, forma una especie de
continuidad con el canto poético o el “canto en loco divino”, porque el origen de este se
encuentra en la naturaleza.
Además del viento y de las aguas, otros elementos naturales cantan en Poema de
Chile, por ejemplo, el mar; la Mama aconseja al indito: “-Primero, óyelo cantar / y no te
cuentes el tiempo” (“El mar”, vv. 58-59, p. 65); las araucarias: “Cada leñador que cruza /
quiere tumbar la parvada, / y halla que de la primera / mañana a la tarde canta / y hierve
y bulle esta ronda / y nunca su canto para, (…) (“Araucarias”, vv. 3-8, p. 213). La
como una mujer: “Y la Tierra buena moza, / con sus percales devueltos, / está así, como
La noche se personifica como una nodriza, “que sabe, y que vela y canta (…)”
maduración, es decir, a su plenitud: “que cantan a los diez años / y antes ni hablan ni
sombrean” (vv. 9-10, p. 71). Por ello, este canto de la naturaleza tiene que ver con el
metaforiza como un “canto de suelo” (v. 10, p. 171). El “simple cantar” (Cuneo, 1998)
entrega otros beneficios, como la entretención, “Y para que no te aburras / ponte a cantar
90
con tu mama” (“Cisnes”, vv. 22-23, p. 218), y la dicha: “Hablen y digan los míos / y
canten en locos sueltos. / En todas las estaciones / el cantar aviva el seso69 / y pone a
realización simbólica de un deseo (…)” (1991, p. 55). Es probable que para el caso de
Poema de Chile el canto no solo exprese un deseo, sino también un sueño, recorrer la
Patria amada por última vez, convertida en un Edén, pleno de belleza y de justicia, que
resulta un espejo de la Patria futura, la “séptima morada”: “¡Tanto que en ella se canta /
y son tan anchas sus abras!” (“Volcán de Villarrica”, vv. 109-110, p. 211).
Chile, que permiten acercarse a la concepción del arte poético en la obra de Mistral. En
marcha con el canto: “Canta el viento de tu nombre, / llámalo según lo llamas, / porque
dice al niño: “Me gusta oírte la marcha / como de versos contados. / Óyetela tú también /
y entiende que va cantando. / Es porque la marcha canta / que en andar nos enviciamos”
69
La acepción más conocida de “seso” es cerebro, sin embargo, la RAE documenta un significado
“anticuado” del término: “Facultad sensitiva del alma”, que conectaría en el texto la canción con
emociones y sentimientos.
91
partir de la imagen de la marcha, Mistral plasma su relación con la métrica, aludiendo
tanto a su condición de trotamundos como de poeta: “-Mira la marcha con cifras / que ni
dedicación y el amor por el canto, cuando la Mama dice al indito: “-Es que yo quiero
que cantes / para acortar el sendero. / Aunque siempre lo hice mal, / yo canté con alma y
Concuerdo con el comentario de Cuneo (1998) sobre los versos siguientes del
Poema de Chile, que además permite reconocer la raigambre popular de los cantos
mistralianos. Me refiero a las aves, a las que el niño dice conocer, justamente porque
posada en las ramas de un árbol70. En Poema de Chile, esta figura relaciona el origen de
70
En el capítulo 4 retomo este aspecto a propósito de la arpillera de Violeta Parra, “Árbol de la vida”, la
que remite igualmente a la imagen del cantor.
92
la palabra poética de la hablante con el canto de las aves oído durante su infancia en
Montegrande, sin dejar de lado que el texto también menciona el viento y el río como
fuentes de la poesía.
hacen cargo de la elección de la poeta por lo popular sobre el tema: “Las aves como el
ruiseñor y la alondra que en la tradición culta eran símbolo de inspiración poética son
reemplazadas en el texto mistraliano por la tenca (…), una especie de alondra muy
abundante en los campos de Chile” (p. 151). Yo agrego al tordo y al cuco, aves chilenas
cuyos cantos dejan una impronta en la niña Lucila, que la Fantasma recuerda en su viaje
por Chile.
niñez en el que ella, los pájaros, el canto “embriagado” de estos y la rama en que se
posan forman una unidad indisoluble; los intervalos de silencio en la adultez, durante la
93
porque no me cuesta, no,
recobrar la canción perdida.
vida de la hablante que se vinculan con el canto de los tordos. Dos de estos tiempos son
escucha a los tordos en Montegrande. La hablante señala que Lucila podía dialogar “de
tú a tú” con los árboles, ya fuera un “higueral” o una “viña”. Es en una higuera donde se
La niña no se configura como una observadora pasiva, sino que responde a las
aves con su propio ritmo. El lenguaje hablado también contempla el ritmo, rasgo que se
acentúa si nos referimos con particularidad a la palabra poética ¿Cómo saber si la niña
evocada con ternura por la Mama Fantasma les respondía a los pájaros con sonidos
94
Esta especie de diálogo a través de los ritmos y sonidos tanto de las aves como de
transformando el día entero en un “escuchar”, a partir del cual las referencias temporales
desaparecen.
sobre el canto de los tordos, y el presente de los tordos, que siempre encuentran otra
Lucila a la cual cantarle. La repetición de este canto, de “la estación más bendita”, y de
la escena de las aves gorjeando para “otra Lucila”, actualiza el ordenamiento del mundo
de acuerdo a una concepción cíclica del tiempo, en virtud de la cual la escena recordada
se repite constantemente, por lo que jamás se perderá. Aunque esta nueva niña sea
distinta de la anterior, la reiteración de esta experiencia estética con las aves repite a su
vez a la primera niña que el poema recuerda, pues la pequeña del presente se nombra en
95
Yo me tengo lo perdido
y voy llevando mi infancia
como una flor preferida
que me perfuma la mano.
Y la madre va conmigo
sol a sol y día a día,
va con rostro y va sin llanto
cantándome los caminos.
No me lloren, no me busquen
en cementerio perdido,
ni cuando cae la nieve
ni travesea el granizo.
Vendré olvidada o amada,
tal como Dios me hizo,
como una fruta cogida
que vuelve dulce la marcha
y me inventa compañía.
Mi madre va, va conmigo
ni olvidada ni rendida. (“Tordos”, vv. 27-45, p. 58)
La figura de los tordos permite que estos tiempos, a los que se agrega un futuro
poco preciso, utópico, referido a una segunda venida (v. 39), existan simultáneamente en
el discurso poético y en el canto de las aves. Escuchar los sonidos de los tordos permite
a la Fantasma recuperar la infancia y, con ello, alterar la concepción del tiempo lineal.
encuentra, así como los muertos se hacen presentes en este espacio ambivalente.
últimas estrofas de “Tordos” y “La fuga” de Tala (1938), que poetiza el ambiguo
espacio del sueño y el motivo del “llevar en mí”, que había comentado anteriormente; la
96
“Vamos las dos sintiéndonos, sabiéndonos,
mas no podemos mirarnos a los ojos” (vv.11-12, p.115)
“Pero a veces no vas al lado mío:
te llevo en mí, en un peso angustioso
y amoroso a la vez, como pobre hijo
galeoto a su padre galeoto,
y hay que enhebrar los cerros repetidos,
sin decir el secreto doloroso:
que yo te llevo hurtada a dioses crueles
y que vamos a un Dios que es de nosotros” (vv.17- 24, p. 115).
experiencia paranormal con la madre muerta y el viaje en conjunto hacia “un Dios”, en
“Tordos”, la compañía materna es más armoniosa y feliz: la madre va “con rostro”, “sin
llanto” y cantando, a diferencia del rostro oculto y “acento rotos” de “La fuga”. Además,
sido olvidada.
significación, pues, por una parte, la madre no está fatigada o cansada, a causa de la
marcha, como tampoco ha terminado de “entregar” su alma (no ha muerto del todo).
Esta compañía dichosa es posible gracias al canto de los tordos, quienes en un estado
En el poema “El cuco” se repite la escena del pájaro posado en la rama, la niña
97
ni picoteaba mi espalda.
Yo no sé de dónde el tierno
sus dos sílabas mandaba
o las dejaba caer
de alguna escondida rama.
Pero a la siesta, a la siesta,
esas dos me adormilaban,
dos no más, pero insistentes
como burlona llamada… (vv. 1-12, p. 49).
La relación de la niña con el ave se produce a partir del sonido que esta emite,
que la hablante llama sílabas, en tanto coinciden con el nombre71 del pájaro. Es relevante
onomatopéyico, el que la hablante repite para dar cuenta de la monotonía del sonido que
Cuco-Cuco al mediodía,
y en la tarde ensimismada,
Cuco-Cuco a medio pecho,
Cuco-Cuco a mis espaldas.
¿Por qué no ponía nunca
otra sílaba inventada? (vv.17- 22, p. 49).
la cual los personajes recuperan las fuerzas para proseguir la marcha, y se vinculan con
71
El cuco o cuclillo es un ave de la familia “cuculidae”: “Los cuclillos son aves sudamericanas que viven
principalmente en los bosques y matorrales de la zona tropical. La mayoría son de coloración obscura y su
cola es casi siempre larga y graduada. En Chile se encuentran sólo dos especies en el extremo norte del
país” (Araya y Millie, 1988, p. 242).
98
La experiencia de dormir la siesta en el campo bajo un árbol y adormecerse
niña Lucila con la noción de canto. El origen del canto poético de la voz de la hablante
se conecta con estos momentos de la infancia, en los que la niña, receptora atenta de los
sonidos del campo, logra anudar la acción de “mentar” a un ave, en consonancia con lo
“El cuco” permite comprender la estrecha relación que la hablante percibe entre
sonido del Cuco es equivalente a las dos sílabas de su nombre, lo que establece la
identidad entre el ser y el lenguaje, la palabra. Esta conexión fue aprendida en la infancia
de canto, que la Fantasma emplea indistintamente para hablar de los sonidos de las aves
o del canto poético. Al igual que en “Tordos”, la experiencia del canto es un recuerdo
que se actualiza a través del canto de las aves, en consonancia con la organización del
99
en higuerales y chacras,
¡ni a mí me faltó al dormir
el Cuco de mis infancias! (vv. 29-40, p. 50).
A pesar de que las danzas y los sonidos de la infancia quedaron en el pasado, esta
para regocijo de la hablante. El canto del cuco se reitera y actualiza en el canto poético.
Por otro lado, es evidente la relación intertextual entre los juegos y danzas de “El cuco”
escritura del Poema fue realizada en paralelo con la mayor parte de sus otros textos.
intervención del niño diaguita. En “La tenca”, el diálogo entre ambos permite el traspaso
bajo un árbol el canto de la tenca. El diálogo entre ambos personajes da cuenta de otros
72
En la conversación entre Gabriela Mistral y Doris Dana transcrita por Falabella y Domange (2010),
Mistral señala con respecto al poema “El Cuco”: “Que yo debí alargarla, me gusta mucho, ese tema de la
jugarreta…” (p. 50), dato que comprueba la cercanía del poema a los textos de Ternura.
100
-Qué ganas de hacer disputa,
mi niño, cuando eso canta.
Aunque cantaban arriba,
yo bajé de donde estaban (…) (vv. 9- 14, p. 167).
En los versos transcritos, el canto remite al sonido de las aves, el tordo y la tenca
-los personajes plantean una competencia de cuál es mejor-, asimismo, se refiere al canto
aprendió ese canto -que quizás coincide con el de las aves- y pide aprender esta
“tonada”, término propio de la música compuesta por los humanos. Por último, la
se emplea en el texto para referirse al sonido de las aves, a las melodías y voces
recuerda sus primeras experiencias de la infancia con los sonidos de las aves. La niña
101
Lucila se sitúa como receptora y emisora en un especial proceso comunicativo con los
origen popular. Al respecto, Jaime Quezada (1993) señala que Ternura fue el libro
permanente de Mistral:
popular, como canción de cuna o jugarreta, en la figura del cantor (el ave posada en las
proviene de los pueblos indígenas, para quienes los elementos naturales son dioses y se
discurso extratextual, como en algunos textos de Poema de Chile en los que la identidad
102
de la hablante coincide con la de la escritora. No obstante, a partir de las letras, la poeta
popular de su país, además del canto popular que se comentaba en el apartado anterior.
por lo que su obra en general destaca los beneficios del aprendizaje y el ejercicio de un
dimensión espiritual que atañe a esta clase de trabajos, pues los concibe como
manifestaciones del alma y espíritu de los trabajadores: “El objeto labrado es esquema
de los sentidos, del cuerpo y el alma del obrero” (Mistral 1979a, p. 14). “Solamente Dios
sensibilidad del ser humano. Es la interpretación que la antropóloga Marta Turok (1988)
las artesanías son una fiel expresión del genio creativo del hombre, de su
sensibilidad para transformar materia inerte en verdaderas obras de arte o
en utensilios que harán su vida y la de sus congéneres menos difícil. De
un simple montículo de arena crea un bello jarrón o una cazuela para el
deleite del paladar; de un fruto del candente desierto hace un exquisito
sombrero o un resistente morral. Todo ello, en un complicado y complejo
paraíso de transformación que quizás en la trama y la urdimbre de un
huipil plasma la cosmogonía de nuestros pueblos (p. 100).
103
El artesano está relacionado estrechamente con la materia trabajada y con cada
una de las fases de producción, lo que genera un vínculo entre la materia y el espíritu:
conduce a identificarlo con el escritor. Uno de los primeros críticos que dio cuenta de
esta metáfora mistraliana del artista fue Roque Esteban Scarpa (1976), quien comenta el
texto en prosa “Las jícaras de Uruapán”, en el que Mistral se complace en el trabajo del
artesano indígena. Scarpa señala sobre Mistral: “reconoce que, sin saberlo, él [el
creaciones, puede advertirlo porque descubre, con instinto sagaz, la identidad de todo
104
De este modo, además de abordar la temática de la artesanía tanto en la prosa
diversos productos artesanales u oficios, lo que forma parte de esta concepción del arte
asimismo, analiza el poema “La fuga” como la imagen de un cuadro plástico, reparando
“Mistral identifica su actividad creadora con las operaciones del podar. Ambas -poda y
poesía- se hermanan en el trabajo del escultor, que desbroza el bloque material para
engendrar un nuevo ser” (p. 90). De esta forma, la artesanía y los oficios constituyen el
correlato de la escritura.
relación con la escritura poética; pero, sin duda alguna, resulta revelador el artículo “La
gracia en la Poesía”, el que la estudiosa transcribe y presenta como inédito, sin fecha
105
forma en la prosa de Gabriela Mistral, se señala que este artículo proviene del diario
concepto en que se funden arte y artesanía, inspiración y disciplina la hace tener una
actitud más exigente frente al escritor, sobre todo, el americano” (1989, p. 161).
Darío, escritores admirados por ella, a fin de discurrir sobre la disyuntiva ¿la poesía
73
La fuente de Cuneo es Onilda Jiménez, quien en su tesis doctoral trabajó con este artículo. Cuneo (1998)
señala que la doctora Jiménez le envió el texto desde Estados Unidos (p. 200). Destaco, en todo caso, que el
ensayo de Arrigoitía (1989), que también corresponde a su tesis doctoral, es posterior al de Jiménez (1983).
El manuscrito del artículo se encuentra actualmente digitalizado en http://www.salasvirtuales.cl/salamistral
/Upload/AE0013167.pdf. En el catálogo de la Biblioteca Nacional el manuscrito no está fechado, pero
siguiendo los datos que entrega Arrigoitía, lo fecho en 1927 en la bibliografía de esta investigación.
106
Así, la gracia se identifica con la capacidad de crear, la que no se restringe a los
artistas, sino a todo trabajador que entregue el alma con humildad a su trabajo.
Recuérdese, además, que en los textos que se comentaban en el apartado sobre el canto,
el niño diaguita enunciaba que la Fantasma le había dicho que recogerían la “gracia” de
los árboles. Esto es porque el creador por excelencia es Dios, y todo trabajador, llámese
artesano o artista, que posea el amor por la posibilidad de crear está llamado a emularlo.
La gracia es un don de Dios, al que ciertos humanos pueden acceder sin tener
méritos. Scarpa (1976) cita las palabras de Mistral sobre su madre, en la que la gracia se
manifiesta, según la poeta, como una felicidad inexplicable, ajena a la lógica: “Mi madre
está delante de mí todavía con su mínimo cuerpo, y me dice donaires para mudarme la
cara seria y soltarme la risa, porque ella fue reidora, y feliz, sin razón de felicidad, por
Sin embargo, para la poeta la gracia no es todo; los productos humanos, sea la
escritura o sea cualquier oficio, necesitan del trabajo esforzado; la imagen que entrega
Mistral en este texto sobre el encuentro entre la gracia y el esfuerzo humano remite a
107
se nota el añadido74, donde se siente o no se siente -eso es cuestión de
malicia o de destreza- la nobleza del metal primero y la plebeyez del
metal segundón. (citado por Cuneo, 1998, p.204).
Este fragmento recuerda la imagen del lagar, que representa la creación poética
en las “Notas” de Tala, analizada por Rubio en su artículo (2011a), en tanto la materia
artesanal, que produce un fruto (vino o metal), y que deja ciertos desechos (pulpas o
trabajo artesanal y la gracia, fusión que produce la obra; al abordar la lírica como un
de Poema de Chile, sino de todos sus libros; los cuadernos con cientos de palabras con
74
Cuneo transcribe con cursiva las frases que en el manuscrito aparecen subrayadas, no obstante, esta
frase se transcribe con letra normal. La coloco en cursiva porque aparece subrayada en el manuscrito.
108
una rima específica; las versiones diversas de un poema, los versos alternativos, la
tachaduras y las reescrituras; en fin, todos los rasgos de su trabajo que quizás abrumaron
pero también fascinaron a los estudiosos mistralianos que han examinado los
manuscritos.
necesitan mayor esfuerzo, y la imagen de un ciervo ciego que por instinto encuentra el
divino”. La creación de Dios es ante todo perfecta, rasgo que las creaciones humanas no
El artista debe aspirar a esta perfección, porque lo que Dios consigue solo a partir
de la gracia, el ser humano lo obtiene con el trabajo y la gracia. Quizás por esta razón
Mistral le otorga tanta importancia a la pureza del artista, pues finalmente lo puro es lo
más cerca que el ser humano puede estar de la santidad de Dios, y por tanto, de la gracia.
En este sentido, creo que el poema “Cobre” de Poema de Chile puede ser leído
redimiendo el cobre / con las virtudes del fuego. / De allí va a salir hermoso / como
nunca se lo vieron / las piedras que eran sus madres / y el que lo befó por necio” (vv. 1-
6, p. 19).
purificación. El cobre es hijo de las piedras y los necios se han burlado de él; ha sido
redimido por el fuego y de ese proceso saldrá embellecido; a mi juicio, esta serie de
109
imágenes remite alegóricamente al proceso de purificación de la escritura de la autora, y
El poema sigue el proceso del cobre como piedra (símbolo del alma), y recupera
el motivo del “llevar en mí”, en este caso, de cargar con los muertos: “Día a día te
volviste / la pobre piedra quedada, / la pobre piedra que duerme / y dura y odia la llama /
y eres, ya, todos tus muertos / antes de ser sepultada” (vv. 17-22, p. 19). En mi lectura,
“Apréndete el oficio nuevo y eterno. / Pide tierra para ti, cóbrala” (“Flores”, vv. 109-
110, p. 92). El canto se produce ante la visión de campesinos que cultivan su propia
tierra.
connotación maestro-aprendiz del oficio de la tierra, legado por sus ancestros: “Chiquito,
110
yo fui huertera. / Este amor me dio la mama.” (“Huerta”, vv. 40-41, p. 52). Justamente,
la jardinería fue “el oficio lateral” de la poeta, es decir, el “segundo oficio” que le servía
para “respirar” y descansar de las clases (“El oficio lateral” [1949], en Magisterio y
la doble línea de los versos crea, desde el origen del poetizar mistraliano,
la figura del surco, marca del sufrimiento humano por ser herida, cicatriz,
hendidura en el rostro y en la tierra y, a la vez, firma primera y
personalísima de su escritura poética. De esta andadura en surcos va a
derivar la norma serial de su poesía más temprana: el arte del dístico, del
cuarteto, del soneto, las colecciones o secciones abiertas y en
yuxtaposición y, más que nada, el predominio ostensible de la copla tanto
en Desolación como en Ternura. Incluso, exagerando un poquitín, uno
podría ligar a esto mismo el itinerario segmentado, aunque en un
continuum de pares de versos, tan característico del Poema de Chile (pp.
99-100).
pares, lo que adquiere pleno sentido debido a la relevancia temática del oficio de la
tierra, de la vegetación, y del espacio paradigmático, el huerto. Agrego que en una de sus
prosas, la escritora comentó que percibía en los huertos un “habla” especial: “Si a mí me
tocase escoger las hablas que caen en mis oídos, escogería, tal vez, la de los trigos de la
Mistral a los niños del litoral” [1938], en Magisterio y Niño, 1979b, p. 70).
111
La huerta es un espacio paradigmático en la poesía de Mistral; de trascendencia
espiritual, vista como mímesis del jardín primordial o del Huerto de los Olivos75, es la
condensación de los elementos naturales más queridos: el sol, el agua, la tierra, las
hierbas en un pequeño terreno. Chile es para la hablante “la dulce parcela, el reino”
esquivar todas las casas / y de entrarte por las huertas / a hurgar como una hortelana”
Por estas razones se puede decir que la imagen del huerto es transversal al tema,
75
Concha (1987) utiliza la figuración del Huerto de los Olivos a propósito de la presencia del dolor en los
textos mistralianos (p. 52).
112
Asimismo, en algunos oficios presentados en Poema de Chile están presentes el
poetización de los oficios constituyen una estrategia que asimila el ejercicio de un oficio
a la labor poética. Así sucede con el jardinero, quien canta al sembrar: “Coge en tu mano
semillas / y canta, cantando, siembra” (“Palmas”, vv. 11-12, p. 71). La visión del reparto
maquinarias es una canción: “Qué lindo cantáis, telares, / vuestro eterno jubileo, /
76
Zemborain (2002) destaca la relación entre el viento “mistral” y la enseñanza: “mistral como viento
deriva de ‘maestral’ por ser un viento dominante. La figura de la maestra, aunque modificada por el
carácter violento del mistral, está implícita en el seudónimo” (p. 38).
113
El canto de telares se confunde con el viento, representación del canto “en loco
divino”; el producto del trabajo es santificado: “santo lino” (v. 21, p. 181), es decir, la
materia prima es purificada, depurada, tal como Mistral describía el oficio poético en
mar: “Cuando te deje en tu playa, / si escoges el ser costero, / me vas a hacer una barca /
como otros no la tuvieron. / Yo te veré calafate, / que no piedra del desierto (…)” (vv.
26-31, p. 68).
materiales propios de esta labor: “El viento que nos apura / trae de Concón sus lienzos /
y bate tactos de barcas / y el caer con chapoteo / y el nombre que les pregonan / los
calafates riendo / entre olores que declaran / olas, breas y maderas” (vv. 5-12, p. 68).
texto pedagógico, proponiendo que es una “educación para la vida”, “un modo de
114
Lo que comenta Carrasco me parece coherente con la obra de Mistral, en especial
con sus textos en prosa que se refieren a la enseñanza y la “Escuela Nueva”; sin
enseñanza como un correlato de la relación con el niño, sino más bien el método de
comunidades indígenas.
conservadora que contempla diferencias de género: “no hacía lo de mis años: / no cosía,
no zurcía, / tenía los ojos vagos, / cuentos pedía, romances, / y no lavaba los platos…”
(“A veces, Mama, te digo…”, vv. 22-26, pp. 39-40). Aun siendo una niña “distinta” del
promedio, la Mama aplica con el niño el mismo método de enseñanza con diferencia de
115
El aprendizaje de un oficio dentro de una comunidad rural o indígena es una
enseñanza familiar; en el caso del niño huérfano, la Mama es una madre sustituta, que le
del mismo modo que en las comunidades indígenas o rurales. El niño siempre está
escuchando, y luego repite los nombres y otros conocimientos; hace preguntas lúcidas y
acercamientos del ser humano con las cosas, antes de que la institución educativa lo
condicione y lo norme.
madre y ella buscaban hierbas en el campo: “Yo le preguntaba andando / por árboles y
por matas / y ella los conocía / con virtudes y con mañas” (vv. 42-47, pp. 52-53).
poema “Sueño azul” de Elicura Chihuailaf (2002), que poetiza este modo de enseñanza
116
que suelen esconderse
en el viento (vv. 32-42, pp. 27-29)
(…)
Salgo con mi madre y mi padre
a buscar remedios y hongos
La menta para el estómago
el toronjil para la pena
el matico para el hígado y para
las heridas
el coralillo para los riñones
-iba diciendo ella
Bailan, bailan, los remedios
de la montaña -agregaba él
haciendo que levantara las
hierbas entre mis manos
Aprendo entonces los nombres de
las flores y de las plantas
Los insectos cumplen su función
Nada está de más en este mundo (…) (vv. 98-113, pp. 33-35).
Como se aprecia en estos fragmentos del poema, la noción de que los elementos
poema enuncia que la poesía la encontró en las enseñanzas y relatos orales de su familia:
aprendí lo que / era la poesía / Las grandezas de la vida / cotidiana” (vv. 23-28, p. 27).
las plantas, por lo que la instrucción del indito consiste en adiestrar sus sentidos para re-
117
conocer lo experimentado77, y en ejercitar el habla y la memoria lingüística, es decir, la
(vv. 99-101, p. 92); “Mírala, abájate, huele. / Ya, ya. No vas a olvidarla” (vv. 160-161,
p. 94); “-Calla y miéntala una vez, / dos veces, tres, ya, ya basta. / Ahora, ahora, esta
una cultura específica, por tanto muchas se asocian a valores o costumbres; es lo que
una persona quiere o ama a otro/a, historia que la Mama le cuenta al niño, completando
Este ejercicio de contar historias es el que Cuneo (1998) destaca como “el modo
de decir más reiterado en Poema de Chile” (p. 152). La estudiosa señala que la acción de
1998, p. 152).
modo que el cuento cumple con la función de “encantar”, que apunta Cuneo, y la
77
Aparte de las flores, los diversos elementos de la naturaleza también requieren de los sentidos para ser
conocidos, por ejemplo, para conocer el mar es necesaria la vista: “Mentaste, Gabriela, el Mar / que no se
aprende sin verlo” (“El mar”, vv. 1-2, p. 63). También se destaca la vista en el poema “La chinchilla” (pp.
33-35).
118
verdad, que forja el aprendizaje del niño: “-Mama, ¿todo lo que vos / estás contando es
un cuento? / -A veces son grandes veras / y otras, humos frioleros. / Dame, entonces, de
El aprendizaje del niño incluye la atención hacia los nombres de las cosas, no por
“bautizar” propiamente tal, ya que esta tarea se asume como realizada por quienes más
Araucanía / que ni vemos ni mentamos. / Vamos sin saber, pasando / reino de unos
En “Bío Bío”, el niño repara en la belleza del nombre del río, que la Mama
atribuye al amor de los antiguos por estas aguas: “-Bío Bío, Bío Bío, / qué dulce lo
llamaron / por quererle nuestros indios” (vv. 17-19, p. 187). Mama y niño se deleitan
119
Concuerdo con Cuneo (1998) cuando señala que:
Ya los vi. Vámonos yendo. / Cas-tora, cas-tor. / ¡Qué lindo mentar un nombre nuevo!”
(vv. 44-49, pp. 42-43). Este ejercicio de mentar motiva la pregunta por el “otro” nombre
viejo” (vv. 46-48, p. 43)78. En el acto de autonombrarse, la Fantasma ejerce el poder del
beneficio; el espíritu del monte penetra en quien lo convoca: “Di su nombre, dilo a voces
/ para que te ensanche el pecho / y te labre la garganta / y se te baje a los sueños” (vv.
72-75, p. 81). Así, el habla encarna el poder primigenio del decir-hacer, es decir, la
78
Rubio (2011b) cita un fragmento de un diario de vida de la poeta, de contenido muy similar a estos
versos, que permite establecer una relación entre Poema de Chile y Lagar: “¿Que si tuve otro nombre? Sí,
yo tuve dos: el que me dieron de veras (Lucila Godoy) y el que me dí de mañosa (Gabriela Mistral). Y el
nuevo me mató el viejo: Una en mí maté, yo no la amaba” (p. 163).
120
“-Oye, ¿la mentaste hermana? / -Sí, por el hombre Francisco / que hermanita le decía / a
todo lo que miraba / y daba aliento u oía” (“La Chinchilla”, vv. 49-50, p. 35). Por ello,
p. 27).
algunas de las cuales se editaron en Motivos de San Francisco (1965). En esta prosas se
explica la asimilación de la escritora de las doctrinas del Santo, que se aplican en Poema
de Chile: “Las criaturas nacieron para sí mismas, y por eso tú las llamabas hermanas” (p.
72). De esta manera, la naturaleza no se considera al servicio del ser humano, sino que
amantes te fue dado el saber nombrar, de precioso nombre, a las criaturas. Tu adjetivo es
maravilloso, Francisco; llamas robusto al fuego, humilde y casta al agua” (p. 76). Es así,
como la escritora admira la poesía del Santo y repara en su amor por el ritmo: “Tanto
amaba la frase con música, en que el ritmo es elemento divino, que durante toda su vida,
a pesar de ascetismos y batallas entre los hombres, siempre le vendrá a los labios el
verso como una leche materna (…)” (pp. 39-40). Incluso, Mistral pide a Francisco que le
y plantas en el texto; sin embargo, entre las enseñanzas del Santo también está el
silencio: “‘Está callado, y así están todas las cosas; siguen escuchando desde el primer
día de la creación. Nosotros, pobrecillos, dejamos de oír el murmullo del que nos hizo,
121
porque nos embriagamos escuchando nuestra propia algarabía. Y ésta ha endurecido
nuestros oídos’” (p. 89). El aprendizaje del niño en Poema de Chile consiste justamente
en adiestrar el oído y los demás sentidos, así como también soltar la lengua, para obtener
esta particular cualidad de interactuar con la naturaleza, escuchando también lo que tiene
que decirnos.
lección del lirio es “estar en silencio, sentir el dolor que pasa en el viento y tejerse la
blancura lentamente del corazón hacia los pétalos” (p. 90). Es interesante que respecto
de la muerte del Santo, Mistral destaque la bendición que significa prescindir del cuerpo;
al interpelar a Francisco, la poeta enuncia que la muerte “te dio por fin lo que mucho
los principios esenciales del franciscanismo: amor, bondad, evangelio, pobreza radical,
sencillez, caridad y humildad; señala que esta filosofía cautivó a algunos escritores
románticos (p. 26), a Rainer María Rilke (p. 45) y a José Vasconcelos (p. 49), amigo de
Mistral.
A juicio de Chauvet, Francisco posee una “visión endiosada del mundo natural”
(p. 36), que traspasó a sus escritos y cánticos: “El mundo de Francisco es un mundo
exquisitamente poético, un mundo de ensueños espirituales” (p. 32). En los poemas del
Santo se percibía que “aprendió de los troveros y trovadores franceses” (p. 34).
122
lado idealizado, pero por otro lado, despreciado por su banalidad. Así, con cierto tono
despectivo, dice al niño: “Las gentes, chiquito, saben / de pájaros poco o nada; /solo
Los versos muestran desprecio por la gente que se dedica solo a comer y a
chismear; de este modo, cabe preguntarse si estos saberes que se entregan al niño
realmente representan al Chile que Mistral conoció, proclive a los chismes, o pertenecen
gusto. Por ello, la caminata por Chile posee doble sentido: se avanza hacia algún lugar,
Santo de Asís, conduce al niño a través de los tiempos para hacerlo habitar en una
cosmovisión diferente, donde los chismes son acallados, y el ser humano se ejercita en
Esta cosmovisión se identifica en Poema de Chile con el espacio rural, por lo que
ejemplo, Quezada (1993) señala que Mistral: “no descuida los énfasis verbales,
123
diminutivos que tan reiterados serán en Poema de Chile” (p. XXII). La hablante dialoga
en forma permanente con el niño, por ello, el lenguaje utilizado es fundamental. Para el
crítico, el texto posee “una expresividad resuelta y propia del habla nacional” (p.
Por su parte, Falabella (2003) enfatiza la importancia del diálogo (p. 40) y en el
capítulo cuatro de su libro realiza un recorrido histórico por “la tensión entre la oralidad
124
En Poema de Chile estamos ante un texto en el cual la oralidad es
vital (…) El canto es portador de un espacio de memoria colectiva y un
mensaje político y espiritual: conocimientos propios del folklore y de la
tradición oral chilena y latinoamericana se mezclan con el despliegue de
un proyecto de modernidad alternativa, en el cual lo político y espiritual
se entrelazan (p. 40).
oral coincide con rasgos estéticos de la vanguardia brasileña que Mistral conoció.
obra y los elementos propios de la oralidad que la crítica ha señalado con acierto. El
evidente privilegio por lo rural es clave en relación con la oralidad, no solo porque la
autora es de origen campesino, sino porque la poetización del campo implica la entrada a
79
Lo mismo se podría decir -agrego- de la recopilación folclórica de Violeta Parra, pues el canto
campesino solo se transmitía oralmente. La conciencia de preservación de un material considerado valioso
implica una visión moderna del arte (en este aspecto).
125
una particular economía cultural capaz de incidir de manera sustancial no
sólo en los procesos de adquisición, preservación y difusión del
conocimiento, sino también en el desarrollo de concepciones del mundo y
sistemas de valores, así como de particulares productos culturales tanto
históricos como presentes (p. 60).
estudios sobre oralidad, Pacheco (1995) señala que Cornejo Polar percibe en la oralidad
“su propia legitimidad regida por una verdadera racionalidad alternativa, distinguible de
Mama; de este modo, los límites entre el exterior (espacio) y el interior (de la hablante)
son difusos, pues recuérdese que la Mama visita un lugar que además la habita. De esta
126
En consecuencia, los elementos naturales poseen un carácter tanto terrenal o
poema “En tierras blancas de sed”, en el que se asocia el cactus con la imagen de Cristo
crucificado; no se trata del cactus “corona de cristo”, sino que los términos se invierten,
planta y Cristo: “los Cristos llamados cactus” (v. 3, p. 13). También se poetiza la
aparea con sus muertos” (vv. 7-8, p. 13)80, y el agua se denomina con mayúscula “Agua
angelicales, como el ángel del romero (“Mariposas”, vv. 6-8, p. 145), el “Ángel Rafael”
(“Bío Bío”, v. 64, p. 189), y el ángel de las hierbas, cuya existencia se conoce por la
verbal “cuentan” para referirse a lo dicho por los arcángeles, lo que nos lleva a las
arcángel / desciende toda gracia” (“Monte Aconcagua”, vv. 61-64, p. 81), así como
80
En “Valle de Elqui” la referencia a la coexistencia de vivos y muertos es más explícita, la hablante
quiere llegar pronto al valle “para ambular a la tarde / con mis vivos y mis muertos” (vv. 5-6, p. 45). Y en
“Monte Aconcagua” la madre de la hablante baja del monte “y después se va yendo / por faldas y
quebradas” (vv. 68-69, p. 81).
127
también se poetiza la presencia de las fuerzas espirituales malignas materializadas en el
Diablo, que transita por los viñedos (“Alcohol”, vv. 1-4, p. 77).
El espacio rural otorga placer sensorial, por ejemplo, a partir del olor de hierbas o
manzana, de olor “dulce y manso” (v. 3, p. 109). En “Viento Norte”, el viento “es más
viejo que Abraham” (v. 3, p. 31), pero la hablante le llama “mi niño” (v. 24, p. 31), y
por ejemplo, los olores de la salvia y el romero del Valle de Elqui provocan que la
refiere al desierto como “Padre-desierto” (v. 2, p. 21); en tanto que en “Montañas mías”
la hablante se declara “hija trascordada” de las montañas (v. 10, p. 37); en “Valle de
128
Elqui”, los cerros se asemejan a “padrinos”, que se transforman en animales soñolientos
(vv. 13-16, p. 45); y en “La chinchilla”, la Ruta es Madre de la Fantasma y del niño (vv.
3-4, p. 33), por su condición de errantes, viajeros. En los distintos poemas estos
padres: “Hermana loca la Ruta, / Madre Luz y Padre el Viento, (…)” (vv. 17-18, p. 107).
Esta cercanía con lo natural trasunta en una gran ternura al poetizar diferentes
elementos naturales, como manzanas o hierbas, que son identificadas con niñas:
“Pequeñita hierba niña / voz de niña balbuceada. / Dulce y ancho es su fervor / y su voz
es balbuceada” (“La hierba”, vv. 11-14, p. 237). La naturaleza cobra vida, ante todo, por
que escuche la voz del mar: “-Échate y calla, chiquito, / míralo sin dar palabra. / Óyele
él habla bajito, / casi casi cuchicheo” (“El mar”, vv. 33-36, p. 64). El juego fónico del
verso 36 recupera el habla del mar, de tal forma que la escritura poética se asimila a los
ruidos naturales.
que está adorando; / solo cuchichea, no habla. / Tal vez estará orando / y le sobran las
palabras” (“Cisnes”, vv. 48-51, p. 219); la selva es “marrullera” (“Selva austral”, v. 21,
129
p. 221); las palmas también hablan con la Mama, quien les pide que le cuenten su
historia.
El viento en las hojas de las palmas se asemeja al lenguaje de una reina: “Se me
alborota en lo alto, / con queja dura contesta / y no le entiendo el parleo / tan alto y recio,
de reina” (“Palmas “, vv. 65-66, p. 73). Los relatos orales también se materializan en la
naturaleza; el Monte Aconcagua “parece fábula” (v. 56, p. 80); y, por cierto, la escritura,
pues la “Noche andina” “Hierve así del esplendor / como una Escritura Santa” (vv. 5-6,
p. 163).
“como una palabra rápida”, en “Araucanos” (v. 11, p. 195). Paisaje y lenguaje se
confunden en el espacio del sueño: “y dormir y despertar / con el habla de cien huertos /
y con la sílaba larga / del río adentro del sueño” (vv. 33-36, p. 172).
quién habla, suponiendo que esta habla con la naturaleza: “Será con los animales, / la
hierba o el viento loco. / - Porque todos están vivos / y a lo vivo les respondo. / También
contesto a lo mudo, / por ser mis parientes todos” (vv. 11-16, p. 39). La hablante
silencio de elementos naturales como una piedra, por ejemplo, sino también a sus
parientes muertos.
130
En la naturaleza se origina la poesía pero también el silencio: “allá donde yo
vivía, / donde río y monte hicieron / mi palabra y mi silencio (“Hallazgo”, vv. 91-93, p.
10). La hablante reconoce una sabiduría en la naturaleza que es mayor que la humana
con relación a los fenómenos de la vida, por eso en “Emigración de pájaros”, la Mama le
dice al indito que las aves jamás pierden su ruta, a diferencia de los humanos: “Nosotros,
sí que nos perdemos / pero aquéllas nunca fallan” (vv. 36-37, p. 28).
paisaje o animales actúan como reflejos de los personajes, en especial, con la condición
de viajeros en marcha. Así, en “Luz de Chile” el valle es tanto “camino” como “viajero”
(v. 6, p. 107), en “Manzanos”, “la huerta viene en camino” (v. 31, p. 110), imagen que
representa la utopía mayor del texto, y en “La Ruta” la hablante poetiza este lugar de
tránsito con rasgos que reconoce en su propia persona, de tal manera que la ruta resulta
ser un espejo de la Fantasma: “Por que (sic) de rasa y lampiña / no haya tedio la cuitada,
/ y por que (sic) la vagabunda / no pare en desesperada, / sigue, sigue, sin relajo, / como
patrio, sobre todo, de quienes trabajan la tierra. Resulta fundamental que el texto designa
por dueños de la tierra chilena a los primeros habitantes de las mismas. La ocupación de
las tierras por parte de los conquistadores se percibe como usurpación, acción indigna
continuada por los herederos de los primeros europeos en América: los criollos. Ello
131
de la devolución de las tierras a sus dueños. La mama re-construye la historia de los
sometimiento del indígena, para Mistral adquieren otra connotación, que pone de relieve
la violencia del lenguaje: el nombre impuesto desde la misma literatura para los
apunta: “la historia está aquí [en Poema de Chile] como experiencia de los vencidos” (p.
146). La misma literatura, a través de esta obra de Mistral, se hará cargo de reivindicar el
la reivindicación en las letras chilenas: “Espera a rumiar tu Ercilla, / indio que mascas
132
Para Mistral, el sueño de la devolución de las tierras se hará realidad en Chile a
visión del reparto de tierra a los campesinos (“Reparto de Tierra”, pp. 171-172). La
hablante y sus antepasados se identifican con este grupo; de hecho, la carencia familiar
propiedad del suelo: “Y de habérmelo tenido / yo no vagase como ellos, / porque nací, te
lo digo, / para amor y regodeo / de sembrar maíz que canta (…)” (“Campesinos”, vv. 13-
17, p. 171).
e implica el derecho de todos y todas al suelo natal, por tanto, la inexistencia del
concepto de “propiedad privada”. De ahí la importancia que adquiere “la ruta”, espacio
indito a propósito de las castañas: “Lo que está sobre la ruta / no se cobra ni se paga.”
(“Castañas”, vv. 9-10, p. 143). A lo que el niño replica, desde la sabiduría popular: “Mi
creación de Dios, por tanto, pertenece a todos: “-No acertaba, no, la ley / y el aire, y el
hilo de agua, / y los cantos de los pájaros / y el chañar y la “tunada” / todavía son de
81
Una preocupación constante de Mistral tuvo que ver con la necesidad de implementar la reforma agraria
en Chile y México. Ver Quezada, 1993, p. XLI.
133
Esta ley, fundada en la entrega de la naturaleza de las manos creadoras de Dios a
las manos guardadoras del ser humano, narrada en el génesis bíblico, rige la poetización
cualquier seña que implique la posesión “egoísta” de terreno. Ello se vincula al tránsito
por espacios naturales, pues, como veremos más adelante, casa y huerto, creaciones
humanas, se rigen por otras leyes, y con mayor razón aún las ciudades. El derecho al
asume la defensa de quienes han sido despojados de ellos, vale decir, los indígenas y
tierra, y el campesino que recibe el regalo jubiloso: “y en vano celé las melgas / de
frutillares con dueño…. / porque mis padres no hubieron / la tierra de sus abuelos, / y no
134
El cuidado de los sembrados de frutillas se percibe como una labor vana, sin
sentido, pues la cosecha será de otro dueño. La Mama Fantasma guarda la tristeza de ser
hija de campesinos sin tierra, de amar lo que no disfrutará jamás como suyo. Por ello
enfatiza la necesidad de que los campesinos posean lo que por derecho les pertenece: la
No se debe olvidar que este afán de entregar la tierra a los campesinos que
tierra de sus abuelos, no obstante, sus padres jamás poseyeron lo que por derecho les
pertenecía. A causa de esta experiencia, la Fantasma manifiesta una sincera dicha ante la
visión del reparto de tierra, felicidad que motiva la escritura: “Yo te escribo estas
estrofas / llevada por su alegría. / Mientras te hablo mira, mira, / reparten tierras y
huertas. / ¡Oye los gritos, los “vivas” / el alboroto, la fiesta!” (“Reparto de tierra”, vv.
82
En el trabajo biográfico sobre Violeta Parra, de B. Subercaseaux, P. Stambuk y J. Londoño (1976) se
incluyen testimonios de campesinos provenientes de las zonas en las que vivieron los Parra. Un anciano
campesino de Ñuble comentaba en 1972: “el patrón, si uno se portaba mal o hacía algo que a él no le
gustaba, sacaba el rebenque, le daba unos azotes, lo trillaba con el caballo y cuando no, le animaba los
perros. Y al que no le gustaba… ya está… te echo los animales de la chacra o te mandas cambiar para
otro fundo. Listo ¿Quién hacía nada? (…) harto gozaron los jutres, harta plata se echaron al bolsillo, harto
se echaron al banco, es justo también que los que no han tenido nunca tengan algo ahora… porque de la
tierra, para mi concepto, no es dueño nadie, Dios dejó la tierra para el engrandecimiento del hombre, las
aves del campo para el mantenimiento del hombre y los animales también. Tal como está dicho en la
escritura” (pp. 27-28, las cursivas son del texto).
135
terreno entre los trabajadores de un campo, el sueño de la reforma agraria que Mistral
acendrada crítica contra quienes han trastocado el orden, para Mistral, entregado por
intuyen, como presencia indeseable, pero sobre todo prescindible para trazar “El poema
al hombre, sino el hombre para pertenecer y amar la tierra; este es el pensamiento que
América.
su paso por la tierra chilena como un preámbulo del definitivo encuentro con su
83
Interpretación que se apoya en la de Santiago Daydí-Tolson (1983), para quien Poema de Chile, “Canta
(…) la transición definitiva y feliz del alma que, liberada del cuerpo por la muerte, se entrega a la tan
largamente esperada unión amorosa con Dios” (p. 56).
136
señala respectivamente: “(…) les miento sus cuatro patrias; / la Castilla y la Vasconia,/
propia: los “pastos que no supo Homero” (“Frutas”, v. 42, p. 152) corresponden al valle
central chileno; las islas australes “(…) como las Gracias, todas / son donosas y
alocadas” (“Islas australes”, vv. 29-30, p. 241). Reconoce a su país y a sí misma dentro
campesina.
cercanía y diálogo con lo natural: “Los cerros cuentan historias / y las casas poco o
poética del espacio chileno, pues en Poema de Chile las ciudades se esquivan, mientras
la hablante se detiene en las hierbas, las frutas, los animales. Así lo nota Concha (1987):
“Su antipatía por la ciudad alcanza hasta el mismo Poema de Chile, donde “Valparaíso”
La aversión por las ciudades destacada por Concha (1987) es cuestionada por
Falabella (2003), quien cita textos de Poema de Chile en los que se hace alabanza de
ciertos elementos citadinos, como las industrias de Talcahuano, y señala que la escritura
137
de Mistral se inscribe en un proyecto con características modernas, desde el que se
En discrepancia con esta apreciación, creo que Mistral incluye algunas ciudades
en Poema de Chile no por hacer alabanza de la modernización, sino por la relación que
estos lugares guardan con los oficios y con los obreros, sumado al deseo de que este
acuña lo odiado por ella: los “señoritos”, el afán por el poder, el gusto por el dinero, las
Lo que Mistral destaca de Valparaíso es su vínculo con el “gran loco suelto” -el
Mar-; lo despoja de su carácter de “urbe” y lo limita solo a una imagen natural. A esto se
agrega la ausencia de Vicuña y Temuco, ciudades en que la autora sufrió por distintas
situaciones personales (Concha 1987, p. 22). Las ciudades que aparecen en Poema de
Chile son aquellas en las que nunca residió (Concha (1987, p. 145), y que destacan por
p. 185), o por sus oficios: los telares de Tomé, los astilleros y maestranzas de
Esta última ciudad adquiere otra relevancia al ser la tierra natal del único prócer
glorioso que rodea al héroe. Poema de Chile recrea entonces una tierra -madre y padre a
138
la vez- que acoge al huérfano y a la madre sola. Consecuentemente, parte fundamental
de la enseñanza que recibe el indito por parte de la mama es respetar la vida de las
bestezuelas del campo, pero en especial: “Nunca mates lo que es madre (…)”
perdido a su propio hijo, cuyo espíritu deambula por este Chile mitificado; ella ha
descendido a esta tierra en gran parte “por ver a mi primera Patria / y porque te vi vagar /
como los cuerpos sin alma” (“La tenca”, p. 167). El pequeño diaguita busca “su alma” y
esta mujer también es madre, pero de otro “indito” y vaga como fantasma (“Araucanos”,
pp. 195-197).
Chile, como tierra de huérfanos y madres solas, solo puede representarse a partir
destinado.
sino también sus habitantes; recordemos que para ella Santiago es “la ciudad de los
139
por no verlas ni turbarlas (“Jardines”, vv. 13-18, p. 87).
Los animales, con los cuales la hablante tiene una armónica relación en el texto,
se vuelven agresivos cuando pertenecen a la urbe -perros de caza-, mientras las mujeres,
último paso por esta tierra. La Mama debe evadir su querida “Luz de Chile” (pp. 107-
civilización-barbarie, establecida por pensadores e ideólogos del siglo XIX85. José Martí
urbe, junto a sus ideas importadas y el desprecio por los campesinos e indígenas,
Rama plantea que la ciudad, entre otros aspectos, es un signo que permite leer la cultura
84
Por supuesto, la luz se poetiza en el campo (Valle Central) y en la Ruta.
85
Los criollos que recientemente habían conseguido la independencia de sus respectivos países exaltaban
un concepto de civilización ligado al de educación y progreso, situado en el espacio urbano; en contraste,
el campo signa la barbarie, el analfabetismo y el atraso. Uno de los mejores ejemplos de la
sobrevaloración de la urbe en desmedro del medio rural es Facundo o Civilización y barbarie [1845], de
Domingo Faustino Sarmiento.
140
de una sociedad86. En el caso de las ciudades latinoamericanas se observa el orden
colonial del que habla Martí: una jerarquía inalterable, que exalta el orden y la razón.
consolida el orden, y sus dueños, los letrados, conforman un círculo poderoso y cerrado,
al que Rama identifica como “la ciudad letrada”. Dentro de este grupo, el intelectual
sirve al poder y a la vez tiene acceso a él; es letrado en un mundo de analfabetos. Rama
Es ante esta realidad que Martí exclama en su artículo “Mente Latina” (1963
[1884]): “Oh! ¡Si a estas inteligencias nuestras se las pusiese a nivel de su tiempo; si no
se las educase para golillas y doctos de birrete (…) Mata a su hijo en la América del Sur
La obra completa de Mistral puede leerse como una aversión a “la ciudad
permite escalar posiciones; la patria que privilegia la razón, el orden, el elitismo. En este
sentido, podemos leer Poema de Chile como una forma de protesta hacia las élites
(sociales, económicas, intelectuales), con las cuales Mistral, como sujeto histórico, tuvo
86
Remito al prólogo de Hugo Achugar a La ciudad letrada en la edición que utilizamos (Editorial Arca,
1998).
87
Ver capítulo III de La ciudad letrada, denominado “La ciudad escrituraria”, pp. 43-60.
141
una compleja y conflictiva relación; de ahí la representación de la ciudad como un
pero por sobre todo, espacio genuinamente chileno en su escritura. La oralidad nutre a la
desaparecen la razón, el padre, el héroe y sus hazañas, mientras reina la locura, la madre
(“Copihues”, v. 63, p. 201), pero nunca se reconoce como intelectual a pesar del
proyecto nacionalista que subyace a Poema de Chile. Ella ha aprendido su canto de los
tradición poética occidental. En el poema “Garzas” prefiere las garzas grises a las
blancas (y las garzas a los cisnes, dicho sea de paso). “Pero la blanca se tiene / tanta
leyenda dorada / tanto la han cantado que / la van volviendo sagrada. / Y ya me cansa de
88
Aunque reconozco en esta gente sencilla a “arquetipos de la cultura chilena”, como los califica Soledad
Falabella (1997), refiriéndose a “indígenas, pescadores y campesinos que aparecen como emblemas” (pp.
88-89).
142
La locura no solo le pertenece a la hablante, sino a elementos de la naturaleza
que el contexto literario en el que se sitúa la obra poética de Mistral -las vanguardias, en
Esto, sumado a las incursiones de la escritora en la teosofía, permiten que ella privilegie
modernidad que le toca asumir está el rechazo de lo racional positivista -o mejor aun, la
aceptación de lo espiritual trascendente- que tanto tiene que ver con su elección del
motivo de la locura” (p. 49). La locura en Poema de Chile se entiende entonces como
“imagen de una locura positiva, de un arrebato dichoso del alma y de todo lo creado” (p.
56). De este modo, podemos interpretar la locura como una fiesta de los sentidos, en la
cual la hablante, alejada del centro y del logos, huele, experimenta, ríe, canta, recuerda.
hablante se identifica más con una cantora popular que con un poeta inserto en la
tradición escrita. En este sentido, cobra relevancia el concepto de “poética de las artes
integradas” que propongo, puesto que la idea de la escritura como labor artesanal, y la
la letra pero viviendo por y a partir de ella. En todo caso, el propio Rama (1998) afirma:
“(…) los miembros menos asiduos de la ciudad letrada han sido y son los poetas (…)
143
aun incorporados a la órbita del poder, siempre resultaron desubicados e incongruentes”
(p. 80).
8. Conclusiones
construida a través de una vida: el canto -la poesía- , la enseñanza, la vida, el viaje
Para efectuar una lectura de la obra, fue necesario contrastar las ediciones con
los manuscritos; evidentemente se hace necesaria una edición crítica de Poema de Chile,
que respete las indecisiones o situaciones no resueltas por su escritora, es decir, que
poetización de la nostalgia y el duelo, así como también los elementos que influyen en
han repasado algunos aspectos generales de la obra y se han identificado dos aspectos no
analizado un poema inédito, la “Canción del buen sueño”, y el motivo del “llevar en
144
aves posadas en un árbol con la figuración del cantor popular. Asimismo, he ahondado
autora. A partir de su magno proyecto poético -la conformación de un gran libro que
diera cuenta de cada país americano- la poeta se hace cargo de la herencia legada por
coexistir y en la que los desvalidos son acogidos por madre y padre naturaleza. El niño
diaguita es instruido a respetar la vida de todo ser viviente, pues, la hablante no justifica
la muerte; le insta a cultivar la tierra y hacer germinar la vida, pues las hazañas solo
producen escisión y dolor. El niño -el diaguita y Yin Yin- resulta ser pieza clave, pues
89
El artículo de Gilberto Triviños (2003) también realiza una lectura ética de Poema de Chile, en la que se
realza la figura del indígena poetizada en “Araucanos”: “Poema de Chile testimonia, en este aspecto, la
forma más bellamente provocadora de la relación con la alteridad étnica en Chile: la transfiguración del
“indio pata rajada”, secularmente exterminado o asimilado, en huésped precioso de la propia escritura de
Mistral (…)” (p. 131)
145
Infancias, ésas debiéramos escribirlas todos. Algunas veces he
pensado que la mejor Geografía Pintoresca de nuestros países, sería la que
resultase de unas diez infancias escritas por diez buenos veedores de las
suyas en otras tantas regiones de Chile, o de Colombia o del Perú. El niño
ve bien la tierra y la costumbre, al verla con ojos nuevos y novedosos. El
niño que viene “de otra parte” mira como el extranjero, con choques de
diferencia, medio herido y medio complacido de éstos. Es “un buen ver”
“continental”, “sudamericano”90.
De ello resulta una mitificación absoluta de Chile. “Para que olvidada se alce / la
memoria trascordada” (“Noche andina”, p. 163) -es decir, para vivir el duelo por Yin- la
hablante privilegia la infancia, la locura y el canto. El viaje de Mistral, viaje por el valle
este sentido, en los últimos versos de “Monte Aconcagua”. El monte “invoca por tus dos
pueblos” (p. 81) -el indígena y el español- en una visión de unión y esperanza: “‘Paz
para los hombres, paz’, / bendición para el pequeño / que está naciendo, dulzura / para el
90
Fragmento de “Prólogo” escrito por Gabriela Mistral al libro de Joaquín Edwards Bello, Nacionalismo
Continental (Santiago: Ercilla, 1935), citado por Julio Molina Müller, 1957, p.110.
146
CAPÍTULO 2
DÉCIMAS. AUTOBIOGRAFÍA EN VERSO, DE VIOLETA PARRA
Gabriela Mistral, “La enseñanza, una de las más altas poesías” [1917]
(1979b, p. 274).
147
1. Semblanza de Violeta Parra
Violeta del Carmen Parra Sandoval nació en 1917, y fue hija de Nicanor Parra,
región del Bío Bío, en la última edición de El Libro Mayor de Violeta Parra (Isabel
Parra, 2009, p. 225)91 se asegura que su nacimiento se produjo en San Fabián de Alico,
provincia de Ñuble, tierra en la que también nació su famoso hermano mayor, el poeta
campos artísticos a los que tuvo acceso, motivada en algunos casos por las necesidades
En su niñez trabajó en circos con sus hermanos, labor que retomó en 1952, junto
a sus hijos; en su juventud, interpretó música popular como rancheras, boleros y corridos
compañía de teatro.
En los años 1952 y 1953 se inician los aspectos más memorables de su labor
91
A fin de evitar confusiones con respecto a las fuentes bibliográficas, se citará a los Parra con su nombre
y apellido. Únicamente emplearé el apellido para referirme a Violeta Parra.
148
primeras canciones92. Realiza largos viajes por Chile apoyada por amigos o familiares,
otros aspectos, de diversas zonas del país, que luego difundirá en el programa “Canta
Violeta Parra” transmitido por Radio Chilena. A partir de esta época, su opción por el
En 1954 viaja a Polonia y luego se establece en Francia, donde reside por dos
chilenos (1959), que da cuenta de su trabajo recopilatorio, y Poésie populaire des Andes
composiciones.
folclóricas en la zona, cometido que cumple con creces al montar el Museo Nacional del
entre otros objetos relacionados con la cultura popular-, grabar dos LP con sus hallazgos
años (1957-1958).
92
En realidad, el listado de la Fundación Violeta Parra enumera sus composiciones desde 1948 en
adelante; sin embargo, la mayor parte de las primeras canciones de Parra eran coherentes con su primer
repertorio: boleros, valses, corridos y algunas cuecas. Ya en la década del cincuenta sus composiciones se
inclinan a la recreación de la tradición popular, dando cuenta de su creatividad en los contenidos de las
canciones y en las composiciones instrumentales.
149
En 1958 incursiona en el arte visual, campo que desarrolla con amplitud debido a
una hepatitis que la mantuvo postrada. Entre sus obras visuales se cuentan trabajos en
papel maché. Viaja a Europa y se establece en este lugar por un tiempo, junto a su pareja
Gilbert Favre. En 1964 expone una selección de su obra visual en el Museo de Artes
Los únicos premios que Parra obtuvo fueron una Mención Honrosa en un
más de tres mil canciones y compuso aproximadamente 131 (según el catálogo que ha
que ocuparon la mayor parte de su tiempo; a la poesía se dedicó casi al final de su vida.
concretará de manera póstuma en 1970. Sin embargo, como su hijo Ángel declara, su
150
sueño más ambicioso fue la Universidad del Folclor (Ángel Parra, 2006, p. 28), que
Parra entregaba datos para entender su concepción del arte, sus métodos de trabajo y lo
que la impulsaba a la creación93. Muchos de estos aportes han sido recopilados por su
hija Isabel en El Libro Mayor de Violeta Parra (dos ediciones, 1985 y 2009), versátil
trabajo de carácter testimonial, que busca reflejar la variedad de artes y experiencias que
distinguió a Parra.
93
Entre los materiales biográficos no puedo dejar de mencionar la compilación de entrevistas realizadas
por Bernardo Subercaseaux, Patricia Stambuk y Jaime Londoño, llamada Gracias a la vida. Testimonios
(1976), el que fue corregido, aumentado y editado como Violeta Parra, el canto de todos (2011)
-figurando como autoras Patricia Stambuk y Patricia Bravo-, Violeta Parra, la guitarra indócil (1987) de
Patricio Manns, “Violeta Parra” de Fernando Alegría, publicado en el volumen Creadores en el mundo
hispánico (1990), Mentira todo lo cierto. Tras la huella de Violeta Parra (1990) de Carmen Oviedo, La
vida intranquila. Violeta Parra, biografía esencial, de Fernando Sáez (1999), Violeta se fue a los cielos
(2006) de Ángel Parra, obra que recientemente fue llevada al cine por Andrés Wood (2011), y Yo, Violeta
(2011) de Mónica Echeverría. En la misma línea biográfica, Eduardo Parra, conocido como “Tío Lalo”,
narra en décimas la vida de la artista en Mi hermana Violeta Parra. Su vida y obra en décimas (1998). A
las semblanzas y entrevistas debemos agregar las antologías, que permitieron una mayor difusión de la
obra poético-musical de Parra. Violeta del pueblo (1976) de Javier Martínez Reverte es editada desde el
exilio y contiene 49 canciones y 8 décimas. En el prólogo fechado en 1975, el antologador enfatiza la
dificultad para recopilar la obra de Parra, destaca a la autora como “portadora de la expresión de su
pueblo, y (…) de aquel viejo concepto del arte que no hace de la poesía o de la canción un objeto de
consumo, sino que los sitúa en la sociedad con función propia, con función visceral” (p. 11). Señala que
Parra recogió conscientemente la tradición folclórica política y social, y que su posición es
antiintelectualista (p. 15). La selección de Juan Andrés Piña, Veintiuno son los dolores (1976), reúne 75
canciones de temática amorosa compuestas o recopiladas. Piña reconoce en las canciones de Parra “un
hilo que va desde cierta tradición hispánica, hasta llegar al continente americano y sufrir la transformación
de contenidos y lenguajes” (p. 13). Esta compilación se reeditó bajo el nombre Volver a los 17 (1995) con
un “poema-prólogo” de Carmen Orrego.
151
Además de El Libro Mayor de Violeta Parra, La Fundación que lleva su nombre
ha publicado Cancionero Virtud de los Elementos (dos ediciones, 1993 y 2005) y Obra
Visual (dos ediciones, 2007 y 2008). La primera de estas publicaciones consiste en una
respectiva partitura. En las páginas finales aparece el catálogo de todas las canciones de
las que se tiene registro, listado que se reproduce en las dos ediciones del El Libro
óleos y trabajos en papel maché de Parra. En este volumen, las ilustraciones de los
sobre el tema.
En cuanto a los estudios críticos, aunque escasos, han hecho una admirable labor al
décimas. Se debe señalar que una considerable cantidad de los trabajos sobre Parra
Nuevo” o “Nueva Canción Popular”94, mientras que otro sector de la crítica se centra en
94
Por ejemplo, los trabajos de Gina Cánepa, “La canción de lucha en Violeta Parra y su ubicación en el
complejo cultural chileno entre los años 1960 a 1973. Esbozo de sus antecedentes socio-históricos y
categorización de los fenómenos culturales atingentes” (1983); Inés Dölz-Blackbürn, “Violeta Parra y la
expresión poética de la conciencia social” (1993); Patricia Vilches, “De Violeta Parra a Víctor Jara y Los
Prisioneros: Recuperación de la memoria colectiva e identidad cultural a través de la música
comprometida” (2004), y la tesis doctoral de Miguel Farías, “Violeta Parra: A semiotic reading of a
popular voice” (1992).
152
aspectos relacionados con los textos en sí, como los motivos o símbolos y la utilización
de su vida personal, pues se afirma, con justificadas razones, que los mismos objetos
estéticos creados por ella requieren el soporte biográfico para ser entendidos.
en Violeta Parra: Santa de pura greda. Un estudio sobre su obra poética (1988). Las
(1993), Inés Dölz- Blackbürn sigue profundizando en la obra de Violeta Parra con
Entre los trabajos que analizan décimas y canciones de Parra destaco la tesis
(1992). Según Farías “su obra es dinámica porque da muestras de una continuidad que
innumerables textos (en su sentido amplio) que se siguen codificando” (p. 19). Por su
parte, Ricardo Salas Astrain en “Poesía popular y discurso religioso en Chile. Una
95
Entre los estudios centrados mayormente en los textos, encontramos los trabajos de Javier Campos,
“Lecturas de las Décimas de Violeta Parra” (1990); Silvia Lafuente, “Folclore y literatura en las Décimas
de Violeta Parra” (1990); María Ester Martínez, “Las Décimas de Violeta Parra: del yo individual a lo
universal” (1997), y Selena Millares, “Geografías del Edén: La poesía trovadoresca de Violeta Parra”
(2000), entre otros.
153
interpretación del simbolismo religioso en la poesía de Violeta Parra” (1989) analiza
Parra. Además, el estudioso entrevistó al poeta Nicanor Parra sobre su hermana, material
Edén: La poesía trovadoresca de Violeta Parra” (2000) postula como motivo central de
la obra de la artista la imagen del Edén, paraíso perdido que intenta recuperarse.
En cuanto a los trabajos que se refieren solo a las Décimas, existen destacados
aportes. Javier Campos, en “Lecturas de las Décimas de Violeta Parra” (1990), traza el
contexto histórico chileno aludido en la obra, pues lo considera uno de los factores
comunitaria.
vida de Violeta Parra, el folclor y la escritura. María Ester Martínez en “Las Décimas de
154
La tesis de magíster de Paula Miranda96, “Las Décimas de Violeta Parra:
la obra de los cuatro poetas con el tema de la identidad nacional y los discursos
las Décimas, el género de la canción popular desde la creación parriana, las cartas de
96
Miranda publicó un artículo como adelanto de esta tesis llamado “Décimas autobiografiadas de Violeta
Parra: Tejiendo diferencias” (2000). En este enfatiza la imagen de tejedora de la hablante, que se articula
con las equivalencias texto-tejido y costura-obra collage presentes en el texto. Además, utiliza la figura de
la guitarrera de Quinchamalí, fusión del arte indígena y campesino, para referirse a la autora-hablante.
97
Münnich publicó dos artículos sobre las Décimas, que luego traspasó a este texto con una disposición
distinta. Me refiero a “Los temas de la muerte y la pobreza en las Décimas de Violeta Parra” (1997) y “El
dolor y la risa en las Décimas de Violeta Parra” (2004).
155
3. Introducción al estudio de Décimas. Autobiografía en verso, de Violeta Parra.
lírica durante toda su vida, su obra Décimas posee una gran complejidad de la que la
Aparte de las Décimas, existen algunos poemas inéditos, cartas y diarios, de los
que se han dado a conocer fragmentos en las dos ediciones de El Libro Mayor de Violeta
Parra; sin embargo, estos escritos no alcanzan el grado de elaboración de las Décimas,
lo que quizás se vincule a la condición fragmentaria en que se han dado a conocer o, tal
estos textos, las Décimas dan cuenta de un proyecto literario, es decir, de la construcción
Existe discrepancia sobre el año en que Parra escribió las Décimas. En las dos
Décimas se fija en 1958. Nicanor Parra (Morales, 1990, p. 177) asegura que en 1958 la
obra ya estaba escrita. Javier Campos (1990, p. 46) piensa que Parra escribió su
autobiografía en 1957.
98
Entre otros, Agosín y Dölz-Blackburn (1988), Lafuente (1990), Campos (1990), Miranda (2001) y
Münnich (2006).
156
Según Paula Miranda (2001, s.p.), en 1959 “Violeta las presenta ante un público
experto, en la casa del Comité Central del Partido Comunista, pero no hay unanimidad
para apoyarla [en una publicación]. Es más, el mismo año envía los textos al concurso de
la Municipalidad de Santiago.”
como consta en el testimonio de Carmen Oviedo (1990, p. 74). Para Miranda (2001,
s.p.), es evidente que Parra quería publicar en forma escrita su obra, pero, además,
Ángel, graba algunas de las décimas en 1966, según consta en la primera edición de El
versos chilenos. En 1970 se edita por primera vez en Barcelona y en Santiago de Chile
(Editorial Pomaire, Universidad Católica de Chile, Nueva Universidad). Esta edición usó
como título de cada décima los versos iniciales o un verso cualquiera que fuera parte del
conjunto al que encabezaba, e incluía ilustraciones de las arpilleras que Parra expuso en
Católica de Chile. En 1971 se edita en La Habana, por Casa de las Américas; en 1974, se
publica en México, por Ediciones de Cultura Popular; en 1976, es reeditada por Pomaire
99
En los datos sobre las ediciones de las Décimas, sigo la Bibliografía preparada por Juan Armando Epple
para la primera edición de El Libro Mayor de Violeta Parra (1985) y el artículo de Leonidas Morales
(1989) “El retorno de las décimas de Violeta Parra”.
157
Como preámbulo a la obra de Parra, todas las ediciones de las Décimas incluyen
tres textos dedicados a su autora: “Elegía para cantar”, de Pablo Neruda; “Defensa de
Violeta Parra”, de Nicanor Parra; por último, “Violeta y su guitarra” de Pablo de Rokha,
tres textos introductorios, pero realiza cambios en relación con las ediciones anteriores:
orden- del conjunto de noventa y dos décimas de las primeras ediciones en dos
atmósfera, pero no se inscriben en la línea narrativa desarrollada por los demás” (pp. 1-
2).
158
tanto poseen como referente episodios autobiográficos. Por lo menos, pienso que cuatro
de ellas, “Engaños en Concepción”, “Con mi litigio de amor”, “Me fui por un senderito”
Tampoco coincido con que las Décimas posean una sola línea narrativa,
argumento que esgrime Morales. Las líneas narrativas varían en la autobiografía, desde
anécdota inmediata para trascender hacia los grandes temas que conmueven a la
humanidad.
Piénsese, por ejemplo, en las décimas XLVI y XLVII; la primera narra la muerte
del padre, pero la segunda se refiere a la muerte como fenómeno universal. En esta
tema a partir del que se discurre, como sucede en algunas de las “Composiciones
valiosos datos sobre los temas, motivos y figuras empleadas por su autora, además de
100
Las tres primeras décimas remitirían a la historia de Parra con el pintor Julio Escámez, acaecida en
Concepción. En un trabajo sobre “Engaños en Concepción” me refiero a la pertinencia biográfica de esta
décima (Ariz, 2011a, pp. 67-79). Gastón Soublette, musicólogo colaborador de Parra, comenta la
relevancia de su labor en Concepción: “Recopilamos más de cien cuecas, que quedaron como las mejores
cuecas de la zona. Pero esto fue sólo una etapa. En Concepción realizó una labor de investigación mucho
más amplia, que abarcó todos los géneros del folclor, desde las fiestas campesinas y sus instrumentos,
hasta el vestuario popular” (Subercaseaux et. al., 1976, p. 67). Ángel Parra en El Libro Mayor de Violeta
Parra testimonia que “esta época fue muy importante para mi madre” (1985, p. 57), justamente a causa
del valioso trabajo de recopilación efectuado. Por su parte, Farías (1992, p. 236) afirma que salvo “La
muerte con anteojos” y “Hoy día se llora en Chile”, las “Composiciones Varias” restantes (siete décimas)
se refieren a la vida amorosa de Violeta Parra.
159
que, como se ha mencionado, algunas de ellas son marcadamente autobiográficas. La
décima “Hoy día se llora en Chile”, dedicada a Gabriela Mistral, se analiza en el capítulo
4, ya que en este apartado abordo las relaciones intertextuales y extratextuales entre las
Parra no pudo cumplir el anhelo de ver publicada su obra, pues fue publicada
póstumamente; por lo tanto, las ediciones que conocemos de las Décimas no fueron
textos introductorios, ni elaboró el glosario final, así como tampoco organizó el texto.
Santiago se encuentra extraviado hasta hoy, por lo que los editores organizaron en forma
como hoy las conocemos, aunque debió realizar un ordenamiento parecido” (s.p.). La
verdad es que, sin el manuscrito, no se puede comprobar tal aseveración, aunque se debe
aceptar que las ediciones respetan el orden que Parra dispuso en la grabación de 1966
-que incluía las diez primeras décimas- con excepción de un aspecto: en la grabación, la
101
Agosín y Dölz-Blackburn relatan este rescate del material extraviado: “Al parecer, Violeta empezó las
Décimas durante su estancia en París ‘en forma desordenada y con lápiz negro’. Una parte de estos
originales fue enviada anónimamente, según el diario El Siglo, al Ministerio de Relaciones Exteriores,
desde donde se rescataron (El Siglo 29-VI-1971, p. 2). Otra parte Violeta la dejó grabada en la
Universidad de Concepción, durante su estadía en la ciudad (1957-1958); allí se recogieron para ser
publicadas en una segunda edición, como se afirma en un suplemento del diario El Sur de Concepción (6-
XI-1983, pp. 8-9). El diario agrega que de esta estadía en Concepción datan los versos que se incluyen
relativos al pintor Julio Escámez con quien tuvo una turbulenta relación” (1988, p. 26).
160
actual décima V, que presenta a los abuelos maternos102, ocupa el octavo lugar,
quedando unidas las actuales décimas IV y VI que se refieren a los abuelos paternos103.
Farías (1992) reseña y apoya la opinión de Luis Iñigo Madrigal con respecto al
Reverte (1976), quien define la autobiografía de Parra como “un pequeño Martín
Fierro” (p. 18). Para Farías, los editores de las Décimas intencionadamente quisieron
lograr la similitud con la obra de José Hernández y, a fin de comprobar su tesis, realiza
una comparación entre ambas obras. Efectivamente, existen similitudes, sin embargo,
102
A pesar de que se refiere a los abuelos maternos, como se puede comprobar siguiendo la biografía de
Parra, y de que en las ediciones de las Décimas aparezcan como tales, en la grabación, la voz de Parra
dice: “mi abuelo por parte’e paire” (Parra, 1966).
103
La décima VI no es explícita en referirse a los abuelos paternos, pero, dado el contexto, se entiende
como una continuidad de la IV. Además, en la entrevista con Mario Céspedes, Parra confirma que la
décima VI narra un convite en casa de su abuelo (Ver Martin, s.f.). Utilizo la transcripción de la entrevista
realizada por Carmen Martin (1960), que se encuentra disponible en http://www.archivochile.com/Cultura
_Arte_Educacion/vp/d/vpde0008.pdf, y la grabación de la misma en el disco “Violeta Parra, Décimas
autobiográficas” (2010).
104
Para conocer más antecedentes de la comparación entre Martín Fierro y Décimas, que escapa a los
objetivos de mi investigación, ver Farías, 1992, pp. 218-231. Algunos biógrafos y estudiosos creen que la
161
Farías también pasa por alto la grabación de las Décimas, que Parra dispuso
Céspedes en Concepción (Carmen Martin, 1960), Parra señala que “el comienzo de su
como una primicia; lee varias de ellas, incluyendo una que no figura en la edición de
1988:
Ya pudieron conocer
el origen de mi paire
al contrario el de mi maire
bien distinto sí que fue
aquí lo relataré
sin faltar a la verdáh
porque odio la falsedáh
así como amo la ….
En los campos de Malloa
vino al mundo mi mamá105.
como consta en el cancionero de Violeta Parra, Virtud de los Elementos (2005). Se trata
(Parra, 1988, pp. 185-186). En el cancionero, esta composición figura con el nombre de
lectura de Martín Fierro, entre otros textos, motivó a Parra a escribir su autobiografía. Por ejemplo
Lafuente, 1990, p. 71.
105
Lamentablemente, no se distingue en la grabación la última palabra del verso 8.
106
Otros intérpretes y compositores han musicalizado las décimas, destacándose el grupo Inti Illimani, que
musicalizó la décima LVIII, difundida como “La exiliada del sur”, y Luis Advis, compositor de Canto
162
De las “Composiciones Varias” han sido musicalizadas “No tengo la culpa
ingrato” (Parra, 1988, p. 205), que en el cancionero se denomina “Verso por desengaño”
(2005, pp. 140-141), “Hoy día se llora en Chile” (1988, pp. 207-208), décima dedicada
Mistral” (2005, pp. 142-143) y “La muerte con anteojos” (1988, pp. 203-204), cuya
composición 1954-1957 (2005, p. 190). De estos años datan todas las composiciones
1933, p. 31). Micaela Navarrete especifica que el término “verso”, “en la poesía
recitada” (1992, p. 5). Esta aclaración explica, asimismo, el subtítulo de la obra de Parra,
para una semilla (1972), interpretada por Isabel Parra e Inti Illimani. Advis realizó una selección y
organización de las décimas, compuso la música y diseñó la obra, que incluía canciones y relatos.
107
Como precisa Quilis (2008, p. 65), el octosílabo es “el más importante de los versos de arte menor, y el
más antiguo de la poesía española (…) Por ser el grupo fónico mínimo, se adecua perfectamente a nuestra
lengua y constituye una constante métrica en la historia de nuestra lírica (…) Es el verso por excelencia de
nuestra poesía popular, de nuestros romances e incluso de nuestro teatro clásico”. Según Rodríguez (1988,
p. 63), el octosílabo fue el verso más utilizado por la “Nueva Canción Chilena” (generación de músicos de
163
a, a, c, c, d, d, c. Como precisa Miranda (2001), consiste en “dos redondillas unidas por
versos pareados, de los cuales el primero rima con el último de la primera redondilla y el
décima como género lírico híbrido llega al Nuevo Mundo en el período colonial. Se
deriva de la poesía culta de los siglos de Oro y del zéjel moro y judío del sur de España;
corroborado por reconocidos investigadores del canto popular, como Diego Muñoz
(1972, p. 5), Osvaldo Rodríguez (1988, p. 17), Antonio Acevedo Hernández (1933, p.
16) y Miguel Jordá (1974, p. 7). Incluso, Muñoz asegura que en la Conquista se
encuentra el origen de la poesía popular, con los primeros romances traídos por soldados
y aventureros.
varias estrofas de diez versos octosílabos. Existe una serie de variantes y conceptos para
referirse a las formas poéticas que contemplan cuatro o más estrofas décimas; se habla
La décima glosada consta de seis estrofas: la primera es una cuarteta con métrica
correspondiente a una redondilla, a la que siguen cuatro décimas; cada una de estas
la década del sesenta, entre los que se cuentan Isabel y Ángel Parra, Rolando Alarcón, Patricio Manns,
Víctor Jara, las agrupaciones Quilapayún e Inti illimani), cuyos cultores señalan a Violeta Parra como una
de sus más importantes precursoras.
164
finaliza con un verso de la cuarteta, en orden progresivo; luego sigue una quinta décima
que se denomina de “despedida”. Esta última estrofa es una invención de los cantores
desarrollado, como lo afirma Diego Muñoz (1972, pp. 5-6). No obstante, Muñoz se
refiere a esta estructura lírica como décima espinela; no hace la distinción entre décima
glosada y décima espinel. Investigadores como Campos (1990) y Miranda (2001) hacen
forma poética española denominada “glosa”108. Farías (1992), citando a Muñoz, señala
puede solamente consistir en cuatro estrofas que glosan una cuarteta, conocida como
“encuartetada”, pues lo que hace es “glosar” -desarrollar- una cuarteta inicial. Sobre la
décima espinel, Miranda (2001) señala: “La décima espinela es sólo una variante más de
La décima espinela o espinel debe su nombre al poeta español del siglo XVI
Vicente Espinel, quien la usó por primera vez (en su obra Diversas Rimas de 1591), a
108
Quilis (2008) define la glosa como: “un poema de extensión variable. Consta de dos partes: a) el texto,
que es una poesía breve, y b) la glosa, que es el comentario de la poesía que constituye el texto. El texto,
por regla general, es una poesía ya existente (fragmento de un romance, refrán, etc.); la glosa está formada
por tantas estrofas (generalmente décimas) como versos tiene el texto, los cuales se van repitiendo al final
de cada estrofa” (pp. 132-133).
165
pesar de que existen algunos reparos al respecto109. Por último, el término “décima
mocha” se utiliza para designar un conjunto de décimas sin cuarteta inicial; se ha dejado
décima espinel, sin cuarteta inicial111; cada uno de estos textos se compone de cinco o
seis estrofas de diez versos octosílabos cada una, con rima consonante. Solo se observan
cuatro excepciones a la estructura de la décima espinel; en estos textos, Parra opta por la
décima glosada: las décimas LIV y LV, que corresponden al segundo y tercer
fundamento del velorio del angelito dedicado a Vicente, el “verso por padecimiento” y
“el verso por sabiduría”, respectivamente (pp. 127-130); la décima LXI referida a su
llegada a Santiago (pp. 143-144); por último, “No tengo la culpa ingrato” (pp. 205-206)
Los poetas populares chilenos la emplean en forma escrita u oral, en este último caso,
109
Miranda (2001) cita la obra de los poetas Bartolomé de Torres Navarro y Juan Fernández de Heredia,
que habrían utilizado la misma estructura antes de Espinel “con mínimas variantes” (s.p.).
110
Específicamente, en “La muerte con anteojos” (pp. 203-204) y “Hoy día se llora en Chile” (pp. 207-
208), Parra detalla que ambas décimas son “mochitas”, es decir, sin cuarteta inicial. “La muerte con
anteojos” lleva “despedida” es decir, una quinta décima.
111
Acevedo Hernández (1933, p. 32) llama “décima libre” a la décima que no se subordina a una cuarteta.
Aclara que no fue muy usada por los cantores populares en el periodo analizado por él, la segunda mitad
del siglo XIX. Rodríguez (1988) señala que la décima espinela es “una forma culta que se vuelve
patrimonio popular alrededor de 1830 en todos los países de América Latina” (p. 20).
112
Campos (1990, p. 47) realiza esta misma distinción, sin embargo, las páginas difieren porque su trabajo
se basa en la edición de las Décimas de Editorial Pomaire, 1976.
166
Para M. E. Martínez (1997, p. 123), la décima espinel le otorga la dinámica al
juicio de Muñoz (1972), los cantores populares chilenos la adoptan “porque su estructura
misma; o sea, que es un instrumento, una herramienta como hecha de propósito [sic]
cantores populares que en 1933, Acevedo Hernández declara extintos (p. 16); hoy se
sabe con certeza que esta apreciación constituyó un error113. Todavía en ciertos lugares,
como Pirque, la tradición se perpetúa. Los cantores populares aún existen, y si ello llegó
poemario, declarado como “autobiográfico” en su subtítulo -el que, en todo caso, fue
escogido por los editores- genera una total identificación entre la autora, Violeta Parra
con la hablante, fenómeno que se corresponde con lo que Lejeune [1975] (1991, p. 52)
el narrador y el personaje: “La autobiografía (narración que cuenta la vida del autor)
113
Muñoz (1972) comenta: “Cuando falleció Juan Bautista Peralta, el famoso Ciego Peralta, la prensa dio
por desaparecido al último poeta popular, lo que se tuvo por cierto y verdadero durante muchos años” (p.
6).
167
supone que existe una identidad de nombre entre el autor (tal como figura, por su
tendencia al empleo de la primera persona en Décimas estrecha aún más el lazo entre la
autora y su creación.
“verosimilitud realista” (p. 121), y afirma que el amor por la verdad, elemento distintivo
en términos objetivos.
Por su parte, Münnich (2006) agrega otra faceta a esta triple figura, pues escinde
al personaje en dos, al distinguir entre un sujeto histórico que observa con madurez y
juzga desde una perspectiva sociológica, y el personaje en sus distintas etapas de niña,
adolescente y mujer (p. 108). Me parece que esta división no es necesaria, pues se trata
del texto, la voz poética se sitúa en el presente, en el que Violeta es una mujer madura,
114
Lejeune [1975] define la autobiografía como un: “Relato retrospectivo en prosa que una persona real
hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida individual, y, en particular, en la historia de su
personalidad” (1991, p. 48). Si bien la autobiografía de Parra está escrita en versos octosílabos, la décima
es una estructura que se utiliza en la tradición popular para narrar historias.
168
historia, partiendo por su situación actual, que explica la motivación de la autobiografía,
para luego dar cuenta de abuelos, padres y episodios significativos. Cuando la hablante
utilizando en ocasiones la primera o la tercera persona, así como también una voz
impersonal (M. E. Martínez, 1997, p. 121); el personaje se escinde entre la voz poética
provocado que algunos estudiosos y biógrafos recurran a las Décimas para referirse a la
vida de la autora (Farías, 1992; Oviedo, 1990; Subercaseaux et al., 1976; Isabel Parra en
El Libro Mayor de Violeta Parra, 1985 y 2009). Sin embargo, así como Décimas resulta
lo feo, lo desagradable o los fracasos, para presentar solo lo hermoso, lo agradable y los
115
No desarrollaré mayormente este aspecto, pues escapa a los objetivos de mi investigación, sin embargo,
rescato que en el trabajo de Susana Münnich (2006) se realiza un análisis exhaustivo de este ámbito: por
ejemplo, la omisión del segundo matrimonio de Parra. Cabe destacar al respecto que, coincidiendo con lo
que escribió en las Décimas, la artista intentó omitir en la vida real esta unión, de la cual nacieron Carmen
Luisa y Rosita Clara, ya que cambió los apellidos de Carmen Luisa, de Arce Parra, a Cereceda Parra,
como los hijos de su primer matrimonio, Isabel y Ángel (Isabel Parra, 2009, p. 45).
169
triunfos. Se trata de una selección de experiencias de vida y de reflexiones sobre esta
amarguras, ganancias y pérdidas, que dispone los hechos en una época específica.
Campos (1990) y Miranda (2001), quienes resumen los acontecimientos relevantes del
periodo, es decir, desde la década de 1920 hasta 1956, año del regreso de Parra de su
pobreza, las enfermedades, los abusos, la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, pero
que también posee el tesoro de una tradición. En el ámbito personal, la obra de Parra
constituye el duelo y las expresiones de dolor por la hija muerta, el tributo a muchos
seres amados y el homenaje a su arte predilecto, el “Canto a lo Poeta”, pues las Décimas,
finalmente, constituyen una fusión entre la vida y el arte, entre Violeta Parra y el canto
popular116.
la cultura popular chilena se traspasa a su obra. Es por ello que se reconocen en las
Décimas, tanto a nivel de contenido como de estructura, distintos elementos del canto
popular y en general del folclor chileno, en completa correspondencia con los oficios de
116
Gastón Soublette reflexiona al respecto de la unión canto-vida en las Décimas: “Creo que la más
terminante prueba de la poética de vida de Violeta fue el hecho de que ella haya decidido dejar un
testimonio escrito de su propia existencia como hija de nuestro pueblo, pero en décimas concebidas en la
métrica que es propia del canto a lo poeta” (Isabel Parra, 2009, p. 82).
170
A pesar de ser un texto autobiográfico, es interesante que en las Décimas Parra
combine textos referidos a su vida con otros que abordan temas vigentes en todas las
épocas y las culturas; estas décimas trascienden la condición autobiográfica del texto, y
muerte, tema que continúa en la XLVIII, y la décima XVIII sobre la maldad de los ricos.
personaje hacia la sociedad chilena de la época: la décima VII sobre los cambios de la
referidas a las injusticias sociales; por último, otras décimas sobre la cultura popular: la
décima I sobre los requisitos del cantor, la XXXV sobre la Cruz de Mayo y las décimas
de la posición crítica y ética adoptada por la hablante frente a los males sociales de su
condición de mujer permite una mirada igualmente crítica del orden patriarcal, dando
cuenta de los límites y los conflictos que ella y otros personajes femeninos de las
171
4. Las Décimas de Violeta Parra y la cultura popular chilena
Antes de iniciar la reflexión sobre “el arte global” en las Décimas, es necesario
aclarar los conceptos de “pueblo”, “popular”, “cultura popular” y “arte popular” que se
manejan en este estudio. Los términos mencionados son complejos, pues han sido
momento histórico en el que Parra produjo las Décimas, así como también ofrecer de
crítico de arte Ticio Escobar (2008) define “pueblo” como: “los sectores subalternos,
que el concepto adquiere en las Décimas, pues cuando la hablante del texto se refiere al
pueblo, lo hace en relación directa con la clase oprimida por los sectores dominantes. La
117
El concepto de pueblo es controversial. Escobar (2008) señala: “La cuestión de qué es el pueblo, de
quiénes son pueblo, es compleja porque el contenido de este término aparece simultáneamente recortado
desde enfoques distintos. Por eso, unas veces se entiende como pueblo la masa; otras, el conjunto de
ciudadanos sujetos de derechos y obligaciones jurídicas, una entidad metafísica ideal, las mayorías
demográficas, las clases explotadas, el conjunto de los sectores subalternos, etc.” (p. 75).
172
La noción de pueblo se vincula con el concepto de lo “popular”, el que según
Ticio Escobar (2008) es: “Teóricamente incierto e ideológicamente turbio” (p. 21). Sin
El ensayo de Escobar, El mito del arte y el mito del pueblo (1987), fue revisado
y actualizado para la edición que utilizo, de 2008, de tal manera que este concepto de lo
popular se contextualiza en una época reciente, en la que el debate sobre el respeto por
las minorías religiosas o indígenas señaladas por el autor -y otras como las sexuales- se
no quiere decir que se hayan superado las situaciones de discriminación, pero sí son
construcciones culturales.
173
las personas, de su poder económico y de su lugar de origen. Este ordenamiento social
propiciaba una lectura de las relaciones estamentales a partir del esquema vertical
hechos narrados, confirma este esquema vertical del poder: burgueses-pobres, opresores-
oprimidos119. En las Décimas, Parra genera una defensa de la clase oprimida, en contra
de los estamentos que en el Chile de los cincuenta ostentan el poder, es decir, la clase
adhiere a las ideologías de la izquierda política, que propiciaban una lucha social en
contra del poder del dinero y de las influencias políticas, buscando mejores condiciones
118
Me refiero a los estudios de Michel Foucault, referente obligado sobre el tema.
119
Dölz-Blackburn (1993) estudia la expresión de la conciencia social de Parra en sus canciones y en las
Décimas, obra en la que, según la estudiosa, “el pobre aparece marginado por todos los núcleos de la
sociedad especialmente los ricos” (p. 50). Dölz-Blackburn afirma que en sus composiciones poéticas y
musicales, Parra “se define en clara rebeldía contra el sistema: es anti-burguesa, anti-imperialista, anti-
intelectual, anti-machista y anti-clerical” (p. 43). La aseveración observa algunos matices, a propósito de
ciertas contradicciones de Parra, notadas por Dölz-Blackburn. No obstante, esta posición contra el sistema
es la predominante en la obra de Parra.
174
para las clases oprimidas120. En el discurso de la autora, los sectores que representan la
división de clases que ella percibe en Chile, es decir, la burguesía y los “populáricos”121,
respectiva:
Ella pertenece al pueblo, y su condición de artista no tiene por qué impedir la difusión de
discurso público se consideraba peligroso, por la influencia que podría ejercer sobre la
opinión pública122. Que solo cante, que entretenga, pero que no tome partido, que no
120
Obreros y campesinos, básicamente, ya que el debate en torno a la discriminación hacia los indígenas y
la discriminación de género, entre otras, se instalará décadas más tarde en Chile.
121
Término creado por la artista para referirse a las clases populares, que se encuentra en la canción
“Mazúrquica modérnica” (Parra, 2005, p. 77).
122
Hecho que se explica considerando al poder como una construcción dinámica. Una mujer de clase
social baja que ha ganado un espacio en el mundo de las comunicaciones, el arte y el espectáculo, con un
discurso directo y consecuente, que recibía miles de cartas durante la época de su programa “Canta
Violeta Parra” en Radio Chilena, podía ser un excelente vehículo de ideas de la izquierda política, lo que
no gustaba en los periódicos conservadores de Chile. A pesar de que Parra no poseía el poder del dinero,
ni del apellido, tenía el poder de su voz y de la empatía inmediata que generaba con la gente.
175
La última parte del fragmento citado es ambigua. Por una parte, Parra despoja su
comentario de maniqueísmos cuando reconoce que no todos los “burgueses” son iguales,
sino que algunos son “muy abiertos” y la valoran, a pesar de su discurso de denuncia.
Cree en la posibilidad de unión en beneficio de causas dignas, pero, por otra parte, tilda
“abiertos” e “interesantes”.
-eso sí, sin dejar de considerarlos enemigos políticos-, así como también supo
desentrañar los vicios de las clases oprimidas. A pesar de esto, la relación opresor-
oprimido constituye una realidad para Parra, que denunciará en sus composiciones
poéticas y musicales.
Parra en relación con las diferentes manifestaciones de las clases que la artista
mitad del siglo XX en Chile. Generalmente son manifestaciones en pugna con los
contexto de la obra de Parra debe entenderse como un concepto que describía “las
que luchaban por integrarse a la arena del devenir nacional” (p. 22). El estudioso
176
puntualiza: “Es el tiempo en que surge la educación popular, el teatro popular, la salud
Para Parker, más que una antilógica, la cultura popular representa “el uso de la
razón bajo otro sistema mucho más empírico y simbólico a la vez, mucho más sapiencial
del que se evidencia un sustrato indígena, y del sector obrero124, el cual esencialmente
nace a partir del éxodo masivo de campesinos hacia la urbe -del que la hablante de las
123
En sí mismo, el concepto de cultura reviste gran complejidad. Para los efectos de este trabajo, me
basaré en la definición de cultura que aporta Paul Zumthor (1991), en su estudio sobre la poesía oral:
“Entiendo por cultura, según una opinión bastante general, un conjunto -complejo y más o menos
heterogéneo, vinculado a una civilización material- de representaciones, comportamientos y discursos
comunes de un grupo humano, en un tiempo y en un espacio dados. Desde el punto de vista de su
utilización, una cultura se presenta como la facultad de todos los miembros del grupo de producir signos,
identificarlos e interpretarlos de la misma manera; de este modo constituye el factor de unificación de las
actividades sociales e individuales, el lugar posible, para los interesados, para dirigir su destino colectivo”
(p. 65).
124
Desde las lecturas de García Canclini (2001) y Cornejo Polar (2003), agrego que la fusión de ambos
sectores en la denominación “cultura popular” no apunta a un producto final homogéneo, sino
heterogéneo.
177
Décimas es parte-, fenómeno enmarcado en un proceso de urbanización e
que:
Décimas la posición social y política que la hablante asume, tanto en su vida privada
políticas, sociales y artísticas. Se asume como una mujer campesina, de clase social baja,
ni de su cultura, sino que como artista las honrará, proyectándolas hacia el mundo
quehacer artístico entronca con el complejo concepto de “arte popular”. Para Escobar
mientras que ‘popular’ de las ciencias sociales (p. 23). El arte popular “crece marcado
por el estigma de lo que no es” (p. 13), es decir, como lo diferente e incluso opuesto al
178
“arte culto”125. Además, es un concepto que no surge del grupo socio-cultural que lo
reflexión en relación con la dicotomía “arte culto” y “arte popular”: aquella que valida
la dicotomía127, la que ha sido superada por una línea de pensamiento que ya no justifica
contextualizan en Latinoamérica.
125
Jorge Manrique (1979) señala que el concepto de arte popular depende del de arte culto: “lo que
llamamos arte popular no tiene verdadera existencia sino en oposición al concepto de arte culto (…) es
decir, el concepto de arte popular nace para distinguir, no para definir (…) en razón directa de la
canonización del arte (culto)” (pp. 256-257).
126
Así lo sostiene, por ejemplo, Marta Traba (1979), quien señala que la denominación de arte popular no
parte de “la clase proletaria o campesina que genera tales expresiones culturales, sino de la clase
consumidora, es decir, de la clase media y dirigente” (p. 59).
127
Un ejemplo de esta visión conservadora del arte lo encontramos en la obra de Arnold Hauser (1982),
quien afirma la superioridad del arte llamado culto y presenta una visión degradada del arte popular.
Hauser define “el arte popular” identificándolo más bien con la cultura de masas; señala que el arte
popular es una “producción artística o seudoartística que responde a las exigencias de un público
predominantemente urbano, semiilustrado y tendente a la masificación” (p. 279); cree que este arte se
define más bien como entretenimiento y pasatiempo (p. 282). En cuanto al arte campesino, que el
estudioso llama “arte del pueblo”, lo define en tanto ausencia de ilustración (p. 279). Afirma que la figura
del creador es central en el arte culto (p. 282), mientra el arte popular se define por lo comunitario: “La
identificación del pueblo con sus cantores y sus artistas es, sin duda, más intensa que la de las clases
ilustradas con los suyos. Este alto grado de solidaridad es el que posibilita la popularidad de las obras y el
que constituye el fundamento de su carácter comunitario” (p. 288). Décadas más tarde, García Canclini
establece una diferenciación entre la cultura popular junto a sus expresiones artísticas, y la cultura de
masas.
128
De acuerdo con García Canclini, Pedrosa (1979) afirma que la distinción entre arte culto y arte popular
“es una distinción que aparece en la época moderna (…) La diferenciación entre ambos nace con la
sociedad capitalista. Con la formación de la burguesía. Con la división de la sociedad en clases. En ella se
expresa el dominio de la ideología burguesa sobre las clases dominadas, sobre el arte popular de origen
campesino o proletario” (p. 91).
179
Siguiendo a Jürgen Habermas, García Canclini relaciona la constitución de lo
moderna, mientras que la brecha entre distintos dominios artísticos se produciría por la
el arte en las manos de las clases dominantes y una de las operaciones que estas
cultural bajo el aspecto de ‘creación’ artística, con la consecuente división entre arte y
Este es uno de los aspectos que bifurca la figura del autor o creador en “artista”,
180
dentro de lo popular. Cuando se establece esta clase de comparaciones siempre resultan
en desmedro de lo popular129.
Los historiadores sociales del arte, según García Canclini, “casi nunca llegan a
cuestionar la grieta entre lo culto y lo popular, que en parte se superpone con la escisión
intereses y gustos de la burguesía (...) Las artesanías, en cambio, se ven como productos
división entre el “arte culto” y el “arte popular” era reconocible para los artistas, el
público y los estudiosos del tema. El trabajo artístico y recopilatorio de Violeta Parra se
129
Se puede citar muchos ejemplos de esta clase de diferenciaciones. Solo consigno algunas reflexiones
como muestras. Marta Traba (1979) plantea una serie de “mitos” que rodean al arte popular, como que
adolece de un significado débil, carece de proyecto (p. 69) y es excesivamente dependiente: “El artista
culto es hijo de ese pleno empleo de la creatividad, que no conoce el artista popular por la dependencia a
que está sometido” (p. 72). Traba cita a Alfredo Margaride: “así como el arte culto sería siempre el
resultado de un proyecto, el arte popular es el resultado de un accidente” (p. 68). Escobar (2008) señala
que el concepto universal de arte tiene que ver con la calidad de único y de irrepetible, así como también
con la carencia de una función utilitaria: “El modelo universal de arte (…) es el correspondiente al
producido en Europa en un periodo históricamente muy breve (siglos XVI al XX). A partir de entonces, lo
que se considera realmente arte es el conjunto de prácticas que tengan las notas básicas de ese arte, tales
como la posibilidad de producir objetos únicos e irrepetibles que expresen el genio individual y,
fundamentalmente, la capacidad de exhibir la forma estética desligada de las otras formas culturales y
purgada de utilidades y funciones que oscurezcan su nítida percepción. La unicidad y, especialmente, la
inutilidad (o el desinterés) de las formas estéticas son rasgos contingentes del arte occidental moderno” (p.
29). Escobar afirma que desde una perspectiva tradicional no se cree en la originalidad del arte popular:
“La singularidad nunca ha sido una pretensión del arte popular, ajeno tanto a la ideología humanista de la
autonomía creadora como a los sueños románticos del genio original” (pp. 68-69).
181
también a los medios de recopilación y difusión, a fin de entregar su arte a una mayor
cadáver. Es triste… pero me siento contenta al poder pasearme entre mi alma, muy vieja,
y esta vida de hoy” (Parra, 2009, p. 62). La autora identifica lo tradicional con la cultura
moderno en relación con los cambios tecnológicos que conlleva la modernidad, así como
se poetizan en la décima VII “lo que fue vino, hoy es tinta; / lo que fue piel hoy es paño
prácticas” (1990, p. 14, cursivas del texto). Según el estudioso, este fenómeno no se
produce solo en las artes, sino también en la vida cotidiana y en el desarrollo tecnológico
(p. 16).
Por ello, aunque los teóricos del arte y el público en general de la época de Parra
Bernardo Subercaseaux (citado por Farías, 1992, p. 178), cree que Parra representa un
ejemplo de la hibridación que ocurre entre lo culto y lo popular a mediados del siglo
182
Parra estaba conciente de la discriminación de las manifestaciones populares por
parte de los estudios académicos de aquel entonces. Ante esta realidad, su postura
popular, pero insertándola en un proyecto moderno, con elementos cultos. Es una obra
de carácter individual, que posee un proyecto estético y político, y que recrea, desde su
cultura general. Asimismo, es una obra que entronca con un proyecto social e
popular.
Al entregar en sus Décimas una vivencia personal, pero a la vez colectiva, Parra
diferenciación que realiza Teresa del Conde (1979), quien afirma: “En la obra de arte
popular están presentes las huellas de un pasado colectivo, en la del artista culto éstas
proyección futura” (p. 81). Según esta diferenciación, la obra poética de Parra
correspondería más bien a un artista culto. En este sentido, considero que Parra fue una
de las artistas visionarias de su época, pues supo nutrirse tanto de la vertiente culta,
resulta compleja, pues no se deja encasillar por las nociones de “arte culto” y “arte
183
establecer fronteras cuando una obra de carácter popular manifiesta maestría: “cuando se
dan juntos (…) individualidad (que casi implica conciencia, por lo menos conciencia de
sí) y maestría, las fronteras con el arte culto se hacen más débiles, hasta el grado de
artística del siglo XX. Michel Ragon (1979) afirma: “todas nuestras artes oficiales están
occidental tiende a abrirse a todas las otras formas de cultura” (p. 37)130. Es que,
acuerdo al periodo histórico en el que la obra artística fue producida: “la cuestión no
pasa por desmontar las distinciones entre lo culto, lo popular y lo masivo, sino por
obra musical de Parra. Este asegura que, cuanto más conocía la tradición, Parra
130
Beatriz de la Fuente (1979) afirma: “El arte culto, o sea las bellas artes tradicionales, y el arte popular,
llano o folk, son, para mí, modos de expresión propios de la naturaleza humana; responden a necesidades
humanas básicas, y se presentan de manera simultánea y en distintos grados en culturas integradas; son
aspectos a la vez diferentes, semejantes y complementarios de un mismo fenómeno biológico, social y
cultural” (p. 31). Escobar (2008) no justifica la separación ni el descrédito de un arte por sobre el otro:
“No hay procesos artísticos peores o mejores como no hay lenguajes superiores ni inferiores: todo sistema
simbólico debe ser considerado de acuerdo a los requerimientos a que responde” (p. 74). Y: “En el curso
de un debate que ya tiene décadas, los vínculos difíciles que mantienen las culturas populares con las
instituciones del arte ilustrado y la acometida de las industrias culturales son considerados no tanto en
clave de despojo y alienación, cuanto en términos de transculturaciones, cruces y desencuentros. (p. 11).
184
característica del arte culto. En palabras de Soublette, Parra “sublimó” la tradición. Sería
las “Composiciones varias” en Décimas). Soublette afirma sobre esta última que:
Farías (1992, p. 64) señala que Parra realiza una aportación a la tradición del
“la obra de Violeta Parra puede compartir características de tres grandes áreas: la poesía
El escritor peruano José María Arguedas [1968] se refirió a Parra desde una
obstante, señala Arguedas, “algunos artistas, grandes creadores, han logrado convertir
de Parra. “Ella es lo más chileno que yo tengo la posibilidad de sentir; sin embargo, es lo
más universal que he conocido en Chile” (citado por Isabel Parra, 2009, p. 57)131.
131
Las Décimas dan cuenta de la posible imbricación de lo individual con lo universal. El trabajo de M. E.
Martínez (1997) sobre la figura de la hablante se refiere a este aspecto. Para Martínez, la especificidad de
la figura de la hablante no le resta universalidad al texto, más bien, al contrario; su condición de
185
El afán por recopilar el folclor chileno y cultivar una estética popular proviene de
una consciencia moderna. Parra no solo buscó revivir el folclor, sino que fusionó su
propia vida con lo que investigaba, como afirma Víctor Casaus (Isabel Parra, 2009, p.
16). Todos los aspectos de su existencia se orientaban hacia la estética campesina, desde
los elementos exteriores, como la ropa o el peinado, hasta los ámbitos filosóficos y
por lo que su labor de recopilación se relaciona directamente con sus propias creaciones.
en Parra. Según el estudioso, la génesis del arte de Violeta Parra se halla tanto en su
vulnerabilidad permite la identificación de las lectoras con ella. Por ello reconoce en las Décimas “una
marca femenina” (p. 121), que no puede soslayarse en los estudios sobre la obra.
186
-Tercer paso (1953-1965): Recreación del folclor en un plano de libertad, con
lugar de exilio.
Morales acierta en vincular los diferentes ámbitos artísticos de Parra con su labor
recopilatoria y con su vida; las reflexiones del estudioso confirman las afirmaciones de
Parra, además de su directa relación con algunos elementos del folclor chileno y la
acuciosidad de sus investigaciones, generan una obra híbrida: original, pero con sustrato
unen.
132
Hilda testimonia que su hermana era: “aficionada a la costura, a todo. Si todo lo que fue haciendo
después está relacionado con mi mamá o con la familia o con amigos de Chillán. La tapicería, la cerámica
y todas las demás cosas, esas las vio trabajar en Malloa, en el campo. Las vio trabajar pero nunca las hizo
porque era cabra chica. En alambre, esas figuritas sí que las hacíamos. Jugando con los alambritos de
escoba, hacíamos figuritas, cosas, pero nunca tomamos verdadero interés por algo, ni nos dimos cuenta
que eso podía tener algún valor. Ya después cuando grande seguro que ella se acordó, y así fue
desarrollando todo tal como lo había visto de niña” (Subercaseaux et al., 1976, p. 19).
187
Son numerosos los ejemplos que se pueden mencionar para dar cuenta de esta
cruz bordada en la arpillera, se observa un ave con una pequeña rama en el pico. Las
imágenes de las aves son profusamente reiteradas en la obra visual, musical y poética de
Jesucristo.
Parra, resultó relevante para la formación de la artista la amistad con Soublette, quien
además traspasó sus recopilaciones a partituras -conocimiento del que ella carecía y al
que hará referencia en sus Décimas-, trabajo registrado en Cantos folklóricos chilenos
(1959). A las obras musicales citadas por Soublette como aportaciones con un sello
133
Para los efectos de este trabajo, conocí demasiado tarde la existencia del estudio de Lucy Oporto El
diablo en la música. La muerte del amor en “El gavilán” de Violeta Parra (Viña del Mar, Ediciones
Altazor, 2008), que me hubiese interesado integrar a mi reflexión. Escuché parte del trabajo de la
profesora Oporto el 11 de enero de 2012, en la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción, “Los
deberes olvidados”.
188
La integración, tanto de los dominios artísticos cultivados por Parra, como de las
diferentes tradiciones que se perciben en sus obras, y por cierto, del arte y de la vida,
alcanzó su punto más álgido en “La Carpa”, proyecto artístico que pretendía ser una
en tiempos en que las peñas folclóricas eran lugares de encuentro para todo aquel que
Violeta Parra optó por su propio camino artístico, por tanto, declinó la invitación
para integrarse a la peña de sus hijos, aunque, en ocasiones, actuaba en ese lugar.
Anhelaba su propio espacio, al que ella proyectaba como una “Universidad del folclor”,
que se iniciaría como un centro que reuniera sus artes, a la que se agregaba la cocina.
Santiago, Parra instaló una carpa de grandes dimensiones, que albergaba un escenario,
exhibían trabajos visuales de la artista, quien además cocinaba, ayudada por su hija
189
En la Carpa, Parra fusionó su vida con el arte; durante sus últimos años, este
en ella, sino que vivía en el mismo sector, pues cerca de la Carpa, uno de los hermanos
de Parra, Roberto, construyó una modesta vivienda, en la que la artista vivió junto a
Carmen Luisa, y en la que escribía en unos cuadernos sus últimas creaciones poéticas.
fenómeno de las peñas latinoamericanas que: “La imagen del espacio real donde se
adquirió una función estética y artística como escenario de los dominios artísticos de
134
Zumthor (1991) define performance como “una acción compleja por la que un mensaje poético es
simultáneamente transmitido y percibido, aquí y ahora” (p. 33).
190
Parra quiso entregar su arte al público santiaguino de clase media-alta, pero la
igualmente atractivos para el público, por ejemplo, la misma Peña de los Parra, mucho
público, por eso, la peña de sus hijos no la concebía como competencia; el suyo era un
proyecto distinto: “Ella anhelaba (…) que la cultura popular se abriera hacia el mundo
culto” (Münnich, 2006, p. 98); la artista deseaba “educar a los jóvenes”, como recuerda
su amiga escultora Teresa Vicuña (García, 2011, p. 53), quien estaba dispuesta a ofrecer
clases en la Carpa.
fama de Violeta Parra y sorteaban los obstáculos para llegar hasta allá (Münnich 2006,
p. 97), pues, en segundo lugar, la Carpa no solo se encontraba distante de la ciudad, sino
que en un sitio eriazo, cuyo camino no estaba pavimentado; en invierno, solo era posible
llegar en auto. Hoy en día La Reina es un lugar urbanizado, pero en la década de 1960
era un terreno prácticamente rural, que a Parra le encantaba, puesto que le permitía
En tercer lugar, los vecinos de los sitios aledaños eran sumamente hostiles a las
actividades de la Carpa y a la artista. Sus biógrafos narran que Parra tuvo que enfrentar
dificultades al respecto, pues a los vecinos les molestaban los ruidos y se quejaban ante
191
A todas vistas fue un error tratar de levantar un Centro de Cultura
Popular en un barrio burgués de Santiago, pero Violeta no se dejó
aconsejar (…) Sin duda, si hubiese instalado su carpa en una población
popular hubiera sobrevivido. Pero quiso conquistar otro público y murió
en el empeño (p. 59).
como una futura “Universidad”. El mundo de lo culto y de lo popular, así como también
192
folclorización y en cuya narración no está presente el estilo de la tradición
oral135 (p. 58).
De este modo, la estudiosa concibe las Décimas como “una realidad literaria” (p.
58), que recrea ciertos aspectos del folclor. Apunto a la reflexión de Lafuente que,
aunque las Décimas no hayan pasado por procesos de folclorización, la tradición que
subyace a ellas, y que se manifiesta sobre todo en los textos que recrean el Canto a lo
La concepción del arte que subyace en las Décimas se sustenta en el arte popular
135
Se refiere al estilo de la canción popular, en el cual la oralidad se recrea ocasionalmente, como reflejo
de una situación lingüística concreta.
193
contenidos y aquellas dimensiones forman parte activa de su dinamismo y
aun de su constitución. Y en cuanto significan, al menos en parte, una
manera alternativa de la comunidad de verse a sí misma y comprender el
mundo, las diversas manifestaciones del arte popular implican además un
factor de autoafirmación y una posibilidad política de réplica (pp. 136-
137).
recopilando el folclor chileno. Si bien tanto las costumbres urbanas como las rurales son
parte de lo que hoy se denomina folclor, Parra buscó las raíces de Chile,
conocer las formas y los contenidos del folclor de las provincias -desconocido o
lugar, a partir de las dos tradiciones o “dos escuelas populares” de Chile en el ámbito
poético: La “Lira Popular” y el canto popular; ambos se consideran poesía popular y son
136
El folclor que se masificó en las décadas del cuarenta y el cincuenta -cuando Parra comenzaba sus
recopilaciones- entregaba la visión del hacendado en relación con los temas campesinos. Es un folclor que
los cantores populares consideraban al servicio de la burguesía (Rodríguez, 1988, pp. 40-41). Conjuntos
como “Los Cuatro Huasos”, “Los Huasos Quincheros” y “Los Huasos Colchagüinos” exaltaban la belleza
de la zona central de Chile, y presentaban una visión estilizada del campo.
137
Además de la labor realizada por Violeta Parra en la materia, son valiosos los estudios y la labor de
recopilación de la poesía popular en Chile de: Julio Vicuña Cifuentes, Romances populares y vulgares
(1912), Antonio Acevedo Hernández, Cantores populares chilenos (1933), Juan Uribe Echeverría, Cantos
a lo Divino y a lo Humano en Aculeo (1962), Diego Muñoz, Poesía popular chilena (1972) y Miguel
Jordá, La sabiduría de un pueblo (1974). Algunos de estos investigadores, como Muñoz, extraen sus
estudios de colecciones de La Lira Popular; otros recopilaron en terreno, como es el caso de Vicuña, quien
solo investigó el romance en el campo: “varios de los romances recogidos por Vicuña y publicados en su
libro serán vueltos a encontrar por Violeta Parra ya transformados en décimas, en tonadas o bien en forma
de romance fragmentado. Serán la base sobre la cual Violeta Parra construirá su propio lenguaje, en cierto
194
La canción popular, de formato oral, es llamada por sus cultores “Canto a lo
Pueta” (poeta)138. Este es “uno de los estratos del folclor chileno” (Sepúlveda, 1983, p.
12), dividido en Canto a lo Humano -“todo lo que tiene que ver con el hombre y su
relación con la naturaleza”- y Canto a lo Divino -“todo lo que tiene que ver con la
profano, que encontramos en la obra de Parra, no como ámbitos separados, sino como
que refleja en sus contenidos versificados en décimas una concepción orgánica del
hombre y su medio” (p. 64). Rodríguez (1988) elabora una definición de esta poesía
modo arcaico, pero de gran belleza y elegancia (tomado de los depósitos más escondidos del habla
popular)” (Rodríguez, 1988, p. 37). La Lira Popular fue estudiada por Rodolfo Lenz, cuya colección
contiene cerca de quinientos pliegos de poesía que se conservan en la Biblioteca Nacional de Chile.
Además, existen otras dos colecciones de La Lira Popular: la de Raúl Amunátegui, de ochocientos
cincuenta pliegos, propiedad de la Biblioteca Central de la Universidad de Chile y la de Alamiro de Ávila,
de trescientos cincuenta pliegos, conservada por la Biblioteca Nacional de Chile.
138
“Los cantores populares se designan a sí mismos, puetas en vez de poetas” (Acevedo Hernández, 1933,
p. 24).
139
La tradición del Canto a lo Poeta manifiesta su punto álgido en la segunda mitad del siglo XIX, en
fiestas del campo, y en las fondas de Santiago, herederas de las chinganas de la Colonia: “Las fondas
siguieron existiendo prácticamente hasta el primer cuarto de nuestro siglo [XX]. Con el advenimiento de
la técnica electrónica para la reproducción musical decayeron los conjuntos de cantoras y cantores. La
cueca, la tonada y el canto de hombre, a lo Divino y a lo Humano, volvieron a refugiarse en el campo (…)
Y allí se quedarán hasta que lleguen los primeros investigadores como Margot Loyola y Violeta Parra”
(Rodríguez, 1988, p. 28).
195
Es en Chile aquella que tiene por destinatario principal al pueblo.
En ella se emplean casi siempre versos y formas estróficas emparentadas
con el romancero y otras formas provenientes de la poesía peninsular (…)
El creador de esta poesía es el pueblo, en especial el campesinado que ha
guardado en su memoria la tradición del romancero y sus derivados. Pero
en el desarrollo histórico y social veremos que en la creación de la poesía
popular estarán presentes, prácticamente, todas las capas sociales (pp. 13-
14).
Sus creaciones -Décimas y canciones- no son colectivas, sino individuales, a la vez que
espectador más general. En las Décimas, Parra mantiene una serie de aspectos
algunos temas, sin embargo, no se encasilla en las formas que la tradición destinaba a las
mujeres, sino que se apropia del “contrapunto”, forma reservada a los hombres por la
tradición141.
sueltos, que contenían cinco o seis décimas pertenecientes a un autor y podía incluir
140
Acevedo Hernández (1933) caracteriza la poesía popular como composiciones más narrativas que
líricas y que “tienen además la sensación de lo teatral” (p. 16).
141
Acevedo Hernández (1933) especifica la división por sexo de los cantos: “canto de mujer: tonada,
cueca y canción; y de hombre: verso grande y contrapunto” (p. 26). Define al contrapunto como un arte
difícil: “el contrapunto -duelo poético de nuestros cantores- es un perfecto diálogo teatral improvisado, y
como los contrapunteantes estaban rodeados de espectadores que comentaban dando ideas, censurando o
aplaudiendo, resulta que el total constituía francamente una comedia improvisada, de la que el guión era el
acuerdo sobre el tema a tratarse, y actuaban de personajes los cantores y el pueblo” (p. 20) Las cursivas
son del autor.
196
policiales o políticos, como la Guerra del Pacífico o el Gobierno de Balmaceda.
También existieron algunas que verseaban a lo Divino. Su época de oro fue desde la
“segunda mitad del siglo XIX (1860-70), a la primera mitad del siglo XX (1920-25)”
Entre los estudiosos de las Décimas existe la convicción de que Violeta Parra
leyó La Lira Popular y que esta influyó en su obra. Patricio Manns (1987) fue el primero
en afirmar que el estilo y los temas de las Décimas provienen de la Lira. En su biografía
sobre la artista, Manns señala que la “Lira Popular” era vendida en los trenes y que Parra
la conoció en ese contexto, como ella misma se lo habría confesado. Nicanor Parra, en
entrevista con Leonidas Morales, lo desmiente, afirmando: “Yo nunca la vi a ella con un
las Décimas tanto con el “Canto a lo Pueta” como con la Lira Popular, a partir de una
142
Los autores de la Lira Popular más famosos de esta época de oro fueron Bernardino Guajardo, Liborio
Salgado, Juan Rafael Allende conocido como “El Pequén”, Daniel Meneses, Rosa Araneda -una de las
primeras poetas populares mujeres de nombre conocido-, Nicasio García, entre otros (Rodríguez, 1988, p.
31).
143
A partir de una detallada labor descriptiva y analítica, Miranda (2001) identifica los elementos que
Parra toma de la “Lira Popular” (crónica policial, crítica social, Canto “a lo adivino”, entre otros), de la
tradición popular (temas, motivos y tópicos, Canto “a lo Divino”), así como los aspectos en que la autora
se distancia de estos sustratos (abandono de la función social, del carácter performativo del discurso,
utilización del contrapunto, preocupación consciente por escribir la oralidad). Resulta interesante que,
197
En segundo lugar, el arte popular se manifiesta en las Décimas a partir de la
testimonio (Subercaseaux et al., 1976, p. 19). La habilidad para unir los retazos, que
Parra adquirió en su infancia, a partir de los trabajos con la mamá, quien guardaba los
pedazos sobrantes de los géneros aportados por la clientela a fin de confeccionar ropa
“mama Clarisa”, quien coincide con la figura biográfica de la madre de la artista; ella
obstante, lo más interesante a mi juicio estriba en que la estructura del texto se configura
como la unión de retazos144, metáfora propicia -por la temática del texto- para aludir a la
según el análisis de Miranda, Parra utilice el sustrato de la “Lira Popular” -escrito- en las escenas de la
ciudad, y del canto -oral- para referirse al campo. Sobre el Canto a lo Pueta” que la hablante dice cultivar
en las Décimas, la estudiosa señala que se refiere a poesía popular netamente oral, perteneciente al pueblo
iletrado o semi analfabeto, de origen campesino más que citadino, y está íntimamente ligado a prácticas
sociales comunitarias. De esta forma, evidencia que Parra se distancia de esta función, al “Cantar a lo
Pueta” su autobiografía y escribirla.
144
La crítica ya ha reparado en este aspecto. En el artículo de Paula Miranda “Décimas autobiografiadas
de Violeta Parra: Tejiendo diferencias” (2000), la estudiosa enfatiza con acierto la imagen de tejedora de
la hablante, que se articula con las equivalencias texto-tejido y costura-obra collage presentes en el texto.
198
hibridación cultural manifiesta en la obra de Parra: Canto a lo Divino y a lo Humano,
popular que he comentado. La técnica de la arpillera proviene del arte popular chileno,
199
Parra modificó el carácter de esta expresión cultural popular, empleando la
dedicada a su amigo, el escritor Thiago de Melo- y literarios, como “La cantante calva”.
En este ámbito artístico Violeta Parra cosechó éxitos, entre los que destaca la
Pabellón Marsan del Palacio del Louvre, el año 1964. Incluso, el afiche de la exposición
era una arpillera, el famoso ojo rodeado de los dominios artísticos exhibidos bordados en
vez que un producto estético con sustrato popular, por lo que constituye un objeto
Con respecto a las arpilleras, no debe olvidarse que, como señala Kunzle (1982),
No debemos dejarnos engañar por su belleza y su alegre apariencia (…)” (p. 84). Es un
145
Es preciso recalcar que la muestra se presentó en el lugar destinado a “las artes decorativas” o
populares, separado de las obras del arte llamado “culto”, lo que obedece a la dicotomía arte / artesanía.
200
arte configurado desde la pobreza146, lo que la artista experimentó en carne propia,
Parra estaba consciente de que su arte era considerado “popular”, categoría que
Violeta Parra creó poesía, obras visuales y musicales, en las que desde una perspectiva
obra visual de Parra aparecen en el catálogo de artistas plásticos del Museo Nacional de
Bellas Artes de Chile148, lo que sesenta años atrás hubiese sido inadmisible.
concibe el arte.
146
Kunzle (1982) cita varias declaraciones de arpilleristas, entre las que destaco la siguiente, que expresa
la condición de “arte de subsistencia” de la arpillera, en el contexto de los chilenos exiliados en París:
“‘-Cómo aprendió usted a hacer arpilleras tan hermosas?’ Se inclina ante mí y toma mi cuello entre sus
manos: Eso, verá usted, me lo ha enseñado el hambre” (p. 88, cursivas del autor).
147
“La oposición arte/artesanía no es ideológicamente neutra” (Escobar, 2008, pp. 38-39).
148
“Violeta Parra”. Artistas plásticos chilenos. Biblioteca Museo Nacional de Bellas Artes. Recuperado de
http://www.artistasplasticoschilenos.cl/biografia.aspx?itmid=381#118
201
Esta concepción del arte que he denominado “global”, se vincula en el caso de
asume como una artista popular, por lo que es la visión del artista popular acerca de su
creación la que predomina en la concepción del arte de Parra, llámese visual, musical o
poético. Aunque las artes de Parra se caractericen por generar productos híbridos, la raíz
El arte popular ha sido objeto de reflexión por parte de estudios académicos, los
examinan sus productos estéticos. A partir de algunos de estos trabajos pretendo abordar
canto, costura y poesía se imbrican para conformar la estructura del texto. Este
202
- La unión del arte y de la vida, no porque se esté narrando una autobiografía, sino
circunstancias.
por el mundo rural popular y sus tradiciones. Estas huellas de oralidad, propias
este sentido, las décimas I, II y III son fundamentales para entender la imbricación de la
arte musical popular, realizado por la hablante en su rol de cantora popular, quien
203
5. 1. Décima I: Aprendiendo “la del canario”
auditorio de la hablante en su rol de cantora popular. Violeta nos introduce en el arte del
“contrapunto”, la décima improvisada cultivada por los payadores, que se caracteriza por
ser difícil de dominar y por exigir una serie de requerimientos149. Cabe destacar que lo
alternará con la primera persona. La estrofa inicial enumera los requisitos del cantor
la fuerza150. La habilidad con el lenguaje debe ser máxima, pues, como dicta la tradición
popular, el máximo rival del cantor es el diablo, quien debe admirarse de las razones
149
El “contrapunto” se ha cultivado en distintas épocas y culturas. En su estudio sobre la poesía oral,
Zumthor (1991) se refiere a la historia del contrapunto: “Cuando el canto se alterna entre dos únicos
cantores toma con frecuencia la forma llamada, según las épocas y las lenguas, desafio, altercatio, tenzone
y otros términos de sentido semejante: disputa estilizada, en principio improvisada, pero estrictamente
regulada y destinada a poner en relieve la virtuosidad de los poetas. Fuera de uso en Europa al final de la
Edad Media, el desafío se ha conservado en algunos pueblos aragoneses y sobre todo en America Latina:
desafíos brasileños -de los que el Diccionario de los improvisadores, publicado en 1978, distingue doce
variedades formales- o la paya chilena, de los que los Parra intentaron hacer un arma política hace unos
veinte años” (p. 106).
150
Específicamente, “fuerza de gallo castizo”. Martínez (1997) comenta sobre este verso: “El gallo
castizo, como emblema de lucha y de entrega a una causa, está presente en la cultura popular desde los
orígenes de América Hispana, cuando se enraizó como símbolo de libertad. Con esta imagen, la poeta nos
asegura que su historia trascenderá los límites de su persona, familia y amigos” (p. 120).
204
(versos)151: “se ha de asombrar hast’el diablo / con muchas bellas razones, / como en las
conversaciones / entre San Peiro y San Paulo” (I, vv. 7-10, p. 23) 152.
La mención del diablo y de los santos manifiesta la cercanía del oficio del cantor
conferencia de Violeta Parra, “El canto popular” (Isabel Parra, 2009, pp. 88-102),
con uno de sus informantes, quien le habría contado el encuentro que tuvo con el diablo,
la competencia surgida entre ambos y el triunfo del cantor ante la incapacidad del diablo
competencia. Este rival debe ser digno del “desafío”, pues si ambos contendores no son
de poseer las cualidades excelsas del cantor, pero con falsa modestia asegura no poseer
los méritos para sostener un desafío153: “quesiera tener memoria / pa’entablar un desafío,
151
Acevedo Hernández (1933) especifica que el poeta popular llama a la estrofa “pie”, y a los versos,
“razones” (p. 31).
152
Todas las citas de las Décimas se han extraído de la edición de 1988, de Editorial Sudamericana. Se
indicará la décima, el número que le corresponde a los versos y número de página.
153
Farías (1992) afirma que “al asumir incapacidad ante la narrativa en el comienzo de las Décimas
Violeta Parra toma la actitud típica de un juglar.” (p. 54) El estudioso asegura que en sus recopilaciones,
Parra conoció esta “actitud inaugural” de los cantores; para comprobarlo, cita el testimonio de la artista al
conocer al cantor Agustín Rebolledo, relatado en Cantos Folklóricos (1979): “‘como todo cantor
auténtico, se disculpó con que no tenía talento, con que era poco lo que sabía y que su memoria ya no
valía nada’” (p. 54). Valga señalar que en sus sesiones de recopilación, Parra fue sumamente respetuosa
con los cantores; jamás compitió ni mostraba sus propias habilidades” (Ángel Parra, 2006, p. 88)
205
En la tercera estrofa se describe el guitarrón, el que en esta instancia se convierte
Parra conoció este instrumento en su labor de recopilación, por tanto, no debe extrañar
que lo incorpore a los requisitos de este arte. En Concepción, la artista encontró cinco
guitarrones (Isabel Parra, 2009, p. 96). Ángel Parra (2006) afirma que fueron las
investigaciones de Violeta Parra las que dieron a conocer a nivel nacional el guitarrón:
“Hoy nadie recuerda que fue mi madre quien dio a conocer el guitarrón y sus
“Cinc’ ordenanzas le cuento / tres de a cinco, dos de a tres, / del clavijero a sus pies / l’
154
El singular sonido del guitarrón motivó un reciente estudio científico en el ámbito de la física acústica
y la teoría armónica instrumental, realizado en Temuco y financiado por el Consejo Nacional de la Cultura
y las Artes, a través del Fondo para el Fomento de la Música Nacional (Cofré, 2011).
155
Plath (1994) describe al guitarrón de la siguiente forma, asegurando su origen chileno: “es un
multicordófono compuesto que posee entre 18 y 30 cuerdas, agrupadas en cinco órdenes principales sobre
el diapasón y cuatro órdenes monocordales secundarios, fuera de él, llamados diablitos (…), forma de
guitarra avihuelada, plano especular rectilíneo y puente de tracción, con alas en forma de volutas, junto a
las cuales aparecen característicamente dos adornos llamados puñales. Estudios realizados en varios países
de América, Europa y los Estados Unidos, permiten asegurar que el origen de este instrumento es chileno.
Es un producto del ingenio del pueblo chileno. Artesanos de la organografía casera realizaron valiosos
guitarrones, la ornamentación por incrustaciones hizo época. De gran uso en el siglo pasado en fondas y
ramadas, fue el instrumento favorito de los cantores populares. Se puede decir que sobrevive en Santiago y
en Colchagua donde se le ve en los encuentros de los poetas populares.” (pp. 341-342). En la entrevista
que sostuve con la folclorista Patricia Chavarría, ella me aseguró el origen chileno del instrumento (Ver
“Anexo 1”); por su parte, Manuel Dannemann (1998) aduce un “probable origen renacentista europeo”(p.
64). Acevedo Hernández (1933) reseña una extensa descripción que Rodolfo Lenz hizo del guitarrón, en el
marco de sus estudios sobre poesía popular (pp. 13-15).
206
entrasta’ura ‘legante, / cuatro diablitos cantantes / debe su caja tener.” (vv. 25-30, pp.
23-24).
habilidades y la actitud del cantor, que en la cuarta estrofa, se identifica como mujer:
En este “canto a porfía”, es decir, desafiante -por la gran habilidad que requiere
Margot Loyola (2006) comenta lo que significa ser cantora en Chile: “El término
cantora tiene en Chile una connotación social importante: él nos lleva inevitablemente a
los campos de la zona central de nuestro país” (p. 27). Loyola (2006) señala que las
156
Es evidente el aporte del trabajo de recopilación de Parra a la elaboración de las Décimas. El mundo
del cantor popular se retrata fielmente en el texto. A modo de ejemplo, copio el siguiente extracto de una
conversación entre el cantor Isaías Angulo y Violeta Parra, que ella relató en el marco de su conferencia
en la Universidad de Concepción (1960): “-Me han dicho que por aquí hay muy buenos cantores. - Yo no
sé, Violetita, pero cuando yo saco el tono dejo a los otros en el puente de Los Morros. Porque pa’ cantar
hay que ser arrogante, y el ‘toquío’ debe llevar sus ‘chacharachas’, pa’ que se sienta bien el sonoro del
estrumento.” (Isabel Parra, 2009, pp. 95-96).
207
haber nacido en el campo o haber tenido un fuerte contacto con la cultura
musical de las áreas rurales. Una cantora no es diferente al resto de las
mujeres campesinas, sino que forma parte de ese mismo universo, donde
a la mujer le toca ser de todo un poco: partera, rezadora, meica,
santiguadora, tejedora, alfarera, amasandera, compositora de huesos, de
modo que el canto es solo parte de su vida. Pero por sobre todo, la mujer
campesina es madre y abnegada esposa, el hilo conductor de la familia (p.
27, cursivas del texto).
fin de defender su prestigio: “mas no quiero que s’entable / contra mí algún comentario”
(vv. 45-46, p. 24); se asume como una aprendiz del arte del canto popular. Asegura: “No
Con la frase “la del canario”, la hablante se refiere a los gorjeos de esta ave,
universalmente famosa por sus melodiosos trinos157, lo que permite la asociación entre el
Parra. La mención de la “canción del canario” anuncia el vínculo entre las aves en las
157
Plath (1995) señala que el canario “se caracteriza por su mejor y más sostenido canto. Al macho se le
encomia como pájaro de trinos” (p. 21).
158
En concordancia con ello, Parra representaba la canción como un ave: “Mi canción es un pájaro sin
plan de vuelo que jamás volará en línea recta, odia las matemáticas y ama los remolinos” (Miranda, 2000,
208
además adquiere la connotación de alegría, estado de ánimo muy vinculado al canto:
canción popular, justamente por ser la décima una forma propia de ambos géneros159. La
autobiográficas, las que serán oídas por los “señores amables” (I, v. 41, p. 24) del
público.
décima II se recrea un nuevo acto comunicativo oral, esta vez, un diálogo entre la
s.p.). En otros textos reitera la identificación de sí misma con las aves. Es el caso de una carta dirigida a
Gilbert Favre: “yo soy un pajarito que puedo subirme en el hombro de cada ser humano, y cantarle y
trinarle con las alitas abiertas, cerca muy cerca de su alma” (Isabel Parra, 1985, p. 77). Otro ejemplo es el
siguiente fragmento de un texto inédito, escrito en el hospital San Juan de Dios en 1961, y que sus hijos
encontraron el año 2007: “que la canaria Violeta / se tiene que mejorar” (Isabel Parra, 2009, p. 114).
159
Según Farías (1992) la obra de Parra se ubica entre el folclor y la literatura, es por eso que “evoca” la
oralidad y la tradición popular y la transforma en literatura: “los textos de Violeta Parra se constituyen
como un diálogo entre una práctica significante ‘evocativa’ (la oralidad de tradiciones, ritos, costumbres)
y una práctica significante ‘transformacional’ (la transformación de esa evocación en escritura)” (p. 66).
209
hablante y su hermano Nicanor160, figura que corresponde al poeta Nicanor Parra (1914).
conocido por su poesía. De esta manera, el arte poético oral de la hablante se equipara al
160
La intención dialógica aparece en otras décimas y también en las canciones de Parra, por ejemplo,
“Ayúdame, Valentina” y “Corazón maldito”. Farías (1992, p. 148) vincula la utilización de
conversaciones ficticias a la reminiscencia en la obra de Parra del desafío del contrapunto de la poesía
popular. En el caso de esta décima, observamos el contrapunto entre Violeta y Nicanor.
161
En conversación con Leonidas Morales (1990), el poeta Nicanor Parra afirma que no recuerda si fue él
quien le sugirió a Violeta Parra la escritura de las Décimas (p. 177); sí recuerda haberle mostrado unas
décimas populares (p. 163) y que la obra de su hermana ya estaba escrita el año 1958; ella la habría escrito
“de una pasada” (p. 177). Las declaraciones del antipoeta sugieren que el diálogo de la segunda décima es
una creación de la autora, con la evidente intención de homenajear a su hermano mayor, elemento del
texto que se reitera en otras décimas, por ejemplo, en la número VIII: “yo les presento a mi hermano /
como el más bonito ejemplo, / si ahora no tiene un templo / lo tendrá tarde o temprano.” (vv. 17-20, p. 37).
La “profecía” de Violeta se ha cumplido con creces; seguramente habría celebrado el Premio Nacional de
Literatura (1969) concedido a su hermano, y las otras distinciones, de las cuales la más reciente es el
Premio Cervantes.
210
un discurso letrado, sus conocimientos sobre poesía que el texto sugiere162 identifican al
popular de raigambre bíblica, que entiende nuestro paso por la tierra como un “valle de
lágrimas”163, creencia que en las Décimas se reitera en varios textos: “y el dolor que es
vida se conecta en las Décimas con el “tópico del mundo al revés” y del “mundo como
El Diablo en la cristiandad,
el Ángel entra al infierno,
un loco está en el proscenio,
anuncian ya la función.
Se impone la sinrazón,
en este teatro moderno. (XXVII, vv. 45-50, p. 76)
162
En ningún texto de las Décimas se dice que Nicanor es poeta, ¿será que su hermana lo da por sabido?
163
Ciertos elementos bíblicos son fundamentales en la cultura popular chilena. Salinas (2000) señala que:
“La interpretación campesina del mundo se mueve a partir de un profundo eje ético-religioso basado en el
pensamiento cristiano y en el dramático contrapunto histórico entre ricos y pobres. Desde allí se yerguen
las fuerzas del bien y del mal, de la opresión y la libertad” (p. 34). Para los oprimidos, la vida se concibe
como un dolor; esta es la visión que manifiestan las Décimas.
211
Sin embargo, el sufrimiento es también una instancia de aprendizaje para la vida,
que forja el carácter y construye personas mejores, “que no hay mejor noviciado / que’el
“relato” se vincula con la oralidad, pues el verso “princípiame a relatar” sugiere que la
narración sea inmediata y oral, rasgo coherente con la intención de recrear la realidad, a
yegua”, evidenciando una relación íntima y afectiva con los instrumentos, propia del
cantor popular. Para la hablante, la relación con la música es doble: es parte fundamental
de su trabajo como recopiladora, ardua labor que ocupa la mayor parte de su tiempo y se
212
contextualiza en el campo. Dentro de una dimensión más íntima, la pulsación de los
mínimos lapsos de los que no se espera nada más que un descanso. De esta manera, se
asume que el oficio musical está condicionado por las circunstancias de la vida
instancia, Violeta rechaza elaborar su autobiografía por el exceso de carga laboral y sus
213
A partir de la utilización del imaginario popular campesino, la hablante da
constituye “un solo lazo”, que le traerá como beneficio “un solo novillo”; por el
todo, sin recibir las más mínimas recompensas, las que se metaforizan con el agua, la luz
un trabajo más; en ningún caso como un ejercicio del ocio, como suele ser la
una fatalidad, quizás en consonancia con el sentido bíblico del trabajo. Por ejemplo, la
recopilación significa la visita a un “jardín de flores” (II, v. 31, p. 26) -los versos-; sin
embargo, los recorridos por el campo la llevan a concebir esta labor como su singular
“fatalidad”: “fatal entre los fatales / voy siguiendo estas andanzas” (II, vv. 39-40, p. 26).
164
Recordemos que en la época de la recopilación folclórica, Violeta Parra ya había desarrollado variadas
actividades artísticas: trabajo en circos, el dúo con su hermana Hilda, con la que se presentó en numerosos
locales; actuación, baile flamenco y canto español.
214
El concepto del arte en las Décimas se sustenta en la definición de este como un
trabajo arduo, que no se distancia de otras labores que deben enfrentarse cotidianamente.
Es, al mismo tiempo, una bendición y una fatalidad165, pues los “trabajos” de
de estos quehaceres.
165
Violeta Parra valoraba todos los trabajos del ser humano, pues le otorgaban un sentido a la vida y las
mejores recompensas. En una carta a una amiga, escribe: “Me alegra que trabajes, es lo más reconfortante
de la vida, lo demás no son más que mariposas y euforia. Todo lo que no sea trabajo es como arreglarse
mucho para estar de nuevo fea al día siguiente” (Subercaseaux et al., 1976, p. 96). Ángel Parra afirma:
“Ningún trabajo le daba vergüenza (…) Para ella el trabajo era la categoría mayor, el valor principal del
ser humano” (Isabel Parra, 1985, p. 117). Javier Campos ha reconocido el trabajo como un tema
fundamental en las Décimas, que genera su escritura: “[la función del trabajo] es la que en definitiva va a
provocar toda la escritura de las Décimas, o por lo menos el convencimiento que debe ‘relatar’” (1990, p.
48, cursivas del autor).
215
En la décima II su hermano le había sugerido un relato “a lo poeta” es decir, a
partir de una forma oral, ligada al oficio musical. Sin embargo, la hablante desarrolla
autobiografía se nombra como escritura y como canto. La hablante explicita que tomó
“la pluma” y llenó “el papel” (vv. 3-4), y más adelante, refiriéndose a la misma acción,
señala que cantará “lo bastante” (v. 9). El llenado del papel equivale al profuso canto.
después, digo que fue Parra / quien me donó l’existencia.” (vv. 31-34, p. 28).
la “cantora” está pensando en los versos siguientes que se refieren a su origen, quién es,
de dónde proviene, lo que ella responde a partir del apellido del padre.
216
las cuerdas, o el “toquío”166, se prolonga proporcionalmente a lo que el cantor tarda en
tendrán las artes manuales en el texto, así como también remite a la etimología del
(2001, s.p.) prefiere el verbo “componer” para hablar de la escritura de las Décimas,
porque es el utilizado por los cantores populares para referirse a la elaboración de sus
textos. Dado el contexto de utilización de este verbo, pienso que no es apropiado para
referirse a la escritura de las Décimas, pues el texto de Parra emplea los recursos de la
poesía popular (canto) y los oficios manuales funcionan como imágenes y estrategias
166
Sobre la música que acompaña el Canto a lo Divino y a lo Humano, Jordá (1974) explica: “los poetas la
llaman “toquíos”. Y hay varios “toquíos”; son unos diez los más conocidos en todo Chile. El toquío a lo
Divino es siempre distinto del de a lo Humano. Es mucho más serio, respetuoso” (p. 10).
167
Interesante neologismo en el que Parra junta “claridad” y “lucidez”, que en el contexto une las dotes de
construir versos entendibles e inteligentes.
217
aunque Nicanor Parra afirme que su hermana escribió las Décimas “de una pasada”, es
pues la protagonista del poemario se debate entre escribir su autobiografía o no. Cuando
discurrir metatextual a propósito de cómo realizará esta tarea. El relato que se describe
comienzo / sin perder ningún detalle (…) así les relataré / sin ‘coilas’ [mentiras] y sin
tópico de “la falsa modestia” para justificarse. Alude a su “falta” de elocuencia (v. 35), a
su pobre inspiración (v. 16), atribuyéndolas a las preocupaciones (v. 20) que le impiden
168
El énfasis en la verdad se reitera en otros textos: “Pa’ no mentir, yo recuerdo / dos espaciosos lugares”
(XXII, vv. 11-12, p. 65).
218
- puede ser un trabajo, como otros, así como también puede ser un descanso, una
“tregua”
Este último rasgo implica que en las Décimas opera un criterio moderno de
construcción textual, que sin dejar de lado el sustrato folclórico, emplea estrategias
textos, que también son autobiográficos, constituyen el marco de las décimas que
Violeta se observan elementos del Canto a lo Poeta, así como también alusiones al
219
Recreación de una situación oral: canto a lo poeta
Décima I
Reflexión
sobre el
canto a lo Décima II: Diálogo Violeta- Nicanor
poeta.
Los ancestros de la hablante se vinculan a las artes que están presentes a nivel
220
concepción de esta familia, que aunque se disgrega durante la niñez de Violeta, traspasa
a los hijos diversos talentos en distintos dominios artísticos. La música y, por cierto, las
habilidades lingüísticas, que según el discurso de Violeta, ella hereda de sus abuelos,
global se relaciona con el traspaso de una herencia espiritual y artística diversa, que pone
leyes, / hablaba lengua de reyes” (IV, vv. 6-7, p. 29)-, que se preocupó de la educación
de sus hijos e incluso procuró su formación musical: “les enseña a solfear / par’ un’
orquesta formar / de arpa, violín y vihuela.” (IV, vv. 28-30, p. 30). La laboriosidad y
junto a su hermano Nicanor (VIII, vv. 11-20, p. 37), se siente heredera de las cualidades
221
es no saber pentagrama,
si en el mate arde una llama
destiná’ pa’ gente culta,
en el cerebro me abulta
causándome confusión,
y al toque del guitarrón
le voy cambiando el estilo
por un concierto pililo
que alegra mi corazón. (VIII, vv. 31-50, p. 38)
folclórica (el “oro macizo” que se busca por los caminos) y el Canto a lo Divino,
subdivisión del Canto a lo Poeta, uno de los tantos estratos del folclor chileno (F.
Sepúlveda, 1983):
encuentra en el “otoño medieval hispánico, del ‘400, con la poesía franciscana de Iñigo
de Mendoza y de Ambrosio de Montesino, entre otros” (p. 30). En Chile, esta forma
estética del folclor se planteó contra la religión católica oficial, la que se vinculaba
222
políticamente a la oligarquía169. Por su parte, Francisco Astorga (2000) afirma que en
Chile “Los primeros misioneros jesuitas enseñaron a los indígenas la doctrina cristiana a
través del verso (la décima) y así se generó el canto a lo divino” (p. 56). Este arte se
extendió entre los cantores populares, de tal forma que en nuestro país, “la producción
literaria de los cantores a lo divino es inmensa (…) En general, puede dividirse en poesía
la religiosidad popular, y por lo mismo, no siempre está de acuerdo con los dogmas
169
El estudio que citamos de Salinas es revelador al respecto, pues comprueba que en Chile la religión
católica en el siglo XIX fue un instrumento de las clases poderosas para controlar al pueblo, lo que generó
resistencia a partir de la interpretación popular de los dogmas católicos. Por ello, el Canto a lo Poeta posee
un trasfondo político, y en específico, el Canto a lo Divino, que se identifica con la cultura folclórica rural,
la causa de los más pobres, e incluso, la ideología socialista.
170
Patricia Chavarría Zemelman (Concepción, 1946), directora del Archivo de Cultura Tradicional de
Artistas del Acero de Concepción, es una destacada investigadora del folclor que ha centrado su labor
principalmente en las regiones del Maule y Bío Bío. Ha recibido numerosos galardones, siendo el más
reciente el premio Fidel Sepúlveda (2008), otorgado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos,
DIBAM. Chavarría me concedió una entrevista el 9 de junio de 2010, que puede consultarse en los
“Anexos”. Agradezco su aporte al desarrollo de mi investigación, pues me aclaró varios aspectos
relacionados con el Canto a lo Divino y los ritos fúnebres de la cultura popular chilena.
171
Al igual que en la doctrina católica, en el Canto a lo Divino se entiende por novena “composiciones
[cantos] para los nueve días a partir del Nacimiento o la Nochebuena, nueve días que, en general, podían
hacerse durar hasta Epifanía, fecha de culminación del ciclo navideño” (Salinas, 1991, p. 165).
172
En enero de 2010 asistí a algunas actividades de la Biblioteca Nacional de Chile, enmarcadas en la
conmemoración de la Lira Popular y el legado de Rodolfo Lenz. Entre estas actividades puedo destacar la
rueda de Canto a lo Divino, el 6 de enero de 2010, en la que participaron cantores de Pirque. El Canto a lo
Divino, sacado del contexto de estas conmemoraciones sagradas y convertido en espectáculo, requiere de
una serie de explicaciones que el público escuchó con interés y acató. Primero, los receptores deben
comprender que, a pesar de la situación comunicativa vigente, el canto no es para el público, sino para
Dios, por lo que el silencio debe ser absoluto; no debe haber aplausos de quienes escuchan entre cantor y
cantor, pues se considera una falta de respeto. Además, en un costado del escenario se instaló un pesebre
para representar al destinatario más importante, ante el cual los participantes de este rito cantaron con
223
zona del país en que se cante. En la zona central los cantores optan por las décimas (Ver
“Anexo 1”).
Pienso que Parra reivindica esta rama del Canto a lo Poeta por dos razones, una
“velorio del angelito”, era muy mal mirado por sectores sociales conservadores, pues se
Para muchos chilenos, el “velorio del angelito” era una simple “fiestoca”
muerte de aquel infante” LI, vv. 31-34, p. 124), como la hablante de las Décimas
popular, lo que entroncará con una motivación personal. La muerte de su hija menor
devoción. A pesar de que todos los que estábamos presenciando el canto entendimos y acatamos los
requisitos para escuchar, los cantores comentaron su extrañeza al cantar en un escenario, ante gente que
desconocía su arte y que, esto era lo esencial, no participaba de lo que se estaba realizando, sino que
pasivamente escuchaba desde una distancia considerable. Al parecer, la distancia público-cantores no es
tal en las situaciones sagradas. No obstante, es necesario recalcar que a pesar de la singularidad de la
situación, los cantores se sentían honrados de participar en un evento organizado por una institución de la
envergadura de la Biblioteca Nacional de Chile, invitados por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos, sobre todo, en homenaje a la Lira Popular, que se escribió en décimas.
173
Maximiliano Salinas recopila impresiones sobre el velorio del angelito en los diarios de fines del siglo
XIX, provenientes de los sectores conservadores en las ciudades. Estos manifiestan intolerancia y
repugnancia por el citado ritual campesino, considerado bárbaro y, con el tiempo, delito. Solo cito un
ejemplo, de un diario de La Serena del 21 de agosto de 1872: “¿Hasta cuándo se tolerará la ridícula e
incalificable costumbre de entregarse a crapulosos excesos, a pretexto de celebrar la muerte de un
párvulo? Escenas tan repugnantes debían hacerse desaparecer para siempre... Una turba de viciosos ha
pasado la noche encenagados en la más grosera ebriedad, y han amanecido en tan higiénica tarea, bailando
como caníbales en presencia de un cadáver…” (La Revista. Salinas, 1991, p. 255).
224
(1954) es reciente con respecto al tiempo de escritura de las Décimas; la recreación
personal del velorio del angelito dedicada a Rosita es el episodio que cierra el texto.
Creo que tanto la muerte de la niña como la valoración del género impulsan la
preferencia que Parra manifiesta por el Canto a lo Divino. Es la forma poética que le
teoría musical. Es interesante que Parra establezca una diferencia entre el público culto y
popular (“si en el mate arde una llama / destiná’ pa’ gente culta”), que se corresponde
capaz de imaginar música clásica -de “pentagrama”-, sin embargo, no puede canalizarla
a lo que correspondería, una partitura. Por ello recurre a una transformación de esta
“llama”; con ayuda del guitarrón, compone un concierto “pililo”, popular, estilo que
constituye su fuente de alegría, de tal manera que lo culto se transforma en popular. Esta
lenguaje. Campos (1990) cree que la imagen del padre se corresponde con la de un
“juglar provinciano que tocaba la guitarra, decía proverbios y también daba sus
conferencias” (p. 53). Violeta explicita que su padre era “conferenciante y cantor” (XI,
225
v. 17, p. 43)174, y de profesión docente; el personaje se identifica tanto con la música
como con las letras: “Mi taita fue muy letrario: / pa’ profesor estudió, / y a las escuelas
Tal como el abuelo paterno, el padre hace gala de un uso elegante del lenguaje,
acentuado por su carácter alegre, que solo se descomponía cuando se enviciaba con el
alcohol. Nótese la aparición del diablo como el tentador, maestro del vicio y el engaño:
174
Este dato se corresponde con la biografía de Parra. La madre de la artista también cantaba, lo que se
conoce por las biografías; en las Décimas no se explicita, solo se sugiere a partir de la comparación de la
madre con las aves: “Mi mama como canario / nació en un campo florí’o; / como zorzal entumí’o /creció
entre las candelillas” (IX, vv. 35-38, p. 40).
226
En estado normal, el padre de Violeta era galante, fino, ameno como el cómico
viene el “talento” de gozar la vida. El don del habla que posee el padre incluye el que su
identificación del personaje con la belleza del lenguaje. Para comprobar el efecto del
sonido crujiente del nombre, la hablante pide que se diga “a coro” -¿todos al unísono?
Lautaro, el padre calma a los niños con sus palabras: “Mi taita poquito a poco / fue
engañándonos muy bien” (X, vv. 5-6, p. 41). Engañar es en este contexto, convencer de
que no hay por qué temer al tren. El padre se caracteriza por este poder persuasivo, por
ejemplo, en sus discusiones con la madre: “y es diablo como culebra / pa’ responder a
sus culpas” (XXIV, vv. 9-10, p. 69). A partir de su discurso logra acallar los reclamos de
la esposa, por lo que Violeta le llama “diablo” por su astucia, al igual que Lucifer,
cuando este se emborracha: “Yo siento cada mañana / la voz del pobre cura’o (…) ya no
lo nombran los diarios; / yo sufro la confusión / de ver nuestra canción / en la jaula del
canario” (XL, vv. 31-32, 37-40, p. 102). Luego del despido laboral, el padre ya no
227
pobre hombre enfermo, no aquella voz elegante que encantaba a sus amistades. El padre
es metaforizado como la canción de la familia, canario cantor que está preso del vicio175.
como medio de subsistencia, utilizando con ingenio retazos sobrantes de los géneros
recibidos de su clientela para vestir a los hijos. Este aprovechamiento al máximo de los
“Cultura de la precariedad. Esto es, del hombre asumiendo la existencia con escasez de
bienes. Experiencia de intemperie, donde se debe hacer todo, de todo” (p. 31)176.
salvaguardar una necesidad importante -el abrigo-, así como también la alegría de vestir
una prenda nueva, “la blusa, qué bien me queda, / yo pienso, par’el domingo” (XVI, vv.
15-16, p. 53). Instruida por su madre, Violeta aprende lo básico del oficio de la costura,
Así sucede en la escuela, pues la costura resulta un alivio ante los problemas con las
compañeras de curso:
175
En la décima XXIX que se refiere al alcoholismo del padre, la hablante señala, con relación a su
proceso de deterioro: “s’ está desplumando el tordo” (v. 24, p. 79), imagen que reitera la identificación del
padre con un ave.
176
F. Sepúlveda añade: “La cultura de la precariedad, donde falta todo, de todo, genera esta apertura de la
generosidad de las materias para atender no una, sino múltiples necesidades. También la generosidad de
las personas para resolver necesidades múltiples” (1991, p. 32). Clarisa Sandoval, madre de la artista, se
refiere al tema a partir de un dicho popular: “Más discurre un hambriento que cien letrados” (Oviedo,
1990, p. 25). Otro concepto aplicable a la situación del hogar de la hablante es el de “economía natural”:
“aquella en la que se producen objetos para el consumo familiar con materiales y herramientas que obtiene
directamente la unidad doméstica. Tiene el sentido de economía porque el tiempo y esfuerzo de
fabricación se cuantifica no como mercancía sino como satisfactores de necesidades propias. Aquí el
pasado y el presente se vuelven a amalgamar, pues aunque hablemos de épocas remotas aún es posible
encontrar elementos de la economía natural en los países latinoamericanos” (Turok, 1988, pp. 22-23).
228
En casa hallaba consuelo
con mis trapitos jugaba,
uno tras otro juntaba
para formar un pañuelo,
lo hilvano con mucho esmero;
del ver sus lindos colores,
igual que jardín de flores
me brilla en el pensamiento
para contar este cuento
pañuelo de mis amores. (XIX, vv. 21-30, pp. 59-60)
Si bien este episodio remite a una anécdota infantil, que se puede juzgar, sin
comparación del pañuelo con un jardín de flores connota el amor de Violeta por esta
prenda, que le trajo calma en momentos difíciles. La imagen del “jardín de flores” es
recurrente en las Décimas, en el marco del imaginario campesino del texto. En la décima
Polonia (LXXIV, vv. 48-50, p. 170); los amigos chilenos que acogen a Violeta en París
la niña (XIX, vv. 31-40, p. 60). Violeta se siente aceptada, querida y valorada, tanto por
su madre como por las demás señoras, especialmente por Pascuala, a quien profesa un
229
hacia la costura, pues a través de ella consigue el afecto de su entorno a diferencia de lo
que sucede en la escuela, donde se sentía discriminada por las otras niñas y sufría
agresiones constantes.
hecho, la hablante agradece que las clientas de su madre no se espanten de su cara (XIX,
vv. 41-44, p. 60), sino que haciendo caso omiso de su condición, la quieran y elogien por
su habilidad177.
Esta ciencia de hilvanar retazos de la madre de Violeta, que la niña emula en sus
juegos, resulta una metáfora de la estructura del texto, porque a partir de los tres artes
177
Las labores campesinas de la costura y la jardinería poseen en la obra de Violeta Parra esta marcada
connotación de salud y consuelo. Además de lo que comentamos sobre la costura en las Décimas, no se
debe olvidar la tonada “La jardinera” (1950-1954), en la que el cultivo de la tierra y sus frutos -las hierbas
medicinales y las flores- poseen la virtud de sanar el alma de un desengaño amoroso: “Para olvidarme de ti
/ voy a cultivar la tierra / en ella espero encontrar / remedio para mis penas” (Parra, 2005, p. 59).
230
5.5. Imágenes vinculadas a las artes múltiples en las Décimas
vinculan a esta forma tripartita o múltiple del arte, o a una de ellas. Violeta se identifica
recurrentemente con aves, lo que se relaciona con su rol de cantora popular, como
discípula del “canario”: “Una, la más cariñosa, / nombrada la Pascualita, / pide que su
costurita / la manden con esta diabla, / que canta como en la jaula / la tenca y la
tortolita” (XIX, vv. 45-50, p. 60). Resalta además en los versos que Violeta se refiera a
sí misma como “diabla”, término que coloquialmente remite a los niños perspicaces y
traviesos, pero que además remite al competidor por excelencia del cantor, el diablo.
Otras imágenes de sí misma como ave son: el chincol, “sin mañas y sin afeites /
puede llegar la cantora, / cantarle a la blanca aurora / como lo hace el chincolito (…)
(LXVIII, vv. 35-38, p. 158); y la diuca, “esta diuquita cantora” (LXXV, v. 11, p. 171).
Mención especial merece el siguiente fragmento, que representa cómo los sufrimientos
con elocuencia. Luego de lamentarse por la herencia despilfarrada por su padre, Violeta
se consuela:
231
que no la para ni el diablo. (XXXI, vv. 21-30, pp. 83-84, los subrayados
son míos)
Si su padre hubiese cuidado la herencia que recibió, Violeta hubiera sido una
criatura mansa del campo, y su talento no se hubiera aprovechado; una ternera sin leche,
El fragmento destaca no solo la cualidad del canto de las aves, sino su capacidad
de desplazamiento a través del vuelo. Violeta se identifica con el canto de los pájaros y
con su figura, en tanto imagen de la libertad. Asimismo, la subordinación del eterno rival
En concordancia con las imágenes de las aves, Violeta se identifica ante todo con
Junto a sus hermanos se gana la vida cantando, emulando a los chirigües que
alegran sus penas; ambas imágenes resultan análogas; los niños son aves cantoras que
178
Cochepe: “sobrenombre que el abuelo [paterno] José Calixto, le puso a Eduardo Parra” (Eduardo Parra,
1998, p. 160).
232
deambulan con sus canciones179. En las décimas sobre su adultez se nombra a sí misma
como cantora: “cantora errante” en París (LXXX, v. 26, p. 181), “cantora infeliz”
de un cantor, la nombran “charagüilla” (XX, v. 20, p. 61), es decir, “persona que habla
mucho y de prisa”, según el glosario de las Décimas (p. 210). También se llama a sí
través de diversas imágenes que recuerdan al lector el proceso en curso del relato
acción de relatar:
familia Bobadilla, amables vecinos que prestaron ayuda a su familia, la hablante señala:
179
En una décima anterior, que narra el viaje en tren a Lautaro, Violeta relaciona a sus hermanos y a ella
con chirigües, a propósito de sus voces: “llegamos a Miraflores / como chirigües cantores” (X, vv. 42-43,
p. 42).
233
“Bendigo sus corazones / con este humilde cogollo” (XXXII, vv. 19-20, p. 85). La
investigadora del folclor Margot Loyola (2006), aclara: “El cogollo es una estrofa en
cuarteta o décima [de la tonada], que generalmente posee un verso floral y que
podríamos calificarlo como un ramillete con el que la cantora obsequia a alguno de los
honrosa, en tanto Violeta distingue a los Bobadilla entre los distintos personajes de su
obra.
Por último, una interesante imagen que manifiesta la imbricación entre la costura
y el canto es: “la costurera trasnocha / como guitarra fecunda” (LVI, vv. 19-20, p. 133),
instrumento del cantor. Al parecer es una analogía triple, que conecta a la mujer, la
180
En palabras de María Nieves Alonso (2011), Parra “Saca de la sombra, de lo puramente familiar, la
ternura para hacerla circular en el espacio de lo estético social (…)” (p. 63).
234
5.6. La funcionalidad del arte
manera, la escritura, el canto y la costura sirven a variados fines, tanto personales como
encuentran confundidas con los contenidos y funciones sociales a los que atienden”
(Escobar, 2008, p. 48). Esta forma de concebir el arte proviene de las culturas indígenas
La hablante de las Décimas explicita una serie de funciones de su obra, las que se
Violeta se construye de múltiples golpes del destino, con breves momentos de bonanza.
235
Es así como una de las funciones del arte más reiteradas en las Décimas es la del
costura consiguen crear para quien los practica un espacio de alivio y de paz.
con la madre. El canto la acompañará indistintamente en todas las etapas; por lo mismo,
si bien es calificado como consuelo -en la décima II, pulsar los instrumentos le produce
una “tregua” que le calma “los nervios” (vv. 25-26, p. 25)-, su función se diversifica
poética, y sus fines son igualmente diversos; entre ellos se cuenta el consuelo de los
sufrimientos181.
La autobiografía de Parra presenta la vida de una mujer pobre, que debe trabajar
en diversos oficios para subsistir, por lo que el concepto del arte se presenta íntimamente
he señalado, el arte se percibe como un trabajo a la altura de cualquier otro, que permite
el sustento.
181
Alonso (2011a) señala que en la obra de Parra el arte posee la connotación de protección, de hogar: “El
hogar y la hospitalidad se constituyen en Violeta Parra en proyecto y utopía en los cuales recogerse y
reunir lo disperso. En este sentido, la obra en verso -como la casa y la amistad- es entendida muy pronto
como un lugar en el cual cobijarse y con el cual combatir la intemperie y lo salvaje” (p. 64).
182
Münnich (2006, p. 113) afirma que el predicado mayor de las Décimas es la pobreza. Efectivamente,
las necesidades económicas de la hablante condicionan todos los aspectos de su vida, inclusive su
concepción del arte y las funciones que forman parte de esta concepción.
236
La décima XVI constituye una alabanza de la madre como proveedora familiar, y
a la costura, sino que de la misma manera en que utiliza cada retazo de género, ella
En cuanto al canto, desde la niñez Violeta canta con sus hermanos y obtiene
algunas monedas (LVIII, vv. 47-50, p. 138); es su sustento principal en Santiago; más
adelante el canto le servirá para sobrevivir en París y luego de regreso a Chile: “de
nuevo con mis canciones /voy a juntar centavitos, (…)” (LXI, vv. 37-38, p. 184). En
con mi más caro deseo / d’encajárselo a los gringos” (LXXIX, vv. 25-28, pp. 179-180).
Otros trabajos mencionados por la hablante son la recopilación folclórica (II, vv.
11-20, p. 25) y recoger semillas en el campo (XLV, pp. 111-112); aunque ambos
237
destruido. Me refiero a su ruptura matrimonial, “y p’a salvar el sentí’o / volví a tomar la
guitarra” (LXIII, vv. 45-46, p. 148), y a su regreso a Chile, luego de dos años en Europa.
penas y sufrimientos, por lo que otra función del arte es constituir un testimonio de vida.
LXXXIII, dedicada a su hija Rosita, expresa este deseo, que se extiende a todas las
Tal como aquel pañuelo -fijo en el pensamiento- que cosió junto a su madre para
la costura, pues en los tres la memoria es fundamental, así como también el hecho de
que son artes hechas de retazos. El arte de Violeta Parra es arte de retazos, e implica
versos. No es sino de esta forma como recopiló y luego compuso décimas, tonadas y
/ mucho mejor con guitarra (…)” (LXVIII, vv. 31-32, p. 158); pero es importante
183
En la misma línea de significación, Violeta menciona un vestido que su madre confeccionó para ella:
“vestido multicolor; / te tengo en mi pensamiento.” (XVI, vv. 29-30, p. 54). La cualidad multicolor de la
prenda ejemplifica el arte hecho de retazos de Parra.
238
En efecto, la hablante de las Décimas es consciente de que su trabajo será
oído/leído por otros. Le interesa de forma especial que sus versos sean conocidos por
quedará estampado en la memoria y será conocido por muchos, para mayor elogio de
quienes fueron bondadosos con ella. La escritura poética se configura entonces como un
mensaje de alegría y agradecimiento para los más cercanos o para quienes le prestaron
versos para causar su alegría (XVI, vv. 45-46, p. 54), de Pascuala (XXI, vv. 38-40, p.
64), de los vecinos Bobadilla (XXXII, vv. 9-10, p. 85) y de los amigos que la acogieron
denuncia185. La hablante reitera que utiliza la palabra para decir la verdad, hacer justicia
acusar a Ibáñez por los abusos cometidos durante su dictadura (XLI, vv. 17-20, p. 103) y
para visibilizar los acosos sexuales a las cantantes en las radios, pues la verdad “que
and’a la sombra en la tierra” (LXVIII, v. 50, p. 158) se debe publicar. La poesía sirve a
184
Ya he mencionado que en las Décimas se manifiesta una gran ternura y afecto por familiares y amigos.
Esta capacidad de entregar cariño a sus cercanos distinguió a Parra, como se explica en una carta que
escribió a Adriana Borghero: “Yo quiero que me quieran, porque los repollos y los tomates que siembro
con mi mano puedan ser comidos por aquellos que quiero, porque mi carácter y mi sembradero de
palabras pueden dar alegría y pena a un ser que se estima y se quiere conservar, porque mi taza de té la
sirvo sin que la distracción me obligue a servir un té hervido” (Isabel Parra, 2009, p. 139).
185
Dölz- Blackburn (1993) comenta: “Hacia los años cincuenta es cuando Parra empieza a expresar
poéticamente su conciencia social. En general, no se detiene en un hecho específico, como corrientemente
lo hacen los cantores populares del siglo pasado y principios del presente, sino que va hacia la denuncia de
las fuerzas opresoras del pobre: la oligarquía, el gobierno, el sistema, la Iglesia, etc. La censura y la
acusación de esas fuerzas se dan en una forma de expresión de validez universal ya que se puede aplicar a
cualquier país del mundo en que se oprime, ignora y explota a las masas” (p. 44).
239
la hablante para “asustar al mal”, así como también para disfrutar, pero primordialmente
se le otorga una función social: “Si escribo esta podesía / no es sólo por darme gusto /
más bien por meterle un susto / al mal con alevosía” (LXVIII, vv. 41-44, p. 158).
hablante: “Los cubro con mi canción /ahogando sus desparpajos” (vv. 29-30, p. 156). De
Otra función del arte que identifico en las Décimas, en la que he reparado en
personal, sino de la tradición popular chilena, en especial del velorio del angelito.
para que la gente no asuma con ligereza el rito y así preservar la tradición correctamente,
estrecho lazo con el trabajo recopilatorio de Parra, a partir del que la artista se adentró en
las tradiciones populares. Sus cantos constituyen el registro de su afán por preservar la
tradición lo más fielmente posible: “Mis cantos son los testigos, / desato con gusto el
nudo, / del seso del testarudo, (…)” (LI, vv. 45-47, p. 124).
Loyola (2006) afirma sobre este tema que: “La importancia de una cantora ha radicado
240
principalmente en la dimensión social de su oficio” (p. 32), pues era presencia obligada
en los eventos sociales de la comunidad. El servicio a los demás es lo que motiva a todo
pues este se vincula estrechamente con el desarrollo del proyecto artístico de la hablante.
Las nociones de hogar, refugio, trayecto, salida, patria, extranjero, resultan claves para
generan sus incursiones artísticas. Dicho de otra forma, el peregrinaje artístico del
quehacer.
concepción del arte en la que se sustenta la autobiografía de Parra, pues es coherente con
hermano Polito y la dura tarea por subsistir, la niña Violeta alcanza la plenitud en los
instantes en que puede disfrutar del aire, del sol, los verdes paisajes y el canto de las
241
aves. En la obra encontramos la oposición entre el campo y la ciudad, pero también un
Décimas186. Actualmente, ciudades como Lautaro o Chillán son zonas urbanizadas con
menos territorio campestre que hace setenta u ochenta años atrás, época en la que se
ubican los hechos poetizados, por tanto, el contraste con la capital, Santiago, era mayor
de lo que hoy en día puede percibirse. Por ello, me referiré al campo entendiendo por
este los espacios rurales o de provincia en Chile, en los que la hablante vivió y trabajó.
Me parece que esta forma de entender el campo es la que representa más cabalmente la
Las peripecias de las Décimas que se centran en el campo comprenden una zona
geográfica de Chile que abarca las regiones del Bío Bío y de la Araucanía. En la primera
región mencionada se ubica Chillán y dos parcelas amadas: la herencia del abuelo
186
Maximiliano Salinas (2000) señala que en el siglo XIX existió una “distancia infranqueable entre ricos
y pobres, el campo y la ciudad” (p. 31), lo que se prolongó a la primera mitad del siglo XX.
187
La herencia se encontraba en Perquilauquén, según se narra en las Décimas, y el fundo de los Aguilera
en Huape, Malloa, según el testimonio de Hilda Parra (Subercaseaux, et. al., 1976, p. 16); en el texto no se
242
La vida en el campo para Violeta posee los siguientes rasgos -de connotaciones
abuelos, la caritativa señora Pascuala, y las hermanas Aguilera, que le enseñan a tocar
especifica la ubicación exacta de esta última localidad, solo se entiende que está cerca de Chillán. Huape y
Perquilauquén son sectores rurales de la región del Bío Bío.
188
Isabel Parra (1985) especifica que su madre vivió parte de su infancia en Lautaro en el barrio Villa
Alegre (p. 25).
243
guitarra. La madre es una mujer campesina, conocedora de los trabajos del campo;
la región del Bío Bío, cercana a sectores campestres y a la cordillera. En las Décimas, la
posesión de terrenos en localidades rurales. Por el contrario, los abuelos maternos fueron
trabajo duro189. La décima V, que recuerda a los abuelos maternos, destaca el vínculo
244
para venderlo en abril;
y en mayo, ¡qué perejil
cosecha junto al estero! (V, vv. 46-50, p. 32).
partir de gerundios, lo que manifiesta una acción continua en el tiempo; el infinitivo más
acción que se mantiene en el tiempo; todos los meses de enero se extrae la miel, por
ejemplo. De esta manera, los versos revelan que los ritmos y los trabajos de la vida
Esta visión cíclica del tiempo coexiste en las Décimas con la creencia popular en
existencia de los seres humanos190. Violeta reflexiona sobre ello a propósito del recuerdo
190
Fernando Alegría (1990) señala, en relación con lo que él llama el “catolicismo peculiar” de Parra: “La
fatalidad es una regla de vida y pagamos por nuestras acciones no tanto a causa de nuestra maldad, como
por no comprender los designios divinos” (p. 160).
245
La décima VI rememora la abundancia material de la que disfrutaban los abuelos
paternos; debido a la celebración de un santoral, quizás san José -nombre del abuelo- se
realiza una gran fiesta; la hablante poetiza la variedad de comida, que ostenta rasgos
enteros, /gallinas y longanizas/ vino del que se usa en misa (…)” (vv. 25-29, p. 34). De
rolliza y bien agraciá / va y viene de aquí pa’ allá / con su carita monona (…)” (vv. 31-
34, p. 34).
emociones (el arpa la gracia, el violín el lamento, la guitarra la gallardía, vv. 43-48, p.
hay tanto gente pobre como “pituca”, adinerada, en el festín. En el campo, el espacio de
pertenece a todos: “¡qué pensarán los pililos, / comiendo guata picante!” (vv. 19-20, p.
33). Así, los “pililos”, o andrajosos, acceden a uno de los platos populares preparados
para la celebración.
VII reniega de la modernidad, que interrumpe la armonía del tiempo cíclico. La vida
191
Ya en la décima IV, la hablante se refiere a que los ricos “altaneros” (v. 43) y los “chiquillos
copuchentos” (v. 48), disfrutan en la fiesta. La escena es un ejemplo más del contraste riqueza-pobreza en
las Décimas. Los ricos llegan de visita a casa del abuelo, y la hablante cuenta que los niños “mugrientos”
(v. 49), pobres, miran con curiosidad a estos personajes.
246
moderna acentúa las clases, pues no hay espacio ni instancias que permitan anularlas,
contrarresta sus efectos: “lo paso muy confundida / y es grande torpeza mida / buscar
El contraste entre las décimas VI y VII deja en evidencia una constante del texto:
la oposición entre la vida rural y la vida urbana. Las categorías espaciales y temporales
se identifica con el presente y con la ciudad. Esta percepción es coherente con el proceso
histórico de migración de campesinos hacia las urbes, que en Chile se produjo entre el
último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. El traslado de los
(1993):
A esto agrega: “Los ciclos del empleo - desempleo - miseria han sustituido a los
192
Para Farías (1992) un elemento que caracteriza las obras de Parra, en particular las canciones, es la
“Desconfianza en los productos humanos como proveedores de felicidad” (p. 151).
247
calidad de vida; los pobres viven con hambre y en condiciones precarias, aplastados por
vida moderna y el amor por la vida campesina, aun cuando esta implique un trabajo
duro, tiene que ver con el rechazo a la clase burguesa que segrega a los pobres,
nuevamente a pobres y ricos, expresión que se inserta en la tradición del tópico medieval
de “la muerte igualadora”, que pervive en la cultura popular; así, la hablante declara a
más grande que la leucemia; / murieron pobres y ricos” (XI, vv. 41-44, p. 44).
en el espacio, sino también en el cambio de la percepción del tiempo: “Mas van pasando
los años, / las cosas son muy distintas: / lo que fue vino, hoy es tinta;” (VII, vv. 1-3, p.
35). Tanto el sentido de pérdida como la angustia frente al paso del tiempo se enmarcan
248
en una noción histórica y lineal de este, relacionada con la modernización. Asimismo, es
posible que estas expresiones estén vinculadas al tópico de que “todo tiempo pasado fue
mejor”.
entender el amor que encontramos en las Décimas por la vida campesina. La décima X,
en la que Violeta hablante rememora a Violeta niña, poetiza el primer viaje en tren hacia
el campo:
Saliendo de la ciudad
fue la primera sorpresa
que me dejó la cabeza
un tanto destartalá;
mi taita con majestad
dijo: Es el campo, niñitos,
aquéllos son corderitos
y esas alturas, montañas,
y esas humildes cabañas
de los pobres, pues, hijitos. (vv. 11-20, p. 41)
paternos, de las hiperbólicas imágenes de la comida y, más tarde, de la heredad que les
cabañas” y “pililos”, por lo que en este ámbito no hay diferencia con la ciudad; sin
ciudad.
249
Las décimas XI a la XXVIII se centran en la vida en Lautaro. La estadía en este
muerte de Polito. No obstante, Lautaro posee un lado feliz: los vagabundeos por el
campo, el río con sus leyendas (XXII, p. 65) y el valle “El Saco”, cubierto de maqui,
flores y hierbas. Los juegos y risas de los niños provocan que el monte esté “enfiestado”
(XXII, v. 41, p. 66). La hablante reconoce que la tierra pertenece al indígena: “Con
gusto yo deletreo /la tierra del indio mío” (XXII, vv. 25-26, p. 65).
La comida de verano que los personajes de las Décimas disfrutan en “El Saco”,
Esta percepción dichosa del campo se reitera en la décima XXX, que poetiza una
maldito / y no hay más que darle vuelta.” (XXXI, vv. 19-20, p. 83). El episodio de la
allí.
193
Recordando su niñez, y la época en que los hermanos Parra trabajaban en circos para ayudar al
mantenimiento de la familia, Roberto Parra, hermano de Violeta, recuerda: “Yo nunca supe lo que era un
zapato, ni la Viola tampoco. Los pies helados, colorados, la escarcha que llegaba a partir los dedos. Si
hasta para disfrazarnos de Verdejo teníamos que pedir ropa prestada, tan mal vestido (sic) y atorrantes que
andábamos” (Subercaseaux, et. al., 1976, p. 27).
250
La herencia de la familia de Violeta, que “es un Edén” (décima XXX, v. 4, p.
81), incluye un amplio territorio, animales, junto al valor agregado de “lo alegre del
vecindario” y “el brillo de las estrellas” (vv. 33 y 42, p. 82). La expulsión de este paraíso
debido al cambio de “fortuna”, los mantiene dentro del mismo sector, pero en una casa
Me amarga la situación
¡cómo cambiarla pudiera!
Pensando en la primavera
quizás la encuentre mejor. (XXXVII, vv. 53-54, p. 96)
No debe pensarse que en este contexto del “destino fatal”, la hablante de las
Décimas es un títere del azar; aunque reconozca la fatalidad, Violeta se caracteriza por la
voluntad con la que permanentemente lucha contra el destino adverso. Ilustra este
aspecto el final de la décima recién citada: “Mi voluntad jura empeño / de arrear con esta
Pascuala, a pesar del paso de los años, espera un cambio positivo: “M’encuentro en un
desamparo, / pero conservo esperanzas / qu’el tiempo con su mudanza / v’a concederme
virtud, / verla con vida y salud / sin oponer más tardanza.” (XXI, vv. 45-50, p. 64).
251
A pesar del cambio negativo de fortuna que los expulsó de la herencia, para
felicidad:
inclusivo del campo. Por ejemplo, Andrés Bobadilla, “corazón de poleo” (XXXVII, v. 5,
p. 95), les facilita la carretilla para mudarse, y los Aguilera reciben a Violeta para aliviar
(XLII, v. 14, p. 105), conlleva la felicidad de estar en “el campo amado” (XLII, v. 5, p.
105)195; junto a las jóvenes de esta familia, Violeta aprende los oficios campesinos. El
194
Según Hilda Parra, con las hermanas Aguilera, “Violeta aprendió sus primeras canciones folclóricas,
auténticas” (Subercaseaux, et. al., 1976, p. 16). Ángel Parra añade: “Estas niñas Aguilera todas cantaban y
tocaban la guitarra… de modo que ahí podría estar la raíz que hay en Violeta. Y queda esto como en
barbecho porque pasan muchos años antes que florezca en ella ese interés por dar a conocer este tipo de
música” (Subercaseaux, et. al., 1976, p. 18). En entrevista con Leonidas Morales (1990), Nicanor Parra
aclara que no habían lazos sanguíneos con las “primas” Aguilera, sino que el llamarles de este modo se
enmarca en el contexto familiar comunitario del campo: “estas familias de esa comunidad estaban muy
relacionadas y muy emparentadas entre sí. Y cuando no había gotas de sangre común, de todas maneras
existía la tradición de llamarse cariñosamente, por ejemplo, ‘la prima fulana’, ‘primo fulano’ (…) Y
además las relaciones que había entre esas familias, eran relaciones de parentesco en realidad, ¿ah? Por
ejemplo, la Viola iba a la casa de las Aguilera a pasar el verano” (p. 159).
195
Marjorie Agosín e Inés Dölz-Blackburn (1988) consideran la estadía de la hablante en el fundo de la
familia Aguilera una “vida perfecta en su estado natural” (p. 61). Es cierto que el campo la hace feliz, pero
me parece que ningún periodo es perfecto en la autobiografía de Parra, en este caso, está presente en la
252
trabajo es fatigoso, pero la recompensa es enorme, pues los frutos de su esfuerzo serán
Luego de vivir con la familia Aguilera, Violeta convive con Peta y Acario. Este
último representa para la niña Violeta la conducta ideal del hombre de campo, el huaso
labranza y de la trilla” (XLIX, vv. 5-8, p. 119). La vida con este matrimonio significó
para Violeta un periodo muy duro, que la lleva a compararse con una bestia de carga:
“Viví tres años con ellos, / más bien parecieron seis, / tira vaca, tira buey, / se lo pasó
campo se trabaja con rigor, sin embargo, estos esfuerzos son recompensados con los
trilla o la costura, sino en la recopilación folclórica, labor igualmente ardua: “si tengo
tanto trabajo, / que ando de arriba p’abajo / desentierrando folklor. / No sabís cuánto
dolor, / miseria y padecimiento / me dan los versos que encuentro; / muy pobre está mi
recopilación se compara con una cosecha de flores: “Igual que jardín de flores / se ven
hablante la angustia por la separación de su familia y la enfermedad de su padre. La abundancia del campo
es vinculada por las investigadoras citadas al tópico tradicional de “la tierra de Jauja”, es decir, de la
abundancia.
253
los campos sembra’os, / de versos tan delica’os / que son perfectos primores” (II, vv. 31-
34, p. 26).
campo de los Aguilera, Violeta pasa días alegres y noches tristes pensando en su padre.
En estas instancias, el paisaje del campo, los insectos y las aves la acogen y la
comprenden:
amor y la renovación de la vida. En “Me fui por un senderito”, la hablante cura sus
penas amorosas gracias al campo, donde descubre el lado bello de la vida: “los campos
de denso follaje, que la protege como a una hija: “la sombra de la patagua / me recibió
254
con cariño” (vv. 7-8, p. 199). La inmutabilidad de este árbol implica la perennidad de la
del tiempo cíclico y de la unión comunitaria. Al igual que la fiesta del santo del abuelo y
los alegres juegos de la niñez en la libertad del campo, las fiestas en las Décimas
constituyen momentos de felicidad para la hablante, que, aunque pase por dificultades o
de Mayo (XXXV, pp. 91-92), de la Cruz de los Trigos el día de San Francisco de Asís
de San Juan (XLIV)196. Estos textos son recreaciones de lo que Zumthor (1991)
denomina performances insertas en “el tiempo natural, el de las estaciones (…) vínculo
directo con los ciclos cósmicos, como las serenatas o nuestras antiguas canciones del
alba, o las de las ‘fiestas de mayo’ medievales, las que suscitaban el día de San Juan” (p.
160).
Mayo, la noche se ilumina con juegos de artificio y velas, mientras toda la comunidad
participa de la dinámica que requiere la ocasión: recibir la cruz en las puertas de las
196
No es casualidad que Parra destaque dos festividades populares chilenas relacionadas con la cruz, pues
esta tiene una alianza directa con los pobres en la religiosidad popular chilena. Maximiliano Salinas
(2000) afirma: “las masas oprimidas hacen del cristianismo una fragua desde la cual forjan y modelan su
íntima y resistente sabiduría popular. En este proceso sociorreligioso, el catolicismo español va siendo
superado como alianza inextricable de la espada y la cruz, y va naciendo un cristianismo autóctono,
chileno, basado más bien en la alianza entre la cruz y los pobres, encontrando en la situación histórica del
dolor y la opresión, toda su fuerza” (p. 28).
255
casas, y luego unirse al grupo que deambula: “El canto de recorrida / s’entona de puerta
Las puertas abiertas de las casas testimonian la confianza entre los vecinos,
algún alimento o bebida a los cantores. Aquellos que no responden como se debe son
estigmatizados: “La Virgen les dé virtud / por la limosna bendita, / y en cambio sea
Sin embargo, estos momentos son breves; al día siguiente, como quien despierta
adornos convertidos en desechos: “En las cenizas quedaron / las cintas de las dos ruedas
verdadero, solo unas cuantas veces al año es demostrado por la comunidad con esta
intensidad.
noche de San Juan, los cantos campesinos son fundamentales para crear esta atmósfera
pronunciados como bendición de las cosechas en la Cruz de los Trigos197, las décimas en
197
“El 4 de octubre es el día de conmemoración de San Francisco, santo de la naturaleza (…) se trata de la
fecha más importante para los campesinos que cultivan el trigo” (Chavarría, 2009, p. 151).
256
vehículo de comunicación entre los miembros de la comunidad. Los cantos contienen la
memoria popular y remiten a las principales preocupaciones de la gente, por lo que todos
limpia, sin adornos: “miles y miles de miles / de voces fundidas en una, / de todas partes
los hurras; allí son todos hermanos (…)” (LXXIV, vv. 23-26, p. 169); “Polonia, cuando
acera; / dije al pie de mi bandera: /cada una p’a su Santo.” (LXXVI, vv. 5-10, p. 173).
identifica con las clases más desposeídas y con el arte del canto, la hablante se identifica
con ella. El canto y la unión de las culturas le hace creer en una mudanza favorable para
la situación del pueblo: “la música se desliza / como cariño de maire, / que s’embelesan
los aires / desparramando esperanzas; / el pueblo tendrá mudanza / me digo con gran
Entre las conmemoraciones del campo, mención aparte merece el velorio del
257
completado su viaje terrenal para ascender a una vida mejor198. Desde la décima LII
cuatro “fundamentos” o temas: verso por saludo, por padecimiento, por sabiduría y por
despedida.
interesa señalar que el velorio del angelito en las Décimas es una instancia de unión y
duramente.
Décimas pretende fijar en el recuerdo esta forma de vida, sin idealizaciones, sino
198
En el capítulo 4 profundizo en la atención que Violeta Parra le dedicó a la cultura de la muerte, a
propósito de la décima que le dedicara a Gabriela Mistral, “Hoy día se llora en Chile”.
258
6.2. La vida en la urbe
La visión positiva y feliz que la hablante posee del campo contrasta con la visión
(décima LX) son ruidos desagradables - la “zalagard’infernal” del tren, los gritos del
Mi corazón en destierro
latió lastimosamente
cuando pasé, entre la gente
l’inmensa puerta de fierro,
sentí como que un gran perro
estaba pronto a morderme,
solo atino a detenerme
espanta’a, como un lechón
cuando ve saltar al león
que va’enterrarle los dientes. (LX, vv. 11-20, p. 141)
En la ciudad Violeta se siente fuera de lugar; como provinciana que es, ha salido
199
Agosín y Dölz- Blackburn (1988) comentan que en las Décimas la oposición del campo con la ciudad
es total. Al llegar a la urbe “desaparecen imágenes claras y exultantes; se presenta una sensación de
pérdida, tristeza, alienación espiritual y física” (p. 94). Sin embargo, la hablante logra volver al campo en
su imaginación, lo que la hace feliz. Las estudiosas recalcan dentro de esta construcción imaginaria la
importancia de las flores “que tenían la virtud de elevar a Violeta, la ayudan ahora a escapar de la realidad
que teme y aborrece” (1988, p. 96). Siguiendo esta reflexión, las investigadoras definen al sujeto
biográfico Violeta Parra como “una pastora-poeta, a quien la ciudad marginó y alienó, obligándola a
refugiarse en la creación para sobrevivir al peso de la mediocridad y la incomprensión” (p. 98). Considero
discutible esta última aseveración, pues el espíritu de lucha de la hablante no cede a la marginación, sino
que se enfrenta a ella a partir del canto; lejos de refugiarse en la creación, la utiliza para “meterle un susto
/ al mal con alevosía” (LXVIII, vv. 43-44, p. 158). Tampoco me parece apropiada la calificación de
“pastora-poeta”, pues el campo no es un ambiente pastoril o bucólico en las Décimas, sino de afanoso
trabajo.
259
tiempo se muestra implacable, pues las campanadas del reloj de la estación de trenes dan
hermano Nicanor se transforma en la única persona que vela por ella200: “se vuelve,
cuando me arenga, / en pair’ y maire a la vez”. (LXI, vv. 39-40, p. 144); cambia sus
demandara esfuerzo, obtenía ganancias. Sin embargo, en la ciudad será distinto, pues,
aunque arduamente busca un puesto laboral, sus esfuerzos resultan infructuosos. En este
deambular angustiante por las calles se reiteran las imágenes de entrada a la ciudad:
ciudad como a un perro a punto de morderla, por el que siente miedo; en la décima LXII,
200
El viaje a la capital fue motivado por una carta de Nicanor, quien ejerce poderosa influencia sobre su
hermana. Esta percibe como una “orden” de su hermano el viaje a Santiago: “me vine a la capital / por
orden de Nicanor” (LVII, vv. 9-10, p. 135).
260
los citadinos la ven a ella como un perro, lo que en este contexto corresponde a un
sentimiento de desprecio.
interpersonales del campo con las de la capital. A los ruidos, gritos y bullicio de la urbe
trabajo: “mi llorar es como un ruego / que nadie quier’escuchar” (LXII, vv. 3-4, p. 145).
Le responden con mentiras: “con su sonrisa farsante / me dicen por vez postrera / que al
llegar la primavera / puede ser que haiga vacante” (LXII, vv. 25-30, pp. 145-146).
Justamente, las afirmaciones falaces son las que la angustian, pues se abruma ante la
que la tradición popular otorga a los habitantes del campo, a través de cantos, refranes y
261
Exceptuando la relación con su hermano Nicanor, la hablante se siente impotente debido
a la incomprensión y el ninguneo.
apoyándose en la idea de la mudanza de las cosas (LXII, vv. 41-50, p. 146). Pero
contiene, pues abunda en ruidos molestos, injusticias y malos tratos que afectan a los
más vulnerables.
La preocupación por los pobres se encuentra no solo en las Décimas, sino en toda
un alcohólico (LXVII); en general, los vicios y males que, para la hablante, provienen de
Violeta. Es posible que la hablante identifique estos males con la ciudad a modo de
201
Reflexionaré sobre el tema de la mentira en las Décimas en el apartado sobre la oralidad en el texto.
262
reducción simbólica de la modernidad, que en las Décimas posee una connotación
negativa.
hablante ante la falta de límites de la maldad y del vicio. En el caso del episodio con los
El niño que ingresa al bar (LXIV, pp. 149-150) es percibido de dos formas
diferentes: la imagen que la hablante entrega es la de una “carita fina” (v. 5), angelical,
que deambula en una noche de crudo invierno, acompañado por su hermana menor, a fin
de ganarse algunos pesos cantando. Rescata la belleza y ternura propia de la edad en que
se encuentran estos niños (v. 15), lamentando que deban batallar en “est’infierno” (v.
14), la vida.
Esta imagen piadosa de la infancia contrasta con el breve diálogo de la dueña del
bar con el niño; le llama con brusquedad “cabro pulguiento” (v. 25), palabras y tono que
embargo, pocos instantes después, la hablante acepta que los niños están viciados por el
consumir alcohol les quita el vaso, pero el pequeño no reacciona de acuerdo a su edad,
202
Para Inés Dölz-Blackbürn (1993) los seres más castigados en la poesía de Parra son la mujer y los
niños. En las Décimas, los niños son víctimas sociales, malogrados por el medio, sin esperanza de
redención (p. 67).
263
Bendito sea Dios, Hermano,
llorando yo me acerqué,
el vaso le arrebaté
gritando: esto es inhumano;
y el niño que ya es villano
me grita con insolencia
un rosario de indecencias;
todos se ríen de mí,
yo me retiro de allí
con un cargo en la conciencia. (LXIV, vv. 41-50, p. 150)
brutal, Violeta se entera de que está tratando con un niño malogrado por el ambiente. El
chico es uno más en la cantina, donde se había integrado a la hora en que “(…) estaba la
gallá / más peligrosa y malina” (vv. 3-4), mientras que la inocente e ingenua es ella.
sin embargo, que el niño no es el culpable de la violencia y la grosería con las que
responde, sino que estas son armas que ha empleado para sobrevivir a la pobreza y a la
apelando a la sensatez del niño y de los parroquianos, “Bendito sea Dios, Hermano”,
parece afectar; intenta conmover a los presentes, pero se da cuenta de que la palabra
“Dios” o “hermano” no consiguen nada en ese lugar, donde no hay respeto o temor por
264
Por el contrario, el niño responde con un “rosario”, pero de “indecencias”, lo que
demuestra el gran abismo que media entre las visiones de mundo de ambos. Ante el grito
religioso, sin embargo, en el lenguaje coloquial chileno “soltar el rosario” equivale a una
Es interesante la forma en que Parra trabaja con el lenguaje, pues en esta estrofa
reacción del niño, emplea un término religioso cuya significación original ha sido
palabra ha sido desacralizada y viciada, al igual que la pureza de los niños. El niño ya es
frente a palabras sagradas no existe en los bares, como tampoco el mandato moral de
velar por la integridad infantil. En ese contexto, todo aquello resulta una broma cruel,
sino que es capaz de hacer trascender la experiencia en su escritura hacia una visión
de Violeta por la pareja de hermanos es profundo, acentuado por los escasos años de
265
ellos: siete años el niño y cinco la niña, a quien la hablante compara a “(…) una bacinica
situación, sino que le dan a conocer los códigos de aquel mundo sórdido, sin ocultar
cierta ironía en el trato hacia esta mujer demasiado íntegra para el medio.
exceso de ingenuidad de la hablante, enfatiza que una “señorita” no pertenece a ese lugar
¿A qué se refiere? Evidentemente, Berta no alude a una mujer soltera, como acuña el
diccionario, sino a un patrón de conducta intachable, quizás con un sesgo clasista y, por
probablemente se las encuentre en una clase social superior como “una hija de familia”.
conformación patriarcal, ser o comportarse como señorita se vincula con el concepto del
honor de la mujer pobre, que se cuida con celo por constituir “la única riqueza” que
266
posee la familia. Este valor de la clase pobre campesina resulta ridículo, fuera de
santiaguino conocido como “la Tía Carlina”, donde trabajaban prostitutas y travestistas.
los conocimientos sexuales de la niña, de los cuales ya existe algún adelanto en el texto
por las connotaciones de la comparación entre la niña y una bacinica sucia. El hermano
de la chica confirma: “mi hermana es bien mujercita / y por esto no se asombre, / ¿qué le
van’hacer los hombres / que no le haga Margarita?” (LXV, vv. 37-40, p. 152).
pues regirse por esos principios no le sirve a él para sobrevivir en ese medio adverso.
Para Violeta, en cambio, la situación de los niños es una aberración mayúscula. Como
hablante, desarrolla con firmeza una crítica a las clases más acomodadas y a los
203
Droguett construye el personaje de su novela con componentes valóricos y afectivos, que lo retratan en
una dimensión humana compleja. No me parece que esta sea la visión del personaje en las Décimas, en
cuyo contexto se le cita como un rufián avezado, es decir, un referente de la conducta del niño. No
obstante, creo que es importante resaltar que Droguett percibe a su personaje como el producto de las
injusticias sociales; las circunstancias hacen delinquir a Eloy, visión que es idéntica a la de Parra con
respecto al niño.
267
religiosos; como personaje de esta historia, actúa de manera consecuente con sus
principios. Lejos de desalentarse por la respuesta del niño, en la segunda ocasión en que
derecho a calidad de vida, lo que se representa a partir del sol y el aire puro. La
se emplea para manifestar la diferencia entre una vida digna y la vulnerabilidad social
268
El niño se refiere a la hablante como “señorita”, empleando la misma palabra que
Berta usara como término calificativo. Aquí se emplea como una forma cortés,
Con menos agresividad, pero con firmeza, el niño rechaza la interpretación que la
apela al instinto de protección natural que el chico debería poseer en relación con su
como producto de una lástima que lo ofende, por lo que reacciona invirtiendo la
niñez, del alcoholismo del padre, de los trabajos en las calles de la provincia, ha sido
protegida por su entorno familiar y social; ha disfrutado de juegos, aire, luz y calor.
Violeta tiene una visión más amplia que la del niño, no solo por ser una persona
mayor, sino porque habiendo sido una niña pobre, no fue expuesta a los peligros de los
oscuridad de esta décima, opone la niñez de Violeta, colmada del calor del sol, de las
269
tardes en “El Saco” comiendo maqui y bañándose en el río, al “sol oscuro” por donde
transita el niño, “caminando a tiento”. Por esta oscuridad con la que percibe a la capital,
de sordos, como si hablaran distintos idiomas, y nótese que lo mismo le ha sucedido con
la ciudad, que es “sorda”, al buscar trabajo. Las palabras del niño y de Violeta, que
de ayudar a estos personajes; ante esta realidad recurre al llanto, manifestando su rabia,
pero jamás su resignación. La hablante llora al no encontrar trabajo (LXII) y al ver a los
ineptitud de la sociedad para frenar las injusticias, desde las instancias más específicas
parroquianos y transeúntes que prefieren ignorar lo que está pasando por no ser heridos
o asesinados por los delincuentes; en la segunda estrofa, critica el atraso del policía que
270
estrofa, ataca al verdadero responsable, según su perspectiva: el código penal, que
condena al pobre e ignorante, y ayuda al que posee los conocimientos para sacar
En la última estrofa, la hablante señala los remedios para atacar estos males: la
vida digna. “A grandes males, grandes remedios”, dice el refrán que la hablante parece
índole, Violeta entrega su canto. Su voz contrasta con gritos o ruidos ambientales,
haciendo enormes esfuerzos por hacerse escuchar; incluso debe sobreponerse a sus
violación de Teresa:
204
Ángel Parra (2006) recuerda que su madre lamentaba que en Santiago de Chile “Por una escuela,
[existen] cien bares” (p. 35).
271
pues paga la clientela,
mas la voz se me congela;
la Tere ya está gritando, (…) (LXVI, vv. 11-14, p. 153)
consume profusamente alcohol y suceden diversos hechos que la afectan. Una de las
historias que ilustra esta constante batalla por imponer el canto y, en cierta medida,
aplacar el mal reinante, se produce cuando entra en la cantina una prostituta con su bebé
en brazos, acompañada del proxeneta y del cliente. La mujer bebe alcohol abundante, a
y al ruido de la cantina
la guagua ya está llorando,
al son que yo voy cantando
con cuero de cien gallinas. (LXVII, vv. 17-20, p. 155)
El canto de Violeta debe competir con la bulla del entorno y el llanto del bebé.
La hablante debe colocarse una coraza para sobreponerse al impacto que le produce el
saber que la madre y el cliente se encuentran en una letrina, mientras la guagua llora
soezmente:
se ponen a conversar
como podrido estropajo
de la cintura p’abajo
272
historias al por mayor,
los cubro con mi canción
ahogando sus desparpajos. (LXVII, vv. 25-30, pp. 155-156)
hombres que se queda dormido borracho, condición que aprovechan los “amigos” para
robarle todo lo que tiene y abandonarlo a su suerte. La policía se lleva al borracho que se
humano, seguido por un perro que lame el vómito (LXVII, vv. 41-50, p. 156).
que los vicios de los varones aparezcan condicionados socialmente, por la falta de
superior a la que pulula por las cantinas, la hablante observa que las mujeres son
205
Estos males fueron denunciados desde comienzos del siglo XX por los novelistas de la época. Piénsese,
por ejemplo, en la novela El roto (1920), de Joaquín Edwards Bello, y más adelante, en las obras de
Nicomedes Guzmán, como Los hombres oscuros (1939) o La sangre y la esperanza (1943).
273
también víctimas de su sexo (LXVIII). Las cantantes de la época son acosadas
hacia Varsovia, no solo es un desplazamiento físico, sino que es una salida metafórica de
contraste con las escenas anteriormente comentadas, en que dominan la oscuridad y los
(LXXIII, vv. 33-34, p. 168), hermana a los diferentes países en un solo ideal, ocasión
274
de fraganciosos primores,
jardín del amor humano. (LXXIV, vv. 48-50, p. 170)
no encuentro ni la raíz
de un árbol que yo dejara,
el diablo lo trasplantara
a un patio muy diferente,
me dice toda la gente;
se lo llevó su cuñada.
275
La imagen del árbol se relaciona con el cantor popular207, por lo que entonar sus
canciones una vez más y plantar de nuevo un árbol, son acciones equivalentes en el
“amores”).
Juventud y los Estudiantes en Varsovia, Polonia, el año 1954, y su estadía de dos años
207
Selena Millares (2000) afirma que la figuración del árbol en la poesía de Parra es importante, en tanto
es el refugio del ave-cantor: “La imagen del árbol es también central, al igual que la del ave que lo habita.
Esta es, desde tiempos inmemoriales, representación del poeta y el cantor (…)” (p. 173).
208
Para M. E. Martínez (1997), el tema del viaje en las Décimas se vincula a la índole biográfica del texto:
“Como todo relato biográfico, las Décimas muestran un viaje (…) la gran andanza de las Violetas por un
amplio territorio geográfico y experiencial” (p. 123). Martínez se refiere en plural a la hablante aludiendo
a los cambios que la edad y las experiencias le otorgan.
209
La artista ya había viajado por varias zonas de Chile en la época del Festival, debido a los traslados
familiares y a su trabajo en circos populares (1952), así como también a la recopilación folclórica. Más
tarde, viajará a Argentina (1961) y volverá a Europa (1962). Sin embargo, las Décimas no dan cuenta de
estos últimos viajes, pues finalizan con el regreso a Chile del primer viaje a Europa de Parra y el homenaje
póstumo a su hija menor, fallecida durante su ausencia, es decir, el final de las Décimas se corresponde
biográficamente con el año 1956.
276
expresión de la nostalgia por los pequeños placeres cotidianos que ofrece la tierra
oposición a lo rural en las Décimas, es añorado desde el extranjero: “Quiero bailar cueca
pasear por la Quinta /ir al Santa Lucía/ contigo mi bien” (Parra, 1975). En las décimas
decisión, pues es madre de una pequeña de nueve meses, y la asistencia al Festival las
separará por un tiempo considerable. A pesar del dolor que le significa, opta por viajar,
sin embargo, vivirá con un persistente sentimiento de culpa. Las vicisitudes del viaje
como las discusiones entre los miembros de la delegación chilena, la repetición de las
comidas, o su falta de conexión con el grupo, le harán sentir que está pagando una falta.
condena social, que Parra vincula a dos figuras centrales en el orden patriarcal: el marido
-“com’esta maire ninguna, / dice el marí’o perplejo” (LXIX, vv. 43-44, p. 160)- y Dios,
quien la castiga con justicia, según su propio parecer: “tarde me vengo a fijar, / que con
210
En una carta a José María Palacios, de 1963, Parra manifiesta la misma actitud de nostalgia y amor por
Santiago, a la vez que da cuenta de la desorientación que provoca la ciudad entre sus cercanos: “Un año y
medio que estoy lejos de mi cordillera, mi Calicanto, mi calle Matucana, mi Cerro Navia, mi carro treinta,
mis Tres Marías, mi Población Victoria, mi Canal San Carlos, mi Raúl Aicardi, mi cilantro y mi centro de
Santiago, donde parientes y amigos hormiguean de una calle para otra, como perdidos, como buscando
una cosa que no se encuentra, como caminando en sentido contrario, del que realmente debieran llevar”
(Isabel Parra, 2009, pp. 166-167).
277
justa alevosida / en callejón sin salida / Dios me quiso castigar” (LXXII, vv. 27-30, p.
artística211.
relación con su labor artística, pero además numerosos sinsabores que dificultan su
Varsovia se siente como una “novia”, “la feliz cenicienta” (LXXIV, vv. 12 y 14, p. 169)
de las naciones, que la hablante percibe como la solución a los problemas de injusticia
que los une a pesar de la diversidad racial y de costumbres, diferencias celebradas por
Violeta: “Feliz contemplo el felpudo / cabello del africano, / la blancura del romano,
hablante metaforiza con sus recuerdos de provincia: “Allí fueron quince días / de
trabajar como en sueños, / con una fuerza y empeño / de chillaneja sufrí’a / cantaba de
amanecí’a / como gallina poniendo, / lo que me fue distinguiendo (…)” (LXXV, vv. 1-7,
211
Aspecto que la crítica ha desarrollado, por ejemplo Münnich (2006).
278
artístico es equivalente en esfuerzo y dedicación al trabajo del campo, y a su vez, las
vv. 21-22, p. 171)- , la hablante se refiere a sí misma con expresiones que la ponen en
una situación de inferioridad frente a otros artistas, por no poseer estudios musicales;
esto podría leerse también como una fórmula de “falsa modestia”, pues a la vez que
conocimiento de la música.
las “escamas” para moverse como “pez en el agua” dentro del mundo musical. Como
cantora popular, se identifica con las aves que cantan en los árboles; la memoria es su
279
registro, por tanto, no necesita traspasar su música a una partitura. En este sentido, ser
reconocimiento a su labor. Por ello, el balance del Festival es positivo, pues confirma su
calidad como artista: “y grande fue el beneficio / que le otorgó a mi destino” (LXXV,
vv. 29-30, p. 172). Reaparece el tópico de la mudanza de la fortuna, esta vez a su favor.
responden las venas / en noche tan desolada / cuando m’encuentro botada / frente a la
luna serena” (LXXVI, vv. 25-30, pp. 173-174). La paz del paisaje contrasta con la
Utilizando el tópico medieval del “Ubi Sunt”, la hablante enumera las glorias
pasadas de ese momento mágico que se produjo en Varsovia: “¿Qué fue de tanto
modo que el aislamiento la despoja también del lenguaje: “sin plata, sin amistad, / sin la
desgaste: “mis tripas sienten un cólico, / mis fuerzas no me dan más” (LXXVI, vv. 49-
280
50, p. 174). Intentando cambiar la situación, la hablante concurre a la Embajada de
Chile, donde espera encontrar ayuda. Se encuentra con un aparato burocrático ineficiente
ella.
demanda gran esfuerzo, lo que trastorna su tranquilidad; las dificultades se generan por
A l’estación me dirijo
con rabia descomunal,
mil voces en alemán
me hacen turumba el oído,
perdí los cinco sentidos
tratando de porquería
en una boletería
a un correuto funcionario
de pelo color canario
que alegre me sonreía.
281
yo agrego, pícaramente,
s’entiende qu’en español:
¿Qué de raro tengo yo
Que no lo tenga la gente? (LXXVII, vv. 11-30, pp. 175-176)
Las diferencias de códigos permiten que los vieneses no entiendan los insultos
que la hablante les propina, pero estas ofensas son producto de la impotencia ante la
imposibilidad de comunicación con ellos. Violeta afirma que habla con “claridad” el
español, y que es una persona como cualquiera, buscando obviar la distancia idiomática
a encontrar con el diplomático que la tramitó en Viena, en una situación en que él deberá
reconocer su prestigio como artista (LXXVII, vv. 35-40, p. 176); también recuerda a
Dios, reclamando por los problemas que ha tenido, pero el Señor la hace responsable de
las decisiones que ha tomado: “Es tuyo el atrevimiento / responde el cielo en su altura”
que la propia hablante se inflige, a causa de la censura social, que, bien sabe ella,
282
conocedora de la tradición, recae en quienes desplazan a su familia por otras
prioridades212.
consuela de sus pesares. Los problemas de Santiago no se recuerdan, solo los gratos
pesar de las imágenes desaprobatorias en aquellas décimas en las que describe Santiago
como un lugar colmado de vicios: “soñé momentos felices / con mis lejanos amigos, /
con mi Santiago, testigo / de gratas pasadas horas, (…)” (LXXVII, vv. 55-58, p. 176).
un estado de menoscabo, como “una planta sin fragancia / una trama sin urdiembre”
(LXXVIII, vv. 3-4, p. 177). Además de su tristeza, debe soportar los malos tratos del
l’araña / de Europa más traicionera” (LXXVIII, vv. 19-20, p. 177)213. A esta imagen de
la ciudad como araña traidora, la hablante opone la del diplomático como una mosca que
clandestinamente con unos chilenos que la acogieron, la hablante logra difundir su arte
212
Retomaré el tema de la culpa a propósito de las décimas por Rosita Clara, su hija menor.
213
La imagen de la araña representando la traición se encuentra también en la décima “A los dos años
cumplidos”, esta vez, como metáfora del hombre engañador: “[de verlo] después tan meditabundo / que
pienso que no m’engaña, / pero esta maldit’araña / al mes de su juramento / me niega su sentimiento /
dejando brillar sus mañas” (vv. 15-20, p. 201).
283
en París; con perseverancia, promociona sus cantos identificándolos con Chile. Si bien la
primera función en París, con el nerviosismo propio de la ocasión, mantiene una actitud
Los amigos que encuentra en Europa son los que la sostienen emocionalmente.
Para hablar de ellos y alabar su generosidad, Violeta emplea frases vinculadas al folclor
y, por cierto, al campo. Así, los chilenos con los que convive en París y celebran su
primer sueldo son calificados como “(…) chilenos hermanos /flores de campo bendito”
Lo mismo sucede con los “seis / arcángeles” (LXXX, vv. 4-5, p. 181), amigos
Europa se asocian a la belleza de lo natural. Los gestos de Ángel Custodio y Anita son
“cual sol que nace al oriente” (v. 20); Teresa Pinto María es un “cogollo verde romero”
(v. 22); a Alejandro le dedica un “cogollito de cilantro” (v. 32), su cariño y amistad “hoy
florecen y fructifican” (v. 40). Sus amigos fueron aumentando, igual que el trigo: “así
fue creciendo el trigo / que me detuvo en la Francia” (vv. 45-46). El amor de Paco Ruz
214
Víctor Casaus, en una nota del prólogo a El libro mayor de Violeta Parra (1985), repara en este
aspecto: “Violeta no fue a París en busca de la última moda cosmopolita, sino a mostrar e imponer la
canción chilena y la magia auténtica y popular de sus tapicerías y esculturas” (p. 14).
284
171) que posee una “vida ausente” (LXXX, v. 38, p. 182), en un “mundo lejano”
aun estando en la “capital” del mundo artístico, París. Las expresiones “vida ausente” y
pertenencia que mantiene hacia su patria, la que de alguna u otra forma lleva consigo, a
subrayar que la patria en la obra de Violeta Parra no es una abstracción, sino que se
amigos, los detalles cotidianos. La permanencia en Europa la priva de ellos, por lo que
primero de la mano de sus padres, y más tarde, en solitario. La primera salida que
emprende durante su juventud es hacia Santiago; este viaje constituye una fuga desde la
285
casa paterna hacia la capital, pues su hermano Nicanor la ha estimulado a buscar mejores
oportunidades: “Salí de mi casa un día / p’a nunca retroceder” (LVII, vv. 1-2, p. 135).
laboral. Por eso, esta condición de errante, señalada con antelación, genera sentimientos
ambiguos en Violeta: sin duda, traerá nostalgia por su tierra y familia, pero asimismo
La décima LVII (pp. 135-136) poetiza esta ambigüedad; la hablante está “en una
nube d’ensueño” (v. 27) “entre asustá’ y delirante” (v. 29). Está viviendo un sueño, pero,
como se ha señalado en las reflexiones sobre el espacio citadino, pronto se estrellará con
reconocible por aquellos que han dejado familia, hábitos y costumbres de su tierra, a fin
Es así como Violeta alude al mantenimiento de su honor, utilizando las imágenes del
viaje y del camino: “no quise andar en desvíos / mujer que tiene sentido / tranquea con
pies de plomo” (vv. 38-40). La extensión del viaje hacia Santiago se hiperboliza: “crucé
noventa estaciones” (v. 34), quizás a propósito de la ansiedad por llegar y, a la vez, del
miedo que su llegada a la urbe le provocaba. Más que un tren, la conducen sus deseos de
bienestar: “la luz de mis ilusiones / me trajo sin saber cómo” (vv. 35-36).
286
Luego de la estancia en Santiago, Violeta transitará por Varsovia, Viena y París.
décimas LVIII y LIX, en las cuales se enumera una gran cantidad de lugares de Chile
dispusieron entre la décima LVII, que narra la llegada de la carta de Nicanor y la fuga en
tren, y la LX, que se refiere a la llegada a la capital. Las décimas LVIII y LIX poetizan
territorio chileno, por tanto, los editores privilegiaron un ordenamiento temático (la idea
experiencias disímiles, con énfasis en las negativas. Esta asociación entre la geografía
rabias, soledad, malestares, entre otras. Solo hacia el final de la décima el panorama
215
En la cultura popular chilena se encuentra muy arraigado el dicho “La Quebrá del Ají”, aludiendo a un
lugar remoto y muy feliz debido a su abundancia. El conjunto chileno Los Jaivas le dedicó una canción
homónima a esta localidad: “En la Quebrá’ del Ají / vive la gente feliz (…)”. Tan mítico es el nombre, que
motivó un reportaje en el diario La Tercera, cuyo título enfatiza la existencia “real” del lugar: “La
287
lejano espacio de la felicidad: “y en la Quebrá’ del Ají / amores y vino tinto” (vv. 49-
50). Es el lugar y el estado que busca Violeta, el que constituye una utopía de la
percibo una significación compleja del sentido de tránsito vinculado al oficio de cantora
popular.
crítica sobre esta décima ha enfatizado la fusión del cuerpo de la hablante con el espacio
geográfico (Agosín y Dölz, 1988), así como también el motivo de la migración familiar,
y el cuerpo, la familia y la patria reunidos por el dolor y las miserias (Campos, 1990)216.
Quebrada del Ají existe y es un caserío perdido entre los cerros de Quillota” (Sandoval, G., 5 de
septiembre de 2010, pp. 24-25).
216
Con respecto a esta décima, Agosín y Dölz- Blackburn (1988) señalan que la hablante “incorpora su
propio cuerpo al territorio chileno y por extensión, al americano” (p. 139). Javier Campos (1990)
profundiza en esta fusión del cuerpo de la hablante con el territorio, añadiendo la relación entre la
dispersión de los órganos de la hablante y la condición migratoria de su familia: “La imagen, pues,
desparramada del cuerpo de la relatora, que se desprende del motivo de la familia migratoria señalado,
constituye en las Décimas el símbolo de la patria como un libro abierto de miserias y sufrimientos. Las
partes del cuerpo, por ejemplo, que la relatora va dejando y perdiendo (ojos, brazos, pechos, manos, pies,
corazón, nervios), y hasta su misma arma del canto (la guitarra sin cuerdas) vienen a ser en su conjunto el
propio territorio nacional dislocado. La patria, geográfica y humanamente dividida, es interiorizada a
través del cuerpo esparcido, doliente y migratorio de Violeta Parra” (p. 50).
288
Evidentemente, la disección del cuerpo no es literal, sino un procedimiento
desplazamiento geográfico que posee el texto se produzca por la mención de los lugares
en los que estuvo la hablante; quizás, la idea de viaje se refuerce debido al título con que
se ha hecho conocido el texto, “La exiliada del sur”, que, como se comprobará, resulta
una integración.
cuerpo no se realiza en presente ni de una sola vez. Más que un recorrido geográfico, es
un recorrido por la vida y el alma de este personaje, cantora popular, una explicación del
presente a partir del pasado. No obstante, el texto crea esta ilusión de acción en el
presente, debido al orden progresivo y vertical del reparto de las partes del cuerpo: ojos,
brazos, pecho, manos, regazo, y por último, pies. Luego de repartido lo externo, reparte
lo interno, comenzando con los nervios, sangre, riñones. De esta forma, en una primera
Los lugares de Chile mencionados marcan varios traslados entre el sur y la zona
nivel simbólico del texto: el primero, que la décima LVIII constituye un recorrido
metafórico por la vida; el segundo, que este recorrido biográfico permite la fusión de la
289
figura de la hablante, específicamente en su faceta de cantora popular, con el territorio
geográfico chileno; y el tercero, que la vida se percibe como un proceso cíclico, cuyo
motor principal es el canto. Para visibilizar estos aspectos, transcribiré las cinco estrofas
que los primeros órganos que se reparten por Chile son los ojos. El primer ojo se quedó
en Los Lagos (Región de Los Lagos) y el segundo en Parral (Región del Maule). Esta
distancia geográfica enmarca los espacios en los que transcurrió la niñez de la autora
La estrofa remite a la infancia, no solo por el territorio referido, sino porque los
290
imagen del pasado se percibe con claridad; lo visto se recuerda a pesar del tiempo
transcurrido.
que las memorias se instalan en todas las dimensiones del ser de la hablante: cuerpo y
espíritu (“de niña vio el alma mía”) y mente (“anudan en mis pensamientos”).
directo desde la vista hasta el alma, a través del cual la hablante expresa el impacto
que, luego de “mirar”, como segunda acción se distinga “sentir”, pues creo que ese es el
sentido que posee la expresión “ver con el alma”. Para la hablante aún no llegaba el
momento de la reflexión.
que un niño asimila el mundo. El niño carece de la capacidad para evaluar una situación
perturbadora de manera objetiva, con todas sus implicancias. No afirmo que un niño no
está capacitado para razonar, sino que instintivamente, el niño acusa recibo a partir de
sea similar en un adulto, sobre todo sensible, pero por su madurez, el adulto posee más
oficio del cantor popular. A propósito de la conexión de la obra de Parra con la poesía
291
preponderancia de esta acción: “El mirar como medio de constatación de las
partir de la acción de mirar, de ahí el énfasis en la veracidad del relato: “yo vi una carita
fina (…) vide qu’esa criatura / peleaba ya en est’ infierno” (LXIV, vv. 5, 13-14, p. 149,
el segundo ojo se quedó “en un boliche de tragos” (v. 4). La imagen del bar es relevante,
a mi juicio, pues remite, por una parte, al alcoholismo del padre de la hablante, uno de
sus dolores de la infancia -el padre, tan valioso como uno de sus ojos- y, por otra parte, a
la cultura del bar (Grignon y Passeron, 1992, p. 44), que Violeta conoció en su juventud
trabajando como cantante en Santiago, lugares en los que vio muchos sufrimientos y
situaciones injustas.
Para la autora, el bar o boliche también fue un lugar relevante, no solo en tanto
lugar de trabajo como intérprete, sino como espacio de recopilación. Sergio Larraín
relata:
292
daba ánimos. No tengas miedo, me decía. Se puso a tararear, a golpear la
mesa y poquito a poco empezaron a cantar todos. Cantaban cosas lindas”
(Subercaseaux et al., 1976, p. 61, cursivas del texto).
En las Décimas las fiestas se vinculan con el oficio del cantor: “y adonde siento
una farra / allí aprendo una canción” (XXIII, vv. 49-50, p. 68). Vale decir, las canciones
su repertorio.
los ojos, parecieran carecer de dimensión temporal. La niña vio, y por “descuido” o
“casualidad” perdió sus ojos; sin ellos, la hablante depende de su memoria; lo que vio y
propio del cantor popular. Persisten los recuerdos anudados -como imágenes, casi
fotografías-, que se desatarán en la canción, mientras el “yo” niña se pierde (vv. 9-10)
con respecto al “yo” del presente, tal como los ojos; la niña se queda en la “lejanía”, en
el pasado, ubicado “entre las aguas y el viento”, imagen de libertad, pero también de
217
Imposible no recordar aquel “sol y viento, mar y cielo” de la novela Hijo de Ladrón, de Manuel Rojas.
En esta obra, el protagonista, Aniceto, llega a la playa luego de salir de la cárcel. La escena refleja la
libertad recién obtenida y el camino por recorrer, pero también la intemperie, la soledad, la desorientación.
La “nada” con su carga positiva, libertad, y negativa, soledad.
293
Segunda etapa: El canto y la recopilación
las partes del cuerpo corresponden al exterior, y se ubican en el tronco del cuerpo. Son
los brazos -repartidos por separado al igual que los ojos-, el pecho, las manos, y además
se menciona la falda. Me parece de sumo interés que las partes mencionadas coincidan
con el fragmento del cuerpo que al tocar la guitarra entra en contacto con ella.
La disección corporal se corresponde con las diversas funciones que estas partes
derechas producen el ritmo, pues se encargan del rasgueo; la mano y el brazo izquierdo
cuerpo.
294
contacto con el cuerpo de la hablante. En la décima se produce, entonces, una
de Chile.
Violeta señala que en su falda recoge “pececillos”; creo que esta acción remite
de Chile aludida en esta estrofa abarca desde la Región de Valparaíso (Maitencillo) hasta
Región del Libertador General Bernardo O’Higgins (San Vicente, Pelequén) y Región
del Bío Bío (Perquilauquén, lugar donde se encontraba la heredad del abuelo). Estos
lugares de Chile corresponden a la zona central, donde Parra recopiló versos del Canto a
lo Poeta.
realizó en más de una ocasión. Recogió semillas en el campo de los Aguilera (XLV, v.
4, p. 111), y en su adultez, recoge los versos que son como un “jardín de flores” y
“campos sembra’os” (II, vv. 31-32, p. 26). Estos peces de Perquilauquén, el amado
falda.
295
indica la intención dialógica, así como también la noción de espectáculo del canto
popular.
La última parte mencionada del exterior del cuerpo son los pies. Estos se separan,
al igual que los brazos; uno se enreda en San Rosendo y el otro se hunde en la isla
La referencia a los pies nos remite a las caminatas y a largos viajes de la hablante
por lo que la hablante está incapacitada de movimiento. Es significativo que esto suceda
296
en la Región del Bío Bío, donde la autora residió entre 1957 y 1958. En este periodo,
como he señalado, Parra trabajó recopilando folclor en la región y mantuvo una relación
el rumbo. La condición de los pies, uno enredado y el otro hundido, connota, según mi
Violeta Parra / y al hombro con dos chiquillos / se fue para Maitencillo / a cortarse las
amarras” (vv. 47-50, p. 148). Esta situación resulta similar a las décimas “Engaños en
Concepción” y “Me fui por un senderito”, en las que las penas amorosas son superadas
La décima LVIII, que comentamos, y la recién citada décima LXIII, son las
297
identificación total con la autora218. Por tanto, en ambos textos la intención de fusión
único órgano aludido que no se reparte, sino que está férreamente unido al ser y a la
vida.
descontento” “latió con pena”; incluso la hablante, que en ese momento avanza hacia el
sur del país (Regiones de la Araucanía y Los Lagos), señala que el corazón “ha llorado”
a causa del frío. En los textos de Parra es recurrente la asociación de la tristeza con el
frío, en especial, las congojas causadas por el desamor219. En estos versos se asocia el
invierno y la tristeza.
218
Existe sí el antecedente del apellido Parra, pues se nombra a su padre por este apellido, por ejemplo en
la décima IX (v. 26, p. 39).
219
En mi trabajo sobre la décima “Engaños en Concepción” (2011) reflexiono sobre el tema.
298
Los órganos internos se siguen repartiendo; en la cuarta estrofa deja nervios,
sangre, riñones, los que se destruyen con el caminar. Además la hablante pierde la
Itata “endilga” hacia Nacimiento, ambas localidades de la Región de Bío Bío. Es posible
Desembarcando en Riñihue
se vio la Violeta Parra,
sin cuerdas en la guitarra,
sin hojas en el colihue;
una banda de chirigües
le vino a dar un concierto;
con su hermanito Roberto
y Cochepe forman un trío
que cant’a l’orilla ‘el río
y en el vaivén de los puertos.
299
En la última estrofa de la décima el “yo” de la hablante se ve a sí misma al final
cruzarás por el puente” (vv. 43-44, p. 136). En este contexto, el mar se refiere a las
texto: primero la encontramos en la imagen “entre las aguas y el viento”, que bien puede
asociarse al mar, y contacta a la hablante con la libertad, pero también con la intemperie.
de Curacautín y el regazo está cerca del agua. La hablante une en estos versos los dos
El agua también está presente a partir de las lágrimas de la tercera estrofa, y del
pie hundido “mares adentro”, imagen que vincula el mar a los sufrimientos de la vida.
Por último, el desembarco de esta última estrofa pareciera referirse al fin de un ciclo
cuerpo así lo anuncian: la guitarra sin cuerdas y el colihue deshojado, el que constituye
también una imagen invernal, que reitera la asociación del frío con la tristeza. El árbol
300
está relacionado con la imagen del cantor, la que se escinde en el texto: el colihue sin
El trino de las aves llega con la primavera y las nuevas experiencias que harán
bandada de chirigües resulta una imagen especular de los tres hermanos: Violeta,
Roberto y Cochepe (Eduardo Parra), cantando tanto a las orillas del río como en los
la alegría de vivir, a pesar de las tristes experiencias. Así, junto a sus hermanos emula el
canto de las aves, trabajando con esfuerzo para subsistir, pero a la vez disfrutando el
episodios biográficos de la infancia, que los tres hermanos Parra recuerdan sobre su
personal, la aparición de los pájaros cantores permite el traspaso hacia esa niñez traviesa
y alegre, el rostro dulce que también tuvo la infancia de la hablante, pues las Décimas se
301
De esta manera, la vida se configura a partir de un ordenamiento cíclico, donde
nada es eterno y todo se renueva; ello es posible a través del canto, que permite
denunciar lo visto y sufrido, así como también sublimar los dolores y las miserias,
deseo de volver a la inocencia luego de haber experimentado toda la vida. Ello es “como
descifrar signos / sin ser sabio competente”, es decir, esta vuelta a la infancia implica un
aprendizaje superior, que en la canción se logra a través del amor, “Solo el amor con su
ciencia / nos vuelve tan inocentes”, y en la décima LVIII, a partir del canto.
cíclica del tiempo. La obra de Parra recrea, en términos de Zumthor (1991), un “universo
220
En el capítulo 4 me refiero en extenso a esta arpillera.
302
dimensión de un nomadismo; las normas colectivas gobiernan
imperiosamente sus comportamientos (p. 36).
con la tierra y la sociedad campesina, que explica en gran medida la relación del texto
Pienso que lo dicho por Rama puede aplicarse al proyecto artístico de Violeta
Parra, quien asimiló los saberes campesinos y folclóricos de Chile en su obra, pero
se debe aceptar que esta obra constituye una textualidad singular, configurada a partir
del canto popular, el relato oral y la escritura poética. Este aspecto conlleva que el
303
escritura, resulte relevante para dar cuenta de los diferentes dominios artísticos
Siguiendo la enumeración que realiza Carlos Pacheco (1992, p. 64) para abordar
puedo señalar que la relación compleja entre la oralidad y la escritura en las Décimas se
traspasada a su autobiografía.
familia. Pero me parece necesario agregar que lo disperso en las Décimas se relaciona
también con la condición fragmentaria de la poesía oral: “la performance poética oral se
abuelo y del fundo de Perquilauquén, que obedecen al fundamento o tema del Canto a lo
Humano, “verso por ponderación”, es decir, la competencia entre dos cantores sobre
304
alguna cosa. Parra lo explica en una entrevista concedida en Francia (cit. por Farías,
1992):
su vez, Décimas. Autobiografía en verso constituye el único texto que la autora elaboró
como una obra literaria. Este doble soporte (escrito-oral) nos recuerda la imbricación del
canto y de la escritura en el texto, pero asimismo se vincula con otra actividad artística
Décimas.
Me refiero a que existe una conexión entre las Décimas, en formato escrito
(libro) y oral (disco), y los programas radiales que Parra diseñó junto a Ricardo García
para Radio Chilena, cuyos libretos elaboró con la ayuda de algunos amigos, como el
poeta Enrique Lihn. No me refiero a que los libretos del programa repercutan de manera
305
programa radial de la artista, “Canta Violeta Parra” (1953) -preservar, difundir y valorar
significativo para relacionar el programa y las Décimas, puesto que toda la obra de Parra
del programa radial y de las Décimas. El programa “Canta Violeta Parra” trasladó el
folclor contextualizado en el campo a una emisión radial, con una transmisión en vivo y
otra diferida. Cada episodio del programa recreaba una tradición chilena, graficada lo
más fielmente posible; quienes colaboraron con Parra en las grabaciones relatan sabrosas
anécdotas acerca de cómo lograba convencer a un vecindario completo para grabar una
1985, p. 46); también traía gallinas al estudio de grabación para producir el ruido
de los medios de comunicación, “por tanto, diferida en el tiempo y/o en el espacio” (p.
306
tradición escrita, culta y elitista ha hecho científicamente posible su
concepción (…) (Zumthor, 1991, p. 29).
de la modernidad, las que, como bien señala Zumthor, se generan a partir de una
muchas veces tuvieron que trasladarse con aparatos a cuestas a las poblaciones, iglesias
o fiestas populares, así como también se conseguían los instrumentos originales para
escasos amigos rindió sus frutos, captando un auditorio tanto “culto” como “popular”.
Los creadores del programa -Violeta Parra y Ricardo García- se impusieron como
221
En la segunda edición de El Libro Mayor de Violeta Parra (2009) se cuentan variadas anécdotas y se
transcriben algunos libretos.
307
objetivo llegar a todo tipo de público: “Se buscó eliminar las barreras que podían existir
en el público, entregando el programa de una forma muy cálida y humana. El estilo era
intelectual santiaguino” (Isabel Parra, 1985, p. 45). Se cuenta, incluso, que los mismos
moderno se aceptaba y valoraba una tradición “pasada de moda” según los jóvenes
campesinos.
inicia en “Canta Violeta Parra” y se proyecta en las Décimas, en la medida en que estas
mitad del siglo XX. Parra presenta en sus décimas a personajes, tradiciones y hechos
históricos que actualizan a partir de un relato ameno (así como la historia que se creaba
velorio del angelito, por ejemplo, sino que en las Décimas Parra persigue un objetivo
más ambicioso: contextualizar el folclor y la historia de Chile en su propia vida. Por ello,
308
las Décimas alcanzan obviamente un nivel mayor de complejidad que “Canta Violeta
Parra”, sin embargo, el estilo fragmentario de las Décimas -que en gran parte se debe a
la estructura poética utilizada- recuerda esas notas “por entrega” del programa radial.
(recitación o canción en algunos casos), ni el libresco, pues ambos forman parte de este
tanto campesino como urbano. Creo que el doble soporte de la obra remite a que la
público masivo, caracterizado por su heterogeneidad etaria y cultural, que disfruta de las
difusión de las Décimas, su duración es breve, una especie de muestra de la obra total,
que en la entrevista con Mario Céspedes en Concepción (C. Martin, 1960), Parra
el deseo de que sus versos sean leídos por su mamá y la señora Pascuala, entre otros
personajes, pero, trascendiendo esta instancia inmediata y familiar, las Décimas están
destinadas a un público general, objetivo que Parra persiguió también con su programa
de radio.
309
Así, teniendo en cuenta este vínculo con el programa radial, y por cierto,
constituye un relato autobiográfico, plasmado en una forma métrica usada por los poetas
sus décimas:
De nuevo yo solicito
perdón por irme alejando.
lo que les iba explicando
se me refala solito.
El pensamiento infinito
traicióname en cada instante (…) (XIII, vv. 41-46, p. 48).
222
Para la definición de performance que manejo, remito a la nota 134, p. 190.
310
“Esto no es mucho, yo creo,
Digo sentenciosamente;
Escuchen pacientemente
Lo que contarles deseo: (…)” (LXVIII, vv. 1-4, p. 157).
(Zumthor, 1991, p. 240). No debe olvidarse que la recreación de este evento oral es una
estrategia diferida en el tiempo y el espacio; el público real sigue siendo el oyente del
disco o el lector: “una audiencia es siempre un cuerpo colectivo, mientras que un grupo
1. producción
2. transmisión
3. recepción
4. conservación
5. repetición.
311
relación del poema con la oralidad es diferente, mucho más distante. Incluso, Zumthor
Parra solo recrea, desde la escritura, lo que Zumthor (1991) llama “oralidad de la poesía
popular”, es decir, la que “se distingue por la intensidad de sus caracteres; está más
48).
Como las cinco fases definidas por Zumthor se resuelven en la obra de Parra por
medio de la escritura, los recursos que sugieren la oralidad en la obra son estrategias
literarias, las que estudiaré a partir del concepto de oralidad ficticia u oralidad segunda,
tiene que ver con la plasmación de estrategias mnemotécnicas como refranes, dichos o
expresiones fijas, retenidos gracias a la repetición, el ritmo y la rima, así como también
312
es posible reconocer la conceptualización de la palabra como un modo de acción, a partir
Entre los verbos performativos que aparecen en las Décimas destaco jurar,
declarar, prometer, bendecir, maldecir. Como ejemplo: “yo t’echo la maldición” (XLVII,
hablante interpela a la Cruz, utilizando además un verbo en modo imperativo: “Le dice:
Yo te bendigo / con este vino sagrado, / y has de cuidar el sembrado / con tus valiosos
décima “Aquí tiene mi pañuelo”, en la que una mujer es conminada a comparar sus
mínimas angustias personales con todos los problemas y dolores sociales: “señora, seque
identificar en el texto de Parra algunos aspectos a los que Walter Ong (1982) denomina
expresión orales, recreados en la obra de Parra. Por ejemplo, la copiosidad: “Las culturas
orales estimulan la fluidez, el exceso, la verbosidad” (p. 47). En las Décimas, los “versos
los regalos que Violeta le lleva a su padre enfermo (XLV, vv. 11-30, pp. 111-112).
313
carácter situacional; en las Décimas estos aspectos se manifiestan, como he demostrado
en el análisis del espacio rural. Una última psicodinámica que merece atención en
relación con las Décimas son los “matices agonísticos” que Ong reconoce en las culturas
Chile, sino en toda Latinoamérica, por lo que la paya constituye una de las formas más
que la obra posee, y que se podrían identificar con la transcripción de la oralidad directa.
con las letras, el habla y el canto. La influencia familiar genera en la protagonista de las
Décimas una relación compleja con la escritura, que comentaremos, y un profundo amor
apropiación de la oralidad que utiliza el texto, conectada con los “matices agonísticos”
223
El cantor popular es una figura destacada por Pacheco (1992) con respecto a las novelas que analiza en
su estudio sobre la oralidad (p. 64).
314
cantora, implica para el personaje de las Décimas una toma de posición política y social
en relación con los hechos de los que da cuenta: “Tanto como nuestros eruditos
escritores, el poeta oral se compromete en el juego de los poderes, que asume o rechaza;
jamás es neutral, del mismo modo que no lo es jamás la tradición o la moda de la que
cierto que Parra “usa” la escritura, se debe aceptar, por una parte, que en su obra se ha
extensión y está dirigido a un público culto. No olvidemos que Parra envió el manuscrito
para ser leída, y a su vez para dar cuenta de aspectos propios del habla y de la canción
popular chilena. Además, la escritura pretende alcanzar una mayor cantidad de público;
315
Siguiendo la definición de “oralidad segunda” de Zumthor ¿qué sucede con la
que “tomó la pluma” para plasmar en el papel su vida, imagen en la que resulta palmaria
cultura oral, al igual que la imperiosa necesidad de la hablante de relatar la verdad, pues
pueblo. De esta manera, el texto da cuenta de “una mente oral” (Pacheco, 1992, p. 92)
Esta mente oral puede entenderse en las Décimas como una racionalidad
prácticamente familiar, con el mundo natural; en el marco de esta “otra lógica”, para que
un individuo se sienta parte de una comunidad debe ejecutar algún rol, un trabajo,
cuenta de una cosmovisión afincada en las raíces del terruño, de la familia, y de su grupo
316
social, pues siempre se definió como cantora o folclorista, al servicio del rescate de la
tradición.
las Décimas, proveniente de lo que he denominado una “mente oral”, comenzando por la
relación que la hablante establece con las imágenes de documentos escritos y con el
escrito y lo hablado.
escritos, con los que la hablante desarrolla una relación más bien negativa. El silabario,
(1991) señala: “si la clase dominante acapara la técnica de la escritura, todo lo que se
son considerados, con razón o sin ella, los portavoces de los oprimidos” (p. 229). De
acuerdo con su rol de cantora, Violeta se identifica con las clases oprimidas, por lo que
se desenvuelve mejor en los contactos orales, salvo una excepción: la escritura poética,
317
7.2.1.1. El silabario
Los primeros documentos con los que se relaciona la hablante son sus libros
Los versos transcritos contrarrestan dos formas de educación, que propician dos
el que la hablante privilegia. El texto opone el odio por los libros escolares al amor que
Sobre una época en que la escuela era la institución por excelencia del
aprendizaje que posee, como queda de manifiesto a propósito de las peleas con sus
318
compañeras: “La pica es que la Violeta / trinaba como canario, / repitiendo el silabario /
desde el uno hasta la zeta” (XIX, vv. 11-14, p. 59). Aunque se refiere al aprendizaje
lección.
El silabario, que data del siglo XIX, es uno de los métodos más conocidos del
estas abstracciones las que la hablante elige conservar en la memoria, sino la tradición
musical de su pueblo. El texto de estudio le sirve más bien para conservar insectos
construir un insectario que repetir las letras. Esta metodología práctica distinguió a la
composiciones.
En las Décimas, será Nicanor quien exhorte a la hablante al estudio como una
manera de forjar un futuro mejor: “aprend’el abecedario / que te dará buen destino”
(LVII, vv. 49-50, p. 136). La visión positiva que Nicanor posee sobre el estudio, la
influencia que ejerce en Violeta y la madurez que la propia hablante va adquiriendo con
los años, modifican su aversión hacia la educación escolar. No se debe olvidar que el
319
odio por la escuela declarado por la hablante respecto de su infancia es bastante normal
en los niños de todas las épocas, más aún, en una niña traviesa y amante de la libertad
instrucción como un viaje cómodo, un puente que le ayudará a esquivar los remolinos de
engaños de los poderosos y una vía de solución a los vicios del pueblo: “por mil
escuelas, un bar”.
320
7.2.1.2. “Me mandaron una carta…”224
el símbolo del despido del padre: “brillando está el sobre azul / con el anuncio fatal”
adivina la figura del empleador que ha recibido la orden del dictador. En el caso de la
segunda carta, ¿Quién la envía? El texto sugiere que es la luna (“me lo dice….”). La
hablante señala haber confiado en que la Luna cuidaría a su hija, quizás como una forma
de autocastigo debido a la culpa por haberla dejado en Chile durante su viaje, pues, al
224
Primer verso de “La carta”, canción que no pertenece a las Décimas: “Me mandaron una carta / por el
correo temprano, / en esa carta me dicen / que cayó preso mi hermano, (…)” (“La carta” en Parra, 2005, p.
55). El emisor de la misiva es indeterminado, de la misma forma que las cartas portadoras de malas
noticias que aparecen en las Décimas. En la canción “Run Run se fue pa’l norte” (Parra, 2005, p. 123),
Run Run envía una carta a la hablante, para comunicarle malas noticias: “su viaje se alarga más y más”.
La falta de cariño de Run Run por la hablante es evidente, pues la canción menciona una segunda carta
que Run Run escribe sin sentimientos, por lo que la misiva está “vacía” y se envía con indiferencia, señal
de la separación definitiva de la pareja: “sacó papel y tinta y un recuerdo quizás / sin pena ni alegría, sin
gloria ni piedad, / sin rabia ni amargura, sin hiel ni libertad, / vacía como el hueco del mundo terrenal, /
Run Run mandó su carta por mandarla no más” (p. 123).
321
afirmar su creencia en los cuidados de la luna -conocida por sus cambios-, ¿en realidad
Tal vez pensaba en la luna como la cuidadora nocturna que velaba el sueño de
Rosita, una especie de ángel guardián, en tanto es una figura femenina y maternal,
equivalente al “Padre Sol”, en la que la hablante reconoce un poder mágico, como en los
cuentos de hadas. En todo caso, la luna resulta una niñera “inconstante”, y la niña
hablante se inician con una carta enviada por Nicanor, a la que responde en forma
inmediata.
322
7.2.1.3. Legajos de sellos, tinta y papel
y sin asidero en la realidad, pues los documentos oficiales se catalogan como inútiles o
engañadores, en tanto los pobres resultan víctimas de ellos. Así lo señala Violeta
respecto de los diarios, que anunciaron la violación de Teresa -muchacha del bar-, y del
código penal, que no logra instaurar la justicia: “¿Qué sacan del comentario / si no ha de
poner remedio / al bar qu’es un cementerio / legal, como bien, se sabe, / el código,
enfermo grave, / sordo y mudo a estos misterios?” (LXVI, vv. 25-30, pp. 153-154). El
bar se poetiza como un espacio sin leyes, marginal e invisible al resto de la sociedad.
una clase social que utiliza la imagen de los pobres para vender un producto -es el caso
de los diarios- o que trata a las clases vulnerables como una abstracción, en el caso del
El episodio del despojo de la herencia, regalo del abuelo paterno, ilustra las
cuando firmó los papeles de la venta225: “Le exigen los compromisos, / qu’él les firmó
entre botellas” (XXXI, vv. 9-10, p. 83). Aunque esta venta constituya un “robo”, por el
225
En su trabajo, Münnich (2006) reflexiona sobre la crítica al patriarcado que realiza Parra, pues en la
décima XL el padre de la hablante se ve compelido por su acreedor a firmar la escritura que prometió
borracho, debido a que la madre intentó intervenir para evitar el desalojo. El acreedor le pregunta al padre:
“¿de cuándo consiente frenos / el hombre de su mujer?” (XL, vv. 19-20, p. 101). El padre accede a firmar,
confirmando el machismo de la época.
323
abuso que esconde, lo que vale legalmente es la escritura. De esta manera, la familia es
Los documentos legales que deberían facilitar la vida del ser humano, resultan en
presente en las canciones y las décimas de Parra. En “Aquí tiene mi pañuelo” se hace
referencia a una serie de injusticias sociales, entre las que destacan los “robos legales”
resulta una trampa para el pobre, un cascabel que solo provoca ruido, mientras los
324
“El médico en juramento” cuestiona la validez de la responsabilidad profesional
“recibe un documento” (v. 4, p. 193) y jura servir a la humanidad, pero pronto olvida la
distancia al respecto, tanto como con los documentos escritos. La desconfianza frente al
canto, a través de los que dirá la verdad, denunciará la injusticia, celebrará el amor y se
dará un gusto.
como a un cuento, el que puede ser entendido como un relato escrito u oral: “par’adornar
este cuento” (XXX, v. 34, p. 82) señala, al agregar más dones a la herencia recibida del
325
abuelo. La hablante asume ante todo la cualidad narrativa de la escritura de las Décimas,
la que tiene por objeto ser recepcionada por los “señores oyentes” o los “lectorios226”.
La hablante emplea el término “diario” (de vida) para referirse al relato del
desengaño amoroso en una dimensión más íntima. De esta manera, se conecta con la
tradición de la escritura del “diario de vida”, cultivada por escritoras de todo el mundo:
especial amorosos. Es el concepto que impera en las Décimas, por ello el término
Parra revela en sus Décimas una gran atención a los aspectos fónicos del
226
“Vergüenza tengo, lectorio”, v. 41 de “A los dos años cumplidos”, p. 202 ¿Combinación de lector y
auditorio? o ¿una estrategia para que funcione la rima con “velorio” y “demonio”?
326
rigurosa de la rima consonante, la autora procura recrear en su texto el habla popular,
rasgo que no corresponde al género del Canto a lo Poeta, como ha señalado Lafuente227.
El discurso poético de las Décimas revela una marcada intención de evocar los
acción de decir como la presencia de la voz, no solo vinculada al canto: “que digo con
voz abierta: / que Dios lo haiga perdona’o” (XLI, vv. 49-50, p. 104). En este ejemplo,
Patricio Manns (1987) afirma que Parra se imbuyó de giros lingüísticos propios
del siglo XVIII, puesto que son formas características del lenguaje de las zonas rurales
aledañas a Chillán donde residió junto a su familia. A partir de este acervo cultural oral,
la artista elabora un texto literario que recrea la oralidad. El empleo del lenguaje en las
Juan Rulfo: “Es más bien una práctica artística sumamente elaborada, basada sobre su
experiencia temprana como oyente y practicante de habla popular tradicional” (p. 66).
227
Con respecto a la trasposición de elementos folclóricos a literarios, Lafuente señala, citando a Rodolfo
Lenz, que en el estilo de los cantores populares no intervienen elementos de la lengua oral. A diferencia de
ellos, Parra “inventa un lenguaje equivalente al lenguaje oral popular” (p. 67). Así, en el texto, “la fonética
popular alterna con voces escritas, vocablos indígenas y arcaísmos de la lengua campesina con formas
cultas, palabras intencionalmente alteradas con sus formas correctas” (p. 68). Aunque el lenguaje parezca
natural, corresponde a una convención estética.
327
inserción de dichos populares228, que celebran - como he mencionado -la sabiduría
campesina, sobre todo de la madre: “No hay mal que dure cien años / sentenciaba mi
propósito del despido del padre la hablante enuncia: “Juro por Santa Teresa / que lo que
digo es verdad” (XXVII, vv. 5-6, p. 75); en cuanto a los sufrimientos que ha visto: “A
Dios pongo por testigo / que no me deje mentir” (VII, vv. 35-36, p. 36); sobre los
talentos de los abuelos que recayeron en los nietos dirá: “en lo cual yo no les miento, /
(VIII, vv.15-16, 27-28, pp. 37-38), y pide a las estrellas ayuda para perseverar en la
verdad: “que me ayuden las estrellas / con su inmensa claridad / p’a publicar la verdad /
del criterio de la verdad en oposición a la falsedad. Por ello, no es de extrañar que uno
de los verbos utilizados por la hablante sea “jurar”, o que se utilicen formas verbales que
connoten lo verdadero como “confesar”: “se lo confieso a los grillos” (XLIV, v. 36, p.
110).
228
“Los dichos, refranes y proverbios también funcionan en las culturas orales tradicionales como
elemento de ayuda-memoria no solo con el fin de preservar y transmitir el conocimiento, sino también de
estructurarlo y hacerlo accesible y funcional” (Pacheco, 1992, p. 102).
328
(LXII, vv. 14-15, p. 145). Asimismo, la relación de Violeta con su marido se funda en
mentiras:
Yo le pregunto contrita
que me dijera su oficio,
él me responde malicio’
que él es un gran maquinista;
le creo a primera vista,
l’entrego mi corazón
y me ha mentì’o el bribón
según más tarde un amigo
diciéndome: tu mari’o
es un vulgar limpia’or. (LXIII, vv. 5-10, 21-30, pp. 147-148)
Por una parte, el hombre se “disfraza” frente a ella, asumiendo una identidad que
no corresponde con su realidad229, y por otra parte, sus promesas de amor y matrimonio
“de por vida” resultan falsas. Además, el marido subvierte la condición sagrada de un
discurso religioso -el rosario230- jurando en vano, situación que Violeta rechaza. Las
infierno.
229
En mi trabajo sobre la décima “Engaños en Concepción” (2011) me refiero al tema recurrente en las
obras de Parra del hombre que finge amar, pero termina destruyendo a la mujer que ha creído en él. Este
tema puede rastrearse en las décimas, canciones y por supuesto, en la obra para ballet “El gavilán”.
230
Ya he comentado la escena del bar entre Violeta y el niño que canta junto a su pequeña hermana,
oportunidad en que la hablante igualmente menciona el rosario como un discurso desacralizado, el
“rosario de indecencias” que le grita el niño.
329
En las Décimas, la configuración de la palabra es pragmática; tal como las cosas,
las palabras sirven o no. Este criterio de funcionalidad es propio de la cultura popular,
pues la hablante pregona la integridad del ser humano; el discurso debe ser coherente
con el actuar de las personas, debe representarlas tal como son. A propósito de este
aspecto, ya hemos revisado la fiel representación de la vida del padre a partir del
discurso de este: brillante y locuaz en sus mejores momentos, la voz “del pobre curao” a
De la misma manera, las palabras y las voces de la gente querida por Violeta son
mamá: “las nombro de buena gana / por sus palabras preciosas” (XIX, vv. 43-44, p. 60),
y de la voz de Pascuala, “era muy grande fortuna / oír su voz suavecita” (XXI, vv. 3-4,
p. 63).
330
familiar y social de Violeta, así como también voces y discursos apreciados constituyen
como las del marido, la locuacidad del padre, o las voces suavecitas como la de
Pascuala, la seducen. Creo que esta característica es propia de una “mente oral”, la que
posee una estrecha relación con los componentes sonoros del mundo.
Esta especial atención de la hablante por las voces humanas se vincula con la
en la naturaleza. En este sentido, la imagen del ave como representación del cantor
popular se entiende en el contexto de esta “mente oral”, cercana al mundo vital; las
voces que se unen en una canción durante el festival en Polonia se asemejan al canto de
los pájaros: “miles y miles de miles / de voces fundidas en una (….) Repletan las
galerías / Asia, Chile y Argentina; / son miles de golondrinas (…)” (LXXIV, vv. 23-24,
Así como esta “mente oral” opone la verdad y la mentira para referirse al valor
de un discurso, ya sea escrito u oral, también integra una segunda dicotomía, en estrecho
231
Alonso (2011a, pp. 58-61) ha reparado en la abundancia de los diminutivos en las cartas de Violeta
Parra, los que expresan ternura y cariño por su familia.
331
que la hablante explicita para elaborar su autobiografía. Es por ello que reniega de
me conviene, / quisieron volverme loca; / mis ojos de boca en boca, / mis oídos de voz
en voz, / mas yo m’ encomiendo a Dios, / tanta palabra me choca” (LXIX, vv. 15-20, p.
la alegría que le generan las voces a coro en el Festival. La disonancia entre las voces de
que puede ser seducido por la dulzura de una voz, o puede acusar desagrado.
del mundo a partir de lo que ha visto232, y en especial, de lo que ha oído. Este privilegio
232
A propósito de las Décimas y de canciones de Violeta Parra, ya mencioné que Salas Astrain (1989)
afirma que las acciones de “mirar” y de “oír” se destacan en aquellos textos referidos a denuncias políticas
y sociales, aspecto que Parra habría adquirido de la tradición de la poesía popular, específicamente lo de la
mirada: “La audición se complementa siempre con la mirada” (p. 73).
332
No tengo la culpa, ingrato,
de que entre los dos el diablo
por tres o cuatro vocablos
nos cause tan malos ratos, (…)
Oscuran mi pensamiento
palabras y más palabras,
espero que pronto se abra
la luz de mi entendimiento (…) (vv. 1-4, 11-14, p. 205).
artes lingüísticas y rival del cantor, según la cultura popular. El planteamiento del
(velorio del angelito), el discurso fúnebre manifiesta no solo las creencias espirituales de
personajes acaudalados y el rezo en los velorios del estrato social bajo. Mientras
aquellos buscan lucir palabras elegantes ante los asistentes, el rezo comunitario de los
333
La hablante escucha con distancia el habla pomposa del funeral del rico (XXXIII,
v. 47, p. 88). Estos discursos grandilocuentes, además del lujo del cortejo, merecen la
una marcada connotación ética y social, que se posiciona como una denuncia de las
trampas lingüísticas de los aprovechadores, aquellos que emplean las palabras como
instrumento para engañar. Es, además, un lenguaje vacío, palabrería vana, hecho de
“forma” de la obra lírica. Dentro de la religiosidad popular que impera en las Décimas,
campesina, son las mujeres las encargadas de rezar junto al difunto y de preparar el
334
espacio en el que se realizará el velorio. El rezo y el canto ayudan al recién fallecido en
chileno:
comunidad. En las Décimas, el velorio del padre de Violeta transcurre de forma similar:
335
lo suben en dos columnas;
las rezadoras le arrullan:
que Dios lo tenga a su lado.
(…)
Su vieja hermana le reza
con sentimiento sincero (…) (XLVI, vv. 31-40, 57-58, p. 114, los
subrayados son míos)
Más que una relación entre las mujeres y Dios, se produce un vínculo compasivo
entre las mujeres y el alma del difunto. Las rezadoras arrullan al muerto, como si fuera
un niño que debe dormir; el rezo se configura como un discurso sagrado, comunitario,
donde el lenguaje del rosario se considera sagrado. De la misma forma en que la mujer
En las Décimas, el lenguaje sagrado, ya sea como canto o rezo, surge como
consuelo de los sufrimientos. Así, luego del desalojo de la casa, Violeta relata,
las letanías, las salves y los rosarios, / como inocentes canarios (…)” (XXXVII, vv. 23-
27, p. 95). Especialmente, los rezos consuelan ante el fenómeno de la muerte, cuyo
efecto no puede contrarrestarse con nada, mucho menos con el lenguaje erudito, o el
pomposo:
336
El fragmento representa la creencia en que la muerte es lo único que iguala a
pobres y a ricos -el tópico medieval de “la muerte igualadora”. Cada uno de los
elementos de las ceremonias fúnebres busca prestar un servicio al alma del difunto. En
este ámbito, es destacable la ceremonia del velorio del angelito, proveniente del
medioevo hispánico, recreada en las Décimas en dos episodios: el velorio para Vicente,
niño enfermizo, hijo de los campesinos Peta y Acario, y los versos dedicados a Rosita, la
recreada. La religiosidad popular latinoamericana realiza un ritual para estos niños que
fallecen a temprana edad, denominado “velorio de angelito”, tradición andaluza que los
estratos populares en América asimilaron, y que constituye uno de los “vértices” (F.
337
décima XXVIII narra el proceso de la enfermedad del niño, quien poco a poco fue
necesidades del enfermo: “Cuidándolo noche y día, / se le da agüita del cielo. / Los
pasos van por el suelo / sin golpes ni gritería” (vv. 11-14, p. 77). La pobreza del núcleo
Violeta identifica con la locura: “Mi mama se desespera, / y a Dios le dice leseras / la
La madre enrostra su dolor a Dios, quien “ha permitido” o “ha escrito” el destino
presidente.” (vv. 37-40, p. 78). Por ello, la muerte infantil es uno de los temas en la obra
de Parra en que lo celeste (los designios divinos) se entrelazan con lo terrestre (la
338
fallecido, es la de un niño que duerme: “Parece que está durmiendo / no más aquel
Según los rituales del velorio del angelito, el niño se vistió “Con ‘alba’ color
armiño” (v. 45, p. 78). Sin embargo, el texto no incluye Canto a lo Divino por Polito,
sino que cierra con la reflexión de Violeta sobre el dolor de la madre, que asimila a una
prisión: “No tan ausente el criterio / me anuncia muy pequeñita, / qu’ en libertad mi
El primer velorio del angelito que las Décimas registran con detalle es el de
Vicente (décimas LI-LV). La décima LI se refiere a los preparativos del velorio, y las
implementos a usar en el velorio (LI): el “alba” o túnica blanca que vestirá el niño,
cortada con tijeras nuevas por su madrina; papel plateado para confeccionar guirnaldas,
estrellas y otros adornos; se bebe “gloriao” -licor que contiene aguardiente, azúcar y
agua caliente-, cuyo nombre tiene que ver con el destino final del alma del niño, la
Gloria.
que se distingue un ritmo monótono y lento, que estructura cada elemento del ritual; de
esta manera, la recreación del velorio de angelito es otro elemento que recupera una
performance, en la que no solo resulta relevante el canto, sino cada detalle. F. Sepúlveda
(1983) señala: “El ritmo regla el modo de duración del acontecimiento y convoca a su
339
ocurrencia a la palabra, al gesto, al paso coreográfico, a diversos comportamientos, todo
El rito del angelito es una instancia sagrada que acompaña al alma en su trayecto
desde los espacios terrestres hacia los celestes. El niño se viste como ángel -túnica,
corona y alas- y el lugar del velorio se adorna con astros de papel plateado con el objeto
aéreo” (F. Sepúlveda, 1983, p. 13), como pájaros, viento, aire, “el alto misterioso”, que
se refiere a la Gloria.
Chavarría “No es que el niño se haya muerto, él viaja a la vida eterna. Es el paso vida-
viaje, que consiste en vivir, morir, e irse a la vida eterna” (Ver “Anexo 1”).
El alma del niño se halla en un espacio intermedio entre el cielo y la tierra, por lo
que el rito se estructura en dos ejes: la familia, núcleo en que se destaca la madre y los
padrinos, de quienes el niño se despide para ir a vivir “mejores horas” y para integrarse a
Dios.
340
Hay una función que enhebra todos estos personajes de tan diverso
estatuto ontológico: todos son mediadores (p. 13).
Todos estos seres divinos encarnan el rol que cumplirá el niño por la eternidad, la
su programa radial “Canta, Violeta Parra” dio a conocer el ritual y en las Décimas le
Como señalaba, la décima LI recrea los preparativos del rito; pero, además, la
hablante realiza en ella una defensa acérrima del trasfondo espiritual del velorio,
canto por angelito, que se iniciará en la décima LII, la relevancia espiritual de esta
tradición.
que en la canción popular se refiere a los temas. La décima LII es el primer fundamento,
Cada estrofa se estructura entre el eje terrestre (primeros cinco o seis versos) y el
eje celeste (últimos versos). En la primera estrofa, se saluda a la persona más importante
en el ritual, la madre, pues porta el dolor mayor; pero a partir del verso 7, se alude al
235
En el apartado 5.6 del presente capítulo, que aborda la funcionalidad del arte, tomo el ejemplo de la
décima LI para referirme a la conservación de la tradición.
341
destino del niño: “vas a preciosos lugares / donde te espera un jardín, / bonito es el
una continuación de la vida, en la que el niño seguirá jugando en jardines, con un nuevo
(lo celeste); la tercera estrofa se divide entre el saludo al altar del bautizo del niño y el
vuelo del niño a los cielos. A partir de esta estrofa, la cantora destina más versos a lo
celeste que a lo terrestre, hasta que la imagen del angelito, por acción del canto, se
instala en el cielo. El canto acompaña y motiva el ascenso del alma del niño.
sino que es “(…) el día feliz / que Dios te llevó a los cielos” (vv. 31-32, p. 126). La
última estrofa saluda a los elementos terrestres que por tradición se vinculan a los cielos:
los pájaros, sus cantos y la luna, que permiten situar al angelito definitivamente en La
Gloria: “Saludo conjuntamente, / los pájaros y sus voces, / que te conducen veloces
(…)” (vv. 41-43, p. 126)236. La luna contemplará cómo el niño es adornado con una
236
Estos versos de las Décimas, incluido el que los precede -“Saludo conjuntamente” (v. 41)- son
exactamente iguales a los que Fidel Sepúlveda (1983) cita en su artículo como provenientes de versos
tradicionales del canto por angelito y parte de una estrofa mayor, aunque no especifica su fuente. Quizás
esta sea el texto de Miguel Jordá citado en la bibliografía, Versos a lo divino y a lo humano (Santiago,
342
estrella en la frente, obtenida del “trono de Salomón”. El angelito ha sido coronado
como mediador.
(glosada), que se inicia con una cuarteta y se glosa en cinco décimas. La pasión de Jesús
tanto el ámbito sonoro como el visual: “S’escurecieron los cielos / con todos sus
elementos, / bramaron los cuatro vientos” (vv. 5-7). La naturaleza expresa su dolor por
la crucifixión.
pero que añaden dramatismo a la escena: “Repican los campanarios” (v. 25). El texto es
coherente con la visión negativa de los judíos en el medioevo europeo: “Judíos como
lairones / ungieron a Barrabás (…) Judíos más indecentes” (vv. 15-16 y 35).
que escenifica la resurrección de Jesús, uniendo de esta forma los contrarios: muerte-
Mundo, 1974). Si estos versos provienen de la tradición, se comprueba la diferencia sustancial que media
entre el canto por Vicente y el canto por Rosita, pues este último, más que una recreación, es una nueva
versión, más íntima, como también más creativa, de este tipo de canto.
237
Me refiero a la décima de “despedida” en el apartado 3 del presente capítulo, “Introducción al estudio
de Décimas. Autobiografía en verso”.
343
Se destaca de esta forma la relación madre-hijo, que alegoriza la relación de la
madre en duelo en el velorio y su angelito, el que también cumplirá, así como Cristo, la
función de mediador en la Gloria. Jesús, más que un salvador, es en esta décima el hijo
fallecido de la Virgen, pero que pronto pasará a la eternidad, tal como el niño que se está
velando.
bíblica, pero a diferencia del sufrimiento de Cristo, remite al goce humano. Este tercer
fundamento del velorio es el “verso por sabiduría”, que recrea el libro de Ester. La
enamoramiento “a primera vista” del Rey Asuero por la joven Ester, el deseo “loco” por
denominada “cuncunato” (concubinato), debido a que el rey estaba casado con la reina
realidad tiene otro sentido238. Al parecer, la tradición popular no acepta que la primera
esposa del rey sea “desechada”, como narra la Biblia, y sea reemplazada legalmente por
una segunda mujer, en el contexto de que la palabra real constituía la ley. Esta situación
238
El libro de Ester narra que Asuero desechó a Vasti como esposa porque la reina desobedeció una orden
suya; entonces, resuelve buscar una nueva esposa; se reunieron muchas jóvenes con grandes cualidades,
entre las que Asuero escogió a Ester, pues se enamoró de ella. El banquete realizado fue en honor de las
bodas de Ester y Asuero.
344
El rol de Mardoqueo, quien en el texto bíblico se caracteriza por la prudencia y la
sabiduría, es interpretado por la cultura popular como propiciador de los amores ilícitos
de Ester. Él la lleva ante el rey para que lo seduzca (vv. 3-4). Vasti, por su parte, no
había sido desechada antes, según la décima, sino que se va del palacio, ofendida por la
chilena y contempla una fuerte carga erótica y sensual, no solo relacionada con el deseo
del rey por la joven, sino con las descripciones de la fiesta y la alegría del rey al obtener
a Ester, que se hace extensiva a todos los invitados. El “banquete” es un motivo del
Virgen y los Santos participan, bebiendo y comiendo en abundancia (Salinas, 1991, pp.
196-216). En la décima, la fiesta posee una duración hiperbólica: ciento ochenta días con
sus noches.
popular chilena percibe la vida y la muerte en una unión indisoluble, aunque se debe
reconocer que el dolor por la muerte de un hijo es abismante, como se ha dicho sobre el
contradictorio con esta visión jubilosa, que quizás se genera como una forma de
conformar a los deudos; la muerte es solo el paso a una vida mejor, por eso se espera al
345
es otra manera de entender la muerte. En nuestra mentalidad de citadinos
no nos cabe esto, que incluso a la salida del cementerio repartan
sándwiches. Para el funeral de don Fidel (Sepúlveda, profesor de estética
y estudioso de Violeta Parra) fue así, sabiendo como era él, a la salida del
cementerio se instaló una camioneta con pan amasado, “tumbas” que se
les llama a las presas de carne, y vino. Celebrar estar para siempre allí en
la eternidad.
Esto es al margen de las iglesias, porque hay cosas de la tradición
que las iglesias no aceptan; esto es religiosidad popular (Chavarría, ver
“Anexo 1”).
entender este fundamento en un velorio por angelito. La muerte no es el final, sino que
Los temas bíblicos que aparecen en esta recreación del velorio por angelito
popular chileno. En el caso de los amores de Asuero y Ester, la particular mirada sobre
la historia se realiza utilizando una serie de términos que acercan el relato a la cultura
chilena: el “Cuncunato” (v. 2), el “feliz pololeo” (v. 49), el rey fue “flechado” (v. 9),
Vasti “pronuncia mil garabatos” (v. 27), los invitados “se pegan como una lapa” (v. 46)
comunicación. La cantora presta su voz al niño para que se despida. Así, como en el
346
verso por saludo, la madre es el personaje que se nombra primero; su hijo le pide
reiteradamente que no llore, para que sus alitas no se mojen (v. 21).
corresponde a la Gloria: “m’esperan los serafines, / con nuestra Maire Santísima / Ave
María Purísima, / responden los querubines” (vv. 47-50). La figura de Dios está ausente,
décimas sean las que impliquen una relación intertextual más intensa con la tradición
que cualquier otra décima de la autobiografía. El segundo velorio por angelito del texto
es una recreación más libre y por lo mismo más íntima, personal y desgarradora; son las
fundamentos: “Verso por la niña muerta” (décima LXXXII), nombre con que se conoce
corresponde a las normas del rito: “Yo he conocido cantoras a las que se les murió su
239
Se ha comentado anteriormente la concepción de la vida como “un valle de lágrimas”, propia de la
cultura popular, que se manifiesta en las Décimas.
347
guagua, pero ella no cantó, porque la mamá no trabaja. Esto es igual que en el velorio de
mesa, debe estar al lado del ataúd” (Chavarría, ver “Anexo 1”).
Parra utiliza creativamente este ritual para vivir el duelo por su hija Rosita; de la
tradición, emplea la figuración de la niña como una “paloma blanca” (LXXXII, v. 2), y
querubín, los ángeles cantan, el arroyuelo también, hay un jardín de flores. A diferencia
de la tradición, está presente la figura de Dios en la Gloria y, según el ángel que se lleva
tierra. En la décima LXXXII, Rosita, por indicación del ángel que la viene a buscar (otra
innovación de la autora: un ángel llega “en una linda potranca” (v. 3) a anunciar su
muerte a la niña), le contará su final glorioso a la madre cuando esté dormida, para que
“tú irás en su compañida / en forma de mariposa / para cuidar afanosa / cuando se sient’
La innovación mayor que Parra realiza al ritual es que Rosita pueda desplazarse
entre los ejes terrenal y celestial, y retornar a la tierra metamorfoseada, para seguir
Vicente, el eje terrestre va quedando atrás para el niño, quien permanece retenido para
348
Parra incluye esta creencia profana en su canción: “El rin del angelito” (1964-
1965): “Cuando se muere la carne / el alma busca su sitio / adentro de una amapola o /
dentro de un pajarito” (Parra, 2005, p. 119). La canción presenta más de una respuesta
frente al misterio del más allá. El alma reencarna en otros seres, asciende al cielo, o baja
cristianismo: “Cuando se muere la carne /el alma se queda oscura”. Esta serie de
Décimas.
alguna manera.
estando en este lugar se despide de su hija: “En este jardín de flores / entremos por un
popular, la cantora se refiere a la Gloria, pero no “entra” en ella. Violeta ha entrado por
unos instantes a este lugar privilegiado, a dejar a su niña. Situada en este lugar ve a Dios
y a los apóstoles a la derecha, y a los ángeles en un jardín al lado opuesto. Las aves, los
representantes del cantor popular, ordenan de esta manera el cielo: “los pajaritos
349
El “verso por confesión” (LXXXIII, pp. 187-188) expresa con mayor
entronca con la culpa por haber dejado a la niña mientras estaba en Europa. En el
apartado sobre “la carta”, he mencionado a la niñera inconstante, la luna, que descuida a
abrir la carta portadora de la nefasta noticia: “p’a que el alma se me parta / por no tenerla
jazmín” (v. 11); en la décima LXXXIII, las imágenes florales continúan en estos versos,
deshojó la rosa; / muy triste quedó la planta, /así como la que canta / su pena más
La hablante se justifica como madre, pues se siente juzgada por su entorno y por
la divinidad. Asume la muerte de la niña como su falta: “el mundo será testigo / que hei
de pagar esta falta” (vv. 9-10). Violeta esgrime razones que prueban sus cuidados
Enumera los cuidados que tuvo con la hija, suplicando el perdón de la Virgen,
paradigma de la maternidad, sin embargo, nada logra atenuar la angustia que sufre.
240
O habría que decir “se quedaban”, porque el año 2007 la Iglesia Católica eliminó oficialmente el limbo
(Lara, 24 de abril de 2007, s.p.).
350
Las Décimas finalizan con este círculo de dolor eterno: llanto, culpa,
justificaciones, sufrimiento, llanto; Violeta afirma que tanto en la noche como en el día
sufre; no se resigna a la pérdida, pues la imagen de la niña viva persiste: “es contar y no
creerlo, / parece que la estoy viendo, / y más cuando estoy durmiendo / se me viene a la
superar su tristeza, incluso instándola a no llorar, pues el velorio se genera como una
celebración de la vida celestial del niño; en esta nueva versión del rito, Violeta no logra
de la niña, asegurando que vive: “en pecado mortal” (v. 32); de esta manera se
241
El hecho de viajar a Polonia es ya un motivo de intensa culpa para la hablante, quien asume que dejó
“botá” a su hija, además en la época invernal, en la que los bebés requieren intensos cuidados para evitar
enfermedades. Violeta se autoinflige un castigo eterno: “pocos serán los desvelos, / dice l’orar profetorun,
/ p’aquella que su angelorun / deja botá’ en el invierno, /arrójenla en los infiernos / p’a sécula seculorum”
(LXIX, vv. 55-60, p. 160).
351
LXXXI, que quizás hubiese sido la más apropiada para cerrar la obra, pues mantiene la
gracias a una especie de ley compensatoria, la hablante obtiene un nuevo regalo. Alonso
(2011b) afirma que: “En el acontecimiento del encuentro con la nieta los efectos
más bien por la infinita responsabilidad ante el regalo de vida cifrado en la nieta” (p.
23).
352
La vida se regenera y se transforma a cada momento; de ahí que los ejes de la
se desplaza desde el Paraíso hacia Valparaíso; la corbeta (terrestre) brilla como cometa
(símbolo aéreo); la vida de la hija que se fue se vive a partir de la nieta. La propia
muerte está lejana, por tanto, la vida vuelve a comenzar una vez más.
Cada uno de los aspectos comentados en este apartado -la estrategia discursiva
híbrida del texto, la compleja relación con la escritura, en especial con la de índole
oficial, la elaboración del lenguaje con énfasis en los elementos que evocan lo fónico-
sabiduría campesina que la hablante utiliza para construir su autobiografía. Las formas
común. De esta manera, se entiende que el arte musical o poético se comprenda como un
353
servicio, un trabajo en beneficio de otros/as, que es parte constitutiva de la identidad
de esta forma de ver el mundo, que incluye la cercanía con el espacio rural, la noción
vida, aspectos que he vinculado a partir del concepto de “mente oral”. Este último
término enmarca una lógica fundada tanto en lo empírico -la experiencia, la aplicación-
popular y la canción.
Esta forma de entender el arte es reflejo de la manera en que la autora asimiló lo artístico
y lo unió a su vida.
vida propiciaban o requerían; las temáticas, e incluso los materiales de trabajo están
del momento estético formal sin olvidar las condiciones concretas de su producción” (p.
47).
354
El concepto de “autonomía condicionada” fue desarrollado por Escobar a fin de
explicar los mecanismos de producción del arte popular. En el transcurso de este estudio
(2008) señala que los rituales constituyen un “conjunto híbrido en el que la función
estética sirve, una vez más, de aglutinante de las otras: religiosas, sociales, lúdicas, etc.”
(p. 60).
una característica de las distintas expresiones del arte de Parra, lo que se explica a partir
concebir la vida vinculada a la cultura popular chilena. La unión del arte y la vida -de lo
concepto de “arte global”: “la separación entre la vida profesional y la vida privada es
uno de los privilegios de la vida burguesa que las clases populares están aún en vías de
conquistar” (p. 45). La unión del arte y la vida en la obra de Violeta Parra es entendible
355
desde esta aseveración; habría que agregar que la cultura popular chilena se refiere
En las Décimas, la hablante se define como cantora, es decir, artista, por lo que
artístico se generó en el marco del cultivo de estas tradiciones como modo de vida y de
hacer arte.
Se debe recordar que el concepto de la vida como arte no solo remite a los
románticos, sino también a los juglares y trovadores medievales, cuya materia poética
era recogida tanto de sus viajes como de sus propias experiencias. Este antiguo sustrato
popular se vivencia en la autobiografía de Parra, pero ella lo amplía a cada uno de los
menesteres que ejerce como protagonista de las Décimas; sus oficios permiten una
(arte popular) – universal y abstracto (arte culto) para demostrar las fronteras difusas de
ambos reinos artísticos en las Décimas, aun cuando su base sea popular.
356
8. Lo particular y lo universal de las Décimas
diferencia del “arte culto”, pues este propende hacia temas universales e intemporales.
En las Décimas, se manifiesta una perspectiva tan particular como universal; asimismo,
popular convencional, y por cierto, para una cultura principalmente oral. A pesar de que
la hablante de las Décimas manifiesta una mente oral, es importante recalcar que, en un
de temas universales.
la historia de Violeta que van a trascender hacia lo universal, pero no son los únicos.
partir del caso del padre; la modernidad, a través de los cambios en la sociedad chilena;
357
8.1. Un mundo partido “mitá a mitá’”
económica de su familia, en comparación con los bienes de los patrones. Este balance se
(XVII), la hablante y sus hermanos entran al jardín de sus arrendadores, que se mantenía
con llave.
patrona se encontraban ausentes: “porque las veces que vieron / el jardín de la Toyito, /
sería por un hoyito, / por permisión de los cielos” (XVII, vv. 27-30, pp. 55-56). Este
jardín es una especie de Edén, “huerto glorioso” (v. 21) al que les está vedado el acceso.
Hacen travesuras y destrozan el jardín, por lo que serán duramente castigados. En medio
de los juegos, Violeta se sube a un castaño y desde el jardín de los patrones, “el más
Y siento en el corazón
pinchándome un agujón
al ver mi sitio pela’o
brillando como un pesca’o
sin ni siquiera una flor. (vv. 46-50, p. 56)
negativos de la ley de “propiedad privada” y comparar las dos mitades en las que está
dividido el mundo, según su particular visión: los ricos y los pobres. Los ricos
358
obviamente son la clase privilegiada, que tiene a su haber el derecho de posesión de lo
más valioso y bello. En estos versos, el tema del jardín plasma la diferenciación de
clases. El jardín de la patrona es la personificación del Edén en la tierra, una fiesta para
los sentidos de los niños, con perfumes, olores, texturas y visiones maravillosas, jamás
Los pobres, en cambio, viven en la “casa de atrás”, la más pequeña, fea, que hace
sombra a la de los patrones; el jardín no posee ningún atractivo para los niños, pues, en
realidad, el sitio está “pelao”; en una familia con tantas necesidades, no hay dinero ni
tiempo para cultivar y cuidar flores de lujo, como las de “la Toyito”. Los niños no tienen
el jardín de la patrona está diseñado como objeto de lujo, para ser mirado, lucido.
Entre las ramas del castaño, Violeta obtiene una vista privilegiada, que la
distingue del resto de sus hermanos. Debido a su ubicación, es la única que puede
contemplar el evidente contraste. La niña resiente esta desigualdad y sufre una “punzada
retoma el relato del destrozo del jardín y las consecuencias sufridas a causa de ello.
359
dijo el Señor a María:
son para todos las flores,
los montes, los arreboles.
¿Por qué el pudiente se olvida?
A pesar de que este es un tema social, el conflicto se vincula, para Violeta, a una
apela a Dios, y atribuye la escisión entre clases a la “maldad” de los ricos. Según los
versos de la primera estrofa, el orden del mundo, impuesto por los ricos, está en
desacuerdo con el diseño de Dios. Los ricos se ubican, entonces, lejos del ser superior.
ricos, en el imaginario popular, resultan ser la encarnación del mal, mientras que a los
pobres se les identifica con el bien. Salinas (2000) afirma que en el imaginario popular
del siglo XIX, “La vinculación entre Satanás y la riqueza es directa” (p. 34). En la
cultura popular chilena, el demonio se viste como un “futre”, un caballero elegante, que
en numerosos relatos populares realiza un pacto con campesinos, quienes así obtienen
cuantiosas riquezas.
360
De esta manera, la cultura popular no interpreta positivamente la acumulación de
bienes, más bien, con malicia, elucubra que tanta riqueza implica “gato encerrado”, es
honestos. Esta percepción popular de la riqueza es coherente con las Décimas. En ellas,
comportamiento de los ricos. El texto presenta un breve diálogo entre Dios y la Virgen
María, en la que este formula interrogantes sobre la conducta de esta clase social; el
guarda silencio ante las preguntas de Dios, quizás porque tampoco comprende a los
ricos.
es decir, reza, va a la iglesia, reverencia a Dios y a la Virgen, para Violeta, todo eso no
las que Parra critica en décimas y canciones. A modo de ejemplo, el motivo de “la vida
242
Salinas (2000) comenta: “La situación social de Europa, visible desde los tiempos de la Edad Media
feudal, introdujo difíciles desequilibrios en la alimentación de sus poblaciones. Mientras el pueblo llano
sufría del hambre, las clases señoriales exhibieron sus dietas privilegiadas. El mayor escándalo era la
nobleza eclesiástica que mostraba un sobrepeso por completo ajeno a la sencillez del evangelio. El
361
poesía popular chilena. En las Décimas, Violeta contrapone su hambre -otro motivo de
la poesía popular- y su pobreza, a la vida de fraile: “no era vidita de fraile / la que pasé
Llama la atención que en el texto sobre “la maldad del rico” la riqueza no
consista en los bienes materiales, sino en la naturaleza: flores, montes, arreboles, sol.
Recordemos que esta décima se genera a partir del episodio con el jardín de la patrona,
placer de poseer lo que les debería pertenecer a todos, según el mandato divino. Los
acusa de acaparar por “rabia” las flores, y de manipular el poder político: encierran a los
escapa el sol es porque existen leyes naturales que lo impiden; sin embargo, aquello que
maldad.
refranero español tomó nota de esta condición: ‘Abades, rocío de panes’, ‘En casa del abad, comer y
llevar’” (p. 281).
362
ubicación en el lugar desmedrado de la escala social; entonces, el destrozo de las flores
Si entonces no lo supimos
seguro lo sospechamos,
porque nos faltan las manos
pa’ los botones más finos.
Era un festín tan divino
el naufragar de las olas
que hacían las amapolas,
clarines y cardenales.
Ni por cinco mil reales
celebración más monona. (XVIII, vv. 21-30, pp. 57-58)
Con un criterio de adulta, Violeta recuerda los trozos de flores como olas entre
ella y sus hermanos, una fiesta de colores y risas, que los sitúa en rebeldía frente al orden
establecido. Tanto así, que la sensación experimentada “no tiene precio”; no existe
rendir cuentas al patrón, como sus padres, de tal forma que las normas sociales son
Es interesante que el jardín patronal se configure como un Edén, pues este regalo
de Dios a la humanidad fue vedado a ella misma a causa del pecado; de esta forma, los
con esa escena primordial: “En un dos por tres, señores / hicimos las de Caín” (vv. 31-
32, p. 58). La presencia de los pequeños Caínes refuerza el imaginario edénico, así como
363
también “(…) una flor de zapallo / que culebreaba en la higuera” (vv. 37-38, p. 58); la
Los niños son castigados duramente; ante el orden social impuesto por los
patrones, y asumido por los padres, las connotaciones espirituales se invierten; las leyes
el orden divino, argumento de la hablante, los niños fueron los que cometieron el delito;
son llamados “chiquillos de los demonios” (v. 46). Piden auxilio a San Antonio, pero el
castigo les deja, significativamente “con un susto del demonio” (v. 50).
La pregunta latente es, finalmente, cuál de los dos delitos es mayor y quién es el
verdadero demonio. La obra de Violeta Parra hace causa común con la interpretación
que la cultura popular en sus manifestaciones artísticas entrega del fenómeno; asimismo,
estructuras sociales, del clasismo, que así como divide a su país, divide al mundo. Esta
división esencial se percibe en íntima conexión con la lucha espiritual entre las fuerzas
del bien y del mal. Es destacable que las anécdotas autobiográficas de las Décimas sean
el elemento que gatilla reflexiones filosóficas, sociales, políticas o religiosas, que dan
celeste.
364
8.2. El cuerpo
contemplan una serie de marcas negativas, que dan cuenta de una existencia sufrida243.
tristeza dejan huellas corporales que la hablante lamenta, pero sobrelleva. Asimismo, la
hablante de las Décimas se autocalifica de manera frecuente como fea, lo que en la niñez
la sitúa en una condición inferior con respecto a sus pares. Su supuesta fealdad era
reafirmada por la familia, tal como le ocurrió a la autora de acuerdo a los testimonios de
sus cercanos244.
apariencia, lo que generó una imagen desagradable de sí misma. Durante sus primeros
años, según los relatos de la madre, era un hermoso bebé; sin embargo, diversas
243
Según Agosín y Dölz-Blackburn (1988) la temática de la fealdad física en las Décimas vincula a Parra
“con todo un grupo de mujeres artistas que trabajan por medio de sus escritos y visiones en la constante
elaboración del cuerpo femenino” (p. 105).
244
Hilda Parra recuerda: “mi mamá dice que la Violeta era muy bonita… hasta que esa maldita peste le
marcó la cara. Seguramente que ella después, como sus compañeras de escuela eran más buenasmozas
(sic), más arregladas, entonces ella se sentía acomplejada. Por eso habla en las décimas de su fealdad”.
(Subercaseaux, et. al., 1976, p. 12). Curiosamente, Hilda considera la fealdad como una característica de
todos los hermanos Parra, heredada de la familia Sandoval: “A pesar de que todos los Parras somos feos.
Hombres y mujeres. Siempre Nicanor y nosotras le preguntábamos a mi mamá ¿A quién salimos tan feos,
mamá? A los abuelos, a la familia mía, decía; porque la familia de ella parece que era feaza [sic]”
(Subercaseaux, et. al., 1976, p. 13). El recuerdo de Hilda se contradice con la décima dedicada al abuelo
materno, que habla de su belleza física, independiente de sus cualidades morales: “parece mi lindo abuelo
/ algún arcángel del cielo / gemelo de Juan Bautista” (V, vv. 22-24, p. 31).
365
Dice mi mama que fui
su guagua más donosita,
pero la suerte maldita
no lo quiso consentir;
empezó a hacerme sufrir
primero, con la alfombrilla,
después la fiebre amarilla,
me convirtió en orejón.
Otra vez, el sarampión,
El pasmo y la culebrilla. (IX, vv. 11-20, p. 39)
calificar su destino como “La suerte mía fatal” (IX, v. 1, p. 39); estas dolencias no solo
cuerpo, por lo que son concebidas por la hablante como verdaderos “azotes” (IX, v. 8),
cuyas secuelas persisten por años (“dejándome años enteros / sin médula y sin
enfermedad que la mantendrá postrada con fiebre. En ese contexto, el único consuelo es
su madre, quien intenta aliviar sus síntomas con métodos caseros y rezos. Poco a poco,
de la que primero ha sido víctima: “Nadie sospecha jamás / quién era la causadora, / de
tales malditas horas; / seguro no se sabrá” (XII, vv. 11-14, p. 45). El contagio en Lautaro
es tan extremo que un ave -la imagen del cantor popular- también se contagia: “y hast’el
366
gorrión en su nido / gorjea muy condolido / con el microbio en la rama” (XII, vv. 28-30,
p. 46).
A pesar de la distancia que media entre el discurso poético y los hechos -la
deformaciones sufridas.
manteniendo la tercera persona cuando habla de ello: “se convirtió en una escombra, / se
le asentó la carita. / Y hasta su madre se agita / cuando la mira y la nombra” (XIII, vv.
una enorme distancia entre la belleza de sus compañeras y su fealdad, a lo que se une la
367
pobreza en que vive. Sus compañeras la estigmatizan con apodos que Violeta justifica
porque parezco un espanto / (…) la Viola, una garrapata / menor d’un profesorcito (…)”
cielo. Al ser testigo del acoso de los locutores de radio hacia las jóvenes cantantes en
acosadores: “Gracias a Dios que soy fea / y de costumbres bien claras (…)” (LXVIII, vv.
21-22, p. 157)245.
desnuda en un río, se asusta al ser vista por los animales: “me baño escondidamente, / no
habiendo nadie presente; / me asusto al verme pilucha, / porque me han visto una trucha
Las marcas corporales de Violeta aumentan en su juventud por el duro trabajo del
campo. Al pensar en su padre enfermo, enuncia: “¡Ay! Si mi taita supiera / la herida que
hay en mis pies, (…)” (XLV, vv. 27-28, pp. 111-112). Su padre no estaría de acuerdo
con sus labores si viera sus magulladuras. El trabajo en los trigales durante el verano
maltrata su cuerpo: “Se desespera mi pecho / al arañar mis canillas, / la planta y las
245
Así como en las Décimas Parra termina reconciliándose con su fealdad, y habla de ella sin eufemismos,
en las cartas que dirige a Gilbert Favre la asume como una condición más de su persona: “Mis dedos
tienen un anillo imaginario. Yo lo puedo ver con mis ojos mágicos. Se ve mi cara fea en el brillo de mi
anillo” (Isabel Parra, 1985, p. 76). La fealdad no es un obstáculo para el amor entre ambos, ni resulta una
ofensa mencionarla. De esta forma, tiernamente le escribe a Favre: “¿Qué hago sin tus manos feas?”
(Isabel Parra, 1985, p. 73).
368
pantorrillas, / me brota una sangre roja; / con una patita coja / voy recogiendo semillas”
pues adelgaza de manera enfermiza: “tres vueltas daba la cincha / al pobre esqueleto
mío” (LXIII, vv. 43-44, p. 148). La hablante persiste en esta idea de la fatalidad que la
se metaforiza con una marca corporal, una carga. Al irse del hogar, se lleva a sus hijos
en los hombros, pero lo soporta, pues es parte de su proceso de liberación: “con fuerza
Violeta Parra / y al hombro con dos chiquillos / se fue para Maitencillo / a cortarse las
amarras.” (LXIII, vv. 47-50, p. 148). Las experiencias corporales sufridas por la
hablante la han fortalecido, por lo que sus hijos no representan una carga imposible de
sobrellevar.
hija menor, Rosita, durante el viaje a Polonia, provoca molestias en sus pechos por la
369
Esta molestia física deriva en la culpa de la hablante por haber dejado a su
pequeña hija, lo que conlleva mayor dolor ante la obligación de reemplazar a Rosita por
“una guagüita cualquiera” (LXX, v. 22, p. 161) en Argentina, a fin de vaciar sus pechos.
problemas: “Cuando regreso al país, / el alto montón d’escombros / que cae sobre los
hombros / d’esta cantora infeliz” (LXXXI, vv. 1-4, p. 183). Sin embargo, la experiencia
le ha enseñado y fortalecido, pues la niña enfermiza que fue ayer es en el presente una
mujer sana y tranquila: “Total, con calma y salud / voy enfrentando la vida” (LXXXI,
relaciona con la configuración del amor como una enfermedad246, cuyos efectos son
dolencias físicas. Este aspecto se aprecia en las “Composiciones Varias” anexas a las
amor” y “A los dos años cumplidos”, poetizan los efectos del desamor como síntomas de
posible, me digo, / que siendo yo tan pequeña / se me descarguen las peñas / y siempre
me quede al frío” (“A los dos años cumplidos”, vv. 21-24, p. 201). En estos versos es
246
En el capítulo 4 desarrollo el tema, a propósito de la décima “Con mi litigio de amor”.
247
En mi trabajo ya citado sobre la décima “Engaños en Concepción” analizo este aspecto, incluyendo
algunas cartas de Violeta Parra a Gilbert Favre, en las que la tristeza de la separación se homologa al frío.
370
posible apreciar la posición vulnerable en que la hablante se percibe a sí misma: debe
Aunque las experiencias vinculadas con el cuerpo femenino en las Décimas son
los cánones de belleza, el dolor ante la estigmatización, las labores domésticas, los
pobreza, hambre y sin mucha ayuda, en una época en que aún no se debatían las
consideraba natural. Las Décimas muestran la realidad con toda su crudeza, pero
371
9. Conclusiones
pues utiliza la métrica y el estilo del Canto a lo Poeta. Esta obra resulta un producto
elementos literarios.
pájaros, árboles, campos, siembras; estos son algunos de los elementos que sirven para
generación, y una visión cíclica del tiempo, la que se relaciona con algunos tópicos
aspecto, la presencia del acervo cultural medieval, sustrato de la cultura popular chilena,
medievales observados, como el “ubi sunt”, “el mundo al revés”, y “la muerte
372
Tanto en las escenas de campo como en las de ciudad es común el imperativo de
de Parra, la escritura, el canto y la costura se entrelazan para dar cuenta de una obra
singular e híbrida.
La escritura poética se integra a una totalidad artística mayor, donde los oficios
del canto y de la costura implican funciones equivalentes a la poesía. De esta manera, las
mujer que se caracteriza por hacer de todo (partera, rezadora, componedora de huesos,
entre otros menesteres) resulta una fiel imagen del “arte global”.
Es destacable que este arte global se sustente en la concepción del arte popular
que es funcional, por tanto, las manifestaciones artísticas de las Décimas sirven para
Violeta Parra mantiene la tensión entre la oralidad y la escritura, doble vertiente que se
escrita. Ambas tradiciones forman parte del sustrato popular de las Décimas, pero
373
y la “metatextualidad”. Asimismo, el nivel reflexivo de la hablante no es característico
del arte popular, sino que es una de las características singulares de esta obra.
que se identifica con el oficialismo; Violeta le otorga gran relevancia a los aspectos
destaca entre todos los oficios de las Décimas, pues permite la expresión de afectos a
amor de Violeta por el canto es evidente; por extensión, desarrolla una relación afectiva
con los instrumentos, e incluso en algunos textos analizados, la guitarra resulta una
Dentro de las manifestaciones del Canto a lo Poeta en el texto, una de las más
por la comunidad; asimismo, la autora se apropia de este rito para vivir el duelo por su
musical, poética y visual de Parra. La preocupación por el paso del tiempo y por la
374
terrenal se entrelaza con el eje espiritual, resabio seguramente del imaginario popular
medieval.
Uno de los aspectos más llamativos del lenguaje de Parra es su dimensión ética,
que deriva de la religiosidad popular. Temas como la división entre ricos y pobres, el
vicio del alcohol, que atraviesa espacios y clases sociales, el trabajo infantil, la
modernidad, entre otros, permiten que la hablante se plantee de forma ética con firmeza.
identificación de los lectores con los temas humanos que motivan sus consideraciones.
Las Décimas acusan problemas en su edición que podrían solucionarse con una
texto y rellenar algunos vacíos. Por ejemplo, la actual décima V carece del verso 37; a
pie de página se señala “falta en el original” (p. 32). Si se escucha la grabación de las
Décimas (1966) se comprueba que ese verso corresponde a “se le empapaba la ropa”, el
que no altera la rima, cumple con las exigencias de la métrica y calza con el sentido del
intercalan con las de la Cruz de Mayo, paseos de Violeta con Tito (Nicanor) al cerro,
intercalación de las décimas LVIII y LIX en el viaje de Violeta hacia Santiago, que
escinde ese episodio. Habría que reflexionar sobre la décima final, que quizás no es la
375
más apropiada para cerrar el texto, como he mencionado en el apartado sobre el velorio
de angelito.
376
CAPÍTULO 3:
377
Primera Parte: La Wik’uña, de Cecilia Vicuña
Cecilia Vicuña es una poeta y artista visual que nació en 1948 en Santiago de
1971. Entre 1966 y 1972 participó en la “Tribu No” junto a Claudio Bertoni, Marcelo
Charlín, Coca Roccatagliata, Francisco Rivera y Sonia Jara, un grupo con inquietudes
poemas en 1967, lo que le permitió contactarse con los poetas colombianos “nadaístas”,
conocida en Chile.
pues desde pequeña juntaba palitos y otros desechos en la playa de Con Cón, ejercicio
248
Revista bilingüe, editada por Sergio Mondragón y Margaret Randall, que “tuvo un fuerte impacto en la
década de los sesenta, difundiendo y dando a conocer a escritores norte y latinoamericanos, entre ellos
William Carlos Williams, los beats, los nadaístas, etc.” (Bianchi, 1995, p. 157).
378
En 1971 realiza una instalación en el Museo Nacional de Bellas Artes de
chilena”. Ese mismo año -1972- es becada por el British Council y viaja a Inglaterra a
y se radica en Bogotá por unos años; en Colombia tendrá la primera experiencia directa
con la cultura indígena andina. En la entrevista personal que sostuvimos el año 2010, me
como El libro de Chilam Balam; sin embargo, las experiencias directas con la
comunidad guambiana acentúan su fascinación por las culturas andinas, por lo que
comienza a leer e investigar sobre ellas; pronto, todo su quehacer artístico es imbuido
249
El Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago realizó una “reconstrucción documental” en agosto de
2007 de esta obra de Vicuña (Otoño/Autumm. Santiago: DIBAM).
379
En 1980, se traslada a Nueva York donde reside hasta la fecha; en este lugar
también apasionado por las culturas indígenas andinas. En Estados Unidos se desarrolla
y publica la mayor parte de su obra, aunque viaja periódicamente a Chile, para dar a
conocer su trabajo.
York), el ICA de Boston, la White Chapel Art Gallery de Londres, el Museo Nacional
Beau Geste Press, l973, reeditado por Universidad Diego Portales el año 2007), Siete
l983), Palabrarmas (Argentina, El Imaginero, l984, reeditado por RIL Editores el año
2005), Samara (Colombia, Museo Rayo, l987), La Wik’uña (Chile, Francisco Zegers
Editor, l990), Unravelling Words & The Weaving of Water (Antología bilingüe. Estados
Unidos, Graywolf Press, l992), La realidad es una línea (Bélgica, Kanaal Art
Foundation, 1994), Palabra e Hilo/ Word & Thread (Escocia, Mornig Strar Publications,
1996), El Templo (Estados Unidos, Situations Press, 2001), Instan (Estados Unidos,
Kelsey Street Press, 2002), I tu (Argentina, Tsé-Tsé, 2004), Chanccani Quipu (Estados
380
Unidos, Granary Books, 2011) y la antología Soy Yos 1966-2006 (Chile, Lom, 2011),
Estados Unidos; por ejemplo, editó la obra del peruano Martín Adán (The Cardboard
House, 1990) y dos antologías bilingües: ÜL, Four Mapuche Poets (l998) y The Oxford
Book of Latin American Poetry (New York, Oxford University Press, 2009), esta última
por su obra poética, entre las que se cuentan: “LINE II” por Precario/Precarious (Nueva
York, 1983), “Human Rights Exile Award”, Fund for Free Expression (Nueva York,
Pollock Award” (Nueva York 1996), “The Fund for Poetry Award” (Nueva York, 1995-
1996), “The Anonymous Was a Woman Award” (Nueva York, 1999), “Valparaíso
Foundation Residency” (Mojacar, España, 2001), “Pennies from Heaven Fund Award”
(Nueva York, 2002), “Hedda Sterne Foundation Residency” (Nueva York, 2002),
381
2. Antecedentes críticos de la obra de Cecilia Vicuña
Los primeros trabajos sobre Vicuña se refieren a su vínculo con la “Tribu No”, y
integrantes del grupo, incluida Vicuña, entre los años 1987 y 1988, publicadas en el
volumen La memoria: modelo para armar. Grupos literarios de la década del sesenta
Las entrevistas dan a conocer algunos datos relacionados con el primer periodo
perfumadas (1972), con poemas de los integrantes de la “Tribu” y del poeta Gonzalo
entonces: Henry Miller, Walt Whitman, André Breton y los surrealistas, los románticos
alemanes, los poetas españoles del Siglo de Oro; también algunos escritores
latinoamericanos como Ernesto Cardenal, José Lezama Lima, Julio Cortázar y textos
250
Un adelanto de este trabajo fue publicado por Bianchi bajo el título “Pasaron desde aquel ayer tantos
años, o acerca de Cecilia Vicuña y la ‘Tribu No’” (1990b), en el que relaciona el quehacer de la “Tribu”
con la época en que se desarrolló, los años sesenta, y presenta algunas reflexiones sobre Sabor a mí.
251
El nombre de la antología es el verso de un foxtrot de Gardel, pues la música popular era del gusto del
grupo; Vicuña, en especial, se sentía atraída hacia los boleros, como lo comprueba el título de su primer
poemario Sabor a mí (1973). Además, la “Tribu No” realizó diversas actividades artísticas y culturales
como un programa infantil para televisión -“La puerta de Tatiscafán”-, acciones de arte y recitales poético-
musicales como “Museo 70” en el Museo de Bellas Artes, en ese entonces dirigido por Nemesio Antúnez,
quien impulsó la instalación de Vicuña “Salón de Otoño”.
382
indígenas como poesía quechua y guaraní; esta última la conoció gracias a las
guaraní.
Asimismo, Vicuña menciona a dos poetas surrealistas en las que encontró una
sobre su propia escritura, desde Sabor a mí (1973) hasta Luxumei (1983), obras en que
específico, declara en las entrevistas su admiración por Palmenia Pizarro, Violeta Parra
y las revistas de cómic. Al igual que los otros miembros de la “Tribu No”, la poeta se
sentía distanciada del resto de la poesía chilena de ese entonces, con excepción de
Nicanor Parra.
El viaje a Inglaterra distancia a Vicuña de “La Tribu No”, por lo que la búsqueda
en relación con las cosmogonías indígenas, y su producción poética y visual desde 1973
hasta la fecha, han sido individuales. En su obra, resalta la integración de las artes en
consonancia con las cosmovisiones aborígenes, por lo tanto, quienes han estudiado su
383
amplio posible, vale decir, desarrollan una interpretación de su poética considerando
editados por Catherine de Zegher, titulado The Precarious. The Art and Poetry of
performances of Cecilia Vicuña (2012), editado por Rosa Alcalá, trabajo que reúne
17), en la que identifica: “Algo del canto y del latido de la poesía indígena precolombina
(…) o juegos con la palabra como material expresivo en ‘Ba Súrame’ [poema de La
Wik’uña]” (p. 26). La estudiosa califica la palabra poética de Vicuña como “primigenia,
ritual” (p. 27). En Chile, el trabajo poético y visual de Vicuña es escasamente conocido
presente investigación.
252
Concepto acuñado por la propia poeta, manifiesto según ella en su libro Precario/ Precarious (1983) y
que se refiere a las performances, es decir, a intervenciones en el ambiente en las que se proyecta lo
poético.
253
Recientemente, me enteré de la existencia de la tesis doctoral de Meredith Clark, de la Universidad de
Texas en Austin, que aborda el imaginario textil en la obra de Vicuña, pero no he podido acceder a este
trabajo.
384
La poeta se considera en Chile perteneciente a la generación de 1960. En un
estudio sobre poesía escrita por mujeres, Arrate (junio de 2002) comenta el vínculo de la
Jorge Polanco, en “La poética del detritus de Cecilia Vicuña” (2005), examina la
obra de Vicuña integrando todos sus medios expresivos: “su poética está entrelazada con
las intervenciones y las acciones de arte” (s.p.). Las fronteras entre pintura, poesía y
existente, de lo que proviene su arte de detritus, es decir, el arte que “entre los desechos
halla los hilos que se extienden en la naturaleza” (s.p.). Esta comunión de la poeta con el
385
Sin embargo, desde mi perspectiva, la poeta le otorga a la escritura un rol central
dentro de esta diversidad de artes. En entrevista con Germán Carrasco y Cecilia Pavon
Por lo tanto, la multiplicidad de artes ejercida por Vicuña implica una proyección
de la escritura poética. A su vez, lo que podría estudiarse como una poética vinculada
las culturas indígenas americanas y, por consiguiente, incluye una búsqueda de conexión
con la naturaleza.
Cada uno de mis libros, a partir de 1983 contiene una poética: (…)
La Wik’uña es una poética del lenguaje como tejido, metáfora ancestral.
El poema es el animal y cada línea es una fibra de dos hebras en torsión.
Imagino a estas obras [Precario, Palabrir, PalabrarMás, La Wik’uña] en
el contexto de una poética mestiza, las veo como fragmentos de un pensar
andino en acción (Calderón, Calderón y Harris, 1996, p. 126).
254
Otras entrevistas a la poeta y artículos periodísticos sobre su obra son: “Cecilia Vicuña: Lo precario, el
canto y el rito”, de Claudia Donoso (1987); “Cecilia Vicuña: la poeta que conquistó Nueva York”, de
Maureen Lennon (2004); “Mi trabajo ha sido censurado durante cuarenta años. Cecilia Vicuña reedita su
mítico poemario ‘Palabrarmás’”, de Jazmín Lolas (2006); “Hahn y Vicuña: Dos libros hermosos”, de
Grínor Rojo (2006); y “El libro censurado de Cecilia Vicuña”, de Pedro Pablo Guerrero (2008).
386
La poesía dialoga con la cosmovisión del altiplano, siendo el lenguaje el eje que
transgresiones” (p. 167) por la temática erótica de sus primeras obras y la combinación
a sí misma (p. 167). En la obra Precarios / Precarious (1983), el crítico observa una
poeta, pues desde el erotismo transgresor de sus primeros textos ha llegado tanto a la
poetización de la tierra y las materias, como al rescate de las culturas indígenas. Afirma:
387
Para Bianchi (1990a), Vicuña pertenece a la generación de 1970255 y se
caracteriza por una “poesía visiva, donde la palabra se une a la fotografía, al dibujo, al
material plástico o al graffiti” (p. 74). En este sentido, Sabor a mí, libro-objeto
Wik’uña (1990) y una reseña periodística sobre este último texto. Me centraré en los
trascendencia espiritual, vinculada a las cosmogonías indígenas. Este fue el primer libro
de Vicuña que se publicó en Chile, y a propósito de ello, Bianchi (1990c) realiza una
breve reseña periodística del texto, poniendo de relieve la censura en Chile de Sabor a
255
Tanto Arrate (2002b) como Teresa Calderón, Lila Calderón y Tomás Harris (1996) la ubican en la
generación de 1960, que se caracterizaría por una poesía de resistencia, con un discurso desacralizado y
desmitificador (1996, pp. 14-15).
256
En el capítulo 4 me refiero a este artículo, pues abordo algunos textos y obras visuales de Sabor a mí
relacionadas con Violeta Parra.
388
mí (1973), así como de otras obras de la poeta. Describe La Wik’uña como un texto de
“poemas breves, escuetos, lacónicos. Ellos exigen una lectura oral (…) Y oral puede
conjugarse como orar, en muchos de estos poemas concebidos como ofrendas” (s.p.). Se
mestiza desde la escritura de cuatro mujeres chilenas (1995), que además estudia obras
la autora, se preguntan por nuestra identidad cultural (p. 12). En el caso de la obra de
Vicuña, la pregunta estaría referida a “aquellos signos y valores que han quedado como
monumentos mudos, pero a la vez sugerentes de una espiritualidad peculiar” (p. 15), en
257
En la entrevista que sostuve con Vicuña le consulté por esta reflexión de Bianchi que la conecta con
Mistral, respuesta que aparece en el capítulo 4, a propósito de la relación entre las obras de Mistral y
Vicuña.
389
tanto lo que se propondría Vicuña, según Fariña, sería la recuperación de lo sagrado, a
Gloria Gálvez-Carlisle (2001) examina La Wik’uña desde lo que ella llama “el
aporte étnico” de la poesía chilena, en el que destacarían los “poetas del sur”, de Chiloé
Paz, pues el lenguaje de La Wik’uña “no sólo crea una realidad lingüística diferente,
sino, mucho más importante, [se emplea] como estrategia discursiva de regreso a la
que espero que el análisis que presento a continuación pueda constituir un aporte al
390
3. La Wik’uña, de Cecilia Vicuña: la metáfora del quipu como estructura textual
vicuña (Lama vicugna), camélido sudamericano hermoso y grácil, que habita las
cumbres más aisladas y elevadas de los Andes (Flores Ochoa, 1968, p. 21).
citas de chamanes mexicanos y alusiones a las culturas aymara, huichol, náhuatl y maya,
391
había “otra” forma poética, no inmediatamente accesible, pues, cuando tú
lees libros de transcripción de literatura oral, son hechos por
antropólogos, entonces no llegas a percibir lo que percibes estando en
una comunidad. Siguiendo el hilito de ese interés, cuando llegué a Nueva
York, el año ochenta -me pasó igual que en Bogotá, yo iba a hacer una
performance y me quedé… treinta años- me encontré con una persona
que luego fue mi marido y él era un apasionado de las culturas andinas;
en su biblioteca conocí bibliografía sobre la cultura andina que jamás
imaginé, empecé a leer, leer y leer, me pasé varios años leyendo. La
Wik’uña empieza entre mi descubrimiento de esta poética y la posibilidad
de viajar al Perú. El libro se fue escribiendo en paralelo con el libro que
estaba escribiendo mi marido258. Esa escritura en paralelo también era una
lectura en paralelo y una experiencia, del paisaje, de la cultura y de la
gente (Ver “Anexo 2”).
experiencia teórica -las lecturas sobre las culturas precolombinas-, así como también de
armoniosa con su entorno; en segundo lugar, el viaje a Perú, cuya cultura andina se
ceremonial cercano al Cusco; en tercer lugar, la escritura “en paralelo” del poemario y
de estas no posee título, pero el tema en común de los poemas corresponde a algunos
258
César Paternosto. (1989). Piedra Abstracta. La escultura inca: una visión contemporánea. México:
Fondo de Cultura Económica. Agradezco a Cecilia Vicuña el haberme facilitado un ejemplar de Piedra
abstracta, pues el libro está agotado hace años, es prácticamente inubicable.
392
tejido y el agua; la segunda parte se denomina “Ollantaytambo, La Entraña Más” y se
más adelante.
Uno de los rasgos relevantes del poemario son sus paratextos259, empezando por
la portada, que consiste en el detalle de una fotografía de César Paternosto que aparece
monolito de uno de los lados del “Templo del Sol” de Ollantaytambo, el único que posee
escalonado, pues aparte de estar presente en otras expresiones artísticas como el tejido,
y una frase de Don Juan Matus, chamán yaqui del estado de Sonora, México260. En sus
primeras páginas, la obra se dedica al esposo y a los padres de la poeta, mientras que en
259
Gérard Genette plantea el concepto de transtextualidad o trascendencia textual del texto, para referirse
a “todo lo que lo pone en relación, manifiesta o secreta, con otros textos” (1986, p. 2). Uno de los cinco
tipos de transtextualidad de la clasificación de Genette es la relación entre el texto y los paratextos. Es una
“relación, generalmente menos explícita y más distante” (1986, p. 2).
260
Nunca se ha comprobado la existencia de este chamán, figura conocida en la década del setenta a través
de los ensayos de Carlos Castañeda, un etnólogo que se propuso estudiar los hongos alucinógenos; en sus
libros, Castañeda narra haber conocido a Don Juan, de quien finalmente terminó siendo aprendiz. Por esta
razón, la comunidad científica ha mirado con recelo la obra de Castañeda, la que, sin embargo, gozó de
inmensa popularidad, en especial en los círculos esotéricos. Algunas obras de Castañeda son Las
enseñanzas de Don Juan (1968), Una realidad aparte (1971) y Viaje a Ixtlán (1973).
393
las páginas finales se encuentra un glosario denominado “Glosa”, con términos quechua,
aymara y otros que aparecen en los poemas; luego, se disponen tres textos referidos a la
En “Tres Notas” se señala que el libro empezó como “un llamado”, lo que, para
Fariña (1995), implica “el llamado a un mundo sutil que intuimos, pero que no
La Tierra llama
La wik’uña andina
habla por mí:
Soñé que una red blanca y radiante envolvía a la tierra
como un cristal.
carta a Zegers, pues la poeta habla de un sueño en el que conversaba con Zegers sobre el
libro. En el sueño de “Tres Notas”, la red implica, al parecer, este deseo de convivencia
social, de conexión entre los habitantes de la tierra; la red del sueño tiene dos
tan atractivo para los pueblos precolombinos y que se poetiza en La Wik’uña. La poeta
261
Todas las citas de La Wik’uña están tomadas de la única edición del texto, de 1990. En adelante se
citarán el número que le corresponde a los versos y la página. En el caso de citar un texto completo, se
indicará su nombre y la página.
394
señala que la red es como una envoltura de cristal, elemento que puede provocar el
nuevas formas sociales; quizás a esto se refiere Gálvez-Carlisle (2005) cuando afirma
que La Wik’uña se distancia del resto de la creación poética de Vicuña, pues añade una
afán comunitario con los principios de las cosmovisiones indígenas americanas, en las
que “la vida humana tiene su sentido en cuanto ella se desarrolle colectivamente, con los
para leer el poemario: la identificación de la voz de la poeta con la voz del animal
concepto de tejido, que sobrepasa su acepción literal como actividad manual, pues
La metáfora del tejido representa al lenguaje poético, pues Vicuña elabora sus
textos utilizando varias hebras o lenguas: quechua, español, inglés, latín, a lo que habría
que agregar el lenguaje popular y los neologismos; estos son componentes tanto de su
concepto de ofrenda.
395
Luego de referirse a este sueño, la poeta menciona el día 9 de noviembre de
1984, fecha en que “la tierra” pedía un día de “silencio y oración”, que se habría
realizado diez días después de esta fecha en Chile. En la entrevista que sostuvimos, le
índole espiritual; en su discurso, un hecho depende del otro. Me interesa destacar que
aunque la temática del texto parezca lejana a la contingencia de Chile de ese entonces,
está presente en este paratexto, en el que se concibe el silencio y la oración como actos
revolucionarios contra la dictadura, que, por cierto, la poeta reconoce como “armas”,
silencio como método de conducción hacia lo valioso: “Esa calle, como cualquier otra,
lleva a la eternidad. Lo único que tienes que hacer es seguirla en silencio total”.
396
Finalmente, en “Tres Notas” se enumeran los “tonos” o “puntos” en los que el
libro se “tejió”:
global, pues el poema se identifica con un tejido -formado con colores y puntos-, con
parentesco con los trotes nortinos; Vicuña utiliza el término “tuntuneo”, que Violeta
Parra emplea en sus Décimas para referirse al punteo (décima III), es decir, a tocar
1988; su estructura sugiere que corresponde a un mensaje más extenso, del que se
397
eran partícipes de ese odio, yo tenía muchos amigos que amaban mi
poesía como Antonio Skármeta, Alfonso Alcalde, Gonzalo Millán, pero el
sistema literario chileno, es decir los editores y todo eso, me cerraron la
puerta en forma violenta y censuraron la publicación de mi libro262. La
primera persona que se atreve a publicar un libro mío en Chile es Zegers.
Entonces decido incluir ese sueño y esa carta en el libro, y resultó que
cuando apareció el libro, sus amigos de “la avanzada literaria” también
publicados por él, se enojaron y le dijeron “cómo te atreves publicar
esto”. Yo creo que él se desconcertó. No sé si esto está relacionado o no,
pero muy pocos ejemplares han circulado, lo he visto en una sola librería
en todo el mundo (Ver “Anexo 2”).
Se puede decir, entonces, que la gratitud hacia Zegers motivó la presencia de esta
carta; no obstante, existe una relación explícita entre uno de los fragmentos de la carta y
Wik’uña (entre 1984 y 1989), la relación de su obra con el libro de Paternosto y las
fuentes bibliográficas relevantes para la elaboración del poemario, entre las que se
cuentan textos de connotados especialistas de las culturas indígenas, como Gary Urton,
Rebeca Carrión, Jorge Flores Ochoa, Robert Randall, Rodolfo Kush y Verónica
262
Se refiere a su primer libro, Sabor a mí, publicado finalmente en Devon, Inglaterra, por Beau Geste
Press, en 1973. Antes de la dictadura, en 1972, el libro ya había sido censurado por el rector de la
Universidad Católica de Valparaíso, por lo que el contrato que la poeta había firmado con las Ediciones
Universitarias de Valparaíso quedó sin efecto. En el capítulo 4 me refiero a esta historia.
398
poesía guaraní y a dos amigas con las que se mantuvo en diálogo sobre el tema, Ruth
Además de revelar sus fuentes bibliográficas, pienso que en este texto la poeta
genera el sentido de “comunidad” que expresa como deseo en “Tres Notas”, pues, si
bien La Wik’uña es obra solo de la poeta, esta “gratitud” enfatiza la pertenencia del texto
La metáfora del tejido en relación con la escritura es uno de los rasgos más
organización y contenido de los textos; de esta forma, cobra especial relevancia el sueño
sobre la red que la poeta relata en “Tres Notas”, pues, justamente lo que se “teje” en el
263
Busqué las referencias dadas por Vicuña en las bibliotecas y librerías chilenas (Santiago y
Concepción), peruanas (Universidad de San Marcos, Biblioteca Nacional de Lima y Centro de Estudios
Literarios Antonio Cornejo Polar) y mexicanas (UNAM y Colegio de México). Logré encontrar la
mayoría de los trabajos, sin embargo, algunos de ellos solo tuvieron una edición de ejemplares reducidos y
se agotaron hace años, pues todos estos textos se editaron en las décadas del 60 y 70, y pocos se han
reeditado. En México encontré dos libros de Flores Ochoa, en Santiago un texto de Gary Urton, en Perú el
libro de Rebeca Carrión y el ensayo de Robert Randall; el texto de León Cadogan lo encontré en la
Biblioteca Virtual del Paraguay (en línea). Me fue imposible encontrar los textos de Verónica Cereceda y
Rodolfo Kush. Este último es citado por otros autores que revisé, por ejemplo, C. Martínez (2004):
“Incansable viajero por Perú, Bolivia y el noroeste argentino, se transformó en un conocedor consumado
del mundo andino, interrelacionando el estudio de las fuentes con el contacto directo y constante con los
pobladores quechuas y aymaras” (p. 30).
264
La crítica sobre Vicuña ha mencionado la relevancia del tejido en relación con la escritura, por ejemplo
Gálvez-Carlisle (2001): “Su forma de trabajo [de Vicuña] consiste en la exploración de la función
narrativa del tejer, haciendo hincapié en la importancia fundamental del material textil en el sistema de
conocimiento andino” (p. 127). Como ya se ha mencionado, la poeta es consciente de la relación texto-
tejido en su obra, sin embargo, no concuerdo con que el tejido posea una función narrativa (en el sentido
de contar historias a través de los dibujos), sino que se emplea como metáfora que articula la organización
y el contenido de la obra.
399
poemario es una red265 a partir de diferentes elementos, cuya “hebra” fundamental es el
concepto de arte poético metaforizado como tejido, a partir del que se elaboran diversos
“nudos” o metáforas, como, por ejemplo, el sentido de ofrenda del tejido en los pueblos
Las hebras que poseen nudos son parte del imaginario andino, y se denominan
quipus, artefactos que, según Gary Urton (2005), se definen como “implementos de
narrativa, especialmente por los inka, pero también por otros pueblos de los Andes
centrales desde épocas pre incaicas” (p. 2). El estudioso comenta que los quipus no han
Urton explica que el quipu era una forma o expresión del tejido, el que era un
gobierno inka (…) no constituía tan solo una forma más de expresión entre los inka, sino
que era el medio de expresión por excelencia” (p. 45). Por ello, se puede considerar al
265
La red es una forma básica que proviene de la cestería, “que muy posiblemente debe haber surgido de
la observación de las construcciones del mundo animal, como el nido de los pájaros o las telas de araña”
(Paternosto, 1989, pp. 145-146). El autor acota que la imagen de la tela de araña como modelo de la red la
sugirió Cecilia Vicuña.
400
histórico/genealógicos, astronómicos, calendáricos y rituales. Funciona a partir de un
sistema visual y táctil conformado de hilos y cordeles, los que “comunicaban cuerpos de
obstante, resulta poco relevante para el presente trabajo el debate antropológico sobre el
quipu, en la medida en que Vicuña emplea la imagen de este artefacto como una
La estructura básica del quipu era “una cuerda principal o primaria, a la cual
están fijados un número variable de los denominados cordeles colgantes” (Urton, 2005,
cuerda principal es la metáfora del tejido a la que se anudan otras “hebras”, como los
Para Soledad Fariña (1995) la estructura de los versos constituye una imagen de
hilos torcidos:
266
Sobre el código de nudos de los quipus, Pacheco (1992) señala: “Estas manifestaciones visuales, sin
embargo, a menudo asociadas al ámbito de lo sagrado y restringidas en consecuencia a un grupo particular
de iniciados, se diferencian nítidamente de la escritura alfabética a causa de la precisión semántica
incomparablemente mayor de esta última y también porque ellas no fueron nunca concebidas propiamente
como texto para ser leído (mucho menos por un lector individual y aislado de su comunidad), sino como
sumarios o aidememoires (…)” (p. 28). Por su parte, Lienhard (2003) afirma: “los libros mexicanos, como
los kipus andinos resultan prácticamente autosuficientes como memoria político-administrativa y
cosmográfica, pero no pasan de ser auxiliares mnemotécnicos para la conservación-reproducción de
discursos verbales” (p. 59).
401
Los poemas de La Wik’uña quieren ser hilos y su ritmo deriva de
su contradicción interior, el diálogo al interior de la palabra,
aproximándose de esta forma a una ecuación de uniones
complementarias. Cada línea tiene dos partes y cada estrofa dos líneas, tal
como el tejido del hilo de lana de vicuña, simetría asimétrica entre cada
poema y su reflejo (p. 17).
el poemario alterna entre un castellano culto y otro coloquial-, las etimologías reales o
sucesivas.
267
En una conversación con la poeta por correo electrónico el año 2012, ella me comentó que muchas
veces trabaja con etimologías inventadas, “creadoras, para llegar al verdadero sentido potencial, el futuro
de cada palabra”. En este sentido, lo etimológico deja de ser la raíz o el origen, para enfocarse en el
porvenir del término, por tanto, el uso de etimologías constituye un juego lingüístico, es decir, un recurso
poético.
402
La organización metafórica del texto en red o quipu implica que todos los temas
del texto se interrelacionan, lo que está en consonancia con el esquema del ciclo vital de
quipu poético se elabora en función del fenómeno de iridiscencia, pues en mi lectura, las
tres secciones del texto se organizan para que el efecto se produzca “poéticamente”. La
proyecta en otros elementos sacralizados por las culturas andinas, como los animales, el
que la luz sigue presente como elemento sagrado y su efecto se poetiza sobre las piedras
y el agua.
268
Soledad Fariña también poetiza el fenómeno de iridiscencia y la atracción de los indígenas por los
objetos brillantes, aspectos que se desarrollan en la segunda parte de este capítulo.
403
La “proyección” de la luz desde la primera y segunda secciones produce
textos reiteran los mismos temas de las secciones anteriores, incluso en el mismo orden,
enunciante, de tal forma que se crea el efecto de diversos “rayos coloridos”, es decir, de
discursos en relación con los mismos temas, que son: la luz, el colibrí, la vicuña, el
ecológica, el jaguar, el colibrí (una vez más), para finalizar con la luz. Al revisar el
índice del poemario se comprueba que los temas de la tercera sección repiten la
Así, planteo que la disposición de los textos se inicia con la proyección de la luz,
404
“Reflejos”
(Sección 3)
Ollantaytambo luz
Luz (Sección 2) colibrí
(Sección 1) vicuña
zorro
oración
tejido
agua
neblina
humo
Ollantaytambo
ecología
jaguar
colibrí
luz
recurso se utiliza también en las primeras secciones, aunque con menos profusión. En mi
múltiple, pero a la vez forman parte del conjunto de la obra de la autora, en tanto esta les
partir del concepto de Bajtín de “palabra ambivalente” que Julia Kristeva (1981, vol. 1)
define como: “el resultado de la junción de dos sistemas de signos” (p. 201). Más
el autor explota el habla de otro, sin topar con su pensamiento, para sus propios fines;
405
En el caso de La Wik’uña, las voces ajenas a la autora se marcan con comillas y
se indica el nombre del autor, dentro de una estructura poética en la que adquieren una
segunda significación, en especial, al unirse a otros textos diversos, con los que pueden
entiende de la siguiente forma: “La junción de dos sistemas de signos relativiza el texto.
fónicas, estrategias discursivas que forman parte de la metáfora general del texto, que
principio Hanan / Hurin, conformado por vocablos quechuas que significan: “Alto y
sectores” (“Glosa”, p. 101). Sin embargo, esta bipartición tiene connotaciones mayores
406
(en este último caso la complementariedad suele adoptar otros nombres)
(p. 171)269.
americana:
269
Por su parte, Granda Paz (1998) ahonda en el origen de esta bipartición, que para él surge con la pareja
de gemelos, presente en los mitos cosmogónicos de los Andes: “La pareja de gemelos (…) constituye la
fuente pilar en la que se construye la visión dual de los indígenas de los Andes, desprendiéndose desde allí
concepciones como la bipartición del espacio en los Hanan y Hurin y toda una larga serie de oposiciones:
blanco/negro, vida/muerte, sol/luna, positivo/negativo, lo físico y lo espiritual, etc., pero estas oposiciones
no lo son en el sentido de contradicción, sino de complementariedad” (p. 24).
270
Tratado escrito por Lao Tsé, filósofo chino; el nombre del texto, según José Miguel Tola, puede
traducirse como “Disertación referente al Justo Principio y su Acción” (“Prefacio” al Tao Te King, 2005,
p. 17). Este es un texto muy relevante para el quehacer poético de Vicuña, como se verá en el apartado
sobre los animales.
407
El Tao para mí es el libro más impresionante. Los principios
complementarios que se muestran en la película Kon Kon y la visión que
da lugar al Tao son equivalentes.
Los seres humanos que estamos vivos en este momento,
procedemos de una pequeña tribu de 600 personas que vinieron de
Sudáfrica y se expandieron por el mundo. Esta visión de mundo viene de
esa época antiquísima, de hace 140.000 años, estoy hablando de algo
completamente real. En esa época comienza a surgir una visión de la
unión complementaria, fundamental en la cultura andina, y exactamente
igual en el Tao.
El Tao para mí, es un libro andino. O el Andes es un reflejo de su
visión. La primera vez que leí el Tao reconocí lo que había visto acá. No
en la cultura chilena superficial de las ciudades, sino en la cultura
profunda, de la gente (Ver “Anexo 2”).
opuestos que se complementan, idea que se reitera en toda la obra: “Ser y no-ser se
engendran el uno al otro / Difícil y fácil se complementan el uno al otro” (Tola (Ed.),
2005, p. 25). Esta es una obra de alcances simbólicos, por lo que su interpretación se ha
2010 me comentó:
408
estructural al interior de cada palabra, y en La Wik’uña, eso no solo
sucede al interior de cada palabra, sino que también en las paridades:
Hanan-Hurin, lo alto-bajo, lo femenino-masculino, porque de estos
choques y de estos conflictos de los que habla la película Kon Kon, nace
la vida. No son dicotomías, sino un sentido de infinita cooperación; no es
una relación suave, sino de violencia creativa, como la de los volcanes,
que conforma una espiritualidad suprahumana, de la cual los humanos
solo somos parte, pero eso ya está en el cosmos (Ver “Anexo 2”).
incluso, lo opuesto/complementario:
en la obra de Vicuña, así como también lo fecundo y creativo, gracias a la inclusión del
del tejido en la obra de Vicuña, por ello, en los subapartados se mostrará su relevancia.
metáfora del arte poético, es preciso detenerse en el poema “Oro es tu hilar” (pp. 31-33).
Previo al texto, se disponen unos versos del cubano José Lezama Lima, del poema
“Nacimiento del día”, que pertenece al libro póstumo Fragmentos a su imán (1973):
409
“Las oraciones son los hilos / y el tejido es la aparición de la luz” (p. 29). Ambas
metáforas están conectadas por la red semántica que une hilo y tejido: los hilos arman el
tejido, y este se identifica con la luz, por tanto, la oración, como lenguaje sagrado, está
Los cuatro sustantivos de los versos de Lezama Lima, oración, luz, hilo y tejido,
son fundamentales en “Oro es tu hilar”. En su inicio, el texto establece una unión entre
el hilo y la oración: “Oro / es tu hilo / de orar” (vv. 1-3, p. 31); ambos elementos se
asocian al oro, que se identifica con el color del pelaje de las vicuñas, a las que los
Por tanto, el oro posee las connotaciones de valor y de brillo (iridiscencia); este
tejido: “Truenos y rayos / bordando al pasar” (vv. 12-13, p. 31)271. Es curioso el caso del
trueno, que no es una figura visual, sino un fenómeno climático que se distingue por su
ruido; sin embargo, el trueno siempre va asociado al rayo, en tanto este anuncia al trueno
en una tempestad, la que en la cosmovisión andina encarna “la llegada de las fuerzas
fertilizantes y poderosas del más allá” (Randall, 1987, p. 298). De esta manera, se
en lo espiritual.
271
El rayo es el símbolo de la fuerza sobrenatural (Granda Paz, 1998, p. 38).
410
En efecto, las actividades de hilar y tejer son sagradas en el texto: “Templo / del
calmadas / de inquieto pensar / Marcas señales / Pallá y pacá” (vv. 20-23, p. 32)273. La
condición sagrada del tejido permite la asociación de este con el lenguaje de la oración,
y más que lenguaje, de performance, es decir, tejer es orar, por tanto, escribir también lo
es; en este sentido, la poesía de Vicuña se puede calificar como un diálogo con lo
sagrado, en el que asir y trenzar el hilo implica mantener la conexión con la divinidad,
así como la acción contraria implica la pérdida de esta relación: “Pierdo / el hilo” (vv.
35-36, p. 32), expresa la hablante, lo que posee un significado literal en el contexto del
tejido, pero también es una expresión coloquial referida a perder la idea de lo que se
relacionadas con el tejido poetizado, las que representan la poesía de Vicuña274. Por
ejemplo, el trabajo con el lenguaje se metaforiza a través de las torceduras del hilo y de
la mezcla de colores, imagen análoga a la de los juegos con las etimologías, idiomas y
sonidos: “Tuerce / que tuerce / El dorado / enderezo” (vv. 14-17, p. 31). Asimismo, el
tejido del poema manifiesta el principio de las dualidades complementarias que rige el
poemario: “Hilo y vano / Lleno y vacío/ El mundo / es hilván” (vv. 31-34, p. 32).
272
Ñusta es un vocablo quechua, que designa a una “Joven de origen real, hija del Inka” (“Glosa”, p. 103).
273
Los estudios que Vicuña leyó antes de escribir el poemario comentan la relevancia de la actividad del
hilado en la cultura andina, que trasciende el sexo, pero identifican el tejido como una actividad femenina:
“Las mejores tejedoras adquieren prestigio (…) El hilado es labor a la que dedican bastante tempo, cuando
están caminando, pastoreando, conversando y en general cualquier momento es bueno para hilar. Varones,
mujeres y niños tienen sus propios husos en los que hilan continuamente” (Flores Ochoa, 1977, p. 142).
274
Señalaré y explicaré brevemente estas metáforas, pues en las páginas sucesivas se desarrollarán en
profundidad.
411
La presencia del imaginario indígena, en especial a partir de la asociación entre
representa en el tejido poetizado: “Cuerdas y arroyos / Río es telar” (vv. 44-45, p. 33).
Además, es evidente el énfasis por reforzar el principio de comunión; las mujeres tejen
juntas, y sus tejidos se interrelacionan entre sí: “Aunar lo tejido / ¿No es algo / inicial?”
explícita: “Habla y abriga / El mejor juglar” (vv. 51-52, p. 33); tejido y texto son
equivalentes, sin embargo, cabe destacar que Vicuña utiliza una imagen relacionada con
demostrando que el origen de esta concepción del arte estriba en la cosmovisión andina:
“Pero no escribían, tejían” (v. 1, p. 86). Se integra una cita de Heinrich Ubbelohde
Doering, especialista en estudios peruanistas, a fin de explicar que el tejido era una
sagrados:
412
El texto de Vicuña enfatiza que esta condición de lenguaje del tejido se encuentra
ritual / Empluma la tela, engarza metal” (vv. 9-11, p. 86). El carácter sagrado del tejido
se refleja en que su perfección logra el brillo (la iridiscencia): “Hilo torciendo hasta
reflejar / satín lanar!” (vv. 12-13, p. 86). Llama la atención que se elija el término satín
para connotar el brillo de la lana, pues este material posee otro origen (China); sin
inserción de un concepto relativo a otro lugar y época tiene que ver con la condición
En la cultura andina, esta unión simbólica y perfecta -“la totalidad”- que se logra
en el tejido era dedicada a los dioses; los tejidos destinados a ellos se quemaban275, y el
humo que ascendía a los cielos era la manifestación de adoración. El tejido quemado es
parte del ciclo de la vida: formado con la lana de los animales, hilada, tejida y ofrendada
entorno, reiniciándose el ciclo: “Hilo de ofrenda / que el inka incendia / el tejido vuelve /
El poema “Humar” remite a este carácter sagrado del humo resultante de las
dulzor” (vv. 1-3, p. 43). Por su parecido al hilo, el humo lo representa simbólicamente,
275
“Sabemos por medio de los cronistas (…) la suprema importancia ceremonial dada por las culturas
andinas a los tejidos, hasta que una gran proporción de estos llegaron a ser sacrificados a los dioses
durante el incanato” (Randall, 1987, p. 294).
413
en tanto su forma espiral se asemeja a las torceduras del hilo cuando se teje/escribe:
incienso y el copal, árbol que en México se emplea para sahumar casas (RAE):
“Lenguaje del palo / incienso y copal / aliento del hilo / ascenso espiral” (vv. 1-4, p. 90).
El texto enfatiza la forma espiral, que recuerda al humo de las ofrendas incas, y poetiza
al humo como algo vivo, que posee “aliento”; asimismo, se destaca que el humo
constituye una lengua, porque es una forma de conexión con las deidades.
humana, la espiral encierra el / sonido primordial’ (René Guénon) (vv. 5-6, p. 90). La
humo, atribuyéndoles un carácter numinoso. La relación con la oreja nos conecta con el
fenómeno del sonido, y, por tanto, con la oralidad, relativa a la comunicación del ser
humano con las divinidades, diálogo en el que el humano entrega su oración contenida
El texto plantea que el ser más preparado para entregar y recibir estos mensajes
Oaxaca, México, identifica la figura del chamán con el humo: “Mujer papel de humo
soy” (p. 90). De esta manera, el poemario establece una asociación entre la neblina, el
humo de las ofrendas y el humo de la pipa del chamán al realizar sus ensalmos. En el
414
mito guaraní de la creación, el dios creador principal solicita a una de las deidades crear
una nueva tierra luego del diluvio. Cadogan (1965) comenta que el dios “acepta,
prometiendo aliviar con su neblina vivificante, con el tabaco y con la pipa los
infortunios de la futura tierra de las imperfecciones” (s.p.). Así, el humo de la pipa del
chamán actualiza el contacto con los dioses, y es, por tanto, sagrado276.
tanto asciende al cielo y en él posee una forma similar a las nubes. La neblina es una
característica permanente del altiplano que afecta a sus habitantes, quienes están en
motivado la creación de oraciones a las deidades de las nubes, de las que se incluye una
es celebrada por sus constantes movimientos y cambios, en los que se inserta el humo de
las ofrendas: “Así lo traía / de vuelta en visor / Así lo subía / brillando en su haz /
276
En un poema didáctico de los guaraníes llamado “Un señor da consejos a su hijo que quiere casarse”, el
padre entrega al hijo el siguiente consejo en que el humo de la pipa representa la neblina: “En cuanto el
reflejo de nuestro Padre penetre en la morada de las tinieblas, debes recorrer los lugares oscuros
esparciendo neblina, para que puedas descansar tranquilo. Si no recorres [la vivienda] esparciendo neblina,
los seres invisibles que pululan por ahí nos molestarán. Por haberse dispuesto que así fuera, debemos
recorrer, esparciendo la neblina por los alrededores de nuestra vivienda. Para que así procediésemos fue
que Jakaira Ru Ete creó el tabaco y la pipa una vez que hubo conocido las futuras costumbres de los
hombres; habiéndolos creado con la intención de prestarles eficacia, debemos darles fe” (Cadogan, 1965,
s.p.).
277
Como detalla Flores Ochoa (1977), la vida de los pastores de la puna se caracteriza por la
trashumancia, por esto los pueblos se hallan semidesiertos la mayor parte del año (pp. 37-38).
278
Proviene del texto de Flores Ochoa (1977, p. 226).
415
Tal como el tejido, la neblina también se conecta con el lenguaje dentro de las
vigilarás la fuente de la neblina / en donde nacen las palabras inspiradas…” (p. 63,
pues se vincula con el agua y la vida: “¿Dónde se irá la neblina? / ¿La bruma
vivificante? (…) / “¡El sostén de la tierra! / ¡Los racimos de llanto!” (vv. 1-2, 5-6, p. 65).
los seres vivos, como al espiritual: “¡Los corazones apagados / sin neblinar!” (vv. 7-8, p.
65).
niebla vital, espuma, / Wiraqochan!” (vv. 1-4, p. 91)280. Vicuña elabora una red
tatachi, el humo, / tatachina, la tenue neblina que infunde / vitalidad a todos los seres
(Guaraní)” (vv. 5-7, p. 91). La vitalidad y su símbolo (neblina) surgen como respuesta
279
Este fragmento es parte de un diálogo entre Ñande Ru, dios creador de todo lo existente, incluyendo el
lenguaje (generado a partir de la neblina), y Jakaira, dios que junto a su consorte será el encargado de
vigilar la fuente de las palabras inspiradas (Cadogan, 1965, s.p.).
280
Según el glosario de La Wik’uña, el vocablo quechua Wiraqochan significa: “La fuerza que anima el
mundo y hace posible la vida” (p. 103). En general, en las cosmogonías indígenas, “El río y su espuma
tienen correlaciones simbólicas sexuales (…) Viracocha es en buena medida producto de esta concepción,
del fruto de la espuma del agua”. (Granda Paz, 1998, p. 66).
416
de los dioses a la ofrenda humana (fuego, humo); así, se poetiza la interrelación de la
agua.
El ser humano que vive en los Andes mantiene una estrecha relación con la
naturaleza, en la que identifica su origen, sustento y destino. Juan José García (1996)
señala:
Este vínculo recíproco entre las personas y su entorno es parte de un ciclo que se
la respuesta de los seres humanos a sus dones, manifiestos en los recursos naturales.
vinculan con el fenómeno de los reflejos (iridiscencia), por lo que en el poemario poseen
relevancia. La primera parte de La Wik’uña comienza con unos versos de Lezama Lima,
pertenecientes al poema “Las siete alegorías” de Fragmentos a su imán (1973): “La luz
417
es el primer animal visible / de lo invisible” (cursivas del texto de Vicuña, p. 9). El
poema de Lezama Lima se caracteriza por establecer nexos entre elementos disímiles, de
los que varios son animales, en especial desde la primera a la tercera alegoría281.
Los versos citados corresponden a la sexta alegoría, que poetiza la luz como un
animal imposible, pues es visible e invisible a la vez; su presencia se percibe, pero al ser
un elemento inmaterial, no puede “verse”. Tanto la luz como el animal son los temas
fundamentales de esta sección, de tal modo que el poema que sigue se refiere al
como por ejemplo, la posibilidad de ver gracias a los rayos del sol las ínfimas briznas de
¿Adónde van
los suaves innúmeros
Apiñándose en haz?
La luz
los desea
281
De esta forma, en la primera alegoría un puerco tiene “dientes de estrellas”, en la segunda, la Diosa
Blanca fornica con un canguro, en la tercera, la “Rueda de Rocío” se asimila a orejas de elefantes. En la
sexta alegoría, la alusión a Teseo permite elucubrar que el animal vinculado a la luz es el Minotauro. La
presencia de diversos animales reales y míticos en la obra de Lezama Lima es un rasgo destacado por la
crítica, y el mismo poeta declara la importancia de estas imágenes en su trabajo al definir la poesía como
“un caracol nocturno en un rectángulo de agua” (citado por Del Río, 2006, p. 109).
418
Y los sale
a buscar (vv. 1-7, p. 11).
es el iris” (vv. 37-38, p. 12); Saunders (2004) comenta que para los incas “la creación de
la luz era lo que había traído orden y estructura al mundo” (p. 129)282, por lo que resulta
significativo que Vicuña comience poetizando la luz, la que, además, es el elemento más
Otro elemento interesante es que la luz, así como los animales poetizados, es
metaforizada a partir de figuras geométricas, formas que recuerdan los motivos de los
tejidos indígenas283. En el caso de la luz, la metáfora es “Poro prismal” (v. 36, p. 12),
imagen que posee una doble acepción, la asimilación del reflejo de la luz a la forma del
prisma, y los objetos con forma de prisma capaces de refractar, descomponer y reflejar
imagen de la luz como prisma, atribuyéndole vida propia y, junto con ello, una acción
282
Coincide con la narración bíblica sobre la creación, en la que lo primero que Dios crea es la luz.
283
Flores Ochoa (1968) señala que existen cuatro categorías principales en los motivos de tejidos
indígenas andinos: “geométricos, zoomorfos, fitomorfos y antropomorfos. En la primera abundan rombos,
cruces, volutas, triángulos, hexágonos, pentágonos, rayados, tableros y ángulos; combinados todos ellos
obtienen otras figuras (…)”. Entre los motivos zoomórficos están “los caballos (…) vizcachas (…)
vicuñas en reposo o en movimiento (…) infinidad de aves (…) pumas y zorros” (p. 128).
419
¡Sagrada es la luz y su reflejar!
Ora en reflejos
el poro prismal (vv. 1-3, p. 81).
el cambio de velocidad” (vv. 6-7, p. 81); asimismo, se establece una red semántica,
etimológica y fónica entre vocablos asociados a la luz en relación con la divinidad: “Iris,
la mensajera / mensaje, la luz / Poro, portal / Prisma, priein, serrucho de luz / Jechaka
pensamiento del creador (Guaraní)” (vv. 8-14, p. 81). Esta red combina el efecto
símbolo de sabiduría.
cierran el poemario se “reflejan” entre sí; ambos están compuestos por dos citas, el
284
En la versión del Tao que manejo (Tola (Ed.), 2005), la cita se traduce de la siguiente manera: “El
Sabio no tiene corazón propio / Hace del corazón de los demás el suyo propio” (p. 121).
420
Ambos textos provienen de distintas fuentes, y podría pensarse que no existe una
relación entre ellos; sin embargo, la unión de estos fragmentos se basa en la dualidad
pueblo - sabio (guía), en la que el mito de Inkarrí285 representa al pueblo, y el texto del
Tao se refiere a la naturaleza del sabio, el que en la cultura oriental es la figura más
aunque este último término es insuficiente para calificar la figura de Arguedas en Perú,
pues recordemos que fue antropólogo, etnólogo, y que sus investigaciones estuvieron
motivadas por el interés hacia las costumbres indígenas y el amor por su patria, a lo que
se debe agregar su propia experiencia de vida, ya que a pesar de provenir de una familia
mestiza, desde su niñez se mantuvo en contacto con lo indígena; por ello, su imagen
285
“Mito registrado por primera vez por Morote en el Cusco, Arguedas en Ayacucho y otros autores. Los
motivos principales son la fundación del inkanato, la muerte del inka a manos de los españoles y la
esperanza mítica de la reintegración de sus partes (la cabeza con el tronco) para restaurar su gobierno y
redimir su pueblo. El término, al parecer, no es “Inkarrí” sino una reinterpretación de los términos Inka y
Rey, que para los españoles eran equivalentes y de cuya conjunción pudiera salir el nuevo término de
Inkarrí que querría decir “inca rey”. Otra posibilidad es la interrogación que se deriva de la palabra
“¿Inkari?” (¿Dónde está el Inka?) (J. J. García, 1996, pp. 111-112).
421
Cuando Cornejo Polar (1994) analiza las literaturas heterogéneas, ejemplifica
con textos como las crónicas de la conquista y las producciones literarias de José María
Arguedas y César Vallejo, en las que observa una textualidad “a caballo entre el quechua
y el español, la oralidad y la escritura” (p. 70). Esta zona de cruce lingüístico y cultural
es lo que Vicuña intenta recrear para poetizar el universo andino, que como dice Cornejo
creador Tupac Amaru”, publicado como plaquette en Lima (1969). Según Roger
sin embargo”, que plantea una dialéctica: de lo doloroso (la lucha) surge la luz. Cabe
422
luz proviene del deber cumplido. Por su parte, Vicuña omite el nexo adversativo, por lo
que el texto que se recupera en La Wik’uña no posee esta dialéctica del texto arguediano.
Arguedas interpela a Tupac Amaru como parte del pueblo que ha sido despojado
y maltratado, es decir, su discurso proviene del mismo “corazón del pueblo”. La poeta
proviene del poema de Arguedas, quien forma parte del grupo de obreros que baja a la
ciudad.
Por tanto, así como los versos de Arguedas constituyen los reflejos de los textos
anteriores, también se reflejan entre ellos, pues los obreros y el escritor se refieren a la
poética” del texto se produce en la primera sección, en la que la luz resplandece sobre el
“Una / es el agua / y su misma / sed” (p. 35); el poema “Unuy Quita” (frase quechua que
significa “Tus muy lindas aguas”) debe su título a una “canción de cuatro sílabas, cuyos
sonidos, repitiéndose, representan el caer del agua entre las piedras” (“Glosa”, p.
286
El siguiente apartado desarrolla en profundidad las imágenes de los animales.
423
103)287; es, por, tanto, una alabanza a los rumores naturales del agua, por lo que no debe
espiral” (v. 9, p. 37), forma que recuerda el humo y el hilo, y en el complemento agua-
sed: “Una sola eres / Aguaá” (v. 5-6, p. 37), “Una sola sed” (v. 16, p. 37), idea que se
que, como señala Cecilia Rubio (2011a): “la sed es uno de sus leitmotives, muchas veces
El siguiente fragmento del poema “En tierras blancas de sed” de Poema de Chile
muestra uno de los ejemplos de este leitmotiv en Mistral, en el que la poeta visualiza el
agua como una hebra, reparando en su sonido y en su valor, motivos que se poetizan en
La Wik’uña.
287
La transcripción de la canción se encuentra en el libro de Rebeca Carrión (2005) [1955] El culto al
agua en el antiguo Perú (p. 193), texto fundamental para la poetización del agua como elemento sagrado
en La Wik’uña.
424
merced al hilo de agua
delgada, piedad de estero,
mejor que el oro y la plata
y el amor dado y devuelto. (Mistral, 1967, vv. 64-69, p. 20).
una implicancia ritual, dentro del contexto del culto al agua288. La sacralidad del agua
tiene que ver en gran medida con su capacidad de reflejar la luz solar: “Paradero / de lo
cuarzo / abismal” (vv. 3-5, p. 49); en estos versos, se enfatiza la dirección opuesta del
brillo del agua en relación con la orientación de la luz solar, esta viene desde los cielos,
mientras que el brillo del agua, de las profundidades, lo que nos remite al principio de
6-9, p. 49).
Hanan/ Hurin: “Las constelaciones son habitantes del agua / celestial” (p. 88)289;
asimismo, el planeta Tierra es metaforizado como “una gota de agua en el vacío” (v. 2,
p. 89), y los distintos líquidos que componen el planeta están conectados, situación que
288
“Dentro del ciclo de la naturaleza existe un conjunto de ritos relacionados a la estacionalidad del
régimen de las aguas, en base al movimiento de los cuerpos celestes que definen las dos estaciones
básicas: el puquy (periodo de lluvias y producción agrícola) y el chiraw (periodo seco, ausencia de
lluvias)” (J. J. García, 1996, p. 63).
289
Carrión (2005) señala que la luna, diosa femenina, “simboliza las lluvias, el agua que fertiliza la tierra,
en doble modalidad, como deidad celeste, en el cielo con un cántaro de agua o paccha perforada con la
que vierte las lluvias; o como deidad terrestre, personificada en una linda doncella” (p. 20). Se entiende de
esta forma la imagen del cielo como una laguna.
425
implica una urgencia ecológica: “Contaminar una fuente / es contaminarlas todas /
Como se explica en la cita, el agua es el paradigma del ciclo de la vida, y por esta
razón, constituye un elemento sagrado, que en el poema se identifica con las deidades
290
En el apartado referente a la imagen de Ollantaytambo en el poemario desarrollo la identificación entre
lo femenino y el agua.
426
En La Wik’uña, los animales cumplen un rol esencial, debido a su relevancia en
la cosmovisión andina. Flores Ochoa en Pastores de la Puna (1977)291 explica que para
los andinos, los animales “han sido dados a la humanidad por la Pachamama, a través de
los Apu292 o Paraje de cada lugar que actúan como intermediarios” (p. 229, cursivas del
texto).
Por constituir un regalo de las deidades, los animales son tratados con especial
cuidado, por lo que existe una “ley espiritual” que los divide en domésticos y
silvestres293, entre estos últimos se cuenta la vicuña, el zorro y los pumas (jaguares). De
esta manera, el ser humano conforma sus rebaños con los animales domésticos, mientras
Por ser animales silvestres forman los rebaños de los Apu, son su
propiedad y le sirven de la misma manera como lo hacen con el hombre
los animales domesticados. Las vicuñas son como alpacas porque le dan
lana; la taruka [venado andino] son como las llamas porque transportan
las cargas (…) El zorro es el equivalente silvestre del perro y ayuda al
Apu en el cuidado de los rebaños (…) los pumas recuerdan a los gatos.
(Flores Ochoa, 1977, pp. 229-230)
291
Texto citado por Vicuña en su poemario, que corresponde a un conjunto de artículos de diversos
autores sobre el pastoreo en altura de Perú, con énfasis en los aspectos económicos, ecológicos y
culturales; se estudia a comunidades campesinas de las décadas de los sesenta y setenta, cuyas costumbres
atravesaron el proceso de hibridación indígena-español.
292
“Apu tiene dos acepciones: La primera, para referir a la naturaleza sacralizada, dueña de los animales,
plantas silvestres y del agua, está representada por las montañas o cerros tutelares. La segunda, refiere la
jerarquía social como sinónimo de acaudalado, rico, poderoso” (J. J. García, 1996, p. 104).
293
“Se conocen dos especies silvestres de camélidos sudamericanos, la vicuña (Lama vicugna) y el
guanaco (Lama guanicoa). Las domesticadas son la alpaca, llamada también paqo y paqocha (Lama
pacus) y la llama (Lama glama)” (Flores Ochoa, 1977, p. 36).
427
Transgredir esta ley, es decir, apropiarse indebidamente del rebaño de los Apu,
puede traer serias consecuencias; por ejemplo, entre los pastores de Paratía (Perú)294
existe la creencia de que quienes le dan muerte a una vicuña “sufrirían los peores daños
personales y familiares (…) Del mismo modo, no se deben matar zorrinos y búhos295,
aunque a veces basta verlos para que un pariente muera” (Flores Ochoa, 1968, p. 96).
animales (Flores Ochoa, 1977, p. 114) y su alto valor en el mercado, llevó a su caza
de extinción, por lo que los países afectados han elaborado leyes y proyectos de
conservación de la especie297.
En La Wik’uña se poetiza parte del rebaño de los Apu, las vicuñas y los zorros,
428
Unión complementaria, paridad
El colibrí y el jaguar
La wik’uña y el zorro
La presa y el predador
poeta. La estudiosa asegura que el poema se origina en una pintura al óleo de Cecilia
y poeta” (p. 125). Por lo tanto, Vicuña sería “la wik’uña símbolo de lo andino, portavoz
de las voces sagradas del pasado” (p. 125). De esta forma, el rol del poeta es rescatar y
298
En el “Anexo 4” se encuentra una fotografía de este óleo, facilitada por Vicuña.
429
Independientemente de la relación equívoca con la pintura, el comentario de
Gálvez- Carlisle me parece acertado, pues rescata la conexión entre la voz de la poeta y
identifica con su acción: “La wik’uña / es pastar y correr” (vv. 1-2, p. 21). La sencillez y
las costumbres del animal se dan a conocer, a la vez que se reconoce su majestad y
sacralidad: “Señora de las / altitudes andinas” (vv. 39-40, p. 23); su grácil figura se
funde con su entorno: “Cúspido brote / a todo dar” (vv. 5-6, p. 21), en estos versos, el
Pensar lumínico
y cabal
Fase de hilo
Entrando
en el cristal
Fibra de orar
430
La vicuña se metaforiza como un “poliedro impensable”, lo que remite a la
sacralidad que los andinos le adjudicaban a las rocas299 y a las formas geométricas de los
tejidos. La lana de la vicuña es sagrada para la hablante (“Fibra de orar”) por su contacto
con la luz, presente a partir del “pensar lumínico” identificado con la “fase de hilo”
(vicuña) que entra en el cristal (¿el sol?, ¿el agua?); los versos sugieren el efecto de
hablante asocia nuevamente la lana con el sol, lo que pone de relieve la cercanía de la
vicuña, por su vida en las cumbres, con los Apu de las montañas y con el sol: “Vivísima
del tejido, lo que conlleva la asociación entre la vicuña y la escritura; en este sentido, el
como dice el texto, la vicuña es: “Lo wikuño / del wikuñar” (vv. 16-17, p. 21). Esta
cercanía con el sol y las alturas, la asociación con la roca (“poliedro impensable”), y por
último, con el agua, pues el animal se metaforiza con míticos afluentes de la zona
andina:
Tú eres la Uru
y la Bamba
299
La piedra bezoar de la vicuña era/¿es? considerada una “Illa”, es decir, una especie de amuleto o de
objeto sagrado (Granda Paz, 1998, p. 38). De esta manera, en la cosmovisión andina, la vicuña está
conectada con la piedra.
431
Qué andas haciendo
Apu aquí
Oro en monte
Rimac allá300 (vv. 46-51, p. 23).
su valor para los andinos; asimismo, en el poema abundan diversos juegos fónicos,
desplazamientos de la vicuña por los cerros: “Pálpita pálpita / saltarina” (vv. 37-38, p.
23). El contenido del poema se completa con su ritmo, que se asimila al trote del animal,
como señala Fariña (1995) sobre el poemario en su conjunto: “el uso de un lenguaje
12-13, p. 21). Los versos implican una relación estrecha con el animal, quien transmite
interrogantes, en tanto la hablante busca su propio lugar en ese entorno sagrado): “¿A
qué te soy?” (v. 67, p. 24), lo que quizás puede entenderse como ¿quién soy para ti? o
300
Urubamba es un “afluente del Amazonas, llamado Willkamayu, ‘río sagrado’ (quechua). En la parte
superior de su curso bordea Ollantaytambo y Macchu Picchu”. Apurímac es un “Río que une al Urubamba
para formar el Ucayali”; su nombre significa “señor que habla” (“Glosa”, p. 101).
432
El texto finaliza con una pregunta, que implica finalmente la complejidad de la
cosmovisión andina, la que tal vez jamás lleguemos a entender cabalmente: “¿a qué has
venido?” (v. 73, p. 24), pregunta formulada ¿para el animal? -¿cuál es el sentido de su
existencia entre las alturas?- o ¿para la hablante? -¿qué busca ella en los cerros y en la
imagen de la vicuña?
que sucede a “la wik’uña”, se refiere a este animal salvaje, un tipo de cánido (zorro) de
las zonas andinas, guardián de los rebaños del Apu. El poema está dedicado a César
Paternosto, con quien la poeta comparte su vida y este acercamiento hacia lo andino;
este poema es el único de la obra que posee dedicatoria. En entrevista con la poeta, le
refiere con ternura al aguará, mostrando una estrecha conexión con él: “Tú eres mi casa/
elementos: “Mosca a la miel/ color al pincel” (vv. 11-12, p. 25). Los rápidos
433
aviones” (vv. 9-10, p. 25), imagen que une lo natural y lo tecnológico. La pintura y la
Wari y Nazca
vuelve a comer
Entra al templo
pórfido quarz
Ollanta y tambo
la entraña más
Germina la puerta
Poroto cuadrado
de sacro ser (…)
Del templo
a la tela
abstracta (1989); para él, estos elementos fueron dejados a propósito en los muros, pues
de las protuberancias sería análogo al sistema de nudos de los quipus (pp. 140-143).
Luego, se poetiza el paso del zorro desde estos centros ceremoniales antiguos a la
434
dureza “pórfida” de la piedra se funde con la ligereza y suavidad de la pintura, formando
texto en el que se unen la voz enunciante y algunas citas sobre la cultura andina; la
vicuñas, las que se habrían generado en los manantiales301, y la cita que cierra el texto es
de Bernabé Condori y Rosalin Gow, estudiosos de las culturas andinas, los que aseguran
que la vicuña “es el animal de la tierra” (v. 14, p. 83), acentuando la conexión del animal
oro, pues es una “mina / de oro” (vv. 5-6, p. 83), por su lana. Por ello, la vicuña es un
animal de relevancia espiritual, “se la invoca al orar” (v. 7, p. 83), así como también es
El texto siguiente es una cita del jesuita Bernabé Cobo (1582-1657), autor de
Historia del Nuevo Mundo, obra referida a la botánica y a las culturas indígenas de
América. En la cita, Cobo se refiere a dinámica natural entre zorros y vicuñas: los zorros
devoran a las crías de vicuñas, pero estas defienden a patadas y en grupo a sus vástagos,
301
En el texto original, este origen mítico solo correspondería a la alpaca: “No se sabe bien el origen de la
alpaca, pero dicen que en el may timpu (en los orígenes de la humanidad), salieron de los manantiales y de
los sitios donde hay agua, cerca de los nevados y que en el futuro, también se volverán a ir por los mismos
manantiales” (Parte del testimonio de F. Q., de la Cordillera de Canchis, en Flores Ochoa, 1977, p. 219).
435
complementarias que preside la cosmogonía andina y se manifiesta en el texto. Las
El tercer texto del poemario es el “Canto del Colibrí” que pertenece a la tradición
de los chiripá, grupo étnico guaraní304 y se incluye en el texto de Cadogan (1965). Este
canto destaca la cualidad de iridiscencia de las plumas del ave al ser iluminadas por los
rayos solares: “¿Tienes algo que comunicar, Colibrí? / ¡Lanza rayos el Colibrí! /-El jugo
iridiscencia de las plumas es un atributo divino para los guaraníes, como comenta
Este canto es ejemplo de los guaú aí, poemas cortos cuyas figuras
centrales son un pájaro o un cuadrúpedo. Encierran reminiscencias
míticas y palabras arcaicas. El Colibrí, ave mítica, es el consejero de los
augures y el portador de los mensajes de los dioses. Los relámpagos,
atributo de los dioses, le acompañan, y le marea el "néctar de las flores",
nombre religioso de la chicha que se consume durante la danza ritual y la
fiesta del guaú. (s.p., cursivas del texto)
302
Los colibríes son “de las aves más pequeñas en el mundo, con un peso de entre 1.7 y 20 gramos, de
colores vivos y vuelo vibratorio, hacia adelante y hacia atrás, que aletean a una velocidad de hasta 80
circulaciones por segundo. El mayor número de especies se encuentra en los contrafuertes andinos más
lluviosos de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú, siendo Colombia y Ecuador los países que tienen el
‘récord mundial’, con más de 120 especies” (Diario Electrónico Publimetro, 2011, s.p.).
303
“Tanto en Mesoamérica como en los Andes, el felino (jaguar o puma) es el depredador cuyas fauces
reaparecen constantemente en las caras divinas (…)” (Millones, 2010, p. 149).
304
“A grandes rasgos pueden distinguirse entre los guaraníes ‘monteses’ o no cristianizados tres grupos
principales: mbyá, chiripá y paí-kaiová” (Cadogan, 1965, s.p.).
436
Al igual que la vicuña y el zorro, el colibrí es un animal conectado con los
dioses, intermediario entre estos y los seres humanos305; a esta situación de “gozne”
entre lo terrenal y lo espiritual se alude en el canto a partir de una acción con doble
trasfondo, pues el colibrí se alimenta del polen (terrenal), pero también de la chicha
“Tentenelaire Zun Zun”, título conformado de un neologismo, que remite al vuelo del
vuela” (vv. 6-7, p. 17), debido a la iridiscencia; al igual que la vicuña, el colibrí es
metaforizado como un “oro” y una figura geométrica, “Prismá / volador” (vv. 24-25, p.
espiritual, en tanto vincula la imagen de succionar néctar con la de beber licor ritual:
“Altarcito / licor” (vv. 13-14, p. 17); el colibrí no solo se nutre del polen, sino también
de la luz: “Traga néctar / lumbrón” (vv. 4-5, p. 17). Este último neologismo aúna la luz y
fragilidad, el colibrí es poderoso al estar en relación con los dioses y cumplir una
función importante en el reino animal, es por ello que basta su figura para evocar la
305
López Austin (Cf. Cadogan, 1965) comenta que para los guaraníes las aves pertenecen a los dioses,
principio análogo al de la cosmovisión andina, en lo referente a los animales signados como rebaño de los
dioses: “Las aves son seres domésticos de los dioses, por lo que poseen bienaventuranza y habitan en un
paraíso en el que se encuentra el Verdadero Padre de los Pájaros. Vienen a la tierra periódicamente a
criar” (s.p.).
437
Al igual que la vicuña, el colibrí está en peligro de extinción306; esta situación
irán!” (vv. 30-36, p. 76). La asociación del colibrí con la basura implica la devaluación
de lo natural en la cultura de las ciudades contemporáneas, en las que las aves han sido
“‘Tienes que apurarte, / nos estamos acabando’ / dice el colibrí” (vv. 1-3, p. 96). El texto
consigna dos experiencias citadinas con los colibríes, a los que la hablante llama por el
nombre común en Chile, “picaflor”: “En Quito vi picaflores que seguían las luces / del
basurero de Conchalí: los machos / echando reflejos rojos (…)” (vv. 4-5, 7-9, p. 96). A
pesar de estar fuera de su hábitat, el colibrí sigue conectado con la luz y el fenómeno de
la iridiscencia.
con la figura del chamán; uno de los textos de la sección “Reflejos” se abre con una cita
de María Sabina: “Mujer colibrí soy” (p. 82), frase que forma parte de un cántico que
ella entonaba al tomar hongos: “Mujer araña soy; mujer colibrí soy; mujer de un lugar
306
La extinción, según los expertos, se debe a “la deforestación y otros factores propios de los modernos
sistemas de cultivo” (Diario Electrónico Publimetro, 2011, s.p.).
438
sagrado y encantado soy; yo soy más que humano” (Pancorbo, 2011, p. 199). El poema
de Vicuña se refiere a la figura del chamán como “Mensajero iridiscente” (v. 3, p. 82),
animal: “Polvo / de estrellas negras / en un cielo / de luz” (vv. 1-4, p. 71); la hablante
enfatiza la rapidez y sigilo del animal, cuyo movimiento sobre la presa se corresponde
con la muerte: “¡Saltan / las rayas / Y es la muerte / fugaz!” (vv. 7-10, p. 71). A pesar de
huerto” (vv. 16-17, p. 72), “mijito frutal” (v. 28, p. 73), y destaca su condición de
la cual derivan conexiones con los reflejos, la iridiscencia, las deidades, los líderes y la
espiritualidad. La hablante le llama al jaguar “Tigre espejo” (v. 1, p. 95), por el reflejo
del sol en su pelaje: “Pelo que aprendió a reflejar” (v. 2, p. 95); en el texto se “teje un
hilo” a partir de la palabra “espejo”, armando una red poética y semántica que conecta
439
verdad”
palabra espejo, analogía del jaguar, es un signo ubicado entre la realidad y lo inasible (la
entre lo material e inmaterial, tal como el colibrí, aunque sea opuesto a este. Sus
favorecido.
incluso de la luz, con figuras geométricas, en especial, el prisma, sugiere que son
imágenes “tejidas”.
Todos los animales se asocian con los reflejos de la luz, y con la escritura
la boca / En el manantial” (p. 19). La íntima conexión entre el animal sediento y el agua
genera la escritura poética, que se configura como el reflejo del animal en el agua
mientras bebe. De esta manera, el poemario plantea una primera asociación luz-animal
440
Poema es animal es luz
colibrí
Reflejo jaguar Iridiscencia
vicuña (lo divino)
zorro
La luz del sol reflejada en el pelaje del animal produce la iridiscencia, lo que
constituye una analogía del lenguaje poético, que resulta una conjunción de reflejos del
mundo indígena.
“esculturas”. Sin embargo, Paternosto plantea que estas estructuras son precursoras del
308
Esta no es la única interpretación del origen del nombre Ollantaytambo, sin embargo, es la que entrega
la poeta en “Glosa”.
441
descifrar en la actualidad (p. 26). De esta manera, el autor analiza diversas zonas
del tejido” (p. 35). Asimismo, la piedra posee una poderosa significación en el contexto
andino como expresión de lo sagrado, y en este centro ceremonial se combina con otros
En la entrevista que sostuve con Vicuña el año 2010, ella comentó la “poética”
es un lugar muy especial porque nunca fue “asesinado” por los españoles.
Su estructura urbana está intocada. Si hubiera estado completo, lo más
seguro es que los españoles lo hubieran intervenido, como lo hicieron en
el Cusco, donde colocaron iglesias y de un “cuanto hay” encima. Pero
como Ollantaytambo era un templo inconcluso, lo dejaron tal cual, como
si fuera un montón de piedras. Es impresionante cómo este lugar
interactúa con la luz: la luz de la noche, del día, de las estrellas, de la
mañana. El lugar encarna una poética sonora y multidimensional -lo que
tú llamas “artes integrados”-. Por ejemplo, hay un lugar en que están
todas las acequias resplandecientes gracias a la luz. Yo nunca he estado
en un lugar del mundo en que las acequias fueran construidas
considerando la luz. Nada de eso es casualidad y sin embargo es
completamente invisible para los historiadores del arte, los arqueólogos,
para cualquier persona que vaya allí excepto para un poeta (Ver “Anexo
2”).
442
Es evidente la admiración de la poeta por los criterios de construcción de este
centro ceremonial, que encarna el principio de “totalidad” indígena, donde todos los
ambiente con la construcción inca: “Roca / que enciende / el amanecer” (vv. 15-17, p.
las protuberancias añadidas a las piedras en una imagen que infunde vida a las rocas del
El texto destaca tanto los dones de los dioses (luz y agua) como la labor humana
herramientas de cantería: “Lasca y acequia / cuña y baivel (…)” (vv. 33-34, p. 55). Se
enfatiza la condición sagrada del lugar, del entorno, de los sonidos del agua en la roca,
elementos que juntos constituyen un altar: “Agüita / que enjuga / su aguar / Tú la hiciste
443
/ sagrada / Bajando / a regar / Altar abierto / Sonar / Murmullo / de cantizal / Arar y orar
“Fiesta de la cosecha” (p. 101), por lo que Ollantaytambo se poetiza como una
fecunda contrasta con la soledad del lugar, por lo que la poeta interpela al espacio:
“Piedra que brota al toque solar / Chacra ritual / Aguas que rezan con solo bajar” (vv. 2-
4, p. 92). El descenso del agua por los canales se asume como una acción espiritual, que
roce del agua con la roca: “¡Nadie era tan feliz como el agua! / ¡Excepto la piedra que la
sujetaba!” (vv. 5-6, p. 92). Las construcciones de Ollantaytambo, que destacan la belleza
del agua fluyendo en armonía con la piedra y la luz, se relacionan con la relevancia del
paisaje con la construcción hecha por el ser humano: “Sereno lugar / donde abunda el
perfume / y el templo no es más que gozar / la infinita conciencia del reflejar” (vv. 7-10,
p. 92). Los reflejos de la luz y del agua le otorgan a Ollantaytambo la condición sagrada,
444
En la carta que Vicuña destina a Francisco Zegers se hace referencia a un lugar
de Ollantaytambo:
importancia de la luz, el agua y de sus efectos en el ambiente, como los sonidos del
agua; en segundo lugar, la armonía de Ollantaytambo con el valle y los ríos; y en tercer
lugar, la comparación que la poeta establece entre la Inkamisana y Nueva York, que
tanto resulta una combinación intercultural; este ejemplo remite a las mezclas que
445
El poema “Inkamisana” poetiza estos rasgos que Vicuña expone en su carta:
“Escaleras y ritos / no para el pie” (vv. 1-2, p. 57), pues la luz es la que asciende y
desciende por esta piedra, que adquiere vida: “Edificio / que piensa” (vv. 3-4, p. 57). La
noche: “Invento / de noche / Saliente / al albar” (vv. 12-15, p. 57), el agua y la luz:
“Arroyo / de luces / Doble reflejar” (vv. 27-29, p. 58), el agua y la piedra: “La piedra / y
poetiza al identificarse con las oraciones: “Roca tallada / en brotes / de orar” (vv. 16-18,
142).
decir, el brote crece hacia afuera, pero al mismo tiempo desciende. El momento de
309
Paternosto (1989) afirma que en relación con la escultura inca, el zigurat es el “referente analógico más
concreto en la tradición occidental” (p. 60).
446
12, p. 59). El título del texto remite a la utilización del verbo “brotar” en primera
“Reflejos”, el texto que se refiere a la acción de brotar comienza con una cita de María
Sabina: “Mujer que brota soy” (p. 93), verso de uno de sus cantos chamánicos310. Luego
de esta cita, el texto plantea una red etimológico-semántica que vincula la botánica con
abrirse la / flor / Simicta hokyachicuni: descubrir lo secreto, / soltarse las palabras sin
querer / Yacha: saber / Yachacuni: hacer crecer como sementera” (vv. 1-7, p. 93). De
esta manera, la poeta metaforiza el lenguaje a partir de los brotes de la tierra, imagen que
estructura de roca que en la parte superior posee un canal por el que el agua circula y,
finalmente, cae hacia el suelo (como una ducha). Rebeca Carrión (2005), en su relevante
estudio sobre el culto al agua, señala: “casi todos los lugares considerados como
sagrados o como centros religiosos, presentan fuentes, cisternas, y los llamados ‘baños’
310
“(…) Porque vengo buscando por debajo del agua / desde la orilla opuesta / Porque soy la mujer que
brota / Soy la mujer que puede ser arrancada, dice (…)” (Estrada, 2005, p. 60). El verbo “dice”, expresa
que quien habla por el chamán es el hongo (Estrada, 2005, p. 59). Es una especie de lenguaje impersonal,
según las creencias chamánicas.
311
En el capítulo 4 profundizo en esta obra de Vicuña, que consiste en un proyecto que integra la poesía,
las artes visuales y la botánica.
447
El “Baño de la Ñusta” corresponde a las construcciones que se denominan
pacchas, vocablo que significa “Fuente que echa agua por algún caño” e “instrumento
de madera con que liban chicha por pasatiempo” (Carrión, 2005, p. 58)312. El carácter
sagrado de estas fuentes al aire libre se vinculaba a las doncellas, las que en los mitos
fuentes cristalinas, por ejemplo, la doncella Chuquillanto (Carrión, 2005, pp. 135-145);
el baño poseía una connotación ritual, que simbolizaba la pureza de las jóvenes y del
agua, ya que eran la encarnación de este elemento. Es posible que el poema “Bañaste”
(p. 61) tenga relación con este hecho narrado en los mitos, o esté relacionado con la
ritual” (vv. 1-3, p. 61). A pesar de que se poetiza una actividad sagrada, la poeta emplea
312
En su trabajo, Carrión analiza las pacchas de Perú y los mitos en relación con el agua. Especifica que
hay dos tipos de pacchas: “unas talladas en las rocas, con pocitos, estanques y canales de curso simple o
complicado; y otras de madera o de arcilla que consisten en un recipiente pequeño compuesto por dos o
tres vasos comunicantes con un corto tubo o cañito de salida en la base o al frente, por donde sale
pausadamente el líquido (2005, p. 58).
313
En los mitos, las doncellas realizaban “ciertos ritos como el vaciar en la laguna o manantial un
cantarito de chicha y arrojar ofrendas de maíz, coca y otras cosas, y llenaban después su recipiente con
agua virgen, la que transportaban al altar del dios, donde lo ofrecían o vertían (…) [en algunos mitos
aparecen] formando ‘pareja’ con un mancebo, al cual se unía posteriormente. La presencia permanente de
oferentes femeninas y no masculinos, portando en las manos cántaros de agua o de algún líquido
apreciado, es una forma de expresión de hechos y fenómenos que interesaban vivamente a la sociedad
antigua; simboliza la vinculación estrecha entre la mujer y el agua, o más propiamente entre la diosa Luna
y este elemento, ya sea agua de manantial, de río, lluvias o mar” (Carrión, 2005, p. 68).
448
un término coloquial chileno, “pilucha”, pues la terminología coloquial es otra hebra del
elementos.
la piedra / Rojo / el telar” (vv. 6-9, p. 61). Tanto el agua como el tejido son elementos
alude a una “totalidad”, la mujer; es decir, el rito del tejido como oración resulta análogo
se feminiza: “¡Riega / tu mata / Pubis / canal!” (vv. 14-17, p. 61); asimismo, el entorno
se configura como una red o tejido en el cual la ñusta se inserta: “Brillan / las sierpes/
449
Elementos Naturales
LUZ- AGUA Humo
T
E L
J L
I Ofrenda Neblina
Animales U
D V
O I
Nubes
A
La luz y el agua, dones de los dioses, nutren a los animales, y aunque solo la
vicuña provee lana para el tejido, los otros forman parte de la dinámica alimenticia del
estas generan las primeras gotas de lluvia, el ciclo se inicia una vez más.
imaginario poético recupera los momentos del ciclo de la vida y una forma comunitaria
de existencia, que respeta los ritmos de la naturaleza. Si bien la imagen del ser humano
450
Vicuña integra discursos de quienes han apreciado estas formas de percibir el mundo:
indiscriminadamente, por ambición y/o ignorancia del ser humano, de tal manera que la
presencia de ellos recrea una forma de vida alternativa, que deja de situar al ser humano
en el centro del mundo, y opta por una cosmovisión donde las personas, animales y
así como en el poemario subyace una ética ecológica, cuyo sustento son las cosmogonías
indígenas.
caer en maniqueísmos; en este sentido, recuérdese que la imagen de Nueva York posee
451
Por esta razón, no debe pensarse que esta visión ecológica del texto esconde
prejuicios o desprecio por lo citadino, pues este discurso surge desde una experiencia
Este afán ecológico está presente en todo el poemario, pues hay algunos textos en
los que además de poetizarse las cosmovisiones indígenas, se critica el abuso de los
humanos hacia los recursos naturales. Estos poemas se ubican en la sección sobre
Ollantaytambo, luego de los textos relacionados con este centro ceremonial, lo que
“Descuajo y resalvo / venturo mental” (vv. 1-2, p. 67), pues frente a la destrucción
actual, la acción de plantar se ofrece como una solución: “Flora / en ganancia” (vv. 48-
49, p. 69).
maquinarias como el bulldozer, las que han intervenido de manera agresiva la selva,
característica se destaca en el verso final: “Plantá voluntá” (v. 50, p. 69). El humo de los
los incendios forestales: “Fuego / y cenizal” (vv. 21-22, p. 68); esta agresividad contra el
452
ambiente es calificada como un daño al propio ser humano, habitante de esos parajes:
resplandeciente, el mundo de /aguar!” (vv. 1-4, p. 94). Luego de estos versos, se integran
al texto unas citas de Cadogan y del mito guaraní de la creación, en los que se enfatiza la
importancia del ecosistema selvático para mantener la lluvia y la neblina, las que
constituyen “‘el refrescamiento de la / divinidad’ (León Cadogan)” (vv. 7-8, p. 94); este
acto de ofrenda natural a la divinidad redunda en un bienestar para el ser humano, pues
desviarse del amor que / congrega, vivirán en armonía” (vv. 11-12, p. 94).
potencial: “Sur ame / ya!” (vv. 9-10, p. 77); de esta forma, el significante “basura” se
poeta, que transformaba los desechos de la playa en una obra de arte, lo que para
Polanco (2005) constituye un acto de amor, de acuerdo con esta declaración de la poeta
453
Siempre me gustó recoger lo que estaba botado. Primero intenté
atrapar la primavera, pero los pétalos se descomponían. Las hojas de los
árboles en cambio resistían. Quise guardarlas antes de que las barrieran o
quemaran, no por un afán de eternización, sino como un acto de amor
(s.p.).
De esta manera, a partir del arte se consigue reciclar las basuras, un ejercicio
clave para la actualidad, que, sin embargo, es escasamente ejecutado. En este sentido, La
Wik’uña presenta un mensaje ecológico que no se limita a la denuncia, sino que ofrece
paja torcida’ ([Jorge] Lira)” (vv. 3-4, p. 85); la red implica que el chamán es el tejedor
por excelencia:
454
Chantaysimi, el hablar hermoso, es hablar
bordando (vv. 7-15, p. 85).
quechua; asimismo, la metáfora del bordado se conecta con el imaginario sobre el tejido
búsqueda espiritual que anima esta poesía, pues quien cultiva esta forma de lengua es el
consejero, mago, brujo y artista” (p. 71); es la figura central del chamanismo, que se
esa consciencia cósmica con la comunidad y viceversa” (C. Martínez, 2004, p. 54)314. En
314
La definición más completa de chamanismo que encontré es la de Galinier, Lagarriga y Perrin (1995):
“conjunto de concepciones y prácticas cuyo propósito es, sobre todo, interpretar, prevenir o tratar los
infortunios: hambres, catástrofes naturales, enfermedades, etc. El chamanismo es un sistema que se funda
en una teoría de la comunicación que se lleva a cabo entre el otro mundo, un ‘espacio sagrado’ (o
‘sobrenatural’) -descrito en parte por los mitos- y el mundo de aquí, el de los hombres comunes, que por
otra parte, se halla sometido a ese otro mundo. La comunicación se establece por intermedio de un
personaje socialmente reconocido a quien se le designa con el nombre de chamán que sabe convocar y
dominar a voluntad a las entidades relevantes del espacio sagrado, generalmente calificadas de
‘auxiliares’, de ‘aliados’, de ‘protectores’ o de ‘espíritus auxiliares’. En resumen, el chamanismo es una
representación del mundo y del hombre, definida por una función, la del chamán” (p. IX).
455
La naturaleza brillante y multicolor de la visiones chamánicas es
una parte integral de la “estética del brillo”; un indicador de la presencia
de energías cosmológicas (…) El estado de trance permite a los chamanes
ver la esencia más que la superficie de las cosas, de la misma forma como
la superficie brillante de los objetos revela los destellos sagrados de su
interior (Saunders, 2004, p. 138).
Vicuña cita como una de las fuentes de su poemario; la red etimológica del texto sobre
el “hablar bordando” ha sido elaborada gracias a este estudio, que nace de la importancia
concedida a los juegos de palabras que el autor notó en las comunidades indígenas
Wik’uña. Según la tesis del estudioso, “los retruécanos eran básicos para un
que la “lengua secreta” de los incas se basaba en juegos de palabras. Según el autor, los
incas dominaban por lo menos dos idiomas: quechua, aymara, y es posible que también
el pukina (lengua precolombina extinta), incluso, quizás los amawta (sabios) dominaban
más lenguas, porque la habilidad lingüística otorgaba poder, sobre todo, espiritual315.
El gusto por los retruécanos se explica para Randall en que “es una de las más
altas formas de afirmación de la interrelación básica de todas las cosas” (p. 270), de esta
315
“El quechua no perteneció por lo menos en su origen al patrimonio cultural exclusivo del Cusco y
tampoco dejó de ser, a lo largo de su desgarrada historia, una vasta y compleja variedad de lenguas,
clasificadas hoy en dos grandes familias y en once dialectos a veces ininteligibles entre sí” (Noriega, 1993,
p. 280).
456
forma, existía un estrecho vínculo entre la cosmovisión andina y los juegos de palabras,
partes-, y la de los incas, para quienes juntar todo ayuda a revelar misterios; en este
sentido, los juegos de palabras y el tejido son formas de asociar y relacionar que
era considerado una lengua sagrada, y el chamán que dominaba todas sus posibilidades
era capaz de develar los enigmas de la existencia317. Randall también documenta que se
estaban conectadas semánticamente, podrían ser vinculadas “en base de sus afinidades
316
“El juego de adivinanzas es importante en el desarrollo intelectual, emocional y sexual de los jóvenes
de las comunidades indígenas. Según ellos, las personas más hábiles en el manejo de lenguaje en esos
juegos son considerados no solamente más inteligentes, sino también de mejor destreza sexual. Así
obtienen un status más alto en la sociedad” (Randall, 1987, p. 270).
317
Randall (1987) plantea otras formas discursivas que el chamán dominaba, como: acertijos, parábolas,
adivinanzas; fenómenos como la metátesis, palíndromos -que sería la consecuencia lingüística del eco- y
onomatopeyas; todos estos tenían fuertes implicancias dentro de la cosmovisión andina. Otros estudiosos
apoyan la tesis de Randall, como Llamazares y Martínez (2004): “El lenguaje de los dioses es sin duda el
lenguaje del símbolo, el que habla con metáforas, con analogías, el que devela y oculta a la vez, el que
llega desde las borrosas profundidades de la consciencia o desde más allá de ella, y solo se capta en forma
completa e instantánea por las vías empáticas, sensibles e intuitivas, o durante los sueños, el trance u otros
estados visionarios (…) Algunos datos provenientes de contextos chamánicos también permitirían
vislumbrar la posibilidad de una acepción más específica, por la cual el mundo espiritual utilizaría formas
muy complejas para hablar a los chamanes por medio de lenguajes simbólicos llenos de paradojas,
metáforas, trucos, transliteraciones, inversiones y juegos retorcidos de palabras” (p. 15).
457
fenómeno que puede distinguirse a partir del concepto de “iconicidad metafórica”,
Vicuña emplea este recurso del quechua en las redes etimológicas, semánticas y
simple vista parecer arbitrarias o antojadizas, pero que en realidad se basan en este rasgo
del quechua. Por ello, la figura de la hablante de La Wik’uña se puede identificar con la
conexión con el mundo espiritual, cuyo rol de intermediario se refleja en las imágenes de
sentido al uso de la tercera persona gramatical que predomina en el texto, en tanto esta
voz chamánica o sabia se integra al entorno natural, sin llamar la atención sobre sí
misma, sino que cede el protagonismo a los elementos sagrados: luz, agua, humo,
458
La fascinación por los juegos de palabras de la “hablante-chamán” o “amawta”
y coloquial-, las etimologías (reales o inventadas) y los juegos fónicos; el trabajo con
estos recursos tiene que ver con descubrir las potencialidades del lenguaje, y por cierto,
con la creatividad de quien realiza estos “experimentos” con las palabras e idiomas.
Palabrarmas [1984] (2005) -título que une los vocablos “palabras” y “armas”-, Vicuña
adivinanzas, por ejemplo “¿qué se guarda en los desvanes de los ríos? los desvaríos” (p.
9-10, p. 39).
La poeta plantea al inicio de Palabrarmas que desde niña tuvo interés por
descubierto que esa forma de trabajar con el lenguaje era propia de este idioma. Así crea
desarmar palabras / para ver qué tienen / que decir” (p. 54). De esta manera, Vicuña
juega con las palabras, por ejemplo: “SOL en la EDAD” (p. 59), “TRABA desde abaJO”
(p. 63).
459
Este recurso en La Wik’uña es otro de los elementos que confirma la identificación de la
hablante con el chamán, pues se relaciona con la capacidad de “amarrar todo” o “aunar
pues se anotan referencias librescas, pero también oraciones, cantos chamánicos, cantos
pasado por un proceso previo de transcripción: es el caso de los textos guaraníes, como
el “Canto del Colibrí” -que acompaña danzas rituales de gran importancia para la
oralidad que se integran al texto poético. Por ejemplo, en los cantos chamánicos el
transformadores tanto del mundo exterior como de la interioridad del ser humano. Es la
palabra del chamán, del curandero, del brujo, del mago” (Pacheco, 1992, p. 82).
En Palabrarmas (2005), Vicuña incluye una cita de María Sabina: “El lenguaje
cae, viene de arriba como si fuesen / pequeños objetos luminosos, entonces atrapo con
mis / manos palabra por palabra” (p. 102). Esta concepción “material” de la palabra
connota la capacidad del chamán para asir las palabras que son inspiradas por lo divino y
manipularlas.
460
De esta manera, cuando María Sabina entona sus ensalmos y enuncia “Mujer,
elemento. Por tanto, el “sueño” de la poeta narrado en “Tres Notas”, que identifica su
voz con la de la vicuña -“la wik’una andina habla por mí”- está aludiendo a esta
condición intermediaria del chamán entre los misterios y el mundo material, y al poder
transformador de la palabra318.
Por esta razón, la poesía de Vicuña se configura como una vía de acceso a lo
sagrado, lo que acerca estos textos a las formas de la oración y del ensalmo chamánico
(canción), por tanto, al rito, es decir, a las formas orales y performativas del lenguaje que
(1991) señala:
escrita, en un medio donde esta predomina (Zumthor). Vicuña emplea la rima asonante,
que da cuenta de un ritmo regular alterado en ocasiones por frases marcadas con signos
318
López Austin (Cf. Cadogan, 1965) plantea la relevancia de los sueños para el hechicero guaraní,
relacionando estos con los cantos sagrados: “En sus sueños adquieren los cantos más sagrados, los más
poderosos, que siempre utilizan en beneficio de sus semejantes” (s.p.).
461
de exclamación, los que denotan la intención de celebrar la naturaleza; la alabanza de lo
El ritmo regular de los versos se vincula con el canto indígena andino, el que se
concibe unido a lo sagrado. Para los guaraníes el canto también es poderoso, y posee una
connotación sagrada: “El hombre recibe sus cantos de la divinidad. Cada canto es suyo,
inalienable, íntimo. Algunos poseen dos o tres cantos. Otros más virtuosos cuentan con
muchos. Son éstos los hombres admirados y respetados por la comunidad” (López
solos, lo que otorga relevancia también a los espacios en blanco, representación del
silencio, como señala Fariña (1995) sobre el texto: “Comparando el poema a la oración,
las palabras quieren también recuperar el silencio: ‘un antiguo silencio espera ser oído’,
en las onomatopeyas, como el sonido del colibrí, del agua o de los galopes de la vicuña:
“tres rápidos tris-trás” (v. 55, p. 23) y en la presencia de otras figuras fónicas, como
frase “pepita de ají” (v. 72, p. 24) con la que se califica la pequeñez de la vicuña, y la
inclusión de deícticos, que, como se sabe, dependen del contexto en que el mensaje se
enuncia para ser interpretados: “Pallá y pacá” (v. 23, p. 32), enuncia la hablante, para
462
indicar los movimientos del tejido. El habla coloquial chilena se emplea también a
animales o personas: “Teja mijita / nomás” (vv. 10-11, p. 31). Es posible que la impronta
naturales, por ejemplo, las preguntas a la vicuña, que se citaban en el apartado sobre los
animales, o la interpelación al agua: “¿Quién te ensució?” (v. 10, p. 37); es así como en
463
Viví el exilio en Suecia por un corto tiempo. Estudié literatura
allá; antes en Chile estudié Ciencias Políticas, trabajaba en el día y
estudiaba en las tardes. De vuelta, conocí a muchos escritores: Enrique
Lihn, Gonzalo Millán, que venía llegando de España; con él empecé a
frecuentar a Juan Luis Martínez (Ver “Anexo 3”).
Amaranto, 1985, reeditado en 1991, por la Editorial Tierra Firme, Buenos Aires),
(Santiago, Las dos Fridas, 1999), volumen de cuentos que constituye una creación
(Santiago, Cuarto Propio, 2001), y Donde comienza el aire (Santiago, Cuarto Propio,
2006). En el año 1999, la poeta reúne sus tres primeros textos, El primer libro, Albricia
nuestro objeto de análisis. En el 2012 reedita En amarillo oscuro, con el título Pac Pac
319
En España (Valencia, Derzet y Dagó, 1992) se publicó una edición bilingüe de Albricia (catalán y
castellano). En Chile, la editorial Cuneta (Santiago) reeditó el poemario el año 2010.
320
Este poemario es un adelanto de Donde comienza el aire (2006).
464
escritores, tanto nacionales como extranjeros; además, ha gestado publicaciones sobre la
edición del volumen de ensayos Merodeos en torno a la obra poética de Juan Luis
Martínez (Santiago, Intemperie, 2001). Con Raquel Olea, Fariña edita Una palabra
cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral (Santiago, Isis Internacional, Ediciones de las
por conocer y difundir obras poéticas con las que se siente vinculada; Juan Luis
Gabriela Mistral, Fariña se siente conectada con su obra, como podrá comprobarse en el
tal, colaboró con el equipo de la ONG La Morada y con Radio Tierra. Actualmente, es
Sus obras han sido parcialmente traducidas al inglés, francés, italiano, catalán y
se han incluido en diversas antologías, como Women’s Writing in Latin America (1991).
Entre las distinciones recibidas por Fariña se cuentan: Beca para realizar talleres de
creación literaria, otorgada por el Fondo Nacional para la Difusión del Libro y la Lectura
(1994); Beca otorgada por el Fondo de Desarrollo de las Artes y la Cultura para escribir
un libro de poesía (1995); Beca para escribir un libro de poesía, otorgada por el Fondo
de Desarrollo del Libro y la Lectura (2002); Beca otorgada por la Fundación John Simon
465
Guggenheim (2006); Beca otorgada por el Fondo de Desarrollo del Libro y la Lectura
para escribir un libro de poesía (2006); y, por último, nominación al Premio Altazor
Fariña ha producido además algunos trabajos académicos sobre poesía, entre los
que contamos Una reflexión mestiza desde la escritura de cuatro mujeres chilenas.
de la literatura escrita por mujeres, así como también el apoyo al trabajo de los poetas
Editorial Moda y Pueblo, 2009) y la reseña al poemario Raso (2009) de Carlos Cardani
español de ¿Quién va a podar los ciruelos cuando me vaya? del poeta norteamericano
466
5. La obra de Soledad Fariña en el contexto de la promoción de poetas de 1980
Calderón, Lila Calderón y Tomás Harris (1996), Soledad Fariña aparece como integrante
de la “promoción del ’80”, la que comienza a publicar en plena dictadura, por lo que
debe lidiar con la censura y las dificultades para generar instancias culturales. Según los
abandonaron el país por decisión personal; a causa de ello Soledad Bianchi denomina a
este grupo “generación dispersa” (1990e, p. 20), ya que se disgrega entre los autores que
repara en que lejos de amedrentarse por la censura, los creadores que permanecieron en
321
Bianchi también menciona otras denominaciones para esta promoción -cuyos autores nacen “hacia el
año cincuenta”-, que fijan como fecha clave para el grupo la década del setenta, a causa del golpe de
estado, y no del ochenta, como se ha propuesto en antologías y estudios más recientes, por ejemplo, el de
T. Calderón, L. Calderón y Harris (1996). La estudiosa reseña que José Luis Rosasco habla de la
“generación del setenta”, y otros, que no especifica, la llaman “generación de septiembre” y “generación
de 1973”; Benjamín Cares la llama “poesía nueva horneada”, “generación del roneo” y “diaspóricos”
(Bianchi, 1990e, p. 22).
467
Chile generan una intensa actividad cultural durante la dictadura322. En un texto escrito
(1993, p. 16) afirma que un fenómeno cultural interesante de los años ochenta consistió
Otro hecho destacable consistió en los recitales públicos de poesía. Según reseña
Villegas (pp. 20-21), entre los años 1978 y 1983 los recitales constituían verdaderas
468
mimeógrafo’ por el número de ‘libros’ de poemas en hojas sueltas o ‘corcheteadas’. Esta
independientes, entre las que destaca “Archivo”, que funcionaba en la casa del poeta
Juan Luis Martínez. A partir de La vocal de la tierra (1999) Fariña comienza a publicar
en la editorial Cuarto Propio, que nació en 1984 con el afán de publicar textos
mujeres323.
Para los efectos de este trabajo, me interesa destacar el grupo de poetas mujeres
de la promoción del ’80, en el que se incluyen Marina Arrate (1957), Alejandra Basualto
(1944), Carmen Berenguer (1946), Carmen Gloria Berríos (1954), Eugenia Brito (1950),
Teresa Calderón (1955), Lila Calderón (1956), Bárbara Délano (1961-1996), Soledad
Fariña (1943), Elvira Hernández (1951), Paz Molina (1945), Rosabetty Muñoz (1960),
Heddy Navarro (1944), Alicia Salinas (1954), Malú Urriola (1967) y Verónica Zondek
(1953)324.
323
Las dificultades de publicación no terminaron con la llegada de la democracia. Cuando entrevisté a
Soledad Fariña (enero de 2010), la poeta ya tenía el manuscrito completo de Pac Pac Pec Pec, reedición
de En amarillo oscuro (1994). Sin embargo, no había conseguido que se publicase, al parecer, por el alto
costo que implicaba el texto, debido a las fotografías que incluía. Finalmente, se editó en México en 2012.
324
Para elaborar este listado, he consultado los estudios de Villegas (1993), T. Calderón, L. Calderón y
Harris (1996), y Brito (1998).
469
Las poetas mencionadas se distinguen por una cantidad considerable de
publicaciones en la década de los ochenta y por una intensa actividad cultural. Sus
discursos poéticos llaman la atención por ser diferentes a la poesía escrita por mujeres
hasta entonces, pues dan cuenta de un cuestionamiento profundo al orden político y a las
Además, las instancias colectivas que propició la época (talleres y lecturas) generaron
lazos profesionales y amistosos entre las autoras. En este sentido, Marina Arrate (2002)
poesía chilena (1970-1995) señalan que, aunque las escritoras participan de los mismos
rasgos mencionados para todos los poetas de la promoción del ’80, merecen una
chilenas, que, como veremos, se relacionan con la poética de Fariña. Los antologadores
asumen una interpretación apegada al contexto histórico: “Se trata, en buenas cuentas,
470
es determinante en la poesía del periodo, creo que no es la única lectura que estos textos
feminista, pues tal como este grupo de mujeres creadoras surge en Chile, también
emerge durante esta época una crítica literaria con perspectiva de género, que propone
lecturas feministas sobre estas obras poéticas. Asimismo, algunas de las poetas han
reflexionado críticamente sobre su propio grupo, como por ejemplo María Teresa
formas” -como señalaba Bianchi- desde las que alude a ciertos hechos de aquella época.
Es en este sentido que Javier Bello (2009) sostiene que la obra de Fariña se desarrolla en
un periodo de crisis general del lenguaje; el estudioso afirma que La vocal de la tierra
durante la Dictadura militar entre los discursos sociales y la escritura poética” (p. 60).
cuerpo femenino y el trabajo con el lenguaje. Villegas (1993) comenta que estos dos
471
[Fariña] es una de las autoras que más enfatizan la representación
del cuerpo y su sensualidad (…) es la poeta que presionando y
contorsionando el lenguaje, más abiertamente busca la configuración del
deseo erótico y del clímax sexual dentro de la poesía de la mujer en Chile
actual (pp. 115-116).
Los primeros trabajos críticos sobre la obra de Fariña pertenecen a María Teresa
Adriasola y a Roberto Merino. Adriasola (1987) se refiere a El primer libro, obra que
Por su parte, Merino (1989) se refiere a Albricia en una breve reseña; para él, la
del cuerpo y sus incidencias” (s.p.); el proyecto poético de Fariña se distinguiría por esta
femenina.
y tiene como destinatario y como autores a los chilenos aquí residentes, que carecieron
para la recepción de sus obras” (p. 21). Brito compara El primer libro al poemario de
472
Antonio Gil, Cancha rayada, en tanto en ambos percibe como tema fundamental la
su trabajo académico. Citando a Eliana Ortega, Arrate (2002) señala que uno de los
problemas para la mujer escritora es la identidad. Las poetas “tienen que comenzar a
escribir siempre de la nada, sin genealogía, sin historia, sin pasado, sin memoria” (p.
179).
Mistral, lo que manifiesta como co-editora de Una palabra cómplice. Encuentro con
como esta mujer fue tan sacralizada nos ha costado mucho encontrarla.
Recién ahora nos estamos acercando en forma bastante más natural a ella.
La Mistral dejó cosas ocultas y cosas abiertas. Bueno, Elvira [Hernández]
tiene esa reflexión hermosa, sobre ‘las cosas que Mistral dejó bajo llave’.
Y muchos estamos buscando la llave para abrir esa riqueza que legó.
(s.p.)325
325
La poeta Elvira Hernández añade: “A mí Gabriela Mistral me sedujo siempre porque ella busca un
lenguaje muy arcaico. Y yo sigo sosteniendo que quizás no era tan importante ser absolutamente moderno,
sino diría, más bien, absolutamente arcaica. Una búsqueda más hacia atrás que hacia adelante. Claro. Y
miradas desde afuera un parecido entre sus escrituras [Mistral-Fariña] está dada por la búsqueda.”
(Nachón, 2003, s.p.).
473
Mi segundo libro es un libro de búsqueda, de indagación diría. Y
dentro de sus preguntas se dio una pregunta por la identidad
nuestra de mujeres, en la escritura. En mi primer libro la búsqueda
más consciente era una pregunta por Latinoamérica, por esa
entelequia en relación con la cual me sitúo. Y Albricia se centra
más en la figura y en la subjetividad de las mujeres. Pero ambas
búsquedas son preguntas sobre el lenguaje, también. Ponen en
juego una identidad cultural (…) (Nachón, 2003, s.p.).
importante para las poetas de la promoción del ’80, que, por ejemplo, se manifiesta en la
poesía de Fariña: “El problema de cómo llegar a ser sujeto en la palabra da vida al
poemario de Soledad Fariña: El primer libro” (p. 15). Brito especifica que Fariña
libro (1985) y Albricia (1988), en los cuales reconoce un motivo común: el viaje hacia la
palabra poética. En El primer libro, resalta el diálogo que se establece con el lenguaje, el
gesto escritural y el sentido de la poesía (p. 121), asimismo, señala que el lenguaje
convencionales.
femenino; para la estudiosa, el libro poetiza un viaje por el cuerpo, en el que se cruzan la
474
oralidad y la escritura. Según Olea, Albricia remitiría a la construcción de un narcisismo
esto se agrega la fusión con otro cuerpo femenino, que según la estudiosa, remite a la
libro, Albricia y En amarillo oscuro. Afirma que El primer libro “propone un arte
poética que desborda las fronteras literarias instalándose como propuesta política y
cultural (…) de lo latinoamericano” (p. 167). Según su juicio, la poesía de Fariña se hace
poéticos que Fariña despliega en esta escritura es su proposición de recuperar (…) los
signos de esa ritualidad (ritos del aire, del agua, las piedras, los animales: aves, reptiles)”
(p. 179). Asimismo, enfatiza la importancia de la piedra, pues afirma que la escritura es
En consonancia con Olea, Eliana Ortega (1996b) propone leer Albricia como
políticos. Afirma que si bien Fariña utiliza el motivo del viaje en el poemario,
transforma los símbolos del viaje arquetípico del héroe occidental: este es un viaje por
475
maternal; sin embargo, me parece que no es la única lectura posible, pues el texto
poetiza un vínculo más bien erótico, que en mi lectura funciona como alegoría del
proceso de escritura.
hija, lectura que se sostiene en la comparación entre Albricia y el cuento “Al Alba”, de
Fariña (Otro cuento de pájaros, 1999). El cuento narra un rito de iniciación femenino
el cual distingue una “palabra mestiza, expresión americana (…) cruzada por diferentes
sintaxis y (…) voces mixtas” (pp. 209-210). Identifica en el libro las figuras del Fénix -
estudiosa, romper el tiempo lineal y las dualidades occidentales (p. 215), mientras
aspectos que resaltan en la totalidad de la obra poética de Fariña y que en cierta forma
resumen lo que la crítica, por cierto escasa, ha percibido en esta obra, aunque sin
476
desarrollar en profundidad: múltiples interrogantes sin respuesta, un buscado énfasis en
mencionar lo oral enriquecido por otras artes que implican al cuerpo (la pintura, la
cerámica). Esta opción por la oralidad y un tiempo ancestral remite, a decir de Bianchi, a
“una auténtica trilogía” (p. 9). A decir de Bellesi, en El primer libro Fariña construye
una topografía a partir de una pictografía, que atenta contra la sintaxis y la definición
convencional del sentido de texto. Albricia, en tanto, es un libro alegre, fiesta de sonidos
y sentidos, que Bellesi vincula al cuento “Al Alba” del libro Otro cuento de pájaros
que se aúne “la propia ontología de un yo excluido por la historia” (p. 11).
abrazan” (p. 12), y donde Fariña remite a la tapicería precolombina y a los ritos del agua
Existen dos trabajos que analizan La vocal de la tierra, que pertenecen a Héctor
326
Raquel Olea, Eliana Ortega y Eugenia Brito comparten esta interpretación política de la poesía de
Fariña.
477
conectan los signos cuerpo, libro y territorio. El estudioso repara en la relevancia de las
hendiduras en la obra de Fariña para la conformación del espacio poetizado: “La imagen
del ‘hueco’ es sumamente pertinente pues al contextualizar las hendiduras ya sea del
cuerpo, del territorio o de los discursos se genera una erótica del vacío” (s.p.).
manera que las críticas feministas, el estudioso relaciona La vocal de la tierra con el
cuento “Al Alba” y entrega una propuesta sugerente sobre el vínculo de la escritura de
Fariña con la obra de Gabriela Mistral, a la que me referiré cuando sea pertinente.
En suma, los aportes críticos se pueden resumir en relación con los siguientes
figura materna, la indagación en los procesos de la escritura poética y el interés por las
oralidad. Algunos de estos aspectos solo son mencionados por los críticos, por lo que
momento del alba -presente en Albricia a través del epígrafe del poema “La cabalgata”
478
de Gabriela Mistral- no liga obligatoriamente el cuento “Al alba” al poemario. Me
interesa proponer una nueva lectura que contextualice las figuras de la amazona y de la
yegua en el conjunto de los tres poemarios para referirlas a elementos simbólicos ligados
al proceso de la escritura poética, como una de las reiteradas imágenes -en los tres
libros- del lápiz rasgando el papel, con una connotación deliberadamente erótica.
primer libro (1985), Albricia (1988) y En amarillo oscuro (1994). Los tres textos poseen
dedicatorias a personas muy cercanas a la escritora. El primer libro está dedicado a sus
Católica de Chile, fallecido en 1970. Albricia está dedicado a los hijos de la escritora,
epígrafe del poeta irlandés Seamus Heaney, Premio Nobel de Literatura 1995.
sección se encabeza con los versos: “dónde volcarse en este / paisaje” (cursiva del
texto), luego se suceden once poemas. La segunda sección, “bandada de alas verdes”
(cursiva del texto), contiene un poema, cuyo primer verso o título es “(la lengua)”
dispuesto entre paréntesis con minúscula. La tercera sección se inicia con el verso “en
479
esta oscuridad” (cursivas y negritas del texto) y contiene un poema, que se inicia con el
“La cabalgata” de Tala y reúne nueve poemas; de este conjunto, el último poema es más
extenso que el resto. Estos textos se caracterizan por la presencia casi equivalente de
La segunda sección contiene un poema, precedido por una cita del Popol Vuh.
Por último, la tercera sección se inicia con un breve poema, dispuesto a modo de
epígrafe. Este apartado contiene varios poemas sin título, por lo que podría pensarse que
constituye un solo texto extenso. Sin embargo, pienso que se trata de siete textos, pues
cada uno de estos obedece a una unidad temática. En total, Albricia se compone de 18
poemas.
se inicia con un epígrafe de la poeta peruana Blanca Varela. Ninguno de los poemas del
texto incluye títulos; la primera sección contiene trece poemas y la segunda sección
En amarillo oscuro se reeditó en el año 2012 con el título Pac Pac Pec Pec327
(Ciudad de México, Literal), onomatopeya del canto de la lechuza, que aparece en unos
327
Se presentó el poemario en dos ocasiones, ambas en Santiago de Chile: el 24 de abril de 2012 en La
Chascona (casa de Pablo Neruda), evento organizado por la editorial del texto, Literal (México), y el 26
de junio de 2012 en el Bar Thelonious del Barrio Bellavista, ocasión en que la presentación estuvo a cargo
de la arqueóloga Victoria Castro, la crítica Raquel Olea y el poeta Javier Norambuena.
480
versos del poemario. Esta versión está modificada y ampliada, pues se cambió el orden
paralelo. La poeta finalizó la reescritura a fines de 2006. Ella señala sobre el tema:
supersticiones (de los incas), e integra fragmentos de Guamán Poma; la segunda sección
Ollantaytambo y Machu Picchu, lugares que se vinculan con los textos de esta sección.
Fariña me comentó en la entrevista: “Escribí el texto [En amarillo oscuro] mirando esas
fotografías” (Ver “Anexo 3”). En esta nueva edición explicita este vínculo entre el
481
La poeta ha estudiado largo tiempo las culturas aborígenes, en especial, la inca;
sobre la cultura indígena: “me asesoré sobre el agua y su importancia, cómo nosotros
que ha estado tan oculto (herencias indígenas), exponerlo” (Ver “Anexo 3”).
los discursos académicos: “Para lo concerniente a las plumas de los pájaros y de los
colores, había hecho un seminario con Victoria Castro328 sobre los códigos que aparecen
en el Guamán Poma, todo eso está ahí” (Ver “Anexo 3”). Si bien la primera edición de
innegable. Pac Pac Pec Pec enriquece muchos símbolos del texto, a partir de la
A las dos secciones originales, en Pac Pac Pec Pec se agregó una tercera parte
la deidad del agua Pariacaca y la doncella Choque Suso. Esta relación amorosa
Pac Pac Pec Pec no forma parte de La vocal de la tierra, por lo que el análisis se
328
María Victoria Castro, profesora de antropología y arqueología de la Universidad de Chile.
482
cierre de La vocal de la tierra, aunque, eventualmente, algunos elementos de Pac Pac
Pec Pec serán útiles para acercarnos a los poemas de En amarillo oscuro.
autorreflexión asociados a la pintura y a otras artes visuales, de tal forma que estas
diferencias entre la imagen pictórica y la imagen poética, a partir de los comentarios del
filósofo alemán Gotthold Ephraim Lessing en su obra Laocoonte o sobre los límites en
483
Es importante señalar esta diferencia esencial entre la imagen poética y la imagen
visual; aunque los pintores empleen técnicas que impriman dinamismo a sus obras, el
público percibe la totalidad de la obra artística de una sola vez; en cambio, la imagen
conjunto de estos, implica la sucesión temporal y espacial. Es decir, hay una diferencia
trabaja con una imagen construida de trazos, formas y coloridos; lápices, pinceles, óleos,
tintas, lienzos, entre otros, son parte de sus materiales habituales. El poeta requiere
pocos materiales concretos, y construye sus imágenes con las palabras330. Por tanto, es
observa en La vocal de la tierra se produce en el nivel metafórico del texto, pues lo que
teórica.
329
Habría que añadir en este aspecto que, salvo en los recitales poéticos, lo más frecuente es que el lector
se enfrente a solas a un texto poético, mientras que la pintura puede percibirse en forma colectiva, e
incluso comentarse enfrente de la misma obra.
330
Exceptuando el caso de los caligramas, subgénero poético híbrido entre la imagen y las palabras,
proveniente de las vanguardias.
484
En su contexto original, las expresiones culturales indígenas eran funcionales a
las necesidades de la comunidad, y ante todo, poseían un carácter religioso: “El antiguo
arte plástico, en la generalidad de los pueblos, era religioso y estaba comprometido con
crítica, que lo juzga como una actividad independiente” (Reyes, 2008, p. 295). La
historia y la religión de los pueblos aborígenes; los libros de pinturas que se conservan
libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh, el que “Es la más completa y sistemática
Popol Vuh, por la apreciación de la obra de Fariña como libro fundador, y el imaginario
primer libro sugiere la estructura de un libro de pinturas, textos en los que “cada
elementos, símbolos atávicos” (Reyes, 2008, p. 297). La obra de Fariña metaforiza estos
485
elementos, entre los que adquieren una relevancia fundamental el color, los animales y
los espacios.
episodio en el que el consejo de dioses toma decisiones sobre la creación, por lo que es
se conecta con la arquitectura, la cerámica y los tejidos con plumas de la cultura andina.
dinteles, cerámicas, joyas, tableros, jambas, peldaños, pilares, muros, bóvedas” (Reyes,
2008, p. 43), también en códices o libros. En todos estos soportes la pintura “se
configura como texto, como escritura” (Reyes, 2008, p. 43) de signos o glifos. De esta
global, en el que la escritura puede ser signo, trazo, escultura o tejido. La poeta emplea
los distintos dominios del arte indígena para metaforizar la búsqueda de una expresión
poética.
486
Por ello, en el texto se mezclan, por una parte, el arte de la escritura con las artes
poemario, y el estudio del sistema cromático generado en los textos. Como entrada a
esta reflexión, propongo que la inclusión de otros dominios artísticos a nivel metafórico
pintura de vasijas.
487
Uno de los aspectos que la crítica ha destacado sobre La vocal de la tierra es la
simbólico de ellos; mi propuesta de análisis plantea que cada color del poemario posee
relaciona con un concepto de arte que trasciende las divisiones entre las distintas
reflexiona Claude Lévi-Strauss en “De los sonidos y los colores” del conjunto de
Bertrand Castel, matemático y estudioso de los colores, para establecer que colores y
sonidos difieren en naturaleza, ya que: “Lo propio del sonido es pasar, huir, estar
al lugar, es fijo y permanente como él. Resplandece estando en reposo (…) (1998, p.
91). A pesar de ello, Castel concluyó que las propiedades de los sonidos y los colores
488
son análogas, experiencia que a Lévi-Strauss le permite reflexionar sobre una figura
literaria: la sinestesia331.
tierra en tanto los colores van a representar etapas de la creación poética. Una de las
figuras más relevantes en el poemario que permite la asociación del color y la palabra es
la sinestesia.
híbrido del texto, he juzgado importante trabajar con los símbolos occidentales de los
Las preguntas que permanecerán latentes durante este análisis, y que pretendo
antiguo?
331
Marchese y Forradellas definen la sinestesia como: “una figura (…) que consiste en la asociación de
elementos que provienen de diferentes dominios sensoriales”. Su teoría retórica “procede del soneto
“Correspondences” de Baudelaire, del que deriva “Voyelles” de Rimbaud (…) Desde aquí se extiende su
uso a la poesía parnasiana y simbolista, y de ellas al modernismo y a toda la poesía contemporánea”
(2000, p. 385).
489
7.1. La vocal de la tierra: imaginario autorreflexivo y metapoético
volumen:
poemario en particular apunta a visibilizar las tendencias marcadas, sin pretender con
490
libro es la reflexión sobre la escritura de “El primer libro”, es decir, la palabra poética se
refiere a sí misma.
dictadura en Chile, por lo que es probable que estas imágenes se vinculen con las
imágenes represoras de los choroyes332 y la violencia se pueden leer como una crítica al
El Primer Libro se inicia con la acción de borrar todo lo dicho para fundar un
mundo y una forma de escritura; por consiguiente, la poesía se relaciona con el poder de
fundamentalmente a partir de verbos imperativos333. Para dar cuenta del proceso creativo
332
Adriasola (1987) presenta una interpretación distinta de la imagen de los choroyes, pues los asocia al
queletzu, “primer animal que cantó cuando salió el sol” (p. 9), según la cosmovisión maya, aunque
reconoce que encarnan el principio masculino en el texto.
333
Bello (2009) vincula los elementos de la oralidad del texto con el carácter fundacional del poemario y
las referencias a otras formas artísticas de expresión: “la insistencia en los rasgos propios de la oralidad,
entendidos como una doble filiación indígena y femenil, y la constante alusión a la pictografía, ambos
sustratos prehispánicos en contraposición a la escritura otorgada en la fundación imaginaria de un Nuevo
491
de escritura, la poeta trabaja con los niveles fónico, sintáctico y semántico de la lengua,
primer libro, la hablante alude a acciones como pintar, esculpir o grabar para referirse a
la elaboración de este “primer libro”, por tanto, la voz enunciante es, además, dibujante
Como el título del poemario se vincula al concepto de inicio, los tres comienzos
-primera sección, primer poema y primer verso- resultan significativos. Los versos que
pregunta por el propio lugar. El primer poema de esta sección, “Todo tranquilo,
plantea la tarea por iniciar: “Había que pintar el primer libro” (v.1, p. 19). La hablante,
492
oculta en la impersonalidad de la forma verbal “había”, nos sitúa en un tiempo previo al
de colorantes, como la fusión de la saliva con la tierra, y la utilización de los dedos para
poetiza permite establecer dos ejes que se superponen, entre los cuales oscilará la
batalla con una lengua normada, los procesos de bloqueo -la página en blanco- y la
una percepción cíclica del tiempo. El espacio se caracteriza por la oscuridad y por una
337
Bello (2009) relaciona este tiempo ancestral presente en la poesía de Fariña con procesos
metatextuales: “La tensión hacia lo primario, primitivo, oral, arcaico, y bestial se encuentra relacionada
por la poesía de Fariña con los procesos de lectura y escritura, reproduciendo una y otra vez ese gesto
inaugural, pero también polemizando sobre su univocidad y centralidad, abriendo en ese mismo acto otras
posibilidades de realización, al volver ambiguos los medios de la Escritura, que podría llamarse entonces
Pictografía, Habla, Partitura, Tejido, Tallado, Vestidura o Cuerpo, entre otras modalidades que ocupan
tanto la carnalidad del cuerpo como los vacíos de lo simbólico” (p. 51).
493
untar los dedos los brazos ya estás abierto
páginas blancas abiertas no hay recorrido previo
tratar de hendir los dedos (“Todo tranquilo, inmóvil”, vv. 5-9, p. 19)338
El soporte de la escritura será una pasta conformada por todos los colores
asociados a la tierra, elaborada por la hablante, quien unta la tierra con su saliva para
conformar la materia a modelar y elaborar la pintura que se reparte entre sus dedos y
brazos, lo que sugiere que el cuerpo, fundido con la argamasa originaria, es parte de este
Los choroyes, aves de alas verdes que dominan el aire y observan la superficie
‘Escritura’ de la sujeto femenino, representantes de la Ley escrita del Padre”. Estas aves
se asocian al motivo de un ojo azul, que acecha y ejerce violencia sobre el cuerpo de la
Según Oreste Plath (1995), choroy es una voz mapuche, y agrega que es:
338
Todas las citas de los tres poemarios de Fariña están tomadas de La vocal de la tierra (Santiago, Cuarto
Propio, 1999). En adelante, se indicará el nombre del poema, el número que le corresponde a los versos y
las páginas. En el caso de citar un texto completo, se indicará su nombre y la página.
339
Para Hernández (s.f.) la imagen en que la hablante unta la tierra con saliva remite a “la re-creación de
dar vuelta la página. La página es un elemento del paisaje” (s.p.)
494
Habita las selvas del sur de Chile. Visita el territorio de los
pehuenes (Araucaria imbricata) cuando los piñones están
maduros. Y también los maizales semimaduros (…) Dicen que los
mapuches se entendían con los brujos para que mandaran choroyes
a los sembrados de sus enemigos para que los destruyeran (pp.
107-108).
Lo que caracteriza a esta ave chilena es la destrucción de los sembradíos, por eso
los campesinos les temen. En el texto, los choroyes poseen ciertos rasgos humanos, pues
lenguaje. La hablante refiere diálogos disimulados entre ellos, a partir de susurros, que
militares del Ejército de Chile, que en épocas de dictadura deambulaban por las calles
la hablante, pues no permiten que los colores surjan desde el fondo de la tierra, y por
495
Cuchillo y pincel: Dos imágenes superpuestas.
Los textos iniciales de El primer libro poetizan las acciones de la hablante sobre
la pasta o argamasa que conformará su obra. Los verbos “escarbar”, “amasar”, “abrir”,
Es curioso que uno de los colores más destacados del poemario sea el ocre;
“todos los ocres” (v. 2, p. 19), dice la hablante, son necesarios para conformar el libro.
primer libro se emplea una sintaxis entrecortada, juegos fónicos (aliteraciones), espacios
minúsculas. Barthes (2002) afirma: “los lazos originales entre la escritura y el arte
496
(figurativo o abstracto) son evidentes” (p. 101). En tiempos originarios, pintura, tallado
y escritura estaban unidos, vínculo con que se relaciona el proyecto poético de este libro.
oriental, en la que “la escritura ha estado ligada al dibujo (…) era un arte noble (…), e
inmensidad” (2002, p. 123). Es así como el estudioso logra definir dos clases de
escrituras:
la del punzón (cincel, cálamo o pluma) y la del pincel (…): la mano que
fuerza y la mano que acaricia. La primera sería la escritura de la
hendidura de la incisión, de la marca (…) Con este gesto de inscripción
(en este caso, hay que tomar la palabra en su sentido plenamente
etimológico: trazar en el interior mismo de la materia mineral o vegetal),
hemos de vincular el devenir monumental de las escrituras antiguas (…)
Frente a esto, la escritura con pincel (…) es una escritura de la de-
scripción, de la mano acostada, del dibujo descendido, depositado. Dos
gestos (dos civilizaciones): penetrar el secreto y racionalizar, o desplegar
el significante y hacerlo volver: la eternidad o el retorno, lo singular
definitivo o lo plural recurrente (2002, pp. 126-127).
antagónica como análoga al pincel, la imagen del cuchillo va a punzar, hender, herir el
497
Aguarda la mueca
femeninos al espacio- nos remite a los primeros instrumentos utilizados para escribir, o
mejor dicho, “inscribir”: punzones, cinceles, plumas. El arma no intenta obtener más
“contamina” el blanco del lienzo; por extensión, la imagen puede representar tanto las
340
Hernández (s.f.) interpreta la imagen de la cuchilla en este poema como una metáfora de la lengua
(s.p.), lo que implicaría una fusión de dos formas distintas de expresión, la escritura (la imagen en tanto
cincel) y la oralidad (lengua).
498
mencionados: la presencia de los choroyes y sus alas verdes, el ojo azul o tornasol y la
cuchilla.
Barthes, el trazado en el interior del material, imagen análoga a la de una cópula sexual.
El texto que cierra la primera parte de El primer libro fusiona la imagen del
499
en esa oscuridad: tomar el gran pincel
afilar el cuchillo perder la empuñadura
hendir abrir hasta perder
no hay recorrido previo
había que pintar el primer libro
pero cuál pintar cuál primer
(“Deshierbar la hondonada, buscar el escondrijo”, vv.10-15, p. 29).
escultura de los pueblos amerindios, pues los tres poemarios que conforman La vocal de
la tierra reiteran con frecuencia las imágenes de hendiduras y orificios, los que en la
última parte del texto, En amarillo oscuro, remiten a vasijas y centros ceremoniales
prehispánicos341.
libro en los versos 14 -15 del poema recién transcrito (“había que pintar el primer libro /
pero cuál pintar cuál primer”), que sostiene la lectura de la finalización de un ciclo en
circular que precede las figuras del caracol y la caracola, dominantes en En amarillo
oscuro.
341
En el apartado sobre el espacio y el cuerpo me extiendo sobre el tema de las hendiduras.
342
Hernández (s.f.) señala que la primera parte de El primer libro es “capicúa”, porque finaliza de la
misma forma en que empieza: “Y este capítulo es capicúa. Del territorio al cuerpo, y se lee desde atrás
hacia delante como del cuerpo al territorio. (s.p.)
500
El difícil camino para articular la voz propia
imagen de los choroyes. El título del único texto de esta sección, “(la lengua)”, varía su
forma con respecto a los títulos de los textos anteriores, pues se dispone sin negrita, con
letras minúsculas, y entre paréntesis, de tal forma que constituye una especie de
se incluye el dibujo de una rama con tres puntas, instrumento que sirve en el campo para
(la lengua)
ASFALTADA
NO MÁS
NO MÁS melaza negra
caliente -grita
343
Una lectura que únicamente se refiera a la contextualización histórico-política del libro podría
identificar en este poema un violento interrogatorio, seguido de torturas y desaparición de cuerpos,
arrojados a aguas servidas; esta lectura me parece coherente con el texto de Fariña, pero, desde mi
perspectiva, es posible proponer de igual forma una interpretación metatextual de la obra.
501
El término lengua es empleado con doble acepción. Tanto el lenguaje como el
por perros; el maíz, alimento esencial de los pueblos amerindios, esparcido, devorado
groseramente por aves344. Recordemos que los choroyes destruyen los frutos de los
palabra345.
citadino: el asfalto y las aguas de alcantarilla, en contraste con los elementos del mundo
lengua, transformada en bífida, analogía de la rama para buscar agua, halla el elemento
que la hará sobrevivir y articula la primera palabra: Alfa, primera letra del alfabeto
tiembla el emisario
MANOS-DEDOS (y en qué lengua)
al producir rasguños en la hoja
ALFA
344
Los indígenas consideraban al maíz “el modelo esencial del movimiento de la vida: hacia abajo y hacia
arriba de la superficie de la tierra” (Reyes, 2008, p. 177).
345
Hernández percibe en este poema una imagen sexualizada, con un trasfondo metatextual: “El capítulo
‘Bandada de alas verdes’ juega con la imagen de una penetración como la inscripción de la letra impresa
sobre la página en blanco” (s.p.).
502
- le digo
(“(la lengua)”, vv. 80-84, p. 35).
la primera palabra, hechos que ocurren frente al “emisario”, enviado de los choroyes,
que no logra retener más el hallazgo de lo que se ha buscado con afán. En este sentido,
la violencia que los choroyes ejercen sobre el lenguaje tiene que ver, en una
borbotones, tal como mana agua de una vertiente recién descubierta. La vertiente verbal
tercera parte de El primer libro, “en esta oscuridad”, alfa se pluraliza en alfalfa, falfa,
fabla, habla. La alfalfa346, hierba de color verde intenso que se utiliza para el forraje, ha
crecido en la oscuridad bajo las capas arcillosas, y ha dado a luz a la palabra. La historia
Alfalfa amorosa
mi tierno dulce (…)
346
Bello (2009) repara en el juego anafórico del vocablo alfalfa, que es: “dos veces alfa” (p. 63).
503
(vv.13-14, 27-28, pp. 39 y 40)
vertiente de la que mana el agua dulce y el agua amarga, la lengua -rama que permitió
encontrar el agua- se repliega en sí misma, “(se dobla)” (v. 38, p. 40), antes de emitir el
refiero a que su escritura puede jugar con las posibilidades de ocultar mensajes,
La escritura criptográfica
dulce”.
La autora afirma en una entrevista: “(…) para mí [existe] una inquietud, la poesía
como forma de conocimiento. Para mí ésa es realmente una raíz. A veces muy aérea. Y a
veces ligada a la tierra.” (Nachón, 2003, s.p.). Sus palabras hacen eco en Albricia, que
504
VIAJO EN MI LENGUA
de arena pantanosa
dos vocales O E
acuoso, un paisaje marino que contrasta con el espacio arcilloso de El primer libro. Es
primer libro poetiza una lengua bífida y Albricia escenificará dos lenguas,
347
La crítica feminista (Olea, 1990 y Ortega, 1996b) y la propia poeta interpretan la fusión de los cuerpos
femeninos como la unión de un feto femenino y de su madre, por lo que este viaje de Albricia constituiría
el viaje de retorno hacia lo materno y la configuración de la identidad femenina a partir de la imagen de la
madre. En la entrevista de 2010, Fariña comenta: “Un sujeto se está conformando, viajando al origen, el
vientre materno. Como Albricia es pura metáfora, esto se interpretó como algo lésbico, a mí no me
importa que se haya interpretado así, pues también puede ser, por qué no: fraterno, madre/hija, amor
505
El conocimiento de su propia lengua implica para la hablante el recorrido por
otra lengua y otro cuerpo, que la ayudará a entender y a disfrutar el camino que inicia,
¿es acaso ella misma escindida en dos? ¿Es una figuración especular? La amorosa pareja
poeta y la poesía?
Donde comienza el aire (2006), texto en el que dialoga poéticamente con otros
escritores. En entrevista con el diario La Nación (García, 2006), Fariña señala: “Este
gesto que hice con toda la poesía y estos poetas es justamente meterme en el momento
en que cuaja el poema y se desliga del autor” (s.p.). Ante una pregunta por el título de su
libro:
lésbico, igual es una relación entre dos mujeres. Eso es lo diferente. Era leído por un sector como un
poema lésbico o aberración” (Ver “Anexo 3”).
506
El silencio es el momento explorado, pues contiene el enigma de la palabra, su
el celador pliegue
de mi memoria
es entonces cuando reaparecen las imágenes violentas de los dedos afilados y el cuchillo,
presentes desde El primer libro, que he interpretado como análogas al lápiz que intenta
507
Recordemos que en El primer libro el cuerpo femenino es parte del soporte de la
naranja y de los dedos que la desgarran remiten al encierro de la palabra como una
Creo que esto se vincula con las afirmaciones de la poeta citadas al inicio de este
conocimiento; los versos poetizan la búsqueda de una expresión singular, que pueda
508
trastocar las normativas oficiales de la lengua, “exprimir” al máximo las palabras. Los
problemas en los textos. El poemario plasma una búsqueda estética, que manifiesta una
La ciénaga de la memoria
La lengua intenta acceder al zumo, pero es muy difícil llegar hasta él. Nótese el
509
la lectura metatextual de los versos, estos movimientos de la lengua por alcanzar la
savia se vinculan, al parecer, con las posibilidades comunicativas limitadas del lenguaje
problemas que el poemario plantea, pues Fariña sitúa el trabajo poético dentro del
Los conflictos ante los límites del lenguaje pueden provocar un estado de
verso da cuenta de la misma situación; dispuesto entre paréntesis: “(el humus cenagoso
adentro para contemplar una vez más el paisaje marino oscurecido: “cierro y vuelco
hacia dentro el sol del ojo / mi ánima mi alma busco” (“Abro el párpado mudo”, vv.1-2,
la palabra. La voluntad de llevar a cabo esta acción tropieza con la trabazón de la lengua:
349
Desde la perspectiva feminista, Ortega (1996) interpreta la imagen de la ciénaga como el espacio
uterino en el que madre e hija se encuentran: “el viaje no es uno de ascensión al lugar sagrado, sino que
por el contrario es un descenso al origen mismo: al espacio húmedo, uterino (…) Se encuentran en un
espacio oscuro, ciénaga incierta, zona que aparece desacralizada” (p. 193).
510
estopas
hilachas aserrín
desaparece, dejando a la lengua inmóvil, estado que sugiere la presencia del yeso.
Cuando reaparece el agua, también lo hace la memoria y por ello, las palabras pueden
mi ánima mi esencia
511
El cuerpo-soporte, que hasta este instante simulaba un “imbunche”, es decir, un
cuerpo clausurado, abre las fosas nasales (“un cardumen minúsculo / Por las fosas
penetran aletillas / nerviosas”, vv. 1-3, p. 55) y reanuda la comunicación entre el interior
rigidez de la lengua por su movilidad, y los orificios del cuerpo se abren, pues se
produce la exploración de otro cuerpo femenino, figura acuosa que atrae, seduce e
La imagen de los versos citados alude al erótico encuentro entre dos lenguas,
mientras que la pregunta por el sabor recuerda el zumo de la naranja de los primeros
512
traspasará su flexibilidad y humedad al yeso. De la erótica fusión, surge el aire en forma
La palabra ha sido descubierta, por tanto la hablante debe explorar todas las
513
del mundo, de la vida, del día. La estrecha relación entre el espacio y la escritura implica
En el contexto de Albricia, la cita del Popol Vuh implica que la hablante convoca
del mundo poetizado: la forma de nacimiento de los vegetales, el nacimiento del día y
amerindios.
El poema siguiente poetiza la aparición del soplo (aire) y la llegada del alba, que
permite percibir los colores que cada elemento adquiere. El lenguaje pone escollos en la
recuperación de la memoria:
350
La relación del momento del alba con la poesía es explícita en la poética de Huidobro planteada en sus
manifiestos, como “Total”, de 1933. En su artículo “Las figuras de la trascendencia en la vanguardia
chilena: Arte hermético, arte espiritual” (2007), Cecilia Rubio cita este manifiesto: “La Poesía es el
vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida. Ella se desarrolla en
el alba primera del mundo. Su precisión no consiste en denominar las cosas, sino en no alejarse del alba”
(p. 317).
351
A partir de la conexión entre el cuento “Al Alba” y La vocal de la tierra, Bello (2009) sugiere un
sentido materno para el fragmento del Popol Vuh en el contexto de la obra de Fariña. Se busca a la madre,
quien “sostendría, nutriría (…)” (p. 53), como versa el libro sagrado sobre la labor de los dioses.
514
A pesar de la dificultad, la hablante conoce el poder del silencio que precede a la
palabra, pues este permitirá la germinación del sonido y con ello, el surgimiento de los
elementos del mundo: “Clavada a la piel de tu ojo / Espero la frase la Sentencia” (p. 63).
La palabra creará las cosas, tal como en los textos fundadores de mundo. Si no está
favor de la mudez.
una cópula llamada albricia (¿alba, delicia, caricia?), vocablo que resulta del gozoso
Exegeta
515
Cada salto una albricia estremeciendo
el Anca (vv.1-8, p. 64).
La ambigüedad del término “belfa” (labio inferior humano más grueso que el
superior / labios de caballo) nos entrega una superposición de sentidos en tanto podría
tratarse de una cópula humana o de un apareamiento animal, que es percibido desde una
se intensifica al aparecer en escena la imagen de una amazona montando una yegua, que
llaga bajo la axila de la hablante (p. 19), de color rojo intenso, origen de los colores
354
Con respecto a las amazonas, Chevalier (1995) señala: “La existencia de mujeres guerreras en la
historia, amazonas, es tal vez una supervivencia o reminiscencia de las sociedades matriarcales (…) son
guerreras que se gobiernan a ellas mismas (…) cazadoras, sacerdotisas, dedican un culto a Artemis
(Diana)” (p. 89).
355
Refiriéndose a la imagen de la yegua, Bello (2009) señala: “Fariña no ironiza, sino que borra las cargas
semánticas sociales que arrastran las palabras -como sucede, por ejemplo, con el vocablo ‘yegua’ (…)” (p.
60). En este caso la autora borraría la connotación ofensiva del término y le otorgaría una significación
erótica.
516
terrestres. La sangre une en su naturaleza la consistencia líquida del agua y los colores
asociados a la tierra.
análogo a El primer libro, algunos elementos del mundo circundante: arbustos, caminos,
paisaje desértico. La imagen del sol a partir de una estructura caligramática, se une al
esfera solar circulan haces de luces doradas, cadmios, púrpuras, azules y magentas: los
que forma el mundo, y al parecer, contesta las pregunta iniciales del consejo de dioses:
es el origen de los vegetales (creación de la tierra), el tono del alba y la sustancia que
transforma en una cuenca blanca, vacía, que reitera la continuidad de formas circulares.
La hablante formula un nuevo enigma poético: “¿Dónde está la cadencia / que tejerá mi
manojo?” (vv. 13-14, p. 67). La cadencia, término vinculado al ritmo, y que en poesía
busca.
356
Desarrollo este tema con mayor profundidad en el apartado “El círculo cromático de La vocal de la
tierra”.
517
Siguiendo la lectura metatextual que propongo, la pregunta se puede interpretar
todos los recovecos circulares femeninos son probados: lengua, pezón, pecho, garganta,
pelo, vulva.
arcilla, frutos. La hablante -cuya mano es una “vasija arcillosa”357- acaricia el cuerpo
a ese latido oscuro” (v. 4, p. 70). Las preguntas sobre el “color rojo”, la “cadencia” y el
“latido oscuro” son análogas en tanto se refieren a una instancia inasible, que se intenta
cuerpo dentro del otro, renace la palabra; término del segundo ciclo, recorrido circular,
357
Probable reflejo de la “arcillosa”, imagen que remite a la personificación de la tierra en El primer libro,
tema que se desarrolla a propósito del espacio.
518
7.1.3. En amarillo oscuro. La trascendencia del goce: “Soy pórtico a la luz”.
Las citadas palabras de Soledad Fariña sobre el silencio previo al soplo que
permite la emisión de la palabra, se vinculan con el epígrafe de Blanca Varela que inicia
En amarillo oscuro: “Es más que la palabra, es el aire / de todas las palabras” (p. 77).
color de la argamasa originaria; de existencia casi imperceptible por cuanto está dentro
Mariposa nocturna
Se ha metido en mi aliento Apretados los labios
cómo voy a nombrarla
pregunta en espiral el aire de la boca (vv. 1-4, p. 79).
“nombrar” las cosas constituye el poder del lenguaje sobre lo existente, y nos remite a
519
Las mariposas nocturnas eran bichos de “mal agüero” para los incas. En la
primera sección de Pac Pac Pec Pec, “abociones”, se transcribe parte del capítulo
“Ídolos, Uacas del Inga” de Nueva corónica y buen gobierno de Guamán Poma.
que se relata la creencia inca en que las mariposas nocturnas atraían la muerte, y que las
lechuza, el paqpaq, p´iq pi, chiqallu buhos me han llamado. Una mariposa nocturna ha
entrado dentro de mi. Los fuegos fatuos me han arrastrado el cadáver. ¿Quizá cuándo
“soplo creador”, al “aire de las palabras”, elemento que en el poemario se relaciona con
358
Consulté la edición de Ayacucho del texto de Guamán Poma en la que se encuentran diferencias con la
versión del texto de Adorno, Murra y Urioste (2004), seguida por Fariña; la más significativa es que en
vez de “mariposa nocturna” se traduce “mariposa grande”: “[búho, lechuza, mochuelo, ruiseñor se me ha
acercado, mariposa grande, ha entrado donde mí. Gusano, araña, fuego (avispa venenosa), cadáver, ha
metido donde mí. Tal vez, ¿cuál? Vamos a morir, pues la zorra, el demonio lleva consigo, tal vez, al
hombre]” (1980, vol. 1, p. 199).
520
onomatopeyas de animales e insectos359. También la muerte es parte de este mundo de la
que poseía en la cosmovisión inca, y junto con ello, lo sustrae del temor con que los
oscuro encarna el misterio de la noche y la fascinación por ella, así como también, el
dar nombre, recordar con palabras -es decir, convenciones- los impulsos que nacen de lo
Este concepto del “soplo creador” es una de las constantes de la obra de Fariña.
palabra, por lo que la oralidad es uno de los aspectos destacados del texto. Los órganos
del cuerpo humano relacionados con la verbalización cobran relieve, como los labios y
la cavidad bucal, que contiene el aire de la boca; este último conforma un espiral en los
versos citados, imagen que reafirma la idea de las formas circulares en el poemario.
359
La relación con lo “oscuro” tiene relevancia en el pensamiento indígena inca, en tanto los seres
humanos “no solo pertenecen al aire y la luz sino también a las densas oscuridades del cuerpo y de la
Tierra. Los misterios de los descensos al Inframundo, así como los mitos de iniciación en la sabiduría,
tanto de la tradición náhuatl como andina, revelan que en la comunicación con estos dos ámbitos se halla
una clave del conocimiento” (Reyes, 2008, p. 33).
521
No hay blancos Ni siquiera hay azules
en estas pinceladas
responde con el vértigo de diluirse
en el aire si no puedo nombrarla
siquiera con los ojos (vv. 1-5, p. 80).
una especie de diálogo con la mariposa, quien le solicita colores para su imagen; esta
petición metaforiza un problema estético, puesto que la pregunta por cómo nombrar
marcada por los labios, que contienen el soplo creador360 configurado como una
mariposa dentro de la cavidad bucal; el texto de Guamán Poma transcrito por Fariña en
el poemario relata que los incas interpretaban como señal de desgracia inminente la
presencia en sus casas de ciertos animales nocturnos, insectos o reptiles, como lechuzas,
ingresado este insecto. Los labios son el pórtico que comunica con el exterior, donde
522
guarda la cuenca del ojo
debajo de la lengua
configura como una realidad estética paralela; la cuenca del ojo es el doble interior del
ojo, que observa colores “nunca vistos”. Bajo la lengua se detectan otros sabores, que no
han sido percibidos por el sentido “externo” del gusto. Lo “nunca visto”, lo “muy
antiguo”, es aquello que Fariña quiere plasmar en su escritura; de esta manera, las
mariposa indaga en su boca buscando el lugar exacto en que la lengua establece contacto
con los dientes, en este caso, es posible que se refiera a la articulación del fonema inicial
colores derivados del rojo: granate, escarlata, púrpura, los que llevan la consonante
inicial del rojo, y se relacionan cromáticamente con él. En Pac Pac Pec Pec los poemas
referidos a los colores de la mariposa se disponen en paralelo con una cita del cronista
523
jesuita Bernabé Cobo (1582-1657), en la que se habla del arte textil en plumería. Fariña
comenta el texto de Cobo, señalando que es posible asociar el inmenso valor que los
Los colores con los que se intenta pintar la mariposa remiten a la condición
multicolor de la pintura indígena, así como también al concepto de lo que brota desde el
interior del cuerpo femenino. Los colores mencionados y los que se agregan en los
mariposa.
vertiente, manantial del color, que recuerda la vena de Albricia a la cual penetra la
hablante.
escindidos
los bordes en la oquedad del pecho
tengo a este surtidor de rojos
tan próximo a la boca
que hasta puedo lamerlo
524
acercarle mis labios a sus labios espesos
antes que ellos empiecen a gotear por la piedra (vv. 1-7, p. 83).
Para los incas, las oquedades de la tierra constituían una vía de comunicación con
el mundo de los muertos, de los reptiles y de los gérmenes361; en el texto, el pecho y los
inexplorado y enigmático.
corresponde al corazón; incluso, pienso que el verso 7 constituye una alusión a los
La mariposa anhela ser pintada con “(…) tornasoles / ‘en tonos que jamás podrá
alcanzar el pincel’” (vv. 3-4, p. 84); este tono se relaciona con el imaginario indígena del
poemario, pues las plumas tornasoles eran particularmente valiosas para los incas y las
obtenían de los guacamayos; con ellas se confeccionaban telas para las vestiduras de los
361
Profundizaré en el tema de las oquedades en el apartado sobre los espacios.
362
“(…) eran tantos los depósitos que avía de rropas muy delicadas, … de plumas avía depósitos de una
plumería tornasol verde dorado. Era la pluma muy menudita de unos paxaritos poco mayores que
cigarras… Crían estos pajaritos solamente en el pecho esta pluma ya dicha, que será poco más que la uña
donde la tienen…havía asimismo otras muchas plumas de diferentes colores para este efecto de hazer
rropas que bestían los señores y señoras y no otros, en los tiempos de sus fiestas” (Pedro Pizarro, citado
por Gutiérrez, 2002, p. 279).
525
que poseía el tornasol era muy llamativa, en tanto se consideraba una manifestación
” (v. 5, p. 84), por tanto, este verso reafirma el contexto de diálogo, a lo que se agrega la
rumores vegetales y animales del mundo poetizado, así como también a las formas
circulares reiteradas.
Pac Pac Pec Pec: “[Si me zumba el buen oído, quizás me hablará una persona buena.]
Ychoc rinrimi chunyan, mana allitachi rimauan. [Si me zumba el oído izquierdo,
probablemente me dará malas noticias.] Uazaymi rapyan, macauancam” (p. 7). El texto
lado derecho del cuerpo, y connotaciones negativas al lado izquierdo. Esta imagen de la
526
negativas de las supersticiones indígenas, destacándose los procesos vinculados a la
de la lechuza364 (sonido) con la acción del parpadeo, y por extensión, del ojo, asociación
imaginario poético al movimiento del ojo al parpadear. Este parpadeo también podría
que el aire de la boca se colma de filigrana, obra delicada y sutil que identifica a la
palabra poética.
363
Hernández (s.f.) plantea que el sonido de la lechuza corresponde al devenir árbol - pájaro: “El devenir-
árbol-pájaro que emite un “Pac Pac Pec Pec” que es el sonido, “tamborileo” del pico del pájaro al penetrar
al árbol” (s.p.). Para Ortega (1996c, p. 214), el sonido es fundamental en el poemario, en especial, esta
onomatopeya: “importa empezar por escuchar atentamente el ‘Pac Pac Pec Pec’, porque permite acercar el
oído a una respiración natural, que penetra íntimamente el espacio de la oreja”.
364
Recuérdese que “pac pac pec pec” aparece en el texto de Guamán Poma de Ayala como el canto de la
lechuza, de donde Fariña toma el nombre para reeditar En amarillo oscuro.
365
Estas dos últimos comentarios son aportes de mi profesora guía, Doctora Cecilia Rubio.
527
Pienso que la mariposa genera la onomatopeya de la lechuza debido a que los
indígenas las incluían en el mismo grupo, como aves de mal agüero366. Es posible que
este ser nocturno anidado en la boca convoque todas estas presencias nocturnas, las que
como una imagen especular de la voz poética, un doble, recurso utilizado en Albricia a
voz poética a la mariposa: “de dónde estos colores / dice erizada mi piel abriendo un
abanico / de plumas tornasoles” (p. 86). Es posible, incluso, leer este cambio de hablante
mariposa.
La acción de pintar la mariposa se realiza con plumas, hecho que nos remite al
arte de la plumería textil de los incas. A través de la palabra poética, Fariña recupera este
mariposa, que explicita sus colores: “anaranjado”, “azul añil”, “violáceo”. Por obra del
366
Millones (2010) señala que la lechuza era un “animal de mala reputación entre cristianos y andinos” (p.
211).
528
Los siguientes textos que cierran el apartado constituyen una celebración de los
colores; la palabra posee la capacidad de crear, nombrando colores, tonos y brillos “que
naturaleza de este mundo poetizado, que recrea el paisaje andino; los versos aluden a
que las palabras pueden conformar los signos representativos de esas tonalidades,
también participa la hablante, cuyo cuerpo se configura como un receptáculo del aire, el
responde en serpentinas
el caracol de mi boca
recordando el sonido de los cielos calientes (p. 89)
espacios sagrados para los incas, que permiten conexiones fantásticas entre los órganos,
como la de los “párpados dedos” (p. 90), imagen que recuerda la labor de la escritura, la
529
La piedra sagrada
identidad de la hablante: “¿agua soy piedra?” (p. 94). En los versos siguientes, la
hablante se materializa en piedra, por lo que la visión de mundo que se configura en este
apartado se genera desde un trozo de roca dispuesto entre otras rocas hace cientos de
la luz y con el paisaje, aspectos que los indígenas consideraban a la hora de erigir
por lo que se tallaban en las piedras estrechos canales para la circulación del agua, o de
Hay que recordar, como señala Reyes (2008), que para los incas, el mundo estaba
lleno de dioses: “Las piedras, los cerros, los lagos, la Tierra, la Luna, las estrellas,
Venus, no ‘representan’ a los dioses sino que son dioses” (p. 104, cursivas del texto); de
esta forma, esta piedra dispuesta en un centro ceremonial alude a una “huaca”, es decir,
530
En Pac Pac Pec Pec se incluye un poema sobre Chuquisuso, mujer inca que,
según los relatos míticos andinos, consigue agua para su comunidad y luego se
sin embargo, pienso que la imagen de la muchacha convertida en piedra, deificada por
Reyes (2008) incluye el mito de Chuquisuso que recopiló José María Arguedas,
versión en la que se relata cómo la muchacha logra que el dios Pariacaca provea de agua
a su comunidad a causa del deseo que él siente por ella. Luego de que el dios ha
cumplido su promesa, la muchacha duerme con él, y le solicita que se vayan juntos. Al
inmediato en piedra367 (pp. 230-231). Por su parte, Millones (2010) señala que Pariacaca
viene del quechua pariaqaqa y se traduce como “roca o risco de color bermellón o rojo
agua, elemento esencial para las culturas andinas, se manifiesta en los versos: “(…) y yo
la profundidad / de esta roca” (vv. 5-8, p. 95). Si bien las tres obras reunidas en La vocal
367
Chuquisuso no es la única deidad-piedra de la cosmovisión inca, pues el mito de los hermanos Ayar,
deidades vinculadas a la dualidad femenino-masculino, refiere que dos de los dioses, Ayar Uchu y Ayar
Auca, también se transforman en piedras.
531
de la tierra se caracterizan por la búsqueda de este elemento, En amarillo oscuro
Asimismo, es importante recalcar que para los andinos el ser humano estaba
hecho originalmente de piedra; esta “cobra vida al mandato de sus dioses, pero pueden
volver a petrificarse si provocan su enojo. También resulta frecuente que los propios
seres divinos tomen forma de roca o montañas” (Millones, 2010, p. 158); quizás por ello
29).
de animales vinculados con el agua (ranas, flamencos, peces). En Pac Pac Pec Pec, este
piedras. En las fotografías destacan los colores azules y grises de las piedras, sus
texturas, el efecto de la luz sobre ellas y los canales horadados en algunas para que
tonalidad que da nombre al poemario; la piedra es traspuesta por una luz blanquecina:
368
Los andinos “sacrificaban camélidos para el ritual conocido como ‘calpa’ en las crónicas (kállpa:
fuerza energía, potencia, vigor)” (Millones, 2010, p. 229). También se hacían sacrificios humanos
(Millones, 2010, p. 199).
532
azules y grises superpuestos me conforman
cercanas. Es interesante que las hendiduras de las piedras permitan la conexión con el
cuerpo femenino en tanto territorio, lo que genera una continuidad con los poemarios
El lenguaje de las piedras está relacionado con el concepto de misterio, que nos
remite a versos anteriores, sobre lo “nunca visto”, lo “muy antiguo”, las realidades
inasibles para la comprensión humana, que vislumbramos por obra del lenguaje poético.
533
Esta visión privilegiada del reino mineral es aprehendida por la hablante en tanto se
poetiza como un elemento del paisaje, de connotaciones sagradas para los pueblos
amerindios.
La transmutación
La hablante oscila entre dos movimientos desde su ser-piedra, provocados por los
efectos de la luz sobre ella: el ascenso hacia el espacio de las aves, y el descenso hacia el
“erguirse”, “inclinarse”, “hundirse”, la hablante abarca los tres planos que conforman la
visión de mundo del pueblo inca: las profundidades de la tierra (Ucu Pacha), la
superficie donde habitan los humanos (Kay Pacha), y los cielos, dominio de los dioses y
Un pequeño canal
se desliza en silencio
por mi mano rugosa
zigzagueando
534
tierra se fusionan: “(…) cascadas de montaña está labrando el agua” (v. 2, p. 111), y los
elementos de los reinos animal, vegetal y mineral cobran vida, interactuando entre ellos.
gusano fecundante
ave lacustre de lago subterráneo
vinculados al agua por su propia naturaleza, o cuya presencia coincidía con la aparición
de las lluvias, fueron divinizados por el aborigen” (2012, p. 36). La hablante adquiere la
En el ensayo de Pac Pac Pec Pec, Fariña repara en la tendencia de los incas a
dotar algunos objetos de valor sagrado. Según las referencias que la poeta revela, el
tablillas, hilo y plumas coloridas, que formaban parte de un conjunto ritual, aunque no se
535
sabe con certeza su función precisa, según Fariña: “En aymara chaka significa “puente”,
función es “unir” dos espacios o lugares ¿Qué es lo que unen las chacanas de plumas? ¿a
consistente con la cosmovisión inca en la que “Los humanos tienen también la misión de
ser chacanas, enlaces, entre los cielos y la Tierra” (Reyes, 2008, p. 94). En el contexto
mi lengua
536
La condición bicéfala de la hablante evoca imágenes de los poemarios anteriores:
la lengua bífida, las dos lenguas (alga y yeso), así como también las vertientes dulce y
2012, p. 39) y en otras creaciones humanas como platitos pirograbados de lagunas, vasijas
ovoides, los platitos o pucos con mango, ollitas adornadas con animales esculpidos,
destaca una fuente de cerámica hallada en Charcana, perteneciente al área cultural inca, y el
impregnadas de rojo, color que signa la creación. La hablante enuncia entre paréntesis:
369
Cf. con las visiones narradas en cuentos de Borges como “El Aleph” y “La escritura del dios”, en las
que se accede a los secretos del universo. En “La escritura del dios”, el personaje es un hechicero maya,
quien descifra en las manchas de un jaguar el misterio del universo, contenido en una fórmula de catorce
palabras.
537
Los indígenas expresaron con técnica de pintura llana en tintes
exclusivamente rojos, escenas de arponeo y de arrastre de los animales
marinos desde balsas de cueros de lobo tripuladas por uno, dos y
excepcionalmente tres personas. Los animales se ven de perfil con la cola en
un plano vertical. Las especies discernibles, aparte de multitud de peces no
identificables, son cetáceos, especialmente el calderón negro, el cachalote y
la ballena; el lobo de mar, el pez espada, pez martillo, la tortuga (p. 41).
presenta una recreación de estas pinturas incas, a modo de visiones poéticas que integran
recreación en el texto de estos objetos rituales integra a la escritura poética los oficios de la
cosmovisión y su espiritualidad.
y por extensión, de la escritura: “al corazón penetro / imitando / el gemido del viento en
la alta cumbre” (vv. 1-3, p. 116). En este gesto de integración, la hablante obtiene una
antiquísimos: “(…) (qué escucha mi ojo de agua) / ha quedado otro tiempo atrapado / en
538
La trascendencia: soy pórtico a lo oscuro y pórtico a la luz
la que de manera paradójica es oscura en el poemario; esta luz “en amarillo oscuro”
incluye la luz blanquecina: “(…) soy pórtico al oscuro / pero también tengo blancura / en
sobre ella. Además del significado sagrado de la luz para los incas, recordemos que para
Fariña la palabra poética nace de “lo oscuro”, por tanto, me parece que la oscuridad y la
La hablante-piedra multiplica sus caras gracias a la luz: “He traído toda la luz
hasta mis caras” (v. 1, p. 103). La oscilación entre la luz y la sombra parte desde la
luminoso, el amarillo, de tal forma que la palabra poética se cifra en el título del último
poemario: la poesía de Fariña es “en amarillo oscuro”, frase que aúna el poder del sol y
el de la tierra.
539
Han cavado hornacinas en pasaje nocturno
dice mi sombra
anaranjados
indagan en mi azul
sin intentar fundirse susurra
prolongando su línea en un abrazo largo
color luminoso por excelencia, el amarillo. Esta dualidad se corresponde también con la
dualidad de la noche y el día, pues la noche se hace presente en los primeros textos
mientras que se reitera a partir de los elementos del mundo subterráneo de las piedras y
de los anfibios, los que convocan a la luna (p. 110). El día está presente a partir de la
luminosidad del amarillo, pues, aunque el sol no se nombre como tal, el entorno
540
Las plantas representan los ciclos en el imaginario de los pueblos amerindios:
“La idea de que los procesos de nacimiento y muerte de los seres animados son paralelos
a los procesos de las plantas es una inspiración frecuente del pensamiento dual indígena”
como la tierra, mientras sus raíces se preparan para germinar (pronto llegará la mudez
visto”, “lo muy antiguo”, la “esencia”, el “soplo creador”, el “alba”; por ello, es una
escritura que intenta descifrar un misterio para el que las palabras resultan siempre
limitadas.
texturas, sonidos, palabras, cosas y elementos naturales; pero, asimismo, los colores
370
Bello (2009) señala que los colores: “Son la primera manifestación de un proceso sinestésico y
anasémico de voluntad totalizadora. En este punto es necesario recordar que el título del último poemario
541
reiterados en el poemario se vinculan a los procesos creativos de la escritura. De esta
labor poética.
En la entrevista que sostuve con Fariña (Ver “Anexo 3”), la poeta me aseguró
sobre la teoría del color, ni tampoco fue su intención crear una estructura cromática. No
del color, que pueden organizarse en diversas figuras geométricas; según precisa Pawlik
construyen ¡según aquello que se quiera poner de manifiesto!” (pp. 38- 39, [sic]).
Existe una serie de sistemas cromáticos propuestos tanto por teóricos del color
como por los mismos pintores371; específicamente, para referirme al sistema cromático
542
del texto de Fariña, me ha parecido apropiado ordenar los resultados del análisis bajo la
2. El predominio de figuras circulares (ojo, cuenca, iris, entre otras) que contienen
colores, no es una norma fija, sino que varía de artista en artista, es decir, un
El círculo cromático del pintor tiene poco que ver con una escala
cromática espectral confeccionada (…) se construye solo por impresión
óptica (…) consta de los tres colores básicos o algunos colores iniciales,
del alcance cromático de estos colores iniciales y de las áreas cromáticas
(parentescos cromáticos) (…) no puede haber un modelo ordenador de
validez general (…) siempre depende de la intención perseguida (Pawlik,
1996, pp. 38-39).
543
La vocal de la tierra presenta una gran cantidad de colores y en todas las
indígenas que el poemario recrea, así como también al entorno desértico que se poetiza.
reiteración en el volumen.
El primer libro se inicia con el poema “Todo tranquilo, inmóvil”, que asocia las
poetiza un mundo teñido de negro: “Hay un negro que sombrea que nos cubre” (v.
14, p. 19). El negro equivale a la oscuridad, y en este texto lo acompañan los otros
blanco del libro -“páginas blancas abiertas” (v. 8, p. 19)- y del hielo “que quebró mis
el soporte de la escritura de “el primer libro”: el blanco de las páginas y el ocre, que
escritura. Ambos colores se superponen, sin excluirse, dando cuenta del carácter híbrido
544
del texto: las páginas blancas remiten a la significación contemporánea del signo “libro”,
texto.
culturas. Chevalier (1995) señala: “Contracolor de todo color, está asociado a las
El poema que inicia El primer libro manifiesta que los colores se asocian a los
sonidos en tanto la poeta construye aliteraciones que permiten relacionar el color con un
elemento o cosa:
La serie graznan - gris - granizos, que se complementa con los gritos de los
choroyes ante la oscuridad (v. 13), conecta tres elementos fundamentales para el
fenómenos naturales (en este caso, el granizo). El gris también estará presente en En
En el segundo poema de El primer libro, “Cuál pintar cuál primer” (p. 20), el
negro se asocia a un sonido373: “Zumban las alas negras” (v. 1)374, que producen un
372
Cirlot (1997) corrobora el significado de este simbolismo: “El negro (…) parece ser la etapa -como en
alquimia- inicial y germinal” (p. 143).
545
“aleteo negro” (v. 7). El color negro se manifiesta además junto a un estruendo que
interviene con violencia la materia arcillosa con la que se conforma el mundo poetizado:
“grieta profunda atraviesa las capas arcillosas / cruza rayo negro las capas amarillas”
(vv. 3-4).
gracias al color, siendo estas las primeras intervenciones en el blanco/ocre de las páginas
de “el primer libro”. La aliteración basada en el sonido “gr” del primer poema se reitera
poetización del rayo negro que atraviesa capas amarillas y en la reiteración del color
ocre o “amarillo oscuro”, color de la tierra. El poema “Dónde el amarillo” (p. 22)
presenta un rostro cuyas facciones están teñidas de negro: “presagio oscuro las
comisuras negras” (v. 3); “recorre emplasto negro las miradas hundidas/ en la frente,
dónde el amarillo dónde” (vv. 1-2). La sinestesia del primer verso fusiona la acción de
373
En cuanto a la asociación de colores y sonido, la tradición poética nos remite a la obra de Rimbaud, en
especial, el mencionado soneto “Voyelles”. En este poema, Rimbaud le asigna el color negro a la vocal a,
y la vincula con el sonido y la forma de las moscas. El verso 3 del soneto dice: “A, negro corsé velludo de
moscas relucientes”. Al parecer, estos versos de Fariña se relacionan con el verso de Rimbaud, en tanto la
poeta asocia el negro a unas alas que zumban.
374
La lectura de Hernández (s.f.) interpreta este verso como una fusión del espacio y del cuerpo femenino.
Para el estudioso, las referidas alas negras remiten a las pestañas.
546
mirar con la de colorear el entorno. En este último poema, el negro se asocia a la
pasta. La arcilla es intervenida por esta materia viscosa, lo que permite el surgimiento
del ocre: “Ocre barroso oscuro derrama esa boca redonda” (v. 7). En la segunda parte de
El primer libro, encontramos una imagen análoga; la lengua asfaltada, comprimida por
la lengua, que tartamudea (alfa, alfalfa, falfa, fabla, habla), así como también oscuridad
En Albricia, la fusión del negro con la tierra literalmente se diluye; el color está
547
A esto se agrega una directa relación entre este color, su viscosidad y el
desfleca esta lengua”, v. 12, p. 51). Negro es entonces, prisión del texto, sin embargo, la
palabra terminará por asomar desde la oscuridad, que paradójicamente, la forja: “por ese
flanco oscuro asoma la palabra” (“Escurre entre los dedos”, v. 25, p. 58). Este verso se
Pawlik califica el amarillo como el “color más próximo a la luz” (1996, p. 70) y
por tanto más cercano al blanco; agrega que: “el amarillo no forma una familia de
oscuro” (1996, p. 70). Para Chevalier, “es el más caliente, expansivo y ardiente de los
colores” (1995, p. 87), Citando a Kandinsky, Chevalier apunta: “El amarillo tiene tal
tendencia a la claridad que no puede haber amarillo muy oscuro. Se puede decir pues,
que hay una afinidad profunda, física, entre el amarillo y el blanco” (1995, p. 87).
En contradicción con la teoría del color, la poeta crea una amplia gama de
Fariña: comunica el deseo de luz -de sol, y en este sentido es cercano al blanco-, y
además, remite a la conexión con la tierra a partir de su degradación en ocre, color que
548
capas unas sobre otras: arcilla terracota ocre
arañar un poco para formar
esa pasta ligosa
untar los dedos los brazos ya estás abierto
páginas blancas abiertas no hay recorrido previo
tratar de hendir los dedos
(“Todo tranquilo, inmóvil”, vv. 1-9 p. 19).
La hablante unta sus dedos y brazos y comienza a pintar el primer libro, con los
colores ocres, arcillosos, de la tierra. Lévi-Strauss (1998) señala: “la apreciación de los
colores varía según las culturas” (p. 92), afirmación que se comprueba, por ejemplo,
leyendo la siguiente aseveración de Barthes: “no nos imaginamos libro en ocre” (2002,
coordenadas arriba y abajo, debido a su cercanía con la luz y su conexión con la tierra; el
al cielo gris” (“la tentación arrecia”, v. 4, p. 26). Este polvo amarillo del suelo americano
Representa además, de acuerdo al Popol Vuh, la materia de la que está hecho el ser
humano: el maíz. Este vegetal sintetiza la dualidad del amarillo en la obra de Fariña: luz
549
porque es alimento, regalo de los dioses y materia de la creación humana; asimismo,
A la relación del negro con el amarillo y el ocre, se agrega el rojo, parte de los
texto se encuentra dentro de las tonalidades terrestres, que en ese caso, colorean
550
ocre granate impregna al ocre, grietas
beben la tintada (“Besan las labias la corteza”, vv. 7-10, p. 27).
desde el poema que abre El primer libro con relación a su propio cuerpo:
rojo, unido a la argamasa original por su participación en los tonos arcillosos; sin
embargo, también aparece como un color propio del cuerpo de la hablante, quien lo
publicación de El primer libro (1985). La herida en la axila que la hablante oculta de los
choroyes se vincula a una de las prácticas de tortura a las que alude Fariña, pero además,
551
la erupción. Ello abre los posibles significados que permiten la relación del cuerpo y de
Aún no es tiempo
posibles alcances de las imágenes del poema. Es una condición contenida, oculta a los
En el poema puede apreciarse la dualidad del rojo con el gris, coloración de lava
552
En el interior de la tierra, así como también en el cuerpo de la hablante se
esconde el rojo, símbolo de la fuerza vital, que en este contexto adquiere una
La llegada del rojo a la superficie es violenta, con forma de herida. Una cuchilla
El rojo se conecta con el azul de las venas y el matiz oscuro que adquiere el
propio color, es decir, su derivación hacia el negro. Son dos contrastes cromáticos
dignos de analizarse.
Chevalier y la imagen del volcán que reúne ambos colores376. Con respecto al azul-rojo,
375
Es posible asociar la figura de la arcillosa a uno de los tres intentos que se realizan en el Popol Vuh
para crear al ser humano, en este caso, utilizando el barro.
376
El negro como espacio de contención del rojo es un rasgo que observa Lévi-Strauss en la poesía de
Rimbaud y Baudelaire, y que, según conjetura el estudioso, podría ser un lugar común de la poesía
simbolista: “Rimbaud acerca explícitamente el negro al rojo (…) ‘Le sang noir des belladones’ (…)
553
Pawlik señala: “la contraposición rojo-azul es más fuerte que cualquier otro contraste
que se produzca entre colores puros” (1996, p. 74). Mientras el rojo es cálido, el azul es
un color frío que evoca connotaciones diferentes a las del rojo: “El azul es el más
transparencia, es decir de vacío acumulado, vacío del aire, vacío del agua (…) El vacío
es exacto, puro y frío. El azul es el más frío de los colores (…)” (Chevalier, 1995, p.
163). El contraste que se logra entre la geografía de las venas y la sangre manando de
ellas logra anular la inmaterialidad del azul. El rojo, espeso, activo, derramado, hace
juntas lamen la amazona y la yegua. Como color que identifica la sangre, aparece en el
como parte de los colores que la mariposa desea para sí: “hendiendo la estocada de
deseos / granates púrpuras escarlatas” (sic, vv. 5-6, p. 82). Esta imagen
3. Es un color que identifica las creaciones de objetos rituales entre los indígenas.
Rimbaud leía a Baudelaire, para quien el rojo ‘ese color tan oscuro, tan espeso’, forma también pareja con
el negro (…) ‘nuit noire, rouge aurore’” (1998, p. 94). Al parecer, es un recurso empleado por poetas que
utilizan la sinestesia como recurso poético. En la imaginación poética de Fariña ambos colores están
ligados; además, ella comparte la apreciación de Baudelaire sobre el espesor del rojo. En Albricia, la
hablante se pregunta “¿QUÉ ESPESOR TIENE EL ROJO?” (p. 66).
554
Los tintes rojos eran los más utilizados por los incas y además, según Fariña, la mayoría
de las chacanas posee fondo rojo y, ocasionalmente, amarillo (Pac Pac Pec Pec, pp. 20-
21). En amarillo oscuro recrea este sentido al poetizar figuras pintadas con estos tintes.
creación poética.
convencional en el texto, sobre todo en la imagen del maíz, donde hace pareja con el
amarillo y encarna con él la alimentación. Pero además, unido al azul, identifica a los
choroyes. Pawlik, citando a Goethe, señala que el azul y el verde juntos tienen “siempre
algo de malvado y repelente, por lo que nuestros buenos antepasados llamaron a esta
combinación color de los locos” (1996, p. 99). Las imágenes del maíz y de los choroyes
encarnan una dualidad a partir de este color, que podría traducirse como lo bueno (vida,
Todos estos colores se interrelacionan dentro del mundo poetizado y dan cuenta
de los diferentes estadios del proceso de escritura; en este sentido, el punto cúlmine del
cromatismo del texto se produce en la unión entre la amazona y la yegua que se poetiza
555
provoca un estallido de color, que representa, justamente, la “albricia”, el regalo de la
escritura377.
Las metáforas construidas a partir del cromatismo integran el tornasol, tono que
En amarillo oscuro anhela la mariposa; el fenómeno del tornasol, reflejo de la luz sobre
ciertas cosas, es calificado como el color “imposible”, que se busca, lo que entronca con
el aprecio de los incas por el fenómeno y con las otras imágenes mencionadas, como “lo
nunca visto”, que se vincula metatextualmente a la escritura que se desea conseguir. Por
377
Retomo este tema en el apartado sobre el cuerpo y el espacio.
556
8. La configuración del espacio y del cuerpo: las oquedades
557
adquieren vida e incluso rasgos humanos. El espacio poetizado interactúa con la
un yo femenino. Sin embargo, se debe reparar en que esta imagen de mundo en estado
se nombran en escasos versos. Este carácter híbrido del espacio se observa en el poema
que inicia El primer libro, “Todo tranquilo, inmóvil” (p. 19). No solo se debe reparar en
la imagen del “libro”, que contiene “páginas blancas abiertas” (v. 8), figura
evidentemente moderna, sino en el entorno que rodea a los choroyes: “Y ahí en las
prisión, de campo cercado a fin de impedir el libre tránsito, lo que, a mi juicio, remite al
contexto de producción del poemario, la dictadura militar, porque, por una parte, está
presente el concepto de límite espacial, de prisión, y por otra parte, las alambradas se
asocian con los choroyes, quienes se apoyan en esta estructura mientras murmuran entre
ellos.
378
Adriasola (1987), Brito (1994), y otros.
558
Así como el libro y el espacio terrestre se poetizan en este primer texto, la
16), que permite la conexión del cuerpo femenino con la tierra (volcán). La tierra, como
una parturienta, da origen a los colores del espacio terrestre a través de la erupción
volcánica; los dolores del parto se expresan con el verbo mugir, el que
que se explica en el ensayo incluido en Pac Pac Pec Pec, donde Fariña se refiere a la
creencia inca sobre la conexión del mundo terrenal y el de los muertos a partir de las
surco, hueco, así como también la presencia de diferentes verbos referidos a la idea de
559
crear agujeros379, como hendir, taladrar, atravesar, abrir, refuerzan la idea de establecer
un puente que conecte las imágenes del cuerpo, del espacio y del libro que se
mágicas de las oquedades380. La pintura de “el primer libro” dará a conocer esta
mágicos, que en este caso, conectarán su cuerpo con la tierra y con el soporte escritural:
volcarse al agujero: / hay un rojo que brama por estallar” (vv. 10-12, p. 21).
El segundo poema de El primer libro, “Cuál pintar cuál primer” (p. 20), muestra
mundo animal:
379
Bello (2009) también repara en esta tendencia del poemario, vinculándola a su estructura; señala: “El
poder de lo abierto en la obra poética de Fariña es arrollador, no solo su metaforización constante de la
Abertura, la (in)definición de lo femenino en la cultura patriarcal, sino en el mismo establecimiento de la
conducta del texto, el comportamiento de los distintos fragmentos y su discurso de sí” (p. 50).
380
Millones (2010) señala que en la cosmovisión andina las cavernas, manantiales o lagunas comunican
con el mundo de los muertos y de los gérmenes, pero también con el pasado y el porvenir (p. 171).
560
Zumban las alas negras
atento el oído atisba el aleteo
grieta profunda atraviesa las capas arcillosas
cruza rayo negro las capas amarillas
las fulmina
transgrede la suavidad dorada del polvillo
atisba el aleteo negro
de alas negras que sostienen el aire que lo aguantan
todo tranquilo inmóvil apacible
Los versos 3 al 6 reiteran la imagen del rayo abriendo la tierra381, mientras los
fenómenos del espacio poetizado; la hablante invita a oír y a atisbar (mirar) el constante
aleteo que mantiene, es decir, que crea, el aire del mundo. Pienso que el énfasis en oír y
Evidentemente, la relevancia del oído en los tres textos que integran La vocal de la
vez, la imagen del aleteo que fusiona lo visual y lo auditivo, integra el movimiento, pues
como “negros”. El mundo de arriba y los elementos relacionados con el aire son
381
Para Hernández (s.f.) la imagen del rayo atravesando la tierra posee un contenido metatextual: “la
acción de leer además de penetrar el texto (y sus intersticios) [parece que] produjera ‘una grieta profunda’
en ‘las capas arcillosas’. Leer, siguiendo con el trabajo de metalectura que propone El Primer Libro, es
producir un abismo en el texto-tejido geológico” (s.p.).
561
capas arcillosas de color amarillo. Negro y amarillo conforman el ocre, el que manifiesta
el mundo de arriba (el aire) y el mundo de abajo (la tierra y oquedades) en profunda
interacción, en tanto el elemento más pequeño (alas - aleteo) se vincula con los más
(v. 1, p. 22); este verso inicia el poema “Dónde el amarillo” (v. 22), pregunta que se
“la arcillosa”:
Concuerdo con Hernández (s.f.) en que estas oquedades del rostro parecieran ser
ha dicho que esta asociación connota lo “pasivo” en relación con la mujer; sin embargo,
562
El cuerpo de la arcillosa será untado con saliva, amasado y abierto (p. 23),
imagen que manifiesta el arte de la escultura en arcilla de los pueblos aborígenes. Los
surcos, grietas y orificios que está vinculada al concepto de oquedad de los incas, así
como también genera imágenes del proceso de escritura. El cuerpo femenino se fusiona
con el espacio geográfico, a la vez que la pintura se fusiona con la escritura: “las yemas
esparcen la tintura acuosa por esa / superficie curva” (vv. 2-3, p. 25). El cuerpo
Las curvas femeninas reiteran las imágenes de las oquedades terrestres; estas
curvas se caracterizan por su suavidad, tibieza y misterio, lo que atrae a los choroyes,
382
Hernández (s.f.) señala que “esas dos” figuras referidas por la hablante constituyen una imagen de los
senos.
563
Avanza ciega la bandada afilando sus picos
deshierbar la hondonada buscar el escondrijo
Avanza ciega la bandada afilando sus picos (vv. 1-3, p. 29).
“mugidos subterráneos” (v. 9, p. 29), que recuerdan la erupción en los primeros textos.
La segunda parte de El primer libro (pp. 33-35) poetiza un espacio diferente del
apartado; está inmovilizada a causa del asfalto, “melaza negra / caliente” (vv. 3-4, p.
La hablante alude a imágenes urbanas como una “cámara de cris- / tales (…)”
(vv. 41-42, p. 34) en la que el nivel del agua sube, inmovilizándola y anulando el
ya no hay lágrimas
agrias agua de alcantarilla rodea la cintura
el cinturón urbano (vv. 44-46, p. 34).
564
La cintura de la hablante es aprisionada por el agua sucia, el “cinturón urbano”;
en este sentido, la alcantarilla es la oquedad urbana que conecta la voz de la sujeto con el
espacio y la memoria de los muertos. Creo que el concepto de oquedad es el que permite
vincular el espacio del mundo primigenio de la primera parte de El primer libro con esta
segunda parte, que se configura como la entrada a este mundo de muertos y torturados.
La voz de la sujeto sigue transitando por esta oquedad, a medida que se desplaza
agua busco
descenso hacia los subsuelos baño nocturno
en aguas negras asidos a la piel de
una ira verde traga la hiel goteada
por estalactas de hiel en la caverna COSTRA
verde musgo amargo el hielo narrativo
amarillo reaparece segundos de lucidez
en esa lengua bífida para hundirse
otra vez guía rastrera
envoltorio rugoso
en boca pudorosa
tiembla el emisario
MANOS-DEDOS (y en qué lengua)
al producir rasguños en la hoja
ALFA
- le digo (vv. 69-84, p. 35).
565
“ira verde” (color de los choroyes), cuya “piel” se contacta con el “agua negra” de la
caverna o “costra”, espacio que incluye “estalactas de hiel”. Este último elemento posee
Por ello, el sentido de esta oquedad se bifurca al vincularse a los órganos internos
del ser humano (el hígado y el aparato digestivo como una hendidura colmada de hiel) y
caverna de hiel se completa con el “verde musgo amargo”, imagen que funciona como
“envoltorio rugoso” de esta. Las zonas del cuerpo humano que connotan oquedades
(estómago y boca), además de las acciones referidas en el texto que horadan el cuerpo, la
alfalfa; así, tanto la lengua como la alfalfa brotan desde la oquedad boca-tierra; la
566
Fabla
abre la cuenca
escarba
brota
la cuenca huesa
la blanca suelta (vv. 29-34, p. 40).
oquedad entre el territorio y el cuerpo: “Oír, Oír, Oír / la noche como valva (…)” (p.
45). Estos versos de “La cabalgata” manifiestan una imagen doble, relativa a la noción
de “hueco”: por una parte, una de las cavidades humanas, el oído, y por otra parte, la
configuración de la noche como una “valva”, una concha curva. Este “vaso
poemario. El poema “Viajo en mi lengua” (p. 47) mantiene esta doble acepción del
567
El agua como motivo dominante en Albricia se distancia de la tierra ocre de El
primer libro, en tanto Albricia nos conecta con la boca, espacio redondo, acuoso y rojo,
la idea de abrir, es decir, de generar oquedades, de las cuales brota la palabra: “Intento
abrir al ritmo de mi abdomen / un hueco a la palabra (…)” (“Crujen los huesos de esta
prisión”, vv. 1-2, p. 48). La forma redondeada del abdomen se reitera, por ejemplo, en la
imagen de la naranja: “(…) Pero las fosas husmean /buscando la fragancia Mi naranja
como un umbral entre el interior y el exterior del cuerpo: “un cardumen minúsculo / Por
las fosas penetran aletillas” (“Escurre entre los dedos”, vv. 1-2, p. 55). El cuerpo
que genera la poetización de flora y fauna marina: “entre líquenes negros algas
veo flotar / mi rostro carcomido por lenguas” (“Abro el párpado mudo”, vv. 3-4, p. 52);
“Cantan los labios húmedos en boqueo / de peces” (“Nadie escribe mi cuerpo”, vv. 4-5,
p. 54).
son el paladar y las comisuras: “Violento el paladar acoge su deseo (…) / Las
383
Por cierto que esto nos remite a la configuración del útero, que se relaciona con la interpretación
feminista de Albricia, a la que me he referido en el apartado “La obra de Soledad Fariña en el contexto de
la promoción de poetas de 1980”.
568
comisuras / llenas de escenas innombrables /Surge savia desde pozos profundos
Intenta / la lengua caracoleando abrirse entre corrientes” (“Crujen los huesos de esta
prisión”, vv. 3, 5-8, p. 48, subrayados míos). La forma de referirse a las comisuras las
circulares, que comunican con los pozos del interior del cuerpo; el ojo también es una
oquedad, al igual que la boca: “Ahí va ese ojo como boca sedienta Qué busca”
(“Abro el párpado mudo”, v. 5, p. 52); “Una corriente / tibia arrastra mi Ojo fijando / la
Pupila” (“Escurre entre los dedos”, vv. 3-5, p. 55). Estas oquedades corporales no son
peine hostigando los huecos” (“Escurre entre los dedos”, v. 11, p. 56); “Mi pesada aridez
se vuelca hacia su oreja / Mi hálito en su cuenca sopla ese pozo negro / ME ABRAZA
ME ACICALA / Hostigando los huecos intenta otra palabra” (“Escurre entre los dedos”,
vv. 14-17, p. 57). Las oquedades del otro cuerpo se tantean a fin de encontrar la palabra,
alba. La integración del fragmento del Popol Vuh relacionado con la creación del
569
El paisaje interior, el cuerpo humano, signado por el agua y la oscuridad,
contrasta con el espacio del único poema de la segunda parte de Albricia. En el texto,
dos cuerpos están a la intemperie, bajo la potente luz solar. Los efectos del clima logran
abrir las pieles, de tal forma que el paisaje se inserta en el cuerpo humano:
El barro cuartea
nuestros lomos
en las orejas
Vientos huracanados
a la mirada roja
Amarillas
fisuras traen
la Imagen
570
La acción de “cuartear” (dividir) se reitera en los versos a través de diversas
fisuras). La imagen de la luz solar se refleja en las orejas, que se caracterizan por formas
curvas, e incluso el sol produce sonido (ulula) en estas; así, las orejas se configuran
como una especie de receptáculo del sonido, como una concha marina.
El paisaje invade los cuerpos, incrusta polvo en las oquedades del rostro, los ojos
construyendo oquedades a fin de encontrar su propio ser, la imagen doble “YO TU”, los
cuerpos esculpidos. Estos versos poetizan la instancia creativa del ser humano que el
fragmento del Popol Vuh anuncia; el paisaje da a luz la figura humana, moldeándola; el
Las figuras escarban buscando una imagen (propia o ajena); la hablante penetra
mirada cerco tu / postura / es otra historia la que / asoma / me llego a tu ojo ovillando /
mi imagen dentro de un / bastoncillo” (vv. 16-22, p. 62). En el ojo del otro cuerpo la
hablante descubre otra historia, sin embargo, se reconoce en ella, pues su imagen se
refleja dentro de este ojo. Tiempo, lugar y acciones se hallan dentro de esta oquedad:
“PASAN LUGARES HITOS un temblor en los labios / un guiño tenue” (vv. 26-27, p.
62).
cual espera que surja la palabra: “Clavada a la piel de tu ojo / Espero la frase la
Sentencia” (p. 63). La unión erótica con el otro cuerpo en la tercera parte del poemario
571
configura el cuerpo de la amante como un espacio salvaje e incitador, de rasgos
animales.
azulada” (vv. 9-10, p. 64). La apertura de la piel hace surgir la herida, oquedad que
Ambas figuras intentan restañar la herida lamiéndola, lo que abre aún más esta
oquedad; de esta manera, el cuerpo de la amante se configura como una gran apertura,
DORADOS
AMARILLOS
AZULES
CADMIOS
572
PÚRPURAS (vv. 25-36, p. 65).
poetización erótica de este encuentro tiene un carácter más estético que físico, en tanto
del cuerpo-oquedad.
atisbando (…)” (vv. 3-4, p. 66); “Pasa el índice describiendo / un círculo lento / sigue el
iris vacío / su transparencia diáfana / detiene la mirada en la bóveda / hueca (…)” (vv.
lengua a tu pezón (…)” (v. 1, p. 69), “Unto las comisuras de miel / Lleno el hueco de
tu pecho (…)” (vv. 4-5, p. 69), “La vasija arcillosa de mi mano / recoge tu humedad / y
la transforma en charca (…)” (vv. 9-11, p. 69); “Me interno en tu respiro Hundiendo /
la oreja en esa charca” (vv. 5-6, p. 70). Ambos cuerpos son figuras interconectadas
entre sí, pero además cada cuerpo en sí mismo manifiesta asociaciones a partir de sus
propias oquedades.
573
El poema que cierra Albricia (p. 71) reitera la idea del acceso a una forma
circular que se acaricia con deleite, y que se percibe no solo a partir del tacto, sino
además del gusto: “drupa” (v 2), “fruta roja” (v. 3), “baya redondeada” (v. 3), “embrión /
arqueado en semicírculo” (vv. 4-5), “lobulada dulce” (v. 7), “valva” (v. 10), “la fisura en
tu ovada” (v. 12), “ondulada parda” (v. 13), “cápsula” (v. 15), “semilla” (v. 16).
También los sentimientos se vuelven una hendidura: “Desde el abrazo ciego ahueco la
sustentan la lectura que la crítica feminista ha hecho del texto, interpretándolo como la
texto por su referencia al Popol Vuh- “el agua y los seres vinculados a ella simbolizan la
especial el caracol, antiguo símbolo místico mesoamericano que remite a los orígenes
femeninos y acuáticos de la vida (Reyes, 2008, p. 63). Este símbolo es maternal, pero a
la vez sexual: Eliade señala que “ostras, conchas marinas, caracolas, perlas, son
solidarias de las cosmologías acuáticas y del simbolismo sexual” (citado por Reyes,
2008, p. 64).
Por ello, la interpretación del sentido maternal del texto no debe soslayarse, sin
574
relación con el hallazgo de la palabra, “albricia” de la escritura poética, pues entre los
andinos, las conchas marinas se utilizaron como instrumentos de viento (Millones, 2010,
p. 170); creo que este sentido también se actualiza en el poemario, de ahí su asociación
estrecha relación entre la hablante y la imagen de una mariposa nocturna. Este apartado
predominancia del elemento aire, mientras que en El primer libro predomina la tierra y
en Albricia el agua.
palabra: “Apretados los labios / cómo voy a nombrarla” (vv. 2-3, p. 79).
reiteración de las formas circulares; otras oquedades corporales poetizadas son los ojos y
el pecho: “Colores nunca vistos / guarda la cuenca del ojo” (vv. 1-2, p. 81); “en la
oquedad del pecho / tengo a este surtidor de rojos / tan próximo a la boca” (vv. 2-4, p.
384
Ya he comentado que la oreja es otra cavidad poetizada, que entra en contacto con el aire y con los
sonidos emitidos por la mariposa: “dice tamborileando al caracol de mi oreja” (v. 5, p. 84). Otras
575
En esta primera sección de En amarillo oscuro, las oquedades corporales
palabras, un intercambio similar a las imágenes que finalizan Albricia, de los dos
otras materias o corporalidades: “quedó el aire de mi boca soplando / las cumbres azules
La luz genera oquedades en la piedra -“La luz oblicua me horada / azules y grises
piedra casi / se ha convertido en aire / en esta luz oblicua” (p. 100). El agua también
La hablante configura los huecos de la roca como los “ojos” de su ser-piedra: “he
dado a mi ojo el tiempo / y descanso mirando con pupila / de trapecio” (vv. 2-4, p. 103).
/despliego mi humedad en laguna sombría / soy pórtico al oscuro (…)” (vv. 1-3, p. 1-3).
imágenes relativas a la circularidad son las de “párpados dedos” (p. 90), que fusiona las curvas de ojos y
manos, y “bóveda caliente” (p. 91), referida a la boca.
385
Otros ejemplos del mismo aspecto son: “Me han cavado hornacinas / para honrarme” (vv. 1-2, p. 99);
“la ondulación antigua / dio una curva a mi hueco” (vv. 1-2, p. 101); “Me he abierto una ventana” (v. 1, p.
102); “Dos profundas fallas / me hienden los costados” (vv. 1-2, p. 107).
576
La laguna constituye una figura propia de las pinturas aborígenes en cerámicas
nocturna / ojo de agua (…)” (vv. 1-2, p. 109); “ansiosa bebo de mi agua contenida (…)”
(v. 1, p. 112).
con más encono / el viento de mi cráter nocturno” (vv. 4-7, p. 111). Es la entrada al Ucu
Pacha, que se asocia “al desorden primordial, a la noche, al pasado y también a los
de la hablante de insertar su voz y su ser en ese espacio y tiempo386: “me vacio al surco
abierto” (v. 5, p. 115); “al corazón penetro / imitando / el gemido del viento en la alta
cumbre/ (qué escucha mi ojo de agua)” (vv. 1-4, p. 116). Su voz se asimila a los sonidos
386
Ortega (1996c) señala el trasfondo sagrado de esta integración en la naturaleza: “Al sumergirse en las
entrañas de la tierra [la hablante] pasa a ser parte de un todo sagrado, que es lugar del origen, ‘pacarisca’,
donde los opuestos, como su lengua bicéfala se complementan” (p. 215).
577
palabra poética se transita a partir de estos nexos sobrenaturales, que comunican el
que se refieren al proceso de escritura; asimismo, La vocal de la tierra incluye una serie
evoca un mundo de sonidos, entre los cuales se cuenta el habla, en especial, a través del
animal y vegetal.
de sus dotes lingüísticas, es decir, pueden expresarse a partir del lenguaje humano, de los
gritos propios de su especie -hecho que anuncia la hablante a través del verbo graznar,
En El primer libro, los choroyes se comunican entre ellos a través del lenguaje
humano; el primer poema explicita que las aves “dicen”, “preguntan” (v. 11, p. 19),
“gritan” (v. 13, p. 19) y murmuran (v. 21, p. 19); también graznan (v. 17, p. 19). Los
578
enunciados de los choroyes se marcan con guiones que inician los versos en los que
en prosa. Aun cuando los choroyes surcan los aires y la hablante se identifica con la
tierra, la voz poética femenina percibe estos elementos y, en ocasiones, traspasa la voz
“mascullan” (v. 7, p. 21), hablan, contabilizan surcos y observan (vv. 14-15, p. 22),
“murmuran” (v. 5, p. 24), “susurran” (v. 5, p. 25) y “proclaman” (v. 11, p. 27); estas
habilidades humanizan las figuras de los choroyes, a lo que se suman emociones, como
especie; se evidencia la intención de mantener ocultos o cifrados los mensajes, para que
estos se conozcan solo en la bandada; por ello solo murmuran: “preguntan cuchichean
los choroyes” (v. 2, p. 27). Esto permite que las aves formulen un discurso doble: lo que
dicen en la bandada y lo que dan a conocer a los demás. Así por ejemplo, el verbo
“proclamar” enmarca un enunciado que declara como inexistente un fenómeno que ellos
de comunicarse a partir del lenguaje humano: “y la arcillosa insiste quién fue” (v.
14, p. 24). Por ello, espacio y animales se perciben como elementos activos, cuyos
579
A las voces y diálogos mencionados se agrega el interrogatorio poetizado en la
identifica con la lengua, quien, agredida y torturada, grita de dolor (v. 5, p. 33); sin
embargo, la figura del interrogado se multiplica en otros seres que sufren torturas: “las
percibido por los peces, los que, premunidos del lenguaje humano, intentan apoyar a las
encuentra, realiza rasguños en la hoja aludiendo con ello al proceso de escritura, pero al
mismo tiempo enuncia: “ALFA / -le digo” (vv. 83-84, p. 35). La escritura y la
la tibia - dice
- me dice
Fabla - le digo (vv. 24-26, p. 40)
580
Los pronombres enclíticos sumados a las formas verbales de “decir” marcan a las
palabra implica el desdoblamiento del signo lengua, en tanto órgano físico y en tanto
lenguaje; a su vez, la hablante oscila entre la fusión total con su lengua (en sus dos
primer libro se encuentran algunos recursos que se conectan con la intención de recrear
profusa para dar cuenta de las acciones sobre “el primer libro”: “pintar”, “tomar”,
infinitivos otorga a las formas verbales el énfasis absoluto en la acción, por tanto, la
autora de la creación.
expresan en infinitivos: “Esparcir la mirada” (v. 1, p. 22), “Abrir la axila” (v. 2, p. 21),
“Abrir”, “afilar”, “hendir” (vv. 10-11, p. 23), o en imperativos: “punza suelta desgarra”
(v. 8, p. 29). La magia presente en la creación de El primer libro es posible gracias a que
581
En este poemario también resalta el trabajo en relación con el ritmo, a partir de
con rimas asonantes o consonantes y versos libres, y de las figuras fónicas, como
aliteraciones: “ocre barroso oscuro” (v. 7, p. 27), “Ojo redondo el brillo oblicuo” (v. 3,
p. 28), “Verde musgo amargo” (v. 74, p. 35), y poliptoton: “Los poros las poras /las
predominancia del diálogo, de los juegos fónicos y rítmicos, además, por la connotación
de la palabra como conjuro creador, y por una serie de verbos onomatopéyicos, que
Albricia comienza con la acción de oír los sonidos nocturnos; el epígrafe de “La
cabalgata” conmina a agudizar los sentidos del oído y de la vista, a fin de aclimatarse a
“oreja”: “mi pesada aridez se vuelca hacia su oreja” (v.1, p. 57), “Hundiendo / la oreja
que genera “efectos de oralidad” en el texto. La hablante enfatiza cada elemento del
582
sonido al desmembrarme” (v. 13, p. 48). Es decir, se mantiene la poetización de ruidos
Cada elemento del mundo sensorial del poemario se muestra en interacción con
otros. En este diálogo figurado de elementos inanimados, cobran especial relevancia las
figuras fónicas, especie de lenguaje de los elementos sin vida: “me sumo Zumo líquido”
(v. 8, p. 48).
lenguaje a partir de la pronunciación de los fonemas, sin olvidar que este fenómeno se
alcances físicos de la relación con la lengua se desarrollan a través del motivo del viaje
por el aparato fonatorio, y por la lengua del otro cuerpo femenino. La lengua es
lengüeta a mi párpada erecta” (v. 5, p. 56). Sin embargo, a diferencia de El primer libro,
en el que los choroyes dialogaban directamente entre ellos y con otros seres, los diálogos
de Albricia son poetizados de manera indirecta, pues la hablante refiere sus interacciones
con el otro cuerpo. Los diálogos del poemario se caracterizan por la formulación de
cuerpo.
583
Las acciones de conversar y de plantear interrogantes están contenidas en el
fragmento del Popol Vuh incluido en Albricia, en el que las preguntas formuladas de
manera indirecta tienen que ver con la creación del mundo. En este sentido, la
también en Albricia. Los designios del consejo de dioses -acuerdos y palabra, materia
palabra y la vida; el texto es una fiesta de sentidos, pues incluso se enuncia la acción de
“cantar”, como una de las acciones que logra rearmar la lengua, cuando esta se ha
En amarillo oscuro también utiliza el diálogo como una estrategia que recrea la
la relevancia de la imagen del oído y el afán por nombrar a la mariposa destacan como
de los seres humanos, sino de todo el entorno; la onomatopeya “Pac Pac Pec Pec”
387
He comentado en el subapartado “La mariposa oscura: el soplo creador”, la poetización de la pregunta
por la forma de pronunciación del fonema /r/, que implica esta atención en la oralidad.
584
existen jerarquías entre las especies; asimismo, los elementos inanimados también
logran interactuar con animales y con la voz enunciante. Este rasgo es coherente con la
cosmovisión andina: “El poder y la palabra eran inseparables. Para la costa central del
Perú no hay mejor ejemplo que el río donde se fundó Lima, el quechua Rímac [que]
poetizados hablan entre sí, manifestando que el lenguaje humano es solo una de las
con el mundo precolombino, pues la palabra está provista de poder, lo que en parte se
consigue a través del uso de imperativos; además, la presencia de las culturas aborígenes
se manifiesta en tanto el ser humano puede dialogar con su entorno y animales, lo que
recuerda los relatos del Popol Vuh. Las onomatopeyas y los verbos onomatopéyicos, el
ritmo y las figuras fónicas recrean un mundo primitivo, en el que la voz, el silencio y los
además del énfasis en la acción de “decir”, se combinan para producir los efectos de
oralidad en el poemario.
585
10. La “albricia” hallada y arrebatada
mistraliana manifiesta en Albricia; el título del poemario389 connota una relación cercana
entre ambas poetas, que resulta más explícita debido al epígrafe del texto,
obra con la de Mistral. Por ejemplo, en relación con el título Albricia, Ortega (1996b)
nos remite al conocido texto de las Notas de Tala en que Mistral habla de “Albricias”, el
juego de los hallazgos que conoció en el Valle de Elqui; para Ortega, el término en la
obra de Fariña se refiere a la búsqueda de “la palabra madre” (p. 194), por ello,
Por su parte, Bello (2009) rastrea el término “albricia” en los poemas “La gracia”
obra de Fariña la búsqueda tanto del lenguaje como de la figura de la madre, por lo que
que Bello analiza a partir del cuento “Al Alba” y Albricia, de Fariña, y de “La fuga” y
586
Bello señala otro ejemplo de la conexión entre Mistral y Fariña a propósito del
vínculo madre/hija: un verso del poema “La Medianoche” de Tala se cita en el cuento
“Otro cuento de pájaros” de Fariña, además, estas obras se conectarían por el motivo del
vínculo íntimo entre madre e hija mientras duermen (“el dormir en la madre”).
Finalmente, Bello afirma: “En Fariña, Albricia del Alba, me atrevería a decir, es lo
lenguaje, madre y alfabeto. El Alfa, lo que habla primero, lo que se escribe primero” (p.
63).
587
obras de ambas autoras390; sin embargo, quisiera profundizar un poco más en el
siguiendo los datos que entrega Bello sobre los textos en los que el término se menciona,
vizcacha, lo que sucede durante la noche; la hablante espera que llegue el día para buscar
Pero es la noche
ciega y apretujada
y me pierdo por cuevas
y por aguadas.
Me quedo oyendo
las albricias que llaman:
sorpresas, miedos,
pelambres enrolladas;
noche, y además se perciba el vínculo con los animales, así como en el fragmento de
390
En el presente estudio también se comprueba este aspecto a partir del análisis comparativo entre los
poemas “La Gruta” de Mistral, y “cansada de sus nombres”, de Fariña (Capítulo cuatro).
588
“La cabalgata” con que Fariña comienza Albricia. La hablante de “Arrullo patagón”
también espera el alba, de esta forma la noche se signa por una búsqueda infructuosa,
El poema “La Gracia” (2006, pp. 128-129) también recupera el lapso entre la
noche y el alba; la sujeto ve pasar a ¿un ser? ¿una presencia? ¿una fantasmagoría? La
“gracia” se metaforiza como “Pájara Pinta” (v. 1, p. 128) que va por el aire, un “lirio” (v.
29, p. 129) o “pez espada” (v. 30, p. 129), y la hablante la ha percibido mientras todos
duermen: “medio era noche / medio albada” (vv. 21-22, p. 129). Es decir, de nuevo
aparece la noche asociada al término, que la hablante vocifera al retirarse “la gracia”:
refería a “un objeto escondido que se buscaba” (2006, p. 178); la poeta repara tanto en el
incluso considera especialmente dichoso a quien, en teoría, la inventó: “La feliz criatura
la atención la cosificación del término, no solo por la idea de lanzar al aire la palabra,
sino por metaforizarla como un “gajo de uvas”, “puñado de algas”, además de señalar
que quien inventó “albricias”, en plural, “veía” la palabra. En consonancia con ello,
Mistral recuerda: “Yo corrí tras la albricia en mi valle de Elqui, gritándola y viéndola en
589
lenguaje depurado, por eso no debe extrañar su fascinación por el sonido y la belleza de
las palabras, como en este caso, y que conciba a las palabras como “cosas” que se ven,
singular relaciona la palabra con la experiencia de oírla, por tanto, con la oralidad: “los
chilenos nos evaporamos la s final”, “Tengo aún en el oído los gritos de las buscadoras
y nunca más he dicho la preciosa palabra sino como la oí entonces a mis camaradas de
juego” (2006, p. 178). También entrega una alternativa a esta explicación, señalando la
asociación entre el término y “un objeto” que se buscaba. De esta forma, la experiencia
relatada implica que la palabra cumple con la aprehensión doble que Mistral plantea con
se puede señalar que la poeta la reconoce como arcaísmo391, que aparece como un
con “gracia” (“La Gracia”), y, finalmente, vinculado al espacio entre la noche y el alba
(“Arrullo patagón” y “La Gracia”). Se debe acotar que tanto la infancia, rememorada en
portentoso.
391
En la nota a “Nocturno de la derrota” (2006, p. 176), la poeta explica su predilección por los arcaísmos,
lo que relaciona con su origen rural.
590
El poemario de Fariña recupera estos sentidos del término “albricia” con otros
relevancia a la luz de Donde comienza el aire (2006), poemario donde ella dialoga con
los textos y las biografías de otros escritores393. En Albricia incluye la siguiente estrofa
origen germánico conocido como “La Santa Compaña”, que se refiere a que en una
392
Los epígrafes pueden considerarse dentro de los paratextos, de acuerdo a las categorías de Genette
(1986) referidas a la transtextualidad o trascendencia textual del texto. En este caso, constituyen diálogos
con tradiciones poéticas anteriores.
393
Significativamente, El primer libro es el único de la trilogía de Fariña que no posee epígrafe; la poeta
no puede dialogar con otros/as, pues en el imaginario poético del texto no existe tradición ni otros/as
sujetos que escriben.
591
determinada hora de la noche (generalmente las doce en la mayoría de las versiones) los
espíritus de los difuntos dejan sus moradas para transitar en procesión por los pueblos y
visitar a aquellos que pronto han de morir (Lisón, 2004). Mistral puso como nota a “La
Cabalgata” la siguiente aclaración: “La ‘Santa Compaña’; pero la de los héroes” (2006,
p. 127). El poema remite entonces a una procesión de héroes difuntos que deambula en
la noche.
La estrofa de Mistral permite armar una red de sentidos para la obra de Fariña,
quien rescata del poema la experiencia de poner atención a la noche, despojando el texto
A estos aspectos se agrega que la recuperación del momento previo al alba remite
soplo creador, “aire de todas las palabras”, como dicen los versos de Blanca Varela que
creador” al que ella remite en su obra poética y en las entrevistas que he citado; el
592
en la que el momento de la oscuridad previa al alba obedece a este sentido metatextual.
Asimismo, los versos del irlandés Seamus Heaney, que inician La vocal de la tierra,
remiten a este momento previo a la llegada del “soplo creador”, un tiempo de espera:
“This is the vowel of earth / dreaming its root / in flowers and snow. / Esta es la vocal de
la tierra / soñando sus raíces / entre flores y nieve”. Traducción de Soledad Fariña, p. 7).
Fariña; he mencionado la predominancia de verbos que tienen que ver con “abrir”,
“socavar”, “crear hendiduras”, rasgo que también se observa en los versos de Mistral
con cierta frecuencia. Desde su particular punto de vista, Grínor Rojo (1997) les llama
Para Rojo (1997), este rasgo del estilo mistraliano estriba en que la poesía de
Mistral se alimenta de una herida: “Desde la herida mana sangre y esa sangre, que es la
Donde comienza el aire (2006), Fariña realiza un homenaje a Mistral a través de dos
poemas; uno de ellos, “fragancia”, rescata del poema “Tres árboles” de Desolación la
imagen de un árbol herido, que Patricio Marchant (1984) interpreta como una figuración
593
de las llagas de Cristo, reflexión que Fariña recoge en su poema394. Me parece que esta
resultan significativos los poemas de Mistral en los que la hablante se configura como
hija, pues su generación se identifica con este rol, como comentó en la entrevista:
Por último, otros nexos entre ambas poetas tienen que ver con el interés por lo
relación con los animales y la naturaleza, tema que se incluye en las conclusiones al
presente estudio como uno de los aspectos que conectan a las cuatro escritoras
escogidas.
texto de Fariña prologando los textos que representan a la autora en esta selección:
394
Analizo el poema “fragancia” en el capítulo cuatro.
594
ARTE POÉTICA
Encontrarla en mi sueño
y después
buscando resplandores
al fondo de su ojo
Inventarla en alientos
en soplos repetidos
y ver
que apenas dibujada en el aire
el aire se encabrita y sale a buscar paisajes
otros imposibles de deletrear
encontrar resplandores
en su laguna oscura
Sumergirla
595
La poesía es materia de sueño. Espacio onírico, de múltiples posibilidades:
sinestesias), viaje por espacios y tiempos vedados a la finitud del ser humano.
La relación con la poesía es un encuentro entre dos seres: ¿quién elige a quién? La
autora señala: “Es difícil saber para quién uno escribe. En relación a la poesía, nadie te
pide escribirla. Nadie tiene necesidad de ella. Lo haces porque elegiste hacerlo, y otros
dicen que ella, la poesía, es quien a ti te elige” (Mosso, 2007, s.p.). Este encuentro deriva
en una fusión erótica, en la que una amazona logra domar a la palabra y la cabalga por
En estrecha relación con los puntos anteriores, la poesía exige dos movimientos y dos
del círculo cromático y de los momentos del proceso de creación; en el ciclo se distingue
596
creativo se metaforiza una y otra vez en forma de ojos, cuenca, contornos, caracoles,
el “punto de partida” de El primer libro: las aristas intentando dormirse son análogas a la
argamasa primordial. El cierre de Albricia poetiza una imagen similar, pues la hablante
esencia? ¿Cómo hablar de los colores “nunca vistos”, de lo que existió en el tiempo
“más antiguo”? La poesía se vincula con lo sobrenatural, “la esencia inaprensible”, que
12. Conclusiones
Las poetas estudiadas en este capítulo se caracterizan por una búsqueda estética a
partir de las culturas precolombinas americanas, en las que se sostiene una concepción
aborígenes por el brillo y los reflejos, la naturaleza como una entidad viva de carácter
divino, y los animales como seres que poseen una importancia vital en el ecosistema.
Asimismo, las escritoras provienen de una tradición letrada, por tanto, las
597
A pesar de ser una temática alejada de la contingencia en Chile, Vicuña y Fariña
escriben desde una posición histórica y política; en el caso de Vicuña, esta es el término
de la dictadura en Chile, que se explica en el imaginario del texto como el resultado del
silencio y de la oración.
enmarcarse en una nueva mentalidad que anhela el reencuentro con las raíces culturales
informática, lo que impulsa a estas escritoras es la búsqueda de una poética propia en los
395
En la misma línea, García Canclini (2001) reflexiona sobre el interés actual por la preservación del
patrimonio: El interés contemporáneo en el patrimonio tradicional residiría en beneficios ‘espirituales’
difíciles de ponderar, pero de cuya permanencia dependería la salud presente de los pueblos. Frente a las
‘catástrofes’ de la modernización, de las nuevas tecnologías y de las ciudades anónimas, el campo y sus
tradiciones representarían la última esperanza de ‘redención’ (p. 158).
598
Asimismo, en ambos textos se presenta una poetización simbólica del espacio, lo
que está en consonancia con la cosmovisión andina: “los pueblos andinos concibieron el
paisaje natural bajo los cánones de una geografía, cuyos puntos de referencia eran
elementos sagrados que tuvieron como base algunos mitos, de lo cual se deriva una
de ofrenda. En La Wik’uña, la poeta plasma saberes ancestrales de varias etnias, las que
mezcla con referentes de los años sesenta y setenta, como María Sabina y Don Juan
especiales habilidades lingüísticas, por tanto, los textos constituyen una poetización de
lo espiritual, que no solo está presente a nivel semántico, sino también en la estructura
estructura metafórica de un quipu, tejido inca, cuya hebra principal es la metáfora del
A nivel de estilo, la poeta utiliza diversas estrategias, entre las que se encuentra
mostrado diversos rasgos del texto en los que se reconoce la “oralidad segunda”, como
599
Es importante destacar que en el poemario analizado, Vicuña explicita varios
obra, la vicuña, camélido en peligro de extinción, que se considera vital en el ciclo del
tejido. No se debe olvidar tampoco la intención ecológica de la poeta, pues los principios
que la poetización del lenguaje se entrelaza con la del cuerpo femenino y la del
“oscuro” hacia la luz; esta metáfora de la oscuridad se entiende como una mudez
creativa, que implica el silencio y la página en blanco, es decir, la espera del “soplo
creador” que traerá consigo la palabra, y con ella, la aprehensión de realidades y saberes
Entre estas, cabe destacar la pregunta por la identidad, tanto de mujer como de
600
cuerpo en busca de lo femenino, y la segunda pregunta trasciende hacia el contexto
chilena. La condición de desmedro que los poetas de los ’80 percibían en la sociedad
en blanco.
Por ello, el diálogo con las culturas indígenas se fundamenta en la pregunta por
esa identidad perdida; los pueblos aborígenes también experimentaron una situación de
“despojo” de su cultura, sin embargo, la riqueza de su legado aún persiste. Esta mirada
sobre las culturas maya y andina implica un gesto de resistencia frente al autoritarismo,
pues si la memoria de ellos se conserva, ¿por qué no podemos conservar lo que se nos
intenta arrebatar?
Fariña reactiva la memoria de los pueblos indígenas, pues estos son parte de
nuestras raíces, asimismo, aprehender su manera de ver la vida implica una renovación
que ella posee con estas culturas, así como también elabora una conexión de su propio
he entendido como global, puesto que integra a la escritura poética la elaboración de los
601
cerámica. Este proceso de hibridación entre artes visuales prehispánicas y escritura
vínculo entre La vocal de la tierra y el Popol Vuh, puesto que Fariña recrea la
del sistema cromático del poemario, en el que los colores funcionan como símbolos de
de la naturaleza como un organismo viviente, los colores no son fijos ni planos, sino
volumen; los colores entrañan una relación directa con los fenómenos climáticos y con
pues la búsqueda de la palabra se realiza en función tanto del significado, como del
602
significante, de lo cual dan cuenta los juegos fónicos y la poetización del proceso de
diálogo, los verbos infinitivos e imperativos, la condición performativa del lenguaje (el
habla como conjuro que encarna el poder de la creación), los juegos fónicos y las
onomatopeyas.
recepción auditiva en los recitales poéticos durante la dictadura, se relacione con los
propios del estilo poético de Fariña se vinculan directamente con lo poetizado, por
ejemplo, los espacios en blanco del escrito se identifican con la importancia del silencio
concebir la vida, y por cierto, el arte. En este proceso de hibridación posee fundamental
enlaces entre realidades diversas; creo que la obra de Fariña se configura como un enlace
603
entre lo precolombino y lo contemporáneo, lo escrito y lo visual, la palabra y lo
tradición poética; en este sentido, la obra de Mistral constituye un pilar de esta escritura,
604
CAPÍTULO IV
605
INTRODUCCIÓN
crítico entre las autoras escogidas, pues a partir de la lectura de la obra de cada escritora
mostrar estas relaciones, he seleccionado un conjunto de textos en los que cada autora se
Este diálogo poético y crítico se produce sobre todo desde la mirada de las
escritoras más jóvenes hacia las obras de Mistral y Parra. Sin embargo, existe a lo menos
un texto que permite conocer la visión que Violeta Parra poseía de la figura y de la obra
de Gabriela Mistral. Me refiero a “Hoy día se llora en Chile (A Gabriela Mistral “verso
con Gabriela Mistral (1997, pp. 75-83)396, compilación de textos críticos y literarios que
se refieren a la vida, obra y legado de Mistral, editado por Soledad Fariña y Raquel Olea.
Tal texto surge como una respuesta frente al anhelo manifestado por escritoras
606
críticos alejados de parámetros hegemónicos y patriarcales. Este gesto editorial explicita
tanto el anhelo por conocer la figura y la obra de Mistral, como por establecer una
Además, en la conversación que sostuve con Cecilia Vicuña en el año 2010 (Ver
“Anexo 2”) me enteré de la existencia de un retrato de Mistral pintado por Vicuña, por
lo que también me referiré a esta obra, que se incluye en los anexos de esta tesis, gracias
a la gentileza de su autora.
Violeta Parra, sobre todo en Sabor a mí (1973). Básicamente, recupera de Parra la unión
de la vida con el arte, que nos lleva a la intención autobiográfica; asimismo, Vicuña
considera la obra de Parra como alimento y salud para América. Por lo tanto, me referiré
con las “albricias” mistralianas y con el poema “La cabalgata” de Tala. En este capítulo
Premio Nobel a partir de la edición de Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela
Mistral.
artículo, “La expresión de amor en el tiempo: Violeta, Safo” (2011). Este es un texto de
607
análisis comparativo del poema “Con mi litigio de amor” de Parra y el “fragmento 31”
de Safo.
A ello se agrega el diálogo poético que Fariña establece con Mistral, Parra y
y una décima de Violeta Parra, y en unos poemas de Cecilia Vicuña. Estos cinco textos
son397: “cansada de sus nombres. Lectura de La Gruta de Gabriela Mistral” (p. 25);
“cardosanto, a Cecilia Vicuña desde los poemas del catálogo de su exposición Semi ya”
(p. 30); “ya ve mi cara, señor, a Violeta Parra desde una de sus décimas” (p. 49);
“árbol de la vida, mirando esa arpillera de Violeta Parra” (p. 86), y “fragancia. A
1. Parra Mistral: “Hoy día se llora en Chile”. “Verso por despedida” dedicado a
Gabriela Mistral.
397
Los títulos de los poemas enumerados a continuación se han transcrito exactamente igual a como
aparecen en el índice del libro (con negritas, minúsculas y los otros signos gráficos).
398
Evidentemente, el análisis de estos textos incluye la revisión atenta del material aludido por Fariña.
Tres de estos poemas fueron publicados en un libro anterior de la poeta, Se dicen palabras al oído (1997),
que reunía los textos dedicados a escritoras, y no explicitaba las obras a las que hacían referencia los
poemas. En esta obra previa, los poemas poseen otros títulos: “cansada de sus nombres” se llama “mi
madre piedra” (p. 10) y se inicia con el verso “cansada de sus nombres”; estos son los únicos cambios
significativos en el texto; “cardosanto” se llama “Sé mi ya” (p. 18), y el poema sobre la arpillera de Parra
se llama “árbol de la vida” (p. 39).
608
2. Vicuña Mistral: Texto “Gabriela Andina” y óleo “Gabriela Mistral” (1979).
legitimación.
5. Fariña Parra: “La expresión de amor en el tiempo: Violeta, Safo”, “Ya ve mi cara,
auto-legitimación.
textos.
Escritoras pilares
Gabriela Violeta
Mistral Parra
(1889-1957) Décima a Gabriela (1917- 1967)
Soledad Cecilia
Fariña Vicuña
(1943) (1948)
609
Durante la elaboración de este trabajo, he pensado en el carácter doble de las
flechas de este esquema. El sentido de estas ¿debe orientarse solo desde las escritoras
más jóvenes hacia Mistral y Parra? Luego he reparado en las reflexiones de Borges en su
relaciones entre las poetas (nivel intertextual), demostrándolo en los propios textos
Parra, para constituirse en tales, dependen de la creación poética de las jóvenes. Es por
610
1. Poeta en regiones celestes: Violeta Parra homenajea a Gabriela Mistral
verso (1988) de Violeta Parra, finaliza con un texto que agrupa 4 décimas, escrito en
libro mayor de Violeta Parra (2009, p. 239), las décimas dedicadas a Mistral pertenecen
poeta, el año 1957. El texto está escrito en décimas “mochas”, vale decir, en estrofas de
611
para alumbrarle a Gabriela
la sombra que hoy es su mundo;
con sentimiento profundo
yo le rezo en mi vihuela.
Presidenta y bienhechora
de la lengua castellana,
la mujer americana
inclina la vista y llora
por la celestial señora
que ha partido de este suelo,
yo le ofrezco sin recelo
en mi canto a lo divino,
que un ave de dulce trino
la acompañe al alto cielo.
612
1.1. La cultura de la muerte en la tradición popular y en la obra de Violeta
Parra
el nacimiento de Cristo, por la pasión, entre otros. Están los versos por saludo o
Se entiende, entonces, que cada vez que se Canta a lo Divino, “el verso por despedida”
sagrado y la Biblia400.
de este texto dedicado a Mistral, pues está consagrado a un adulto -lo que no se
velorio de adultos o de infantes en la zona central de Chile, así como también en las
399
Al respecto, ver el capítulo 2 sobre Décimas. autobiografía en verso, en el que se define y caracteriza
el Canto a lo Divino.
400
Los fundamentos denominados “verso por salutación” y “verso por despedida” pueden erróneamente
creerse distanciados de fundamentos como “nacimiento de Cristo” o “la creación del mundo”, en tanto
estarían motivados por una mera función fática (abrir y cerrar la ronda de Canto a lo Divino). Conviene
recordar que las Cartas Paulinas de la Biblia incluyen salutación y despedida, secciones que además de
mencionar a personas cercanas al autor, comprenden advertencias y consejos, por lo que son versos
bíblicos tan relevantes como los que se ubican en el desarrollo de las cartas.
401
En el capítulo 2 se desarrolla el tema del velorio de angelito, a propósito de las Décimas.
613
novenas dedicadas a la Virgen. Evidentemente, no se canta a distancia, pues el Canto a
ubica a un costado del ataúd e inicia su arte. Chavarría narra que en los velorios: “los
chistes. Afuera, en este escenario, está lo humano; adentro, al lado del ataúd, el Canto a
del difunto, para cuyos efectos el ataúd se ubica generalmente en la casa del fallecido, en
medio de una pieza principal, rodeado de coronas de flores y velas; a un costado, las
rezadoras y el cantor a lo Divino acompañan el féretro. Este escenario fue retratado por
Violeta Parra en numerosos óleos. Para la artista, “Las arpilleras son la parte hermosa de
la vida y las pinturas la tristeza de la existencia” (2007, p. 19), por lo que no debe
estos sencillos pero simbólicos elementos funerarios. Los primeros dos óleos escenifican
la muerte con toda su carga visceral. En “Esperando el ataúd I”, el cuerpo del difunto se
ha colocado en una mesa grande rodeado de flores de vistosos colores. La pieza está
prácticamente desnuda; sus muros, en tonos azules y grises, ostentan dos colgadores con
ropa -quizás la que vestirá el fallecido en el ataúd- y una guitarra colgada, en espera del
614
se alza sobre sus patas para acercarse a la cabeza del difunto, y una mujer de color
perro; la figura morada, que representa al deudo, esta vez es masculina. “Velorio de
su guitarra a solas con el cuerpo del infante, salvo unos cuantos animales caseros. Los
tres óleos tienen en común el espacio doméstico, con sus animales y sencillos adornos, y
Estos óleos que ilustro someramente evidencian la relevancia que Violeta Parra
como ceremonia es palpable, tanto en las décimas por velorio de angelito dedicadas al
pequeño Vicente y a la hija menor, Rosita, como en aquellas en que la hablante relata
ceremonias fúnebres, Violeta-niña asume con curiosidad y humor los rituales funerarios
pomposos de los más ricos. Sin embargo, cuando la muerte le arrebata a su padre y a su
cierto, la relevancia de los rituales fúnebres para Parra, se puede elucidar que la décima
“Hoy día se llora en Chile” configura de manera ficticia, claro está, una situación de
615
cercanía física entre la difunta y la hablante, quien puede calificarse en estas primeras
líneas como una rezadora-cantora, fusión que el propio texto confirma: “yo le rezo en mi
vihuela” (v. 10). Este rezo-canción solo encuentra su definición en el Canto a lo Divino,
por el que Violeta Parra manifestó una particular predilección: “Violeta Parra adoraba la
décima y decía que lo que más le gustaba era el Canto a lo Divino”, comenta Chavarría
“Diosa” (v. 3); se añade, en coherencia con esta denominación, “celestial señora” (v.
15), “la mejor invitada [al Paraíso]” (v. 27) y “Santa Mistral coronada” (v. 30). El
carácter de estas designaciones permite apreciar el valor sobrehumano que Parra asigna a
miserias, ni pobrezas; tampoco menciona su nombre civil, Lucila Godoy, pues cuando la
llama por su nombre de pila, este es Gabriela (vv. 7 y 36); en suma, no hay alusiones a la
vida concreta de Mistral, sino que su presencia se configura más bien como un símbolo.
sinónimos (fallecimiento, deceso) no aparecen, sino que solamente son aludidos, por lo
eufemismos.
616
En realidad, no es que se omita la muerte, sino que esta es aludida como viaje
hacia el más allá (vv. 3 y 16), lo que se entronca con el concepto de muerte que celebra
llamado de Dios (v. 3) es una forma de remitir a esta figuración de la muerte; no puedo
dejar de mencionar la correspondencia que existe entre esta manera de referirse al fin de
la vida terrenal y la que empleara la propia Gabriela Mistral en Poema de Chile (1967)
para explicar el alejamiento definitivo del mundo de la Mama Fantasma: “Ya me llama
“Dueño” no solo aparece en este último texto de Poema de Chile, sino que se reitera a lo
mundo402.
publicación data de 1967, año del suicidio de Parra. Por ello, el aspecto señalado es una
bella coincidencia que evoca el sentido religioso popular que Parra cultivó en su obra y
del Canto a lo Divino en un velorio de adultos, pues los temas y personajes aludidos en
este son bíblicos o santos, nunca personas fallecidas endiosadas por el cantor. El viaje
hacia la eternidad transforma a Mistral en un ser de la otra esfera; no es solo un alma que
402
En su libro dedicado a Poema de Chile, Daydí-Tolson (1989) enfatiza la equivalencia tanto entre el
“Dueño” y el Dios cristiano, como entre la significación de la “patria” mistraliana y la vida eterna cristiana
(p. 155), interpretación coherente con el sentido de esta obra póstuma de Mistral, y especialmente valiosa
en el contexto del análisis de esta décima.
617
ha partido al más allá, puesto que la hablante la percibe como una santa, figura que en el
Canto a lo Divino cumple la función de mediador entre Dios y los seres humanos. Si
bien es cierto que, según la tradición del velorio del angelito, los niños difuntos
trascienden su materialidad para convertirse en intercesores ante Dios por sus parientes,
esto no ocurre con los adultos. La pureza de un niño fallecido a temprana edad permite
que este se convierta en angelito mediador; en cambio, los adultos no aspiran a esta
esfera de santidad.
Así, como un caso especial de mujer adulta santificada por la hablante, tal como
los niños -libres del “pecado original” y de las miserias del mundo-, Mistral trasciende
jerarquización entre el “yo” poético” (identificable con la propia Violeta Parra en tanto
textos de las Décimas, la hablante no menciona su “poca sabiduría” para cantar o para
estado -de la vida a la muerte y a la santidad- y también por el rol que la hablante le
asigna a Mistral:
Presidenta y bienhechora
de la lengua castellana (vv. 11-12).
618
Elogio de carácter complejo que abre divergentes interpretaciones. El calificativo
Huelga decir que Mistral en sus primeros tiempos fue criticada por “escribir
mal”403. La lengua que la hablante elogiaría en el texto es una lengua poco común, muy
trabajada por cierto, pero escasamente alabada en sus inicios, reconocida en Chile solo
con posterioridad al Premio Nobel recibido por la poeta. Es además una lengua que
rasgo de la poesía mistraliana poco admirado en sus inicios, más bien considerado un
defecto por la primera crítica que comenta su obra. En los estudios mistralianos
¿Qué textos de Mistral leyó Parra? Sobre sus lecturas, Nicanor Parra comenta:
“literatura más bien de desecho. Yo creo que ni al propio Neruda le conoció a fondo.
La Gabriela Mistral conocida por ella era la Gabriela de los textos de estudios,
fijada en los libros escolares como maestra, pura, bondadosa y entregada a los niños,
403
Al respecto, ver la introducción de la tesis de Olga Grandón Lagunas, “La prosa poética de Gabriela
Mistral: identidad y discurso” (2004), que realiza un recorrido por la crítica e interpretación de la obra
mistraliana en Chile.
619
gracias a una selección de textos que reforzaron esa imagen, la de un ángel de bondad404.
En ese contexto se entiende que la considere madrina de los escolares (vv. 37-38), santa
y celestial.
propio idioma, antes que como usuaria, ¿permite establecer nuevas jerarquías, donde los
lengua?405
evidente: en esta alabanza hacia Mistral, como en todas las otras calificaciones de la que
torno a ella: la santa maestra abnegada y sufrida. Es la imagen que Parra conoció,
elaborada en Chile gracias a una acuciosa selección de sus textos y a una exacerbación
de ciertos datos biográficos que los poemas parecían corroborar: trágica vida amorosa
que conduce a la soledad, y por tanto a la anulación del cuerpo, y la anhelada maternidad
proyectada hacia los alumnos. En suma, el ser para los demás antes que para sí misma,
404
Violeta Parra realizó sus estudios primarios en la década de 1920 (Isabel Parra, 2009, p. 225).
Recordemos también que estuvo 2 años en la Escuela Normal (1932-1934), educándose para ser profesora,
institución que exaltaba la imagen de Mistral como maestra americana.
405
La admiración de Violeta Parra por los poetas letrados nacionales no solo se aprecia en esta décima. Su
composición “La cueca de los poetas” (Violeta Parra, 2005, p. 57) menciona a los consagrados de Chile:
Mistral, de Rokha, Huidobro, Neruda -“el más gallo”, según la cueca-, y su hermano, Nicanor Parra, que
cierra el selecto listado.
620
virtudes finalmente premiadas: el Premio Nobel inmortaliza en la historia a la humilde
término “maestra”, sino que elige “madrina”, para referirse al rol que Mistral desempeñó
generalmente por una tía, amiga o pariente cercana, que reemplazaría a la madre en la
crianza del niño si esta fallece; de hecho, madre y madrina son co-madres406.
que Violeta Parra desarrolla en las Décimas se aprecia en la descripción del ritual de
preparación para el velorio del angelito. La madrina prepara la vestimenta del niño y
adorna el lugar -relevando a la madre de estos quehaceres-, así como también será
beneficiaria directa del rol de mediador entre seres celestes y seres terrestres que asume
406
Oreste Plath (1996) califica el compadrazgo como una relación de “parentesco espiritual”: “El
compadrazgo es una institución en el pueblo que parte con la elección del compadre, la que se hace
algunas veces entre parientes, como para reforzar lazos familiares; y otras entre los amigos. La búsqueda
del padre espiritual se realiza reparando en que las personas sean de buenas costumbres, que tengan un
comportamiento respetable y que sean serviciales y pudientes” (p. 31). En las Décimas, la hablante
enfatiza el rol de la comadre, por su relevancia en el ritual del angelito, mientras el compadre ni siquiera
se menciona.
621
En su décima de despedida, Parra configura a Mistral como la madrina simbólica
de todos los niños. La santificación de Mistral en este “verso por despedida”, se entiende
en gran parte por su rol protector de la infancia que trascendió los límites nacionales407.
Dios: “Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo
que no es carne de mis carnes” (1979b, p. 35)408. El texto fue escrito en enero de 1919, y
quizá Parra pudo haberlo leído en la Escuela Normal, aunque esto es tan solo una
madre que las madres”, es en la décima, madrina. Ser madrina y no maestra implica la
407
Entre los años 1903 y 1921, Gabriela Mistral se desempeña como maestra y directora de escuelas y
liceos en distintas regiones de Chile; en el año 1922 se traslada a México y colabora activamente en la
reforma educacional mexicana; en este país funda la Escuela Hogar Gabriela Mistral, publica Lecturas
para mujeres (1923) y Ternura (1924), su poemario de composiciones dedicadas a los niños. Se inicia de
esta manera su aportación internacional a la educación y a la protección de la infancia, que la lleva a
participar en 1927 como delegada en los congresos de Educación en Locarno y de Protección de la
Infancia en Ginebra; en 1928 asiste a la Primera Conferencia Internacional de Maestros en Buenos Aires,
donde lee su texto “Los derechos del niño”. La Guerra Civil Española agudiza su preocupación por la
infancia y los maestros, pues en 1937 presta ayuda a los profesores españoles que han huido de la guerra y
en 1938 cede los derechos de autor de Tala para los niños españoles víctimas de la Guerra Civil. En sus
últimos años de vida, el afán protector de Mistral hacia la infancia más vulnerable favorece a los niños de
su región natal. En 1951 otorga los fondos que le ha proporcionado el Premio Nacional de Literatura a los
niños pobres del Valle de Elqui y en su testamento lega los derechos de sus obras publicadas en el
hemisferio sur a los niños desposeídos de Montegrande.
408
En esta misma línea, en “Recado de las voces infantiles” (1979b), señala: “A estos mis niños -porque
tan míos los siento como cosa parida” (p. 60), en “Recado sobre una maestra argentina” [1944] (1979b)
alaba en la homenajeada su “dejo de nodricería” (p. 133). Estos textos de Mistral se sitúan en un borroso
gozne entre ser madre biológica y ser maestra, punto intermedio que Parra plasma y exalta en la décima
que comento.
622
mistraliana ha demostrado que la figura pedagógico-materna de la poeta solo representa
como una benefactora de los niños y de la educación. Pero así como la décima refuerza
la calificación de maestra para Mistral, por otra parte, la despoja de su carácter maternal,
relegándola a tía, madrina, benefactora de los niños, pero nunca madre, en concreto.
Parra apunta entonces a una de las temáticas más complejas del discurso mistraliano, la
la maternidad de los textos de Violeta Parra media un abismo: Ser madre es, para Parra,
carne, sangre y parto; la tibieza de una guagua recién nacida; pechos que duelen debido
cotidiano vivir versus una maternidad de múltiples facetas, cuyos sentidos siempre se
En las décimas que Parra dedica a Mistral se leen como ecos los versos del
“Poema del hijo” (Mistral, 1992, vol. 1): “¡Bendito pecho mío en que a mis gentes
hundo/ y bendito mi vientre en que mi raza muere!” (vv. 61-62, p. 82), “Apacenté los
hijos ajenos” (v.81, p. 84). Para Parra, Mistral ha sido una madre de hijos ajenos, una
Mistral como “la flor más bella”. Es recurrente en la obra de Parra la metaforización de
623
seres humanos como flores, sean hombres, mujeres o niños, pero además, “la flor, en el
Canto a lo Divino, tiene una clara dimensión paradisíaca y mesiánica” (Salinas, 1991, p.
218), pues es un motivo recurrente de los cantos que aluden a la creación del mundo, al
actualiza en las décimas para Gabriela Mistral, en tanto la “flor más bella” va a ocupar
aludidos en los versos, permitiendo reforzar aún más, si cabe, la superioridad de Mistral
comprobar que Parra los ordenó gradualmente, desde lo más distante hasta lo más
tercera estrofa, “madrina” y “flor” en la cuarta estrofa. Los tres primeros atributos sitúan
a Mistral en una dimensión superior e inaccesible; los dos últimos pertenecen al eje
asimismo la acerca al pueblo; en este sentido, los versos de Parra se desmarcan del
624
1.3. Ella y yo; la muerte y la vida; el cielo y la tierra; la poesía y la música.
oposiciones en diversas categorías, fenómeno que ya ha sido estudiado por Inés Pérez y
excepción. La primera polaridad que el texto proyecta es la del yo (la hablante cuya
identidad se corresponde con Violeta Parra como cantora) con respecto a su referente (la
suya, que se corresponde con la oposición tierra - cielo, palpable en el texto. Pero la
hablante no solo se sitúa en una dimensión del espacio diferente a la de Mistral, sino que
YO ELLA
Tierra Cielo
Cuerpo Espíritu
Música Letras
Mistral ha dejado atrás la tierra con sus miserias, la vida y el cuerpo para iniciar
muertos, tránsito que debe recorrer hasta el Paraíso. Este camino le es iluminado desde
409
En el artículo “Explorando las Décimas de Violeta Parra: el mundo de los opuestos” (2008), las autoras
exploran un “triple sistema simbólico polar y sus correspondencias en la existencia humana: Jardín Vs.
Abismo; Libertad Vs. Cautiverio y Luz Vs. Sombra” (s.p.). Susana Münnich (2006) también ha analizado
este aspecto de las Décimas, planteando que se estructuran sobre dos categorías: la oposición ricos/pobres
y madre/poeta (p. 113).
625
la tierra, por lo que se observa además la polaridad luz/sombra, que se corresponde con
que anuda en armonía dos formas poéticas cercanas, el rezo y la canción: “yo le rezo en
mi vihuela” (v. 10). Esta última es un instrumento español del siglo XVI410, aludido por
410
La vihuela es un tipo de guitarra antigua renacentista y “fue casi exclusivamente española, pues el resto
de Europa estaba entusiasmada con el laúd” (Tranchefort, 1985, p. 138).
411
En la décima VIII, la hablante discurre sobre su arte y señala: “Toco vihuela, improviso” (v. 31, p. 38).
Aparte de la guitarra o su “cogot’e yegua”, Violeta menciona el guitarrón, instrumento utilizado
mayormente en el Canto a lo Divino. Los tres remiten en las Décimas a la imagen de la guitarra,
acompañante por excelencia del cantor.
412
De hecho, en Chiloé se le dice vihuela a la guitarra (Plath, 1994, p. 366) y Parra estaba en
conocimiento de ello gracias a sus investigaciones. En todo caso, Chavarría me comentó que vihuela es
sinónimo de guitarra en el campo chileno en general (Ver “Anexo 1”).
413
Reconozco en la décima que comento el lenguaje de la canción (Kayser, 1976; véase apartado 7.2.3.
“El discurso fúnebre”, del capítulo 2), en la que “rezo”, “canción” y “sentimiento profundo”,
comprendidos en la estética del Canto a lo Divino, constituyen una reiteración de la veneración hacia
Mistral, a quien se le reza como a una Virgen o Santa.
626
otro dominio artístico; me atrevería a decir, se considera arte puro, mientras que el canto
angelito, ella me manifestó que, a pesar de que el Canto a lo Divino está dedicado a
de la segunda décima del texto (vv. 11-20), que comprende tres presencias femeninas
significativas: en los primeros versos (vv. 11-12) la figura de Mistral destacada por su
rol de autoridad letrada; en los versos siguientes (vv. 13-16), el continente americano
representado en la imagen de una mujer cabizbaja que llora la muerte de Mistral; por
último, la décima finaliza (vv. 17-20) con la hablante en actitud de ofrenda. Son
627
destacables tanto las distancias cualitativas que median entre las tres figuras, como
terrestre propia del Canto a lo Divino. En el arriba, Mistral en su viaje hacia el más allá;
retenida a “este suelo” (v. 16), aparece la hablante, ofrendando el canto, el que a
cielo; en medio de ambas, así como presente en sus respectivas obras, la mujer
americana.
los sufridos personajes femeninos de las Décimas. Evidentemente, cobra sentido aquí
rescatar la visión de la mujer americana en ambas obras como un ser complejo, colmado
de fortalezas, pero golpeado una y otra vez por la vida. En su papel de representante del
414
Véase, por ejemplo, la carta de 1927 publicada bajo el título “Gabriela Mistral, feminista de derechas”
(Mistral, 1992, vol. 2, pp. 261-263), el “Recado para un congreso de mujeres en Guatemala” de 1948
(Mistral, 1992, vol. 2, pp. 264-268) y “Conversando sobre la tierra” de 1931 (Mistral, 1992, vol. 2, pp.
272-276), textos en los que Mistral manifiesta su preocupación por la vulnerabilidad de los campesinos
americanos, en especial, las mujeres. Esto, sin contar la atención que dedicó al tema de la educación de las
mujeres, cuya plasmación más elocuente se encuentra en Lecturas para mujeres (1923).
628
La estructura vertical de la segunda estrofa obedece asimismo a la calidad de
“madrina” que el texto le asigna a Mistral; esta es configurada en el texto como un ser
protector y, en este sentido, las mujeres y los niños lloran su ausencia415, porque en vida
se erigió como una guía, una maestra. La hablante, también al alero de esta portentosa
El duelo americano por Mistral remarca una nueva ausencia: la de otros lugares
del mundo lamentando su muerte. Ni Europa, ni Estados Unidos, en los que Mistral
Chile y de América.
felices gracias a su canto. La pasividad del llanto y la actividad del canto marcan la
distancia entre la mujer pueblerina común y la hablante, así como también el arte de la
Para muchos y aun para sí misma, Violeta Parra representa a ese pueblo
415
Inés Dölz-Blackburn (1993) relaciona la décima a Mistral con el tema de la denigración infantil:
“Mistral se yergue en la poesía de Parra como el hada madrina de los niños, como su soporte y salvación.
Sin embargo, ya no está con ellos” (p. 69).
629
permite apreciar la diferencia entre la mujer americana común y la hablante: el canto a
través del cual la artista es susceptible de ser trasladada a las alturas, y con ello
distinguirse dentro de las mujeres. En este sentido, es necesario reparar una vez más en
el carácter singular que posee el canto, pues dentro de los elementos del texto, es el
único que se desplaza por los estratos, encarnado en un ave. A pesar de la omnipotencia
estrato celestial, ninguno desciende, así como las figuras humanas aludidas (hablante,
ascender.
carácter sagrado del canto, única compañía del alma en este cambio de estado. Aunque
se encuentra Mistral aludida como letrada, mientras en los últimos versos la hablante
proyecta su canto. Entre ambas media no solo la distancia entre el cielo y la tierra, la
ámbitos artísticos.
Mistral y las letras, la hablante y su canto; si bien en las décimas que componen
protagonista de las Décimas, en este texto se manifiesta una diferencia entre el arte de
Mistral y el arte de la hablante, así como también se percibe una valoración mayor del
630
1.4. Poeta en regiones celestes
sublime” (v. 4). Este será el espacio en el que se insertará la figura de Mistral, acorde
Mistral en oposición a como este se percibe en la tierra. Si en medio de los vivos hay
llanto, en el Paraíso, alegría; guerra terrestre versus fiesta celestial; pecados y miserias
“la certeza del triunfo definitivo del Amor sobre la Muerte” (p. 290). Este principio del
de la Gloria.
416
“La imagen de la Gloria en las narraciones populares a lo divino es, claramente, una experiencia
estética. Se trata de revelar la belleza, la hermosura, la lindura de la ciudad celestial (…) la belleza de la
Gloria está asociada a su luminosidad, al resplandor opuesto a la oscuridad del dolor y la muerte” (Salinas,
1991, p. 216).
631
La fiesta en la Gloria es de igual manera un motivo recurrente en el Canto a lo
indisoluble unidad” (Salinas, 1991, p. 201), pues la religiosidad popular chilena fusiona
poetizan la vida de los santos en el cielo “como una fiesta popular, llena del colorido
La tercera décima del texto está enteramente dedicada tanto a las atenciones,
lugares celestiales. Luego es escoltada por un ángel desde la entrada del Paraíso.
comenta (1991): “La imagen folclórica de María es la imagen real, concreta, efectiva y
afectiva, del triunfo del Amor sobre la Muerte. Ella es la personificación y la concreción
personal más clara y evidente, de la Gloria” (p. 228). Según el estudioso, María es la
417
“Se venera a la Virgen del Carmen como ‘Patrona de Chile’ desde el 24 de octubre de 1923, por decreto
vaticano emitido por el papa Pío XI. (…) Tres años después, el 19 de diciembre de 1926, en una emotiva
ceremonia en el Parque Cousiño, organizada por el obispo Rafael Edwards Salas, Mons. Benedicto Aloisi
Masella, legado pontificio, coronó solemnemente a la Virgen como Reina de esta Nación. En 1987,
durante la venida del Papa Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la imagen de Nuestra Señora
del Carmen de Maipú, en la explanada del Templo Votivo y ante una multitud de personas” (“Historia de
la cofradía del Carmen en Chile”. Recuperado de http://www.virgendelcarmen.cl/historia.html). Se
entiende, entonces, que la coronación de María connota un acto sagrado ante la comunidad, de profundo
632
De hecho, “En el folclor chileno se da el tema de la Virgen del Carmen
María en el Canto a lo Divino es tan central que desplaza a Dios y a Cristo, quien ante
todo figura como hijo de la Virgen. Salinas (1991) afirma: “Esta Gloria folclórica es más
que nada el reino de la madre celestial, rodeada de los ángeles y los santos” (p. 290).
majestad de la imagen.
El sillón se ubica “En medio del Paraíso” y es “de oro fino”421. Los colores
blanco del manto y amarillo oro del sillón remiten a los colores de las imágenes de
María y se distancian del color verde que predomina en los cantos por angelito de la
simbolismo; en esta misma línea, debe entenderse la coronación de Mistral y la recepción del manto de la
Virgen en la décima de Parra.
418
“El trono y el pedestal tienen la función universal de soporte de la Gloria o de la manifestación de la
grandeza humana y divina” (Chevalier, 1995, p. 1028). Además, los tronos de Dios, la Virgen y los Santos
aparecen frecuentemente en los Cantos a lo Divino. La cantora Pepa Aravena poetiza “la belleza del trono
de Dios” (Salinas, 1991, p. 218). Para Salinas (1991), este elemento recurrente tiene que ver con el anhelo
de justicia de los pobres: “A los hermosos tronos de la Gloria llegan los pobres y los oprimidos, las
víctimas de la injusticia oligárquica” (p. 218).
419
“Dentro del simbolismo vestimentario, el manto es de un lado señal de dignidad superior; de otro,
establecimiento de un velo de separación entre la persona y el mundo” (Cirlot, 2003, p. 305).
420
“(…) la corona no sólo se halla en lo más alto del cuerpo (y del ser humano), sino que lo supera; por
esto simboliza, en el sentido más amplio y profundo, la propia idea de superación. La corona es el signo
visible de un logro (…) Al principio (…) eran atributos de los dioses y también tenían sentido funeral.”
(Cirlot, 2003, p. 151).
421
“El oro es la imagen de la luz solar y por consiguiente de la inteligencia divina. (…) el oro simboliza
todo lo superior, la glorificación o ‘cuarto estado’, después del negro (culpa, penitencia), blanco (perdón,
inocencia), rojo (sublimación, pasión). Todo lo que es de oro o se hace oro pretende transmitir a su
utilidad o función esa cualidad superior (…) imagen de los bienes espirituales y de la iluminación
suprema” (Cirlot, 2003, p. 350).
633
autobiografía, asociado a los jardines y vergeles con que se describe el Paraíso para los
niños fallecidos. En esta décima, no aparecen jardines, sino que el Paraíso se describe
sacerdotes hebreos del Antiguo Testamento -texto cuya herencia literaria recibe Mistral-
Salinas (1991) aporta este importante dato: “El tema del manto de María, como cálido
‘La sombra de aquel manto es de temperatura / que el hombre atormentado bajo su ardor
se cura, / El que sufre de frío halla de él calentura’” (p. 246). A esto se agrega que en
422
Recordemos que el lino posee un profundo simbolismo en el contexto de la Gloria celestial. En el libro
de Apocalipsis, la Iglesia, alegorizada como esposa del Cordero (Cristo), será vestida de lino para alabar a
Dios en el cielo. El lino bíblico del fin de los tiempos identifica a los justos y santos: “Y a ella [esposa del
Cordero] se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las
acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19: 8).
634
algunos Cantos a lo Divino se manifiesta equivalencia entre María y su manto423. El
poeta popular Daniel Meneses escribe estos versos, apelando a la Virgen: “De inagotable
para la poeta; este aspecto, por una parte, eleva a Mistral a la categoría de la Virgen y,
por otra parte, conecta a la madre de Jesús con otra madre de las Décimas, Clarisa,
madre de Violeta, a partir del oficio de la costura. Ello se corresponde con la tradición
Es una labor común en las Décimas la confección de ropa para los niños: Clarisa
cose continuamente ropa para sus hijos con retazos de géneros, la madrina de Vicente
debe cortar el “alba” para vestirlo. Clarisa debe hacerlo por necesidad, no tiene otro
alba contempla una serie de normas, como cortar el género con tijeras nuevas. En el caso
del manto que se le otorga a la poeta, creo que en parte remite tanto a la asimilación de
423
Es relevante acotar que uno de los significados del escapulario de la Virgen del Carmen es “El amor y
la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos cómo María cuando nace
Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos. Envolver en su manto es una
señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace
suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudez espiritual. Vemos en la Biblia: Dios cubrió con un
manto a Adán y Eva después de que pecaron (manto - signo de perdón); Jonatán le dio su manto a David:
símbolo de amistad; Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida; S. Pablo:
‘revístanse de Cristo’, vestirnos con el manto de sus virtudes” (“Nuestra Señora del Carmen”. Recuperado
de http://www.corazones.org/maria/carmen_virgen/a_carmen.htm).
635
Virgen atavía a Mistral con el manto blanco. Añadido a esto, los niños fallecidos
Con esta comparación entre los elementos del ritual del angelito y los homenajes
a Mistral en la décima, pretendo enfatizar que el rol de mediador asumido por el niño
acotado que el canto por Mistral trasciende el sentido del Canto a lo Divino en esta
popular chilena no existen versos de homenaje a difuntos que posean este carácter, es
decir, revestirlos como una imagen divina. En este estricto sentido, la décima de
entregarse al angelito a través del canto implique devolverle su niñez. Es interesante que
escritura poética sobre su vida. En el conocido texto “Cómo escribo” [1938], Mistral
(1992, vol. 2) afirma: “La poesía me conforta los sentidos y eso que llaman el alma;
pero la ajena mucho más que la mía. Ambas me hacen correr mejor la sangre; me
424
“Se le hacen palomitas blancas, canastillos, escaleritas, en papel volantín, coronitas de flores y de
papel. Antiguamente, cuando se ubicaba al niño sentado, le ponían granos de trigo para dejarlo con los
ojos abiertos y que pudiera ver mejor el camino” (Chavarría, ver “Anexo 1”).
636
de Parra la sitúa en un espacio fijo y eterno, de pureza excepcional. La poesía y el Canto
Parra configura a Mistral como una imagen de la Virgen, por lo que cobra
despedida del ritual del angelito, y las novenas; Mistral, como ser inmaterial, puede ser
con una imagen mediadora, al igual que otros santos, Cristo y María (Sepúlveda, 1983,
p. 13). De la misma manera, en la creencia popular, los niños fallecidos asumen el rol de
mediadores, por lo que reciben los atavíos que los acercan a una imagen santa.
Asimismo, en el canto por angelito, la Virgen posee gran importancia porque sustituirá
425
“Para terminar con el tema de la Madre celestial debemos decir que hacia 1900 esta imagen era tan
central en el Canto a lo Divino, que, incluso, devociones a santas se convierten, en los versos populares,
en invocaciones a la Madre” (Salinas, 1991, pp. 250-251).
426
“El niño muerto, recién desprendido de la intimidad con su madre, pasa a ser un ángel en el cielo, junto
a la madre celestial. De la madre terrena a la madre celeste, de niño a ángel, el pueblo celebra allá
palpablemente la certidumbre de la Gloria, la negación de la opresión del mundo, la continuidad y
apoteosis del regazo materno” (Salinas, 1991, p. 252). Los versos de la poeta popular Rosa Araneda dan
cuenta de esta creencia: el angelito, para despedirse de su madre terrenal dice a ésta, “que allá la Virgen
Gloriosa / me tiene un trono consigo” (Salinas, 1991, p. 267).
637
Virgen, pues la actitud de ella no es equivalente a la que observa con los niños, de
una santa creada por y para la religiosidad popular chilena. Según Salinas (1991):
Los santos eran un patrimonio muy especial para el pueblo, pues se les asociaba
con bienes materiales concretos. Incluso, existen casos de imágenes sagradas populares
que no estaban canonizadas por la iglesia oficial, como Fray Andrés García, lego
franciscano convertido por el pueblo chileno en “Fray Andresito”, conocido santo al que
(Salinas, 1991, p. 203). De manera similar a este caso, Parra entroniza la figura de
consumisión” (v. 29) o “la consumación de los siglos” en el lenguaje bíblico, es decir,
hasta la eternidad. Esta inmovilidad de figura de cera contrasta con la movilidad que se
observa en la tierra: canto, llanto, rezo. Lo que, en buenas cuentas, Parra reproduce en la
638
décima, es una estampa católica de una imagen sagrada: de una santa o una virgen, a la
que se puede adorar, rezar y venerar. De hecho, recordemos que el texto se constituye
como un rezo cantado; Salinas (1991), al comentar las formas de alabanza a la Virgen de
Andacollo, apunta: “Otro género de canto característico [a la Virgen] son las décimas a
lo divino. Unas son más descriptivas o narrativas y otras son directamente oraciones” (p.
243). En este sentido, la décima podría leerse como un canto a Gabriela Mistral
poeta.
religiosidad popular. Sin embargo, no se debe olvidar que la fijeza de esta imagen se
la memoria de su pueblo, presidiendo un panteón popular que acoge a las mujeres, los
generalizado en Chile -“se llora en Chile” (v. 1), “de sur a Norte se gime” (v. 5), “se
639
encienden todas las velas” (v. 6)- que comunica un profundo respeto. Santa, maestra,
(…) Es una poeta muy compleja, pues una parte de su obra es una
idealización de lo indoamericano, y por otra parte es un rechazo de lo
indoamericano. En la introducción a la antología de Oxford, yo digo que
ella es la cumbre de la poesía latinoamericana, por esa contradicción. Ella
no tolera en sí misma su propia mezcla, su mestizaje, su odio, su rechazo,
su amor. Percibo en ella una mujer que no era la directora de colegio, la
inspectora ¡para nada! Yo hice un retrato de ella completamente desnuda,
que denota una visión muy distante de la tradicional. Creo que con
Mistral pasa lo mismo que con Violeta [Parra]. A la verdadera Mistral
todavía no se le ha dado el derecho a aparecer. Porque es muy vasta (Ver
“Anexo 2”).
640
En la medida en que la vida y la obra de Mistral se conocen solo parcialmente, a
decir de Vicuña, es que ella aborda ciertos aspectos de la “colosal” escritora, que se
conectan con su propio trabajo poético, como quedará establecido en las siguientes
páginas. Además, al igual que la relación de Soledad Fariña con la obra de Mistral, el
de la poeta y de su trabajo.
este, la figura de Mistral, desnuda, en fondo de color azul cielo, aparece en cuclillas
escribiendo, con el papel apoyado sobre la pierna derecha; la cintura está cubierta por
una tela blanca y tenue; el cabello está recogido en un moño sin tensión; en el rostro
cinto se pueden apreciar, desde abajo hacia arriba, diseños propios de tejidos o
cerámicas andinas, luego paisajes desérticos y animales propios de esta geografía: llama
se ve otra mazorca de maíz, y cerca del cuello, un fruto similar a una pera.
427
Me fue posible obtener una foto del cuadro, gracias a la gentileza de Cecilia Vicuña; la fotografía se
incluye en la sección “Anexos”, previa autorización de la poeta.
641
El cuadro evidencia que la apreciación de Vicuña sobre Mistral es de cercanía
con la tierra y con la herencia indígena andina; pero también está presente un elemento
de la cultura popular americana, el trigo, producto europeo traído a América por los
colonizadores. De esta forma, los elementos que acompañan los pies de la figura de la
mestizo.
de la cultura europea, así como el lápiz que sostiene; la caligrafía que se alcanza a
el cuadro sugiere que lo escrito posee el sustrato indígena, en lo que vemos manifiesta la
además oscila entre dos polos opuestos -rechazo e idealización, pero nunca aceptación o
palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral (1997, pp. 75-83). El ensayo de
Vicuña se inscribe en la temática del mestizaje, uno de los ejes centrales del citado
compilado de artículos.
así como también enunciados breves y aseverativos; todos estos rasgos constituyen
642
elementos característicos de sus composiciones poéticas. A la vez, formula una
evidencia en su obra, y la define como mujer escritora. Según Vicuña, Mistral disfraza
doctrina cristiana, y se oculta cuando no concuerda con ella. A fin de reflexionar sobre
texto? ¿qué argumentos esgrime la poeta para dar cuenta de lo andino en Mistral?
Vicuña afirma: “Pero decir ‘andino’ no es decir algo conocido: andino viene de
ascender, su bajar abismal” (p. 77). Luego de consultar las ediciones breve y ampliada
643
(ediciones de 1973 y 1976), y el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico
relacionada con andén, sino con Andes. La vigésimo segunda edición del Diccionario de
la Lengua Española de la RAE (2001, p. 150) consigna dos acepciones para la palabra,
señalando que viene del latín andinus y que se vincula con el nombre de la Cordillera de
los Andes428.
existen diversas hipótesis sobre ella. Según el investigador Samuel Coronel Gutiérrez
(1998), “Andes” es un nombre aymara castellanizado que quiere decir “montaña que se
ilumina”; también existe la teoría de que deriva del quechua “Anti”, o del español
que en el mundo andino se evidencia en todos los ámbitos de la vida humana429. Para
Vicuña, esta idea esencial, que parte de lo geográfico, está plasmada en la poesía de
Mistral a partir de una trilogía esencial: agua, huerto, montaña. Los tres conforman la
428
“Perteneciente o relativo a la Cordillera de los Andes. 2. Natural de Los Andes, ciudad de Chile. 3.
Natural de Los Andes, región de Bolivia. 4. Perteneciente o relativo a aquella ciudad o a esta región.
429
Remito a la primera parte del capítulo 3, sobre La Wik’uña, donde explico en profundidad la dualidad
Hanan-Hurin. Asimismo, en “Gabriela Andina”, y en otras publicaciones, Vicuña analiza
comparativamente algunas culturas; en este sentido, percibe la dualidad Hanan-Hurin en el Yin-Yang
chino (p. 77), y las cábalas de amautas como análogas a la cábala hebrea (p. 79). En la entrevista que
sostuvimos manifestó esta visión analógica de las antiguas culturas, lo que comento en el capítulo 3, y se
puede ver en extenso en el “Anexo 2”.
644
La frecuente poetización del agua y su concepción de elemento sagrado en la
poesía mistraliana, son interpretados por Vicuña como afines a la visión de mundo
andina: “En los Andes, donde el agua escasea y sobreabunda según la estación, las
([1947], en Mistral, 1992, vol. 2, pp. 587-591) sirven a Vicuña para establecer el
carácter sagrado que Mistral le asigna a este elemento, en el que sobresale el carácter de
“ofrenda” que posee. Dar u ofrecer el agua en estos textos mistralianos conlleva un gesto
íntimo con el prójimo, de amor y gratitud, que Vicuña asocia al sentido de ofrenda de
fundamentos del pensamiento andino con relación al agua: “Andina es la percepción del
En esta misma línea, el poema “Muerte del Mar” de Lagar (1954) es definido
por Vicuña como “poema profético”, ya que, si bien Mistral conserva en él esta
concepción sagrada del agua, asimismo incluye una visión ecológica del daño que ha
sufrido este elemento. Así, la obra de Mistral se torna contingente con la actualidad del
430
Entre el 9 de noviembre y el 31 de diciembre de 2006, Vicuña realizó una exposición llamada “El
quipu menstrual” en el marco de la muestra Del otro lado. Arte de mujeres en Chile, en el Centro Cultural
Palacio de la Moneda. La obra, de trasfondo ecológico en defensa de los glaciares, fue censurada por su
tamaño y la artista se vio obligada a disminuir sus dimensiones.
645
“Muerte del Mar” es un poema fundamental para Vicuña, que ella ha
transformado en una performance, editada junto a su documental Kon Kon (2010) como
una breve película; en la entrevista que sostuvimos el 2010 me aseguró que es uno de
sus textos mistralianos predilectos, por la visión del futuro que encuentra en él:
de las aguas, sino que el argumento central de Kon Kon remite al mismo tema, a lo que
646
“y aunque el mar nunca fue nuestro”431
recupera el viejo sentido de la relación: ¿cómo va a haber propiedad de la
tierra, si nosotros nos vamos, y ella se queda? (p. 82).
El concepto sagrado del agua es uno de los rasgos que permiten a Vicuña situar a
humana. Al respecto, el estudioso Juan José García (1996) señala: “Las identidades en
morada está en la naturaleza (…)” (p. 29). Más adelante, agrega que la paqarina es
espiritual asignado al trabajo de la tierra. Por ello valida el apelativo de “Hortelana” que
431
Todas las cursivas de las citas de “Andina Gabriela” son de su autora, que las emplea principalmente
para destacar los versos mistralianos, o las citas de Mistral.
432
“(…) el pensamiento indígena sostiene que la existencia pertenece y es regida por los lugares en que se
desenvuelve (…) la existencia responde a las cualidades y las transformaciones locales del cosmos”
(Reyes, 2009, p. 163).
433
Me imagino que la poeta cita el texto Gabriela Mistral (Madrid, Júcar, 1987), pero no he podido
corroborarlo.
647
Pienso que Vicuña cita este fragmento porque le permite reconocer el principio
creación de un mundo elevado, espiritual, según el crítico, que luego Vicuña evidenciará
del Valle de Elqui, encarna el principio de lo alto, íntimamente relacionado con el abajo.
De esta forma se entiende que Mistral, en tanto “andina”, ascienda y descienda, del
el culto a las alturas y a las aguas de los andinos, y nuevamente el principio Hanan-
Hurin, en tanto el agua de los ríos se origina en la montaña y desciende, para luego
648
Vicuña destaca algunos versos del poema que le permiten corroborar la presencia
etimología del término, que apunta la misma Mistral en el recado “Sobre cuatro sorbos
ocasionalmente el griego, para disfrazar.” (p. 79). Es decir, a pesar de que el sustrato del
texto obedece a la visión de mundo andina, según Vicuña, Mistral opta por hacer
evidencia, en el decir de Vicuña, en el poema “Todas íbamos a ser reinas” de Tala. Para
Vicuña, lo que Mistral poetiza sería parte del Tahuantinsuyo, aunque no aparezca
649
entre sí, del que fue parte el Elqui, sino que son “indudables como en
Korán” y las niñas elquinas “… desposarán reyes y cantadores/ como
David, rey de Judá” (p. 79).
de este capítulo434, y que constituye una de las facetas de la unión pasado y futuro.
Vicuña percibe esta fusión como una de las bases de la cosmovisión indígena. De esta
sacerdotal con la que se habla tautológicamente del más allá, porque así hablando se
434
Análisis del poema “La gruta” de Mistral (apartado 4.2.1.1).
435
Me parece que, en rigor, estos versos de “Monte Aconcagua” no corresponden a un oxímoron.
Berinstain (2008) define esta última figura como: “Figura retórica de nivel léxico/semántico, es decir,
tropo que resulta de la relación sintáctica de dos antónimos” (p. 374). Ver y morir no son antónimos y el
verso “su muerte no nos mata” tampoco constituye una contradicción. Pienso que en este verso se observa
una antítesis, es decir, una “Figura de pensamiento que consiste en contraponer unas ideas a otras
(cualidades, objetos, afectos, situaciones), con mucha frecuencia a través de términos abstractos que
ofrecen un elemento en común, semas comunes (…) A diferencia de lo que ocurre en el oxímoron y en la
paradoja, la oposición semántica de las expresiones contiguas en la antítesis no llega a ofrecer
contradicción, por lo que en ella la isotopía (coherencia) no se ve afectada” (Berinstáin, 2008, p. 55. Las
cursivas de ambas citas corresponden a la autora).
650
realiza la cíclica regeneración” (p. 78). El monte Aconcagua, señor de las alturas, une la
cosmovisión andina es lo que ella denomina “lo imposible”, y que se evidenciaría en las
que la poeta emplea. Así, Vicuña afirma que Mistral juega con el lenguaje de la manera
436
Remito a la primera parte del capítulo 3, pues en el apartado 3.2.5, “El nudo del lenguaje: ‘aunando lo
tejido’ reflexiono sobre el trabajo de Robert Randall (1987) en relación con los juegos de palabras de los
incas, estudio que también se cita en “Andina Gabriela”.
651
“la dejé que muriese”
haciendo lo imposible:
“robándole mi entraña” (…) (pp. 79-80).
siguiente: “En su poema profético ‘La Muerte del Mar’, el mar ha muerto por falta de
amor. / En quechua agua es yaku y kuya es amor” (p. 81)437. ¿Es una relación intencional
La lectura que Vicuña realiza implica que quizás existen elementos de los
poemas de Mistral que se originan en su inconsciente, sin ella misma saber que existen
ni entender por qué están allí. Este tipo de acercamiento crítico implica un problema
Mistral es lo que Vicuña plantea a partir de los versos de “Monte Aconcagua”: “nos
437
La fuente de Vicuña es Randall (1987, p. 285).
652
De esta forma, la acción de “disfrazar” de cristianismo ciertos elementos
indígenas sería, para Vicuña, inconsciente, ya que la poeta “siente” la forma inca de
Concuerdo en que tanto el ritmo y los juegos del lenguaje son trascendentes para
la significación poética en los textos mistralianos, y que estos rasgos son propios de la
oralidad de las culturas indígenas; sin embargo, no se debe olvidar que el sentido del
ritmo también fue parte de la tradición romancesca popular española que Mistral
que se observa en Mistral es una condición que la poeta lleva como una herida; esta
Otros términos que Vicuña emplea para definir esta condición de la herida son
“umbral”, “grieta” y tejido ofrendado a los dioses (“un tejido que siempre tiene una
imperfección para ser una ofrenda en realidad”, p. 75). La palabra umbral, que se cita del
poema “Cosas” (“Pienso en umbral donde dejé / pasos alegres que ya no llevo/ y en el
umbral veo una llaga/ llena de musgo y de silencio”, p. 76), se asocia en el mismo texto
mistraliano a herida, mientras en los versos siguientes aparece la vinculación del río
653
Y el umbral, que entre los huicholes de México es miérika, la
puerta entre los mundos, en los Andes está en el agua, la serpiente y el
arco iris, las cuevas o rasgaduras por donde se comunican los tres
mundos: Hanan Pacha, el de arriba, Kay Pacha, el de aquí, y Ucu Pacha,
el de abajo (…) La herida que comunica los dos mundos enfrentados, el
del indio y el español. (p. 76).
término umbral, comunican para Vicuña la posición intermedia de Mistral, que además
metaforiza como una grieta, “Grieta o k’ijllu por donde asciende a su totalidad” (p. 75),
y como un tejido destinado a ofrendarse: “Completa, como un tejido que siempre tiene
una imperfección para ser una ofrenda en realidad, Gabriela vive en el quiebre o el roto
lo que la atrae, como me aseguró en la entrevista (Ver “Anexo 2”), porque reconoce en
mistraliana, lo que la lleva a concebir a Mistral como una ofrenda, tal como el tejido, el
agua o los alimentos en los pueblos indígenas. De esta forma entiendo que en el final de
su ensayo, Vicuña incorpore un fragmento del poema “El maíz”, de Tala, el que extraído
654
del contexto total del poema -la hablante en medio de un campo de maíz, gozando del
viento que se asimila a las olas marinas, en tanto “bracea en la oleada” y “nada en verde
limpia universal
Y por sobre todo, ser siempre invisible, vivir con disimulo:
“a mí me dieron el Nobel por casualidad”,
la pura verdad.
Fecunda estéril, andrógino involuntario, mujer de poder (p. 75).
recepción del premio en los Juegos Florales de 1914 por “Los Sonetos de la Muerte”,
655
una de las historias que construyen el mito de Mistral; y, en segundo término, su
sexualidad, también mitificada y censurada por la crítica, actitud que a juicio de Vicuña
tiene que ver con los prejuicios de la sociedad chilena, no con la poeta, en realidad
“mujer de poder”:
Vicuña afirma en su ensayo que por esta complejidad de Mistral, tan atractiva
Mistral, y de la poeta misma hacia su herencia indígena, que desconoce en gran cantidad
de aspectos, los que sin embargo se manifiestan en sus textos. Para Vicuña, Mistral es
439
Gabriela Mistral. (2009). Niña errante: Cartas a Doris Dana. Santiago de Chile: Lumen.
656
En alguno de mis ensayos digo que habría que convertirse en cerro
para entenderla [a Mistral].
¿Por qué en cerro?
Los cerros la entienden. (…) lo fundamental de la poética indígena
de América es que no habla “de” los cerros, sino que se dirige a los cerros
como tú te diriges a tu mamá, a tu hija. Tú conversas tu dolor con las
cosas, y por lo tanto ellas participan. La evidencia de ello es que yo subo
a un cerro a hacer un ritual, y llegan los cóndores. Si aquí hubiera
animales, ellos se acercarían a escuchar esta conversación. Esta poética
que está enraizada en la vida es percibida por los elementos en una
relación recíproca (Ver “Anexo 2”).
La percepción que Vicuña tiene sobre Mistral entraña la absoluta cercanía que
halla entre la poeta y la naturaleza, que se basaría en su herencia indígena; este vínculo,
poesía.
hablante se compenetra con los elementos espaciales y con los animales andinos. A
través de este libro, Vicuña indaga en la relación del ser humano con la naturaleza, sin
Mistral y la naturaleza se produce en forma natural, por la herencia indígena que la poeta
657
3. La figura y la obra de Violeta Parra en Sabor a mí, de Cecilia Vicuña.
explícito con la figura y la obra de Violeta Parra, evidenciable en su primer libro Sabor a
Inglaterra. Esta obra se puede clasificar como un libro-objeto heterogéneo, pues fue
incluye diferentes expresiones artísticas, como poesía, pintura, fotografía, diario de vida,
La historia del texto es bastante particular, puesto que tuvo dos versiones fallidas
pensar que las variaciones entre las versiones son escasamente significativas440.
La primera versión, compuesta solo por poemas441, iba a ser publicada en 1971
por las Ediciones Universitarias de Valparaíso, sin embargo, fue censurada por el rector
Inglaterra, becada para estudiar arte, y se contacta con Felipe Ehrenberg, artista
440
Resumiré la historia del texto basándome en los siguientes trabajos, que contienen mayores antecedentes
sobre la obra: de Soledad Bianchi, “Pasaron desde aquel ayer ya tantos años, o acerca de Cecilia Vicuña y la
“Tribu No” (1990); de Magda Sepúlveda, “Cecilia Vicuña: la subjetividad poética como una operación
contracanónica” (2000); de Marcela Fuentealba, el “Prólogo” a la edición de 2007 de Sabor a mí; de
Francisca García, “Sabor a mí de Cecilia Vicuña, lejanía imaginaria, reproducción y acceso” (2008); por
último, de Pedro Pablo Guerrero, “El libro censurado de Cecilia Vicuña” (2008).
441
Soledad Bianchi (1990b) habla de sesenta y dos poemas, mientras Magda Sepúlveda (2000), de cien.
658
Ehrenberg la invita a publicar un libro en Beau Geste Press, una editorial independiente
estado en Chile cambió el carácter del libro. En palabras de Vicuña (citada por
Fuentealba, 2007):
Faltaban pocos días para que mi Diario de Objetos fuera impreso, pero
frente a la tragedia de Chile, pensé que no era suficiente. Decidí armar un
nuevo libro que fuera el testimonio viviente de lo que estaba pasando.
Una respuesta inmediata, que incluyera algunos poemas y pinturas. Así
nació el Sabor a mí de Beau Geste Press (p. 9).
páginas numeradas ni índice, ni folio, con frases escritas a mano en ocasiones; cada
ejemplar de esta primera edición es único. Vicuña señala (Fuentealba, 2007): “Era un
libro táctil, una basurita impresa a mano, seis clases de papel diferente, una hoja de
otoño pegada y un sobre diferente en cada ejemplar que guardaba una carta enviada
Contemporany Art), lo que da cuenta del interés que produjo la obra en Inglaterra, a lo
659
puede acceder a la digitalización de un ejemplar de esta edición a través de la página
semifacsimilar del libro, con prólogo de Marcela Fuentealba; como esta última explica,
en la nueva edición
Por todo ello, en rigor, ambas ediciones constituyen textos diferentes, pues la
reciente edición permite recuperar solo en parte lo que es el Sabor a mí de 1973. Vicuña
comenta (citada por García, 2008): “el libro de las Ediciones UDP es el reverso del otro.
Cumple una función nueva, que en l973 era impensable” (s.p.). La poeta se refiere,
No obstante, para los efectos de este trabajo ambas ediciones resultan útiles, pues
fielmente en la última edición, solo con correcciones básicas en el caso de los textos. El
442
http://www.memoriachilena.cl//temas/documento_detalle.asp?id=MC0035939
660
que por supuesto, no aislará del contexto general de esta obra la visión de Vicuña sobre
Violeta Parra.
tal vez por el exiguo interés de la crítica, Sabor a mí ha sido escasamente estudiado en
Chile. Existen dos trabajos académicos, uno de Soledad Bianchi (1990b), y el más
sobre los materiales y las artes presentes en el texto. Además, la estudiosa enfatiza la
relevancia del “yo”, lo que concuerda con la clara intención autobiográfica que posee
443
Como la de José Ignacio Silva, “Fiesta, drama y derrota” (2008), y las ya mencionadas de Francisca
García y Pedro Pablo Guerrero, ambas de 2008.
661
operaciones contracanónicas en Sabor a mí: “la escritura como recuerdo de un
construcción de objetos bajo el concepto del arte precario, el acercamiento al arte naïf y
Me interesa destacar lo referente al arte naïf, que aunque fuera del ámbito
poético, remite a un puente entre las obras de Violeta Parra y Cecilia Vicuña, pues
Sabor a mí se puede clasificar como arte naïf, el que se caracteriza, según M. Sepúlveda,
M. Sepúlveda comenta que el arte naïf fue cultivado en Chile en la década de los
sesenta, y que una de sus representantes fue Violeta Parra; como ejemplo, la estudiosa
recuerda los bordados a lana de Parra expuestos en el Museo de Artes Decorativas del
Palacio del Louvre el año 1964. En cuanto al aporte de Vicuña a esta clase de arte, M.
Sepúlveda afirma que consiste en situar como tema a la mujer, lo que me parece
discutible, puesto que Parra ya había abordado la temática en sus pinturas y arpilleras.
662
precario, la manualidad, el deseo de equidad social, las resonancias ecológicas, el eros y
establecidos.
con la revista mexicana El corno emplumado, la amistad con Felipe Ehrenberg y los
vínculos de la editorial Beau Geste Press con el movimiento artístico de los años sesenta,
Fluxus.
recorrido por la historia del libro. A propósito de las muestras de arte pictórico que se
incluyen, señala: “Las pinturas que aparecen en Sabor a mí mezclan varias estéticas;
El retrato de Violeta Parra pintado por Vicuña se inscribe en esta estética, pues
Los dos textos que aparecen sobre Parra en Sabor a mí constituyen los
663
que temáticamente dependen de ellas. Un texto comenta el retrato, y el otro, la
fotografía; cada escrito conforma una unidad con la obra visual respectiva.
manifiestan que, para Vicuña, la obra de Parra se entiende a partir de la unión de la vida
con el arte, rasgo atendido por los estudiosos que han escudriñado este aspecto en los
trabajos artísticos de Parra, entre los que se destaca el artículo de Leonidas Morales,
“Violeta Parra, la génesis de su arte” (1993). La unión de la vida y el arte concuerda con
la estética de Sabor a mí, cuya autora une su vida personal y la contingencia histórica en
considera a Parra una heroína, y a su obra, alimento y salud para su país. Como la
Parra se relacionan con este momento histórico, en que el Chile de 1970 a 1973 se
cuaderno café”, una de las secciones del libro, que se vincula a un momento histórico
664
específico, como se indica en el inicio444: “Durante tres años (septiembre 1970-1973)
Chile fue el lugar más extraordinario de la tierra (con la excepción de Cuba y China).
Este cuaderno es una celebración de esos tres años o mi ‘lectura’ de Chile, un lugar para
Esta sección, así como la mayoría de los apartados del libro, surge desde la fe de
Vicuña en el proyecto socialista de la Unidad Popular y su dolor por el abrupto final del
la Unidad Popular, por lo que se entiende que la inclusión de Parra obedece a una
El primer texto en que se menciona a Parra, una de las “lecturas” que Vicuña
realiza del Chile socialista, es el comentario de una fotografía (p. 52) que destaca zonas
rurales de Chile:
444
Las citas han sido extraídas de la edición del 2007, pues en ella se corrigieron errores tipográficos y
ortográficos. Existen solo dos diferencias entre ambas versiones posibles de catalogar como “semánticas”,
que se encuentran en el último texto de Sabor a mí que analizo, por lo que las indicaré cuando sea
pertinente.
665
Todas estas son joyas apoyadas en las empanadas de Violeta Parra, que
son como sus tapices, poemas y canciones, alimento para los demás.
Violeta tiene en la espalda la estampilla del mes mundial del corazón
porque solamente cuando haya más corazones del orden del de Violeta se
establecerá la salud445. (pp. 44-45)
La foto que describe el texto superpone tres imágenes: sobre un borroso fondo
que sugiere una sección del mapa de Chile aparecen recortes con los nombres de algunas
zonas del país, sin respetar el orden geográfico; la mayoría de estos lugares son pueblos
y Constitución. Bajo los topónimos, en el centro, se ubica una foto de Violeta Parra
tocando la guitarra; en la parte inferior, debajo de la figura de Parra, aparece una imagen
de empanadas. La estampilla del mes del corazón, a la que hace referencia el texto, no se
paisaje, del arte y de la vida. Dice “en tiempos antiguos, cuando yo era colonizada”,
y geográfico de Chile, que se disfruta a partir de acciones simples como la idea de pasear
445
Tanto en la edición de 1973, como en la de 2007, los topónimos y los nombres propios aparecen con
minúscula. Me tomo la libertad de transcribirlos con mayúscula, pues me parece que no afecta el sentido
del texto.
666
esta zona, y de Puchuncaví, una de las regiones vírgenes, se dice “Virgen porque nadie
la mira, pinta, huele o toca”. La vista, el olfato y el tacto, se unen con el arte pictórico
Parra con la toponimia indígena de Chile, que corresponde a apartados pueblitos o zonas
relativamente campestres en la década de los setenta, de ahí que la autora las denomine
“regiones vírgenes”. No se debe olvidar que durante su niñez, Violeta Parra transitó por
territorios del país, por lo que no resulta extraña la asociación de Violeta Parra con
pueblos chilenos. Estas regiones, calificadas de “joyas” por Vicuña, son representadas
por el arte de Violeta Parra, manifiesto aquí en el canto y la cocina: la figura de la artista
contexto del múltiple proyecto artístico de Parra debe concebirse como una
manifestación artística más, pues fue una de las vertientes de la cultura popular en la que
ella trabajó y creó, para manifestar al público el folclor nacional y sus propias creaciones
libre (fondas y exposiciones). Para Susana Münnich (2006), la carpa permitió a Parra
667
cumplir el rol de “la Gran Madre Universal” y fusionar a cabalidad el arte y la vida (p.
95).
Recordemos que en la Carpa de La Reina Parra reunió todas sus artes; allí
sopaipillas, asados y otras delicias, preparadas por ella misma. A la manera mapuche,
Parra destinó el centro de la carpa, sitio privilegiado, para ubicar el brasero con los
alimentos, como describe en una carta a Gilbert Favre (Isabel Parra, 2009):
Parra, por lo que en este sentido, entrega una visión maternal de ella con respecto al país,
en tanto encarna alimento y salud para el pueblo. Este arte ‘nutricio’ no solo se entiende
literalmente a partir de la cocina, sino que además los “tapices, poemas y canciones” son
668
En el contexto que marcó la escritura de Sabor a mí, el carácter “nutritivo” de la
obra de Parra según Vicuña, tiene que ver con la imagen ideológica y valórica que posee
de esta. Para Vicuña, Parra y su obra encarnan los principios y la visión de mundo cuya
En esta misma línea, Vicuña asocia la figura de Parra al corazón -entendido este de
ser más frecuentes, conducirían a la restauración de un pueblo enfermo luego del golpe de
estado. Es destacable que la imagen del “corazón” se reitere en otras secciones de Sabor a
Así, en la primera sección, “Acerca de los objetos”, aparece un dibujo del corazón
humano, con dos arterias anudadas. El texto que lo acompaña dice: “El miedo y la
(p. 26). Esta expresión coloquial de la cultura chilena se entiende como una gran angustia
que imposibilita la acción y el pensamiento. Vicuña mezcla una imagen biológica con una
expresión popular, para dar cuenta de la zozobra que le produce el momento histórico que
vive Chile.
texto sobre Parra que comentaré en páginas sucesivas, Vicuña comparte algunas
centro es tan intensa que la parte inferior del cerebro me duele. Estoy en un corazón, en
669
carne viva, y necesito que mi cuadro provoque y sea [sic] la piel viva” (p. 72). Vida y arte
como centro y motor de la vida, calor humano, y sobre todo, la vida misma.
Parra con la vida, la generosidad, la equidad, la proximidad con la gente, todo aquello que
impulsa y fortalece la existencia humana, según la utopía socialista. Todos estos aspectos
constituyen la “salud” que su obra puede aportar al pueblo chileno. De esta forma, lo
valórico se une a lo artístico; Parra une la vida y el arte en su canto y en sus empanadas; su
encuentra en la obra de Parra, a quien reconoce como la creadora de una poética múltiple,
que incluye varios dominios artísticos, con un sentido de justicia social manifiesto:
670
Según Vicuña, Violeta Parra como creadora asume una postura valórica positiva
frente a la vida, y sus obras dan cuenta de ello. Así, jugando con el lema “En el corazón
late la salud”, de la estampilla chilena del mes mundial del corazón del año 1972446,
Vicuña manifiesta una imagen cálida y positiva de la artista chilena. Así como un corazón
identificándose con la salud del espíritu de su patria. Esta estampilla detrás de la imagen
época, pues si bien Parra fue reconocida como una representante del arte nacional, su
reciente suicidio (1967) con respecto a la época en la que escribe Vicuña, la estigmatizó
vida artística, Parra experimentó discriminación y burlas, como la misma Vicuña recuerda
en la entrevista:
446
Me imagino que es la estampilla que pegó detrás de la imagen de Parra, por el año de elaboración de
Sabor a mí (1973).
671
Lejos de estereotipos negativos, Vicuña expresa una percepción vital y estimulante
de la figura y la obra de Violeta Parra, destacando por cierto la unión del arte con la vida,
así como también la consecuencia con sus principios, rasgos que todavía Vicuña admira,
aun cuando la distancia temporal con la coyuntura histórica de los setenta sea
considerable.
El segundo de los textos sobre Parra se incluye en una sección de Sabor a mí que
comentarios de la autora sobre ellos. En este apartado se consigna un retrato de Parra, que
447
En la edición de 1973 de Sabor a mí digitalizada en la página web www.memoriachilena.cl, el título
dice “Violenta Vid”. Prefiero seguir la edición de 2007 del libro, que corrigió errores de ortografía y
tipografía, aunque el término “violenta” sí podría relacionarse con el cuadro, como se verá a continuación.
672
Yo la partí en tres sin saber que ella había tratado de suicidarse tres veces,
antes de la última y definitiva vez.
Aunque Violeta es muchas cosas, yo la represento como Tejedora
del Mundo porque ésa es su actividad mágica. Aquí ella teje la letra de su
propia canción “Gracias a la vida”:
Esos ojos que se ven a la izquierda y lo que tienen debajo es:
“Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros que cuando los
abro, perfecto distingo lo negro del blanco y en el alto cielo su fondo
estrellado y en las multitudes el hombre que yo amo.” Más abajo: “Me ha
dado el sonido que en todo su ancho graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos”; y arriba: “Me ha dado el sonido y
el abecedario, con él las palabras que pienso y declaro, madre, amigo,
hermano y luz alumbrando”. En ese cielo azul: “Me dio el corazón que
agita su marco cuando miro el fruto del cerebro humano”, aquí el fruto son
dos duraznos y para seguir leyendo a Violeta hay que remitirse a su
autobiografía en versos populares y a sus tapices y a sus canciones y a sus
cacharros y a su colaboración con el P.C. que aquí aparecen como una hoz
y un martillo chiquititos (p. 102).
En el cuadro (p. 103), la figura de Violeta Parra aparece de pie y desnuda; sus
brazos están semi levantados hasta llegar a su rostro; los labios se observan entreabiertos,
como si hablara o cantara. El cuerpo está dividido en tres partes: tiene un corte diagonal
desde el hombro izquierdo hasta el costado derecho, que fragmenta su pecho en dos
mitades; el segundo corte es en la cintura, que separa el tórax de la parte inferior del
cuerpo.
angosto, como un paño o una bufanda, por sus flecos en un extremo, en el que se
cielo estrellado, ojos, pies, una ciudad, entre otros; al lado izquierdo del lienzo aparecen
los duraznos y la hoz con el martillo, a los que hace referencia el texto. En la parte inferior
673
de la figura de Parra se observa un chal o paño que cubre algo de sus piernas y detrás de
indígena que aparece en el cuadro “Gabriela Mistral” (1979) de Vicuña448, que rodea el
indígena. En este caso, Violeta Parra se asocia al contenido de una de sus últimas
El texto se inicia con una enumeración de apelativos con los que Nicanor Parra y
Pablo Neruda se refieren a Violeta Parra en dos de los tres textos449 que introducen las
Décimas (1988). Vicuña establece su cercanía con Parra a partir del terreno de los afectos,
ella, “amada”450.
Chile. Sus héroes son los ideólogos del socialismo y quienes fueron los actores principales
448
Comentado en el apartado anterior, “Cecilia Vicuña y Gabriela Mistral”.
449
El tercero pertenece a Pablo de Rokha.
450
En la edición de 1973 de Sabor a mí, la frase “(Viola amada para mí)” está escrita a mano, y lo demás a
máquina, quizás para destacar la diferencia entre el carácter de las apreciaciones, o porque se agregó al
final, dando cuenta de la índole artesanal del texto.
674
mundo político. Es sabido que la política, como la mayoría de las actividades públicas en
esto, sino que elabora una nueva categoría de héroes: los “del existir, del pintar y el
inventar”, es decir, personas que desarrollan labores consideradas secundarias frente a las
hazañas del guerrillero o del revolucionario, desde una perspectiva patriarcal. Vicuña
creación, o dicho de otra manera, destaca la creatividad como un valor heroico, ya sea
Sin embargo, enarbolar la figura de Violeta Parra como un símbolo heroico -un
estandarte de sindicato- implica sesgos de género, clase e ideología; son las mujeres
Para ellas, Parra podría convertirse en un símbolo político y social elocuente, pues al
mujer: “se atrevió a existir y crear” según sus propias reglas. Por ello, es una
sociales; primero, creyendo en su propio criterio tanto en las decisiones personales como
en las artísticas -es decir, no aceptando padrinazgos artísticos de nadie, ni dejando que
675
decidan por ella-; segundo, entregando esta visión de la vida al dominio público, sin temor
a las consecuencias.
Justamente, los cortes corporales en el retrato representan los efectos que tuvo esta
sobre ella. Vicuña compara la sociedad chilena con una carnicería que la destruyó, para
clasificar a la artista, Vicuña destaca la figura y la obra de Violeta Parra del mismo modo
que en la época se destacó a Salvador Allende, Fidel Castro o Lenin; pretende elevarla a la
categoría de los nombres claves para el país en ese particular momento histórico, en el que
los estandartes, sindicatos y líderes entrañaban una gran cuota de idealización, sobre todo
Aparte de la violencia social, los cortes tienen también otro significado, pues, para
del mundo sobre ella es la causa de la violencia que la propia artista ejerció sobre sí
misma. Este comentario sobre los cortes -“Yo la partí en tres sin saber que ella había
tratado de suicidarse tres veces, antes de la última y definitiva vez”- implica un rasgo que
676
caracteriza la poética de Vicuña: aquella cualidad especial del poeta o del artista en
general para conocer ciertos aspectos de la vida, sin necesidad de un saber “consciente”
sobre estos451.
en el cuadro y en el texto, por lo que elige una sola representación: “Tejedora del Mundo”,
capítulo 3, el tejido es la metáfora base de su obra para referirse al texto poético y al arte
en general. Parra “teje su canción”, así como Vicuña teje sus textos, por lo que,
vida”.
mágica”, que además es universal y primordial; Vicuña visualiza a Parra como creadora
del mundo, destacando su amor por la vida. Es importante que a pesar de las dificultades
que Parra experimentó, de las que tanto el texto como el retrato dan cuenta, Vicuña la
sentido plantea la acción de “leer”, de forma tanto literal como simbólica, sus diferentes
artes: las Décimas, los tapices, las canciones y los cacharros. Siguiendo la idea de unir la
vida y el arte, enumera junto a las expresiones artísticas de Parra su colaboración con el
Partido Comunista, una de las formas en que la artista canalizó sus inquietudes por el
pueblo chileno.
451
En el apartado 6 que analiza el catálogo Se mi ya de Cecilia Vicuña, retomo este aspecto.
677
4. Soledad Fariña lee a Gabriela Mistral
los últimos años del gobierno militar en Chile, los cuales, entre otros aspectos, se
personalidades del mundo cultural y político. No obstante, una gran cantidad de talleres
activamente Soledad Fariña. El Congreso, el primero con este carácter en Chile, fue
452
Al respecto, ver los trabajos de Soledad Bianchi, compilados bajo el título Poesía chilena (Miradas-
Enfoques- Apuntes). Santiago, Ediciones Documentas-CESOC, 1990.
678
calificado por una de las participantes, Eugenia Brito, como “el evento literario más
reeditada en 1994, que compila tanto los discursos de apertura como las ponencias del
453
Carmen Berenguer et al. Escribir en los bordes. Congreso Internacional de Literatura Femenina
Latinoamericana 1987. Santiago, Cuarto Propio, 1994. Todas las citas de Escribir en los bordes provienen
de la segunda edición, de 1994. En adelante sólo citaré el número de página.
454
De esta manera, en la presentación de Escribir en los bordes, Nelly Richard afirma: “El Congreso
articuló además el primer espacio colectivo donde las escritoras chilenas pudieron compartir una
experiencia de lo literario vivenciada -y conceptualizada- desde la desigualdad material de su condición de
género; familiarizarse con los aportes de la teoría feminista internacional y revisar a la vez esos aportes
desde las asimetrías y desfases del contexto latinoamericano (…) el Congreso arrojó una luz -un haz de
mayor visibilidad pública- sobre un conjunto de propuestas literarias firmadas por mujeres que, hasta
entonces, no había sido percibido en forma tan interrelacionada”(pp. 9-10). Carmen Berenguer, en su
discurso “Nuestra habla del injerto”, asevera: “Este Congreso, al contrario de un continuismo cultural,
intenta reafirmar una voluntad de decodificar conceptos distintos a aquellos que gravitan en el escenario
literario chileno, en el que se ha notado una ausencia casi absoluta de visión y de revisión crítica de los
productos literarios femeninos. Así las cosas, este evento no puede sino adquirir características
fundacionales en tal ámbito, las que inevitablemente afectarán el modo tradicional de lectura de una
producción subvalorada y excluida” (p. 12). Diamela Eltit, en su discurso “Las aristas del Congreso”,
señala: “convocamos, por primera vez en nuestro país, a una Conferencia en torno a la literatura producida
por mujeres latinoamericanas y esto configura un gesto político, pero un gesto político complejo dirigido a
la historia como poder, a la historia de la literatura, en cuyo amplio y sostenido relato, se ha trazado una
fina, pero estricta división espacial, limitante para el cuerpo textual femenino” (p. 16). Lucía Guerra, en el
discurso “Entre la sumisión y la irreverencia”, comenta en relación con Gabriela Mistral que es injusto y
limitante aclamarla como la “poetisa de la maternidad”, y declara: “Este Congreso tiene como objeto
reafirmar un derecho humano, valorar la palabra silenciada de la mujer (…)” (p. 20). Por último, Eliana
Ortega en el discurso “Y después de todo aquí estamos” enumera los logros del Congreso “1°) La
afirmación de un discurso femenino en su propia tradición; 2°) La autodefinición de dicho discurso; 3°) El
cuestionamiento de un canon literario cerrado; 4°) La capacidad y el deseo de dialogar con mujeres y
hombres latinoamericanos sobre el estatus actual de la literatura y de la cultura” (p. 21).
679
femenina chilena, entre ellas la de Mistral, desde una perspectiva ajena a la patriarcal y,
un discurso que interrogue y cuestione los poderes. Cabe señalar que el Congreso
observó una marcada tendencia feminista, de ahí que la índole política del evento haya
general.
discursos de apertura, titulado “Nuestra habla del injerto” (1994, pp. 11-13), de la poeta
Carmen Berenguer, se inicia con una cita de Gabriela Mistral en la que esta se refiere al
dictadura, maternal y pedagógica. Esto constituye una mayor subversión en tanto las
2006). Berenguer extrae una frase de la cita original que no favorecía a la lectura
455
Texto escrito a pedido del editor argentino para la segunda edición de Ternura, en 1945.
680
feminista de Mistral. En realidad, el texto dice: “Pertenezco al grupo de mal aventurados
que nacieron sin edad patriarcal y sin Edad Media (…)” (p. 108).
por mujeres. El habla de Mistral es “nuestra habla del injerto”, lenguaje del que
chilenas.
conocimiento de las teorías feministas, por lo que la mayoría empezó a proponer lecturas
de los textos literarios escritos por mujeres utilizando este enfoque, y en el caso
681
A mi juicio, el Congreso produjo además una importante conciencia de grupo,
con que el citado evento se constituyó como un espacio de crítica literaria compenetrado
En el caso de las poetas de la promoción de 1980, entre las que se cuenta Soledad
objetivos de este evento, la teoría feminista, las lecturas propuestas, las actividades que
siguieron al Congreso, además del momento histórico que vivía Chile en aquel entonces,
456
Soledad Fariña ha participado en la Casa de la Mujer La Morada y en Radio Tierra, entre otros
proyectos culturales de carácter feminista.
682
4.1.2. Edición de Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral (1990).
Margarita Pisano.
El nombre del taller evidencia una vinculación con Mistral y su publicación para
la reforma educacional mexicana, Lecturas para Mujeres (1923); sin embargo, el sentido
pedagógico del nombre se transforma, en tanto la propuesta del taller es desarrollar uno
de los objetivos del Congreso de 1987, releer la obra de las poetas latinoamericanas
“Encuentro con Gabriela Mistral”, realizado en 1989. Soledad Fariña, Raquel Olea,
Eliana Ortega y Verónica Zondek, a las que se suma Margarita Pisano como directora de
La Morada, abren una convocatoria a mediados de 1988 para reflexionar en torno a “la
palabra y el legado histórico cultural de Gabriela Mistral” (Fariña y Olea, 1997, p. 17).
457
En la primera edición de Una palabra cómplice (1990) se explica el propósito de este organismo: “La
Casa de la Mujer La Morada es una ONG creada por mujeres feministas que desarrolla programas de
acción y formación con mujeres de sectores medios y populares. Se inició en 1983 y entre sus propósitos
fundamentales está el de constituirse en un espacio abierto a las mujeres, donde poder reflexionar, debatir
y analizar la situación de opresión y explotación de la mujer” (p. 4).
458
Individualmente, Soledad Fariña ha continuado con esta búsqueda de la escritura producida por
mujeres; así, publica su estudio crítico Una reflexión mestiza desde la escritura de cuatro mujeres
chilenas (1995), comentado en el capítulo 3.
683
Los trabajos presentados en este evento se compilan en Una palabra cómplice.
Asimismo, los artículos postulan una nueva lectura de algunos temas como el mestizaje
patriarcales.
relevantes para establecer la visión que el grupo de las convocantes al Encuentro posee
las pp. 17-20) fue elaborado por Soledad Fariña; en él comenta la historia, motivaciones
684
que Fariña habla desde un colectivo; el plural en el que está elaborado su discurso
Fariña plantea algunas preguntas que resultan significativas: “¿Cuál había sido su
acogida? ¿Existía un espacio crítico renovador que pudiera hacerse cargo de nuevas
sus textos? ¿Qué relación tenían nuestras obras con las suyas?” (p. 17).
más que a facilitar su conocimiento y comprensión: “Pronto nos dimos cuenta de que la
crítica había echado un velo sobre el trabajo literario de las mujeres, quedando en la
Mistral -y seguramente, no eran las únicas- declaran desconocer la literatura escrita por
mujeres, lo que obviamente les impedía cualquier tipo de conexión que quisieran
establecer entre sus propias obras literarias y las de sus “predecesoras”. Específicamente
685
en relación con Mistral, Fariña asevera: “Pensamos, como otros escritores, que Gabriela
Han transcurrido veinte años desde este prólogo, fechado en 1990; es sencillo
cabalmente, en gran medida, y no solo desde la perspectiva feminista. Dan cuenta de ello
1989, tuvieron como premisa “los aspectos de su producción literaria que por su carácter
transgresor no habían sido acogidos (…) En realidad queríamos difundir nuestro espacio
En este sentido, el año del Encuentro, 1989, centenario del natalicio de Mistral,
es sólo un “pretexto” (p. 18) -como declara Fariña- para la realización del evento. Pienso
686
pretende distanciarse de la solemnidad de los eventos y publicaciones oficiales que se
ícono nacional459.
divulgar la labor crítica desde la perspectiva feminista, de la que hasta entonces existían
palabra cómplice, Soledad Fariña expresa su postura con respecto a Mistral, de la que es
necesario subrayar el nexo que percibe entre la obra mistraliana y la de las poetas
(…) en palabras del poeta Enrique Lihn, [Mistral] ‘se quedó organizando,
puliendo, diversificando y enriqueciendo un lenguaje que no heredaría
nadie’. Sin embargo, poetas y escritoras que en estos años hemos estado
reflexionando desde la escritura, no podemos eludir la profunda marca,
aún no descifrada, de la palabra fundadora de esta mujer
latinoamericanista por excelencia (p. 18, el subrayado es mío).
459
Por citar algunos ejemplos, el “Premio Municipal Juegos Literarios Gabriela Mistral” de Santiago,
otorgado por la Municipalidad de Santiago, que distingue a autores inéditos; el cambio de nombre del
cerro Fraile de Montegrande a “Gabriela Mistral” en 1990; la publicación de Gabriela Mistral: A cien
años de su nacimiento. (Santiago, DIBAM, 1989); y por cierto, el hecho de que durante la dictadura, en
1981, se había puesto en circulación el billete de cinco mil pesos con la imagen de la poeta.
460
No puedo dejar de destacar el trabajo académico de las doctoras Ivette Malverde y Patricia Pinto, de la
Universidad de Concepción, quienes realizaron aportes significativos a los estudios literarios desde la
perspectiva feminista en esta época. Ellas se cuentan entre las pioneras de este tipo de enfoque en Chile.
687
1987- como precursora de las autoras contemporáneas, a pesar de que esta herencia
parece que en una primera instancia, Fariña se percibe en la misma línea de la escritura
conlleva un intento por establecer una línea de escritura de mujeres en Chile, el anhelo
por visibilizar un legado en el cual sea posible reconocerse como escritora; desmentir a
apertura.
poemas que Mistral dejó “con llave” para su propio goce, Fariña señala:
688
El goce se produce al conectar la obra de Mistral con las propuestas teóricas
diversas”, es decir, se enfatiza que la obra de Mistral ha sido leída desde perspectivas
unívocas, y en contraste con ello, proponen una nueva mirada que dé cuenta de las
versión de 1990, y además contiene una presentación de los organismos editores -La
Cuarto Propio en esta segunda entrega- y un segundo prólogo (pp. 13-16), firmado por
Raquel Olea y Soledad Fariña con fecha de septiembre de 1996. Esta edición mantiene
los trabajos de 1990 y agrega otros462; se divide en tres secciones cuyos nombres
“Multiplicidad de un signo”.
461
La primera edición de Una palabra cómplice (1990) contenía las palabras de apertura al Encuentro de
Margarita Pisano y Raquel Olea, y los siguiente artículos: “Biografemas,” de Arturo Carrera y Reresa
Arijón; “Deshilando el mito de la maternidad, de Liliana Trevizán; “La aprendiz”, de Diana Bellesi;
“Amada amante: Discurso femenil de Gabriela Mistral”, de Eliana Ortega; “Hacia una lectura del cuerpo
de mujer”, de Alberto Sandoval; “Gabriela Mistral y la naturaleza”, de María Teresa Adriasola (poeta
Elvira Hernández); Otra lectura de ‘La Otra’, de Raquel Olea; “Identidades Tránsfugas”, de Adriana
Valdés; “Amar es amargo ejercicio”, de Soledad Bianchi, y “Andina Gabriela”, de Cecilia Vicuña, texto
analizado a propósito del nexo Vicuña - Mistral.
462
Los nuevos trabajos son: “Personaje en correspondencia”, de Diamela Eltit; “Desolación”, de Patricio
Marchant, y “Gabriela en el discurso cultural”, de Ana Pizarro.
689
En el prólogo a la segunda edición, las compiladoras reiteran el objetivo de
legitimar nuevas lecturas de la obra mistraliana, y por cierto, reparan en que la recepción
reconocen que la publicación del texto en 1990 no sólo implicaba los aspectos
académicos: “La primera publicación de este libro, originada por el espacio abierto en el
Encuentro de 1989 como primera convocatoria a una lectura crítica propiciada desde un
espacio feminista, dio lugar a un gesto político inédito en ese entonces” (p. 13).
dictadura. Para ellas, desarrollar lecturas que destacaran aspectos censurados de la obra
de la poeta, contribuía a corroer el discurso que la dictadura elaboró sobre Mistral -y con
“La letra con sangre entra” (1986) de Roser Bru463, que anuda este fiero refrán,
del cuadro en sí, una imagen doble de Mistral. En la primera de ellas, la poeta está
vestida con el delantal blanco de pedagoga, serio semblante, moño severo y muñecas
463
Pintora y grabadora chilena, nacida en Barcelona en 1923. Llega a Chile en 1939 a bordo del
Winnipeg; ha recibido numerosos premios y distinciones.
690
hacia una expresión de tristeza, el delantal está manchado por líneas marrones y las
víctima y victimaria del conocido adagio464. El cuadro de Bru remite a la imagen que los
nuevo público posible: los círculos universitarios que ya han dejado atrás el miedo a la
discursos hegemónicos de toda índole, a juicio de las editoras, por lo que la nueva
edición de Una palabra cómplice sigue implicando un gesto político: “el gesto de su
propuesta que valida otra lectura de su obra, como diálogo e intervención a las lecturas
En este sentido, las entidades que publican este texto -La Morada, Isis
Internacional, Cuarto Propio-, todas con perspectiva de género, dan cuenta de los
problemas de las escritoras con el sistema editorial. A propósito de las escasas ediciones
464
No es el único cuadro de Roser Bru inspirado en Mistral, por lo que, supongo, la pintora percibe a la
poeta como un ser de muchos rostros, al igual que las editoras. En la primera edición (1990) de Una
palabra cómplice, aparece la fotografía de otro cuadro de Bru, titulado “Encuentro con Gabriela Mistral”,
que desarrolla el mismo tema. El cuadro se divide en dos mitades, emulando un libro abierto. En la mitad
izquierda se observa el perfil de Mistral; los ojos están cerrados y la expresión es severa. Arriba del
recuadro con su perfil se lee la palabra “Chile”, y abajo del perfil se observa una pequeña bandera chilena.
En la mitad derecha, se ve un delantal de profesora colgado; arriba del delantal se aprecia la frase: “La
Nobel 1995” y una minúscula imagen del busto de la escritora, al parecer con el delantal puesto.
691
con la protección de la obra de Neruda a cargo de la Fundación que lleva su nombre (p.
Para Olea y Fariña, la obra de Gabriela Mistral aún requiere preguntarse “por su
compiladoras desean encontrar ese hilo invisible que une a las poetas contemporáneas a
La Gabriela Mistral que les interesa destacar, tanto a las editoriales como a Olea
692
Justamente, una de las temáticas que la crítica había sacralizado hasta ese
entonces, la maternidad, es la que ellas leen en ruptura con el canon. Este tema resulta
relevante para analizar la obra de Soledad Fariña, pues ella se autolegitima en Mistral a
través de este, como se verá en el siguiente apartado. Se agrega el mestizaje que, junto a
Son los ejes temáticos que les interesa indagar a este grupo de escritoras feministas y
en una mujer chilena que escribió poesía y prosa, en la que era posible reconocerse,
Mistral, en su afán por visibilizar “la influencia que la obra de la poeta sigue ejerciendo”
(p. 13). Creo que para Fariña, así como para otras escritoras de esta generación, en la
693
4.2. Acercamientos poéticos. Homenajes a Mistral en Donde comienza el aire (2006)
el aire; el primero de ellos es “cansada de sus nombres” (p. 25), texto que en el índice
titulado “fragancia” (p. 110), se origina en un texto crítico sobre la obra de Mistral, y en
4.2.1. “cansada de sus nombres”: Soledad Fariña lee “La Gruta” de Gabriela
Mistral
“La Gruta” es el poema que abre la sección “Vagabundaje” del póstumo Lagar II
Lagar II, escrita por Pedro Pablo Zegers, explica con detalle el complejo proceso de
formaba parte de Lagar (1954), pero por consejo de los editores de este último, Mistral
dividió el poemario a causa de su extensión (p. 15). Grínor Rojo (1997) discrepa de la
694
opinión de Zegers, que se fundamenta en la opinión de Gastón von dem Busshe,
introductorio. Rojo asevera: “la tesis de que haya habido un solo manuscrito dispuesto
elaboración aún no resuelta en el que nosotros hallamos muchos de los poemas que
Para Rojo, Mistral “estuvo escribiendo, a todo lo largo de su vida, un solo libro
de poesía” (p. 394, cursivas del autor). Este único libro se referiría, según el estudioso, a
las experiencias de vida de Mistral, por lo que a su muerte quedó inconcluso. Los libros
editados mientras la poeta estaba viva serían solo “accidentes”, motivados por
circunstancias específicas. Así, Rojo explica el afán de la escritora por corregir textos ya
Lagar II no solo haría pareja con Lagar, sino con la totalidad de la obra mistraliana.
No concuerdo con este criterio; si bien las publicaciones de las obras de Mistral
se vinculan a hechos específicos que las impulsaron, como Rojo afirma, la conformación
de estos textos obedece a proyectos de escritura con distintos énfasis, aunque se reiteren
temas entre los diferentes poemarios. Desolación (1922), Tala (1938) y Lagar (1954)
695
poetización de su patria, por tanto, lo considero un proyecto diferente a los otros dos,
también contienen elementos biográficos, pero creo que en ellos la poeta enfatiza otros
referentes, además del yo, acento que unifica la trilogía Desolación, Tala y Lagar465. Por
esta razón, pienso que Lagar II, de índole íntima y biográfica, se vincula con mayor
disparidad entre los poemas, uno de los integrantes de la comisión a cargo de Lagar II,
Ana María Cuneo, propuso conformar una sección con los poemas aprobados por
de la comisión, que se inclinó por conservar el índice que Mistral diseñó para el texto -
salvo dos secciones que en el original se rotulan como “sin clasificar” y que no se
465
Esta división de la obra poética de Mistral en tres proyectos poéticos se genera en conversaciones con
mi profesora guía, Doctora Cecilia Rubio, quien me orientó al respecto. Por escapar a los objetivos de este
trabajo no ahondaré en el tema, pero resulta interesante tomar en cuenta esta perspectiva para futuros
análisis de la obra mistraliana.
466
Cuneo hace referencia a este episodio en su ensayo Para leer a Gabriela Mistral (1998), donde
reflexiona sobre la poética de la escritora a través de su obra completa, salvo Lagar II. Así justifica su
decisión de excluir el poemario póstumo de su análisis: “La no inclusión de Lagar II responde a
convicciones profundas, que surgieron en mí cuando trabajé en la Biblioteca Nacional en la preparación de
dicha publicación. El estudio cuidadoso de los microfilms, me permite afirmar que de los poemas
publicados sólo trece estarán probablemente concluidos. Los restantes son materiales en evidente proceso
de elaboración y debían publicarse tal cual estaban en los manuscritos. Mi criterio no prevaleció en la
publicación” (p. 13).
696
Por ello, los editores debieron implementar un sistema de notas al pie para
obtuvieron de manera íntegra “del rollo o reel Nº1, de una serie de 43 microfilmes que
adquirió el gobierno de Chile” (1992, p. 15). Además de las notas, se utilizó el asterisco
para indicar los textos que la autora rotuló “por corregir” sin especificar el aspecto
preciso a enmendar.
El poema “La Gruta” es uno de los poemas fragmentarios de Lagar II, que, pese
explicativas de los editores (1991, pp. 147-148). Para no confundir estas notas con las
La Gruta 1
Si me buscan no me hallan,
será mejor que no vengan.
He vivido tantos soles,
tantas lomas y praderas
que me cansé de tener brazos
467
Solo en el estudio de Rojo (1997) he encontrado comentarios sobre “La gruta”, que lamentablemente
leí después de realizar mi análisis; Rojo señala que el poema “escenifica el regreso de la hablante a la
quietud de la matriz” (pp. 425-426). Además, afirma que “La gruta” es “lo mejor” de la serie
“Vagabundaje”, junto a otros tres poemas, que conforman una secuencia en tanto sus “protagonistas” son
masculinos: “Despedida de viajero”, “Un extraviado” y “El huésped”. Estos poemas se refieren al
desarraigo (pp. 425-426); a posteriori integré la lectura de Rojo a mis reflexiones, cuando fue pertinente.
697
y tener nombre en esta tierra.
Y en la garganta de la roca
caben las cosas que me quedan,
cabe mi pecho con memoria
698
y la sangre mía y de ella
y la locura con que la veo
cuando la santa noche llega.
La primera nota al texto informa sobre otra versión del poema, que se publicó
468
Considerando que las dos versiones no están acabadas, a fin de completar el sentido del texto transcribo
aquí esta otra versión de “La Gruta”, aunque debo aclarar dos aspectos: en primer lugar, que centraré mi
análisis en la versión de Lagar II, con muy breves alusiones a la de Almácigo, debido a que Donde
comienza el aire se publica el 2006 luego de años de elaboración, por lo que creo que la versión leída por
Fariña para su reescritura es la de Lagar II. En todo caso, resultaría muy enriquecedor realizar el contraste
entre las dos versiones de “La Gruta”, y a su vez compararlas con el poema “Gruta de plata” (2009, p. 59),
meta que me propongo para más adelante. Por su parte, Rojo (1997) percibe una relación entre el poema
que nos ocupa y el texto en prosa “Las grutas de Cacahuamilpa”; el estudioso comenta: “Es como si ese
texto prosístico constituyera la motivación inmediata, en el sentido freudiano de La interpretación de los
sueños, del texto poético” (p. 437). En segundo lugar, que se deben tener muy presentes los alcances de
Luis Vargas Saavedra, responsable de la edición de Almácigo (2009). El crítico señala que su metodología
de trabajo se basa en “años de paleografía y compenetración ante los manuscritos de Gabriela Mistral” (p.
23). Así, se toma la libertad de interpretar los deseos de la autora: “Compenetrándose así en como escribe,
en cuáles son sus cánones para corregir, llegando a conocer su gusto, es posible interpretarlo y escoger de
dos o de tres palabras propuestas por ella misma, cuál sería la que hubiera preferido, de haber tenido
tiempo y memoria” (p. 25). No hay ninguna indicación en los poemas al modo de Lagar II, es decir, en
qué lugar del texto se “escogió” un término o se descartó algo: “Al transcribir he descartado obviamente lo
que ella tenía descartado, sea palabra, verso o estrofa; de modo que en esta edición los inéditos van ‘a
limpio’” (p. 27). Almácigo no es una edición crítica en rigor, lo que disminuye las posibilidades del lector
699
especializado de comprender qué tan elaborado estaba el texto, cuáles eran las opciones que barajaba la
autora, es decir, se pierde una gran oportunidad de seguir el proceso creativo de Mistral y de conocer lo
más genuinamente posible el texto que ella quiso escribir, sin la “colaboración” de Vargas Saavedra.
Agradezco lo aprendido en el seminario “Gabriela Mistral: lectura de las variantes y versiones de sus
poemas” dictado por el profesor Dieter Oelker en octubre de 2010, que me permitió encontrar esta versión
de “La Gruta” e incluirla en mi análisis, así como también detenerme en el problema de la edición de
Almácigo.
La Gruta (2009, p. 142)
1 De mucho andar, llegué a la gruta 28 doble de tibia y fresca,
2 y entré por el miedo de piedra. 29 tanteada, me da frío,
3 Entré con la ola más baja 30 lamida, gusto a salmuera.
4 y sin volver la cabeza.
5 Oí la gruta, olí la gruta. 31 De la noche, da el silencio
6 La he visto yo, me ha visto ella. 32 en cuanto se va la marea.
33 La resaca la llena siempre
7 Tomó mi bulto la gruta, 34 y por la noche, más la llena.
8 comió mi cara y mis señas.
9 Le entregué todo cuanto me dieron: 35 Y no se acaba, y se acaba
10 perdí mis ojos verde-avena 36 en su boca con tiniebla.
11 y mi nombre también perdí 37 Nada se mueve, pero se mueven
12 en la gruta: ¡me perdí entera! 38 unas esponjas con almejas,
13 perdí el sabor del agua dulce 39 hay unos duros caracoles
14 y mis pies y mi carrera. 40 en unos manojos de hierbas
41 y reviento uvas marinas
15 Pero fue más perder arriba 42 saladas de sal eterna.
16 mi madre rota en azucena
17 y odiar la luz que me dio 43 Bendigo, ahora las cosas
18 el fruto de mi madre muerta. 44 que me ayudan a estar ciega.
19 Si me buscan, no me hallan 45 Afuera, ciega de noche,
46 en la gruta, del agua negra
20 y yo quiero que no vengan. 47 de que mi vista no ve a mi madre
21 Ya me quemó cuarenta años 48 y grita de verla mi ceguera.
22 el sol de Chile en sus cuestas. 49 A mis amigos oigo que gritan
23 Con ella llevaba brío, 50 buscando: ¡Gabriela! ¡Gabriela!
24 sin ella, llevo vergüenza
25 de llevar luz a la espalda 51 A la gruta se asomaron
26 en lugar de mi madre muerta. 52 y en recovecos me rastrean.
27 Buena gruta, dura y blanda, 53 Yo no contesto, yo no me muevo,
54 ellos se cansan y se alejan 64 Viene en la oleada, llega,
55 y van ellos en la noche 65 camina igual que la ola:
56 pero con gajos de estrellas. 66 se alza y cae deshecha.
57 En la tajada de la gruta 67 “¡Hija!” Y mi madre de algas,
58 caben las cosas que me quedan, 68 a piedra mía se allega,
59 cabe mi única imagen, 69 silba y dice cosas locas
60 cabe el peso de sangre de ella 70 esta madre de algas ebrias,
61 y las palabras que se me vienen: 71 y laceando mi cuello
62 “¡Madre, ven o viva o muerta!” 72 Me toma, me envuelve, me estrecha.
63 En la gruta mi madre la veo.
700
Ambos textos se reparten en 10 estrofas, pero poseen distinto número de versos:
que este texto es menos explícito que el de Almácigo, como se irá comprobando en el
análisis.
mítico, donde tiene lugar el encuentro entre la hablante y su madre muerta. En términos
goce, paz, refugio y completud en la fusión con el espacio que la guarece y en el abrazo
texto la presenta como un ser que ha pasado por muchas experiencias extenuantes: está
cansada de su cuerpo (v. 7), de su nombre (v. 8), de los diversos espacios que ha
habitado (vv. 5-6) y rehúye las gentes (vv. 3-4). Estos rasgos permiten identificarla
como una mujer madura, quizás anciana470; sin embargo, la hablante de “La Gruta”
469
Rojo (1997) señala que la gruta es “el fin o paradero último del ‘vagabundaje’ de Mistral” (p. 429). Sin
distinguir entre hablante y poeta, afirma: “Es ahí donde la poeta encuentra amparo de la persecución de
que la hacen objeto unos ‘ellos’ que no se individualizan en el texto, pero que nos queda claro que la
buscan o que podrían buscarla” (p. 429).
470
Sin embargo, no debe olvidarse que Mistral se configura a sí misma como una anciana en cartas
escritas en su juventud. Por ejemplo escribe, a los 25 años: “(…) las lindas rosas de su linda tierra que le
ha mandado a esta buena vieja que hace versos”, “Mis huesos están ya mordidos; de reumatismo de males
de pura vejez” (Carta a Isauro Santelices, citada por Diamela Eltit en su artículo “Personaje en
correspondencia”, compilado en Una palabra cómplice, 1997, pp. 50-51). También en varios textos
poéticos la hablante remite a sí misma como una anciana, aspecto de la poesía mistraliana que exige un
estudio minucioso.
701
manifiesta una condición vaga con respecto a las referencias temporales471, pues, aunque
nunca deja de ser un personaje experimentado y agotado por la vida, el encuentro con la
las grutas permite la creación de un mundo apartado del exterior, aspecto que el poema
el siguiente cuadro:
de piedra o gruta
471
La versión de Almácigo fija la edad de la hablante en cuarenta años (v. 21), que es la edad que tenía
Mistral cuando murió su madre, en 1929.
472
Gruta: “Del napolitano antiguo o siciliano grutta, siglo XV (en italiano grotta), que viene del latín
vulgar cripta (latín crypta), y éste del griego krupté ‘bóveda subterránea, cripta, derivado de krypto, yo
oculto’”. (Corominas, 1976, p. 305)
702
cordera”. Rehúye a los demás.
fantasía: es “la gruta del cuento” (v. 9), “que me contaron como pequeña” (v. 32); su
una costa que nunca vi” (v. 27). A pesar de ser definido como un espacio propio de los
703
cuentos de hadas, habitación de duendes y otros seres maravillosos, la hablante enfatiza
“lamido” por “olas tardías” (v. 11), es decir, de difícil acceso, en tanto solo algunas olas
utilizando todos los sentidos, dice lo que ve o no ve -las piedras, la oscuridad, la luz-, lo
que oye, lo que gusta -la gruta sabe a salmuera-, lo que toca, lo que huele474. Percibe
como una bendición la oscuridad y el silencio (vv. 15-16)475, y así, quiere permanecer en
la ceguera, es decir, a medida que el texto avanza, clausura la vista como sentido
473
Rojo (1997) señala que la gruta es un lugar donde el tiempo se anula: “el atrincherarse en la gruta le
depara una oportunidad para residir en un espacio y en un tiempo que anteceden (…) al espacio y el
tiempo del ser y al espacio y el tiempo del quehacer” (p. 429).
474
En la versión de Almácigo, la hablante explicita “Olí la gruta” (v. 5), acción que no aparece en la
versión de Lagar II.
475
En la versión de Almácigo: “Bendigo, ahora las cosas / que me ayudan a estar ciega.” (vv. 43-44)
476
En la versión de Almácigo la hablante será más explícita en este aspecto: “de que mi vista no ve a mi
madre / y grita de verla mi ceguera” (vv. 47-48); también se manifiesta claramente en esta versión la
relación del agua y la noche con la ceguera: “afuera, ciega de noche, / en la gruta, del agua negra” (vv. 45-
46).
704
La figuración de la madre entraña similar complejidad a la de la hablante; remite
tanto a la madre biológica del sujeto del poema como al espacio cóncavo que da título al
texto, la gruta. La primera alusión a la madre en el texto se vincula con la luz, asociación
con un asterisco, como verso por corregir: “*En la luz en donde se ve / madre viva y
madre muerta / a mis amigos oigo que gritan /……..” (vv. 17-20)477. Podemos suponer
que la luz proviene de lejos, del exterior, por la presencia de los amigos que la buscan.
son dos? ¿una madre viva, la gruta, y otra muerta, la biológica? ¿Es el recuerdo del
resolviéndose solo si se asume que el encuentro final con la figura materna obedece a
abraza, “viva y muerta”, de manera simultánea. Si la visión del poema se entiende como
momento singular. No creo necesario, en todo caso, escoger uno de los dos sentidos,
madre. La segunda alusión a la madre en el texto es “En una costa que nunca vi / vine a
encontrar madre de piedra” (vv. 27-28), y los editores agregan que Mistral no se decidía
477
En la estrofa semánticamente equivalente de Almácigo, los versos 19 y 20 de esta versión dicen: “A
mis amigos oigo que gritan / buscando: ¡Gabriela! ¡Gabriela!” (vv. 49-50), lo que conllevaría una
interpretación decididamente autobiográfica del poema.
705
entre este verso y “vine a encontrar madre gruta”478, tercera alusión a la madre que
cumple sus deseos de mantenerse oculta, alivia su cansancio, la ciega y contiene lo que
alejada de las acciones humanas, de la violencia (v. 37). Está aislada, pero viva y a
enunciación presente en Lagar (“La desasida”) y en Lagar II, que obedece al deseo de
tristeza, junto a la presencia real o alucinatoria de la madre muerta nos remite a una
humana con sus hijos: “Madre gruta que con helechos / juegas, cantas y entregas” (vv.
33-34).
478
Parece acertada la elección de los editores, pues el término “gruta” está en un verso demasiado próximo
(v. 25), no hay variación semántica, permite la rima con el verso 26 (buena- piedra) y existe una diferencia
métrica. El verso escogido es un eneasílabo y el desechado un octosílabo, lo que sigue la tendencia de la
totalidad del poema.
479
Para Rojo (1997) la figura de La Desarraigada es clave en Lagar II, y “Vagabundaje”, sección en que
se ubica “La gruta”, “la tematiza específicamente” (p. 425).
480
Quizás es lo que alentó a Luis Vargas Saavedra a incluir la versión de “La Gruta” consignada en
Almácigo en la sección “Luto”, ya que la sección “Vagabundaje” no existe en Almácigo.
706
ella” (vv. 35-36)481; es interesante que la hablante identifique a la gruta con un arpa,
instrumento de cuerdas que se toca por pulsación y cuyo sonido se equipara en el texto
al de las olas del mar dentro de la caverna submarina, moviéndose entre la flora y fauna
del lugar. Por otra parte, la petición que la hablante expresa, implica un nuevo escondite:
este canto la ayudará a mantenerse alejada de una figura femenina ¿la presencia de la
por la hablante “con locura” (v. 45), “cuando la santa noche llega” (v. 46), términos
vinculados a la poesía mística482; en esa misma línea, se debe acotar, además, que la
481
La hablante también humaniza a la gruta al calificar las formas rocosas con nomenclatura del cuerpo
humano: “Y en la garganta de la roca (…)” (v. 41). La garganta es uno de los órganos que interviene en el
proceso de habla, o del canto, que define en estos versos a la gruta.
482
Pienso que uno de los sentidos de la locura en el texto es el de “arrebato del alma”, dichoso y terrible,
producto de la visión de la madre. Santiago Daydí-Tolson (1983) afirma que en la poesía de Mistral es
posible observar una connotación positiva de la locura, que en parte proviene del cristianismo, e incluso
compara esta visión de la locura con la de la obra de Santa Teresa: locura divina, exaltación gozosa ante lo
numinoso. Daydí-Tolson piensa que la marcada presencia de la locura en los últimos textos de Mistral, en
especial en el Poema de Chile, obedece a “una espiritualización que se vuelve obsesiva y central a la vida
de la escritora a medida que ésta se aproxima a la muerte” (p. 62). Concuerdo con el desarrollo de este
proceso de espiritualización que señala el estudioso, y pienso que es evidente en “La gruta”, aunque
confluyan en él lo profano y lo cristiano, pues finalmente el texto plantea una experiencia con lo
trascendente. En cuanto al símbolo de la noche, Hatzfeld (1955), en su estudio sobre mística española,
señala que está en directa relación con la contemplación o la espera de la divinidad antes de la llegada de
la aurora, símbolo de la iluminación divina. Por ello, la noche mística se asocia a “soledad, vacío,
austeridad sin imágenes, desnudez” (p. 98). Los místicos españoles encontraron una serie de sinónimos
para el concepto de desnudez mística, entre los cuales se encuentra “desasir”. Hatzfeld los enumera:
“desnudarse, despojarse, desapropiarse, desaposesionarse, desampararse, desocuparse, desarraigarse,
desasirse, destacarse, desprenderse, arrancarse, renunciarse, limpiarse, acicalarse” (p. 99). En la poesía
de San Juan de la Cruz, la noche equivale a desnudez: “la desnudez espiritual significa renunciar (no
poner los ojos, renunciar (…) a todas las imágenes, sean externas o internas, y a todo rastro de criatura
(cualesquier visiones (sic), toda criatura y todo rastro y todo toque de ella, todo lo que es apetito natural,
aunque sea de cosas sobrenaturales (…) El alma debe quedar, en cambio, vacía, en oscuridad y pobreza,
acendrada, desasida, resignada y libre (…) esta es la condición para que el alma alcance la plena
receptividad del abrazo divino”(p. 107). Si “La gruta” se interpreta de acuerdo con los símbolos místicos
del poema -“locura” y “noche”- el abrazo final con la madre se vincula con la unión final con Dios, la
llegada de la aurora.
707
hablante repara en la soledad, oscuridad y quietud de la noche en la gruta483. Si tomamos
en cuenta los sentidos que adquieren estos conceptos en el misticismo, la gruta sería
Las vidas de santos relatan numerosos casos de ascetas que vivieron en cuevas y
eremitas. Sin embargo, es importante detenerse en que esta no es una gruta de tierra, más
apropiada para la vida humana, sino de piedra, y submarina, condiciones inhóspitas para
un humano, por lo que, si bien la hablante humaniza a la gruta a partir del canto, el yo
exterior; en el interior solo “cabe mi pecho con memoria / y la sangre mía y de ella / y la
locura con que la veo” (vv. 43-45). La gruta contiene sus recuerdos, la confluencia de su
herencia materna y la suya propia, y la visión loca, alucinada. Por ello, más que una vida
sitios del mundo que se encuentran en grutas. Desde esta perspectiva, es evidente que el
índole maternal, al ser la virgen la madre de todos, según la teología católica; sin
implica un encuentro con una muerta. No es la madre de todos, sino la suya, cuarta y
483
“Entre los místicos el mar simboliza el mundo y el corazón humano en cuanto sede de las pasiones”
(Chevalier, 1995, p. 690). Siguiendo la línea de interpretación que conllevan estos símbolos, en el poema
¿simboliza el mar el corazón de la hablante, conteniendo su mayor pasión, la madre?
708
Esta combinación de lo profano y lo cristiano se evidencia asimismo en el motivo
(…) la tradición hace del ciego un símbolo del poeta itinerante (…)
También los ancianos están presentes en los rasgos del ciego, pues las
culturas de donde surgieron las nuestras vienen de los países del sol,
nefastos para los ojos, deslumbrados por una luz demasiado cruda;
muchos hombres perdían la vista; el ciego simboliza entonces la
sabiduría del viejo. Los adivinos también son generalmente ciegos, como
si conviniese tener los ojos cerrados a la luz física para percibir la luz
divina (…) Tal vez la visión interior tiene por sanción o por condición
renunciar a la visión de las cosas exteriores y fugitivas (…) El ciego
evoca la imagen de aquel que ve otra cosa, con otros ojos, de otro mundo;
se le considera menos como lisiado que como extranjero (pp. 280-281).
espiritualmente significa la incapacidad para conocer el mundo espiritual y las leyes que
lo rigen (Salmos 115:5). Pero, asimismo, hay personajes bíblicos que quedan ciegos
luego de acceder a una experiencia sobrenatural, como es el caso del apóstol Pablo, a
quien se le apareciera Jesús en un camino, y producto del impacto, perdió la vista por
709
Para Rojo (1997), en “La gruta”, la hablante insiste con deleite en la ausencia de
acertada en varios aspectos, pienso que este poema es más bien intimista, y se vincula
de la cultura de El Padre son pues las cuatro decisiones que acompañan la re-entrada de
484
Luis Vargas Saavedra, en El otro suicida de Gabriela Mistral (1985) incluye notas personales de la
autora posteriores a la muerte de su sobrino Yin Yin, fechadas en 1944 y 1945. El 22 de octubre de 1944,
Mistral anota que está trabajando en el poema “La Llama” (texto incluido en Lagar II con el título “La
llama y yo cambiamos señas”, 1991, p. 24). La poeta escribe: “‘La Llama’ (De Yin no puedo ni quiero
salir) (…) Parece que ahora sólo puedo escribir (en poesía) las cosas estrictamente vividas. El arte puro
no” (Saavedra, 1985, p. 69). Creo que en muchos poemas de Lagar II, entre ellos “La gruta” y “La Llama
y yo cambiamos señas”, Mistral poetiza vivencias personales en relación a las visitas paranormales de sus
difuntos, que ella registra en sus anotaciones; la presencia más recurrente es la de Yin Yin, quien la
acompaña tanto en los sueños como en la vigilia; este tipo de experiencias se van transformando en la
actividad central de su vida: “no es consuelo lo que busco, es verlo, y en el sueño suelo tenerlo, y en
sensaciones de presencia en la vigilia también, y de lo que de ambas cosas recibo es de lo que voy
viviendo, y de nada más que eso” (Saavedra, 1985, p. 48, cursivas del texto). Pienso que así como Mistral
decía percibir a Yin Yin, es posible que también haya sucedido algo similar con su madre, y “La gruta”
sería la poetización de ese fenómeno.
710
Mistral en el ‘hueco de piedra’” (p. 430). Concuerdo en las tres primeras renuncias que
temida, que al vivirse desde la locura, termina expulsando el temor. Junto con la llegada
viene del mar, y se asimila a las olas. Su imagen es fluctuante como ellas, lo que
difumina la línea entre lo real y lo mágico: “Llegas como las olas / medio alta, medio
deshecha” (vv. 51-52). La hablante -ahora, una “hijita”- se une a su madre en un abrazo
Según mi lectura, las cuatro madres del texto -“madre viva”, “madre muerta”,
Realizar la distinción entre “madre viva” y “madre muerta” implica una conexión
todavía intensa con el exterior, el mundo de los vivos; son por eso imágenes que
recuperar lo que el mundo da por perdido. Así la hablante se esconde, perdiéndose para
711
La madre de piedra, o madre gruta, le permite recuperar el espacio de la niñez;
esta madre es, sobre todo, buena, es el refugio del mundo exterior, pues la hablante
recupera a partir de su imagen los juegos, las canciones de cuna -es el “harpa mujer”-,
los cuentos de hadas. Más aún, “la vaina de la piedra” o gruta, puede asimilarse con el
útero materno, espacio acuoso, donde el nonato está aislado y protegido del exterior, a
que señalé como el umbral entre el mundo exterior y el mundo alucinatorio de la gruta,
madre viva.
tanto la gruta es vientre, la hablante se constituye en una niña, habitante del útero
materno, y en tanto es tumba, la hablante es una mujer -¿quizá muerta? ¿muerta en vida?
de su madre muerta. Sepultura y útero son justamente espacios internos, cerrados como
la gruta, que, en el caso de este poema, aúnan vida y muerte; este es uno de los ejemplos
485
Rojo (1997) también repara en el doble simbolismo de útero y tumba que posee la gruta: “Esta gruta de
piedra blanda termina siendo (…) tanto una postfiguración del útero materno como una prefiguración (una
más entre las muchas que la poesía mistraliana ensaya desde ‘Los sonetos de la muerte’ a ‘Paraíso’ de
Tala) de la tumba mortuoria” (p. 431).
712
Generalmente, es la tierra la que observa esta doble significación, de matriz y de
Símbolo de la dinámica de la vida. Todo sale del mar y todo vuelve a él:
lugar de los nacimientos, de las transformaciones y de los renacimientos.
Aguas en movimiento, la mar simboliza un estado transitorio entre los
posibles aún informales y las realidades formales, una situación de
ambivalencia que es la de la incertidumbre, de la duda, de la indecisión y
que puede concluirse bien o mal. De ahí que el mar sea a la vez imagen de
la vida y de la muerte (Chevalier, 1995, p. 689).
envió a purgar los pecados del mundo: “Como cordero fue llevado al matadero” (Isaías
como un estado transitorio, después del cual el individuo renace; la madre muerta ha
vuelto a ser cordera, niña, así como es posible que la hablante vuelva a ser una “hijita”
713
después de haber vivido muchos años, y atravesado el umbral de la muerte, que, en el
La madre recién llegada, “blanda se allega” (v. 50); el regazo suave y blando de
la madre cordera envuelve a la hablante, como a una niña. Esta imagen resulta un espejo
del espacio de la gruta, en tanto esta es dura y blanda (v. 10), dura como sepulcro,
blanda como regazo materno. La hablante y su madre se entrelazan, tal como en el texto
“madre”, sino que los sentidos se multiplican, a la vez que forman uno solo, la compleja
imagen materna. Cabe acotar algo más; la gruta constituye un espacio en que la
primigenio lo que le permite recuperar a su madre; ello reafirma el poder que otros
estado primigenio; de esta forma se recupera el instante primordial, la génesis del verbo.
En la gruta, “Nada habla” (v. 29); solo al aparecer la imagen de la madre vienen las
No hay que descartar la lectura del poema como la expresión de una experiencia
sobrenatural, lo que implica la concepción de una hablante viva, que se encuentra con un
486
En “La gruta” de Almácigo, la blandura de la madre no aparece, sino que se hace referencia a la hija
como piedra. Otro ámbito de inversión es que la locura en esta versión es característica de la madre y no
de la hija: “(…) Y mi madre de algas, / a piedra mía se allega, / silba y dice cosas locas / esta madre de
algas ebrias, (…)” (vv. 67-70).
714
ser ya fallecido487. Por eso he empleado el término “alucinación”. En este sentido, la
gruta, espacio mágico y real a la vez, permite este encuentro sobrenatural, este “ver con
locura”.
Tolson, en su artículo “La locura en Gabriela Mistral” (1983), apunta que la locura es un
rasgo relevante de esta poesía, cuyo sentido se relaciona con la tradición clásico-pagana,
afirma que la locura se interpreta como parte de las “capacidades únicas del poeta para
develar una realidad inaccesible a las facultades normales del individuo” (p. 48),
mientras en el cristianismo remite a la “máxima expresión del amor a Dios” (p. 48). En
despojándose del mundo. Lo que puede pensarse solo como una concepción mística y
487
La versión de Almácigo, que es más explícita, hace referencia a la pérdida de la madre en el mundo.
Luego de enumerar todo lo perdido al entrar en la gruta (vv. 7-14), la hablante expresa: “Pero fue más
perder arriba / mi madre rota en azucena / y odiar la luz que me dio / el fruto de mi madre muerta” (vv. 15-
18). Ante esta pérdida, la identidad, el cuerpo y los beneficios del exterior, no se valoran y se decide
renunciar a ellos para entrar en la gruta y recuperar a la madre.
715
religiosa de la existencia, encuentra cabida en el arte vanguardista, lo que situaría a
cansada
de sus nombres
pide a su madre-piedra
en el silencio se hablan:
la oscuridad es buena
hijita mía
medio deshecha entre olas,
hijita mía,
mi madre ciega
Para las culturas aborígenes andinas, en especial la inca, todas las oquedades
como cavernas, cráteres de volcanes, cuevas y grutas eran territorios sagrados, pues
716
inframundo (Urin o Ucu Pacha), en el que se ubicaban los muertos (Limón, 2003, p.
108). Fariña recupera ese imaginario en su poemario En amarillo oscuro (1994), reunido
autora explicita que el origen de sus textos se encuentra en algunas fotografías tomadas
incluye un ensayo sobre estos símbolos de las culturas andinas. Creo que el interés de
Fariña por este poema se vincula con la relación madre-hija y también con que la autora
emplea la palabra gruta, sino que alude indirectamente a ella a partir de metáforas del
poema mistraliano: “hueco de mar” (v. 1), “madre-piedra” (v. 3), que es “madre de
piedra” en el texto de Mistral, y “garganta-roca” (v. 7), que es “la garganta de la roca” en
Mistral. En los dos últimos casos, se elimina la estructura del complemento del
sustantivo y se reemplaza por guiones, que fusionan los dos conceptos. En el poema de
corresponde directamente con la gruta, pues así lo sugieren los guiones. En el caso de la
717
verso 1 al 6, se habla desde la impersonalidad y la tercera persona; el hablante da cuenta
de una escena en la que no participa. La segunda hablante es la gruta (vv. 7-13) y solo en
El primer hablante, que se podría denominar “testigo”, observa una escena que se
espacial del poema mistraliano que apuntaba anteriormente: exterior (mundo) -umbral-
interior (gruta).
relación madre e hija. Expulsa del texto el mundo, los amigos y la renuncia a estos, el
una de las décimas de Violeta Parra, que lleva por título, “ya ve mi cara señor”, para el
488
Texto que se analiza en el apartado 5.1 del presente capítulo: “‘Con mi litigio de amor’ de Violeta
Parra. Acercamiento crítico y poético”.
718
Aunque el poema de Fariña mantiene las figuras centrales e incluso las destaca
con letras más grandes, “madre-piedra” (v. 3) e “hijita mía” (v. 11), transforma sus
poema de Mistral, esta comunicación es sutil, la hablante más bien se integra al espacio
Esta cavidad de piedra se caracteriza por los efectos que provocan sus cualidades
físicas, las que no tienen mayor presencia; la ceguera, el silencio y la oscuridad son los
719
Además de “buena”, la oscuridad es “suave” (v. 7); nuevamente, se traspasa una
cualidad de la gruta (suavidad) a uno de sus rasgos (la oscuridad), que recuerda la
blandura de la gruta de Mistral. Sin embargo, esta oscuridad suave se refiere asimismo a
la presencia tenue de la luz, tamizada por las hilachas, lo que sugiere una gradación con
respecto al poema mistraliano: de oscuridad total, a una oscuridad tenue, que permite dar
cuenta de los peces, otro nuevo elemento, con respecto al poema de Mistral.
Es la oscuridad provocada por la gruta el elemento clave del texto, que me parece
la madre-gruta y de la hija; esta última proviene del mar, al igual que la locura.
presencia de la hija, que llega “medio deshecha entre olas” (v. 12), de manera análoga a
la madre, a la que llama “mi madre ciega” (v. 14). Quizás el diálogo que refiere el verso
4 se desarrolla en estos versos (7 al 14), que se destacan por este intercambio de roles.
720
en la ceguera, y luego, reaparece viniendo del mar, convocada por su madre, quien la
“lectura de La Gruta de Gabriela Mistral”. Cabe preguntarse entonces, por los efectos de
las inversiones y modificaciones, pero también por los aspectos que se mantienen: ¿qué
Pienso que en la lectura poetizada de Fariña se excluyen los signos más evidentes
vida/muerte, porque lo que le interesa poner de relieve a Fariña del texto de Mistral es el
vínculo madre-hija per se, despojado de otras asociaciones. Fariña lee en el texto de
Mistral que la relación de una madre con su hija está atravesada por la ceguera y la
locura, sin que ninguno de estos factores se asocie a la sabiduría, como en Mistral. No
es la constitución de la mujer desde otra mujer (madre)” (Ver “Anexo 3”). La búsqueda
de esta relación amorosa y compleja es lo que Fariña rescata de “La Gruta”, partiendo
721
En el poema de Mistral los roles están determinados y la hablante se identifica
de Fariña los roles se difuminan, y por lo mismo, el encuentro del poema no alude a una
los primeros versos. Pienso que la inversión de madre en hija con respecto a la figura
que viene del mar, demuestra que la identidad femenina para Fariña se completa al unir
las dos figuras. La mujer es madre e hija a la vez, si no de hijos propios, es madre de sí
misma.
Por último, conviene reparar en el título del texto, “cansada de sus nombres”. La
hablante del poema “La Gruta” de Mistral se refería a su cansancio físico, en últimas
nombre en esta tierra” (vv. 7-8). En el texto de Fariña, el cansancio solo aparece en el
título, pluralizado, y se presta para ambigüedades: ¿quién está cansada? ¿de los nombres
ciega” remiten a este hueco de mar, que se identifica con la imagen materna ¿Son los
nombres de la hija, los nombres de la madre? Y más aún ¿son los nombres de la autora
mayormente por esta última. Soledad Fariña reafirma el cansancio del cual se quejara la
hablante del poema mistraliano. Su nombre de la tierra, Gabriela Mistral, como ícono
722
nacional, no significa gran cosa para la poeta antofagastina; los que hablan son los textos
que el poema “fragancia” (p. 110) de Soledad Fariña está dedicado al filósofo Patricio
Marchant (1939-1990). El poema fue escrito “desde su lectura de ‘Tres árboles caídos’,
índice.
Articular un sentido para el poema de Fariña implica pasar por la lectura del
poema de Desolación (1922), por la interpretación del poema realizada por Marchant en
Fariña.
como: “el único derrideano que yo conozco. Era muy cercano a mí. De hecho, al
congreso sobre Mistral lo invitamos, pues su escritura es descentrada” (Ver “Anexo 3”).
Por su parte, en uno de sus ensayos dedicado a Gabriela Mistral489, Marchant (2000)
489
“¿Qué puede hacer un hombre frente a una mujer genial?” (1988) en Escritura y temblor (2000, pp.
199-212).
723
afirma: “(…) en complicidad teórica con Raquel Olea y Soledad Fariña, después de una
‘escena de conversación’, se me ocurrió (…) la idea de escribir este texto” (p. 206).
cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral (1997), con el nombre “Desolación” (pp. 55-
73)490. Sin embargo, la reflexión del filósofo sobre la poesía mistraliana se inicia antes.
En el año 1982 publica en Acta Literaria el artículo “El árbol como ‘madre arcaica’ en
la poesía de Gabriela Mistral”, que adelanta ideas fundamentales del libro que publica en
desató una polémica entre el autor y el estudioso Jorge Guzmán491, pues Marchant
Latinoamericanas (1984).
freudiano, así como también a los sicoanalistas húngaros Nicolás Abraham e Imre
Hermann, Marchant propone una lectura de Desolación que se extiende a toda la obra
poética de Gabriela Mistral. En términos generales, Marchant postula que el árbol, como
490
El mismo trabajo aparece en el sitio web “Retablo de literatura chilena” bajo el nombre “Desolación.
Cuestión del nombre de Salvador Allende” (1989/90), recuperado de http://www.gabrielamistral.uchile.cl/
estudiosframe.html, y en la compilación Escritura y temblor (Santiago, Cuarto Propio, 2000, pp. 213-234).
491
La polémica se desarrolló en sendas publicaciones de Marchant y Guzmán en la revista de
Humanidades y Ciencias Sociales, Estudios Públicos, del Centro de Estudios Públicos, CEP, Santiago de
Chile. Recuperado de http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/home.html. En el Nº 18, 1985, Marchant reseña
el libro de Guzmán: “Jorge Guzmán: ¿Diferencias Latinoamericanas?”; en el Nº 22, 1986, Guzmán
responde a Marchant en su reseña “Patricio Marchant: Sobre árboles y madres”; en el Nº 23, 1986,
Marchant refuta los dichos de Guzmán en el artículo “Jorge Guzmán: ‘Filósofo’, ‘sicoanalista’, detective”;
finalmente, en el Nº 24, 1986, Roberto Torretti desmiente dichos de Marchant referidos a él en el artículo
del Nº 23 (“Aseveración desmentida”), y en el mismo número, Marchant contradice a Torretti (“Respuesta
al señor Torretti”).
724
símbolo de la “madre arcaica”, define la poesía de Mistral; en tanto el árbol representa
aquí madre biológica, sino madre como instinto de asirse a algo (Hermann)- se
cuales constituirían sustitutos de la imagen materna; ahora bien, la relación entre el árbol
725
sentido maternal. Por cierto, este proyecto de restauración del sentido
maternal de las cosas es enteramente “loco”, tanto como el proyecto
contrario, el falogocentrismo, del cual representa su simple inversión, es
decir, su crítica, pero al mismo tiempo, su reafirmación (p. 71).
teología feminista492, por lo que me explico la cercanía de Fariña con la lectura que
literaria chilena, es decir, el filósofo sería parte de ese “espacio crítico renovador” que
ella reclamaba para la escritura de mujeres en Chile en el primer prólogo a Una palabra
cómplice.
492
Entre las teólogas feministas, que cuestionan la figura de Dios como Padre, podemos mencionar a
Rosemary Radford Ruether, Mary Hunt e Ivone Gebara.
493
Además de Jorge Guzmán, José Miguel Vicuña (“¿Una autobiografía fantástica?” Revista El espíritu
del valle, 1, 1985, p. 71), al que también respondió Marchant (“Respuesta a José Miguel Vicuña”, El
espíritu del valle, 2, 1986, compilada en Escritura y temblor, 2000, pp. 173-177).
494
Las escritoras y críticas feministas cercanas a La Morada, entre las que se cuenta Soledad Fariña, así
como también Nelly Richard (“La cita académica y sus otros” en Residuos y metáforas (Ensayos de crítica
cultural sobre el Chile de la Transición). Santiago, Cuarto Propio, 2001, pp. 127-140).
726
En el capítulo primero de Sobre árboles y madres, denominado “Árboles”,
Marchant desarrolla una lectura de cuatro poemas de Desolación (1922), “El Dios
Triste”, “La Cruz de Bistolfi”, “Árbol Muerto” y “Tres Árboles”. Por ser el más
relevante para mi lectura, copio aquí el poema “Tres árboles” (Mistral, 2006):
Tres Árboles
Mistral (1975), quien reconociera en los tres árboles la representación de Cristo y los
727
¿Necesidad de apoyarse en esa tradición para darse cuenta de ello? No lo
creemos. Y cuando Taylor concluye su breve referencia a este poema
diciendo simplemente que en él “Gabriela une su sino al de estos árboles
en un acto de amor y dolor”, no podemos dejar de señalar que el crítico
nada entendió de la fuerza del poema. (p. 158)495.
Es preciso señalar que la lectura de “Tres árboles” se conecta con la de los otros
poemas mencionados de Desolación, según Marchant explicita: “la lectura del primer
poema estará presente en la lectura del segundo, el contenido de los dos primeros en la
lectura del tercero, el contenido de los tres, en la lectura del cuarto. Entonces, unidad de
estos poemas, un poema único” (p. 135). Este método acumulativo de lecturas, permitirá
al autor en los capítulos posteriores anotar conclusiones para la obra poética en general
de Mistral.
extrae que la figuración de Dios, identificado con el árbol otoñal, es la del Dios de los
cristianos (p. 140), imagen a la que la poeta, en tanto mujer y madre, se opone (p. 143).
En el caso del segundo poema, “La Cruz de Bistolfi”, la Cruz, que es Cristo, nunca se
abandona; ella contiene el más grande amor y dolor a la vez. La Cruz es madre, y por
495
Todas las citas de Sobre árboles y madres son extraídas de la edición de 1984. En adelante solo se
indicará el número de página.
728
El tercer poema, “Árbol Muerto”, es interpretado por Marchant como la
por el poema anterior, y sabemos también que la Cruz marca aquello que no es sabido:
“Tres árboles” es el cuarto texto, que por consiguiente, reúne los sentidos de los
poemas anteriores. Marchant realiza una interpretación por estrofas del poema (pp. 158-
respectivamente (p. 137). De especial interés para el análisis del poema de Fariña será lo
SEGUNDA ESTROFA
El sol de ocaso -el Dios herido, el Dios Padre- hace visible la
sangre de los leños, y ese hacer visible, ese mostrar, piensa ese Dios, es
su triunfo. Triunfo, sin embargo, que es derrota: en los árboles muertos
está visible el dolor verdadero, verdadero dolor que es lo único que
importa. Entonces, El Dios Padre que declina, se inclina ante los árboles
muertos, ante, ante su “costado abierto”; “costado abierto”: corazón de
Cristo crucificado que sangra, y de él: su “fragancia”; metáfora, otra
más, esencial.
TERCERA ESTROFA
Un árbol torcido tiende su brazo inmenso, tanto más inmenso
cuanto sin hojas, temblando por las hojas que no tiene y temblando por
las hojas de los otros árboles, que no son tampoco esas “hojas”: “de
follaje trémulo”; tiende su brazo, decíamos, hacia otro árbol, rogándole
de sus ojos. ¿Quién ruega a quién? (…) (las cursivas son del autor).
729
fragancia
un árbol torcido
tiende su brazo
inmenso
un sol de ocaso
hace visible
la sangre de su leño
su fragancia
la imagen de los tres árboles; poetiza un árbol, elemento que concuerda con la
sobre otro, señala: “En ese movimiento de dolor, solo es el dolor lo que importa y no los
nombres particulares en que se encarna: así los tres árboles serían un solo dolor, los
tres árboles serían, como dolor, un movimiento de dolor cuyo nombre es Cristo” (p.
730
ubicación a la orilla del sendero, que en la lectura de Marchant se refiere al “lugar de
encuentro” (p. 158), en el cual la poeta496 halla y abraza los árboles, en la cuarta estrofa.
Es decir, Fariña solo retiene la imagen triple del árbol según la interpretación de
figuración del árbol es de vulnerabilidad casi humana: está torcido y añoso (“brazo
inmenso”), tiembla, sangra, está derrotado, abandonado de las hojas -los hijos, si
cristianos, Dios triste, Dios Padre -según Marchant- realiza el gesto de mostrar las
heridas del árbol, que no es triunfo y derrota, sino únicamente derrota, como lo señala el
filósofo.
En tanto madre, este árbol añoso remite al concepto de “madre arcaica” que
Marchant tomara de Hermann; sin embargo, esta es una imagen sufriente de la madre,
que más que consolar, requiere que la consuelen, como el mismo Marchant afirma:
“Cristo pide consuelo para él, Cristo que ya no es, Él, el consuelo” (p. 160). La imagen
de la divinidad que Marchant extrae del poema mistraliano resulta más cercana a lo
humano, más cálida que la severidad del Dios Padre tradicional. Creo que es lo que
permite que la figura divina se entienda como maternal y haga eco entre las feministas.
de la mujer que sufre, abandonada por los hombres (hijos o pareja) ¿es la imagen que
496
Marchant no hace distinción entre hablante y poeta.
731
El título del poema remite a lo que Marchant denomina una “metáfora esencial”;
un triunfo, pues se han expiado los pecados de la humanidad, y creo que es el sentido
que el poema de Mistral reafirma. En el poema de Fariña, este triunfo no es tal: es solo
los temas centrales de esta tesis, le pregunté: ¿Qué visión tiene de la obra de Violeta
Parra? He aquí su respuesta: “Me enamoré de su obra, toda, toda, su humanidad (…)
Está su lado político (…) No sé qué admiro más, si su voz, su temple rabioso, odioso,
desarrollado por lo menos un trabajo sobre la obra de Parra, el que lleva por título “Con
mi litigio de amor, Violeta lírica”, publicado finalmente como “La expresión de amor en
497
Mientras escribía este apartado el año 2010, el artículo estaba inédito; me fue posible obtenerlo gracias
a la gentileza de Soledad Fariña. Al año siguiente, fue publicado con el título: “La expresión de amor en el
732
Asimismo, Fariña demuestra en su obra poética la admiración por el quehacer
artístico de Parra; en el texto Donde comienza el aire (2006), que comprende poemas
elaborados desde la lectura de otros poetas o prosistas, así como también desde la
Fariña incluye como uno de los referentes a Violeta Parra, en dos poemas: el primero de
ellos, “Ya ve mi cara señor”(p. 49), remite a la décima “Con mi litigio de amor” (Parra,
poema “Ya ve mi cara señor” de Donde comienza el aire; me refiero a la ya citada “Con
mi litigio de amor”. Es por ello que en el primer apartado me ocuparé del artículo y del
tiempo: Violeta, Safo” (Revista Iberoamericana, Vol. LXXVII, 236-237, Julio-Diciembre 2011, pp. 1019-
1037). Cito desde el artículo publicado. Fariña amplió la bibliografía de consulta sobre Parra, Safo y sus
obras, pero mantuvo las ideas centrales de su propuesta. Agradezco a la autora la noticia de la publicación
de su artículo.
733
5.1. “Con mi litigio de amor” de Violeta Parra. Acercamiento crítico y poético.
“Con mi litigio de amor” es un texto escrito por Violeta Parra (1988), recogido
causa de un desengaño amoroso, por lo que expone los efectos físicos y psicológicos
Ya ve mi cara, señor,
más pálida que la muerte,
734
escuche cómo de fuerte
palpita mi corazón,
mi pobre caparazón
tirita como en invierno,
mis venas son un infierno
que arden en fuego mortal,
castígueme el tribunal
si acaso culpa yo tengo.
Es increíble y penoso
lo que yo estoy padeciendo,
que se me van escondiendo
las ansias de hallar reposo,
motivo muy doloroso
el sueño me ha prohibido,
la fuerza me ha consumido
y me ha atormentado el alma
p’a mí lo que llaman calma
es vocablo sin sentido.
de la poesía de Parra. Además, constituye una forma de acceder a los aspectos que a
poética, pues no se debe olvidar que la autora del artículo es una poeta-académica. Creo
que esta “doble filiación”, por así llamarla, de todas maneras influye en el proceso de
escritura, ya sea académica o poética. La poesía tendrá un referente académico, así como
735
el artículo especializado será elaborado por quien conoce por propia experiencia el arte
de la creación literaria498.
literatura499, con lo que no me refiero a la escritura ensayística, que sin duda es una
especializadas, que es el caso de este texto de Fariña. Pienso que realizar el análisis del
citado artículo servirá para interpretar con mayor exactitud el alcance de la obra de
litigio de amor” de Violeta Parra en relación con un tema específico, que a decir de
Fariña se puede enunciar como los efectos del estado de enamoramiento en la mujer.
mientras que Safo introduce en la lírica la concepción femenina del mundo a diferencia de
498
Obviamente lo que afirmo podría discutirse, aunque lamentablemente desconozco si se ha estudiado el
fenómeno de la “doble filiación”, es decir, de qué forma afecta una escritura a la otra. Los creadores-
académicos abundan, pues hoy en día se consideran áreas afines, sin embargo, se carece de materiales
especializados que examinen el tema. Si bien lo enunciado tiene el carácter de presunción, quizás este
acotado análisis sobre Fariña y Parra arroje alguna incipiente conclusión sobre ello.
499
Solo pensando en poetas chilenos contemporáneos que cultivan esta “doble filiación”, podemos
mencionar a Marina Arrate, Jaime Quezada, Eugenia Brito, Andrés Morales, Naín Nómez, Javier Bello,
Jorge Guzmán, Sergio Mansilla, entre otros. Las razones pueden ser distintas en cada uno de los casos:
interés particular por algún poeta o narrador, económicas, laborales, etc., aspecto que escapa a los
objetivos de este trabajo.
500
Para justificar esta aseveración, Fariña cita a Patricia Díaz-Inostroza (2000), Silvia Lafuente (1990) y
Paula Miranda (2000). El artículo de Díaz-Inostroza se refiere a los aspectos musicales del trabajo de
Parra (composición musical), mientras que los de Lafuente y Miranda analizan las Décimas acentuando
los aspectos poéticos. Según las investigaciones citadas, tanto en la música como en la lírica, Parra es una
innovadora.
736
sus contemporáneos, quienes escribían desde una visión masculina hegemónica. Este
cambio de enfoque generado por Safo posee diversas implicancias (sexualidad femenina
autoras. Asimismo destaca la relevancia de Safo para la poesía universal, pues a pesar de
poética de los efectos provocados por el sentimiento amoroso: fuertes palpitaciones del
corazón, palidez del rostro como signo de muerte cercana, a lo que se añade la idea del
amor como fuego. En la tradición, esta metáfora remite a la pasión amorosa, sin
enfermedad: “mis venas son un infierno / que arden en fuego mortal” (vv. 27-28).
501
Al igual que la tradición popular, en especial la española, a partir de las jarchas y los romances, la
tradición literaria culta desarrolla el tema del amor como sufrimiento, tema simbolizado en la imagen del
laberinto; por ejemplo, durante la Edad Media se publica El Corbacho, Laberinto de amor (1487), de
Giovanni Boccaccio, drama en el que aparece una selva denominada “laberinto de amor”; según el
personaje principal, el amor es un sufrimiento debido a las mujeres. En el periodo colonial, Sor Juana Inés
de la Cruz desarrolla el tema desde la perspectiva femenina en la obra Amor es más laberinto (1689), que
escenifica un triángulo amoroso con personajes de la mitología griega: Teseo, Ariadna y Fedra; las
princesas luchan por el amor del héroe. En el caso de Violeta Parra, es necesario recordar que La Lira
Popular se caracterizaba por poetizar situaciones escabrosas como crímenes cometidos por amor, lo que
recupera la tradición romancesca española.
737
Recuérdese que la asociación del amor con la enfermedad es de larga data en la
Márquez reseña que la metáfora “el amor es una enfermedad” tiene sus ejemplos
más antiguos en la poesía arcaica griega503, aunque, por el carácter fragmentario de esta,
no es posible hablar de tópico, categoría que postula legítima desde la tragedia Hipólito
Hipólito504. Creo que este tópico es aún más antiguo, pues en la Biblia ya existe a lo
menos un antecedente de un deseo poderoso que llega a la enfermedad. Amnón, hijo del
rey David, se “enferma de amor” a causa del deseo por Tamar, su hermanastra505. Al
502
Cabello (2009) también se refiere a la enfermedad de amor como un tópico de la antigüedad clásica.
503
Además de Safo, habría que mencionar, entre otros, a los latinos Lucrecio, Catulo, Virgilio y Horacio,
que incluyen esta metáfora en sus obras, en las que ya constituye un tópico.
504
Otras “enfermas de amor” de la literatura de la antigüedad clásica son: Medea (en Las Argonáuticas, de
Apolonio de Rodas y Heroidas, de Ovidio), Dido (en La Eneida) y Ariadna (en el poema 64 de Catulo)
(Cabello, 2009, s.p.).
505
“Aconteció después de esto, que teniendo Absalón hijo de David una hermana hermosa que se llamaba
Tamar, se enamoró de ella Amnón hijo de David. Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar
su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna” (2ª de
Samuel 13:1-2). El amigo de Amnón, Jonadab, nota el adelgazamiento del príncipe y le pregunta su causa.
Amnón establece una equivalencia entre la enfermedad y el amor: “Yo amo a Tamar la hermana de
Absalón mi hermano” (v. 4). Luego de que Amnón viola a Tamar, la “enfermedad” desaparece
instantáneamente: “Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la
aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete” (v. 15);
cabe destacar que para consumar su deseo, Amnón finge estar enfermo ante su padre, solicitando que
738
parecer la “enfermedad de amor” se refiere al deseo físico insatisfecho, como se produce
en los casos de Fedra y Amnón; en ambos casos se trata de pasiones prohibidas, pues
son incestuosas506.
Diego de San Pedro. Besó Portalés (2002) señala: “la crítica ha rastreado los tratados
pronóstico y el remedio de tal enfermedad” (s.p.). Es posible que Violeta Parra haya
folclor campesino.
a un “catálogo de los síntomas de amor (signa amoris)” (p. 44), el que la crítica también
ha considerado un tópico, colocando estos versos de Safo como paradigma del concepto.
Tamar cocine para él y lo atienda. De esta manera logra que la joven permanezca sola en una estancia con
él.
506
En el caso de Fedra, es imposible legitimar su relación con Hipólito; en el caso de Amnón, al parecer,
no existía tal prohibición, de tal manera que el amor de Amnón es presentado como perverso, uno de los
castigos divinos que el rey David debe afrontar por el adulterio con Betsabé (2ª de Samuel 12). Mientras
intenta defenderse de su hermanastro, Tamar le suplica: “No, hermano mío, no me hagas violencia; porque
no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza. Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú
serías estimado como uno de los perversos en Israel. Te ruego pues, ahora, que hables al rey, que él no me
negará a ti. Mas él no la quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella” (2ª de
Samuel 13:12-14).
739
presentan como un síndrome de trauma emocional más que como síntomas de una
Además de las similitudes de los textos en estudio, Fariña subraya la relevancia del
sentimiento amoroso en la obra de Parra, rasgo que comparte con Safo; la forma directa
obras y el suicidio (posible en el caso de Safo, según una de las versiones que circulan a
partir de los escasos datos que se manejan sobre su vida). No obstante, desde mi
de Violeta Parra a la tradición lírica femenina universal, puesto que la compara con uno
de los referentes clásicos de la poesía escrita por mujeres. Fariña (2011) afirma sobre el
fragmento 31 de Safo: “Hay consenso entre los estudiosos que, en este poema, la
descripción del pathos amoroso alcanza la más acabada expresión” (p. 1026), aseveración
corroborada con bibliografía que reconoce los aportes de la poeta griega. De esta manera,
improbable que Parra haya conocido el texto de Safo según Fariña, la comparación legitima
y valida la décima de Violeta Parra como una obra de extraordinaria calidad, más allá de la
fuerza avasalladora del amor que se mantiene a través de los siglos, aspecto que también es
acotado en el artículo; en relación con ello, Fariña resalta la gran diferencia que existe entre
507
Aclaro que esta terminología no es utilizada por Fariña en su artículo, sino que constituye mi
apreciación de su trabajo.
740
El artículo de Fariña sugiere asimismo el deseo de visibilizar una tradición
“otra”, que actúa por “adecuación y transgresión” de una tradición literaria mayormente
juicio, el trasfondo que menciono se explica porque Soledad Fariña no solo es poeta y
académica, sino que debemos añadir, feminista, “de la escuela ochentera” (Ver “Anexo
Contracanto (1968), lee la poesía escrita por mujeres como “la tradición del
contracanto”, inaugurada por Gabriela Mistral y reforzada por Violeta Parra508, que ha
y hegemónica.
por una parte, se han recuperado nombres olvidados o postergados en su época, y por
otra, se han desarrollado lecturas feministas de textos literarios escritos por mujeres.
508
Violeta Parra define su canto en sus décimas autobiográficas como “canto a porfía” (Parra, 1988, I, v.
31, p. 24) que se caracteriza por ser verdadero: “Yo canto la diferencia / que hay de lo cierto a lo falso /
De lo contrario no canto” (Parra, 2005, p. 149), cita Ortega. La estudiosa inscribe estas cualidades del
texto de Parra en la tradición del contracanto. El “canto a porfía” vincularía a Parra con esta tradición
iniciada por Gabriela Mistral. Ortega (1996) señala que Mistral y Parra: “funden el discurso femenino que
cuenta la historia desde la perspectiva de la mujer. Es decir, el discurso iniciado en los Recados de
Gabriela, cuya continuación es obvia en las Décimas de Violeta Parra, concretiza el discurso femenino de
la mujer contemporánea arraigada a su yo histórico” (pp. 143-144). Me distancio de la aseveración sobre
la continuidad “obvia” que Ortega percibe entre los Recados y las Décimas, pues me parece que los
Recados mistralianos comprenden temas heterogéneos cuya intención y tono son muy diferentes a los de
las Décimas.
509
Es importante acotar que esta recuperación de los aportes de las mujeres se ha desarrollado en todos los
ámbitos posibles. Así, la crítica feminista ha visibilizado a personajes históricos femeninos, filósofas,
científicas, escritoras, matemáticas, buscando de esta forma completar la historia de la humanidad.
741
Podemos mencionar la reactivación en la memoria crítica de las obras de Teresa Wilms
Montt, Winett de Rokha y Stella Díaz Varín510, como también, quizás la más
artículo que comento Soledad Fariña agrega el nombre de Safo. De esta manera, Fariña
Violeta Parra, cuya música desde hace décadas forma parte del legado artístico
académico que establece puentes entre la escritura de Safo y la de Violeta Parra, ubica a
artístico total.
estriba en que se refiere a Parra, sino además en que específicamente remite a la décima
“Con mi litigio de amor”, pues en su obra Donde comienza el aire (2006), Soledad
Fariña realiza un acercamiento poético a la décima. El poema “Ya ve mi cara señor” (p.
510
Curioso es el caso de Díaz Varín. Juan Villegas (1993) comenta sobre esta: “personaje medio mítico en
los recuerdos de la llamada generación del 50 por su agresividad física y lingüística. Díaz Varín emergió
como la poeta de la generación anterior en el Congreso de la Literatura de la Mujer, realizado en Santiago
en agosto de 1987. Se le dedicaron homenajes y cenas. Homenajes que provocaron en ella sorpresa y
orgullo. Lo interesante es que me pareció advertir que las poetas más jóvenes habían encontrado en su
rebeldía un modelo que buscaban dentro de su propia tradición. Stella Díaz no ha publicado durante este
periodo” (p. 33).
742
49) es una transcripción de la tercera estrofa de “Con mi litigio de amor”, con cambios
Interesa enfatizar además, que las similitudes con el poema de Safo visibilizadas en el
Ya ve mi cara
señor
más pálida
que la muerte
escuche
cómo de fuerte
palpita mi corazón
mi pobre caparazón
tirita como en invierno
castígueme
el tribunal
si acaso culpa yo tengo
Aunque las palabras sean exactamente las mismas, Fariña realiza una serie de
que Julia Kristeva, en Semiótica (1981, vol. 1), reconoce en el pensamiento de Bajtín y
que evidentemente se produce en el texto comentado, esto es, que la “palabra literaria”
se concibe como “un cruce de superficies textuales, un diálogo de varias escrituras: del
743
escritor, del destinatario (o del personaje), del contexto cultural anterior o actual” (p.
188).
una de las estrofas que componen el texto; de esta forma dialoga con el contexto y el
estilización” de Bajtín512, para explicar las operaciones que desarrolla Fariña para la
décima de Parra.
Cito parte de la lectura que Kristeva (1981, vol. 1) hiciera del concepto de Bajtín:
“Pero el autor puede utilizar la palabra de otro para poner en ella un sentido nuevo, al
mismo tiempo que conserva el sentido que tenía ya la palabra. De ello resulta que la
palabra adquiere dos significaciones, que se vuelve ambivalente” (p. 201). Al apropiarse
poéticamente del texto de Parra, Fariña genera lo que desde Bajtín se puede denominar
un efecto de estilización, es decir la unión de dos sistemas de signos que, sin embargo,
la décima de Parra, es menester examinar cuáles son las modificaciones al texto original,
511
Sentido del mensaje global de un texto poético (Kristeva, 1981, vol. 2, p. 57).
512
Remito al apartado 3.2. “Concepción de un arte global: tejido y escritura” (capítulo 3 del presente
estudio), en el que defino ambos conceptos a propósito de La Wik’uña.
744
Lo primero que hay que considerar es el carácter de homenaje que posee el
poema, lo que nos remite al sentido general de Donde comienza el aire. En una
de este libro: “Este proyecto nació cuando me di cuenta que muchas de mis lecturas
sobre otros poetas eran, a la vez, poemas míos. Es por eso que en este libro lo que hago
es dialogar, en la poesía, con estos autores” (s.p.). Es así como Fariña difumina la línea
divisoria entre lectura y escritura. El anuncio que “Radio Tierra” realiza en su página
e incluso un absurdo, pues ya Bajtín concibe la literatura como diálogo y cruce. Así
escritura, como también la apropiación de los poemas de otros escritores. Para Fariña,
las palabras en tanto convenciones son meros instrumentos para comunicar aquellos
poesía. Incluso, la idea de plagio a otros escritores es asumida con franca hilaridad. En la
entrevista publicada en La Nación (García, 2006), Fariña afirma: “Stella [Díaz Varín],
745
que fue mi amiga desde el 87, sí alcanzó a escuchar ‘Amó la luz’ [poema que homenajea
a Díaz] porque se lo leí en un recital. Recuerdo que le dije a la colorina, ¿ves como te
Lo que en otro contexto pudiera entenderse como plagio, Fariña lo plantea como
un homenaje a los poetas cuyos versos la acompañaron durante los cinco años en que
trabajó en la escritura del libro. Es así como sitúa su propia escritura en la décima de
Parra, lo que se explicita en el índice del libro, donde al título del poema se añade la
dedicatoria: “A Violeta Parra desde una de sus décimas”. Esta “copia” es entendida más
Parte de este homenaje es la difusión de la obra y del autor aludido, pues los
poemas de Fariña remiten tanto a autores consagrados como a otros poco conocidos513;
de ahí que escribir un libro con este carácter se haya interpretado como un gesto de
poeta Catulo que Fariña realiza en su artículo sobre Parra y Safo; para Fariña, Catulo
actuó como difusor de la poesía de Safo: “su poesía fue difundida a partir de Catulo,
cuyo Poema 50, a excepción de la última estrofa, es una transcripción fiel del fragmento
31” (p. 1024). Esta operación es similar a la que Fariña realiza con la décima: así como
Catulo transcribe a Safo, Fariña transcribe a Parra. De esta forma, se manifiesta por parte
513
Por ejemplo, el libro homenajea a Neruda, Huidobro, Mistral, Lihn, De Rokha, entre los chilenos
consagrados; José María Arguedas, Alejandra Pizarnik, César Vallejo, Juan Rulfo, entre los extranjeros;
pero también a poetas o creadores muy poco conocidos o incluso inéditos, como Jaime Sáenz (Bolivia),
Elsa Cross (México), Hilda Hilst (Brasil), Teresa Arijón (Argentina), Isabel Gómez (Chile), entre otros.
514
La poeta afirma de Donde comienza el aire: “cuando yo estaba escribiéndolo, todos me decían: eres
generosa con los otros poetas; es un gesto no canónico” (Ver “Anexo 3”).
746
de la autora el deseo de inscribirse en aquella tradición escritural de la transgresión y la
adaptación, que ella misma describiera en su artículo. En suma, el texto que alguna vez
¿re/escribieran? Safo, Violeta Parra, y por cierto, Catulo, lo reescribe en esta ocasión,
Soledad Fariña515.
el texto, el mismo corte “académico” que realizó para el artículo, y que se corresponde
en sus similitudes con el “fragmento 31” de Safo516. De las cinco estrofas de “Con mi
litigio de amor” solo conserva la tercera. Esto implica una serie de transformaciones
515
De hecho, la traducción del poema de Safo que aparece en el artículo es de la propia Fariña, quien a su
vez se basa en la traducción al inglés de Mary Barnard. Si consideramos la traducción como una clase de
reescritura, esta sería la segunda vez que Fariña reescribe el mismo texto; primero desde la traducción de
Barnard y luego desde Parra.
516
Transcribo la versión del “fragmento 31” que hiciera Fariña para su artículo “Con mi litigio de amor,
Violeta lírica”, a partir de la traducción al inglés de Mary Barnard (pp. 1025-1026):
Es más que un héroe
es un dios a mis ojos
el hombre que frente a ti
se sienta. Aquél,
que en la intimidad escucha
el dulce murmullo
de tu voz, la seductora
747
para el sentido global del texto, pues se suprime la causa de los malestares que se
presentar su caso ante un tribunal de justicia. Elimina la figura del juez, que se
transforma solo en una figura masculina aludida como “señor”. No obstante, la imagen
conserva su autoridad, porque el tono respetuoso y distante de las palabras escritas por
Parra se mantiene. Los términos “señor” y “tribunal”, alejados del significado concreto
que Parra les había otorgado, adquieren un sentido mayormente metafórico, que
intentaré dilucidar.
Desde otro punto de vista, se debe reconocer que la supresión de todos estos
elementos logra generalizar los versos de Parra, pues de una situación concreta, en un
adversas.
ausencia del acervo religioso de la obra de Parra, así como también de la resignación
748
Ahora bien, ¿qué es lo que Fariña conservó y aisló de su contexto original?
Considerando los aspectos gramaticales del poema, se conservó una estrofa en que el
lingüísticas propias del habla popular; en este sentido, la estrofa establece un puente
elaborado y culto.
por los estudiosos de las Décimas de Parra, aunque esta décima en particular no
como la muerte en contraste con las fuertes palpitaciones del corazón, cuerpo (exterior),
que tirita mientras las venas (interior) arden, frío del invierno versus fuego del infierno.
Es decir, el texto escogido es ejemplar como selección de las Décimas en uno de sus
elementos estructurantes.
apelativo hacia un “señor” cuya identidad es ahora difusa, pero que se reconoce
revela a partir del propio texto reescrito, sino a un nivel paratextual: el poema está
517
Remito al capítulo 2, apartado 1.3, “Introducción al estudio de Décimas. Autobiografía en verso, de
Violeta Parra”, en el que se explica la división entre las décimas autobiográficas y las “Composiciones
Varias”.
518
Rasgo estudiado por la crítica, por ejemplo Münnich (2006) y Pérez y Zeballos (2008), al que me
refiero en el apartado 1.3 del presente capítulo, sobre la décima de Parra dedicada a Mistral.
749
escrito desde una de las décimas de Violeta Parra, cuya escritura se caracteriza por la
Violeta Parra que la está reescribiendo; teniendo en cuenta este contexto y el carácter de
él confirme sus dichos mediante la observación, rasgo que es característico del discurso
poético de Parra, esto es, que los interpelados en los textos y los lectores se cercioren y
La hablante remata con una solicitud; el castigo de parte del tribunal si es que
519
Característica de la escritura autobiográfica, comentada en el apartado 1.3 del capítulo 2.
520
Me imagino que los demás lectores de Donde comienza el aire comparten mi experiencia, que es la de
considerar incompleta la lectura del libro de Fariña mientras no se acuda a los referentes. Si bien es cierto
que todo texto nos remite a otros, por lo que el proceso de lectura de un solo texto podría ser infinito, en el
caso particular del libro de Fariña los poemas envían a referentes explícitos, es decir, son escritos
pensando en otros textos; por lo tanto, desde mi punto de vista, al menos, se hace necesaria la revisión del
poema homenajeado, el que podríamos llamar el “hipotexto” (Genette), para completar el sentido de los
poemas de Fariña.
750
y detectar su posible culpabilidad; subyace a esta conducta desafiante el convencimiento
17).
Uno de los mecanismos para someter a las mujeres más atacado por las poetas
familia, la iglesia, la escuela, son, quizás, las más evidentes521. En la obra de Violeta
521
Con respecto al tema de la culpa en las poetas chilenas contemporáneas, el ejemplo más significativo es
el poemario La Santa. Historia de su elevación (1998), de Rosabetty Muñoz. Transcribo unos de sus
textos, justamente llamado “La culpa” (p. 27) “La culpa. La culpa. / Nos enseñan a hervir en su caldo. /
Nos oprime el pecho.” Resultan versos significativos a la hora de contrastarlos con la autobiografía de
Parra, que abordo a continuación.
751
arrójenla en los infiernos
p’a sécula seculorum. (1988, LXIX, p. 160, vv. 51-60)
LXXXIII, “verso por confesión” (1988, pp. 187-188), que cierra la autobiografía y en la
cual la hablante se debate entre la culpa que siente y el anhelo de redención: “el mundo
amoroso y sus efectos nocivos para la salud; despojado de ese sentido, el poema transita
752
sociales que experimentó, pues se le cerraron puertas y se le ridiculizó en múltiples
Soledad Fariña, traer a la memoria los castigos sociales infligidos a otras mujeres artistas
y a mujeres ‘comunes y corrientes’. Pensar en los “señores” sin rostro frente a mujeres
sentido general -reclamo del que Violeta Parra no estuvo exenta-, considerar la posición
del individuo frente a las instituciones, de la sociedad frente a los estigmatizados a causa
seres y entidades investidos de poder frente a los más desvalidos, llámese pobre, obrero,
campesino, indígena, o tal vez niño, mujer, artista, actualizan la lucha mayor de Violeta
otorga una carga semántica acorde con el pensamiento feminista, la visión de mundo de
522
Nicanor Parra en el poema introductorio a las Décimas, “Defensa de Violeta Parra” (1988, pp. 13-18),
da cuenta de este doloroso aspecto de la vida de su hermana: “Pero los secretarios no te quieren / Y te
cierran la puerta de tu casa / Y te declaran la guerra a muerte / Viola doliente” (vv.51-54), y más adelante:
“Se te acusa de esto y de lo otro / Yo te conozco y digo quién eres / ¡Oh corderillo disfrazado de lobo! /
Violeta Parra” (vv. 90-93).
523
Texto de Violeta Parra musicalizado por su hija Isabel (2005, p. 192) que ejemplifica su anhelo por
atacar las injusticias y mejorar la situación de los más desvalidos.
753
homenajeando a una autora en particular, sino a toda una línea de escritura, que, entre
Fariña524.
árbol
de la vida
Violeta Parra se inicia en las artes visuales en 1958, como relata su hija Isabel,
524
Este apartado fue publicado con leves modificaciones bajo el título “‘Árbol de la vida’. La arpillera de
Violeta Parra en la obra de Soledad Fariña” en Revista La Palabra, 19, julio-diciembre 2011, pp. 47-56.
754
Su inquieta creatividad no cede a la postración y a la debilidad provocadas por la
enfermedad, sino que comienza a pintar y bordar; improvisa, prueba y juega con los
materiales que muchas veces son sábanas o cortinas, es decir, lo que tiene más a mano, y
Las tapicerías o arpilleras, describe Isabel Parra, “Son telas bordadas con lanas
coloridas sobre yute o arpillera o sobre telas comunes de algodón” (V. Parra, 2007, p.
18); para explicar el significado de este tipo de obras, cita palabras de su madre: “Las
arpilleras son la parte hermosa de la vida y las pinturas la tristeza de la existencia” (p.
dispone para cada arte una emoción: mientras la pintura dará cuenta de la tristeza, los
se roza con la tristeza a cada instante. De esta manera, Violeta Parra afirma: “Las
arpilleras son como canciones que se pintan” (2007, p. 62), declaración que une la
En este contexto, “Árbol de la vida”, por ser una arpillera, nace de una emoción
525
Isabel Parra, “El viaje de las obras” en Violeta Parra, Obra visual (2007, pp. 18-24). En este breve
apartado, la hija mayor de Violeta Parra comenta el inicio y el desarrollo de su madre en las artes visuales,
como también los titánicos esfuerzos de familiares y amigos durante la dictadura por sacar óleos y
arpilleras de Chile, para preservarlos; luego, el deambular de las obras por diferentes sitios hasta que los
hijos de Violeta Parra crean la Fundación que lleva su nombre, a fin de proteger y difundir su legado,
consiguiendo reunir la mayoría de las obras en Chile.
755
Parra. Un dato interesante sobre esta arpillera lo aporta José Ricardo Morales526, quien a
propósito de la precariedad en que Parra tuvo que desarrollar sus artes, comenta que en
ocasiones la artista se vio obligada a pintar en el reverso de otra obra, pues carecía de
pintado en su reverso, el cuadro designado como Funeral en la calle” (2007, p. 56). Por
Existen, además, dos arpilleras que Parra tituló “Árbol de la vida”; si bien en
ambas obras prima la misma idea en forma general, se observan entre ellas varias
diferencias. Ambas aparecen en Obra visual. La primera obra, “148 x 108 centímetros.
Cereceda Orrego y no se especifica el año del cual data. La segunda obra es de 1963,
“135 x 97,5 centímetros. Yute teñido y bordado con lanigrafía” (2007, p. 71), y
pertenece a la Fundación Violeta Parra. Es, por tanto, la obra que se exhibe al público en
general, de hecho, el contenido del poema de Soledad Fariña nos remite a ella.
una oración que describe el gesto desde el cual Fariña concibe el texto: “árbol de la vida,
arpillera de Parra, gesto que no es ajeno a otras poetas del corpus de esta tesis. Pensemos
526
“Violeta Parra. El hilo de su arte” (2007, pp. 34-57), es otro de los trabajos que figura como
introducción a Obra Visual de Violeta Parra.
756
en la poetización que Mistral realiza de “El pensador” de Auguste Rodin, en “El
pensador de Rodin” (1992, vol. 1, p. 9). Creo que así como Fariña dialoga con la
arpillera de Violeta Parra, asimismo dialoga con el poema de Mistral sobre la escultura
de Rodin, de tal manera que la escritura de “Árbol de la vida” la vincula con Parra con
Mistral.
algunos de sus componentes, la poesía de Mistral penetra en el interior del pensador; así
escultura. “El pensador de Rodin” abre el primer libro de Mistral, Desolación (1922) y
árbol de la vida” da buena cuenta de ello, como se verá en las páginas sucesivas.
integra en el mismo texto la oposición del arriba y el abajo, la tierra y el cielo, ambas
recorriendo el cuerpo visible de la figura femenina, para luego volver hacia abajo, donde
En una primera lectura, las diferencias de dimensión entre las palabras del poema
757
apropiado, esto es, la figuración de la hablante puesta en pie en un salón contemplando
considerable espacio en blanco; ello nos remite a la disposición que realizó Parra de la
parte inferior, mientras hacia arriba se ubica el cabello, que se transforma en las ramas
floridas de un árbol. Así, la estructura del poema emula la figuración del rostro y la
Parra527.
“árbol” del título, “color lila” (v. 1), “transformándose en árbol” (v. 4), “abajo, la mano
también / lila” (vv. 6-7). Considerando este aspecto, los rasgos humanos de la figura de
metafóricos: el color lila y la figura del árbol, que constituyen elementos fundamentales
palpable para cualquier lector del texto y la crítica ha dado buena cuenta de ello528.
758
Selena Millares (2000) desarrolla lo que ha denominado el motivo central de la obra de
Parra: “la figuración del Edén, del paraíso perdido de la inocencia, que una y otra vez se
construye como refugio para la esperanza” (p. 173). Para Millares, la recurrencia del
pagano (p. 174). Para la estudiosa, la imagen del árbol y del ave posada en la rama es
cósmico en tanto eje del mundo, “símbolo de las relaciones que se establecen entre la
tierra y el cielo. Posee en este sentido un carácter central (…) (Chevalier, 1995, p. 118).
es el rocío celeste, sus frutos dan la inmortalidad (retorno al centro del ser, estado
Edén, rodeado por un río de cuatro brazos. Asimismo, encarna la dualidad vida-muerte:
muerte, la muerte del Mesías, aunque éste se convierta en árbol de la vida por el hecho
bikini” (1964), que remite especularmente a la misma simbología y se ubica junto a “El
759
El árbol de la vida posee una simbología netamente espiritual, así como también
maternal, “Pero el árbol de la vida, con sus frutos, con su utilización genealógica, evoca
la mayoría de las veces la imagen de la madre (…) Maternal también, el motivo del
enlazamiento de las ramas, de la absorción y del renuevo por las raíces y por el follaje”
universal del árbol de la vida, la arpillera remite a la configuración del motivo del jardín
representado en el jardín del Edén- y la eternidad -con ello, la anulación del tiempo-,
fusiona con la naturaleza, rasgo que se vincula a la imagen del cantor campesino. La
presencia del árbol en la arpillera puede referirse a la figuración del paraíso perdido,
pero también es la imagen del cantor. La imagen del ave en la arpillera confirma esta
cantora popular, pero que no deja de ser mujer-madre, que a través del arte musical
760
recupera el paraíso y obtiene la inmortalidad, mientras que el poema de Fariña rescata y
En las tres introducciones a las Décimas, escritas por Pablo Neruda, Nicanor
(1988, pp. 13-18), uno de los textos introductorios, identifica a la artista tanto con la
figura del árbol como con la de las aves: “Árbol lleno de pájaros cantores / Violeta
Parra” (vv. 9-10), “Ave del paraíso terrenal” (v. 39), precisando en uno de los versos
y díscola. Así se inicia el relato de una escapada al cerro con su hermano “Tito” o
Nicanor:
En estos versos, Violeta adulta rememora una anécdota de Violeta niña; el deseo
761
considera gravosas responsabilidades, esto es, asistir a la escuela, estudiar y aprobar el
año escolar. Por lo que otras décimas relatan, estas experiencias fueron desagradables;
para olvidarlas, la hablante buscaba los espacios abiertos -en contraste con el encierro de
la escuela-, los árboles, flores, animales, insectos; el goce de este ambiente junto a Tito,
la alegría y la libertad. Con el transcurrir de los años, las responsabilidades y los dolores
serán distintos para el personaje de las Décimas, pero a pesar de ello, seguirá
la escritura de las Décimas solo lo pudo manifestar así, como una utopía; sin embargo,
claro está, al ser una cantora popular, personaje que como bien formulara Millares, se
identifica con el árbol y el ave; en las artes visuales, la arpillera “Árbol de la vida” es
realización total de estos sueños fantásticos, que quizás posean raíces infantiles e
El color lila no es menos significativo en la vida y obra de Parra que la figura del
530
El documental, realizado en 1965 por la televisión suiza, se llama “Violeta Parra, bordadora chilena”.
Extractos de este material se exhiben en el filme de Luis Vera, Viola chilensis (2003), el cual es mi fuente
de información.
762
señala que la primera figura es ella. Ante la pregunta “¿Por qué [el rostro es de color]
relacionado con el significado del árbol de la vida, pues como color secundario,
conformado a partir de los primarios rojo y azul, remite al “equilibrio entre la tierra y el
sujeto biográfico, se fusiona con la figura del árbol a través de su cabello. Este conforma
la raíz, el tronco y las ramas del árbol, mientras que lo visible del cuerpo de la mujer -su
rostro y una de sus manos- se ubican bajo el árbol. De esta forma, el árbol resulta una
minerales de la tierra que nutren la raíz del árbol. Se puede elucidar que mientras
531
La cabeza de la mujer se apoya en la tierra, descansando en ella; Chevalier (1995) señala que la cabeza
simboliza “el espíritu manifestado con respecto al cuerpo, que es una manifestación de la materia. Por su
forma esférica la cabeza humana es comparable según Platón a un universo. Es un microcosmos. Todos
estos sentidos convergen hacia el simbolismo del uno y de la perfección, del sol y la divinidad” (p. 221).
En la arpillera, la cabeza redonda exhibe un rostro violeta de expresión tranquila, que representa el espíritu
de la cantora popular.
763
cantora y el Canto a lo Divino que se enfila hacia las alturas. Es así como la vida
El cuerpo de la mujer abarca toda la extensión del árbol, pues la mano que
Parra bordó una mujer cuyos brazos se adivinan largos en extremo532. Pienso que ello se
figura del cantor, como asimismo los brazos emulan las ramas que se extienden desde el
biografías de la artista destacan su gusto por mantener el cabello largo, con un peinado
sencillo, sin experimentar con los peinados de moda por aquel entonces533.
Como parte del cultivo de su apariencia campesina, Parra eligió esta forma
532
Es importante subrayar que el árbol de la vida del jardín edénico estaba rodeado por ríos. Los ríos del
Génesis han sido reemplazados por los brazos de la cantora, que de esta forma se vincula al elemento
agua.
533
En la época en que Violeta Parra cultivó el baile español y se hacía llamar “Violeta de Mayo” se
peinaba para sus presentaciones de acuerdo al estilo de las “bailaoras”, es decir con un moño en la nuca,
como lo demuestran las fotografías de la época. Posteriormente, como cantora campesina, dejaba su pelo
suelto o con un moño menos ceñido que el del baile español. Las imágenes más difundidas de la artista la
muestran con su largo pelo suelto; Parra jamás se mostró con los peinados de moda en la década de 1960,
vale decir “toca”, pelo escarmenado o “planchado”, pues toda su vida, hasta en los detalles mínimos, se
orientaba hacia la estética del folclor popular.
764
se le enmarañaba en ocasiones. El cabello enmarañado es uno de los rasgos que
una mujer indócil, díscola ante las modas de la época, poseedora de su propio estilo.
Pienso que la imagen de Violeta Parra como una rebelde frente a los cánones de la época
es fuente de admiración por parte de una poeta feminista como Soledad Fariña. La
como en el poema, no puedo dejar pasar la oportunidad de vincular estas imágenes con
la obra de María Luisa Bombal. Es sabido que Bombal gustaba de crear personajes
femeninos de largas trenzas; las novelas La última niebla (1935), La amortajada (1938)
y, por supuesto, el cuento “El árbol” (1939) dan cuenta de personajes femeninos que
765
Las mujeres aristócratas de Bombal se vinculan a la naturaleza a partir de sus
cabellos, lo que por otro lado sugiere la asociación de la mujer con las plantas, en
del personaje femenino de la arpillera como también el del poema se eleva hacia el cielo.
parecen extenderse hasta el infinito; sin embargo, en el poema, la hablante amplía esta
imagen enunciando “sus ramitas erguidas buscan el sol (…)” (v. 5). El sol no aparece en
la arpillera, sin embargo, la hablante concluye que la posición de las ramas se debe a su
búsqueda, necesaria para que las plantas fabriquen sus alimentos a partir del conocido
elemento recurrente de su poesía, esto es, a las imágenes asociadas a la luz solar.
ambiente desértico, escenario del mundo amerindio que atraviesa el libro. Así se
transforma en roca, agua, ave lacustre y en planta. Los versos que cierran En amarillo
oscuro dan cuenta de la hablante en tanto planta buscando alimentos a través de las
766
intentando dormirse (p. 119)
Parra.
Aparte del cabello enmarañado, la hablante del poema “árbol de la vida” fija su
atención en los ojos grandes de la figura femenina de la arpillera y en su mano. Los ojos
de Violeta Parra por parte de sus biógrafos, pues las semblanzas recopiladas de quienes
pulsó las cuerdas de la guitarra, guitarrón y tantos otros instrumentos como el cuatro
venezolano, sino que tomó lápiz y papel para componer, bordó, esculpió, pintó, cocinó,
representan el mayor don de Violeta Parra según nos recalca el poema, la creación.
homenaje poético que Soledad Fariña realiza para Cecilia Vicuña en Donde comienza el
767
aire (2006); me refiero al poema “cardosanto” (p. 30), que remite a los textos de Vicuña
plantas autóctonas; materiales vinculados con los pueblos indígenas como la lana, el
andinos. Con todos estos elementos, Vicuña construye objetos artísticos que conforman
la exposición, desarrollada durante el mes de marzo del año 2000 en la Galería Gabriela
En una conversación con la poeta el año 2012, vía correo electrónico, ella me
comentó que el nombre Semi ya alude a la relación entre el ser humano y la naturaleza:
trabajar lúdicamente con el lenguaje. A partir de los juegos con las etimologías, los
sonidos, las formas de los signos lingüísticos, así como también a través de la mezcla de
534
Agradezco a Cecilia Vicuña la posibilidad de acceder a la única copia que ella posee del catálogo de
Semi ya, que además tuvo la gentileza de fotocopiar para mí.
768
esta forma, el lenguaje poético es un modo de conocimiento y de búsqueda de sentidos
palabra, le otorga al vocablo un sentido anexo. Une “semi”, prefijo que connota la mitad
de algo, casi o medio, lo que no está completo, y “ya”, adverbio de tiempo, cuyas
acepciones son diversas: presente, pasado o futuro. La poeta crea una pareja de
homófonos: “semilla” y “semi ya”; la relación entre estos se refiere a que como seres
humanos, no hemos llegado a la plenitud de nuestro ser, que implica reconocer que
somos uno con la tierra. Cuidarla es cuidarnos a nosotros/as mismos/as. Así, la palabra
El nombre del proyecto artístico en inglés “On Behalf of Seeds” (en nombre de
las semillas”) posee la connotación de “defensa de la vida”, pues este trabajo de Vicuña
futuro como especie. Evidentemente, los sentidos que Vicuña crea a partir de la palabra
535
Además del término “semilla”, en el catálogo aparecen los neologismos “semi ya” (nombre de la
exposición) y “Se mi ya”. Según el comentario de Justo Pastor Mellado en las páginas finales del catálogo,
en la expresión “Sé mi ya”, que él transcribe con tilde, “la partición de la palabra indica la importancia de
los espacios en la cadena de enunciación. Es así como en un quipu el enunciado está determinado por los
espacios” (s.p.).
769
Si bien la exposición de Vicuña es artística, se enmarca en un plan
inicio, Vicuña relata el motivo de la muestra, mientras que en las páginas finales se
artista.
vergel” (s.p.). Pero el entonces presidente sólo “se rió y dijo pensativo: ‘quizás para el
770
a menor escala: “Por mi cuenta yo recogía semillas y hacía almácigos diminutos.
vinculadas al proyecto Semi ya, tituladas “hilo de memoria, diario del sembrío”. Así nos
se analoga al trabajo con la tierra; tanto la palabra como la semilla germinan: “Una
semilla es la palabra de la tierra” (s.p.). De esa asociación central derivan otras que
Río de pelo
771
En este breve texto del catálogo se hace alusión al interior de las semillas, lo que
vinculados con una posición ideológica que traspasa a sus obras, como veremos. A ello
se agrega la presencia del agua, en tanto el pelo de la semilla conforma un “río”, y de las
Pienso que las estrellas y el río configuran en el poema lo alto y lo bajo, las dos
Cuando Vicuña plantea “reunir muchas semillas en un lugar para mirar y amar
(registro del “Diario del sembrío”), la exposición Semi ya (arte visual), así como también
los poemas y las fotografías que se incluyen en el catálogo (lenguaje poético y arte
visual).
El lugar imaginado por Vicuña en el que se verían y amarían las semillas no solo
772
de este proyecto, que implica una acción concreta, aunque en pequeña escala, para salvar
En este gesto colectivo, el poeta, así como lo concibe Vicuña, un ser humano con
regeneración de las especies en vías de extinción. El texto que cierra el catálogo así lo
536
La entrevista que sostuve con Cecilia Vicuña el 2010 me permite afirmar que la artista concibe al poeta
como dotado de una percepción aguda, nada común, que le permite captar mejor ciertos fenómenos,
invisibles o irrelevantes para los especialistas en distintos temas del arte, historia, ciencia y otras áreas del
conocimiento. Remito al apartado 3.2.3 sobre Ollantaytambo (capítulo 3), donde transcribo una parte de la
entrevista en la que Vicuña explicita que el poeta posee esta visión privilegiada.
773
Como puede apreciarse, Vicuña utiliza juegos lingüísticos en el texto. Separa la
palabra “consciencia” para convertirla en “con ciencia”, división que interpreto como la
palabra tejer se escribe con “x”, “teXer”; pienso que con ello se quiere destacar la
que comúnmente se traduce al lenguaje como “por”. Cambiar una forma “por” otra.
Asimismo, el signo “teXer” remite a la etimología de “tejer”, de tal manera que se juega
El poeta se destaca como aquel que “siente la emergencia” ecológica del planeta
y que, por lo tanto, está llamado a impulsar una nueva forma de relacionarnos, como
seres humanos, y con la naturaleza, misión que Vicuña representa en la metáfora del
tejido. Tejer en el poema consiste en urdir nuevas relaciones con el entorno, donde el ser
humano es parte de un colectivo que respeta los ritmos naturales de la vida vegetal.
implican agresividad con el entorno, que la tierra, a su vez, devuelve. Por ello se expresa
dirección”.
creativo del lenguaje, sino que debe generar acciones específicas, lo que implica asumir
774
una posición política y de resistencia en problemáticas de índole ecológica ¿Por qué el
tierra, ya aludida en uno de los primeros textos del catálogo, “un sonido es la semilla del
universo” (2000, s.p.), lo que nos remite a que el nacimiento del mundo y de todo lo que
existe, estaría asociado al ritmo, ¿o quizás a la palabra en tanto sonido? La tierra posee
ritmos, “música terrenal”, que regulan el germinar de los vegetales, lento proceso que se
distancia del ritmo comercial impuesto por el ser humano, quien adelanta el tiempo de
concepción de la propia naturaleza como un artista que lentamente crea, para luego
exhibir una obra maestra. En este sentido, el poeta comprende estas “artes ancestrales”,
porque también es un creador de mundos, postulado que sostuvo hace ya varios decenios
A diferencia de Huidobro, que pretendía crear sus propios mundos a partir del
lenguaje poético, Cecilia Vicuña propone celebrar en el poema los ritmos de la tierra,
indígena de la tierra como el soporte del ser humano, quien pertenece y depende de ella,
La figura del poeta es un tema relevante dentro del catálogo Semi ya. En una de
sus páginas centrales aparecen dos fotografías del escritorio de Vicuña en el momento de
775
preparar su exposición, tituladas “retrato de escritorio”. En la fotografía de la izquierda
concepción del poeta en la obra de Vicuña. Así como las fotos constituyen el retrato de
regreso a la tierra y con el agua (llanto). El lenguaje, como el artista, se dirige, entonces,
hacia la tierra.
Como espejo de esta imagen, el poeta se identifica con dos especies vegetales: la
primera es una flor del desierto, único tipo en su especie, la Skytanthus acutus. Su fruto
maduro, que exhibe una bella flor amarilla, posee la forma del “cuerno de cabra”, su
zona central de Chile. Uno de los bosques de Jubaea chilensis -o palmares- más
776
importante es el de Ocoa, ubicado en el Parque Nacional La Campana de la Región de
Valparaíso.
La identificación del poeta con estas dos especies vegetales nos remite a la
singularidad del rol que para Vicuña posee el poeta, en tanto lo metaforiza como
especies únicas que sobresalen en el medio que las acoge. No puedo dejar de mencionar
a la poeta que manifiesta primero su admiración por la palma chilena: Gabriela Mistral
en Poema de Chile (poema “Palmas de Ocoa”). Esta alusión a la Jubaea chilensis ¿es
una sutil referencia a la figura de la Premio Nobel? Es difícil proponer una respuesta, y
quizás innecesario. Baste mencionar lo relevante del caso; Mistral y Vicuña comparten
esta pasión por la botánica chilena, que asimismo se manifiesta en la obra de Violeta
Parra.
sin embargo, es posible y es misión del poeta propagar esta forma de asumir el arte y la
Arquitectura de nervios
777
6.1.1. La “botánica del poeta”
a elaborar lo que denomina “la botánica del poeta”. En el centro del catálogo se
también algunas obras ya finalizadas. Entre los materiales aparecen distintas clases de
semillas, alambre, fibras como el lino y la alpaca; asimismo, se observan fotos de las
ubican las fotos de la página anterior, se dispusieron dieciséis breves textos poéticos, del
mismo tamaño que las fotografías, que conforman el apartado “Botánica del poeta”. En
esta sección, Vicuña juega con los nombres populares y científicos de las plantas, sus
778
Dentro de la erudición que la poeta manifiesta sobre las plantas, se incluye el
“Nuevo Mundo” que estaban descubriendo, en este caso, con una planta originaria de
Chile:
La poeta fusiona sus apreciaciones sobre las plantas con experiencias personales,
de tal manera que el lector entiende que el concepto “botánica del poeta” abarca más que
Copihue de Con-cón.
Gonzalo Millán
guardaba todo
en cajas de fósforos. (s.p.)
El texto alude tanto a la planta, flor nacional de Chile, como a la popular marca
chilena de fósforos “Copihue”, que ostenta en el lado superior de la caja dos flores de
esta especie. Esta última asociación del término copihue con la cultura popular chilena
ellos cajas de fósforos, del poeta Gonzalo Millán, su vecino y amigo de Concón.
Otras personas aludidas en “la botánica del poeta” son la poeta Elvira Hernández,
779
asociada al canelo, en tanto árbol sagrado para el pueblo mapuche (“Canelo foyé, nadie
vida de la poeta, que se mezcla tanto con la cultura popular chilena, como con los
conocimientos científicos sobre las plantas; estos tres aspectos se combinan en el texto
poético.
Lo anterior nos permite deducir que la “botánica del poeta”, concepto que
Vicuña con el mundo vegetal. De acuerdo a esto, el oficio poético le permite a la artista
preponderante. Según Lienhard (2003), los “kipu andinos son unos artefactos
780
confeccionados a partir de una serie más o menos larga de hilos de color que se anudan
poeta” contienen tres imágenes: en la foto más pequeña se aprecia parte del salón de la
muestra con pastos tendidos como hilos atravesando el espacio y en ellos, semillas
colgadas que caen verticalmente. La instalación recrea esta antigua técnica de escritura
andina: el quipu.
pastos; la primera foto se utiliza como imagen de fondo para el poema que transcribo a
continuación:
escritura en el aire
quipu semiyo
la semilla es el hilo
el hilo es la semilla
el hueso es la semilla
poética y semilla, en este texto la escritura se relaciona con otros elementos: quipu, hilo
537
Para mayor desarrollo de la información sobre el quipu, remito al apartado 3.2. del capítulo 3,
“Concepción de un arte global: tejido y escritura”.
781
la palabra. Vicuña me comentó que la instalación del “quipu semiyo” está dedicada a los
tanto, el hueso es un signo que puede remitir a las osamentas encontradas de algunos
mensaje: esta verdad histórica no será olvidada ni silenciada. El verso final resulta
naturaleza, mientras el quipu “semiyo” o “semi yo” apunta a la carencia de justicia con
los desaparecidos. Como patria, solo alcanzamos a constituir un “semi yo”: un Chile
incompleto, pues falta encontrar a aquellos que desaparecieron. Puedo agregar que este
“semi yo” comunica, a mi juicio, una patria escindida en dos mitades que no quieren
“semi ya” y “semi yo”; en palabras de Vicuña, “las dos metáforas se co-adyuvan y
carencias como seres humanos, las que apuntan a una falta de amor y de justicia con la
tierra y la comunidad.
yo” plantea que el olvido no ha sido total, por tanto, la pregunta ¿dónde están? Se
legitima absolutamente.
782
La identificación del texto entre “escritura en el aire” y “quipu semiyo” recrea el
momento de elaboración de los quipus, así como también la disposición de los quipus en
vegetales con las que se elaborarán los quipus. La semilla “escribe en el aire” en tanto es
el germen de una escritura futura. De esta manera, se reafirma la asociación entre semilla
y palabra.
Vicuña; se relaciona con el oficio del tejido andino, de tal manera que los textiles
resultan ser una imagen de la escritura poética. No obstante, Vicuña concibe este vínculo
dentro de una dimensión cósmica; tanto la palabra como el tejido andino contienen la
memoria de tiempos ancestrales, al igual que los quipus. Así, en el poemario bilingüe
783
En el contexto de la muestra Semi ya, la acción de tejer hilos conduce a la figura
del quipu, confeccionados con fibras de pastos. Bajo la fotografía de los quipus de la
exposición, se lee:
reitera una especie, como “Cardo penquero. Cynara cardunculus”, nombre vulgar y
estilizada y las espinas, como también la resistencia del tallo y de las hojas, apropiada
538
“Cardo santo”, “cardo mariano” o “cardo blanco” son distintos nombres vulgares para la especie
Silybum marianum, maleza europea que ha sido aprovechada medicinalmente por los campesinos
chilenos. “La gente del campo aprovecha la pulpa de los tallos nuevos y tiernos como refresco, parte de
los voluminosos capítulos morados para cortar leche y los vilanos como vomitivos. Las manchas blancas
de las hojas, según leyenda, son gotas de leche que la Virgen dejara caer sobre ellas.” (Mösbach, 1992, p.
114). “Abrojo” es el nombre vulgar para designar a cardo; Cynara cardunculus es el nombre científico del
cardo penquero, maleza con propiedades medicinales; asimismo, la centaura también es medicinal. La paja
teatina es una fibra vegetal utilizada para la elaboración de artesanías en Chile; la aira es una planta
ornamental; la lechuguilla es considerada maleza (conocida también como “diente de león”), al igual que
la cizaña. Busqué en varias fuentes sobre botánica el término “Dellimum”, sin obtener resultado; quizás es
una etimología creada por la autora.
784
Esta especificación de los vegetales utilizados en los quipus de la muestra,
Los poemas del catálogo Semi ya dan lugar a la creación del poema
“cardosanto, a Cecilia Vicuña (Santiago, 1948) desde los poemas del catálogo de su
cardosanto
abrojo
centaura
lechuguilla
cizaña
pajita
poesía en el aire
poesía en el agua
en la extrema pared
en el yeso
en el llano encardado de azules
en los pelitos
de oro en el hilo
en las trenzas
de lana
en la gruta
en el musgo adherido
en la lienza que escribe del agua
en el agua
en la hierba amarilla
785
en el hueco
en tu mano
en el silbo del viento
en tu pelo
en tu pubis
de fuego
en tu boca
en el aire
cardosanto
abrojo centaura
(p. 30)
título, además de los versos 1 y 2, se reitera al final del texto (vv. 28-29), lo que produce
preposiciones y artículos. Solo aparece un verbo activo en forma explícita, “escribir” (v.
agua (se escribe “del [acerca del] agua”). De esta manera, se califica la expresión
786
“poesía” en el contexto del trabajo en general de Vicuña, y en particular dentro de la
humano. Formularé una clasificación de los sustantivos que conforman los atributos
solo “extrema pared” (v. 8) y “yeso” (v. 9). La poesía está “en el aire” (vv. 6 y 27), y, en
la misma línea, “en el silbo del viento” (v. 22); “en el agua” (v. 7), “en el llano” (v. 10) y
“en la gruta” (v. 15). En el contexto de los cuatro elementos, “llano” y “gruta” nos
un complemento del nombre (v. 25), determinante de la frase “tu pubis” (v. 24).
aspectos: por un lado, a la naturaleza, y por otro lado, a su propio cuerpo; se debe
recordar que Vicuña se hizo conocida en Chile por sus obras eróticas, en una época en
que no era frecuente en la poesía escrita por mujeres la explicitación de las propias
experiencias sexuales.
Vulva geometrizada
toda semilla
es una nave espacial (s.p.).
787
Otras partes del cuerpo mencionadas en el poema de Fariña son mano (v. 21),
boca (v. 26) y pelo (v. 23), a los que también se les atribuye ser el sitio de la poesía.
Estos elementos aparecen intercalados con “aire” y “fuego” (vv. 21-27). La disposición
Blanca Varela: “Es más que la palabra, es el aire de todas las palabras”, y el trasfondo
del título de Donde comienza el aire, frase que para Fariña recupera el momento en que
el poeta produce el poema539. A decir de Fariña, el aire es silencio y palabra, por tanto,
5), “pelitos / de oro” (vv. 11-12), “hilo” (v. 12), “trenzas / de lana” (vv. 13-14), “lienza”
(v. 17), “hierba amarilla” (v. 19) y “pelo” (v. 23). Estos sustantivos y el determinante
tejidas.
tejido; “pelitos de oro” y “pelo” se vinculan al cuerpo humano; no obstante, solo “pelo”
remite al cuerpo femenino aludido en el texto, determinado por el adjetivo posesivo “tu”.
539
Al respecto, ver el análisis de La vocal de la tierra en el capítulo 3.
788
En el contexto del catálogo, la frase “pelitos de oro” remite más bien a los quipus de la
los materiales de costura y tejido, junto con la conformación de los quipus; este grupo da
Vicuña. Las hebras del poema nos llevan a su inicio y también a sus versos finales, la
enumeración de los pastos con los que se fabricaron los quipus. Es posible que, de
acuerdo al desarrollo del poema, los nombres de los pastos constituyan alusiones al
debido a su asociación con la palabra poética. Fariña recalca este rasgo al enunciar que
quien ejecuta la acción de escribir es la lienza (v. 17). La poesía está en la lienza, que a
su vez, escribe; este aspecto enfatiza que la escritura es un proceso o una acción cíclica,
que siempre vuelve sobre sí misma. Fariña reconoce en la poesía de Vicuña un carácter
540
Cabe recordar aquí el estrecho vínculo entre el cabello de las mujeres y las plantas que Bombal
estableció en su obra, como mencioné en el apartado 6.2 sobre la arpillera “Árbol de la vida” y el poema
homónimo de Fariña. Las largas trenzas de los personajes bombalianos se asocian a las plantas, dando
cuenta de una estrecha relación entre la mujer y el mundo natural.
789
palabras e hilos de la poesía de Vicuña y de todo su quehacer artístico. Tal es la lectura
7. Conclusiones
Violeta Parra por Mistral motivó la creación de “Hoy día se llora en Chile”, en la que se
recuerda a la poeta en tanto imagen o figura chilena, pues la décima no versa sobre la
obra mistraliana. Las escritoras más jóvenes sí indagan en la obra mistraliana a fin de
Mistral no conoció la obra de las otras escritoras del corpus, sin embargo admiró
la cultura popular campesina, de la que proviene el Canto a lo Poeta. Violeta Parra crea
una décima en homenaje a Mistral que recupera temas y motivos del Canto a lo Divino,
los que a su vez provienen del acervo popular medieval; el fundamento “verso por
790
artística de Violeta Parra, pues introduce cambios en la estructura de los textos
tradicionales, a fin de convertir a Mistral en una Virgen chilena; los atributos con que se
alaba a la poeta, “Diosa”, “celestial señora”, “la mejor invitada [al Paraíso]” y “Santa
Así, como un ser que se distingue de entre sus pares, a causa de sus buenas obras,
Mistral ingresa al panteón popular chileno, a la memoria del pueblo. Esta cercanía con lo
popular distancia la interpretación poética de Parra del discurso oficial sobre Mistral,
pues si bien la figura de la poeta se ha asociado siempre con los niños, su transformación
La imagen que Parra construyó de Mistral, ayudada por el imaginario del Chile
de los ’60, es demasiado sublime para compararse con ella. En la décima, ambas artistas
se distancian considerablemente por situarse en diferentes estratos del ser y, en vida, por
ubicarse en distintos dominios artísticos: Mistral como señora de las letras, y Parra como
una servicial cantora popular, cuyo rezo cantado permite venerar a la dama celestial, que
vida y la obra de Gabriela Mistral. Destaca de ella el componente indígena de sus textos,
791
a pesar de percibir en la escritora una contradicción sobre la herencia indígena:
idealización y rechazo.
aceptar plenamente.
lo que la lleva a comparar a la poeta con una “fiesta religiosa popular”, aunque nunca
Vicuña asume una imagen de Mistral relacionada con su propio trabajo poético: la visión
(salvo “El maíz”, que tampoco se lee en su totalidad), sino que escoge textos
792
Mistral con lo indígena. En el discurso de Vicuña, Mistral se convierte en estos
la cordillera hacia el huerto. Pienso que, en este sentido, Vicuña postula la escritura de
Mistral como una ofrenda, una manera de devolver, con amor, lo que la divinidad le ha
entregado.
mi parecer, no se sustenta con claridad; sin embargo, estoy de acuerdo en que tanto el
ritmo como las figuras fónicas y sintácticas son de suma importancia para acceder a la
Mistral es, para Vicuña, una poeta a quien falta conocer en toda su plenitud541; a
la cree en un pedestal inalcanzable. Así en la entrevista, aseguró: “Me quedo con las
imágenes del álbum familiar542 donde tú la vez cagada de la risa, tomando un matecito,
chacoteando con los amigos. Esa Gabriela me confirma a la Gabriela que yo percibo”
En relación con el vínculo de Fariña con Mistral, este nace de la voluntad por
541
Pretendo en un trabajo próximo entregar una visión más completa de la relación Mistral - Vicuña a
partir del análisis de la performance sobre “Muerte del Mar” y de los ensayos inéditos sobre Mistral
escritos por Vicuña, materiales que gentilmente la poeta se comprometió a hacerme llegar.
542
Gabriela Mistral. (2008). Álbum familiar. Santiago de Chile: Coedición Dibam-Pehuén.
793
su conocimiento de la teoría feminista, la que constituye su enfoque principal para
Pinochet.
de Mistral, en tanto esta se concibe desde las feministas chilenas como una de las
legado de Mistral en las autoras contemporáneas chilenas. Así como Fariña legitima
pero también, son temas entendidos como contingentes a la realidad chilena de fines del
siglo XX. En tanto la obra de Mistral se cruza con las necesidades político-culturales de
Chile y de América Latina en general, es que esta obra se torna capital para las escritoras
794
Queda de manifiesto que los discursos teóricos y críticos mencionados permean
la obra literaria de Fariña. Los poemas “cansada de sus nombres” y “fragancia” remiten
maternidad” (Ver “Anexo 3”). El poema “La gruta” manifiesta el tema con gran
complejidad. La vida y la muerte anudados por la figura de la madre; ambas nos atraen
hacia ella543. Además, “La gruta” recupera para Fariña el simbolismo sagrado
yo, es decir, la hija, necesitada de madre, de protección; cansada, loca y ciega; que se
de la hablante como despojo del ser, es propia de los poemas póstumos de Lagar II y
Almácigo, que habría que estudiar con mayor detención. De hecho, ya en Poema de
Chile, la Fantasma es “lo que queda” de “Gabriela”. Hay que señalar, además, que las
dos versiones que se manejan de “La gruta” son defectuosas, producto de que los
Por último, Fariña valora la propuesta de Marchant en tanto esta abre el campo
543
Al interpretar el poema de “La Cruz de Bistolfi”, Marchant (1984) repara, a propósito de la figuración
de la Cruz, en una interpretación universal de la muerte, “la muerte como vuelta a la madre”, que se
evidenciaría en este texto (p. 147).
795
énfasis en el concepto de madre en la poesía de Mistral. La imagen que retiene Fariña de
Mistral es la del árbol como símbolo sagrado; de Marchant, los simbolismos que este le
para las feministas. Pienso que en esta misma línea, es decir, la asociación del árbol con
Parra.
Tanto Cecilia Vicuña como Soledad Fariña evidencian sumo interés por la obra de
Violeta Parra. Vicuña escribe Sabor a mí en un momento específico, por lo que el libro
tiene un carácter testimonial y, por lo mismo, un valor patrimonial, como lo afirmó José
distancia temporal y cultural con los acontecimientos que motivaron el texto, permite
percibir también las desventajas de escribir sobre una contingencia histórica. En este
sentido, Silva (2008) comenta: “Esa inocencia, esa candidez y la ciega creencia en un
esta obra; fruto del “arte precario” de Vicuña y escrito desde el dolor por la utopía
En el marco de este trabajo solo puedo responder sobre los fragmentos de Sabor a
entrega el primer libro de Vicuña depende estrechamente del contexto sociopolítico de los
setenta en Chile, pero, a pesar de ello, hay algunos elementos en los textos analizados
cuya vigencia merece la pena destacarse, sobre todo, porque la figura de Parra es histórica.
796
La artista vivió y participó de la mayoría de los cambios sociales y políticos de Chile,
acervo cultural del momento, lo que no significa que esas expresiones, hoy anacrónicas,
fragmento.
zonas vírgenes del país, que destacan por su belleza natural. Esta aproximación artística de
Vicuña a la geografía chilena se vincula con la obra de otra poeta del corpus: me refiero a
sensorial de los protagonistas del Poema a propósito del viento, las aves o las hierbas.
que son parte de la condición humana. Vicuña comparte con Parra la idea de la “vida
797
como arte”, por eso la fija en la memoria histórica chilena como un ejemplo digno de
transcurso de su trayectoria.
A través del artículo “Con mi litigio de amor, Violeta lírica” y del poema “Ya ve
mujeres, la que Eliana Ortega define como del “contracanto”, y además, se inserta a sí
misma en ella.
rotulando su desengaño amoroso como “litigio”, término legal; con este desplazamiento
desde lo privado hacia lo público la autora quizás busca manifestar que lo acontecido es
una injusticia, un delito, del que ella ha sido víctima. Si bien no se pueden establecer
sanciones legales por amar o dejar de hacerlo, el dolor de la hablante es tan agudo, que
busca encontrar una sanción para lo que la ha hecho sufrir injustamente, o una respuesta
frente a la pregunta luego del desamor: ¿por qué? Sin embargo, el poema se traduce en
un desahogo del dolor, pues el juez permanece impasible; la hablante finaliza tan
consuelo.
identificarse con Dios, pues en la Biblia el derecho a juzgar le pertenece solo a Él; desde
798
este punto de vista es posible elucubrar que los reclamos de la hablante constituyen un
ruego desesperado a la divinidad, tal como sucede en las décimas que plasman la culpa y
el dolor por la muerte de su hija Rosita. No se debe olvidar que en sus canciones y
décimas, Parra manifiesta desprecio hacia los estamentos legales, por lo que surge la
pregunta ¿por qué acudir a un juez? En este sentido, es posible proponer que este juez
supremo al cual se dirige es Dios. La décima se movería, como tantas otras, entre el eje
celeste y el terrestre.
El poema de Fariña que dialoga con la décima “Con mi litigio de amor” rescata
la visibilización que Violeta Parra realizó de la situación de los más desvalidos frente al
poder; aunque el poema se aparta del sentido amoroso de la décima, mantiene la visión
de mundo de Parra en relación con la justicia social. Quizás buscando dejar en claro,
desde una mirada feminista, que los problemas más graves en este siglo no son los de
Parra y de su obra, con el arte del canto; asimismo, da cuenta de una obra que reproduce
una visión cósmica, ejemplo elocuente de la poética de Parra, como de su doble utopía:
el regreso a los orígenes del mundo, del canto, y la inmortalidad de sí misma como
cantora, en tanto su arte musical atraviesa los tiempos y espacios. Luego de ser arpillera
y una “canción pintada”, a decir de Violeta Parra, “árbol de la vida” es un poema gracias
al homenaje de Soledad Fariña. Asimismo, Fariña fusiona su propia obra con la de Parra
a partir de la imagen del sol. Es importante recalcar que los poemas de Fariña remiten
799
tanto a la obra como a la figura de Violeta Parra, es decir, la selección de las obras de
de la escritura de mujeres que Fariña se esfuerza por visibilizar. Es una persona que
representa el tesón y la rebeldía, esta última representada entre otras imágenes por el
rebeldía que la misma Fariña reconoció en Stella Díaz Varín, la “colorina”, quien
también lució un cabello célebre, el rojo de la mítica Quintrala, las colorinas rebeldes y
La rebeldía de Violeta Parra se tradujo, eso sí, en una lucha constante por causas
justas, pues soñó con terminar con la desigualdad social. No es extraño que su figura sea
admirada por las feministas, que luchan por la igualdad de género -necesidad de la época
actual de acuerdo con el pensamiento feminista- como lo fueron las luchas sindicalistas
en la época de Parra.
muchas veces tuvo que pagar el costo familiar y social por entregarse entera a sus artes,
Para finalizar, comentaré el nexo entre las escritoras contemporáneas. Desde sus
política frente a las diversas contingencias de las épocas en que ha vivido. Si en los
setenta la escritora creyó en el socialismo como una utopía de vida, hoy merece su
800
atención el rescate de la memoria del país (“quipu semi yo”), la ecología y los saberes
que la poesía se distingue, ante todo, por el ritmo. Al respecto, Mistral (1992, vol. 2) en
“Cómo escribo” [1938] comenta que su escritura ha seguido el ritmo del entorno: “En
algunas ocasiones he escrito siguiendo un ritmo recogido en caño que iba por la calle
lado a lado conmigo, o siguiendo los ruidos de la naturaleza, que ellos se me funden en
una especie de canción de cuna” (p. 554). La poesía conlleva purificación para Mistral,
quien en el mismo texto plantea que el pecado es una expresión discordante con la
lengua humana sin la presencia del pecado. La pérdida de la gracia divina trae, entre otras
reapropiación de ese regalo divino que nos fue vedado tras el pecado. En este sentido,
tanto Mistral como Parra, en “el árbol de la vida”, por ejemplo, buscan recobrar el Edén
801
El poema de Fariña descontextualiza del entramado político el trabajo de Vicuña.
“Cardosanto” privilegia las imágenes poéticas del proyecto Semi ya: los elementos
junto a la profusión de distintas “hebras”, que remiten a esto último. El texto de Fariña
ideológica, lo que implica una lectura contrapuesta a la que la misma Vicuña realiza de la
En suma, las cuatro poetas se relacionan entre sí por diversos aspectos: a nivel
intertextual, podemos observar las vinculaciones temáticas, siendo las más relevantes el
interés por el mundo vegetal (Mistral, Parra, Vicuña), la maternidad (Mistral, Fariña), el
estas escrituras. De la misma forma, Parra forja la imagen cultural popular de Mistral en
admiración hacia Mistral; las tres se enlazan con la herencia mistraliana desde enfoques
802
los textos de Mistral. Por su parte, Fariña se acerca a la obra mistraliana, tanto desde la
crítica como desde la poesía en relación con los temas que le resultan relevantes: la
difusión de la obra de otras escritoras, tanto desde el ámbito poético (su poemario Donde
entre otros).
pueblo chileno, mientras que Fariña rescata el imaginario de las décimas y obras
artísticos: la escritura y las artes visuales. Mistral y Fariña no cultivan otros expresiones
Existen razones, entonces, para postular a Mistral y Parra como “poetas pilares”
803
CONCLUSIONES GENERALES
poemarios.
particularidades en las obras estudiadas; por ello, no he procurado comparar los textos
verso, La Wik’uña y La vocal de la tierra, sino analizar los textos por separado, a fin de
con distintas especificidades, sin que se pueda establecer una metáfora común para las
través de diferentes dominios artísticos, a oficios de la cultura popular chilena, así como
huertera y maestra del niño diaguita, mientras que el texto se configura como una
canción de cuna, como una ruta o como un surco; en el caso Décimas, Autobiografía en
804
versos, de Violeta Parra, la hablante se define como cantora popular, por lo que el texto
imagen de un chamán, que va “tejiendo” en el texto los distintos elementos del altiplano:
animales, luz, agua, piedras, entre otros; por último, en La vocal de la tierra, de Soledad
hablante, en sus diferentes facetas, metaforiza el texto escrito como una pintura o un
De esta manera, es preciso señalar que los proyectos poéticos de las escritoras
las artes integradas, sino también en algunos temas o motivos recurrentes, y en el estilo;
podrían agregar otros ejemplos, como los motivos de las formas circulares en Fariña, o
atribuye a los rumores de la naturaleza; en este sentido, cabe destacar tres aspectos: la
imagen del viento, elemento que en mi lectura se relaciona con la poesía de saudade; las
alusiones al sonido del agua, que se asocia en el texto a la canción de cuna; y, por
último, la poetización del canto y de las figuras de aves populares chilenas -el tordo, el
805
cuco y la tenca-, pues metatextualmente se vinculan a las “jugarretas”, tipo de texto
de la escritura poética como una labor artesanal, aspecto presente tanto en la prosa como
la obra mistraliana, pues la escritora percibía una especie de correspondencia entre las
Roque Esteban Scarpa sobre el texto “Las jícaras de Uruapán” para ejemplificar esta
imagen, a lo que se agrega la reflexión realizada en torno al texto en prosa “La gracia en
“la gracia”, el que Mistral reconoce en los oficios que incluyen la creación.
humildad del alma al trabajo, y requiere del esfuerzo humano para producir algo valioso;
por ello, en “La gracia en la poesía”, Mistral habla de su gusto por una “artesanía metida
que la distinguió, pero también la metaforización del oficio poético a partir de diversos
oficios y productos artesanales, rasgo que Jaime Concha había desarrollado a propósito
806
De esta forma, he interpretado el poema “Cobre” de Poema de Chile como un
agricultura como una labor que se condice con la identidad de la hablante como
estructura de la obra, en tanto esta constituye el recorrido por “la dulce parcela” llamada
Chile.
niño diaguita en su convivencia con la Mama, por lo que la enseñanza consiste en el otro
familia, heredados de su madre. La instrucción del niño sigue un método propio de las
manera práctica.
madre, pues la Fantasma ha asumido el cuidado del niño huérfano desde un rol maternal
y protector. Las instrucciones sobre los vegetales y animales son parte, asimismo, de una
como un regalo maravilloso, que sin embargo, es un derecho de todos quienes trabajan
en este oficio; a su vez, se validan los principios del franciscanismo sobre la hermandad
807
Esta especial intimidad de la naturaleza es la que origina el canto poético. Las
lecciones que el Santo de Asís recibiera en contacto de lo natural, acerca de sus silencios
y de sus ritmos, se recuperan en Poema de Chile a fin de adiestrar los sentidos del niño
diaguita y prepararlo para enfrentar la vida. No obstante, el viaje por Chile entrega
nuevas experiencias relacionadas con los oficios, por lo que la Mama despliega diversas
posibilidades frente a los ojos del niño al conocer el oficio de los calafates, de la
jardinería y de los textiles de Tomé, ocasiones en los que la presencia del viento o del
través del diálogo y de sus relatos, la Mama comparte con el niño sus saberes. La
hablante comunica al niño la historia de los aborígenes o “los antiguos”, que implica
también instruirlo en la historia del lenguaje, del saber “mentar”; de este modo, se
una cosmovisión diferente, en la que se recuerda las historia de los antiguos y se valora
contextualiza en el campo.
registro poético del proceso de escritura de la autobiografía, uno de los temas de la obra,
metaforiza la escritura poética como canto popular, y, a su vez, porque la costura, oficio
808
femenino popular, articula metafóricamente la estructura fragmentaria de la obra,
musical, la pintura, los bordados, entre otras expresiones artísticas, otorga el marco
referencial para esta obra. Sin embargo, se debe subrayar que las Décimas corresponden
mujer campesina, que encuentra y mantiene su identidad como cantora popular, mientras
que los rasgos de la poesía popular y de los oficios manuales poetizados en el texto
percepción del arte unido a las circunstancias de la vida; la hablante forma parte de una
cultura que Fidel Sepúlveda ha denominado “de la precariedad”, en la que el ser humano
debe aplicarse en todos los menesteres de lo cotidiano a fin de sobrevivir; esta amalgama
las Décimas.
809
nacional, a la vez que su oficio de cantora le permite renovar la existencia. Este es uno
de los elementos claves en la visión de mundo de las Décimas: la vida como una
manifiesta su desprecio por el habla pomposa, o se conmueve con los rezos de las
mujeres en los velorios. El rezo es uno de los discursos originalmente orales recreados
de contar con ediciones críticas de ellos. En el caso de Poema de Chile, el examen de los
del texto, así como también rescatar de los manuscritos algunos poemas que permanecen
inéditos. La inclusión del análisis de “Canción del buen sueño” obedece al anhelo de
Por su parte, la autobiografía de Violeta Parra requiere una revisión que podría
Lamentablemente, los manuscritos del texto de Parra, que permitieron la primera edición
810
Ambos textos utilizan metros provenientes de la cultura popular, el romance y la
popular, sino que la poética de las artes integradas se entiende en estas obras por su
vínculo con la cultura popular chilena. La cercanía a la artesanía y a los oficios, debido
a las experiencias de las autoras, implica la concepción del quehacer poético como una
campesina de las voces poéticas, pues tanto Poema de Chile como las Décimas remiten a
integradas en estas obras, pues durante esta se origina en ambas el encuentro con el
“canto”.
niñez le entregan a la hablante el material del que más tarde se conformará su canto. La
autobiografía de Parra presenta como motivo recurrente la imagen del ave posada en la
rama, representación del cantor popular, por lo que resulta interesante que encontrar esta
811
Aun con las diferencias de estilo y de intención, entre otras, que median entre
sus autoras, se plasma en sus respectivos textos, y les otorga una visión similar de lo que
significa la tierra para los trabajadores del campo. De esta forma, los espacios rurales
incluir en el texto la recreación del Canto a lo Divino, el que en algunos casos conserva
visita los lugares que estos habitaron, y que aún habitan (en su memoria), a la vez que el
recuerdo del hijo fallecido -“mi Ciervo” en el texto- se actualiza en la compañía del que
autobiográficos de la obra de Mistral, que implica la experimentación del duelo por Yin
El corpus que ocupa los tres primeros capítulos de este trabajo se completa con
dos poemarios de la década del ’90, La Wik’uña y La vocal de la tierra, en los que se ha
812
comprobado la presencia de esta poética de las artes integradas, no obstante, el origen de
La metáfora del tejido en relación con la escritura es uno de los rasgos más
Wik’uña, poemario que constituye un viaje poético por el altiplano, se configura como el
tejido de una red, cuya “hebra” fundamental es el concepto de arte poético metaforizado
como tejido.
como proveedora de la materia prima de los tejidos, y por tanto, figura de relevancia
espiritual.
Por su parte, la voz poética de La Wik’uña se identifica con la figura del chamán,
quien dentro de las cosmovisiones indígenas americanas posee una conexión particular
misterios de la vida, y compenetrarse con distintos elementos naturales o con otros seres
813
vivos. De esta manera, la hablante de La Wik’uña se configura como la voz del animal
juegos de palabras cuya elaboración recrea el habla de los chamanes o del amawta.
el que los colores reiterados aluden a distintas fases del proceso de creación poética.
El texto de Fariña posee imágenes elocuentes como “el primer libro” y sus
obra en relación con el análisis de la poética de las artes integradas, tomando en cuenta
se metaforiza, además, de acuerdo al ciclo de las plantas, noción que proviene de las
cosmovisiones indígenas.
cuerpo femenino, la tierra, las piedras, la ciudad y sus alcantarillas; también ingresa al
mundo de la noche, y poetiza sus rumores y animales; según la lectura propuesta, este
814
Tanto Vicuña como Fariña recrean un imaginario cultural indígena, que se
involucraba pintura, tejido, danza, etcétera, por tanto, se entiende que el quehacer
poético se metaforice a partir de otros dominios artísticos, conectados con estas culturas.
Asimismo, en ambas obras, la poesía constituye un lenguaje singular, que permite una
relación de las hablantes con la escritura a partir del mundo indígena, el que forma parte
En las obras de Vicuña y de Fariña se han analizado los recursos que se emplean
para recrear la oralidad, la que no posee el sustrato campesino de las obras anteriores,
sino más bien remite a la recreación de diálogos y a la atención por los aspectos fónicos
del lenguaje y del entorno, lo que se manifiesta, por ejemplo, en la recurrencia de las
segunda” (Zumthor), que permite entender estos recursos como meras estrategias
escritura.
Las obras de las poetas contemporáneas comparten con las de Mistral y Parra la
relevancia de la naturaleza y una especial sensibilidad en relación con los animales, los
815
que adquieren rasgos simbólicos en sus obras, a excepción de la obra de Parra, en la que
Mistral y Parra, en tanto ambas escritoras constituyen referentes para las poetas actuales,
como Fariña y Vicuña. El capítulo cuatro contiene los análisis referidos al diálogo
poético y reflexivo explícito que las poetas escogidas han propiciado entre ellas.
Desde la versatilidad artística que la distinguió, Parra percibe a Mistral dentro del
mundo letrado, y la considera una figura admirable, por lo que adapta una de las formas
propósito de su fallecimiento.
convierte en una Santa para Chile, cercana al pueblo, en especial, a las mujeres y a los
niños. Por su parte, Mistral no se refirió a la obra de Parra, sin embargo, su relación con
cercano a los pobres. Parra construye una relación vertical en la décima y de oposición
al contrastarse con Mistral: mientras a Mistral la identifica con el mundo de las letras, la
816
Por su parte, Cecilia Vicuña desvincula a Mistral del estereotipo de maestra,
pues destaca su cercanía con la tierra y la herencia indígena, aunque esta última le
suscite a la poeta de Montegrande una contradicción que jamás se resuelve. Para Vicuña,
amor idealizado por las culturas americanas versus un rechazo de su propia cultura
indígena, resulta atractiva para Vicuña, quien destaca demás que la negación de lo
El primer libro de Vicuña, Sabor a mí, recupera la figura de Violeta Parra dentro
del contexto de los años setenta en Chile, y de la adhesión a las ideologías de izquierda
de Parra con sus principios, lo que la conduce a transformarla en un emblema para las
mujeres, y además, a destacar la fusión arte-vida que distinguió a Parra, rasgo que se
“Tejedora del mundo” para referirse a Parra, pues condensaría la potencialidad creativa
de Parra y su amor por la vida, a diferencia de los estereotipos de la época, los que
mujeres, en la que tanto Mistral como Parra poseen un rol esencial. Con respecto a
Mistral, por una parte, la edición de Una palabra cómplice representa el interés de
817
Fariña por acercarse a los textos mistralianos a fin de realizar lecturas desmitificadoras y
críticas de las interpretaciones tradicionales de ellos, que permita encontrar una “palabra
Por otra parte, en su trabajo poético, Fariña busca hermanarse o encontrarse con
vínculo madre-hija, pues Fariña lo concibe como un lazo que define la identidad de la
mujer, desde la teoría feminista. De esta forma, recupera del poema “La gruta” la
culpa; Fariña despoja a la décima de elementos concretos, de tal forma que los versos se
vuelven más generales y se relativiza el significado del desamor como el único posible
Esta décima también fue abordada críticamente por la poeta en comparación con
818
estética de la arpillera. Rescato que la figura del árbol vuelve a situar a nivel simbólico
establecimiento del diálogo poético con Parra, así como también con Mistral. Asimismo,
Fariña pone de relieve el rol creativo de Parra, elemento en el que converge con Vicuña,
la que la representa como “Tejedora del mundo”; por su parte, Fariña percibe al
personaje de la arpillera unido al canto popular, desde el cual articula sus roles materno
y artístico.
Violeta Parra y Gabriela Mistral para dos escritoras actuales, que reconocen en estas
Mistral y Parra, a la vez que este acercamiento sugiere un intento, por legitimar sus
El interés de Fariña y Vicuña por las figuras de Parra y Mistral no solo queda de
manifiesto en sus textos, sino también se evidencia en las entrevistas que realicé en el
año 2010 a las escritoras. Esta instancia me permitió indagar en aspectos extratextuales,
819
los que confirman el poderoso acicate que constituyen las obras de Parra y Mistral para
820
ANEXOS
821
1. Entrevista con Patricia Chavarría (9 de junio de 2010)
recibido numerosas distinciones por su labor: Premio Nacional de Folclor, otorgado por
Premio Municipal de Arte, mención Música Tradicional (2002); Premio Violeta Parra,
mención Cultura Tradicional, otorgado por el Gobierno Regional, región del Bío Bío
Concepción.
Chavarría a fin de ampliar mis conocimientos sobre el canto campesino y los ritos
fúnebres de la cultura popular chilena; ella accedió amablemente y aclaró muchos de mis
cuestionamientos.
a Gabriela Mistral, me encontré con que se califica como “verso por despedida”.
Leyendo las Décimas observé que este tipo de verso aparece en el canto por
angelito…
822
La décima al angelito es parte del Canto a lo Divino, y este tiene distintos
otros. Dentro del velorio de angelito también se encuentran estos fundamentos. Están los
Lo que toma Violeta Parra es un fundamento, ¿este es exclusivo del canto por
Todos los temas celestiales se consideran Canto a lo Divino, y los terrenales, Canto a lo
Humano.
rezadora tiene un cordón, que puede ser de lana, y por cada rosario se hace un nudo en el
cordón, y al final se coloca en el ataúd, junto al muerto, porque con ese cordón él va a
823
espantar a los perros de Lázaro cuando llegue arriba. Por otra parte, mientras más nudos
Hay una forma de sacar el ataúd, si es que el muerto es el dueño de casa, con los
pies hacia delante. Se hace descanso, es decir, se deja el ataúd y se vuelve a rezar, lo que
No, la cueca sin pañuelo era del velorio de angelito. Hay lugares, yo he
bailaba la refalosa. Y para el sur de Valdivia “hacia dentro” se bailaba la sajuriana para
el velorio de angelito.
No. Lo que se hace es que los hombres están afuera, alrededor del fuego, o en la
paso a la vida eterna. Todo tiene un símbolo. No corresponde decir que estos velorios
son paganos, sino que es parte de los antiguos ritos de celebración del paso a la vida
824
Los cantores de velorio de adultos ¿cantan a lo Divino?
En esta zona, no. En Santiago, San Fernando ¡Pirque! Cantan mucho con
guitarrón a lo Divino en los velorios de adultos. Pueden cantar toda la noche, pero el
No, él viene por ayudar. El canto en el campo tiene ese sentido. Antiguamente se
contrataba a las cantoras para las trillas. En general, el canto siempre ha estado al
En general, sí. Yo he conocido cantoras a las que se les murió su guagua, pero
ella no cantó, porque la mamá no trabaja. Esto es igual que en el velorio de adultos; si se
murió el dueño de casa, la esposa no puede hacer nada, ni servir en la mesa, debe estar al
825
Exacto, la madrina tiene que hacer el vestido del niño, tiene que recortarlo,
hilvanarlo y vestir al angelito. Debe cortarlo con tijeras nuevas y no puede tener
En esta zona (Región del Bío Bío), los cantos de angelito no son en décimas; yo
Violeta Parra adoraba la décima y decía que lo que más le gustaba era el Canto a
Dentro del folclor nacional, ¿las décimas tienen un rol relevante como le asignó
Violeta Parra?
décimas glosadas son únicas, el cantor con guitarrón es único en América. Patrimonio de
Sí.
826
Es que eran dos, la vihuela y la guitarra, no eran lo mismo; la vihuela era el
finitud. El niño “completó” el viaje, que consiste en vivir, morir, e irse a la vida eterna.
ponían granos de trigo para dejarlo con los ojos abiertos y que pudiera ver mejor el
camino.
nuestra mentalidad de citadinos no nos cabe esto, que incluso a la salida del cementerio
827
repartan sándwiches. Para el funeral de don Fidel (Sepúlveda) fue así, sabiendo como
era él, a la salida del cementerio se instaló una camioneta con pan amasado, “tumbas”
que se les llama a las presas de carne, y vino. Celebrar estar para siempre allí en la
eternidad.
Esto es al margen de las iglesias, porque hay cosas de la tradición que las iglesias
La cantora pasa a ser la voz del angelito, por eso siempre es un canto solo, no de
grupo.
Sí, Gabriela Pizarro fue alumna de Margot Loyola y comadre de Violeta Parra, la
Las décimas por Rosita se califican como “Verso por confesión”, ¿es un
828
¿Es devoción a la Virgen del Carmen o a la Virgen en general, como madre de
Cristo?
tuve la oportunidad de conversar con ella y de asistir a algunas de las actividades que
Kon Kon (HD video, 54 minutos, Chile, 2010) el 4 de enero, en la Cineteca del Centro
Cultural Palacio de La Moneda. Este trabajo, definido por su creadora como “poema
así como a partir de las imágenes de la playa, las dunas y los montes, de las tradiciones
comunitarias del pueblo y de su propia biografía, Vicuña presenta toda una poética que
involucra una relación armónica tanto con las raíces familiares y comunitarias, como
544
Parte de esta entrevista fue publicada en la revista electrónica Litterae Nacional el año 2010, con el
título “Cecilia Vicuña, poeta chilena” (http://www2.udec.cl/~litterae/entrevista.html).
829
también con el espacio en el que creció, e incursionó en la poesía y las artes visuales.
corta duración, en las cuales profundiza algunos aspectos de su poética y exhibe algunas
performances, por ejemplo, la escritura de los versos del poema de Gabriela Mistral
The Oxford Book of Latin American Poetry (New York, Oxford University Press, 2009)
América de la Biblioteca Nacional, contó con una presentación de Cecilia Vicuña del
proceso de elaboración del trabajo y con lecturas poéticas de Elicura Chihuailaf, Raúl
Zurita, Elvira Hernández, Soledad Fariña, Javier Bello, Jaime Cisternas -poeta alférez
del baile chino de Pucalán- y Santos Rubio -cantor popular de Pirque- acompañado en el
como la de los bailes chinos del Chile central; la poesía escrita y oral, “en igualdad de
condiciones creativas”, afirmó. Así encontramos textos de Rosa Araneda, poeta chilena
del siglo XIX que cultivó la Lira Popular y de María Sabina, chamana de Oaxaca,
México.
indígenas mayas, náhuatl e incas hasta la poesía de nuestros días. Tanto el índice como
830
las presentaciones de los editores revelan una voluntad de resarcimiento de los criterios
actividades, como José Martí, conocido masivamente como ensayista e ideólogo más
que como poeta, y especialmente Violeta Parra, desde algunos años reconocida en tesis y
artículos como poeta, pero desdeñada en este aspecto por muchas décadas debido a la
calificación de “folclorista”.
a los “grandes”. A modo de ejemplo, entre los chilenos antologados contamos de igual
manera a Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Nicanor Parra, Pablo Neruda y Gonzalo
Rojas, como a Pablo de Rokha, Rosamel del Valle, Elicura Chihuailaf y el escasamente
conocido Omar Cáceres. El mismo criterio rige en la selección de los otros poetas
latinoamericanos; es así como encontramos la obra de César Vallejo, Rubén Darío, Jorge
831
colombiana María Mercedes Carranza y la nicaragüense Daysi Zamora, sólo por
En total, la obra comprende el trabajo de 129 poetas, más los textos anónimos,
poética mestiza”, en palabras de la editora, “works that emerged from the clash of
cultures in Latin American, the dialogic exchange between two ethos -one based on
modernidad es fruto de la interacción entre las herencias indígena y europea, por lo que
realizada por un conjunto de poetas más los editores. El cuidadoso trabajo realizado,
fotográfica, que privilegió obras que conjugan poesía y artes visuales: quipus andinos,
escritura maya, textos de Guamán Poma de Ayala, poemas de Juan José Tablada, de
Nicanor Parra y la poesía concreta de Brasil. En suma, The Oxford Book of Latin
americano.
832
Es en este activo momento de su visita a Chile que la poeta me concedió unos
La Wik’uña y el altiplano
escribí en la década del 80, entre el 80 y el 89. Durante esa década yo hice cuatro viajes
al altiplano, a Perú y a Bolivia, y me quedé por períodos no muy largos, pero de varias
semanas. Pero antes de eso, había visitado Bogotá -de cultura andina altiplánica- y tuve
el primer contacto con la cultura andina indígena. Fue impactante presenciar la relación
con la tierra y con la espiritualidad de las comunidades indígenas del altiplano. Estuve
en distintas regiones. El primer trabajo que hice fue con una comunidad indígena del
Valle del Cauca, la parte estrictamente andina. Esta comunidad me invitó a que yo
545
Si bien Luxumei, el traspié de la doctrina fue publicado en 1983, los textos fueron escritos entre los
años 1966 y 1972. Así se entiende la afirmación de la poeta. Por otra parte, la distancia entre los libros no
es sólo temporal; como se lee en la continuación de la entrevista, La Wik’uña está determinada por los
viajes de la poeta al altiplano. Es decir, ambos textos remiten a experiencias diferentes.
833
hiciera un taller con los niños. El museo de folclor de Bogotá me pidió que hiciera una
exposición del arte guambiano, organizada por la propia comunidad, sin curador.
específico, se produce una relación y exploración con los espacios del altiplano.
Es real tu percepción… La primera vez que entré a vivir por unos días con una
comunidad indígena (guambiana) fue muy impresionante porque allí comprendí que era
impactaba la tonalidad, forma en que la gente se dirigía los unos a otros: a las madres, a
los amigos; nada que fuese discordante. Eso me reveló que existía una poética que yo no
conocía; siempre había leído poesía oral, pero ese encuentro me demostró que había
percibir lo que percibes estando en una comunidad. Siguiendo el hilito de ese interés,
cuando llegué a Nueva York, el año ochenta -me pasó igual que en Bogotá, yo iba a
hacer una performance y me quedé… treinta años- me encontré con una persona que
conocí bibliografía sobre la cultura andina que jamás imaginé, empecé a leer, leer y leer,
834
libro que estaba escribiendo mi marido546. Esa escritura en paralelo también era una
Claro, esta historia de amor sucede tanto en Perú como en Nueva York, en
realidad es una historia de amor que hace una triangulación: Nueva York, Buenos Aires,
el Andes chileno... Lo principal sucede entre Cusco, Buenos Aires y Nueva York.
porque nunca fue “asesinado” por los españoles. Su estructura urbana está intocada. Si
hicieron en el Cusco, donde colocaron iglesias y de un “cuanto hay” encima. Pero como
Ollantaytambo era un templo inconcluso, lo dejaron tal cual, como si fuera un montón
de piedras. Es impresionante cómo este lugar interactúa con la luz: la luz de la noche,
del día, de las estrellas, de la mañana. El lugar encarna una poética sonora y
multidimensional -lo que tú llamas “artes integrados”-. Por ejemplo, hay un lugar en que
546
César Paternosto. (1989). Piedra Abstracta. La escultura inca: una visión contemporánea. México:
Fondo de Cultura Económica.
835
lugar del mundo en que las acequias fueran construidas considerando la luz. Nada de eso
es casualidad y sin embargo es completamente invisible para los historiadores del arte,
los arqueólogos, para cualquier persona que vaya allí excepto para un poeta.
años en Colombia- cuando tuve una revelación con el sonido. Estando en la soledad de
mi taller de Bogotá, de pronto comprendí que cada palabra se construía por un “choque”
entre el sonido y el silencio, y que si no fuera por este choque, que generaba unas
interior de cada palabra, y en La Wik’uña, eso no solo sucede al interior de cada palabra,
porque de estos choques y de estos conflictos de los que habla la película Kon Kon, nace
suave, sino de violencia creativa, como la de los volcanes, que conforma una
espiritualidad suprahumana, de la cual los humanos solo somos parte, pero eso ya está
en el cosmos.
el 9 de noviembre de 1984 …
547
Vocablos quechuas: “Alto y bajo. Oposición complementaria de las comunidades y pueblos andinos
divididos en dos sectores” (Vicuña, 1990, p. 101).
836
Fue una protesta que se hizo en Chile contra la dictadura; no se podía anunciar de
ninguna manera porque había censura, lo maravilloso fue que se difundió de boca en
boca. Fue un día de silencio y oración que se hizo en todo Chile. Días antes yo estaba en
Buenos Aires y escribí “El pedido de la vicuña”: La vicuña pedía un día de silencio y de
exactamente sucedió en Chile en esos días. Lo leí en “El Clarín”, entonces, como en esa
época había censura y control total, no vas a encontrar ninguna mención en la prensa
chilena, y, también es posible que la gente izquierdista chilena, tampoco le haya dado
importancia porque era un día de oración, entonces, es otra mentalidad. Para mí el “No”
oración.
En La Wik’uña aparece una carta cuyo destinatario es Francisco Zegers -editor del
texto- donde se narra un sueño en el cual usted dialoga con él ¿cuál es el propósito
Cuando era una joven chilena, yo publicaba mi poesía en una revista mexicana
llamada El corno emplumado y eso causó un tremendo impacto en Chile, porque era una
transgresión del sistema poético chileno: que de la nada apareciera una chica de 18 años
ni me enteraba, ¡era una niña de 18 años! Eso generó un odio muy violento desde el
sistema literario chileno hacia mi poesía. Por supuesto no todos eran partícipes de ese
odio, yo tenía muchos amigos que amaban mi poesía como Antonio Skármeta, Alfonso
837
Alcalde, Gonzalo Millán, pero el sistema literario chileno, es decir los editores y todo
La primera persona que se atreve a publicar un libro mío en Chile es Zegers. Entonces
decido incluir ese sueño y esa carta en el libro, y resultó, que cuando apareció el libro,
sus amigos de “la avanzada literaria” también publicados por él, se enojaron y le dijeron
relacionado o no, pero muy pocos ejemplares han circulado, lo he visto en una sola
Yo creo que mi poesía no se conoce para nada en Chile. Algún puñado de poetas
Gloria Gálvez-Carlisle (2001, p. 125) señala que el poema “La wik’uña” tiene su
coincidencia. Lo que en realidad sucede es que mis amigos inventaron una frase sobre
mí “Ahí viene la Vicuña, a vicuñar”, es decir, que mi forma de ser era un verbo, que
poesía, en performances. El “vicuñar” era un trabajo total artístico, donde todo entraba.
548
Se refiere a su primer libro, Sabor a mí, publicado finalmente en Devon, Inglaterra, por Beau Geste
Press, en 1973. Antes de la dictadura, en 1972, el libro ya había sido censurado por el rector de la
Universidad Católica de Valparaíso, por lo que el contrato que la poeta había firmado con las Ediciones
Universitarias de Valparaíso quedó sin efecto (Ver Guerrero, 2008, s.p.).
838
El único elemento del autorretrato que aparece en el poema es el verbo
“vicuñar”. Son de la misma época, sin embargo, el poema obedece a una concepción
sobre la poética del tejido andino. Solamente se podía tejer un tejido andino con una
oración.
Todo esto yo no lo sabía cuando pinté el autorretrato. Este fue más bien un
instinto, de que yo soy ese animal y de que mis amigos me dicen que yo ando
549
Entre el 9 de noviembre y el 31 de diciembre de 2006, Vicuña realizó una exposición llamada “El
quipu menstrual”en el marco de la muestra Del otro lado. Arte de mujeres en Chile, en el Centro Cultural
Palacio de la Moneda. La obra, de trasfondo ecológico en defensa de los glaciares, fue censurada por su
tamaño y la artista se vio obligada a disminuir sus dimensiones. La primera vez que envió la carta a
Michelle Bachelet fue el 20 de mayo de 2006.
839
Relación con Parra, Mistral y Fariña.
poética y visual.
una violencia tremenda -porque era pobre, campesina, “mal vestida”-. Cuando era
liceana, recuerdo haber escuchado chistes sobre ella. Se burlaban de su “voz de tarro”;
poesía. Nunca me olvidaré del momento y el lugar en que escuché por primera vez su
Participé en un encuentro sobre Violeta Parra hace tres o cuatro años con un
texto sobre lo que Violeta oyó: un gemido que los chilenos no quieren escuchar. Un
gemido en relación a una visión de mundo. Ella llevó eso hasta el final de sus días.
Cuento en ese paper cómo llegó a descubrirlo ella misma, porque antes de ser lo que
nosotros conocemos como Violeta Parra hacía copias de lo que escuchaba en la radio.
Tenía una carrera de “copiona”, como todos los chilenos. Pero un día tuvo una
550
Efectivamente, Violeta Parra cantaba al comienzo los éxitos radiales del momento, pues era lo que la
gente pedía en los boliches de Santiago, e incursionó con éxito en el baile español. Sin embargo, pronto
comprende que esto no era lo mejor que podía entregar. Su hijo Ángel Parra (2006) recuerda: “La ruptura
de mi madre con el canto de España se produjo (…) en el momento en que llegan a Chile grupos españoles
840
En una entrevista anterior que usted concedió a Revista Paula (Fuentealba, 2006),
Hay iras e iras. La ira de Violeta no era destructiva ni contra la vida, sino contra
lo que atacaba la vida, contra la mentira, la falsedad, contra todo lo negativo. Por
ejemplo en el Tíbet, los Budas más poderosos, no son los Budas apacibles que
conocemos, son los Budas iracundos, tal como Violeta, porque tienen ira contra las
amor, no como opresión, ni como manipulación, ni como consumo. Es una rebelión. Ella
hace como una poesía, que incluye las arpilleras, que incluye todo su quehacer, pero que
es ante todo una forma poética. En Chile la tienen restringida a que es “folclorista”, que
es como decir un perrito que anda por la calle. En otras palabras, el desprecio a Violeta
que hay ahora, no es muy diferente del que había cuando ella estaba viva. Está más
como el de Carmen Amaya, con gitanos auténticos. La fuerza de esa música, la interpretación, la guitarra
flamenca, le revelan una verdad simple pero brutal. El repertorio de canciones que ella cantaba, no
correspondía a la auténtica música flamenca. Era falso, exactamente el equivalente de las tonaditas huasas
chilenas urbanas, tan odiadas por ella. En definitiva, era la música representativa del franquismo en el
poder. Asistí a su encuentro con la Chunga, bailadora gitana, bailaba con los pies desnudos, La danza era
el reflejo de su alma. Su impresión fue grandísima, no podía sacar el habla” (p. 43).
551
Se refiere aquí al espacio habilitado en el Centro Cultural Palacio de La Moneda el año 2007 para
exhibir parte de las arpilleras, óleos y piezas en papel maché de Violeta Parra. En total, la colección
incluye 47 piezas, pero como el lugar es pequeño, la obra se va rotando tres veces al año.
841
En la antología que he preparado para la Universidad de Oxford que reúne 500
años de poesía latinoamericana, está Violeta Parra junto a Gabriela Mistral y junto a los
Una vez que aparecieron los “Antipoemas”, la artificialidad del discurso poético se
desarmó, se cayó sola; a partir de ahí a un poeta joven le resultaba muy difícil volver a
ese artificio pre-Parra, todas las generaciones escriben lo más cercano al habla. Sería
toda mi poesía de los años setenta. Cuando me alejé de Chile, fui perdiendo ese oído a
Muy intensa. He escrito cuatro ensayos sobre Mistral, sólo algunos están
encuentran 15 peliculitas más. Una de ellas está basada en un poema de Mistral, “Muerte
del mar” (Lagar, 1954). En ella le regalo estos versos a los pescadores de Concón.
552
Texto de Vicuña que recoge anotaciones entre 1967 y 1972, próximo a publicarse en Ediciones de la
Universidad Diego Portales.
842
Soledad Bianchi (1990c) compara La Wik’uña con el poema “Beber” de Tala, sin
intención ecológica…
Eso de que ella habla sobre aguas puras y yo sobre aguas contaminadas es
relativo. Mistral ya habla de agua impura en “Muerte del mar”. Este es un gran poema;
Mistral tenía una especie de pasión arcaizante por escribir en un lenguaje idealizado de
sus lecturas de la poesía europea y bíblica y que es como un engendro, pero dentro de su
no realización como poema hay un potencial tan tremendo que yo he hecho más de un
performance en los cuales trastoco la muerte del mar. Hay una riqueza, una visión en la
cual ella está viendo el futuro, que el mar se retira, se esfuma. Mistral posee una
potencia tan grande que a ella misma le cuesta saber qué hacer con esa potencia. La trata
de controlar, de poetizar y no le resulta del todo. Cuando le resulta ¡guau!, surge por
ejemplo “La flor del aire”, poema sobre la poesía; la flor del aire es la poesía.
Es una poeta muy compleja, pues una parte de su obra es una idealización de lo
rechazo, su amor. Percibo en ella una mujer que no era la directora de colegio, la
inspectora ¡para nada! Yo hice un retrato de ella completamente desnuda, que denota
una visión muy distante de la tradicional. Creo que con Mistral pasa lo mismo que con
843
muy vasta. En alguno de mis ensayos digo que habría que convertirse en cerro para
entenderla.
de la poética indígena de América es que no habla “de” los cerros, sino que se dirige a
los cerros como tú te diriges a tu mamá, a tu hija. Tú conversas tu dolor con las cosas, y
por lo tanto ellas participan. La evidencia de ello es que yo subo a un cerro a hacer un
ritual, y llegan los cóndores. Si aquí hubiera animales, ellos se acercarían a escuchar esta
conversación. Esta poética que está enraizada en la vida es percibida por los elementos
para nada lo que es Mistral, refleja a la sociedad chilena. Ella era una persona de una
porque ella evidentemente vivía eso y a la vez lo ocultaba. Pero es que en esa época se
hacía así, ¿qué mujeres eran abiertamente amantes? Se contaban con los dedos de la
mano.
553
Gabriela Mistral. (2009). Niña errante: Cartas a Doris Dana. Santiago de Chile: Lumen.
844
Me quedo con las imágenes del álbum familiar554 donde tú la vez cagada de la
risa, tomando un matecito, chacoteando con los amigos. Esa Gabriela, me confirma a la
Saliéndonos un tanto del tema de las autoras, y volviendo a su obra, el Tao ¿sigue
que se muestran en la película Kon Kon y la visión que da lugar al Tao son equivalentes.
Los seres humanos que estamos vivos en este momento, procedemos de una
pequeña tribu de 600 personas que vinieron de Sudáfrica y se expandieron por el mundo.
Esta visión de mundo viene de esa época antiquísima, de hace 140.000 años, estoy
hablando de algo completamente real. En esa época comienza a surgir una visión de la
primera vez que leí el Tao reconocí lo que había visto acá. No en la cultura chilena
No comparto esa experiencia para nada, porque vivo la mayor parte del tiempo
en una ciudad. Creo que esa dicotomía entre la ciudad y el campo es completamente
845
tener una relación con lo natural, puede ser un espacio de libertad. Tú escoges si quieres
edificio.
parece que entras a una casa del campo chileno. Es radicalmente diferente de Nueva
Para Mistral y Parra la dicotomía campo/ ciudad es mucho más dramática por el
Viví en el campo hasta los nueve años, también pasé por el traslado del campo
hacia la ciudad. Pero mi reacción no fue de sentir la violencia de ese cambio, sino
Para finalizar, Soledad Fariña, en su libro Donde comienza el aire (2006) recrea en
forma en que las poetas en general leen. La memoria del poeta es fundamentalmente
evidente.
846
3. Entrevista con Soledad Fariña (6 de enero de 2010)
poemario La vocal de la tierra (1999), aunque también hubo tiempo para hablar de su
vida. Me cuenta: “Viví el exilio en Suecia por un corto tiempo. Estudié literatura allá;
antes en Chile estudié Ciencias Políticas, trabajaba en el día y estudiaba en las tardes. De
vuelta, conocí a muchos escritores: Enrique Lihn, Gonzalo Millán, que venía llegando de
la tierra, Albricia:
podríamos distinguir de algo general, digamos. Yo había leído a las psicoanalistas y a las
psicólogas francesas de los setentas; Luce Irigaray propone esta teoría de que nos
conformamos como sujetos con la madre. Esta poesía busca a la madre, mediante la
palabra poética.
Unos de los epígrafes de Albricia es “La cabalgata” de Tala, “oír, oír, oír, la
noche como valva…”, y no tiene nada que ver con poesía femenina ni con nada, pero su
magma, lo que nos dejó abierto a las mujeres, es la búsqueda de una relación amorosa
Albricia es pura metáfora, esto se interpretó como algo lésbico, a mí no me importa que
847
se haya interpretado así, pues también puede ser, por qué no: fraterno, madre/hija, amor
lésbico, igual es una relación entre dos mujeres. Eso es lo diferente. Era leído por un
nombre, yo le había pedido a Juan Luis Martínez que lo editara, le pasé el texto y luego,
problema, el nombre que le pondría al texto, y ella encontró la palabra “albricia” en uno
Me parece que es Raquel Olea la que relaciona Albricia con el cuento “Al Alba”,
848
¿Qué pasó con La Morada?
se han empoderado, hay muchas más mujeres en el gobierno, por aquí, por allá…
Ollantaytambo y Machu Picchu. Escribí el texto mirando esas fotografías. Esta segunda
versión del libro se llama Pac Pac Pec Pec (el canto de la lechuza)
¿Por qué elige cambiar el nombre En amarillo oscuro por Pac Pac Pec Pec?
Por la fonética, al releerlo era lo que más me gustaba. Es bonito ese sonido.
Hace tiempo, cuando lo empecé… Las tomé en Cusco. Ahí está, el poema con su
respectiva foto. En la primera versión no quise incluir las fotos para que no fuera
evidente. Luego de ese viaje, sola en una casa en San Alfonso, al interior del Cajón del
849
Para lo concerniente a las plumas de los pájaros y de los colores, había hecho un
seminario con Victoria Castro555 sobre los códigos que aparecen en el Guamán Poma,
todo eso está ahí. No quise hacer un libro datado o muy claro.
choroyes, está escrito en tercera persona, para crear una mayor distancia entre el sujeto y
el tema. Lo que se escribe es la escritura de una mujer, el cuerpo digamos. Los colores
Los choroyes y el patriarcado. En esta época, yo no era feminista. Hice unos videos de
dos poemas de El primer libro -el del medio y el del final-, lo que va desde el alfa hasta
el habla.
aire, de lo perdido, “es más que la palabra, es el aire de todas las palabras”.
Ahora, lo que ha hecho Cecilia Vicuña es lo mismo, pero desde otra vertiente:
850
No busco estos espacios, es el espacio que aparece, de lo urbano lo único que
color?
No.
Claro, esto viene de El primer libro…el mundo se puso patas pa’ arriba después
hubiera.
Por otra parte, el diálogo con amigos, sobretodo con Raúl Zurita.
Después de Donde comienza el aire han salido muchos libros, antes no había
ninguno, que conversan con un poeta vivo. Me habría gustado que hubiera tenido más
851
reconocimiento556; cuando yo estaba escribiéndolo, todos me decían: eres generosa con
Con todas, amistad y el quehacer artístico, proyectos. De ese grupo conocía bien
no.
Por lo que me decía hace instantes, de Gabriela Mistral usted rescata la poetización
directa…
556
Donde comienza el aire fue nominado al Premio Altazor el año 2007, compitiendo con dos
nominaciones póstumas: Rodrigo Lira y Bárbara Délano. Finalmente, el premio se concedió a esta última.
852
Es decir, que usted, y tal vez la generación de poetas mujeres a la cual pertenece, se
Sí, creo que nos sentimos identificadas más como hijas. De mi generación,
Heddy Navarro trabaja con la configuración de la madre, sin embargo, me parece que
algunas obras?
Habría que ver, quizás. En todo caso, la mayoría de las lecturas que existen sobre
853
4. “La Vicuña, animal andino”. (1979). Óleo sobre tela, 1.40 x 1.20m., Bogotá,
colección de la artista557.
557
Foto reproducida con permiso de Cecilia Vicuña.
854
5. “Gabriela Mistral”. (1979).. Óleo sobre tela, 60 x 49 cm., colección de la
artista558.
558
Foto reproducida con permiso de Cecilia Vicuña.
855
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
PRIMARIA
http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle.asp?id=MC0028769
Fariña, S. (1999). La vocal de la tierra. Prólogo de Diana Bellesi. Santiago: Cuarto Propio.
Fariña, S. (julio- diciembre de 2011). La expresión de amor en el tiempo: Violeta, Safo. Revista
Fariña, S. y Olea R. (Eds.). (1990). Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral.
Fariña, S. y Olea R. (Eds.). (1997). Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral.
http://www.salasvirtuales.cl/salamistral/Upload/AE0013167.pdf
http://bncatalogo.cl/escritor/AE0013059.pdf
856
Mistral, G. (1944). [cuaderno 32] [manuscrito] 198 pp. (escritas) Recuperado de
http://bncatalogo.cl/escritor/AE0013061.pdf
http://bncatalogo.cl/escritor/AE0013058.pdf
http://bncatalogo.cl/escritor/AE0013046.pdf
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