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La Plaza de África

Pepe Fortes Castillo


 
Si me dieran a elegir una ciudad, no tendría duda que esta sería Ceuta, y si tuviera
que elegir un rincón de ella, no vacilaría ni un momento en escoger a mi Plaza de
África. Aquí nací y me crie, y en ella viví un cuarto de siglo. Siempre fue y será mi
barrio.

Por historia, antigüedad y tradición, considero que es el lugar más significativo de la


ciudad, el más emblemático. Corazón de la Medina Sabta de la Ceuta musulmana. Fue
centro vital también, bajo el dominio portugués y castellano. En ella se ubicaba la
alcazaba de los gobernadores musulmanes (actual Comandancia General), cuando
era conocida como Sok eq-quitan que traducido a la lengua española equivale a zoco
o plaza del lino (1). La Aljama o Mezquita Mayor (hoy ocupa su lugar la Santa
Catedral), la Madraza Al-Yadida (al finalizar la calle O’Donnell) y la Mezquita de los
Notarios, que actualmente alberga a la Santísima Virgen de África, que da nombre a la
plaza.

Fue parte integral de este distrito, el Convento de los Trinitarios y no solo el actual
Palacio Municipal (hoy Palacio de la Asamblea), la anterior casa consistorial también
se hallaba en esta emblemática plaza ceutí. Desde aquí, se administraba y se sigue
administrando, el funcionamiento interno de la ciudad, tanto militar como religioso,
dado que aquí estuvieron siempre los principales órganos administrativos.

Su gran extensión permitió en el siglo XVIII, ubicar en su centro, un gran jardín donde
destacó como actualmente también lo hace, la palmera. Por 1910 el pavimento que
era terrizo, se cubre con cemento y arena, mejorando mucho su aspecto.

En esta plaza estuvo hasta su demolición en 1903 la Torre de la Mora. Según la


leyenda, aquí murió Vasco Fernandez de Ataide.

Todo el frontal oeste que ocupa hoy el Parador de la Muralla, lo ocupaba el acceso al
Parque de Artillería, la mencionada Torre de la Mora y la casa de los Gobernadores
con su famosa torre del reloj. Este histórico reloj, fue el primero que hubo en todo el
norte de África. Según la inscripción que figuraba sobre la puerta que conducía a la
torre, fue instalado en 1830, reinando en España Felipe V. Tenía además el doble valor
sobre los colocados muy anteriormente a él, en otras ciudades extranjeras, que era el
primer modelo con la aplicación del isocronismo del péndulo, por entonces una
maravillosa perfección en el arte de la relojería, cuya solución dio el sabio Juan
Harrison en 1728 y también fue notable porque su rodaje estaba montado
perpendicularmente en tres grupos diferentes de ruedas, destinados al movimiento
de la cuadratura, al sonido de los cuartos de horas y al de las horas completas. Cada
uno de los tres diferentes movimientos que forman el conjunto del reloj, gastaba a
diario trece metros de cuerda. En una de sus campanas, llevaba la fecha de su
construcción. Sería interesante que nuestro estimado cronista Don José Luis Gómez
Barceló, nos contara algo sobre el destino de aquellas campanas, que probablemente
estarán en alguna iglesia de construcción más reciente. Que poco hubiese costado, al
igual que se hizo con la Catedral y la Iglesia de África, que a nuestro paisano y gran
artista Francisco José Pérez Buades (autor de la reforma de la Iglesia de África), le
encargaran la conservación de este emblemático lugar, tan lleno de historia. Seguro
que hoy estaríamos orgullosos todos los ceutíes de poseer esta bella torre.

La torre también fue residencia del célebre ceutí Sidi Bel Ab-bés, fundador de la
ciudad que llevaba su nombre en la Argelia antigua.

Durante la Guerra de la Independencia y crearse las Cortes de Cádiz, la plaza recibe el


nombre de Plaza de la Constitución. Ceuta igual que Cádiz, no fue ocupada por las
tropas napoleónicas corrió el rumor, que en el caso de que la ciudad andaluza fuera
tomada por los franceses, los miembros de las Cortes constituyentes, consideraron la
opción de refugiarse en Ceuta, con el visto bueno de las autoridades locales.
Napoleón nunca entró en Cádiz y no fue necesario que Ceuta poseyera ese gran
honor.

Finalizada la Guerra de la Independencia en 1814, Fernando VII, regresó a España e


implantó el absolutismo. No tardó mucho el monarca español, en crear una gran
represión contra los afrancesados y liberales, facilitándoles billetes de tren y barco
con destino a Ceuta. A las autoridades ceutíes como es natural les entró “el canguelo”
tras su apoyo a las Cortes de Cádiz y su Constitución, y con el fin de “limar esperezas”,
la vuelta al trono de Fernando VII, se celebró en Ceuta con una misa solemne y el
Ayuntamiento en pleno celebrado el 20 de mayo de 1814, acordó cambiar el nombre
de Plaza de la Constitución, por la “Real Plaza de Fernando VII”.

Años más tarde muerto ya Fernando VII, la plaza vuelve a ser conocida como de la
Constitución, hasta los primeros años del siglo XX que es llamada como actualmente
todos la conocemos, PLAZA DE ÁFRICA.

Aunque el panel de cerámica colocado en la fachada sur de la Iglesia de África llame a


la plaza: ANTIGUA PLAZA DE LA LANA, la realidad es otra. Ya decimos que en la Ceuta
musulmana era conocida como Sok eq-quitan, que significa “zoco del lino”, porque
para llamarse de la lana, tendría que haber sido Sok eq-sof. En árabe quitán es lino y
sof es lana. El error (como apunta Alberto Baeza en su obra “CEUTA 1900”, puede que
venga de su traducción al latín, donde lana es lanarium y lino es linarium, fácil de
confundir.

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