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UNIVERSIDAD LAICA ELOY ALFARO DE MANABI

FACULTAD DE ARQUITECTURA

ENSAYO ARGUMENTATIVO

Tema

Ciudad ideal y ciudad real

Autor

Bernardi Cedeño Karla Isabella

Materia

Sociología urbana

Docente

Arq. Gabriel Barba

Curso

Séptimo semestre “A”

2022 (2)
Ciudad ideal y ciudad real

Ha sido alrededor del año 3000 a.C. que aparecieron los primeros núcleos de población a los que se
tiene la posibilidad de ofrecer el nombre de “ciudad”. A partir de entonces la “revolución urbana” no
abandonó la idea de extenderse, cambiando por completo el curso de la crónica de la humanidad.
La fundación de una urbe tiene relación con una voluntad política o social, más allá de la
composición física y material. Una ciudad podría ser creada por unas escasas personas y varias
construcciones menores, a pesar de que, con el tiempo, la composición alcance un desarrollo mucho
más grande.
Con el paso del tiempo se han podido hallar diferentes estilos de urbes, organizadas, desordenadas o
de carácter social, sin embargo en todas ellas se prioriza el cubrir las necesidades primarias de los
individuos así sea de carácter religioso, comercial o sencillamente de táctica social.
No obstante, a pesar del papel fundamental de la urbe en la cultura, se sabe realmente bastante poco
de la índole del urbanismo y del proceso de urbanización. Se ha intentado frecuentemente aislar las
particularidades distintivas de la vida urbana. Los geógrafos, los historiadores, los economistas y los
investigadores de la ciencia política han aportado los aspectos de sus disciplinas respectivas en
definiciones distintas de la metrópoli.
Una definición de ciudad sociológicamente válida ha de distinguir los recursos de urbanismo que la
delimitan como forma de agrupación distintiva de la vida humana. Considerar urbana una sociedad
basándose solamente en el número de pobladores es precisamente arbitrario. No es sustentable la
actual definición censataria, que estima una sociedad de dos mil quinientos pobladores en adelante,
urbana y menos que aquello, en rurales.
Según (Zambrano, 1964) haciendo referencia a la ciudad y su creación histórica, afirma:
Una ciudad es también una arquitectura, un hablar, unas tradiciones religiosas y profanas, unas costumbres,
un estilo y hasta una cocina: un orbe entero que lo contiene todo; un sistema de vida. Un lugar privilegiado,
una luz que le es propia, un paisaje.

Y es también una ciudad un rumor que resuena por plazas, por calles; unos silencios que se estabilizan en
lugares en donde nada puede romperlos; un tono en las voces de sus habitantes y una especial cadencia en su
modo de hablar; una altura en los edificios y un modo de estar plantada en el lugar que le es propio. Y así
hay ciudades horizontales paralelas al horizonte que se ensancha mirando desde ellas, y ciudades que se
alzan como torres, lo que sucede independientemente de la altura efectiva que alcancen sus construcciones.
Y así sucede igualmente con los monumentos, hay una Plaza en Córdoba, ciudad horizontal si las hay,
donde un crucifijo de piedra llamado “el Cristo de los faroles” se alza alta, absolutamente alta, hacia el cielo,
lo que no puede ser atribuible a la modesta dimensión de ese sencillo monumento.

Es evidente que existe una gran cantidad de definiciones y opiniones sobre el concepto de la ciudad
y lo que corresponde de aquella, para formular una definición de la ciudad se necesita ser bastante
precavido y evadir una identificación del urbanismo como forma de vida con cualquier predominación
cultural específica, histórica o localmente condicionada, puesto que aunque ésta logre influir de
manera significativa en el carácter específico de la sociedad no es el componente determinante
elemental de su carácter de ciudad.
Tomando en cuenta que una ciudad puede tener un sin número de definiciones considerando varios
aspectos, en este caso ¿Cuál es concepto de ciudad ideal/real teniendo presente el aspecto filosófico?
Según (Trías, 2001) en su libro Ciudad sobre ciudad, indica:
Este libro (Ciudad sobre ciudad) muestra la ciudad ideal que he ido configurando con mi palabra y escritura;
la cual, como la platónico, se asemeja más a la descripción de Wittgenstein que a las Grandes Fundaciones
de la Modernidad filosófica (y urbana). Nada que ver con un «fundacionalismo» al estilo de Descartes. Es el
resultado experiencial de una work in progress que, sin embargo, a posteriori, puede reconocerse en su
carácter propio y específico, con sus barrios determinados y definidos, y con cierto aire común y familiar
que permite reconocer la misma idea o propuesta (la que corresponde a una filosofía del límite que acierta a
fundamentar en el ser del límite ese principio temporal, histórico y dinámico al que llamo «principio de
variación»).

De este modo, el autor explica a la ciudad desde un concepto filosófico en el que caracteriza a la
misma no como un núcleo urbano metódico y cuadriculado, si no más bien toma como referencia las
grandes y viejas ciudades europeas y latinas que poseen sus barrios y periferias para nada definidas.
Tal es el ejemplo de Brasil, una de las ciudades más grandes de América del Sur que posee un
contraste urbano referente a lo mencionado anteriormente. De un lado se tiene a Brasilia, la moderna y
monumental ciudad creada para la elite a finales de la década de los 50, mientras que del otro lado esta
Rio de Janeiro, una de las ciudades con graves problemas de asentamientos informales.
Brasilia debía ser una metrópoli que mirara hacia el futuro y dejara atrás el legado colonial de
Salvador de Bahía y Rio de Janeiro, las viejas capitales. La idealización del Plano Piloto de Brasilia
incorporó las ideas racionalistas y funcionalistas de la arquitectura actualizada, muchas inspiradas en
Le Corbusier, respecto a cómo debía ser una ciudad. En específico, esta debía organizarse en diversas
regiones de acuerdo con el uso que sus pobladores le iban a ofrecer: vivir, circular, laborar y
entretenerse, sin embargo, no funcionó como Lucio Costa y Niemeyer habían imaginado, con los
años, se evidenció que varios de los principios modernos de arquitectura que estuvieron aplicados a la
nueva capital no eran tan buenos para la vida real como se había imaginado, el problema más
significativo fue la sectorización, la separación extrema de la metrópoli más importante en sectores
diseñó una división tan enorme de ocupaciones que dificultó la utilización de los espacios públicos de
parte de los residentes y alimentó, entre los críticos de Brasilia, la popularidad de que el Plano Piloto
"no poseía vida". Además, creían que esta separación era una forma de control que intentaba forzar a
la población a utilizar la ciudad de una forma definida, no orgánica.
Por el contrario, Rio de Janeiro, una metrópoli de 11.800.000 pobladores tiene un grave problema
con los asentamientos informales. En Brasil a esta clase de espacios se les nombra favelas. En Rio de
Janeiro se han calculado unas 968 favelas, en las que viven entre 1.5 y 2 millones de individuos.
El hecho de que las casas sean de creación propia provoca que dichos asentamientos sean
categorizados como “informales”. No permanecen planificados ni urbanizados por organizaciones
constructoras ni siguiendo ningún tipo de ordenamiento. Son estructuras sencillas, a base de ladrillos,
cemento, chapa y maderas. La instalación eléctrica y las tuberías también son arregladas por los
mismos pobladores, que, si bien no poseen una alta cualificación para el mercado gremial de la urbe,
tienen experiencia en la construcción de modestos domicilios.
Muchas personas no las llama favelas, las llama comunidades. Dichos barrios se originaron de la
nada, mediante muchas manos amigas, y en un ambiente económico difícil, donde la mayoría de las
personas pasaba necesidades. De esta forma, sus pobladores empezaron a convivir ayudándose y
prestándose cosas.
Dicho esto, es necesario tomar como referencia una de las argumentaciones del autor del libro
ciudad sobre ciudad en donde (Trías, 2001), explica:
No es, pues, una Ville Radièuse lo que intento fundar (desde un espacio aparte y separado, o metafísico, o
meta cínico), al modo de Le Corbusier urbanista y planificador. No es una ciudad cartesiana que se impone
sobre la palabra y la escritura. Es, más bien, como señala Wittgenstein en sus investigaciones filosóficas,
una ciudad que al estilo de las viejas ciudades europeas posee sus barrios y suburbios sobre los que se
edificar nuevos acomodos urbanos, y en donde conviven viejos barrios con expansiones o ensanches de
nueva planta.

Esto demuestra como una ciudad planificada con una visión racionalista fracasa a simple vista, las
urbes son muchísimo más que cuadrículas formadas por calles e inmuebles. Tienen que integrar
espacios que generen interrelaciones entre sus pobladores para permitir que la espontaneidad aflore.
En conclusión, las ciudades cambian para ajustarse a los nuevos tiempos y necesidades. Las urbes
excesivamente rígidas en su idealización dejan poco margen para permitir que evolucionen. Ordenar
los programas que se desarrollan en la localidad por regiones es un procedimiento eficiente, sí, pero
además encasilla e impide crear espacios donde se fomente y visibilice la variedad propia de los
barrios que hoy son parte de las propias urbes.
El disfrute de la localidad continuamente ha estado muy cercano a la función de vivir unidos en un
espacio de encuentro, de independencia, de espontaneidad y de construcción, la metrópoli y su uso
espontáneo se abre camino inclusive en las situaciones más adversas debido a personas y colectivos
que esperan algo más de ella. Es de esta forma cómo, lo que hoy se conoce cultura "do it yourself",
sigue estando presente en la metrópoli, a modo de bricolaje diario o de implementación de la
metrópoli como soporte de producción y exhibición artística en sitios insospechados. Dichos ejemplos
hablan de una urbe espontánea que no surge en los tratados de urbanismo, en los planes en general de
ordenación urbana ni en la normativa de licencias y, no obstante, ocurre. Es la urbe espontánea no
obsesionada por la permanencia ni el equilibrio, sin embargo, sí preocupada por dar espacio para el
aprendizaje, para el goce y para la construcción, aunque sea a pequeña escala, es la localidad que se
desea. Una localidad que tiene sus espacios de juego planificados y zonificados, son embargo en la
que cualquier sitio podría ser perfecto para jugar al ajedrez.
La metrópoli planificada no desea únicamente ordenar el espacio físico; además desea regular lo que
se puede y no se puede hacer. De esta forma es como las ordenanzas cívicas de toda clase fueron
apareciendo en los últimos tiempos, buscando regular el cómo utilizar la ciudad hasta su detalle más
mínimo con la excusa de intentar resolver conflictos sociales puntuales (espacio público, botellón,
prostitución, horarios nocturnos, etcétera.) han acabado siendo la herramienta de prohibición, control
y temor primordial para atenazar la utilización independiente de las metrópolis en el cual se vive. El
exceso de regulación en el cual se convierte es un hecho para nada heroico debido a la comparación de
lo que constantemente ha sido un componente consustancial a la ciudad: el aprendizaje, la
experimentación, la autoconstrucción, la personalización y la adaptación.
Referencias
Trías, E. (2001). Ciudad sobre ciudad . Barcelona : Ediciones destino, S.A.
Zambrano, M. (22 de Abril de 1964). Universitat de Barcelona . Obtenido de
http://www.ub.edu/smzambrano/documentos/La_ciudad_creacion_historica.pdf
BBC News. (2020, 21 abril). La moderna y monumental ciudad de América Latina creada para una
élite hace 60 años que no funcionó como se había imaginado - BBC. News Mundo. Recuperado 2 de
octubre de 2022, de
https://www.bbc.com/mundo/resources/idt-2da124ce-4604-4f03-b270-e123e406c7f4
Ventura, J. P. (2016, 24 enero). Favelas en Río de Janeiro. El orden urbano.
https://elordenurbano.com/favelasriojaneiro/#:~:text=R%C3%ADo%20de%20Janeiro%2C
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