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EVANGELIO según
L
a Biblia es más que un tesoro histórico o un clásico literario para ser
preservado, admirado o venerado. Es mucho más que un conjunto
de documentos sobre cuya base puedan exaltarse talentos de hom-
bres doctos. La Biblia es la más grande de todas las obras del Creador.
Revela su mente, expresa su voluntad y manifiesta su poder mediante
palabras que, entre otros muchos propósitos, tienen poder para quitar
la muerte y sacar a luz la vida y la inmortalidad de quien lee con fe.
No suponga entonces el lector que tiene en sus manos un libro que el
hombre hubiera podido escribir de haber querido. Su maravillosa uni-
dad y continuidad, y sus predicciones cumplidas, evidencian el carácter
trascendente y sobrenatural de la Obra.
Sepa, por otra parte, que tampoco es un libro que el hombre hubie-
ra querido escribir de haber podido, porque consistentemente habla
en su contra y sin acepción de personas, testifica contra él, exhibiendo
sus rebeliones, perversiones y fracasos. Si con nuestra mente adulta,
en cambio, creemos vivir en un planeta visitado por Dios hecho carne,
entonces, las palabras que Él dice revisten una importancia tal, que al
considerar el Precioso Texto, será imposible abstraernos de que el Libro
nos confronta con asuntos que exceden los límites de nuestra habita-
ción temporal.
Ante esta realidad, no quien pretenda, sino quien humildemente as-
pire a traducir al Autor Exacto, tiene que admitir ipso facto las limitacio-
nes y la futilidad que representa el depender de humanas disciplinas,
y reconocer que, así como ante el Dios Todopoderoso no es posible
acercarse con vanas repeticiones, tampoco ante su Palabra es posible
hacerlo con la locuacidad de un espíritu liberal, como si se tratara con
prolegómenos y comentarios propios de diccionarios o enciclopedias.
Sino que, ante el Libro, uno se ha de acercar con espíritu contrito, el co-
razón hecho alheña y postrada actitud; con fe sencilla y pies descalzos,
limpios del mundanal lodo de las filosofías humanas, pues en este caso
particular, no es el lector quien juzga al Libro, sino el Libro al lector.
Presentamos, pues, el evangelio de Juan, esperando que la VIDA ETER-
NA también llegue a usted.
El editor
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JUAN
EVANGELIO según
otro lado del Jordán, donde Juan estaba Mirándolo fijamente, Jesús dijo:
bautizando. —Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú serás
Al día siguiente, ve a Jesús que viene llamado Cefas —que traducido es Pedro.
hacia él, y dice: Al día siguiente, quiso salir hacia Galilea,
—¡He aquí el Cordero de Dios, que carga y hallando a Felipe, Jesús le dice:
el pecado del mundo! Este es de quien yo —Sígueme.
dije: Detrás de mí viene un varón que ha Y Felipe era de Betsaida, de la ciudad de
estado delante de mí, porque era primero Andrés y de Pedro. Felipe halla a Natanael
que yo. Y yo no lo conocía, mas para que y le dice:
fuera manifestado a Israel, por eso vine —Hemos hallado a aquel de quien escri-
yo bautizando en agua. bió Moisés en la ley y los profetas: a Jesús,
Y Juan dio testimonio, diciendo: hijo de José, el de Nazaret.
—He contemplado al Espíritu que des- Natanael le dijo:
cendía del cielo como paloma, y perma- —¿De Nazaret puede salir algo bueno?
neció sobre Él. Y yo no lo conocía, pero el Felipe le dice:
que me envió a bautizar en agua, Él me —Ven y ve.
dijo: «Sobre quien vieras que desciende Jesús vio venir a Natanael, y dice acerca
el Espíritu y permanece sobre Él, ese es el de él:
que bautiza en Espíritu Santo.» Y yo lo he —¡He aquí un verdadero israelita, en
visto, y he dado testimonio de que este es quien no hay engaño!
el Hijo de Dios. Natanael le dice:
Al día siguiente, estaba nuevamente —¿De dónde me conoces?
Juan con dos de sus discípulos, y viendo Respondió Jesús, y le dijo:
a Jesús pasando, dice: —Antes que te llamara Felipe, estando
—¡He ahí el Cordero de Dios! tú debajo de la higuera, te vi.
Y sus dos discípulos lo oyeron hablando, Le respondió Natanael:
y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y —¡Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres
viéndolos que lo siguen, les dice: el Rey de Israel!
—¿Qué buscáis? Respondió Jesús y le dijo:
Ellos entonces le dijeron: —¿Porque te dije que te vi debajo de la
—Rabbí —que traducido significa higuera, crees? Cosas mayores que estas
Maestro—, ¿dónde moras? verás. —Y le dice—: De cierto, de cierto
Les dice: os digo: Veréis el cielo abierto y a los án-
—Venid y veréis. geles de Dios subiendo y bajando sobre el
Fueron, pues, y vieron dónde posaba y Hijo del Hombre.
se quedaron con Él aquel día, porque era Al tercer día, se hizo una boda en Caná
como la hora décima. Uno de los que lo de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
siguieron (que habían oído de parte de Y también fue invitado a la boda Jesús
Juan) era Andrés, el hermano de Simón con sus discípulos. Y cuando se acabó el
Pedro. Este halla primero a su hermano vino, la madre de Jesús le dice:
Simón, y le dice: —No tienen vino.
—¡Hemos hallado al Mesías! —que tra- Jesús le dice:
ducido es Cristo. Y lo llevó a Jesús. —Mujer, ¿qué tengo en común contigo?
5 Capítulos 2-3
del Espíritu, espíritu es. No te sorprendas bautizando en Enón, cerca de Salim, pues
porque te dije: Os es necesario nacer de había allí muchas aguas. Y acudían y eran
nuevo. El viento sopla donde quiere, y bautizados porque Juan todavía no había
oyes su sonido, pero no sabes de dónde sido echado en la cárcel.
viene ni a dónde va. Así es todo el nacido Surgió entonces una discusión de los
del Espíritu. discípulos de Juan con un judío acerca de
Respondió Nicodemo y le dijo: una purificación. Y se acercaron a Juan y
—¿Cómo puede ser esto? le dijeron:
Respondió Jesús y le dijo: —Rabbí, el que estaba contigo al otro
—¿Eres tú el maestro de Israel y no sabes lado del Jordán, de quien tú has dado
esto? De cierto, de cierto te digo, que ha- testimonio, he aquí bautiza y todos acu-
blamos lo que sabemos y testificamos lo den a él.
que hemos visto, pero no recibís nuestro Respondió Juan y dijo:
testimonio. Si os dije cosas terrenales y —Nada puede recibir un hombre si no le
no creéis, ¿cómo creeréis si os dijera las fuera dado del Cielo. Vosotros mismos me
celestiales? Porque nadie ha subido al dais testimonio de que dije: Yo no soy el
Cielo, excepto el que descendió del Cie- Cristo. Sino que he sido enviado delante
lo: el Hijo del Hombre. Y como Moisés de Él. El que tiene la novia es el novio,
levantó la serpiente en el desierto, así pero el amigo del novio, que está a su
es necesario que el Hijo del Hombre sea lado y lo oye, se alegra en gran manera
levantado, para que todo el que cree en por la voz del novio. Así pues, esta alegría
Él tenga vida eterna. Porque de tal mane- mía ha sido colmada.Él debe crecer, y yo
ra amó Dios al mundo, que dio a su Hijo menguar. El que viene de arriba, está
Unigénito, para que todo aquel que en Él sobre todos. El que es de la tierra, es de
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. la tierra y habla de la tierra. El que viene
Porque Dios no envió al Hijo al mundo del Cielo está sobre todos. Lo que ha visto
para que juzgara al mundo, sino para que y oído, esto testifica, pero nadie recibe su
el mundo fuera salvo por Él. El que cree en testimonio. El que recibe su testimonio
Él no es juzgado, pero el que no cree, ya certifica que Dios es veraz, pues aquel a
ha sido juzgado, porque no ha creído en quien Dios envió, habla las palabras de
el nombre del Unigénito Hijo de Dios. Y Dios, porque da el Espíritu sin medida. El
esta es la acusación: que la Luz ha venido Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha en-
al mundo, pero los hombres amaron más tregado en su mano. El que cree en el Hijo
la tiniebla que la Luz, pues sus obras eran tiene vida eterna; pero el que desobede-
malas. Porque todo aquel que practica ce al Hijo, no verá vida, sino que la ira de
cosas malas, aborrece la Luz, y no viene Dios permanece sobre él.
a la Luz, para que sus obras no sean des- Cuando Jesús supo que los fariseos oye-
cubiertas. Pero el que practica la verdad ron decir: «Jesús hace y bautiza más dis-
viene a la Luz, para que sea manifiesto cípulos que Juan» (aunque Jesús mismo
que sus obras han sido hechas en Dios. no bautizaba, sino sus discípulos), dejó
Después de esto, Jesús fue con sus discí- Judea y se fue de nuevo a Galilea, pero le
pulos a la tierra de Judea, y estaba allí con era necesario pasar por Samaria.
ellos y bautizaba. Y también Juan estaba Llega, pues, a una ciudad de Samaria
7 Capítulo 4
llamada Sicar, cerca del campo que Jacob nes no es tu marido. En esto has dicho
dio a su hijo José, y allí estaba el pozo de verdad.
Jacob. Y Jesús, cansado de la jornada, se Le dice la mujer:
sentó precisamente junto al pozo. Era —Señor, veo que tú eres profeta. Nues-
como la hora sexta. tros padres adoraron en este monte, y
Llega una mujer de Samaria a sacar vosotros decís que en Jerusalén está el
agua. Jesús le dice: lugar donde es necesario adorar.
—Dame de beber. —Pues sus discí- Jesús le dice:
pulos habían ido a la ciudad a comprar —Mujer, créeme que viene una hora
alimentos. cuando ni en este monte ni en Jerusa-
Le dice entonces la mujer samaritana: lén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis
—¿Cómo tú, siendo judío, me pides de lo que no conocéis; nosotros adoramos
beber a mí, que soy una mujer samari- lo que conocemos, porque la salvación
tana? —Porque judíos no se tratan con viene de los judíos. Pero viene una hora,
samaritanos. y ahora es, cuando los verdaderos ado-
Respondió Jesús, y le dijo: radores adorarán al Padre en espíritu y
—Si conocieras el don de Dios, y quién verdad, porque también el Padre quiere
es el que te dice: «Dame de beber», tú le que lo adoren tales adoradores. Dios es
pedirías, y Él te daría agua viva. Espíritu; y los que adoran, deben adorar
Le dice: en espíritu y verdad.
—Señor, ni vasija tienes, y el pozo es Le dice la mujer:
hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua —Sé que viene un Mesías, el llamado
viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro Cristo. Cuando Él venga nos declarará
padre Jacob, que nos dio el pozo, del cual todas las cosas.
él mismo bebió con sus hijos y sus gana- Jesús le dice:
dos? —Yo Soy, el que habla contigo.
Respondió Jesús y le dijo: En esto llegaron sus discípulos, y se ex-
—Todo el que bebe de esta agua tendrá trañaban de que hablara con una mujer.
sed otra vez, pero el que beba del agua Sin embargo, nadie dijo: «¿Qué inda-
que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino gas?», o: «¿Qué hablas con ella?»
que el agua que Yo le daré se hará en él Entonces la mujer dejó su cántaro y fue a
una fuente de agua que brota para vida la ciudad, y dice a los hombres:
eterna. —¡Venid! ¡Ved a un hombre que me dijo
Le dice la mujer: todo lo que hice! ¿No será este el Cristo?
—Señor, dame esa agua para que no —Y salieron de la ciudad y fueron a Él.
tenga sed ni venga aquí a sacar. Entre tanto, los discípulos le rogaban,
Le dice: diciendo:
—Ve, llama a tu marido y ven acá. —Rabbí, come.
Respondió la mujer y dijo: Pero Él les dijo:
—No tengo marido. —Yo tengo una comida para comer, que
Jesús le dice: vosotros no conocéis.
—Bien dijiste: No tengo marido, porque Se decían entonces los discípulos unos
cinco maridos tuviste y el que ahora tie- a otros:
Capítulos 4-5 8
—El mismo que me sanó, me dijo: «Re- de la muerte a la vida. De cierto, de cier-
coge tu catre y anda». to os digo, que llega la hora, y ahora es,
Le preguntaron: cuando los muertos oirán la voz del Hijo
—¿Quién es el hombre que te dijo: «Le- de Dios y los que oyeron vivirán. Porque
vanta y anda»? como el Padre tiene vida en sí mismo,
Pero el que había sido sanado no sabía así también dio al Hijo el tener vida en
quién era, porque Jesús se había retirado sí mismo. Y le dio autoridad para hacer
a causa del gentío que había en el lugar. juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
Después de esto lo halla Jesús en el tem- No os maravilléis de esto, pues llega la
plo, y le dijo: hora en que todos los que yacen en los
—Mira, has sido sanado. No peques sepulcros oirán su voz, y los que hicie-
más, no sea que te suceda algo peor. ron lo bueno saldrán a resurrección de
El hombre fue y dijo a los judíos que vida, pero los que practicaron lo malo a
Jesús era el que lo había sanado, y por resurrección de juicio. No puedo Yo hacer
esto los judíos perseguían a Jesús, pues nada de Mí mismo. Según oigo, juzgo;
hacía estas cosas en shabbat. Pero Él les y mi juicio es justo, porque no busco mi
respondió: voluntad, sino la voluntad del que me
—Mi Padre hasta ahora trabaja y Yo envió. Si Yo doy testimonio acerca de Mí
trabajo. mismo, mi testimonio no es veraz. Otro
Así que, por esto más aún procuraban los es el que da testimonio de Mí y sé que el
judíos matarlo, pues no solo quebrantaba testimonio que da acerca de Mí es veraz.
el shabbat, sino también decía que Dios Vosotros habéis enviado mensajeros a
era su propio Padre, haciéndose igual a Juan y ha dado testimonio de la Verdad.
Dios. Aunque Yo no recibo el testimonio de
Tomando la palabra Jesús, les decía: parte de un hombre, digo esto para que
—De cierto, de cierto os digo: No pue- vosotros seáis salvos. Él era la antorcha
de el Hijo hacer nada de sí mismo, sino que está ardiendo y alumbrando, y por un
lo que ve hacer al Padre. Porque lo que momento os quisisteis regocijar en su luz.
Él hace, esto también hace igualmente Pero el testimonio que Yo tengo es mayor
el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le que el de Juan, porque las obras que el
muestra todo lo que Él hace. Y mayores Padre me dio para que las realizara, las
obras que estas le mostrará para que vo- obras mismas que hago, dan testimonio
sotros os maravilléis. Porque así como el de Mí, de que el Padre me ha enviado. El
Padre levanta y da vida a los muertos, así Padre que me envió, Él ha dado testimo-
también el Hijo da vida a los que quiere. nio acerca de Mí. Nunca habéis oído su
Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis
que todo el juicio lo ha encomendado al su Palabra permaneciendo en vosotros,
Hijo, para que todos honren al Hijo así porque a quien Él envió, a Este vosotros
como honran al Padre. El que no honra no creéis. Escudriñáis las Escrituras por-
al Hijo, no honra al Padre que lo envió. que os parece que en ellas tenéis vida
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi eterna, y ellas son las que dan testimo-
Palabra y cree al que me envió, tiene vida nio de Mí, ¡y no queréis venir a Mí para
eterna y no va a juicio, sino que ha pasado tener vida! Gloria de parte de hombres no
Capítulos 5-6 10
recibo, pero os conozco, que no tenéis el fueron saciados, dice a sus discípulos:
amor de Dios en vosotros mismos. Yo he —Recoged los trozos sobrantes para que
venido en el nombre de mi Padre y no me no se pierda nada.
recibís. Si otro viene en su propio nom- Y de los cinco panes de cebada recogie-
bre, a ese recibiréis. ¿Cómo podéis creer, ron y llenaron doce cestos de trozos que
vosotros que recibís gloria los unos de los sobraron a los que habían comido. En-
otros y no buscáis la gloria del único Dios? tonces los hombres, viendo la señal que
No penséis que Yo os acusaré delante del había hecho, decían: «Este es verdadera-
Padre; hay quien os acusa: Moisés, en mente el Profeta que viene al mundo.»
quien vosotros habéis puesto la esperan- Pero Jesús, percibiendo que están a pun-
za. Pero si creyerais a Moisés, me creeríais to de venir y llevárselo a la fuerza para
a Mí, porque de Mí escribió él. Pero si no hacerlo rey, volvió a retirarse al monte Él
creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis solo.
palabras? Cuando se hizo la tarde, sus discípulos
Después de estas cosas, Jesús se fue al bajaron al mar, y entrando en una barca
otro lado del mar de Galilea, el de Tibe- iban al otro lado del mar hacia Cafar-
ríades. Y lo seguía mucha gente porque naúm. Había ya oscurecido y Jesús aún no
veían las señales que hacía en los enfer- había llegado a ellos. Además, el mar se
mos. Pero Jesús subió al monte, y se sen- iba encrespando a causa de un gran vien-
taba allí con sus discípulos. to que soplaba. Cuando habían remado
Estaba cerca la pascua, la fiesta de los como unos veinticinco o treinta estadios
judíos. Jesús, pues, alzando los ojos y ven a Jesús andando sobre el mar y cerca
observando que venía hacia Él mucha de la barca, y tuvieron temor. Pero Él les
gente, dice a Felipe: dice:
—¿De dónde compraremos panes para —¡Yo Soy, no temáis!
que coman estos?—Esto decía para pro- Entonces lo recibieron con gusto en la
barlo, porque Él sabía qué iba a hacer. barca y enseguida la barca estuvo en la
Le respondió Felipe: tierra adonde iban.
—Doscientos denarios de panes no bas- Al día siguiente, la multitud que estaba
tan para que cada uno tome un poco. al otro lado del mar vio que no había allí
Le dice uno de sus discípulos, Andrés, sino una barca y que Jesús no había en-
hermano de Simón Pedro: trado con sus discípulos en la barca, sino
—Aquí está un muchacho que tiene cin- que sus discípulos se habían ido solos.
co panes de cebada y dos pececillos, pero, (Otras barcas habían llegado de Tibería-
¿qué es esto para tantos? des cerca del lugar donde habían comido
Dijo Jesús: el pan, después de que el Señor hubo
—Haced recostar a los hombres. dado gracias). Viendo, pues, la gente que
Y había mucha hierba en el lugar. Se Jesús no está allí, ni sus discípulos, entra-
recostaron, pues, los varones, en número ron en las barcas y fueron a Cafarnaúm
como de cinco mil. Entonces Jesús tomó buscando a Jesús. Y al hallarlo al otro lado
los panes y habiendo dado gracias los re- del mar le dijeron:
partió a los recostados, e igualmente de —Rabbí, ¿cuándo llegaste acá?
los pececillos, cuanto quisieron. Y cuando Les respondió Jesús diciendo:
11 Capítulo 6
—De cierto, de cierto os digo: Me bus- Los judíos murmuraban entonces acerca
cáis, no porque visteis señales, sino de Él, porque había dicho: «Yo soy el pan
porque comisteis de los panes y os har- que descendió del cielo», y decían:
tasteis. ¡Trabajad!, no por la comida que —¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo
perece sino por la comida que a vida eter- padre y madre nosotros conocemos?
na permanece, la cual el Hijo del Hombre ¿Cómo dice ahora: «He descendido del
os dará, porque a Este selló Dios el Padre. cielo»?
Entonces le dijeron: Respondió Jesús, y les dijo:
—¿Qué debemos hacer para realizar las —No murmuréis entre vosotros. Ningu-
obras de Dios? no puede venir a Mí si el Padre que me
Respondió Jesús y les dijo: envió no lo arrastra. Y Yo lo resucitaré en
—Esta es la obra de Dios: que creáis en el día postrero. Está escrito en los profe-
el que Él envió. tas: Y todos serán enseñados de Dios. Todo
Entonces le dijeron: el que oyó de parte del Padre, y aprendió,
—¿Qué señal haces tú pues, para que viene a Mí. No que alguno haya visto al
veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Padre, excepto el que es de parte de Dios:
Nuestros padres comieron el maná en el Este ha visto al Padre. De cierto, de cierto
desierto, como está escrito: Pan del cielo os digo: El que cree, tiene vida eterna.
les dio a comer. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres
Jesús les dijo: comieron el maná en el desierto, y mu-
—De cierto, de cierto os digo: No os rieron. Este es el pan que desciende del
ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Cielo, para que quien coma de él no mue-
Padre os da el verdadero pan del cielo. ra: Yo soy el pan vivo que descendió del
Porque el pan de Dios es aquel que des- Cielo; si alguno come de este pan, vivirá
ciende del Cielo y da vida al mundo. para siempre. Y el pan que Yo daré por la
Ellos le dijeron: vida del mundo es mi carne.
—¡Señor, danos siempre ese pan! Entonces los judíos discutían unos con
Jesús les dijo: otros, diciendo:
—¡Yo soy el pan de la vida; el que a Mí —¿Cómo puede este darnos a comer su
viene nunca tendrá hambre y el que cree carne?
en Mí no tendrá sed jamás! Pero os he Así que Jesús les dijo:
dicho que aunque me habéis visto, no —De cierto, de cierto os digo: A menos
creéis. Todo lo que el Padre me da, ven- que comáis la carne del Hijo del Hombre
drá a Mí; y al que a Mí viene, de ningún y bebáis su sangre, no tenéis vida en vo-
modo lo echo fuera, pues he descendido sotros. El que mastica mi carne y bebe mi
del Cielo, no para hacer mi voluntad, sino sangre, tiene vida eterna, y Yo lo resucita-
la voluntad del que me envió. Y esta es la ré en el día postrero. Porque mi carne es
voluntad del que me envió: que de todo verdadera comida, y mi sangre verdadera
lo que me ha dado no pierda nada, sino bebida. El que mastica mi carne y bebe
que lo resucite en el día postrero. Porque mi sangre, permanece en Mí, y Yo en él.
esta es la voluntad de mi Padre: que todo Como me envió el Padre viviente, y Yo
el que mira al Hijo y cree en Él tenga vida vivo del Padre, de igual modo el que me
eterna y Yo lo resucitaré en el día postrero. mastica, también él vivirá de Mí. Este es
Capítulos 6-7 12
gente que no conoce la ley es maldita. —¿Acaso se matará, pues dice: «A don-
Nicodemo (el que antes había ido a Él, y de Yo voy vosotros no podéis ir»?
es uno de ellos), les dice: Y les decía:
—¿Acaso nuestra ley juzga al hombre —Vosotros sois de abajo, Yo soy de arri-
sin que primero lo oiga y conozca qué ba; vosotros sois de este mundo, Yo no
hizo? soy de este mundo. Por eso os dije que
Respondieron y le dijeron: en vuestros pecados moriréis. Si no creéis
—¿Acaso eres tú también de Galilea? que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis.
Escudriña y verás que de Galilea no surge Pero ellos le decían:
ningún profeta. —Tú, ¿quién eres?
De nuevo, pues, les habló Jesús diciendo: Jesús les dijo:
—Yo soy la Luz del mundo. El que me —¿Qué os digo desde el principio? Mu-
sigue no andará en la tiniebla, sino que chas cosas tengo que decir y juzgar acerca
tendrá la Luz de la vida. de vosotros, pero el que me envió es ve-
Le dijeron los fariseos: raz; y lo que Yo he oído de Él, esto digo al
—Tú das testimonio acerca de ti mismo. mundo. —No comprendieron que les ha-
Tu testimonio no es veraz. blaba del Padre. Entonces Jesús dijo—:
Respondió Jesús y les dijo: Cuando levantéis al Hijo del Hombre, en-
—Aunque Yo dé testimonio acerca de Mí tonces comprenderéis que Yo Soy, y que
mismo, mi testimonio es veraz, porque sé nada hago de Mí mismo, sino que según
de dónde vine y a dónde voy, pero voso- me enseñó el Padre, esto hablo. Y el que
tros no sabéis de dónde vengo ni a dónde me envió está conmigo; no me dejó solo,
voy. Vosotros juzgáis según la carne; Yo porque Yo hago siempre lo que le agrada.
no juzgo a nadie. Y si Yo juzgara, mi juicio Hablando estas cosas, muchos creyeron
es verdadero; porque no estoy solo, sino en Él.
Yo y el Padre que me envió. Y en vuestra Decía, pues, Jesús a los judíos que le ha-
misma ley ha sido escrito que el testimo- bían creído:
nio de dos hombres es veraz. Yo soy el que —Si vosotros permanecéis en mi Pala-
doy testimonio de Mí mismo, y el Padre bra, sois verdaderamente mis discípulos;
que me envió da testimonio de Mí. y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará
Y le decían: libres.
—¿Dónde está tu padre? Le respondieron:
Jesús respondió: —Simiente de Abraham somos, y jamás
—Ni me conocéis a Mí ni a mi Padre; si hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo di-
me conocierais a Mí, también conoce- ces tú: Seréis libres?
ríais a mi Padre. —Estas palabras habló Jesús les respondió:
en la tesorería, mientras enseñaba en el —De cierto, de cierto os digo, que todo
templo, pero nadie lo prendió porque el que hace el pecado, es esclavo del
aún no había llegado su hora. Entonces pecado. Y el esclavo no queda en la casa
les dijo de nuevo —: Yo me voy, y me para siempre; el hijo queda para siempre.
buscaréis, y en vuestro pecado moriréis. Así que, si el Hijo os liberta, seréis verda-
Adonde Yo voy, vosotros no podéis ir. deramente libres. Sé que sois descenden-
Decían entonces los judíos: cia de Abraham, pero procuráis matarme
15 Capítulos 8-9
y con la saliva hizo lodo, y le untó el lodo recibido la vista, les preguntaron, dicien-
sobre los ojos, y le dijo: do:
—Ve, lávate en el estanque del Siloé — —¿Es este vuestro hijo, el que vosotros
que traducido es Enviado. decís que nació ciego? ¿Cómo pues, ve
Así que fue y se lavó, y regresó viendo. ahora?
Entonces los vecinos y los que antes lo Sus padres entonces respondieron y di-
veían (pues era mendigo), decían: «¿No jeron:
es este el que se sienta y mendiga?». —Sabemos que este es nuestro hijo, y
Otros decían: «Es este». Otros decían: que nació ciego; pero cómo ve ahora, no
«No, sino que se parece a él». Él decía: lo sabemos; o quién le restauró los ojos,
«Soy yo». no lo sabemos. Preguntadle, edad tiene,
Entonces le decían: él hablará por sí mismo.
—¿Cómo te fueron restaurados los ojos? Esto dijeron sus padres porque temían
Respondió él: a los judíos, por cuanto los judíos ya ha-
—El hombre llamado Jesús hizo lodo, bían acordado que si alguno lo confesaba
me untó los ojos y me dijo: «Ve al Siloé como Cristo, fuera expulsado de la sina-
y lávate». Fui, pues, me lavé, y recibí la goga. Por esto sus padres dijeron: «Edad
vista. tiene, preguntadle.»
Y le dijeron: Llamaron, pues, por segunda vez al
—¿Dónde está él? hombre que antes era ciego, y le dijeron:
Dice: —¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos
—No sé. que este hombre es pecador.
Entonces llevan al que antes era ciego Entonces él respondió:
delante de los fariseos, porque el día —Si es pecador, no lo sé; solo una cosa
en que Jesús hizo el lodo y le restauró sé: que yo, siendo ciego, ahora veo.
los ojos era shabbat. De nuevo pues, le Le preguntaron otra vez:
preguntaban también los fariseos cómo —¿Qué te hizo? ¿Cómo te restauró los
recibió la vista. Y les dijo: ojos?
—Me puso lodo sobre los ojos, me lavé, Les respondió:
y veo. —Ya os lo dije y no escuchasteis. ¿Por
Entonces algunos de los fariseos decían: qué queréis oírlo otra vez? ¿Acaso tam-
«Este hombre no procede de Dios porque bién vosotros queréis llegar a ser sus
no guarda el shabbat». Otros decían: discípulos?
«¿Cómo puede un hombre pecador hacer Y lo insultaron, y dijeron:
tales señales?». Y había división entre —¡Tú eres discípulo suyo, pero nosotros
ellos. Por lo que otra vez dijeron al ciego: somos discípulos de Moisés! Nosotros
—¿Y tú qué dices de él, puesto que te sabemos que Dios ha hablado a Moisés,
restauró los ojos? pero este, no sabemos de dónde es.
Él dijo: Respondió el hombre, y les dijo:
—Que es profeta. —Pues en esto hay algo asombroso: que
Pero los judíos no le creyeron que había vosotros no sabéis de dónde es, y a mí
sido ciego y había recibido la vista, hasta me restauró los ojos. Sabemos que Dios
que, llamando a los padres del que había no oye a los pecadores, pero si alguien es
17 Capítulos 9-10
temeroso de Dios y hace su voluntad, a era lo que les decía. Volvió, pues, a decir-
este oye. Jamás se oyó que alguien res- les Jesús—: De cierto, de cierto os digo:
taurara ojos a uno nacido ciego. Si este no Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los
fuera de Dios, no podría hacer nada. que vinieron antes de Mí son ladrones y
Respondieron y le dijeron: salteadores, pero no los oyeron las ovejas.
—Tú naciste por completo en pecados, Yo soy la puerta: el que por Mí entra será
¿y tú nos enseñas? —Y lo echaron fuera. salvo, y entrará y saldrá y hallará pastos.
Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y El ladrón no viene sino para hurtar y ma-
hallándolo, le dijo: tar y destruir; Yo vine para que tengan
—¿Crees tú en el Hijo del Hombre? vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el
Respondió él y dijo: buen Pastor. El buen Pastor pone su vida
—¿Y quién es, señor, para que crea en por las ovejas. El asalariado y que no es
Él? pastor, de quien no son propias las ovejas,
Jesús le dijo: ve venir al lobo y abandona las ovejas y
—Lo has visto. El que habla contigo, Él huye, porque es asalariado y no le impor-
es. tan las ovejas, y el lobo las arrebata y las
Y él dijo: dispersa. Yo soy el buen Pastor, y conozco
—Creo, Señor—. Y lo adoró. las mías, y las mías me conocen, así como
Jesús dijo: el Padre me conoce y Yo conozco al Padre,
—Para juicio vine a este mundo, para y pongo mi vida por las ovejas. También
que los que no ven, vean; y los que ven, tengo otras ovejas que no son de este
lleguen a estar ciegos. redil; también a ellas debo traer, y oirán
Oyeron esto algunos de los fariseos que mi voz, y vendrán a ser un solo rebaño y
estaban con Él, y le dijeron: un solo Pastor. Por esto el Padre me ama,
—¿Acaso también nosotros somos cie- por cuanto Yo pongo mi vida para volver-
gos? la a tomar.Nadie me la quita, sino que Yo
Les dijo Jesús: la pongo de Mí mismo. Tengo autoridad
—Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; para ponerla y tengo autoridad para vol-
pero ahora, porque decís: Vemos, vuestro verla a tomar. Este mandamiento recibí
pecado permanece. En verdad, en verdad de mi Padre.
os digo: El que no entra por la puerta en Volvió a haber división entre los judíos
el redil de las ovejas, sino que sube por por estas palabras. Y muchos de ellos
otra parte, es ladrón y salteador; pero el decían: «¡Demonio tiene y está fuera de
que entra por la puerta, es el pastor de las sí! ¿Por qué lo oís?». Otros decían: «Estas
ovejas. A este abre el portero, y las ovejas palabras no son de un endemoniado.
oyen su voz, y a sus ovejas llama por su ¿Puede acaso un demonio restaurar ojos
nombre, y las saca. Cuando saca a todas a ciegos?».
las suyas, va delante de ellas, y las ovejas Llegó entonces la fiesta de la dedica-
lo siguen porque han conocido su voz, y ción en Jerusalén. Era invierno, y Jesús
de ningún modo seguirán al extraño, sino se paseaba en el templo, en el pórtico de
que huirán de él, porque no conocen la Salomón. Entonces lo rodearon los judíos,
voz de los extraños. —Jesús les dijo esta y le decían:
parábola, pero ellos no entendieron qué —¿Hasta cuándo tienes en suspenso
Capítulos 10-11 18
nuestra alma? Dinos claramente si tú eres cierto hombre enfermo, Lázaro de Be-
el Cristo. tania, la aldea de María y de Marta su
—Os lo dije, y no creéis —les respondió hermana. (María, cuyo hermano Lázaro
Jesús—. Las obras que Yo hago en el estaba enfermo, era la que había ungido
nombre de mi Padre, estas dan testimo- al Señor con perfume y enjugado los pies
nio de Mí; pero vosotros no creéis, porque con sus cabellos). Enviaron las hermanas
no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi a decirle:
voz, y Yo las conozco, y me siguen, y Yo les —Señor, he aquí el que quieres está
doy vida eterna, y no perecerán jamás, y enfermo.
nadie las arrebatará de mi mano. Lo que Al oírlo Jesús, dijo:
mi Padre me ha dado es mayor que todas —Esta enfermedad no es para muerte,
las cosas y nadie puede arrebatarlo de la sino para la gloria de Dios, para que el
mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. Hijo de Dios sea glorificado por ella.
—Los judíos recogieron otra vez piedras Y Jesús amaba a Marta y a su hermana
para apedrearlo. Jesús les dijo—: Mu- y a Lázaro, pero cuando oye que está en-
chas obras buenas del Padre os he mos- fermo, se demoró aún dos días en el lugar
trado, ¿por cuál de ellas me apedreáis? donde estaba. Luego, después de esto,
Le respondieron los judíos: dice a los discípulos:
—Por buena obra no te apedreamos, —Vayamos otra vez a Judea.
sino por blasfemia, y porque tú, siendo Le dicen los discípulos:
hombre, te haces Dios. —Rabbí, hace poco los judíos intenta-
Jesús les respondió: ban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
—¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Jesús respondió:
dioses sois? Si llamó dioses a aquellos —¿No hay doce horas en el día? Si uno
a quienes llegó la Palabra de Dios (y la anda de día, no tropieza, porque ve la
Escritura no puede ser quebrantada), ¿a luz de este mundo. Pero si uno anda de
quien el Padre santificó y envió al mundo, noche, tropieza, porque la luz no está
vosotros decís: Blasfemas, porque dije: en él. —Dichas estas cosas, después les
Soy Hijo de Dios? Si no hago las obras de dice—: Nuestro amigo Lázaro se ha dor-
mi Padre, no me creáis; pero si las hago, mido, pero voy a despertarlo.
aunque no me creáis a Mí, creed a las Entonces los discípulos le dijeron:
obras, para que conozcáis, y sigáis cono- —Señor, si se ha dormido será sanado.
ciendo, que el Padre está en Mí y Yo en el Pero Jesús había hablado acerca de su
Padre. muerte, pero ellos pensaron: «Se refiere
Procuraron otra vez prenderlo, pero es- al reposo del sueño». Así que Jesús les
capó de sus manos. Y fue nuevamente al dijo claramente:
otro lado del Jordán, al lugar donde Juan —Lázaro murió. Y me alegro por vo-
bautizaba al principio, y permaneció allí. sotros de no haber estado allí, para que
Y muchos acudieron a Él, y decían: «Juan, creáis. Pero vayamos a él.
a la verdad, ninguna señal hizo; pero Entonces Tomás, el llamado Dídimo, dijo
todas las cosas que dijo Juan acerca de a sus condiscípulos:
este eran verdaderas». —Vayamos también nosotros para que
Y muchos creyeron en Él allí. Y había muramos con Él.
19 Capítulo 11
principales sacerdotes y los fariseos reu- enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó
nieron al Sanedrín y decían: de la fragancia del perfume. Pero Judas
—¿Qué haremos? porque este hombre Iscariote, uno de sus discípulos (el que lo
hace muchas señales. Si lo dejamos así, iba a traicionar), dice:
todos creerán en él; y vendrán los roma- —¿Por qué no fue vendido este perfu-
nos y nos quitarán tanto el Lugar como la me por trescientos denarios y dado a los
nación. pobres? —Pero decía esto, no porque se
Entonces Caifás, uno de ellos, que era preocupara por los pobres, sino porque
sumo sacerdote de aquel año, les dijo: era ladrón, y teniendo la bolsa, hurtaba
—Vosotros no sabéis nada, ni conside- de lo que se echaba.
ráis que os conviene que un solo hombre Entonces Jesús dijo:
muera por el pueblo, y no que toda la —Déjala; para el día de mi sepultura lo
nación perezca. ha guardado; porque a los pobres siem-
Pero esto no lo dijo por sí mismo, sino pre los tenéis con vosotros, pero a Mí no
que, siendo sumo sacerdote de aquel siempre me tenéis.
año, profetizó que Jesús iba a morir por la Y una gran multitud de judíos supo que
nación; y no solo por la nación, sino tam- estaba allí, y fueron no solo por causa de
bién para que reuniera en uno a los hijos Jesús, sino también para ver a Lázaro,
de Dios que habían sido dispersados. a quien había resucitado de entre los
Desde aquel día pues, tomaron acuerdo muertos. Por ello los principales sacerdo-
para que lo mataran. Por eso Jesús ya no tes resolvieron matar también a Lázaro,
andaba abiertamente entre los judíos, porque por causa de él, muchos de los
sino que de allí se fue a la región cercana judíos iban y creían en Jesús.
al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y Al día siguiente, la gran multitud que
allí permaneció con los discípulos. había llegado a la fiesta, cuando oyó:
Estaba cerca la pascua de los judíos, y «¡Jesús viene a Jerusalén!», tomaron las
muchos subieron de la región a Jerusalén ramas de palmeras y salieron a su en-
antes de la pascua para purificarse. Y bus- cuentro, y clamaban: «¡Hosanna! ¡Bendi-
caban a Jesús, y unos a otros, estando en to el que viene en nombre del Señor, el
el templo, decían: «¿Qué os parece? ¿Que Rey de Israel!».
no vendrá a la fiesta?». Jesús halló un asnillo y montó en él,
Y los principales sacerdotes y los fariseos como está escrito:
habían dado órdenes para que si alguno No temas, hija de Sion;
supiera dónde estaba, lo informara para He aquí, tu Rey viene,
prenderlo. Montado en un pollino de asna.
Seis días antes de la pascua, Jesús fue Al principio sus discípulos no entendie-
a Betania, donde estaba Lázaro (a quien ron esto, pero cuando Jesús fue glorifica-
Jesús había resucitado de los muertos). Y do, entonces les fue recordado que estas
le hicieron allí una cena: Marta servía, y cosas estaban escritas acerca de Él, y que
Lázaro era uno de los que estaban recli- se las hicieron.
nados con Él. Entonces María, tomando La multitud, pues, que estaba con Él
una libra de perfume de nardo puro, de cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo
mucho valor, ungió los pies de Jesús y los resucitó de los muertos, daba testimonio.
21 Capítulo 12
tiniebla. Si alguno oye mis palabras y no sidad de lavarse sino los pies pues está
las guarda, Yo no lo juzgo; porque no vine todo limpio; y vosotros estáis limpios,
para juzgar al mundo, sino para salvar al aunque no todos.
mundo. El que me rechaza y no recibe mis Porque sabía por quién está siendo en-
palabras, tiene quien lo juzgue: La Pala- tregado. Por eso dijo: «No todos estáis
bra que hablé, ella lo juzgará en el día limpios». Así que, después de lavarles los
postrero. Porque Yo no he hablado por Mí pies, tomó su manto, volvió a reclinarse
mismo, sino que el Padre que me envió, Él y les dijo:
me ha dado mandamiento de lo que diga —¿Entendéis lo que os he hecho? Vo-
y lo que hable. Y sé que su mandamiento sotros me llamáis el Maestro y el Señor
es vida eterna. Por tanto, lo que Yo hablo, y decís bien, porque lo soy. Pues si Yo,
tal como el Padre me ha dicho, así hablo». el Señor y el Maestro, os lavé los pies,
Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo también vosotros debéis lavaros los pies
Jesús que su hora había llegado para que unos a otros. Porque ejemplo os di, para
pasara de este mundo al Padre, habien- que como Yo os hice, así también hagáis
do amado a los suyos que estaban en el vosotros. En verdad, en verdad os digo, un
mundo, los amó hasta el fin. Y durante la esclavo no es mayor que su señor, ni un
cena, cuando el Diablo ya había puesto enviado es mayor que el que lo envió. Si
en el corazón de Judas, de Simón Isca- sabéis estas cosas, bienaventurados sois
riote, que lo traicionara, sabiendo que si las practicáis. No hablo de todos voso-
el Padre le había puesto todas las cosas tros, Yo sé a quiénes me escogí, mas para
en las manos, y que había salido de Dios que se cumpla la Escritura: El que come
y a Dios volvía, se levanta de la cena, se de mi pan levantó contra Mí su calcañar.
quita el manto, y tomando una toalla, se Desde ahora os lo digo, antes que llegue
la ciñó. Luego echa agua en el lebrillo, y a suceder, para que cuando suceda, creáis
comenzó a lavar los pies de los discípulos que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo:
y a secarlos con la toalla con que estaba El que recibe al que Yo envíe, me recibe a
ceñido. Mí, y el que me recibe a Mí, recibe al que
Llega, pues, a Simón Pedro. Le dice: me envió. —Habiendo dicho esto, Jesús
—Señor, ¿Tú me lavas los pies? se turbó en su espíritu y dio testimonio, y
Respondió Jesús y le dijo: dijo—: En verdad, en verdad os digo que
—Tú no entiendes ahora lo que Yo hago, uno de vosotros me entregará.
pero lo comprenderás después de estas Los discípulos se miran unos a otros, du-
cosas. dando acerca de quién habla. Uno de sus
Le dice Pedro: discípulos (a quien amaba Jesús) estaba
—¡No me lavarás los pies jamás! reclinado en el regazo de Jesús; a este,
Jesús le respondió: pues, hace señas Simón Pedro para que
—Si no te lavo, no tienes parte conmigo. preguntase a quién se refería. Así pues,
Le dice Simón Pedro: al recostarse él sobre el pecho de Jesús,
—¡Señor, no solo los pies, sino también le dice:
las manos y la cabeza! —Señor, ¿quién es?
Jesús le dice: Jesús responde:
—El que ha sido bañado no tiene nece- —Es aquel para quien Yo mojaré y le
23 Capítulos 13-14
he hablado en alegorías; llega una hora porque les he dado las palabras que me
en que ya no os hablaré en alegorías, diste; y ellos las recibieron y entendieron
sino claramente os anunciaré acerca del que verdaderamente salí de Ti y creyeron
Padre. En aquel día pediréis en mi Nom- que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no
bre, y no os digo que Yo rogaré al Padre ruego por el mundo, sino por los que me
por vosotros, porque el Padre mismo os has dado, pues son tuyos, y todo lo mío es
ama, pues vosotros me habéis amado y tuyo y todo lo tuyo, mío; y he sido glori-
habéis creído que Yo salí de Dios. Salí del ficado en ellos. Ya no estoy en el mundo,
Padre y he venido al mundo, otra vez dejo pero ellos están en el mundo, y Yo voy a
el mundo y voy al Padre. Ti. Padre Santo, guárdalos en tu Nombre,
Dicen sus discípulos: el cual me has dado, para que sean uno
—Mira, ahora hablas con claridad y nin- como Nosotros. Cuando estaba con ellos,
guna alegoría dices. Ahora entendemos Yo los guardaba en tu Nombre, el cual me
que conoces todas las cosas, y no tienes has dado; y los cuidé, y ninguno de ellos
necesidad de que alguien te pregunte; en se perdió, sino el hijo de perdición, para
esto creemos que saliste de Dios. que se cumpliera la Escritura. Pero ahora
Jesús les respondió: voy a Ti y hablo estas cosas en el mundo,
—¿Ahora creéis? He aquí viene una para que tengan mi gozo completo en sí
hora, y ha llegado, en que seáis esparci- mismos. Yo les he dado tu Palabra, y el
dos cada uno por su lado y me dejéis solo; mundo los aborreció, porque no son del
aunque no estoy solo, porque el Padre mundo como tampoco Yo soy del mun-
está conmigo. Estas cosas os he hablado do. No ruego que los quites del mundo,
para que en Mí tengáis paz. En el mundo sino que los guardes del Maligno. No son
tenéis aflicción, pero confiad, Yo he venci- del mundo, como Yo no soy del mundo.
do al mundo. Santifícalos en la verdad, tu Palabra es
Estas cosas habló Jesús, y levantando verdad. Como me enviaste al mundo,
sus ojos al cielo, dijo: «¡Padre, ha llega- también Yo los envié al mundo; y por
do la hora! ¡Glorifica a tu Hijo para que ellos Yo me santifico, para que también
el Hijo te glorifique a Ti!, puesto que le ellos sean santificados en verdad. Pero no
diste potestad sobre toda carne para ruego solo por estos, sino también por los
que dé vida eterna a todos los que le que creerán en Mí por la palabra de ellos,
has dado. Y esta es la vida eterna: que te para que todos sean uno como Tú, Padre,
conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y en Mí, y Yo en Ti; que también ellos estén
a Jesucristo, a quien enviaste. Yo te glo- en Nosotros, para que el mundo crea que
rifiqué en la tierra acabando la obra que Tú me enviaste. Y Yo les he dado la glo-
me encomendaste que hiciera. Y ahora, ria que me has dado, para que sean uno
Padre, glorifícame Tú junto a Ti mismo, como Nosotros somos uno. Yo en ellos
con la gloria que tenía contigo antes de y Tú en Mí, para que sean perfecciona-
existir el mundo. Manifesté tu Nombre dos en uno, para que el mundo conozca
a los hombres que del mundo me diste. que Tú me enviaste, y los amaste a ellos
Tuyos eran y me los diste, y han guardado como me amaste a Mí. Padre, los que
tu Palabra. Ahora han conocido que todas me has dado, quiero que donde Yo estoy,
las cosas que me has dado vienen de Ti, también ellos estén conmigo, para que
27 Capítulos 17-18