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APACIENTA MIS OVEJAS

(1 de julio de 1956)

El tema de esta mañana es “Apacienta mis ovejas”. Esto es simplemente decir:


practica las verdades que has oído, pues significa pastorear los pensamientos de la
mente. Para la mayoría de nosotros, nuestros pensamientos son como ovejas
descarriadas que no tienen pastor. Se nos llama ahora a gobernar los pensamientos, a
gobernar la mente.

Como sabéis, el reino de los cielos es como un hombre que parte a un país lejano, y él
llama junto a él a sus sirvientes y les da sus propiedades, sus bienes. A uno le da cinco
talentos, a otro le da dos y a otro le da uno – “a cada uno conforme a su respectiva
capacidad.” Y cuando regresó pidió un ajuste de cuentas. El que tenía cinco comerció y
produjo otros cinco. Él fue muy elogiado y se le dijo que como él fue fiel en lo poco,
ahora sería gobernador sobre mucho. El que tenía dos, también comerció y produjo
cuatro, y él también fue muy elogiado y se le dijo que entraba en el gozo del Señor.
Pero el que tenía uno tuvo miedo porque su amo – así pensó él – era un hombre duro,
y así enterró su talento en la tierra y no lo acrecentó. Pero creo que conoces la historia.
Fue condenado por su mal uso del talento. Le fue quitado y dado al que tenía más; el
que tenía diez.

Bueno, ahora vosotros habéis recibido talentos en los últimos días o semanas, cada
uno según su capacidad. Algunos de nosotros llegamos con más prejuicios que superar,
con más superstición, algunos con otras creencias que no coincidían demasiado con lo
que escuchamos desde el estrado, y muchos de nosotros tuvimos que superar ciertas
cosas antes de poder aceptar otras. Así, algunos obtuvimos un talento, algunos dos,
algunos cinco, algunos tal vez más. Ahora, un talento que no se ejercita, como un
músculo que no se ejercita, al final se duerme, y en lo que a nosotros respecta, se
atrofia. No muere realmente, pero se queda tan profundamente dormido que sería
como si no fuera parte de nosotros. Debemos practicar lo que hemos oído, pues sin la
práctica, el entendimiento más profundo del mundo no producirá los resultados
deseados. Así que un pequeño talento (llámalo un talento ahora) si realmente lo
acrecientas, si lo ejercitas, será mucho más aprovechable que muchos talentos que
no ejercitas.

Esta mañana solamente tomaremos uno o dos de los talentos que os ofrecemos. No
puedo imponéroslos – “os los ofrecemos.” Aquí hay una afirmación del Libro de Amós:
“Voy a tamizar la casa de Israel entre todas las naciones, como el maíz se tamiza en
una criba, y ni el menor grano caerá en la tierra.” La tamizaré y la dispersaré por todas
las naciones del mundo, pero ni el menor grano caerá sobre la tierra. ¿Sabes quién es
Israel? ¿Quién es este Jacob? El significado de Israel es “Es Real.” No puedes
encontrarlo en la tierra – no lo busques en la tierra, y, sin embargo, debes
encontrarlo, pues “lo formé en la matriz para ser mi siervo y para traer a Jacob – que
es Israel – otra vez a mí.” [Isaías 49:5]. Así que tú y yo fuimos formados en la matriz
para ser el siervo y traer a Jacob al Señor. Está disperso por todo el mundo, pero no lo
encontrarás – no, ni el más pequeño grano – en la tierra. Pero lo encontrarás dentro
de ti mismo, pues la pista se da en Jacob. Jacob es el muchacho de piel lisa. Él no es
como su hermano Esaú, que tiene pelo, lo que significa algo externo. Así que el Israel
que estás buscando hoy día es lo que quieres realizar en el mundo. No mires hacia
fuera y esperes encontrarlo o incluso que seas animado a que lo encontrarás,
juzgando según las apariencias de las cosas. ¿Buscas salud para un amigo? Eso es
Israel esparcido, pero no en la tierra. En todas las naciones del mundo yo he
dispersado la casa de Israel, pero no busques en los ojos de un médico esperanza. No
busques en los ojos del paciente esperanza de su recuperación, porque no la
encontrarás en la tierra. Ni el menor grano ha caído sobre la tierra.

Entonces, ¿sabes tú lo que quieres en este mundo? Si sabes exactamente lo que


quieres, ¿dónde lo ves? Lo ves en la mente de uno mismo. Así que cuando sabes lo
que quieres, aquí hay una parte de Israel disperso, y no lo verás en la tierra. Lo viste en
el reino dentro de ti, pues el Reino de Dios está dentro. Así que viste un trozo de
Israel, ahora ve a traerlo. Yo te formé de la matriz para ser mi siervo y traer a Jacob de
nuevo a mí. Tú tomas eso que has visto en el ojo de la mente, que para hacerlo
práctico pensaremos que es un amigo necesitado. Puede ser necesidad física, tal vez él
no se siente bien, o podría ser que necesite un trabajo. Bueno, ahora tú eres el que
decidirá qué parte de Israel traerás al Señor y demostrarás al Señor que eres un siervo
perfecto. Porque la promesa es que cuando demuestres que eres el siervo perfecto,
entonces ya no serás llamado siervo; él te llamará su amigo. “Ya no te llamo siervo
pues ahora te llamo amigo, pues haces todo lo que yo te mando y, por lo tanto, si tú
haces lo que yo te mando, ya no eres mi siervo, eres mi amigo.” Y ahora comulgaremos
como un hombre con un amigo, cara a cara. Otro “tú” ha tenido esta asociación por un
tiempo, pues ese es el propósito de esto: pasar del siervo al amigo; y después nos
convertimos en el amigo de Dios por un tiempo, luego nos volvemos el Hijo. Ya no
somos el amigo. Nos convertimos en su Hijo, pero no podemos reconocer la condición
de Hijo de Dios hasta que primero nos demostremos como un siervo. Así que el siervo
está para traer Israel, es decir, imaginar amorosamente y creer en tu
actividad imaginativa.

Ahora, volvamos al amigo necesitado. Represéntatelo como si él ahora encarnara el


estado que tú quieres que realice en este mundo. Si es un trabajo, vélo con un empleo
bien remunerado, toma tu mano imaginaria, que es la mano de Jacob, y ponla en su
mano imaginaria. Déjala en ese estado imaginado hasta que tome tonos de realidad.
Cuando te parezca real, que efectivamente le estás tocando, vístelo con toda la
realidad del mundo externo. Así Jacob se vistió con la piel de Esaú para engañar a su
padre en la creencia de que él, Jacob, era Esaú. Así, toma al Jacob dentro de ti, que es
el muchacho de piel lisa, que ahora es simplemente el deseo.
Tú quieres felicitarlo. Quieres oír su voz. Quieres oírle decirte que nunca ha sido tan
feliz en un trabajo en su vida, que él nunca ha tenido un empleo tan bien remunerado,
que le encanta ir a trabajar, que simplemente le encanta todo sobre su trabajo.
Realmente le oyes como si lo oyeras. Ahora lo vistes con todos los tonos de la realidad.
Si tienes dos talentos, dale dos; si tienes cinco, dale cinco. Empieza a hacerlo cada vez
más real. Llegará el día, tal vez hoy, que vestirás a tu Israel con la piel de Esaú, para
que puedas realmente traerlo como un hecho objetivo a tu Padre y demostrar que
eres un siervo. Porque él te formó de la matriz para que realmente fueras su siervo. ¿Y
qué tiene que hacer el siervo? Traer a Jacob a mí de nuevo. Así que aquí está Jacob,
disperso – perdido en todas las mentes de los hombres. No vas a encontrarlo en la
tierra. Sólo lo encontrarás si sabes dónde mirar. Ahora, para probar que sabes dónde
mirar, demuestra que eres un buen siervo, ve a traerme a Jacob. Así que cuando traes
a Jacob, traes a Jacob vestido con tu propio ojo mental como si oyeras lo que quieres
oír, como si le tocaras y fueras testigo de lo que te gustaría tocar y ver en este mundo.
Y cuando permaneces fiel a tu visión, la visión hará por sí misma ese cuerpo perfecto
en el que permanecer. Luego verás un hecho objetivo correspondiente, pero no está
ahí. Todo está dentro de tu propia mente. Es ahí donde él lo dispersó; es ahí donde él
lo mantiene. Él simplemente lo proyectará para ti en la pantalla del espacio para que
puedas tener evidencia tangible de que sabes cómo encontrar y traer a Jacob. Si yo
sé cómo ir a buscar mi Israel, si sé cómo ir a buscarlo y cómo vestirlo y darle la
apariencia de realidad y no lo hago, entonces no soy el buen siervo que tomó los
cinco talentos y los acrecentó; soy el que los enterró.

Ahora, algunos de nosotros casi tenemos miedo de comprobarlo porque nos consuela
si podemos creer esto sin llegar a ponerlo bastante a prueba; pues si lo ponemos a
prueba y fracasamos, entonces no tenemos fe. No podemos volver a la comodidad
anterior que disfrutábamos, digamos, en una reunión más ortodoxa. Pensamos que lo
encontraríamos aquí, y si no lo pongo a prueba y lo demuestro a mi propia
satisfacción, entonces no tengo ni la antigua comodidad del concepto ortodoxo ni la
comodidad que disfruté aquí, pues no lo comprobé. Así que te invito a intentar, si
quieres, refutarlo. No puedes refutarlo, pero si sales sabiendo dónde buscar tu Israel,
sabiendo por qué eres formado desde el vientre para ser un siervo, esa es la primera
etapa. Hasta que lo compruebes por ti mismo, hasta que demuestres que puedes
hacerlo, no eres un siervo; no un siervo del Señor. Pero cuando te conviertas en un
siervo del Señor, él te hará su amigo. Entonces la relación será en un nivel más alto. Te
comunicarás con tu Padre como un hombre hace con un amigo, cara a cara. No lo
verás como un objeto en el espacio, sino que realmente sabrás cómo producir un
estado mental deseado – producirlo a voluntad. Cuando puedes producir un estado
mental deseado, tú has hecho de la profundidad – que es tu Padre – un amigo, y
conocerás realmente ese compañerismo entre la profundidad del ser y tú, el ser que
es realmente una maravillosa imaginación. Luego llegará el día, habiendo sido un
maravilloso amigo de Dios, en que el sello se romperá y serás revelado como el ser que
realmente eres, que es el Hijo de Dios y el Padre. Cada persona en el mundo es el hijo
de Dios creyéndose ser un hombre nacido de hombre.
He intentado en las dos semanas anteriores convencerte de que tu origen es Dios. No
es lo que el mundo te diría – un bichito. Porque si fueras un bichito, un pequeño
espermatozoide, aunque parezcas encarnarte y expandirte en la forma de un hombre,
tu fin será un pequeño espermatozoide, pues todo termina según sus orígenes. Así
que cualquiera que sea el origen, se puede determinar el fin. Yo te digo que tu origen
es Dios, por lo tanto, tu fin es Dios. Pero para llegar a ese fin, pasas por las etapas del
siervo, luego el amigo, luego Dios, que es el Hijo de Dios. Pues yo y mi Padre somos
uno, sin embargo, mi Padre es más grande que yo. Sí, yo no proclamo que esta unión,
esta unidad, me faculte para el mismo sentimiento idéntico de ser el Padre. Yo y mi
Padre somos uno, pero mi Padre es más grande que yo. Pues lo simbolizado que
testimonia este estado no visto no es realmente tan grande como eso que simboliza.
Así que somos uno y lo sabré, y veré a mi Padre y veré que él y yo nos parecemos, sin
embargo, estamos en relación Padre e Hijo. Pero antes de que pueda lograr acercarme
a él, tengo que demostrar que soy un buen siervo.

Ahora, considéralo esta mañana. Te invitamos a intentarlo para un amigo. Te pedimos


intentarlo para ti mismo. Te hemos dado muchos ángulos de cómo comprobarlo, de
cómo pensar en lo que quieres primero y ver con tu ojo mental Israel. Pues cuando yo
sé claramente en mi ojo mental lo que quiero, estoy realmente mirando a Israel, a algo
que es real. Es real, pero debo vestirlo ahora con lo que el mundo llama realidad,
dándole tonos externos. Pero la cosa era real mucho antes de que se convirtiera en
un hecho visible en el mundo. Yo lo veo con mi ojo mental haciendo una
representación tan vívida y tan natural como sea posible de lo que vería y de lo que
haría y de lo que realmente oiría si yo estuviera físicamente presente en tal situación
ahora. Cuando lo veo claramente, estoy mirando a los ojos de Israel, y lo encuentro
disperso en el mundo – pero no en la tierra, porque no es en la tierra donde yo lo veo.
Lo veo en mi mente. Ahora estoy mirándolo, y pensando en ello, pero el secreto es
pensar desde ello, para ocupar ese estado y entrar en él. Cuando entre en él lo vestiré
de realidad. Puedo pensar en un lugar y luego cerrar los ojos y asumir que estoy en ese
lugar. Cuando asumo que estoy en el lugar, lo estoy vistiendo con lo que el mundo
llama realidad. Era real antes de que yo lo vistiera – cuando lo vi claramente esto fue
Israel – pero él quiere que lo traiga, y la única manera de comprobar que puedo
traerlo y demostrar que soy el siervo, es ocupar el estado. Así, yo ocupo la sensación
de mi deseo cumplido. Cuando entro en la sensación del deseo cumplido y
permanezco fiel a ese estado, entonces yo estoy caminando en mi visión y – como
hemos dicho – si uno sólo avanzara confiadamente en la dirección de su sueño y se
esforzara por vivir la vida que él ha imaginado, se encontrará con un éxito
inesperado. Debo permanecer fiel a mi visión ocupando mi visión – no sólo
verla. Él pide que yo lo traiga; que traiga a Jacob de nuevo al Señor.

Así que Jacob no es un hombre que caminó sobre la faz de la tierra hace miles de años,
e Israel no es una nación ahora reunida en las costas de África. Él dispersa la casa de
Israel en todas las naciones del mundo. Te podrían haber enseñado a creer que la
persona que se llama a sí mismo judío, en presencia de una nación, es Israel disperso.
No lo creas. Cada uno en el mundo es el que realmente contiene y sostiene Israel.
Cuando piensas en algo y deseas que sea una realidad en tu mundo, estás viendo
Israel. Ahora él quiere que la traigas y quiere que demuestres que puedes traerla y
convertirte en el perfecto siervo del Señor. No tengas miedo de ser el siervo;
conviértete en el perfecto siervo de Dios y luego conviértete en su amigo, y luego date
cuenta de que eres su Hijo.

Salgamos decididos a que tomaremos las peticiones traídas aquí esta mañana. Fueron
más de cien las que llegaron, pero hay muchas más. Quizás no los conoces; puedes
tomarlos colectivamente. Pero puedes tomar a un amigo concreto, a un miembro de
tu familia, y decidir el día de hoy que vas a llevar alguna bendición a la vida de la
persona: tú lo tienes – tienes el poder de bendecir, pues el poder de conferir realidad a
tu deseo para el amigo es el poder para bendecir a ese amigo. Si tu amigo no está bien
y quieres que esté bien, simplemente asume que tú y él (o ella) estáis llevando a cabo
una conversación desde una premisa que estableces ahora, y la premisa es que él o
ella nunca se sintió mejor en su vida, y lo escuchas y lo presencias. Toma tu mano, tu
mano imaginaria, y abrázalo. Diles lo que sientes por ellos; siéntelo realmente. Y luego
no haces nada externamente para hacerlo así, pues las cosas que vas a ver no están
hechas de cosas que aparecen. Así que no recetas nada para ellos. No cambias su
dieta física. No ofreces ninguna recomendación en cuanto a lo que deberían hacer.
Simplemente asumes que son ya la encarnación del estado que tú deseas para ellos,
así que no empieces recetando. Deja eso completamente. Simplemente caminas fiel a
tu imagen del amigo y transformas esa imagen con tu propio ojo mental.

Házlo y ve si puedes traerlo, porque si no puedes hacer eso y comprobarlo por ti


mismo, aún no has demostrado que eres un siervo; por lo tanto la amistad está muy
lejos de ti. Cada uno debe demostrar que es primero un siervo, como leemos en Isaías
49: “Yo te formé del vientre para ser mi siervo y traer a Jacob de nuevo a mí.” Entonces
me dicen: aunque Israel no está del todo reunido yo soy bendecido. El individuo que lo
hace, no tiene que traer todo el cuerpo de Israel. Si él trae a Jacob – un individuo
transformado – y demuestra que él puede transformarlo, es bendecido y recibe una
gloria segura mucho antes de que el cuerpo de Israel sea reunido y vuelto a traer.

Así que aquí te preguntas por qué se le llama “el rey de Israel”. ¿Por qué se le llama el
rey? La gente pensaba que significaba un hombre que miraba por una pequeña nación
y pensaba que era rey, o ellos pensaban que era el rey (o incluso con ironía cuando lo
decían). Él no es eso. El individuo que se convierte en Hijo es verdaderamente el rey
del mundo entero de Israel, o [de] las ideas que flotan en la mente del hombre. Pues
él es su pastor, él es su rey. Él puede ordenar a cualquier idea que se vista con una
forma. Ese es el rey de Israel. Ese es el que puede hacer real un estado que es sólo un
deseo. “Es Real” es el verdadero Israel. Aquí, mucho antes de que nos convirtamos en
eso – [de que seamos] levantados – debemos comenzar a disciplinar la mente para
convertirnos en el siervo perfecto.
No hay mejor momento para empezar que ahora. Si tienes miedo de intentarlo,
entonces yo no sabría qué decirte, porque en este lugar debes comprobarlo. Ellos no
tienen una religión en la que simplemente vienes aquí y te sientas los domingos y se
reúnen y forman una bonita pequeña hermandad de este modo. Esto no es ese tipo de
religión en absoluto. Todo esto es para despertar la mente del hombre y hacerle un
pastor, hacerle algo que gobierne. De hecho, la misma palabra traducida como
“alimento” en Juan 21 es traducida muchas veces en la Biblia como “pastor”, como
“gobierno”. En Mateo 2, uno vendrá de Belén; él tendrá dominio sobre Israel. Pues
bien, en ese (él gobernará Israel), la palabra traducida como “gobierno” es la misma
palabra traducida en Juan 21 como “alimento”. Así que no lo tomes literalmente.
Significa, simplemente, tomar esta mente tuya y disciplinar la mente entera
reuniendo las cosas y caminando fiel a un estado invisible, pues Jacob es invisible. Tú
pensabas que era un hombre, que era un muchacho de piel lisa. Esa es la manera que
el místico tiene de decirte que esto es un estado subjetivo, y que debes aprender a
vestir[lo] de objetividad. Tú caminas fiel al estado subjetivo, y luego, con el tiempo
toma los tonos y la apariencia de algo externo. En el momento en que despegas tu
mente de ese estado – aunque en el momento del despegue tuviera alguna
presencia externa correspondiente – comenzará a borrarse. Si despegas tu mente del
éxito en medio del éxito, el éxito como una realidad fuera de ti se borra y desaparece
de tu mundo. Y entonces en lo que pongas tu mente, lo sustituye, lo que demuestra
que el éxito no estaba en el exterior en absoluto; estaba dentro de ti. Tú lo vestiste
por un momento y le diste la apariencia de realidad. Pero el día en que no eres fiel a la
conciencia de ser exitoso, la realidad, aparentemente sólida, de éxito desaparece de
tu mundo, demostrando ser la sombra que siempre fue, y que la realidad – la luz del
éxito – fue la idea en ti con la cual estabas identificado. Así que si yo asumo que soy
_________ (y lo nombro) y permanezco fiel a ello, sale y se hace aparentemente real.
Si dejo de asumirlo y mantenerlo, lentamente desaparece de mi mundo; y si
desaparece, yo podría pensar que la realidad estaba ahí. He olvidado cómo traer a
Jacob. He olvidado cómo traerlo al Señor.

Así que recordemos dónde está Israel. No está en Oriente Próximo. Israel está
esparcido en todas las naciones del mundo, en tu mente – ahí es donde está. Y ahora
tienes un propósito en este mundo y si realmente amas la enseñanza (ya que las
palabras son: “¿Me amas?”) dices que tú eres fiel. “Pedro, ¿me amas?” Él no lo llama
Pedro, por cierto, él lo llama Simón. Él nunca lo llama Pedro en ninguna parte de la
Biblia; se refieren a él como Pedro, pero cada vez que se dirige a él la figura central de
los Evangelios, él siempre lo llama Simón, y Simón significa oír, significa escuchar.
Bueno, ¿has oído, has escuchado tú realmente, Simón? Sí. ¿Entonces amas lo que tú
has oído? ¿Me amas a mí, o lo que os he dicho que yo soy? Yo soy lo que enseño, así
que ¿me amas? Entonces apacienta mis ovejas. Conviértete en gobernante de esta
mente tuya y demuestra que realmente amas lo que me dices que has oído. Si lo has
oído, entonces tú eres Simón; y si realmente lo has oído hasta el punto de aceptarlo,
demuestra que lo has aceptado tomando el talento recibido y expandiéndolo. No dejes
que el pastor venga y cuando te pregunte por el talento, tú digas que tenías miedo y lo
enterraste. No tengamos miedo de poner a prueba realmente la verdad de los
principios que tratamos de explicar aquí.

Así, todas estas son nuestras verdades que hemos aceptado. Ahora, algunos
obtuvieron uno, algunos dos, algunos obtuvieron cinco. Hemos hecho todo lo posible
en las dos últimas semanas para daros todo lo que pudimos en dos semanas,
desarrollado de la Biblia. Os mostramos la Biblia como un misterio, que todos sus
miembros están enterrados, no en un pequeño libro, sino en todos los libros. Todos
ellos te están contando la historia acerca de ti mismo. Cómo Dios se convirtió en ti
para que tú puedas convertirte en Dios. Cómo Dios murió para convertirse en hombre
en el sentido de olvidar que él era Dios, ya que despertó como hombre. El hombre que
camina por la tierra no tiene conocimiento de que él es Dios, y el individuo que se
atreve a proclamar que él lo es, y te dice que tú lo eres, generalmente es condenado
por aquellos que se designan a sí mismos como maestros. Ese es el ciego guiando a
otro ciego, y te llamarán arrogante si te atreves a demostrar incluso el poder de la
mente. Y ellos te dirán que eso no está bien – le estás quitando a Dios lo que
pertenece a Dios. Como ves, ellos están profundamente dormidos. No se dan cuenta
de que Dios se convirtió en hombre con un propósito; que él pueda tener la compañía
de los hijos de Dios. Así que el hombre debe despertar y darse cuenta de quién es
realmente; y se da cuenta de eso comenzando primero como un siervo.

Yo te he dado, creo, una técnica perfecta para demostrar que eres un siervo. ¡Inténtala
hoy! Si consigues de la forma más simple tomar un estado invisible y hacer que se
convierta en una realidad, como el trabajo para un amigo o incluso el conseguir un
sombrero, o incluso el hallazgo de la vivienda adecuada, o incluso el conseguir alguna
pequeña cosa – lo intentas. Si perdiste algo: “'Nada se pierde en toda mi montaña
sagrada', dice el Señor, 'pues no está perdido, está esparcido ahora en Israel.'”
Demuestra que no está perdido. ¿Qué es lo que has perdido? Pues bien, llévalo a tu
propio ojo mental y luego tócalo mentalmente y aprópiatelo mentalmente y siente
que lo tienes, que es tuyo ya, y permanece fiel a esa asunción y ve si aquello vuelve.
Si aquello se recupera, has demostrado que has encontrado Israel (una parte de él de
todos modos) y que sabes cómo tomarlo y vestirlo con tales tonos de realidad que
puedes traerlo al Señor; pues el Señor es tu propia conciencia maravillosa. Cuando tú
dices: “YO SOY”, ese es el Señor. Ve a decirles que YO SOY te ha enviado. Así que
cuando caminas con la sensación de “yo soy esto y aquello”, no se ve todavía, pero es
algo que estás trayendo al Señor; y cuanto más sientes que es real, más natural se
vuelve. Entonces, se viste de hechos externos; pero el hecho externo no es la verdad.
La verdad y el hecho se oponen uno a otro. La verdad no depende del hecho. La
verdad depende de la intensidad de tu imaginación. Por lo tanto, si yo realmente soy
intenso sobre ello, eso es verdad. Yo mañana podría encontrar un hecho
correspondiente que lo atestigüe – pero, como dije antes, en cuanto no continúe en
esa asunción el hecho se desvanecerá, demostrando que no era una realidad en
absoluto. La realidad estaba en mi asunción, y por tanto la verdad no depende del
hecho, sino de la intensidad de la imaginación.

Entonces entenderás el drama cuando la verdad se enfrenta a lo que se llama hecho o


razón, y cuando preguntada: ¿qué es la verdad? – la verdad permanece silenciosa. No
respondería porque el hecho o la razón piensan que un juicio verdadero debe
conformarse a la realidad externa a la que se refiere. Si yo digo: “¿No son
encantadores?” y aludo a algo que ninguno de los presentes puede ver, tú dices que
mi juicio no es verdad, pues no es sobre algo en el exterior. Entonces lo que yo digo no
tiene realidad. Debo estar sufriendo alguna ilusión. Si persisto en ello, y no puedes
verlo, entonces es una alucinación. Pero yo sé por experiencia que puedo tomar una
ilusión y, por medio de una ilusión, puedo conectarme con la realidad o “Es Real”
caminando fiel a lo que tú llamas mi ilusión. Yo simplemente asumo un estado
sabiendo que lo he encontrado; está esparcido en las naciones del mundo y,
encontrándolo en mí mismo como un estado deseable, me lo apropio. Caminando
fiel a mi estado apropiado, gradualmente me convierto en él. Deshaciéndome de ese
estado finalmente, dejo de serlo; pues lo que requiere un estado de conciencia para
encarnarse no se puede encarnar sin tal estado de conciencia.

Cuando sé que todo depende de mi apropiación de partes de Israel, para traer a


Jacob a mi Padre, entonces empezaré a hacerlo; y entonces mis talentos aumentarán
de cinco a diez y a veinte; y finalmente, cuando tenga todos estos talentos, seré
digno de ser un amigo. Cuando haya sido fiel en unas cuantas cosas, él me hará Señor
sobre mucho. Entonces él me dirá: Ya no te llamo siervo. Te llamo amigo, pues hiciste
lo que te mandé. Ahora, habiendo hecho lo que te he mandado, tú eres mi amigo de
verdad. Caminaremos en esa asociación por un tiempo, en comunión con lo profundo,
sabiendo que lo profundo del ser es mi ser real, que los hombres llaman Dios. Voy a
verlo como otro. Comulgaré con él como si fuera otro, y él y yo hablaremos a través de
ese estado invisible igual que si el hombre hablara cara a cara con un amigo. Pues
después de que este estado invisible, en que comulgo con lo profundo, sea alcanzado
hasta un punto de completa satisfacción, el último sello se romperá. Él romperá el sello
y me revelará como su hijo; y cuando lo vea y le mire a la cara, él será igual que yo y yo
seré igual que él. Entonces conocerás el misterio de la Epístola de Juan: “Amados, qué
manera de amar ...”

Sólo imagina qué amor ha depositado Dios en nosotros para que debamos ser
llamados Hijos de Dios. Y entonces, aunque en este momento, que lo siento desde lo
profundo, yo no sé muy bien cómo soy o cómo es él, sin embargo, sí sé esto: que
cuando lo vea yo lo conoceré. ¿Y por qué lo conoceré? Porque seré como él. Miraré
justo en el espejo de mi propio ser, y me daré cuenta de que fue para ese propósito
que yo, el Padre, me encarné como hombre, esperando que finalmente él despertara y
se convirtiera en un ser consciente, pasando completamente de un reflector pasivo a
un cooperador consciente en mi reino. Así, el hombre gradualmente pasa del estado
pasivo al estado activo, y el proceso es: el siervo, el amigo, el Hijo.

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