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CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA ANATOMÍA HUMANA

APARATOS DE RELACIÓN

2. Osificación membranosa. Los huesos de la bóveda del cráneo y de la cara no


están precedidos por un esbozo de cartílago. Los centros de osificación de estos hue-
sos se desarrollan directamente en el tejido conjuntivo embrionario. Estos huesos,
desarrollados por osificación membranosa, se denominan a veces huesos de membrana.
A B. Articulaciones
Denominamos articulaciones al conjunto de elementos por los que los huesos se
unen entre sí. La artrología o sindesmología tiene por objeto el estudio de las articulaciones.
Las articulaciones se dividen en tres clases principales:
— Articulaciones inmóviles o fibrosas.
— Articulaciones semimóviles o cartilaginosas.
— Articulaciones móviles o sinoviales.

J ARTICULACIONES FIBROSAS. Estas articulaciones se caracterizan por tener dos su-


perficies articulares unidas por tejido fibroso, bien entre dos huesos desarrollados a
partir de tejido cartilaginoso bien entre dos huesos desarrollados a partir de tejido fi-
broso. En el primer caso, la articulación es una sindesmosis; en el segundo, se trata de
una sutura.
Las suturas se dividen, dependiendo de la configuración de las superficies articula-
res, en dentada, escamosa y plana. En la sutura dentada, los huesos se unen por engranaje
de las superficies articulares, que presentan una especie de dientes. ❏ La sutura escamo-
sa es una sutura dentada en que las superficies articulares están talladas en bisel. ❏ La
sutura plana se caracteriza por superficies articulares relativamente planas y sin dientes.
❏ Finalmente, se da el nombre de esquindilesis a aquella articulación una de cuyas su-
perficies, en forma de cresta, se enclava en la superficie opuesta, en forma de ranura. La
articulación del hueso vómer con el hueso esfenoides es un ejemplo de esquindilesis.

J ARTICULACIONES CARTILAGINOSAS. En las articulaciones cartilaginosas, las super-


ficies articulares, planas o cóncavas, recubiertas de cartílago, se unen: a) por medio
de un ligamento interóseo, fibroso o fibrocartilaginoso, que se extiende entre las su-
perficies articulares, y b) por ligamentos periféricos que recubren el contorno del liga-
mento interóseo (fig. 11, C). El tejido intermedio o ligamento interóseo puede diferen-
ciarse en cartílago hialino y entonces la articulación se denomina sincondrosis, o bien en
una masa de tejido fibrocartilaginoso situada entre las superficies articulares que re-
cibe la denominación de sínfisis (fig. 11, D). Ocasionalmente, las sínfisis pueden pre-
sentar en su parte central un esbozo de cavidad articular, por lo que en ocasiones se
han considerado articulaciones intermedias entre las articulaciones sinoviales y las
cartilaginosas, y han recibido el nombre de articulaciones sinoviocartilaginosas.

J ARTICULACIONES SINOVIALES O DIARTROSIS. Las articulaciones sinoviales presen-


tan: a) superficies articulares lisas, que se hallan separadas por una cavidad articular y
se mueven unas sobre otras; b) una cápsula articular y ligamentos, y c) una membra-
na sinovial (fig. 3, A).

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1. Superficies articulares. Las superficies articulares están siempre revestidas de


cartílago, denominado cartílago articular. Este cartílago presenta una superficie libre, lisa
y pulida. Su espesor es proporcional a la presión que soporta por unidad de superficie. Sóli-
do, flexible, elástico y liso, el cartílago articular facilita los deslizamientos, protege la
superficie ósea e impide el desgaste del hueso.
a) DISCO O MENISCO ARTICULAR. Con frecuencia las superficies articulares no se adap-
tan exactamente. En este caso, la concordancia se restablece mediante láminas fibro-
cartilaginosas interarticulares denominadas meniscos articulares (fig. 3, B, lado izquierdo). Las
caras libres y lisas de los meniscos se aplican exactamente sobre las superficies articula-
res correspondientes. Su contorno se adhiere a la cápsula. En ocasiones el menisco for-
ma un tabique completo o disco articular, que divide la cavidad articular en dos porciones.
Otras veces el tabique es incompleto; las superficies articulares entran en contacto en el
centro de la articulación y se separan una de otra en su periferia; el menisco se reduce
entonces a un anillo situado entre las porciones periféricas de las superficies articulares.
b) RODETES PERIARTICULARES. Se denominan así los anillos fibrocartilaginosos dispues-
tos alrededor de las cavidades articulares. Los rodetes se diferencian de los meniscos
por el hecho de que sólo una de las dos caras del rodete es libre y articular, mientras
que la otra se adhiere a la superficie articular correspondiente (fig. 3, B, lado derecho).
Los rodetes aseguran, al igual que los meniscos, la perfecta adaptación de las superfi-
cies articulares. Al mismo tiempo, aumentan la extensión y profundidad de la super-
ficie articular a que pertenecen.

2. Cápsula articular y ligamentos. Las superficies articulares se mantienen en


contacto mediante una cápsula articular y ligamentos. La cápsula articular es un
manguito fibroso que se une al contorno o a las proximidades de las superficies arti-
culares (fig. 3, A y B).
La cápsula es tanto más laxa cuanto más móvil es la articulación y más amplios son
sus movimientos.
La cápsula puede fijarse bien en la vecindad inmediata del cartílago articular, bien a una
distancia más o menos grande del revestimiento cartilaginoso. La inserción de la cápsula
a distancia del cartílago se observa en las articulaciones muy móviles. Resulta evidente
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que la movilidad de la articulación es tanto mayor cuanto más alargada es la cápsula.


La inserción capsular se efectúa además siempre más allá de las superficies articu-
lares, hasta el límite de las superficies óseas opuestas, aunque no articulares, que se ro-
zan o simplemente entran en contacto en los movimientos de la articulación.
La cápsula articular presenta en algunos lugares refuerzos, denominados ligamentos,
que se sitúan allí donde la cápsula debe presentar una mayor resistencia.
No todos los ligamentos son refuerzos capsulares. Algunos están situados a dis-
tancia de la cápsula y corresponden, la mayoría de las veces, a tendones o músculos
que, en su origen, estaban en relación con la articulación. Posteriormente, estos múscu-
los han tomado nuevas inserciones o bien han perdido toda función; sin embargo, el
tendón primitivo, próximo a la articulación, persiste y se transforma en un ligamento
(Sutton).

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APARATOS DE RELACIÓN

Fondo
de saco
de la
membrana Membrana
sinovial sinovial
Cápsula Fondo de saco
articular de la membrana
y lig. sinovial
Cápsula
articular Cartílago articular
Membrana
sinovial Adherencia del rodete
a la cápsula articular
Rodete
Cavidad articular Menisco Cavidad articular
Cartílago articular

A B
Fig. 3 ▪ Cortes esquemáticos de articulaciones sinoviales. A) Sin menisco. B) Con menisco a la izquierda y con
rodete a la derecha.

3. Membrana sinovial. La membrana sinovial es una membrana delgada y trans-


parente que se aplica sobre la cara interna de la cápsula articular y forma cuerpo con
ella. Se inserta alrededor del revestimiento cartilaginoso de las superficies articulares
y tapiza toda la cavidad articular, salvo las superficies articulares.
Así, cuando la cápsula se inserta a una cierta distancia del revestimiento cartilagi-
noso, la membrana sinovial reviste el periostio desde el contorno del cartílago hasta la
inserción capsular, y enseguida se refleja sobre la cara profunda de la cápsula (fig. 3, A
y B, lado izquierdo). Si la articulación presenta un menisco, la membrana sinovial se
detiene en el borde de las superficies meniscales. De este modo se divide en dos seg-
mentos separados por el menisco (fig. 3, B).
a) PLIEGUES SINOVIALES. La cara interna de la mayoría de las membranas sinoviales está
elevada por prolongaciones que protruyen hacia la cavidad articular, formadas por
tejido conjuntivo muy vascularizado; se trata de los pliegues sinoviales.
Los pliegues sinoviales son de forma y volumen muy variables. Unos son filifor-
mes, otros laminares, y otros constituyen voluminosas acumulaciones adiposas que
recubren la membrana sinovial.
Todos ellos tienen la misma función y sirven para llenar los espacios libres que se
crean entre las superficies articulares en determinados movimientos de la articulación.
Ése es el motivo de que los pliegues sinoviales se desarrollen sobre todo en la parte an-
terior de las interlíneas articulares.

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b) LÍQUIDO SINOVIAL. Las superficies articulares están constantemente lubrificadas


por un líquido incoloro, viscoso y filante, denominado líquido sinovial o sinovia. El lí-
quido sinovial facilita el deslizamiento de las superficies articulares.
c) PROLONGACIONES EXTERNAS DE LA MEMBRANA SINOVIAL. Es frecuente encontrar pro-
longaciones en forma de fondo de saco de la membrana sinovial, que se sitúan entre
los fascículos de la cápsula articular o de los ligamentos. Son los fondos de saco sinovia-
les descritos por Gosselin. Otras prolongaciones externas de la membrana sinovial se
extienden por debajo de los tendones periarticulares, o a veces los envuelven. Estas
prolongaciones resultan de la unión a la membrana sinovial de una bolsa serosa peri-
tendinosa, primitivamente independiente de la membrana sinovial.
4. Clasificación de las articulaciones sinoviales. Según la forma de las superficies
articulares, se distinguen seis clases de articulaciones sinoviales:
1. La articulación esferoidea o enartrosis, cuyas superficies articulares son segmentos
de esfera, uno convexo y otro cóncavo.
2. La articulación elipsoidea o condílea, cuyas superficies articulares son segmentos
de elipsoide, uno convexo y otro cóncavo.
3. El encaje recíproco o articulación sellar o en silla de montar, caracterizada por su-
perficies articulares que son cóncavas en un sentido y convexas en el otro; la concavi-
dad de una se opone a la convexidad de la otra.
4. El gínglimo o tróclea, una de cuyas superficies tiene la forma de una polea.
5. La articulación trocoide, cuyas superficies son segmentos de cilindro, uno conve-
xo y otro cóncavo.
6. La articulación plana o artrodia, cuyas superficies articulares son planas.
5. Anatomía funcional de las articulaciones sinoviales. Las articulaciones sino-
viales son articulaciones móviles. Son localización de movimientos pasivos o activos,
dependiendo de si las superficies articulares en contacto se desplazan por la acción
de una fuerza exterior o por la de los músculos. La forma de las articulaciones sino-
viales determina los ejes alrededor de los cuales se efectúa obligatoriamente el movi-
miento.
Las articulaciones sinoviales también pueden clasificarse desde el punto de vista
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mecánico en articulaciones de uno, dos o tres ejes, que se corresponden con los mo-
vimientos en los tres planos del espacio.
Las articulaciones de un eje son los gínglimos y las articulaciones trocoides; el eje de los
gínglimos es transversal, mientras que el de las articulaciones trocoides es longitudinal.
El gínglimo típico está representado por la articulación del codo, es decir, la articu-
lación humerocubital. El cúbito gira alrededor de un cilindro excavado por una gar-
ganta; se trata de la tróclea humeral, cuyo eje es casi perpendicular a la dirección del
húmero (figs. 4 y 5).
El único movimiento posible es la flexión y la extensión del antebrazo sobre el brazo.
Las superficies articulares de la articulación trocoide están representadas por segmen-
tos de cilindro: un cilindro sólido que gira dentro de un cilindro hueco. La articulación
radiocubital es un excelente ejemplo de este tipo articular. El eje de esta articulación es

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Fig. 4 ▪ Articulación con un eje Fig. 5 ▪ El gínglimo del codo, un Fig. 6 ▪ Articulación con un eje
del tipo de los gínglimos. solo tipo de movimientos: longitudinal, trocoide. Un solo
flexión-extensión. movimiento, la rotación medial o
lateral (articulaciones
radiocubitales).

longitudinal, de manera que la rotación del radio en la escotadura radial del cúbito y en el
anillo fibroso que la completa permite a la cabeza del radio girar sobre sí misma alrede-
dor de un eje que pasa por el centro de la cabeza del radio. Este movimiento desplaza el
extremo inferior del radio medialmente (pronación) o lateralmente (supinación) (fig. 6).
Las articulaciones de dos ejes son de dos tipos: la articulación elipsoidea o condílea y
la articulación por encaje recíproco o «en silla de montar».
La articulación elipsoidea se caracteriza por una superficie convexa, el cóndilo,
cuyos radios de curvatura son perpendiculares entre sí. ❏ Un ejemplo de este tipo de
articulación es el cóndilo carpiano, que se desplaza inferiormente a una cavidad, la
glena, formada por la cara inferior del extremo distal del radio y por el disco articular.
El cóndilo carpiano puede girar alrededor de sus dos ejes y desplazarse, bien ante-
rior o posteriormente (movimiento de flexión y extensión) bien lateralmente (abduc-
ción cubital o radial) (figs. 7 y 8).
La articulación en silla de montar presenta también dos ejes, pero la superficie articu-
lar móvil, en vez de ser convexa en los dos sentidos, sólo lo es en uno de sus diámetros,

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APARATOS DE RELACIÓN

mientras que el otro es cóncavo. La articulación carpometacarpiana del pulgar (trapecio-


metacarpiana) constituye un buen ejemplo. El pulgar puede ejecutar, alrededor de sus dos
ejes, movimientos de flexión y de extensión, así como de lateralidad, es decir, de aduc-
ción, desplazándose hacia el eje de la mano, y de abducción, separándose de dicho eje.
Las articulaciones con tres ejes reciben el nombre de articulaciones esferoideas. Una de
las superficies es esférica (de ahí el nombre de cabeza) y gira en una cavidad más o me-
nos esférica, denominada cavidad glenoidea o acetábulo (fig. 9).
La cabeza del húmero o del fémur puede pivotar alrededor de su centro en todos
los sentidos, siguiendo una infinidad de ejes que se reducen a tres principales. Un pri-
mer eje es anteroposterior; en relación con éste, la cabeza se separa (abducción) o se
aproxima (aducción) a la línea media. Un segundo eje es perpendicular al primero y
pasa también por el centro de la cabeza; a su alrededor se ejecutan los movimientos de
flexión, cuando el brazo o el muslo se mueven anteriormente, o de extensión, cuan-
do son llevados en sentido posterior. Un tercer eje es vertical o, más exactamente, lon-
gitudinal; pasa por el centro de la cabeza y es perpendicular a los dos primeros; el hú-
mero o el fémur giran alrededor de él efectuando movimientos de rotación, medial o
lateralmente, de manera que la cara anterior de estos huesos se orienta medial o late-
ralmente cuando se realiza el movimiento.
Las articulaciones esferoideas permiten además movimientos de circunducción, es
decir, aquellos en que el hueso correspondiente pasa por todas las posiciones extre-
mas (aducción, flexión, abducción y extensión) para volver finalmente a la de partida.
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Fig. 7 ▪ Articulación con dos ejes: condílea Fig. 8 ▪ Articulación con dos ejes: condílea
(articulación radiocarpiana). 1.er tipo de (articulación radiocarpiana). 2.o tipo de
movimiento sobre el eje transversal: movimiento sobre el eje longitudinal:
flexión-extensión del carpo. abducción radial o cubital.

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La articulación plana es un tipo de articulación


sinovial totalmente diferente: las superficies
planas se deslizan una sobre otra sin perder el
contacto. Los huesos se desplazan sin un eje di-
rectriz. Este juego articular se observa en el car-
po y en el tarso cuando los elementos óseos
modifican ligeramente su posición, adaptándo-
la a las diversas condiciones propuestas por la
mano o el pie cuando se ejecuta un gesto com-
plejo. Este tipo de articulación sinovial asegura a
los miembros una eficaz plasticidad.

J DESARROLLO DE LAS ARTICULACIONES. Los


esbozos cartilaginosos de dos huesos que deben
articularse entre sí están originariamente sepa-
rados uno del otro por una gran masa de tejido
indiferenciado. Sin embargo, mientras los cen-
tros de osificación invaden el cartílago, éste se
renueva, crece durante un cierto tiempo y se
aproxima al hueso vecino. Este crecimiento se
realiza por transformación en tejido condróge-
Fig. 9 ▪ Articulación con tres ejes: no de la capa vecina de tejido indiferenciado. El
esferoidea (articulación del hombro). Tres
tipos de movimientos alrededor de tres
tejido condrógeno es el resultado de las prime-
ejes: transversal, sagital y longitudinal. ras modificaciones en el desarrollo del cartílago.
Se asemeja bastante al cartílago y acaba por
transformarse en éste.
De este modo, dos huesos destinados a articularse se aproximan progresivamente
uno a otro y, en un determinado estadio de su desarrollo, sus esbozos cartilaginosos es-
tán separados entre sí por una zona intermedia (Nicolas) constituida por una capa media
de tejido indiferenciado y dos capas yuxtacartilaginosas de tejido condrógeno (fig . 10, A).
El tipo de articulación según el cual se unirán los dos huesos resultará de las dife-
rentes transformaciones experimentadas por los elementos de la zona intermedia en
cada tipo de articulación.
Deben recordarse dos hechos importantes: en primer lugar, que el tejido condrógeno
se transforma siempre en su totalidad en cartílago, y, en segundo lugar, que el esbozo
cartilaginoso es totalmente invadido por el tejido óseo, con excepción de una delgada
capa que reviste las superficies articulares y que se convierte en el cartílago articular.
a) DESARROLLO DE LAS ARTICULACIONES FIBROSAS Y CARTILAGINOSAS (fig. 10). En las ar-
ticulaciones cartilaginosas, todo el tejido indiferenciado de la zona intermedia
se transforma en tejido condrógeno. Ahora bien, se sabe que el tejido condrógeno se
transforma en su totalidad en tejido cartilaginoso. Por consiguiente, las superficies ar-
ticulares revestidas de cartílago llegarán a contactar y, si se sueldan, se formará una
articulación cartilaginosa (fig. 10).

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Cartílago
Hueso
Condrógeno
Esbozo
Tejido indiferenciado del hueso
Cartílago

A B C D
Fig. 10 ▪ Esquemas que muestran el desarrollo de una articulación cartilaginosa.
En A, cada esbozo óseo, representado en gris oscuro, está precedido por un molde cartilaginoso desarrollado a
expensas de una capa de tejido condrógeno. Las capas condrógenas opuestas están separadas por tejido
indiferenciado. En B, el tejido indiferenciado ha sido invadido por tejido condrógeno. En C, el tejido condrógeno se
ha transformado en tejido cartilaginoso. Por último, en D los huesos se han unido por medio de sus cartílagos,
soldándose entre sí.

Los huesos que se articulan mediante articulaciones fibrosas se desarrollan directa-


mente en el tejido conjuntivo. En este caso, las superficies articulares están unidas
por tejido fibroso en vez de cartílago.
Si el tejido cartilaginoso o el tejido fibroso interarticular de las articulaciones fi-
brosas y de las articulaciones cartilaginosas es invadido por el proceso de osificación,
se produce una sinostosis.
b) DESARROLLO DE LAS SÍNFISIS. A lo largo del desarrollo de una sínfisis, la producción
de tejido condrógeno cesa aun cuando los extremos cartilaginosos de los huesos ve-
cinos están todavía separados por un gran espesor de tejido indiferenciado (fig. 11, A).
Este tejido indiferenciado se organiza en tejido fibrocartilaginoso y se convierte en
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un ligamento interóseo que se extiende entre las láminas de cartílago que recubren las
superficies articulares (fig. 11, C).
A veces se desarrolla una cavidad articular en el espesor del ligamento interóseo. La
articulación forma así un tipo intermedio entre las articulaciones cartilaginosas y las
sinoviales, que recibe el nombre de articulación sinoviocartilaginosa (fig. 11, D).
c) DESARROLLO DE LAS ARTICULACIONES SINOVIALES O DIARTROSIS. Hay que distinguir
dos casos posibles, dependiendo de si las superficies articulares de la articulación si-
novial se adaptan exactamente o si existe un menisco articular.
En el primer caso, toda la zona intermedia da lugar a tejido condrógeno. Cuando
éste ha sido enteramente invadido por el cartílago, los dos esbozos cartilaginosos lle-
gan a contactar. Pero, justo antes de que las dos capas de tejido condrógeno hayan
experimentado la transformación cartilaginosa, se producen entre ellas vacuolas que

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Lig. Lig. periférico


periférico
Lig. Cavidad
Tejido Tejido
conjuntivo interóseo Lig. interóseo
indiferenciado
Condrógeno Condrógeno Cartílago
Cartílago
Cartílago
Cartílago
Hueso
Hueso
Hueso Hueso

A B C D
Fig. 11 ▪ Esquemas que muestran el desarrollo de las sínfisis.

se reúnen y forman el esbozo de la cavidad articular (fig. 12, A). Ésta aparece al princi-
pio en la periferia de la articulación, y luego se extiende hacia el centro. De inmedia-
to, cuando las láminas cartilaginosas se encaran, se encuentran separadas por una hen-
didura articular (fig. 12, B). La soldadura de los cartílagos de revestimiento (en una pa-
labra, la articulación cartilaginosa) no puede entonces producirse. Es probable, como
indica Nicolas, que el desarrollo de la hendidura articular esté favorecido por las trac-
ciones que los esbozos musculares ejercen sobre los segmentos esqueléticos. El exa-
men de los hechos demuestra, contrariamente a la opinión de Nicolas, que la cavidad
aparece sin intervención de causas mecánicas.
En el segundo caso, cuando el crecimiento de las capas condrógenas se detiene,
éstas se encuentran todavía separadas entre sí por tejido indiferenciado, bien en toda
la extensión de la articulación, bien tan sólo en su periferia.
Este tejido se organiza, se transforma en fibrocartílago y forma un menisco. Este
menisco está separado de los cartílagos de revestimiento por una hendidura articular
doble si el disco es completo (fig. 13, A), simple en el centro y desdoblada en la perife-
ria si el menisco posee forma de anillo o de media luna (fig. 13, B) o única en toda la ex-
tensión de la articulación si se trata de un rodete periarticular fusionado por una de sus
caras con la superficie articular correspondiente.
Se forme o no un menisco, todo el tejido indiferenciado que hay alrededor de la ar-
ticulación se convierte en una lámina fibrosa, en la que los fascículos van de un extre-
mo óseo al otro. Así, se forma alrededor de la articulación un manguito fibroso, la cáp-
sula articular, que mantiene en contacto las superficies articulares. ❏ La capa más pro-
funda del esbozo del manguito capsular se diferencia en una membrana vascular,

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Hueso
Hueso

Cartílago

Esbozo de la
cavidad articular Cartílago
Condrógeno
Cavidad
articular

A B
Fig. 12 ▪ Esquemas que muestran el desarrollo de las articulaciones sinoviales sin menisco.

Hueso
Hueso

Cartílago
© MASSON, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Condrógeno
Menisco Cartílago
Cavidad
articular
Cavidad articular

A B
Fig. 13 ▪ Esquemas que muestran el desarrollo de las articulaciones sinoviales con menisco articular.

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APARATOS DE RELACIÓN

delgada y transparente, que se compacta con la cápsula; se trata de la membrana si-


novial.

A C. Músculos
Los músculos son órganos dotados de la propiedad de contraerse. Según Bichat,
se dividen en dos grupos: a) músculos rojos, estriados, voluntarios o de la vida animal,
y b) músculos blancos, lisos, involuntarios o de la vida vegetativa. Los músculos de es-
tos dos grupos se diferencian por su configuración, estructura, tipo de contracción,
función e inervación.
Aquí nos ocuparemos sólo de los músculos estriados.

J CONFIGURACIÓN EXTERIOR. Un músculo estriado está compuesto por dos partes.


Una parte gruesa, blanda y roja, que es la parte contráctil, muscular o carnosa, y que
ocupa la parte media del músculo, por lo que se denomina cuerpo o vientre. La otra,
más estrecha, muy densa, resistente y blanca, es la parte tendinosa, que forma los ex-
tremos del músculo.
Los músculos se clasifican en largos, anchos y cortos. Existe además una categoría
de músculos formados por fascículos curvilíneos; se trata de los músculos orbiculares.
La mayoría de los músculos son simples, es decir, no poseen más que un cuerpo
muscular; otros son compuestos. Entre éstos, están los denominados músculos digás-
tricos o poligástricos, cuyo cuerpo está dividido en dos o más vientres por uno o más
tendones intermedios. Las intersecciones tendinosas se forman en los músculos que
reciben varios nervios, en el límite de los territorios de inervación, cuando dicho lí-
mite es perpendicular a la dirección de los fascículos musculares (Rouvière y Orts
Llorca).
Otros músculos, denominados bíceps, tríceps o cuádriceps, están formados por dos,
tres o cuatro cuerpos musculares que tienen un origen distinto y se reúnen en uno de
sus extremos.

J INSERCIÓN DE LOS MÚSCULOS. Los músculos se insertan mediante sus tendones. La


superficie de inserción puede ser ósea, cartilaginosa, fascial o incluso cutánea (múscu-
los cutáneos). Muy frecuentemente, uno de los tendones formado por fibras excesi-
vamente cortas parece faltar; se dice entonces, impropiamente, que el músculo se in-
serta directamente mediante fibras musculares o carnosas.
La inserción se realiza mediante fibras musculares cuando la superficie de inserción
es lisa. Los tendones o las láminas tendinosas se fijan en salientes o en depresiones, ya
que la inserción de un tendón requiere una superficie de inserción mayor que la su-
perficie de sección de dicho tendón (Rouvière y Cordier).
Las inserciones se dividen en fijas y móviles, o bien en inserciones de origen e in-
serciones terminales; la inserción de origen corresponde a la inserción fija y la termi-
nal a la inserción móvil. Estas denominaciones tan sólo tienen un valor relativo, ya
que, en muchos músculos, la inserción fija puede transformarse en inserción móvil y
a la inversa.

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