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Su obra
forma parte de la literatura ascética de la segunda mitad del siglo XVI.
A continuación, puedes leer 5 poemas de Fray Luis de León.
A-mor ca-si de un vue-lo me ha en-cum-bra- INTERPRETACIÓN: Asombrado por la forma en cómo el amor
do despertó nuevos pensamientos en él, la voz poética, entre tan turbia
a-don-de no lle-gó ni el pen-sa-mien-to; revelación y el cuidado que debe tenerle, entristece. Pero, lo hace
mas to-da es-ta gran-de-za de con-ten-to por una precaución emocional ya que duda que su amor pueda ser
me tur-ba, y en-tris-te-ce es-te cui-da-do, correspondido. Sin embargo, hay un atisbo de esperanza en él, ya
que su felicidad es simplemente ella existiendo. Prefiere amar en
que te-mo que no ven-ga de-rro-ca-do silencio para no ofender a nadie y así el equívoco que siente no sea
al sue-lo por fal-tar-le fun-da-men-to; juzgado nunca. El día a día será el simple acto de saber que la
que lo que en bre-ve su-be en al-to a-sien-to, amada vive.
sue-le des-fa-lle-cer a-pre-su-ra-do. PROSIFICACIÓN:
c Este amor me ha encumbrado de forma tal que ahora veo más de lo
mas lue-go me con-sue-la y a-se-gu-ra que me permitía mi pensamiento, tal grandeza me turba y entristece
el ver que soy, se-ño-ra i-lus-tre, o-bra ya que debo serle cauto.
de vues-tra so-la gra-cia, y que en vos fí-o:
Así es, porque temo que sea derrocado por estar fundamentado en
por-que con-ser-va-réis vues-tra he-chu-ra, nada, porque fue tan tempestivo su venir que no sea y me
mis fal-tas su-pli-réis con vues-tra so-bra, desbanque de mi lecho de delirio.
y vues-tro bien ha-rá du-ra-ble el mí-o.
Más luego pienso y me consuelo, ya que este amor existe con solo
verla, señora ilustre, con solo apreciar vuestra gracia me complazco
y sacio.
no ve-la-rá en tu le-cho;
ni hu-i-rás la cui-ta y a-go-ní-a,
el úl-ti-mo des-pe-cho;
ni la es-pe-ran-za bue-na en com-pa-ñí-a
A Don Loarte
el amor y la pena
despiertan en mi pecho un ansia ardiente;
despiden larga vena
los ojos hechos fuente;
Loarte y digo al fin con voz doliente:
«Morada de grandeza,
templo de claridad y hermosura,
el alma, que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel baja, escura?
-rodéase en la cumbre
Saturno, padre de los siglos de oro;
tras él la muchedumbre
del reluciente coro
su luz va repartiendo y su tesoro-:
Inmensa hermosura
aquí se muestra toda, y resplandece
clarísima luz pura,
que jamás anochece;
eterna primavera aquí florece.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
ODA A MAGDALENA
Poema siguiente
Elisa, ya el preciado
cabello, que del oro escarnio hacía,
la nieve ha variado;
¡ay! ¿yo no te decía:
Recoge, Elisa, el pie, que vuela el día?
de ti mesma? Y agora,
rico de tus despojos, más ligero
que el ave, huye, adora
a Lida el lisonjero;
tú quedas entregada al dolor fiero.
y, toda derrocada
a los divinos pies que la traían,
lo que la en sí fiada
gente olvidado habían,
sus manos, boca y ojos lo hacían.
preséntate un sujeto
tan mortalmente herido, cual conviene,
do un médico perfeto
de cuanto saber tiene
dé muestra, que por siglos mil resuene.»