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GENARO R. CARRIO para que a uno se la den. No sé si esa especie zoologica no esta ya totalmente extinta. SEGUNDA PARTE DIEZ RECOMENDACIONES (O FAMILIAS DE RECOMENDACIONES) ACERCA DE COMO ARGUMENTAR UN CASO FRENTE A UN TRIBUNAL Tras las observaciones, digresiones y co- Mentarios hechos en la primera parte, po- demos pasar a la segunda. La exposicion siguiente asumira la forma de un decalogo. Los dos primeros consejos o recomendacio- hes, como se advertira facilmente, son de distinta naturaleza que los restantes. 64 COMO ARGUMENTAR UN CASO I. Dos recomendaciones.elementales 1. La primera recomendacion. En el capi- tulo X de su fascinante libro Los italianos, Luicci Barzint recuerda el caso de Monsig- nore Chitarella, prelado de Napoles, que ha- ce ya mucho tiempo Hev6 a cabo la intere- sante tarea de codificar o compilar las re- ‘glas de la escoba de quince. Seguin el ilustre sacerdote la primera re- gla de ese jucgo es ésta: Tratar siempre de ver las cartas del adver: sario Un pendant de ese precepto en el campo del que me ocupo seria, quizas alguna va- riante, algo mas sordida aun, del consejo del Viejo Vizcacha que recordé al concluir la.primera parte. No voy a seguir esa linca sérdida, pero voy a enunciar una regla tan basica o funda- 65 GENARO R. CARRIO mental para argumentar con éxito ante un Tribunal como lo es, para ganar a la escoba, la recogida por el padre Chitarella. La recomendacioén que debe encabezar todo tratamiento del tema “Como argu- mentar ante un Tribunal” es ésta: Tratar, ante todo, que el Tribunal nos oiga. Ya dijimos que los jueces estan, por lo general, excedidos de trabajo. Hay por ello frecuentes lecturas apresuradas o superfi- ciales de las actuaciones, asi como mucha delegacién. No es insdlito que magistrados prestigiosos fallen juicios importantes so- bre la base de la relaciéi de los hechos y de la-sintesis de las pretensiones en juego escu- chadas de boca de un secretario relator. No hay sensacion mas frustrante para un profe- sional estudioso que advertir que ha per- dido un pleito porque el juez no ha leido sus escrilos. Para estar seguros de ser oidos por el Tri- 66 COMO ARGUMENTAR UN CASO bunal muchos colegas consideran indispen- sables recurrir al vulgarmente llamado “alegato de oreja”. Consiste en entrevistar al magistrado y, so pretexto de pedirle cele- tidad o que “estudie el asunto bien” — exhortacién ésta que, bien mirada, es olen- siva —machacarle de palabra los puntos sa- lientes de la argumentacién que ya se ha hecho por escrito, Frente a esta practica algun colega ha dicho que nuestro procedi- miento no es en rigor de verdad oral ni escrito, sino “conversado”, Ese método tiene varios inconvenicntes. Uno de ellos es que no puede recomendarse su adopcion universal. Si todos los aboga- dos recurricsen a él, habria que buscar la manera de asegurarse de que los magistra- dos van a recordar, al tomar la decision, nuestro alegato oral. Tal vez un cumplimiento fiel de ciertas prescripciones conectadas con la segunda 67 GENARO R. CARRIO recomendacion nos ayude a conseguir ser oidos. 2. La segunda recomendacion. En cierta medida es complementaria de la anterior. Puede formularse asi: Tratar de que el Tribunal nes entienda bien. En relacion con esto vale la pena hacer fas siguientes indicaciones sintéticas, qui- zas un poco pedestres. a) Ser breve, claro y conciso. Usar un es- tilo Hano. b) Describir con la mayor precisién vy, en lo posible, sin tecnicismos, el conflicto de intereses en juego. c) No escatimar el. punto y aparte, los titulos y los subtitulos. d) Presentar ordenadamente los argu- mentos, distinguiendo cuidadosamente los principales v los subsidiarios vy dando el necesario relieve a los primeros. e) Hacer una sintesis de nuestra posicién 68 COMO ARGUMENTAR UN CASO o mejor dos. Una al comienzo, en la que se precisara cuales son las cosas que nos pro- ponemos demostrar (expresion inicial de in- tenciones que guia la lectura y facilita la comprension de nuestra linea argumental). Otra al final, en la que se resumira de qué modo creemos haber demostrado lo que nos habiamos propuesto demostrar (expresion final de conclusiones que dara a nuestro escrito la fuerza de un argumento bien ar- mado). 0 En lo posible construir la argumenta- cion partiendo de un modelo simple, que iremos enriqueciendo progresivamemte., Claro esta que de poco valdra que consi- gamos que-el Tribunal nos ociga, v que nos entienda bien, si lo que decimos carece de idoneidad para persuadir. Los siguicntes mandamiicntos se reficren a este otre as- pecto —cel sustancial— de la cuestion. , 69 GENARO R. CARRIO Il. Las ocho recomendaciones restantes 3. La tercera recomendacion. Es menester esforzarse por ver las cosas como uno las veria, sucesivamente, si fuera: a) el abogado de la otra parte, y b) el juez. Puede ser que esto nos sea facil, pero no es imposible. En todo caso constituye una saludable gimna- sia mental. Depende, en buena medida, del temperamento de cada uno. Hay abogados sanguincos, coléricos, im- buidos de espiritu dionisiaco, cuyo entu- siasmo forense los lleva a ver las cosas con la misma pasion y falta de objetividad con que las ve el cliente, Lo que en el cliente es comprensible, en el abogado es imperdona- ble. La pasién sucle cegarnos y lo que los abogados necesitamos para ejercer blen la profesion es tener los ojos abiertos y la mente alerta y lucida. 70 COMO ARGUMENTAR UN CASO Solo si somos capaces de apreciar la si- tuacion desde los otros dos puntos de vista —el de nuestro adversario y el del juez— podremos reforzar nuestra argumentacion de manera de persuadir al Tribunal de que tenemos mejores razones que nuestro ad- versario. Hay que estudiar a fondo las pretensiones del colega contrario y los argumentos en que las sustenta. Ver en qué medida estan probados los hechos que da por probados. En qué medida las normas que invoca auto- rizan, frente a las circunstancias del caso, las conclusiones que extrae de ellas. 4. La cuarta recomendacion. Conceder sin vacilar todo aquello en lo que razonable- mente no podemos hacernos fuertes, tanto en cuestiones de hecho como de derecho. No aferrarnos a defensas o alegaciones que sa- bemos que no son buenas. En cambio, no ceder un palmo de terreno en todo aquello 71 GENARO R. CARRIO que, tras un andlisis riguroso de nuestra po- sicidn, nos sentimos seguros. 5. La quinta recomendacién. Presentar nuestro caso de modo que la solucién que propugnamos aparezca lo menos alejada posible de lo va establecido. Existe en los jueces una marcada tendencia a seguir los precedentes. Esto se justifica por dos nes respetables (amén de ser explicable por muchos. motivos bastante menos respeta- bles). a) porque la adopcién del punto de vista generalmente aceptado es, por lo me- nos, sintoma de objetividad y, por lo mas, equivalente de ella; b) porque si hay algo que parece ser un incuestionable principio de justicia —si no el principio de justicia— es que hay que tratar de igual manera los casos iguales. : 6. La sexta recomendacion. Si no pode- mos presentar nuestro caso de manera tal que su solucién se apoye en lo ya estable- AZO- 72 COMO ARGUMENTAR UN CASO cido, tratar:de demostrar que lo ya estable- cido no se refiere a nuestro casy. Con otras palabras, que éste exhibe caracteristicas, aspectos, matices, implicaciones, etc. que lo presentan como un caso singular muty sin- gular y que, en consccuencia, la aplicacion ciega o. mecanica de la regla o reglas que prima facie-lo incluyen conduciria a un.re- sultado notoriamente injusto, absurdo, ca- prichoso o arbitrario. Aunque desde cierta perspectiva pueda parecer lo mismo sostener: a) que en nuestro caso no se aplican las reglas x, ¥, Z porque el mismo pertencce a una familia de casos que constituye una ex- cepcion a esas reglas, 0 b) que éstas no se aplican porque ellas no se refieren a un caso como el nuestro, que queda fuera de su do- minio, siempre es mds conveniente argiir de la segunda manera. Lo.es por razones que tienen que ver con la psicologia de los juc- 73 GENARO R. CARRIO ces y con las creencias subyacentes en que estan instalados. Es mds facil conseguir que un juez decida que un caso no debe ser resuelto por aplica- cién de las reglas x, y, z porque cllas no se reficren a él, en cuanto el caso esta fuera del radio de accién de aquellas disposiciones, que conseguir que diga que esta creando o aun reconociendo una excepcidn a las mis- mas. 7. La séptima recomendacion. Evitar que nuestros argumentos puedan ‘ser exilosa- mente rebatidos con el contra-argumento de que la solucién que propugnamos no puede ser generalizada sin grave detri- mento para la seguridad juridica. Un buen antidoto es presentar nuestra so- lucién para el caso concreto como aplica- cién de un principio que admite ser formu- lado con aceptable precisién, de modo que el riesgo de inseguridad no existe, porque 74 COMO ARGUMENTAR UN CASO no pretendemos pasar de un amito reglado a otro discrecional, sino de un ambito re- glado a otro también reglado, 0, al menos, reglable. Esto es, susceptible de ser cubicrto por normas claras y manejables. 8. La octava recomendacion. No usa gumentos puramente formales o que impli- quen un manifiesto sacrificio de valores sustantivos a cucstiones adjetivas o ritua- les. No ser artificiosos ni parecerlo. No abu- sar de recursos argumentales de tipo estric- tamente técnico para conservar ventajas 0 pretender nucvos benelicios. La tendencia de la evolucién del derecho, particularmente en la regulacion de las re- laciones patrimoniales, se orienta hacia cl rechazo de los abusos formales. Basta con recordar el auge creciente de la Hamada teoria de la penetracion del velo de la perso- nalidad juridica o la firmeza que, a partir del famuso caso Colalillo (Fallos, 238:550), 715 GENARO R. CARRIO ha ido adquiriendo la jurisprudencia de la Corte Suprema en materia de arbitraricdad por excesos rituales. 9. La novena recomendacidn. No olvidar que —contra lo que pudiera parecer— Ja Constitucién Nacional forma parte del de- recho positivo argentino, por lo mengs en la medida en que recibe aplicacién judicial en conflictos justiciables. Por lo tanto, examinar si en nuestro caso hay algun ingrediente que justifique la apli- cacion de preceptos constitucionales y la eventual intervenci6én de la Corte Suprema. Esta sugerencia no es sino una forma par- ticular de un consejo de alcances mas am- plios. A saber, que sin perder de vista la singularidad del caso acerca del cual argu- mentamos y todas sus caracteristicas con- cretas relevantes, conviene siempre verlo en un contexto o perspectiva lo suficicnte- mente amplio como para permitirnos enri- 16 COMO ARGUMENTAR UN CASO quecer nuestra argumentacion con criterios © pautas que una vision estrecha dejaria afuera. . 10. La décima recomendacion. No usar la agresién verbal como arma de persuasion, “porque, como diria Vizeacha, esa arma suele dispararse por la culata. Para lograr los resultados que perseguimos no es nece- sario que nos empenemos en probar que el abogado contrario es un pérfido o el juez de primera instancia un infradotado. El terrorismo verbal, los abusos de Ien- guaje, el sarcasmo encarnizado, no condu- cen a nada bueno. Mas bien disponen en contra de quien recurre a tales expedientes. Vistos con objetividad, parccen recursos re- toricos dirigidos a ocultar el hecho de que no se cuenta con buenos argumentos. El abogado que tiene buenos argumentos, o que sabe usar bien los que tiene, puede per- mitirse ser cortés y comprensivo. Eso ayuda 77 GENARO R. CARRIO a ganar pleitos. Ayuda también —cosa nada desdefiable— a merecer el respeto y la con- sidcracion de los demas y a ser mejor de lo que uno es, no ya simplemente como abo- gado, sino como ser humano. 78

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