Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESUMEN:
El organismo de la mujer experimenta una serie de cambios fisiológicos, a todos niveles, que
tienen la finalidad de adaptarse y dar respuesta a la gran demanda que representan las 40
semanas de gestación que durará la formación un nuevo ser humano en su interior. Dichos
cambios ocurren de manera gradual, pero continua, a lo largo de todo el embarazo y van desde
cambios cardiovasculares, digestivos, pulmonares, hematológicos y endocrinos, los cuales al
final también terminan por revertirse de manera paulatina durante el puerperio. Los cambios
fisiológicos se relacionan con el desarrollo de distintos síntomas, signos y alteraciones en la
mujer embarazada, así como cambios en los parámetros de los estudios paraclínicos, lo cual
hace que resulte especialmente relevante que el médico general o de primer contacto esté
familiarizado con estos cambios y el momento en el que ocurren en el embarazo, para que pueda
realizar una oportuna identificación de las alteraciones que pueden representar estados
patológicos que resulten una amenaza para el bienestar materno y fetal.
Por todo lo anterior, el objetivo de la presente revisión temática fue recopilar y describir los
principales cambios fisiológicos que ocurren en la mujer durante el embarazo normal, así como
los cambios que se presentan en los estudios paraclínicos más comunes.
ABSTRACT:
The woman's body undergoes a series of physiological changes at all levels that hace the
purpose of adapting and responding to the the 40 weeks of gestation. These changes occur
gradually, but in a continuously, throughout the pregnancy and range from cardiovascular,
digestive, pulmonary, hematological and endocrine changes, which at the end also end up
gradually reversing during the puerperium. The physiological changes are related to the
development of different symptoms, signs and alterations in the pregnant woman, as well as
changes in the parameters of the paraclinical studies, which makes it especially relevant for the
general practitioner or first contact doctor to recognize these changes and the moment in which
they occur in pregnancy so that they can make a timely identification of the alterations that can
represent pathological states that are a threat to maternal and fetal well-being. For all of the
above, the objective of this thematic review was to collect and describe the main physiological
changes that occur in women during a normal pregnancy, as well as the changes that occur in
the most common paraclinical studies.
Keywords: Pregnancy; physiology; anatomy; cardiovascular; hematological;
paraclinical;studies
Tabla de contenidos
Introducción..........................................................................................................................5
Capítulo 1. Planteamiento del Problema .............................................................................6
1.1. Formulación del Problema ..................................................................................6
1.2. Objetivos ..............................................................................................................6
1.3. Justificación..........................................................................................................6
Capítulo 2. Marco Teórico ................................................................................................. 10
2.1Área de estudio/campo de investigación ............................................................................ 11
2.2Desarrollo del marco teórico .............................................................................................. 11
2.2.1 Fisiología materna………………………………………………………………………….9
2.2.2 Aparato reproductor…………………………………………………………...…….……9
2.2.2.1Útero……………………………………………………………………………………...10
2.2.2.2Reordenamiento de los miocitos………………………………………………………..11
2.2.2.3 Tamaño, forma y posición de útero…………………………………………………....11
2.2.2.4 Contractilidad uterina……………………………………………………………….....11
2.2.2.5 Flujo sanguíneo uteroplacentario………………………………………...……………12
2.2.2.6 Regulación del flujo sanguíneo uteroplacentario. ……………………………………13
2.2.2.7 Cuello uterino…………………………………………………………………...………14
2.2.2.8 Prolapso de órgano pélvico………………………………………………………..…...16
2.2.2.9 Ovarios…………………………………………………………………………………..17
2.2.2.10 Relaxina……………………………,………………………………………………….18
2.2.2.11 Quistes de la teca luteínica…………………………………………………...……….18
2.2.2.12 Trompas de Falopio……………………………………………………..…………….19
2.2.2.13 Vagina y perineo………………………………………………………...…………….19
2.2.3 Mamas……………………………………………………………………………………..20
2.2.4Piel………………………………………………………………………………………….21
2.2.4.1 Pared abdominal………………………………………………………………………..21
2.2.4.2 Hiperpigmentación……………………………………………………………………..22
2.2.4.3 Cambios vasculares…………………………………………………………………….22
2.2.7.4 Uréteres…………………………………………………………………….……………37
2.2.7.5 Vejiga……………………………………………………………………………...…….39
2.2.7.6 Placenta………………………………………………………………………….………40
2.2.7.11Transporte placentario……………………………………………………….………..49
2.2.9.1 Desarrollo………………………………………………………………….……………56
2.2.12.1 Memoria………………………………………………………………………..………60
2.2.12.2 Ojos…………………………………………………………………………….……….61
2.2.12.3 Sueño……………………………………………………………..…………………….62
INTRODUCCION
Las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y bioquímicas durante el embarazo son profundas.
Muchos de estos notables cambios comienzan poco después de la fecundación y continúan
durante toda la gestación; la mayor parte ocurre como respuesta a estímulos fisiológicos
provenientes del feto y la placenta. Resulta igual de sorprendente que la mujer que estuvo
embarazada regresa casi por completo a su estado previo al embarazo luego del parto y la
lactancia.
Durante el embarazo normal, todos los sistemas orgánicos experimentan cambios anatómicos y
funcionales que pueden alterar mucho los criterios para el diagnóstico y el tratamiento de las
enfermedades. Por consiguiente, la comprensión de estas adaptaciones en el embarazo se
mantiene como un objetivo primordial en la obstetricia, y sin tal conocimiento es casi imposible
comprender los procesos patológicos que pueden amenazar a las mujeres durante el embarazo.
1.2. Objetivos
1.2.1. OBJETIVO GENERAL:
Poder proporcionar información sobre la fisiología de la madre durante el embarazo
1.2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Identificar los cambios fisiológicos de la madre
Explicar los cambios que la madre tiene durante el embarazó
Conocer las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y bioquímicas durante el embarazo
1.3 Justificación
El presente trabajo de investigación pretende dar información sobre los diferentes cambios
que se van presentando en la mujer gestante y el feto y poder proporcionar una información
adecuada el cual, ayudara a identificar todos los distintos tipos y cambios fisiológicos que una
mujer pasa cuando está en una etapa de gestación . También ver como el cuerpo de la mujer se
adapta anatómicamente, fisiológicamente y bioquímicamente durante la etapa de gestación.
También poder observar todo referente a la filosofía fetal, esto es poder ver que cambios hay en
el feto. Y asi poder observar como es el crecimiento fetal y neonatal, poder observar como es el
crecimiento y la maduración de sus órganos. Y por esta razón escogimos este tema el cual da
mucha información para las mujeres y puedan observar o ver que cambios anatómico y
filosóficos que tendrán durante su embarazo y como es el crecimiento fetal ver y observar que
pasa todo relacionado a su hijo.
Es importante mencionar que dentro de este proceso de crecimiento se pude detectar algunas
deficiencias que puede existir en el embarazo como también algún problema que se puede
detectar en el feto, y de esa manera prevenir cualquier enfermedad que se pueda presentar en el
futuro.
Por estas y muchas otras razones vemos la importada del tema, el cual será un medio informativo
para las nuevas generaciones y de alguna manera incentivar a las madres gestantes que deben
hacer un seguimiento y control en todo en proceso del embarazo.
2.2.2.1Útero
En la mujer sana no embarazada, el útero pesa alrededor de 70 g y es casi sólido, salvo por una
cavidad de 10 ml o menos. Durante el embarazo, el útero se transforma en un órgano muscular
de paredes relativamente delgadas, con capacidad suficiente para acomodar el feto, la placenta y
el líquido amniótico. El volumen total promedio del contenido al término de la gestación es de
alrededor de 5 L, aunque puede ser de 20 L o más. Para el final del embarazo, el útero ya alcanzó
una capacidad que es 500 a 1 000 veces mayor que en su estado no gestante. El aumento
correspondiente en el peso uterino es tal que, para el término, el órgano pesa cerca de 1 100 g.
Durante el embarazo, el crecimiento uterino se produce por elongación e hipertrofia acentuada de
las células musculares, pero la producción de miocitos nuevos es limitada. Además del aumento
en el tamaño del miocito, se acumula tejido fibroso, sobre todo en la capa muscular externa,
junto con un incremento considerable en el contenido de tejido elástico. Esta red aumenta la
fuerza de la pared uterina.
Aunque las paredes del cuerpo se vuelven mucho más gruesas durante los primeros meses del
embarazo, luego comienzan a adelgazarse de manera gradual. Para el término, el miometrio sólo
tiene 1 a 2 cm de espesor. En estos últimos meses, el útero se transforma en un saco muscular
con paredes delgadas, blandas, fáciles de deprimir, a través de las cuales casi siempre se palpa el
feto con facilidad.
Es probable que la hipertrofia uterina al comienzo del embarazo estimule la acción del estrógeno
y tal vez de la progesterona. Es evidente que la hipertrofia del inicio del embarazo no es del todo
una respuesta a la distensión mecánica por los productos de la concepción, ya que se observan
cambios uterinos semejantes con el embarazo ectópico. No obstante, después de unas 12
semanas, el aumento del tamaño uterino se debe sobre todo a la presión que ejercen los
productos de la concepción en crecimiento.
El crecimiento uterino es más notorio en el fondo. En los primeros meses del embarazo, las
trompas de Falopio, los ligamentos ováricos y redondos se insertan sólo un poco debajo del
vértice del fondo. En los últimos meses, se localizan un poco más arriba de la parte media del
útero. La posición de la placenta también influye en la magnitud de la hipertrofia uterina, ya que
la porción del útero que rodea al sitio placentario crece con más rapidez que el resto.
detectarse con el examen bimanual. Como el primero en prestar atención a este fenómeno fue J.
Braxton Hicks en 1872, las contracciones recibieron su nombre. Estas contracciones aparecen en
forma esporádica y por lo general no son rítmicas. Su intensidad varía entre 5 y 25 mmHg
(Alvarez, 1950). Hasta las últimas semanas de embarazo, estas contracciones de Braxton
Hicks son poco frecuentes, pero su número aumenta durante las últimas dos semanas. En ese
momento, el útero puede contraerse hasta cada 10 a 20 min, con cierto carácter rítmico. En
concordancia, los estudios de la actividad eléctrica uterina mostraron patrones bajos y
discoordinados al comienzo del embarazo, que se vuelven cada vez más intensos y sincronizados
hacia el término (Garfield, 2005). Al final del embarazo, estas contracciones pueden causar cierta
molestia y representan el llamado falso trabajo de parto
2.2.2.5 Flujo sanguíneo uteroplacentario
El suministro de la mayoría de las sustancias esenciales para el crecimiento fetal y placentario,
metabolismo y eliminación de desechos depende de la perfusión adecuada del espacio
intervelloso placentario (cap. 5, pág. 96). El cálculo exacto del flujo sanguíneo uteroplacentario
real es técnicamente difícil. La perfusión placentaria depende del flujo sanguíneo uterino total y
por ahora no es posible hacer una medición simultánea en los vasos uterinos, ováricos y
colaterales, incluso con angiografía por resonancia magnética (Pates, 2010). Con el uso de
mediciones directas, como los ritmos de depuración de androstenediona y xenón-133, se observa
que el flujo sanguíneo uteroplacentario aumenta de manera progresiva durante el embarazo. Las
estimaciones varían de 450 a 650 ml/min cerca del término (Edman, 1981; Kauppila, 1980).
Estos cálculos son muy similares a los obtenidos con métodos invasivos, 500 a 750 ml/min
(Assali, 1953; Browne, 1953; Metcalfe, 1955). Para poner esta notable cifra de flujo sanguíneo
en contexto, se recuerda que el flujo sanguíneo en la circulación completa de una mujer no
embarazada es cercano a 5 000 ml/min.
Los resultados de los estudios realizados en ratas por Page et al. (2002) muestran que las venas
uterinas también experimentan adaptaciones significativas durante el embarazo. En particular, su
remodelación comprende la disminución del contenido de elastina y de la densidad de nervios
adrenérgicos, lo que incrementa el calibre venoso y la distensibilidad. Como es lógico, estos
cambios son necesarios para alojar el aumento masivo del flujo sanguíneo uteroplacentario.
Al estudiar los efectos del trabajo de parto en el flujo sanguíneo uteroplacentario, Assali et al.
(1968) colocaron sondas de flujo electromagnéticas directamente en una arteria uterina en ovejas
y perras con embarazo de término. Encontraron que las contracciones uterinas, ya fueran
espontáneas o inducidas, producían un descenso del flujo sanguíneo casi proporcional a la
intensidad de la contracción. También mostraron que una contracción tetánica producía un
descenso marcado en el flujo sanguíneo uterino. Harbert et al. (1969) hicieron una observación
similar en monas gestantes. En seres humanos, parece que las contracciones uterinas afectan
mucho menos la circulación fetal (Brar, 1988).
2.2.2.6 Regulación del flujo sanguíneo uteroplacentario.
El flujo sanguíneo materno-placentario aumenta de manera progresiva durante el embarazo,
sobre todo por vasodilatación. Palmer et al. (1992) mostraron que el diámetro de la arteria
uterina se duplicaba a las 20 semanas y que la velocidad media medida por velocimetría Doppler
aumentaba ocho veces. Se debe recordar que el flujo sanguíneo en un vaso aumenta en
proporción al radio elevado a la cuarta potencia. Por tanto, los ligeros aumentos en el diámetro
de la arteria uterina tienen una capacidad enorme de elevar el flujo sanguíneo (Guyton, 1981).
Como revisaron Mandala y Osol (2011), los vasos que irrigan el cuerpo uterino se ensanchan y
alargan al tiempo que conservan su función contráctil. En contraste, las arterias espirales que
nutren la placenta de manera directa, se ensanchan pero pierden por completo su contractilidad.
Se cree que esto se debe a la invasión trofoblástica endovascular que destruye los elementos
musculares intramurales
La vasodilatación durante el embarazo se debe al menos en parte a la estimulación estrogénica.
Por ejemplo, está demostrado que el 17β-estradiol produce vasodilatación de la arteria uterina y
reduce la resistencia vascular uterina (Sprague, 2009). Jauniaux et al. (1994) encontraron que
el estradiol, la progesterona y la relaxina contribuyen al descenso distal de la resistencia vascular
materna conforme avanza la edad gestacional.
El descenso distal en la resistencia vascular acelera el flujo y la fuerza de cizallamiento en los
vasos proximales. A su vez, la fuerza de cizallamiento produce crecimiento circunferencial del
vaso; parece que el óxido nítrico, un vasodilatador potente, tiene una función clave en la
regulación de este proceso (pág. 61). De hecho, la fuerza de cizallamiento endotelial, el
estrógeno, el factor de crecimiento placentario (PlGF, placental growth factor) y el factor de
Las células mucosas endocervicales producen abundante moco adherente que obstruye el
conducto cervicouterino poco después de la concepción. Como se explica en la página 56, este
moco es rico en inmunoglobulinas y citocinas, y es probable que funcione como barrera
inmunitaria para proteger el contenido uterino contra la infección (Hein, 2005). Al principio del
trabajo de parto, si no ocurre antes, se expulsa este tapón mucoso, lo que produce una marca
sanguinolenta. Además, la consistencia del moco cervical cambia durante el embarazo. En la
mayoría de las embarazadas, cuando el moco se extiende y seca sobre un portaobjetos, produce
cristalización característica o formación de cuentas a causa de la progesterona. En ocasiones, se
observa arborización de los cristales, o formación de helechos, como resultado de la fuga de
líquido amniótico (fig. 4-2).
FIGURA 4-2.
Arborización o patrón en helecho del moco cervicouterino. (Fotografía proporcionada por el Dr.
James C. Glenn.)
Durante el embarazo, es probable que las células basales cercanas a la unión escamocolumnar
tengan cualidades prominentes de tamaño, forma y tinción. Se considera que estos cambios están
inducidos por los estrógenos. Además, el embarazo se relaciona con hiperplasia de glándulas
endocervicales y apariencia hipersecretora, la reacción de Arias-Stella, lo cual dificulta mucho la
identificación de células glandulares atípicas en la prueba de Papanicolaou (Connolly, 2005).
2.2.2.8 Prolapso de órgano pélvico
Como resultado del prolaposo apical, el cuello uterino, y a veces una parte del cuerpo uterino,
experimenta una protrusión variable por la vulva durante el embarazo en etapa inicial. Con el
crecimiento continuado, el útero casi siempre crece por arriba de la pelvis y tira del cuello
uterino hacia arriba. Si el prolapso uterino persiste, puede haber síntomas de encarcelación
alrededor de las 10 a 14 semanas. Como medida de prevención, el útero puede reponerse durante
el embarazo inicial y mantenerse en posición con un pesario adecuado.
En contraste, la atenuación del soporte aponeurótico entre la vagina y la vejiga puede causar
prolapso vesical hacia la vagina, esto es, un cistocele. La estasis urinaria que causa el cistocele
predispone a la infección. El embarazo también puede agravar la incontinencia urinaria de
esfuerzo relacionada, ya que la presión de cierre uretral no aumenta lo suficiente para compensar
el aumento progresivo en la presión vesical (Iosif, 1981). La atenuación de la aponeurosis
rectovaginal causa rectocele. Si el defecto es grande, puede llenarse con heces, que a veces sólo
pueden evacuarse en forma manual. Durante el trabajo de parto, el cistocele o el rectocele
pueden bloquear el descenso fetal, a menos que se vacíen y empujen fuera del paso. En casos
raros, un enterocele alcanza un tamaño tal que complica el embarazo. Si causa síntomas, la
protrusión debe reponerse y la paciente se mantiene en posición horizontal. Si el prolapso
interfiere con el parto, debe empujarse hacia arriba o mantenerse fuera del paso.
2.2.2.9 Ovarios
La ovulación cesa durante el embarazo y se suspende la maduración de folículos nuevos. El
cuerpo amarillo único que se encuentra en las embarazadas funciona al máximo durante las
primeras seis a siete semanas del embarazo, cuatro a cinco semanas después de la ovulación, y
después contribuye relativamente poco a la producción de progesterona. Estas observaciones se
confirmaron mediante la extirpación quirúrgica del cuerpo amarillo antes de las siete semanas,
cinco semanas luego de la ovulación. La extirpación produce una caída rápida en la
concentración de progesterona sérica materna y aborto espontáneo (Csapo, 1973). Sin embargo,
después de ese periodo, la excisión del cuerpo amarillo no produce el aborto, ni siquiera la
ooforectomía bilateral a las16 semanas causa la pérdida del embarazo (Villaseca, 2005). Resulta
interesante que en tales casos, la concentración de hormona foliculoestimulante (FSH, follicle-
stimulating hormone) no llega a niveles perimenopáusicos hasta unas cinco semanas después del
parto.
Es frecuente una reacción decidual extrauterina en y bajo la superficie de los ovarios, y por lo
general se observa en el parto por cesárea. Estos parches elevados de tejido sangran con facilidad
y a primera vista parecen adherencias recién rotas. Se observan reacciones deciduales semejantes
en la serosa uterina y en otros órganos pélvicos, incluso en los abdominales extrapélvicos
(Bloom, 2010). Estas zonas surgen del mesénquima subcelómico como resultado de la
estimulación con progesterona; desde una perspectiva histológica se parecen al estroma
endometrial intrauterino estimulado por progestina que se describe en el capítulo 5 (pág. 86)
(Russell, 2009).
El enorme calibre de las venas ováricas observado en el parto por cesárea es sorprendente.
Hodgkinson (1953) encontró que durante el embarazo, el diámetro del pedículo vascular ovárico
aumentaba de 0.9 cm hasta cerca de 2.6cm al término. Recuérdese de nuevo que el flujo en una
estructura tubular aumenta de manera exponencial conforme se incrementa el diámetro.
2.2.2.10 Relaxina
Como se explica en el capítulo 5 (pág. 105), esta hormona proteínica es producto del cuerpo
amarillo, la decidua y la placenta con un patrón similar al de la gonadotropina coriónica humana
(hCG, human chorionic gonadotropin). También se expresa en diversos tejidos no reproductivos,
incluidos cerebro, corazón y riñones. Se menciona aquí porque su secreción en el cuerpo
amarillo parece tener una función clave para facilitar muchas adaptaciones fisiológicas maternas
(Conrad, 2013). Una de sus acciones biológicas aparentes es la remodelación del tejido
conjuntivo de los órganos reproductivos para adaptarse al parto (Park, 2005). También parece
que la relaxina es importante para iniciar el aumento hemodinámico renal, el descenso de la
osmolalidad sérica y el aumento de la distensibilidad arterial uterina relacionados con el
embarazo normal (Conrad, 2011a,b). A pesar de su nombre, la concentración sérica de relaxina
no contribuye a aumentar la laxitud articular periférica durante el embarazo (Marnach, 2003).
2.2.2.11 Quistes de la teca luteínica
Estas lesiones ováricas benignas se producen por la estimulación fisiológica exagerada del
folículo, llamada hiperreacción luteínica. Esta forma de quistes ováricos bilaterales causa
crecimiento moderado a masivo. Por lo general, la reacción se relaciona con aumento notable de
la hCG sérica. Por lo tanto, no es sorprendente que los quistes de la teca luteínica sean hallados
con frecuencia en la enfermedad trofoblástica (cap. 20, pág. 398). Asimismo, es más probable
encontrarlos cuando la placenta es grande, como sucede en la diabetes, aloinmunización anti-D y
embarazo múltiple (Tanaka, 2001). También hay informes de quistes de la teca luteínica en la
síntesis de nuevas fibras elásticas. En ausencia de esta síntesis sobreviene el prolapso de la pared
de rápida progresión (Rahn, 2008a,b).
El aumento considerable de volumen de las secreciones cervicales en el interior de la vagina
durante el embarazo consiste en una secreción blanca un poco espesa. El pH es ácido, varía de
3.5 a 6. Esto se debe al aumento en la producción de ácido láctico a partir de glucógeno en el
epitelio vaginal por la acción de Lactobacillus acidophilus. Como se explica en el capítulo
65 (pág. 1276), el embarazo se relaciona con un aumento de 10 a 20 veces en la prevalencia de
candidosis vulvovaginal
2.2.3 Mamas
En las primeras semanas del embarazo, las mujeres a menudo experimentan sensibilidad y
parestesias mamarias. Después del segundo mes, las mamas aumentan de tamaño y aparecen
venas delicadas visibles justo debajo de la piel. Los pezones se vuelven mucho más grandes, más
pigmentados y eréctiles. Después de los primeros meses, a menudo es posible exprimir un
líquido espeso amarillento (calostro) por los pezones con un masaje suave. Durante los mismos
meses, las areolas se vuelven más anchas y pigmentadas. Dispersas en las areolas existen
elevaciones pequeñas, las glándulas de Montgomery, que son glándulas sebáceas hipertróficas.
Si el tamaño mamario aumenta de una manera considerable, pueden formarse estrías similares a
las del abdomen. Raras veces, el crecimiento mamario puede alcanzar dimensiones patológicas;
lo anterior se conoce como gigantomastia (fig. 4-3) y requiere intervención quirúrgica después
del parto (Antevski, 2011; Pasrija, 2006; Shoma, 2011; Vidaeff, 2003).
FIGURA 4-3.
Gigantomastia en una mujer cerca de término. (Fotografía proporcionada por la Dra. Patricia
Santiago-Muñoz.)
uterina anterior está cubierta sólo por una capa de piel, una aponeurosis atenuada y peritoneo, lo
que forma una hernia ventral.
2.2.4.2 Hiperpigmentación
Ésta se desarrolla hasta en 90% de las mujeres. Casi siempre es más acentuada en aquellas con
piel más oscura (Muallem, 2006). Se pigmenta de manera especial la línea media de la piel
abdominal, la línea alba, y adopta un color pardo negruzco que entonces se denomina línea nigra.
A veces aparecen parches pardos irregulares de tamaño variable en la cara y el cuello, lo que se
llama cloasma o melasma del embarazo, también conocida como máscara del embarazo. La
pigmentación de las areolas y la piel genital se intensifica también. Estos cambios pigmentarios
casi siempre desaparecen o al menos remiten en forma considerable después del parto. Los
anticonceptivos orales pueden causar pigmentación similar (Sheth, 2011).
Se sabe poco de la causa de estos cambios pigmentarios. Sin embargo, la concentración de la
hormona estimulante de los melanocitos, un polipéptido similar a la corticotropina, se eleva
mucho durante todo el embarazo. También, hay informes de que el estrógeno y
la progesterona tienen efectos estimulantes en los melanocitos.
2.2.4.3 Cambios vasculares
Los angiomas, llamados hemangiomas aracniformes, se desarrollan en casi dos tercios de las
mujeres caucásicas y en cerca del 10% de las de raza negra. Son elevaciones rojas diminutas en
la piel, muy frecuentes en la cara, el cuello, la parte superior del tórax y los brazos; tienen
radiaciones que nacen de una lesión central. A menudo esta lesión se denomina nevo, angioma o
telangiectasia. El eritema palmar se encuentra durante el embarazo en casi dos tercios de las
mujeres caucásicas y un tercio de las de raza negra. Ambos trastornos carecen de importancia
clínica y desaparecen en la mayoría de las mujeres poco después del parto. Lo más probable es
que sean consecuencia de la hiperestrogenemia.
Además de estas lesiones aisladas, el aumento del flujo sanguíneo cutáneo durante el embarazo
sirve para disipar el calor generado por el incremento metabólico.
2.2.5 Cambios metabólicos
Como respuesta al aumento en las demandas del feto y la placenta en rápido crecimiento, la
embarazada experimenta numerosos e intensos cambios metabólicos. Es cierto que ningún otro
fenómeno fisiológico induce alteraciones metabólicas tan profundas. Para el final del tercer
trimestre, el índice metabólico basal materno aumenta 10 a 20% con respecto al estado previo al
embarazo. Hay un incremento de 10% adicional en las mujeres con embarazos gemelares
(Shinagawa, 2005). Visto de otra manera, un análisis de la Organización Mundial de la Salud
(2004) calculó que las demandas energéticas adicionales totales derivadas de un embarazo
normal se aproximan a 77 000 kcal, u 85 kcal/día en el primer trimestre, 285 kcal/día durante el
segundo y 475 kcal/día en el tercer trimestre (cuadro 4-1). Además del incremento
correspondiente en los requerimientos calóricos, Löf (2011) encontró que las demandas
energéticas elevadas también se compensan en parte debido a que las mujeres embarazadas sanas
se inclinan por actividades físicas menos exigentes.
La mayor parte del incremento ponderal normal durante el embarazo se atribuye al útero y su
contenido; las mamas, y al aumento del volumen sanguíneo y del líquido extracelular. Una
fracción menor se debe a alteraciones metabólicas que favorecen la acumulación de agua celular,
grasa y proteína, las llamadas reservas maternas. Hytten (1991) publicó que el aumento de peso
promedio durante el embarazo es de 12.5 kg.
2.2.5.1 Metabolismo del agua
El aumento en la retención de agua es una alteración fisiológica normal del embarazo. Está
mediado, al menos en parte, por un descenso en la osmolalidad plasmática cercano a 10
mosm/kg inducido por el reajuste de los umbrales osmóticos para la sed y la secreción de
vasopresina (Heenan, 2003; Lindheimer, 1995). Como se muestra en la figura 4-4, este
fenómeno funciona desde el inicio del embarazo.
FIGURA 4-4.
Valores medios (línea negra) ± desviaciones estándar (líneas azules) de osmolalidad plasmática
(Posm) medida a intervalos semanales en nueve mujeres desde antes de la concepción hasta las 16
semanas. (LMP, última menstruación; MP, periodo menstrual.) (Copiada con autorización de
Davison,1981.)
Al término, el contenido de agua del feto, la placenta y el líquido amniótico se aproxima a 3.5 L.
Se acumulan 3 L más por el incremento del volumen sanguíneo de la madre y el tamaño del
útero y las mamas. Por lo tanto, la cantidad mínima de agua adicional que acumula la mujer
promedio durante el embarazo normal es de 6.5 L. La mayoría de las embarazadas presenta
edema blando demostrable en tobillos y piernas, sobre todo hacia el final del día. Esta
acumulación de líquido, que puede ascender a casi 1 L, se debe al aumento de la presión venosa
por debajo del nivel del útero como consecuencia de la oclusión parcial de la vena cava. La
disminución de la presión coloidosmótica intersticial inducida por el embarazo normal también
favorece el edema en etapas posteriores del embarazo (Øian, 1985).
Los estudios longitudinales de composición corporal mostraron un incremento progresivo del
agua corporal total y la masa adiposa durante el embarazo. Tanto el peso materno inicial como el
peso ganado durante el embarazo guardan una relación importante con el peso al nacer. Sin
embargo, no está claro qué función tiene la grasa o el agua materna en el crecimiento fetal. Los
estudios en las mujeres bien nutridas sugieren que el agua corporal materna, y no la grasa,
contribuye mucho más al peso al nacer del recién nacido (Lederman, 1999; Mardones-Santander,
1998).
2.2.5.2Metabolismo proteínico
Los productos de la concepción, el útero y la sangre materna son relativamente ricos en proteína,
más que en carbohidratos y grasa. Al término del embarazo, el feto y la placenta juntos pesan
cerca de 4 kg y contienen alrededor de 500 g de proteína, o casi la mitad del aumento total del
embarazo (Hytten, 1971). Los 500 g restantes se agregan al útero como proteína contráctil, a las
mamas, sobre todo a las glándulas, y a la sangre materna en forma de hemoglobina y proteínas
plasmáticas.
Las concentraciones de aminoácidos son más altas en el compartimiento fetal que en el materno
(Cetin, 2005; van den Akker, 2009). Este incremento de la concentración está regulado sobre
todo por la placenta, que no sólo concentra aminoácidos en la circulación fetal, sino también
participa en la síntesis de proteínas, oxidación y transaminación de algunos aminoácidos no
esenciales (Galan, 2009).
Mojtahedi et al. (2002) midieron el balance de nitrógeno durante el embarazo de 12 mujeres
sanas. Aumentó con la gestación, por lo que permitió suponer un uso más eficiente de la proteína
alimenticia. También observaron que la excreción urinaria de la 3-metilhistidina no cambió, lo
que indica que no es necesaria la degradación del músculo materno para cubrir las demandas
metabólicas. Kalhan et al. (2003) respaldaron aún más el hecho de que el embarazo se acompaña
de conservación de nitrógeno; encontraron que el ritmo de recambio de la serina no esencial
disminuye a lo largo del embarazo
2.2.5.3 Metabolismo de carbohidratos
El embarazo normal se caracteriza por hipoglucemia leve en ayunas, hiperglucemia posprandial
e hiperinsulinemia (fig. 4-5). Este aumento en el nivel basal de insulina plasmática en
embarazadas sanas se relaciona con varias respuestas únicas al consumo de glucosa. Por
ejemplo, después de la ingestión de glucosa, las embarazadas presentan tanto hiperglucemia
prolongada como hiperinsulinemia, así como una mayor supresión del glucagon (Phelps, 1981).
Esto no puede explicarse por el incremento en el metabolismo de la insulina porque su semivida
durante el embarazo no cambia (Lind, 1977). Más bien, esta respuesta indica un estado de
resistencia periférica a la insulina inducido por el embarazo, cuya finalidad probable es asegurar
un suministro posprandial de glucosa al feto. De hecho, la sensibilidad a la insulina en el
embarazo normal es 45 a 70% menor que en las mujeres no embarazadas (Butte, 2000;
Freemark, 2006).
FIGURA 4-5.
No se conocen del todo los mecanismos causantes de la resistencia a la insulina. Es probable que
la progesterona y el estrógeno participen de manera directa o indirecta en el desarrollo de esta
insensibilidad. La concentración plasmática de lactógeno placentario se eleva con la edad
gestacional, y esta hormona proteínica se caracteriza por un efecto semejante a la hormona del
crecimiento. Resulta probable que las concentraciones altas incrementen la lipólisis y la
liberación de ácidos grasos libres (Freinkel, 1980). El aumento en la concentración de ácidos
grasos libres circulantes también podría ayudar a aumentar la resistencia a la insulina (Freemark,
2006).
La embarazada cambia con rapidez de un estado posprandial caracterizado por incremento
sostenido del nivel de glucosa a un estado de ayunas caracterizado por descenso sanguíneo de la
glucosa y algunos aminoácidos. Al mismo tiempo, son más altas las concentraciones plasmáticas
de ácidos grasos libres, triglicéridos y colesterol. Freinkel et al. (1985) denominaron inanición
acelerada a este cambio en el valor calórico, de glucosa a lípidos, inducido por el embarazo.
Además, cuando el ayuno de la embarazada es prolongado, estas alteraciones se exageran y muy
pronto aparece cetonemia.
2.2.5.4 Metabolismo de lípidos
Las concentraciones plasmáticas de lípidos, lipoproteínas y apolipoproteínas aumentan
notablemente durante el embarazo (Apéndice, pág. 1291). La resistencia a la insulina y la
informó el embarazo en una mujer con una mutación del receptor para leptina (Maguire, 2012;
Nizard, 2012).
Las concentraciones de leptina sérica materna aumentan y alcanzan su nivel máximo durante el
segundo trimestre para llegar a una meseta hasta el término del embarazo dos a cuatro veces más
alta que en las mujeres sin embarazo. Este aumento se debe sólo en parte al aumento ponderal en
el embarazo, ya que también se sintetizan cantidades significativas de leptina en la placenta
(Maymó, 2011). Además, como se explica en el capítulo 5 (pág. 106), el peso placentario tiene
una correlación significativa con la concentración de leptina medida en la sangre del cordón
umbilical (Pighetti, 2003).
Hauguel-de Mouzon et al. (2006) formularon la hipótesis de que la síntesis de leptina puede ser
crucial para la regulación de las demandas energéticas maternas elevadas. Como se explica en
el capítulo 48 (pág. 961), la leptina y la adiponectina, una citocina implicada en la homeostasis
energética y el metabolismo de lípidos, también ayudan a regular el crecimiento fetal (Henson,
2006; Karakosta, 2010; Nakano, 2012). Como revisaron Miehle et al. (2012), las cifras altas
anormales de leptina se han relacionado con preeclampsia (cap. 40, pág. 729) y diabetes
gestacional (cap. 57, pág. 1136).
2.2.5.6 Ghrelina
Este péptido se produce sobre todo en el estómago como respuesta al hambre. Coopera con otros
factores neuroendocrinos, como la leptina, en la modulación de la homeostasis energética.
También se manifiesta en la placenta y tal vez participe en el crecimiento fetal y la proliferación
celular (cap. 5, pág. 105). La concentración sérica materna de ghrelina aumenta y alcanza su
nivel máximo a la mitad del embarazo, luego disminuye hasta el término (Fuglsang, 2008). Esto
se explica porque se sabe que la concentración de ghrelina disminuye en otros estados resistentes
a la insulina, como el síndrome metabólico y la diabetes mellitus gestacional (Baykus, 2012;
Riedl, 2007). Muccioli et al. (2011) presentaron una excelente revisión de las múltiples funciones
de la ghrelina en la regulación de la función reproductiva.
excreción de yodo es la renal. Desde las primeras etapas del embarazo, la tasa de filtración
glomerular de yodo aumenta en 30 a 50%. Por tanto, debido al incremento en la síntesis de
hormona tiroidea, el requerimiento fetal de yodo y la mayor depuración renal, los requerimientos
dietéticos de yodo son mayores durante el embarazo normal. Además, Burns et al. (2011)
informaron que la placenta tiene capacidad para almacenar yodo. Sin
embargo, todavía se desconoce si el yodo placentario protege al feto de la insuficiencia dietética
materna de yodo. La deficiencia de yodo se trata más adelante en este capítulo (pág. 69) y en
el capítulo 58 (pág. 1155).
Con respecto a la mayor parte de los demás minerales, el embarazo induce pocos cambios en su
metabolismo, aparte de su retención en cantidades equivalentes a las necesarias para el
crecimiento
2.2.6 Aparato cardiovascular
Durante el embarazo y el puerperio, el corazón y la circulación sufren adaptaciones fisiológicas
notables. Los cambios en la función cardiaca se vuelven evidentes durante las primeras ocho
semanas de gestación (Hibbard, 2014). El gasto cardiaco aumenta desde la quinta semana y
refleja un descenso de la resistencia vascular sistémica y un aumento de la frecuencia cardiaca.
En comparación con las cifras previas al embarazo, la presión sanguínea sistólica braquial, la
presión sanguínea diastólica y la presión sanguínea sistólica central descienden de manera
significativa seis a siete semanas después de la última menstruación (Mahendru, 2012). La
frecuencia del pulso en reposo aumenta alrededor de 10 latidos/min durante el embarazo. Entre
las semanas 10 y 20 comienza la expansión del volumen plasmático y aumenta la precarga.
El funcionamiento ventricular durante el embarazo se modifica por el descenso en la resistencia
vascular sistémica y los cambios en el flujo arterial pulsátil. Muchos factores contribuyen a este
cambio general en la función hemodinámica, lo que permite cubrir las demandas fisiológicas del
feto al tiempo que se conserva la integridad cardiovascular materna (Hibbard, 2014). La figura
4-7 presenta un resumen gráfico de estos cambios durante la segunda mitad del embarazo.
También se ilustran los efectos importantes de la postura materna en la función hemodinámica.
2.2.6.1 Corazón
FIGURA 4-8.
Cambio en el perfil radiográfico cardiaco ocurrido durante el embarazo. Las líneas azules
representan las relaciones entre el corazón y el tórax en la mujer no gestante; las líneas negras
representan las condiciones existentes en el embarazo. Estos datos se basan en imágenes
radiográficas de 33 mujeres. (Copiada de Klafen, 1927.)
Muchos de los ruidos cardiacos normales se alteran durante la gestación. Cutforth y MacDonald
(1966) usaron la fonocardiografía y documentaron: 1) separación exagerada del primer ruido
cardiaco con aumento en la intensidad de ambos componentes; 2) ningún cambio categórico en
los elementos aórtico y pulmonar del segundo ruido, y 3) un tercer ruido cardiaco intenso y fácil
de escuchar (fig. 49-2, pág. 975). El 90% de las embarazadas también escucharon un soplo
sistólico que se intensificaba durante la inspiración en algunas y con la espiración en otras, pero
que desaparecía poco después del parto. Se notó un soplo diastólico suave transitorio en el 20% y
un soplo continuo originado en la vasculatura mamaria en el 10%.
El incremento del volumen plasmático que ocurre en el embarazo normal se refleja de manera
estructural en el aumento de las dimensiones cardiacas telesistólicas y telediastólicas. Sin
embargo, no existe cambio en el grosor del tabique ni en la fracción de expulsión. Esto se debe a
que los cambios en las dimensiones se acompañan de remodelación ventricular sustancial,
caracterizada por expansión excéntrica de la masa ventricular izquierda del 30 al 35% en
promedio cerca del término. En ausencia de embarazo, el corazón es capaz de remodelarse como
respuesta a estímulos como la hipertensión y el ejercicio. Es probable que la plasticidad cardiaca
sea un continuo que abarca el crecimiento fisiológico, como en el ejercicio, así como la
hipertrofia patológica, como ocurre en la hipertensión (Hill, 2008).
Si bien muchos sostienen que existe hipertrofia fisiológica de los miocitos cardiacos a causa del
embarazo, esto no se ha comprobado en forma concluyente. Hibbard et al. (2014) concluyeron
que cualquier aumento en la masa no cumple los criterios de hipertrofia.
Durante el primer día del puerperio persiste la GFR elevada; la principal razón es la presión
oncótica capilar glomerular disminuida. La reversión de la hipervolemia y hemodilución
gestacionales, todavía evidente en el primer día posparto, se completa hacia la segunda semana
del puerperio (Hladunewich, 2004).
Los estudios sugieren que la relaxina es importante para mediar el aumento de la GFR y el flujo
sanguíneo renal durante el embarazo (Conrad, 2014; Helal, 2012). La relaxina aumenta la
síntesis de endotelina y óxido nítrico en la circulación renal. Esto causa vasodilatación renal y
descenso en la resistencia de las arteriolas renales aferentes y eferentes, con el aumento
consecuente en el flujo sanguíneo renal y la GFR. También es probable que la relaxina aumente
la actividad de la gelatinasa vascular durante el embarazo, lo que causa vasodilatación renal,
hiperfiltración glomerular y menor capacidad de reacción del músculo de las pequeñas arterias
renales (Conrad, 2005).
Como sucede con la presión sanguínea, la postura materna tiene un efecto considerable en varios
aspectos de la función renal. Por ejemplo, en el embarazo avanzado, el flujo urinario y la
excreción de sodio promedio en posición supina se reducen más de la mitad con respecto a la
tasa de excreción en decúbito lateral. El impacto de la postura en la GFR y el flujo plasmático
renal es más variable.
Una característica excepcional de los cambios inducidos por el embarazo en la excreción renal es
el aumento notable en la cantidad de varios nutrientes que se pierden en la orina. La embarazada
pierde aminoácidos y vitaminas hidrosolubles en cantidades mucho mayores (Hytten, 1973;
Powers, 2004).
Los cambios fisiológicos en la hemodinámica renal inducidos por el embarazo normal repercuten
de diversas maneras en la interpretación de las pruebas de función renal (Apéndice, pág. 1292).
Los niveles de creatinina sérica disminuyen en la gestación normal, de una media de 0.7 a 0.5
mg/100 ml. Los valores de 0.9 mg/100 ml o más sugieren enfermedad renal subyacente y obligan
a una valoración más detallada.
La depuración de creatinina promedio en la embarazada es 30% más alta que los 100 a 115
ml/min normales en ausencia de embarazo (Lindheimer, 2000). La depuración de creatinina es
una prueba útil para calcular la función renal, siempre y cuando se haga una recolección
completa de orina durante un periodo medido. Si cualquiera de estos dos elementos se hace de
manera incorrecta, los resultados son engañosos (Lindheimer, 2010). Durante el día, las
embarazadas tienden a acumular agua en forma de edema postural; por la noche, cuando están
acostadas, movilizan este líquido mediante diuresis. Esta reversión del patrón diurno habitual del
flujo urinario causa nicturia en la mujer grávida y la orina está más diluida que en ausencia de
embarazo. La incapacidad de una embarazada de excretar orina concentrada después de privarla
de líquidos durante casi 18 h no siempre indica daño renal. De hecho, en estas circunstancias los
riñones funcionan de manera perfectamente normal mediante la excreción del líquido
extracelular movilizado con una osmolalidad relativamente baja.
Es posible que la glucosuria durante el embarazo no sea anormal. La mayor parte de los casos de
glucosuria se explica por aumento apreciable en la filtración glomerular, junto con el deterioro
de la capacidad de reabsorción tubular para la glucosa filtrada (Davison, 1974). Sólo por estas
razones, Chesley (1963) calculó que casi la sexta parte de las embarazadas deben perder glucosa
en la orina. Aclarado esto, aunque es frecuente durante el embarazo, no debe ignorarse la
posibilidad de diabetes mellitus cuando se detecta glucosuria.
Por lo general, la proteinuria se define en las pacientes no embarazadas como una tasa de
excreción proteínica mayor de 150 mg/día. Debido a la hiperfiltración ya mencionada y al
posible decremento en la resorción tubular, por lo general la proteinuria significativa durante el
embarazo se define como una excreción de proteína de al menos 300 mg/día (Hladunewich,
2011). Higby et al. (1994) midieron la excreción de proteína en 270 mujeres sanas durante todo
el embarazo (fig. 4-15). La excreción media en 24 h para los tres trimestres fue 115 mg y el
límite de confianza superior de 95% fue 260 mg/día, sin diferencias significativas por trimestre.
Estos investigadores también mostraron que la excreción de albúmina es mínima y varía entre 5
y 30 mg/día. Sin embargo, resulta muy interesante que Cornelis et al. (2011) notaron que la
proteinuria es mayor en la segunda mitad del embarazo, lo que no corresponde con precisión al
nivel máximo anterior de la GFR (fig. 4-14). Las explicaciones posibles incluyen alteraciones en
la capacidad de reabsorción tubular o la presencia de otros residuos proteicos detectables en la
orina de las mujeres embarazadas. Un estudio reciente en embarazadas sanas también mostró
cifras de proteinuria mayores a los umbrales establecidos (Phillips, 2014).
FIGURA 4-14.
Cambios relativos en las mediciones del índice de filtración glomerular (GFR), flujo plasmático
renal eficaz (ERPF) y fracción de filtración durante el embarazo normal. (Copiada con
autorización de Davison, 1980.)
Las tres estrategias más usuales para medir la proteinuria son la tira reactiva cualitativa típica, la
recolección cuantitativa de 24 h y el índice albúmina creatinina o proteína/creatinina de una
muestra de orina individual. En fecha reciente, Conrad et al. (2014) hicieron una revisión de las
limitaciones de cada opción. El principal problema con la valoración con tira reactiva es que no
considera la concentración o dilución renal de la orina. Por ejemplo, en caso de poliuria y
dilución extrema de la orina, un resultado negativo o de trazas con la tira reactiva en realidad
podría relacionarse con excreción excesiva de proteína.
La recolección de orina por 24 h se altera en caso de dilatación de las vías urinarias, que se
describe más adelante. Las vías dilatadas pueden generar errores por retención (cientos de
mililitros de orina remanentes en las vías dilatadas) y derivados del tiempo (la orina residual
pudo haberse producido horas antes de su recolección). Para minimizar estas limitaciones,
Lindheimer y Kanter (2010) recomendaron hidratar primero a la paciente y colocarla en decúbito
lateral, la postura definitiva para evitar la obstrucción, durante 45 a 60 min. Después de este
tiempo, se le pide que orine y esta muestra se desecha. Justo después de esta micción inicia la
recolección por 24 h. Durante la hora final de la recolección, la paciente se coloca de nuevo en
decúbito lateral, pero al final de esta hora, la orina final recolectada se incorpora en el volumen
total obtenido.
2.2.7.4 Uréteres
Cuando el útero sale por completo de la pelvis, descansa sobre los uréteres, que se desplazan en
sentido lateral y quedan comprimidos en el borde pélvico. Por arriba de este nivel, el tono
intraureteral aumenta (Rubi, 1968). La dilatación ureteral es impresionante y Schulman y
Herlinger (1975) observaron que es mayor del lado derecho en el 86% de las mujeres (fig. 4-16).
La dilatación desigual puede deberse al acojinamiento que proporciona el colon sigmoides al
uréter izquierdo y quizá a la mayor compresión uréter derecha ejercida por el útero en
dextrorrotación. El complejo de la vena ovárica derecha, que muestra una dilatación notable
durante el embarazo, tiene una posición oblicua sobre el uréter derecho y es posible que
contribuya mucho a la dilatación ureteral derecha.
FIGURA 4-16.
moderada del lado derecho (flecha blanca) y leve del lado izquierdo (flecha negra) son datos
incidentales.
Es probable que la progesterona tenga algún efecto. Van Wagenen y Jenkins (1939) describieron
dilatación ureteral continua después de extirpar el mono fetal, pero con la placenta in situ. Sin
embargo, el inicio relativamente súbito de la dilatación en la parte intermedia del embarazo
parece más compatible con la compresión ureteral.
2.2.7.5 Vejiga
Hay pocos cambios anatómicos significativos en la vejiga antes de las 12 semanas. Sin embargo,
a partir de ese momento, el tamaño uterino creciente, la hiperemia que afecta a todos los órganos
pélvicos y la hiperplasia del músculo y tejido conjuntivo vesicales eleva el trígono de la vejiga y
produce engrosamiento de su margen posterior, o intraureteral. La continuación de este proceso
hasta el final del embarazo causa profundización y ensanchamiento notables del trígono. No hay
cambios mucosos aparte de un aumento del tamaño y tortuosidad de sus vasos sanguíneos.
Iosif et al. (1980) usaron la uretrocistometría e informaron que la presión de la vejiga en las
primigestas aumentaba de 8 cm H2O al principio del embarazo, hasta 20 cm H2O al término. Para
compensar la menor capacidad de la vejiga, la longitud absoluta y funcional de la uretra aumentó
en 6.7 y 4.8 mm, respectivamente. Al mismo tiempo, la presión intrauretral máxima aumentó de
70 a 93 cmH2O, por lo que se mantiene la continencia. Aun así, al menos la mitad de las mujeres
experimenta cierto grado de incontinencia urinaria en el tercer trimestre (van Brummen, 2006;
Wesnes, 2009). De hecho, esto siempre se considera en el diagnóstico diferencial de la rotura de
membranas.
Hacia el final del embarazo, sobre todo en las nulíparas en las que la parte de la presentación a
menudo se encaja antes del trabajo de parto, toda la base de la vejiga es empujada hacia adelante
y arriba, lo que convierte la superficie convexa normal en una concavidad. Como resultado de
ellos, se dificultan mucho los procedimientos diagnósticos y terapéuticos. Además, la presión de
la parte de la presentación afecta el drenaje de sangre y linfa de la base vesical, lo que a menudo
hace que esta área esté edematosa, sufra traumatismos con facilidad y tal vez sea más susceptible
a la infección.
2.2.7.6 Placenta
Una placenta se puede definir como cualquier aposición o fusión de órganos fetales a los tejidos
maternos para obtener un intercambio fisiológico. El parénquima básico de todas las placentas es
el trofoblasto; cuando ésta se convierte en una membrana que penetra el mesodermo fetal se
denomina corion.
En la evolución de las especies vivíparas, se supone que el saco vitelino es el tipo más arcaico de
placentación, ya que se desarrolló a partir de los ancestros ovíparos de los mamíferos. En los
mamíferos superiores, el saco alantoideo se fusiona con el corion y forma la placenta
corioalantoidea, que tiene vellosidades vasculares mesodérmicas. Cuando el trofoblasto invade el
endometrio de la madre (que en el embarazo se compone principalmente de decidua), el
resultado es una placenta decidual. En los seres humanos, la sangre materna entra en contacto
directo con el trofoblasto fetal.
La primera segmentación ocurre durante las 36 h posteriores a la unión celular entre el óvulo y el
espermatozoide. A medida que el producto de la concepción continúa dividiéndose y creciendo,
la actividad peristáltica de las trompas uterinas lo transporta lentamente hacia el útero, en un
viaje que toma de 6 a 7 días. Al mismo tiempo, una serie de divisiones crean una esfera hueca,
el blastocisto, que entonces se implanta dentro del endometrio. La mayoría de las células de la
pared del blastocisto son trofoblásticas y sólo unas cuantas están destinadas a convertirse en el
embrión.
El sistema lacunar se separa mediante trabéculas, muchas de las cuales desarrollan yemas o
extensiones. Dentro de estas prolongaciones ramificadas, el citotrofoblasto forma un núcleo
mesenquimatoso.
En el sitio donde la placenta está adherida, las vellosidades ramificadas se asemejan a un árbol
denso (el corion frondoso), en tanto que la parte de la placenta que cubre al embrión en
expansión es más uniforme (corion liso). Cuando finalmente este último queda presionado
contra la pared uterina contraria, las vellosidades se atrofian, lo cual permite que el amnios y el
corion formen el saco con dos capas de las membranas fetales.
La presión arterial de la madre (60-70 mm Hg) causa que la sangre pulse hacia la placa coriónica
dentro del espacio intervelloso de baja presión (20 mm Hg). La sangre venosa en la placenta
tiende a fluir siguiendo la placa basal y sale a través de vénulas hacia las venas maternas. El
gradiente de presión dentro de la circulación fetal cambia poco a poco según la postura de la
madre, los movimientos del feto y el estrés físico. La presión dentro del espacio intervelloso
placentario es cercana a 10 mm Hg, cuando la embarazada está recostada. Después de unos
minutos de haberse puesto de pie, esta presión supera 30 mm Hg; en comparación, la presión
capilar del feto es de 20-40 mm Hg.
A. Circulación uteroplacentaria
A medida que la placenta madura, la trombosis disminuye el número de aberturas arteriales hacia
la placa basal. Al final de la gestación, la proporción de venas respecto a arterias es de 2:1 (la
proporción que se encuentra en otros órganos maduros).
Cerca de su entrada hacia los espacios intervellosos, las arteriolas maternas terminales pierden su
retículo elástico. Debido a que las porciones distales de estos vasos se pierden con la placenta, el
sangrado de esta fuente sólo se puede controlar mediante la contracción del útero. En
consecuencia, la atonía uterina causa hemorragia posparto.
En las arterias espirales uterinas humanas que se encuentran en la parte decidual del lecho
placentario ocurren alteraciones estructurales. Como consecuencia de la acción del
citotrofoblasto sobre las paredes vasculares de la arteria espiral, el tejido musculosquelético
normal se reemplaza con una combinación de tejido fibrinoide y fibroso. Las pequeñas arterias
espirales se convierten en canales grandes y tortuosos que crean conductos de baja resistencia o
cortocircuitos arteriovenosos.
C. Circulación fetoplacentaria
Al término, un feto normal tiene un flujo sanguíneo umbilical total de 350 a 400 ml/min. De este
modo, los flujos maternoplacentario y fetoplacentario tienen una magnitud similar.
El sistema velloso puede compararse con un árbol invertido. Las ramas atraviesan de manera
oblicua hacia abajo y hacia afuera dentro de los espacios intervellosos. Es probable que esta
disposición permita corrientes o gradientes de flujo preferenciales y sin duda alienta los
depósitos intervellosos de fibrina, que se observan con frecuencia en la placenta madura.
Antes del trabajo de parto, la placenta se llena cada vez que el útero se contrae (contracciones de
Braxton Hicks). En esos momentos, las salidas venosas maternas se cierran, pero las arterias, que
tienen paredes más gruesas, apenas se estrechan. Cuando el útero se relaja, la sangre drena a
través de las venas maternas. De este modo, la sangre no se expulsa de la laguna placentaria con
cada contracción, ni ingresa a ese sitio en cantidades mayores durante la relajación.
Durante el punto máximo de una contracción promedio de primera etapa, la mayoría de los
cotiledones están desprovistos de cualquier flujo, y los cotiledones restantes están llenos sólo de
manera parcial. De este modo, en forma intermitente —por periodos de hasta 1 min— el flujo
maternoplacentario cesa casi por completo. En consecuencia, cualquier prolongación de la fase
contráctil, como en la tetania uterina, conducirá a hipoxia fetal.
Después de 42 días, la placenta asume un papel cada vez más importante en la producción de
varias hormonas esteroides. La producción de esteroides en el embrión ocurre incluso antes de
que se detecte la implantación dentro del útero. Antes de la implantación, la producción
de progesterona por parte del embrión puede ayudar en el transporte del óvulo.
Una vez que ha ocurrido la implantación, se secretan hCG trofoblástica y otros péptidos
relacionados con el embarazo. Durante la organogénesis, y con el desarrollo de un eje
hipotalámico-hipofisario-suprarrenal funcional, se produce un conjunto más complejo de
esteroides fetoplacentarios. Las células basófilas adenohipofisarias aparecen cerca de las ocho
semanas en el desarrollo del feto e indican cantidades importantes de adrenocorticotropina
(ACTH). Las primeras estructuras suprarrenales primordiales se identifican alrededor de las
cuatro semanas, y la corteza suprarrenal del feto se desarrolla junto con la adenohipófisis.
El feto y la placenta que actúan de manera concomitante son la principal fuente de las hormonas
esteroides que controlan el crecimiento intrauterino, la maduración de los órganos vitales y el
parto. La corteza suprarrenal del feto es mucho más grande que su contraparte adulta. Desde el
segundo trimestre hasta el término, la gran masa interna de la glándula suprarrenal del feto (80%
del tejido suprarrenal) se conoce como la zona fetal; este tejido se sustenta en factores únicos al
estado fetal y presenta una rápida regresión después del nacimiento. Por último, la zona externa
se convierte en la mayoría de la corteza posnatal y adulta.
Además de los esteroides, otro grupo de hormonas placentarias únicas del embarazo son las
hormonas polipeptídicas, cada una de las cuales tiene un análogo en la hipófisis; estos
polipéptidos placentarios incluyen la hCG y la somatomamotropina coriónica humana. También
se ha sugerido la existencia de corticotropina coriónica humana placentaria.
B. Secreciones placentarias
placenta son los que producen hCG. Todo tipo de tejido trofoblástico produce hCG, incluyendo
el de las molas hidatidiformes, corioadenoma destruens (mola invasora) y coriocarcinoma. Como
ocurre con las hormonas glucoproteicas (LH, hormona estimulante de los folículos, tirotropina
[TSH]), la hCG se compone de dos subunidades: α y β. La subunidad α es común a todas las
glucoproteínas y la subunidad β confiere especificidad única a la hormona.
Se han desarrollado anticuerpos para la subunidad β de la hCG. Esta reacción específica permite
la diferenciación de la hCG respecto a la LH hipofisaria. La hCG se puede detectar nueve días
después del máximo de LH a mitad del ciclo, que ocurre ocho días después de la ovulación y
sólo un día después de la implantación. Esta medición es útil porque puede detectar el embarazo
en todas las pacientes en el undécimo día después de la fertilización. Las concentraciones de
hCG se elevan en forma exponencial hasta las 9-10 semanas de gestación, con un tiempo de
duplicación de 1.3 a 2 días.
Las concentraciones llegan al máximo a los 60-90 días de gestación. Más tarde, los niveles de
hCG disminuyen hasta una meseta que se mantiene hasta el parto. La vida media de la hCG es
cercana a 32-37 h, en contraste con la de la mayoría de las hormonas proteicas y esteroides, que
tienen vida media de minutos. Las características estructurales de la molécula de hCG permiten
que interactúe con el receptor de TSH humano en la activación del adenilato ciclasa de
membrana que regula la función de las células tiroideas. El hallazgo de la estimulación del
adenilato que es específica de la hCG en la placenta puede implicar que esta última hormona
“regula el orden” dentro de la célula del trofoblasto.
del DNA y aumenta la acción de la hGH y de la insulina. Está presente en microgramos por
mililitro al inicio del embarazo, pero su concentración aumenta a medida que progresa la
gestación y alcanza niveles máximos durante las últimas cuatro semanas. Se ha informado que el
ayuno prolongado a mitad de la gestación y la hipoglucemia inducida por insulina elevan las
concentraciones de hCS. Es posible que esta hormona ejerza su principal efecto fisiológico sobre
la madre para asegurar que se satisfagan las demandas nutricionales del feto.
Se ha sugerido que la hCS es la “hormona del crecimiento” durante el embarazo. Sus efectos in
vivo, que se deben a sus semejanzas con la hormona del crecimiento y a sus características
antiinsulina, producen alteración en la captación de glucosa y estimulación de la liberación de
ácidos grasos libres, con una disminución en el efecto de la insulina.
3. Proteínas placentarias. Se han aislado varias proteínas que se consideran específicas del
embarazo. Las más conocidas son cuatro proteínas plasmáticas asociadas al embarazo (PAPP),
que se conocen como PAPP-A, PAPP-B, PAPP-C y PAPP-D; esta última es la hormona hCS.
Todas estas proteínas se producen en la placenta, en la decidua, o en ambas. La función
fisiológica de estas proteínas, excepto por la PAPP-D, son poco claras en la actualidad.
Numerosos investigadores han postulado diversas funciones, que van desde facilitar la
supervivencia del “aloinjerto” fetal y la regulación de las cascadas de coagulación y del
complemento para el mantenimiento de la placenta, hasta la regulación del metabolismo de los
carbohidratos en el embarazo. Los estudios in vitro de la PAPP-A en modelos con ratones con
genes desactivados (knockout) muestran su función como regulador de la biodisponibilidad local
del factor de crecimiento similar a la insulina.
C. Secreciones fetoplacentarias
Es posible que la placenta sea un órgano incompleto de producción de esteroides que debe
depender de la llegada de precursores que provienen de la circulación del feto y de la madre (una
unidad materno-placento-fetal integrada). Las glándulas adultas de producción de esteroides
pueden formar progestinas, andrógenos y estrógenos, pero esto no ocurre en la placenta. La
producción de estrógenos en la placenta depende de la llegada de precursores a ella provenientes
tanto del compartimiento fetal como del materno. La formación placentaria de progesterona se
logra en gran medida a partir del colesterol materno circulante.
Se piensa que la progesterona y el estriol circulantes son importantes durante el embarazo porque
están presentes en cantidades grandes. Es posible que la progesterona esté implicada en mantener
al miometrio en un estado de relativa inactividad durante gran parte del embarazo. Una alta
concentración local (intrauterina) de progesterona quizá bloquee las respuestas celulares
inmunitarias hacia los antígenos extraños. La progesterona parece ser esencial para mantener el
embarazo en casi todos los mamíferos que se han examinado; esto sugiere que es posible que
esta hormona sea instrumental para conferir un privilegio inmunológico al útero.
2.2.7.11Transporte placentario
La placenta tiene un metabolismo alto, con un consumo de oxígeno y glucosa que ocurre a una
mayor tasa que en el feto. Se cree que este requerimiento de metabolismo elevado ocurre por sus
múltiples actividades de transporte y biosíntesis.
A. Mecanismos de transporte
1. Difusión simple. La difusión simple es el método a través del cual los gases y otras moléculas
simples cruzan la placenta. La tasa de transporte depende del gradiente químico, la constante de
difusión del compuesto específico y el área total de placenta disponible para la transferencia (ley
de Fick). El gradiente químico (es decir, las diferencias de concentración en el plasma fetal y
materno) está, a su vez, bajo la influencia de las tasas de flujo de sangre uteroplacentaria y
umbilical. Asimismo, la difusión simple es el método de transferencia de los compuestos
exógenos, como los fármacos.
2. Difusión facilitada. El primer ejemplo de una sustancia que se transporta mediante difusión
facilitada es la glucosa, que es la principal fuente de energía para el feto. Se supone que existe un
sistema transportador que operacon el gradiente químico (al contrario del transporte activo que
opera contra el gradiente) y que tal vez se satura cuando existen elevadas concentraciones de
glucosa. En condiciones estables, la concentración de glucosa en el plasma fetal es de casi dos
tercios respecto a la concentración materna, lo cual refleja la rápida tasa de utilización del feto.
Las sustancias con bajo peso molecular, carga eléctrica mínima y alta solubilidad en lípidos se
difunden con facilidad a través de la placenta.
5. Filtración. Pueden ocurrir roturas grandes en la membrana placentaria que permiten el paso
de células intactas. A pesar de que el gradiente de presión hidrostática por lo común es del feto
hacia la madre, se ha visto que eritrocitos y leucocitos marcados viajan en cualquier dirección.
Es probable que tales roturas ocurran con más frecuencia durante el trabajo de parto o la ruptura
de la placenta (desprendimiento prematuro de la placenta, placenta previa o traumatismo),
cesárea o muerte fetal intrauterina. En esos momentos es más frecuente demostrar la presencia de
eritrocitos fetales en la circulación de la madre; ése es el mecanismo a través del cual la madre se
puede sensibilizar a los antígenos eritrocitarios fetales, como el antígeno D (Rh).
Las membranas placentarias se conocen como una “barrera” contra la transferencia fetal, pero
existen algunas sustancias (p. ej., fármacos) que no cruzarán en absoluto las membranas.
Algunos compuestos, como la heparina y la insulina, tienen un tamaño o carga molecular
suficientemente grande como para que ocurra una transferencia mínima. Esta falta de
transferencia es casi única entre las sustancias farmacológicas. La mayoría de los medicamentos
se transfieren de la circulación materna al feto a través de difusión simple, cuya tasa se determina
en función de los respectivos gradientes de los fármacos.
A su vez, estos gradientes de difusión dependen de la influencia de varios factores séricos, que
incluyen el grado de fijación entre el fármaco y las proteínas (p. ej., la globulina fijadora de
hormonas sexuales). Debido a que la concentración sérica de albúmina es mucho menor durante
el embarazo, las sustancias que se fijan casi de manera exclusiva a ella (p. ej., warfarina,
salicilatos) pueden tener concentraciones libres más altas en términos relativos y, en
consecuencia, un gradiente placentario más alto. En contraste, un compuesto como el monóxido
de carbono puede adherirse con tanta fuerza al aumento de hemoglobina total que quedará poco
en el plasma que se pueda transportar.
Las alteraciones estructurales dentro de la placenta pueden indicar un trastorno fetal o materno
que de otro modo pasaría desapercibido.
Casi todas las placentas gemelares monocoriónicas muestran una anastomosis entre los vasos de
las dos circulaciones umbilicales, pero difieren en número, dirección y tamaño de las
anastomosis. En general, implican las principales ramas de las arterias y venas en la superficie
El síndrome de transfusión feto-fetal (TTS) ocurre cuando los lóbulos compartidos causan que el
flujo de sangre de un gemelo a otro no se compense por la anastomosis superficial o mediante
lóbulos compartidos, lo cual produce flujo en dirección contraria; este síndrome ocurre en 15 a
20% de los casos de placentación monocorial. El gemelo que recibe la transfusión está pletórico
y policitémico, y puede presentar cardiomegalia. El gemelo donador está pálido y anémico, y es
posible que el peso de sus órganos sea similar al que se observa en la forma de desnutrición
intrauterina de los niños pequeños para la edad gestacional.
Dentro de la placenta se puede presentar una neoplasia benigna que ocurre en casi 1% de las
placentas y se forma de los capilares fetoplacentarios. Se puede apreciar con facilidad como una
masa de color rojo granate, encapsulada y de tamaño variable, en ocasiones es multicéntrica. Los
hemangiomas, o “corioangiomas”, que miden 5 cm o más, pueden asociarse con complicaciones
maternas, fetales y neonatales debido al cortocircuito arteriovenoso que impide la llegada de
sangre al feto. Muchos tumores placentarios se acompañan de hidramnios, hemorragia, parto
prematuro y restricción del crecimiento fetal.
La inspección cuidadosa de las membranas fetales, en particular cerca de la inserción del cordón
umbilical, puede revelar bandas o segmentos de membrana similares a cordones que se levantan
con facilidad sobre la superficie de la placenta. El origen de las bandas amnióticas no está claro.
Los mecanismos propuestos incluyen desgarro del amnios al principio del embarazo, así como
anormalidad hereditaria del desarrollo; pueden causar constricción de los miembros o dedos en
desarrollo. Se ha sabido de casos de amputación. Ciertos casos de sindactilia, pie equinovaro y
deformidades por fusión del cráneo y rostro se pueden explicar con base en las bandas
amnióticas.
Cualquier lactante que nace con una complicación puede beneficiarse de la valoración
histológica de la placenta y del cordón umbilical. Las características histopatológicas de la
placenta con insuficiencia uteroplacentaria incluyen infartos no marginales, encogimiento de las
vellosidades placentarias, aumento de los nudos sincitiales, incremento en la fibrina perivellosa,
y depósitos multifocales y difusos de fibrina. De manera similar, si la proporción de eritrocitos
nucleados respecto a leucocitos supera 2:3, esto indica estrés hipóxico fetal. La coriangiosis es
un cambio patológico que indica hipoperfusión placentaria prolongada o bajo grado de hipoxia
de los tejidos.
Por último, cuando la valoración del cordón umbilical demuestra medios arteriales necrobióticos
y necróticos, con macrófagos circundantes cargados de meconio, la liberación de meconio
ocurrió más de 48 h antes del parto.
Por lo general, la placenta selecciona un lugar del endometrio que beneficia al feto en desarrollo.
Sin embargo, existen numerosos casos en que el sitio de implantación no es benéfico.
serosa, con posible invasión dentro de los tejidos circundantes, como la vejiga. La placenta
adherente se asocia con hemorragia posparto potencialmente mortal y mayor necesidad de
histerectomía inmediata.
Los factores de riesgo de placenta previa y placenta adherente son similares. La edad avanzada
de la madre, el mayor número de partos y la cirugía uterina previa son factores comunes de
riesgo para ambos trastornos. Parece haber mayor correlación con las cirugías uterinas previas.
La prevalencia de placenta previa después de un parto previo por cesárea llega a 0.65%, contra
0.26% en un útero sin tejido cicatricial; sin embargo, después de cuatro o más cesáreas, la
prevalencia llega a 10%. De manera similar, la frecuencia de placenta adherente en presencia de
placenta previa aumenta a la par con la cantidad de cirugías uterinas. En pacientes con una
cirugía uterina anterior, la placenta adherente ocurre en 24% de placentas previas, en tanto que
después de cuatro o más cirugías, la frecuencia de placenta adherente puede llegar hasta 67 por
ciento.
Se puede sospechar placenta adherente con ciertos datos ecográficos, como la pérdida de la zona
miometrial retroplacentaria hipoecogénica, adelgazamiento o rompimiento del punto de contacto
hiperecogénico entre la serosa uterina y la vejiga, o con la visualización de una masa exofítica.
En todos los casos de placenta previa, en especial si se sospecha placenta adherente, es necesario
informar a la paciente la probable necesidad de una histerectomía para controlar la hemorragia
excesiva después del parto. Deben tenerse productos hemáticos disponibles antes del parto, a fin
de asegurar un rápido reemplazo.
2.2.9.1 Desarrollo
En las primeras etapas, el embrión tiene un grueso pedículo embrionario que contiene dos
arterias umbilicales, una vena umbilical grande, el alantoides y el mesodermo primario. Las
arterias llevan sangre desde el embrión a las vellosidades coriónicas, y la vena umbilical regresa
la sangre al embrión. La vena y las dos arterias umbilicales se entrelazan.
separa la sangre materna oxigenada, que se encuentra en la cámara intervellosa, y la sangre fetal,
que se encuentra en los capilares fetales de las vellosidades.
2.2.10.3 Metabolismo energetico del feto
El metabolismo energético del feto incluye el crecimiento fetal, la creación de reservas de
energía y las necesidades oxidativas. El conjunto de sustratos energéticos suministrados al feto a
través de la circulación fetal proviene de la sangre materna (glucosa, aminoácidos, ácidos grasos
libres) por medio de transportadores placentarios o por difusión pasiva según la molécula de la
que se trate. Algunos sustratos, como el lactato, también provienen de la unidad placentaria.
2.2.10.4 Impacto de la regulacion hormonal en el crecimiento fetal
Las hormonas pueden favorecer durante el embarazo el crecimiento fetal, pero también pueden
inhibirlo. Regulan, a través de mecanismos complejos, el crecimiento de los tejidos y el
desarrollo de los órganos, controlando la proliferación celular, la diferenciación celular y la
apoptosis. También permiten adaptar el aporte nutricional en función del crecimiento fetal y
transmitir la información hacia la placenta. De este modo, tienen un efecto significativo sobre el
metabolismo fetal
flexión anterior del cuello y caída del cinturón escapular, lo que tira de los nervios cubital y
mediano (Crisp, 1964).
FIGURA 4-20.
El fortalecimiento articular comienza justo después del parto y casi siempre se completa en tres a
cinco meses. Las dimensiones pélvicas medidas hasta tres meses después del parto mediante
imágenes MR no muestran diferencias significativas respecto a las mediciones previas al
embarazo (Huerta-Enochian, 2006).
2.2.12.1 Memoria
Los cambios en el sistema nervioso central son pocos y casi todos sutiles. Las mujeres a menudo
refieren dificultad para la atención, concentración y memoria durante todo el embarazo y el
inicio del puerperio. Sin embargo, hay pocos estudios sistemáticos de la memoria y a menudo
son anecdóticos. Keenan et al. (1998) hicieron una investigación longitudinal de la memoria de
embarazadas, así como de un grupo control equiparable. Observaron un declive en la memoria
relacionado con la gestación, limitado al tercer trimestre. Este descenso no fue atribuible a
depresión, ansiedad, privación de sueño ni otros cambios físicos asociados al embarazo. El
descenso fue transitorio y se resolvió poco después del parto. Henry y Sherwin (2012) también
publicaron que durante el embarazo tardío, las mujeres tenían un desempeño mucho más pobre
en pruebas de recuerdo verbal y velocidad de procesamiento en comparación con los controles
equiparables no gestantes. Un hecho interesante es que Rana et al. (2006) encontraron que la
atención y la memoria mejoraban en mujeres con preeclampsia que recibían sulfato de magnesio,
comparadas con las embarazadas sanas.
Zeeman et al. (2003) usaron imágenes por resonancia magnética para medir el flujo sanguíneo
cerebral durante el embarazo en 10 mujeres sanas. Observaron que el flujo sanguíneo medio en
las arterias cerebrales media y posterior disminuía en forma progresiva de 147 y 56 ml/min sin
embarazo a 118 y 44 ml/min a finales del tercer trimestre, respectivamente. Se desconoce el
mecanismo y la importancia clínica de esto. No parece que el embarazo impacte en la
autorregulación vascular cerebral (Bergersen, 2006; Cipolla, 2014).
2.2.12.2 Ojos
La presión intraocular disminuye durante el embarazo, lo que se atribuye en parte al aumento del
drenaje de humor vítreo (Sunness, 1988). La sensibilidad corneal disminuye, y los cambios más
importantes se observan en el embarazo avanzado. La mayoría de las embarazadas tiene un
aumento mensurable, pero leve, en el grosor corneal; se cree que se debe a edema. En
consecuencia, es probable que tengan dificultad con lentes de contacto que antes les resultaban
cómodas. Durante el embarazo también se encuentran opacidades de color pardo rojizo en la
superficie posterior de la córnea, llamadas husos de Krukenberg, con más frecuencia de la
esperada. Se postuló que este aumento en la pigmentación podría ser resultado de efectos
hormonales similares a los observados para lesiones cutáneas. Además de la pérdida transitoria
de la acomodación informada tanto en el embarazo como en la lactancia, la función visual no se
altera con la gestación. Grant y Chung (2013) hicieron una revisión reciente de estos cambios
durante el embarazo, así como las alteraciones oculares patológicas.
2.2.12.3 Sueño
Desde las 12 semanas de gestación y hasta los primeros dos meses después del parto, las mujeres
tienen dificultad para dormir, se despiertan con frecuencia, tienen menos horas de sueño
nocturno y el rendimiento del sueño se reduce (Pavlova, 2011). Se informó que la frecuencia y
duración de los episodios de apnea durante el sueño disminuyeron significativamente durante el
embarazo en comparación con el puerperio (Trakada, 2003). Sin embargo, en posición supina la
PaO2 promedio fue más baja. La mayor perturbación del sueño tiene lugar después del parto y
podría contribuir a la depresión puerperal o a la depresión franca
Capítulo 3. Método
3.1 Tipo de Investigación
Por los objetivos propuestos la investigación corresponde al tipo de investigación
DESCRIPTIVO y de revision bibliografica
3.2 Operacionalización de variables
Organización y planteamiento del proceso de investigación y las diferentes técnicas que se
utilizarán para alcanzar los objetivos, (bibliografía, libros, internet y otros articulos)
3.3 Técnicas de Investigación
La tecnica aplicada o método de investigación se basa en la recopilacion de artículos
bibliográficos
3.4 Cronograma de actividades por realizar
Introducción
Objetivos y justificación
Marco teorico
capítulo 2
capítulo 3 y 4
Cambio en el perfil radiográfico cardiaco ocurrido durante el embarazo. Las líneas azules
representan las relaciones entre el corazón y el tórax en la mujer no gestante; las líneas negras
representan las condiciones existentes en el embarazo. Estos datos se basan en imágenes
radiográficas de 33 mujeres.
Capítulo 5. Conclusiones
En conclusión hay cambios que resultan evidentes para la madre o que se reflejan y
provocan algunos síntomas específicos durante el embarazo, por ejemplo, aumento de peso,
aumento de volumen abdominal, aumento del tamaño de las mamas, poliaquiuria, estreñimiento,
pirosis, hiperpigmentacion de la piel en algunas zonas, etc.
Referencias
Medina-Pérez, EA, Sánchez-Reyes, A, Hernández-Peredo, AR, Martínez-López, MA,
Jiménez-Flores, CN, SerranoOrtiz, et al. Diabetes gestacional. Diagnóstico y tratamiento
en el primer nivel de atención. Medicina Interna de México. 2017;33(1):91-8.
Hall ME, George EM, Granger JP. El Corazón durante el embarazo. Rev Esp de Cardio.
2011;64(11):045-50. https:// doi.org/10.1016/j.recesp.2011.07.009.
Control prenatal con atención centrada en la paciente. Guía de Evidencias y
Recomendaciones: Guía de Práctica Clínica. México, IMSS. Disponible en:
http://www.imss. gob.mx/profesionales-salud/gpc
D.J. Barker et al.
Fetal nutrition and cardiovascular disease in adult life Lancet
(1993)
M.A. Preece et al. Genomic imprinting, uniparental disomy and foetal growth
Trends Endocrinol Metab (2000)
A.F. Philipps et al. Tissue concentrations of free amino acids in term human placentas
Am J Obstet Gynecol (1978)
A.J. Murray Oxygen delivery and fetal-placental growth: beyond a question of supply and
demand?
Placenta (2012)
Bernstein IM, Ziegler W, Badger GJ: Plasma volume expansion in early pregnancy.
Obstet Gynecol 97:669, 2001
Carr BR, Parker CR Jr, Madden JD, et al: Maternal plasma adrenocorticotropin and
cortisol relationships throughout human pregnancy. Am J Obstet Gynecol 139:416, 1981
Davison JM, Vallotton MB, Lindheimer MD: Plasma osmolality and urinary
concentration and dilution during and after pregnancy: evidence that lateral recumbency
inhibits maximal urinary concentrating ability. Br J Obstet Gynaecol 88:472, 1981
Manten GTR, Franx A, Sikkema JM, et al: Fibrinogen and high molecular weight
fibrinogen during and after normal pregnancy. Thrombosis Res 114: 19, 2004