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Efesios

Efesios 4:6-13
Programa No. 0707

Efesios 4:6-13

Amigo oyente, en nuestro programa anterior comenzamos a estudiar una sección totalmente nueva
en esta epístola a los Efesios. Hemos estado hablando de la Iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo y que
la Cabeza está en el cielo. Nosotros estamos unidos a Él. La Iglesia es un hombre nuevo; la Iglesia es
un misterio. Todo eso está encabezado por la persona de Cristo quien se encuentra sentado a la
diestra de Dios.

Ahora, usted puede estar tan activo en eso, que como dijo una persona, uno puede ser tan celestial en
el modo de pensar, que no es bueno para nada en la vida terrenal. Hay muchas personas que se dejan
llevar por esto y no se dan cuenta que tenemos que caminar en este mundo que es bastante malo –
un mundo verdaderamente vil – y allí es donde estamos nosotros.

En el estudio anterior, vimos que Pablo decía cómo debemos andar. Ahora, el andar es aquí en este
mundo y eso es lo que este cuerpo tiene que hacer. Primero vimos la exhibición del cuerpo y Él habló
directamente a la persona; que esa persona tiene que andar en humildad y mansedumbre. Luego él
amplificó eso e incluyó a la iglesia, hay un cuerpo, un Espíritu. Luego llegó al punto crucial, culminante
de esa declaración al decir aquí en el versículo 6, de este capítulo 4:

6
un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. (Efe. 4:6)

Ahora, cuando él dice que es sobre todos, estamos hablando en realidad acerca de la trascendencia
de Dios; es decir, que Dios es anterior al universo. Él es superior a Su creación. Él no depende de la
creación. El Señor no depende del oxígeno para poder subsistir. Él no necesita traer las provisiones de
la retaguardia. No tiene que ir a hacer compras los sábados para tener comida el fin de semana. Él no
depende de Su creación. Él es trascendente. Y no sólo está sobre todo, sino que Él también está a
través de todo y eso quiere decir que está en este universo en el cual usted y yo vivimos. Él es quien le
da razón de ser, y quien lo hace actuar según Su plan y Su propósito; y Dios es quien está en usted

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también. Y eso, como usted ya sabe, le da más significado a esta vida. Hace de ella algo que vale la
pena vivir. Hay veces en que se torna algo aburrida, ya que se vuelve monótona.

A mí me gusta mucho preparar estos programas, pero, después de haber estado en este estudio
preparando dos o tres programas a la vez, bueno, permítame contarle algo: esto se vuelve un poco
monótono. Uno se cansa un poco de hacer esta clase de cosas. Pero, luego tenemos un gran
pensamiento – todo esto está dentro del plan y propósito de Dios; y entonces me siento con ganas
de cantar la doxología o el coro de Aleluya, y cuando hago eso, pues, todos los que están al alcance de
mi voz tienen que salir corriendo. Y espero que el Señor esté escuchando porque Él dijo que si esto es
producto de nuestro corazón, entonces es como el crear una melodía en nuestro corazón.
Evidentemente allí es donde se produce porque cuando sale de la boca ya no existe ninguna melodía.

Usted y yo, amigo oyente, debemos andar marcando el paso, por así decirlo, con Dios. Tenemos que
andar al son de la música del cielo en el presente. Es como una gran orquesta sinfónica. El autor de
estos estudios bíblicos el Dr. J. Vernon McGee, contaba la siguiente experiencia que él tuvo en el
pasado. Dijo: “En cierta ocasión algunos amigos me invitaron a ir con ellos a escuchar una orquesta
sinfónica. Compraron las entradas a la función, y me dijeron que querían que yo fuese con ellos. Esta
gente – decía él – pensaba que me estaban haciendo un gran favor. Pero, hay otras cosas que yo
prefería hacer en lugar de escuchar una orquesta sinfónica. Reconozco que en ese sentido soy un
verdadero plebeyo. En lo que a música se refiere, soy verdaderamente rústico. No puedo
comprenderla toda decía el. Pero ese día yo recibí un gran mensaje. Fui con mis amigos y nos
sentamos. Llegamos un poco temprano al auditorio y había bastante ruido ya que la gente todavía
estaba entrando. Luego se encendieron las luces sobre el estrado y notamos todos los instrumentos
que se encontraban allí. Luego me pareció a mí, continuó diciendo Dr. McGee, que entraban como cien
hombres de todas partes del escenario y cada uno fue a tocar su propio instrumento. Me parecía que
era su propio instrumento, aunque no sonaba como tal. Me dijeron que estaban afinando los
instrumentos. Cada uno tocaba su propia melodía. "Y," añadía el Dr. McGee: "uno nunca había

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escuchado una cosa así. No había nada de música allí. Era algo terrible. Luego, por fin terminaron de
afinar esos instrumentos y se retiraron del escenario, por lo cual nosotros quedamos muy
agradecidos. Y desaparecieron por alguna parte del escenario. Luego, de algún tiempo, se
encendieron nuevamente las luces que iluminaban el escenario, y los hombres volvieron a entrar.
Pero esta vez parecían diferentes. Antes estaban sólo en mangas de camisa, pero ahora estaban
vestidos con mucha elegancia. Lucían sus corbatas de lazo sobre sus camisas blancas y todo el
escenario se veía muy hermoso. Cada hombre se dirigió a su instrumento, pero ninguno de ellos se
atrevió a tocarlo. Luego, un rayo de luz iluminó uno de los costados del escenario y apareció el Director
de la Orquesta. Él hizo un saludo hacia la audiencia y la gente lo aplaudió calurosamente. Enseguida
se dirigió al estrado, tomó la batuta y nuevamente se inclinó ante el público; entonces todo el mundo
aplaudió. Luego, el director dio su espalda a la audiencia y levantó esa pequeña batuta que tenía en
su mano y cuando él hizo eso, usted podría haber escuchado el ruido que hace un alfiler cuando cae
al piso. Enseguida, él hizo un movimiento con la batuta. Y por cierto que consiguió bastante música
de ese pequeño elemento que tenía en su mano. Usted nunca ha escuchado algo que sea tan
emocionante como eso. Le hace poner a uno la carne de gallina, que se le paren los pelos de punta,
como se dice. Pero, fue algo realmente emocionante el escuchar la primera composición que
interpretaron." Y el Dr. McGee concluyó diciendo – "y al estar yo allí sentado (porque después de un
rato eso se volvió un poquito aburrido) comencé a pensar en otras cosas.” Como usted puede
apreciar, amigo oyente, ese es un cuadro de este universo.

Usted y yo estamos viviendo en el día de hoy en un mundo donde cada persona está interpretando su
propia melodía. Un grupo por aquí que lleva un cartelón indicando que está protestando contra
alguna cosa. Él está contra todo lo demás. Cada uno parece estar desafinado, sin armonía con los
demás. Las cosas no lucen muy bien en el día de hoy en este mundo y uno se pregunta cuál será el
resultado de todo esto. Bueno, es bastante pesimista cuando uno observa eso, (cuando uno escucha
a ciertas personas). Y cuando usted observa la situación del día de hoy, bueno, permítame decirle,

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amigo oyente, que comprendemos por qué Simón Pedro comenzó a hundirse en el océano. Cuando
usted observa las olas alrededor suyo en el día de hoy, usted piensa que es el fin. Pero, amigo oyente,
uno de estos días saldrá por un costado del escenario del universo Alguien que hoy está sentado a la
diestra de Dios y quien es el Director. A Él se le llama el Rey de Reyes y el Señor de Señores. Y cuando
Él haga Su entrada, levantará esa batuta, Cristo levantará el cetro de sus manos perforadas por los
clavos de la cruz. Y cuando Él haga eso, amigo oyente, todo estará bien afinado. Él es inminente y Él
es trascendente. ¡Qué cosa más tremenda que es esto! Él es sobre todo; a través de todo y en todo.
Así es que, amigo oyente, no pierda las esperanzas. El Director se está acercando y hará que todos
nosotros, quedemos bien afinados.

Llegamos ahora a una sección en donde tenemos la inhibición del nuevo hombre. La Iglesia tiene que
caminar ahora como un hombre nuevo en el mundo. Antes tenía que hacer la exhibición. La Iglesia
tenía que ser extrovertida: testificar y ser manifestada en la vida. La Iglesia también tiene inhibición.
Y las inhibiciones son importantes.

Un niño pequeñito no tiene inhibiciones. La Iglesia no tiene que ser como un niño pequeñito todo el
tiempo y manifestarse a sí mismo como un bebé. Tiene que crecer y desarrollar algunas inhibiciones.

Usted sabe que hay ciertas cosas que usted no dice algunas veces. Pero un niño sí las dice. Como le
ocurrió a cierto Pastor en una ocasión. Él estaba visitando a algunos miembros de la iglesia. Y cuando
el pastor los visita ellos actúan muy bien. Son tan santos y tan religiosos. Y esta familia se sentó con el
pastor a la mesa y le pidieron que él diera gracias por la comida. Un muchachito de unos tres años
estaba sentado a la mesa también con ellos. Cuando el pastor se puso a orar, el muchachito miró a su
alrededor y le dice a su mamá, “¿qué fue lo que hizo?” Él no tenía inhibiciones. Pero, parece que esa
familia no oraba ni daba gracias por la comida muy a menudo. Y el pequeño pues, no sabía eso.

La iglesia, ahora, tiene que tener inhibiciones ya que es madura y ha crecido. Busquemos el proceso
que menciona aquí el apóstol Pablo. Leamos el versículo 7, de este capítulo 4 de Efesios:

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Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. (Efe. 4:7)

Como usted puede apreciar, amigo oyente, al leer aquí, Él ha dado dones a los creyentes (y esta es una
sección nuevamente que habla sobre los dones). Lo hemos observado allá en el capítulo 12, de la
epístola a los Romanos. Lo tenemos aquí en este capítulo 4 de la carta a los Efesios y también lo hemos
visto allá en la Primera Epístola a los Corintios, capítulo 12, versículos 13 y 14. Esta última es en
realidad la sección más larga en cuanto a dones se refiere. Ahora él está diciendo aquí que los
creyentes tienen que ser solícitos, activos para mantener la unidad del Espíritu. ¿Y cómo se puede
hacer eso? Esto no quiere decir que cada uno tiene que ser una copia del otro. No es una situación en
la que cada uno de nosotros tenemos que decir yo también. Cada creyente recibe un don para que él
pueda actuar dentro del cuerpo de los creyentes de una forma en particular.

Permítanos repetir algo que dijimos cuando estudiamos allá la Primera Epístola a los Corintios,
capítulo 12. Los dones son dados a las personas para que ellos puedan usar ese don en el cuerpo de
los creyentes. Porque ellos son un miembro de ese cuerpo. El Apóstol Pablo, dice allá en la Primera
Epístola a los Corintios, capítulo 12, versículo 7: “pero a cada uno le es dada la manifestación del
Espíritu para provecho” y esto quiere decir sencillamente lo siguiente: “Un don es el Espíritu haciendo
algo a través del creyente”. Y no lo está haciendo para la devoción privada del individuo, sino que lo
está haciendo en el cuerpo de los creyentes para edificar ese cuerpo. Es decir, para provecho del
cuerpo. Ahora, no se da un don a una persona para que se desarrolle espiritualmente, se le da a usted
el don para que funcione en el cuerpo de los creyentes para que sirva de provecho y bendición a la
Iglesia.

Algunas veces uno escucha a personas que dicen: “Nosotros no hablamos en lenguas en esta Iglesia.
Lo hacemos para nuestras devociones en privado. Y podemos decirle a usted categóricamente, amigo
oyente, por la Palabra de Dios, que usted está completamente equivocado. Un don es dado para
provecho de la Iglesia y usted no tiene ningún derecho de usarlo egoístamente para su propio
beneficio. Podemos estar seguros al decir que si el don no es usado en la forma correcta, entonces,

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no es un don. Un don es para provecho del cuerpo. Usted es un miembro del cuerpo. Y cada miembro
de mi cuerpo tiene que funcionar por una razón muy definida.

Usted puede imaginarse por ejemplo, que cuando yo me levanté esta mañana para dirigirme a la
oficina, podía haber pensado que mis ojos decían: “Estamos con sueño en el día de hoy. Nosotros no
vamos a ir a la oficina, vamos a quedarnos en casa. Tú puedes ir solo”. Y, luego me podían decir:
“Queremos tener nuestro estudio devocional”. Bueno, amigo oyente, permítame decirle, que yo no
podría hacer nada aquí sin mis ojos. Los necesito para poder ver lo que estoy haciendo. Mis piernas
me trajeron aquí. Mis ojos leen las páginas de la Escritura, y espero que mi lengua esté cooperando un
poquito. También confío que mi cerebro esté funcionando como debe. Así es que nos damos cuenta
que cuando usted está usando un don es cuando le sirve de provecho a la Iglesia. Y eso es lo que se
nota en forma automática aquí. Cada creyente recibe un don para que él pueda actuar en el cuerpo
de los creyentes de una forma en particular. Y cuando él hace eso, el cuerpo funciona, y allí es donde
se logra la unidad del Espíritu. Usted se da cuenta que junto con este don se da la gracia para usarlo
en el poder y en la plenitud del Espíritu de Dios. Ahora, cada creyente, actuando en su espíritu peculiar,
produce una armonía como lo hace cada miembro del cuerpo humano. Cuando un miembro de mi
cuerpo sufre, Pablo dice que todos sufren y, por lo tanto, cuando usted no actúa como debe, no
ejercita su don en el cuerpo, usted hace que todos los demás queden desafinados, debemos decir de
paso. Y luego dice aquí en el versículo 8, del capítulo 4, de la epístola a los Efesios :

8
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres (Efe. 4:8)

Bueno, él hizo dos cosas: primero llevó cautiva la cautividad. Como usted puede darse cuenta, esa es
una cita tomada directamente del salmo 68, versículo 18. Y permítame que lea este pasaje bíblico:
“Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres, y también para los
rebeldes, para que habite entre ellos Jehová Dios.” Ahora, alguien va a decir quizá, pero allí hay un
poco de discrepancia en cuanto a esa cita. En el Salmo dice: “tomaste”. Y aquí en Efesios dice: “y dio”.

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Bueno, debemos decir aquí que cualquier autor tiene derecho de cambiar su propia escritura, pero
ninguna otra persona puede hacerlo.

Por ejemplo, si un hombre dice en un artículo en una revista algo de lo que escuchó que yo estaba
diciendo, pero él no dice las palabras que yo utilizo, pues, yo puedo protestar al editor porque él no
me ha citado correctamente, para que él corrija ese error de la cita mala. Sin embargo, yo si tengo el
derecho de citar de la forma en que quiero mis propias palabras. Si veo que al cambiar el sentido de
las mismas puede servir un propósito en especial. Ahora el Espíritu Santo cambia eso y lo hace con un
propósito, ¿por qué? En el libro de los Salmos, el Señor tenía dones listos en el pasado, al estar sentado
a la diestra de Dios. Ahora Él ha estado aquí y Cristo ha regresado en el Espíritu de Dios – Él es quien
está hoy distribuyendo los dones – entonces, Él los dio , ¿no le parece? Creemos que esto es correcto.
Creemos que esto aquí es una referencia a la ascensión de Cristo. En esa ocasión, cuando Él ascendió,
hizo dos cosas. Llevó cautiva la cautividad. Y creemos que quiere decir que aquellos del Antiguo
Testamento que habían sido redimidos pero que aún estaban en el paraíso, fueron tomados por Cristo
junto con Él, los sacó del paraíso y los llevó a la misma presencia de Dios. Porque se nos dice hoy en
día que cuando uno muere no va al paraíso; dice: “ausentes en el cuerpo y presentes con el Señor”.

Se nos dice que Él hizo algo más: “dio dones a los hombres.” Y eso quiere decir que Él confirió dones a
los creyentes viviendo en la iglesia para que ellos fueran testigos al mundo. Usted se da cuenta que en
Su ascensión Él hizo dos cosas. Él llevó a esos santos del Antiguo Testamento a la presencia de Dios. Y
luego, Él dio dones a los creyentes en el día de Pentecostés, vino el Espíritu Santo y los bautizó a ellos
dentro del cuerpo de los creyentes, pero Él los colocó a ellos en cierto lugar para que actuaran como
miembros del cuerpo y ha estado haciendo eso desde entonces. Ahora, en los versículos 9 y 10, de este
capítulo 4, de la epístola a los Efesios, leemos:

9
Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de
la tierra? 10El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para
llenarlo todo. (Efe. 4:9-10)

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Creemos que una explicación lógica de esto es la siguiente: ya que Cristo ascendió, Él tenía que haber
descendido en una oportunidad anterior. Algunos opinan que esto se refiere solamente a la
encarnación. Por ejemplo, los patriarcas de la iglesia primitiva veían aquí la obra de Cristo tomando a
los santos del Antiguo Testamento que estaban en el paraíso y llevándolos al trono de Dios. Ahora, no
es necesario pensar que Él entró en alguna clase de sufrimiento después de la muerte. Por ejemplo,
se nos dice que Él descendió a los infiernos. Bien, ¿qué es lo que quiere decir eso? Bueno, Él descendió
al lugar donde estaban los muertos y su encarnación y muerte fueron Su humillación y descenso, eso
era suficiente o adecuado para llevar a los redimidos del Antiguo Testamento a la presencia de Dios.
Creemos que es eso lo que tenemos aquí en este pasaje y reconocemos que hay otras
interpretaciones. Luego, tenemos en el versículo 11, de este capítulo 4, de la epístola a los Efesios, lo
siguiente:

11
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores
y maestros, (Efe. 4:11)

Ahora, quisiéramos que usted note la diferencia que existe en este pasaje. Estos no son dones que Él
está dando a estos hombres, aun cuando Él ha hecho eso. Lo que Él está diciendo aquí es que tomó a
estos hombres que tenían ciertos dones y que Él los da a la iglesia. ¿Con qué propósito? Bueno, leamos
los versículos 12 y 13:

12
a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; (Efe. 4:12-13)

Ahora, quizá esto parezca algo egoísta. Y esperamos que no sea así. Pero, ¿cuál es el propósito de la
Iglesia en el mundo? Es el de completarse a sí misma, para que pueda seguir creciendo. El Señor
Jesucristo mismo es quien ha dado los dones. Él es quien, al haber dado esos dones, es el único que
tiene esa autoridad. Él dio a algunos que tenían el don de un Apóstol, estos son dados ahora a la

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Iglesia. ¿Con qué propósito? Bueno, para que el Apóstol sea, como dijo Pablo: “Pablo, apóstol, no de
hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos, (Gál.1:1) –
pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” (Gál. 1:12) Ahora,
este cargo por virtud de su propia naturaleza ha desaparecido ahora por mucho tiempo de la iglesia.
Los profetas aquí, creemos nosotros, son usados de la misma manera en que son usados en otra parte
de la epístola. No son profetas del Nuevo Testamento. Creemos que lo que quiere decir aquí es que
son predicadores. Estos hombres recibieron, de la misma manera de los apóstoles, un discernimiento
particular de las doctrinas de la fe, y ellos estaban bajo la influencia e inspiración directa del Espíritu
Santo que los distinguía a ellos, creemos, de los maestros del día de hoy, aunque ellos eran
predicadores en su día.

Ahora, los evangelistas en ese entonces no eran lo que nosotros pensamos en cuanto a evangelistas.
Ellos eran misioneros que viajaban. Pablo fue un evangelista en ese sentido. Él se dirigía a territorios
nuevos. Allí no había ningún comité u organización alguna para organizar una campaña para él.
Permítanos decirle, amigo oyente, que él hizo todo por sí mismo junto con el Espíritu de Dios que iba
delante él.

La palabra “pastores” – bueno, se explica a sí misma. Maestros, eran aquellos que instruían a la
congregación. Ahora, estos hombres con dones eran dados a la iglesia para que ésta llegara a su
madurez. Perfeccionando, ministrando y edificando, ese era el propósito de estos dones.

Bien, y aquí vamos a detenernos por hoy ya que nuestro tiempo ha terminado. Retornaremos sin
embargo, en nuestro próximo programa para continuar este estudio de la epístola del Apóstol Pablo
a los Efesios. Confiamos en que usted volverá a sintonizarnos. Será pues, hasta entonces, amigo
oyente, ¡que Dios le ayude a crecer en Su conocimiento, es nuestra ferviente oración!

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