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INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA: CASOS DE

ADICCIÓN A LA COCAÍNA

Resumen
La cocaína es la segunda droga ilegal más consumida en Europa y España. A pesar
de haber disminuido el consumo en los últimos años, la prevalencia de consumo
sigue siendo muy alta. Además, los efectos reforzantes a corto plazo hacen que sea
una de las drogas con mayor potencial adictivo del mercado. Sin embargo, su
consumo recurrente conlleva grandes problemas a largo plazo sobre el entorno
personal, social, familiar y económico de la persona, haciendo que sea una de las
principales drogas por las que se solicita atención clínica.
Para ello, existen multitud de recursos y de abordajes distintos, pero el más efectivo
es el que combina una intervención multidisciplinar compuesta por psiquiatras,
psicólogos y educadores sociales. En este trabajo abordaremos la intervención
psicológica sobre tres casos distintos de adicción a la cocaína en una comunidad
terapéutica para el tratamiento de adicciones. Basándonos en una orientación
cognitivo-conductual se ha llevado a cabo, en cada uno de ellos, un programa de 8
fases completadas en 12 o 16 sesiones dependiendo del caso, con el objetivo de
lograr el mantenimiento de la abstinencia y la prevención de recaídas. Además, se
ha realizado un seguimiento de varios meses después de cada tratamiento.
Introducción
Para ver los datos de consumo de drogas en España, debemos hacer referencia a
la Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES), que
se publica cada dos años, y de la que los últimos datos obtenidos corresponden a
los años 2013/2014. En esta encuesta se constata que el alcohol es la droga legal
más consumida (78.3%) en la población de entre los 15 y 64 años, seguido por el
tabaco (40.7%) y los hipnosedantes (12.2%). En cuanto al consumo de drogas
ilegales, destaca el cannabis (9.2%) como sustancia más consumida, seguida de la
cocaína (2.2%).
Hay que destacar que, en la mayoría de sustancias hay más prevalencia de
consumo en hombres que en mujeres, excepto en los hipnosedantes. La edad de
inicio e consumo de alcohol y tabaco queda establecida en una media de 16.7 y 16.4
años respectivamente. En cuanto al consumo de drogas ilegales, aparece el
cannabis como la más temprana con 18.6 años de media, seguida del resto de
drogas ilegales que, en la mayoría de los casos oscila entre los 20.8 y 21.5 años.
En el caso de la cocaína este dato se sitúa en los 21.3 años en el caso del clorhidrato
y en los 23.2 años para la cocaína base (Observatorio Español sobre Drogas, 2015).
Características comunes

La historia de las adicciones va unida a la historia del hombre. De hecho, cualquier


actividad que produzca satisfacción en el organismo y active el circuito de
recompensa es susceptible de generar una adicción (Corominas, Roncero,
Bruguera, & Casas, 2007). Todas las ellas, conlleven o no el consumo de sustancias,
comparten una serie de características comunes (Gossop, 1989):
1. Un fuerte deseo o un sentimiento de compulsión para llevar a cabo la
conducta particular;
2. La capacidad deteriorada para controlar la conducta;
3. Malestar o estado de ánimo alterado cuando la conducta es impedida o la
deja de hacer;
4. Persistir en la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está
produciendo graves consecuencias al individuo.

Además, la mayoría de problemas que generan las adicciones no son los efectos a
corto plazo, sino aquellos que se producen por la reiteración en el tiempo a medio y
largo plazo. Entre ellos están el deterioro de la salud física y mental, la ruina
económica, problemas familiares y legales.
La cocaína es la droga estimulante más consumida en Europa y se estima que unos
2.3 millones de adultos jóvenes de entre 15 y 34 años consumieron cocaína en el
último año. En España, la cocaína en polvo es la segunda sustancia ilegal más
popular entre la población de los 15 a los 64 años. Su consumo ha aumentado
progresivamente desde la década de los noventa, hasta registrar, en 2013, que 1 de
cada 10 ciudadanos ha probado esta sustancia en alguna ocasión en la vida. En
cuanto a la continuidad de su consumo, se estima que, aproximadamente, dos de
cada diez personas que han consumido alguna vez en la vida reconocen un
consumo en el último año y uno de cada diez en el último mes (Observatorio Español
sobre Drogas, 2015).
Efectos

Los principales efectos de la cocaína son euforia, labilidad emocional, grandiosidad,


agitación psicomotriz, insomnio, anorexia, hipersexualidad, tendencia a la violencia
y deterioro de la capacidad de juicio. Como ocurre con otras drogas, el consumidor
de cocaína suele serlo también de otras sustancias como el alcohol, hipnóticos o
ansiolíticos, con el objetivo (con frecuencia) de aliviar los efectos negativos de su
intoxicación. Algunos de los efectos producidos por su abstinencia son la depresión,
irritabilidad, anhedonia, falta de energía y aislamiento social. También puede
generar disfunción sexual, ideación paranoide, alteraciones de la atención y
problemas de memoria (Becoña E. , y otros, 2011).
A la luz de los datos obtenidos se evidencia que el consumo de cocaína constituye
un grave problema socio-sanitario, que justifica la necesidad de encontrar y/o
desarrollar tratamientos válidos, eficaces y adaptativos, tanto desde el punto de vista
médico como psicosocial. Los distintos modelos psicológicos constituyen el abordaje
clínico que mejor respuesta puede dar a las necesidades básicas de los
tratamientos, como son el incremento de la motivación, la atención a la diversidad
psicológica y la reducción de las recaídas. Los modelos funcionales psicológicos
pueden ofrecer un punto natural de integración multidisciplinar (Gifford &
Humphreys, 2007) en el que los distintos dominios terapéuticos ejerzan su acción
de forma coherente, y teóricamente fundamentada (Becoña E. , y otros, 2008). Sin
embargo, conviene recordar que los tratamientos psicológicos necesitan la
complementación multidisciplinar, incluyendo las intervenciones farmacológicas y
sociales. Diversos autores plantean la combinación de terapias farmacológicas y
psicológicas como mejor estrategia (Carroll, 2004).
Método

Participantes
Caso 1.

El primer caso es el de un hombre de 28. Acude a primera entrevista acompañado


de su familia y pareja refiriendo descontrol en el consumo de cocaína. Tras una
primera evaluación por parte del psicólogo y la psiquiatra se le recomienda realizar
un programa de deshabituación de 4 meses de duración en comunidad terapéutica
en régimen residencial.
Al realizar la historia toxicológica encontramos que se inicia en el consumo de
distintas drogas como alcohol, cannabis, drogas de síntesis y cocaína a muy corta
edad (entre 13-14 años) permaneciendo en la fecha de su ingreso únicamente el
consumo de cannabis y de cocaína, con cantidades que oscilan entre el ½ y 1 gramo
cada dos o tres días. Por otra parte, Refiere haber tenido problemas relacionados
con el juego (bingo y tragaperras) hace tres años como consecuencia de su
consumo de cocaína, asistiendo durante año y medio todos los fines de semana.
Desde verano de 2014 refiere no haber vuelto a jugar a ninguna de ellas.
Caso 2.

El segundo caso es una mujer de 32 años. Acude a primera entrevista acompañada


de su madre refiriendo descontrol en el consumo de cocaína. Tras una primera
evaluación por parte del psicólogo y la psiquiatra se le recomienda realizar un
programa de deshabituación de 4 meses de duración en comunidad terapéutica en
régimen residencial.
Refiere problemas y descontrol en el consumo de cocaína en polvo, con cantidades
que oscilan entre el ½ y 1 gramos por vez de consumo, que suele ser una vez cada
dos días. Se ha iniciado en el consumo de otras sustancias (alcohol y cannabis) de
manera experimental pero sin haberle dado continuidad al consumo. Prueba por
primera vez la cocaína a los 15-16 años, con consumos muy esporádicos,
habitualmente de fines de semana. Progresivamente se va incrementando la
frecuencia y cantidad de consumo hasta que después de un año de consumos entre
2014 y 2015 refiere perder totalmente el control desde septiembre de 2015 hasta la
fecha de su ingreso en la Comunidad, incrementando la frecuencia de consumo y
provocando problemas en el ámbito laboral y familiar.
Caso 3.

El tercer caso es el de un hombre de 36 años. Acude a primera entrevista refiriendo


descontrol en el consumo de cocaína en polvo y un problema relacionado con el
juego (tragaperras) derivado del primero. Tras una primera evaluación por parte del
psicólogo y la psiquiatra se le recomienda realizar un programa de deshabituación
de 4 meses de duración en comunidad terapéutica en régimen residencial.
Cuando realizamos la historia toxicológica en la primera sesión, encontramos que
se inicia en el consumo de alcohol a los 14-15 años, manteniéndose de forma
ocasional. En relación a la cocaína refiere probarla por primera vez a los 20 años,
convirtiéndose en habitual su consumo diario a partir de los 23 años. Durante los
últimos 6 meses ha estado consumiendo cada 3 o 4 días cantidades de 1 gramo por
vez. Además, refiere haber mantenido un periodo de abstinencia de año y medio de
duración desde 2014.
Intervención
La intervención se ha llevado a cabo en una comunidad terapéutica para el
tratamiento de adicciones en régimen residencial sobre tres sujetos que comparten
una adicción a la cocaína en polvo. El objetivo prioritario era la desintoxicación y
deshabituación de la conducta adictiva mediante un tratamiento combinado de
psicoterapia individual, terapia de pareja-familiar y grupos de autoayuda. En este
trabajo nos centraremos en el formato de la psicoterapia individual y las reuniones
con la familia, dejando de lado la intervención de los grupos de autoayuda. El
tratamiento de cada uno de ellos ha estado dirigido por un equipo multidisciplinar
formado por psicólogos con orientación cognitivo conductual, educadores sociales,
médico y psiquiatra, durante un periodo de 4 meses. Además, se ha combinado la
intervención psicológica y socioeducativa con tratamiento farmacológico, logrando
así un abordaje de la adicción completo.
En los tres casos la intervención psicológica ha ido dirigida a conseguir la
abstinencia y prevenir las recaídas. Para ello, siguiendo el programa cognitivo-
conductual de Carroll (1998), se ha diseñado un programa dividido en 8 fases. Las
dos primeras son de evaluación y las seis siguientes de intervención clínica. Han
sido un total de entre 12 y 16 sesiones individuales de frecuencia semanal y 60
minutos de duración.
Fases del programa

Fase 1 y 2

La primera y segunda fase del programa se destina a realizar una evaluación del
usuario, detallando la historia toxicológica, el Análisis funcional de la conducta
adictiva y posibles trastornos comórbidos mediante el pase de tests clínicos para
evaluar el estado de ánimo y tests de personalidad.
Fase 3

En la tercera fase nos centramos en que el paciente entienda cómo funciona la


adicción en su caso y le explicamos en qué estadio motivacional para el cambio se
encuentra basándonos en el modelo de Prochanska y Di Clemente (Gimeno Scrig,
2014).
Fase 4

La cuarta fase del programa suele coincidir con la culminación del primer mes de
tratamiento residencial, con lo que el periodo de aislamiento se ve cumplido y se
realiza la primera reunión familiar donde se reúnen la familia del usuario, los
terapeutas (psicólogo y educador social) y el individuo en cuestión.
Fase 5

En la quinta fase del tratamiento se trabaja el balance decisional que la persona


debe hacer para decantarse entre seguir consumiendo o mantenerse abstinente,
con el objetivo de que identifique las ventajas del consumo que está dispuesto a
sacrificar y las desventajas de la abstinencia que está dispuesto a asumir.
Fase 6

Durante la sexta fase del tratamiento se aborda el control de estímulos ayudándonos


del Análisis Funcional que hicimos anteriormente con el objetivo de prevenir un
posible craving en el futuro ya que, según diversos autores (Beck, Wright, Newman,
& Liese, 1999), este puede aparecer por distintas vías:

1. La respuesta a los síntomas de abstinencia;


2. A la falta de placer;
3. La Respuesta condicionada a las señales asociadas a la sustancia;
4. A los deseos hedónicos.

Fase 7

Una vez conocidos los caminos del craving, en la séptima fase del tratamiento se
enseña a aplicar de manera práctica las herramientas cognitivo-conductuales para
hacerle frente. En la primera parte de la sesión se expone la herramienta y se utiliza
para abordar ejercicios prácticos mediante el entrenamiento en imaginación. La
aplicación de estas cuatro herramientas denomina “protocolo de afrontamiento del
craving”.
Fase 8

La octava y última fase de la intervención se destina a identificar las decisiones


aparentemente irrelevantes y las conductas de aproximación que ponen el peligro
la abstinencia.
Resultados de la intervención en el Estudio de Casos de adicción a la
Cocaína
Una vez conocidos los datos de la historia toxicológica y la evaluación vamos a
centrarnos en cómo fue la intervención en cada uno de los sujetos. Además, puesto
que tenemos los datos de seguimiento tras el alta del programa, veremos quienes
han conseguido mantener los objetivos propuestos y quienes no, detallando las
causas que le han llevado a esta recaída.
Intervención 1.

En primer lugar, veremos la intervención del varón de 28 años. Dada la importancia


que tenía la gestión del enfado en su consumo tuvimos que trabajar habilidades
sociales orientadas a la resolución de conflictos. Aplicando estas técnicas la relación
con los otros miembros fue mejorando y se integró completamente en el grupo.
Además, la relación con sus padres mejoró notablemente, así como con su pareja.
Por otra parte, la intervención también se dirigió a mantener el control de estímulos
para evitar el craving. Para ello, se llevó a cabo un cambio en sus relaciones
sociales, sustituyendo su entorno social consumidor por amigos que también tenía
pero con los que había perdido la relación y no eran consumidores. Por último, dejó
de acudir al bar del pueblo ya que, cada vez que asistía, le ofrecían consumir. Con
todo este trabajo se consiguió mantener la abstinencia durante los 4 meses de
programa que realizó y, mediante el seguimiento que se llevó a cabo durante 4
meses más, sabemos que mantuvo estos objetivos.
Intervención 2.

En el caso de la mujer de 32 años, mediante el análisis funcional, que las situaciones


que le estimulaban las ganas de consumo eran: discusiones familiares, dejar una
relación sentimental y disponer de tiempo libre. Por otra parte, sentirse decaída, con
un bajo estado de ánimo, la ansiedad por el deseo de consumir y no tener nada que
hacer (aburrimiento) eran los estímulos emocionales que la llevaban al consumo. El
objetivo de la intervención fue dirigido a trabajar sus rasgos dependientes y se le
buscaron actividades alternativas de ocio que pudieran cubrir esa sensación de
aburrimiento. Conforme transcurrió el programa la relación con su madre, que se
había visto fuertemente deteriorada, fue recuperándose poco a poco.
Sin embargo, a los dos meses de su estancia en comunidad y tras lograr notorias
mejorías en sus relaciones familiares y laborales solicitó el alta voluntaria del centro,
por lo que no pudimos completar el programa terapéutico. A los tres meses del
abandono su madre se puso en contacto con nosotros para comunicarnos que Maite
había recaído, volviendo al patrón de consumo anterior a su ingreso. En este caso
podemos ver cómo el exceso de confianza, derivado de los cambios a corto plazo y
tan positivos que conlleva la abstinencia, hace caer a las personas con una adicción
en una fantasía de control sobre la sustancia y que, sin realizar un trabajo a largo
plazo en sus habilidades de afrontamiento, les hace volver al patrón de conducta
típico de la adicción ante cualquier contratiempo en sus vidas.
Intervención 3

Mediante el análisis funcional encontramos que, en el caso del varón de 36 años,


aquellas situaciones que le estimulan el deseo de consumir son: la disponibilidad de
dinero en metálico en el trabajo, discusiones con su jefe, acudir a la falla y juntarse
con otros consumidores y discusiones con sus padres. Además, el estrés laboral y
la ansiedad del deseo de consumo también son fuertes detonantes.
La intervención se llevó a cabo haciendo mucho hincapié en el control de estímulos
porque vimos que era lo que más peligroso en su caso. Se le propuso realizar un
cambio de amistades, sustituyendo a los amigos de la falla (la mayoría
consumidores) por padres de compañeros del colegio de su hija. Otro aspecto
fundamental fue el control de las cuentas por parte de sus familiares para evitar que
dispusiera de grandes cantidades de dinero. Las herramientas propuestas para el
protocolo del craving fueron especialmente útiles en el desarrollo del programa ya
que, en repetidas ocasiones, refirió experimentar un fuerte craving. La mayoría de
ellas se debieron al incumplimiento parcial del control de estímulos. Poco a poco fue
atribuyendo mayor importancia al control de estímulos y dejó de exponerse
deliberadamente a estas situaciones.
Además, gracias al mantenimiento de la abstinencia pudo retomar actividades que
había dejado de lado como correr, ir al gimnasio y leer. Todo este trabajo le
proporcionó consecuencias realmente reforzantes para él ya que después de
realizar un seguimiento de tres meses refirió que la relación con sus familiares había
mejorado mucho; gracias al control de cuentas había podido ahorrar y saldar sus
deudas; había adquirido una plena consciencia de su problema y que podía disfrutar
más de su hija.
Conclusión
Como vimos anteriormente, la cocaína es la segunda droga ilegal más consumida
en Europa y en España. Además, después del alcohol, es la que mayor número de
solicitudes de tratamiento tiene en nuestro país. Esto de debe su alto poder adictivo
y a la gran cantidad de consecuencias negativas que conlleva en el entorno social,
laboral y familiar de la persona que la consume con asiduidad. Mediante este estudio
de tres casos de adicción a la cocaína hemos visto cómo el desarrollo de un
programa de intervención centrado en el cambio de hábitos y la adquisición de
habilidades sociales puede, independientemente de los rasgos de personalidad y el
estado psicopatológico, reconducir la vida de una persona adicta.
Sin embargo, también hemos podido experimentar que cuando no se siguen los
consejos del equipo terapéutico ni se realiza un cambio de hábitos se corre el riesgo
de recaer en un corto periodo de tiempo. Por estos motivos, independientemente del
recurso que se utilice para llevar a cabo el tratamiento de la adicción, es conveniente
que la persona siga en todo momento los consejos de sus terapeutas y que vaya un
paso más de la simple desintoxicación, adquiriendo una serie de hábitos y
habilidades sociales que le permitan lograr y mantener la abstinencia.
Bibliografía:
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