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LA DECLARACIÓN EXPLÍCITA

Capítulo Séptimo
Introducción
La pregunta en la convivencia

• El interés por Jesús creció y se


manifestó con la pregunta: “¿Qué
hace para ser así?”, gracias a la
mayor sintonía y seguimiento a su
persona.

• La certeza moral aumenta si más se


comparte con la persona y se tiene
un cúmulo de indicios que se
multiplican.

• La bondad, la inteligencia, la
introspección, los prodigios y los
milagros de Jesús, son indicios que
dejan boquiabiertos y que provocan
la interrogante sobre Él.

La cuestión sobre la identidad

• Jesús pregunta sobre sí mismo a los


suyos: “¿Quién dice la gente que es
el hijo del hombre? ¿Quién dicen
ustedes que soy yo?” Es la cuestión
clave sobre su identidad.

• Simón responde: “Tú eres el


Cristo, el Hijo de Dios vivo”.

• La felicitación de Jesús al apóstol


remarca que no es una respuesta
fruto del esfuerzo imaginativo de la
inteligencia humana, sino una
revelación especial de Dios Padre
(cf. Mt 16, 13-19).

Respuesta gradual

• Todos intentan dar una


respuesta sobre la identidad de
Cristo.

• A la pregunta que le hacen,


“Tú quién eres”, Él responde
gradualmente, con cautela,
para no apagar la mecha
humeante (cf. Mt 12, 20). Ésa
es su pedagogía.

• Su respuesta era muy fuerte


para la mentalidad de la gente.

Pasos preparatorios a la revelación

• Jesús dio pasos introductivos


a su respuesta explícita:

• Se presenta como causa por


la que vale la pena jugarse la
vida y como fundamento de la
libertad.

• Asume gestos y prerrogativas


que la Biblia atribuye a Dios:
la autoría de la Ley, el poder
de perdonar los pecados y la
fuente de la ética.

Posturas frente a Cristo

• Al nal, Jesús declara abiertamente


que es Dios, pero sólo cuando hay
posturas decididas sobre Él.

• Si la libertad se cierra, todo lo que


suceda la cierra más. Si se abre,
se abre más ante lo acontecido.

• El que tenga, recibirá más y el


que no, se le quitará aun lo que
tiene (Mt 13, 12; 25, 29).

• Su declaración unirá más sus


amigos a Él y será pretexto para
ser eliminado por sus enemigos.
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El primer asomo
De una actitud implícita
Opiniones divididas sobre Jesús

• Existían opiniones divididas sobre


Jesús: unos veían su bondad y otros
lo acusaban de seducir a la gente.

• El pueblo no decía lo que se creía


de Él “por temor a los judíos”,
pues la autoridad teocrática lanzaba
amenazas y represalias (cf. Jn 9,
19-23. 34-35).

• Va decidido a Jerusalén y eso causa


reacciones en sus amigos. Pedro
lo reprende, pero Jesús le dice: “Tú
no piensas como Dios, sino como
los hombres” (Mt 16, 23; Mc 8, 33).

Revelación de la naturaleza divina

• Jesús ataca a los fariseos con respecto


a la interpretación de las Escrituras:
“¿De quién es hijo el Mesías?” Le
respondieron: “De David”.

• Sirviéndose de un Salmo, Jesús lanza


otra pregunta: “Entonces, ¿cómo
David le llama ‘Señor’ si es hijo
suyo?” (cf. Sal 110, 1).

• Nadie pudo responderle y, desde


aquel día, no le hicieron más
preguntas (cf. Mt 22, 41-46).

• Un inicio de respuesta explícita:


Jesús revela su naturaleza divina.

Un contenido
provocador
La verdad que hace libres

• Algunos judíos que escucharon a


Jesús creyeron en Él. Serían sus
“simpatizantes” (cf. Jn 8, 31).

• Jesús señala que la delidad a su


palabra hace discípulo que conoce
la verdad que hace libre.

• Lo dicho les hiere su orgullo


religioso y nacional, pues, pese a la
opresión política, se saben hijos de
Abraham. ¿Cómo su libertad puede
depender de Él?

• Luego, les revela que quien peca se


hace esclavo.

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Un anuncio de origen divino

• El esclavo no es parte de la familia, el


hijo sí. Y es el hijo quien lo toma y lo
hace entrar como libre en la casa.

• Jesús niega a los judíos su liación


abrahámica. Para ellos es un ataque
contra su delidad a Dios.

• Les declara su origen divino: “Si Dios


fuera su Padre, me amarían, porque
yo he salido y vengo de Dios... Él me
ha enviado” (Jn 8, 42).

• Señala que la liación de los judíos es


diabólica porque intentan matarlo.
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De simpatizantes a extraños

• Jesús habla y argumenta desde su


conciencia de plena unidad con Dios
(R. Schnackenburg, El evangelio según
San Juan).

• Sus simpatizantes se convierten en


extraños concordando con sus
enemigos que lo creían poseído por
un demonio (cf. Jn 8, 48).

• Pero Jesús sigue autorrevelándose.


Anuncia que guardar su palabra es no
morir (cf. Jn 8, 51). Dicha adhesión
supera el tiempo y la historia.

• La pregunta: “¿Quién te crees?”


denota que Él se equipara a Dios.

Prerrogativa divina

• Hay una equiparación a Dios, porque


Jesús ofrece librar de la muerte, que es
facultad o prerrogativa divina.

• Él anuncia su dependencia, gloria y


conocimiento del Padre (cf. Jn 8,
54-55). Muestra su intimidad con
Dios.

• Proclama que precede a Abraham


con la frase: “Yo soy”. Esto los irrita y
tratan de apedrearlo, pero sin éxito,
porque se les escapó (cf. Jn 8, 56-59).

“Yo soy” es parte del nombre con


que Dios se reveló a Moisés: “Yo
soy el que soy” (cf. Ex 3, 14).

Una dialéctica antigua y moderna

• La discusión que comenzó con


simpatía y curiosidad se transformó
en ruptura. De simpatizantes a
desertores y detractores.

• Con palabras claras, Jesús certi ca


que es superior a Abraham, pues
posee una preexistencia real en el
ser eterno y divino (Schnackenburg,
o.c.).

• Los fariseos, radicados en Abraham,


fatigan en creer a Jesús, como los
intelectuales de hoy, fundados en la
razón, fatigan también. Es la tensión
y dialéctica fe-cultura.

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La declaración
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La “peligrosidad” de Jesús

• Los signos y palabras de Jesús, que


presentan la urgencia y unicidad de su
anuncio, aumentan.

• Los jefes religiosos decretan su


peligrosidad. Para ellos, Él no reúne
los “rasgos” del Mesías esperado:

• Arremete contra ellos, Maestros de la


Ley, desvía de la tradición con
enseñanzas sospechosas llamando la
atención de los romanos.

• Lo atrapan y llevan al Sanedrín para


juzgarlo. Pero, por su situación de ser
provincia romana, la pena capital era
reservada al gobernador de Roma.

Filiación divina

• Ante el Sanedrín se dieron muchas


acusaciones con testigos falsos que se
contradecían.

• Se le acusó de pretender destruir el


Santuario por una tergiversación de
la metáfora que Él utilizó sobre sí
mismo (cf. Jn 2, 13-22).

• El sumo sacerdote, para obtener


formalmente algo, le dice: “Te conjuro
por Dios vivo, dinos si eres el Cristo, el
Hijo de Dios”.

• Jesús le responde: “Sí, tú lo has dicho”.


El Consejo, por la blasfemia, lo declara
reo de muerte (Mt 26, 63-66).

Mesías e Hijo de Dios

• Jesús en su respuesta anuncia ser el


Mesías (cf. Sal 110, 1; Dn 7, 13-14). A
la vez a rma su liación divina.

• La objeción moderna dice que Jesús


se proclamó Hijo de Dios y no Dios,
sin embargo el gesto del Sanedrín
contradice dicha postura.

• Para las autoridades religiosas de ese


entonces la frase de Jesús era una
identi cación con lo divino que
justi caba la acusación de blasfemia.

• De los pseudo mesías que surgieron,


ninguno fue acusado de blasfemo.
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Etimología de “Mesías”

• “Mesías” proviene del hebreo ‫ָמשִׁי ַח‬


(mashíaj, “ungido”), del verbo ‫למשוח‬
(mašáḥ “ungir”). Se refería a un rey
davídico que iba a liberar a los
judíos del dominio extranjero y
restablecer la época de oro de Israel.

• En Israel eran ungidos, cuando se


les nombraba, los sacerdotes,
profetas y reyes.

• Su equivalente griego es χριστός


(khristós “ungido”), derivación de
χρίσμα (khrísma “unción”). Pasó al
castellano con la forma “Cristo”.

Tiempos mesiánicos

• Según la escatología judía, la venida


del Mesías vendrá con eventos aún
no ocurridos como: el regreso de los
judíos a la Tierra Prometida, la
reconstrucción del Templo, la era de
paz y del conocimiento de Dios
sobre la tierra (cf. Is 11, 1-16).

• La esperanza mesiánica no era eje


central del judaísmo. Pero ella tuvo
auge en el exilio babilónico.

• Maimónides, teólogo judío en la Edad


Media, creía rmemente en la
llegada del Mesías y prometía
esperarlo siempre.
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Condena a muerte por blasfemia

• Si alguien hubiese sido el Mesías,


habría obtenido resultados. Ésa
era una regla simple para veri car
la veracidad de tal pretensión.

• La condena a muerte de Jesús por


el Sanedrín fue, sin duda alguna,
por blasfemia; eso se subrayó
ante Pilato: “se tiene por Hijo de
Dios” (Jn 19, 7b).

• Pero también se le dijo que


pretendía ser el “rey de los judíos”
para provocar al representante
del imperio romano.

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La discreción de
la libertad
Corazones al descubierto

• El anciano Simeón en el templo tomó


al niño Jesús en brazos y proclamó que
Él iba a ser un “signo de contradicción”
por el que quedarían descubiertas las
intenciones de los corazones, (cf. Lc
2, 34-35).

• Es decir, que revelaría si se está


cerrado o abierto al misterio del ser.

• El problema cristiano se plantea así: o


se está ante una locura o aquel hombre
es Dios realmente.

• El problema de la divinidad de Cristo


se reduce a una alternativa en la que
cuenta la libertad.

Posición primordial ante Cristo

• La libertad no implica
opciones clamorosas, es más
bien lo más discreto que
hay.

• Ante el problema Jesucristo


se produce la consecuencia
de la posición primordial
de cada uno.

• Esto se da en la conciencia
frente a la totalidad de los
seres y del Ser.

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