por la incidencia de la luz, por lo intacto del momento.
Momento de luz blanca dorada iluminando el valle,
en que un hombre llamado Jesús, hijo del hombre, nacido de sangre sacerdotal y preparado por las edades y los reinos, marcó sus huellas en el vado del Jordán, sumergiéndose en el.
El Testigo de La Luz, su primo de sangre y precursor,
lo reconoció al instante, bastando que alzara sus manos húmedas para que se conjuraran Los Cielos y en El Cáliz Humano se consuma el descenso del Verbo Cósmico.
Fue metáfora de creación eterna
manifestada en la Tierra, fue el Verbo Solar hecho carne en Jesús, que comenzaba a habitar entre nosotros.