Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Agustín”
Licenciatura:
Lic. En Criminalística
Asignatura:
Medios de identificación
PRIMER SEMESTRE
Tarea:
“Biografías”
Alumno:
Este mismo año fue nombrado jefe de la oficina de identificación de la Prefectura del
Sena, de la policía de París. Desde ese puesto pudo aplicar con gran éxito su sistema
(ningún error en los primeros 700 reconocimientos), que perfeccionó añadiendo señas
particulares y fotografías. No obstante, el sistema fue criticado por otros criminalistas
contemporáneos, como Francis Galton.
Sin embargo, aunque su eficacia era alta, el sistema presentaba inconvenientes: por una
parte, requería numerosas tarjetas de datos con los resultados de las mediciones y
observaciones, y era por tanto de incómodo manejo; por otra, el sistema necesitaba
expertos en mediciones, que había que preocuparse de formar: de hecho, se llegaron a
crear escuelas de antropometría para instruirlos, bien fueran policías o bien funcionarios
de prisión.
Su fiabilidad no era absoluta, pues estaba sujeta a errores humanos: así ocurrió en la
Penitenciaría Federal de Leavenworth (Estados Unidos) en 1903, cuando al fichar al
recién ingresado Will West se le identificó con otro preso, de nombre y aspecto (y por
tanto, de mediciones) casi idénticos, William West; un examen más detenido y el empleo
del sistema de huellas dactilares demostró que eran dos personas distintas. El caso fue
muy significativo porque puso de relieve las carencias del bertillonaje y señaló las virtudes
del sistema de huellas dactilares; no obstante, el bertillonaje fue todavía utilizado por
algunas agencias criminalistas hasta los años 30, muestra de su gran utilidad a falta de un
sistema mejor.
Juan Vucetich
Nació hace más de un siglo en Croacia, en 1858, y a los 26 años se mudó a Sudamérica,
donde se nacionalizó como argentino. Allí ingresó en el Departamento Central de la
Policía de Buenos Aires y se convirtió en la primera persona en tomarse en serio los
dibujos en relieve que todos tenemos en las yemas de los dedos. Vucetich no fue el
creador de la dactiloscopia, pero sí quién profundizara los estudios y los hiciera
universalizar. Ya los antiguos babilonios y persas, muchos siglos atrás, utilizaban las
huellas dactilares para identificar a los autores de los registros de arcilla. En la misma
época en que Vucetich desarrollaba el tema en la policía bonaerense el francés Alphonse
Bertillon y el inglés Francis Galton trabajaban sobre la identificación de personas en base
a ciertas características únicas de sus cuerpos.
Vucetich, a sus 33 años, logró identificar 101 rasgos, que separó en cuatro grupos: arcos,
presillas internas y externas y verticiclos. A ese sistema lo llamó Icnofalangométrico y
comenzó a aplicarse con las huellas dactilares de 23 procesados el 1 de septiembre de
1891 y luego siguió con todos los detenidos en la cárcel de La Plata. Al año siguiente fue
el turno de todos los aspirantes a agentes de policía. A partir de su método comprobó que
80 tenían antecedentes y había otros que se escondían bajo otra identidad.
En 1892 Quequén se vio conmocionado con el horrible crimen de Felisa y Ponciano, dos
criaturas de 4 y 6 años que habían sido degollados. Su mamá Francisca Rojas tenía una
herida superficial en su cuello y se había empecinado en acusar a un hombre quien juró
su inocencia aun cuando fue violentamente interrogado por la policía. Fue el comisario
inspector Eduardo Alvarez quien cortó dos pedazos de una puerta que tenía manchas de
sangre y se las envió a Vucetich. Este, aplicando su método, comprobó la culpabilidad de
la mujer, quien finalmente confesó que prefirió matar a sus hijos antes que entregárselos
a su marido, de quien estaba separada.
Mientras tanto, Vucetich trabajaba sin parar. Tomaba muestras de los presos y cuando
obtuvo algo más de 3600 registros, la policía terminó adoptando su método en 1894.
Para 1903 ya se disponían de 600 mil fichas y desde comienzos del siglo veinte las
huellas dactilares comenzaron a aparecer en los documentos personales. Y con el
servicio militar obligatorio, cada hombre que se incorporaba se le tomaba el registro
correspondiente.
La fama que tuvo en el país no tiene comparación con la que se había hecho en el
exterior, donde alababan la exactitud de su método. Estuvo en Europa, Asia y Estados
Unidos en una larga recorrida, costeada de su bolsillo, para hacer demostraciones de sus
investigaciones. Hasta el fisco lo aplicó en el Congo Belga, donde sus habitantes hacían
lo imposible por no pagar impuestos: cambiaban de nombre y hasta adoptaban la
identidad de otro. El método de Vucetich fue útil para subir la recaudación.
Desanimado, se fue a vivir a Dolores, a la casa de su suegro Pedro Flores. Sus años de
investigaciones junto a documentos, objetos y libros los donó a la Universidad Nacional de
La Plata. Tenía 66 años cuando murió de cáncer y tuberculosis. “La decepción que
amargó los últimos años de su vida a causa de la campaña insidiosa de la que fue
víctima”, alguien escribió.
Franz Gall, fallecido en París en 1828. Fue un anatomista y fisiólogo alemán que dio
origen a la frenología, un conjunto de saberes que nunca pudo obtener el sello de ciencia,
sino que, hasta hoy día, es considerado una pseudociencia o posición incorrecta respecto
a las funciones verdaderas del cerebro. Por medio de la frenología, Franz Gall pretendía
hacer predicciones sobre la personalidad de los individuos, su comportamiento e intelecto,
estudiando solo la forma de su cerebro.
En 1796 Gall comenzó a dar charlas en torno a su hipótesis de que el tamaño y la forma
de las distintas áreas del cerebro se pueden determinar inspeccionando el cráneo, y que
esta información revela la personalidad y las aptitudes intelectuales. Su colaborador
Johann Gaspar Spurzheim dio a la disciplina el nombre de “frenología”, aunque Gall la
consideraba neuroanatomía.
A grandes rasgos, Franz Joseph Gall afirmaba que a cada área cerebral le corresponde
una determinada función mental, y que se puede estudiar la asociación entre anatomía y
comportamiento a través del análisis de la forma de la parte del cráneo que cubre unas u
otras regiones del cerebro.
De forma más particular, el método de Gall y sus seguidores consistía en examinar las
irregularidades, las protuberancias y las hendiduras de la parte externa del cráneo
utilizando sus dedos, además de instrumentos como cintas métricas y el célebre
craneómetro, un calibrador creado específicamente para evaluar la morfología del cráneo.
La frenología fue popular durante la primera mitad del siglo XIX. Las ideas de Gall se
expandieron por Europa desde su núcleo en Edimburgo, y desde el viejo continente
llegaron a América y a África al coincidir en el tiempo con la colonización y la conquista de
estos territorios por parte de los países europeos.
No obstante, y a pesar de que Gall inspiró a un gran número de discípulos y de teóricos y
de que sigue influyendo de forma puntual determinados planteamientos en la actualidad,
la fuerte oposición de la comunidad científica a la frenología hizo que esta pseudociencia
quedara desacreditada unos 40 años después de que Gall empezara a propagar sus
hipótesis.
Por otra parte, el trabajo neuroanatómico de Gall favoreció el progreso de las técnicas de
disección debido a que contribuyó a la popularización del método de separar las fibras del
cerebro una a una en lugar de cortar porciones de tejido de forma arbitraria. También
inspiró las inquietantes hipótesis de Cesare Lombroso sobre la influencia de la anatomía
en la criminalidad.
Eugene Francois Vidocq
Eugene-François Vidocq, vivió sus primeros años como desertor y ladrón en los tiempos
de la Revolución Francesa. Decidió colaborar con la policía y fue el primer investigador
moderno. Una vida plagada de aventuras que derivó en material literario.
Cuando estalló la guerra con Austria, Vidocq participó de la batalla de Valmy. A fines de
1792 lo ascendieron a cabo, y allí comenzaron sus problemas. Desafió a duelo a un oficial
superior, que se negó. Entonces, el cabo Vidocq lo golpeó y huyó ante el riesgo de una
condena a muerte.
Un año más tarde fracasó en un intento de fuga, pero pudo huir en febrero de 1798,
cuando lo trasladaban a Brest. Vidocq regresó a Arras, donde había muerto su padre.
Cuando lo reconocieron, se hizo pasar por austríaco, Pero su pasado lo perseguía: lo
arrestaron y supo que había sido condenado a muerte en ausencia. Apeló y pasó cinco
meses en prisión, mientras la viuda lo abandonaba y reaparecía Anne Marie, su esposa,
para pedirle el divorcio. Se escapó en noviembre de 1805.
El 1º de julio de 1809, Vidocq volvió a prisión. En ese momento cambió su vida. Decidió
convertirse en informante de la policía. Cuatro días antes de cumplir 34 años fue enviado
a la prisión de Bicêtre. A los tres meses ya estaba en la cárcel de La Force. En ambos
penales recabó información sobre identidades falsas de los presos y crímenes sin
resolver. Su pareja, Annette, era el enlace con la policía.
A instancia del jefe de policía de París, Vidocq fue liberado en marzo de 1811. Se fraguó
una fuga para evitar sospechas entre los presos. En la calle actuó como espía, bajo el
disfraz de un convicto que se había escapado. Pudo conocer de primera mano los robos
que se planeaban e identificar a quienes los cometían. Cuando despertaba sospechas,
cambiaba de identidad.
Cuatro años más tarde, la policía lo arrestó por una investigación en un caso de desfalco.
Le cuestionaron sus prácticas y se ventilaron los casos de su agencia. Sus finanzas
habían quedado dañadas y ni siquiera halló un comprador para la agencia, pero poco
después de enviudar, volvió a la acción. Cayó el rey Luis Felipe y Vidocq ofreció sus
servicios al nuevo gobierno. Pasó a vigilar a opositores, como Luis Bonaparte, el sobrino
de Napoleón, que se convirtió en presidente de la Segunda República y desistió de contar
con Vidocq.
El novelista Alexandre Dumas dejó el registro de un caso que muestra cómo Vidocq fue
un precursor en materia de balística. En 1822 el detective pudo resolver un caso de
homicidio con arma de fuego a la esposa de un conde, comparando las armas del conde y
del amante de la esposa pudo halló al culpable. Eugène-François Vidocq, padre de la
criminalística moderna, que sentó las bases de la investigación detectivesca, sobrevivió a
un ataque de cólera en 1854 y murió el 11 de mayo de 1857.
Bibliografia
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bertillon.htm
https://marcelobonelli.cienradios.com/quien-fue-juan-vucetich-clave-en-el-diseno-del-
sistema-de-identificacion-de-huellas-dactilares/
https://www.infobae.com/sociedad/2021/09/01/vucetich-y-las-huellas-dactilares-el-hombre-
bueno-y-cordial-que-revoluciono-el-sistema-de-identificacion-de-las-personas/
#:~:text=Vucetich%2C%20a%20sus%2033%20a%C3%B1os,1%20de%20septiembre
%20de%201891.
https://www.psicoactiva.com/biografias/franz-gall/
https://psicologiaymente.com/biografias/franz-joseph-gall
https://www.pagina12.com.ar/387995-monsieur-vidocq-el-curioso-delincuente-que-se-
convirtio-en-e