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POLICIA NACIONAL DEL PERÚ

DIRECCION DE EDUCACION Y DOCTRINA POLICIAL

ESCUELA DE CAPACITACION Y ESPECIALIZACION


POLICIAL
ESCUELA NACIONAL DE FORMACION PROFESIONAL POLICIAL
“PUENTE PIEDRA”

TRABAJO APLICATIVO GRUPAL


UNIDAD DIDACTICA:
TEMA:
DOCENTE:
INTEGRANTES:

N° DE NOTAS
ORDEN APELLIDO Y NOMBRE
ELAB. SUST. PROM.

2022
INDICE

DEDICATORIA.................................................................................3

INTRODUCCIÓN..............................................................................4

ACCIONAR VIOLENTO....................................................................5

AGITACION Y PROPAGANDA ARMADA....................................6

EL CONTEXTO DEL CONFLICTO................................................7

SABOTAJE Y ANIQUILAMIENTO..............................................10

PASOS DE UNA ACCIÓN TERRORISTA...................................12

DEFENSIVA ESTRATÉGICA:.....................................................13

EQUILIBRIO ESTRATÉGICO:.....................................................13

OFENSIVA ESTRATÉGICA:.......................................................13

RECOMENDACIONES...................................................................16

CONCLUSIÓN................................................................................17

BIBLIOGRAFÍA..............................................................................18

ANEXOS 1......................................................................................19

ANEXOS 2......................................................................................20
DEDICATORIA
A mi catedrático, quien se ha tomado el arduo
trabajo de trasmitirme sus diversos
conocimientos, especialmente del campo y de
los temas que correspondan a mi profesión
policial. Pero además de eso, ha sido él quien
ha sabido encaminarme por el camino
correcto, y quien me ha ofrecido sabios
conocimientos para lograr mis metas y lo que
me proponga.
INTRODUCCIÓN
El Orden Público es la situación de normal funcionamiento de las instituciones
públicas y privadas, en las que las autoridades ejercen sus atribuciones propias
y las personas ejercen pacíficamente sus derechos y libertades. Está
estrechamente relacionado con el concepto de legitimidad en el ejercicio del
poder político y el de consenso social. El Orden Público se altera por diversas
situaciones, tales como reuniones, protestas públicas, marchas, huelgas,
mítines, disturbios civiles, así como manifestaciones de carácter social y
religiosas, competencias deportivas, desastres naturales, incendios, apoyo a
unidades policiales en el ejercicio de sus funciones específicas, apoyo en el
cumplimiento de resoluciones emitidas por los órganos jurisdiccionales,
municipales y de otros poderes del Estado. A la Policía Nacional del Perú,
como Institución tutelar del Estado, por mandato constitucional y legal le
corresponde el mantenimiento y restablecimiento del orden público y la
seguridad pública en todo el territorio nacional. El desarrollo efectivo de esta
responsabilidad, es más difícil cuando las circunstancias relacionadas con el
evento, en un principio pacífico se vuelven violentos y/o desencadenan incluso
en disturbios civiles. Para el cumplimiento de la misión asignada, la Policía
Nacional del Perú, cuenta con unidades especializadas orientadas a la
prevención y restablecimiento del Orden Público, los mismos que dentro del
marco de respeto irrestricto a los Derechos Humanos, han diseñado diferentes
procedimientos, considerados actos reguladores que forman parte del
procedimiento táctico policial que se observará en este manual. Para
controlarlos eficazmente la Policía Nacional del Perú deberá tener
conocimientos y aptitudes especiales, así como una sólida disciplina táctica,
preparación estructurada y organizada. El manual considera que las
intervenciones policiales en el Mantenimiento y Restablecimiento del Orden
Público, responde a un nivel de amenaza por el presunto infractor de la ley
debiendo tener una respuesta adecuada sobre el uso progresivo y diferenciado
de la fuerza o medios de policía. El presente manual, es una guía que
contribuye para que los jefes Operativos y/o quienes comandan las
operaciones tomen las decisiones acertadas en el momento y circunstancias
adecuadas, observando un patrón común que permita enfrentar las diversas
situaciones de alteración del Orden Público que se presenten.
ACCIONAR
VIOLENTO
La prevención es una
de las claves para
combatir la violencia de
género. Para prevenir la
comisión de actos
violentos contra la
mujer, es preciso
educar a los jóvenes y a
la población en general
en la igualdad,
realizando campañas de sensibilización de la población, cuyo objetivo principal
sea reducir el número de casos de violencia en el futuro. Los servicios y
unidades policiales colaborarán y cooperarán estrechamente con todas las
instituciones, especialmente con las educativas y asistenciales, en dichas
campañas generales y en las actuaciones específicas de sensibilización
general y de formación de los jóvenes. Las unidades policiales pondrán en
marcha medidas preventivas y de detección temprana de los casos de violencia
de género, dirigidas a reducir este tipo de violencia, asi como a evitar las
posibles reincidencias de actos violentos cometidos por los agresores. Las
medidas deben dirigirse a minimizar las consecuencias de los casos ya
manifestados, así como a reducir las secuelas que conllevan los actos violentos
sobre la víctima vas y evitar las posibles reincidencias. Los miembros de las
unidades policiales especializadas deben conocer y estar en condiciones de
identificar las causas que provocan la violencia contra la mujer, para así poder
determinar cuáles son los factores de vulnerabilidad que puedan incidir sobre la
seguridad y la calidad de vida de las víctimas y de los menores que vivan en
este contexto de violencia. Una vez identificado un hecho de violencia de
género, los servicios policiales deben estar en condiciones de realizar una
intervención inmediata para minimizar el daño a la mujer y, en su caso, a los
niños o personas que de ella dependan, previniendo de este modo la
ampliación o la continuación de la conducta del agresor. Los servicios policiales
deben tener en cuenta las circunstancias de las mujeres que se encuentran en
situación de especial dificultad (inmigrantes, con discapacidades físicas o
psíquicas, de zonas rurales o en situación de exclusión social). Por último, y
como medida preventiva también sobre estas conductas, es importante reforzar
la lucha contra la inmigración ilegal con fines de explotación sexual.

Dada la gran movilidad de la población en el ámbito de la UE, es necesario


conseguir la coordinación y el efectivo transvase de información dentro de cada
Estado, y entre los distintos países, para la protección a las víctimas. La
cooperación entre las diferentes instituciones de cada Estado miembro de la
UE, compartiendo bases de datos policiales, penales, penitenciarias y
asistenciales, permitirá aunar esfuerzos para la optimización de los recursos
humanos y materiales intervinientes en materia de violencia de género. Para
ello es conveniente establecer protocolos de comunicación y actuación
conjunta policial entre los distintos Estados de la Unión, de modo que en esta
materia también se contribuya, de manera efectiva, en el establecimiento de un
auténtico espacio de libertad, seguridad y justicia, que garantice el derecho a
circular y residir libremente en los Estados miembros.

Es de primordial importancia la realización de conferencias internacionales


donde expertos policiales y de otros ámbitos e instituciones de los diferentes
países de la Unión expongan y compartan sus experiencias, con el fin de
conocer los problemas específicos asociados a la prevención y protección en
materia de violencia de género. En este aspecto, y para promocionar el
conocimiento, el intercambio y la difusión de buenas prácticas policiales, se
debe continuar con la financiación de programas europeos específicos, tal
como el establecido por decisión conjunta Nº 779/2007 del Parlamento europeo
y el Consejo para prevenir y combatir la violencia contra los niños, los jóvenes y
las mujeres y proteger a las víctimas y grupos en riesgo.

AGITACION Y PROPAGANDA ARMADA


El conflicto armado interno vivido por el Perú entre 1980 y el 2000 ha sido el de
mayor duración, el de impacto más extenso sobre el territorio nacional y el de
más elevados costos humanos y económicos de toda nuestra historia
republicana. El número de muertes que ocasionó este enfrentamiento supera
ampliamente las cifras de pérdidas humanas sufridas en la guerra de la
independencia y la guerra con Chile -los mayores conflictos en que se ha visto
comprometida la nación. Si bien la CVR ha recibido reportes de 23,969
peruanos muertos o desaparecidos, los cálculos y las estimaciones estadísticas
realizadas nos permiten afirmar que la cifra total de víctimas fatales del
conflicto armado
interno superaría
en 2.9 veces esa
cantidad.
Aplicando una
metodología
llamada
Estimación de
Múltiples
Sistemas, la CVR
ha estimado que el
número total de
peruanos que
pudieron haber muerto en el conflicto armado interno es de 69,280 personas. 1
con esta metodología estadística, la CVR ha estimado que 26,259 personas
murieron o desaparecieron a consecuencia del conflicto armado interno en el
departamento de Ayacucho entre 1980 y 2000. Si la proporción de víctimas
estimadas para Ayacucho respecto de su población en 1993 fuese la misma en
todo el país, el conflicto armado interno habría causado cerca de 1.2 millones
de víctimas fatales en todo el Perú, de las cuales aproximadamente 340,000
habrían ocurrido en la ciudad de Lima Metropolitana, el equivalente a la
proyección al año 2000 de la población total de los distritos limeños de San
Isidro, Miraflores, San Borja y La Molina. Así, conjuntamente con las brechas
socioeconómicas, el proceso de violencia puso de manifiesto la gravedad de
las desigualdades de índole étnico-cultural que aún prevalecen en el país. Y es
que la violencia impactó desigualmente distintos espacios geográficos y
diferentes estratos de la población. Una tragedia humana de estas
proporciones puede resultar inverosímil, pero es la que sufrieron las
poblaciones del Perú rural, andino y selvático, quechua y asháninka,
campesino, pobre y poco educado, sin que el resto del país la sintiera y
asumiera como propia.

EL CONTEXTO DEL CONFLICTO


La causa inmediata y fundamental del desencadenamiento del conflicto armado
interno fue la decisión del PCP-SL de iniciar una guerra popular contra el
Estado peruano . En nuestro país no se repite el esquema clásico
latinoamericano de agentes del Estado como perpetradores casi exclusivos
enfrentados a grupos subversivos con un uso restringido de la violencia y,
sobre todo, a civiles desarmados. Por un lado, la violencia armada en contra de
la población civil la inicia el principal grupo subversivo, el PCP Sendero
Luminoso, utilizando de manera sistemática y masiva métodos de extrema
violencia y terror sin guardar respeto a normas básicas sobre la guerra y los
derechos humanos. Por otro lado, dicha violencia subversiva estuvo dirigida
contra los representantes y partidarios del «antiguo orden» en las áreas
iniciales del conflicto armado (Ayacucho, Apurímac) por lo que la mayor parte
de víctimas de las acciones senderistas estuvieron entre campesinos o
pequeñas autoridades locales y no entre miembros de las elites políticas o
económicas del país. Desde entonces fue responsable del uso sistemático y
masivo de métodos de extrema violencia y terror sin guardar respeto por las
normas básicas sobre la guerra y los derechos humanos, hasta llegar a
acumular el 53.68% de los muertos y desaparecidos reportados a la CVR,
convirtiéndose así en el primer perpetrador. Frente a la guerra desatada por el
PCP-SL, el Estado tuvo el derecho y el deber de defenderse, siempre
garantizando la defensa y vigencia de los derechos fundamentales de sus
ciudadanos. Sin embargo, la Comisión constata que, paradójicamente, las
etapas más duras del conflicto en lo que a violaciones de los derechos
humanos se refiere, transcurrieron en democracia. El mayor número de
víctimas, muertes y desapariciones forzadas, incluyendo los tres picos de 1984,
1989 y 1990, ocurrieron cuando el país tenía gobiernos democráticos, surgidos
de elecciones libres, sin exclusión de partidos ni fraudes electorales, por lo
menos antes del autogolpe del 5 de abril de 1992. Asimismo, entre 1980 y
1990, se dio una de las etapas con mayor número de procesos electorales
democráticos a nivel nacional, regional y municipal de toda la historia
republicana, con la excepción puntual de las áreas directamente afectadas por
la violencia que atravesaron por circunstancias particulares. El Estado no tuvo
capacidad para contener el avance de la subversión armada, que se expandió
en unos años a casi todo el país. los gobernantes aceptaron la militarización
del conflicto abandonando sus fueros y prerrogativas para dejar la conducción
de la lucha contrasubversiva en manos de las Fuerzas Armadas (FFAA). En
relación a este punto, los gobiernos elaboraron hipótesis equivocadas sobre las
organizaciones subversivas y procedieron a dar una respuesta
fundamentalmente militar que terminó por agravar el conflicto, propiciando su
escalada tal como el PCP-SL buscaba. Si bien, dada la gravedad de los
hechos, era inevitable que el Estado utilizara a sus fuerzas armadas para
hacerle frente, declarando además los estados de excepción, los gobiernos lo
hicieron sin tomar las previsiones del caso para impedir atropellos a los
derechos fundamentales de la población. Peor aún, a la abdicación de la
autoridad civil en la conducción de la respuesta estatal contrasubversiva se
sumó la desatención a las denuncias de violación de los derechos humanos e
incluso, en varios casos, la garantía de impunidad que se facilitó a los
responsables de las mismas. Según los casos reportados a la CVR, los
agentes del Estado, Comités de Autodefensa y paramilitares son responsables
del 37.26% de muertos y desaparecidos. De estos, especialmente miembros de
las fuerzas armadas escalaron la violencia iniciada por el PCP-SL, resultandos
responsables del 28.73% de muertos y desaparecidos reportados a la CVR. Si
bien en nuestro país no se repite el esquema clásico latinoamericano, ello no
exime la responsabilidad por la acumulación de graves denuncias sobre sus
agentes que, incluso investigadas, no fueron sancionadas. En efecto, otra de
las peculiaridades del conflicto armado interno es que hubo importante
información, denuncias e investigación sobre los hechos de violencia y las
violaciones a los derechos humanos. A diferencia de lo acontecido en otros
lugares, el país contó con una cobertura amplia de los hechos y con libertad de
prensa hasta para las organizaciones subversivas. En las áreas de conflicto,
sin embargo, hubo hostigamiento a la prensa y hasta asesinatos de periodistas.
Por su parte, las organizaciones defensoras de los derechos humanos
realizaron numerosas denuncias específicas y acopiaron información sobre la
guerra interna. Hubo, también, investigaciones periodísticas, parlamentarias y,
en menor medida, judiciales que lamentablemente tuvieron poco éxito en
cuanto a la sanción efectiva de los responsables. Sin embargo, la Comisión
constata, con sus resultados, que hubo también un sesgo en el recojo de dicha
información y realización de investigaciones y denuncias, pues no se hizo el
mismo esfuerzo por recoger denuncias que apuntaban a la responsabilidad de
los grupos subversivos. Debido a ello, estimaciones realizadas anteriormente
por otras instituciones, oficiales o particulares, situaban la responsabilidad del
PCP-SL en menos del 10% mientras elevaban las atribuidas a los agentes del
Estado a más del 80%. A pesar de esta constatación, la Comisión no puede
dejar de señalar que la respuesta de los organismos del Estado a la violencia
subversiva alcanzó también márgenes extremos que rompieron con un patrón
singular de las FFAA peruanas. Durante la dictadura que dirigieron entre 1968-
1980, años sombríos para los derechos humanos en América Latina, los
militares peruanos registraron pocas violaciones de este tipo, toleraron la
existencia de organizaciones y de propaganda izquierdista y, más aún,
cumplieron ellos mismos reformas reclamadas tradicionalmente por las
izquierdas. Si bien en los últimos años de la década del setenta, el gobierno
militar endureció sus acciones contra las fuerzas de izquierda mediante la
severa represión policial de las protestas sociales y el incremento de las
deportaciones de opositores, quedó lejos del nivel de violencia desplegado a
partir de 1983, cuando ingresaron al combate directo contra Sendero
Luminoso.

SABOTAJE Y ANIQUILAMIENTO
El Partido Comunista del Perú, conocido como Sendero Luminoso (PCP-SL),
es una organización subversiva y terrorista, que en mayo de 1980
desencadenó un conflicto armado contra el Estado y la sociedad peruana. La
CVR ha constatado que, a lo largo de ese conflicto, el más violento de la
historia de la República, el PCP-SL cometió gravísimos crímenes que
constituyen delitos de lesa humanidad y fue responsable del 54% de víctimas
fatales reportadas a la CVR. En base a los cálculos realizados, la CVR estima
que la cifra total de víctimas fatales provocadas por el PCP-SL asciende a
31,331 personas 1 . Siempre fueron pocos. Quisieron ser pocos. Eran cinco
militantes en todo el país y doce en Ayacucho en el momento en que la fracción
dirigida por Abimael Guzmán, líder máximo del PCPSL, decidió afirmar su
camino propio en 1970; 520 entre militantes del partido y simpatizantes más
cercanos al momento de iniciar el conflicto armado en 1980; alrededor de 2,700
hacia 1990 (véase el apéndice 1), cuando éste alcanzaba su mayor extensión e
intensidad. Que siendo pocos y mal armados hayan causado tantas víctimas
fatales, asesinadas frecuentemente con extrema sevicia, nos habla de su
ferocidad excepcional. Al mismo tiempo, que siendo tan pocos hayan logrado
persistir tantos años y se hayan convertido en un factor decisivo en la crisis de
la democracia peruana en 1992, nos dice mucho de las profundas fallas
históricas sobre las que se asienta el Estado peruano, como también de
responsabilidades concretas de los gobiernos, de la clase política, de las
fuerzas del orden y de la sociedad civil, que debieron enfrentar el desafío
senderista. Más aún si en ese enfrentamiento se produjeron masivas
violaciones a los derechos humanos por parte de agentes del Estado y un
grave deterioro de nuestras instituciones democráticas, que desembocó en el
golpe de Estado de abril de
1992 y el gobierno
autoritario y corrupto de
Alberto Fujimori y Vladimiro
Montesinos. El presente
capítulo narra brevemente
los orígenes del PCP-SL,
describe su organización y
el desarrollo de su llamada
«guerra popular», desde mayo de 1980 en Ayacucho hasta la caída de su líder
máximo y la mayoría de su dirección nacional en 1992; la solicitud de acuerdo
de paz de 1993 y su actual postura de «solución política a los problemas de la
guerra Sendero Luminoso es el resultado de una larga depuración dogmática,
vanguardista (sectaria) y violenta, que tiene sus raíces en el marxismo-
leninismo. Desde muy temprano, el marxismo se prestó a diferentes
interpretaciones. Si seguimos la pista de las interpretaciones más «duras»,
encontraremos los antecedentes de SL, que aparecen por lo demás en la
definición misma de esa organización como «marxista-leninista-maoísta». De
Lenin toman la tesis de la construcción de «un partido de cuadros, selectos y
secretos», una vanguardia organizada que impone por la vía de las armas la
«dictadura del proletariado». De Stalin, figura menor dentro de los «hitos
históricos» que reconoce SL, heredan sin embargo la sistematización
simplificada del marxismo como «materialismo dialéctico» y «materialismo
histórico»2 . Además, la tesis del partido único y el culto a la personalidad. De
Mao Zedong, recogen la forma que la conquista del poder tomaría en los
países denominados semipedales: una «guerra popular prolongada del campo
a la ciudad»3 . Pero tanto o más que la caracterización de la revolución en
países agrarios atrasados, el PCP-SL toma de Mao: La inevitabilidad de la
violencia para alcanzar el socialismo En 1956, tres años después de la muerte
de Stalin, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) realizó un
histórico XX Congreso, en el cual criticó el culto a la personalidad desarrollado
en los años anteriores y comenzó un viraje que poco después se concretó en la
tesis de la coexistencia pacífica, competencia pacífica y posibilidades de
tránsito pacífico al socialismo.

PASOS DE UNA ACCIÓN TERRORISTA


Mientras los militares ingresaban a Ayacucho, la DICOTE proseguía sus
labores normales en Lima sin estar ajena a los conflictos interinstitucionales.
Una vez más, el cambio anual de oficiales determinaría modificaciones en la
situación de esta unidad policial. En enero de 1983, la dirección de la PIP sería
asumida por el general Rodolfo Ballesteros. Ballesteros conocía ya de la
reputación que la DICOTE había ganado en el año previo y que se había
traducido en réditos para el director de la DIRSEG, Guillermo Revalora. Éste
«se había transformado en el único mensajero de buenas nuevas con que
contaba el gobierno y tanto José Gagliardi [ministro del Interior] como, sobre
todo, López Martínez empezaron a tener contacto directo cada vez más
frecuentemente con él soslayando de hecho al jefe de la PIP» (Gorriti o. cit.:
313). Por esta razón, Ballesteros consideró prudente iniciar un trámite para
ascender a la división al mismo nivel que DIRSEG, ya que temía ser
menoscabado frente al gobierno por su director. Por la resolución ministerial N°
140-83-IN/PI del 5 de julio de 1983, se establece que la DICOTE (también
llamada aún DIPAS) adoptaría la categoría y denominación de Dirección
Contra el Terrorismo (DIRCOTE). Ésta funcionaría como «[un] organismo
especializado de ejecución de la Policía de Investigaciones del Perú, con la
misión de investigar y denunciar los delitos de terrorismo y toda forma de
acción subversiva, de acuerdo a ley» (DIRCOTE o. cit.). El primer jefe de esta
dirección fue el general PIP Augurio Saldívar Campos, quien la comandó hasta
diciembre del mismo año. En este año, el trabajo previo de la unidad mostraría
los primeros logros de trascendencia, aunque todavía en medio de dificultades.
Los detectives habían alcanzado un conocimiento mayor acerca de cómo
funcionaba y operaba PCP-SL, por lo menos en Lima Metropolitana. 65 la
dirección llegaría a contar en el transcurso del año con aproximadamente 150
efectivos. El trabajo esencial de la unidad estaría a cargo de cinco grupos
operativos llamados Deltas, conformados cada uno con diez a quince
miembros. El resto del personal estaba asignado a cumplir trabajos básicos
para el funcionamiento de toda unidad: archivo, administración y apoyo técnico

DEFENSIVA ESTRATÉGICA:
guerra de guerrillas que jugaba un papel estratégico. Era Guerra de
Guerrillas generalizada y Guerra de Movimientos que sostenían la
Guerra Prolongada.

EQUILIBRIO ESTRATÉGICO:
la Guerra de Guerrillas se transformó en Guerra de Movimientos; donde
los guerrilleros adquirieron temple necesario para convertirse en fuerzas
regulares. Sus formas de combate se aproximaban poco a poco a las
tropas regulares, organizándose en pelotones, compañías y batallones.

OFENSIVA ESTRATÉGICA:
Guerra de posiciones. Era la última etapa, debían entrar a la ofensiva
estratégica donde primaba la Guerra de Posiciones para decidir la
guerra.

Como la base del maoísmo era la militarización general del Partido, la creación
de un Ejército Guerrillero Popular (EGP) era de suma importancia en la guerra
popular. Al ingresar a la segunda etapa, a la guerra de movimientos, el EGP
debía transformarse en un Ejército Popular de Liberación. Este plan generó
desde 1982 un abandono de las fuerzas policiales en el campo y se replegaron
a las capitales provinciales, algunas autoridades fueron asesinadas generando
vacíos de poder. En 1983 Sendero Luminoso planificó el “Gran Salto” para
alcanzar el equilibrio estratégico, donde se buscaba desarrollar, defender y
construir los comités populares. Entre 1986 y 1989 se llevó a cabo el plan
estratégico de Desarrollo de Bases de Apoyo para una guerra amplia, cruenta y
prolongada. En 1990 había entrado al equilibrio estratégico, lo que exigía la
transformación de la Guerra de Guerrillas en Guerra de Movimientos. En
febrero de 1992 se llevaría a cabo la tercera campaña para la conquista del
poder. Sin embargo, no pudo ser debido a la captura de Abimael Guzmán en
septiembre de ese mismo año. Se deduce que había un cuarto plan que
llevaría hasta la conquista del sillón presidencial en 1998 ó 1999

Otra postura fue la del diario español, “El País”, que hizo un análisis opuesto al
que perfiló “El Comercio”, afirmando que los periodistas fueron asesinados a
pedradas y machetazos por los comuneros de Uchuraccay al haber sido
confundidos con los guerrilleros senderistas. Además, dio la versión de la
oposición política, basándose en fuentes anónimas el diario pudo afirmar la
existencia del terrorismo de Estado, patrocinado por el Ejército, y que había
convertido a Ayacucho en un escenario proclive para la persecución de civiles.
El corresponsal español reconoció que Sendero Luminoso supo aprovecharse
de la extrema pobreza y de la opresión cultural de una región donde se
razonaba en términos no occidentales, todo esto para poder arraigarse en la
población andina.

El tercer diario encargado de comentar los hechos fue el “The New York
Times”, pero a diferencia de “El Comercio” y “El País”, no envió corresponsales
a Ayacucho. El público se mantuvo informado mediante resúmenes de los
cables de las agencias internacionales de prensa. No obstante, eso, en “The
New York Times Magazine”, Mario Vargas Llosa publicó una extensa crónica
dando su versión sobre los sucesos, encargándose de dar un discurso social
distinto al expresado por “El Comercio” y “El País”. El escritor llegó a la
conclusión de que una Comisión Investigadora exculpó al Gobierno, al Ejército
y a la policía de todo tipo de implicancias en la masacre de los periodistas. La
Comisión atribuyó las muertes a una reacción irracional, a un pánico colectivo,
por lo que se acusó a los comuneros de asesinato involuntario. Según este
diario, se trasladaba al problema de la violencia peruana el lenguaje de la
guerra fría. El diario neoyorquino temía que Sendero Luminoso fuera la
expresión del contagio de las guerrillas centroamericanas al resto del
continente. Para entender por qué en Perú había surgido un grupo guerrillero
de las características de Sendero, la opinión pública norteamericana tenía
antes que familiarizarse con la inexistencia de una cultura democrática en las
sociedades latinoamericanas.

La matanza de los ocho periodistas en Uchuraccay obligó a los tres periódicos


de referencia a cambiar o matizar sus comentarios iniciales sobre Sendero. “El
Comercio” abandonó su hipótesis del complot internacional, pero persistió en
sus perspectivas legal criminalista y militar policial, para seguir sosteniendo su
relato sobre las acciones de Sendero Luminoso como propias de delincuentes.
“El País” se inclinó por un enfoque histórico-antropológico, definiendo a
Sendero como una guerrilla campesina. El “New York Times” proyectó a la
opinión pública norteamericana un enfoque político del terrorismo de Sendero
Luminoso que le asemejaba a una guerrilla comunista integrada por un
resentimiento social y amparada por la cultura arcaica de los campesinos
ayacuchanos.

Cuando Sendero Luminoso inició su lucha armada en 1980, no solo sorprendió


a todos los sectores políticos y al gobierno, sino que también encontró
desprevenidas a las Fuerzas Armadas. Sendero Luminoso logró expandirse
debido a la crítica situación por la que pasaba el país y a cómo la población
percibía la miseria, el atraso, la exclusión y la injusticia. Y por otro lado estaba
el contexto político, la ideologización, la voluntad de los insurgentes y el
comportamiento de los actores sociales, políticos y militares. Abimael Guzmán
inició su lucha en un momento en que sabía que era imposible la represión por
parte de las Fuerzas Armadas y también supo avizorar de antemano los
desaciertos que ellas iban a cometer, no solo políticos y militares, sino también
las faltas del Estado y de la sociedad en su conjunto. Las Fuerzas Armadas
fracasaron en su intento por combatir el terrorismo debido a que la información
que tenían sobre el maoísmo era insuficiente y la bibliografía sobre insurgencia
era escasa. Otra dificultad con la que se encontraron fue que la mayor parte de
los textos estaban desarrollados por el gobierno de Estados Unidos para
combatir la guerrilla panameña, y difícilmente se podía aplicar al caso peruano.
Los lineamientos estratégicos y las normas generales para la conducción de la
contra subversión no se desarrollaron con la profundidad necesaria para
plantear claros los objetivos fundamentales. A esto se sumó la equivocada
concepción que tenían los militares sobre los aspectos de inteligencia; los
cuales no se aplicaron correctamente.

RECOMENDACIONES

 Incorporar a la Ley 27238, Ley de la Policía Nacional del Perú, normas


que contengan los criterios y principios de la función policial,
específicamente con relación a las fases para el mantenimiento del
orden público, los niveles de intervención policial en operativos, el uso
de la fuerza, entre otros aspectos.
 Esta propuesta se justifica en lo dispuesto por el artículo 3º de la Ley N°
29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, y en la necesidad de que la
Representación Nacional delibere sobre los alcances y límites de la
función policial, toda vez que ésta incide en los derechos fundamentales
de las personas. Para esta deliberación se podría tomar como referente
el Manual de Derechos Humanos aplicados a la función policial,
aprobado por Resolución Ministerial N° 1452-2006-IN de fecha 31 de
mayo del 2006.
 Discutir y aprobar, en ejercicio de su facultad legislativa regulada en el
inciso 1) del artículo 102º de la Constitución Política, la primera ley de
carrera policial. Esta ley debe contener los objetivos y principios de la
carrera, así como cada uno de sus componentes: ingreso, formación,
ascensos, incentivos y cese.
 Derogar el artículo 65° de la Ley del Régimen Disciplinario de la Policía
Nacional, que dispone la conclusión del procedimiento administrativo
disciplinario con la sola solicitud del policía investigado, a fin de que se
cumpla con la obligación de investigar y sancionar los actos de
indisciplina, de conformidad con la reiterada jurisprudencia del Tribunal
Constitucional.
 Derogar el segundo párrafo del artículo 69° de la Ley del Régimen
Disciplinario de la Policía Nacional, que dispone la inexpugnabilidad de
las sanciones de “amonestación escrita”, a fin de que se garantice el
ejercicio del derecho de contradicción del personal policial sancionado,
de conformidad con el artículo 206º de la Ley N° 27444, Ley del
Procedimiento Administrativo General, y la reiterada jurisprudencia del
Tribunal Constitucional.

CONCLUSIÓN

. La CVR ha constatado que el conflicto armado interno que vivió el Perú entre
1980 y 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso, más extenso y
más prolongado de toda la historia de la República. Asimismo, fue un conflicto
que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad
peruana. 2. La CVR estima que la cifra más probable de víctimas fatales de la
violencia es de 69 280 personas.

1 estas cifras superan el número de pérdidas humanas sufridas por el Perú en


todas las guerras externas y guerras civiles ocurridas en sus 182 años de vida
independiente.

3. La CVR afirma que el conflicto abarcó una proporción mayor del territorio
nacional que cualquier otro,2 provocó enormes pérdidas económicas
expresadas en destrucción de infraestructura y deterioro de la capacidad
productiva de la población y llegó a involucrar al conjunto de la sociedad.

4. La CVR constata que existió una notoria relación entre situación de pobreza
y exclusión social y probabilidad de ser víctima de violencia. En el
departamento andino de Ayacucho, donde ésta se inició, se concentra más del
40 por ciento de muertos y desaparecidos reportados a la CVR. Al sumar a
ellas las víctimas consignadas por la CVR en los departamentos de Junín,
Huánuco, Huancavelica, Apurímac y San Martín se llega al 85 por ciento de las
víctimas registradas por la CVR.3

5. La CVR ha constatado que la población campesina fue la principal víctima de


la violencia. De la totalidad de víctimas reportadas, el 79 por ciento vivía en
zonas rurales y el 56 por ciento se ocupaba en actividades agropecuarias

BIBLIOGRAFÍA

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r+violento+pnp&gs_lcp=Cgdnd3Mtd2l6EAM6BwgAEEcQsAM6Cgg
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https://www.un.org/spanish/unitingagainstterrorism/
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ANEXOS 1
ANEXOS 2

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