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ZERO, ZYX
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5 de diciembre de 1936.
Primera Jornada de la Nueva Economía
Palacio Nacional de Cataluña. Montjuich
ÍNDICE DE CONTENIDO
Introducción
Preámbulo
Por qué perdimos la guerra. Prólogo de Heleno Saña. Gregorio del Toro. Madrid, 1975
(PG).
De Alfonso XIII a Franco. Júcar. Madrid, 1978 (AF).
Estrategia y táctica. Introducción de Carlos Díaz. Júcar. Madrid, 1978, (El).
Anarquismo y revolución en España. Escritos 1930−1938. Selección y estudio
preliminar de Antonio Elorza. Ayuso. Madrid, 1976 (AR).
Memorias. Plaza y Janés. Barcelona, 1977 (M).
Elorza, A.: La utopía anarquista en la II República. Ayuso. Madrid, 1973, (las tesis son
las mismas que las mantenidas en su introducción a la edición de los artículos antes citada).
«La CNT bajo la dictadura» en Revista del Trabajo, n.° 39−40 44−45, y 46 (Madrid,
1972−73). (En los números 39−40 se recogen algunos artículos de la etapa argentina de
Abad de Santillán; las citas harán referencia a este número) (RT).
2 Nos ha parecido muy injusta la crítica que han hecho muchos militantes de la actual
CNT a Abad de Santillán. Esa crítica no puede ser fruto más que de la ignorancia y de un
acompañada también por una gran coherencia teórica, en
contra de la interpretación que de su obra y vida ofrece Antonio
Elorza, como intentaremos demostrar a lo largo de esta
introducción.
dogmatismo de dudoso carácter anarquista. Hemos visto pocas biografías tan intachables
como la suya.
expresiones del anarquismo internacional, con enormes
repercusiones en España. Al poco tiempo, sin embargo, decide
partir a Alemania con la intención de estudiar medicina para
poder tener una profesión que le permita ser independiente. Allí
entra en contacto con hombres cualificados del movimiento
socialista y anarquista como Rocker, Nettlau, Pannekoek, y
colabora en la fundación de la AIT. Los problemas le hacen
volver rápidamente a Argentina, donde su amigo López Arango
director de «La Protesta» tenía algunos problemas por
rivalidades internas.
3 Como muestra, puede verse la larga cita de obras que recoge Peirats, J: Los
anarquistas en la guerra civil española. Júcar. Madrid. 1976, págs. 138 ss.
último las que van imponiéndose poco a poco. Su posición en
Barcelona le permite influir poderosamente en la marcha de los
acontecimientos, primero con la creación del Comité de Milicias
Antifascistas y después como Consejero Económico de la
Generalitat. Meses difíciles en los que se toman decisiones
contradictorias con toda la teoría y la práctica anterior de los
anarquistas y que culminan en Mayo de 1937 con la llamada de
Abad a deponer las armas. Su voz fue decisiva, dada su gran
autoridad moral, para que los cenetistas depusieran las armas y
como consecuencia inmediata para que muriera la revolución en
España. Posteriormente reconocerá que hizo mal mandando
parar el fuego, que debió haber seguido hasta el final y que, en
definitiva, una de las causas más importantes del fracaso de la
revolución española estuvo en la falta de calidad de los
dirigentes, él entre ellos, que no supieron estar a la altura de la
capacidad revolucionaria del pueblo.
En defensa de la libertad
6 Díaz, C., y García F.: 16 Tesis sobre el anarquismo. Zero. Madrid, 1978 (4ª ed.).
anarquismo, definidora de su respeto a los demás y de su
negativa a imponer una dictadura, lo que le llevará a decir que
la revolución, es precisamente la destrucción de todos los
obstáculos que impiden manifestarse «las aspiraciones
dormidas por los siglos de esclavitud e ignorancia de las masas
trabajadoras» (RT, 353; AR, 167). Aunque nos parezca necesaria
una urgente revisión de esta confianza, sobre todo porque en la
mayoría de los casos ha pecado de esa mitificación denunciada
por Santillán, no cabe la menor duda de que no es posible
defender la libertad, negar la opresión y la dictadura, la
necesidad de una vanguardia de iluminados, si no se parte de
una confianza en los demás, lo que lleva implícito una
relativización de nuestros mismos planteamientos, un
reconocimiento de que no somos infalibles.
El sentido de la revolución
8 No nos parece válida, por tanto, la crítica realizada por Elorza (AR 16), como también
nos vemos obligados a matizar la crítica hecha por nosotros mismos (Colectivizaciones
obreras y campesinas en la revolución española, Zero. Madrid, 1977 págs. 26 y 41), no
en el sentido de negar lo que allí decíamos, sino en la necesidad de seguir profundizando
en este tema, es decir, en el problema del poder, reconociendo, por nuestra parte algunas
insuficiencias importantes en el anarquismo.
española, insistiendo en la necesidad de mantener las milicias
populares, de organizar una lucha de guerrillas y de hacer una
guerra eminentemente popular, es decir, una guerra
revolucionaria en la que la lucha contra el enemigo y la
construcción de las colectividades tenían que ir unidas (PG,
179−217).
9 Eso es lo que hemos querido probar con nuestra obra Colectivizaciones obreras y
campesinas en la revolución española ya citada anteriormente.
es posible anticiparlo todo, y lleva consigo la liberación de las
capacidades creadoras del pueblo (AR, 83, 99; RT, 348 s.).
Supone igualmente la construcción de una sociedad
descentralizada, organizada de abajo arriba, por el libre acuerdo
entre los hombres, en la que se sustituya el modo de producción
capitalista por otro cuyo centro real sea el hombre, su capacidad
creadora, sus iniciativas (AR, 232); se sustituirán los criterios de
rentabilidad, especulación y ganancia, poniendo como centro
del nuevo sistema la satisfacción de las necesidades, tanto
físicas, como espirituales o sociales, necesidades que, por otra
parte, no están predeterminadas, pues cada época va
inventando y descubriendo otras nuevas, y satisfacción de
necesidades que implica la defensa del derecho a consumir, más
que el deber de producir (AR, 236; ET, 49 s). La sociedad
revolucionaria supone la supresión de la intervención del Estado
y de la propiedad privada (AR, 171), conseguir la participación
de todos de tal forma que sean dueños de su propia vida (AR,
167) y, sobre todo, olvidarnos ya de las imposiciones y las
violencias y dejar la libertad de experimentación, la pluralidad
de organizaciones para que cada una aporte lo que mejor lleve
dentro (AR, 255−260). En definitiva, recordar que el socialismo
y, por tanto, la Anarquía van más allá de una organización
económica, que exigen una larga y profunda educación y que si
bien la abundancia es condición necesaria para la libertad y la
justicia, no es condición suficiente (OE, 187−196). Como decían
los campesinos del pueblo de Membrilla: «Membrilla será el
pueblo más pobre de España, pero también es el más justo; allí
no se socializó la riqueza, se socializó la pobreza».
Las tesis centrales del libro suponen una crítica del capitalismo
y del localismo económico, defendiendo la necesidad de
coordinar autogestión y planificación, federalismo y
coordinación de las diferentes unidades económicas,
admitiendo como eje fundamental la libertad de
experimentación. Esta libertad implica un acuerdo sobre una
serie de puntos básicos relativos a la socialización total del
sistema y una ausencia total de todo poder coactivo que
implante una u otra tendencia a costa de las demás. Para ello se
propone un esquema organizativo que parte de los Consejos de
Fábrica (integrados por obreros, empleados y técnicos,
nombrados por todo el personal y siempre susceptibles de
revocación o modificación), continúa con las secciones de los
sindicatos, los Consejos de Ramo, los Consejos Locales, los
Consejos Regionales y por último el Consejo Federal de la
economía como elemento de coordinación general.
Félix García
PREÁMBULO
D. A. de S.
5 marzo, 1936.
10 de enero de 1937.
La tercera edición 12
10 de marzo de 1938.
PRIMERA PARTE
GENERALIDADES
I. FACTORES ESENCIALES DE LA PRODUCCIÓN
Detallamos un poco.
1. Renta de la tierra.
***
Pero hay un aspecto del que podemos hablar ya, sobre el que
podemos hacer cálculos, establecer acuerdos, trazar detalles,
sin pisar los campos risueños de la utopía. Es el que ofrecen las
necesidades vitales del hombre. Es preciso alimentarnos,
vestirnos, disponer de una vivienda, atender a nuestras
enfermedades, trasladarnos de un lugar a otro, comunicarnos
con amigos y parientes a distancia... Existe la libertad de
alimentarnos a base de carne o de verduras, de condimentar la
comida o no, de ponerle más o menos sal. Pero la comida es una
necesidad a la que hay que satisfacer. Esas y otras muchas
necesidades no son problemas eventuales que pueden o no
presentarse en el futuro, son hechos reales y palpables. Hay que
darles satisfacción necesariamente. Lo hacemos hoy, en parte;
unos, los privilegiados, plenamente; otros, los asalariados, muy
defectuosamente. Nos alimentamos ya más o menos, más bien
menos que más; nos vestimos, aunque sea de harapos; tenemos
una vivienda, aunque sea la de los trogloditas de Guadix o bajo
los puentes. En una palabra: las necesidades no son imaginadas,
son reales y podemos comprobar en qué grado las satisfacemos,
y en qué medida podríamos satisfacerlas con otra ordenación
económica y social, suprimiendo tales o cuales factores,
buscando tales o cuales fuentes de energía, reconstituyendo en
esta o la otra forma el aparato productivo. Cabe la iniciativa, y la
iniciativa múltiple; pero no el capricho, la fantasía sin freno ni
control.
17
«Realmente el número de comerciantes ha aumentado mucho en todos los países cultos.
Mientras que, en el Imperio alemán, en el año 1882. el 8.6 por ciento de los individuos
activos correspondían al grupo Comercio y tráfico en 1895 eran 10,9, en 1907 eran 13,9 y
en 1926 eran 16,5. El hecho manifiesto del rápido aumento de la clase mercantil suele
relacionarse con otro hecho extraordinariamente grande. Así se ha comprobado, por
ejemplo, que en Berlín, en el otoño del año 1930, pagábase por un quintal de patatas, en
categorías improductivas, importantes y sin contar las
categorías improductivas naturales, los ancianos y los niños.
el comercio al por menor, 3,50 marcos, mientras que el productor sólo recibía, 1,48; el
precio medio de una libra de costillas de cerdo sólo se pagaba al ganadero a 86 pfening la
libra». (Alfred Weber: La economía mundial al alcance de todos; traducción española,
pág. 87).
y cómodo acceso; pero la dificultad mayor no estará ahí, sino en
las consecuencias de un bloqueo internacional.
19 Ha dicho Lucas Mallada: «Por todas partes, sea labriego o artesano, el bracero
español se halla peor vestido, peor alimentado y peor albergado que cualquier otro europeo
de igual condición social.
gracias a la revolución, que vincula la ciencia de los laboratorios
y de los gabinetes con la técnica y con el trabajo útil.
21 Después del movimiento de julio, hemos sido de los pocos que insistieron sobre ese
mismo pensamiento. En nombre de un revolucionarismo mal entendido, no hemos sido
escuchados y esa falta explica, en parte, el giro ulterior de los acontecimientos y la pérdida
de las simpatías que había suscitado nuestra revolución no sólo en el proletariado, sino en
las filas de la clase media y de la pequeña burguesía (1938).
económica a cubierto de toda emergencia; en cambio, para los
veintitrés o veinticuatro millones de españoles restantes, la
revolución será libertadora, y para cerca de veinte millones, será
también portadora de un nivel superior de existencia al que han
conocido con el capitalismo.
VI. DE LA INIQUIDAD ECONÓMICA Y SOCIAL A LA JUSTICIA
24 «Precisa, en cada lujar de trabajo, se cree el Consejo de Fábrica, compuesto por los
camaradas que según la importancia requiera. La misión de este Consejo debe ser:
a) Intervenir para solucionar las dificultades que puedan surgir en la marcha de las
secciones o fábricas.
b) Adaptar el desarrollo de la producción a las normas establecidas por el Consejo
Económico, y distribuir a Los delegados deserción d trabajo a realizar.
c) Recoger diariamente de los delegados de Sección d parte con los resultadas obtenidos
en la producción, para poder informar a satisfacción a sus representantes en el CE.
d) Convocar semanalmente a reunión de delegados de Sección a fin de cambiar
impresiones sobre el desarrollo y marcha de las mismas, haciendo constar en acta cuantas
sugerencias le sean hechas, recogiendo iniciativas que conduzcan a favorecer tanto a la
industria como a la forma de trabajo, remitiendo un duplicado de acta al Consejo
Económico del Sindicato.
e) Velar por el cumplimiento del articulado del reglamento de régimen interior de la
industria socializada, procurando impere siempre el máximo respeto mutuo y la mayar
cordialidad.
f) Aumentar o disminuir el personal de acuerdo con el CE y resolver el traslado de una
Sección a otra en caso de aumento o disminución productora, sea por la causa que fuere.
g) Convocar a asamblea de Sección o Fábrica cuando lo solicite la mayoría de delegados
y reunirse el mismo cuantas veces lo estime necesario.
h) Los componentes del Consejo de Fábrica continuarán en su trabajo diario, pudiendo
abandonar éste en caso de necesidad ineludible y plenamente justificada. (Acuerdo dril
Pleno Nacional de Sindicatos de la Industria Química, febrero de 1937, Valencia).
establecimiento y de las necesidades y demandas de la
población.
Consejo de la cultura.
a los tres delegados cuyas funciones se han señalado para el organismo local y de zona.
La localidad donde resida el Consejo TA y E regional, facilitará cuantos vocales sean
precisos para constituir dicho Consejo regional. Este mismo Pleno nombrará al mismo
tiempo a dos compañeros que, representando a la región, formarán parte del Consejo
Nacional de la Industria.
7 ° Los Consejos TA y E regionales de industria, reunidos en Pleno, determinarán los tres
delegados que han de ocupar la máxima responsabilidad en el Consejo Económico
Confederal, los cuales, junto con los demás delegados regionales y los vocales que se
consideren precisos —facilitados por la localidad donde resida el Consejo— constituirán
el Consejo Nacional Técnico-Administrativo y Estadístico de la Industria.»
SEGUNDA PARTE
LA NUEVA ESTRUCTURACIÓN
VIII. CONSEJO DEL RAMO DE LA ALIMENTACIÓN
26 En 1929 había 1.339 fábricas con capacidad de 5-000 kilos y más de molturación diaria.
Se calcula de 33 a 34 millones de quintales métricos lo necesario para el consumo anual.
Las mencionadas fábricas no trabajan un tercio de sus posibilidades, lo que quiere decir
que en los primeros años de la post-revolución no sería necesario ningún esfuerzo
constructivo en este ramo de producción.
Los panaderos se agrupan de acuerdo al mismo esquema,
desde su lugar de trabajo en la tahona, hasta el puesto de
distribución del pan al consumidor. Hacen igualmente los
carniceros, desde los que faenan las reses en los frigoríficos
hasta los que distribuyen la carne al menudeo.
31 Véase «El pan nuestro de cada día», por A. Assia, La Vanguardia, Barcelona. 1° de
marzo de 1936.
IX. CONSEJO DEL RAMO DE LA VIVIENDA 32
43 Según las propias constataciones oficiales, los pescadores de los mares norteños no
obtienen de sus doce meses de lucha con el mar más que 800 6 900 pesetas. Y con ello
han de mantener a sus familias y mantenerse a sí mismos.
XVI. CONSEJO DEL RAMO DEL TRANSPORTE
45
Las construcciones realizadas en 1920-1922 por la Sociedad Española de
Construcciones Navales, costaban al Estado lo siguiente:
Los barcos de guerra se construyen en El Ferrol y Cartagena. Los altos hornos de Bilbao
proporcionan el acero para ¡os cascos. Se importan planchas de blindaje, artillería,
proyectiles, aceros moldeados, latones laminados, tubos estirados de acero y latón,
aparatos y máquinas auxiliares.
kilómetros, con 31−965 kilos de mercancías transportadas y
6.300 pasajeros.
46 «Es muy poco −escribe Adolfo Weber en su libro La Economía mundial al alcance de
todos− lo que la Naturaleza ofrece, si se compara con las ilimitadas necesidades del
hombre. Lo mejor que la Naturaleza ha dado al hombre para subvenir a sus atenciones de
toda especie, es su capacidad creadora y su entusiasmo donde la Naturaleza ofrece
mayores facilidades y comodidades para procurar el sustento necesario, los hombres se
caracterizan por su indolencia económica. El Noroeste de Europa debe, en muy señalada
parte, su elevada cultura al clima variable y relativamente desfavorable.» Pág. 62.
XIX. CONSEJO DEL CRÉDITO Y DEL INTERCAMBIO
5 de diciembre de 1936.
Primera Jornada de la Nueva Economía
Palacio Nacional de Cataluña. Montjuich
XX. CONSEJO DEL RAMO DE LA LUZ, LA FUERZA MOTRIZ Y EL
AGUA 47
***
52 Los Sindicatos de Industrias Químicas de España, deberán abarcar las industrias que a
continuación se detallan:
1° Ácidos, sales, abonos químicos y orgánicos. 2.° Materias colorantes y explosivos,
pigmentos, barnices, hules y pinturas. 3 o Aceites, grasas y jabones. 4.° Productos
químicos para farmacia y fotografía. 5.° Esencias y perfumes. 6.° Industrias del vidrio,
cristal y porcelana. 7 o Industria del caucho. 8.° Industrias del celuloide, galalit y anexos.
9 o Industrias del curtido y de la piel. Correas y tiratacos. 10.° Colas, gelatinas y
aglutinantes. 11.° Fibras artificiales (esto en principio). (Acuerdo del Pleno Nacional de
los Sindicatos de la Industria Química, celebrado en Valencia, del 20 al 22 de febrero de
1937).
Se fabrica ácido sulfúrico en Vizcaya, Salamanca, Valencia,
Barcelona, Huelva, Málaga y Baleares; ácido nítrico en
Barcelona, Salamanca, Valencia y Baleares; aguarrás en diversas
provincias; alumbre en Barcelona y Burgos.
1. a
El sistema monetario que implica el salariado, el mercado,
el privilegio.
2. a
La toma del montón, posible en la abundancia.
existencias disponibles.
***
LA REVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD
XXIX. ECONOMÍA Y LIBERTAD
62 Consúltese nuestro ensayo Las cargas tributarias, Barcelona, 1934; 160 páginas.
divergencias políticas y sociales que puedan separar a los
interesados. Y es posible así organizar una magnífica red de
relaciones y de intercambios en todo el orden nacional sin la
base previa del régimen único, de la norma de vida y de
producción única.
Bienvenidos los frentes únicos, las alianzas, sí, pero para que
al fin los productores sean dueños del producto de su trabajo,
no para conspirar en torno a la forma de cambiar los
usufructuarios del trabajo ajeno.
Casi en el último tercio del siglo XIX, Werner von Siemens hace
conocer su invento de la dinamo, y así comienza el desarrollo de
la electrotécnica. Echados a soñar no se habría llegado tan lejos
como se llegó en la aplicación de la electricidad al trabajo y al
confort de la humanidad.
Pierre Ramus:
Rudolf Rocker:
Gastón Leval:
Erich Mühsam:
Santillán−Lazarte:
J. Lazarte:
Isaac Puente:
H. Noja Ruiz:
P. Kropotkin:
Gustav Landauer: