Está en la página 1de 315

Diálogos de la Cosmogonía Negra.

1
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

2
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Diálogos de la
Cosmogonía
Negra.
Y poemas adjuntos.
2022.

3
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

4
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Índice.
- Primera parte -
"Diálogos de Abominación y Dolor"

Prólogo.
En el monte de las cruces.
Al contrario, es más.
Sexo, fuego y destrucción.
Vagando en este infierno.
El espectro de la soledad.
Dos penetrantes círculos negros llenos
de maldad.
Cuando mi alma se queme entre
espinas.
Muchas voces a la vez.
De la tierra, de los árboles y del viento.
Ese pequeño lago de dolor, vicio y flujo
vital.

5
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Diálogo entre la vida y yo.


Ecclesia para Venus.
Diálogos de abominación y dolor.
Rosa/Espeso.

- Segunda parte -
"El Auge de la Cosmogonía Negra"

Prólogo.
Apostasía.
Evocación de los condenados.
Putrefacción espectral.
El féretro del Conde.
Espíritu de la montaña oscura.
Máscara de lobo sangriento.
Cuento místico de "Barba Larga".
Carnicero de Dios.
El Auge de la Cosmogonía Negra.

6
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

- Tercera parte -
" Una gota de hiposfagma"

Exo hematemesis dolosa.


In Vita, in morte.
Nostalgia bajo los cielos naranjas.
Segunda nostalgia bajo los cielos
naranjas.
Distimia de gusanos podridos.

7
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Primera parte: Diálogos


de Abominación y Dolor.

Prólogo
En base a mis experiencias
interpersonales fallidas, no me considero
una persona apta para escribir de amor…
Los relatos, cuentos, historias o como sea
que desees catalogarlos, impresos en este
tratado son solamente las ruinas o cenizas
de situaciones planteadas en mi mente a
manera de método infalible para evadir el
maldito insomnio que vive conmigo
desde muy temprana edad y acrecentado
por las heridas de guerra que el paso por
esta existencia a través de diversos
senderos me han dejado, siempre
adornados por el manto y la entretela que
se ha impregnado en mí en base a la
distorsionada visión de este mundo
terrenal, la cual poseo por mi maldita
deficiencia visual desde los 7 años.

8
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Así que te pido no esperes encontrar algo


sublime o reparador para tu mente, lo
contenido aquí está lleno de dolor,
sufrimiento, soledad y desesperación…
espero que te agrade y si resueno en tu
mente como una voz en primera persona,
es debido a que es algo muy íntimo, tan
personal y tan escondido que nunca debió
emerger de mis entrañas. Pero necesito
gritarlo, me está consumiendo.
En fin, espero sea de tu agrado, si no es
así mucho mejor¡ no hago esto para
generar sonrisas, hacer sentir mariposas
en el estómago o cosas por más cursis, las
cuales realmente como ya lo explique, no
puedo concebir en mi ser por lo ya
convenido. Estos escritos fueron
acomodados a través de algunos años
para quitar el sueño, causar molestia y
desagrado, e incluso para que botes mi
trabajo al cesto de la basura a menos de la
mitad de dicha obra. Yo decreto estas
palabras como una herida en la hermosa

9
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cara de la literatura, escupe en ellas antes


que ellas te claven un dolor en la mente.

Quedando por mi parte aclarada la


situación, comencemos a dialogar sobre
la abominación del ser y acerca del dolor
que siempre lo abraza.

C.A. TröllKraft.

10
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

11
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

’’Dedicado para todas las almas


encadenadas a miedos, sufrimiento,
recuerdos, deseos y compromisos. No
pierdas la fe, siempre hay esperanza al
final del camino, pues la vida es una
aventura, abrázala, comprendela,
aprende a vivirla y deja que la vivan, así
cuando la muerte ronde tu lecho le
gritaras en la cara tu decisión’’

12
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

13
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

En el monte de las
cruces.

Me gustaría decir que esto fue un sueño,


pero no lo fue... de pronto simplemente al
abrir mis ojos me encontré en la cima de
un viejo edificio en medio de una zona
montañosa desolada, supuse que era viejo
y abandonado por su olor. Mi cuerpo
estaba inmóvil, sin ninguna posibilidad
de realizar desplazamiento alguno. Podía
sentir los huesos hechos trizas dentro de
lo que quedaba de piel y carne... una gran
cantidad de sangre emanaba de mi
coronilla y bajaba por mi rostro como una
grotesca cascada. En el horizonte lograba
visualizar un sol eclipsado adornando un
cielo negro, tan negro como mi misma
conciencia y un gran monte o valle
repleto de cruces... Al mirar debajo de mi
descubrí que mi incómodo y húmedo
asiento estaba formado por una pila de
cadáveres como un gran trono fúnebre,

14
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

pero con la diferencia de que sus colores


estaban invertidos... su piel era roja y su
sangre blanca... De pronto de entre los
restos funestos emergió un bulto
deforme, el cual comenzó a tomar forma
al acercarse a mí... mientras más se
acercaba más podía visualizarlo... cuando
pude contemplarlo en su totalidad me
estremecí... sabía quién era pero su rostro
estaba totalmente descarnado. Se acercó a
mí y acarició mi mejilla... no puede
evitarlo... las lágrimas brotaron de mis
ojos como nunca antes había sucedido y
mis labios me traicionaron vilmente,
dejando escapar la lúgubre frase:
''perdóname hermana por tomar tu vida''.
Algún tiempo antes de este suceso (no
puedo especificar cuánto) decidí cortar de
un solo tajo la agonía de mi hermana
melliza (la cual agonizaba por la peste)
estrangulándola con un alambre de púas
en medio de la obscuridad de la media
noche en su habitación... esto solo unos
minutos antes de saltar desde el balcón de

15
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

la mansión de nuestros padres hacia los


riscos afilados que adornan la triste
costa...
No quiero entender este sueño, porque sé
que no fue un sueño en sí... lo que quiero
entender es que hago aquí? quien eres tú?
y como puedo estar contándote esto.

16
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Al contrario, es más.

Soy un hombre cubierto por una


armadura de sangre y destrucción, una
digna representación de la fisionomía del
miedo, pero en el fondo soy tan solo un
manojo de miedo y dolor. Dentro de mi
pecho yacen los pedazos de mi olvidado
y roto corazón, que revolotean a placer
como las hojas del otoño son paseadas en
las alturas por los vientos, mi
desesperación no tiene final, no sé si
alguna vez concibió un principio, solo sé
que está ahí desde el inicio de mi camino.
Los intentos por remediar este calvario
son solo rosas ensangrentadas que se
topan y rompen contra las paredes
cuando asimilan ser una flecha o una
daga, y este sentimiento se incrementa
vez con vez hasta producir una asfixia,
misma que no concluye, solo castiga y se
retira al verme moribundo. Mis pasiones

17
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

son bajas y descontroladas, mis


emociones no tiene un rumbo o una
razón, mi intelecto mengua, mi sabiduría
desaparece y los años pasan y pasan sin
parar, haciendo más grande esta
sensación de soledad. Al despertar busco
a mi alrededor un signo de vitalidad, de
energía, una razón para levantar mi
cabeza y postrar mis pies sobre el
pavimento… pero no hay nada… nunca
hay nada, y ha pasado tanto tiempo que
esta pena me consume el interior como
un letal ácido que corroe el recipiente
donde encuentra su reposo. El valor va y
viene, el ardor siempre está ahí, las luces
se extinguen y yo sigo postrado en un
rincón, acorralado por el miedo, el
arrepentimiento y la misantropía. Cada
mañana una lagrima corre por mi rostro,
tan lenta y forzadamente debido a la
repetición de su recorrido, las aves que
cantan no me despiertan, el viento a
través de las hojas no me refresca, el agua
más dulce no sacia mi sed, el calor
primaveral no ahuyenta mi frío, los días

18
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

más claros no iluminan mi noche y los


ríos más violentos no arrasan el desierto
de mi existir, nunca llega el fin y el inicio
no tiene un motivo en sí. El calor solo me
lastima, el frio me mata y los únicos
buenos momentos son parte del pasado
ya, el futuro no tiene imagen y el presente
está congelado entre hielos de agonía que
al descongelarse vuelven a existir, la
sonrisas no suenan y el eco de mi voz
retumba dentro de la soledad de mi ser.
No puedo ir hacia adelante o hacia atrás,
como clavado al suelo de este plano astral
aterrado por una existencia sin existencia
en sí… el dolor no mengua… el dolor no
mengua… el dolor no mengua… al
contrario… siempre es más.
Atte.: la soledad que algún día te
alcanzará.

19
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Sexo, fuego y
destrucción.

En una noche de un frío devastador,


temblando bajo la lluvia, me encontraba
lleno de dolor. Mi alma era devorada por
los más viles demonios personales que
puedes imaginarte, en mi mente se repetía
continuamente una frase que partía en
dos mi alma, una frase que me recordaba
mi derrota en esta vida…
La sangre que brotaba de mis muñecas
corría rápidamente hacia mis rostro, ya
que mis brazos se encontraban
firmemente levantados hacia el cielo,
como en señal de reverencia a algún dios
que pudiese observarme y apiadarse de
mi desdicha, desdicha cruel que me había
seguido arduamente desde mis años de
juventud, esos locos y liberales, pero
tristes años de juventud.

20
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Desde que era joven había adquirido un


extraño gusto por el alcohol, el sexo, el
fuego devorador y la destrucción, esto
gracias a mis vivencias en un poblado
lleno de dichos elementos, ya que mi
humilde hogar se encontraba en medio de
la zona más pobre y terrible de mi país,
atiborrada de burdeles, casas de apuestas,
carnicerías ruines, mataderos, rastros,
cantinas y por demás de lugares en donde
los fluidos del placer, el vino y la sangre
se mezclaban en medio de las calles y se
volvían uno mismo al precipitarse en las
coladeras de las callejuelas grises y
mohosas de las viviendas de una
comunidad, sin duda, sumamente
olvidada por dios… esos recuerdos son
muy parecidos a los contados en el libro
de los creyentes de aquellas ciudades
azotadas por Jehová.
Mi padre era una persona tranquila, de un
carácter muy pasivo, pero consumido por
los recuerdos de su oficio. Él era el
encargado de la cremación de los cuerpos

21
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que botaban de los sanatorios debido a


que sus muertes eran consecuencia de
alguna enfermedad contagiosa para los
demás, mi madre se dedicaba a la crianza
y matanza de gallinas para venderlas
frescas en las mañanas a todas las
personas que se congregaban en la plaza
central. Pero aquella plaza no era una
plaza común y corriente, era la plaza de
ejecuciones, donde constantemente se
hacían pagar sus pecados a los
criminales, que realmente eran
demasiados, que resultasen culpables de
las acusaciones impuestas por el juez del
pueblo, y debido a que mi madre
realizaba sus ventas en dicha plaza, yo
me veía obligado a presenciar dichos
espectáculos grotescos cada que se
suscitaban en el centro de la plaza frente
a los ojos de cientos de curiosos y
blasfemos, que reían a carcajadas al ver
como la vida de un ser humano es
arrancada por la mano del hombre sin
piedad.

22
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Como podrás imaginar, mi infancia y


adolescencia repleta de dichos
acontecimientos y bizarras visiones me
convirtieron en una persona
completamente insensible, solitaria y por
más extraña, tal vez porque de entre todas
las personas del pueblo, yo era el único
ser viviente que repudia dichos actos y
dichas formas de vivir, o al menos eso era
lo que pensaba.
Cuando me encontraba en el último año
de mi preparación como ayudante de mi
padre, una tarde lluviosa, fui enviado a
tirar un montón de cenizas de enfermos
fuera del pueblo, en ese entonces contaba
ya con la mayoría de edad, sin embargo,
el temor que le tenía a mí mismo pueblo
me hacían sentir mucho más menor. El
atardecer resplandecía hermosamente
sobre el horizonte, como una perfecta
pintura expertamente matizada por el
mismo Miguel A… en su mejores años
como pintor. Ese día el panorama se veía
casi igual que cualquier día en el cual me

23
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encargaba de tirar los desechos


cumpliendo mi labor de ayudante de mi
progenitor querido, sin embargo, ese día
cambió mi existencia por completo.
En lo más largo del horizonte, justamente
cerca de un enorme montículo de cenizas,
se encontraba una joven recolectando
unas extrañas rosas, las cuales debo
admitir, me parecía de lo más extraño que
pudiesen brotar en esas condiciones y
específicamente en ese lugar. La joven se
paseaba lenta y suavemente por encima
de las cenizas de los enfermos, su
cabellera era larga y roja, su piel blanca
como la de los mismos muertos y sus
ojos azules como el zafiro. Sin duda era
bella, pero bajo sus ojos se dibujaba unas
terribles y profundas ojeras, las cuales la
hacían ver como una hermosa rosa
apunto de marchitar, y su caminar… oh,
su lento caminar… era como si se
moviera a placer del mismo viento que
soplaba por aquellos campos olvidados
por la religión. Una extraña brisa que

24
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

repentinamente sopló me hizo estremecer


hasta el fondo de mi persona al ver su
errante andar… de pronto recordé que
aquellas cenizas eran dañinas para la
salud y me precipité hacia el lugar donde
ella se encontraba. Rápida, pero
temerosamente llegue hasta un lugar
donde pudo observar (o sentir mi
presencia que más bien creo que fue lo
que paso) y con una voz firme e
indiferente le dije:
- Señorita, disculpe las molestias,
pero eso que usted está haciendo no
es correcto.
Lentamente volteo su mirada fría hacia
mí, y sentí como una descarga gélida que
congeló su imagen por siempre en mi
corazón, y con un gesto amistoso me
respondió tiernamente:
- No sabía que estas rosas tuvieran
algún dueño, si es así, no veo ni su
nombre ni su dirección en ellas, son
acaso de usted joven?

25
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

En ese momento mi alma se quebró en


mil pedazos, no puedo explicar porque
una experiencia tan humilde y
conmovedora podía partir mi alma como
si acabara de matar a alguien…
temerosamente y entre tartamudeos le
conteste:
- No es por las rosas bella dama… es
por la tierra donde han crecido, está
sumamente contaminada por restos
de seres enfermos, mi labor como
caballero es advertirle que su salud
estará en peligro si conserva esas
rosas.
Entonces de la manera más pura sonrió,
se abalanzó hacia mí, me sujeto
fuertemente de las muñecas y me
preguntó mirándome fijamente a los ojos:
- ¿Es usted el caballero que ha
venido a salvarme de una terrible y
dolorosa muerte?

26
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Me quedé sin palabras, de mi boca no


pudieron salir más que brutos sonidos sin
forma, en realidad no supe qué
contestar… pero al final un falso si salió
casi forzado por algo dentro de mí.
Las siguientes semanas nos encontramos
en los atardeceres en aquel solitario lugar,
charlamos acerca de las pocas y comunes
cosas que yo podía presumir de mi oficio,
y ella siempre con una sonrisa en el
rostro, me escuchaba atentamente todas y
cada una de mis palabras. El tiempo pasó
más por nosotros, con el paso de los
meses se convirtió en mi compañera, y
nuestras charlas vespertinas se
convirtieron en encuentros pasionales
repletos de placer. Dichos encuentros
cada vez eran más y más prolongados, al
grado de terminar casi en las
madrugadas… Era extraño, pero hasta
ese punto puedo presumir que era feliz.
Con el paso de los años, mi pasión por
ella fue incrementándose arduamente, a
un grado casi enfermizo, tengo que

27
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

aceptarlo pero solo pensaba en estar cada


vez más cerca, más cerca de ella, después
solamente pensaba estar más y más
adentro… suena extraño, pero me he
prometido hablar con la verdad.
Una de esas tardes, la encontré triste, se
notaba que había estado llorando, me
acerque, la bese y le pregunte qué le
pasaba, rápidamente rompió en llanto y
me dijo que ya no podríamos vernos
nunca más, debido a que sus padres se
habían enterado de nuestra aventura
(llamado a nuestra relación de esta forma
obviamente influenciada por los regaños
de sus padres). Por mi mente la única
pregunta que pasaba por mi mente era
como sus padres, o los míos no se habían
percatado de esto hasta después de tantos
años?
Se despidió de mí, se incorporó y decidió
alejarse… la alcance, la tome del brazo,
intente hacerla recapacitar, pero en sus
ojos solo había odio hacia mí, eso me
confundió. Se soltó de mi brazo y

28
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

corrió… corrí tras ella… un mal paso


cambió todo… resbaló, cayó sobre la
corteza de un árbol, la sangre brotó de su
frente, su respiración cesó… y las rosas
blancas llenas de cenizas que siempre
recolectaba se tiñeron de rojo carmín…
Sin importar lo sucedido, la tomé entre
mis brazos, la besé desesperadamente,
comencé a arrancar sus ropajes y la hice
mía por última vez, justamente en el
mismo momento que su último suspiro
escapó de su pecho. En ese momento,
sentí como si alguien me estuviera
observando fijamente y lleno de odio,
miré hacia todos lados, pero no había
nadie… corrí desesperadamente llevando
sin saber por qué, solamente las rosas
llenas de la sangre de mi amada, el horror
invade mi alma, la desesperación devoro
mi mente. Llegue a mi carreta vieja,
alcance el viejo cuchillo que siempre
llevaba como defensa, corte rápidamente
mis muñecas… y en ese justo momento
sentí que algo cayó pesadamente sobre

29
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

mi… con todas mis fuerzas traté de


levantar lo que me oprimía, pero nunca lo
logre, aclame ayuda, vi correr la sangre
de mis muñecas y me quede en esa
posición.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero mi
barba y mi cabellera han crecido
abundantemente, mi sangre nunca ha
dejado de correr, no se siquiera si estoy
vivo, lo único de lo que estoy seguro es
de que eso que me oprime es el pesado
pie de dios intentando aplastar mi ser por
mi pecado… solamente pido… que
alguien me ayude por favor.

30
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Vagando en este
infierno.

De pronto mi sueño fue cortado


estrepitosamente, tan estrepitosamente
como cuando de golpe la guillotina
separa del cuerpo la cabeza de los
traidores y bandidos, en ese momento
desperté, o al menos eso pienso yo, ya
que no puedo asegurar que estaba
completamente lúcido en ese instante. Mi
sueño había sido truncado por un golpe
seco que se había originado en algún
lugar de la habitación, o al menos eso
pensaba yo, si bien no logre apreciar de
dónde provenía el repentino sonido estoy
seguro que pude apreciarlo al menos
auditivamente lo suficientemente claro,
tan claro como para despertarme de mi
profundo sueño ocasionado por un día
completo de pensamientos revueltos y un
gran agotamiento mental. En teoría
desperté… o eso pienso, en medio de una

31
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

habitación de hotel antiguo, corroído


tristemente por el tiempo y la desolación,
aquel cuarto era mi guarida en ese
momento y era todo lo que mis bolsillos
podían costear debido a mi gran pobreza
mental. Desperté sobresaltado,
confundido y hasta cierto punto aterrado,
con el horror que cualquier maníaco
depresivo como yo suele despertar de
entre sueños cuando en estos está siendo
atormentado cruelmente por sus más
grandes pecados. Por mi mente
comenzaron a pasar mil cosas, mil y una
explicaciones acerca de aquel ruido
desconocido hasta ese momento para
mi… tal vez fue un roedor escurridizo,
probablemente el huésped de la
habitación contigua pudo golpear de
pronto y debido a su mal dormir la pared
o el suelo viejo, o quizás, solamente
quizás, pudo haber sido solamente mi
retorcida imaginación… pensé
nuevamente en silencio…
ocasionalmente pudo haberse colado una
brisa traviesa a través de la ventana

32
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

entreabierta del cuarto de baño, dando


esta misma una solemne vida a la cortina
delicada de seda que ondeaba el marco de
dicha ventana, con un movimiento triste
pudo levantar un vuelo casi muerto, casi
imprevisible y derribar algún objeto
malamente olvidado sobre el lavabo
continuo, o como ya lo mencione, tal vez
solamente fue mi imaginación… mi
triste, solitaria y retorcida imaginación.
El estar pensando arduamente en la
procedencia del extraño sonido me llevo
a un adormecimiento repentino,
tranquilamente recobre la conciencia y
decidí dar por olvidado dicho
acontecimiento y proseguir a dormir
profundamente para así al día siguiente
reanudar mis actividades cotidianas, ya
que al amanecer tenía que entregar (a
modo obligatorio por cierto) un detallado
informe referente a el extraño asesinato
de mi compañera de habitación de la
universidad… el recordar esto me trajo
raros recuerdos… su mirada, su tierno

33
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

rostro, su forma de suplicar… su olor…


su pérdida de temperatura… y varios
recuerdos más.
Estos recuerdos despertaron en mí cierta
paz interior, y una suspicaz sonrisa se
dibujó en mi rostro… esa sonrisa fue
incrementándose hasta convertirse en una
leve risilla siniestra y después en una
carcajada burlona que intento ahogar
presionando fuertemente mi mano contra
mi boca. Sin embargo no pude callar ese
sentimiento y mucho menos esa
expresión corporal tan instintiva de reír
que tenemos todos los hombres, por más
que lo intente no pude lograrlo y
comencé a reír a carcajadas en medio de
la siniestra oscuridad de mi humilde
morada. Reía más y más, hasta llegar a
las lágrimas y sentir un dolor abdominal
producido por los espasmos de dicha risa
macabra… cuando de pronto mi burla fue
cayada violentamente por un segundo
golpe seco en la habitación. Esta vez
logre visualizar el lugar preciso de dónde

34
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

provenía el siniestro sonido, resultase


salir de un viejo ropero olvidado en el
fondo de la habitación y rápidamente
llegué a la conclusión de que dicho
sonido solamente podría ser producido
por un maldito y sucio roedor, el cual
seguro tenía su nido infernal en lo más
profundo de dicho ropero.
Esto me llenó de rabia completamente…
consumido por la furia más enajenante
que posee a los seres vivos me levanté de
mi cama y me precipité con un odio
errático en contra de aquel mugriento
mueble casi destrozado por el tiempo…
estaba decidido a estrangular con mis
propias manos a la maldita rata habitante
de esa madriguera y hacerla desaparecer
junto con toda su descendencia si era
necesario ¡. Si bien ya había acabado con
la vida de una mujer por negarse a un
placer, una miserable y sucia musaraña
no iba a robarme el placer del sueño
profundo y reconfortante ¡. Al abrir
estrepitosamente las puertas del ropero el

35
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

horror más profundo que puede consumir


el alma de un hombre se apoderó de mí.
Del ropero comenzaron a emerger todo
tipo de animales rastreros y bichos de los
más ruines ¡serpientes, cucarachos,
escarabajos, ciempiés, arañas, tarántulas,
escorpiones y por demás, todo ellos
alumbrados por una verde luz radiante
producidos por un millar de luciérnagas
que se dispersaron rápido por toda la
habitación. Fui atacado violenta y
repentinamente por dichos animalejos,
tan repentinamente que caí al suelo y
cuando mire mis extremidades ya estaba
cubierto hasta el cuello de todo tipo de
insectos indeseables. Rápidamente
subieron por mi cuello y mis mejillas y
comenzaron a introducirse en mi boca,
mis oídos, mis fosas nasales y mis ojos
de una forma tan basta que a los pocos
segundos mi visión dejó de existir.
Después de eso, solo vino a mí un
silencio… la angustia cesó… y todo se
convirtió en oscuridad profunda y
devoradora…

36
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Entonces, con la misma violencia que


había despertado la primera vez, se
volvieron a abrir repentinamente mis ojos
en medio de la nada y la misma .
Completamente empapado en un caliente
sudor chorreando sobre mi frío cuerpo
me quedé inmóvil… entre en razón, con
mis manos cerciore que ya no existiesen
bichos sobre mi cuerpo… Me sentí
aliviado, extasiado por el confort de
haber disipado esa pesadilla de mis
sueños. Entonces decidí incorporarme
para calmar mi sed con un poco de
refrescante agua… en ese momento que
levante a medias mi cuerpo, mi piel se
erizo por completo al contemplar tan
terrible atrocidad situada en la orilla de
mi cama… fue la visión más aterradora
de mi vida y creo que la última.
Parado, o más bien dicho, a medio parar,
en posición de cuclillas se encontraba un
ser espeluznante, con cara humana, una
larga barba, extrañas orejas duendescas,
su piel era de un color rojizo tan parecido

37
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

a la sangre rebajada por el alcohol y su


cuerpo estaba cubierto de un largo y
negro pelaje horripilante. Todo esto
adornado por una tremenda cornamenta
de una proporción extra natural que
rasguñaba el techo de la habitación. En su
rostro se dibujaba una terrible sonrisa tan
macabra que dejaba ver unos sucios,
amarillentos y afilados colmillos muy
similares a los de los tiburones marinos.
Sus ojos estaban clavados en mi persona,
más directamente hacia mí misma
mirada. En sus piernas descansaba una
silueta que pronto pude reconocer… una
mujer desnuda de una belleza radiante…
la misma mujer a la cual yo mismo había
privado de la vida.
Volví a cruzar la mirada retadora de
aquel escalofriante demonio solo para
apreciar lentamente como se abalanzó
sobre mi existencia… entonces desde ese
momento soy un vagabundo… un vil
vagabundo que se encuentra vagando en
este infierno.

38
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

El espectro de la
soledad.

Se han puesto a pensar alguna vez que la


vida, nuestros cuerpos, lo que nos rodea y
hasta las mismas estrellas fueran
simplemente un suspiro, un recuerdo, una
sueño creado por la imaginación o
simplemente una mentira?... mi nombre
es tan poco significativo para las
personas que me rodean, e incluso para
mis familiares más cercanos, por lo tanto
no considero necesario mencionarlo.
Soy una persona demasiado solitaria, de
esas que temen a la oscuridad, odian a las
multitudes y que grita de desesperación
ahogadamente en su interior cuando
sienten que algo no les parece, está mal o
no es de su agrado. A muy corta edad,
debido a mi falta de amigos y ese maldito
temor a socializar, adquirí la costumbre
de caminar por campos cercanos a mi
hogar por las tardes hasta un viejo roble

39
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

seco que se encontraba en medio de la


nada en aquellos pagos en mi solitaria
ciudad natal. Esa costumbre se volvió una
rutina en mí, al tal grado que si no
realizaba mi caminata vespertina no
podía conciliar el sueño en las noches.
Como lo comente se volvió una rutina, ya
que nunca pasaba nada diferente, nada
interesante, nunca ese horizonte mostró
signos de vida alguna, tal vez
ocasionalmente en el transcurso de los
años logré observar algunas aves, tal vez
un par o más, pero fuera de eso no existía
nada que altere el paisaje que se volvió
como una pareja para mí a lo largo de los
años de mi vida. Con el tiempo al llegar a
mi hogar en las noches y pensar en mi
profunda soledad comenzaba a
apoderarse de mí un extraño sentimiento
que solo lograba llenar mis ojos de
lágrimas hasta sumergirme en un
profundo y prolongado llanto hasta
quedarme dormido. Para poder combatir
esos momentos comencé a beber licor

40
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

fuerte, con la intención de caer rendido


por los efectos de la embriaguez y
encontrarme con el sueño restaurador de
una forma más repentina, si bien sabía
que era algo completamente estúpido, a
cierta forma el alcohol reconfortaba un
poco mi alma y comencé a beber
diariamente después de realizar mis
caminata y mis reflexiones vespertinas en
el viejo roble, bebía tanto que me
convertí en el alcohólico que en estos
tiempos soy.
Cuando ya era mayor, cuando contaba
con unos 28 años de habitar en este
mundo de deseosos e inicuos, ocurrió una
extraña situación que fue un parteaguas
en mi existencia, fue algo que logró
alterar mi forma de pensar acerca de este
mundo y todo lo que lo habita.
Una tarde como cualquier otra, con un
agradable clima y transcurriendo el otoño
una pregunta asaltó mi mente… oh dios
universal, señor de todas las cosas,
creador de sentimientos y padre de todos

41
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

los ángeles, si realmente existes me


gustaría que me dieras una explicación de
el por qué esa maldita duda asaltó mis
pensamientos aquella maldita tarde que
marcó para siempre mi mente.
Me encontraba como todos los días de mi
maldita, aburrida e inútil vida, sentado en
aquel viejo roble contemplando el
atardecer en el horizonte cuando esa
maldita duda apareció dentro de mi
cabeza como si alguien la hubiera puesto
ahí intencionalmente… esta pregunta
comenzó a resonar dentro de mí mismo: y
si algún día mirando ese atardecer
solitario en el horizonte... y si algún día
dejará de ser solitario... que si alguna
extraña silueta lo opacara, que si esa
silueta fuera un recuerdo de una vida
pasada sumergida en la melancolía?.
En ese justo instante, en el justo
momento que mis pensamientos callaron,
a lo lejos del horizonte matizado por un
color naranja y rojo como una línea de
sangre que envenenaba el cielo pude

42
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

aprecia bulto negro… un bulto que juro


por mi propia vida apareció como por
arte de magia justamente donde se
clavaba mi mirada. Puedo por encima de
mi vida jurar que no soy un loco, y que
mi alma arda en el eterno rio de lava
junto a la serpiente antigua, la muerte y el
hades si miento, probablemente sea un
maldito solitario e incluso un ser
repudiable para el resto de la gente, pero
no soy ningún demente o problemático
trastornado, esa cosa, sea que sea,
porque no puedo explicar su procedencia,
que es, ni por qué se cruzó en mi camino,
no estaba en el horizonte en un momento
y en menos de un segundo pude apreciar
cómo se materializaba frente a mis ojos,
fue como si un vapor o humo negro
emergente de la tierra hubiese formado
una silueta repentinamente frente a mi
paralizado ser. No era, hasta ese
momento la silueta de algo en sí, sino
como ya lo mencione simplemente era un
bulto negro que de pronto apareció ante
mí como cortando la costumbre que por

43
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

años había mantenido, como en forma de


protesta, como si estuviese harto de
observarme contemplar el atardecer en el
horizonte.
Mi cuerpo quedó completamente
inmóvil, mi boca se entreabrió para
lanzar un grito de terror pero sin embargo
no pude realizar sonido alguno, mis
manos comenzaron a sudar y sentí en mi
cuerpo un tremendo incremento en la
temperatura de un solo golpe, lo cual
solamente fue cortado por un mismo y
repentino descenso de la misma lo que
dejo a mi cuerpo vulnerable ante la brisa
fresca, la cual con una suave caricia logro
estremecer por completo todo mi ser
hasta sus fibras más internas. En la parte
superior de dicha figura podía observar
dos puntos rojos, lo cual sospeche que
eran sus ojos… si bien, como ya lo he
mencionado con anterioridad, en ese
momento ya tenía una gran fascinación
por los efectos que el licor produce sobre
la mente de los hombres, nunca bebía

44
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

antes de realizar mis caminatas tan ya


mencionadas hacia el viejo roble, por lo
cual puedo por más comprobar que no
fue una visión traicionera producida por
los vapores del alcohol. Al descubrir lo
que presentía eran sus ojos el horror se
apoderó de mi de una manera tan
sobrehumana que puedo jurar sentí casi
explotar mi corazón dentro de mi pecho.
A medida que transcurrían los segundos
la tarde ya muerta se convirtió en una
obscura noche, y los rojos ojos de aquel
tétrico ser brillaban en medio de la
oscuridad como dos brasas candentes,
una diabólica visión espectral que estaba
completamente seguro estaba clavada en
mi ser. En ese momento mi instinto de
supervivencia explotó dentro de mí, no sé
cómo pero en unos cuantos segundos ya
estaba en mi cabaña, la que si bien se
encontraba realmente muy cerca de
aquellos campos, era una distancia que ni
el más feroz de los ferrocarriles recorrería
en unos cuantos segundos.

45
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Al encontrarme ya en mi cabaña una


extraña sensación se apoderó de mí, un
presentimiento demasiado extraño para
explicar con simples palabras, un impulso
que me obligó a asomarme por una de las
ventanas hacia la dirección donde se
encuentran los campos de mis
atardeceres… fue horrible mi
descubrimiento… el ser que antes había
divisado en el horizonte al atardecer ya
no se encontraba en el final de los
pastizales, estaba muy cerca de mi
cabaña, casi enfrente de la puerta de mi
hogar, pude reconocerlo por sus ojos
rojos brillantes y a esa corta distancia
pude ver su forma completamente… era
como cualquier persona, solo que de una
altura desproporcional que superaba con
facilidad los dos metros, no parecía tener
cabello alguno y mucho menos ropajes y
su cuerpo estaba constituido por un tipo
de humo negro, tan negro que se veía más
obscuro que la maldita noche en si… En
resumen era como la sombra de un
hombre de un muy gran tamaño, pero con

46
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

unos terribles ojos rojos que brillaban


como dos velas con llamas de sangre.
Corrí despavorido hacia la última
habitación de mi hogar, era una especie
de bodega donde puedo guardar el licor
con el cual se envenena mi alma día con
día y me tire en el suelo… escuche como
abrió lentamente la puerta de mi cabaña y
se desplazó lenta y pesadamente hacia la
bodega de licor donde me encontraba
escondido, tal como si pudiese
perseguirme al saborear el rastro de terror
que en esos momentos me envolvía total
y completamente como los brazos
sobreprotectores de la esposa más fiel y
cariñosa. Escuche sus pasos acercarse
cada vez más y más hacia mi hasta
detenerse frente a la puerta de la
bodega… de pronto la puerta comenzó a
abrirse lentamente y logre visualizar
nuevamente al espantoso engendro de la
noche parado frente a mi… entro a la
bodega, cerro cuidadosa y
silenciosamente la puerta y se sentó en

47
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

una silla que se localizaba justo al lado de


la puerta. Eché un vistazo a mi colección
de licores, que si bien no eran de una
gran calidad, eran por más que
comprobado sumamente embriagantes.
Levantó lentamente su mano, y tomó el
que se encontraba más cerca de él, lo
abrió y volvió nuevamente a clavar su
rojiza mirada en mi ser… si hacer ningún
tipo de sonido comenzó a beber el vino
tinto seleccionado con su mirada fija en
mí, yo estaba completamente a punto de
la muerte por espanto y el ser disfrutaba
de un vino tinto mientras se deleitaba con
el espectáculo que mi rostro empapado de
horror interpretaba en esos momentos…
nuevamente volteo hacia mi colección de
licores, tomo una segunda botella, la
colocó en el suelo y la hizo rodar hacia
mi… rápidamente comprendí que
deseaba que bebiera con él, y para evitar
despertar en él cualquier tipo de enojo,
tome rápidamente la botella y la abrí,
pensé si esta, la visión más impactante y
aterradora que he visto en mi vida, ahora

48
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

materializada frente de mí viene a cortar


de un solo tajo mi vida prefiero que lo
haga cuando me encuentre
completamente ebrio y no pueda percibir
como la muerte arranca de mi alma para
dársela de comer a los lobos… pero eso
no sucedió… la abominable criatura
solamente se concentró en beber y beber,
de la misma manera, silenciosamente y
con su mirada puesta sobre mí.
No sé cuánto tiempo transcurrió, para mí
fue una eternidad, pero en teoría
solamente fue una noche… esto puedo
asegurarlo debido a que de la misma
forma que llegó aquella bestia alcohólica
de la misma manera se fue, con un
pesado y lento caminar… salió de la
bodega tranquilamente, recorrió mi
cabaña en su totalidad hasta llegar a la
puerta, la abrió cuidadosamente, salió y
cerró por fuera con una entera delicadeza
que contrastaba con su estremecedor
aspecto. Tranquilamente tomó el camino
que se dirigía hacia aquel campo

49
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

desolado y despareció de mi vista


lentamente hacia aquel lugar tan
conocido por mí. Justo cuando logré
perderlo de vista me di cuenta que ya el
sol comenzaba a asomarse y que de
alguna manera milagrosa había
sobrevivido a la noche más aterradora de
toda mi existencia.
Desde ese día ya no me acerco al viejo
roble, el terror que se ha quedado
impregnado en mi desde ese día no me lo
permite… y sin embargo sé muy bien que
algún día, espero muy lejano, volveré a
dar mi caminata vespertina, a sentarme en
el viejo roble, a realizar la misma
pregunta en mi mente y a beber licor en
compañía del espectro que mi misma
soledad creo para que ya no estuviera
solo ni un minuto más. Lo odio tanto,
pero a la vez lo deseo, porque ha sido lo
más cercano que he tenido a un amigo de
verdad, ese espectro… ese maldito
espectro de mi soledad.

50
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Dos penetrantes
círculos negros llenos
de maldad.

Soy una persona completamente


funcional, al menos hasta donde yo
puedo apreciarlo, no conozco las malas
jergas, los juegos de azar, no suelo comer
carne ni tener relaciones promiscuas… en
pocas palabras, soy un eco de la nada,
soy un murmullo en el viento, una
desolación, un mal pacto y un lamento.
Con el paso de la noche voy entendiendo
a cada momento mi soledad, esto no
porque esté solo en sí, sino porque
escucho en el viento el murmullo extraño
de la misma soledad que me llama
incontables veces dentro de mi sueño y
mi vigila. Un día, entendiendo todo esto,
comencé a buscar a la muerte en su más
grande expresión, no quería morir en sí,
quería conocer a la muerte para
cuestionar un curioso detalle que se

51
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encontraba torturando mi mente desde


hace varios años atrás debido a una
extraña experiencia vivida, conocía la
vida, ahora me gustaría conocer la muerte
sin vivirla en sí.
Cuando todos somos pequeños, somos
educados dentro de la cultura del
nazareno torturado en la gran ‘’T’’, hasta
este punto de mi relato me gustaría
pensar que todos, o al menos la mayoría
estamos de acuerdo… quien no ha
sentido en su frente esa agua repleta de
rezos en los instantes menos oportunos de
su apenas iniciada vida, pienso yo que la
mayoría que estamos en este dialogo
blasfemo nocturno lo hemos sentido, tal
vez sin recordarlo, pero lo hemos sentido.
Yo en lo personal por lo menos puedo
presumir que si lo he sentido, a pesar de
mis costumbres, religiones y formas de
pensar adquiridas con el paso del tiempo,
puedo presumir que lo he sentido.
Por lo consiguiente siempre he buscado
la libertad del alma, la libertad pura y

52
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

abrasadora que nos extasía con el más


grande beso mortal que saca de nuestras
mentes esa obligación de servir
ciegamente una retórica que realmente no
conocemos en su totalidad, más sin
embargo estamos encadenados a vivir
una vida dominada por las masas y las
mayorías.
Regresando al tema principal de mi
conversación con los presentes, la
libertad del alma, me gustaría contar que
en los rincones más sucios y olvidados de
los cafés colmados de misantropía que
suelo frecuentar, he escuchado a millares
de bohemios decir que la verdadera
libertad del ser humano está fuera de este
envoltorio corporal, esto yo lo interpreto
como la muerte misma, por lo
consiguiente es por lo cual busco con
tanto énfasis encontrar a dicho ser,
energía, situación, etc., etc., etc.… sea lo
que sea busco una entrevista con eso que
me es hasta ahora un poco inexplicable
para mí, y confieso en orden todas y cada

53
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

una de las situaciones que me han traído


aquí frente a ustedes.
Primeramente todo comenzó como una
duda que creció en mi mente y después se
empapo de mis pasiones de adolescencia,
por lo cual comencé a torturar insectos,
después fueron animales pequeños, y en
los años pro siguientes ya no solo era un
placer por infringir algún dolor físico,
sino una sed por despojarlos de la vida en
sí, y al observar dicho acontecimiento
intentar explicar cómo su alma se volvía
libre. Estos experimentos siempre fueron
fallidos, pensé que tal vez debido al
diminuto tamaño de los seres con los
cuales realizaba mis prácticas no llegaba
a apreciar dicho momento de
liberación… Pronto cambié el protocolo
y mi modus operandi, comencé a
enfocarme en animales de mayor tamaño
como felinos y sabuesos, nuevamente sin
obtener éxito.
Deje mi práctica olvidada por algunos
años, y ya contando con la mayoría de

54
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

edad ya cumplida hace muchas


primaveras la misma duda volvió a
apoderarse de mí, pero la ignore y
deseche fácilmente pensando que era una
inquietud instintiva solamente realizadas
por los bárbaros e incultos. Varios años
transcurrieron tranquilamente y por fin
pude sobrellevar una vida entre comillas
normal, sin embargo nunca forme una
familia, nunca tuve una cita amorosa con
alguna bella dama, ni algún hijo bastardo
que reconocer, simplemente pasaba los
día de mi vida disfrutando del olor de la
exquisitas comidas y el contemplar del
movimiento de la cuidad donde vivo.
Esta manera de vivir tal vez sea un poco
cansada para cualquier persona que suele
llevar una vida más agitada, pero para mí
era simple y sencillamente la más
satisfactoria y reconfortante época que
pude disfrutar a través de mis años
vividos. Pero un día todo esto cambió
drásticamente debido al incidente
inoportuno que encolerizo mi alma por
siempre desde que se enmarco en mi

55
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

vida, y el cual a continuación me


dispongo a contarles.
Una tarde calurosa de verano del año de
19… caminaba tranquilamente por la
orilla del lago… de la ciudad de…,
observaba a la gente caminar de aquí para
allá y de allá para acá, algunos con prisa
y otros sin una enorme tranquilidad en
sus rostros, de esta misma forma
caminaba yo, ya que no tenía ningún
lugar a donde ir, solamente pasaba por la
ciudad para distraerme un poco y estirar
las piernas. Miré hacia el lago cautivado
por una gama de colores que se movían
bajo el agua producida por incontables
peces que jugueteaban bajo aquel líquido
vital, cuando de pronto algo llamó mi
atención bajo el agua… un extraño pez
que se movía con una gran lentitud, se
escurría entre aquellos peces coloridos,
su color era un verde obscuro casi negro
que lo hacía confundirse con el fondo del
lago, me detuve, talle mis ojos para
cerciorarme que un fuera una broma

56
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

visual o un engaño de mi mente, pero al


fijar nuevamente la vista, esa extraña
cosa seguía ahí, con su lento mover en
dirección de lo más profundo del lago.
Mire sobre mis hombros para verificar si
alguna otra persona estaba contemplando
el mismo espectáculo bizarro, pero me di
cuenta de que nadie prestaba atención al
lago, mucho menos a la extraña criatura
verde obscura. No quiero presumir que
era diferente a las demás personas
presentes, ni que contase con algún tipo
de poder extrasensorial único, solamente
solía observar aquellos pequeños detalles
ya casi olvidados por las masas y los
círculos sociales.
Con la mirada fija en aquella rara
criatura, camine por la orilla del lago sin
perderla de rastro, debido a que su
tamaño el doble de cualquier otro pez del
lago no me fue difícil seguir su lento
camino hacia la orilla, se quedó inmóvil
un momento, y después como una
centella se escurre bajo de un muelle,

57
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

quede atónito, paralizado por la rapidez


con la cual se precipitó bajo el muelle, tal
y como si hubiese descubierto que le
espiaba. Me quede observando su
escondite para poder sorprenderlo si salía
nuevamente de su guarida, pero esto
nunca sucedió, entonces volvieron a mi
esas ganas de arrancarle la vida a algún
ser, de liberarlo de su envoltura corporal.
Rápidamente me dirigí a una tienda de
pesca cercana al muelle, adquirí una red y
algo parecido a una pequeña ballesta, me
dirigí nuevamente al lugar donde había
observado al ser esconderse y me quede
tranquilo esperando su salida hasta el
anochecer. Cuando ya la noche era muy
avanzada, y fatigado por mi espera pensé
en darme por vencido, regresar a mi
hogar y olvidar dicho suceso dando por
hecho que solamente había sido una
jugarreta de mi mente, cuando justo en
ese momento pude distinguir un casi nulo
movimiento en el agua, fije mi vista y me
percate que la criatura verde oscura había
salido de su guarida. Sin pensarlo dos

58
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

veces me lance torpemente con la red


extendida entre mis manos hacia aquel
extraño pez, acertando mi salto sobre él
logre apresarlo entre la red y abrazarlo
fuertemente, comenzando así una lucha
tan terrible entre el ser y yo. Lo levanté
del agua, ya que por lógica pensé, si es un
pez, al salir del agua tendrá que
inmovilizarse por la falta de oxígeno, lo
arrojó hacia la orilla, fuera del lago
envuelto en la red, y efectivamente el ser
dejó de moverse. Salí del agua
rápidamente para observar a mi nueva
presa, entre los espacios vacíos de la red
pude contemplar a tan horrible ser
viviente…
Por encima parecía ser un pez, pero por
debajo contaba con innumerables patas
de insecto, algo parecido a los
escarabajos. Retire lentamente la red de
él, ya al poderlo contemplar
completamente me llene de horror, su
aspecto era más terrible de lo que
esperaba, aparte de contar con esa

59
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

estructura de desplazamiento parecida a


la de los insectos, tenía un rostro en su
extremo superior muy parecido al de un
ser humano, pero algo mezclado con el
de un roedor¡¡.
El terror más infame se apoderó de mí y
tomé la ballesta, y cuando me decidí a
atravesarlos de un estocada, sus ojos se
abrieron, y de su hocico dejo salir un
chillido que me paralizó del miedo, esto
me dejó vulnerable y esa maldita criatura
de un repentino salto se clavó con sus
patas y su hocico en mi abdomen.
Aterrado por el ataque de tan
despreciable criatura, la intentó
desprender de mí, lo cual no pude
lograrlo, entonces tomé la pequeña
ballesta y comencé a embestir en
contadas veces, comencé a
despedazarlo… nuevamente el horror se
apoderó de mi… al momento de que el
ser estaba hecho añicos pegado a mi ser,
contemplé horrorizado que los restos de
esa cosa se sumergían en mi piel, hacia

60
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

dentro de mí, podía sentir cómo se


apoderaba y profanaba mis entrañas¡¡, de
una forma tan rápida que al cabo de unos
segundo solamente quedaban en mi las
marcas que habían producido sus patas y
su hocico. Con lágrimas en los ojos y
sumamente asustado corrí hacia mi
hogar, de un golpe abrí la puerta y me
arrojé sobre mi cama, sentía un dolor
agudo en mi interior y no sabía cómo
apagarlo. En ese instante, justamente
cuando por mi mente pasó acudir
desesperadamente con un médico, logre
percibir aquel extraño chillido
nuevamente, pero esta vez dentro de mi
cuerpo, el dolor se intensifico hasta un
grado que pensé moriría… pero esto no
sucedió, al contrario, el dolor desapareció
casi como por arte de magia. Al día
siguiente todo trascurrió normal, los
meses posteriores también, hasta al cabo
de un año cumplido exactamente de
haber ocurrido dicho acontecimiento,
comencé a notar que mi piel se
comenzaba a tornar verde y poco a poco

61
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

obscurecía, mis ojos cambiaron


drásticamente hasta volverse dos
penetrantes círculos negros llenos de
maldad y el deseo de liberar almas
comenzó a crecer en mi como nunca
antes lo había sentido… por eso comencé
a liberar almas a diestra y siniestra, a
través de la obscuridad, atormentando de
la forma más cruel y despiadada a los
humanos que tenían la desdicha de ser
mis víctimas mortales antes de liberar sus
almas de sus envolturas corporales, por
que como ya lo mencione antes, que es la
muerte sino una liberación.
Dado por concluida la explicación de por
qué sucedió mi cambio de
comportamiento, y porque mi apariencia
es tan terrible para sus ojos señores
jueces, dado a que en estos momentos
estoy a su merced y esperando el
veredicto final de su sentencia, solamente
les pido eso… que liberen mi alma de
esta maldita y despreciable envoltura
corporal.

62
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Cuando mi alma se
queme entre espinas.

Si tan solo por un momento pudiesen


concebir en sus mentes el lugar exacto a
donde se dirigen mis plegarias, hacia
aquella torre que claramente puedo
divisar desde mi celda de encierro, en la
cual se encuentra cautivo mi gran amado.
Su imagen nunca sale de mi mente, la
grotesca visión de las torturas que le
fueron aplicadas al momento de nuestra
captura, el dolor en su rostro, la agonía en
su mirada, y ese deseo de venganza
ardiente en nuestros corazones tal cual si
fueran uno mismo en ese momento. Mi
nombre es Lady….y estoy condenada a
morir en esta celda culpable de pactar con
demonios y seres de la obscuridad, sin
embargo mi vida nunca fue de esta
forma, antes caminaba libre por los
bosques, como el viento revolotea entre
los árboles las frescas mañanas de

63
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

primavera, mi corazón entristece al


recordar aquellos hermosos momentos
que nunca volverán.
Hace algunos años conocí al marqués
V… B… y el encendió en mí un gran
amor eterno, envuelto entre llamas
oscuras de cosas ocultas y desolación, el
cambio mi vida por completo y ahora se
encuentra preso en dicha torre,
completamente mutilado y condenado
por los mismos pecados que los míos de
una forma tan injusta que de la
obscuridad gritar incansablemente
nuestra liberación y solicitando al eterno
maligno una venganza digna por las
acciones inhumanas cometidas en contra
de nuestras tristes y solitarias almas aun
terrenales, ya que si bien fuimos
bautizados como seres de la noche, nunca
cometimos acción alguna en contra de las
personas de nuestro pueblo, todo lo que
realizamos fue para detener la maldición
que azota nuestro poblado en estos
momentos… si tan solo nos hubieran

64
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

escuchado en vez de espiarnos vilmente,


si tan solo hubiesen puesto atención a lo
que estaba por venir no estaría en estos
momentos corriendo tanta sangre y dolor
entre las personas inocentes que han sido
elegidas para la venganza bestial y
mundana que devora a todos y cada uno
fuera de esta celda.
Unos meses atrás, ya doctos de las
ciencias ocultas, el marqués y yo
recibimos una horrible visión llena de
terror e incontenible sufrimiento a manos
de la nación enemiga contigua a nuestro
pueblo, llenos de dolor en el alma, por
ver morir en esa visión a tantas personas
inocentes, decidimos por medio de
nuestros conocimientos secretos frenar
esta guerra y cambiar el rumbo de la
historia de nuestra gente, aunque a
cambio de esto nuestras almas tuvieran
que quemarse entre espinas. Con el
conocimiento adquirido a través de los
años de estudio arduo, dedicados
claramente a la magia negra y

65
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

dominadora decidimos invocar a un


extraña criatura antropomorfa que
protegiera los alrededores de nuestra
alejada aldea, teníamos muy poco tiempo
para lograr nuestro objetivo, debido a
esto nuestros movimientos fueron torpes
y fáciles de rastrear. Cuando logramos
juntar todos los elementos necesarios
para realizar la invocación nos
apresuramos hacia una pequeña montaña
que se encontraba en medio del bosque,
situada justamente entre los dos pueblos,
corríamos despavoridamente ya que
sabíamos que una horda de personas,
guiadas por jueces religiosos del poblado
venía siguiendo nuestros pasos para
atraparnos y hacernos ver nuestra suerte.
Llegamos a la pequeña montaña,
colocamos las cosas necesarias y el
marqués comenzó los rezos necesarios
para traer a esta dimensión a dicha
criatura horripilante pero protectora.
Antes de proseguir con mi relato debo
explicar el porqué del conflicto entre las

66
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

dos pequeñas ciudades. Unos días antes


de que entre sueños al marqués y a mí
nos fueran otorgadas las imágenes
macabras de dicha masacre que estaba a
punto de suscitarse, en medio del bosque,
justamente bajo esa misma montaña
donde realizamos nuestro experimento,
fue encontrada una osamenta, los restos
corroídos por el tiempo de los que
pareciera ser un hombre, pero de una
altura descomunal, se encontraba
embalsamado de una muy extraña manera
y en sus manos llevaba un extraño libro,
en el cual se contaba la historia de sus
antepasados. En dicho libro se podía
claramente leer el nombre de este ser, era
como su diario personal y explicaba que
estaba siendo perseguido por los
antepasados de mi pueblo, ya que se le
acusaba de la desaparición de la cosecha,
el ganado y una gran cantidad de niños y
doncellas. Este ser habitaba en el poblado
vecino, lo explicaba claramente el diario
que portaba su triste cadáver maltrecho,
sepultado en medio de la nada, como un

67
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

lamento al que nadie puede responder.


Entonces, a manera de venganza, los
habitantes de mi pueblo arrojaron los
restos de aquel ser a la entrada del
poblado vecino, maldiciendo el alma de
sus habitantes eternamente. Al paso de
los días, sobre dicho poblado, comenzó a
secarse la cosecha, el ganado empezó a
morir de una extraña enfermedad
parecida a la peste, de pronto los niños
desaparecieron misteriosamente y las
doncellas de igual forma se les podía
observar que se retiraba a sus aposentos
en las noches y por las mañanas
solamente se encontraban sus lechos en
soledad, sin ningún rastro de a dónde o
por donde se habían marchado.
Regresando al punto en donde interrumpí
mi narración, debo contarles el detalle
más macabro de la invocación realizada
por el marqués y por mí. Al momento de
llegar a la pequeña montaña nos
encontramos con un sinfín de cadáveres
de niños y doncellas alrededor de dicha

68
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

montaña, nos llenamos de horror, pero


proseguimos con nuestra misión. Cuando
el marqués estaba a punto de finalizar la
tarea pude apreciar a la multitud
enardecida ya a unos pocos metros, y
cuando el marqués obscuro concluyó con
sus cánticos paganos y blasfemos pude
observar como una enorme sombra
emergió de entre todos los cadáveres
formando en el cielo la silueta de un gran
hombre alado dotado de unas extensas
alas que oscurecieron todo en su
totalidad. Dicha sombra se elevó por los
cielos y desapareció sin dejar rastro
alguno… el marqués solamente suspiro y
de sus labios salió una melancólica
oración: ‘’hemos concluido con nuestra
obra maestra’’.
Al instante solamente pude sentir los
puños de la muchedumbre enardecida
impactarse contra mi rostro y mi cuerpo,
y cuando me tenían completamente
cautiva y sin escapatoria alguna, levanté
mi rostro y observé cómo era vilmente

69
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

torturado mi amado. Fuimos llevados


hasta lo que en estos momentos es
nuestro encierro eterno… a las afueras de
mi celada solamente puedo escuchar la
masacre que se está llevando a cabo a
manos de los habitantes del pueblo
contiguo, sé que moriré en esta celda, y
que mi amado el marqués obscuro morirá
en la torre al cautivo al igual que yo, la
guerra no puede alcanzarnos debido a que
nuestro maestro maligno nos ha vuelto
invisibles a los ojos de nuestros enemigos
en estos momentos, solamente cerraré
mis ojos y esperare a que la tormenta de
sangre cese, y espero que después de mi
muerte pueda encontrarse esta confesión,
para que no quede duda de las catástrofes
que pueden llegar a caer sobre los
hombres cuando estos son consumidos
por las más bajas pasiones, plantadas en
sus mentes, sus almas y sus corazones
por los espíritus de bajo astral
desconocidos para nosotros los simples
mortales.

70
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Muchas voces a la vez.

Hola, yo soy, la niña triste que siempre


ves por las noches merodear en tu
habitación y esta es mi muñeca, ella
siempre me acompaña a donde vaya, e
incluso en las noches frías de los
inviernos en el bosque, bosque oscuro y
húmedo el cual es mi morada en los
atardeceres.
Esta muñeca me la regaló mi papá
cuando tenía 6 años, y me dijo que si la
cuidaba mucho ella me cuidaría siempre.
Ella es muy fuerte de sentimientos, y
cuando me siento mal o sola me
consuela, a veces me acompaña por las
noches cuando mi papá está triste, en esas
noches en las cuales grita el nombre de
mi madre y se pone como loco porque
ella ya no está con nosotros, aunque no
entiendo... a dónde fue, y porque tuvo
que irse en una caja... bueno, al fin y al
cabo yo puedo verla y platicar con ella

71
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

todas las noches que tengo frío, en esas


noches cuando duermes y me acurruco en
el sobrante de sábana que cuelga de tu
cama.
eso es lo que le ha de hacer falta a mi
papá, ver la imagen de mi madre aunque
solo sea en sueños, ella me ha dicho que
no le diga que me visita, ya que si él se
entera probablemente moriría de tristeza
y si lo hago el señor que está arriba no la
dejara volver.
Mamá dice que papá no era así cuando
ella estaba aquí, y por eso se fue, porque
él se volvió muy débil, ahora no puede
estar ni una noche sin llorar.
A veces me gustaría decirle que mamá
vendrá a verlo... pero mamá no quiere
verlo...no sé por qué... tal vez por sus
errores como persona... o por su fea cara
lastimada por las llamas.
A mí no me importa, él es mi papá y
siempre estará conmigo¡ lo sé porque
siempre lo ha estado... excepto por las
madrugadas cuando finjo dormir, veo

72
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cómo sale por la ventana, pegado de la


pared como si no existiera gravedad para
él.
Cuando sea grande quiero hacer lo
mismo que él, para poder alcanzar las
cosas más altas, y volar como él, pero…
no quiero su voz, su voz es horrible… es
como muchas voces a la vez, casi
siempre es así excepto cuando llora por
mi mama.
No sé por qué llora tanto por ella, no fue
su culpa que mamá se fuera, él solo
quería enjuagar su cara en el lago, no fue
su culpa que mamá se fuera... no lo fue....

73
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

De la tierra, de los
árboles y del viento.

Muy buenas noches, el día de hoy, en


esta reunión que les prometí amigos
míos, les contare desde un principio del
porque mi regreso con este cambio de
imagen tan drástico en mi ser, y también
él porque estoy aquí en mi ciudad natal
después de haber prometido marcharme
para siempre debido a los problemas
personales que me obligaron a huir de
este poblado tan colmado de recuerdos
dolorosos para mí. Formalmente, aunque
no es necesario ya que estamos reunidos
solamente buenos y viejos amigos, me
presentare para seguir los lineamientos de
una conferencia, la cual les prometí en la
carta enviada antes de mi regreso
precipitado y forzado. Como bien saben
todos, mi nombre es Baldus Bizaar, y mi
nombre y actitud es bien recordado por
todos ustedes, mi profesión de

74
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

criptozoologo es también conocida por


todos los presentes, pero especialmente
mi enfermedad o trastorno de la
personalidad obsesivo/compulsivo es la
que dejó marcadas sus vidas y por mis
innumerables discursos públicos acerca
de la existencia de seres que no
conocemos ni comprendemos. Sin más
rodeos, pasaré a relatar a modo de
historia lo que recolectan mis notas a lo
largo de mi cansado y prolongado viaje
de investigación, en teoría, científica.
Todo comenzó aquella mañana lluviosa
en mi habitación solitaria y sombría,
despertaba después de una noche
deteriorante llena de llanto y dolor por la
no aceptación hacia la pérdida de mi
prometida, aquella novia mía que esa
extraña enfermedad me había arrebatado,
mi mente ya estaba un poco más
tranquila, pero mi corazón seguía hecho
trizas por la situación, todas las cosas que
miraba, lugares, calles y por demás me
recordaban a mi amada, por tal motivo

75
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

había decidido recluirme en mi


habitación evitando el contacto con el
exterior para no hacer venir a mi mente
esos recuerdos afilados que se clavaban
en mi ser. Habían transcurrido ya más de
9 meses de lo ocurrido y 6 en mi encierro
voluntario, así que tomé la decisión de
retirarme de la ciudad y buscar
emociones nuevas que me distrajera de
mi anterior vida, la cual ya sentía muerta
y muy lejana, ya era un hombre
completamente distinto.
En esos momentos tenía poco de haber
recibido en mi correspondencia una
propuesta de trabajo en un poblado
lejano, el cual por coincidencia, era el
mismo al cual había ido a vacacionar mi
amada antes de regresar con esa terrible y
desconocida enfermedad mortal. Esa
carta me llenó de desconcierto, ya que me
parecía una burla o una coincidencia
macabra. Sin pensarlo mucho, si
respuesta a la carta aceptando el trabajo,
el cual consistía en recorrer los bosques

76
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

de aquel desolado poblado en busca de


plantas dañinas para la erradicación de
estas mismas, ya que una extraña
epidemia estaba acabando con los
animales del bosque y comenzaba a
dispersarse entre los habitantes del
pueblo. Al pasar menos de una semana de
mi respuesta, llegaron a mí los medios
para trasladarme a poblado lejano y
reportarme con el gobernante en turno de
dicho lugar, el cual debo mencionar, se
encontraba sumergido en una gran
desesperación por no encontrar una
solución a dicho problema, ya que la
enfermedad había cobrado ya varias
víctimas mortales humanas y todo esto se
había generado bajo su gobierno, la gente
lo cuestionaba y tachaba de incompetente
al no encontrar una solución pronta a
dicho mal. Abriré un paréntesis dentro de
mi historia para comentar los síntomas,
ya bien conocidos por todos ustedes de
dicha enfermedad, los cuales pudieron
presenciar con sus propios ojos al ver la
lenta agonía esquizofrénica de mi

77
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

prometida difunta. Comenzaba con unas


terribles alucinaciones (por lo general un
delirio de persecución terrible que dejaba
sin habla a la persona contagiada y las
incontables menciones de un extraño ser,
el cual ninguno de los convalecientes
podía describir concretamente)
acompañadas de una fiebres terribles
nocturnas y con el paso de los días el
cambio en la pigmentación de las
personas afectadas, cambiaba del color
natural de su piel a un color muy extraño
difícil de describir, lo más cercano que
puedo mencionar es el color lila. Las
venas de los pacientes se tornaban rojas y
resaltan al contrastar con dicho color, el
cabello se comenzaba a caer y al paso de
pocos días la persona quedaba
completamente calva, las uñas se
tornaban negras por algún desconocido
hongo y el peso total de la masa de quien
sufriera dicho mal se tornaba inestable,
flácido y con una apariencia necrótica.
Todo esto en muy poco tiempo, al grado
que la persona dejaba de existir al pasar

78
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

no más de un mes de comenzar las


alucinaciones.
Al llegar a dicho lugar, me fue otorgada
una oficina dotada de innumerables
instrumentos de apoyo para mi
investigación, la cual se encontraba casi a
las afueras de la ciudad muy cercana a el
bosque mencionado y estaba
completamente adaptada para vivir ahí
mismo. Prontamente me instalé en mi
oficina, desempaqué mis objetos
personales y comencé a dar un vistazo
hacia el bosque por medio de binoculares
y un telescopio que se encontraba a mi
disposición. Dicho bosque se veía muy
desolado, eso era lógicamente explicable
por la muerte de la mayoría de la fauna
existente, pero los árboles, las plantas y la
flora en general se veían completamente
normales, más llenas de vida que las de
un bosque normal, y en las tardes, cuando
el viento fresco sopla libremente, se
contoneaba como si danzaran llenos de
alegría. No voy a negarlo, dichos

79
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

movimientos ocasionados por el viento,


aunque bien sabía que eran producidos
por el viento, me producían unos terribles
nervios y una enorme inseguridad que se
apoderaba de mi ser en las tarde que me
dedicaba a observar el terreno de mi
estudio primeramente desde un punto
lejano por los medios que me había sido
proporcionados. Realmente no me sentía
seguro de introducirme en dicho bosque
sin compañía alguna, pero para eso se me
había contratado y se me exigió realizar
dicha investigación en contacto directo
con el entorno en el cual se suponía se
había generado la enfermedad sin
nombre. Por más que intente prolongar
dicho acontecimiento tuve que ceder ante
las exigencias del gobernador, el cual se
encontraba en todo su derecho de exigir
que se enfocará en atender los asuntos
para los cuales me habían traído de tan
lejos.
Presionado por la desesperación del
gobernante, me introduje al bosque,

80
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

estaba un poco nervioso, no puedo decir


que era miedo, ya que yo mismo bloquee
que esos nervios se transforman en miedo
por medio de técnicas de relajación
aprendidas de los hindúes en mi
juventud, además, bien sabía que en un
estado de alerta ocasionado por el temor
no podría analizar el ecosistema de una
forma concisa, así que cuando sentía que
era dominado por los nervios, detenía mi
andar y comenzaba a meditar. Se me
había comentado que muy pocos se
habían internado hasta el centro del
bosque, debido a la enfermedad y una
extraña psicosis colectiva, ya que los
viejos del poblado contaban historias
macabras de acontecimientos raros
sucedidos en el fondo del bosque, cosas
terribles como asesinatos, violaciones y
por demás realizados por una antigua
familia muy poco social que había
habitado hace muchos años en los
interiores del lúgubre bosque. Se cuenta
que dicha familia habitaba en una cueva
en medio de la nada, eran descendientes

81
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

nativo americanos, los cuales, no


realizaban esos actos con una fe ciega,
comenzaron solamente por defender el
territorio heredado por sus antecesores,
pero algo extraño los convirtió en unos
salvajes y comenzaron a delinquir sin
medida para alejar a cualquier ser vivo
que no fuera cercano o conocido por
ellos, nunca pudo comprobárseles nada, e
incluso cuando el alguacil del condado se
incursiono en el bosque para arrestarlos,
se encontró con la gran sorpresa de que
eran unas personas con costumbres muy
firmes, pero muy pasivas, fue recibido
con amabilidad e incluso tratado como un
rey, en ningún momento dieron muestra
alguna de violencia y solamente
explicaron que su forma de vida era
solitaria, así mismo negaron conocer
algún caso de asesinato cerca de su
hogar, pero comentaron que había un
extraño espíritu que rondaba los bosques
sediento de venganza por la muerte de la
flora del lugar, un ser proveniente de la
misma tierra, de los árboles y del viento.

82
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

El alguacil pensó en un momento, que tal


vez estas personas solitarias pudiesen dar
vida a dicho ser en sus mentes y ellos
mismo realizar los actos de barbarie en el
lugar, pero desistió de esta teoría al ver el
horror en el rostro de los nativo
americanos al hablar de tan abominable
aberración. Aunque misteriosamente
después de la visita del alguacil los
crímenes cesaron, y nunca más se volvió
a escuchar algo relacionado con el tema
en la localidad, pero la gente ya con su
confianza menguada optó por no vagar
por dichos rumbos por precaución, o tal
vez por instinto de sobrevivencia. Los
años pasaron y uno a uno de los
integrantes de la familia dejó de existir, el
tema quedó en el olvido, solamente era
recordado cada que algún alguacil dejaba
su puesto y se le otorgaba el mando a una
persona nueva, ya que existía un archivo
detallado de lo ocurrido y se encontraba
como un caso no resuelto, así que cada
alguacil nuevo estudiaba dicho

83
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

expediente, pero ninguno se interesó o


intento averiguar más de lo sucedido.
Mi andar era precavido y rápido al mismo
tiempo, y durante las largas horas de mi
caminata no logre ver nada fuera de lo
normal. Muy pocos animales se cruzaban
en mi camino y por lo general eran
animales pequeños, nada sobresaliente,
pero logré percibir que su caminar era
temeroso y en un estado de alerta general
en todos y cada uno de los pocos seres
del bosque que logre apreciar… Sin
embargo los árboles, las plantas, la flora
en general se apreciaban grandes, fuertes,
llenos de vida y color, de una forma tan
radiante que por momentos llegue a
percibir una sensación pesada sobre mis
hombros, como si una mirada siniestra se
posara con odio sobre mi ser. Seguí mi
ruta ignorando esa sensación y
apaciguando con las técnicas antes
mencionadas… y cuando estaba
convencido de retirarme, pude divisar a
lo lejos una caverna profunda, y cercana

84
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

a ella, los rastros de cosas hechas por los


hombres, obviamente todo tenía un
aspecto descuidado por el abandono. Me
acerque lo suficiente para poder observar
cuidadosamente dentro de la cueva, pero
tomando la precaución de estar con la
suficiente distancia para huir a la vez,
observe el entorno por unos minutos, y de
pronto, del fondo de la caverna apareció
una pequeña silueta que sin vacilar se
postró en la entrada de la caverna… era
un niño pequeño… dirigió su mirada
hacia mí, de una manera instantánea
como si pudiera sentir mi presencia,
mencionó unas palabras extrañas y
desconocidas para mí (lo cual por lógica
supuse, eran algún lenguaje amerindio)
después de eso hablo en mi idioma de
una forma no muy clara, lo que pude
entender fue ‘’mi padre está ahí’’ al
mismo tiempo que señalaba el fondo
obscuro y solitario de la caverna. Me
sentí completamente desconcertado, sentí
una inmensa desconfianza producida por
los ya mencionados nervios, así que sin

85
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

pensarlo salí corriendo en la dirección


opuesta a la caverna sin tomar la
precaución de regresar por el mismo
sendero que había llegado, corrí y corrí
sin detenerme los más rápido que pude
hasta casi desfallecer, en ese momento ya
me encontraba muy lejos de dicha
caverna, sin embargo el sentimiento de
persecución no soltaba de entre sus garras
a mi atemorizada alma. Cuando logre
recobrar el aliento comencé a mirar en
todas direcciones para cerciorarme que
nadie viniera siguiéndome, justo en ese
momento hice un descubrimiento
relevante… Me encontraba parado sobre
una gran roca incrustada en la tierra y
tallada de una forma espectacular la cual
daba la impresión de perderse entre el
polvo y las hierbas del lugar. En esa
piedra estaban talladas un extraño y largo
párrafo, en un lenguaje desconocido, muy
similar al que el pequeño ser había
pronunciado, y junto a esta una
inscripción tallada de la misma forma,
pero notablemente más reciente, una

86
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

especie de traducción de la misma… las


palabras contenidas en dicha oración
atraviesan mi espina dorsal de la misma
forma que un rayo repentino parte un
árbol en medio de una noche de
tormenta… el texto en piedra decía lo
siguiente:
‘’No tengo más tiempo, soy la muerte y
la mala conciencia, soy el deseo malo lo
que irradia de la gente moribunda cuando
no quiere ser, soy lo que queda cuando ya
nadie quiere ser. Soy lo que duele, lo que
falta, esa triste sensación que llega
cuando tus sentidos te han fallado, ese
dolor que se queda contigo siempre, lo
que nunca deseas, lo que más odias y
repudias, lo que te hace, y hará sufrir
siempre… sabes quién soy? Soy el más
triste recuerdo de tu vida, soy la sangre
que sangraste, la agonía que viviste… soy
la maldita vida y siempre estaré riéndome
aquí… por lo que te hago sufrir… me da
vergüenza que quieras escapar, porque
sabes que dependes de mí… sin mí no

87
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

eres nada… sin mi eres tan solo como ese


triste recuerdo que se ha clavado en tu
mente por esa persona que tanto amaste y
me la he llevado en contra de tu
voluntad…
Deja de resistir… no sirves… vengo por
ti… tu tiempo expiró… cierra tus ojos…
mañana todo será mejor’’
Al terminar de leer dicha oración sentí mi
cuerpo tan pesado, tan sin energía, como
si la vida misma se hubiera escapado de
mí huyendo de vergüenza y dolor. No
hice ningún movimiento brusco, no me
sobresalte, ni siquiera apresure mis pasos,
solamente mire los alrededores, reconocí
el camino de regreso a mi lugar de
hospedaje (lo cual no puedo describir
como lo logre) y comencé a seguirlo
hasta llegar tranquilamente a mi oficina y
postrarme sobre mi cama de la misma
manera que un cuerpo sin alma se mueve
sobre este mundo. Millones de recuerdos
vinieron a mi mente y a mi corazón,
clavándose como largas y afiladas agujas

88
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

calientes que atraviesan y queman la


carne de los tristes poetas y pensadores…
las lágrimas comenzaron a correr por mi
mejillas de una forma incontenible
mientras las palabras escritas en la piedra
resonaban en mi mente una y otra vez, mi
cuerpo no mostraba sensaciones o
emociones, e incluso no mostraba ganas
de realizar movimiento alguno, tenía la
extraña sensación de que esa oración
había sido escrita para mi… mis párpados
volvieron a cerrarse devastados por las
lágrimas.
Al día siguiente desperté sumamente
agotado, como si el dormir no me hubiera
dado reposo alguno, y prontamente a mi
mente llego el recuerdo de aquel niño y
sus palabras. De un salto inoportuno y
desorientado me levanté de la cama y me
apresure al pueblo en busca del alguacil
en turno. No me fue difícil localizarlo, ya
que se encontraba dando su ronda
matutina por el centro del pueblo, cuando
me acerque a él para presentarme y

89
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

formalizar una reunión con él para


exponerle lo ocurrido en mi investigación
dentro del bosque, soltó una carcajada
interrumpiendo mi nombre y diciéndome:
‘’ sé muy bien quién es usted caballero,
incluso en estos momentos estaba
pensando en hacerle una visita para
conocernos, pero ya que está aquí,
dígame en que puedo auxiliar’’. Le
comente que necesitaba hablar con él
acerca de algo que había divisado en lo
más profundo del bosque y rápidamente
su semblante amistoso cambió por un
rostro sumamente serio y de una
preocupación muy profunda… me pidió
de una manera discreta que lo
acompañara a su oficina, lo cual me llenó
de nervios, malditos nervios que
consumen mi alma casi en todos los
momentos de toma de decisiones en mi
vida.
El caballero encargado de impartir la
justicia en el poblado me mostró el
camino hacia su oficina, a la cual nos

90
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

dirigimos apresurada y sigilosamente.


Entramos a su despacho, se sentó en su
silla, muy vieja por cierto,
desplomándose como fastidiado de lo que
iba a decirle sin ni siquiera haberlo
escuchado y de su boca salió la siguiente
pregunta: ‘’entonces caballero, ya aquí,
tranquilamente y en confianza, dígame
qué ser extraño vio en las profundidades
del bosque?’’. La actitud del alguacil
hacia mí la verdad no me agrado nada,
sentía como en su mente se burlaba de mí
y estaba ya visto como a un loco que no
se le debe poner la mínima atención en lo
que dice y solamente se le escucha para
apaciguar sus ansias antes de mandarlo a
dormir con algún fuerte sedante o incluso
un golpe seco en la nuca. Entonces lance
una señal de que me encontraba en
completa lucidez y cien por ciento
enterado de su actitud hacia mí, le aclare
entonces: ‘’En ningún momento le he
mencionado el hecho de haber
visualizado alguna extraña criatura, yo
solamente hice mención de haber visto

91
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

algo, pero si usted ha visto un ser fuera


de lo normal rondando por los bosque,
me gustaría me diese su declaración
detallada y me indicase el lugar donde lo
divisó, para de esa manera poder seguir
su rastro, ya que me encantaría verlo’’.
De una manera por demás nerviosa y
sospechosa dirigió su mirada hacia la
pared y me replicó, que si existiera algún
ser rondando los bosques que pusiera en
peligro la seguridad e integridad de los
pobladores ya lo hubiese cazado con sus
propias manos, y que además no creía
tuviese yo las agallas para verlo de
frente… un silencio prolongado y
profundo se apoderó de la habitación… el
cual fue interrumpido solo por mismo
alguacil aclarando que no había ningún
ser ni nada extraño en medio del bosque,
comentaba que solo era una psicosis
colectiva como había pasado muchos
años atrás y que lo más recomendable era
que enfocara mis investigaciones en
busca del foco de infección que estaba
acabando con las personas del pueblo y

92
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

de esta forma encontrar argumentos para


fabricar una cura o algo por el estilo.
Tranquilamente sacó un expediente, lo
deslizó suavemente por la mesa hasta
situarlo frente a mí y comenzó a relatar
sus vivencias como alguacil del condado.
‘’Mi estimado caballero Bizaar… cuando
llegue a este condado a prestar mis
servicios también quedé cautivado por las
historias que se contaban de los bosques
de por aquí, y mi impresión se
incrementó cuando leí ese informe que he
puesto a su disposición, así que me
adentre en el bosque en busca de esa
criatura mítica mencionada por los
pobladores, los reportes y cosas por el
estilo. El punto aquí es, que hay una
extraña enfermedad que está acabando
literalmente con la vida y la tranquilidad
de las personas, seres humanos mí
estimado, seres humanos. Supongo que le
mencionaron que la extraña enfermedad
proviene de las entrañas del bosque, me
atrevo a mencionarle que eso es una

93
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

mentira, el gobernador no tiene ni idea de


donde proviene este extraño y
desconocido mal, debido a que comenzó
a poner atención a la situación cuando ya
era imparable. Yo por el contrario,
independientemente de que mis labores
aquí no son enfocadas a la salubridad del
pueblo, siempre me he considerado una
persona bondadosa y que se preocupa por
los que están a su alrededor, además con
el tiempo he recolectado grandes
amistades en este pueblo y en estos
momentos muchos de esos amigos han
caído o están convalecientes por la
enfermedad. Le contaré entonces cómo
comenzó todo, ya que yo sí me mantuve,
desde el principio, al pendiente de la
situación.
‘’Todo comenzó hace 11 meses, casi un
año, con una bella joven que llegó al
pueblo a vacacionar, a la bella dama le
gustaban por demás los animales del
bosque, sin embargo se sintió acongojada
al saber que no quedaban muchos por

94
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

aquí, de hecho desde los sucesos que se


presentan en el informe que acabo de
poner en sus manos, la fauna de la región
ha sido muy escasa, casi inexistente, sin
embargo la joven busco y busco en las
orillas del bosque algún animal el cual
estudiar. Tal vez usted la conoció, pues
por lo que se dice usted provenía de su
misma ciudad, e incluso se dedicaba la
misma profesión de la cual usted es
docto. ’’
En esos momentos sentí como si sobre mi
cabeza derramaron un balde de agua
sumamente helada, pues obviamente se
estaba refiriendo a mi prometida ya
difunta… pero continuaré con mi relato,
solamente necesitaba exteriorizar mis
sentimientos, ya que volví a sentir esa
misma sensación al momento de
recordarlo para contarles… prosigo.
‘’La joven no tardó mucho en encontrar
un pequeño conejo, muy maltrecho ya y
de una coloración muy extraña que hacía
notar un grado de enfermedad terrible, se

95
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

veía agónico y desagradable, yo lo sé


porque yo mismo la acompañaba a las
orillas del bosque con sus padres a
manera de guardia. La joven tomo como
mascota dicho animal repugnante, más
por lástima que por aprecio a su belleza.
Después de eso me enteré que el animal
se tornó violento, hirió con sus pequeñas
garras a la dama y escapó. Al día
siguiente de lo sucedido la joven
comenzó a alucinar terriblemente. En ese
mismo momento, de la nada, surgió un
caballero, cuyo nombre no quiero
recordar, y que no le mencionare, ya que
es una persona sumamente desagradable
para mí por lo que me orillo a vivir por
aquellos días, solamente mencionaré que
era un individuo sumamente religioso,
obsesionado con temas innombrables.
Ese caballero frecuento mucho a la joven
al momento de su enfermedad y durante
todo el tiempo que estuvo aquí en el
pueblo, aseguraba que podía leer su
mente y que la joven le indicaba que en el
fondo del bosque había un terrible

96
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

monstruo que estaba rabioso por la


destrucción de la naturaleza, que esta rara
convalecencia era la venganza de dicha
entidad, o no sé qué cosa o como lo
nombraba. Bueno para terminar más
pronto, cuando la joven y sus padres
tomaron la decisión de regresar a su
ciudad natal por la gravedad de la dama,
el sujeto religioso se adentra en el bosque
decidido a cazar a la aberración con sus
propias manos¡¡ terrible locura!! Tuve
que seguirlo para evitar que se hiciera
daño.
Por cómo le comente al principio de mi
relato caballero, la joven encontró ese
animal extraño que fue el que trajo la
enfermedad al pueblo en las orillas del
bosque, contrariando a su teoría, el foco
de la infección esta en los animales que
están en el bosque, en los alrededores y
en las orillas, son pocos, pero existen. En
el centro del bosque solo encontrara su
muerte, aléjese de ahí, llévese ese
informe maldito, y le pediré de la forma

97
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

más atenta que se retire, no tengo más


tiempo para sus cosas. ’’
Me sentí sumamente consternado por las
contradicciones que el alguacil
balbuceaba, me dirigí a mi oficina en las
orillas del bosque dispuesto a echar un
vistazo al expediente e intentar armar este
bizarro rompecabezas. Antes de eso, al
llegar a mi oficina una gran nostalgia
invadió mi ser, por recordar a mi amada
no existente ya, entonces tomé el teléfono
y llamé a su hermano, el cual por cierto
era un gran amigo mío de la infancia.
Platicamos un largo rato acerca de las
labores de mi nuevo trabajo, durante la
plática note que insistentemente me
preguntaba si me sentía tranquilo, estable
mentalmente y cosas por el estilo.
Cuando estaba por finalizar mí llamada
me dijo algo que me desconcertó y fue
como una segunda estocada en el mismo
día:
‘’Mi estimado Baldus, sabes que siempre
serás parte de esta familia, eres como un

98
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

hermano para mí y te agradezco tu


llamada, mis padres y yo estábamos muy
impacientes por tu repentina partida, y
más hacia ese lugar del cual tú bien sabes
que fue el causante de la muerte de mi
querida y bella hermana… estoy algo
impaciente Baldus, hace una semana fui a
tu hogar a realizar algo de aseo
acompañado de algunos empleados de mi
compañía, esto para que a modo de que si
deseas regresar, no encuentres tus cosas
repletas de polvo, yo mismo ayude a
limpiar para cuidar tus objetos de valor
mi hermano, en estos tiempos no se
puede confiar en nadie que no se lleve
algunos años de conocer y no hago
excepciones con mis empleados, en fin,
en un momento que me senté a descansar
un poco y disfrutar de un buen whisky en
la rocas, un hombre llamó a la puerta,
preguntando por ti. Lo recibí y le
comente que no te encontrabas en casa,
que estabas por cuestiones laborales fuera
de la ciudad, y tomando las precauciones
debidas, para evitar algún robo posterior,

99
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

aludí a que en esos momentos yo me


encontraba viviendo en tu hogar a medida
de guardia. El sujeto menciono ser un
maestro de matemáticas, pero la verdad,
por su forma de hablar, me recordó más a
un sacerdote o algún tipo de religioso
fanático… no muchos matemáticos, al
menos que yo conozca, le agradecen casi
cada movimiento que realiza a dios. No
menciono su nombre, solamente dijo que
te enviara saludos y que esperaba verte
pronto… Baldus… ese tipo me
estremecía con sus palabras, a pesar de
sus repetidas referencias a dios, sentía
como si pudiera leer mi maldita mente,
me asusto por demás, realmente creo que
no debes de rodearte de esas personas
estimado amigo, su aspecto fúnebre no
puede atraer más que malas situaciones
para quien lo rodea, si sabes quién es
procura no acercarte más por favor. ’’
Finalizé la llamada con mi gran camarada
del alma, tranquilizando con mis
comentarios acerca de dicha persona,

100
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

inventé un nombre y le dije que era un


amigo actor que le gustaba mucho
gastarle bromas a los demás, y que sin
duda había sido víctima de su bufonería.
Soltó una carcajada que me relajo, se
sintió avergonzado, obviamente había
creído mi historia, pero la verdad no tenía
ni idea de quién era ese sujeto, la única
persona con quien podía relacionarlo en
esos momentos era con el extraño
personaje que estuvo con mi amada en el
comienzo de su enfermedad.
Me llene de rabia, de dudas, de soledad y
de tormento, mi alma sangraba en esos
momentos, todo era tan extraño, tan
confuso, tan distante de conocer para mí,
no le encontraba ni pies, ni cabeza al
asunto, así que tomé mi arma y salí
apresurado, corrí apresurado al centro de
la ciudad en busca de la ayuda del
alguacil, sin embargo, supuse ya casi al
llegar a su oficina que no me apoyaría y
casi me pondría preso, así que,
afortunadamente para mí y

101
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

desafortunadamente para él, encontré las


llaves puestas en su vehículo motor, así
que decidí tomarlo prestado para llegar
más pronto a mi destino… la noche me
acechaba, el viento me retaba y la lluvia
comenzaba a golpearme con fuerza como
si tratara de evitar que llegara al centro
del bosque… sin embargo no desistí,
supuse que al matar a lo que fuera que se
encontrase ahí dentro, terminaría el mal
del poblado, tal vez no al instante, pero al
eliminar la raíz terrorífica del problema,
gradualmente tendría que secarse lo que
eso mismo había producido y morir.
Llegué hasta la cueva, no sé cuánto tarde,
pero no fue mucho, y mis pensamientos
llenos de rabia distrajeron mi mente en el
camino. Me postre frente a la entrada de
la caverna y comencé a gritar como un
demente, tratando de llamar la atención
de algo que ni siquiera yo sabía que era o
si existía o no… mis llamados fueron
prontamente escuchados… un alarido
salió de la obscura cueva, como varias

102
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

voces de dolor, y la onda sonora de


dichas voces me aventaron varios metros
hacia atrás, haciéndome caer fuertemente
sobre mi espalda que me ensordeció
totalmente. Cuando levanté a medias mi
cuerpo para visualizar que había
producido tan infernal sonido la
adrenalina corrió por mi cuerpo
haciéndome olvidar el dolor en mi
espalda.
Frente a mí estaba postrado un ser repleto
de cabellos, parecido a un oso, o un
gorila, pero su dorso estaba descubierto
de carne y de piel, podía claramente ver
como los órganos vitales de la criatura se
funcionaban a la perfección a través de su
caja torácica. Sus brazos y manos era
sumamente largas y fornidas, sus piernas
y pies era muy similares a las patas
traseras de las cabras, pero las pezuñas, o
lo que parecían pesuñas, terminaban en
dos temibles espinas sumamente largas y
amenazantes… pero su rostro era lo más
impactante. Los ojos de la bestia parecían

103
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

dos brasas ardientes, de su boca se


asomaban dos terribles y largos
colmillos, parecidos a los de los
tiburones, pero muy delgados y largos,
poseía una nariz parecida a la de los
jabalíes, y contaba con unas orejas
extremadamente largas, como las de un
burro pero colgaban por la pesadez
adornadas por una larga cabellera lacia
casi hasta los talones muy parecidos a
una capa. Toda su piel era verdosa oscura
y sus órganos tenían un contraste al ser
de un color parecido al morado o lila, en
realidad era una imagen sumamente
grotesca y el alguacil estaba en lo
correcto… no estaba preparado para ver a
ese ser frente a frente.
Derrotado en un solo movimiento, yacía
en el suelo observando a la terrible
abominación que me amenazaba con sus
colmillos y garras, e incluso podía
distinguir en su rostro una sonrisa
aterradora, la cual sabía se dibujaba en su
rostro al verme a su merced. No pude

104
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

hacer más que gritarle un sinfín de


palabras altisonantes e insultos, lo cual
solo hizo que la criatura soltara una
terrible carcajada que era más parecida a
un sonido cavernoso producido por un
animal de un gran tamaño. Saqué mi
arma y le acerté un tiro justo en el
corazón (o donde yo pensaba que estaba
su corazón) y pude apreciar su dolor, el
cual duró solo un instante, y después
desplegó su furia contra mí. Detrás de su
enorme cuerpo sumamente extraño, salió
una larga cola escamosa, con varias
espinas en la punta temiblemente
ofensivas, y rápidamente enrollo su larga
cola, la cual parecía que crecía y crecía
sin parar, sobre mi cuello. El aire
comenzó a faltar en mi cuerpo, la asfixia
se apoderaba de mí, la desesperación y
los nervios reinaban en mí ser, intentaba
liberarme de la opresión sobre mi
garganta, pero las escamas de su larga
cola dominante me cortaba cada vez que
intentaba zafarme… mis manos y mi
cuello comenzaron a emanar grandes

105
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cantidades de sangre. Empecé a sentir


que desfallecía… y en ese preciso
momento escuche dos potentes disparos
de escopeta (los cuales supongo era de un
calibre grande, ya que aún me encontraba
medio ensordecido) y después de esto la
bestia me libero, otros dos disparos
sonaron e hicieron impacto directo contra
el monstruo, lo cual lo hicieron soltar un
terrible alarido de dolor. Me encontraba
en el suelo sangrando por las heridas
infringidas por la domínate abominación,
cuando sentí que de un tirón me
levantaron del brazo, me incorporaron de
un golpe y al voltear vi al alguacil del
pueblo, el cual muy enojado me
recrimino: ‘’le dije que se alejara del
centro del bosque ¡’’. Me jaloneo de mi
saco y casi como automáticamente
comencé a correr junto al representante
de la ley. En nuestro rápido andar
sumamente apresurado a modo de carrera
el alguacil no paraba de recriminar el por
qué lo había desobedecido, pero la verdad
estaba más preocupado por salir de ahí

106
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que por escucharlo o contestarle de


alguna forma ofensiva o sarcástica…
pero en un parpadeo la terrorífica
malformación de la naturaleza cayó sobre
el alguacil, el impacto me hizo caer a mí
también al suelo caminando a gatas
escuche nuevamente más disparos hasta
que la escopeta quedó sin municiones…
los gritos desgarradores del alguacil me
forzaron a mirar el incidente…
claramente pude contemplar el grotesco
espectáculo y el momento justo cuando la
suprema deformidad le arrancaba, con lo
que parecía ser su hocico, el intestino
grueso a aquel buen hombre que me
había advertido no entrar al lugar que
seguramente sería mi macabro
sepulcro… una terrible lluvia roja cubrió
mi rostro y la mayoría de la flora del
lugar. El ser siniestro y despiadado lanzó
un terrible rugido, parecido al de muchas
voces imitando casi a la perfección el
rugido de un león a modo de victoria.
Inmediatamente después de eso fijó su
mirada en mí, me lanzó nuevamente su

107
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

sonrisa macabra y saltó sobre mi


humanidad. Cuando se encontraba sobre
mí rugió nuevamente en mi rostro. Mi
vida pasó por mi mente en un instante,
especialmente los momentos hermosos de
la vida que había pasado junto a mi
amada, lo cuales puedo presumir que
fueron muchos, ya que como lo mencione
con anterioridad, su hermano fue mi
camarada desde la infancia, desde los
primeros años de mi vida, por lo
consiguiente pase muchos momentos
desde los primeros grados de estudio
junto a él, sus padres y ella.
La enfermedad que ese insalubre animal
no terrestre había esparcido en la tierra
me había arrebatado a mi amada, la única
flor sembrada en el jardín de mi corazón.
Mi maldita curiosidad por encontrar la
razón de su extraña muerte me habían
llevado hasta el lugar y la situación en la
que me encontraba, y ahí estaba, sobre
mí, dominandome, lo que indirectamente
le había quitado la vida a la única persona

108
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que planeaba tener siempre a mi lado,


estaba sobre mí a punto de quitarme la
vida a mí también. La idea de encontrar a
fondo la causa de la muerte de mi amada
era erradicarlo en forma de venganza,
pero había fallado, a mi dulce luz, a mí
mismo, a los niños del pueblo
enfermos… había perdido mi batalla, así
que cerré mis párpados, las lágrimas
brotaron de mis ojos una vez más y
esperé en silencio a que llegara mi
muerte.
En ese justo momento escuche como la
maldita mal creación de la naturaleza
soltó un grito terrible y lamentoso,
sumamente lamentoso como infligido por
el más profundo dolor físico, eso me
forzó a abrir mis ojos repentinamente, y
pude contemplar como un extraño objeto,
parecido a algo como una lanza o una
espada atravesaba el cráneo de la bestia
colosal. El terrible grito fue sosegando
hasta callar completamente. Sentí cómo
cayó sobre mi sin vida y pesadamente lo

109
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que quedaba del temible animal, me


encontraba completamente consternado,
asustado, fuera de sí, hasta que una voz
tranquila me ordeno: ‘’levántate guerrero,
has sido bendecido por los ángeles
guardianes yacentes aun en esta tierra,
levántate y anda’’.
El extraño personaje me llevo casi
moribundo a mi oficina/hogar, no sé si yo
en mi delirio le indique el camino, o él lo
conocía al estar siguiendo mis pasos.
Recuerdo haber entrado a mi habitación
ayudado por el extraño caballero que me
ayudó a llegar hasta ahí, me desplome en
la cama, comencé a tener visiones
espantosas solamente comparables con
las descripciones de el mismo infierno en
el libro de Constantino. Desperté al día
siguiente y el hombre que me había
auxiliado estaba sentado en un sillón
cercano a la cabecera de mi cama, me
pregunto si me sentía bien y me dio un
extraño brebaje de hierbas, el cual no
sabía del todo mal. Se presentó ante mí,

110
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

me dijo que su nombre era Nicolás VI,


era maestro de matemáticas y poseía una
extraña habilidad para ver seres que no
eran comprensibles para la mente común
humana, me expresó también que él había
conocido a mi prometida, ella misma le
había dicho que me buscara y donde
encontrarme, pero cuando logro llegar a
mi hogar ya me encontraba aquí en esta
ciudad. En un inicio el intento aniquilar a
aquella bestia pero no lo logró, solamente
la hirió al grado de dejarla inmóvil para
poder huir, entonces escapó, fue echado
del pueblo por el alguacil recientemente
muerto, ya que en su primer intento de
acabar con el mal del pueblo, el alguacil
había sido su acompañante. Se ocultó en
un pueblo vecino investigando en libros
de ciencias ocultas la forma de aniquilar
al ser antropomorfo, encontró la manera y
se dirigió en mi búsqueda. En su mano
portaba un bastón como el que portaba
Mousa, pero en las puntas tenía fundido
de una manera muy extraña unos
minerales afilados parecidos a los

111
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cuarzos, nunca me menciono que eran ni


cómo logró esa fusión de madera con
mineral. Me dijo que estaba dispuesto
cazar estos seres por el mundo completo,
esa búsqueda incansable lo había llevado
a estar en ese pueblo en el momento en
que mi amada enfermo mortalmente, me
indico que mi vida de ahora en adelante
cambiaría completamente, incluso mi
fisionomía, lo cual estaba completamente
en lo correcto, mi piel se veía casi del
color de los infectados, solamente que en
vez de lila, lucía más grisácea, mi cabello
había emblanquecido completamente, era
como si en un momento me hubiese
envejecido de golpe. Nicolás me explicó,
que la fuente de la enfermedad eran las
escamas del monstruo, el ser había
contagiado a los animales y los animales
a las personas, y como yo había tenido
contacto con las escamas de la
abominación comencé a enfermar.
Nicolás comentó que con su báculo había
logrado retirar la enfermedad de mi ser
haciendo una incisión en mi costado, pero

112
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

no pudo contrarrestar el daño físico


sufrido, tendría que vivir con eso de
ahora en adelante.
Nicolás se despidió, prometiéndome
visitarme cada vez que pasara por mi
ciudad natal (debido a que le comente
que regresaría al haber terminado mi
misión en este pueblo maldito) se
despidió amablemente, me dejó algunos
textos importantes acerca del ser que
había enfrentado, la mayoría era
anotaciones de su propia mano, entonces
fue cuando envié mi carta anunciando mi
regreso.
Pues bien amigos y colegas presentes, sé
que tal vez la mayoría no me crean, los
demás me juzgaran de loco, pero si este
físico aberrante no los convence, los
invito a acompañarme a mi hogar, oh mi
dulce hogar, donde conservó la cabeza de
esa bestia terrible que mató a el amor de
mi vida.

113
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Ese pequeño lago de


dolor, vicio y flujo
vital.
Siempre he sido fuertemente influenciado
por mi educación básica, la cual fue de
una índole estrictamente religioso,
impartido por monjas y sacerdotes, los
cuales siempre buscaban encender en
todos y cada uno de sus alumnos la
búsqueda incansable de dios y la
eliminación por consiguiente de todo
pecado en la faz de la tierra. Ahora ya de
mayor busque llevar ese estilo de vida,
sino completamente entregado al señor
como párroco, al menos intentaba
difundir la palabra del señor y las buenas
costumbres entre mis familiares, amigos
y vecinos más cercanos, ya que esto
llenaba de orgullo a mi madre, pero
especialmente a mi padre, ya que el
siempre deseo una educación de ese
estilo para él por algún motivo extraño
que, hasta ahora, desconocía.

114
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Mi nombre es Nicolás Serafino VI…


vivo en una deplorable agonía eterna en
estos momentos, tan fuerte y profunda,
que las lágrimas corren por mis ojos cada
día al despertar por el saber que he
despertado con vida una vez más. A
continuación relataré como la vida de un
siervo del supremo puede cambiar sus
pensamientos de dicha y amor por el
maldito deseo errático de encontrar a la
muerte frente a frente.
Radicó en un pequeño pueblo del
condado de ‘’Redención de Tarso’’ en la
ciudad de Mirada de… capital y estado
principal del país Norte… el cual no está
de más decirlo, que es sumamente frío y
sombrío en invierno y en verano arde
como el mismísimo río de lava donde
yacerán eternamente la serpiente antigua,
el hades y la muerte. A pesar de estos
climas tan contradictorios siempre estuve
enamorado de mi país, ya que en vez de
ver las cosas desde un punto de vista
negativo, las observaba de la mejor

115
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

manera posible, pensando que no tenía


que abandonar mi país o si quiera mi
pueblo para poder disfrutar de climas
variados, bellos atardeceres de verano,
auroras boreales deslumbrantes, lluvias
regenerantes y crudos inviernos para
compartir cálidamente con el ser amado.
Con esta visión tan alegre y positiva
enfrentaba día a día mi destino sin
embargo, al llegar a mi educación
avanzada tuve la oportunidad de viajar
lejos de mi pueblo debido a que tenía un
gran potencial en las ciencias
matemáticas ( ciencias que hasta ese
entonces desconocía habían sido
enseñadas al hombre por los mismos
demonios infernales )y fui elegido de
entre un centenar de alumnos destacados
para representar mundialmente a mi país,
gracias a esto tuve la oportunidad de
conocer más de la mitad del mundo y
cuando regrese a mi pueblo, lo cual fue
por mi propia voluntad, decidí tomar un
empleo en la universidad más cercana
para enseñar dichas ciencias a las futuras

116
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

generaciones de viajeros matemáticos por


el mundo ese era mi objetivo y varios
años logré llevarlo a cabo con entrega y
satisfacción… pero en esos años fue
donde comenzó mi tormento.
Un día dando asesorías a un alumno de
rendimiento bajo me sucedió algo
puramente desconcertante, el alumno,
como comento de rendimiento muy bajo
por cierto, me corrigió en una sencilla
ecuación matemática… una maldita
suma¡. Al principio me sentí negado,
pero después al ver mi garrafal error, me
sentí avergonzado. Al poco tiempo de
haber sucedido esto pensé que mi mente
necesitaba un descanso, continuamente
salía a dar paseos y despejar mi mente
visitando museos y lugares colmados de
bellos paisajes, pero mi enfermedad
comenzó a incrementarse, las ecuaciones,
fórmulas y por demás escapaban de mi
mente como un panal de abejas que ha
muerto su reina. Pensé entonces que la
forma de volver a recordarlas era

117
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

ejercitando mi mente, no dejándola


descansar al contrario de cómo lo estaba
haciendo, entonces me sumergí en la
biblioteca más cercana y comencé a
buscar ejercicios mentales
convencionales, pero nada mejoró, ni aun
tratando con los más avanzados y
complicados, nada mejoró, fue cuando
decidí buscar en viejos tratados de magia,
hipnotismo, lógica y por demás ciencias
antiguas… y en uno de eso tratados
mágicos, doctos de la demonología. Ahí
fue donde descubrí que la ciencia que
tanto amaba y que había en algún
momento de mi vida ejecutado con tanta
gracia y precisión, había sido enseñada al
hombre por los más ruines y antiguos
seres de obscuridad. Este lamentoso
descubrimiento me puso en una posición
de elección muy difícil así como si me
encontrase parado frente a dos senderos y
no sabía cuál seguir, incluso no sabía si
ninguno de los dos me llevarían al
destino deseado, debido que ni siquiera
sabía a dónde llegar. Sin duda pensé… lo

118
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

admito, que si estas ciencias habían sido


enseñadas por eso malditos ángeles
caídos, al entrar en contacto con alguno
de ellos encontraría una solución, pero
obviamente, en esos momentos realizar
esa acción era ruin y despiadada, e
incluso iba en contra de todas mis
creencias, como comento, en esos
momentos.
Leí en libro de la ciencia del hipnotismo,
que mientras más despierto se encuentra
la persona, su cerebro está en constante
trabajo y ejercitándose todo el tiempo, si
bien era a marchas forzadas, pero lo hacía
de una forma a otra, solo bastaba con
dormir únicamente 6 horas al día, y ya en
casos muy exagerados solamente 4, así
que decidí poner en marcha ese plan de
ejercicios mentales y gracias a mi
obstinación, logre en poco tiempo
acostumbrar a mi cerebro a dormir
solamente 4 horas diarias, sin embargo,
en esos momentos había perdido mi
trabajo y me encontraba sumamente

119
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

desesperado por recuperarlo y lo


resultados que dicho ejercicio me daba no
era completamente satisfactorios para mí,
así que decidí intensificar el ejercicio
mental, durmiendo solamente primero 2
horas y después solamente 1 hora diaria.
Mi mente en teoría estaba demasiado
despierta, al principio fue difícil, pero
después ya acostumbrado no necesitaba
ningún complemento o algún instrumento
mecánico como un despertador para
proseguir con mi lucidez, todo marchaba
de una manera extraordinaria, e incluso
comencé a recordar algunas fórmulas
olvidada, me sentía lleno de vida
nuevamente, y en ese preciso momento
comenzaron a suscitarse los
acontecimientos que destruyeron la vida
tal y como la conocía hasta ese entonces.
Una tarde me encontraba descansando en
mi hogar tranquilamente, divisando a las
personas pasar por la calle, esto podía
hacerlo debido a que mi sillón favorito (el
cual había sido de mi padre y me fue

120
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

heredado tras su muerte) se encontraba


situado justo frente a la ventana principal
de la sala de mi vivienda, así podía
tranquilamente ver como la vida seguía
su curso día con día y cada tarde que
pasaba sentado en tan dichoso sillón. El
atardecer rojizo y matizado daba una
hermosa vista a las viejas y tristes casas
de mi poblado, y la poca gente que
transitaba las calles en ese horario me
dejaron la sensación de que sería una
tarde como cualquier otra.
Repentinamente gire mi cabeza hacia un
viejo roble seco que se encontraba al
principio de mi jardín, recargado en el
roble divise una silueta que se encontraba
como reposando sosteniéndose con la
ayuda del roble tras una larga y cansada
caminata, acomode mis gafas y fije la
vista hacia dicha silueta… mi pecho se
llenó de horror, como si hubiesen llenado
un globo de golpe con un misterioso
ácido corrosivo y estuviera a punto de
estallar. Era un bella joven que vivía a
escasas dos callejones del mío, se

121
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encontraba recargada en el roble como si


fuera a desfallecer, apretaba fuertemente
su vientre como si tuviera un enorme
dolor mortal, de su cabellera se
apreciaban una fuerte catarata de sangre y
entre esta sangre pedazos de su masa
cerebral brotaban y corrían entre la
misma tal cual hojas son arrastradas por
un poderoso rio. Repentinamente como si
hubiese sentido mi mirada, volteo
lentamente hacia mí, su mirada cambió
rápidamente del miedo y el dolor, a un
odio profundo hacia mí, su cara se veía
tan blanca como la nieve y de su barbilla
goteaban casi a chorros el líquido vital
escarlata que procedía de su boca. Esto
me dejo paralizado por unos segundos,
pero reaccione rápidamente con la idea
de que aquella joven necesitaba mi
ayuda, así que dé un salto repentino de mi
sillón, me levante apresurado como si la
vida de aquella bella dama dependiera del
tiempo en el cual pudiese darle auxilio,
abrí la puerta de golpe y salí corriendo a
su encuentro. Cuál fue mi sorpresa, que

122
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cuando me encontraba justamente a


escasos metros de ella, de su boca salió
un estremecedor grito de dolor, el cual
hizo detenerme en seco y caer
precipitadamente contra las flores de mi
jardín. Al levantar mi rostro para ver a la
señorita herida, solamente pude divisar
que carecía de pies… estaba como
flotando en el aire y su imagen frente a
mi duro menos que mi sorpresa al verla
de este modo, un instante, casi cual dura
un parpadeo, se desvaneció su silueta en
el viento, como cuando el humo de un
cigarro es disipado por una fuerte
corriente de viento. Rápidamente me
incorporé, o al menos eso creo, cuando la
impresión se alejó de mi ser, y corrí como
un loco despavorido en busca de aquella
dama por las calles, no se veía por ningún
lado, no había lugares donde pudiera
haberse escondido sin causar una gran
impresión por su estado. Llegue a los
pocos minutos a su hogar, no encontré a
nadie en él, pero pude divisar que hacia el
final de la callejón había una gran

123
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

congregación de gente, me dirigí hacia


allá para preguntar si alguien había visto
a la dama herida o si siquiera conocían su
condición. Grande fue mi sorpresa al
llegar al encuentro de la multitud que mis
ojos habían contemplado.
En medio de las miradas de sorpresa y de
los gritos de dolor, se encontraba la
joven, yacía sobre el concreto sin vida,
una gran herida contundente en la cabeza
le había arrancado la vida en sí, tal vez
ocasionada por algún ladrón en el intento
de despojarle de sus pertenencias o algo
más. Mi cuerpo se congeló, mire a mi
alrededor y todos tenían su atención
situada en el mortuorio espectáculo que
se suscita ante los ojos de los más
comunes seres corrompidos por el terror.
Pensé en comentar que yo la había visto
en mi jardín hace solo unos minutos
atrás, pero la verdad, me pareció
inadecuado, e incluso podría tomarme
por loco, o peor, por bromista, así que
decidí retirarme a mi hogar lenta y

124
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

silenciosamente. Todo el camino pensé


en mi macabra visión, incluso llegué a
dudar si la había visto en realidad o solo
había sido un engaño de mi mente, pero
no… estaba seguro de lo que había visto,
completamente seguro.
Toda el resto de la tarde y la mayoría de
la noche estuve pensando en ese
acontecimiento, rondaba y rondaba por
mi cabeza continuamente, tenía la extraña
sensación de que, por algún motivo
desconocido, mi papel en dicha situación
era más que la de un simple espectador,
buscaba y buscaba mi rol en este
acontecimiento y decenas de ideas locas
pasaron por mi mente, hasta que decidí
consultarlo con la almohada para tener
una visión más clara. Como lo había
mencionado con anterioridad, en esos
momentos solo descansaba una hora, y
siguiendo ese lineamiento cerré mis
párpados por una hora. Al despertar
escuche un sonido en el viento, en medio
de la noche obscura… Era el llanto de un

125
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

bebe, uno muy pequeño, esto me


sorprendió por de más, debido a que no
recordaba si alguna vecina se encontraba
embarazada en esos días, sin embargo me
encontraba muy sumergido en mi
situación desesperante, que pude haber
pasado ese detalle por desapercibido con
facilidad. Intenté percibir de dónde venía
el llanto, para descifrar o especular quién
acababa de ser visitado por la cigüeña, y
en ese momento me percate de algo
estremecedor. El llanto no provenía de un
lugar en sí, y al mismo tiempo venía de
todos lados, tal y como si solo pudiese
escucharlo en mi mente o su fuente se
encontrase en algún lugar fuera de tiempo
y espacio. Debo confesar que quise
desaparecer en ese momento, no
encontraba cómo dejar de escuchar o
cómo ignorar aquellos lamentos, los
cuales no menguaron hasta el amanecer.
Al día siguiente, me dirigí hacia el
domicilio de la joven recién fallecida y
me escabullí en medio de los presentes

126
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

para recaudar información, me enteré de


algo terrible. La joven había sido
asesinada por su pretendiente, debido a
que se había enterado que aquella bella
joven se encontraba embarazada de un
pretendiente anterior… al enterarme de la
situación me llene de horror, debido a
que el llanto que en la noche había
escuchado era de aquella no nata e
inocente criatura. Lleno de terror,
sentimiento y dolor me retiré a descansar
a mi morada. Al estar pensando postrado
en mi mesa, disfrutando, entre comillas
de mi cena, volví a estremecerme con él
solo pensar que ya al avanzar la noche
volvería a escuchar los lamentos del
pequeño ser privado injustamente de la
vida. Al imaginar esto tomé la decisión
de cesar con mi costumbre de dormir solo
una hora, solamente que ahora tenía el
problema de que por más que quisiera
dormir no lo conseguía, automáticamente
al pasar la hora mis párpados se abrían de
un solo golpe, así que pensé cambiar mi
estrategia y decidí mantenerme lúcido

127
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

hasta que el sol saliera. Me dirigía a


tomar un baño refrescante para eliminar
cualquier indicio de sueño y con una
botella en mano de un delicioso vino
espumoso, una fina copa de cristal, mi
pipa y un excelente libro de Platón, me
dirigí a postrarme en mi sillón predilecto
a llenarme de cultura ancestral… en ese
momento al entrar en mi sala, la cual
ofrezco a ustedes como propia por
cortesía (pero sin embargo dudo mucho
que gusten visitarla por lo que relatare a
continuación), me encontré frente a frente
con la visión más terrible, espectral y
llena de dolor que mi mente sumamente
dañada pueda recordar.
Justo ahí, en su sillón predilecto, estaba
sentado mi padre, con una postura
sumamente encorvada, tal cual si hubiese
caminado muchos kilómetros para llegar
a su sillón. Me quedé paralizado al verlo
frente a mí y una gran nostalgia me
incitaban a correr y abrazarlo, pero su
mirada (señor, te suplico que alejes y

128
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

borres de mi mente la imagen de su


mirada para poder vivir en paz
nuevamente) y su aspecto me impedían
hacerlo. Su rostro estaba sumamente
maltratado, como si su piel se hubiera
caído a pedazos o hubiera sido arrancada
por algún animal similar a un gato
montés o un enorme can, sus manos se
encontraban en la misma situación, al
igual que el resto de su piel, o lo que
quedaba de y sus ropajes dejaban ver,
pero especialmente su mirada, su mirada
estaba llena de dolor y de odio, una
mirada con la cual nunca en su vida me
había visto y ahora se encontraba clavada
en mi como si pudiera arrancar mi
corazón con la fuerza de su mente.
Justamente cuando reuní el valor para
dirigirle la palabra, cortantemente me
silencio con una voz terrible, como si
proviniera de lo más profundo de una
caverna oscura y húmeda. Entonces me
pregunto: ‘’porque te lo llevaste?’’

129
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Solamente pude responder con un


tembloroso ‘’qué?’’. Entonces prosiguió:
‘’mi sillón, porque te llevaste mi sillón?,
batalle mucho para encontrarlo, no
debiste llevártelo sin decírmelo, aunque
fuera antes de que me bajase a mi tumba,
sé que siempre lo quisiste, pero era tu
obligación decírmelo, creo que siempre te
enseñe a no tomar las cosas que no son
tuyas sin pedirlas’’.
En ese momento rompí en llanto, así
quieto, sin moverme, sin expresiones,
solamente estaba firme como un roble y
las lágrimas corrían de mis ojos con una
gran fluidez. Cuando mi padre se percató
de esto sus ojos cambiaron a como yo los
conocía, llenos de amor y paz, y se
dirigió hacia mí de nuevo, pero esta vez
sus palabras estaban llenas de ternura, y
me dijo: ‘’perdóname hijo, perdóname
por no estar contigo físicamente, debes de
dejar ir esa ciencia del mal, no la retengas
más, retoma tu vida, olvídate de ella, deja
de agudizar tus sentido, duerme lo más

130
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que puedas, aunque no puedas, o creas


que no puedes, tu mente es fuerte y
puedes lograrlo, lo sé porque con esa
misma fuerza mental yo invoque poderes
con los cuales no podía y viví con ellos el
resto de mis días, con la misma agonía
que tú vives ahora, pero tú puedes
pararlo, detenlo antes de que veas más
que a personas comunes y corrientes,
porque cuando veas a los seres de las
otras esferas, no habrá marcha atrás y
tendrás que vivir con eso el resto de tus
días, por eso me esforcé tanto en vida
para que llevaras una educación religiosa
que te alejara de todo esto… aléjate de
esto… aléjate yaaa¡¡¡¡’’.
En ese momento que soltó su última
palabra en forma de un estremecedor
grito, desapareció de la misma forma que
la bella joven que había visto el día
anterior. Al desaparecer me derrumbe, caí
al suelo y rompí en llanto, todo lo que
tenía en mis manos rodó por los suelos, la
copa corto mis palmas, la botella disparo

131
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

el corcho violentamente y así mis


lágrimas, mi sangre y el vino se
mezclaron para formar frente a mí un
pequeño charco que reflejaba mi inmensa
tristeza y dolor… sin embargo no era
todo lo que reflejaba.
Al contemplar mi tristeza en ese pequeño
lago de dolor, vicio y fluido vital, algo
que pasó sobre mi cabeza, me paralizo y
corto de seco mi llanto, esta vez el miedo
fue de tanta magnitud que no me paralice,
al contrario me paré y salí disparado
como una bala hacia la puerta de mi
morada… pero algo alcanzó a jalar mi
pie, al mismo tiempo que lo desgarraba,
por lo cual caí hacia el suelo como una
vieja casa de madera que es derrumbada
por el tiempo. Ni siquiera el fuerte golpe
que recibí ahuyentó de mí el miedo, y
rápidamente me giré para poder divisar
que me había derribado… Entonces
estaba ahí, mi padre no había mentido,
debí haber huido en el momento en el
cual me lo ordeno, ahora ya no había

132
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

marcha atrás, mi existencia estaba


condenada.
Postrado frente a mí, en posición de
ataque, se encontraba un ser
indescriptible, de una forma mórbida sin
precedentes. Era como un humano, al
menos en la estructura básica, su cuerpo
estaba cubierto de una especie de plumas
negras, las cuales parecían ser en su
composición de cabellos largos y
gruesos, y por debajo de estas plumas se
podía apreciar el color de su piel original,
el cual cambiaba en segundos, pero
matizado a la perfección, de azul a
morado, de morado a rojo, de rojo a
morado nuevamente y nuevamente a azul
y así sucesivamente. Su cara era muy
parecida a la de un perro o un lobo, pero
puntiaguda como si su hocico fuese
convirtiéndose en un pico hasta terminar
en punta, carecía de ojos, solamente tenía
dos extraños huecos grandes, que
emanaba un líquido muy similar a la
sangre, pero de un color blanco que

133
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

parecía tener luz propia. Sobre su cabeza


había como dos orejas o cuernos, incluso
pudieron haber sido dos largas espinas,
las cuales no puedo especificar o
describir con exactitud, debido a que
estaban cubiertas con un largo manto
similar a la túnica con la que se
representa a las vírgenes en las imágenes
religiosas, de un color rojo escarlata, casi
llegando al negro, sus manos eran como
las de un reptil, pero con las garras
afiladas como las de un león, no poseía
piernas, de su cintura para abajo (o lo que
supongo era su cintura) su cuerpo se
desmaterializaba y descomponía en un
humo negro como el humo del carbón y
de su espalda brotaban dos largos
miembros parecidos a alas, pero parecían
estar formado de energía eléctrica.
Al verlo frente a mí, tan dominante, no sé
de dónde, pero reuní todas las fuerzas que
quedaban en mí. Por mi mente pasó toda
mi vida en un segundo y al ver mi vida
frente a mí pensé: ‘’En estos momentos

134
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

voy a morir’’. Entonces me abalancé


contra el ser, brinque contra él, no iba a
morir sin luchar¡. Cuando sentí que mi
cuerpo completo hizo contacto contra esa
abominación, sentí como sus garras se
clavaron en mi espalda muy
profundamente, el dolor me hizo
golpearlo fuerte y repetidas veces hasta
que con todo mi peso contra él logré
derribarlo. Comencé a golpearlo más y
más y a gritar con todo el odio que en mi
cuerpo había guardado por años, al sentir
esa furia mía de mi agonía en contra del,
el monstruo soltó un terrible alarido
similar a un grito, un rugido y un chillido
que me ensordeció y en ese momento se
esfumó como humo, pero ese humo fue
como una llama, una explosión blanca de
luz azul que me paralizo y quemo al
mismo tiempo casi todo mi cuerpo. No
recuerdo nada más.
No sé quién me auxilio, tal vez los
vecinos escucharon mis gritos, o la
expolición, solamente sé que desperté en

135
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

la cama de un hospital con la mayor parte


de mi cuerpo quemada por esa luz. Al
poco tiempo fui dado de alta del hospital,
me recupere de las heridas de mi cuerpo,
de las quemaduras en su totalidad de una
manera misteriosa, solamente quedaron
impregnadas en mi espalda las marcas de
las terribles garras de aquel ser que
siempre recordaré. Todo esto que sucedió
fue solo el comienzo de mi vida de
agonía, aprendí con el tiempo a vivir con
este don maldito que yo mismo desperté
en mí, el cual me ha impregnado de un
intenso deseo de morir, he visto a muchos
entes de ambulantes, de esta esfera y
muchas más, solamente me falta ver a la
mismísima muerte frente a frente, pero
los detalles de esas historias podrán
leerlos en mi diario, el cual encontraran
sobre mi sillón favorito al momento de
mi muerte, así como en ese mismo sillón
encontré yo una biblia que mi padre me
había dejado tras su partida… debí haber
captado la señal.

136
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Entre la vida y yo.

‘’No tengo más tiempo, soy la muerte y


la mala conciencia, soy el deseo malo, lo
que irradia la gente moribunda cuando no
quiere ser, soy lo que queda cuando ya
nadie quiere ser. Soy lo que duele, lo que
falta, esa triste sensación que llega
cuando tus sentidos te han fallado, ese
dolor que se queda contigo siempre, lo
que nunca deseas, lo que más odias y
repudias, lo que te hace, y hará sufrir
siempre… sabes quién soy? Soy el más
triste recuerdo de tu vida, soy la sangre
que sangraste, la agonía que viviste… soy
la maldita vida ¡y siempre estaré
riéndome aquí… por lo que te hago
sufrir… me da vergüenza que quieras
escapar, porque sabes que dependes de
mí… sin mí no eres nada… sin mi eres
tan solo como ese triste recuerdo que se
ha clavado en tu mente por aquel
momento que tanto amaste y se ha

137
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

esfumado en contra de tu voluntad a mi


placer…
Deja de resistir… de nada sirve… vengo
por ti… tu tiempo expiró… cierra tus
ojos… mañana todo será mejor’’
Y así será la obscuridad?.

138
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Ecclesia para Venus.

Intento recordar con exactitud la fecha,
me es poco probable, la verdad no me
esfuerzo mucho en ubicarla, solo sé que
estaba lloviendo, lo cual era inusual en
esas fechas pero
sucedía, así que supongo que aconteció
por el mes de agosto. Tranquilamente
revisaba mis
pendientes en una habitación de
alquiler la cual pude costear con mucho
esfuerzo, ya que
las deudas de mi etapa últimamente
abandonada forzosamente de vida me
habían dejado
casi en la quiebra total. Vivía con el
importe diario para tomar el tren eléctrico
y dos comidas
al día… la verdad muchas veces transfor
maba lo correspondiente para
los sagrados
alimentos en alcohol, cerveza, vino,

139
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

vodka barato o lo que estuviera


más cercano, no tenía
favorito ni era una necesidad, solamente
un acto autodestructivo supongo.
Encendí la radio (situada siempre en
alguna estación de música clásica, lo cual
era difícil de
encontrar por la inmundez de cultura
general que flotaba alrededor del país que
radicaba en ese momento, mi país natal
por cierto) me desplome sobre lo que
parecía una cama, lo que quedaba de ella,
la cual había traído de mi antigua casa.
Clavé mis ojos en un pequeño letrero que
estaba colgado en lo que quedaba de una
vieja y rota ventana
que miraba hacia un callejón solitario
repleto de malvivientes almas sin razón
de ser, divise la leyenda que contenía la
cual era “hogar, dulce hogar”. Era una
frase sumamente repetida
en la sociedad, la radio, la tv y demás,
completamente simple, sin
complicaciones, y para mi
completamente falsa. No estaba en mi

140
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

hogar y nunca más volvería a estarlo.


Desvíe mi mirada para evitar una
sensación de asco producida por la ira
que me corrompía,
solo para encontrar algo que me producía
más dolor… dolor, vergüenza y agonía.
Era algo simple y tonto, pero a su
vez inundado de dolor y recuerdos. Una
pequeña caja
metálica con llave, de esas que se
adquieren cuando se inicia un negocio
familiar propio
para resguardar las ganancias del día a
modo de caja fuerte, simple, básica, casi
nueva, pero con un enorme contenido de
pasado en su interior. Divisarla rasgo mi
alma y la partió en dos de un solo tajo, si
bien no había olvidado su existencia,
había procurado evadirla por
meses y en ese momento de desorden
ordenado resurgió para recordarme la
miseria del
hombre en su mayor expresión. La
contemple un lapso de tiempo
considerable,

141
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

lentamente empuje mi ser hacia ella y la


tomé en mis manos sudorosas, ya era
momento de abrirla, pero el extravagante
detalle de no recordar donde se
encontraba la llave me salvó
una vez más. La coloque sobre el
peinador antiguo, cubierto de polvo
y acompañado del
espejo más empañado en el cual he tenido
la dicha (o muchos verían como
desgracia,
apreciar mi apariencia decrépita,
muy acorde a mi situación anímica de
esos tiempos) de
contemplar mi cansada mirada, regrese a
mi lecho y descendí en pensamientos de
duda lo suficientemente poderosos para
gastar mi solitario tiempo libre… y así
siguió el tiempo su
marcha algunas horas, creo.
De pronto en sonar inesperado
y estrepitoso del teléfono de la a
habitación sonó,
interrumpiendo mi fatídica meditación
interpersonal. Me apresure a responder la

142
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

llamada
más por molestia que por cortesía
solamente para recibir otra mala noticia.
Mi abuelo, de
parte paterna, se encontraba en una
situación de salud muy complicada, había
sido internado en el hospital de la ciudad
una semana y yo no tenía ni idea de dicho
suceso. Mis familiares más cercanos,
los cuales no eran muchos y realmente
había estado evadiendo
para evitar responder preguntas innecesar
ias acerca de mi situación actual, se había
intentado comunicar conmigo durante ese
tiempo, lo cual era casi imposible ya que
no había encontrado un lugar fijo para
instalarme desde hace meses y la verdad
soy una
persona difícil de localizar cuando me lo
propongo, para darme aviso del
acontecimiento,
más sin embargo hasta ese momento
dieron conmigo. Mi abuelo, ya instalado
nuevamente en su hogar después de un
diagnóstico no muy alentador, requería

143
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

de la ayuda de alguien
para su sobrevivencia diaria y en base a
los acontecimientos que me habían
sucedido en los
últimos meses yo era el más indicado
para instalarse y hacer guardia nocturna
de su salud,algo que se adapta justo a mi
horario laboral y a mi economía, ya que
podría
ahorrar lo del alquiler. Naturalmente
accedí y en un par de horas tenía todo
listo para la
mudanza, la verdad fue sumamente
sencillo debido a que nunca termine de
desempacar. En menos de 3 días ya me
encontraba instalado en casa de mi
abuelo, lo cual era
reconfortante y tranquilizador, ya que mi
abuelo me trataba de una manera
muy especial,
independientemente de mis visitas muy e
sporádicas las cuales pueden definirse
casi como anuales, sin embargo me trato
siempre con una calidez enorme, algo que
era muy extraño en él

144
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

ya que era una persona a la cual no le
agradaba demostrar tal aprecio por
muchas personas, mis primos e incluso
sus mismos hijos lo notaban y eso me era
un poco incómodo, de tal manera que eso
ayudaba mucho a que mis visitas fueran
más espontáneas y en horarios en
los cuales no hubiese mucha familia
reunida. En fin.
El dulce abuelo mío dormía casi todo el
tiempo por la medicación indicada, de
hecho pasaron varios días hasta que
notara mi presencia en su hogar. La
abuela había partido hacia el
reino prometido ya muchos ayeres atrás y 
ahora era yo lo más cercano que tenía a
un familiar
con quien compartir sus últimos días en
el territorio construido, el cual por cierto,
me era muy agradable, ya que recordaba
muchas cosas de mi infancia, correr por
los pasillos,
comer algunas frutas de los árboles extre
madamente vivos de la huerta trasera,
corretear

145
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

con los sabuesos guardianes pero
nobles de la casa, los cuales haciendo
memoria, cambiaban constantemente,
por alguna extraña razón tenían un
tiempo muy corto de vida.
La noche que el abuelo me reconoció, se
inundaron sus ojos de lágrimas, dibujó
una sonrisa sincera en su rostro, y me
dijo dulcemente:
- Qué bueno que ya estás aquí, qué
bueno que estas de regreso. Espero
que esta vez sea para siempre.
Tome su mano suavemente, con temor de
lastimar la sonda conectada a la misma
mano en sí y con una sonrisa le respondí:
-Así será, lo prometo que así será.
No sé por qué respondí de esa manera, tal
vez para seguir su juego y confortar a la
vez, solo sé que esas palabras fluyeron
como un río imparable en busca del
océano. Cerró sus
ojos sin dejar de sonreír, volvió a
recostarse y descendió al reino de

146
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

los sueños una vez más.
Me había sido asignada la habitación del
tercer piso, una sola y lúgubre, pero
relativamente
nueva y en un excelente estado. Comencé
a acomodar mis pertenencias ( las que
habían permanecido meses en cajas en
una bodega) y el desesperar por adornar
mi nueva
habitación con mis reliquias y trofeos per
sonales acabe de una manera sumamente
rápida. De pronto al colgar un saco en el
perchero ubicado cerca de la puerta del
cuarto, salió volando un objeto metálico
que se escabulle bajo la cama. Me
arrodille y eché un vistazo
para reconocer el objeto misterioso y lo
que divise con ayuda de la poca luz que
se colaba bajo la cama me dejó perplejo
por un instante… era una llave, una que
buscaba ya hace
algún tiempo y desconocía su
paradero… si, la misma llave de la caja
pequeña de metal llena de recuerdos.
La tome con delicadeza, me senté en la

147
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

orilla izquierda de la cama según la


orientación
basada en la puerta de entrada, con mi
mano la alcé hasta el punto de postrarse
frente a mis ojos y si, era efectivamente
la llave de esa caja, la cual mi
personalidad obsesiva me
taladraba la mente por saber dónde
estaba, pero a la vez no quería
encontrarla. Un suspiro
escapó de mi ser, agache la cabeza
unos momentos, después lentamente fui
al encuentro
de aquella caja de mis agonías. Tome la
caja, me aferre a ella como si no existiera
un mañana, mi visión se perdió
por instantes en algún punto entre la
pared frente a mi rostro y
el piso de madera en donde descansaban
mis pies. Después de contener
las lágrimas me decidí a abrir tan dichoso
objeto de mi propiedad personal. La abrí,
y ahí estaban las
fotografías, fotografías de mi familia, mi
hogar, mi castillo, mi morada, en la cual

148
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

nunca volvería a poner un pie. Lo que me


quebró en ese instante eran las fotos de
mi ex mujer y mis hijos, se veían felices,
no entiendo qué punto se había fugado
esa magia al nivel de
desembocar en la tristeza de existencia
que llamaba “seguir la vida”. No pude
contenerme
más y llore, arruinando las fotos con
mis lágrimas… era mejor así.
Tome la decisión de guardar nuevamente
el montón de fotos empapadas junto a
algunas carta que había escrito para ella
y para mis hijos, las cuales había
decidido entregarles en
momentos cruciales de su vida,
graduaciones, cumpleaños,
y situaciones en las cuales los
humanos necesitamos un detalle que selle
un bello recuerdo y me dispuse a
esconder la
bendita caja ahora nuevamente cerrada
bajo llave. Resolví esconderla bajo la
cama. Cuando me arrodille por segunda
ocasión para entregarla a su nuevo lugar

149
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

ahora asignado, algo llamó mi atención…


había una segunda caja ahí abajo,
muy similar en cuanto al
material del cual estaban
constituidas ambas, pero con un diseño
muy extraño, antiguo.
Obviamente estaba cerrada, pensé en
forzarla pero un sentimiento de horror me
invadió al primer intento, de una manera
tan estrepitosa que la deje caer sobre la
cama, fue como si
me hubiese arrojado una pequeña
descarga eléctrica, la cual recorrió mi
cuerpo hasta
clavarse en los mismos cimientos de mi
ser… así que opte por llevarla con mi
abuelo y preguntar que era, siempre
alegando haberla encontrado por error al
buscar mis zapatos bajo la cama.
Al verla sonrió, recostó su cabeza en la
almohada nuevamente y a manera de un
suspiro de alivio exclamó:
- La llave está en el primer cajón de
mi ropero.

150
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Insistí:
- Genial!, qué es?
A lo cual respondió:
- Son unas viejas cartas,
apresúrate… caja, llave, ropero.
Solté una risa traviesa, pero la verdad
estaba temeroso…
Me dirigí a dicho ropero, abrí lentamente
el primer cajón, hurgue entre
las cosas que se
encontraban en su interior y me hasta que
sentí otra descarga similar en mi mano, la
cual pude soportar más vergüenza que
por compromiso. Entonces supuse que la
había encontrado.
Efectivamente, la llave se encontraba en
mis manos. Estaba adornada por un
extraño
llavero el cual no puedo describir con
facilidad, eran algo colgando parecido a
un mechón
de cabello negro, muy brilloso, lo cual
me hizo pensar que había sido colocado

151
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

hace poco tiempo. La llave era de un


material extraño, supongo que algún
metal, también de color
negro, pero sin brillo y en perfectas condi
ciones. Rápidamente la tomé y abrí la
caja casi en un solo movimiento, pero
antes de abrirla pude percatarme que mi
abuelo había caído en un
sueño tan profundo que se podría uno
contagiar de la sensación de descanso que
expedía… resolví no molestarlo
y enfocarme en el contenido de dicho
recipiente cuadrado
contenedor de recuerdos y tal
vez aventuras.
Era una serie de varias cartas muy antigu
as, lo deduje por su color y su olor a
humedad,
acompañadas de pequeños trozos de
papel con pensamientos impresos en
ellos, así que
pensé que muy probablemente eran
cartas de mi difunta abuela,
amigos lejanos o un amor
del pasado… en ese último punto

152
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

acerté… fue justo en ese momento donde


comenzó a desmembrarse el acertijo.
La primera carta contenía lo siguiente:
“En mis huesos puedo sentir como se
acerca el frío, varias veces lo he sentido
ya, tardes
nostálgicas, remordimientos y sentimient
os de intereses encontrados... Sin
embargo arde
en mi interior fuego infernal que me ha
mantenido vivo por años, solamente una
ligera manta cubre mi existencia, pero
es todo lo que necesito. Sangre en la
nariz, ojos húmedos y
mi cabellera cual melena de león me
acompaña a ver tu partida en la
madrugada fría a
través de la ventana antigua del desván.
Tú no puedes verme, nunca has podido,
sin embargo no es la primera vez que me
encuentro en esta escena... Inhumano soy,
sin vida desde hace tiempo ya, siempre te
recordaré al ver la aurora boreal de tu
existencia, desde

153
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

aquí mi fúnebre mansión que guarda


y encierra mi alma que aún no encuentra
cómo trascender”.
Al terminar de leerlo un escalofrío
recorrió mi interior y pensé, muy bien, si
esto lo escribió el
abuelo en su juventud, oficialmente lo
perdimos hace muchos años. Pero gire mi
cabeza para contemplarlo dormido, tan
tranquilo, con esa sonrisa en mi rostro
y deseche la idea.
Me retiré a mi humilde morada dispuesto
a descansar, llevaba conmigo la caja,
las palabras
impresas en los lienzos resguardados en
su interior en verdad me pusieron a
reflexionar
acerca de quién había derrochado tal
cantidad de dolor para escribir
semejantes versos, en
realidad se notaba que fue un principiante
quien lo había realizado, pero de igual
manera su
intención de lograrlo era constante, yo

154
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

nunca podría escribir de tal forma. Me


instale sobre
la cama y de nuevo di un vistazo al
interior de la caja metálica antigua, tome
un pedazo de papel con un pensamiento
y lo que leí me turbó aún más:
“Si piensas que el infierno arde, oh ma
cherie! Es por que aún no has tocado mi
corazón. Aunque no lo creas, aun no lo
creo... En realidad no había visto
tantas cualidades juntas”.
Me parecía que el autor estaba loco, o
enamorado, o lo primero ocasionado por
lo segundo. Cerré mi pequeño cofre del
tesoro y me dispuse a dormir con la
incertidumbre de que ser
tan maravillosamente bello podría
inspirar los sentimientos más extremos pa
ra que un alma
de naturaleza libre por decreto divino se
tornase un esclavo de
sus propias pasiones y
sentimientos al grado de evidenciar en
cartas y notas lo que parecía la

155
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

impotencia de no
poder tocar el alma de alguien a quien se
le conoce pero no se le es dueño. Sentí
lástima por el sujeto.
La mañana siguiente ocurrió algo
verdaderamente mágico, lo cual
respondió, o me dio una
idea acerca de la duda que me asaltaba la
noche anterior. Salí con dirección al
almacén de alimentos más cercano para
comprar algo de café para el desayuno
(ya que con lo que me
estaba ahorrando del alquiler podía darme
el lujo de desayunar) un poco de carne
para la cena y vino tinto para el resto del
día.
Mis compras fueron exitosas, con
excepción del vino
ya que me alegaba el encargado que
había horarios en los cuales la gente
decente adquiere alcohol. No discutir, era
tarde para dirigirme a
mis labores cotidianos obligatorios.
Caminaba con la cabeza baja hacia la

156
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

casa de mi convaleciente familiar


longevo, leyendo la
etiqueta de dicho vino para convencerme
que había sido la mejor opción soportar el
sarcasmo del tendero y traerlo conmigo a
casa que reventarlo de un solo
movimiento en contra de tan moral ser de
luz que procura salvar a la sociedad con
palabras de monstruos
con sangre de tinto con whisky y un poco
de champagne que asolaban a
las jovencitas de
buenas costumbres. Realmente hubiera
desperdiciado la botella en contra de su
cabeza si no fuera porque lo expresó tan
poético, hasta me sonroje… fue cuando la
vi, fue cuando por dentro me rompí.
Era una dama, en toda la extensión de la
palabra, con todas sus letras en
mayúscula: "dama".
Su hermosura es simplemente
indescriptible, no se puede expresar con
palabras humanas,
por lo tanto me limitaré a llamarla
opus de la belleza, alma mater de la

157
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

feminidad, únicamente comparable con la
diosa representación de la hermosura y la
ternura, la diosa Venus misma encarnada.
Venus… mi princesa Venus.
Talle mis ojos para asegurarme que no
fuera una visión (porque he de confesar
que ya había
bebido varios sorbos del tinto en el
trayecto) para solamente torturarme
más con el resplandor de su luz interna
que emanaba e iluminaba todo a su
alrededor. Me detuve, la
mire de frente y dije entre dientes consu
mido por la vergüenza:
- Buenos días, puedo ayudarle en
algo?
A lo cual respondió con una calma voz,
clara y tierna, la cual aún resuena en mi
mente día con día:
- Sí, es usted el nuevo dueño de esta
casa?

158
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Acomodando mí bata de dormir a manera
de traje real deje salir de mi boca olorosa
a tino lo siguiente:
- No, soy un inquilino, un
familiar encargado de la seguridad
del dueño oficial.
Y soltando una pequeña risa de agrado
me fulminó diciendo:
- Yo sé quién es, no me recuerda?
Cómo iba a olvidar tanta hermosura,
belleza y elegancia en un solo ser! Pero la
verdad el alcohol ayudaba mucho a eso,
su cara me era familiar pero el lado de mi
cerebro donde se
encuentran los recuerdos estaba inerte,
deslumbrada, simplemente no era
funcional en ese
momento. Solo me justifique diciendo:
- Creo que sí, pero soy malo con eso.
Sonrió y exclamó:
- Eres el nieto del sr. P……. verdad?

159
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Respondí con el orgullo en el rostro al
ser recordado por tan sublime fémina
llena de aristocracia:
- Pues al menos uno no
muy recurrente… en que puedo
ayudarla señorita?
En ese instante de tiempo tan
significativo para mi perdona, adornado
de mi fachez y su
elegancia nata, comenzamos sin
querer una amistad. La princesa, más
parecida a una reina, tenía su residencia a
unas cuantas calles de la de mi abuelo,
todos los días la veía
atravesar el puente que conectaba con la
parte más urbanizada de la ciudad desde
mi ventana, en ocasiones corría para
encontrarla sí que se diera cuenta para
que pareciera un
accidente o una casualidad, otras veces,
basado en sus horarios, me adelantaba
para escuchar su voz al llamarme por la
espalda y pedirme que alentara mi paso
para conversar

160
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

camino a nuestros destinos. Fue una


época hermosa que calentó mi corazón de
nuevo al punto de volverlo hacer latir.
Como ya lo había mencionado, era una
persona sumamente elegante e
interesante, llena
de sabiduría, simplemente me encantaba.
Nuestras conversaciones eran
básicamente de poesía, filosofía, teología,
ciencias y demás temas lo bastante
difíciles de conllevar en el
presente inmerso en la ignorancia, la
maldad y el conformismo en el cual
nos tocó existir.
Como pueden notar, mi forma de
expresión verbal ha cambiado, se ha
vuelto más poético…
eso ocurrió desde el comienzo de mi
estudio de las cartas encontradas bajo la
cama de mi alcoba y la constante práctica
de dichos elementos aplicados en
mis conversaciones con mi
magnificente Venus.
Comencé a estudiar las cartas, para

161
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

respetar el orden, la tercera carta que leí


fue la siguiente:
“Baja el interruptor eléctrico y verás que
en medio de la oscuridad me muevo
mejor, como un animal sin nombre, como
algo salvaje sin forma, es ahí donde la
imaginación y los sueños no tienen
límites... Puedes llamarme como quieras,
ponerme el
título que más desees, puedes dominar o
puedo dominante, si así lo
quieres podemos hasta
matarnos mutuamente, vamos, elimina
esa luz que me enceguece, abre la jaula
de la bestia, déjame alimentarme de la
pasión y el deseo que llevas dentro hasta
sangrar... Al principio te asustara, pero
cuando me vaya con el inicio del día
terminará siendo este tipo de
momentos tu adicción. Cuando despunte
el alba no huiré inmediatamente, primero
te besaré como el sol besa a la luna
durante un colapso inter esferal,
contemplaremos el

162
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

amanecer, y cada vez que lo recuerdes lo
necesitarás, sabes por qué? Porque
removeré tus entrañas a mi placer y a tu
gusto de tal forma que te será necesario
volver a sentirlo, ya
que habré sembrado en ti la semilla de el
libertinaje que llevo impregnado en mi
corazón”

Me intrigo demasiado deducir que había
pasado con el autor de dichos escritos,
estaban empapados de dolor, y para
averiguar más, tenía que conocer su
identidad, así que en un
momento de lucidez de mi abuelo le
pregunté por tan singular personaje. Cada
vez que le
preguntaba por el escritor misterioso
solamente sonreía y me respondía que
había sido un
viejo amigo del cual no tenía noticias de
su paradero o si continuaba con vida en
estos momentos, pero siempre me
incitaba a leer y releer la evidencia escrita

163
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que había heredado


a este mundo terrenal, lo cual yo hacía
con gusto, ya que por algún motivo
inexplicable, me
resultaban sumamente atrayentes. En
varias ocasiones me pedía que se
las leyera y siempre expresaba su agrado
por escucharlas, ya que mencionaba que
era como volver a
escuchar en vida a su gran mentor. El
siguiente recuerdo plasmado en papel que
analice tomaba un rumbo extraño:
“Cerca está la estocada final, de acuerdo
a el momento fugazmente anunciado,
cuando la fisionomía tiembla, el deseo
por conocer el más allá se incrementa, la
ira deja de ser fuerza
en movimiento y comienza a introyectar
como defensa en el cuerpo de quien va a
recibir la embestida demoniaca de un
ser tan angelical. Odio, pasión y deseo se
mezclan como la
sangre y los fluidos de los amores libertin
os que no esperan fechas para entregarse

164
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

a las bajas pasiones que dicta la carne...


Justo ahí en ese preciso momento, de
rodillas, derrotado, es donde todo deja de
ser... No te preocupes, ya termino.”
Parecía explicar el final de algo, tal
vez algo ideológico más que algo real o
tangente. Acompañado de una nota
reflexiva que impulsaba la duda
por realizar o no alguna acción
determinada en el plano amoroso tal
vez y como siempre adornado de
oscuridad y dolor:
“Será momento de retar al trueno una
vez más?
Apacentar las iras internas y borrar de la
mente el pasado con una buena descarga
es una idea que siempre me ha agradado
la verdad…”.
De alguna manera bizarra, figuraba que el
triste, decepcionado y retorcido poeta se
encontraba en algún tipo de encrucijada
por tomar una decisión, amorosa supongo
o realmente pensaba retar a la madre

165
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

naturaleza, era muy confuso lo que


escribía y demasiado complejo para
adivinar si realmente saldría a la
intemperie con algún objeto metálico
para alcanzar un rayo, me encantaba su
misterio y me recordaba mucho a mi hace
muchos años, los mejores de mi vida,
solo que yo no soy una persona con
lenguaje tan basto para adornar las
calumnias que esta vida me ha hecho
pasar, de lo contrario temblarán millones
de escritores modernos y se retorcieron
los clásicos en sus tumbas (es sarcasmo).
En este momento las cartas comenzaron a
dejar de ser importantes en mi andar
cotidiano, ya que buscaba dedicar mi
mayor tiempo a la bella dama que noche
tras noche figuraba en mi mente, la
deseaba, más que al oro mismo o la vida
eterna, aunque no estaría mal tener vida
eterna y mucho oro a su lado, pero eso
sería algo extra. Sinceramente mi existir
había sido hasta ese momento tan ruin,
que un solo beso tierno de su parte,
acariciar su rostro y contemplarla sonreír

166
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

bajo la luz de la luna sería el final


perfecto de mi caminata por este
mundo… así de simple, así de triste y tan
metido en mi cabeza que procuraba evitar
ese momento por el miedo a morir
realmente. Miedo tonto, miedo maldito
miedo miserable que priva las personas
de vivir momentos exquisitos,
inolvidable y eternos, porque quien puede
definir la belleza de un instante o de un
ser sin dejar escapar un suspiro que se
pierde en el universo frio, o bien, como
puedes reconocer la belleza en una
persona? Es sencillo realmente, lo sabrás
cuando sientas el mismo sentimiento que
te ocasiona contemplar un amanecer en el
desierto, el mar al atardecer y las estrellas
en la noche cuando se disipan las nubes
después de la lluvia... Todo junto a la
vez, entonces sabrás que estás viendo su
alma, ahí es donde reside la verdadera
belleza… Selah.
Una tarde de lluvia, justo en el momento
en el cual me encontraba llegando a casa,
sentí un fuerte abrazo por detrás de mí,
inmediatamente reconocí tan añorada

167
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

calidez, era mi pequeña Venus. Solía


caminar bajo la lluvia por gusto propio,
una costumbre que por cierto yo mismo
disfrutaba cuando era más joven, antes de
caer en la depresión de la cual mi linda
princesa me había rescatado con su solo
existir y rondar cerca de mi aburrido y
abrumado despertar infinito. Exclamo:
- Te atrape ¡ una vez más te atrape!
Deberías cuidar más tus espaldas, si
fuera un asesino o un ladrón
estarías completamente a mi
merced.
Inocente doncella llena de pureza, era
justamente lo que esperaba todos los
amaneceres, estar a su merced. Sonreí,
gire mi rostro, clavé mi mirada en sus
deslumbrantes e hipnóticos ojos cafés y
le dije con una voz tonta a tono de broma:
- No podrías ser un ladrón o un
asesino, ninguno de los dos me
pondría tan nervioso al tocarme.
Su rostro dejó escapar una expresión de
asombro y vergüenza, se sonrojo
completamente, comenzó a soltarme

168
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

lentamente como si ala vez no deseara


hacerlo pero la moral se lo dictaba e
intentó transmitirme un mensaje que
solamente eran balbuceos. Aligere la
situación preguntando por la gran
revuelta que se había suscitado una noche
anterior por la apertura de un cinema
nuevo muy cerca de nuestra localidad,
pregunté si había asistido, con un
movimiento menos apenado de su
cabeza, el cual libero el extaciante
perfume de su cabellera al ondearla
suavemente de un lado a otro me dio una
negativa… ataque, como un cobarde al
ver su vulnerabilidad… pero es la única
forma que se hacerlo así que para mí fui
todo un héroe… al menos para mi
corazón:
- Genial, qué te parece si vamos esta
noche, me encanta el cine y
realmente conversar solo de los
posibles desenlaces me está
aburriendo. Anda vamos no es
como una cita y te prometo que no
te gustara para nada, es más odiaras

169
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

el cine después de ir conmigo a la


nueva sala.
Bajo su mirada y con voz de alivio me
dijo que sí. No comenzaré a describir el
sentimiento que lleno mi humanidad (o lo
poco que quedaba de ella) en ese
momento, ya que recordarlo me llena de
dolor al haber iniciado el proceso de
perderla para siempre en ese justo
momento y saber que fue por mi propia
culpa. Solo me justificare diciendo que
realmente no esperaba que aceptara y
cuando dijo que sí pensé que estaría el
resto de los años que aún me restaban
conmigo. No cantaré más, no porque no
lo desee, sino porque el intentar contener
el llanto me lo impide.
Se retiró a su domicilio feliz, no pudo
ocultarlo, por mi parte casi bailó de
alegría, algo que rara vez he hecho en la
vida y que tuve que evitar para no
incomodar a mi convaleciente familiar.
Subí a mi habitación, tomé una ducha y
me aliste para estar a la hora convenida
en el lugar acordado.

170
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Lo sucedido después lo relataré de


manera rápida y superficial, no me agrada
recordarlo desde el lugar en el que me
encuentro, pero pasó más o menos así.
Acudí al encuentro según lo planeado,
elegimos juntos una película de comedia,
realmente no importo, no estábamos
enfocados ninguno de los dos en lo que
se proyectaba en la pantalla, había poca
gente, por la lluvia supongo, charlamos,
reímos, rozamos nuestras manos lo más
que podíamos, de hecho yo comencé un
juego con las de ella al intentar leer su
mano izquierda en base a lo que había
aprendido de los gitanos, deje de
bromear, no solté su mano el resto de la
proyección cinematográfica. Salimos del
lugar al terminar la película, caminamos a
casa. La lluvia había cesado totalmente y
se apreciaban unas estrellas hermosas
solamente opacadas por su sonrisa, nos
detuvimos en una esquina para
contemplarlas… la abracé, le agradecí
por formar parte de mi vida… y de
pronto me beso. Justo en ese momento
recordé la última carta que había leído:

171
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

“El momento fue así. Abrí mis ojos los


cuales fueron dañados por la luz del
amanecer, no recordaba dónde estaba, ni
qué había sucedido... estaba solo.
La sorpresa llegada por el recuerdo del
sabor a sudor de tu piel me sobresalto,
había prometido irme mientras aun
reposaba tu cabeza en mi hombro y tu
hermosa cabellera adornaban mi pecho
como millones de látigos negros
detenidos por el tiempo al hacer contacto
contra su víctima identificada, mi
corazón. Había roto mi promesa, yo me
marcharía pero no fue así, eras tú la gran
ausente en lo que quedó del escenario de
nuestro encuentro pasional, donde
logramos que nuestras almas se abracen,
se besen, mordicen y estrangulacen por la
desesperación que les ocasiona el deseo
de estar unidas en una misma esencia...
Eras tú la gran ausente, sabía que no
volvería a verte partir, porque esa fue la
primera y la última vez que no te vi partir
a través de los años en los cuales
locamente te observaba desde mi
ventana, enamorado y siempre

172
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

pensándote como algo imposible de


alcanzar para un ser tan vano y vago
como lo soy yo, nunca volverías, lo
expresó al oído mío la parte de ti que
dejaste en mi tras tan prolongado
encuentro más parecido a una guerra que
a un amor... Ahora siempre estarás en mí
y yo en ti, porque al salir huyendo de
nuestro pecado confundiste mi alma con
la tuya y la llevaste a tu lado, guárdala,
por la eternidad, que yo guardaré la tuya
por siempre muy dentro de mi corazón,
solamente la sacaré en los atardeceres
para besarla y acariciarla lenta y
tiernamente mientras refresco con
lágrimas la proyección de tu rostro a
través de ella.
Y así fue como me regalaste el momento
más hermoso seguido del más triste y
desgarrante de mi existir“
Me paralice, no lo esperaba, me invadió
ese maldito miedo, todos mis fracasos a
la vez, era tan bello, tan perfecto, tan
espiritual que no quería que acabara
nunca, no me moví, ni un centímetro
nada, ni una expresión, quería gritar… la

173
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

amaba, con todo mi ser, la amaba en


verdad, como se ama lo que no se puede
tener y se muere por ese todo… imagine
tenerla y perderla, acudió a mi mente otra
serie de letras acomodadas con tanto
dolor de la misma estúpida sinrazón que
la anterior:
“Entre sombras, mal herido, en la espera
de tu movimiento mortal, el cual separará
mi cabeza de la vida... Quieres saber que
hay más allá? Hazlo, deja caer el hacha
con todas tus fuerzas, despójame de la
vida y yo vendré a contarte que pasa
después entre sueños, aun sin cuerpo te
haré mía y podrás sentirme por las
noches, será terrible, mi nueva esencia te
paralizara, pero podrás sentirme y sabrás
que soy yo... Seca esas lágrimas, estoy
tan herido que si me abandonas aquí
moriré de todas formas, pero habrás
desperdiciado la oportunidad de arrancar
una vida como si fueras un dios... Una
diosa mejor dicho, la cual para mí ya
eres“
Solo logré escuchar mis palabras
declararle que se detuviera, que lo sentía

174
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

pero no podía continuar con esto para no


herirla, no pude explicar mi razón
completa, no lo entendió por qué no los
escucho… percibí su llanto, quedé
atónito y así salió corriendo de mi vida
para nunca más volver. Lo se fui un
idiota, no me excusare, no diré más,
solamente pondré otro escrito que va muy
acorde a lo que realice posteriormente y
procederé más delante con la explicación
del lugar en donde estoy:
“Me levantare, tomaré al destino por el
cuello, le asfixiaré, le romperé la tráquea
y le arrancaré la cabeza una vez más, no
me queda más que hacer, de lo contrario
voy a caer en un abismo depresivo auto
destructivo en espiral y sin control
directamente hacia los confines más
oscuros y aberrantes de mi pasado, y
créeme, mi realidad alterna, no es bueno
que esté ahí, no me agrada, me abraza,
me estruja y me retuerce a placer y sin
control con una envoltura de nostalgia tan
hiriente, como la poesía perdida dentro de
mi mente por los estragos que ha sufrido
mi dignidad por el alcohol... El temblor

175
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

no pasa, baila dentro de mí al ritmo de los


relámpagos de las noches en que muere el
verano“
A las pocas semanas la vi marcharse,
cambio de residencia, no quiero alardear
que esto fue resultado de mi falta de tacto
para proporcionarle amor aun ser tan
divino y lleno de gracia que estuvo a mi
alcance para hacerme feliz tal vez por el
resto de mis años, pero todo apunta a que
ese fue una gran causa, en fin, de todas
formas si no pude en ese momento nada
me asegura que en un futuro le hubiese
fallado de una manera peor (la verdad sé
que no le fallaría nunca y que entregaría
mi vida por ella si fuese necesario,
hubiese sido un gran amante, el mejor
amigo y tal vez, solo tal vez un buen
marido, pero quién le creería a un patán
como yo) así que la idea de que es feliz
con su vida actual me reconforta lo
suficiente para no colgarme en el patio
trasero.
Algunos meses después de su partida, mi
alcoholismo ya bastante incrementado y
la decadencia en la salud de mi abuelo

176
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

me llevaron a una gran depresión. Ya


contemplando las últimas horas de vida
de mí ancestro charle con él sobre las
cartas, decepcionado por mi ineptitud
mencionó lo siguiente:
- No creo que no pudieses descifrar
quién las escribió. Me había
prometido a mí mismo no
mencionarlo, de nada sirven si no
lo puedes desentrañar tú mismo te
forzare a repetirlo todo pero la
verdad es momento de que hable
debido a que no me queda tiempo.
Esto me sorprendió, me confundió y me
alarmó al por mayor, continuo:
- En el sepulcro de tu abuela, entre
sus manos justamente, o lo que
quede de ellas, existe un diario,
contiene un último escrito ahí
entenderás todo, si quieres conocer
la verdad, ve por él.
La idea era macabra, pero me taladraba el
cerebro la duda, sin embargo espere unos
días. Mi abuelo expiró como era ya
previsto, después de todos los rituales

177
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

para su descanso eterno me mudé


nuevamente a el cuarto deprimente en el
cual comencé a narrar esta aventura, si
así puede llamársele claro está. Mi
problema con la bebida y la cantidad
económica que mi abuelo generosamente
había dejado para mí me facilitaron
relacionarme de una manera
patrón/empleado con los malvivientes
que rondaba mi morada ya descritos al
comienzo de esta agonía puesta en letras.
Me enteré que mi preciada Venus estaba
llevando una vida plena junto a un
caballero que había conocido en la ciudad
que ahora habitaba… es término de
matarme.
Una noche lluviosa, fría y de invierno, no
recuerdo con exactitud el año, ni cuanto
paso desde que mi alma se quebrantó por
el saber que no podría tener nunca a la
parte femenina que extrajo alguna fuerza
suprema de mi para atormentarme día a
día en este existir, o al menos no de una
forma buena, una forma natural no
forzada como lo fue su amor por mí, me
encontré rodeado de algunos secuaces a

178
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

sueldo, ebrio y vividores, sonriendo


como u demente y llorando como un
adolecente por amor, profanando la
tumba de la matriarca de mi familia.
Conseguí el diario… resumiré, ya que era
muy extenso, contaban casi toda una
vida.
Existió un ser (solo así puedo nombrarlo)
que provino de otro tiempo y otra
dimensión, el cual vivió siempre muy
cerca de mi abuelo desde su infancia. Se
ocultaba en lo que parecía un sótano, el
cual existe aún en la mansión de mi
difunto patriarca eterno, él estaba ahí
debido a que no conocía el mundo en el
cual había aparecido en busca de una
respuesta. Ese ser escribió las cartas y las
notas, todos los escritos fueron de su
autoría, el punto de resguardar de alguna
forma los pocos recuerdos que le
quedaban de aquel lejano y menos
avanzado lugar del cual provenía era
justa y precisamente no repetir lo que
había vivido en su anterior existir. Un
último poema estaba entre el diario:

179
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

“Seca tus lágrimas, para de llorar que el


que está en agonía soy yo, tú podrás
seguir, todos los días mueren personas
que no lo desean, ni siquiera lo imaginan
a veces... Yo deseo morir, aquí, ahora y
por tu mano, si no acabas con mi dolor
tú, vagare en esta existencia solo y sin un
rumbo, pero si es por tu acción que
trascienda, me quedaré contigo como un
fantasma, como una marca, algo más que
un simple recuerdo triste del otoño
compartido, uno que te cuidara siempre...
Al menos así podríamos estar juntos por
la eternidad sin juicios de nadie, ya que
nadie podrá verme y cuestionar por qué
siempre estoy a tu lado... “

De alguna forma mística la esencia de


dicha aberración se impregnó en mi al
momento de nacer, ya que según el diario
realizado por mi abuela, en los últimos
años que supieron del ser ya no poseía
una forma material palpable… si, dicho
ser era yo en ese momento, y lo
menciono de esa forma por qué sucedió
la misma situación que se procuró evitar,

180
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

en esa existencia y en la siguiente perdí a


esa alma gemela hecha a mi medida. Deje
pistas y no pude descifrarlas, la perseguí
por dos existencias y no logré alcanzarla
para amarla y disfrutarla como se lo
merecía.
Con lo que quedó de la herencia de aquel
gran hombre que soportó mi paso por los
tiempos, de una manera tan cálida y
comprensiva, viaje por el mundo, estudie
culturas, ciencias, manuscritos, sectas,
religiones y por demás… encontré la
forma, desgraciadamente la encontré otra
vez.
No satisfecho por las dos vidas
agonizantes, alejado de lo que es el
querer como se debe, busque trascender y
proyectar mi ser a una tercera existencia
(o al menos son las que recuerdo) en la
cual me encuentro arraigado. No conozco
nada aquí, no hay humanos, no hay
posesiones, ni economía, soy tan
primitivo en este lugar. Hay una forma de
escritura la cual estoy aprendiendo y he
comenzado a transcribir lo que recuerdo
de los escritos de mi primera existencia

181
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

recordada, agregando algunas notas


adicionales más específicas y en un
sentido más científico, ya que el poético
no me sirvió de nada en mi segundo paso
por un cuerpo viviente.
Aquí no hay cosas materiales que no
cambie a su placer, por eso es muy
complicado conservar lo que parecen
escritos, me he visto en la necesidad de
replicarlos en contadas ocasiones a
manera que ya están memorizados y
puedo recitarlos a mi placer. Me hice una
promesa, Venus… te encontrare, no
importa si tengo que retar el tiempo,
desafiar la gravedad o prescindir de la
materia, te encontraré, en tiempo y forma,
y te aseguro que cuando eso suceda no
bastaran mil y una existencias para fundir
nuestras almas en una sola a través de un
eterno beso de amor, que importa si tengo
que pasar esta y otras igual mil
existencias para tenerte, ya me estoy
convirtiendo en un experto en esto,
esperare… esperare lo que tenga que
esperar para volver a rosar tu piel,

182
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

acariciar tu rostro, perderme en tus ojos y


morir por tu sonrisa, esperare.
Siempre recuerda lo que está impreso en
mi corazón:
“El otoño es como yo, yo soy  como tú,
y tú eres el más hermoso atardecer lleno
de dudas y dolor que he apreciado a
través de las existencias“

183
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Diálogos de
Abominación y Dolor.

Capítulo 1: Dónde está la luz?


Bajo un abrumante sol que no se puede
ver, pero si sentir, cegado por el dolor y
el impacto de una experiencia destructiva
recientemente vivida, camina un hombre
de aspecto descuidado y cansado por las
ardientes arenas rojinegras de un mundo
desolado, triste y agonizante. En su rostro
se aprecia la decepción, pero a su vez
también se puede observar un alivio en su
alma, tal cual se regocija el ser vivo que
ha logrado burlar a la muerte en el último
segundo de su encuentro con esta misma.
En el tambaleante caminar del joven se
puede observar el impacto que el mundo
tan corroído ambientalmente en el que le
ha correspondido vivir, ha hecho sobre su
fisonomía, su carácter, pero
especialmente, muy especialmente, sobre

184
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

su visión de la vida misma. Pareciera que


el joven camina sin ninguna dirección
específica, pero su objetivo es más
lejano que el horizonte, más tedioso que
la mente misma y más compuesto que la
materia en sí, se dirige hacia la libertad.
Se detiene frente a un montón de carne
que parece sin forma, sin embargo él
reconoce muy bien que es lo que está
frente a sus ojos… son restos de animales
muertos, cadáveres inertes de jabalíes.
Sin titubear toma la cabeza de uno de los
restos, de entre los trazos de tela que
porta como ropa saca una especie de
arma cortante, demasiado grande para ser
un simple puñal, pero muy diminuto para
ser una espada magnificente, y de un solo
tajo cortó el largo colmillo sobresaliente
de la boca de lo que quedaba de aquel
ser. Toma aquel colmillo, lo observa
cuidadosamente… una sonrisa iluminada
por una chispa de humanidad adorna su
rostro andrajoso y sucio de la misma

185
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

forma que sonríe un rey cuando


contempla entre sus manos la corona que
le otorga su título de monarca. Esta
sonrisa es indiscutiblemente estimulada
por algún viejo recuerdo de una felicidad
muy lejana, muy perdida o casi olvidada.
De pronto esa sonrisa comienza a
menguar lentamente, sigilosamente
guarda el colmillo entre sus ropas y
continúa su andar por las tristes arenas
ardientes rojinegras casi con el
semblante que portaba antes de encontrar
dicho objeto, pero ahora con los ojos
llenos de lágrimas, lágrimas frías y
brutas, tal cuales corren por las mejillas
de los hombres cuando la alegría de un
recuerdo se convierte en una seca
nostalgia. El joven continúa su caminar
hasta perderse en el atardecer de un triste
ecosistema repleto de oscuridad, donde
las tardes, los días y las noches solamente
pueden distinguirse por la intensidad del
calor o del frio que reinan en aquel

186
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

miserable mundo agonizante… susurra


algún montón de silabas parecidas a un
idioma inexistente más parecido a un
dialecto, y desaparece en las sombras del
atardecer negro de sus tiempos. ¿Quién es
este hombre?, cuál es su pesar? Esas son
las preguntas que nos envían mucho
tiempo en la vida de este desolado
personaje consumido por el dolor y la
nostalgia.
30 años atrás desde el momento en que el
joven cortó aquel colmillo, un niño de
escasos 3 años despierta en un lugar
desolado y deteriorado, casi con las
mismas característica del mundo en el
que vive aquel joven, esto es debido a
que el hombre de andrajoso y sucio
aspecto es el mismo niño de 3 años. A
esa corta edad despierta con un gran
pesar sobre su existencia… no conoce las
cosas que aparecen frente a sus ojos, no
conoce algún idioma o escritura para
llamarlas, ni siquiera sabe que son, está

187
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

solo en algo parecido a una vivienda


labrada en una cueva, más sin embargo él
no sabe qué hace ahí, porque está ahí, ni
siquiera que es el mismo, la vivienda o
alguna cosa a su alrededor. Simple y
sencillamente ha despertado en un
mundo, que hasta ahora, no tiene ni la
idea que alguna vez fue un hermoso
paisaje, lleno de flora y fauna abundante,
algo paradisiaco, hipnótico, estimulante a
todos los sentidos, tal cual se describe el
mismo jardín del edén en los libros de los
discípulos de Simón el Pedro.
El niño observa asombrado todo a su
alrededor, la poca luz existente que logra
filtrarse en la cueva donde ha despertado
lo extasía como el más dulce néctar de la
fruta más dulce, pasa horas observándola
e intentando atraparla sin éxito, lo cual lo
conduce fuera de la caverna hogar en la
cual sus sentidos se habían activado casi
por arte de magia, simplemente así, en
medio de la nada ni de nadie, como si su

188
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

existencia hubiera sido creada por la


fuerza del pensamiento de alguna fuerza
superior. El pequeño no cuenta con nada,
solamente sus sentidos nuevos y su fuerte
instinto.
Con estas dos únicas armas comienza a
recorrer un mundo nuevo para él, cuando
siente hambre, casi milagrosamente logra
subsistir de hierbas que brotan de un
suelo constituido por una negra tierra
rojinegra, más negra que rojiza, casi
como el alarmante color de la sangre,
bebe agua encharcada en huecos en el
mismo suelo y convive con roedores
extraños y bichos que lo rodean, animales
e insectos repugnantes que gracias a su
inocencia e ignorancia le parecen
sumamente divertidos. Sus primeros
pasos tambaleantes, los cuales
anteriormente eran gateos, comienzan a
transformarse místicamente en correteos
firmes y constantes. Corre desnudo, firme
e inocentemente entre los restos de flora

189
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

y fauna de un mundo convulsionado por


largo tiempo, tanto que ha recorrido días
y noches enteras de distancia al grado que
se encuentra demasiado lejos del lugar de
su nacimiento, si así lo podemos llamar,
que le es imposible regresar a aquel
lugar. De cualquier forma, regresar es
algo que no le importa, simplemente se
desplaza hacia donde el viento lo lleva,
de una forma metafórica, ya que no existe
ningún indicio de algún viento que
pudiera mover alguna cosa en aquel lugar
extraño.
Así pasa los meses el pequeño, solo e
indefenso sin saberlo, ante peligros que
para él son aventuras sin nombre y
descubrimientos asombrosos que nunca
contara. En esta escena tan miserable,
pero a su vez colmada de dicha, felicidad
y alegrías, comienza a crecer y pasan 2
años, el chico ya tiene 5 ciclos cumplidos
en aquel mundo, ahora ya tiene nombre
para las cosas que ve, solo algunas que ya

190
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

ha visto antes claro, ya que


continuamente encontraba cosas nuevas.
Su lenguaje fue creado por él mismo,
inspirándose solamente en los sonidos
que salían de sus cuerdas bucales al
momento de palpar algún objeto nuevo
encontrado, y a su vez memorizados! Lo
cual muestra el fuerte poder mental de
aquel niño tiernamente salvaje. Sus
carreras contra los animales, la luz y el
poco viento existente lo llevan a
encontrarse con su primera aventura
traumatizante… el poder arrasador de un
rio.
Una tarde aquel niño despertó de un
reparador sueño, una siesta tomada
después de un delicioso manjar de
hierbas frescas, mezclada con raíces
terrosas y algunos insectos que habitaban
las raíces. Al despertar una figura lejana
llamó su atención. Era la misma luz que
siempre intentaba atrapar, pero esta vez
con mayor intensidad, proveniente de una

191
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

extraña figura muy parecida a los


roedores que se divertía corriendo
diariamente, solo que con un resplandor
ardiente, un mayor tamaño y un extraño,
pero muy agradable aroma, el cual le
incitaba a querer tocar para de esta forma
brindarle un nombre. Sin pensarlo, de un
salto firme se levantó de su lecho y corrió
tras aquella extraña y nueva figura, sin
embargo no podía alcanzarla, mientras
más corría la silueta luminosa avanzaba
más rápido de una forma la cual le fue
inalcanzable, corrió y corrió, con más
fuerzas cada vez, con pasos más fuertes,
más firmes, más largos, gritando,
pateando, gruñendo, pero ni siquiera de
esa forma lograba llamar la atención del
extraño ser para que pudiera volverse
alcanzable antes sus manos bautizantes.
Corrió tanto que desfallece y cayó al
suelo. En este momento el ser se detuvo,
volteo a verlo, sin embargo la
luminosidad de dicha figura era

192
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

demasiado lastimosa para los ojos del


pequeño niño, por lo cual no pudo
contemplar que era aquel misterioso
personaje, sin embargo no se sentía
asustado, al contrario, se sentía tranquilo,
una tranquilidad demasiado cautivadora.
Y de pronto, el ser solamente se
desvaneció, tal cual se extingue la flama
de una vela agonizante, hasta desaparecer
por completo ante la mirada incauta del
pequeño ser incivilizado.
Cuando logró volver en sí, el chico se
encontraba frente a un poderoso río, el
cual corría frente a sus ojos con una
terrible fuerza arrasadora. El niño sin
embargo no conocía el peligro que se
encontraba frente a su ser delicado. El
observar el agua correr lo dejó
asombrado casi de la misma forma que el
ser de su anterior visión. Una gran
sonrisa brotó en su rostro y al momento
que su mano contacto la fresca agua, la
carcajada más sincera colmada de pureza

193
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

escapó de sus pulmones. Fue tanta la


dicha incontenible que el inocente ser
llegó a sentir en aquel momento, que sin
pensarlo, dio un salto precipitado al
potente río. En ese momento toda su
dicha se convirtió en un extraño y nuevo
sentimiento para él… el horror, el más
puro y profundo horror, el cual
estremeció de un repentino golpe toda su
existencia.
Fue arrastrado por el poderoso río, su
instinto impulsado por la falta de aire lo
desesperaba, intentaba salir, gritar, pero
solamente se hundía más y más en el
terrorífico monstruo de agua ya negra y
terrosa. Luchó con todas sus fuerzas para
salir, pero su diminuto cuerpo, al ser
arrastrado por las aguas, golpeado contra
piedras y ramas, fue lastimado a tal grado
que dejó de luchar, simple y
sencillamente dejó de luchar contra la
corriente dominante, la desesperación
cesó, el terror también… solamente cerró

194
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

sus ojos, como si volviera a caer


abrazado en el eterno sueño del cual
había despertado hace 5 años. Y así de
esta forma conoció la decepción y el
dolor de ser derrotado por fuerzas fuera
de su alcance. El pequeño cuerpo inerte
del niño fue llevado violentamente por
las bravas aguas por varios kilómetros,
tan rápidamente cual si su cuerpo
careciera de peso, hasta el cruce del río
con un extraño puente en medio de la
nada. En ese extraño puente, otro
pequeño ser parecido al niño logró
divisar. La pequeña criatura dio un largo
grito como si estuviera contemplando
algo que había pasado tiempo en espera
para poder contemplar. En el momento
que el niño (si así podemos llamarle)
desprendió el extraño alarido, varios
seres parecidos a él, pero de mayor
tamaño y mayor edad salieron corriendo
y se precipitaron hacia el río con una
rapidez misma de las poderosas aguas y

195
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

con movimiento tan perfectos que


demostraron la estrecha relación que
tenían al tratar con las mismas, lograron
interceptar el pequeño cuerpo y lo
sustrajeron de las aguas en un santiamén.
Al momento que regresaron a las orillas
del río con el preciado botín obtenido, se
llenaron de un gran asombro paralizador,
ya que aquella pequeña criatura era muy
similar a ellos, similar más no igual.
El hasta ahora pequeño protagonista de
nuestra historia, despertó con un
cansancio tan extenuante, que podía
sentir como el dolor se aferraba a sus
huesos, como la misma muerte se aferra a
sus más preciadas víctimas. Abrió sus
ojos, pero solo divisaba oscuridad, y unas
extrañas siluetas se movían drásticamente
a su alrededor, entonando extraños
sonidos parecido a un dialecto, pero de
una forma repetida y melodiosa y
uniforme tal cual se entonan las rústicas
canciones de las antiguas sociedades

196
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

secretas. Esto lo llenó nuevamente de


terror, justamente igual que en el
momento que cayó al río, sin embargo,
cuando sus pupilas se acostumbraron a
las luces de las antorchas de los seres
misteriosos y logro divisarlos
completamente, el horror que corrió su
cuerpo fue tan inexplicable, para él, como
para cualquier mortal que conoce el
horror en su más pura expresión… la
fisionomía de estos seres… la horrenda
fisionomía de estos seres no tenía
nombre, no solo para el pequeño, sino
tampoco para cualquier escritor antiguo
de literatura terrorífica que pudieron
haber existido sobre aquella tierra
profana como la esquizofrenia.
Dichos seres eran humanos, o más bien
dicho seres vivos, de carne y hueso como
el pequeño sin nombre, pero sus cuerpos
estaban adornados con tan extrañas
vestimentas, que podrían volver loco al
más aristócrata intelectual de la ya muy

197
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

antigua, y lejana edad media. Portan


vistosos adornos hechos manualmente de
cortezas de árboles mezclados con
algunos pedazos de tela y pelaje de
animales constituía su calzado y algo que
simulaba una larga cabellera. De sus
prominentes y largos brazos brotaban
ramas de árboles cual si fueran poderosas
garras mortales, y sus cuerpos estaban
adornados por extraños símbolos más
parecidos a pinturas rupestres que
símbolos en sí, los cuales habían sido
trazados con una extraña pintura hecha de
sangre de animales, jugo de plantas y
viseras de insectos. La visión de estos
elementos ya era bastante tétrica, pero lo
más impactante eran sus rostros, o lo que
pretendían mostrar cómo rostros propios.
Portaban una horribles máscaras hechas
de un barro parecido al lodo, pero más
rígido y lo suficiente resistente al
endurecer como para tallan facciones en
duchas máscaras… las facciones en

198
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

dichas máscaras, eran en sí, lo que más


aterrorizaba, ya que mostraban
gesticulaciones de ira, desesperación y
dolor, cual si fuera el rostro del Satanás
de los cristianos corroído por el
arrepentimiento y la impotencia. El
pequeño muchacho experimentó la
sensación tal cual si su cuerpo fuera
introducido en el mismo infierno, lo cual
elevaba su temperatura corporal de una
forma sorprendente, y de la misma rápida
y precipitada manera sintió un terrible
descenso de la temperatura dentro del tal
cual le hubieran vertido una ráfaga de
agua helada proveniente de los rincones
más oscuros y despoblados del universo
mismo. Sin embargo logró mantenerse
consiente, quieto y callado como la roca
más diminuta, pero consiente en sí.
Los lamentosos cánticos desesperantes de
las criaturas se incrementaron en cantidad
y volumen, como se incrementan las
aguas del mar cuando la luna llena las

199
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

llama con su luminosidad funeraria. En el


ambiente se podía sentir un hedor
putrefacto y petrificante, tan denso que
casi podía degustar, acompañado de un
terrible calor húmedo, como si se
estuviera dentro de las fauces de un viejo
lobo decrépito y vil. El niño continuaba
inmóvil ante semejante obra maestra del
horror, como si se encontrara frente a un
poderoso león que atemoriza a sus presas
antes de devorarlas para degustar un
exquisito manjar empapado en
adrenalina. Sin embargo estos personajes
macabros no lo atacaban, ni siquiera lo
tocaban, solamente danzaban
maquiavélicamente a su alrededor.
Nuestro pequeño héroe petrificado no
tenía ni la más remota idea de que era lo
que sucedía en aquel momento, sin
embargo la imagen que tenía frente al
representaba un horror de una magnitud
descomunal para poder estremecer con el

200
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

miedo más profundo las entrañas de un


ser que no conoce el temor en sí.
De pronto, las voces callaron, y los
macabros pobladores comenzaron a
desplazarse hacia los lados, dejando un
camino a la vista. Al final de dicho
camino se podía apreciar la silueta de uno
de estos seres, pero más viejo y con
adornos en su cuerpo que evidenciaban
los estragos de un largo paso del tiempo
en su portador. La máscara en forma de
rostro que portaba el anciano era muy
similar a la de los demás nativos, solo
que la del antiguo ser tenía una cabellera
y una larga barba cana, y en las facciones
de su careta podía sentirse una tristeza tan
profunda que con solo mirarla el joven
humano conoció la soledad del alma.
Cuando el ser se postró frente al niño
levantó su mano en señal de superioridad,
y con un lenguaje desconocido muy

201
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

similar al latín, mencionó dos palabras


mirando directamente los ojos del joven...
Y de pronto colocó su mano sobre la
cabeza del pequeño ser el cual estaba
petrificado por el miedo y comenzó a
acariciarlo, el miedo del chico comenzó a
césar, y repentinamente comenzó a sentir
como pequeñas gotas caían en su
cabeza... eran las lágrimas del anciano.

Capítulo 2: Los amaneceres que nunca


volverán.
El niño fue llevado a una habitación
acogedora, lo llenaron de deliciosos
manjares y dulces para alimentarlo
adecuadamente debido a su notable
estado de desnutrición, sin embargo lucía
más sano y radiante que cualquier otro
ser viviente en la aldea y sus alrededores,
todo eso claro, por órdenes del anciano
antes mencionado, el cual era el líder de

202
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

la aldea por ser el más antiguo y sabio de


los que quedaban vivos en aquel desolado
lugar. El niño se sentía muy alegre por
los regalos recibidos sin embargo sentía
un poco de temor ya que los individuos
que rondaban cerca de él no dejaban de
portar las extrañas máscaras, que aunque
ya comenzaba a familiarizarse con el
aspecto de dichas artesanías, no dejaban
de ser tan grotescas como para
sobresaltar al mirarlas emerger de pronto
de entre la obscuridad. De esta misma
forma apareció el viejo sabio de la aldea,
se quedó inmóvil unos momentos
observando a la pequeña criatura y
lentamente comenzó a soltar las ataduras
que sujetaban su máscara... lentamente
emprendió la empresa de deslizar hacia
abajo, sin movimientos bruscos para no
exaltar al pequeño viajero recién llegado.
Al dejar caer completamente la máscara
que cubría su rostro se pudo observar un
rostro cadavérico de color rojinegro con

203
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

una nariz muy desgastada, sus pómulos


estaban exageradamente sobresalientes y
sus ojos sumamente profundos rodeados
de unas temibles ojeras pronunciadas, sin
embargo en su mirada se reflejaban la
nostalgia y el amor.
Lentamente se acercó y se sentó sobre el
lecho del joven a un lado de él, comenzó
a acariciar su cabeza y le sonrió
mirándolo fijamente a los ojos. El
diminuto ser comenzó a sentir una paz
que lo colmó tanto a tal grado que un
bostezo salió de su pequeña boca. Al ver
esto el sabio viejo empezó a recitar en su
extraña forma de comunicarse, diversas
palabras acompañadas de una melodía
suave, tal cual si fuera la canción de cuna
más antigua de todos los tiempos.
Como era de esperarse, el pequeño se
rindió ante el poder abrumador del
reconfortante dios de los sueños, ese que
viaja a través del cansancio de las almas

204
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

y se apodera de ellas de un solo golpe


violento y mortal, pero a su vez necesario
y reparador. Al ver este suceso, el
anciano amorfo dejo reposar lentamente
el cuerpo de primaveral existente, se
desplazó lentamente hacia una habitación
contigua (la cual era su zona de
descanso), lentamente se inclinó sobre un
antiguo mueble muy similar a un baúl, el
cual se encontraba casi oculto y olvidado
en un viejo y mohoso rincón de dicho
apartamento de madera roída, levantó la
pesada tapa, la cual pesaba más por los
años enganchados al legendario personaje
que por un peso mismo en sí, cuando
logró su objetivo, se detuvo a contemplar
el interior por un pequeño lapso de
tiempo, con fijó en lo presente frente a él,
con una respiración casi inapreciable,
pero lenta y constante. Introdujo lenta y
cuidadosamente sus manos, tomó el
objeto deseado y de la misma cautelosa
manera lo extrajo del interior del ataúd de

205
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

recuerdos ubicado en lo más obscuro de


su habitación. Era un bolso de medio
tamaño, de una textura similar al
terciopelo, pero seco y maltratado por los
años o las existencias mismas, lo abrazo
sobre su pecho y suspiro en contadas
ocasiones al sentir cerca de su vivir dicho
tesoro claramente resguardado por los
años. Al acontecer eso, se decía palabras
hacia el mismo, como de alivio y a su vez
de compasión, de agobio y melancolía,
como si llevase en su interior ciertos
diálogos, diálogos de abominación y
dolor.
De la misma lenta y pesada forma que se
había retirado de la habitación donde se
encontraba el joven humano reposando,
regreso a la misma llevando entre sus
manos lo sustraído de aquel cajón de
madera tallado a manera de guarida para
la cosa tan preciada ahora encaminada al
encuentro del pequeño de 5 años traído
por el río revuelto más parecido a un

206
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

torrente sanguíneo que aun rio como se


conoce en estos tiempos.
Al encontrarse colocado justamente a un
costado del lecho donde se encontraba el
niño, sacó lo contenido de la extraña y
vieja bolsa. Era algo similar a una esfera
de vidrio, sin embargo su consistencia no
era del todo sólida, lo más cercano a
describirse sería una esfera de cristal
plasmático, de la cual con su vieja mano
derecha maltratada por el tiempo, tomó
una parte de dicho objeto sin forma o
descripción definida y extrajo una
cantidad considerable de dicha
mucosidad. Posterior a esto la colocó
sobre la frente del pequeño y lentamente
en forma misteriosa se empezó a fundir
con el ser durmiente recién llegado. Esta
singular materia olvidada por los días,
atardeceres y anocheceres esa simple y
sencillamente un extracto de recuerdos,
los cuales en ese momento, habían sido
insertados en la mente del recién llegado.

207
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Esta acción generó un inmediato efecto


recordatorio, y los recuerdos contenidos
en la esfera no sólida eran de algo más
antiguo que el ser que los había colocado
en la nueva mente, los cuales lo forzaron
a conocer la excéntrica, triste y nostálgica
historia de cómo poco a poco unos
extraños seres comenzaron a, por medio
de sus mismos cuerpos no materiales del
todo, sustraer la luz de la esfera celestial
en la cual se desarrolla esta narración
caótica, lo cual desembocó en revolver
hasta sus mismas entrañas dicho planeta,
hasta convertirlo en el lago de desolación
y lamento en el cual habitaban los seres
ya mencionados, los cuales mutaron de
normales, dentro de lo que conocemos, a
ser algo no parecido ni a la sombra de la
vivacidad que se recuerda solo a través de
historias narradas generación tras
generación.
Todo lo sucedido se suscitó en base a una
extraña desorientación cósmica de la

208
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

esfera, sin ninguna explicación se


precipitó más hacia la estrella central
generadora de vida del sistema estelar
perteneciente. Esto, como es esperado,
generó una enorme anomalía en los
ecosistemas varios por el exceso de calor.
Y así sin más explicación aparecieron los
seres relucientes, los cuales en un
principio eran como monumentos de
piedra negra opaca de grandes
dimensiones… sus cuerpos comenzaron a
absorber el calor y posteriormente la luz
misma, hasta dejar el mundo en
penumbra eterna, esto desencadenó los
cambios climáticos y de apariencia poco
a poco hasta dejar lo que queda en estos
momentos, en cuanto a existencias,
formas y esencias. No había más por que
luchar, todo se colapsaba, la
desesperación puso en contra al hombre
común contra el hombre común, la
familia murió, las amistades se tornan en
enemistades y toda sociedad fue disuelta

209
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

en pocos meses, lo que quedó fue


solamente una raza de nómadas
vagabundos, sumergidos en miseria y
oscuridad eterna, que logró sobrevivir al
paso de los atardeceres, o el recuerdo de
ellos.
Era imposible descifrar si el sol también
había desaparecido, ya que al momento
en que los seres devoradores de luz
recolectaban la misma, emanaban un
extraño gas negro que ascendía y se
amontonaba ordenadamente a manera de
cubierta sobre el planeta azul, la
tecnología menguo, la razón cayo de un
golpe, y el gobernante regente era la
locura y sus variantes, todo estaba
perdido y no existía ser con la necesidad
de buscar algo, solamente se percibían
sobre los cielos unos truenos
devastadores más parecidos a rugidos y
lamentos de algo innombrable e
irreconocible hasta esa era. La violencia
reinaba, la barbarie disfrutaba la escena,

210
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

la ignorancia lloraba de placer al


contemplar dicho espectáculo aberrante y
la injusticia recolectaba y devoraba los
restos de personas que habían dejado de
intentar subsistir, abrazados por la
desesperación y la depresión hasta sus
más profundos cimientos.
Así transcurrieron las eras, lenta
tortuosamente sobre la flora, fauna y todo
lo que existiese con algo de lucidez sobre
la faz de la tierra… o lo que quedaba de
ella. Deprimente tristeza gobernante de
sueños y anhelos consumidos por la
impotencia imparable de la situación en
curso, no había nada más, incluso los
recuerdos de las maravillas del ser fueron
arrancados de las mentes de los más
sabios y vivaces, y justamente de esos
recuerdos escaparon al espacio, en busca
de las estrellas, y se concentraron en la
extraña esfera inestable, para precipitarse
de nuevo al corroído lugar, quedando
olvidados en medio de la nada, en espera

211
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

de ser rescatados sin éxito, cuál doncella


en torre contempla a su salvador ser
devorado por el horripilante dragón de la
mentira y la razón.
Este objeto tan valorado, sin saber fue
encontrado por el anciano de la tribu
bizarra, al momento de tener contacto con
él se llenó de todos estos recuerdos, por
eso era una persona sumergida en la
nostalgia y el dolor, él conocía la verdad
y la compartía sólo con muy pocos. Al
ver al recién llegado no pudo evitar
deducir en su mente que se trataba de un
humano original, sin defecto ni pecado,
neófito de la perversidad del mundo
actual, así que decidió regresarle dichos
recuerdos, ya que eran su herencia
natural, a manera de rescatar de alguna
forma el mundo agonizante y restaurar la
alegría en aquel lugar olvidado por
cualquier dios, entidad mística estela o
inteligencia suprema guardia de la cual
en algún tiempo gozo de caricias y

212
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

atenciones en los ayeres derrumbados por


la maldad y la ignorancia. Solo le restaba
esperar a que dichos recuerdos
germinaron dentro del pequeño a través
de su evolutiva mente y el desarrollo de
su cuerpo incorrupto por la agonía que le
rodeaba. Desde ese día se dedicó a
cuidarlo, hacerlo crecer dentro de lo que
sus posibilidades le permitían, mente
fuerte, cuerpo de roble, voluntad de
acero, sin temor, sin dudas, docto en el
arte de la guerra y maestro del
contraataque, estratega de las masas,
controlador y moldeador de las mentes
deterioradas, rejuvenecedor de almas,
paciente bajo la lluvia, energético contra
el calor ardiente, destructor si era
necesario, preservador de vida, dador de
oportunidades y monstruo de la
magnificencia universal y trascendental
aprendida de textos rescatados de grandes
librerías destruidas por el dolor de no
encontrar la salvación que brinda la

213
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

sabiduría por ningún lugar visible…


tontos, la sabiduría reside en el alma
indestructible, sin embargo alma era de lo
que más carecía esta actualidad que
apenas y palpitaba casi muerta entre
arenas y cielos rojinegros interminables.

Capítulo 3: Devorando algo invisible.


Cuando aquel pequeño infante rescatado
de los violentos ríos era ya un adulto, y
dotado de las cualidades ya mencionadas,
un deseo de venganza ardía en su
corazón. Impulsado por los recuerdos y
las historias, las tradiciones y las culturas
(si así se les podría llamar) aquel hombre
convertido en una máquina de redención,
buscaba por todas partes tener un
encuentro con los seres que había
arrebatado la alegría y felicidad del
mundo, en realidad no tenía ni idea que
eras, donde residían o cómo encontrarlos,
pero de algo estaba seguro, los destrozará

214
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

con sus propias manos si era necesario a


su encuentro bélico tan esperado. Se
dedicaba a dar sondear áreas
desconocidas, buscar en cavernas,
abismos y el fondo mismo de lo que
quedaba de los mares y ríos en busca de
su enemigo ancestral, fuse uno o un
millar, que importaba, su furia los
cubriría a todos con un velo de muerte y
destrucción arrasador, cual poderoso lago
de magma acaba trágicamente con un
bosque inmóvil y sorprendido por el
ataque de algo tan mortal y tan natural.
Sin piedad, sin detenerse, sin pensar más
de lo adecuado, se precipitaba en contra
de su objetivo localizado, con la ira
contenida y cultivada por años de espera
en medio de las sombras, cabalgando
sobre los restos de corceles
pertenecientes a reyes de su especie
abatidos por la desolación impuesta por
aberraciones que no intentaron siquiera

215
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

entenderlos antes de hacerlos descender


al mismo Seol.
Nada lo podría detener, intentar
contenerlo sería suicidio, los devoraría
uno a uno, incluso literalmente si así
fuera necesario, estaba harto de la vida
como la conocía, no estaba hecho para
esos tiempos, y su alma le gritaba con
desesperación la necesidad de un cambio
radical, el cual estaba incrustado en sus
ganas de vivir y comenzaba a doler como
si fuese a salir de pronto proyectado hacia
las estrellas, ocultas, pero observadoras
de ruina y su desgracia.
Varios años transcurrieron, a veces
encontraba algo parecido a un rastro
diferente de los animales que conocía,
eso le hacía pensar que dichas criaturas se
encontraban cerca o habían pasado por tal
o cual lugar, sin embargo nunca
encontraba nada conciso. A veces
desesperaba, pero procuraba

216
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

tranquilizarse recordando aquella vieja


melodía que alguna vez en su infancia el
anciano replicó para darle paz y calma y
la paciencia regresaba a su ser. No existía
en su mente nada más relajante que dicho
recuerdo y la entonación de tal cántico
antiguo casi olvidado, así que procuraba
siempre tenerlo en mente para apacentar
su desesperación por encontrar una
solución a la vida ruin que sobrellevaba.
Como es pensado, también había más
seres de su misma edad, por así decirlo,
los cuales le seguían como un líder
carismático, compartían su ideología y
cumplian el puesto de soldados a su
cargo. Estos jóvenes y adultos eran de la
raza evolucionada que le habían salvado
la vida años atrás, había crecido con ellos
y les guardaba un enorme cariño y
respeto a la vez, eran lo más parecido a
una familia con lo que pudiese contar.
Los cuales estaban impregnados de la
misma triste, vacía y deteriorada visión

217
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

del mundo con la que él había emergido


de la nada, para ser ahora el rey del
orgullo y la vanidad.
Las campañas de excursión en las cuales
se aventuraban en horda, más parecidos a
una manada que a un ejército,
abarrotaban sigilosamente los maderos
acomodados en orden y desorden a su vez
en lo que quedaba de lo que algún día
fueran los bosques tranquilizadores,
intentando sin éxito localizar a su
enemigo contado. Varios años habían
transcurrido de esa forma… hasta que los
siguientes eventos cambiaron el curso de
los días en el infierno que vivían.
Triste y extrañamente, una mañana al
despertar en un lugar en el cual se
encontraban acampando, lograron
visualizar a uno de los seres que con
tanto esmero habían pasado la mayoría de
sus años buscando. En realidad no fue
agradable en lo más mínimo.

218
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Al abrir sus ojos por la mañana, o lo cual


podría describirse como la mañana,
derivado del clima presente en ese
horario, simple y sencillamente, así sin
más ni menos, sin preámbulos, sin ruidos
anunciantes, sin estrepitosas
presentaciones previas, solo así de frente
a ellos, vigilados quien sabe por cuánto
tiempo antes, se encontraba uno de los
dichosos seres, su luz deslumbraba,
radiante como una fuente de vida no
apreciada tan de cerca como para ser
ajena a la mente de los presentes. En
donde estaba su rostro, o el lugar donde
cualquier ser vivo antes visto presentase
un rosto, se encontraban dos enormes
círculos negros, los cuales, al parecer,
eran los canales visuales de la criatura
destellante. El ya sumamente mencionado
personaje central de esta aberración
imaginaria se abalanzó sobre el ser
postrado a unos escasos metros de su
presencia, intentó tomarlo del cuello y

219
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

clavarle un puñal hecho de piedra tallada,


pero al momento de hacer contacto con
el, sintió como la luz misma lo quemaba
de una manera descomunal, al grado de
arrancar su piel. Un grito de agonía
ensordecedora escapó de su garganta, el
cual despertó a sus compañeros de
expedición. Ellos al momento, al
contemplar la situación de su líder,
emboscaron al atacante misterioso,
obteniendo los mismo resultados y
logrando solamente ahuyentarle para
preservar su existencia, pero no sería tan
fácil, el odio, la ira y el dolor
resguardados por años en contra de su
raza los impulsaba a perseguir y embestir
ignorando cualquier tipo de dolor que
pudiese presentarse en sus cuerpos al
contacto con su enemigo localizado. Poco
a poco fueron truncando su huida, hasta
derribarlo y dañarlo en contadas
ocasiones, con sus primitivas armas
hechas de piedra, madera y restos de sus

220
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

propios familiares caídos en esa vida sin


vida.
El ente de luz solamente dejaba escapar
unos extraños sonidos aterradores, pero la
raza inmunda del planeta, corrompidos
por la sed de venganza, los ignoraban en
cada momento, inclusive cuando se sus
tímpanos emana sangre a chorros. Justo
en ese momento, el principal de la
manada llegó con su letal arma
destructora, algo muy similar a un
martillo enorme, pero amorfo, lo que sus
conocimientos y tecnología le habían
permitido formar, y de un solo
movimiento, aplasto lo que parecía ser
una cabeza en aquel ya maltrecho y casi
inmóvil destello viviente. Al instante de
haber dejado caer su furia canalizada en
dicha herramienta de muerte y
destrucción, sucedió una explosión que
liberó a su vez la luz que contenía lo que
estaba a merced del ejército bárbaro
primitivo, proyectando la misma hacia el

221
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cielo, abriéndose paso a través de las


tinieblas regentes y dejando asomar una
parte del universo el cual nunca habían
contemplado. El destello en el ser se
extinguió, dejando solamente un cuerpo
de una fisionomía sumamente extraña,
con una textura mineral, como una
estatua representativa de lo que era antes.
De una forma desesperada, sin saber qué
hacer, se miraban unos a otros, ahora que
pasaría? Cuál sería su destino, de qué
manera reaccionaran los demás
integrantes de la tribu de aquel al cual
acababan de privar de la vida, o acaso
sería ya el último en su especie?.
Tomaron el cadáver, o lo que había
quedado de su enemigo, lo llevaron hasta
su comunidad y realizaron un análisis de
él, no tenían mucho tiempo y estaban
obligados a descubrir algún punto débil
en ellos, ya que se avecinaba claramente
una gran batalla entre las dos razas. El
líder se encontraba postrado sobre algo

222
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

muy similar a un trono, cerca, pero a su


vez con la distancia suficiente para
meditar y observar lo que sucedía.
Al contemplar la fisonomía de aquello
sobre la mesa, meditar sobre su
composición, sus habilidades y lo
ocurrido al exterminarlo, una idea
macabra se clavó en su mente, una
extraña, pero a su vez posible
circunstancia… si la estructura de dichos
seres absorbía la luz, sería posible crear
alguna especie de lanza, flecha o daga
con los restos obtenidos, a manera que al
contacto con los que aún no parecían
fuesen penetrados por este mismo
principio de tal forma que crearan heridas
mortales en contra de ellos mismos?
Después de todo estaban constituidos por
algo muy similar a la piedra, y la
mayoría de sus armas estaban
manufacturadas de minerales similares…
les sería sumamente sencillo tallarlas ya
que eran expertos en ello.

223
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Planteó la idea, la expuso a votación (la


cual claramente fue aprobada por todos)
y se dispusieron a fabricar las armas
mortales. Los restos de dicho cadáver
eran de un muy buen tamaño, por lo cual
fue posible crear una daga media para
cada uno de los caudillos más letales de
la horda… terminaron en el momento
preciso, en el más necesario. En ese
tiempo en el cual estaban en medio de
una acalorada celebración, en la lejanía,
en medio de la nada, en el horizonte rojo
sangre que simulaba un cielo inmenso,
aparecieron el resto de las criaturas
devoradoras de luz, con un marchar lento
y ordenado, su caminar iluminaba todo a
su paso, su semblante era claramente
hostil, su poderío estaba ahora rumbo al
encuentro de quienes habían cortado en
pedazos a un miembro de su familia.
Todos temblaron al contemplar semejante
espectáculo de luz y estrategia al cual se
enfrentaría en una definitiva contienda

224
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

para reiniciar el mundo en lecho de


muerte existente.
Se organizaron de la manera más
desorganizada imaginable para esperar la
embestida, no existían ya líderes,
superiores o diferentes, solo era el choque
de dos razas agobiadas por abrir los ojos
día con día, solo restaba muerte y
destrucción.
Más que una épica batalla, ese día se dio
a lugar una perfecta sinfonía de tristeza y
desdicha, tan sin razón, solo barbarie,
solo desolación. Unos motivados por una
tradición de odio, los otros por venganza
irracional. Nunca se detuvieron a pensar
cuál de sus dos causas era la correcta,
solo se dispusieron a destrozarse
mutuamente, como las olas rompen
contra los acantilados y hacen saltar al
viento pedazos de piedra de ellos. La
mortandad se hizo presente y se sentó a
unos metros de distancia para contemplar

225
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

el resultado de su arduo trabajo a través


de los años regalados a estos seres
vivientes sin ganas de vivir ya, fijó su
mirada en todos y cada uno de ellos,
mientras no sabía si reír o llorar por el
espectáculo ofrecido.
Uno a uno, los integrantes de ambos
bandos, por así llamarlos ambiguamente,
fueron cayendo sin respiración contra la
superficie más desgastada que sus
mismos futuros y sueños, dejando
escapar gritos de dolor y chillidos
espeluznantes, envueltos en disparos
contra las estrellas de la luz contenida por
los nocivos seres devoradores de luz.
Estas mismas ráfagas se abrían paso entre
las negras nubes envolventes del cielo
muerto hace tantos años, dejando ver el
infinito universo ante la presencia de
estos guerreros cegados en ese momento
tan especial que murió por falta de
espectadores interesados en él, nada
importaba más que aniquilarse

226
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

mutuamente, su objetivo, su misión, su


maldición. Después de unos cuantos
minutos, no quedaba en pie más que
aquel joven en el inicio de la escena
descrita al comenzar este abrumador
relato de desgracia universal. Con la
muerte de todos sus soldados y la de sus
enemigos en totalidad, poco a poco el
firmamento fue despejado en su
totalidad… a lo lejos en el infinito, logró
visualizar los restos flotantes de lo que
alguna vez fue la hermosa luna creadora
y alimentadora de pasiones entre los
humanos, los vivos, lo que dejaron de ser
hace muchos atardeceres reales. Un
destello en el cielo, o más bien uno de
varios producidos desde que el primero
que pudo percibir robó su atención, le
hizo mirar al lado contrario de en donde
tenía su mirada postrada, no comprendía
lo que contemplaba, era algo nuevo para
él en ese momento. A la lejanía, en el
espacio, justo en ese momento se

227
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encontraba efectuando la desaparición


total del sol, con explosiones tan
enajenantes como fuegos artificiales… se
quedó ahí hasta que apareció la última,
encendió una hoguera sobre el botín
obtenido anteriormente, jabalíes cazados
por la horda mortífera para su
alimentación, tomo, como se describe en
un inicio, la cabeza de uno de estos trozos
de carne, corta un colmillo del mismo
con su arma aniquiladora, lo guarda entre
sus ropas, sonríe por su libertad, después
mengua su alegría, se aleja escarnecido
en llanto y reflexiona… los recuerdos
depositados en su mente cuando niño le
dan una explicación de todo lo
sucedido… los seres que consumían la
luz lo hacían con un noble objetivo,
ocultar con penumbra la agonía de todo el
universo, para de esta forma evitar el
terror entre lo que quedaba de seres vivos
en el ecosistema, hasta ese momento lo
entendió. Al avanzar en su cansado y

228
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

triste caminar, solamente algo escapaba


de entre sus labios, emergente de su
corazón… la reconfortante canción de
cuna antigua que el anciano le había
transmitido para relajarse, la recitaba
como un mantra mientras su existencia se
perdía en el horizonte sin algún motivo o
razón, o algún objetivo ya para continuar,
solo así, un paso tras otro, hacia la nada y
el olvido en su máxima expresión, así por
algún tiempo hasta que la oscuridad
cubrió todo completamente y todo
desapareció.

229
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Rosa/Espeso.

¿Crees conocerme? Muchos cuerpos lo


afirmaron, muchos otros lo negarían, y un
sinfín más soltaría una carcajada al viento
por nervios, después su llanto correría sin
parar hasta proyectarse en el infinito de la
desolación. Carezco de nombre y de
rostro, o al menos no los recuerdo debido
a que hace ya tiempo llevo una máscara
encarnada en mi ser, la cual fue colocada
ahí para lograr ese resultado… olvidar.
Mi cuerpo se presenta siempre
semidesnudo, no me agradaría que los
ropajes profanos de la materia fueran un
impedimento para mi alma cuando se
precipite en contra de lo absoluto, si hay
un alma aquí adentro claro está. La
pesada cornamenta de la máscara (porque
es una máscara literal) siempre castiga mi
cuello, a manera que es inevitable
percibir el dolor, la angustia y la
desesperación que impregna en mi ser,

230
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

así que nunca contengo alguno de estos


sentimientos o las acciones y reacciones
que provocan en mí, soy profano y vivo
en una sociedad asombrada por las
actividades de libertinaje y osadía que un
ser de libre pensar pueda expresar, por tal
motivo no salgo mucho a pasear o cosas
por el estilo. Sin embargo hay algo de
mucho valor en mí, una idea, una visión
acerca de algo sumamente importante
para las personas, la sociedad, la
humanidad en sí… es la percepción
personal con la que cuento sobre la
locura.
Trataré de especificar algo, pertenezco a
un grupo de personas declaradas
alcohólicas, si aún se me puede
considerar como persona, arruine los
tiempos de búsqueda de mi personalidad
consumiendo enervantes, nunca creí en
alguna religión, no cuento con muchos
amigos o conocidos siquiera y pasó el
tiempo sumergido en un líquido rosa
espeso del cual me hice adicto hace

231
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

muchos años por problemas digestivos


derivados de mis vicios, primeramente
ingería el antiácido para apacentar los
malestares físicos, después me
acostumbre a su sabor y posteriormente
comenzó a excitarme su textura corriendo
por mi piel desnuda. Vamos, júzgame,
eso también eleva mi temperatura y
aunado a la autoflagelación, me conceden
noche a noche alcanzar esa luz que el
éxtasis producido por el dolor me regala
cual beso tierno de una joven en la
primavera de su fecundidad… la
fecundidad… la feminidad… y la mezcla
de estos dos elementos me hacen divagar
en el placer hasta perderme en lo infinito,
en lo bajo del ser, lo prohibido y el goce
total de todos los sentidos, inspirado por
la conjunción de cortar el flujo del
orgasmo por golpes o quemaduras. Lo sé,
soy un amor.
El punto al que pretendo llegar es el
siguiente: no soy de tu agrado, ni del
agrado de nadie, si algún día llegas a

232
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encontrarme en algún lugar no te


aceptarías la consecuencia de la causa de
dicho evento. Una vez aclarado esto,
procederé.
Hay personas que buscan mi muerte,
derivado a los eventos que se suscitaron
para que yo pudiese adquirir tan singular
visión de algo tan complejo como la
locura, porque si bien no era un neófito,
tengo que aceptar que tampoco era un
Newton en las cuestiones del análisis de
las situaciones y los sentimientos, mucho
menos de los pensamientos o los estados
mentales, así que comencé a buscar
nuevas experiencias, en cuanto a
sabiduría se refiere, para adquirir una
mayor visión de la vida, el mundo y lo
que los rodea, algo sumamente humano,
tan natural como el querer saber y
aprender. De cierto les digo que nunca
paso por mi mente terminar en el estado
tan inconveniente para el avance humano
en el cual me encuentro, pero la mayoría
de las veces uno termina convirtiéndose

233
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

en lo que su mente desea y si la mente es


confusión, confusión misma crea.
La locura… estado de la mente,
representada tan clásicamente como un
cuadro que muestra dignos caballeros,
adornados con los más finos trajes,
absorbiendo el humo de un buen tabaco
holandés, con olor a durazno, bebiendo
de una copa extensa desbordándose de
vino tinto de muy excelente calidad, con
sus guantes, sus monóculos, sombreros
de copa adornan las cabeceras de sus
asientos clásicos, en los cuales algunos
acomodan su corbatín o secan sus labios
con pañuelos de seda. Así de sublime y
calmo, hasta que comienzan a abrirse los
cráneos unos contra otros con sus
bastones al decidirse a decorar todo el
ambiente del rojo carmesí que perturba la
mayoría de las mentes.
Explicaré como ocurrió, lo prometo esta
vez.

234
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Aproximadamente, hace 10 años, me


encontraba sumergido en los placeres que
la juventud brinda a las almas
bondadosas y engañadas por la vanidad,
contemplaba los atardeceres con
regularidad, cuando mis labores lo
permitían, gustaba de ver los amaneceres
y el oscuro cielo estrellado por las
noches. No sé en cuál de esos momentos
tan melancólicamente artísticos perdí de
tajo la razón, pero creo que fue una tarde
cerca de la fecha de mi cumpleaños. Ese
día estaba planeando mi celebración
anual, la cual no era gran cosa al decir
verdad, más sin embargo me encantaba
convivir con amistades que frecuentaba
regularmente, ya que en aquellos tiempos
no era una rata sumergida en un frasco
lleno de misantropía. Una tarde mientras
me probaba algunos corbatines, ya que
era costumbre muy mía llevar algún
atuendo extravagante cada año, note en
mi mirada algo diferente… algo
hipnótico, que no me permitía dejar de
contemplarla. Era como si no fuera mi

235
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

misma mirada de los años pasados, algo


faltaba, el contorno verde era más
intenso, como si ardiera por dentro, pero
no de furia, ira, o pasión, sino por un
interminable vacío del existir. Me
pregunté entonces, ¿qué falta? ¿Qué
perdí? O que gane?
Fue justamente en ese momento donde
comencé a vagar en una utopía de
perversiones de la mente, la miseria y la
nostalgia, ahora pasaba las tardes en el
patio de la propiedad donde habitaba
cavando un pozo, suponía que sería mi
tumba, y procuraba hacerlo cada vez más
profundo. En ocasiones me detenía
cuando la lluvia comenzaba a llenar mi
mortuorio entretenimiento, pero solo por
instantes recobrara la razón, solo bastaba
con volver a contemplar ese vacío dentro
de mí, el cual era ya bastante profundo y
en esa misma magnitud procuraba cavar,
cada vez más profundo y más abajo,
como si pretendiese llegar al mismo
infierno, infierno existente en mi mente,

236
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que devoraba mi alma y mi corazón de


una manera tan sublime que producía un
éxtasis repentino y enajenante.
Realizando un análisis de mi situación
temporal por la cual tengo que
desplazarme día con día, a la que llaman
vida, me remonta siempre a esos tiempos,
en realidad después de eso años no
recuerdo mucho, solamente viene
siempre a mi mente el recuerdo de todos
mis fracasos, como un ente errante a
través de la sombría y gélida soledad
absoluta de la mente apagada de un
cadáver fresco. En ocasiones me gustaría
cortar mi vida de un tajo, pero no siento
que sea esa mi misión, la dejare para
alguien más, alguien pero que yo, si
existe, o tal vez alguien tan contradictorio
a mí, al cual mi existencia le taladre la
cabeza día con día hasta que no soporte
más ver mi respiración en este planeta
lleno de pesadillas caminantes.
La percepción de la locura que me
acompaña cada que despierto al mundo

237
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cambiante es un poco alterante para los


sentidos, ya que se fundamenta en el
hecho de ser un espectador pasivo de la
misma y sus consecuencias hacia uno
mismo y a la sociedad. Por mi hogar
rondan muchos curiosos, los cuales
sienten una atracción extraña por mis
comportamientos ya que no saben nunca
cuál será el siguiente paso que daré,
como actuare o hacia donde dirigiré mi
encarnada no paz contra humana, no sé si
lo hagan por miedo, o porque realmente
les gustaría liberarse de los prejuicios
como yo. En realidad sé que estoy
trastornado, pero no pienso que sea un
defecto, al contrario pienso que es la
mayor virtud que puede aparecer cual
estrella brillante en el firmamento de la
desolación de las personas y seres que me
rodean. Siempre es agradable contemplar
las miradas e intentar leer en sus labios lo
que escupen cada vez que pasan frente a
mi residencia y me visualizan firme,
excitado, desnudo, cubierto del enervante
liquido rosa espeso, e inclusive la

238
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

autoridad misma no realiza alguna acción


en contra mía, ya que mencionan que no
rompe ninguna regla el estar sumergido
en mi locura personal y pasional… si,
pasional, ya que lo que siento por la
locura es una pasión infinita que oprime y
estrangula mi cuello mientras me hace el
amor.
Entrado en este tema, tengo que
mencionar que no soy del todo antipático
con las damas, algunas veces por las
noches, me visitan algunas imaginarias,
las cuales se dejan seducir por mis tratos,
concuerdan con mis empresas y
posteriormente se dejan llevar al mundo
subterráneo creado por mí, para juntos
fundirnos en lo carnal, envueltos en lo
aberrante y depravado digno de
psiquiátricos encerrados. Nunca sé con
exactitud quién vendrá, son muy
variables, rara vez regresa alguna o salen
con vida de mi tumba sótano catedral de
bajas pasiones, el cual no construí con
esa finalidad, pero con el tiempo se fue

239
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

pervirtiendo el concepto, derivado de la


decadencia en mi andar, mis cambio de
actitud y pensamiento, pero sobre todo
alimentado por la locura libre, esa sin
límites, sin ataduras, sin estándares, sin
lineamientos o reglas, solo representada
por una bella dama desnuda al fondo de
un pasillo, cubierta de líquido vital, en un
entorno húmedo y frio, el cual solo
obsesiona a los sentidos y la piel a
concretar el recorrido, caer en sus brazos
y entrar, lo más profundo y fuerte
posible, entrar y salir repetidamente y de
millones de formas hasta morir por la
explosión de un corazón forzado a latir
hasta extinguirse en su función. Soy
extraño, soy bizarro y un fracaso a la vez,
el mayor de ellos, ni todos los tuyos
juntos podrían igualarse a mi.
En muchas contadas ocasiones, soy
poseído por el deseo del fin de los
tiempos, la extinción de la vida, la moral
y la razón, después salir y dar un paseo
por los restos de la civilización y hacer

240
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

bromas sarcásticas sobre el cómo o


porque expiró este y aquel, hurtar sus
pertenencia, más como tesoros que por
necesidad, regresar a mi vivienda y
montar un museo con los objetos
obtenidos a manera de circo depresivo,
un circo que nadie vería jamás. Me es tan
constante esta idea, que muchas veces la
existencia de la misma incita mi ser a
salir y hacer el trabajo del apocalipsis con
mis propias manos, me come por dentro,
me desespera, me hago daño para calmar
esta ansia, cometo auto fajelacion pero
sigue ahí, torturo mi cuerpo para que el
dolor mate ese pensamiento, pero
continúa ahí, me muerde, me estruja, me
pellizca y me pincha como millones de
agujas, bebo hasta embriagarme
totalmente, pero sigue ahí¡ me golpeo
contra las paredes, arrancó mis uñas al
rasgar el concreto para doblegarme por el
dolor, pero sigue ahí y se
incrementa¡ martillo los dedos de mis
pies, grito de dolor, he roto algunos
huesos, arrancado mi piel, apuñalado mi

241
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

abdomen, marcado mis brazos con hierro


caliente, he caído desmayado por el
dolor… pero sigue ahí, sonriéndome,
burlándose de mí, creciendo con los años
a manera en la que fue una niña en un
tiempo que me hacía travesuras, pero
ahora es una señorita que me toma
violentamente y me monta como a un
salvaje corcel al cual hay que domar,
mientras me grita a la cara que la joda y
que la mate¡ pero nunca he podido
hacerlo, la espero cada noche con ansias,
es la última en abordar, a veces solo llega
ella, la espero con tanta desesperación,
empapado en deseo por que la amo. Es lo
único que he logrado amar. Y sin
embargo, la mayor parte del tiempo me
miente, me desquicia para reír a
carcajadas con mi inmundicia, cuando me
encuentro en el fondo me patea, precipita
mi cabeza con su pie hacia el lodo traído
por sus mismos pies, golpea mi espalda
con una vara de bambú para poder lamer
la sangre que emana de mí como las alas
de una mariposa saliendo de su capullo,

242
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

hace esto hasta que logra enfadarme, y


cuando se percata de la furia que brota de
mis ojos como un fuego abrazador y
destructor, se detiene, me besa con pasión
y un exceso de amor, vuelve a tomarme y
hacerme suyo, esta vez despacio, con
amor, me deja tomar el control, se adapta
a mi ritmo, le gusta sentirme, grita de
placer, llora de alegría
inconteniblemente, me dice que también
me ama, me exige que termine dentro y
junto con ella, y después de nuestro
orgasmo fundido, me hace la promesa de
que alguna vez engendraremos el fin de
todos los tiempos.
La decadencia corroe mi alma al traer en
mi dicho recuerdo, solamente abaten mis
sentidos y engrandecen mi depresión,
asfixian cual boa constrictor todo mi ser y
convierten con violencia el dolor, la
desesperación y la impotencia, en un
pedazo de carne retorciéndose en la
esquina de una habitación sombría y
solitaria cada amanecer después de una

243
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

fatigante velada de excentricidades,


bajezas y libertinaje des contenidos y sin
razón, cual barbarie existente en la sangre
de los ya desaparecidos vikingos de
épocas remotas. Siempre toco el fondo…
y cada golpe que doy día con día, o más
bien noche con noche, en contra del
mismo, lo hace más y más profundo. No
es agradable, pero tengo que vivir con
eso, ya que estas no santas cosas, son los
sentimientos únicos que puedo reconocer.
Para finalizar me gustaría conocer la
opinión de los presentes sobre el miedo.
Lo sé, no es agradable y casi nadie quiere
recordarlo, pero es necesario la mayoría
de las veces tenerlo presente, ya sea para
preservar la vida o para hacerlo explotar
en contra de algún objeto, situación o
persona al cual se desee aniquilar en un
solo instante y de un solo golpe… quien
guste filosofa sobre el conmigo, esta
cordialmente invitado a desparecer por un
instante de su realidad, de su rutina, de
sus obligaciones y compromisos, de su

244
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

calma mental por un breve momento,


salir de ahí, de ese círculo de acciones
diarias, proyectarse hacia la nada, ser
recibido por ángeles negros, desnudos y
burlones, los cuales tocaran tu cuerpo a
placer hasta los rincones más ocultos y
privados, profanándolos con sus risas
producidas por la sensación del pecar y el
placer de tocar la carne una vez más,
adornando todo esto con un distorsionado
cuadro repleto de imágenes
representativas de átropos asexuados
dejándose llevar por lo más obscuro de
sus deseos, llenos de promiscuidad y
ligereza en cuanto a lo que se dicta como
correcto dentro de las reglas de la
convivencia sexual entre distintos…
Como podrás apreciar, esto no tiene
sentido, ni pies o cabeza, carece de
principio o fin, sin alfa ni omega, ni
dentro ni fuera o con o sin… pero
analiza… la vida misma lo tiene? Quién
lo sabe o lo conoce? Quién puede
filosofar y desmenuzar hasta su más pura

245
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

esencia, para desglosarlo, entenderlo,


comprenderlo y transmitirlo con palabra
comunes a las almas neófitas como la
mía, la cuales vagamos y flotamos inertes
sin vida en el gran océano de las
perversidades y la lubricidad expulsada
por malos entendidos, de esa que brota al
confundir un gesto de gentileza con una
caricia degenerada o una insinuación del
pecado latente en el corazón de los
violadores y necrófilos, ocultos bajo las
máscaras de humanidades solitarias
llenas de dolor. Vamos, pídelo y
terminaré, callaré mi boca y la suturare
con hilo de plata para que desgarre mis
labios con el esfuerzo de abrirse para
gritar de nuevo la locura al oído cada que
mi alma me dicte hacerlo… si, cada que
pueda, porque ya estoy ahí, ya soy parte
de ti, ahora, al llegar hasta este punto, has
dejado la llave puesta en el cerrojo por
fuera de la puerta de tu cordura… y he
logrado entrar… voy a quedarme por un
tiempo, ya empecé a desempacar, esto no
te gustara, por el momento, pero no es

246
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

algo que haga para tu agrado, no soy un


bufón, pues bien, tú no eres un rey, un
rey no me hubiera cometido el error de
dejarme entrar.
Vamos a pasar un largo tiempo juntos, así
que te recomiendo que te relajes, traigas
un poco de tinto y vamos a bailar, con las
luces apagadas, un par de velas para crear
un escenario romántico, y las estrellas
asomándose por la gran ventana. Quiero
que lo disfrutes… disfrútalo antes de que
te haga trizas desde el interior.

247
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

’’Para mis hijos y todas las almas tristes,


sumergidas en la depresión, pero libres
que luchan por la verdad’’.

248
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

249
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Segunda parte: El Auge


de la Cosmogonía
Negra.

Prólogo
Entre los pensares de los solitarios
existen momentos gratos de enorme
creatividad, no solo aquellos deprimentes
pensares descritos por quienes no
entienden ni entonan la verdadera
soledad. En este tipo de destellos, que no
por ser productivos dejan de ser oscuros,
se embriagan las mentes desapacibles,
derrochando sobre pedazos de papel
arrugados textos que no se desea mueran
entre olas de actividad neuronal. Esta
iracunda barbarie de supuesta literatura es
un claro ejemplo de lo antes mencionado.

250
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Al igual que las brusquedades que he


plasmado con anterioridad (a manera de
simulación de un libro o compilado de
versos y cuentos sin pies ni cabeza) dejo
aquí, bajo la responsabilidad personal de
quién se aventure a regalarle algún
tiempo a estos escritos, una aberración
vigorosa, más cruda y menos estructurada
que la entrega anterior. Espero que sirva
cómo apoyo para conciliar el sueño.

C.A. TröllKraft.

251
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Apostasía

Tuve un sueño, un sueño sobre el fin de


los tiempos, lo volví letras.
El rojo carmesí de la sangre corrió por mi
cara, mi cuerpo maltratado y desolado
está viendo la puesta de sol, de un sol
negro.
Este es el fin y el renacimiento de la era,
calaveras y cadáveres son mi trono...
La noche ha bajado y se levanta de la
cosmogonía negra.

252
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

La Evocación de los
Condenados

En esa extraña noche, se podía sentir en


la piel enjambres de fuerzas en el viento.
Los truenos y lluvia se convertían en las
voces lamentosas de los espectros que
venían a nuestro alrededor.
Provienen de Hel, han despertado de
nuevo... ellos elevan la muerte.

Su regreso siempre se gesta en el


invierno, un volver de sombra oscurecida
y fetidez remanente por la violencia de
sus muertes.
¿Puedes oler la pestilencia?

253
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

El ritual ha terminado, con sangre en las


dagas y los antiguos fantasmas que ahora
yacen aquí.
Con hacha y martillo los llamamos, con
hacha y martillo los conocemos.
Los antepasados están alrededor en este
llamado que es una evocación de los
condenados.
En la puerta de la cripta se ha grabado,
con sangre purificada por fuego y
energizada con blasfemia, las líneas que
condenan la existencia:

"Espíritus de cadáveres persiguen mi


tumba bajo la luz de la luna llena, ahora
abrazan mi alma como mensajeros de un
tiempo sombrío y muerto".

254
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Putrefacción Espectral

Algunos días después de la pesadilla (o lo


que pensaba que era solo un sueño
pesado) desperté en una pequeña cabaña,
más parecida a un cobertizo decadente,
no recordaba mucho el cómo o por qué
estaba ahí, solo un andar errante en
medio de la oscuridad hasta el ya
mencionado refugio. La sombra de la
muerte del sol cubría todo a la vista, mis
ojos estaban inundados de fango, al igual
que mi cuerpo y mi vestidura.
Aún no volvía a mi la razón en el instante
en el cual comencé a percibir una voz
cercana, no comprendía su lenguaje, solo
detectaba su provenir. Lentamente abrí la
puerta del incómodo recinto, clavé mi
vista hacia el frente, justo sobre el

255
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

monumento mortuorio que vomitaba


aquellos inaudibles sonidos. Una voz de
tumba, acompañada de gritos crípticos,
cautivaron e inmovilizaron mi humanidad
aún existente… en ese instante pude ver
cómo una silueta oscura y misantrópica
me envolvía y convertía en parte de su
ser mismo. La alucinación de un duende
mortal masticando mi cuerpo, mientras
voces sepulcrales lloran mi nombre, se ha
derramado sobre mí desde ese momento,
locura y sangre salpica por todas partes.

Putrefacción espectral… putrefacción


espectral!, mora mi inhumanidad, cual
cadenas oxidadas y sangrientas que
mutilan mi carne, son la viva prueba de
que el señor de la tristeza ha devorado mi
mente, una profanación demencial me ha
atrapado, cráneos adornan mi pasado y el
hedor a muerte regresa cuando soy
coronado con espinas negras…

256
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Putrefacción espectral… putrefacción


espectral.

El féretro del Conde

Tierno olor a vino y madera abundan,


nuevamente, una habitación sin sueños,
envuelta en tenue oscuridad y cálida
fragancia de miel. Un manto de
terciopelo cubre el féretro de un conde…

La música es un lienzo decorado con


matices creados por diversas técnicas de
pintura que busca retratar lo real y lo
irreal desde un punto de vista artístico,
dicha sinfonía enmarca la naciente noche
y desordena el incómodo silencio,
engendro naciente de disputas viejas
entre los presentes. Fuera del mencionado
recinto, bautizado ahora como sala
funeraria, la era es un caos. Muerte,

257
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

desolación y soledad acechan a los seres


con pulso vibrante residentes de dicho
entorno mortuorio.

Tan apacible ambiente era envenenado


por el rencor y la codicia, lobos, buitres y
monstruos de komodo, entallados en
relucientes trajes, se lanzaban saetas
mediante sádicas miradas, sedientas de
sangre y dolor. Todos maestros para si
ante neófitos, en pensar individual y
viceversa para con todos y cada uno de
los demás. Familiares lejanos
desatendidos, amigos a conveniencia y
oportunistas de ocasión esperaban,
recluidos en una sala, en espera de alguna
posesión, al igual que perros alrededor de
una mesa en busca de migajas.
El féretro del conde se encontraba
postrado en el centro de aquel sombrío
lugar, los asistentes rodeaban el cajón
funerario. La iluminación era muy tenue,
ya que las velas a cargo se encontraban

258
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

casi consumidas en su totalidad, debido a


que se encendieron al finalizar la tarde
por aquel invierno especialmente
sombrío, misteriosamente incrementado
desde la muerte del errante ser que yacía
inerte ante sus enigmas. El silencio y la
hipocresía eran aterradores.

Un golpe seco que nada advierte, de una


puerta vieja y llena de condecoraciones,
hacía eco en cada centímetro de la caja
sombría. El abogado encargado del
reparto de tan esperado botín llegaba sin
anuncio después de una inquietante
tardanza. Todos afilan sus cuchillos listos
para el banquete material. Sin
preámbulos, comienza a leer,
primeramente dando un aviso empapado
en sarcasmo y extrañes:
-sólo es una nota… Una especie de
poesía, o algo así… La cual recita lo
siguiente- :

259
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

"Ustedes, todos ustedes, los vivos, bailan


para satisfacer sus deseos. Pero nosotros,
los muertos, somos sólo siluetas de
oscuridad que danzan al placer de los
vientos, se doblan, retuercen y extienden
hacia el lado más recóndito del planeta
pensamiento, absorto en no elocuencia y
distendido de la soledad, roto, vano y
escarnecido, deformado por la ansiedad,
mutilado en penas, opulento en
desolación, abrumado y atravesado por la
infamia y carcomido por el ente de la
desilusión. Sin hambre de etiquetas, sin
necesidad de reconocimiento, sólo danza
y danza el cuerpo etéreo, inmolado para
placer de los excéntricos."

Una nota en la orilla inferior, escrita con


sangre seca declamaba: "todo esto es mi
obra. Esto soy, esto es mío"

Como una voz de la conciencia de todos


los presentes replicaba "era un demente"

260
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

pero nadie tuvo el valor de servirlo con


palabras sobre el féretro del conde.

Al finalizar el desvariante texto, el


encargado se acercó al ataúd y lo abrió
bruscamente… terror profano¡

Del ya mencionado lecho mortal


comenzó a emanar un vapor de un color
verde enfermizo, perfumado en hedor
mortífero y sumamente nauseabundo, el
cual logró que todos los visitantes
volvieran su cena sobre su calzado. Al
momento todos comenzaron a presenciar,
como si fuera un cortometraje, una
horripilante visión extrasensorial.
Como una pandemia alucinante, en
conjunto divisaba un deprimente
horizonte lejano, iluminado por un sol en
decadencia y la silueta de un conde
sumamente joven, el cual bajaba de su
corcel favorito en aquellos años y se
adentraba a un construcción de madera

261
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

más decadente que el mismo sol que le


azotaba, el grupo, como si fueran
espíritus encadenados a la espalda del
conde, eran arrastrados a su andar y
forzados a contemplar sus acciones
siguientes.
Al entrar al lugar, una enorme fuente, de
5 pisos de altura les daba la bienvenida.
En su cumbre, aguas turbias se precipitan
rumbo al estanque como una guerra
bárbara y salvaje. Era hipnótico, todos
yacían en silencio, hasta el enloquecedor
momento en el que figuras féminas, de
piel oscura como el carbón, surgían de las
viejas aguas hacia la persona, en ese
momento viváz, que era aquel que en la
realidad yacía endurecido por la falta de
aliento.
En ese instante, el conde comenzó a
correr, tan perturbado como sus
espectadores fantasmales, buscando
escapar de esas mujeres coloridas como
estatuas vivientes. Salto al estanque, ya

262
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

que era el único lugar en el cual,


irónicamente, ya no se encontraba
ninguna de sus perseguidoras, y a
forzados pazos y manoteos logró
aferrarse a la estructura central de la
fuente para comenzar a escalar, como
todo un experto en la materia, hasta llegar
a la cima, sólo para sorprenderse al
momento de apreciar que quienes
buscaba atraparlo ya no le seguían, al
contrario, danzaban de extrañas formas,
dando vueltas sobre sí mismas y sobre el
estanque a la vez.
Completamente húmedo y abrumado por
la náusea, busco una salida de aquel
templo bizarro. A unos escasos metros de
sus aferradas y lastimadas manos se
encontraba el opus del monumento, un
agujero de grandes dimensiones por
donde bien podría fugarse, sin embargo
no sabía cuál era el destino de dicho
túnel, que conectaba, misteriosa e

263
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

ilógicamente, en inclinación hacia el


tejado del lugar.
Cuando decidió probar suerte por el
pasadizo sin explicación, comenzó a
escuchar el sonido de un cuerpo
arrastrándose entre las aguas, el cual se
acerca a la misma salida que le saludaba
ya de frente como un vecino incómodo…
Sus movimientos se pausaron, el miedo
le paralizó y no le quedó más opción que
contemplar y aceptar lo que él mal
destino le regalaría a continuación.

De la fosa sin explicación surgió un


hombre, casi desnudo, sólo cubierto por
una especie de falda media, muy
desgastada, el resto de su persona estaba
expuesto, dejando a la vista un magullado
físico y una muy mala alimentación
notoria, su piel verde, el mismo verde que
coloreaba el humo que les había hecho
vomitar y alucinar en la realidad. Una
larga cabellera coronada con insalubres

264
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

espinas y una barba digna de el más


antiguo preso del calabozo de un rey que
condena a morir por el tiempo y la
soledad. Uñas largas, amarillas y
engalanadas en suciedad subrayaba la
desdicha… Era ese rey que a todos se nos
contó de pequeños, el mismo que se nos
prometió nos protegería y llevaría con él
al final de los tiempos, pero abrazado por
una precaria presentación. La mirada de
aquel decrépito ungido se clavó en el
asustado conde al borde de un colapso…
las pupilas de sus ojos estaban cubiertas
por una plasta blanca semi traslúcida,
proyectando una mirada tan tétrica la cual
solo engendró unas ganas de morir tan
profundas en su receptor, tan profundas
como el más grande de los océanos de
esta esfera. Sin aviso previo, el
inmaculado rey se arrojó hacia el
estanque y al hacer contacto con la
fétidas aguas su cuerpo comenzó a
disolverse en las misma, al momento, las

265
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

arrogantes pesadillas disfrazadas de


mujer, interpretaron en unitono una
sinfonía de lamentos, aullidos y
desgarradores gritos de dolor, al mismo
tiempo en el cual sus existencias
iniciaban a desmoronarse y caer en
pedazos, dejando solo charcos más
oscuros y húmedos que los recuerdos de
muertos en la horca por el crimen de la
profanación, mismos en los cuales el
único sobreviviente de tan vesánico
acontecimiento se ungió el rostro, el
cabello y las barbas, momentos
anticipados a salir de ahí, montar su
caballo y perderse en aquel lejano
horizonte, ahora encubierto por las
penumbras. La visión finalizó… las velas
escupían el humo por su extinción, los
cuerpos sin vida eran ahora los adornos
más notorios de la excéntrica habitación
y el silencio, ansioso y regente, fue
cortado de un solo tajo por una sepulcral
voz incipiente del féretro del conde… La

266
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cual reclamaba dominante: "todo esto es


mi obra. Esto soy, esto es mío".

Espíritu de la montaña
oscura

Con el paso de los años y la decadencia


del cuerpo, no muchos recuerdos quedan
en mi pensar, unos cuantos regresan y
mueren casi en el mismo instante, no por
una falla en mi, sino por una gran
carencia de impacto, sin embargo existe
un relato viejo, uno en especial que llegó
a mi a manera de recordatorio sobre lo
que no se puede detener, lo imparable, no
manipulable, inamovible por la mano
delicada del ser. La lluvia, el trueno, el
viento, el tiempo, las entrañas de la tierra,
el deslave de una montaña, muerte,
oscuridad, deseo.

267
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Corriendo por el bosque para esconderse


en un montículo, existe un antiguo
fantasma de piedra esperando la noche.
Cada segundo contempla su oscuro
pasado, el cual fue escrito como una
profecía encadenada a la miseria y la
eterna agonía. Una sombra asesina, el
espíritu de la montaña negra.
Fue exorcizado y cautivo por hechizos
profanos, marcados con sangre como una
blasfemia malvada, la cual destruye el
alma y abraza el destino de quienes
rondan por curiosidad las montañas
desoladas. Aquel que se extravía en sus
dominios es perforado por blancos cardos
que revelan el dolor del cual se alimenta
repetidamente, cayendo dentro de un
otoño sombrío eterno de una existencia
arruinada, vagando como un cuerpo sin
alma hasta que se extinga la chispa
mortal.

268
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Realmente no se por que lo recordé en


este justo momento, muy probablemente
sea causa de que estoy perdido en un
bosque, cerca de una montaña, no sé
cuánto llevo aquí, no sé dónde estoy.

269
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Máscara de Lobo
Sangriento

Mis ojos se cerraron por el cansancio, esa


tarde en especial, un gélido clima se
había precipitado sobre el pueblo, el cual
había convertido el regreso a casa en una
calumnia, húmedo, a punto de congelar y
devastado por las labores, me encontraba
ya en resguardo, desplomado sobre un
sillón en espera del derrumbe total de los
pocos ánimos de seguir con los párpados
abiertos, pareciera como si hubiese sido
suturado por mi subconsciente al sofa.
Comencé a divagar entre pensamientos
sobre deberes y obligaciones. Un martirio
rutinario.

270
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

La noche llegó sin premisa, en las lomas


cercanas cánticos bestiales anunciaba la
luna vigorosa y la disminución notable de
los pasos por las callezuelas eran la alerta
de la soledad que cobijaba la penumbra al
finalizar cada día. El momento de
descanso había llegado.
Sin ingerir algún alimento decente, más
que un cuarto de botella de algún licor
restante de las jergas de días de asueto,
pegue mis pestañas con la pesadez que
cae la primer palada de tierra sobre una
tumba abierta al finalizar esas dolorosas
despedidas forzadas de los hombres.
Inmediatamente fui seducido por un
sueño paralizador, más parecido a un
letargo agresivo sobre mi.
El transcurso del tiempo posterior es muy
vago y relativo, violentamente mis ojos
se abrieron para presentarse una
estructura onírica escalofriante frente a
mi, repleta de espectros y gnomos
barbados, dolorosos alaridos y risas

271
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

demoníacas, quedé pasmado al instante,


inmóvil, vulnerable. Del enorme pórtico
emergió un automóvil de aspecto
sumamente antiguo corroído por el óxido
y el tiempo, del cual descendieron dos
fantasmales figuras engalanadas en
vestimentas de cuero, me tomaron por los
brazos para abordarme a su carroza
motorizada infernal. Sin resistencia
alguna aborde. El destino era incierto, tan
incierto como la depresión y también era
mío.

El viaje fue accidentado y tortuoso, a


muy alta velocidad entre tinieblas y
bruma densa, y sin embargo pareció ser
un instante más corto que un bostezo. Al
detenerse, las risas de los misteriosos
cafres se inundaron con bocanadas de un
humo negro y guindo, cual sangre
coagulada al volverse vapor. La estación
final del terrorífico viaje había sido
arribada, una larga alfombra teñida en

272
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

sangre me recibía como cerdo al


matadero. Descendió mi ser.

Los anfitriones de la sombría celebración,


una pareja de descarnados, apuntaron lo
que parecían índices hacia mi espantada
persona, un palmo de sirvientes
cadavéricos, cubiertos por largas gasas
desgastadas me tomaron en hombros, las
risas seguían entre los presentes, el humo
negro guindo era más espeso cada vez, la
sensación de inestabilidad me recordaba
esos sueños en los cuales el alma se sale
del cuerpo, hasta que fui postrado en una
silla a la cabeza de un enorme comedor
de pino empolvado. El horror ya me
había hecho volver el contenido de mis
tripas en varias ocasiones, acto que solo
provocaba el incremento de las burlas
entre las parcas y los gnomos…
bruscamente todo sonido falleció.
Un personaje encapuchado, más negro
que cualquier sombra nocturna, salió a mi

273
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encuentro de entre árboles adornados por


cuerpos inertes, en sus manos reposaba
un cofre antiguo de mediano tamaño,
chorreante carmesí. Una de las parcas tiró
de mi cabellera al momento mismo que
separaba mi cabeza de mi cuerpo. Del
cofre, el maestro de ceremonia siniestro,
dejó asomar la cabeza de un lobo,
fuertemente la alzó hacia la luna, con la
misma fuerza la instaló en mi cuello:
"ahora tu mascar será la del lobo, el lobo
sangriento devorador de carroña".
Al fin de estas palabras nuevamente fui
elevado en hombros y conducido hacia
un arroyuelo cercano, fétido y verdoso,
en el cual yacían otros enmascarados
lobos sangrientos. Está de más decir que
termine en el mismo sitio. La hermandad
oscura está reunida… la verdadera noche
está por comenzar.

274
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Cuento místico de
Barba Larga

Arrogante sea aquel que cante


deliberadamente al viento las hazañas del
ser más triste de los senderos no
transitados, aquel que permanece incauto
entre los deseos fulminados por el paso
de los malévola sentires de algunos
quienes se hacen llamar inventores. El
pequeño y grande, oscuro y luminoso,
ciego y vidente, mudo y orador,
ventajoso en prisa, pero corto en tiempo,
uno más de los desafortunados olvidos de
lo mal llamado suerte.
Siglos pasaron y la notoriedad del dolor
de una herida los han trascendido, aunque
ya no duela en el mismo portador; si el

275
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

lenguaje poético se usa para declarar un


poema, entonces trágico será de aquí en
adelante el habla.

Cómo ya se ha dicho, hace algunos


siglos, en un húmedo y cálido poblado,
de alguna región la cual ya no existe o no
se llama igual, un hombre sabio, docto en
el oficio de la madera y conocedor de la
forja, preparaba su hogar para una visita
familiar. La tarde, casi noche, le regalaba
un cielo limpio, colores de tonalidades
púrpura y naranja arrullaban un
adormecido sol. No se cuenta ni la
cantidad ni el parentesco de los esperados
invitados, nunca se supo, o tal vez el dato
con el tiempo murió. En realidad se
sospecha que no existieron tales
personajes. Para ser honesto, es un dato
insignificante.

Aquel personaje pintoresco (el cual se


encontraba en una muy reconfortante

276
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

calma) tenía puestos los ojos sobre el


follaje de dos árboles, un olmo y un
fresno, los cuales se parecieran danzar al
ritmo de no muy violento, pero constante,
viento refrescante de aquel apaciguado
entorno. Así transcurre su espera,
envuelta en tranquilidad; de pronto,
violenta y precipitadamente, un golpe
seco retumbó en el tejado de aquella
lejana morada, cuál si un objeto de un
gran peso hubiese aterrizado desde los
cielos púrpura, sin aviso ni reparo. El
solitario huésped quedó congelado por el
repentino asombro que le ocasionó tan
estrepitoso, inesperado e irregular sonido
sobre la mollera de su hogar y culminó
rodando hasta la boca de la misma.
Después de un par de minutos de
reflexión, con más nervios que valentía,
se deslizó lenta y mudamente, hacia el
pórtico de la accidentada vivienda.

277
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Al abrir la entrada principal encontró en


antiguo y extraño objeto, muy parecido a
una caja de madera, cubierta en un
gelatinoso y grisáceo manto, como si
hubiese sido expulsado del interior de un
enorme ser desconocido para el hombre;
rápidamente corrió por algunos viejos
retazos de tela para poder tomarlo sin
ensuciarse las manos, pero a su regreso
hacia el objeto, a un costado del mismo,
encontró una figura horripilante en
custodia del mismo. Era algo pequeño de
cuerpecillo duendesco, con un rostro
grotesco como de troll, con una larga
melena cana, la cual hacía juego con una
larga barba igual en tono. Dos pequeños
ojos que parecían diminutas agonías de
brasa, resguardadas por unas profundas
ojeras sombrías como los sueños sin
imágenes.
Una sonrisa macabra, la cual dejaba a la
vista una dentadura que bien podría
competir con un grupo de pirañas, le

278
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

amenazaban, tan cercanamente, que el


fétido aliento y algunas gotas de una
repugnante saliva llegaron hasta sus
narices y labios; el desafortunado
contacto con aquel fluido mágico y
monstruoso le envenenaron al contacto,
un dominante mareo llegó a él de golpe,
le doblaron las piernas hasta arrodillarse
junto al viejo cofre. Instantáneamente
comenzó a sentir que aquella reliquia
absorbió su alma, la cual se aferraba a sus
mismas entrañas. Ahí fue cuando fue
arrastrado hacia la locura eterna.
El sentimiento que lo recorría era como el
de cabalgar erróneamente un remolino en
el centro del océano, rodeado de risas
espeluznantes y lamentos desgarradores,
en un descenso en espiral hasta perder la
razón. Al despertar se encontró con una
realidad paralela, bizarra como la mente
de un enfermo, violenta como un oso al
ataque y en tinieblas como todas las
noches tristes a la vez.

279
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

En esta realidad todos los monstruos


habían triunfado sobre los hombres,
cuerpos sin vida en la obscuridad,
asesinados por malignas lanzas
provenientes del misticismo de un
hechizo solitario. A la lejanía se
observaban dos ojos temibles, los ojos
del señor de la tristeza, adornando y
dominando el cielo chorreante de neblina,
esos ojos era un destello negro como el
frío de la noche, el fin de la era de la luz,
todo se había convertido en una tumba.
Armaduras podridas en el suelo,
dispersas por todas partes, cubrían los
cadáveres… un altar de dolor olvidado.
No hay sobreviviente que pueda contar el
cuento del "místico barba larga", ahora la
venganza ha comenzado para abrazar la
memoria de runa muerte fallida…
Olor a muerte, tiempo oscurecido…
Mortalidad en la oscuridad, edad
oscura…

280
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Olor a muerte y mortalidad en la


oscuridad es el cuento de "barba larga".

281
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

-Ilustración por Anne Sáenz-

Carnicero de Dios

Si tuvieras la cualidad de viajar por el


tiempo a placer, a velocidad y mediante
el pensamiento, ¿qué lugar en la memoria
de la tierra, la historia de ella, sería tu
parada de descanso? La pregunta no es
difícil de contestar, pero inunda el miedo
de sonar como un tonto al responderla en
la mayor parte del tiempo entre los
humanos; mí destino sería el momento
precioso en el que se gesto "el Señor de
la Tristeza" el momento justo en el cual
se rompió su esencia, cuando nació en
sus viceras el hambre de devorar
deidades.
Su mención entre las razas es tan antigua
que pareciera no tener un inicio, sin
embargo debe de existir un punto de

282
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

partida y un cómo se volcó en una agonía


eterna para la vida.

Entre textos viejos, buscando menciones


o referencias, he pasado la mayoría del
tiempo en esta era, la recopilación es casi
nada a pesar del paso de las décadas,
puedo sentir que la muerte ronda, eso
eriza mi piel, especialmente por la noche
en otoño. Los inviernos generan una gran
inestabilidad emocional, al grado de
parecer imperceptibles para mi cerebro.
Esta búsqueda continúa y será así hasta el
fin de mí tiempo. Unos versos cual
susurros quedan como evidencia del
contacto con el ente más maligno que he
frecuentado, en ellos se puede saborear el
dolor que inventa su cercanía, el frío, el
miedo, la desesperación.

Su paso por la mente humana solo puede


describirse como un corto aterrador, en
palabras más opulentes, sentir próximo al

283
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

deprimente emperador es sentir la


extracción de la chispa vital
proporcionada por los dioses. Quien
camina de su mano muere de demencia y
aquel que sigue sus pasos camina sobre
cardos y cascajo. ¿Sabrías interpretar las
señales? Solo un ofuscado no podría
reconocerlas, pero, ¿Podrías
interpretarlas? ¿Qué es lo que tu
entendimiento divisaría al ser tu morada
decretada como misma para "el Señor de
la Tristeza"? Poner atención al siguiente
prólogo macabro, ya que serán estás
algunos de mis últimos alientos.
Una inmolación demoníaca, movida por
un deseo oscuro, serán las cicatrices de la
hechicería la trompeta que anuncia su
llegada a tu pueblo; los últimos destellos
del astro rey iluminarán su barbarie,
desmembrar a las deidades, a todas y
cada una de ellas, para convertirlos en
alimento de los cerdos deformes que
cuidan su andar, sembrará el horror entre

284
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

los habitantes testigos. Tortura para la


tierra y muerte para sus iconos traerán
sufrir a animadores e inanimados. El
carnicero de Dios gobierna ya tu espíritu,
el rojo carmesí de sangre bautizará todos
los templos, el reinado del ejecutor ha
comenzado. El funesto espectáculo,
repleto de crimen y mutilación, está
presente en tu nación, como un circo que
llega para repartir llanto y devastación.
Cuando veas estos símbolos precarios,
esconde tus imágenes, olvida tu
devoción, que el existencialismo llene tus
ideas, para no ser reconocido. Quien
acuda a sus divinidades será torturado
hasta fallecer.
Su silueta sin escrúpulos decora el
firmamento, no existirá sol, luna o
estrellas, ahora del furor de sus ojos
emana la única luz para divisar las
sendas.

285
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Él está sediento de linfa de los altos, con


hambre de carne con casta de los padres
luminosos. Llegará en el reinicio de lo
que conocemos, por medio de lo negro,
es muy evidente que ya está aquí,
refigiado en esas penumbras de los
hogares, las que promueven los
escalofríos sin razón.
Exo emesis de savia abundante, en
hematófago cambiará el hombre por
supervivencia.

286
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

El Auge de la
Cosmogonía Negra

Estoy en tiempos turbios, esos de


deshidratación mental y resacas
ideológicas, de enormes secuencias de
pasmo como interminables abismos
negruzcos que atan la razón y la lógica,
en contingencia sanitaria por deseo, frío,
calambroso, casi amortajado en mi viejo
somier. Bajo estás circunstancias, sin
importar lo visual y repugnante que
pueda ser el despojo de humanidad que
representó, he sido abordado, con
forzadas mini entrevistas, por algunos
curiosos que buscan el secreto oculto
entre mis delirios. Respondo por miedo a
la soledad, por autocompasión.

287
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Son tan varios los oficios, profesiones y


títulos de mis cuestionadores, pero su
inquietud es la misma al unísono: ¿Por
qué el auge de la cosmogonía negra?
Si entendieran que yo mismo no lo
entiendo… pero intentaré responder esta
vez, sin reparos ni prolongaciones.
En primera instancia, abordaré la
explicación con la etimología de
mediadora, de esta forma, "auge" se le
denomina al crecimiento o desarrollo
notable de algo, a "cosmogonía" se le
atribuye el dar nombre a la ciencia o
sistema que trata del origen y la
evolución del universo, y por "negra"
entendamos como un adjetivo calificativo
que destaca una oscuridad muy profunda.
En base a esta introducción guardemos en
nuestros pensares el pecado de estar
tratando, lingüísticamente, del
crecimiento notorio en la práctica del
entender sobre la ciencia que originó el
cosmos desde la oscuridad y la evolución

288
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

de la misma. Pero, ¿Cuando pasó que el


mundo cayó en esas tinieblas primigenias
al grado de reiniciar la existencia? Os
diré el icónico evento que lo desencadenó
antes de llevarme a la tumba la gran
carga de haberlo encontrado.

El día 12 de noviembre de 1981, casi al


finalizar mis labores como intendente en
una casa muy antigua y alejada de la
ciudad, a altas horas de la madrugada y
justo cuando me disponía a deshacerme
de las grandes bolsas de desechos
recolectados en una semana de limpieza,
al dirigirme a un gran pozo cercano
escondido entre árboles y pequeñas lomas
continuo a la ubicación de la vivienda, el
cual servía como botadero, mis sentidos
se pusieron alerta al tomar por sorpresa a
una extraña figura que se encontraba
hurgando entre los desperdicios; no era
extraño que eso sucediera, lo extraño era
su apariencia, de cualquier manera se

289
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

tenía la orden de reprender a quienes


fueran sorprendidos buscando tesoros
entre entre la basura, sin excepción.
Reparé un poco en acercarme, debido a el
semblante y los extraños sonidos que
emitía lo que fuera que se encontraba
maniobrando entre la inmundicia, pero
necesitaba el empleo y era mi obligación
acatar la orden dada por el patrón. El
vagabundo (por qué solo como eso puedo
definirlo) se encontraba cavando de una
manera muy desesperada, con una pala
muy vieja y en momentos con sus propias
manos, gemía y jadeaba más por
desesperación que por cansancio. Respiré
hondo, tomé un trago de valor y le hice
notar mi presencia con un grito: "Se
encuentra en una propiedad privada, todo
lo que está de este lado de la gran cerca
tiene un dueño y no se da limosna a nadie
por estos lugares!"
El sujeto volteo lentamente, su rostro
estaba marcado por cicatrices y ampollas

290
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

parecidas a las que quedan después de


recibir golpes hasta sangrar, uno de sus
ojos estaba inservible, sus ropas hedían a
muerto y el vello de su cabeza y cara se
caía a pedazos en algunas zonas. Insistí:
"¿Me comprende, sabe a qué me refiero?"
Al cerrar mi boca, su atención se volcó
toda hacia mi, lentamente se incorporó,
así pude apreciar su gran tamaño, "¿Me
ves?" pregunto, "me ves" afirmó después:
"Ahí está, puedes tomarlo, yo no puedo
tomarlo para mí, pero tú si tienes la
posibilidad" exclamó dirigiéndose a mi
persona, con una voz áspera que dolía al
ser escuchada y señalando el centro de la
excavación. Enmudecí, avance
lentamente en retroceso, sin perderle de
vista, hasta dar un mal paso por lo
precipitado del terreno, así fue como salió
de mi atención por un solo segundo. Al
volver la mirada al punto donde se
encontraba ya no había nada.

291
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

No comenté lo ocurrido con nadie, para


evitar burlas o conflictos en mi empleo,
pero los días continuos las idea de
regresar al lugar arañaba mi cerebro. Dejé
pasar unas cuantas noches, sumergido en
enormes ansias de curiosidad y a los dos
o tres días acudí al llamado de mi intriga
en medio de la noche.
Encontré un hoyo a medio excavar, se
había retirado la basura en esa parte y
contaba con una profundidad media,
proseguir con la tarea hasta topar con un
objeto firme; la cubierta de una caja, de
un material parecido al mármol, se
iluminó por la luz de la luna, tamaño
medio, ni muy ancha, ni profunda y
cuadrada de una equivalencia notable. La
oculte entre pedazos de cartón, los cuales
tenía permitido recolectar y llevar
conmigo al finalizar cada uno de mis
turnos, así pude hacerme de ella y
examinar en mi hogar, el que no se

292
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

encontraba a mucha distancia de mi


centro de labor.
Al agitarla sonaba algo dentro, pero no
encontraba cerradura o pliegue alguno
que me permitieran revelar el contenido
de su interior. Mi desesperación por
conocer lo que creaba el ruido fue brava,
así que tome un mazo y lo precipite
contra el misterioso cuadro hasta
quebrantarla.
Un hedor de huesos secos, dónde alguna
vez existió carne pútrida, se dejó aspirar,
revuelto con el olor de papel viejo…
contemple mi tesoro por un tiempo
prolongado, realmente no puedo deducir
cuánto fue. En sus entrañas guardaba el
cráneo de una osamenta humana,
acompañado de un libro con aspecto muy
longevo. No tengo cabildo de el por qué
los conserve.
Tengo que confesar que no pude conocer
el contenido de aquel texto antiguo, de
una manera sumamente extraña me era

293
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

imposible, cada que lo tocaba era como si


mi lengua entrara en contacto con un
amargo trago de hiel que se transmutaban
en cardos al paso por mi garganta,
terribles y perturbadoras náuseas me
golpeaban al entrar en contacto con mis
manos desnudas y el objeto, lo envolví
entre harapos y lo olvidé en el closet
contiguo a mi lecho. Pero la mortífera
testa me clavo una enajenación profunda.
Pasaba horas enteras contemplando lo
que quedaba de quién hubiera sido,
bebiendo botellas completas de Borbón,
al grado de renunciar de mi empleo para
dedicar más tiempo a mi macabra
obsesión. Años transcurrieron en esa
forma, sobreviví con los ahorros de mi
vida y de la venta de las pocas cosas de
valor que conservaba hasta ese entonces,
los trozos de la misma caja me fueron
muy útiles para ese fin, ya que obtuve
una cantidad inimaginable de efectivo
con la venta de los mismos. Perdí tantos

294
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

años de esta manera, años que ahora


sufro e imploró por su regreso.
Nadie creerá las palabras que citaré a
continuación. Una luna llena, adornada
por brumosas penumbras, musicalizada
por dolientes aullidos cuál sollozos, el
rostro mortuorio me habló, no en mi
mente, no en mi imaginación, parlo como
cualquier otro ser vivo con tétricos
vocablos provenientes de ultratumba.
Reveló todos sus secretos ante mi, relato
su historia, eso explotó mi mente.
Inició su cuento advirtiendo el olvido de
su nombre de hombre, recordaba
solamente que comenzó a llamarse
Divénus entre los vivos, me explico el
desagradable suceso que le llevó a
adentrarse en las artes siniestras, lo que le
ocasionó terminar preso de algo que
bautizó como "espasmos en los tiempos",
uno de estos le sitio en la antigüedad,
entre Cherokees, entregó su vida para
poder regresar en el tiempo, de una

295
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

manera fallida, ya que no controló el


momento del pasado al cual retornaría.
Fue timado para morir y renacer como el
recipiente corpóreo de un ente espectral
reptilesco, un dios de los lagartos
antigüos; "Usdi Atsadi Gigatsuhali" le
nombraban "los que viven en las cuevas"
mismo que le rendían cuentas, hasta que
se cansaron de sus hambre insaciable, la
que era de humanos, rompieron su miedo,
le inmolaron, pero logró escapar
moribundo por los ríos hacia el mar. Una
década se ocultó en los océanos, emergió
en la India, las escamas se habían
desprendido de su piel y parecía hombre
de nuevo, era sabio por viejo, conservó su
nombre de entidad, convivo con los
Aghori, los Sadhu le acuñaron el título de
"Sri". Devoraba cadáveres en el Ganges,
está práctica le tornó el cuerpo más
grande, grotesco, tanto que le nació
pelaje por doquier, vellos largos, rígidos
y grisáceos, su aspecto muto

296
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

terriblemente a mamífero. La vergüenza


por el temor que emitía le obligó a buscar
guarida hacia el centro norte de Europa,
se le acuñó el nombre "Der
BärGrauhaarig" hasta que los habitantes
de las tribus germánicas le dieron muerte
por sus bárbaros hábitos alimenticios, el
mismo Hermann Arminius le cortó la
cabeza a modo de venganza por devorar a
su esposa, justo antes de ser encrucijado
y asesinado por otros jefes tribales cerca
del 21 d.C.

Desde ese tiempo su cráneo, el libro,


junto con un par de fotografías que
conservaba en sus saltos por las edades,
fueron selladas en el pequeño ataúd de
mármol decretado como una maldición
profana, hasta que llegó a manos del
dueño de la mansión en la cual laboré.
Este maestre de reliquias fue
excomulgado al ser descubierto como
portador del objeto maldito, por tal

297
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

motivo decidió ocultarlo en el botadero


de bazofias, lugar al cual consideraba
pertenecía eternamente.
Cómo dato curioso, las fotografía
incluidas en el arca condenada,
pertenecían a él mismo de jóven, databan
de mediados de los 1800, antes de
adquirir la maldición que segó su
existencia, no recuerda cómo pudo
conservarlas, quedaron como prueba de
que en algún momento fue humano.
Me advirtió que fuese precavido, ya que
un culto muy viejo, autonombrados
"Bärengeister" le seguían sus pasos,
buscaban el libro para traerlo de vuelta,
ese era realmente su deseo, pero me había
tomado cariño y no le sería grato verme
morir.
Una de tantas noches de mi agonía, la
cual inició al momento de recibir las
primeras instrucciones por parte de la
parca parlante, unos personajes envueltos
en mantos verdes y enmascarados con

298
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

caretas de oso, arribaron a mis aposentos.


Revolvieron todo en mi habitación
mientras uno me hacía guardia
amenazadoramente empuñando una
antigua espada repleta de rubíes y
símbolos rúnicos. Al descubrir el
escondite de los malévolos artefactos
quedaron incautos. Tomaron el libro con
rapidez, pero no sé atrevieron a capturar
el cráneo. Desaparecieron con el mismo
sigilo que se hicieron presentes.
De ahí en adelante los tiempos
cambiaron, deje de escuchar la radio o
ver el televisor, ya que me llena de
náusea la muerte de las verdaderas artes
que presentan. Este hecho es el que
marcó el inicio de lo que "Der
BärGrauhaarig" denominó como el auge
de la cosmogonía negra, la muerte de la
belleza en las artes y de la creencia de los
dioses en la mente de los hombres a la
par.

299
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Han transcurrido muchos años desde que


no cruzó palabra con el espectro, pero
continúa llamándome cada que muere el
sol, por más que cubro mis oídos le
escuchó reír desde el interior del armario.
Constantemente repite una frase que me
hace temblar:
"El auge de la Cosmogonía Negra es
aquí… es ahora".

300
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Dedicatoria

La recopilación de cuentos cortos que se


presentaron en esta obra son la mayoría,
si no es que todos, basados en extrañas
pesadillas, disparados sueños y un sin fin
de pensamientos sin cuna en lo real.
He utilizado el mismo método para dar
forma a lo que pretendo sean letras de
canciones, crear un historia para
adaptarla posteriormente en cuadro con la
música que se me proporciona. De este
ejercicio van naciendo estos pequeños
compilados de lo que pretenden ser una
herramienta para matar el ocio.

301
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

No pretendo ganar dinero de esto, no es


mi fuente de ingreso principal, ni la
música lo es, solo espero que estos
pensamientos mal logrados y con una
estructuración a medias, encuentren un
cuerpo entre lo físico para tiempos
venideros, con la finalidad de llegar a ser
una prueba de mi propia existencia para
mis hijos. Siempre pienso en ustedes.

302
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

303
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

"En memoria de todos mis ancestros"

304
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Tercera parte: Una gota


de Hiposfagma.

Exo Hematemesis Dolosa


Siendo réplica de la desolación, se retrata
un caballero, arribado a trono oscuro,
escarnecido por el andar, su sentencia un
desfiguró tan tardío al declamar, que
arrebata sus dolencias y le hunde en el
tintero.
La paciencia ha entendido con el paso de
los años en la mayoría de los casos
víctima de autoengaños.
Decolorado por cortantes noches de
vagancia, inculpado propiamente hasta
perder la elegancia. Poco tímido, en
ocasiones altamente crapuloso, siempre
pérfido, mil veces duro como la razón.
Jamás se declarara perdedor ni vago

305
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

culposo, protestando con puño al viento


hasta vomitar el corazón.

306
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

In vita, in morte

Qué magnánima es la vida, siempre


colmada de galardones, de aquellos que
extasian el gusto, que fabrican
emociones, mismas que al comenzar el
ocaso duermen en nuestros corazones.
En vida todos somos reyes, nos movemos
como notas en canciones, abrazamos los
suspiros, respiramos los colores, nos
convertimos en deseos y tomamos el sol
como las flores. En vida se tiene todo,
hasta agua del viento, esa que humedece
el polvo que formó nuestro pensamiento.
Pero esto solo en vida y sin ella siempre
se es poco, me atrevo a decir, que sin
vida no se es más que un despojo. Pero
en muerte es distinto, obscuro verso de
tinieblas, cuál enigmáticos cadáveres
andan muchos por la tierra, buscando
estar en muerte opus vago de esta era,

307
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

enorme calumnia para quien les observa


desde fuera.
En muerte no hay dolencia, pero en
muerte no hay sonrisas, en muerte no se
pueden volver a sentir las caricias, solo
en muerte los hermanos cantan victorias
y honores de aquellos que hace tiempo
repudiaban cuál ladrones; y que vengan
varios santos a callar mi presagio, pero
nunca mi pensar cambiará su contenido,
el que dicta que sumergirse en muerte
solo es un escarnio.

308
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Nostalgia bajo los Cielos


Naranjas

Tiempo largo ha pasado desde esos días


en que regocijaba en añoranzas, de esas
tardes pensativas, inmersas en
reflexiones, horas calmas de respiros
frescos viendo aterrizar aviones.
Cuánto extraño esas nostalgias, bajo la
inmensidad pura del cielo adornado con
"nubes naranjas".
Ahora he crecido, estoy inundado en
penumbras, más recuerdo contemplar
esas tardes las más hipnotizantes figuras,
gestadas juntas en vapores que producen
nuestros cuerpos, pienso y creo que es
por eso que imitaban a los cautivos seres
pegados al pavimento. Lento, firme, sin
reparos, descendía aquel color,
agonizando en tono rosado, en ese
momento todo hastío abandonaba mi

309
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

cuerpo condenado, cegaba mi vista a


voluntad e inhalaba fuerte el viento de mi
soledad.
Se que un día volveré a plantarme frente
a esa bella postal, ese día mis latidos
detendrán, por un momento, mi
incansable caminar, actuarán otra vez mis
ojos como grifos sin cerrar.
Juntaré los dos brazos para abrazar el
momento, habrá risas tenues que
asesinaran al descontento, creare
nuevamente algún motivo para celebrar y
será otro gran recuerdo imposible de
olvidar.

310
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Segunda Nostalgia bajo


los Cielos Naranjas

Labios de silencio revelan mi alma


oscureciendo mi dolor. Dentro de mi
caída no me verás abajo.
Bajo cielos naranjas, hasta mis manos,
nostalgia bajo cielos naranjas hasta mi
corazón.
La visión de una dama fantasma triste
gotea toda mi depresión, mirando su
largo cabello ensangrentado abrazo mis
obsesiones oprimiendo mi vida
cicatrizada bajo cielos naranjas.

Nostalgia… vivo un mal sueño…


Bajo cielos naranjas…
Nostalgia bajo cielos naranjas.

311
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Distimia de Gusanos
Podridos

Soy un proscriptor del cuerpo, soy un


proscriptor del dolor sangriento, soy un
proscriptor de la locura; Soy un
proscriptor de la podredumbre.
Sentirse como la oscuridad, sentirse
como las estrellas, explota como el
misticismo dentro de un río de desgracia.
Soy un profanador de la agonía, soy un
profanador en el trono de la basura, soy
un profanador de la miseria; Soy un
profanador de la carnicería malvada.
Sentirse como la oscuridad, sentirse
como las estrellas… Una hemorragia del
cráneo… Dentro de una hemorragia
negra.

Prueba los gusanos podridos, flores


desperdiciadas llenas de pus corren por
mis ojos. En el viento puedes escuchar el
fin de mi tiempo.

312
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

Distimia de gusanos podridos…


Come los gusanos podridos dentro de mi
cabeza.

313
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

"El pensamiento quebrantado es una


fuente de podredumbre sangrienta e
inaudita"

314
Diálogos de la Cosmogonía Negra.

315

También podría gustarte