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Humanismo Marx
Humanismo Marx
Autor:
Lcdo. William Roberto Nava Arias
C.I: 7.734.784
Tutor:
Dr. Antonio E. Tinoco Guerra
C.I: 3.661.801
Maracaibo, febrero de 2009
III
AGRADECIMIENTO
DEDICATORIA
ÍNDICE GENERAL
Pág.
- Agradecimiento..............................................................................................................iii
- Dedicatoria.....................................................................................................................iv
- Índice General................................................................................................................v
- Resumen...................................................................................................................... vii
- Abstract........................................................................................................................viii
INTRODUCCIÓN............................................................................................................01
CONCLUSIONES……....................................................................................................86
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………..……….88
VII
RESUMEN
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN
1 Marchena Fernández, Juan. (1988). José Carlos Mariátegui. Madrid. Edición de Cultura Hispánica. p.13
2 Carnero Checa, Genaro. 1980. La acción escrita. José Carlos Mariátegui periodista. 2da, edición. Lima.
Amauta. p.13
5
En estos años lee la recién fundada revista España, y se deja influir por
pensadores de la talla de Araquistain, Alomar y Unamuno, por lo que comienza un
vuelco ideológico, hecho este que se observa en un artículo que escribe para su
revista titulado “El deber del ejército y el deber del Estado”, donde por primera vez
se le nota preocupado por la situación de su país, con propuestas, incluso de un
Perú más moderno, que no invierta tanto en gastos militares, y que se dedique más
a combatir la miseria. Desde ese momento recibe amenazas y golpes, y el diario El
Tiempo decide quitarle su apoyo, de manos de su director quien se sintió
amedrentado.
Debido a esta situación funda un nuevo periódico con César Falcón, al cual
llama La Razón, con tendencias ya socialistas, y se convierte al poco tiempo en un
diario antigubernamental en un país gobernado por un General llamado Augusto B.
Leguía, quién se mantuvo en el poder desde 1819 hasta 1830 bajo una férrea
dictadura con tendencias derechistas, a quién por supuesto no le agradaban las
declaraciones y publicaciones de Mariátegui y el diario La Razón, por lo que se
comenzaron a producir trabas para tratar de minimizar su acción periodística.
Por otra parte, el gobierno les ofreció una beca, tanto a Mariátegui como a
César Falcón a Europa para estudiar, pero hasta ahora no se sabe a ciencia cierta,
6
profunda relación, pero también una dura polémica. Haya pertenece a la Universidad
Popular Manuel González Prada y encargará a Mariátegui una cátedra donde esta
desarrollará el tema de La Crisis Mundial y La Revolución, desde sus experiencias
europeas y ante la realidad de su país. Estas importantes conferencias significan la
aparición en el Perú de un Mariátegui distinto al que se marchó. Fuerte, seguro, con
una clara conciencia de lo por hacer y por lo conquistar”.4 Ya estamos en presencia
de la segunda etapa de la vida de José Carlos Mariátegui en 1923, fecha de su
retorno de Europa.
4 Ibídem.
5 Ibid. p.18
6 Ibídem.
8
Ante su pérdida todo el Perú sufre una gran consternación, desde los
estudiantes, obreros, intelectuales y sus mismos adversarios le rindieron tributo,
debido a su gran espíritu y a su obra, a pesar de todas las suspicacias que había
despertado durante su corta vida.
7 Ibid. p.21
10
El sepelio se produce ante grandes multitudes que llenan las calles de Lima, y
los obreros y trabajadores llevan su féretro en hombros para su última morada en el
cementerio de Lima, y por primera se escuchan en las calles de Lima los sones de la
Internacional.
Nadie antes que Mariátegui, en el Perú, supo condensar más nítida, más
concretamente, la esencia y los contornos del pensamiento nuevo que estremece la
sociedad contemporánea. Marxista convicto y confeso; no fue tan sólo un prosélito y
un militante, sino un acérrimo propugnador, un calificado defensor de la ciencia, del
pensamiento marxista.
8 Carnero Checa, Genaro. (1980). La acción escrita. José Carlos Mariátegui periodista. 2da, edición. Lima.
Amauta. p.15
11
realidad: Siete ensayos; una Invitación a la vida heroica y una Defensa del
Marxismo. Por si esto no fuera bastante, Mariátegui nos dejó, también, el ejemplo de
sí mismo, íntegra, total, absolutamente, en la selva de los grandes dolores y de las
grandes anunciaciones humanas.
De sus filas surge el Partido Socialista del Perú, producto de su ruptura con
José Carlos Mariátegui, hecho que ya fue explicado en el capítulo referente a la vida
y obra de Mariátegui. Este partido más adelante se transformará en el Partido
Comunista. De las publicaciones realizadas por Mariátegui en contra de Leguía en el
diario La Razón se dice que surgió su viaje a Italia, aunque hasta ahora se
desconoce si fue un destierro propiciado por el presidente o si fue de carácter
voluntario. Este hecho también fue explicado en el capítulo anterior sobre la vida de
Mariátegui, aunque lo más importante de destacar es que producto de este régimen
se produce su salida al exilio.
9 Del Pozo, José. (1999). Historia de América Latina y el Caribe 1825-2000. LOM ediciones. Versión digital. p. 97
14
A pesar que durante largos años no hubo oposición a su régimen debido a las
continuas torturas y violaciones de los derechos humanos a los que eran sometidos
sus opositores más valientes, al final de su gobierno comenzaron a levantarse un
núcleo opositor de las filas de los estudiantes universitarios, lo que se llamó la
Generación del 28. De la cuál surgirían los líderes políticos que dominarían
posteriormente el periodo de la llamada democracia representativa. Entre esos
líderes destacarían Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba. Por otro lado, también se
origina el Partido Comunista de Venezuela (PCV) el 5 de marzo de 1931, fundado
por Juan Bautista Fuenmayor, Pío Tamayo, Rodolfo Quintero y otros revolucionarios,
tomando como antecedentes el Partido Revolucionario Venezolano (PRV) que había
sido fundado en México por un grupo de exiliados como Gustavo Machado, Eduardo
Machado y Salvador de la Plaza.
10 Pacheco, Emilio. (1984). De Castro a López Contreras. Caracas. Editorial Domingo Fuentes y Asociados
S.R.L. p.39.
11 Ibídem.
16
Ahora bien con este tratado firmado por los países que habían entrado en
conflicto cambió el orden político-militar en Europa y surgieron Inglaterra y Francia y
Alemania e Italia como las grandes potencias que más adelante volverían a sacudir
toda Europa en un nuevo conflicto internacional.
También vale la pena destacar que la crisis de la postguerra trajo consigo una
crisis espiritual que afectaba toda la vida social de la región, incidiendo de forma
notable, tanto en la población del hombre común, como en las corrientes
intelectuales. Por tanto, se asumieron diversas posiciones que iban desde el
escepticismo, el nihilismo, esto incluye desde la teoría de la deshumanización del
arte de Ortega y Gasset hasta el impacto de la Concepción sobre la decadencia total
de Occidente de Oswaldo Spengler. Todo esto hacía presumir que se cumpliría el
vaticinio de Marx y Europa encontraría en el socialismo su advenimiento.
Según Bermejo,
12 Bermejo Santos, Antonio. (2003). José Carlos Mariátegui: Humanismo y Contemporaneidad. Panamá.
Universidad de Panamá. pp. 14,15.
19
Por otra parte, expresaba Mariátegui que el mérito más grande de Marx lo
constituía el hecho de haber descubierto al proletariado, como la antítesis de la
burguesía, y por tal razón, no era posible construir un socialismo sin la lucha de
clases y explicaba que
13 Mariátegui, José Carlos. (1974). Defensa del marxismo. (Versión Digital) p.104
14 Ibid. p.72,73
20
15 Ibid. p.20,21
21
De acuerdo a Astrada con su más grande proposición del homo mensura, o “el
hombre es la medida de todas las cosas” se “proclama el advenimiento del regnum
hominis”.18
Siguiendo con la posición asumida por Astrada “el humanismo, desde que los
griegos lo acuñaron como ideal, es concebido como el esfuerzo por el cual el
16 Astrada, Carlos. (1960). Humanismo y dialéctica de la libertad. Buenos Aires. Editorial Dédalo. p.13
17 Ibídem.
18 Ibid. p.14
23
Para Hegel “los griegos y los romanos (y los asiáticos de ningún modo) nada
sabían de este concepto, que el hombre como hombre ha nacido libre, que él es
libre… Platón y Aristóteles, Cicerón y los maestros del derecho no tenían este
concepto, aunque él es la fuente del derecho”.20 En el caso de los griegos tenían
conciencia de que un ciudadano ateniense era libre, y de que había hombres libres y
no libres, pero no tenían idea de que el hombre como hombre es libre, es decir, del
hombre universal, del hombre que es concebido por sus ideas.
19 Ibídem.
20 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich. s/f. Introducción: sistema e historia de la filosofía. Leipzig. Editorial
Hoffmeister. p.63
21 Astrada, Carlos. Op. cit. p.19
24
El término humanismo,
22 Ibídem.
23. Kristeller, P. O. (1979). Pensamiento Renacentista y sus Fuentes. New York. Editorial Dédalo. pp. 21,22.
25
Así tenemos que todas las principales figuras del humanismo sienten que el
tiempo que les ha tocado vivir es especial: un tiempo en el que la humanidad, luego
del atraso sufrido en la Edad Media, vuelve a sus orígenes, y se traslada a un
renacer o a una renovación del saber, del arte, de la literatura, y se vuelve a tomar
en cuenta al hombre como el centro de sus ideas, a un nuevo antropomorfismo. Por
lo tanto, para la cultura del humanismo no se trata simplemente de desarrollar y
completar las realizaciones de la época precedente, sino de construir un mundo y
una humanidad completamente renovados, y esto es posible sólo con la
desaparición del mundo y el hombre concebido en el ámbito medieval.
Por otro lado, la organización social coincide con esta visión cosmológica
cerrada y jerárquica: los nobles y las clases subalternas de los burgueses y los
siervos se encuentran rígidamente separadas y se perpetúan por vía hereditaria. En
el vértice del poder están los dos guías del pueblo cristiano: el Papa y el Emperador,
26
Antes que nada, está el amor por el texto, que se trata de reconstruir en su
originalidad para liberarlo de las interpolaciones y deformaciones que generaciones
27
Por otra parte, los textos antiguos redescubiertos muestran una variedad
extraordinaria de figuras de fuerte personalidad, orientadas a la acción, que no
huyen ni desprecian el mundo, sino que viven en la sociedad humana y allí luchan
por construir su propio destino. Estos individuos se convierten en los modelos a
seguir, porque su modo de vida parece ser el más adecuado para responder a las
exigencias y aspiraciones de una sociedad en rápido desarrollo, que siente
profundamente la necesidad de elaborar nuevas formas de organización de la vida
civil y nuevos instrumentos para dominar a la naturaleza.
operación cultural: la construcción del hombre civil que vive y opera en la sociedad
humana.
Sin embargo, es necesario tener siempre presente que para el humanismo del
Renacimiento estas disciplinas no conforman un simple curso de estudios que
transmiten un conjunto de nociones o fórmulas. Por el contrario, los studia
humanitatis constituyen fundamentalmente un vehículo para la educación de la
personalidad, para el desarrollo de la libertad y la creatividad humanas, y de todas
esas cualidades que sirven para vivir felizmente y con honor en la sociedad de los
hombres. En este sentido, los humanistas no son solamente literatos o eruditos,
29
León Battista Alberti (que fue filósofo, matemático, músico, arquitecto) es una
de esas extraordinarias personalidades universales que la época del Renacimiento
prodigó al mundo. El centro de sus reflexiones es uno de los más típicos temas
humanistas: que la acción humana es capaz de vencer hasta al Destino. En el
Prólogo a los libros Della famiglia (La familia)26, Alberti niega todo valor a la vida
ascética, rechaza toda visión pesimista del hombre y otorga a la acción humana la
más alta dignidad.
24 Manetti, Giannozzo. (1972). De la dignidad y la excelencia del hombre. Florencia. Ediciones Florencia. pp.
230,243.
25 Valla, Lorenzo. (1982). De la voluntad. Ediciones Florencia. p. 174,199.
26 Alberti, León Battista. (1960). Opere volgari: Della famiglia. Cena familiaris. Volumen 1. Bari.Villa. Editado por
C. Grayson, pp. 3,12.
31
27 Doresse, J. (1977). El Hermetismo de origen Egipcio. Historia de las religiones. Volumen 8. Roma-Bari.
Editado por H.-C. Puech, p. 30.
28 Yates, F.A. (1964). Giordano Bruno y la tradición hermética. Capítulos I-IV. Londres. Ediciones London. pp.
60-90.
33
Ficino es una figura filosófica compleja, preocupada sobre todo por conciliar la
dignidad y la libertad del hombre, exaltadas por el primer Humanismo, con el
problema religioso que aquel no había afrontado adecuadamente. Aun siendo el
más decidido propagador del platonismo, no rechazó el cristianismo y hasta tomó las
órdenes sacerdotales porque para él cristianismo y platonismo coincidían en su más
profunda esencia. Sin embargo, precisamente partiendo del tema religioso,
completó la obra de glorificación de la naturaleza humana hecha por los primeros
humanistas y elevó al hombre casi al nivel de un dios.
“¿No se esfuerza el alma para transformarse en todas las cosas, así como el
hombre es todas las cosas? ¡Se esfuerza en manera maravillosa! Vive la vida
de las plantas en su propia función vegetativa, la vida de los animales en la
actividad sensible, la vida del hombre cuando con la razón trata las cuestiones
humanas, la vida de los héroes investigando las cosas naturales, la vida de
los ‘demonios’ en las especulaciones matemáticas, la vida de los ángeles en
el indagar los misterios divinos, la vida de Dios haciendo por gracia divina
todas estas cosas. Cada alma humana hace, de algún modo, todas estas
variadas experiencias, pero cada una según su forma. Y el género humano en
su conjunto tiende a transformarse en el todo, porque vive la vida del todo.
Por esto tenía razón el Trismegisto en llamar al hombre un gran milagro”.29
Es esta misma máxima, atribuida a Trismegisto, la que una de las figuras más
singulares del Humanismo, Giovanni Pico della Mirándola, cita al comienzo de su
oración sobre la Dignidad del hombre. Se trata de un texto que, por las intenciones
29 Ficino, Marsilio. (1977). Teología platónica y la inmortalidad del alma. Volumen I. Capítulo XIV. Roma-
Bari. p. 117.
34
Pico, que pertenecía a una rica familia principesca, había mostrado un precoz
ingenio y una extraordinaria curiosidad intelectual. Conocía el griego, el árabe, el
hebreo, el arameo; había estudiado a los grandes filósofos musulmanos y hebreos;
la Cábala lo había fascinado. Con poco más de 20 años había tratado de recopilar y
sintetizar toda la sabiduría de su tiempo en 900 tesis que, según su intención,
debían ser discutidas públicamente en Roma por los más grandes doctos de la
época, convocados a su cargo desde todos los rincones del mundo. Pero este
extraordinario programa, que superaba los confines de las religiones y las culturas, y
que apuntaba a la paz y la conciliación, fue inmediatamente congelado por la
oposición eclesiástica. Algunas tesis fueron declaradas heréticas, el gran debate fue
prohibido, Pico huyó a París donde fue arrestado por orden del Papa. Logró
salvarse sólo gracias a la simpatía de la que gozaba en el ambiente intelectual y en
la corte de Francia. Poco después, Pico se refugió en Florencia donde, bajo la
protección de Lorenzo el Magnífico, pasó el resto de su breve vida.
“No te he dado un rostro, ni un lugar propio, ni don alguno que te sea peculiar,
Oh Adán, para que tu rostro, tu lugar y tus dones tú los quieras, los conquistes
y los poseas por ti mismo. La naturaleza encierra a otras especies en leyes
por mí establecidas. Pero tú, que no estás sometido a ningún límite, con tu
propio arbitrio, al que te he confiado, te defines a ti mismo. Te he colocado en
el centro del mundo, para que puedas contemplar mejor lo que éste contiene.
No te creado ni celeste ni terrestre, ni mortal ni inmortal, para que por ti
mismo, libremente, a guisa de buen pintor o hábil escultor, plasmes tu propia
imagen. Podrás degenerar en cosas inferiores, como son las bestias; podrás,
según tu voluntad, regenerarte en cosas superiores, que son divinas”.30
30 Pico della Mirandola, G. (1980). De la dignidad del hombre, séptimo. Del ser y Uno, y escritos varios.
Ediciones Florencia. pp. 105-107.
35
31 El tema hermético del hombre superior, que se autoconstruye y supera el común nivel humano, acerca las
concepciones del humanismo europeo a las de otras filosofías tradicionales. Efectivamente, este tema es central
en el Sufismo y el Hinduismo, entre otros.
36
mundo, humanizándolo en cierta medida, coloca al hombre por encima del mundo.32
Esta concepción, por el valor supremo que atribuye al hombre, bien puede ser
considerada como digno epígrafe de la filosofía del humanismo.
Por lo tanto, la clave para acceder a la comprensión del mundo natural está
en el hombre. El hombre es el código, el paradigma del universo, ya que, como
microcosmos, presenta las mismas características fundamentales. La
estructuralidad, la armonía del cuerpo humano, el hecho de que todas sus partes se
interrelacionan y desarrollan funciones complementarias, se reflejan en la solidaridad
y la unidad del universo. Los distintos planos del ser en los que el universo se
articula (los minerales, las plantas, los animales, los seres humanos, las inteligencias
superiores) no están separados ni se ignoran recíprocamente: están unidos por hilos
sutiles, por misteriosas correspondencias. Cierta estrella lejana, cierta piedra, cierta
planta, a pesar de la diversidad y de la distancia que las separa, están ligadas entre
sí por una relación aún más profunda y esencial que la que existe con otras
estrellas, piedras o plantas de distinto tipo. Cada una, en su plano, es la
manifestación de una forma ideal; cada una es el signo de un aspecto esencial de la
naturaleza.
32 Cassirer, E. (2007). Individuos y cosmos en la filosofía del Renacimiento. Florencia. Versión Digtal. pp. 142-
148.
37
He aquí las etapas de esta decadencia progresiva del hombre moderno que,
como Prometeo, se rebela ante Dios y, como Fausto, está dispuesto a todo con tal
de arrebatar los secretos de la naturaleza:
33 Maritain, Jacques. (1980). Humanismo integral. Problemas temporales y espirituales de una nueva
cristiandad. París. Versión Digital. p. 75.
42
Pero esta soberbia de la razón (que primero eliminó todos los valores
tradicionales y trascendentes y luego, con el idealismo, absorbió en sí la realidad
objetiva) ha generado ella misma su propia destrucción. Primero Darwin y después
Freud asestaron los golpes mortales a la visión optimista y progresista del
humanismo antropocéntrico. Con Darwin el hombre descubre que no existe
discontinuidad biológica entre él y el mono. Pero no sólo esto: entre él y el mono ni
siquiera existe una verdadera discontinuidad metafísica, es decir, no hay una radical
diferencia de esencia, un verdadero salto cualitativo. Con Freud, el hombre
descubre que sus motivaciones más profundas están dictadas en realidad por la
libido sexual y el instinto de muerte. “Acheronta movebo”, moveré el infierno, había
dicho Freud, y con él la soberbia de la razón se hunde en la ciénaga de los instintos.
34 Ibid. pp.81-82.
35 Ibid. p.83.
43
36 Ibid. p.81.
37 Maritain, Jacques. (2007). L´education a la croisée des chemis. París Editorial Agazzi. p. 19.
38 Este término tiene una larga historia. El significado latino original es “máscara teatral” y, por extensión, llegó a
significar “personaje”, “rol”. El estoicismo tardío la utilizó para designar al individuo humano en cuanto intérprete,
en el drama del mundo, de un determinado rol que el destino le ha asignado.
44
no tienen derecho alguno a ser satisfechas. Si lo son, en algún modo, tal cosa
sucederá por la gracia divina.39
39 Maritain, Jacques. (1944). De Bergson a Thomas de Aquino. Ensayos de metafísica y moral. New York.
Versión Digital. p. 149.
45
41 Ibid. p.63
42 Mondolfo, R. (1977). El humanismo de Marx. México. Fondo de Cultura Económica. pp. 28,29.
48
43 Fromm, Erich. (1960). Marx y su concepto del hombre. México. Fondo de Cultura Económica. p.110.
49
Pero igualmente piensa Fromm que para responderlas no basta con remitirse
a Marx. Su concepción del hombre hay que ampliarla, enriquecerla y, en algunos
puntos fundamentales, matizarla sensiblemente. Para tal cometido es
imprescindible, según Fromm, la aportación freudiana, que él conserva tras la
revisión operada con su psicoanálisis humanista. La aplicación del psicoanálisis
humanista a la teoría de Marx, fruto de la cual es su teoría del carácter social45. La
aplicación del psicoanálisis humanista a la teoría de Marx, es en Fromm una de las
claves fundamentales de su elaboración antropológica.
44 Fromm, Erich. (1980). El miedo a la libertad. Introducción. Barcelona. Paidós Ibérica. p.12.
45 Ibid. p. 25.
46 Fromm, Erich. (1961). Op. cit. p.145.
50
En ese sentido, cabe decir que Fromm concibe la relación entre la “ciencia del
hombre” y las otras ciencias que tienen algo que decir sobre el hombre como una
relación de complementariedad dialéctica. Desde luego, no se pueden entender en
relación antagónica: la ciencia del hombre, ni puede prescindir de las ciencias, ni
puede (menos aún) ir contra las aportaciones científicas. Estas, por el contrario, le
proporcionan material para la reflexión filosófica, que es concebida como
metacientífica quizá sea más claro calificarla de transcientífica, lo que no implica que
sea metafísica; y a su vez, es a través de las ciencias, en diálogo con ellas, como el
saber filosófico sobre el hombre no pierde el contacto con una base empírica.
“La ciencia del hombre está sujeta, pues, a contrastación empírica, sólo
que en su caso no es una contrastación inmediata, sino poniendo a
prueba sus teorías confrontándolas con las mismas teorías científicas.
Eso no quiere decir que ella quede en una posición subordinada
respecto de las ciencias; es un saber de distinto nivel, cuyo objeto es la
realidad humana en toda su complejidad e integridad, intentado dar una
respuesta a la pregunta de qué significa ser humano”49
Pero, además, precisamente por eso, la ciencia del hombre ejerce, respecto
de las otras ciencias con que se halla mediada, una función de instancia crítica,
Por otra parte Luiz Márquez plantea que “El marxismo es una de las
corrientes de pensamiento que mejor heredó las tradiciones del humanismo de la
antigüedad y la modernidad”52, sin embargo es bueno hacer recalcar que el
humanismo que propugnaba Marx según Ludovico Silva era un humanismo “de
sentido distinto”53, ya que según su opinión el Marx y Engels proponían un
socialismo con una base fundamental constituida por un humanismo de nuevo tipo,
donde el hombre no sólo conocía la libertad, sino que tenía las herramientas para
liberarse, y éstas eran la lucha de clases.
Así mismo para Louis Althuser (1964) “el socialismo es un concepto científico
y el humanismo es ideológico”.56 Ya que el socialismo nos explica como se debe dar
la igualdad social, y el humanismo nos indica que sólo es posible conseguirlo a
través de la liberación del hombre de las cadenas del capitalismo.
54 Guadarrama, Pablo. (1995). Santa Clara. Humanismo y socialismo en la óptica del pensamiento marxista en
América Latina. p. 85.
55 Ibid. p. 96
56 Althusser, Louis.(1964). Marxismo y Humanismo. Los Cuadernos de la I.S.E.A. p.18
53
particularmente hacia las grandes mayorías de la población, que en este caso son
pueblos indígenas originarios.
En primer lugar, se debe aclarar que antes que Mariátegui conociera sobre la
teoría marxista, ya en nuestros territorios americanos algunos ésta comenzaba a ser
divulgada, aunque en la mayoría de los casos no pasaba de ser una simple
propaganda, y ese hallaban sustentadas en interpretaciones, más que en los
verdaderos escritos de Marx.
"El marxismo del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y,
sobre todo, comprenden, es un medio fundamentalmente dialéctico. Esto
es un método que se apoya íntegramente en la realidad de los hechos.
No es, como algunos erróneamente suponen un cuerpo de principios de
54
57 Mariátegui, José Carlos. (1969). Mensaje al Congreso Obrero. Ideología y Política. Obras Completas.
Volumen 13. Lima. Editora Amauta. pp. 111-112.
58 Mariátegui, José Carlos. (2003). Aniversario y Balance. Versión Digital. pp. 247-248. Versión Digital. fuente:
http://www.filosofi a.cu/contemp/ joaquin003. Htm
55
59 Quijano, Aníbal. (2005). José Carlos Mariátegui. México. Fondo de Cultura Económica (Colección Tierra
Firme). p. 213
56
Y esta situación, no sólo sucedía con los blancos hacia los indígenas, sino
que también se repitió, tanto con los criollos, como con los mestizos. Esta situación
como ya es de saberse trató de explicarse acudiendo a la tesis de la supuesta
inferioridad de los indígenas.
Para Mariátegui la situación del indio en América Latina, tenía varias premisas
que la explicaban, entre ellas se debe mencionar que el atraso de esta raza se debía
en gran parte al proceso de servidumbre que vivían desde la conquista española.
Ahora bien, el interés de la clase explotadora, en un primer lugar por los blancos
españoles y más adelante por los blancos criollos después, ha versado sobre el
argumento de la inferioridad, e incluso, según ellos, el primitivismo de las razas
indígenas. Con lo queda claro que lo único que se proponen es el hacho de
57
Los pueblos colonialistas, han tratado de explicar a lo largo de los siglos, que
la razón principal de sus conquistas radica en culturizar, moral y religiosamente a los
pueblos, pero no es difícil identificar que lejos de conseguir estos supuestos fines
civilizadores, lo que se ha conseguido es deprimir y oprimir la vida de las clases
indígenas
Hoy en el Siglo XXI en Perú, lo que si queda es un gran atraso, con respecto
a los avances generados por las etnias aborígenes, y por supuesto una
depauperación de las razas indígenas como consecuencia del coloniaje. Todo ello
sustentado en las tesis Aristotélicas que consideraba la existencia natural de
hombres esclavos y hombres patrones, por lo cual era conveniente que los primeros
sirvan y los segundos manden; pueblos que naturalmente debían dominar y otros
obedecer, tesis con las cuales se justificaban las invasiones y dominio sobre los
pueblos considerados por ellos raza inferior.
Según Quijano problema indígena no era más que explotación feudal de los
nativos en la gran propiedad agraria; pero consideraba además, que el capitalismo
estaba imposibilitado como sistema económico y político para superar esta situación;
por el contrario le sacaba el máximo provecho a la fuerza de trabajo indígena. Para
Mariátegui
60 Ibídem.
61 Ibídem.
62 Ibid. p. 215
59
63 Ibid. p. 213
64 Ibídem.
60
65 Ibid. p. 200
66 Ibid. p. 203
67 Ibid. p. 226
61
68 Ibid. p. 227
69 Ibid. p. 233
62
70 Ibid. p. 238
63
Como es notable, Mariátegui propone una alianza histórica entre los sectores
revolucionarios y potencialmente revolucionarios del Perú y del resto del continente
en torno a un Programa que recoge las más sentidas reivindicaciones y las tareas
históricas de los sectores que integren la alianza, para construir una fuerza ética-
política alternativa, un nuevo bloque de poder que diera al traste con la dominación
feudal-capitalista y la construcción del socialismo; pero no el socialismo europeo –
ese que se pareció mucho al capitalismo- sino un socialismo con rostro latino, sin
predeterminar el sujeto de antemano sino descubriéndolo por su compromiso
práctico con el proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad a través del
análisis concreto de la situación concreta que se planteó transformar; un socialismo
construido a partir de la cosmovisión del continente, con nuestro sincretismo cultural,
combinando razón, pasión y “mito”; entendido como una construcción permanente y
de todos los días: el Socialismo Indoamericano.
78 Mariátegui, José Carlos. (1996c). El periodo del guano y el salitre. Lima. Empresa Editora Amauta S.A. p.1,2
79 Mariátegui, José Carlos. (1996d). Economía agraria y latifundismo feudal. Lima. Empresa Editora Amauta S.A.
p.1
80 Ibid. p.2
67
Creía que “el Socialismo confluía casi como una fatalidad histórica”85, con el
indigenismo de los años 20. Así, para él la creación del nacionalismo peruano,
debería empezar resolviendo la dualidad de la economía y alma peruana.
Para Mariátegui, “la formación de la nación peruana implicaba el fin del drama
que nace de la conquista y que fuera trasmitido a la república; es decir, de nuestro
estilo ab initio de la República de querer construir una sociedad y economía peruana
marginando y relegando a indígenas, andinos y campesinos, a negros y mulatos, a
cobrizos y cholos".87
83 Mariátegui, José. (1926). La novela y la vida. Lima. Empresa Editora Amauta S.A. p. 20
84 Mariátegui, José Carlos. (2003). Op. cit. pp. 250.
85 Ibídem.
a)
86 Mariátegui, José Carlos. (1996 . Op. cit. p. 5
87 Mariátegui, José Carlos. (1925). Peruanicemos al Perú. Lima. Empresa Editora Amauta S.A. p. 20
70
Sus ideas políticas son muchas veces contradictorias. Ello se debe al interés
que muestra al destacar un tema o acentuar los rasgos de su socialismo, a su fe
religiosa en el marxismo y en el socialismo, a su espíritu innovador y polémico, y a
su estilo político de vivir y actuar como un protagonista que se proponía
abiertamente concurrir a la creación del socialismo peruano y mundial.
arte, ciencia, cine, etc.; que apreciemos su actitud vital e inquieta para asumir como
su causa la gran causa de la humanidad, y que estemos dispuestos a no olvidar su
admonición a que nos preparemos y ocupemos nuestro puesto en la historia.
88 Mariátegui, José Carlos. (1925). Pesimismo de la Realidad y Optimismo del Ideal. Lima. Revista Mundial Nº
271. 21 de agosto de 1925. p. 64
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Este gusto estético por la buena vida, distante por cierto de lo que Aristóteles,
en La Política llamaba el afán de vida, entendido éste como la consecución de
riqueza por la usura, guardaba identidad con el pathos del hombre revolucionario,
con sus sentimientos, pasiones y emociones creativas por un nuevo orden, un orden
socialista que humanice las costumbres, que las cambie, que cambie la mentalidad
de una época estableciendo una nueva ética, nuevas, costumbres, diferentes a las
que sustentan la estructura del orden burgués, orden que se había mostrado en
demasía impotente para terminar con el parasitismo de la economía capitalista.
Al haber devenido el capitalismo en infecundo para cumplir con los ideales del
progreso y la ilustración, la revolución socialista le daba un sino diferente a la
evolución, le daba otro sentido, su definitivo sentido emancipatorio, en tanto,
(afirmaba Mariátegui) el progreso de la humanidad aparecerá a la sazón como la
representación del devenir que ha tramontado a los regímenes de la desigualdad y
89 Ibid. p. 61
90 Barbusse, Henry. (1925). La Escena Contemporánea. Lima. Editorial Minerva. pp. 115-120
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Mariátegui, muy bien podría haber dicho que evoluciona quien revoluciona
“Capitalismo o Socialismo. Este es el problema de nuestra época. No nos
anticipamos a las síntesis, a las transacciones, que solo pueden operarse en la
historia. Pensamos y sentimos como Gobetti que la historia es un reformismo más a
condición de que los revolucionarios operen como tales. Marx. Sorel, Lenin, he ahí
los hombres que hacen la historia”.92
91 Mariátegui, José Carlos. (1981). Dos Concepciones de la Vida. Lima. Editorial Minerva. pp. 17-22.
92 Mariátegui, José Carlos. (2003). Op. cit. pp. 247-248.
93 Mariátegui, José Carlos. (1974). Op. cit. p 69.
75
92 Ibídem.
95 Fromm, Erich. (1976). El Hombre y el Mito. En Ensayos Escogidos. Lima. Ediciones del Nuevo Mundo. pp. 54-
60.
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Al quedarse solo con el mito del progreso, que en las condiciones del
capitalismo mostrara la evidencia de la paradoja de su incertidumbre, paradoja que
se manifestara tanto en el sentido de los sucesos de la Primera Guerra mundial y el
ascenso del fascismo, y posteriormente del nazismo; como en el sentido del
acontecimiento histórico de la revolución de los bolcheviques en la lejana y extraña
Rusia de los zares.
96 Ibídem.
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Para Mariátegui, el nuevo hombre para dejar de ser el mismo hombre debe
vencer al mismo hombre, al complacido en la obra exultante y casi siempre
mezquina del capitalismo; hombre en realidad desencantado, nihilista y escéptico
respecto a si los fines últimos de la ilustración se lograrían alguna vez y en algún
tiempo por venir; escepticismo propio del liberalismo, y en lugar de él, un hombre
nuevamente afirmativo respecto al poder y la influencia que las multitudes pueden
desplegar para trastocarlo todo siguiendo una nueva fe moderna: el socialismo.
Creía con fervor que “el mito de la revolución socialista abría paso a la nueva
civilización, y que su realización, acontecer y ofrecerse a todos, le correspondía al
proletariado, mientras la burguesía se tomaba su tiempo para remontar el crepúsculo
de la civilización que timoneaba en el tiempo de las tormentas y cambios sociales,
mientras sus intelectuales se entretenían en la crítica racionalista de la teoría, la
ciencia y su método”.98
97 Fromm, Erich. (1980). El Crepúsculo de la Civilización, en Signos y Obras. Lima. Editorial Minerva. pp. 78-83
98 Mariátegui, José Carlos. (1974). Op.cit. pp. 65-69
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99 De Unamuno, Miguel. (1980). La Agonía del Cristianismo de Don, Signos y Obras. Lima. Editorial Minerva. pp.
116-120.
100 Mariátegui, José Carlos. (1925). Op. cit. pp. 61-64
101 Mariátegui, José Carlos. (1974). Op. cit. pp. 111-116
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las acepten y las quieran, sino que luchen y actúen por ellas, que las deseen y se
encuentren en el gozo de su satisfacción.
Su obra ha sido comentada con prolijidad y sus libros han sido traducidos al
inglés, francés, chino, japonés, ruso. Ha sido y sigue siendo interpretado
profusamente, y en la interpretación pareciera que no hablara él, como hubiera
querido que trascendieran sus ideas e ideales. El humanismo socialista de
Mariátegui no puede reducirse a su interés narrativo y metafórico, a las influencias
que su pensamiento recibiera, al acento que le diera a su ideal de un socialismo sin
calco ni copia, o a su proximidad con el “problema del indio”.
por el civilismo, emergiera en los años 20, y que pareciera inundar hasta ahora casi
todo en el Perú con su influencia disolvente y decadente.
Habría seguramente ya curado del todo con una existencia reposada. “Pero ni
mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten”105. El historiador peruano,
Alberto Flores Galindo, en un apunte biográfico señalaría que siendo José Carlos
muy niño, su padre abandona su hogar.
Los socialistas herederos del partido que fundara, sabemos que en Mariátegui
nos encontramos con el nuevo hombre, con el libertario, el emancipador, el
revolucionario, que asumía como propios los problemas de la humanidad, en el nos
encontramos con el peruanismo auténtico, con el revolucionario creyente, afirmativo
y romántico.
105 Mariátegui, José Carlos. (1927). De la carta de fecha 10 de enero de 1927, enviada por Mariátegui al
escritor Enrique Espinoza. Editada en Buenos Aires. p. 1.
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Por último, guardando la distancia que amerita el caso, salta a la vista los
elementos coincidentes entre el pensamiento del Libertador Simón Bolívar; los
Aportes teórico-políticos de Mariátegui y la actual búsqueda de la Revolución
bolivariana. Ese “no ser calco ni copia” de Mariátegui es el eco de aquel “inventamos
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o erramos” de Rodríguez. Ese transito desde la realidad del Perú hasta la propuesta
de una revolución indo-americana, es el mismo que se constata en la lucha
bolivariana contra el imperialismo y por la integración latinoamericana.
CONCLUSIONES
Latina que asume igualmente como el Marxismo al hombre como un ser libre y que
tiene conciencia plena.
BIBLIOGRAFÍA
Alberti, León Battista. (1960). Opere volgari: Della famiglia. Cena familiaris. Volumen
1. Bari. Editado por C. Grayson.
Del Pozo, José. (1999). Historia de América Latina y el Caribe 1825-2000. LOM
Ediciones. Versión digital.
Marchena F., Juan. (1988). José Carlos Mariátegui. Madrid. Edición de Cultura
Hispánica.
Pico della Mirandola, Giovanni. (1980). De la dignidad del hombre, séptimo. Del ser y
Uno, y escritos varios. Florencia. Ediciones Florencia.