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I. Un poco de historia
Esta diosa ha estado representada a través del tiempo en los diferentes pueblos:
americanos, chinos, africanos, europeos, etc. Cada una de esas civilizaciones ya conocía
lo que era el culto a la reina del cielo en sus diferentes nombres, pero al final era la
misma potestad. El culto de idolatría a la diosa madre de Babilonia llamada Semiramis
se propagó con la confusión de los idiomas de Babel a todas las regiones de la tierra.
Para los chinos Shin Muhu, los germanos veneraban a Herta, los egipcios a Isis, en la
India se le conocía como Indrani, en Japón como Amaterasu, en la cultura Azteca le
llamaban Xochiquetzal, los Chipchas como Bachue, los Muiscas como Huitaca, etc.
Con esto entonces podemos ver con claridad que el culto que hemos venido
describiendo no es algo que la humanidad moderna se haya inventado ni que la reina
del cielo sea María la madre de Jesús. A María la han tratado de involucrar en ese culto a
la reina del cielo cuando María no tiene nada que ver con todo lo que se ha movido en
los aires respecto a la potestad llamada reina del cielo.
II Mencion Bíblica
La frase "la Reina del Cielo" aparece en la Biblia dos veces, ambas en el libro de
Jeremías.
El primer incidente está relacionado con las cosas que los hijos de Israel estaban
haciendo que provocaron la ira de Jehová.
Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me
ruegues; porque no te oiré. ¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las
calles de Jerusalén? Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las
mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas
a dioses ajenos, para provocarme a ira.
¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia
confusión?
Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán
sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y
sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre
vuestros sacrificios, y comed la carne.
Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de
víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto.
Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros
me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.
desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié
todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar;
Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te
responderán.
Les dirás, por tanto: Esta es la nación que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni
admitió corrección; pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada. Jeremías 7:16 -
28 RVR1960
Este título de la reina del cielo se refiere a Astarté, diosa de Babilonia y Asiria, también
llamada Astarot por otros grupos. Se creía que ella era la esposa del falso dios Baal,
también conocido como Moloc. La motivación de las mujeres para adorar a Astarot se
derivaba de su reputación como una diosa de la fertilidad, y, como la concepción de los
hijos fue muy deseada entre las mujeres de la época, la adoración de la "Reina del Cielo"
era muy frecuente entre las civilizaciones paganas. Lamentablemente, se hizo popular
entre los Israelitas también.
Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle
libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos.
Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que
le había respondido esto, diciendo:
Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las
abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento,
en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy.
Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos
los de Judá que estáis en tierra de Egipto.
Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras
mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo:
Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina
del cielo y derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis
vuestros votos por obra. Jeremías 44:17 - 22 , 24 - 25 RVR1960
No está claro dónde se originó la idea de que Astarot era una "consorte" de Jehová, pero
es fácil ver cómo la mezcla del paganismo que exalta a una diosa con la adoración del
verdadero Rey del cielo, Jehová, puede llevar a la combinación de Dios y Astarot. Y
puesto que la adoración de Astarot involucró la sexualidad (fertilidad, procreación, y
prostitución en el templo), la relación resultante a la mente depravada naturalmente
sería una de carácter sexual. Claramente, la idea de la "Reina del Cielo" como la
consorte o amante del Rey del Cielo es idólatra y antibíblica.
No hay ninguna Reina del Cielo. Nunca ha habido una Reina del Cielo. Ciertamente hay
un Rey del Cielo, el Señor de los Ejércitos, Jehová. Solo Él reina en el cielo. Él no
comparte Su reino o Su trono o Su autoridad con nadie. La idea de que María, la madre
de Jesús, es la Reina del Cielo no tiene ninguna base bíblica alguna, sino que proviene
de las proclamaciones de los sacerdotes y los papas de la Iglesia Católica Romana.
Aunque María era ciertamente una mujer piadosa grandemente bendecida por haber
sido elegida para dar a luz al Salvador del mundo, ella no era de ninguna manera divina,
ni estaba libre de pecado, ni debe ser adorada, venerada, ni alguien a quien se le deba
orar. Todos los seguidores del Señor Dios niegan la adoración.
Pedro y los apóstoles se negaron a ser adorados (Hechos 10:25-26; 14:13-14). Los santos
ángeles se niegan a ser adorados (Apocalipsis 19:10; 22:9). La respuesta es siempre la
misma: 'Adorad a Dios!' Ofrecer adoración, reverencia o veneración a alguien que no sea
Dios, es nada menos que idolatría.
Las palabras de María en su "Magníficat" revelan que nunca pensó de sí misma como
"inmaculada" y merecedora de veneración, sino que dependió de la gracia de Dios para
la salvación:
Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios
mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me
dirán bienaventurada todas las generaciones. S. Lucas 1:46 - 48 RVR1960
Además, Jesús Mismo emitió una leve reprimenda a una mujer que gritó,
"Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes
bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan" (Lucas 11:27-28)