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El coste de

oportunidad
~ or más ricos e influyentes que seamos, nillll.ca tendr emos
tiem p o suficiente a lo lairgo del dfa para b.acer todo lo que
queramos. La economfa se ocupa de este piroblema zi través de
fa noción de coste de oportunidad, que send.lfaim.ente plantea
la cuestión de si nuestro tiempo o dinero estarían mejor
in vertidos en otiro lugar.

Cada hora de nues tro tiempo tiene un valor. Cada hora que dedica-
mos a un empleo dado podría, con cierta facilidad , utilizarse de forma
diferente, ya sea en otro trabajo, en dormir o en ver una película.
Cada una de estas opciones tiene un coste de oportunidad diferente , a
sabe r, lo que nos cuestan en oportunidades perdidas.
Supongamos que queremos ver un partido de fútbo l. La primera posi-
bilidad es ir al campo, pero las entradas son caras e ir y volver del es-
tadio n os tomará un par de horas de mucho tráfico. ¿Por qué no meJor,
pod ríamos razon ar, lo vemos en casa y usamos el dinero y el tiempo
que ahorramos en cenar con unos amigos? Eso es el coste de oportuni-
dad: el uso alternativo de nuestro tiempo y dinero.
~
:..! Otro ejemplo nos lo proporciona la decisión de ir o no a la universi-
111 dad. Por un lado, habría que tener en cuenta que los años dedicados al
estudio reportan abundantes reco mpensas, tanto en términ os mtelec-
tuales como sociales, como el hecho de q ue los licenciados tienden a
disponer de mejores oportunidades laborales. Por otro, habría que con-

1
itf¡
siderar los costes de las matrículas, de los libros y del trabajo que es
necesar io rea lizar pa ra aprobar cada curso. Sin embargo, esca forma de

~
plante::i.r el problema pasa po r a lto el coste de o portunidad: los tres u
cua tro años que pasa mos en la universidad podrían ded1cc1 rse fJc1l-
men te a un empleo re mu ne rado, en el que adc: mc1 de dinero en efec-
u vo ganaría mos una valiosa expen enci c1 labo ral q11e mejornría nue:-
tro c urríc ulo.
~
1

Se publica La riqueza de las


naciones de Adam Smith .
~-~ i Desde el punto d .
en su conjunto ! VIS t a de la sociedad
cosa es , e 1 coste" de cualquier
el valon- que tiene en §us usos
alternativos. ;,)

Oportunidades perdidas El concepto de coste de oportunidad


es tan importante para las empresas como para los individuos. Piénse-
se, por ejemplo , en una fábrica de calzado. El propietario planea m -
'-·erc1r medio millón de libras esterlinas en una nueva máquina que
acelerará de forma espectacular el ritmo de producción de zapatos de
cuero. Ese mismo dinero podría igualmente ponerse en una cuenta
bancaria en la que ganaría un 5 por 100 de interés anual. Por tanto, el
coste de oportunidad de la inversión es de veinticinco mil libras
anuales: la cantidad a la que se renuncia al invertir en la maquinaria .

Para los economistas, toda decisión está determinada por el conoci -


miento de aquello que ha de sacrificarse ( en términos de dinero y dis-
frute) para poder adoptarla. A l saber con precisión qué obtenemos y a
qué renunciamos, deberíamos ser capaces de tomar decisiones más ra-
cionales y mej or informadas.
Considérese la regla económica más famosa de todas: no existen co-
m idas grans. Incluso cuando alguien se ofrece a mvicarnos a comer
por nada, sin esperar que le devolvamos el favor o que conversemo
durante la comida, el almuerzo nunca será completamente gratuito.
El tiempo que se pase en e l restaurante siempre nos costará algo en
términos de las oportunidades que dejamos pasar.

Algunas personas encuentran la noción del coste de opo rtunidad ~u-


mamente deprimente, y la idea de pasarse coda la '-·ida calculando s1
.su u empo e5ta ría meJ o r empleado hac iendo algo má~ rentable o más
d1vert1do les resu lta mso po rrnble. No o bstante. en c ierro enndo _e
w:na de a lgo que fo rm : :i. parte de b n atura leza hum an a: codo el n empo
esta mo5 va lo ran do los pros y los contra s de nu e_cra deci ion e •
En el mundo d e los n egoc ios, existe un es logan muy popular valu.e for
mrJí.e), lm:ra lrnente "valor por d inero,, . La genté:, se.: d ice, q uiere -acar
....

La mayoría de las personas de no habe r invertido en


hemos experimentado la acciones es inmenso.
desazón que produce h aber
apostado por el equipo Cuando se trata de adquirir
equivocado en una vivienda propia, los costes de
oportunidad son todavía más
competició n deportiva o
impredecibles. Por un lado,
financiado una inversión que
cuando los precios de la
fracasa en lugar de producir un
vivienda están subiendo con
millón . Ese sentimiento es
rapidez, quienes alquilan en
la comprensión del coste
lugar de comprar pueden
de oportunidad: de una
temer esta rse perdiendo una
oportunidad perd ida.
posible fuente de ganancias.
Considérese la situación de
Sin emba rgo , si se produce
una libra esterlina invertida en
una caída de los precios, serán
letras del Tesoro británico (un
sin duda quien es estén m ejor,
tipo de deuda pública) en 1900.
pues el impacto no los
Un siglo después esa libra
afectará . Igual m ente
valdría ciento cuarenta libras.
importante es tener en cuenta
Una inversión que
que cuando colocamos una
sencillamente hubiera crecido
porción de nuestros ingresos
al ritmo de la i nflación valdría
en un depósito estamos
apenas cincuenta y cuatro,
renunciando a los posibles
pero, en cambio, una libra
beneficios que obtendríamos
invertida en acciones podría
i nvirtiendo ese di nero en otro
haber alcanzado un valor de
lugar.
16.946 libras esterlinas En este
caso el coste de oportunidad

el máximo provech o a su d inero. in embargo, hay otro lema que está


ganando terreno con rapide:: value far time, «valor por t1ernpo». Dado
que el princ ipal límite que tienen n uestros recursos es la cantidad de
hora que podernos dedicar a algo, buscarnos max imizar los beneficio
que obten emos de nuestra mversión de ttempo. Al leer este capítulo ,
usted m vierce una pequeña porción de su tiempo que bien podría de-
d icar a ocrns activ idades: dormir , comer. ver la cele, etc ..'\ ca mbio,
e ce ca pítulo intentará ayudarle a pensar corno un econorn1 ca v con-
1dcrnr ace ncamence el coste de oportunidad de cada una de sus deci -
sio n es.

El coste de oportunidad en el hogar No demos cuenca o no,


lo cierto es que codo· hacemos ¡u1c10s basándonos en lci noción de coste
de oporrunidad. S1 cen emos en casa un,1 cañ erÍél con una fugci de c1gm1 ,
puede uceder q ue decidamos repa ra r el problema nosotros mismos
I¡ era calcu lar que mcluso compra ndo la· he rramientas n ecesarias , un
libro de fonta nería. ecc., nos cihorrciremo uné'l suma con.side ral-le en

- ... ~---- .-- - _.


compan1ción con lo qu e ,
dec1 ·ión tiene un C ste alld · ' o b_rª, n a UH profesional. Sin embargo, esa
, . 1c1o na tnv1s1ble b
d n arnos hacer o n 1 . . . ' a sa er, todo lo que po-
e ti empo mvemdo e ¡· 1
m m enc1omir e l hecho d j e n rea tz;:ir a reparac ión (y ello
e que e ront;:inero b 61
ineJor traba jo ) Esca 1'd -< pro ¡:¡ emente hagr1 un
· · ea estc1 esrrechame t · d
1a ven taja comp·lrac1·v·, ( -< 1 n e vincu1a a;:¡ la teoría de
< v,ase e capítulo 7) .
0

.El coste de opo u. ·d d


los º b . r uu a en el gobierno En todo el mundo
º t [ rno emplean el argumen to del co le de oportunidad de far ~
m~ 1m1 ar para abordar e l problema de la privati zac ión . El razona-
miento
. . no , e ó.lo qu e ¡as empresas d e serv1.c1.os públicos con frecuen -
c;a e tanan meJor gestionadas en el ector privado , sino también que
e dmero obtenido con su venta podría emplearse más eficazmente en
mver ion.e públicas.

Aho ra bien , las decisiones tomadas con la mirada puesta


en el co te de oportunidad pueden a menudo salir mal. En
:¡ ! E li cio§te (die
1

1999, Gordon Brown, e l entonces ministro de Hacienda aligo e~ aquanli1Jl


del Reino Unido, decidió vender casi cuatrocientas tone, a lo que se
ladas d e oro del Tesoro británico (la gran mayoría de las :rrenuninfta palI"ta1
reservas de oro del país). En ese momento, el oro llevaba teonseguni:rr!o. ~-, :
muchos años ocioso en las cámaras acorazadas del Banco
de Inglaterra, y su valo r había caído debido a que muchos
11
;fut;::;;e ;i~t:1i '•il¡ · r~~".-
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~'./·.,;'·

con ideraban el meta l una inversión poco rentable, míen , (Ji.'J ::;.;;~~iDfm;¿ ,:'•:e
1
tras que, de haberse invertido en valores como bonos del ~Üé4'fi1fü f;
Estado, ese mismo dinero habría crec ido de forma cons,
cante a lo largo de ese mismo período. Por tanto, e l T esoro decidió
vender el oro a un precio medio de dosc ientos setenta y sei dólare la
o nza a cambio de varios tipos de bon os.

Poco h abrían podido prever que menos de una década después el pre-
cio d e l oro aumentaría bruscamente hasta poco menos de nove 1en-
cos ochenta y un dó lares la onza, lo que significa que el or que JOr-
don Brown vendió po r tres mil qu ini ento millo ne· de dó lare , hoy
va ldría unos doce mil quini en tos millone . El gob1ern0 de l Remo
Unido obtuvo a lgunos benefic1 s a l in ver1·ir el producw de la venrn ,
pero n ada compa rab le a lo q ue habrí;i pod ido ga nar i hubiera dejJdo
e l o ro d o nde esrnba pa ra venderlo rn ~ - carde . E ·t 1 sirve pa ra ilu trM
uno d e los pe ligro, d e l coste d e opo nunidad: no :mima a creer q ue l,is
rn :mza n a!> el ·1vecino sie mpre o n mejo re .

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